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Si bien a los ?administrados? nos asiste el mecanismo de la impugnación para poder rebatir u
oponernos a determinado acto de la administración pública por considerarlo atentatorio de
derechos o injusto, ya sea en sede administrativa, o cuando ya habiendo agotado todos los
recursos que nos asisten en la misma como es el caso de la apelación ante la máxima
autoridad del organismo público del cual emanó el acto administrativo indebido; o, después
de haber requerido la revisión del dictamen de la entidad pública, los administrados tenemos
la posibilidad de activar la vía judicial, ya sea en materia contencioso- administrativa, o en
materia constitucional.
Como bien lo manifiesta el jurista venezolano Arístides Rengel R., la facultad de acción que le
asiste al Estado es un poder más allá que un derecho[vi], no obstante, mal haríamos los
administrados en admitir un excesivo uso del poder por parte de la administración pública.
Para efectos de contrarrestar el poder excesivo por parte de la administración pública, nos
asistes dos recursos en materia contencioso- administrativa:
b) Anulación, Objetivo o por Exceso de Poder.- Este recurso está encaminado expresamente
a la ilegitimidad de una actuación por parte de la administración pública, por no haber acatado
la Ley, y haber sobrepasado sus límites.[vii] En tutela del principio y garantía constitucional de
seguridad jurídica, se podrá interponer el recurso objetivo o de anulación en el plazo de tres
años, desde el momento que se ha emitido el acto impugnado.
Sin embargo, puede llegarse a dar la situación de que el exceso de poder se configure también
dentro del recurso de plena jurisdicción, debido a que, si la norma ampara a las actuaciones de
la administración pública a pesar de ser éstas opuestas a la propia Constitución, a los principios
deontológicos del Derecho, y carentes de dosimetría en sus sanciones, la repercusión
inmediata es la declinación en un Estado arbitrario de Derecho. Estas actuaciones producen ?
estado? a los administrados, lo que significa que los ciudadanos nos encontramos en un
permanente ?acorralamiento normativo?.
Una situación como la detallada en el párrafo que antecede, podría además viciar el
procedimiento judicial y provocar la existencia de ?vicios in cogitando?, que no es sino el error
en el razonamiento judicial.
De conformidad al artículo 300 del Código Orgánico General de Procesos, las demandas
interpuestas en vía contencioso administrativa son de única instancia, además esta disposición
contempla que la acción en sede administrativa quedará extinta con la presentación de la
acción contencioso tributaria o administrativa, así como la posibilidad a reclamaciones
posteriores.
Por otro lado, el artículo 300 del COGEP, no hace referencia al agotamiento de recursos en
sede administrativa; mientras que el artículo 31 literal c) de la Ley Orgánica de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa, en concordancia con el artículo 179 del ERJAFE sí condicionaba el
acceso a la vía judicial previo el agotamiento de estos recursos (apelación y revisión).
Bajo estas circunstancias que generan vacíos legales, y, tomando en consideración que por
tratarse de actos administrativos emanados por carteras de Estado adheridas al Ejecutivo, en
cuyo caso rige la normativa del ERJAFE[viii], la opción más idónea es recurrir al marco jurídico
referido y/o al especializado de cada materia, como por ejemplo: los trámites administrativos
que versen sobre telecomunicaciones, se regirán por la Ley Orgánica de Telecomunicaciones y
su Reglamento; los trámites administrativos que versen sobre información y comunicación, se
regirán por la Ley Orgánica de Comunicación y su Reglamento.
Si bien el común denominador de las personas podría definir a estas garantías como derechos,
prefiero calificarlas como principios, de ahí, su carácter suprajudicial.
Si dentro del dictamen del juez, se ha previsto la existencia de daños y/o pérdidas económicas,
este particular será mencionado en sentencia, sin embargo la determinación de la cuantía se
desarrollará en juicio verbal sumario que se substanciará ante el juzgador que dio trámite a la
acción de protección.
Debemos tener muy en claro que la acción de protección rige para el amparo de derechos y/o
principios constitucionales a favor de los ciudadanos. Al respecto, el artículo 11 de la Norma
Suprema del Estado ecuatoriano prevé los principios bajo los cuales se aplicarán los derechos
fundamentales,[xii] siendo por lo tanto objeto de amparo constitucional los derechos de:
igualdad ante la Ley; no discriminación; y todos aquellos derechos que se deriven de la
dignidad de las personas.
Por lo que, como lo he manifestado en la parte inicial de este artículo, al encontrarnos frente a
una expedición desmesurada de normativa, y al arbitrio de la administración pública, debemos
ser cautos e interponer la acción más idónea en razón del poder subjetivo que le asista al
titular de la acción, ejercer las facultades y posibilidades que permitan la procedencia
inequívoca de la actuación. Con esto quiero decir que, si bien la acción de protección tutela el
cumplimiento y la no vulneración de los derechos constitucionales, ésta no siempre va a ser la
única y más idónea vía para reclamar el cabal cumplimiento del derecho, por cuanto pueden
suscitarse circunstancias que envuelvan la vulneración de un derecho constitucionalizado
dentro de resoluciones, deliberaciones o dictámenes de la administración pública, es ahí
cuando estaríamos frente a un problema de actuaciones públicas inconstitucionales, aunque
en ocasiones legítimas. Sin embargo la impugnación de estas actuaciones además de la sede
administrativa, y contencioso administrativa dependiendo de sus consecuencias, tienen cabida
en instancia constitucional con la interposición de una Acción Pública de Inconstitucionalidad.
Por ejemplo, bien tendría cabida la acción de protección frente a resoluciones del poder
público, alegando vulneración al principio de seguridad jurídica, cuando se haya aplicado una
determinada ley para la imposición de una sanción en contra del administrado; y, a la vez se
haya omitido la aplicación de esta misma Ley a favor de otro sujeto.
Ahora, que si la omisión por parte de la administración pública versa sobre la no aplicación de
determinada norma que habría sido pertinente e indispensable para determinado
procedimiento, lo procedente y oportuno, después de agotar la vía administrativa es la
impugnación de ese acto a través de un recurso contencioso administrativo de nulidad u
objetivo, por exceso de poder.
3. Denominación del órgano emisor de la disposición jurídica objeto del proceso; en el caso
de colegislación a través de sanción, se incluirá también al órgano que sanciona.
[i] Art. 31.- Motivación.- Todos los actos emanados de los órganos del Estado, deberán ser
motivados. La motivación debe indicar los presupuestos de hecho y las razones jurídicas que
han determinado la decisión del órgano, en relación con los resultados del procedimiento
previo. La indicación de los presupuestos de hecho no será necesaria para la expedición de
actos reglamentarios.
[ii] Art. 122.- Motivación. 1. La motivación de los actos que pongan fin a los procedimientos se
realizará de conformidad con lo que dispone la Constitución y la ley y la normativa aplicable. La
falta de motivación entendida ésta como la enunciación de las normas y de los hechos
particulares, así como la relación coherente entre éstas y aquellos produce la nulidad absoluta
del acto administrativo o resolución. El acto deberá ajustarse a lo dispuesto en el Reglamento
para el Control de la Discrecionalidad de los Actos de la Administración Pública.
[iii] Art. 179 ERJAFE.- Fin de la vía administrativa. Ponen fin a la vía administrativa:
[vi] RENGEL R. Arístides. ?Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano?. Caracas, Ediciones
Paredes, 2013.
[xii] Art. 11 CRE.- EI ejercicio de los derechos se regirá por los siguientes principios:
1. Los derechos se podrán ejercer, promover y exigir de forma individual o colectiva ante las
autoridades competentes; estas autoridades garantizarán su cumplimiento.
2. Todas las personas son iguales y gozaran de los mismos derechos, deberes y oportunidades.
Nadie podrá ser discriminado por razones de etnia, lugar de nacimiento, edad, sexo, identidad
de género, identidad cultural, estado civil, idioma, religión, ideología, filiación política, pasado
permanente, que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o
ejercicio de los derechos. La ley sancionará toda forma de discriminación. El Estado adoptará
medidas de acción afirmativa que promuevan la igualdad real en favor de los titulares de
derechos que se encuentren en situación de desigualdad.
Los derechos serán plenamente justiciables. No podrá alegarse falta de norma jurídica para
justificar su violación o desconocimiento, para desechar la acción por esos hechos ni para
negar su reconocimiento.
4. Ninguna norma jurídica podrá restringir el contenido de los derechos ni de las garantías
constitucionales.
las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades, que sean necesarios para su pleno
desenvolvimiento.
9. El más alto deber del Estado consiste en respetar y hacer respetar los derechos garantizados
en la Constitución.
El Estado, sus delegatarios, concesionarios y toda persona que actúe en ejercicio de una
potestad pública, estarán obligados a reparar las violaciones a los derechos de los particulares
por la falta o deficiencia en la prestación de los servicios públicos, o por las acciones u
omisiones de sus funcionarias y funcionarios, y empleadas y empleados públicos en el
desempeño de sus cargos.
Cuando una sentencia condenatoria sea reformada o revocada, el Estado reparará a la persona
que haya sufrido pena como resultado de tal sentencia y, declarada la responsabilidad por
tales actos de servidoras o servidores públicos, administrativos o judiciales, se repetirá en
contra de ellos.