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Napoleón había heredado cuando accedió al poder a finales de 1799 la Guardia que
protegía el anterior gobierno francés, “el Directorio”; pero Napoleón fue más allá, al
desarrollar plenamente dicha Guardia, dotándola de todas las ramas del ejército,
pero sacando a su vez los reclutas de entre las fuerzas del ejército regular.
La unidad se creó el 17 de septiembre de 1803, para manejar los botes que
transportarían al estado mayor en la proyectada invasión de Inglaterra. Estaban
divididos en cinco “tripulaciones” o compañías de 5 escuadras cada una, con cinco
trompetas.
Como unidad militar de élite que era, sus reclutas fueron seleccionados entre los
mejores elementos de la marina francesa; los requerimientos para ingresar eran
muy rigurosos, acorde con el estatus de unidad de élite:
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- Gozar de una salud a toda prueba.
Marinos de la Guardia
Un decreto imperial del año 1804 eleva su número a 818 marineros, todos bien
equipados y dotados con personal auxiliar, como un sastre, zapatero y armero.
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Sin embargo por aquel entonces las noticias de que Austria y Rusia se alían para
preparar una coalición contra Napoleón, hacen que el emperador francés cambie de
planes; la coalición europea tiene prioridad sobre el desembarco en Gran Bretaña,
así trasporta a una velocidad increíble al su ejército del puerto de Boulogne a los
campos de Alemania, donde vence brillantemente a los ejércitos de Austria y Rusia.
El mariscal Lefebvre, uno de los más duros generales de Napoleón es testigo del
valor de los marinos en combate y no tiene más que alabanzas sobre dicho cuerpo
de combate; afirma que vio como algunos de ellos ya heridos y a pesar de su
estado, atacar de firme al enemigo en un duro combate cuerpo a cuerpo hasta caer
definitivamente, ¡eran soldados muy difíciles de matar!.
Pero a demás del oficio de marinos de la Guardia, la versatilidad fue una impronta
en esta unidad de élite, ya que por el oficio de acompañar a Napoleón en un
traslado marítimo, no solo podían resignarse a tal trabajo, por lo que tuvieron que
aprender otras tareas, que quizá no concordaban con su tarea inicial, pero a las que
se acoplaron disciplinadamente y con, ¡quizá!, muy buen rendimiento.
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Puesto en palabras de Napoleón por las múltiples disciplinas que tuvieron que
aprender, decía de ellos lo siguiente:
Tras la gran victoria de Friedland obtenida por Napoleón sobre los rusos el 14 de
junio de 1807, la paz entre ambos reinos se proclamó poco después; salvo con
Gran Bretaña, Napoleón podía muy ufano proclamar que había vencido a los
ejércitos más poderosos de Europa: Austria, Prusia Y Rusia.
La paz de imponía sobre el Continente europeo salvo como comenté, sobre Gran
Bretaña, pero Napoleón creía por entonces que la victoria sobre la pérfida Albión
estaba cercana y que ya se ocuparía de ella más tarde, ¡había que festejar en París
tan solemne triunfo!.
La conquista se realizó con prontitud a finales del 1807, pero Francia no tenía visos
de evacuar sus ejércitos de España, ¡es más!, extendieron sus fuerzas por todas
partes y con el paso del tiempo habían ocupado grandes zonas de España (claro
que por aquel entonces esto no era oficial y se realizaba con la aquiescencia de los
reyes de España, aliados a Napoleón).
La unidad de los marinos de la Guardia entró en España y parece que fue Madrid la
ciudad donde definitivamente se acantonaron; el 2 de mayo los habitantes de la
capital española (al igual que otros muchos españoles en todo el país) estaban
hartos de la prepotencia de las tropas francesas, las cuales se comportaban no
como soldados aliados, sino como tropas que habían conquistado el país.
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Marinos de la Guardia cargando en la batalla de Bailén 1808
Así que como dije, el 2 de mayo, so pretexto de que los últimos miembros de la
familia real española empezaron por la mañana a ser evacuados, al llegarle el turno
de partir al infante Francisco de Paula, varios españoles corrieron a impedirlo.
Los franceses al tener noticias de tal suceso acudieron con tropas de los granaderos
de la Guardia para dispersar a la chusma revoltosa; lo que en un principio se realizó
con facilidad, el dispersar a la muchedumbre que se había congregada en Palacio
Real, se hizo con tal brutalidad que la noticia corrió como un reguero de pólvora por
toda la ciudad, despertando un deseo de venganza incontenible.
Los combates fueron de una fiereza inaudita por las calles de la ciudad, si bien es
cierto que jugaba en contra de los paisanos civiles, el hecho de enfrentarse a tropas
perfectamente adiestradas y equipadas con armas improvisadas formadas por
navaja, cuchillos y otros objetos punzantes; como mucho, escopetas de caza y
pistolas de duelo, fueron las únicas armas de fuego en poder de los civiles.
Los tenientes Grivel y Gérodias, que estaban de servicio en el hospital y que había
sido llamado al lugar del alboroto, reaccionaron con prontitud y con la colaboración
de otros pacientes del hospital organizaron una defensa eficaz de la entrada del
hospital.
Las armas blancas con las que contaron los franceses fueron fruto de la
improvisación, ya que las armas que crearon, fueron hechas con los materiales que
había a mano, pertenecientes dichos materiales a los almacenes del mismo
hospital, ya que en el hospital no había armas de fuego por ser lo que era, y porque
en teoría, no estaban en una zona de guerra.
Tras lograr ahogar los franceses la revuelta, estos realizaron una cumplida
venganza sobre los civiles madrileños que se sospechaban habían participado en la
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revuelta; incluso los que eran prendidos con algún objeto punzante susceptible de
ser clavado era un pretexto para ser fusilado.
Napoleón Bonaparte
Goya los representó, con sus capas azul marino, fusilando a civiles madrileños a la
luz amarilla de un pequeño farol que les permitía apuntar a los cuerpos en la
oscuridad de la noche de la montaña de Príncipe Pío de Madrid.
El levantamiento del dos de mayo en Madrid fue un suceso que corrió de boca en
boca por todo el país, provocando una rebelión general en todo el país que durante
seis años obligó a Napoleón a mantener numerosas tropas de ocupación en el país.
Las operaciones de conquista del país habían llevado a las tropas francesas al sur
de España, concretamente a la región de Andalucía; allí estaba operando uno de los
generales de Napoleón, Dupont.
Este estaba junto con 24.000 hombres operando por la zona de Bailén cuando supo
que una heterogénea fuerza de tropas españolas compuestas por fuerzas regulares
y animosos civiles voluntarios, unos 33.000 hombres al mando del general
Castaños, acudían a hacerle frente.
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A pesar de la superioridad numérica del adversario, Dupont confiaba en que la
mezcla de civiles y soldados podía ser batida fácilmente, al igual que había sucedió
otras muchas veces en la conquista del país.
Entre las fuerzas de Dupont militaban los marinos de la Guardia; el general francés
era consciente de la valía de estas fuerzas agregadas a su persona, hasta el punto
de que mientras estuvo en campaña, los marinos de la Guardia fueron su escolta
personal.
La batalla de Bailén se saldó con un triunfo inesperado para las fuerzas españolas,
de hecho, toda la fuerza de Dupont capituló ante Castaños. La clave de la batalla
fue una defensa ordenada junto con un día en que el calor llegó a ser insoportable,
lo cual jugó a favor de unas tropas acostumbradas a estas temperaturas.
También el hecho de que los franceses tuvieran carestías de agua, hizo que en los
momentos más álgidos de la batalla, no solo estuvieran faltos de moral, sino que
estaban pasando una sed terrible.
Con los dos ejércitos estando frente a frente, Dupont tuvo la iniciativa, quizá
creyendo que podía dispersar con facilidad a las tropas españolas; pero Castaños le
demostró que no era un mal general.
Tras cinco horas de combates desesperados, los franceses habían sido rechazados
tres veces, el calor ya por entonces llegaba a los 40º grados y los franceses lo
estaban pasando francamente mal.
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Dupont decidió jugarse el todo por el todo atacando con la última reserva
disponible que le quedaba, sus 400 marinos de la Guardia (a los cuales había
dejado en retaguardia como última baza) junto con otros 2.000 hombres:
- Flanco derecho: restos de la 4ª Legión y tropas suizas del general Schramm (que
ya han desertado en masa).
- A los lados, lo que queda de la caballería que no llega al centenar de jinetes por
flanco.
Tan solo los Marinos de la Guardia dieron muestras de firmeza, pues avanzaban
impertérritos hacia los españoles, cerrando filas a pesar de la lluvia de metralla que
les caía; fue entonces cuando el general Dupont recibió un balazo en la cadera y se
le vio vacilar en su caballo.
Pero aún así el intento fue peligrosos para los marinos, ya que les situó a poca
distancia de un enemigo que disparaba con metralla; con los españoles disparando
a bocajarro sobre los marinos, hicieron que estos sufrieran fuertes pérdidas.
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Marinos de la Guardia
Pero esto no hizo desistir a los valientes marinos, sin embargo, con Dupont herido y
sus compatriotas retirándose, no tuvieron más remedido que retirarse también, o
de lo contrario podían acabar copados por el adversario.
Dupont se conmovió ante la valentía de sus “escoltas”, pero les dijo ya habían
hecho suficiente, que apreciaba su patriotismo y su coraje, pero que no quería
ningún tipo de más de sacrificios, ¡bastante habían aguantado en el día que
combatieron!.
Tras la capitulación de los franceses en Bailén, lo que les esperaba a ellos fue un
auténtico calvario; fueron llevados en buques prisión a la isla Balear de Cabrera, allí
pasaron por un infierno difícil de describir.
Otros marinos fueron llevados a la isla de Mahón, y de ahí, a Gran Bretaña; otros
marinos de la Guardia habían sido llevados a Cádiz en buques prisión, pero aquí
también gracias a la audacia de un capitán llamado Grivel, aprovechando una
tormenta, cortaron los cables de los dos buques prisión, los cuales a la deriva
fueron a parar a las líneas francesas, eso sin perjuicio de haber sufrido el fuego de
cañón de la base de Cádiz.
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Los fugados entre los que figuraban marineros de la Guardia fueron recibidos como
héroes por sus compatriotas; incluso oficialmente el mariscal Víctor publicó desde
su sede en Chiclana de la Frontera, 1 de junio de 1810, una orden del día en el que
rindió un brillante homenaje a la intrepidez del capitán Grivel, al mismo tiempo que
cita el nombre de las de los marineros de la Guardia y otros soldados que habían
compartido sus peligros en tan arriesgada fuga.
Triste y furioso por lo sucedido, Napoleón llegó a exclamar: "preferiría cien hombres
como los anteriores marinos, que a todos los batallones navales de ahora".
Solo una compañía de marinos que permanecía en depósito fue la que sobrevivió al
desastre, ¡y claro está!, los que lograron fugarse más tarde de España.
La campaña de Austria del año 1809, vio la participación de los escasos marinos
que había disponibles, en concreto 113 hombres al mando del capitán Hilvanar
participaron en la misma.
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Su misión fue participar en organizar un sistema de comunicación entre la isla de
Lobau y el río Danubio; también estuvieron presentes en la gran batalla de
Wagram, en la que Napoleón se impuso definitivamente sobre los austriacos que se
habían rebelado contra su autoridad.
El mismo año del 1811, el almirante Gantheaume fue nombrado coronel del cuerpo
de marinos de la Guardia con el capitán Mottard como segundo al mando. Algunas
compañías se quedaron en España, donde fueron reconvertidas en unidades de
ingenieros, las cuales aseguraron la retirada de la retaguardia del ejército del
general Massena, tras su fracaso en la toma de “Torres Vedras”, fortificaciones que
defendían Lisboa, objetivo de Massena.
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Marinos de la Guardia Imperial :
Las bajas de los marinos en Rusia fueron elevadísimas y muy pocos volvieron para
contarlo; Napoleón tuvo que crear una nueva fuera de combate, ya que del gran
ejército que participó en la campaña de Rusia, más de 600.000 hombres, apenas
30.000 salieron indemnes de ella.
Estas dos compañías fueron formadas por los supervivientes de Rusia a los que se
unieron como refuerzo marinos destinados en España; esto hace ver que de los
1.136 hombres de 1810, las bajas no habían sido repuestas con prontitud, a lo que
se unía la dispersión de tales unidades, ya que no formaban desde 1808 una unidad
homogénea y unida, sino que estaban dispersos por numerosos destinos tanto en el
frente como en retaguardia.
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Los marinos de la Guardia fueron testigos de la defensa del puente para que las
últimas tropas francesas evacuaran la localidad de Leipzig, así como también de la
prematura voladura realizada sobre dicho puente, lo cual impidió que todas las
tropas fueran evacuadas de la ciudad.
Ese año de 1814 se vio Napoleón en la apurada situación de tener que defender sus
fronteras naturales ante un enemigo enormemente superior en hombres y armas,
el cual no había dado tiempo a Napoleón a reorganizar sus fuerzas para la defensa
de Francia.
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Sin embargo a pesar de las enormes dotes que desplegó Napoleón para la defensa
de Francia, la derrota fue inevitable, napoleón fue obligado a abdicar y a ser
condenado al exilio a la isla de Elba.
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Mapa del imperio napoleónico en 1812
En la acción de Charleroi, en el boletín el Boletín oficial del Ejército del día 16 de
junio de 1815, se menciona la firme defensa de la localidad realizada por los
marinos de la Guardia, donde se alaba este acto heroico audaz.
la defensa fue obstinada por parte de los marinos, la cual quedó grabado en la
memoria de los habitantes de la capital. El pueblo de Aubervilliers no se rindió
hasta después de la abdicación del emperador, y fue con harto sentimiento que los
marineros abandonaron el pueblo de Auberrsvilliers.
Fanatizados como estaban estos bravos soldados por la derrota inminente, habían
decidido que se encerrarían en la iglesia del pueblo y la volarían, haciéndose
enterrar bajo su escombros; pero el general Meunier dio la orden al Comandante
Préaux a sí mismo retirarse a las líneas de defensa, y, hay que decir, la misión de
paz de este Oficial General fue mal recibida por los marineros, aunque acataron la
orden impuesta.
Los marinos se dirigió a continuación, más allá del río Loira, en Châteauroux, junto
con el resto del ejército regular francés; y allí se disolvió el cuerpo de marinos, si
bien su disolución oficial data del 15 de agosto de 1815, posiblemente por la
dudosa lealtad de los mismos al antiguo régimen, dado que muchos apoyaron a
Napoleón en su nueva toma del poder.
Y con esto se puede dar por finalizado dicho trabajo, hay muchas cosas buenas que
se podían decir de la labor realizada por este prestigioso cuerpo de la Guardia
Imperial napoleónica, una labor que por desgracia resultó un poco borrosa de
mácula por la sucia actuación en los fusilamientos de 2 y 3 de mayo de 1808 en la
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ciudad de Madrid sobre ciudadanos inocentes, los cuales fueron represaliados por la
sublevación de los madrileños contra la ocupación de la ciudad por las tropas
francesas.
Sin embargo todos sabemos que las guerras suelen estar salpicadas de estos y
otros sucesos de mayor horror, en las que incluso unidades de guerra de
comportamiento ejemplar se ven implicadas en acciones o actos que no son gratos
para unos soldados veteranos a los que ven la guerra como una lucha entre
soldados, y no en la de fusilar inocentes civiles desarmados.
"¿Qué habríamos hecho sin ellos?, como marinos nunca actuaron indignamente y
fueron los mejores soldados. Cuando la ocasión lo exigía, demostraron ser tan
valiosos como marinos, que como soldados, artilleros o zapadores. No hay tarea
que no pudieran realizar. "
Pierre Baste, este oficial fue uno de los hombres que lideró el batallón de
marinos de la Guardia Imperial.
Autor: eljoines
Bibliografía:
Wikipedia.
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http://reservavoluntaria.forums.
free.com/portal.html?sid=65d92d96d7c3f90e68a254cbbd8911ce.
http://www.grandesbatallas.es/index.html.
http://www.portierramaryaire.com/foro/index.php?
sid=2bf3da4d3718a3198aac290beec53e18.
http://www.carreimperial.fr/.
http://www.napoleon-series.org/.
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