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Los marinos de la Guardia de Napoleón

Napoleón había heredado cuando accedió al poder a finales de 1799 la Guardia que
protegía el anterior gobierno francés, “el Directorio”; pero Napoleón fue más allá, al
desarrollar plenamente dicha Guardia, dotándola de todas las ramas del ejército,
pero sacando a su vez los reclutas de entre las fuerzas del ejército regular.

Dichos reclutas estarían conformados por los mejores de su clase, ya que la


Guardia Imperial francesa solo se nutría de los mejores soldados del imperio
francés; con el paso de los años, la Guardia creció en número, completando un
cuerpo de tropas que será la envidia de toda Europa.

Entre estas fuerzas se creó el batallón de marinos de la Guardia; Napoleón tenía en


mente desembarca un ejército para la conquista de Gran Bretaña, un enemigo que
se estaba volviendo demasiado pesado y al que quería dominar de una vez por
todas.

 La unidad se creó el 17 de septiembre de 1803, para manejar los botes que
transportarían al estado mayor en la proyectada invasión de Inglaterra. Estaban
divididos en cinco “tripulaciones” o compañías de 5 escuadras cada una, con cinco
trompetas.

En total, el batallón de marinos de la Guardia estuvo compuesto por 737 hombres,


puestos inicialmente al mando del capitán Daugier.

Llevaban un aro de oro en la oreja, vestidos a lo húsar (pelliza y chacó con


plumero) los Húsares de la Marina, aunque también por su uniforme, eran
apodados "los húsares de a pie"; sus rangos y sueldos eran iguales a los de la
caballería de la guardia, por lo que se les podía asimilar como una unidad de la
“Vieja Guardia”, la élite de la Guardia imperial francesa.

Como unidad militar de élite que era, sus reclutas fueron seleccionados entre los
mejores elementos de la marina francesa; los requerimientos para ingresar eran
muy rigurosos, acorde con el estatus de unidad de élite:

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- Gozar de una salud a toda prueba.

- Una conducta honorable.

- lealtad probada y sin tacha.

-Tener más de 25 años.

- Una altura oscilante entre 1,78m. y 1,84m.

- Haber completado tres campañas en combate.

- Y para finalizar, saber leer y escribir.

Marinos de la Guardia

Un decreto imperial del año 1804 eleva su número a 818 marineros, todos bien
equipados y dotados con personal auxiliar, como un sastre, zapatero y armero.

Antes de ir a Boulogne, cumplen un período de instrucción en la localidad de


Courbevoie; a finales de 1805 los preparativos del desembarco en Gran Bretaña se
intensifican, Napoleón aprecia realmente a sus marinos de la Guardia, con los que
mantiene esa temporada un estrecho contacto, ya que cuando Napoleón cruce el
Canal de la Mancha, lo hará en una nave custodiado por dichos marinos.

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Sin embargo por aquel entonces las noticias de que Austria y Rusia se alían para
preparar una coalición contra Napoleón, hacen que el emperador francés cambie de
planes; la coalición europea tiene prioridad sobre el desembarco en Gran Bretaña,
así trasporta a una velocidad increíble al su ejército del puerto de Boulogne a los
campos de Alemania, donde vence brillantemente a los ejércitos de Austria y Rusia.

La mayor parte de los marinos de la Guardia permaneció en Boulonge en espera de


que más tarde Napoleón, decida realizar el desembarco en suelo inglés; pero un
destacamento de ciento cincuenta marineros, bajo el mando del Comandante
Roquebert, participa en la campaña alemana agregados a la infantería, participando
estos en la batalla de Austerlitz.

En 1806 parece que se pospone indefinidamente el desembarco en Gran Bretaña


hasta encontrar un momento propicio para ello, así que el batallón de marinos de la
Guardia participa por entero en la campaña de Prusia que Napoleón realiza sobre
dicho país.

Los marinos de la Guardia se distinguen particularmente en los combates en que


participan, si bien es cierto que se hizo un mal uso del batallón en dichas batallas;
luchan de la batalla de Jena, participan en el asedio de Danzig y en la toma de
Straland.

El mariscal Lefebvre, uno de los más duros generales de Napoleón es testigo del
valor de los marinos en combate y no tiene más que alabanzas sobre dicho cuerpo
de combate; afirma que vio como algunos de ellos ya heridos y  a pesar de su
estado, atacar de firme al enemigo en un duro combate cuerpo a cuerpo hasta caer
definitivamente, ¡eran soldados muy difíciles de matar!.

También los marinos de la Guardia participaron en la operación de ingeniería y


montaje de un puente sobre el río Vístula (Polonia).

Pero a demás del oficio de marinos de la Guardia, la versatilidad fue una impronta
en esta unidad de élite, ya que por el oficio de acompañar a Napoleón en un
traslado marítimo, no solo podían resignarse a tal trabajo, por lo que tuvieron que
aprender otras tareas, que quizá no concordaban con su tarea inicial, pero a las que
se acoplaron disciplinadamente y con, ¡quizá!, muy buen rendimiento.

Representación de los marinos de la Guardia

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Puesto en palabras de Napoleón por las múltiples disciplinas que tuvieron que
aprender, decía de ellos lo siguiente:

“Según la necesidad, estos soldados-marinos se pueden utilizar en todas partes:


marinos, pontoneros, artilleros, infantes…. No había trabajo en el que se
encontraran  operando en firme, una metamorfosis a la que se prestan con sumo
éxito. "

Tras la gran victoria de Friedland  obtenida por Napoleón sobre los rusos el 14 de
junio de 1807, la paz entre ambos reinos se proclamó poco después; salvo con
Gran Bretaña, Napoleón podía muy ufano proclamar que había vencido a los
ejércitos más poderosos de Europa: Austria, Prusia Y Rusia.

También en la campaña rusa los marinos fueron utilizados en la construcción de


otro puente, concretamente en Marienweder (Polonia); después de la batalla de
Eylau, fueron trasladados a realizar labores de inteligencia. No puede negarse la
versatilidad de estos soldados.

La paz de imponía sobre el Continente europeo salvo como comenté, sobre Gran
Bretaña, pero Napoleón creía por entonces que la victoria sobre la pérfida Albión
estaba cercana y que ya se ocuparía de ella más tarde, ¡había que festejar en París
tan solemne triunfo!.

Y efectivamente, las unidades de la Guardia, junto con el batallón de marinos,


regresaron a la capital parisina donde se les agasajó con una espléndida fiesta de
bienvenida por los triunfos logrados en Europa.

Los festejos se prolongaron mucho tiempo, se multiplicaban los deseos de alagar a


los bravos soldados y no tenía fin las bienvenidas y saludos a los soldados; sin
embargo todo tenía su fin, y cuando acabaron los festejos, los marinos de la
Guardia fueron reubicados en una nueva misión.

Concretamente hasta que hubiera una nueva campaña en la que participar, el


batallón fue destinado a España ya en el año 1808; con el pretexto de conquistar
Portugal, Francia firmó un tratado con España por el que se permitía paso libre a
sus tropas.

La conquista se realizó con prontitud a finales del 1807, pero Francia no tenía visos
de evacuar sus ejércitos de España, ¡es más!, extendieron sus fuerzas por todas
partes y con el paso del tiempo habían ocupado grandes zonas de España (claro
que por aquel entonces esto no era oficial y se realizaba con la aquiescencia de los
reyes de España, aliados a Napoleón).

La unidad de los marinos de la Guardia entró en España y parece que fue Madrid la
ciudad donde definitivamente se acantonaron; el 2 de mayo los habitantes de la
capital española (al igual que otros muchos españoles en todo el país) estaban
hartos de la prepotencia de las tropas francesas, las cuales se comportaban no
como soldados aliados, sino como tropas que habían conquistado el país.

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Marinos de la Guardia cargando en la batalla de Bailén 1808

Así que como dije, el 2 de mayo, so pretexto de que los últimos miembros de la
familia real española empezaron por la mañana a ser evacuados, al llegarle el turno
de partir al infante Francisco de Paula, varios españoles corrieron a impedirlo.

Los franceses al tener noticias de tal suceso acudieron con tropas de los granaderos
de la Guardia para dispersar a la chusma revoltosa; lo que en un principio se realizó
con facilidad, el dispersar a la muchedumbre que se había congregada en Palacio
Real, se hizo con tal brutalidad que la noticia corrió como un reguero de pólvora por
toda la ciudad, despertando un deseo de venganza incontenible.

Los combates fueron de una fiereza inaudita por las calles de la ciudad, si bien es
cierto que jugaba en contra de los paisanos civiles, el hecho de enfrentarse a tropas
perfectamente adiestradas y equipadas con armas improvisadas formadas por
navaja, cuchillos y otros objetos punzantes; como mucho, escopetas de caza y
pistolas de duelo, fueron las únicas armas de fuego en poder de los civiles.

El Parque de Artillería de Monteleón, con un regular pertrecho de artilleros y tropas


de la milicia provincial, ofrecieron una resistencia eficaz y disciplinada en contra de
la de en el resto de la ciudad, realizada con el corazón, más que con la cabeza.

En la ciudad, parte de la revuelta se trasladó  al hospital de la ciudad con el


objetivo de masacrar a todos los pacientes franceses militares instalados en él. Los
insurrectos al llegar al hospital, ya habían roto las puertas de los accesos, cuando
dos oficiales de los marineros de la Guardia intervinieron de manera decisiva.

 Los tenientes Grivel y Gérodias, que estaban de servicio en el hospital y que había
sido llamado al lugar del alboroto, reaccionaron con prontitud y con la colaboración
de otros pacientes del hospital organizaron una defensa eficaz de la entrada del
hospital.

Las armas blancas con las que contaron los franceses fueron fruto de la
improvisación, ya que las armas que crearon, fueron hechas con los materiales que
había a mano, pertenecientes dichos materiales a los almacenes del mismo
hospital, ya que en el hospital no había armas de fuego por ser lo que era, y porque
en teoría, no estaban en una zona de guerra.

Tras lograr ahogar los franceses la revuelta, estos realizaron una cumplida
venganza sobre los civiles madrileños que se sospechaban habían participado en la

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revuelta; incluso los que eran prendidos con algún objeto punzante susceptible de
ser clavado era un pretexto para ser fusilado.

Napoleón Bonaparte

El 3 de mayo los fusilamientos de madrileños se realizaron a lo largo del día; aquí


los marinos de la Guardia tuvieron el sucio honor, de ser una de las unidades
militares que participaron en dichos fusilamientos del 2 y 3 de mayo.

Goya los representó, con sus capas azul marino, fusilando  a civiles madrileños a la
luz amarilla de un pequeño farol que les permitía apuntar a los cuerpos en la
oscuridad de la noche  de la montaña de Príncipe Pío de Madrid.

El levantamiento del dos de mayo en Madrid fue un suceso que corrió de boca en
boca por todo el país, provocando una rebelión general en todo el país que durante
seis años obligó a Napoleón a mantener numerosas tropas de ocupación en el país.

Las operaciones de conquista del país habían llevado a las tropas francesas al sur
de España, concretamente a la región de Andalucía; allí estaba operando uno de los
generales de Napoleón, Dupont.

Este estaba junto con 24.000 hombres operando por la zona de Bailén cuando supo
que una heterogénea fuerza de tropas españolas compuestas por fuerzas regulares
y animosos civiles voluntarios, unos 33.000 hombres al mando del general
Castaños, acudían a hacerle frente.

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A pesar de la superioridad numérica del adversario, Dupont confiaba en que la
mezcla de civiles y soldados podía ser batida fácilmente, al igual que había sucedió
otras muchas veces en la conquista del país.

Entre las fuerzas de Dupont militaban los marinos de la Guardia; el general francés
era consciente de la valía de estas fuerzas agregadas a su persona, hasta el punto
de que mientras estuvo en campaña, los marinos de la Guardia fueron su escolta
personal.

La batalla de Bailén se saldó con un triunfo inesperado para las fuerzas españolas,
de hecho, toda la fuerza de Dupont capituló ante Castaños. La clave de la batalla
fue una defensa ordenada junto con un día en que el calor llegó a ser insoportable,
lo cual jugó a favor de unas tropas acostumbradas a estas temperaturas.

También el hecho de que los franceses tuvieran carestías de agua, hizo que en los
momentos más álgidos de la batalla, no solo estuvieran faltos de moral, sino que
estaban pasando una sed terrible.

Con los dos ejércitos estando frente a frente, Dupont tuvo la iniciativa, quizá
creyendo que podía dispersar con facilidad a las tropas españolas; pero Castaños le
demostró que no era un mal general.

Tras cinco horas de combates desesperados, los franceses habían sido rechazados
tres veces, el calor ya por entonces llegaba a los 40º grados y los franceses lo
estaban pasando francamente mal.

La Guardia Marina durante la campaña en Francia en 1814

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Los españoles se beneficiaban de de que habitantes de Bailén acudían a llevarles


agua a sus compatriotas, pero a los franceses nadie les llevaba nada y ya por
entonces además de agotados por el combate, estaban desfallecidos por la sed que
tenían.

Dupont decidió jugarse el todo por el todo atacando con la última reserva
disponible que le quedaba, sus 400 marinos de la Guardia (a los cuales había
dejado en retaguardia como última baza) junto con otros 2.000 hombres:

- Flanco izquierdo: restos de la 3ª Legión de las fuerzas de Pannetier.

- Centro: batallón de Marinos de la Guardia "Baste" (infantería) 412 hombres


distribuidos en 5 compañías.

- Flanco derecho: restos de la 4ª Legión y tropas suizas del general Schramm (que
ya han desertado en masa).

- A los lados, lo que queda de la caballería que no llega al centenar de jinetes por
flanco.

Encabezando el ataque, en el centro del despliegue, se encuentra el propio Dupont


junto con todo su estado mayor.

Realmente solo 300 marinos  participaran en el asalto, ya que otros 100 se


quedaron con 7 compañías de granaderos y dos piezas de artillería ligera cubriendo
un puente llamado Rumblar, para cubrir la posible llegada de Castaños al mismo.

Los franceses avanzan bajo un terrible calor de 40 grados a la sombra y un diluvio


de balas y metralla por parte de la artillería española; las columnas francesas
quedaron pronto muy diezmadas y comenzaron a flaquear.

 Tan solo los Marinos de la Guardia dieron muestras de firmeza, pues avanzaban
impertérritos hacia los españoles, cerrando filas a pesar de la lluvia de metralla que
les caía; fue entonces cuando el general Dupont recibió un balazo en la cadera y se
le vio vacilar en su caballo.

 Los infantes franceses se detuvieron creyendo muerto a su general y comenzaron


a retirarse a una posición más segura. Los Marinos de la Guardia se vieron forzados
a retroceder a su vez, para no quedarse aislados de sus compatriotas.

Los marinos de la Guardia casi llegaron a la posición de la artillería española,


situándose a 50 pasos de su adversario, pero finalmente no pudieron lograr el
objetivo de capturar dichos cañones.

Pero aún así el intento fue peligrosos para los marinos, ya que les situó a poca
distancia de un enemigo que disparaba con metralla; con los españoles disparando
a bocajarro sobre los marinos, hicieron que estos sufrieran fuertes pérdidas.

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Marinos de la Guardia

Pero esto no hizo desistir a los valientes marinos, sin embargo, con Dupont herido y
sus compatriotas retirándose, no tuvieron más remedido que retirarse también, o
de lo contrario podían acabar copados por el adversario.

Tras el cese de hostilidades y antes de ir Dupont a reunirse con el general Castaños


para acordar los términos de la rendición, los marinos de la Guardia dieron una
muestra más de su valía y profesionalidad, ya que mandaron una representación al
general Dupont en la que le rogaban encabezar un nuevo ataque a las posiciones
enemigas, con ellos como cabeza de vanguardia.

Dupont se conmovió ante la valentía de sus “escoltas”, pero les dijo  ya habían
hecho suficiente, que apreciaba su patriotismo y su coraje, pero que no quería
ningún tipo de más de sacrificios, ¡bastante habían aguantado en el día que
combatieron!.

Tras la capitulación de los franceses en Bailén, lo que les esperaba a ellos fue un
auténtico calvario; fueron llevados en buques prisión a la isla Balear de Cabrera, allí
pasaron por un infierno difícil de describir.

Muchos marinos murieron en medio de privaciones, malos tratos y dejadez de las


autoridades españolas por la suerte de los franceses allí prisioneros; sin embargo
algunos marinos dieron pruebas de riesgo y valor, ya que una vez robaron el barco
que de Mallorca llevaba alimentos a los prisioneros de Cabrera y pudieron regresar
con los suyos.

Otros marinos fueron llevados a la isla de Mahón, y de ahí, a Gran Bretaña; otros
marinos de la Guardia habían sido llevados a Cádiz en buques prisión, pero aquí
también gracias a la audacia de un capitán llamado Grivel, aprovechando una
tormenta, cortaron los cables de los dos buques prisión, los cuales a la deriva
fueron a parar a las líneas francesas, eso sin perjuicio de haber sufrido el fuego de
cañón de la base de Cádiz. 

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Los fugados entre los que figuraban marineros de la Guardia fueron recibidos como
héroes por sus compatriotas; incluso oficialmente el mariscal Víctor publicó desde
su sede en Chiclana de la Frontera, 1 de junio de 1810, una orden del día en el que
rindió un brillante homenaje a la intrepidez del capitán Grivel, al mismo tiempo que
cita el nombre de las de los marineros de la Guardia y otros soldados que habían
compartido sus peligros en tan arriesgada fuga.

Al perderse íntegramente el batallón de marinos de la Guardia en Bailén (salvo una


compañía que se hallaba en el depósito de la unidad como reserva), fueron
sustituidos por sus componentes por miembros de los batallones navales. Pero
Napoleón era consciente de la calidad de los marinos que había perdido en Bailén, y
que ya nunca se recuperaría.

Navío de línea del periodo napoleónico llamado "Víctory"

Triste y furioso por lo sucedido, Napoleón llegó a exclamar: "preferiría cien hombres
como los anteriores marinos, que a todos los batallones navales de ahora".

Solo una compañía de marinos que permanecía en depósito fue la que sobrevivió al
desastre, ¡y claro está!, los que lograron fugarse más tarde de España.

La campaña de Austria del año 1809, vio la participación de los escasos marinos
que había disponibles, en concreto 113 hombres al mando del capitán Hilvanar
participaron en la misma.

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Su misión fue participar en organizar un sistema de comunicación entre la isla de
Lobau y el río Danubio; también estuvieron presentes en la gran batalla de
Wagram, en la que Napoleón se impuso definitivamente sobre los austriacos que se
habían rebelado contra su autoridad.

Por un decreto imperial que data del Palacio de Saint-Cloud, el 16 de septiembre de


1810, el cuerpo de marinos de la Guardia fue reconstituido con 1.136 hombres.

El 27 de enero 1811, una nueva organización de los marineros de la Guardia fue


llevada a cabo, elevándose de cinco a seis compañías, a las que otras dos
compañías fueron añadidas más tarde.

El mismo año del 1811, el almirante Gantheaume fue nombrado coronel del cuerpo
de marinos de la Guardia con el capitán Mottard como segundo al mando. Algunas
compañías se quedaron en España, donde fueron reconvertidas en unidades de
ingenieros, las cuales aseguraron la retirada de la retaguardia del ejército del
general Massena, tras su fracaso en la toma de “Torres Vedras”, fortificaciones que
defendían Lisboa, objetivo de Massena.

Otras compañías de marinos de la Guardia fueron enviadas a los puertos de Brest,


Toulon y Amberes, para formar el núcleo de nuevas compañías destinadas a
embarcar en buques de almirantes franceses.

La 1 ª y la 5 ª compañías fueron destinadas al puerto de  Toulon bajo las órdenes


de los Tenientes Thanaron y Le Roy. De las mismas se crearon otras dos
compañías, con las que se distribuyeron  en cuatro buques franceses: “le
Majestueux”, “l’Austerlitz”, “le Wagram” y “ le Commerce de Paris”. 

La campaña de Rusia vio la participación de los marinos de la Guardia; en sus


inicios las compañías 1º y 5º más un destacamento de marinos, todos bajo el
mando del ayudante Mayor Gérodias; Mas tarde, otra fuerza de marinos integrada
por las compañías 2º y 4º al mando de los tenientes Bouvier-Destouches y
Bonifacio,  acudieron a reforzar a sus compañeros.

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Marinos de la Guardia Imperial :

- A la izquierda : Uniforme de campaña (1807)

- A la derecha : Clarín con uniforme de gala (1808)

Las bajas de los marinos en Rusia fueron elevadísimas y muy pocos volvieron para
contarlo; Napoleón tuvo que crear una nueva fuera de combate, ya que del gran
ejército que participó en la campaña de Rusia, más de 600.000 hombres, apenas
30.000 salieron indemnes de ella.

Para el concurso de las operaciones en la primavera-verano de 1813, los marinos


de la Guardia destacaron dos compañías, donde posiblemente realizaron labores de
todo tipo, acorde con la versatilidad de tales tropas.

Estas dos compañías fueron formadas por los supervivientes de Rusia a los que se
unieron como refuerzo marinos destinados en España; esto hace ver que de los
1.136 hombres de 1810, las bajas no habían sido repuestas con prontitud, a lo que
se unía la dispersión de tales unidades, ya que no formaban desde 1808 una unidad
homogénea y unida, sino que estaban dispersos por numerosos destinos tanto en el
frente como en retaguardia.

La campaña de Napoleón en Alemania culminó ese otoño con la desastrosa derrota


en Leipzig los días 16-19 de octubre de 1813, Napoleón perdió todas sus
posesiones en Alemania y se vio empujado a Francia.

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Los marinos de la Guardia fueron testigos de la defensa del puente para que las
últimas tropas francesas evacuaran la localidad de Leipzig, así como también de la
prematura voladura realizada sobre dicho puente, lo cual impidió que todas las
tropas fueran evacuadas de la ciudad.

Ese año de 1814 se vio Napoleón en la apurada situación de tener que defender sus
fronteras naturales ante un enemigo enormemente superior en hombres y armas,
el cual no había dado tiempo a Napoleón a reorganizar sus fuerzas para la defensa
de Francia.

Una compañía de los marinos de la Guardia participó en tales operaciones de


defensa, y la verdad es que a pesar de la derrota, se cubrió de gloria en algunos
actos, lo cual fue alabado por algunos generales franceses; el Mariscal Macdonald y
los generales Sebastiani, Excelmans, Compans, y todos los Oficiales Generales de la
Guardia, se deshicieron  en la alabanza de los servicios prestados por los marineros
de la Guardia en esta campaña.

Especialmente en la batalla de Arcis-sur-Aube el 20 de marzo, la caballería de la


Guardia pudo llevar a cabo una retirada frente a las fuerzas enemigas, las cuales
les superaban en diez veces su tamaño, gracias a que fueron cubiertos por los
marinos de la Guardia, dándoles tiempo para volver a sus propias líneas.

Marinos de la Guardia francesa en la batalla de Bailén 1808

El general polaco Krazinski proclamó solemnemente, en este caso, "fue debido a la


excelente valentía de los marinos de la Guardia, que sus lanceros polacos no fueron
atrapados por el enemigo."

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Sin embargo a pesar de las enormes dotes que desplegó Napoleón para la defensa
de Francia, la derrota fue inevitable, napoleón fue obligado a abdicar y a ser
condenado al exilio a la isla de Elba.

Los marinos de la Guardia que habían sido concentrados en Fontainebleau, vivieron


con resignación los tristes sucesos; con Napoleón partió un grupo de soldados
leales de la Guardia (aunque todos quisieron seguirles, ¡pero no era posible!) los
cuales formaron la Guardia particular de Napoleón en la isla; entre los elegidos por
Napoleón para acompañarle en tan ingrato destino figuraron un oficial llamado
Taillade  y 21 marinos de la Guardia.

Los marinos de la Guardia siguieron prestando servicios al nuevo régimen impuesto


por las potencias aliadas, Luis XVIII pasó a ocupar el trono en Francia y 14 oficiales
y 336 marinos prestaron servicios al nuevo monarca.

Sin embargo Napoleón no vivió resignado en su nuevo destino, recibía noticias


frecuentemente de la labor de Luis XVIII en Francia y los descontentos que
agrupaba en su persona por su deficiente mandato al frente del gobierno francés.

Napoleón esperó hasta que la fruta estuviera madura y cuando lo consideró


oportuno, realizó un desembarco en Francia con el objeto de retomar el poder; las
primavera de 1815 volvió nuevamente a Francia y velozmente recobró el poder en
el país.

Por decreto el 19 de mayo es reconstituido la Guardia de marinos, pero con unos


efectivos 94 hombres entre los exiliados con Napoleón y anteriores miembros de los
marinos; estos tendrán la consideración de pertenecer a la “Vieja Guardia” y
agregados a la “Vieja Guardia” de la rama de artillería.

La unidad estuvo mandada por el comandante  Taillade y posteriormente, aumentó


sus efectivos a 150 miembros y puestos bajo el mando del general de ingenieros
Haxo.

Los marinos de la Guardia parece que pasaron al servicio de su anterior jefe,


¡Napoleón!, tras la vuelta de su carismático líder al poder; el 15 de junio de 1815
marcharon desde la localidad de Beaumont a la vanguardia de la Guardia de
Napoleón, para la nueva campaña en liza que estaba a punto de desarrollarse.

Tomaron posiciones en la localidad belga de Charleroi donde estuvieron un tiempo


rodeados, más tarde los marinos de la Guardia estuvieron presentes en las  batallas
de Fleurus, Ligny y Waterloo, donde sufrieron grandes pérdidas.

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Mapa del imperio napoleónico en 1812

En la acción de Charleroi, en el boletín  el Boletín oficial del Ejército del día 16 de
junio de 1815, se menciona la firme defensa de la localidad realizada por los
marinos de la Guardia, donde se alaba este acto heroico audaz. 

Tras la derrota de Waterloo, la Guardia de Napoleón tomó posiciones en París, a los


marinos de la Guardia les fue confiada la defensa de una parte de la ciudad en
previsión de ataques de las fuerzas aliadas.

Los marinos de la Guardia que estaban siendo reorganizados de la Escuela Militar


de París, acepta la orden de defender y mantener el mayor tiempo posible el pueblo
de Aubervilliers, además de las obras avanzadas que abarcaba París en ese sector.

la defensa fue obstinada por parte de los marinos, la cual quedó grabado en la
memoria de los habitantes de la capital. El pueblo de Aubervilliers no se rindió
hasta después de la abdicación del emperador, y fue con harto sentimiento que los
marineros abandonaron el pueblo de Auberrsvilliers.

Fanatizados como estaban estos bravos soldados por la derrota inminente, habían
decidido que se encerrarían en la iglesia del pueblo y la volarían, haciéndose
enterrar bajo su escombros; pero el general Meunier dio la orden al Comandante
Préaux a sí mismo retirarse a las líneas de defensa, y, hay que decir, la misión de
paz de este Oficial General fue mal recibida por los marineros, aunque acataron la
orden impuesta.

 Los marinos se dirigió a continuación, más allá del río Loira, en Châteauroux, junto
con el resto del ejército regular francés; y allí se disolvió el cuerpo de marinos, si
bien su disolución oficial data del 15 de agosto de 1815, posiblemente por la
dudosa lealtad de los mismos al antiguo régimen, dado que muchos apoyaron a
Napoleón en su nueva toma del poder.

Y con esto se puede dar por finalizado dicho trabajo, hay muchas cosas buenas que
se podían decir de la labor realizada por este prestigioso cuerpo de la Guardia
Imperial napoleónica, una labor que por desgracia resultó un poco borrosa de
mácula por la sucia actuación en los fusilamientos de 2 y 3 de mayo de 1808 en la

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ciudad de Madrid sobre ciudadanos inocentes, los cuales fueron represaliados por la
sublevación de los madrileños contra la ocupación de la ciudad por las tropas
francesas.

Sin embargo todos sabemos que  las guerras suelen estar salpicadas de estos y
otros sucesos de mayor horror, en las que incluso unidades de guerra de
comportamiento ejemplar se ven implicadas en acciones o actos que no son gratos
para unos soldados veteranos a los que ven la guerra como una lucha entre
soldados, y no en la de fusilar inocentes civiles desarmados.

Salvando este suceso oscuro, la labor de los marinos de la Guardia en combate o


en otro tipo de acciones fue ejemplar, donde la calificación de napoleón lo dice todo
sobre esta prestigiosa unidad militar:

"¿Qué habríamos hecho sin ellos?, como marinos nunca actuaron indignamente y
fueron los mejores soldados. Cuando la ocasión lo exigía, demostraron ser tan
valiosos como marinos, que como soldados, artilleros o zapadores. No hay tarea
que no pudieran realizar. "

 Pierre Baste, este oficial fue uno de los hombres que lideró el batallón de
marinos de la Guardia Imperial.

Autor: eljoines

Bibliografía:

 Wikipedia.

16
 http://reservavoluntaria.forums.
 free.com/portal.html?sid=65d92d96d7c3f90e68a254cbbd8911ce.
 http://www.grandesbatallas.es/index.html.
 http://www.portierramaryaire.com/foro/index.php?
sid=2bf3da4d3718a3198aac290beec53e18.
 http://www.carreimperial.fr/.
 http://www.napoleon-series.org/.

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