Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
es
Entrar
Página Principal
Portal de la comunidad
Este encuentro naval se produjo el día veintitrés de octubre del año de 1702, durante la guerra de
Actualidad
Sucesión de España, en la escuadra de galeones de Nueva España y su escolta, por parte de las
Libro de Visitas
fuerzas navales de Francia, contra una escuadra enemiga combinada de ingleses y holandeses.
Hª NAVAL de El día once del mes de junio anterior, había zarpado la escuadra de galeones, al mando del general
ESPAÑA
don Manuel de Velasco y como almirante
de ella don José Chacón, compuesta de diecinueve buques,
Estado Mayor entre mercantes y de guerra, del puerto de Veracruz, cargada de gran cantidad de caudales, tanto del
Estado como de particulares, además de valiosas mercancías.
Ordenes Militares
Como escolta de esta flota, y por las penurias por las que atravesaba la Real Armada Española, el Rey
Flotas de Francia, prestaba bajo pago a su escuadra, para la custodia de los fondos del Rey de España, que
tan necesarios le eran en aquellos momentos, por la guerra civil que
una vez más asolaba las tierras
Buques General
de España.
De 1248 a 1514 Esta ayuda se componía de quince navíos de línea, cuatro fragatas
y un brulote, estando todos ellos al
mando del vicealmirante Châteaurenault.
De 1515 a 1700
La escuadra ya conjunta, cruzó el océano sin problemas, llegando a
la encrucijada de rumbos de las
De 1701 a 1833 islas Azores, donde recibieron la noticia, de que se encontraba cruzando por el cabo de Finisterre una
Biografías escuadra combinada anglo-holandesa al mando del vicealmirante Shovel, mientras que otra inglesa
Navíos permanecía en el bloqueo del puerto y bahía de
Cádiz, por lo que la decisión a tomar, era a donde
Fragatas dirigirse, ya que las dos zonas de acceso a España, estaban perfectamente vigiladas y por un gran
Buques menores despliegue de fuerzas muy superiores.
Órdenes de Batalla
Dado el estado de la comprometida situación en la que se hallaban, el general español convocó a
Combates
Consejo a los altos mandos de las
dos escuadras; el francés propuso, el dar un pequeño rodeo e
De 1834 a 1957 intentar llegar a Brest o a cualquier otro puerto francés del Atlántico, pero esto no convenció al general
español, ya que de todas formas tenían que pasar por las cercanías de Finisterre, lo que ponía en
Herramientas
grave peligro su orden de llegar a suelo español, por ello decidió el intentar llegar al puerto de Vigo, por
estar más al sur de Finisterre y desde luego, muy lejos del alcance de la escuadra que bloqueaba a
Cádiz, por lo que tomada esta resolución se hizo rumbo al mencionado puerto.
La escuadra zarpó de las islas Azores y consiguieron llegar al puerto de Vigo el día veintidós de
septiembre, sin que ningún buque enemigo los avistase, lo que no dejaba de ser un éxito.
En el puerto, los galeones penetraron en la ría, fondeando repartidos entre la ensenada de Ulló,
proximidades de Redondela y la isla de San Simón, mientras que la escuadra de protección francesa,
se quedó en la angostura de entrada de unos seis cabos de anchura, que está
formada por las puntas
de Corbeyro y de Rande, para tratar de impedir el acceso de enemigos al interior de la ría.
Ante la llegada de tan inesperada armada, en la ría, se propusieron el defender tan importante
cargamento, para ello aprovecharon los dos fuertes que existían, pero que estaban casi abandonados,
pues ni siquiera tenían guarnición asignada y menos aún artillería, uno era el fuerte de la parte de
Rande y el otro el de la parte de Corbeyro, por lo que inmediatamente se pusieron a trabajar,
levantando sus muros a su forma anterior y trasladando artillería, para cerrar el acceso; a esto se
Para ello colocó en cabeza de su formación, a dos de sus navíos más potentes, que eran los de tres
baterías y 90 cañones, para que se lanzaran contra la cadena y la empalizada, con la intención de que
ésta no aguantaría el empuje de tales buques.
El resto de la escuadra, estaba formada en tres escalones o líneas; la primera estaba compuesta por
cinco navíos y dos brulotes ingleses, más tres navíos y un brulote holandeses, al mando de los
vicealmirantes Hopson y Van der Goes.
La segunda línea, estaba compuesta por seis navíos y cuatro brulotes ingleses, más cuatro navíos y un
brulote holandeses, en la que iba de jefe el propio Rooke, con su contralmirante Firbone y el almirante
Kallemberg holandés.
Y la tercera línea compuesta de, cuatro navíos y un brulote ingleses, más tres navíos y un brulote
holandeses, al mando del vicealmirante holandés Pietersen y del contralmirante inglés Graydon.
Efectivamente, la cadena y la empalizada no aguantaron el choque de los dos navíos de cabeza, por lo
que dejaron el espacio suficiente, para que por allí se fueran colando las diferentes líneas de
atacantes.
Los primeros en ser desbordados, por la artillería de los enemigos, fueron dos navíos franceses, uno
de 70 cañones y el otro de 68, que eran los primeros de guardia detrás de la empalizada, pero no
pudieron aguantar, a pesar de su denodada defensa las mortíferas descargas de los dos navíos
enemigos de 90, que efectuaban el fuego a tocapenoles, siendo los que abrían el paso al resto de sus
compañeros, por lo que los dos franceses sucumbieron, uno fue capturado y el otro, resultó
desfondado al irse contra las rocas.
Al ir penetrando más y más enemigos, fueron desembocando en la ensenada de San Simón, donde les
esperaban el resto de navíos franceses,
pero ante las mortales descargas enemigas y a pesar de su
heroica defensa, no pudieron impedir el paso de los atacantes, ya que estos, consiguieron ir
desplegándose y atacar en conjunto varios de ellos contra uno francés, por lo que en poco tiempo
fueron materialmente aplastados por la escuadra anglo holandesa, por ello fueron siendo puestos fuera
de combate, resultando unos incendiados y otros capturados
al abordaje.
Al quedar sin fuerzas que oponer, pues en muy pocas horas, había sido destruida toda la escuadra
francesa, compuesta por quince navíos, tres fragatas y tres corbetas, con un total de 968 cañones, ya
solo quedaban nuestros viejos y poco artillados galeones para intentar el salvar la situación, pero si no
lo habían conseguido buques mejor armados y de construcción más moderna, la suerte que iban a
correr los nuestros, no sería muy diferente.
Los tres galeones de guerra, que eran dos de 54 cañones y uno de 44, a pesar de su heroica
resistencia fueron arrollados por los enemigos, ya que el resto de naves, eran dieciséis mercantes,
armados entre los 44 cañones del máximo y los 8 del de menor porte.
Ante esta situación los capitanes de los buques españoles, se reunieron con el almirante francés
Châteaurenault, decidiendo que al estar todo perdido, lo mejor era impedir que el enemigo no se
pudiera alegrar de llevarse algo de valor, así que no hubo más remedio que pegarle fuego a todos los
buques, con lo que en pocos minutos, la ría se
convirtió en una gran hoguera.
Pero a pesar de esta acción, los atacantes en el afán de conseguir su recompensa, abordaron los
buques y aún consiguieron el apagar los incendios de algunos y poner tras arduo trabajo a otros a
flote, que aunque muy mal tratados, consiguieron arrastrarlos a mar abierto.
De esta forma fue aniquilada, hundida, incendiada o apresadas, cuarenta unidades navales de un solo
golpe de mano, lo que la sitúa entre los mayores desastres de la Historia naval moderna, pero en este
caso, por fallar las milicias que de haberse comportado como se debían, muy posiblemente las
pérdidas no se hubieran producido, al menos con esa
magnitud; mientras que las bajas de españoles y
franceses, fueron aproximadamente de dos mil muertos y desaparecidos.
Una vez conseguida su gran victoria, con la destrucción de todos los buques de la expedición franco
española, las tropas enemigas al mando del duque de Ormond, se dedicaron al saqueo y al pillaje, de
todo aquello que se encontraron en su camino, siendo la población de Redondela, una de las más
afectadas, pues prácticamente fue destruida por completo y no hay que recordar, por donde tuvieron
que pasar sus habitantes, pues ya es harto conocido, lo que suele ocurrir en estas ocasiones.
También lo intentaron sobre la población de Vigo, pero éstos ya avisados de los desmanes cometidos
por los enemigos, efectuaron los trabajos pertinentes a tiempo y estaban en disposición de hacerles
frente, a tanto llegó esa sorpresa para los intrusos mal venidos, que tuvieron que abandonar sus
posiciones y regresar a sus buques, ya que fueron rechazados en toda la línea, sufriendo más pérdidas
de las esperadas.
El día veintiocho de octubre, llegó a las islas Cíes la escuadra del mando de Clovesly Shovel,
compuesta de veinte navío, donde lanzó las
anclas y se quedó a la expectativa.
Sabedor Rooke, de la alarma se que se habría producido por la inesperada llega de su armada y
viendo venir a sus fuerzas ya fracasadas
de su ataque a Vigo, pensó que en la retaguardia se estaría
formando una fuerza para combatirlo y que ésta, no sería de menor cuantía a la suya, todo esto le llevó
a decidir, que lo mejor era abandonar la ría, donde a su vez poca defensa podía ofrecer, pues sus
navíos, poderosos en
mar abierto donde se puede evolucionar, pero ahora en el interior de la
ría se
encontraban a su vez en una ratonera.
Al salir de la ría, el día treinta de octubre, se entrevisto con Shovel, al que le dio la orden de que
permaneciera cruzando aquellas aguas, en misión de vigilancia, el cual permaneció en ellas hasta el
día
cinco de noviembre, le entregó las presas realizadas, para que intentara el recuperar las más
posibles, pasando la carga de las que no eran posible su acondicionamiento y que se le pegó fuego, a
las que se pudieran poner en condiciones mínimas de navegabilidad, para ser marinadas hasta los
puertos de Inglaterra, una vez dadas estas órdenes, se dirigió con la escuadra combinada y cada uno a
sus puertos de partida.
Desde este hecho, siempre se ha considerado, que debía de haber una gran fortuna entre los restos
de los buques incendiados y dado el poco fondo del lugar ha sido trillado, por innumerables
buceadores, pero
hasta el día de hoy, nadie ha encontrado nada, por lo que se supone, que todo fue
desembarcado, antes de sufrir el ataque.
Además de que el valor de lo robado por los enemigos, no debió de
ser mucha cuantía, ya que nada se
menciona al respecto y de haber sido así, algo como lo que se trasportaba, a buen seguro que el
“bolsín” Londinense hubiera sufrido alzas, que no se anunciaron, como era su sempiterna costumbre.
Bibliografía:
Enciclopedia General del Mar.: Garriga. 1957. Compilada por Ángel Dotor.
Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón.
Museo Naval. Madrid. 1973.
Juega Puig, Juan.: La Flota de Nueva España en Vigo. 1702. Edicios do Castro, 2001.
Esta página fue modificada por última vez el 17 feb 2014, a las 16:14.
El contenido está disponible bajo los términos de la Licencia Creative Commons Reconocimiento No Comercial 3.0.