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LAS INVASIONES INGLESAS AL RÍO DE LA PLATA (1806 – 1807)

Las causas

Las causas que indujeron a los ingleses a atacar Buenos Aires han sido motivo de profundos análisis cuyas conclusiones nos dicen
que varias fueron las razones que indujeron a la corona británica, a tratar de apoderarse de las colonias que España tenía en la
América descubierta por Colón en 1492.

Fueron ellas en primer término, la necesidad de apoderarse de la gran abundancia de lana, trigo, harina, cuero, crines, sebo, etc.
que se producía en Buenos Aires, elementos esenciales para la subsistencia del pueblo inglés, agobiado por el bloque que les
había impuesto Napoleón I. En segundo lugar, las perspectivas que ofrecía para activar su comercio exterior, la posesión de
estas tierras, un mundo de gente lleno de necesidades y hasta ese momento, obligado a un comercio monopólico con España.

El dominio de estas tierras era vital para volcar a su favor el destino de la guerra que sostenía con España, ya que eso le
permitiría privarla de los ingentes recursos que obtenía, no sólo provenientes del Río de la Plata, sino también los que llegaba
desde Chile y Perú, obligadamente despachados desde el puerto de Buenos Aires.

También Inglaterra deseaba revertir la situación de escasez y hambruna que amenazaba sus posesiones en la Colonia del Cabo,
cuya conquista definitiva acababa de verificarse.

Y finalmente, algo que imponía una pronta decisión para concretar esta expedición: Acababa de llegar a Buenos Aires, la nave
“El Situado”, procedente del Perú, transportando los caudales de la Real Compañía de Filipinas, tres millones de pesos fuertes,
que debían ser llevados y que eran una presa que estimuló la codicia de los ingleses.

Y si fuera necesario aportar más evidencias para abonar esta conclusión, baste saber que una de las primeras medidas que tomó
POPHAM, luego de tomar la ciudad de Buenos Aires, fue apoderarse de 1.438.514 pesos fuertes que había en las cajas fiscales y
que, sin razón ni justicia, consideró botín de guerra. Una parte de estos caudales se empleó en pagar los gastos de la expedición;
otra, según voz corriente entonces, fue repartida entre Beresford y Popham y el resto fue mandado a Inglaterra en la nave
capitana de la flota invasora, “Narcissus”, junto con un pedido de refuerzos que se consideraba necesario para mantener en su
poder la Plaza conquistada.

Este dinero fue entrado en Londres y conducido al Banco con solemne pompa, en carros tirados por seis caballos, teatralmente
adornados; el primero, cubierto con la bandera tomada en el fuerte, ostentaba varias banderolas con las siguientes
inscripciones: “Tesoro, Beresford, Popham, Buenos Aires, Victoria”. En el segundo, iba la bandera de la milicia provincial, tomada
sin combatir. Precedían y seguían al convoy dos destacamentos de los marinos que habían ocupado a Buenos Aires y dos
cañones de los tomados en Quilmes.

DISPOSITIVO MILITAR DEL VIRREINATO EN 1806

En 1806, la aventura inglesa en estas costas, puso de manifiesto la acusada debilidad del sistema defensivo rioplatense. Para
comprender lo fácil que les resultó llegar a su objetivo, casi sin disparar un tiro, es necesario recordar cuál era el dispositivo
militar con que Buenos Aires contaba al iniciarse la invasión y para ello comenzaremos diciendo que las fuerzas organizadas
para la defensa de los territorios del Río de la Plata las constituyeron desde el principio las milicias formadas con los pobladores,
a las que se agregaron, en el siglo XVIII unidades veteranas. Por lo tanto, las tropas que disponía el virreinato para la
conservación del orden interno y la posible represión de un ataque exterior, constaban de unidades veteranas y de cuerpos de
milicia.

Tropas veteranas o de línea. Desde la Real Orden del 26 de abril de 1771, el Río de la Plata debía contar con una fuerza fija e
inamovible, cuya organización, instrucción, disciplina, etc., serían similares a las de España, pero sin que las considerase como
pertenecientes al ejército peninsular, sino como fuerzas particulares y permanentes de la colonia. De acuerdo a esto, en Buenos
Aires se organizaron tres unidades veteranas:

1) Un regimiento de infantería

2) Un regimiento de dragones

3) Una compañía-de artillería


Las tres debían contar con un efectivo de; más de 2.000 hombres. Si bien en tiempos de paz, este número podía ser suficiente,
no lo era si peligraba la seguridad de estos territorios. La amenaza portuguesa era constante y los propósitos ingleses, decidida
conquista, por lo cual la Corona, decidió reforzar las guarniciones fijas de Buenos Aires, con unidades del ejército peninsular,
que serían relevadas periódicamente.

En 1781, la sublevación de Tupac-Amaú, obligó al aumento de las unidades veteranas de refuerzo. Pero este sistema de relevo
periódico de los cuerpos peninsulares era costoso y poco práctico e hizo evidente que era necesario aumentar los efectivos de
planta de los cuerpos fijos. En 1784, el virrey NICOLÁS DEL CAMPO, marqués de Loreto, formó un nuevo batallón de infantería
para agregarlo al Regimiento Fijo de Buenos Aires, que fue dejado de guarnición en las provincias del Alto Perú. Las tropas de
refuerzos peninsulares regresaron a España y desde entonces ninguna otra unidad del ejército metropolitano fue enviada al
Plata como sostén temporal de sus unidades veteranas permanentes.

El Virreinato contaba también con una formación característica para la defensa de la frontera y la guerra contra el indio: los
“Blandengues de la Frontera”, unidades que al principio tuvieron el carácter de milicia voluntaria, pero que a propuesta del
virrey VERTIZ, en 1784, se habían transformado en tropa veterana. Existían tres unidades de este tipo: 1) La Compañía de
Blandengues de la Frontera de Santa Fe; 2) El Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires y 3) El Cuerpo de
Blandengues de la Frontera de Montevideo. Estos cuerpos eran parecidos a las tropas de caballería y de los dragones. Se
constituyeron con personal americano, pues su servicio, menos rígido en disciplina, era más apto para la idiosincrasia criolla.

En síntesis, hacia 1806 las unidades veteranas, (infantería, dragones, artillería y blandengues), tenían un total aproximado de
5.000 hombres, entre oficialidad y tropa. Este sería un número respetable de fuerzas, si los efectivos consignados hubiesen
existido. Pero la realidad demostraba que sólo se llegaba a la mitad de ese número. Sucedía que las bajas producidas por “los
cumplidos” (aquellos para quienes el período de enganche había concluido), inútiles, desertores y fallecidos, no podían ser
reemplazados por falta de preocupación de las autoridades peninsulares, que no incorporaban nuevos reclutas. Además, existía
también poco interés por parte de los varones de la colonia, en engancharse en los ejércitos de línea.

Esta reducida fuerza tampoco podía, en caso de sorpresivo ataque a las costas del Plata, ser utilizada en su totalidad; pues la
mayoría estaba destacada, en forma permanente, en zonas muy distantes del codiciado puerto. Había guarniciones en las
provincias del Alto Perú, en la costa patagónica, en la frontera móvil con el indio y en las campañas de la Banda Oriental..

Las milicias. Las “milicias” de Buenos Aires se organizaron en el siglo XVI, a fin de completar y asegurar la conquista, y más tarde,
para hacer frente a las amenazas de los holandeses, portugueses e ingleses. Durante el siglo XVIII las sucesivas incursiones
indígenas impusieron una organización defensiva más efectiva, principalmente a base de milicias. Todas las ciudades del interior
y litoral rioplatense, contaron para su protección con unidades milicianas. Las milicias regladas tenían una plana mayor de
veteranos y la “asamblea”, que era el personal veterano de oficiales, sargentos y cabos encargados de la instrucción de las
milicias. En ellas estaban obligados a alistarse todos los hombres hábiles comprendidos entre los 16 y los 45 años de edad. La
duración de la obligación del servicio no debía bajar de los diez años, ni exceder de veinte. Estaban exentos de prestar este
servicio, los abogados, médicos, maestros de escuela y de gramática, procuradores de número, sacerdotes, sacristanes, etc.

A pesar de la existencia de una reglamentación clara y exhaustiva, su cumplimiento se veía dificultado por una serie de
circunstancias adversas: Las distancias, la lentitud de los medios de comunicación, los reducidos efectivos, la escasez de personal
veterano para la instrucción eficiente de los cuerpos milicianos y la carencia de armamento, vestuario y equipo, contribuían a
ensombrecer el panorama defensivo interno, cuyo principal baluarte lo constituían las milicias, pero estos cuerpos, aunque
poseían un espíritu combativo entusiasta, carecían de disciplina v cohesión, estaban mal armados, deficientemente instruidos y
con mandos improvisados.

Tal era el sistema organizativo de las fuerzas militares veteranas del Plata a la llegada de los invasores ingleses, cuya precariedad
e ineficiencia justificó plenamente, la acertada decisión tomada por el virrey LINIERS, luego de la Reconquista, de reorganizar
totalmente el sistema defensivo para crear un instrumento capaz de responder a las nuevas exigencias de esos momentos.

PRIMERA INVASIÓN DE LOS INGLESES AL RÍO DE LA PLATA.

14 de abril de 1806

PARTEN HACIA EL RÍO DE LA PLATA LAS FUERZAS INVASORAS INGLESAS. El 14 de abril de 1806, zarpa desde la ciudad de El
Cabo rumbo al Río de la Plata el Comodoro inglés, HOME RIGGS POPHAM al mando de una fuerte escuadra, compuesta por doce
embarcaciones en total, incluyendo 5 navíos de guerra (“Narcissus”, “Diadema”,” Encuentro”, “Diomedes” y “Razonable”) con
50 a 64 cañones cada uno, 5 jefes, 8 oficiales de marina, 46 oficiales de las armas, 99 suboficiales, 1.466 soldados de Infantería, 8
cañones de campaña, varios transportes y 2 médicos. En el mes de enero anterior POPHAM había participado en la toma de la
ciudad de El Cabo, posesión de Holanda, aliada de Napoleón en guerra con Inglaterra. Sus órdenes eran continuar a la India
después de posesionarse de El Cabo, pero en febrero tuvo noticias de que allá había terminado la lucha y que el Almirante
NELSON había triunfado en Trafalgar, destruyendo la flota española. Como Popham había servido de intermediario entre el
gobierno inglés y el general venezolano FRANCISCO MIRANDA, que buscaba apoyo para lograr la independencia de las colonias
españolas en América, el Ministro inglés PITT estaba dispuesto a secundarlo y por eso decidió enviar precisamente a POPHAM
para ayudar a MIRANDA.

8 de junio de 1806

LOS INVASORES LLEGAN AL RÍO DE LA PLATA. El 8 de junio de 1806, el Comodoro inglés HOME POPHAM, transportando en su
escuadra a una nutrida fuerza de combate al mando del Mayor General WILLIAM CARR BERESFORD, entró con sus fuerzas en el
Río de la Plata, llevando en su pensamiento, más que la libertad, la conquista de estas posesiones españolas.

9 de junio de 1806

DESDE MONTEVIDEO ES AVISTADA LA ESCUADRA INGLESA. El 9 de junio de 1806, la escuadra inglesa es avistada desde
Montevideo por el vigía de Maldonado, quien dio aviso al Gobernador de Montevideo, PASCUAL RUIZ HUIDOBRO. Este informó
inmediatamente al Virrey RAFAEL DE SOBREMONTE, quien creyó que el ataque sería dirigido contra Montevideo, por ser puerto
de aguas más profundas y no dispuso medidas para el caso de un ataque a Buenos Aires.

10 de junio de 1806

ES AVISTADA LA ESCUADRA INGLESA DESDE LA ENSENADA DE BARRAGÁN. El 10 de junio de 1806, desde la Ensenada de
Barragán se avista a lo lejos, la flota inglesa que venía al mando del Comodoro HOME POPHAM, Estas fuerzas invasoras, que
habían entrado al estuario del Río de la Plata dos días antes, en un simulacro de desembarco, pasa frente a la ensenada de
Barragán, que estaba al mando del Capitán de navío SANTIAGO DE LINIERS y a la mañana siguiente, se dirige hacia Quilmes, el
verdadero lugar que había elegido para el desembarco.

25 de junio de 1806

LOS INGLESES DESEMBARCAN EN LA PLAYA DE QUILMES. Mientras la flota inglesa que los había traído, bloquea el Puerto de
Buenos Aires, mil seiscientos hombres con artillería al mando del general WILLIAM CARR BERESFORD, el 25 de junio de 1806,
desembarcaron en la playa de Quilmes, provincia de Buenos Aires. El virrey del Río de la Plata, RAFAEL DE SOBREMONTE, fue
informado del desembarco de las tropas británicas y antes de emprender un apresurado viaje hacia Luján, llevando los caudales
reales en un intento de salvar esos bienes públicos, cumpliendo así con las disposiciones hispánicas establecidas para esa
emergencia, ordenó enviar 400 milicianos para retardar el avance de los invasores y preparar la defensa de la ciudad.
Desapercibida como estaba la ciudad de Buenos Aires, no pudo ofrecer una resistencia organizada. Solamente atinó a convocar
las escasas tropas disponibles y así se logró reunir una precaria fuerza compuesta por una Compañía del Regimiento de
Infantería de Buenos Aires, compuesta por apenas 50 hombres recién reclutados; el Batallón de Voluntarios de Infantería, con
unos 500 hombres, el Regimiento de Voluntarios milicianos, el Batallón del Comercio y la Compañía de Voluntarios de Artillería.
Toda la tropa sin instrucción y sin comandos preparados..

26 de junio de 1806

EN MARCHA HACIA EL FUERTE DE BUENOS AIRES. La poderosa fuerza de veteranos que al comando de CARR BERESFORD
formaba parte de la expedición que venía al mando de HOME POPHAM, una vez desembarcadas, el 26 de junio de 1806
emprenden la marcha hacia el Fuerte de Buenos Aires con la intención de neutralizarlo que consideraban el primer y más
peligroso obstáculo a vencer, para conquistar la ciudad. Pero el camino elegido para llegar allí resultó pantanoso y las tropas
tuvieron que atravesar dos millas de bañado con el agua hasta las rodillas, pero inexplicablemente, sin haber sido mayormente
hostigados durante su avance.

Las fuerzas británicas (unos 1.641 hombres), luego de desbandar a un cuerpo de 400 milicianos y blandengues encabezados por
PEDRO DE ARCE, continúan su avance y se dirigen hacia el Fuerte de Buenos Aires. En su retirada, las tropas de Arce, incendian
el Puente Gálvez sobre el Riachuelo, intentando con ello, detener a los ingleses.

27 de junio de 1806
LOS INVASORES ENTRAN EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. En la mañana del día 27 de junio de 1806, WILLIAM CARR
BERESFORD, al frente de su columna de veteranos ingleses cruzaron el Riachuelo venciendo la escasa resistencia ofrecida por los
criollos y entraron a tambor batiente y con banderas desplegadas en la gran aldea, entre el estupor y desconcierto del
vecindario indignado, ocupando casi sin combatir, una plaza de 45.000 habitantes, abandonados a su suerte por quienes no
supieron defenderlos.

El general BERESFORD entró en la ciudad bajo un fuerte aguacero; siguió por la calle Defensa (entonces de la Residencia) y a las
cuatro de la tarde se posesionaba de la Fortaleza al son de las gaitas del regimiento escocés de Montañeses, número 71, cuerpo
orgulloso de su limpia historia militar, pues hasta entonces jamás había sido vencido. La guarnición del fuerte arrió pabellón y se
entregó prisionera. Beresford, así que se hubo instalado, exigió la entrega de los caudales públicos y dio una proclama a los
habitantes de la ciudad, garantizando la administración de justicia por sus propios tribunales, el respeto a la propiedad privada y
el libre ejercicio de la religión católica.

La impresión del pueblo fue tan honda, que se vio a los hombres por calles y plazas llorar de ira y de vergüenza. El joven doctor
MARIANO MORENO escribió: “…yo he visto en la plaza (de Buenos Aires) llorar muchos hombres por la infamia con que se les
entregaba y yo mismo he llorado más que otro alguno cuando vi entrar soldados ingleses que, apoderándose de mi patria, se
alojaron en el Fuerte y demás cuarteles de esta ciudad”.

28 de junio de 1806

EL VIRREY SOBREMONTE VIAJA A CORDOBA. Dejando el tesoro en el Cabildo de Luján (que luego fue tomado por los ingleses y
repartido más tarde en Inglaterra entre los participantes de la invasión), el 28 de junio de 1806, el virrey SOBREMONTE partió
hacia Córdoba con la intención de organizar allí una fuerza que le permitiera combatir a los invasores ingleses.

LA BANDERA INGLESA FLAMEA EN EL FUERTE DE BUENOS AIRES. En la madrugada del 28 de junio, es izada por primera vez en el
Fuerte de Buenos Aires, la bandera inglesa. Desde la víspera, las fuerzas británicas ocupan la ciudad de Buenos Aires y general
CARR BERESFORD se constituye en su gobernador.

46 DÍAS DE GOBIERNO INGLÉS EN BUENOS AIRES. Durante 46 días, hasta el 12 de agosto, los porteños iban a estar sometidos al
poder del invasor. No fue, sin embargo, una dominación despótica. Todas las medidas del jefe inglés demostraron su intención
de no irritar a los habitantes de Buenos Aires y procuró granjearse su confianza. En su primer bando, ratificó las leyes españolas
vigentes, confirmó a los funcionarios públicos en sus puestos y se comprometió a brindar su protección a la Iglesia Católica, a las
personas privadas y a sus propiedades. Aparentemente, el único cambio producido era el reemplazo del virrey por el general
BERESFORD y del pabellón español por el inglés, pero para los porteños, eso era bastante. A los funcionarios de la ciudad les
tocaría pasar el trago más amargo: fueron convocados por el gobernador para rendir juramento de lealtad a Su Majestad
Británica y casi todos lo hicieron. En nombre de las comunidades religiosas, el prior de los dominicos, fray GREGORIO DE
TORRES, prometió ante BERESFORD la fidelidad que se les reclamaba. No obstante, el día del juramento hubo una ausencia
notoria: el superior de los bethlemitas del Hospital, fray NICOLÁS DE SAN MIGUEL, no firmó y perdió su cargo. MANUEL
BELGRANO, por su parte, en una retirada prudente, se trasladó a su campo de Mercedes, en la Banda Oriental, para no verse
obligado a jurar. Los comerciantes y vecinos principales tenían que documentar su juramento, voluntariamente, ante el capitán
GILLESPIE, que actuaba como Comisario de prisioneros. Solamente 58 ciudadanos de Buenos Aires lo hicieron. Los ingleses
dispusieron luego la internación de todos los militares que habían sido hechos prisioneros, en la cárcel la ciudad, con prohibición
de salir de ella. Se exceptuó de este compromiso a los jefes y oficiales que prometieran, bajo palabra de honor, no volver a
tomar las armas contra Inglaterra. Mientras tanto, los oficiales ingleses alternaban con las familias más distinguidas de Buenos
Aires. Fueron alojados en sus casas, donde también se sucedieron las fiestas en homenaje a los militares invasores, quienes allí
pudieron admirar la destreza de las elegantes damas porteñas para recitar y tocar el piano o la guitarra. Por las tardes era
frecuente ver a las SARRATEA, las MARCÓ DEL PONT, las ESCALADA… las hijas de los hogares más aristocráticos de la ciudad,
paseando por la Alameda (actual calle Leandro N. Alem), del brazo con los “herejes”, como llamaba el pueblo a los ingleses por
su confesión protestante. Sin embargo, esta cara amable de la convivencia con las fuerzas dominadoras tenía su reverso: pasado
el estupor de los primeros días, los patriotas comenzaron a montar una sorda y vasta conspiración para echar al invasor. El
factor religioso fue utilizado, a manera de arma psicológica, para fomentar la deserción de soldados irlandeses o extranjeros de
confesión católica. Algunos soldados ingleses, de guardia en las calles o frente a las pulperías –que según el censo levantado por
los británicos en esos días eran seiscientas en toda la ciudad, aparecieron apuñalados. Detrás de la obediencia formal y de las
buenas maneras los porteños compartían una idea: desalojar a los ingleses de Buenos Aires.

29 de junio de 1806
BELGRANO SE FUGA PARA NO JURAR LEALTAD A LA CORONA. El 29 de junio de 1806, el capitán de milicias MANUEL BELGRANO,
llamado por BERESFORD para prestar acatamiento a la dominación inglesa, como ya lo habían hecho los restantes miembros del
Consulado, se fuga de Buenos Aires, pasando a la Banda Oriental.

2 de julio de 1806

BERESFORD OFRECE SEGURIDADES A LOS PORTEÑOS. El 2 de julio de 1806, el general BERESFORD publicó un Bando ofreciendo a
la población de la ciudad y sus dependencias toda clase de seguridades, tanto de la propiedad privada como de sus archivos,
dejando a su Cabildo y a todos los habitantes los derechos y privilegios que hasta entonces habían gozado; consignando también
“que la Curia eclesiástica seguirá en el pleno y libre ejercicio de todas sus funciones y precisamente en el mismo orden que
antes” y dando otra prueba de “generosidad para con el enemigo vencido” en un nuevo intento de congraciarse con la
población, pero que en realidad ponía en evidencia el fundamento mercantilista de su gestión, ordena devolver las 180
embarcaciones de cabotaje que habían sido capturadas por sus tropas y que, por derecho de guerra, le pertenecían. El comercio
marítimo y fluvial continuó de ese modo desenvolviéndose normalmente en el litoral, por lo que, en rigor de verdad, las únicas
reformas importantes dispuestas por los invasores fueron comerciales, pero la ciudad fue recuperada antes de que se pusieran
en práctica.

3 de julio de 1806

Aparecen en Buenos Aires algunos ejemplares del periódico “LA ESTRELLA DEL SUR” que se edita en Montevideo. Se trata del
“TheSouthernStar” o sea, “La Estrella del Sur”, impreso en esa ciudad cautiva, con el patrocinio del comandante de las tropas
inglesas que la ocupan militarmente. En un bando publicado por el Cabildo se prevenía a los habitantes de Buenos Aires acerca
del “carácter engañoso de esta publicación que intenta presentar a los británicos no como a conquistadores, sino como a
defensores de los derechos de los rioplatenses. Aseguran que quieren emancipamos de la servidumbre del Imperio Español y
que, sometiéndonos a Inglaterra, gozaremos de todos los derechos y privilegios que poseen los súbditos de S.M. Jorge III,
especialmente de los beneficios del comercio, libre de exacciones injustas”. Se sospechaba que entre 1os redactores de esta
publicación figuraba MANUEL ANICETO PADILLA, que firmaba sus artículos con un seudónimo. Un personaje nacido en Buenos
Aires y que era el mismo que ayudó a escapar al general BERESFORD, luego de su derrota durante la primera invasión inglesa y
que seguía empeñado en “liberar” al Río de la Plata mediante la ayuda británica.

10 de julio de 1806

LOS VECINOS DE BUENOS AIRES EXIGEN DEPONER AL VIRREY. El 10 de julio de 1806, una “Junta de Guerra”, formada por vecinos
de la ciudad, dispuso deponer al virrey RAFAEL DE SOBREMONTE, acusándoselo de haber sido incapaz para enfrentar la invasión
de los ingleses y de tener una conducta equívoca, al abandonar la ciudad a su suerte.

Cobardía o previsión?. ¿Cobarde o previsor? ¿Traidor o leal? La historia no se pone de acuerdo sobre el más cuestionado de los
virreyes que tuvo el Río de la Plata. Aunque el pueblo se volvió en su contra, como lo demuestran las coplas populares de la
época, la personalidad del marqués SOBREMONTE sigue siendo un enigma.

SOBREMONTE, hacía dos años que gobernaba en el Río de la Plata y tenía prestigio como buen funcionario de la colonia. Era un
excelente administrador que trajo gran progreso con su gobierno, pero al producirse las invasiones inglesas demostró una
completa incapacidad para hacer frente a los acontecimientos. Desde hacía mucho tiempo que SOBREMONTE tenía advertida a
la corona española acerca de una posible invasión de los ingleses y al no recibir respuestas, como única precaución, el virrey
mandó reforzar las defensas de Montevideo a costa de la seguridad de Buenos Aires. Pero pasaron muchos meses sin que se
produjera ninguna novedad y las tropas bajaron la guardia. Producida entonces la invasión de los ingleses en junio de 1806 a
Buenos Aires, sólo el coraje de los habitantes de esta ciudad, dirigidos, no por la autoridad del virrey, sino por SANTIAGO DE
LINIERS y otros patriotas, pudo conjurarse temporariamente esta situación.

16 de julio de 1806

BELGRANO SE INICIA EN LA CARRERA DE LAS ARMAS. El capitán de milicias MANUEL BELGRANO se presenta ante el nuevo jefe
del Regimiento 1 “Patricios”, coronel CORNELIO SAAVEDRA (fue nombrado el 13 de julio de 1806) y a partir de entonces, el
abogado, el teórico, el tratadista se interesa por la táctica, el manejo de las armas y las cuestiones de la guerra y lo hace con
tanto empeño, que en poco tiempo el alumno se convierte en maestro.

17 de julio de 1806
MANUEL BELGRANO ASUME COMO AYUDANTE DE SAAVEDRA. El 17 de julio de 1806, el capitán de milicias MANUEL BELGRANO
es nombrado ayudante de campo de Saavedra y durante la primera invasión de los ingleses, se desempeña en ese cargo durante
toda la defensa de la ciudad.

23 de julio de 1806

LINIERS PARTE HACIA COLONIA, DESDE MONTEVIDO. El Capitán de Navío SANTIAGO DE LINIERS, que había logrado pasar a
Montevideo cuando los ingleses tomaron Buenos Aires, el 23 de julio de 1806, emprende la marcha hacia Colonia del
Sacramento, con las fuerzas que le proporcionó el Gobernador de aquella plaza, PASCUAL RUIZ HUIDOBRO, en quien el virrey
SOBREMONTE, antes de marcharse a Córdoba, había delegado “todo el mando de fronteras y partidos interiores”. La amenaza
contra Montevideo impedía a Ruiz Huidobro actuar personalmente en la liberación de Buenos Aires, por lo que consideró la
propuesta de LINIERS como la mejor a su alcance. Pudo así contar Liniers para su expedición de reconquista con una fuerza
compuesta por 50 veteranos, reforzados con 100 “miñones catalanes” y 100 milicianos de Montevideo.

25 de julio de 1806

LINIERS ORGANIZA EN COLONIA EL EMBARQUE DE SUS TROPAS. Llegado Liniers a Colonia del Sacramento, el 25 de julio de 1806,
luego de que se le incorporaran otros 133 milicianos y 5 cañones, se dispuso a organizar el transporte de sus tropas en una
flotilla que los debería llevar hasta la costa occidental del Río de la Plata para emprender la reconquista de Buenos. Aires.

30 de julio de 1806

COMIENZA A ORGANIZARSE LA RECONQUISTA DE BUENOS AIRES. A fines de julio, los planes para lograr la Reconquista de
Buenos Aires, ya estaban en marcha. La mesura, los gestos de generosidad y el equilibrio de BERESFORD no habían logrado
conquistar para Inglaterra la adhesión de los criollos, ni la de los españoles. El Capitán de navío SANTIAGO DE LINIERS Y
BREMOND, que se hallaba al servicio de España en la Ensenada de Barragán, libre de su compromiso de lealtad a la corona
inglesa, exigido por CARR BERESFORD el 16 de junio de ese año a todos los jefes y oficiales y funcionarios de la ciudad y teniendo
por eso, las manos y la conciencia libres para organizar la Reconquista, había podido pasar a Montevideo y se presentó ante el
Gobernador PASCUAL RUÍZ HUIDOBRO para pedirle ayuda para realizar la reconquista de Buenos Aires. Encontrando el buscado
eco en el general español, éste le proporcionó toda clase de auxilios para la proyectada expedición, cuya base se componía de
veteranos porteños que habían ido a reforzar la guarnición de aquella plaza, algunos criollos y cien catalanes, formando el todo
unos seiscientos hombres

31 de julio de 1896

SOBREMONTE AL MANDO DE 3.000 HOMBRES, PARTE DESDE CÓRDOBA HACIA BUENOS AIRES, DISPUESTO A RECONQUISTAR
BUENOS AIRES. RAFAEL DE SOBREMONTE logró reunir una fuerza de tres mil hombres con la que el 31 de julio de 1806 partió
desde Córdoba y se dirige hacia Buenos Aires, para recuperar la capital del virreinato del poder de los ingleses.

1 de agosto de 1806

COMBATE DE PERDRIEL. Combate desigual entre las tropas defensoras de su ciudad y los ingleses. El Comandante de fronteras
ANTONIO OLAVARRÍA, a fin de proteger el desembarco de SANTIAGO DE LINIERS que venía con sus tropas desde Colonia del
Sacramento, se reunió con su Regimiento de Blandengues en el pueblo de Luján y en la Chacra de Perdriel se unió a las fuerzas
que había logrado reunir JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN, que había estado recorriendo la campaña de Buenos Aires con el fin
de reclutar tropas. El General inglés BERESFORD informado de este movimiento, mandó al famoso regimiento N° 71 de
Highlanders, con el objeto de atacar a los criollos en dicho lugar y a pesar de haber marchado durante toda la noche anterior, el
1º de agosto de 1806, atacaron vigorosamente a los criollos, produciendo el desbande de sus adversarios.. Así concluyó Perdriel
con una derrota que sin embargo entro en nuestra Historia como un hecho que sintetiza los sentimientos de la población de
Buenos Aires dominada por el invasor extranjero.

3 de agosto de 1806

LINIERS PARTE DESDE COLONIA DEL SACRAMENTO PARA RECONQUISTAR LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. Con las tropas que
salieron de Montevideo y con los nuevos recursos que se le habían incorporado en la Colonia del Sacramento, el 3 de agosto de
1806, el Capitán SANTIAGO DE LINIERS se embarcó en este puerto ocupando veinticinco buques que el Capitán de Fragata JUAN
GUTIÉRREZ DE LA CONCHA había armado a la ligera, y tomó rumbo hacia el Paraná de las Palmas.
4 de agosto de 1806

LIBERTAD DE COMERCIO. BERESFORD, entonces Gobernador de facto de la ciudad, el 4 de agosto de 1806, expidió un decreto
declarando la libertad de comercio en el Río de la Plata. En el preámbulo se lee: “Por ahora se contenta el comandante británico
con manifestar al pueblo que el sistema de monopolio, restricción y opresión ha llegado ya a su término; que podrá disfrutar de
las producciones de otros países a un precio moderado; que las manufacturas y producciones de su país están libres de la trata y
opresión que los agobiaba.”

NUEVAS TARIFAS ADUANERAS. BERESFORD mediante un Bando, estableció nuevas tarifas para la importación y exportación.
Para las mercaderías extranjeras, que por las leyes españolas pagaban un arancel que oscilaba entre el 35 y el 42 por ciento, se
redujo este derecho al 12 y medio por ciento si provenían de Inglaterra y al 15 y medio por ciento si procedían de Francia,
Holanda o Alemania. Paralelamente, se establecieron tarifas diferenciales para la exportación, en favor de Inglaterra, y se abolió
el estanco (monopolio fiscal del tabaco) y de los naipes

LINIERS ARRIBA A LAS CONCHAS CON SUS EFECTIVOS. El 4 de agosto de 1806, la expedición conducida por el capitán de navío
SANTIAGO DE LINIERS, que era transportada en una flotilla armada y comandada por el Capitán de Fragata JUAN GUTIÉRREZ DE
LA CONCHA, desembarcó en el pueblo de las Conchas (hoy Tigre), a siete leguas de Buenos Aires, donde se le reunió, un gran
número de criollos voluntarios, precariamente armados, dispuestos a marchar al combate contra los invasores.

10 de agosto de 1806

EL VIRREY SOBREMONTE LLEGA A LUJÁN. El virrey Sobremonte, llega a Luján al mando de 3.000 hombres, para intentar la
reconquista de Buenos Aires.

SANTIAGO DE LINIERS, jefe de las tropas que venían desde la Banda Oriental, reforzadas con los criollos voluntarios
provenientes de la campaña, llegó hasta los suburbios de esta ciudad y desde Miserere intimó la rendición del jefe inglés quien
la rechazó y expresó su decisión de entrar en combate.

11 de agosto de 1806

LINIERS Y PUEYRREDÓN ATACAN A LOS INVASORES. El 11 de agosto de 1806, las tropas de infantería de LINIERS, apoyados por
las de caballería mandadas por el Comandante JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN, atacaron a los efectivos ingleses que
estratégicamente tomaron las calles de la ciudad para dispersar el centro de gravedad del ataque criollo y ese fue su gran error,
pues ello permitió que ese día, se librara una batalla que hizo historia por la bravura, pero por sobre todo, por el ingenio que allí
se desplegó.

12 de agosto de 1806

RECONQUISTA DE BUENOS AIRES. Después del combate de Perdriel, las tropas dispersas luego de esta acción, se habían reunido,
con las traídas desde Montevideo por SANTIAGO DE LINIERS y los voluntarios que se le agregaron en Luján, dispuestos todos a
atacar a los invasores para recuperar la ciudad de Buenos Aires. Los efectivos criollos y españoles unidos en esta acción,
sumaban 1.936 hombres, cinco cañones y dos obuses. La madrugada del día 12 de agosto de 1806, abandonando sus posiciones
en Miserere, las fuerzas de LINIERS distribuidas en cuatro columnas, se encontraron con sus tropas inglesas en posición
defensiva, dentro de la Plaza Mayor y el Fuerte. LINIERS que tenía todo dispuesto para iniciar el ataque recién al mediodía, por
razones que no registra la Historia, ordenó un inmediato avance. A las nueve de la mañana entonces, el grueso de las fuerzas
patriotas avanzó por la actual calle Florida hacia el sur. Otras columnas tomaron por diversas calles. El Regimiento N ° 71, de
Gran Bretaña, esperaba el ataque frente al Fuerte. La lucha fue encarnizada. El arrojo y el coraje temerarios de criollos y
españoles eran contestados con la bravura de los ingleses. Cuando la situación no pudo sostenerse, el Jefe del Ejército invasor,
General BERESFORD, dio orden de abandonar la Plaza de Mayo y replegarse sobre el Fuerte. No contaba con la reacción del
pueblo que cubrió su retirada arrojándoles desde las terrazas todo tipo de proyectiles y hostigándolos en cada esquina de la
ciudad con las armas que cada uno pudo empuñar. Poco después una bandera de parlamento apareció en el edificio e instantes
más tarde la enseña española volvió a lucir airosa al tope de la Fortaleza. Así fue vencido el Regimiento N ° 71. Cinco oficiales y
cuatrocientos doce hombres de tropa perdieron los ingleses en la oportunidad y el resto debió rendirse a discreción. Las
jornadas de la Reconquista habían concluido. Dos nombres, entre muchos gloriosos, se voceaban titulándolos de defensores de
Buenos Aires: SANTIAGO DE LINIERS, comandante de las tropas y MARTÍN DE ÁLZAGA, cabecilla de la reacción popular.

13 de agosto de 1806
PRISIÓN PARA LOS JEFES DE LA PRIMERA INVASIÓN DE LOS INGLESES. El 13 de agosto e 1806, los jefes de la invasión a Buenos
Aires fueron divididos en grupos y remitidos al interior del país, empleando con ellos toda suerte de precauciones con el fin de
evitar fugas, aunque se les exigió a todos, antes de enviarlos a prisión, el juramento de respetar su condición de prisioneros de
guerra

14 de agosto de 1806

EL PUEBLO DE BUENOS AIRES RECHAZA EL REGRESO DEL VIRREY SOBREMONTE. El virrey RAFAEL DE SOBREMONTE, desde
Fontezuelas, informa que se dirigía hacia Buenos Aires con un grupo de miliciano para reconquistar la ciudad, pero el pueblo de
Buenos Aires, cometiendo con ello un verdadero acto de insurrección, declaró que no quería recibir de nuevo al marqués DE
SOBREMONTE, en el ejercicio del poder que desempeñaba por nombramiento del rey de España y el 14 de agosto exigió al
Cabildo en cambio, que se ratificara a SANTIAGO DE LINIERS Y BREMOND, Gobernador militar de la plaza, mientras la Audiencia
y el Cabildo podrían quedar a la cabeza de la Administración civil.

PUEYRREDÓN RECLAMA EL NOMBRAMIENTO DE LINIERS COMO VIRREY. Vista la violencia con la que el pueblo de Buenos Aires,
expresaba su rechazo al regreso del virrey SOBREMONTE, el 14 de agosto de 1806 se realizó en el Cabildo, un Congreso General
para tratar de evitar su entrada en Buenos Aires, por temor a que fuera atacado por el pueblo exacerbado. En apoyo de esta
actitud, los vecinos se concentraron en la Plaza de la Victoria, hoy de Mayo, donde con gritos e insultos contra el virrey,
expresaban su repudio. Rompieron el débil cerco de guardia e irrumpieron en el recinto de sesiones. PUEYRREDÓN, que asistía
a las deliberaciones, pidió, en nombre de los intrusos, que no se dejara arribar al virrey y se nombrara a LINIERS gobernador de
la ciudad, cosa que así se hizo.

DESIGNACION DE LINIERS COMO JEFE MILITAR DE BUENOS AIRES. El 14 de agosto de 1806, reunido el Cabildo abierto ratifica la
designación de SANTIAGO DE LINIERS como Jefe militar de la Plaza y envió la comunicación con lo actuado a la Real Audiencia de
España. Al mismo tiempo y ante la perspectiva de nuevos ataques, se convocan las milicias y se organizan Batallones.

15 de agosto de 1806

EL VIRREY SOBREMONTE LLEGA A BUENOS AIRES. Viajando desde Córdoba, el 15 de agosto de 1806, el virrey SOBREMONTE
llegó a Buenos Aires con su improvisado ejército y aquí se enteró no sólo de que había llegado tarde para reconquistar la ciudad
de Buenos Aires, pues ya había sido liberada por LINIERS, ÁLZAGA y otros patriotas junto al pueblo, sino que además, había sido
suspendido en el cargo de virrey del Río de la Plata. Aceptando por fuerza esta decisión tomada por el Cabildo Abierto reunido
en Buenos Aires el día anterior, SOBREMONTE estimando que hasta que el rey no convalidara esta sanción que se le imponía,
seguía teniendo la responsabilidad que la corona de España le había otorgado, decidió retirarse hacia la ciudad de Montevideo
con el propósito de defender esa Plaza de la nueva invasión inglesa que se presumía la amenazaba.

7 de octubre de 1806

INGLESES APURADOS SON APRESADOS. En octubre de 1806, dos barcos con bandera inglesa, cargados de mercaderías que
pensaban vender en Buenos Aires, cuyo gobierno, creían, aún era ejercido por sus compatriotas, son apresados, ni bien hacen
fondo frente al puerto de esta ciudad. Interrogados los capitanes de esas naves, se supo que estas embarcaciones eran la
avanzada de una importante flotilla, también cargada con mercaderías, que enviaban las autoridades británicas, ignorando que
a esa fecha, ya se había producido la derrota de sus tropas y la consiguiente Reconquista de Buenos Aires.

12 de octubre de 1806

SOBREMONTE SE REFUGIA EN MONTEVIDEO. RAFAEL DE SOBREMONTE, depuesto por el Cabildo Abierto de Buenos Aires el 14
de agosto de 1806 como virrey del Río de la Plata, a la espera de la decisión final que en este asunto tomará el rey de España, el
12 de octubre de 1806 llega a Montevideo procedente de Buenos Aires. En 1809 regresó a España y en 1813, acusado de mal
ejercicio de sus funciones como virrey, fue sometido a juicio por un consejo de guerra que lo absolvió. También el resultado de
este proceso fue muy discutido, porque se afirmó que los testimonios en su contra no fueron tomados en cuenta. Lo cierto es
que el marqués, que entonces tenía 68 años, poseía a su favor una excelente foja de servicios. Había combatido muchas veces a
favor de su país y como virrey realizó obras públicas, facilitó el comercio y apoyó la industria. Hizo acuerdos con grupos
indígenas e introdujo la vacuna contra la viruela. En 1814 el rey lo ascendió a mariscal de campo y lo nombró consejero de
Indias. A los 75 años, viudo desde hacía mucho tiempo, volvió a casarse con una dama mucho menor que él. Su familia se opuso
considerando que era una locura senil, ya que la novia no poseía ni un centavo. Sobremonte murió muy pobre en 1827.
El tesoro de Buenos Aires, una presa codiciada por los ingleses.

Cuando a principios de mayo de 1806 la escuadra inglesa navegaba hacia el Río de la Plata, los jefes de la expedición ya tenían
resuelto un problema para ellos muy importante. 15 días antes, BAIRD, BERESFORD y POPHAM, habían convenido la forma de
distribución del tesoro que sospechaban se hallaba en Buenos Aires, a la espera de ser trasladado a España y según las leyes
navales inglesas, los caudales eran “buena presa”. El convenio reservaba a Baird la cuota del jefe, por haber autorizado la
expedición.

La existencia del tesoro fue confirmada el 9 de junio, cerca de Montevideo, por un escocés llamado RUSSEL, pasajero de una
goleta de bandera portuguesa. Las informaciones de RUSSEL fueron estimulantes para los ingleses: “Una gran suma de dinero ha
llegado a Buenos Aires desde el interior. La ciudad está protegida solamente por una poca tropa de línea, cinco compañías de
indisciplinados blandengues y canalla popular. La festividad de Corpus Christi, que se aproxima y atrae la atención de todos,
terminando en una escena de borrachera general y tumulto, será la crisis más favorable para un ataque contra la ciudad”.

El 28 de junio, sobre el Fuerte de Buenos Aires flameaba la bandera inglesa. La ciudad había caído sin resistir. Se discuten los
términos de la capitulación. BERESFORD exige, como principal condición, la entrega de los caudales reales que SOBREMONTE
había guardado en Lujan. El virrey accede ante los emisarios del jefe invasor y, protegido por soldados ingleses, el tesoro real,
desanda el camino de la fuga. El 5 de julio, las carretas con su preciosa carga llegan a Buenos Aires y doce días después, la
fragata “Narcissus” zarpa hacia Gran Bretaña con la carga así robada.

La llegada del tesoro a Inglaterra es triunfal. En Portsmouth, donde la “Narcissus” ha anclado el 12 de setiembre, una multitud
despide a los ocho grandes carros —cada uno lleva cinco toneladas de pesos plata— que parten hacia Londres, adornados con
las banderas españolas tomadas en Buenos Aires. Precedidos por piquetes de caballería y bandas de música, los carruajes
recorren las principales calles rumbo al Banco de Inglaterra, donde los caudales quedan depositados a la espera de su
distribución entre las fuerzas invasoras. Lo que los ingleses no imaginaban entonces, es que, cuando ellos festejaban el éxito de
la invasión, hacía ya un mes que Buenos Aires había sido recuperada por los porteños.

El reparto de “la presa” se hizo, finalmente, en 1808, después de una áspera disputa entre BERESFORD y POPHAM, por la
interpretación del convenio que ambos habían firmado en Santa Elena: de acuerdo con el fallo de las autoridades. 296.187
libras, 3 chelines y 2 peniques se repartieron entre 2.841 participantes en el ataque a Buenos Aires (1.235 del Ejército y 1.606 de
la Marina). El general BAIRD recibió 35.985 libras; BERESFORD, 11.995. El resto se distribuyó en una proporción aproximada de 7
mil libras para los jefes superiores de tierra y mar, 750 para los capitanes, 500 para los tenientes. 170 para los suboficiales y 30
para cada soldado y marinero.

SEGUNDA INVASIÓN DE LOS INGLESES AL RIO DE LA PLATA.

El 9 de noviembre de 1806, Inglaterra decide una segunda invasión a la ciudad de buenos aires. Luego del fracaso sufrido en su
primera invasión a Buenos Aires, Inglaterra decidió efectuar una segunda empresa destinada a conquistar el virreinato del Río de
la Plata, pero ya con la experiencia recogida, esta vez decide atacar primero a la ciudad de Montevideo, cuya estratégica
ubicación le permite dominar eficazmente el Río de la Plata

Para ello, dispone que una formidable fuerza terrestre con el apoyo de poderosas unidades navales, al mando del general
SAMUEL AUCHMUTY, parta desde el puerto de Plymouth hacia ese destino

14 de enero de 1807

El comandante de la fuerza invasora, SAMUEL AUCHMUTY, llega al Río de la Plata y desde su puesto de comando en la fragata
“Diadema”, intima a RAFAEL DE SOBREMONTE, la rendición de la plaza de Montevideo. Y allí se demuestra una vez más la
incapacidad del virrey para defender estos territorios. Dejó que los ingleses procedieran a desembarcar, sin atinar a efectuar el
más mínimo movimiento o acción para impedirlo.

16 de enero de 1807

LOS INVASORES INGLESES DESEMBARCAN EN LA BANDA ORIENTAL. El General británico SAMUEL AUCHMUTY desembarca en El
Buceo, en la costa oriental del Río de la Plata, a tres leguas de Montevideo, primer objetivo de la nueva intentona para
consolidar la ocupación del Río de la Plata, en nombre de la corona británica.
17 de enero de 1807

SOBREMONTE INTENTA DETENER AL INVASOR. El virrey SOBREMONTE, reacciona tarde y habiendo esperado, sin razón alguna
que lo justificara, que el invasor desembarcara y se instalara en una posición ventajosa con todas sus fuerzas y equipos, el 17 de
enero de 1807 destacó 800 hombres al mando del coronel ALLENDE, siguiéndolos en la retaguardia con el grueso de sus tropas.
Una carga de la infantería inglesa, apoyada por el fuego naval, dispersó a las fuerzas de Allende e igual suerte corrieron las
milicias de SOBREMONTE tres días después. Sin embargo, de poco les sirvió a los ingleses esta ocupación,. Las guerrillas
orientales se organizaron mejor y con sus “paisanos en armas” mantuvieron a los ingleses, prácticamente sitiados en
Maldonado, con dificultades para abastecerse y para moverse.

20 de enero de 1807

LOS INGLESES PONEN SITIO A MONTEVIDEO. La infantería inglesa, que había desembarcado en el puerto del Buceo, en la costa
oriental del Río de la Plata, luego de dispersar las fuerzas del Coronel ALLENDE enviados por el virrey SOBREMONTE para
detener su desembarco y luego de que tres días después, corrieran igual suerte los milicianos que comandados por
SOBREMONTE, avanzan sobre Montevideo y le ponen sitio a esa Plaza, cuya defensa había quedado a cargo del brigadier RUÍZ
HUIDOBRO, desbaratándose así todo intento de resistencia a este nuevo avance de la corona inglesa sobre las colonias de
España en América.

21 de enero de 1807

El Cabildo de Montevideo envía urgentes pedidos de ayuda al de Buenos Aires y en respuesta, le fue enviada una fuerza de
veteranos compuesta por 500 hombres al mando del subinspector ARCE, quien, burlando la vigilancia de la escuadra inglesa,
pudo entrar en la ciudad sitiada por mar el 1º de febrero, mientras LINIERS llegaba al frente de unos 2.000 milicianos a la ciudad
de Colonia, con la intención de marchar hacia Montevideo. Pero una vez más la impericia de SOBREMONTE frustró sus intentos.
Una vez en tierra oriental Liniers advirtió que las seguridades dadas por el marqués de Sobremonte para facilitarle los medios de
transporte para trasladar a su tropa hasta la ciudad de Montevideo, se habían tornado ilusorias. En Colonia del Sacramento no
había caballos, mulas ni carretas disponibles y mientras LINIERS intentaba requisar los medios necesarios, le llegó la noticia de la
caída de Montevideo, por lo que, con buen criterio, resolvió regresar a Buenos Aires con sus hombres para preparar la defensa
de la ciudad porteña.

24 de enero de 1807

LOS INGLESES BOMBARDEAN MONTEVIDEO. El general inglés SAMUEL AUCHMUTY, que sitiaba la ciudad de Montevideo, en la
madrugada del 24 de enero de 1807 abrió el fuego contra los sitiados y sometió a la apacible ciudad oriental a un intenso
cañoneo, tanto desde tierra como desde sus naves ancladas en el Río de la Plata, arrojando tal cantidad de proyectiles que la

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