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PODER JUDICIAL
5° Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago
A juicio del Ministerio Público estos hechos son constitutivos de los siguientes
ilícitos: violación impropia ilícito previsto y castigado en el artículo 362 del Código
Penal, en perjuicio de la menor de iniciales C.V.D.G. y abusos sexuales tipificado y
castigado en el artículo 366 bis del Código Penal, en perjuicio del menor de iniciales
J.E.D.G, correspondiéndole participación en ellos al acusado en calidad de autor al
tenor del artículo 15 N ° 1 del Código Penal, en grado de consumado. En concepto del
ente persecutor le perjudica la agravante del artículo 12 N ° 7 del Código Penal, esto
es, haber cometido los delitos por los cuales es acusado con abuso de confianza, sin
que concurran otras circunstancias modificatorias de responsabilidad penal, por lo que
solicita que se le imponga la pena 15 años y un día de presidio mayor en su grado
máximo, las accesorias del articulo 372 del Código Penal, esto es, la sujeción a la
vigilancia de la autoridad durante los 10 años siguientes al cumplimiento de la pena
principal, mas la inhabilitación absoluta temporal para cargos, oficios o profesiones
ejercidos en ámbitos educacionales o que involucren una relación directa y habitual con
personas menores de edad, en cualquiera de sus grados, más las penas accesorias
que sean legalmente procedentes, con expresa condenación en costas.
desgarros en la mucosa anal, a las 7, 11 y 12 horas del reloj y una importante hipotonía
del esfínter anal.
Por otro lado y en la misma fecha y lugar, el referido Parra Ortiz obligó a J.E.D.G.
a que le introdujera su pene en el ano y le efectuó tocaciones en el pene al menor. “.-
CUARTO: Elementos fácticos no controvertidos. Que, es lo cierto que durante la
secuela del juicio se ha podido establecer que son hechos pacíficos entre las partes :
1.- Que, la menor C.V.D.G tenía al momento de los hechos 7 años de edad, lo que
además se encuentra corroborado por el respectivo certificado de nacimiento de la
niña, que da cuenta que nació el 31 de marzo de 1998.
2.- Que, la menor J.E.D.G tenía al momento de los hechos 12 años de edad, lo que
además se encuentra corroborado por el respectivo certificado de nacimiento del niño,
que da cuenta que nació el día 9 de agosto de 1993.
3.- Que, al momento de los hechos el acusado Nelson Patricio Parra Ortiz residía en
una vivienda ubicada en la villa El Abrazo de la comuna de Maipú.
4.- Que, los menores C.V.D.G y J.E.D.G son hijos de José Patricio Dinamarca Canales
y Jacqueline Del Carmen Garay Mora.
QUINTO: Prueba de cargo y valoración. Que, para dar por sentado los
presupuestos fácticos reseñados precedentemente en lo relativo a la relación existente
entre el acusado y la familia de las víctimas y el tiempo en que éstas se conocían , ha
bastado al Tribunal la declaración de la madre de las víctimas, doña Jacqueline Del
Carmen Garay Mora, quien expuso que conoció hace varios años al acusado bajo el
nombre de “Ángel” cuando trabajaba como temporera en labores agrícolas,
conociéndolo siempre como una persona buena y sincera, quien dijo pertenecer a la
organización de defensa de los menores Proamen y que siempre se rodeaba de niños.
Agrega que “Ella le abrió las puertas de su casa y confió en él “ (SIC) y que esta
persona en diversas ocasiones concurrió a su casa y la ayudó, especialmente en la
municipalidad, donde le gestionó la entrega de una mediagua en que pudiera cobijar a
sus hijos, dada la gran pobreza en que ella vivía. Expone que además luego trabajaron
juntos vendiendo berlines y que a tal punto llegó la relación de confianza que ella pensó
pedirle que fuera el padrino del hijo que en ese momento esperaba – a quien él le
regaló en muchas ocasiones ropa y cosas de guagua -. Finaliza señalando que en
razón de esta confianza ella concurrió en varias ocasiones a la casa de este sujeto
ubicada en la comuna de Maipú y le permitió en numerosas oportunidades retirar a sus
hijos desde su domicilio para llevarlos a la casa del acusado en Maipú – incluso
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permitiéndoles en algunos casos pernoctar allí -, donde él le había ofertado darle a los
niños posibilidades de esparcimiento ( como andar en patineta ) que ella no podía
entregarles por tener que avocarse durante todo el día a labores agrícolas para
solventar las necesidades básicas de los menores. Este testimonio pareció digno de
crédito por haber sido entregado asertiva y convincentemente por una persona que
indubitadamente se encontró en situación de percibir por sus sentidos aquello sobre lo
que depone y que dio completa razón de sus dichos en estrados.
Además, sus declaraciones se encuentran refrendadas por los dichos de sus
propios hijos, las víctimas C.V.D.G y J.E.D.G y el hermano de éstos, el menor de 9
años a la época de los hechos de iniciales L.D.G, quienes se encuentran contestes en
que esta relación de confianza existía y que el acusado, a quien conocían por el apodo
de Ángel era amigo y ex compañero de trabajo de su madre, quien frecuentaba su
casa, incluso pernoctando en ella. Además, se encuentran de acuerdo en que su madre
les permitía ir a la casa del acusado, lugar en el que a lo menos los menores C.V.D.G y
J.E.D.G dicen haber visitado en varias ocasiones e incluso en el que por ejemplo
C.V.D.G y J.E.D.G señalan haber alojado. Además varios de ellos mencionan que esta
persona ayudaba a su familia y que decía trabajar en una institución a cargo del
cuidado de menores, expresiones todas plenamente concordantes con lo aseverado
por su madre.
Además, la existencia de esta estrecha relación se patentiza de los dichos del
testigo Francisco Javier Ulloa Donoso, quien refiere que conoció a los menores porque
Ángel siempre iba a la casa de ellos porque vendían berlines, siendo frecuente que los
niños lo visitaran en su casa de Maipú, correspondiéndole a él mismo en algunas
ocasiones ir a buscarlos – por encargo de Ángel – o llegando ellos solos en otras.
A mayor redundar, también confirma la veracidad de estos asertos lo expresado
por el funcionario de la policía de Investigaciones Augusto Antonio Gómez Aguilar,
quien en lo pertinente expresó que en el marco del diligenciamiento de la orden de
investigar expedida con motivo de estos hechos, le correspondió entrevistar a doña
Jacqueline Garay Mora, quien le refirió una versión acerca de la forma en que conoció
al acusado, la naturaleza de la relación de confianza que se formó entre ellos y las
razones por las que depositó su fe en esta persona que se ajusta en todo a lo
expresado en estrados por la referido testigo, agregando que incluso este sujeto vivió
un tiempo en la casa de la señora Garay y que esta mujer le refirió que fue
precisamente el acusado quien le enseñó como fabricar berlines para que
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posteriormente pudiera venderlos y así allegar algunos recursos a los muy menguados
ingresos familiares, aserto que parece creíble porque guarda consistencia con lo
expuesto por el acusado en su individualización, en que manifestó haber tenido como
oficio la confección de esta clase de alimentos. Este funcionario policial pareció
importante porque aparte de la madre, entrevistó poco después de la revelación de los
hechos a los tres menores ya antes referidos, quienes nuevamente le dieron una
versión de los hechos que guarda concordancia con lo expresado por los niños en
estrados, lo que les confiere a sus asertos el carácter de sostenidos en el tiempo.
En lo relativo a los presupuestos fácticos relativos a la vivencia abusiva cometida
en la persona de la menor C.V.D.G el tribunal tuvo en cuenta para formar su convicción
en primerísimo lugar la declaración de la propia afectada que, en lo pertinente, expuso
hace como dos años atrás la mandaban a la casa de un amigo de su mamá a quien ella
conocía como Ángel, se trataba de una casa en que había una escalera para subir a
una pieza en la que habían dos colchones, un televisor, un reproductor de DVD y un
mueble. Agrega que la mandaron varias veces a esa casa, la última de ellas a buscar
unas ropas y que su hermano mayor también iba a la casa. Expone que una vez en la
casa, Ángel le sacaba toda su ropa y se desnudaba, que la hacía ver películas
cochinas – en referencia a películas en que personas desnudas se subían unas encima
de otras -, que luego comenzaba a tocarla en el trasero, en la vagina y en general en
todo su cuerpo, para luego pasarle el pene por la vagina y por el trasero, lo que ocurrió
a lo menos en tres ocasiones. Añade que después de cada uno de estos episodios
abusivos Ángel la amenazaba con que si revelaba lo sucedido los iba a matar a todos,
lo que a ella le producía mucho miedo y que después del último de estos episodios le
salieron unos granitos en el potito. Si bien la afectada –probablemente por pudor ante
la presencia de tres jueces varones – no dijo explícitamente haber sido penetrada vía
rectal, si se lo dijo así al doctor Andrés Rosmanich Poduje que la entrevistó en el
Servicio Médico Legal pocos días después del último de los episodios abusivos y
también a la psiquiatra de la misma institución Marcela Concha Cáceres y al funcionario
de la policía de investigaciones que la entrevistó Augusto Gómez Aguilar.
Esta declaración pareció a estos sentenciadores absolutamente verosímil y
ajustada a la forma en que realmente se sucedieron los hechos, por lo que se le
concederá pleno y absoluto valor probatorio y de convicción, ello por cuanto sus
asertos superan con facilidad los baremos de credibilidad que corresponde exigir a
estos testimonios, a saber :
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psicológicas de gran intensidad y ellas son mudos vestigios del oprobio e indicio
convincente de la existencia del delito.
El relato de la infortunada víctima encuentra también absoluta concordancia con lo
aseverado en estrados por la psiquiatra del Servicio Médico Legal Marcela Paulina Concha
Cáceres en cuanto al daño emocional que se detectó en la joven y que se traduce en la
existencia de sentimientos de vergüenza, percepción de daño y estigmatización – por
ejemplo, expresado en la idea en la niña de que podía estar embarazada producto de la
situación abusiva vivida y que podía ser expulsada del colegio por ese motivo -, en la
sensación de que la madre no la protege lo suficiente, en la presencia de insomnio de
conciliación, en la existencia de síntomas depresivos en la menor, pesadillas, recuerdos
intrusivos de las vivencias abusivas ( no deseados ). Además, la menor tuvo regresiones
en su autonomía ( como que volvió a dormir con la madre, a pesar que antes de los
hechos ya no lo hacía ). A mayor redundar, se apreció en la peritada alteraciones en su
desarrollo psicosexual, teniendo conocimientos sexuales impropios para su edad ( como
cuando describe la succión del pene en las películas ). En concepto de estos jueces, estos
indicadores de daño y esta erotización prematura son compatibles con la incriminación y
refuerzan la aptitud de fe que ha de asignarse a los dichos de la afectada.
II.- BAREMO DE CREDIBILIDAD JUDICIAL
En efecto, la sala penal del Tribunal Supremo español, conciente que el derecho
constitucional a la presunción de inocencia es la primera y principal garantía que el
procedimiento penal otorga al ciudadano acusado y que constituye un principio
fundamental de la civilización que tutela la inmunidad de los no culpables pues en un
Estado Social y Democrático de Derecho es esencial que los inocentes estén en todo caso
protegidos frente a condenas infundadas, mientras que es suficiente que los culpables
sean generalmente castigados y que la condena de un inocente representa una quiebra
absoluta de los principios básicos de libertad, seguridad y justicia que fundamentan el
contrato social y es por ello por lo que el derecho constitucional a la presunción de
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inocencia constituye el presupuesto básico de todas las demás garantías del proceso, en
sucesivas sentencias ha explicitado y elaborado una serie de exigencias al testimonio de
una víctima en la situación límite de riesgo para el derecho constitucional de presunción de
inocencia que se produce cuando la única o fundamental prueba de cargo la constituye la
declaración de la supuesta víctima del delito, las que fueron elaboradas para permitir
realizar no sólo una constatación formal de que dicha declaración es hábil para ser
valorada como prueba de cargo, sino que también y fundamentalmente para verificar la
racionalidad del proceso decisional que fundamenta la condena.
b) Los detalles que menciona la niña acerca de los aparatos y mobiliario existente
en la referida pieza son consistentes con la descripción que hacen sus dos hermanos y el
testigo Francisco Javier Ulloa Donoso.
fabulado, es muy posible que en más de dos años que ha pasado desde la primera noticia
pública de los ataques, la deponente hubiere olvidado algunos detalles de su relato
incurriendo en inevitables contradicciones, cuyo no fue el caso.
Así las cosas, se han superado con largueza las exigencias y baremos necesarios
para conferir credibilidad judicial a un relato.
que no, siempre y cuando no le diga nada a su mamá ( lo que además, grafica el nivel de
intimidación y temor en que verosímilmente se encontraba inmersa la afectada). Corrobora
lo expuesto según la perito el que la niña aporte detalles superfluos en su relato – que
también son propios de la evocación o el recuerdo -, como cuando la niña señala que
Ángel trabajaba en un hogar o que vivía en una casa chiquitita.
A mayor redundar, el testimonio también debe ser reputado fidedigno porque
contiene otro criterio de credibilidad, esto es, incorporar detalles inusuales para esta clase
de relatos ( y por ende detalles que no se incorporan cuando se trata de discursos
aprendidos o falaces, que generalmente se explayan sólo sobre lo que generalmente se
entiende que debe ser un relato de abusos ). A modo de ejemplo en este sentido la
informante menciona el que la niña haga referencia a los paseos a los que le llevó Ángel o
cuando dice que su mamá era pobre porque no tenía nada o el que en su descripción de
los abusos incluya a más de un participante ( la niña aparte de Ángel menciona como
participando en algunos episodios al “ Nene “ – en referencia al testigo Francisco Javier
Ulloa Donoso- ) o cuando expresa opiniones críticas sobre su madre, al decir que era un
poco “ tontita “ porque, sin sospechar lo que este sujeto le hacía, le permitía al agresor
estar a solas con ella. También es inusual en los relatos fantaseados o las acusaciones
falsas que el acusados diga – como lo hizo la niña – que no se acuerda de determinados
aspectos de la vivencia abusiva, o más concretamente, que no deseaba acordarse de
ellos, todo lo cual nuevamente le confieren especial aptitud de crédito a sus aseveraciones.
Por otro lado, la informante una vez establecida la credibilidad del testimonio se
avoca a revisar la validez del mismo de conformidad a los criterios del SVA, concluyendo
que el testimonio es válido porque no se reconocen motivaciones para declara en
falso y por el contrario hay un perjuicio en denunciar a una persona que es una
proveedora, no existiendo presiones para acusar falsamente. Además el relato es
consistente con otros antecedentes que ella tuvo a la vista como el examen ginecológico
en que constaban los condilomas, los desgarros de ano y la hipotonía anal. Validez que
fue confirmada por la metodología del doble examen ciego o interjueces en que los
resultados de la entrevista son revisados por una segunda perito, sin conocer la identidad
de la peritaza, la que arribó a sus mismas conclusiones, esto es a la credibilidad y validez
del relato.
En cuanto a la metodología y valor de este peritaje, es menester señalar, en
cuanto a la necesidad e importancia de la existencia de este tipo de pericias psicológicas
para los efectos de poder valorar los testimonios de las víctimas en situaciones de
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debajo de sus ropas, en su zona genital y en el ano, manifestando que no tenía lesiones
corporales ni desgarros en el ano, pero que en el contorno del prepucio se
encontraron condilomas acuminados, es decir, tumorcitos en forma de coliflor
que son una manifestación clínica de infección por el virus del papiloma humano,
virus que es considerado una enfermedad de transmisión sexual, lo cual tratándose
de un menor que por sus cortos años no pudo haber tenido contactos sexuales con
personas capaces de contagiarlo refuerza poderosamente la credibilidad que ha de
asignarse a sus dichos. Esta circunstancia ejerció poderoso influjo en el ánimo de estos
adjudicadores pues se trata enfermedad que fue demostrada en forma objetiva y
científica por una de sus manifestaciones clínicas, cuya existencia no ha sido
controvertida por la defensa del acusado y que puede ser perfectamente explicada
desde la óptica de la versión de los hechos del niño, no desprendiéndose de la prueba
rendida en el proceso que el afectado haya interactuado con algún otro adulto – además
del enjuiciado – en condiciones tales que le hayan permitido contagiarlo.
En otro orden de ideas, también refuerza el poder de convicción de lo aseverado
por este testigo la circunstancia que su relato de los hechos parezca compatible con lo
expuesto por la psiquiatra Oriana Alicia Espinosa Fuentes, quien expresó que le efectuó
una pericia a este menor, a la sazón de 12 años y 11 meses, que le fuera derivado por
el Ministerio Público, menor que no fue capaz de darle un relato de lo que le había
tocado en suerte vivenciar señalando sólo que fue a la casa de un caballero a andar en
patineta y que su hermana también fue, para luego romper en llanto y negarse a seguir
hablando, impresionando como muy afectado, interferido emocionalmente, de ánimo
lábil y con una postura depresiva. Agrega que en razón de ello no pudo completar la
entrevista clínica, pero que no obstante le pidió a una colega psicóloga una evaluación
proyectiva que arrojó como resultado la existencia de ideas depresivas e indicadores de
que J.E tiene una autopercepción de si mismo de alta vulnerabilidad, una baja
autoestima, incapacidad para defenderse, alteración de su imagen corporal y su
desarrollo psicosexual, elementos todos que en opinión de esta profesional son
compatibles con quienes sufren maltrato físico y abusos sexuales. Descartada la
primera de estas hipótesis a falta de todo antecedente en ese sentido, no puede sino
concluirse que las evidencias de daño percibidas por la informante y descubiertas por el
test proyectivo guardan correspondencia con los daños que de ordinario es posible
advertir en esta clase de niño abusados, lo que nuevamente refuerza la verosimilitud de
las afirmaciones del niño.
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Cabe espetar, que las técnicas denominadas proyectivas “tiene como sustrato teórico el
psicoanálisis, ya que parten del supuesto de la existencia de aspectos inconscientes de
la personalidad a los cuales es posible acceder por este medio, ello debido a la
existencia de un mecanismo de defensa conocido como proyección” y en las que el
examinado “proyecta sus necesidades y tensiones, su mundo emocional, sus
concepciones privadas del mundo físico y social, sus esfuerzos por organizar sus
pensamientos, su conducta y relacionarse con esos mundos” (Alvarado Araya Susana,
Pruebas gráfica y evaluación de abuso sexual infantil: Una aproximación desde la
práctica clínica y la psicología jurídica, en texto Psicología Jurídica. Aproximaciones
desde la Experiencia, del Diplomado en Psicología Jurídica y Forense, Primera versión
Año 2003, Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2004, p. 225).
Lo anterior, implica una aproximación a las vivencias, fantasías, temores,
interacciones, etc., por medio de una actividad cotidiana, espontánea y agradable para
la mayoría de ellos, el dibujo. Según esta autora, el producto gráfico es un reflejo
(proyección) de las necesidades y rasgos de personalidad de los niños. Además, ciertas
conductas posteriores a los hechos son denotativas del daño emocional descrito por la
testigo experta antes referida. En efecto, a modo de ejemplo, la tía de la menor, en cuya
casa en Tomé vivió luego de los hechos expuso que la niña era bien retraída, que se
aislaba y que le gustaba que la dejaran sola, indicadores todos compatibles con el
diagnóstico de percepción del entorno como hostil y amenazante, indicio usualmente
secundario a este tipo de agresiones.
Finalmente, de la prueba rendida en juicio se patentiza la existencia de de dos
indicios que también parecen compatibles con la versión de los hechos entregada por
el afectado, en concreto, el dato entregado por la doctora Espinosa Fuentes, en orden
a que cuando entrevistó a la madre del menor, éste le refirió que en la época de los
hechos el niño había bajado sus calificaciones - que lo había sorprendido llorando, lo
que había atribuido erróneamente a que no le gustaba salir –, lo que la madre
reconoce en juicio al señalar que en ese período estaba muy agresivo y tenía
problemas en el colegio y el que la misma señora Garay Mora dijera que había
recordado que en esa época en una ocasión el niño llegó con una moneda de $ 500
que dijo que le había regalado Ángel – cuestión que el niño admite al señalar que este
sujeto le hacía regalos para que no dijera a nadie lo sucedido -, moneda que a pesar
de sus escasos recursos económicos el niño enterró sin usar pues dijo que la moneda
estaba “ cochina “.
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Se deja constancia que no se le asignarán valor, en lo que toca a los sucesos del
día 15 de agosto de 2005 a las declaraciones del hermano de la víctimas, el menor
L.G.D.G, pues a pesar de que dijo haber presenciado ciertos episodios abusivos hacia
sus hermanos de parte de Ángel, que tienen el mismo modus operandi que aquel tuvo
lugar ese día, es lo cierto que los otros dos niños manifiestan que en último episodio
abusivo, que tuvo lugar volvemos a repetir el 15 de agoto de 2005, sólo se
encontraban presentes ellos dos y no su hermano L.G, de lo que se desprende que
todo lo que declara este último testigo dice relación con hechos anteriores a los que se
han dado por probados en la presente causa, cuya data fue imposible determinar.
En lo relativo a la proposición fáctica relativa a le fecha en que tuvieron lugar los
episodios abusivos que se han establecido como verdad formal en la presente
sentencia han bastado al tribunal las declaraciones del funcionario de la policía de
investigaciones Augusto Antonio Gómez Aguilar, quien expuso que la denuncia por
estos hechos la formuló la madre de los afectados el día 24 de agosto de 2005 –
mismo día en que la niña es examinada en el Servicio Médico Legal -, en el mismo
mes y pocos días después de la última vez que los niños atacados fueron autorizados
a visitar la casa de su agresor. Consultados los niños sobre la época en que se
produjo el último ataque (aquel en que ellos refieren se abusó tanto de C.V.D.G como
de J.E.D.G ) éstos dijeron que había sido en la última ocasión en que los mandaron a
la casa de Ángel, fecha que según el testigo fue fijada con precisión por el padre de
los menores, quien lo recordaba pues se trataba de un día feriado –cuestión que
resultó efectiva pues es un hecho público y notorio entre nosotros que el 15 de agosto
es feriado nacional por ser el día de la asunción de la virgen -.
Además, esa fecha guarda concordancia con el período habitual de maduración o
aparición de los condilomas desde la fecha del contagio (aproximadamente 10 días)
que refiriera el doctor Rosmanich, siendo perfectamente posible entonces que si el
contagio se produjo el 15, para el 24 del mismo mes los condilomas ya fueren visibles.
Carece de importancia para estos efectos que los menores no recuerden la fecha
precisa de los hechos porque naturalmente sería una ingenuidad, un dislate manifiesto
pretender que después de más de dos años recordaran el día preciso en que se
sucedieron acontecimientos muy dolorosos que marcaron negativamente sus vidas y
que seguramente – y con toda razón -sólo desean olvidar.
SEXTO: Calificación jurídica de los hechos acreditados. Los hechos que se han
tenido por acreditados en el fundamento tercero que antecede cometidos en contra de
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sistema inmunológico del infectado y que en cualquiera de los dos casos un año
después no sólo no será posible encontrar condiloma alguno en el cuerpo de la
persona, sino que tampoco habrá vestigio alguno del virus en su organismo, de lo que
se desprende que dado el tiempo transcurrido bien puede haber sucedido que el
acusado se haya tratado su enfermedad y que sea éste el motivo por el que nada
aparece en los exámenes. Además, es lo cierto que dada la dinámica en que se
estableció sucedieron los hechos, si se probó que fue el menor el que penetró por el
canal anal al adulto, entonces las muestras de tejido, para pretender descartar la
participación del enjuiciado, debieron tomarse del recto del inculpado, cuyo no fue el
caso.
Finalmente, la circunstancia que ambas víctimas sufrieran la misma enfermedad
venérea ya sugiere la existencia de un mismo agresor y si a eso se suma que ambos
niños sindican a un mismo responsable, entonces su inculpación parece sensata y
verosímil.
Por estas consideraciones, se rechazará la pretensión principal de la defensa en
orden a dictar sentencia absolutoria a favor de su patrocinado, porque no se encuentra
acreditada su participación en los delitos de que lamentablemente fueran víctimas los
menores de autos, no existiendo en su concepto forma de vincular a su defendido con
los oprobiosos delitos que se le atribuyen, afirmaciones de las que estos jueces
vigorosamente disienten porque como se ha adelantado existen numerosos testigos,
indicios e inculpaciones que acreditan fehacientemente su participación en estos
hechos.
OCTAVO : De la eximente invocada por la defensa. Que, la defensa letrada del
encausado solicitó, en subsidio de la absolución por falta de participación, se absolviera
a su defendido por haber actuado encontrándose exento de responsabilidad criminal de
conformidad a lo dispuesto en el artículo 10 N° 1 del Código Penal, por sufrir un
proceso sicótico crónico con pseudo alucinaciones que constituyen una esquizofrenia
paranoídea residual, la que le había impedido del todo ajustar su comportamiento a los
cánones convencionales exigidos por nuestro ordenamiento jurídico. Fundamenta su
alegación en los dichos del psiquiatra Renato Contador Fuentes, quien expone haber
examinado en tres entrevistas de 30 minutos al enjuiciado para establecer su tipo de
personalidad y grado de imputabilidad, lo que apoyó en algunas pruebas psicológicas,
advirtiendo que tiene un tipo de pensamiento concreto, afectividad plana, inteligencia
disminuida. Agrega que el examinado le refirió que a los 15 años le diagnosticaron una
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conciente sea capaz de cumplir la función regulatoria sobre sus actos que se espera en
las personas normales.
El Ministerio Público se opuso al reconocimiento de esta eximente basado en que
en su concepto, no se encontraba acreditada la existencia de la enfermedad invocada y
tampoco lo estaba que se hubieren cometido los delitos investigados bajo el influjo de
esta enfermedad, siendo entonces los hechos materia de esta causa una consecuencia
directa y necesaria de esta alteración mental, tratándose simplemente de una
simulación de una enfermedad psiquiátrica por parte del acusado, con miras a tratar de
eludir su responsabilidad en sus propias acciones. Funda su apreciación en la prueba
rendida por el ente persecutor sobre el particular, consistente en las declaraciones del
perito siquiatra Italo Antonello Sigala Romele que también examinó al inculpado
mediante el procedimiento de entrevista clínica concluyendo que presentaba un
consumo abusivo de cannabis y alcohol, una personalidad de tipo antisocial, un intento
simular una enfermedad siquiátrica, la que en su concepto no existe pues el examinado
no tendría alteraciones psicopatológicas que modificaran su imputabilidad. Fundamenta
su apreciación de simulación en que por ejemplo, cuando le pregunta si era bebedor
abusivo de alcohol responde afirmativamente y cuando se le pregunta por síntomas
que nada tienen que ver con el alcoholismo dice que los padecía. Además de su propio
relato de enfermedad incurre en ciertas contradicciones que no son propias de la
enfermedad que dice tener, como cuando señala no recordar donde nació, pero si es
capaz de recordar detalles mucho más específicos y que un verdadero esquizofrénico
no podría retener como los nombres médicos asociados a una enfermedad coronaria
que se le diagnosticara en su juventud. Además, de diversos pasajes de su narración
se desprende que no se evidencia en el examinado la desvinculación con la realidad y
el autismo que caracterizan a la enfermedad que el acusado dice le diagnosticaron a
los 15 años, como por ejemplo, cuando se adelanta a lo que pasa con el interlocutor y
se encuentra atento a lo que sucede a su alrededor.
Además, señala que los verdaderos esquizofrénicos nunca admiten ser
esquizofrénicos porque precisamente una característica de esta enfermedad es la falta
de conciencia de que se está enfermo, pudiendo haberse diagnosticado previamente
esta enfermedad erróneamente al confundírsela con una psicosis por consumo
excesivo de drogas. Además, simuló un estado crepuscular y sus dichos parecen
destinados a impresionar a su interlocutor como enfermo falseando la realidad, como
cuando señala que desde los 17 años tomaba para la esquizofrenia el medicamento
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posibilitar encontrarse en situación fáctica de cometer esta clase de delitos y por otra
parece claramente dirigido a adoptar providencias para evitar ser descubierto –lo que
supone plena conciencia de la ilicitud de su conducta y de que ésta se encontraba
acompañada de sanciones cuyo rigor se buscaba evitar -. En efecto, se acerca a la
madre diciendo pertenecer a una organización de defensa de los niños ( lúcido pretexto
que suponía saber que en nuestra comunidad, quienes laboran en tales instituciones
suelen parecer confiables a las madres de los niños ), lo hace vistiendo ropa formal y
en palabras de la madre elegante ( que supone conocer que en nuestra comunidad las
personas humildes – cuyo era el caso de su interlocutora – suelen relacionar las
vestimentas formales con personas importantes o serias, las que también suelen
generar confianza ). Es menester resaltar que el testigo Francisco Javier Ulloa
Donoso refiere que el acusado con su familia empleó el mismo modus operandi
aseverando pertenecer a esta misma organización humanitaria, para luego
ganarse su confianza ayudándolos en la venta de berlines y fue en base a esa
misma confianza que en una ocasión cuando tenía 15 años de edad, pernoctó en
la casa de quien conocía como Ángel, despertando en la noche en circunstancias
que este sujeto le estaba introduciendo el pene por el ano, de suerte tal que este
comportamiento o modus operandi del acusado no es aislado de este caso, sino
que es una modalidad delictiva sostenida y claramente preordenada a cometer
atentados sexuales contra menores, lo cual no parece propio de quien ha perdido
el juicio de realidad y no es capaz de preordenar sus conductas en el contexto
social con miras a la obtención de un fin determinado.
2.- Su comportamiento después de este acercamiento también parece lucidamente
preordenado a aumentar o fortalecer esta impresión inicial de confianza en su
interlocutora, al ayudarla en términos materiales o auxiliarla en la obtención de una
mediagua haciendo gestiones en una repartición municipal, gestiones que suponen una
acabada comprensión del procedimiento burocrático necesario al efecto y una
adecuada capacidad para emplear el lenguaje e interactuar con los encargados de esa
repartición estatal, lo cual no parece propio de quien tiene dificultades para relacionarse
con la realidad. Además, el enseñarle a realizar un oficio a la mujer y rodearse de
niños, según la misma mujer refiere también parece inequívocamente encaminado a
acrecentar esa sensación de confianza y dependencia.
3.- Su comportamiento, al mentir a sabiendas acerca de su nombre – diciendo que se
llamaba Ángel, en circunstancias que sus nombres verdaderos eran Nelson Patricio - y
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al falsear datos cuando se le pregunta por su identidad para ser designado padrino de
uno de los niños evidencia un deseo de ocultar su identidad, que verosímilmente sólo
puede atribuirse a tratar de impedir que posteriormente se diera con su paradero, pues
se planeaba o pensaba realizar una acción antijurídica de cuyas consecuencias no se
deseaba responder. Esta acción supone nuevamente al igual que en los numerales
anteriores, acciones complementarias destinadas a engañar a la víctima y facilitar el
designio delictivo y plena comprensión de la forma en que se reprimen y sancionan los
comportamientos antijurídicos en nuestra sociedad y de la manera en que de ordinario
las personas inteligentes tratan de eludir enfrentar las consecuencias desagradables de
sus actos, dificultando la persecución penal, nada de lo cual parece propio de quien no
se relaciona con su entorno o carece de capacidad de empatía respecto del daño
causado a terceros, muy por el contrario, evidencia una clara capacidad de anticiparse
a los escenarios que le son desfavorables y ajustar su comportamiento a esa
comprensión.
4.- Su comportamiento con posterioridad a los hechos, al amenazar a una de las
víctimas con matar a su familia en caso que cuente lo sucedido y tratar de “ comprar” el
silencio del otro mediante obsequios o prebendas, suponen conocimiento claro que lo
realizado en los menores es un comportamiento no sólo inadecuado en nuestros
patrones culturales, sino que también penado y sancionado entre nosotros y un deseo
manifiesto de evitar sufrir las sanciones a que sabe su concupiscente comportamiento
lo hace acreedor, lo cual tampoco se compadece con la imagen de un sujeto que ha
perdido conexión o vinculación con la realidad. Por el contrario, supone plena
comprensión que los niños se les causa un daño y un sufrimiento y por ende capacidad
de empatía suficiente como para ponerse en su lugar.
5.- Por otro lado, los antecedentes aportados por el testigo Francisco Javier Ulloa
Donoso, en cuanto a que en ocasiones el acusado le encomendaba bajar al primer piso
a jugar con los hermanos mayores de la menor C.V.D.G, para quedar a solas en la
habitación del segundo piso con esta menor, evidencia un deseo de evitar la presencia
de testigos hostiles de una situación abusiva, lo que supone conocimiento y
comprensión de la forma en que en los proceso judiciales se dan por probados hechos,
los que luego sirven de fundamento para sanciones.
6.- El antecedente aportado por el perito del Ministerio Público, en cuanto a que faltó a
la verdad acerca de la época en que empezó a consumir un medicamento –que sabía
estaba destinado a tratar la enfermedad que decía padecer – importa conocimiento que
PODER JUDICIAL
5° Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago
basal, como la agresión ilegítima en la legítima defensa – faltan otros necesarios para
su complemento y total configuración y es lo cierto que en este caso según se ha
señalado precedentemente no se acreditó siquiera que el acusado haya sufrido la
enfermedad mental alegada, de suerte que no se ha justificado siquiera que una parte
cualquiera de la atenuante haya existido, por lo que acoger la atenuante invocada a
falta de todos y cada uno de sus elementos configurativos contraría los fundamentos de
existencia de la norma y contradice frontalmente lo que ya se decidió a propósito de la
eximente invocada.
No se han alegado ni concurren otras circunstancias modificatorias de
responsabilidad penal.
DÉCIMO: De las demás alegaciones de la defensa. Que, la defensa técnica del
acusado sostuvo en el alegato de clausura que la circunstancia que la menor C.V.D.G
pareciera a la psiquiatra que analizó la credibilidad de su relato como muy erotizada y
con una apariencia física mayor a su edad cronológica y la familiaridad en su
conocimientos de las conductas sexuales generaba dudas acerca de su credibilidad, lo
que parecía aún más claro si se considera que el testigo Ulloa Donoso dijo que en una
ocasión fue la niña de propia iniciativa la que proyectó una película pornográfica en el
reproductor de DVD, afirmaciones con las que el tribunal disentirá resueltamente
porque sugerir que el comportamiento de la menor fue causado por su propia decisión
o que habrían existido otros factores que determinaran su comportamiento no tiene
asidero alguno. La situación es precisamente la inversa, la prematura erotización de la
menor o su conocimiento de situaciones sexuales impropias de su edad son una
demostración palmaria de que fue abusada y el agresor no puede pretender trasladar o
diluir en terceros la responsabilidad por tal erotización prematura. Aún cuando fuera
efectivo que la niña puso sola el DVD pornográfico en el reproductor como señala el
“nene “ ello sólo significaría que era tan profunda la situación abusiva que la niña ya
actuaba mecánicamente en una especie de rutina aprendida, pero esa rutina a sus
cortos 7 años de edad, jamás podrá reputarse como una manifestación de voluntad
consciente y menos aún libre.
Tampoco es aceptable suponer que el conocimiento sexual de los niños o sus
relatos pueda fundarse en conocimientos que pudieren haber adquirido en los hogares
de menores en que residen porque todos los niños han dicho que comenzaron a residir
fuera de su casa materna a consecuencia de los hechos ventilados en juicio y con
PODER JUDICIAL
5° Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago
Decisión pronunciada por la sala del Quinto Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de
Santiago, integrada por los jueces titulares don Bernardo Ramos Pavlov, quien presidió
la audiencia, don Danilo Báez Reyes y don Christian Carvajal Silva.