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de la historia humana, y aun así sólo ha recibido unas pocas líneas de sustentación.
El maestro “dicta la lección” a los alumnos reciben las informaciones y las normas trasmitidas.
para Alaín, el principal deseo del niño es el de dejar de serlo ahora tiene el deseo por
superarse deseo por superarse Quiere actuar como adulto.
Por ello, en la educación tradicional es conveniente y necesario tratar con severidad a los
alumnos; colocarles retos difíciles y exigirles, a base del rigor y del castigo, el máximo que ellos
puedan dar.
Pero para lograrlo, el profesor, -como decía Alaín- deberá repetir y hacer repetir, corregir y
hacer corregir, en tanto que “el alumno deberá limitarse a imitar, atender repetir y corregir”.
para disciplinarlos los castigaban a base de Los azotes y los golpes con palos fueron durante
muchos tiempo los instrumentos más utilizados por los maestros para evitar la reiteración de
las faltas. Hoy en día, las cachetadas, los pellizcos, las humillaciones públicas y los reglazos
siguen siendo armas esgrimidas por algunos maestros, para imponer su autoridad y crear las
condiciones propicias para “el aprendizaje”
EL MODELO INSTRUCCIONAL
Kuhn plantea que el carácter de la ciencia proviene de los paradigmas que utiliza
Una vez aceptados los paradigmas por la comunidad científica, se desarrolla la ciencia normal,
cuyo objetivo es resolver los problemas planteados dentro de los límites planteados por ellos.
PARADIGMA TRADICIONAL
Todas las escuelas tradicionales aceptan de hecho la concepción anterior sobre el niño, el
aprendizaje y la escuela
La Escuela Tradicional es la que apagó las preguntas y las motivaciones propias de la niñez,
generando el desinterés y la incomprensión de la ciencia, común entre los jóvenes y
adultos de nuestro medio
Por ello es de extrañar que en la Escuela Tradicional se hable de que el maestro “dicta” la
clase y el alumno “toma” la lección. “Dictar” la clase, presupone, desde la óptica del
maestro, que él es poseedor de un saber que va a ser transmitido y trasladado a un
individuo que no sabe. El estudiante, por su parte, adquiere la función de elemento pasivo
que puede recibir el saber y que en el momento en el que “tome’ la lección podrá
reproducirlo, mostrando de paso que además de receptor es acumulador y reproductor de
saberes no elaborados por él.
La percepción de un niño, por ejemplo, es más confusa, menos organizada, más parcial y
menos abstracta que la de un adulto, ya que – como demostró ampliamente la psicología
genética– sus estructuras de pensamiento están menos formadas que las de los adultos.
Saint Exupery inicia su extraordinaria obra “El Principito” con la presentación de un dibujo
en el cual una serpiente boa está digiriendo su alimento.
“Las persona mayores nunca comprenden por sí solas las cosas y resulta muy fastidioso
para los niños tener que darles continuamente explicaciones” concluye, en una afirmación
que bien vale la pena ser reflexionada por un maestro.
En uno de los mayores descubrimientos del presente siglo, la psicología genética demostró
que las formas de pensamiento y representación de la realidad, variaban
significativamente entre niños y adultos
Piaget elaboró la teoría de los cuatro grandes periodos por los que atraviesa el desarrollo
del pensamiento en el hombre: sensorio – motor (0 – 2 años aproximadamente);
preoperacional (2 – 7 años aproximadamente); concreto (7 – 11 años aproximadamente) y
formal (11 – 15 años aproximadamente). En cada uno de estos periodos se abordan los
problemas, se explica y se representa el mundo de manera diferente.
Hoy por hoy, es inaplazable para la pedagogía entender que existen ciertos diferenciados y
que de este hecho se derivan implicaciones pedagógicas significativas