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Austin – Conferencia VII y Emisiones realizativas

Austin parte criticando a los filósofos que cayeron en lo que él denomina la “falacia descriptiva”. Esta
última consiste en creer que sólo mantienen interés teórico los enunciados descriptivos.

Según éste autor existen algunas emisiones que no describen la realidad y por lo tanto no pueden
caracterizarse como verdaderas o falsas. Con éste tipo de emisiones “hablar es hacer”.

Austin propone entonces la existencia de dos tipos de emisiones: las constatativas y las realizativas o
performativas. Las emisiones constatativas son las que describen un estado de cosas y pueden ser
sometidas a la lógica bivalente, es decir, ser evaluadas en términos de verdad o falsedad –por ejemplo:
Juan está en casa–. Y las emisiones realizativas son aquellas que implican una acción –por ejemplo:
Prometo venir mañana– y pueden ser afortunadas o desafortunadas.

Gramaticalmente hablando, los verbos de las emisiones realizativas suelen estar en la primera persona
del singular del presente indicativo de la voz activa. Sin embargo, existe otra forma estándar en la que el
verbo está en la segunda o tercera persona de la voz pasiva –por ejemplo: Está usted autorizado a... –.

El autor plantea la existencia de dos tipos de emisiones realizativas: las explícitas y las implícitas. Las
emisiones realizativas explícitas son aquellas que cuentan con un verbo realizativo –por ejemplo: Te
ordeno que cierres la puerta–. Las emisiones realizativas implícitas, en cambio, carecen de un verbo
realizativo, pero el mismo se infiere o sobrentiende –por ejemplo: Cierra la puerta (imperativo) o Toro
(señal lingüística)–.

EMISIONES EMISIONES REALIZATIVAS


CONSTATATIVAS
Describen un estado Implican una acción Dos tipos: Dos formas estándar:
de cosas y pueden - Implícitas - Verbo en primera
ser verdaderas o - Explícitas persona, del singular,
falsas del presente indicativo
de la voz activa
- Verbo en segunda o
tercera persona de la
voz pasiva

Después de establecer la distinción entre constatativos y realizativos, Austin señala que para que una
emisión realizativa surta efecto es necesario que cumpla con ciertas reglas. Estas son:

1. La convención invocada debe existir y ser aceptada.


2. Las circunstancias en que nos proponemos invocar un procedimiento deben ser las apropiadas
para su invocación.
3. El procedimiento debe llevarse a cabo correcta y completamente, sin ningún defecto.
4. Cuando el procedimiento requiere que quienes lo invoquen posean ciertos pensamientos,
sentimientos o intenciones, deben hacerlo.

Cuando una de estas reglas no se cumple ocurre lo que Austin denomina infortunio. Existen varios tipos
de infortunios:

- Desacierto: se produce cuando se violan las reglas 1, 2 o 3. La consecuencia directa de esto es


un acto nulo.
- Abuso: se produce cuando se viola la regla 4. La consecuencia directa de esto es un acto hueco.
- Malentendido: se produce cuando no se oye bien lo que alguien dice o se entiende algo distinto a
lo que alguien pretendió referirse.

Luego de analizar algunas emisiones peculiares, Austin se da cuenta de que las emisiones realizativas
pueden ser evaluadas como verdaderas o falsas y que las emisiones constatativas pueden sufrir algún
infortunio, por lo que su oposición constatativos-realizativos se derrumba.

Su nueva unidad de análisis será entonces el acto de habla, definido como la unidad mínima de la
comunicación lingüística. En el mismo se llevan a cabo 3 actos simultáneos: el locucionario, el
ilocucionario y el perlocucionario.

- El acto locucionario puede definirse como el acto de decir algo y comprende a su vez tres tipos
de actos: 1) el acto fonético, que consiste en la emisión de ciertos ruidos; 2) el acto fático, que
consiste en la emisión de ciertos términos o palabras, es decir, ruidos de ciertos tiempos,

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considerados como pertenecientes a un vocabulario; y 3) el acto rético, que consiste en usar
esos términos o palabras con un cierto sentido y referencia.
- El acto ilocucionario tiene que ver con la intención, finalidad o propósito que tiene el emisor
cuando realiza la emisión.
- El acto perlocucionario tiene que ver con el efecto que el emisor produce en el receptor; estos
efectos pueden ser deseados o no deseados.

Searle – ¿Qué es un acto de habla?


Searle fue discípulo de Austin, pero difirió con él al postular que la unidad mínima de la comunicación es
el acto ilocucionario. Este último se define como la producción de la oración instancia bajo ciertas
condiciones.

El autor afirma que realizar un acto ilocucionario es comprometerse en una forma de conducta gobernada
por reglas y distingue dos tipos:

- Reglas regulativas: son aquellas que regulan una actividad preexistente, una actividad cuya
existencia es independiente de la existencia de las reglas; por ejemplo, las reglas de etiqueta
regulan relaciones interpersonales, pero esas relaciones existen independientemente de las
reglas de etiqueta. Las reglas regulativas tienen generalmente las formas “hacé X” o “si X debés
hacer Y”.
- Reglas constitutivas: son aquellas que constituyen (y también regulan) una actividad cuya
existencia es dependiente de las reglas. Las reglas del fútbol, por ejemplo, no solo lo regulan,
sino que, por así decirlo, crean la posibilidad de, o definen, esa actividad. La actividad de jugar
al fútbol se constituye actuando de acuerdo con esas reglas; el fútbol no tiene existencia aparte
de esas reglas. Las reglas regulativas tienen generalmente las formas “X es Y” o “X cuenta como
Y”. El lenguaje está regulado por éste tipo de reglas.

ACTO ILOCUCIONARIO
Unidad mínima de la Realizarlo es comprometerse con una conducta gobernada por
comunicación discursiva reglas:
- Regulativas
- Constitutivas

Searle sostiene que podemos distinguir en la oración dos partes (no necesariamente separadas): el
elemento indicador de la proposición y el dispositivo indicador de la función. Para Searle la proposición es
el contenido; y el dispositivo indicador de la función muestra cómo debe ser tomada la proposición, o,
dicho de otra manera, qué fuerza ilocucionaria ha de tener, esto es, qué acto ilocucionario (intención) está
realizando el hablante al emitir la oración. Los dispositivos indicadores de función incluyen el orden de las
palabras, el énfasis, la entonación, la puntuación, el modo del verbo, etc.

Para entender mejor esto el autor da un ejemplo:

1. ¿Saldrá Juan de la habitación? (pregunta).


2. Juan saldrá de la habitación (aserción).
3. ¡Juan, sal de la habitación! (orden).
4. Ojalá Juan saliese de la habitación (deseo).

Todos estos ejemplos tienen proposiciones similares pero indicadores de fuerza ilocucionaria distintos
que hacen a actos diferentes.

ORACIÓN
Dos partes (no necesariamente separadas):
Elemento indicador de la proposición Dispositivo indicador de la función

Proposición = contenido Muestra cómo debe ser tomada (intención) la


proposición

Condito y Scenna – Implicaturas conversacionales


Se pueden distinguir dos tipos de significado: el semántico y el pragmático. El significado semántico alude
al valor denotativo y referencial de los signos proferidos (el signo “mesa” refiere al objeto mesa), por lo

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que la interpretación de una frase supone considerar la conjunción de significados referenciales que
denotarán siempre inequívocamente lo mismo. El significado pragmático, en cambio no está dicho, sino
implicado.

Ejemplo: un muchacho mira su reloj y le dice a su pareja “nos vamos cuando quieras”. Si se tuviera en
cuenta el significado semántico, esa frase refiere solo a su contenido explícitamente proferido, esto es,
“nos vamos cuando quieras”. Ahora bien, desde la perspectiva pragmática esa emisión –como cualquier
otra– supone la posibilidad de un contenido no dicho; lo dicho, anclado en ese contexto específico, nos
permite derivar un contenido implicado particular. Es decir, se reconoce la existencia de algo no
explicitado de modo verbal pero igualmente pasible de ser interpretado –una lectura posible, entre otras,
es que el muchacho “dice”, sin hacerlo explícito, que manifiesta la intención de irse por el motivo que
fuere–.

El contexto pragmático está conformado por todos aquellos elementos de la situación extraverbal que se
pueden relacionar con la emisión lingüística y, en particular, con la intencionalidad del hablante. El sujeto
pragmático es un usuario del lenguaje, un hablante racional que conoce los principios que regulan la
adecuada interpretación de las emisiones en un intercambio comunicativo.

Uno de los autores más reconocidos que ha teorizado sobre los significados intencionales y que ha
sentado las bases del modo en que la perspectiva pragmática entiende la interpretación de las emisiones
fue Paul Grice. Este autor propuso la Teoría del Principio de Cooperación, bajo la premisa de que los
intercambios lingüísticos son un tipo de conducta racional convencionalmente regulada que se dirige
hacia algún fin, es decir, que está motivada por una intención determinada.

El principio de cooperación consiste en una regla general aceptada tácitamente por todo participante de
un intercambio verbal y puede parafrasearse de la siguiente manera: “Haga usted su contribución a la
conversación tal y como lo exige, en el estadio en que tenga lugar, el propósito o la dirección del
intercambio que usted sostenga”. Asimismo, Grice hace derivar de tal principio cuatro máximas que, en su
interacción, tienen un rol fundamental en la generación de los significados intencionales, en particular, en
la producción e interpretación de las implicaturas conversacionales.

- Máxima de cantidad: haga que su contribución sea tan informativa como lo requiera el propósito
de la conversación (sin información de menos ni de más).
- Máxima de calidad: no diga lo que crea que es falso.
- Máxima de relación: sea pertinente con el tema de la conversación (no diga lo que no “viene al
caso”).
- Máxima de modo: sea claro (evite ambigüedades y desórdenes expresivos).

Las implicaturas pueden ser clasificadas según su naturaleza en implicaturas convencionales y no


convencionales (las cuales son clasificables, asimismo, en conversacionales y no conversacionales).

Las implicaturas convencionales son aquellas que remiten a significados no dichos pero que provienen
del significado de algunas de las emisiones efectivamente proferidas, ya sea por alguna palabra que
opera como marcador en particular o por el tipo de construcción sintáctica. Ejemplo: ¿Cuándo rendiste
filosofía?  Implicación convencional: rendiste filosofía.

Las implicaturas no convencionales constituyen significados extralingüísticos motivados por un propósito;


es decir, se vinculan con la efectiva intención de comunicar por parte del hablante en determinadas
circunstancias, más allá de lo dicho y, por tanto, suscitan en el interlocutor un proceso de interpretación o
inferencia (y no meramente una decodificación lingüística) a partir de distintos tipos de conocimientos
extraverbales que operan como principios de regulación.

Las implicaturas conversacionales son las que le interesan a Grice puesto que son las que involucran la
puesta en juego del principio de cooperación y sus máximas –y, por tanto, son pasibles de ser
sistematizadas y clasificadas, mientras que las implicaturas no conversacionales obedecen a principios de
naturaleza mucho menos regular, como principios morales, estéticos, sociales y, por consiguiente,
exceden las posibilidades interpretativas de este punto de vista–.

Grice afirma que cuando un hablante emite una frase que pareciera violar alguna de las máximas
conversacionales, no es un simple transgresor, sino que está intentando comunicar algo distinto de lo que
dice, esto es, busca producir una implicatura. Ejemplo:

Situación: dos colegas conversando en el ámbito laboral.

- ¿Tenés ganas de tomar una cerveza cuando salgamos del trabajo?


- Tengo novio.

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Máxima aparentemente violada: máxima de relación (no se responde a la pregunta/se cambia de tema).

Implicatura posible: no quiero salir con vos.

Bourdieu – El lenguaje autorizado


Bourdieu también realiza una crítica a Austin. Él admite que, algunos performativos dependen de que un
individuo diga ciertas palabras en ciertas condiciones, pero otros performativos, además de estas
condiciones, necesitan de una tercera y es que las pronuncie un sujeto, que ya no será llamado así sino
portavoz, en el que una institución haya delegado su capital simbólico.

El poder de las palabras no está contenido en ellas; el poder de las palabras sólo es el poder delegado
del portavoz y su eficacia simbólica sólo se ejerce en la medida en que quienes la experimentan
reconozcan que quien la ejerce está autorizado para hacerlo.

Por ejemplo: si en un contexto de examen un docente dice “estas aprobado”, está realizando un acto
performativo porque al emitir ese enunciado genera el efecto simbólico en el que el alumno pasa del
estado de regular al estado de aprobado. Es una institución la que delega ese poder simbólico en los
profesores.

El poder de la palabra, entonces, sobreviene desde fuera y el portavoz no es más que un sujeto provisto
de skeptron (cetro: vara de oro u otro material que utilizaban emperadores y reyes).

Benveniste – La filosofía analítica y el lenguaje


Benveniste plantea una crítica hacia los filósofos de Oxford, en especial a Austin, y hace una corrección
sobre los enunciados performativos. El autor afirma que no es en absoluto necesario que un enunciado,
para ser performativo, sea expresado en alguna de las dos formas estándar que proponía Austin.

Para Benveniste, los enunciados performativos son enunciados en los que un verbo declarativo-yusivo en
primera persona del presente es construido con un dictum (sentencia) –por ejemplo: Ordeno que la
población sea movilizada–.

Otra variedad de tales enunciados es dada por la construcción del verbo con un complemento directo y un
término predicativo –por ejemplo: Lo proclamo electo–.

Un enunciado performativo es también aquel profesado por una autoridad habilitada para hacerlo –por
ejemplo: El señor X es nombrado ministro–. Y aquel que plante un compromiso personal para quien lo
enuncia –por ejemplo: Prometo…–.

Un enunciado performativo no tiene realidad más que si es autenticado como acto. Fuera de las
circunstancias que lo hacer performativo, semejante enunciado no es ya nada. Cualquiera puede gritar
“Decreto la movilización del general”. Al no poder ser acto, por falta de autoridad requerida, tales palabras
no son sino eso, palabras.

El enunciado performativo, siendo un acto, tiene la propiedad de ser único. No puede ser efectuado más
que en circunstancias particulares, una sola vez, en una fecha y lugar definidos. No tiene valor de
descripción, sino de realización. Por eso va a menudo acompañado de indicaciones de fecha, de lugar, de
nombres de personas, testigos, etc. –en una palabra, es acontecimiento porque crea el acontecimiento.

Siendo acto individual e histórico, un enunciado performativo no puede ser repetido. Toda reproducción es
un nuevo acto que cumple quien está calificado para ello. De otra suerte, la reproducción del enunciado
performativo por otro lo transforma necesariamente en enunciado constatativo.

El enunciado performativo tiene una propiedad singular y es la de ser sui-referencial, esto es, de referirse
a una realidad que él mismo constituye por el hecho de ser efectivamente enunciado en condiciones que
lo hacen acto.

Austin clasifica como performativos los enunciados concebidos en imperativo. Sosteniendo esto, dice
Benveniste, se corre el riesgo de crear un malentendido acerca de la naturaleza del enunciado
performativo. Un enunciado es performativo por denominar el acto ejecutado –ejemplo: “declaro” cerrada
la sesión–. El imperativo, en cambio, no es denotativo y no aspira a comunicar un contenido, sino que
aspira a actuar sobre el auditor, a intimarle un comportamiento. No hay enunciado performativo que no
contenga la mención del acto, a saber, ordeno, mientras que el imperativo podría ser remplazado por
cualquier otro procedimiento que produjese el mismo resultado, un gesto, por ejemplo, y no tener ya

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realidad lingüística. La diferencia resulta de esto: el imperativo produce un comportamiento, pero el
enunciado performativo es el acto mismo que denomina y que denomina su realizador.

Otro equivalente del enunciado performativo sería, según Austin, la advertencia dada por un letrero:
“Hasta la palabra Perro, sola, puede servir de performativo, con esta palabrita se realiza el mismo acto
que mediante el enunciado Advierto a usted que el perro lo va a atacar”. Benveniste dice que también
aquí se puede generar una confusión. Al respecto, el autor dice que el letrero “Perro” puede ser
interpretado como una advertencia, pero no por ello deja de ser muy otra cosa que el enunciado explícito
“Le advierto que…” El letrero es una simple señal: a nosotros nos toca sacar la conclusión que queramos
en cuanto a su comportamiento. Sólo la formula “Le advierto que…” es performativa de advertencia.

Así, dice Benveniste, no ve razón para abandonar la distinción entre performativos y constatativos.

Moreno – Sobre lo real en el lenguaje


El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su cuarta edición –DSM IV– es un
documento de la Asociación Americana de Psiquiatría publicado en 1955. La elaboración de este
documento se encuentra justificada por la necesidad, en el campo de la psiquiatría, de contar con una
clasificación de los trastornos mentales que permita tanto contribuir a la eficacia del abordaje terapéutico
de las enfermedades mentales, como aportar datos estadísticos para el desarrollo de investigaciones en
salud.

En la actualidad ya se encuentra disponible una nueva versión del manual publicada en el año 2013, el
DSM V, la cual ha generado mucha polémica. La crítica más severa que ha recibido de parte de ciertos
sectores de la comunidad científica y profesionales de la salud mental afirma la influencia (de un modo
más evidente que en las versiones anteriores) de intereses de las compañías farmacéuticas en la
confección de dicho manual. En la práctica profesional aún es utilizada la versión anterior, DSM IV.

El DSM junto a la Clasificación Internacional de Enfermedades –CIE10– conforman las dos herramientas
que oficialmente se utilizan a nivel mundial en la clasificación de las enfermedades mentales. Si bien
ambos instrumentos surgieron en el ámbito de la medicina, no se limitan a lo que podría considerarse
competencia de un médico. El DSM, por ejemplo, es utilizado por psiquiatras, psicólogos, asistentes
sociales, enfermeras y muchos otros profesionales de la salud.

En Argentina la ley de Salud Mental dispone que:

Artículo 16 –Toda disposición de internación dentro de las cuarenta y ocho horas debe cumplir con los
siguientes requisitos: a) evaluación, diagnóstico interdisciplinario e integral y motivos que justifican la
internación, con la firma de al menos dos profesionales del servicio asistencial donde se realice la
internación, uno de los cuales debe ser necesariamente psicólogo o psiquiatra.

El DSM establece un enfoque categorial. Cada categoría propuesta por el manual se acompaña de un
código alfanumérico, el cual pasa a ser la información que se presentará en los informes correspondientes
pudiendo prescindir de la formulación de la categoría en palabras.

El manual obedece una metodología descriptiva y fue confeccionado a partir de datos empíricos. Los
autores del mismo, afirman que el objetivo principal es la clasificación de los trastornos mentales, para lo
cual se proporcionan ciertos criterios diagnósticos específicos para cada cuadro. Estos criterios incluyen
listas de características que deben estar presentes para establecer un diagnóstico.

El diagnóstico es un modo de performatividad porque no solo describe, sino que también crea una
realidad nueva para el paciente y al mismo tiempo borra en él todo matiz individual pues pasa a ser uno
más dentro del grupo que padece el mismo trastorno.

Butler – Actos performativos y constitución del género:


un ensayo sobre fenomenología y teoría feminista
Butler retoma las ideas de Austin y afirma que, al nombrar a una persona “hombre” o “mujer”, incluso
desde antes del nacimiento, lo que ocurre no es una constatación sino una realización (en este caso de
género).

Para esta autora, la orientación e identidad sexual, así como la expresión de género, son el resultado de
una construcción social, histórica y cultural, y por lo tanto no existen roles de género biológicamente

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inscritos en la naturaleza humana. En otras palabras, en términos de lo humano, la única naturaleza es la
cultura. O, para ser más exactos, todo lo natural constituye una naturalización de la construcción cultural.

El género entonces consiste en una serie de patrones de conducta impuestos por la sociedad que las
personas representan, de forma inconsciente, como si se trataran de papeles en una obra de teatro.

Piacenza – Géneros discursivos y enunciación


Las primeras publicaciones del denominado “círculo bajtiniano” surgen a finales de los años veinte y están
asociadas a los nombres de Pavel Medvedev, Valentín Voloshinov y Mijaíl Bajtín. Sin embargo, la obra del
círculo no se conoció fuera de la Unión Soviética sino a partir de los años sesenta.

En los años setenta, las obras del círculo bajtiniano, firmadas por Voloshinov y Medvedev fueron
atribuidas a Bajtín por el semiólogo V. V. Ivanov, y esta hipótesis se sostuvo hasta hace poco, a mediados
de los noventa. Algunas especulaciones señalaban que los nombres de Voloshinov y Medvedev eran
pseudónimos de Bajtín para eludir la persecución política del régimen stalinista, mientras que otras
versiones atribuían el hecho a que, bajo el régimen soviético, toda producción intelectual era concebida
como una obra colectiva y, por lo tanto, no era esperable que Bajtín reclamara la “propiedad” intelectual
de su obra.

Bajtín y Voloshinov son dos autores referentes de la teoría sociológica del lenguaje. Ambos trabajaron en
el mismo círculo por lo que se complementan en sus categorías y conceptos teóricos.

Bajtín – El problema de los géneros discursivos


El enunciado se define como la unidad real de la comunicación discursiva y tiene tres partes: el contenido
temático, el estilo verbal y la composición o estructuración. El contenido temático es el tema, todo
enunciado tiene un tema, es decir, habla de algo. Eso que se dice está dicho según un estilo que, dice
Bajtín, refleja lo más subjetivo, lo más individual del hablante, pues tiene que ver con cómo uno va a
armar un enunciado seleccionando recursos léxicos (vocabulario), fraseológicos (expresiones) y
gramaticales de la lengua (modos verbales, personas gramaticales, clases de adverbios, etc.). A pesar de
que tiene un estilo individual, el enunciado siempre va a seguir una composición o estructuración
determinada por los géneros discursivos que la cultura impone.

ENUNCIADO
Definición: unidad real de la comunicación discursiva
Tres partes:
- Contenido temático  Tema
- Estilo verbal  Selección de recursos léxicos, fraseológicos y gramaticales
- Composición o estructuración  Determinada por los géneros discursivos

Los géneros discursivos son tipos relativamente estables (en cuanto a su composición) de enunciados
que se relacionan con las distintas esferas de la praxis humana, es decir, los ámbitos en los que nos
movemos; algunos ejemplos podrían ser el ámbito familiar, escolar y laboral, entre otros. Bajtín distingue
dos tipos de géneros discursivos: los primarios y los secundarios. Los géneros discursivos primarios son
los que tienen una relación inmediata con la realidad, son simples y generalmente orales, aunque hay
excepciones como, por ejemplo, una carta escrita para un amigo. Los géneros discursivos secundarios,
por su parte, son mucho más complejos y organizados; tienen una estructura más formal y generalmente
son escritos, aunque hay excepciones como, por ejemplo, un discurso dado por un presidente. El autor
también aclara que los géneros discursivos secundarios muchas veces se constituyen incluyendo en sí
mismos géneros discursivos primarios. Un claro ejemplo de esto se da en las novelas, que pertenecen a
los géneros discursivos secundarios y en ellas, muchas veces, hay diálogos. Esos diálogos serían
géneros discursivos primarios que se han entrometido en un género discursivo secundario y por ello
pierden su relación inmediata con la realidad.

GÉNEROS DISCURSIVOS
Definición: tipos relativamente estables de enunciados que se relacionan con las distintas esferas de la
praxis humana.
Dos tipos:
- Primarios  Relación inmediata con la realidad, simples y generalmente orales.
- Secundarios  Complejos y organizados, estructura formal y generalmente son escritos.

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Por otro lado, Bajtín afirma que, en el proceso de la comunicación discursiva, el oyente tiene un rol activo.
El oyente es siempre un contestatario; la respuesta del mismo puede darse tarde o temprano,
verbalmente o no, mediante una acción o mediante un pensamiento, pero siempre se va a dar. Esto
quiere decir que lo que escuchamos va a generar una respuesta de nosotros a ese enunciado y a la vez,
nuestro enunciado tendrá efectos de respuesta en los sujetos a los que nos dirigimos. Así se va armando
una cadena de enunciados. El autor afirma que la cultura es esto, un eslabonamiento complejamente
organizado de enunciados.

El oyente también es activo en tanto va a determinar mi enunciado, va a determinar el género discursivo


que utilice, por lo tanto, es determinante del Yo en cuanto a qué digo y cómo lo digo.

PROCESO DE COMUNICACIÓN DISCURSIVA


Oyente  Rol activo
Siempre un contestatario Determina el género discursivo a utilizar

Para este filósofo del lenguaje, los sujetos hablamos a través de enunciados, no de oraciones como
proponían muchas teorías lingüísticas. Por ello, para poder configurar el concepto de enunciado, lo va
oponiendo con el concepto de oración.

ENUNCIADO ORACIÓN
Es la unidad real de la comunicación discursiva Es la unidad gramatical de la lengua
Tiene autor y destinatario No tiene autor ni destinatario porque es una
construcción abstracta
Está anclado en un tiempo y un espacio No está anclada en un tiempo ni un espacio
Tiene un contexto extraverbal que se relaciona Tiene un contexto extraverbal determinado por el
con la esfera de la praxis humana que lo conjunto de otras oraciones que la rodean
determina
Su frontera es el cambio de sujeto discursivo: el Su frontera es gramatical: la oración empieza con
enunciado empieza cuando alguien habla y mayúscula y termina con un punto
termina con eso que tenía para decir; entonces le
da lugar a la palabra del otro
Tiene plenitud de sentido y por eso va a provocar No tiene plenitud de sentido
una respuesta
Es irrepetible porque está anclado en un tiempo Es repetible
Tiene un carácter expresivo Es neutra; solo adquiere expresividad si
pertenece a un enunciado
Tiene contacto real con los enunciados ajenos y No tiene contacto real con los enunciados ajenos
con la realidad ni con la realidad; solo se relaciona con las otras
oraciones que forman parte del enunciado

Voloshinov – Interacción verbal


Voloshinov critica, por un lado, al subjetivismo individualista, que se caracteriza por pensar al lenguaje
como una expresión individual y, por otro lado, al objetivismo abstracto, que piensa a la lengua como un
sistema de signos que no remite a nada por fuera de ese sistema. La crítica a estas dos posturas la hace
para plantear que el lenguaje es un fenómeno social que se constituye en la interacción verbal. Es un
fenómeno social en tanto un enunciado va a estar constituido por la situación social inmediata y el medio
social más amplio.

Para este autor es tanta la influencia social que afirma que en realidad la subjetividad no es más que una
interiorización de lo que sucede afuera, en las interrelaciones personales. Voloshinov plantea una relación
dialéctica entre el adentro y el afuera, entre el yo y los otros; no hay entidades separadas, el yo se
constituye por el otro y el otro se constituye por el yo. Por otro lado, el lenguaje se constituye en la
interacción verbal porque ese otro a quien me dirija va determinar mi enunciado, va a determinar el
género discursivo que utilice. También va a responder a mi enunciado y su enunciado será respondido
por otros sujetos; de este modo ser irá formado un encadenamiento de enunciados. Por lo tanto, un
enunciado no es más que un momento en el proceso continuo de la comunicación verbal.

CRÍTICA
Subjetivismo individualista (representante Objetivismo abstracto (representante destacado:
destacado: Kuhn) Saussure)

En su lugar postula que el lenguaje es:

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un fenómeno social que se constituye en la interacción verbal
Porque un enunciado va a estar constituido por la Porque el alocutario va a determinar el género
situación social inmediata y el medio social más discursivo que el locutor utilice
amplio

Para Voloshinov el enunciado tiene una parte dicha y una parte no dicha; esa parte no dicha es el
contexto extraverbal. Para este autor lo no dicho se sobrentiende porque hay una base social que permite
su comprensión. Del mismo modo, afirma que lo no dicho es tan importante como lo dicho y que se
pueden diferenciar tres factores que comprenden a este contexto extraverbal: el horizonte espacial
compartido, el conocimiento y comprensión común de la situación y la valoración compartida. Para una
mejor comprensión de estos factores que comprenden al contexto extraverbal, Voloshinov nos da un
ejemplo:

- Dos personas miran por la ventana y una de ellas dice "vaya". Nosotros, que no estamos en esa
situación no entendemos a qué se refiere ese “vaya”, pero las dos personas sí lo entienden
porque participan de un mismo escenario y además hay un contexto extraverbal que justamente
le da sentido a esa expresión. Posteriormente, Voloshinov, nos describe el contexto extraverbal
para que entendamos la significación de dicha expresión. Se suponía que como estaban en
primavera no tenía que seguir nevando, pero sí lo hacía; entonces ese "vaya" está expresado
con una entonación irónica, de indignación respecto de ese invierno que no termina.

En el ejemplo mencionado, el horizonte espacial compartido es la ventana, la nieve, la habitación. El


conocimiento y comprensión común sería que los dos saben que están en primavera y que sin embargo
todavía está nevando. Y la valoración es el fastidio e indignación.

ENUNCIADO
Parte dicha Parte no dicha  contexto extraverbal
Factores que lo comprenden:
- Horizonte espacial compartido
- Conocimiento y comprensión común de la
situación
- Valoración compartida

Voloshinov también hace referencia a la entonación. Esta última es definida como la expresión sonora de
la valoración social y significa la apertura a un tercer participante porque se presenta siempre como
doblemente orientada, por un lado, al interlocutor –que toma un rol de aliado o testigo– y por otro, al
objeto o tema del enunciado –al que la entonación evalúa y califica–. Siguiendo el ejemplo anterior, la
tercera persona sería el invierno.

El autor plantea que “las emociones individuales solo pueden entrar en juego como resonancias que
acompañan al tono básico de la evaluación social. El yo solo puede realizarse verbalmente sobre la base
del nosotros". Con esto quiere decir que la emoción individual, lo que cada uno siente, es un efecto de
una evaluación social. Afirma que de nuestra individualidad solo tenemos matices y que nuestras
opiniones se forman desde afuera, no hay nada propio. El Yo tanto para Voloshinov como para Bajtín es
solamente un efecto del nosotros.

Moreno – La palabra de la ley en el campo de la Salud


Mental
La sanción en 2010 de la Ley Nacional de Salud Mental (N° 26.657) es producto de un proceso de
reforma de la atención psiquiátrica que se inicia en América Latina con la Declaración de Caracas en
1990.

La Ley 26.657 supuso una innovación porque:

- Considera la Salud Mental como un proceso influenciado por múltiples y diversos factores
(históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos).
- A partir de esta consideración, decreta que los establecimientos de salud mental deberán
disponer de un equipo interdisciplinario integrado por enfermeros, psicólogos, psiquiatras,
abogados, trabajadores sociales, médicos generalistas, psicopedagogos, terapistas
ocupacionales, pediatras y estimuladores tempranos. Se corre así al médico psiquiatra de su
lugar de privilegio.

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- Propone desmantelar al manicomio como institución y terminar también con las prácticas que en
él se llevan a cabo como el encierro, aislamiento y la estigmatización, entre otros. A la vez
propone la construcción de nuevos dispositivos sustitutos como las residencias compartidas y las
cooperativas de trabajo.
- Nombra a los sujetos como “usuarios” (de los Servicios de Salud Mental), remarcando con este
término cierta posición activa que les supone y ya no, como entendía el Modelo Psiquiátrico,
“enfermos mentales” en posición pasiva, de espera para ser atendidos.
- No utiliza la denominación “enfermo mental” sino “persona con padecimiento mental”. La primera
denominación se hace referencia a la cuestión del ser, lo cual determina la existencia de alguien
por lo que es y no por lo que padece. Esto conlleva efectos en la constitución subjetiva (“ser”
bipolar, por ejemplo). En cambio, concebir a las personas por su padecimiento, mental o
cualquier otro, sugiere que ese puede ser un momento particular en el que alguien necesite de
atención y tratamiento específico, sin que eso implique una definición en la lógica del ser. Dicha
denominación no es ingenua, sino que pretende instalar la concepción de un sujeto de derecho
con capacidad para ser incluido en la decisión de su tratamiento; debe firmar un consentimiento
para ser internado y tratado.
- Lo que debe ser evaluado por el equipo interdisciplinario para indicar una internación es si ese
sujeto se encuentra en riesgo para sí o para terceros, y ya no si es peligroso. La categoría de
peligrosidad remite inmediatamente al campo de la delincuencia y lo jurídico, de este modo la
internación se constituye como encierro para controlar el peligro y garantizar la seguridad de los
otros; y por lo tanto, se desdibuja lo que debería ser el objetivo principal de una internación: el
cuidado de un sujeto que padece para favorecer su recuperación terapéutica y su inclusión
social.

Benveniste – Estructura de las relaciones de persona


en el verbo; De la subjetividad en el lenguaje; El
aparato formal de la enunciación; El lenguaje y la
experiencia humana; Enunciación, apropiación y
acontecimiento (de Ballanti sobre Benveniste)
Benveniste fue un lingüista francés perteneciente al movimiento estructuralista. Fue un seguidor de la
teoría saussureana y planteó algunas cuestiones que creía escapaban de la formalidad de dicha teoría.

El lingüista ruso Roman Jakobson, también perteneciente al movimiento estructuralista, postulaba que el
lenguaje es un instrumento de la comunicación. Para Jakobson, el emisor va a codificar un mensaje y el
receptor va a decodificar ese mensaje tal cual el emisor lo codificó, es decir, si el emisor codificó A, el
receptor va a decodificar A. Pensar que el lenguaje es un instrumento de la comunicación implica
sostener una unilateralidad del mensaje y una unicidad de lo que se dice. También implica pensar que el
lenguaje es algo construido por el hombre, un producto cultural, algo que está por fuera de él.

Benveniste discute con esta idea porque para él, el lenguaje es inherente al hombre. Entonces, si es
inherente al hombre no puede ser algo creado por él. No se puede crear la vista o el gusto porque son
inherentes al hombre, del mismo modo, no podemos crear el lenguaje.

En el modo de concebir al sujeto es donde se pone de manifiesto la originalidad del lingüista francés.
Benveniste plantea un sujeto lingüístico, es decir, un sujeto que se constituye en y por el lenguaje. La
subjetividad es la capacidad de un locutor de plantarse como sujeto en su discurso. El locutor se apropia
de la lengua y, en ese acto de apropiación que Benveniste llama enunciación, se constituye como sujeto.

El acto de enunciación es único: cada vez que alguien habla, realiza un acto de enunciación, si más tarde
vuelve a hablar, vuelve a realizar otro acto de enunciación distinto al que ya ocurrió porque el acto de
enunciación es evanescente, es irrecuperable. A lo único que se puede volver es a un enunciado, que es
el producto de la enunciación. Cuando leemos una carta, un mensaje, o lo que sea, lo escrito es un
enunciado, producto de la enunciación que sucedió alguna vez, pero ese acto de enunciación está
perdido.

El acto de enunciación implica una semantización de la lengua. Esto último tiene que ver con hacer que
un grupo de elementos lingüísticos se configuren en un discurso y tomen un sentido, un significado,
superior al de los elementos aislados.

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Benveniste afirma que el Yo es el indicador lingüístico de que hay un sujeto hablando y que cuando
alguien habla, se instala como Yo e instala al mismo tiempo un Tú. Por eso se dice que toda enunciación
implica una interlocución, es decir una relación locutiva, un diálogo, entre un Yo y un Tú, incluso en un
monólogo. En un monólogo, lo que sucede es un desdoblamiento del Yo entre un Yo que habla y un Yo-
Tú que escucha.

Aquí hay una gran diferencia con el punto de vista sociológico. Este último afirmaba que era el otro el que
me constituía como hablante; en función del oyente es que el hablante hacía ingresar su enunciado en
determinados géneros discursivos. Para Benveniste es al revés: el Yo es el centro de todo, es el que
engendra al Tú y además crea los tiempos y espacios. La teoría de la enunciación es una teoría
egocéntrica.

Características de la relación Yo-Tú.

- Hay una relación de engendramiento. El Yo engendra al Tú y al mismo tiempo lo trasciende.


- Son complementarios y por ello también son simultáneos. Cada vez que habla un Yo, se instala
como Yo e instala al mismo tiempo a un Tú.
- Son reversibles porque el Tú se puede convertir en Yo cuando se le ceda la palabra.
- Son únicos cada vez. Son un Yo y un Tú diferentes, propios de cada enunciación.

Benveniste afirma que el Yo y el Tú siempre hablan de un Él y que tanto el Yo como el Tú poseen un


rasgo lingüístico que los define y diferencia de otros pronombres personales. Poseen el rasgo de persona
y en este sentido se diferencian del Él que no lo posee porque está por fuera de la enunciación.

Entonces, el Yo y el Tú poseen el rasgo de persona y se oponen al Él que no la posee. A esta oposición


Benveniste la llama correlación de personalidad.

Correlación de personalidad
YO -> TÚ ≠ ÉL
+persona -persona

Existe una correlación interna a la correlación de personalidad y se denomina correlación de subjetividad.


Esta opone al Yo y al Tú porque el Yo, además de tener el rasgo de persona, posee el rasgo de
subjetividad porque es el sujeto que habla. El Tú, en cambio, posee el rasgo de persona, pero no el de
subjetividad porque no es el sujeto que habla.

Correlación de subjetividad
YO ≠ TÚ
+persona +persona
+subjetividad -subjetividad

Estas dos correlaciones son las que organizan lo que Benveniste llama la categoría de persona.

Dentro del conjunto de elementos de la lengua, hay un subconjunto de elementos que tienen la propiedad
de ser formas vacías, es decir, que tienen la propiedad de no tener contenido ni referencia específica.
Estas formas vacías se llenan cuando alguien habla. Este subconjunto de elementos es lo que Benveniste
va a llamar aparato formal de la enunciación y dentro de él podemos encontrar los siguientes elementos:

- Pronombres personales (ej.: yo, tú, él) y pronombres posesivos (ej.: mío, tuyo nuestro).
- Deícticos, que son adverbios de tiempo (ej.: ayer, hoy, mañana) y espacio (ej.: aquí, allá, acá).
- Índices de ostensión, que son pronombres demostrativos (ej.: éste, ese, aquel) que
generalmente implican un acompañamiento gestual de la palabra.
- Flexiones verbales, que tienen que ver con la conjugación del verbo en función del tiempo y la
persona. Ej.: si yo digo “Ayer fui”, “fui” es la conjugación verbal del verbo “ir” y ese “fui” está
conjugado en función del que habla y del tiempo.
- Grandes funciones sintácticas que disponen de un aparato de funciones:
a. Aserción, mediante la cual se asevera algo.
b. Interrogación, que permite indagar y obtener una respuesta.
c. Intimación (representada por el imperativo y el vocativo) mediante la cual el locutor
apela al alocutario para generar en él una acción.

Todos estos elementos forman lo que Benveniste llama deixis. Esta última se define como la organización
o producción del tiempo y el espacio en función del Yo.

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Existen tres tiempos que son importantes a la hora de pensar la lengua: el tiempo físico, el tiempo crónico
y el tiempo lingüístico.

El tiempo físico no tiene segmentos estipulados convencionalmente respecto de la división del tiempo,
sino que es segmentable a voluntad. Tiene que ver con una percepción del tiempo que es subjetiva. Por
ejemplo: cuando uno está aburrido o triste el tiempo se vuelve denso.

El tiempo crónico es el tiempo del calendario como sucesión de aconteceres. Este tiempo tiene tres
condiciones: la condición estativa, la condición directiva y la condición mensurativa.

La condición estativa tiene que ver con la posibilidad de que siempre haya un eje axial que organice el
tiempo. Ese eje puede ser marcado en función de alguna cuestión religiosa (ej.: nacimiento de Cristo) o
en función de algún fenómeno natural. A partir de la condición estativa nace una condición directiva que
implica que se piense el tiempo antes y después de ese eje axial. Y la condición mensurativa tiene que
ver con la recurrencia a ciertas unidades de medida del tiempo (ej.: día, mes, año) establecidas a partir de
ciertos hechos.

Esto son los dos tiempos previos a la conceptualización del tercer tiempo que para Benveniste es el más
importante: el tiempo lingüístico. El tiempo lingüístico se fundamenta en el establecimiento de un eje axial,
pero ese eje no es estático, sino móvil. El eje axial lingüístico coincide con el momento de la enunciación.
Cada acto lingüístico se convierte, así, en su propio centro de referencia temporal, con respecto al cual
los acontecimientos pueden ser anteriores, simultáneos o posteriores.

El autor afirma que el sujeto lingüístico es el que organiza el tiempo y el espacio, y que, el oyente produce
con él una relación de intersubjetividad en tanto se instala en su tiempo. El presente lingüístico es siempre
el presente del que habla, no importa si lo escuchamos (ej.: mediante una grabación) o leemos (ej.:
mediante una carta) en un futuro.

Benveniste sostiene que el Yo no recibe la misma concepción de pluralidad que otros elementos
lingüísticos. Cualquier sustantivo puede ser plural (ej.: casa-casas), pero el Nosotros, que sería el plural
del Yo no es una multiplicidad de yoes, sino que es un Yo ampliado que implica la unión de un Yo más un
No-Yo.

El No-Yo puede ser un Yo+Tú o un Yo+Él y eso va a dar como resultado dos tipos de Nosotros: el
nosotros inclusivo y el nosotros exclusivo.

- Yo+Él es un Nosotros exclusivo porque excluye al Tú.


- Yo+Tú es un Nosotros inclusivo porque incluye al Tú.

Ej.: Una profesora les dice a sus alumnos: “Nosotros vamos a estar de paro, por lo tanto, no nos vamos a
ver”. “Nosotros vamos a estar de paro” es un Nosotros exclusivo porque su alocutario son sus alumnos y
no los incluye. “Por lo tanto no nos vamos a ver” es un Nosotros inclusivo porque sí los incluye.

Adad, Bolla, Ballanti – La entrevista en la práctica del


psicólogo
Las palabras significan a partir de la diferencia, o sea, a partir de aquello que las hace puntuales e
históricas. En consecuencia, se sostiene que cada vez que un sujeto se manifiesta a través de la palabra,
lo que se interpreta es la palabra propia y también lo que significa esa palabra en un entramado cultural
de significaciones que circula por medio del lenguaje en el momento en que el sujeto se expresa.

En la entrevista podremos escuchar no solo la voz original (la del sujeto que se expresa) sino el conjunto
de voces y de representaciones culturales instituidas en el lenguaje. En otras palabras, podremos
escuchar los diversos modos del decir.

De acuerdo al Diccionario de Psicología:

“La entrevista es una forma de investigación en la cual la reunión de los datos se realiza mediante un
proceso de comunicación verbal. Nació como método de investigación en el ámbito de las ciencias
sociales, y fue adoptada por la ciencia psicológica como instrumento de investigación que, junto con la
observación, los reactivos y los procesos experimentales, permite obtener informaciones sobre las
aptitudes, los conocimientos, las aspiraciones y los conflictos de un individuo o de un grupo”.

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La entrevista, en nuestro ámbito, se utiliza con la finalidad de llegar a un diagnóstico (para determinar la
terapia más adecuada) o con fines investigativos. Existen varios tipos de entrevista que se distinguen
entre sí, fundamentalmente, por los objetivos que tienen. Estas son:

- La entrevista estructurada que se puede clasificar en:


a) entrevista estandarizada, en la que el orden de las preguntas, la cualidad y el
comportamiento del entrevistador están predeterminados;
b) entrevista semi-estandarizada, que consiste en una serie de preguntas que el entrevistador
puede modificar, invertir, omitir o ampliar de acuerdo con el contexto y las respuestas del
entrevistado.
- La entrevista diagnóstica, que busca el aspecto cualitativo de los datos (no el cuantitativo) y tiene
la finalidad de llegar a un diagnóstico de personalidad o un diagnóstico clínico. Generalmente se
integra con una anamnesis.
- La entrevista terapéutica, que privilegia la esfera emotiva que rodea la interacción entre paciente
y terapeuta. En este sentido, se considera tanto el lenguaje verbal como el no verbal que
proporciona el sujeto.
- Y la entrevista educativa, que está centrada en la situación del alumno y sus problemáticas.

Las palabras del sujeto entrevistado ponen de manifiesto un proceso inherente al lenguaje, el proceso
performativo. Cuando un sujeto habla, a través de su versión del mundo, en el acto mismo de nombrarlo
le da existencia. En términos más simples, el mundo existe porque el sujeto lo nombra y de acuerdo a
cómo lo nombra.

En la narración de la entrevista surgen los modos del decir y con ellos las modalidades mediante las
cuales el sujeto se inscribe en sus enunciados. Existen tres modalidades:

- La epistémica: mediante la cual el locutor manifiesta su certeza o su incertidumbre respecto de la


verdad de la proposición contenida en su enunciado.
- La deóntica: mediante la cual el locutor manifiesta la obligatoriedad o necesidad de que se dé el
hecho enunciado, en relación con un sistema de normas.
- Y la axiológica, mediante la cual se evidencia la actitud del locutor en relación a lo que enuncia
de acuerdo con sus valores morales y evaluaciones personales.

Pérez Gianguzzo – La entrevista psicoanalítica


El psicoanálisis se inició como un procedimiento para la terapéutica de algunos trastornos neuróticos
(como la histeria, las fobias y las neurosis obsesivas) y la interpretación de las formaciones psíquicas
normales (como los sueños, deslices del habla, recuerdos, chistes, etc.), para luego transformarse en una
teoría sobre el psiquismo humano.

Tanto el procedimiento como la teoría del psicoanálisis provienen de la práctica clínica de Freud. El
psicoanálisis como procedimiento terapéutico se basa en el diálogo y la interpretación de los sinsentidos a
partir de la asociación libre del paciente. Freud descubrió que, puestos a trabajar, esos sinsentidos
revelan un sentido pleno y verdadero pero reprimido, opaco a la conciencia del sujeto. En la posibilidad de
restituir la dimensión de verdad de eso que, para el paciente se muestra como un sinsentido, radica el
poder de la cura psicoanalítica.

En “Sobre la iniciación del tratamiento” Freud propone tomarse un tiempo provisional con cada paciente
en forma de entrevistas preliminares a un tratamiento, para adquirir cierto conocimiento del caso, decidir
si es apto para un psicoanálisis, y si el analista está en disponibilidad para tomar a ese paciente en
tratamiento o no. En este sentido, el análisis a comenzar se constituirá como un contrato entre el paciente
y el analista, que reside en las decisiones de ambos de continuar la situación analítica.

La entrevista psicoanalítica se sostiene sobre las siguientes reglas:

- La asociación libre: el paciente debe comunicar todo lo que se le ocurra, sin rechazo de nada ni
objeciones críticas.
- Atención parejamente flotante: el analista deberá darle la misma importancia a todo lo que
escucha pues esto es lo que permitirá el discernimiento de lo inconciente escondido.
- Abstinencia y neutralidad: el analista no debe ser transparente para el analizado, sino que sólo
debe mostrar, al modo de un espejo, lo que le es mostrado. Su individualidad debe quedar por
fuera.

Si abordamos la entrevista psicoanalítica conforme a la teoría de la enunciación veremos que en ella no


hay una instancia de diálogo. Si bien participan dos individuos, hay un solo Yo en juego: el del paciente.

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Porque, como ya dijimos, en la entrevista psicoanalítica se trata de que el Yo del analista quede por fuera,
suspendido, de modo tal que no obstaculice el proceso psicoanalítico.

Otra peculiaridad tiene que ver con que Freud sostiene que el paciente transfiere sobre el analista
mociones pulsionales y fantasmáticas, que provienen de su historia y de relaciones que éste ha
establecido con personas significativas. Así, si bien el paciente se dirige al analista al momento de hablar,
muchas veces se trata de otro Tú al que se orienta eso que dice y en el cómo lo dice. Es este nivel de
interlocución el que debemos identificar a la hora de analizar enunciativamente una entrevista
psicoanalítica, es decir, poder determinar a qué Tú se dirige el Yo del paciente en los distintos momentos
en los que habla, aunque en efecto parezca hablarle al analista.

Cros – El sujeto cultural


CULTURA
Es el espacio ideológico que enraíza a una colectividad en la conciencia de su propia identidad
Existe en la medida en que se diferencia de las otras
Funciona como una memoria colectiva que sirve de referencia, y por consiguiente, es vivida como
guardiana de continuidad
Sólo existe a través de sus manifestaciones:
- El lenguaje
- Las instituciones y prácticas sociales
- La apropiación de los sujetos
Su asimilación e interiorización en mayor o menor medida por parte de los sujetos produce las
diferencias de clase entre ellos
SUJETO CULTURAL
Es la instancia que integra a todos los individuos de una misma colectividad
Adviene y es alienado por un “ya aquí” ideológico inscrito tanto en las prácticas sociales e
institucionales como en el lenguaje

CON RESPECTO AL SUJETO:


FREUD LACAN BENVENISTE
Propone un sujeto del Propone que el inconciente está Propone un sujeto lingüístico
inconciente estructurado como un lenguaje que:
- Se apropia de la
lengua de manera
conciente
- Configura su discurso
libremente
Tomando estas dos ideas Cros afirma que lo inconciente se pone Cros critica esta idea para
de relieve en el discurso plantear que el sujeto:
- Se apropia de la
lengua de manera
inconciente por el
hecho de estar
sumergido desde el
minuto 0 en la cultura
- Configura su discurso
en función de lo que la
cultura le permite usar

Jakobson – Dos tipos de lenguaje y dos tipos de


trastornos afásicos
Hablar implica efectuar dos operaciones simultáneas: por un lado, la selección y sustitución y, por otro
lado, la combinación y contextura.

Selección y sustitución son dos caras de una misma operación de semejanza: se seleccionan una cierta
cantidad de palabras del léxico y las mismas pueden ser sustituidas por otras semánticamente
semejantes. De esta forma opera la metáfora, por ello las operaciones relacionadas con selección y
sustitución son llamadas polos metafóricos.

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Combinación y contextura, por su parte, son dos caras de una misma operación de contigüidad: las
palabras seleccionadas se combinan en una oración y adquieren un contexto gracias a que las palabras
se disponen contiguamente, es decir, en una línea. De esta forma opera la metonimia, por ello las
operaciones relacionadas con la combinación y contextura son llamadas polos metonímicos.

A partir de estas premisas el autor establece una tipología doble en cuanto a las afasias: el trastorno de
semejanza compromete a la facultad de seleccionar y sustituir signos lingüísticos, y el trastorno de la
contigüidad a la de combinarlos y contextualizarlos.

Tanto la metáfora como la metonimia sirven para realizar comparaciones, o más bien para evocar unos
términos a partir de otros. Mientras en la metáfora dichos términos pertenecen a campos semánticos
distintos, en la metonimia los términos pertenecen al mismo campo semántico.

Ejemplos de metáfora:

- Las nubes de algodón.


- Tu cabello es como la noche.

Ejemplos de metonimia:

- Beber cuatro copas (el contenido de las mismas).


- No hay ni un alma (no hay nadie).

La metáfora y la metonimia son, para Jakobson, las dos operaciones más primitivas para representar al
mundo.

Todorov – Sinécdoques
Para este autor la operación más primitiva es la sinécdoque, que es una subespecie de la metonimia que
aborda el todo por la parte o la parte por el todo. Tanto la metáfora como la metonimia son, para Todorov,
el producto de una doble sinécdoque.

Saussure – Curso de lingüística general


Saussure es considerado el padre de la lingüista y ha influido a en las generaciones posteriores a partir
de una recopilación de sus conferencias reconstruidas a partir de los cuadernos de apuntes de sus
discípulos. El Curso de Lingüística General, publicado el 1916, presenta por lo tanto unas características
que hacen difícil determinar el grado de exactitud y fidelidad con las ideas del lingüista, además de
algunos fragmentos en los que la argumentación revela ciertas inconsistencias con otros enunciados del
Curso.

Saussure, en primer lugar, afirma que el lenguaje es una facultad natural del ser humano. Es multiforme y
heteróclito; a caballo de diferentes dominios, a la vez físico, fisiológico, psíquico, individual y social.
Además, el lenguaje no se deja clasificar en ninguna de las categorías de los hechos humanos porque no
se sabe cómo desentrañar su unidad.

Para construir un objeto de estudio que le confiera a la lingüística el carácter de ciencia, Saussure acuña
la dicotomía lengua y habla. Lengua y habla son dos aspectos esencialmente distintos del lenguaje.

LENGUA HABLA
Social Individual
- El individuo por sí solo no puede crearla
ni modificarla
- El individuo tiene la necesidad de un
aprendizaje para conocer su
funcionamiento
Esencial Accesoria: un individuo privado del habla
conserva la lengua con tal que comprenda los
signos vocales que oye
Producto que el individuo registra pasivamente Acto de voluntad e inteligencia: el individuo decide
hablar
Es psíquica Es psíquica, fisiológica y física
Es de naturaleza homogénea: es un sistema de Es de naturaleza heterogénea
signos en el que sólo es esencial la unión de un
concepto y una imagen acústica
Es de naturaleza concreta: los signos lingüísticos

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no por ser psíquicos son abstracciones; las
asociaciones ratificadas por el consenso colectivo
y cuyo conjunto constituyen la lengua, son -
realidades que tienen su asiento en el cerebro.
Además los signos de la lengua son tangibles; la
escritura puede fijarlos en imágenes
convencionales.

Saussure considera que el habla es heterogénea y que por ello no puede ser un buen objeto de estudio.
La lengua en cambio, por su carácter homogéneo constituye una buena base para la construcción de una
ciencia.

Considera también que la lingüística será una parte de la semiología, definida como la ciencia que estudia
los signos en el seno de la vida social. La semiología sería parte de la psicología social y por consiguiente
de la psicología general. La tarea del lingüista es determinar por qué la lengua es un sistema especial de
signos dentro del conjunto de hechos semiológicos.

El signo lingüístico consiste en la unión entre un concepto y una imagen acústica. La imagen acústica no
es el sonido material sino su huella psíquica. El carácter psíquico de nuestras imágenes acústicas
aparece claramente cuando observamos nuestra lengua materna: sin mover los labios ni la lengua
podemos hablarnos a nosotros mismos. En el uso corriente el término signo designa generalmente a la
imagen acústica sola. Para desparecer esta ambigüedad, Saussure remplaza las nociones concepto e
imagen acústica por significado y significante, respectivamente.

Principios del signo:

- Arbitrariedad. La unión entre significado y significante es arbitraria, esto es, inmotivada, sin
causa lógica o natural.
- Linealidad del significante. El significante, por ser de naturaleza auditiva, se representa en una
línea temporal. Por ej.: no se pueden pensar superpuestos los significantes de mesa, silla y
sillón; los significados en cambio, si pueden hacerlo.

Del principio de arbitrariedad se derivan la mutabilidad e inmutabilidad del signo. Lo que es mutable o no
es la relación entre significado y significante. La inmutabilidad tiene que ver con que la relación entre
significado y significante sea fija, invariante. La mutabilidad, en cambio, tiene que ver con que haya un
desplazamiento, un cambio, entre significado y significante.

Razones por las que el signo es inmutable:

- Porque es arbitrario. Para que una cosa entre en cuestión es necesario que se base en una
norma razonable. Se puede, por ejemplo, debatir si la forma monogámica de matrimonio es más
razonable que la poligámica y hacer valer razones para una u otra: pero en cuanto a la lengua,
sistema de signos arbitrarios, esa base falta, y con ella desaparece todo terreno de discusión; no
hay motivo alguno para preferir sister a hermana.
- Porque los signos son innumerables y consecuentemente imposibles de cambiar en su totalidad.
- Porque hay una resistencia colectiva al cambio. La lengua es la más ortodoxa de las
instituciones y la masa funciona como un factor de conservación de la misma.
- Porque el sistema de la lengua es sumamente complejo.

Saussure afirma que, si la lengua está viva y se utiliza por una masa hablante siempre sufre alguna
alteración. No se modifica todo el sistema de la lengua sino algunos signos puntuales. Se pueden pensar
varios ejemplos donde se da un desplazamiento entre significado y significante. Por ej. “armario”. Hoy en
día el significado del significante armario es “espacio para guardar ropa”, pero antes, el significado
asociado a ese significante era “espacio para guardar armas”.

Para explicar la mutabilidad, Saussure recurre al mismo argumento que explicaba la inmutabilidad: la
arbitrariedad. Si la unión entre significado y significante es inmotivada entonces puede ser cualquiera. El
tiempo va a ir desplazando esas uniones.

Lo que diferencia a la mutabilidad de la inmutabilidad es pensar la lengua a través del tiempo o en el


tiempo. La inmutabilidad se da en sincronía y la mutabilidad en diacronía. Esto tiene que ver con la
dicotomía metodológica que Saussure inaugura: el método sincrónico y el método diacrónico.

- El método sincrónico implica estudiar la lengua en un recorte temporal


- y el método diacrónico implica estudiar la lengua a través del tiempo.

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Entonces, si estudio la lengua sincrónicamente me voy a encontrar con un sistema de signos inmutables y
si estudio la lengua diacrónicamente me voy a encontrar con signos que cambian. Saussure habla de los
dos métodos, pero opta por un estudio sincrónico dado es lo novedoso para él. Todos los estudios sobre
la lengua anteriores a él eran diacrónicos.

Saussure afirma que por fuera de la lengua sólo hay masas amorfas de pensamiento y de sonido. La
lengua realiza un corte arbitrario sobre estas masas amorfas y el resultado es un signo lingüístico
igualmente arbitrario. Los cortes que realiza la lengua, una vez realizados terminan por configurar un
sistema de formas puras que no es más ni menos que un sistema de valores. Una vez que la lengua
determina esos cortes no se pueden modificar de manera caprichosa porque impactaría sobre todo el
sistema. Para mantener el orden del sistema los valores deben mantenerse invariantes (inmutabilidad)
pero como la lengua tiene una realización material puede que el sistema cambie (mutabilidad).

El sistema de valores está fundamentado por una sola lógica, que es la lógica de la diferencia. Para que
un elemento tenga un espacio en un sistema de valores, debe tener un rasgo que lo diferencie del resto
de los elementos del sistema. Ese rasgo diferente es el que le da sentido a su existencia y le permite la
coexistencia con los otros valores del sistema.

El sistema de valores constituye esta diferencia por oposición: un valor existe porque en simultaneo hay
otros valores que se le oponen, es decir, que existen al mismo tiempo. Se puede decir entonces que el
valor es negativo porque un valor es lo que los otros no son. La lengua es forma y no sustancia dice
Saussure, porque no importa el contenido sino aquello que le permite a un signo oponerse a los demás.
El autor compara a la lengua con el ajedrez. Si se pierde el caballo y en su lugar se pone una tapa
podemos jugar igualmente porque no importa la sustancia, no importa que no sea un caballo, sino que
cumpla su función, que en este caso es la de moverse en L. En el ajedrez cada ficha se define por
oposición y diferencia con las otras y eso es lo que les da su valor.

No existe la posibilidad de que un valor se escape del sistema porque se configuró como tal en función de
la diferencia con los otros valores. Un valor no puede existir solo, por eso se dice que la diferencia implica
oposición y la oposición, a su vez, implica una relación. Si el valor está en el sistema se tiene que
relacionar con los otros. Las relaciones entre los valores del sistema se realizan en dos órdenes
diferentes: el orden sintagmático y el orden asociativo.

Las relaciones sintagmáticas reflejan la linealidad del signo lingüístico, que condiciona la secuencialidad
de todas las expresiones: los elementos se alinean uno detrás de otro en la cadena del habla; la totalidad
resultante es llamada sintagma y se compone de dos o más unidades consecutivas. Se trata de
relaciones en presencia (puesto que dos o más elementos se hallan igualmente presentes en la serie),
ordenadas y de carácter finito.

Las relaciones paradigmáticas se dan en el cerebro del hablante (por eso son relaciones en ausencia),
que asocia elementos del sistema que tienen algo en común, es decir, la asociación puede basarse en la
presencia de elementos comunes, en la analogía de significados o en la simple similitud fónica. Los
elementos evocados forman una familia que no tiene ni orden ni número definido.

Saussure analiza el valor en su aspecto conceptual y en su aspecto material (significante). Para cualquier
palabra podemos encontrar otras palabras que se le parezcan en el significado, pero en el plano del
significante ninguna será igual. Lindo, hermoso y bello tienen un valor distinto, no en el significado donde
a lo mejor la diferencia es mínima, pero sí en el plano del significante. Para Saussure no existe un
sinónimo exacto porque para ello debería ser idéntico tanto en significado como en significante.

Benveniste – Naturaleza del signo lingüístico


Benveniste aclara que la lengua no es una nomenclatura porque no es una lista de términos que se
corresponden; la lengua no une una cosa y un nombre.

Plantea que la arbitrariedad entendida al modo saussureano determina que sería posible alterar algún
signo porque como la arbitrariedad es caprichosa, no tiene fundamentos, esa arbitrariedad podría ser
alterada.

El autor plante que cuando un hablante incorpora la lengua, incorpora el significado y también el
significante. Esto es, no se aprenden por separado. Por ello, la relación entre significado y significante es
necesaria y no arbitraria como planteaba Saussure.

Cuando un sujeto conoce un signo lingüístico conoce las dos cosas (significado y significante) y no los
puede separar porque si lo hiciera escucharía ruido o percibiría un pensamiento, dejando ya de ser un

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signo. Pero, además, dice Benveniste, si tratáramos de cambiar (basados en la supuesta arbitrariedad) un
significado para un significante, alteraríamos todo el sistema de valores. El hablante podría ejercer su
voluntad de cambiar si el signo fuera arbitrario, peor no lo es.

Benveniste plante entonces que hay arbitrariedad, pero no está entre el significado y el significante como
postulaba Saussure, sino que está entre el signo y la cosa que ese signo me indica.

Condito y Scenna – Enunciado y sobreentendido


(crítica de Voloshinov a Saussure ampliada)
Voloshinov en El signo ideológico y filosofía del lenguaje critica el concepto de signo propuesto por
Saussure. Para Voloshinov: “Todo signo se estructura entre los hombres socialmente organizados en el
proceso de su interacción. Por eso las formas del signo están determinadas ante todo tanto por la
organización social de los hombres como por las condiciones más inmediatas de su interacción. En
cuanto cambian las formas cambia el signo”.

Desde la teoría saussureana el objeto lengua se conceptualiza como un sistema de signos relativamente
estable y compartido como promedio por la masa parlante. En el marco de este sistema, los signos son
entendidos como unidades inmanentes con un valor puramente diferencial (puesto que un signo es lo que
los otros no son en el interior del sistema lingüístico). En este sentido, desde el punto de vista sociológico
se juzga que el objeto de estudio delimitado por Saussure –la lengua- margina el estudio de las
dimensiones culturales en el signo lingüístico. Voloshinov denomina a este punto de vista “objetivismo
abstracto” en la medida en que “la lengua como sistema de formas normativamente idénticas no
representa el modo real de la existencia del lenguaje para las conciencias de los individuos que la
hablan”, por lo que la escisión de la lengua del lenguaje y su diferenciación respecto del habla es tomada
como una abstracción teórica innecesaria: el individuo habla mediante enunciados –siempre situados
social y culturalmente- y no mediante formas puras inmanentes al sistema.

En consecuencia, el lingüista ruso sostiene que la lengua materna implica para los hablantes la
comprensión de los significados en la interacción verbal y no el reconocimiento de elementos idénticos.
Presuponer que reconocemos siempre el mismo significado es asumir que el lenguaje es transparente y
unívoco en un punto en el tiempo y que, por lo tanto, los significados son invariables. En oposición, al
sostener que cada significación es única e irrepetible, se asume la existencia de sentidos múltiples y
cambiantes. “Cada palabra es una pequeña arena de cruce y lucha de los acentos sociales de diversas
orientaciones” (Voloshinov).

Condito – El estructuralismo en lingüística


Entendemos por lingüística estructural un conjunto de investigaciones que descansan sobre las hipótesis
de que es científicamente legítimo describir el lenguaje como si fuera esencialmente una entidad
autónoma de dependencias internas o, en una palabra, una estructura. El enunciado que acabamos de
formular tiene un carácter hipotético. Esta hipótesis implica que, en el interior del lenguaje, es la lengua lo
que constituye el objeto específico de la lingüística estructural.

NOCIONES BÁSICAS DE LA LINGÜÍSTICA ESTRUCTURAL


SISTEMA Saussure es el precursor del estructuralismo
moderno, pero jamás empeló, en ningún sentido,
la palabra “estructura. A sus ojos, la noción
esencial es la de sistema: la lengua forma un
sistema.
ESTRUCTURA Es una entidad autónoma de dependencias
internas. En otras palabras, una estructura es un
todo cuyas partes están unidas por una relación
de solidaridad y de dependencia.
UNIDADES Son de lo que está constituido el sistema. Las
unas dependen de las otras y son negativas, es
decir, son lo que son por su diferencia respecto
de las demás. Cada una de estas unidades tiene
un valor relativo. Son los signos de Saussure.
NIVELES El código representa una serie de órdenes
jerarquizados (fonemático, morfemático, frástico)
en los que cada unidad está determinada por sus
combinaciones en el orden superior.

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RELACIONES SINTAGMÁTICAS Y Las unidades de la lengua participan en estos dos
ASOCIATIVAS planos:
- Sintagmáticos: cuando se las considera
en su relación de sucesión material en el
seno de la cadena hablada (sintagma,
oración).
- Paradigmáticos: cuando son planteadas
en relación de sustitución posible, cada
una en su nivel y en su clase formal (son
las asociativas de Saussure).

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