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Trayectorias

ISSN: 2007-1205
trayectorias@uanl.mx
Universidad Autónoma de Nuevo León
México

GARCÍA GARCÍA, ALEJANDRO


Vivienda, familia, identidad. La casa como prolongación de las relaciones humanas
Trayectorias, vol. VII, núm. 17, enero-abril, 2005, pp. 43-56
Universidad Autónoma de Nuevo León
Monterrey, Nuevo León, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=60722197006

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Espacio y cultura

DOSSIER
Vivienda, familia, identida
identida d
tidad
La casa como prolong
prolongación
ación
de las relaciones humanas

ALEJANDRO GARCÍA GARCÍA

L
a vivienda es una necesidad social en cual- en ese hogar. No nos encontramos situados en la dis-
quier parte del mundo actual; son pocas las cusión socio-económica de la vivienda, sin embargo,
comunidades estrictamente nómadas y aun hemos recuperado del debate en este ámbito, aque-
ellos realizan ciertas formas de arquitectura llos datos que nos parecieron relevantes en el tema de
efímera o se refugian en cuevas realizando adapta- la cohesión y las formas de interacción familiar que
ciones al espacio creado naturalmente. Este requeri- constituyen, desde nuestro punto de vista, una parte
miento de producir u obtener una vivienda ocupa una fundamental de la identidad colectiva.
parte central en la vida adulta y de hecho constituye El interés de las ciencias sociales por la identifi-
uno de los principales retos en el desarrollo de la tra- cación sistemática de los procesos permanentes de
dicional dinámica familiar en personas con escasos expresión simbólica que generan la construcción y
recursos económicos. reconstrucción de identidades –representadas por vie-
Nuestro objetivo principal es reconocer al es- jos y nuevos actores sociales, manifiestas de una u otra
pacio doméstico como una prolongación de las rela- manera por transformaciones en nuestra vida cotidia-
ciones humanas que ahí se presentan, intentar el abor- na–, implica necesariamente el reconocimiento del ca-
daje de la vinculación entre el microespacio social de rácter diverso de las formas de interacción social, del
la vivienda autoconstruida con el desarrollo de una carácter dialógico de las identidades grupales.
identidad grupal, familiar en este caso. Pretendemos Trabajar en la comprensión de los procesos de
aquí estudiar las redes que funcionan para que se lo- autoconstrucción de la vivienda significa penetrar en
gre la edificación de la casa entre los futuros habitan- la complejidad de la vida cotidiana, en ese país de ori-
tes y una red social de apoyo, como la manera en que gen de todos (Parret, 1987:32). El hombre es tam-
las relaciones sociales de solidaridad llegan a mate- bién su espacio, así que el análisis de las característi-
rializarse estéticamente ahí. cas estéticas de sus expresiones materiales busca
Se trata de analizar las formas de expresión es- identificar el esquema ético desde el cual se generan.
tética que se presentan en la casa como edificación, al Advertimos que este es un ensayo que preten-
tiempo que se busca vincular estas manifestaciones de reflexionar sobre la forma en que se ha discutido
con la dinámica familiar específica que se desarrolla el tema de la autoconstrucción desde una perspecti-

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No tocaremos aquí el tema, pero parece haber


consenso entre los intelectuales citados, en cuanto a
que “...la mayoría de los proyectos institucionales li-
mita las posibilidades de aprovechamiento de muchos
de los recursos usados en la autoconstrucción nor-
mal (espontánea)” (Sudra, 1981:33), y de que hay
graves limitaciones en los programas emprendidos en
este sentido hoy día en México (Bazant, 1981:86). Al
parecer de estos autores, hay una total desconexión
entre las características “típicas” de los procesos au-
toconstructivos familiares y los apoyos gubernamen-
tales a la generación de vivienda, la edificación de
conjuntos habitacionales o casas de interés social no
ha resuelto sino mínimamente el problema y si cons-
tituyen hoy día espacios con problemas de hacina-
miento y son altamente propicios para delitos y con-
flictos entre vecinos.
va antropológica de corte cualitativo, que más que
tratar de demostrar o evidenciar, pretende actualizar el TERRIT ORIO, VIVIEND
TERRITORIO, VIVIENDAA E IDENTID AD
IDENTIDAD
debate en torno a un asunto de gran relevancia social
para los países del primer y tercer mundos y acercar Según Lamure, desde un punto de vista estrictamen-
las reflexiones académicas que son importantes para te etológico, la tendencia a asegurarse un territorio es
generar líneas de investigación en nuestros contextos una de las cualidades animales más antiguas del mun-
sociales específicos. Es importante señalar que la in- do y por su parte, en ese mismo sentido, Otto Koenig
tención central es plantear el tema de la autocons- afirma que la necesidad de posesión y autonomía está
trucción desde una perspectiva teórica que busque genéticamente anclada en el hombre (Lamure, 1980:
comprender la situación vivida por los autoconstruc- 66). Por otra parte, históricamente es innegable que
tores como actores sociales, sin discutir aquí la ma- el hombre desde que adquiere una mínima capaci-
nera como otros sectores de la sociedad perciben sus dad organizativa se ha procurado a sí mismo su vi-
barrios y sus casas. vienda (Bazant, 1981: 69).
Hay que comentar un dato fundamental para Conviene aquí destacar una postura de corte
comprender a la autoconstrucción en términos de más antropológico y por lo tanto más pertinente con
fenómeno social en nuestro país y en América Lati- el corte del trabajo que aquí se presenta. Gilberto
na: “aproximadamente el 60% de las viviendas en al- Giménez define al territorio como “...un espacio de
gunas metrópolis latinoamericanas son construidas inscripción de la memoria colectiva, como soporte
por el sector informal” (López, 2001: 143); en tanto material de la vida comunitaria y como referente sim-
que en México, “el, 70% de la población urbana del bólico de la identidad colectiva” (Chihu Amparán,
país se provee a sí misma de vivienda utilizando ma- 2002:52) y que la definición del concepto puede apli-
teriales y procedimientos rudimentarios, sin asisten- carse sin problema a la descripción de la vivienda,
cia técnica ni apoyo financiero” (Bazant, 1981:11; como territorio personal y al mismo tiempo del gru-
Sudra, 1981:33). po familiar, en un contexto social e histórico deter-

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minados. Vinculado con los planteamientos anterio-


res, Chihu Amparán señala que
En toda casa la relación
de las presencias
...la identidad de los sujetos se constituye en parte por el
arraigo a una localidad, a un territorio donde cotidiana- arquitectónicas
mente se realizan prácticas y costumbres, las cuales a su
vez le adjudican a ese lugar su particular distinción...
materializa un campo
(Chihu Amaparán, 2002: 18,19). de valores, referido en
Por tanto, entre identidad y vivienda –como última instancia a los
territorio concreto– hay una relación directa. En re-
sumen, el grupo familiar que construye su propio te-
elementos específicos que
rritorio doméstico proyecta ahí su identidad, su ma- delimitan el espacio:
nera particular de ser en el mundo.
En toda casa la relación de las presencias ar- muros, techos, puertas,
quitectónicas materializa un campo de valores, refe-
rido en última instancia a los elementos específicos
ventanas, piso, etc.
que delimitan el espacio: muros, techos, puertas, ven-
tanas, piso, etc. Es a partir de estas formas de mate- actores en una situación” (Chihu, 2002: 38-39), son
rialización arquitectónica de la vivienda que se impo- formas de identidad grupal que a través del diseño y
ne un ritmo a las rutinas cotidianas, se las jerarquiza la construcción de su vivienda manifiestan su parti-
y se las segmenta bajo criterios éticos y funcionales cularidad como sitio, ante la comunidad que los ro-
dentro de un territorio creado, generando como con- dea y para sí mismos, compartiendo un conjunto ele-
secuencia un proceso simultáneo de construcción de gido de costumbres y ritos específicos, dotados de un
la identidad de los sujetos de manera individual y sentido sólo comprendido a cabalidad por los partí-
grupal, en su particular desarrollo histórico. Como cipes de la interacción cotidiana.
señala De Certeau: hasta una anónima recámara de Igualmente, creo que no puede hablarse de una
hotel dice mucho de su huésped temporal al cabo de identidad familiar sin hablar de las identidades de los
algunas horas (Certeau, Giard y Mayol, 1999: 147). sujetos que la conforman, su número, las circunstan-
La vivienda es en sí una prolongación material cias personales que contextualizan su desarrollo y que
de las formas de vida familiar y da lugar a la expre- tendrán una influencia directa en el colectivo. Cuan-
sión de los valores vinculados con las estrategias de do hablamos de identidad familiar nos referimos a
articulación entre lo público y lo privado, paradigma esa construcción grupal, que va más allá de la suma
de hábitos recurrentes al interior de este grupo. La de las partes, que sitúa a un grupo familiar en un
casa es la sede de la familia en la vida cotidiana y por contexto, generalmente el barrio, donde adquieren un
lo tanto, se presenta la necesidad de materializar có- papel específico como colectivo.
digos de costumbres y reglas de orden. Al interior de la casa, el tiempo y la vivencia de
“El conjunto de repertorios interiorizados (re- los hombres y las mujeres, de los adultos y los niños,
presentaciones, valores, símbolos), a través de los cua- es siempre un “estar con”, como lo plantea Luisa Ruiz
les los actores sociales (individuales y colectivos) de- Moreno, la interacción de los sujetos se figurativiza
marcan sus fronteras y se distinguen de los demás en la terceridad, en el espacio construido en manco-

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mún y este espacio es significante de un contenido El orgullo de lo logrado, el sentido de competencia y


afectivo (Ruiz Moreno, 1996:11). Los apellidos que satisfacción debidos a la acción personal directa, es
nombran al grupo familiar se convierten en esa casa, un estado subjetivo no reducible a términos moneta-
en su número externo, en su fachada, en sus colores, rios, hay un bienestar psicológico, un significado
en la manera en la que el grupo asume los espacios existencial profundo, generado a partir de crear algo
creados, lo que es visible y lo que es ocultable al visi- único y de significado personal (Turner, 1976). Aun-
tante, lo que se abre a lo público y lo que está pertre- que Turner también acepta que la dependencia es una
chado en lo privado. regla de la vida, “la dependencia se vuelve perjudicial
Como regla, las viviendas autoconstruidas son cuando quienes tienen las necesidades no gozan de
singulares, frente a la serialización constructiva de las una relación de reciprocidad con quienes los proveen”
viviendas en colonias de interés social, sin que esto (Turner, 1976: 241).
quiera decir que no se construye también una identi- Martha Schteingart, retoma críticamente las
dad en estos grupos familiares, de hecho esta repeti- posturas de Pradilla, Ward y Burgess contra las argu-
ción en la propuesta arquitectónica –más temprano mentaciones de Turner, además de plantear su pro-
que tarde–, es alterada por los nuevos habitantes a pia postura al respecto, en cuanto a las ventajas de la
través de estrategias de apertura y clausura de puer- participación directa de las personas en el proceso
tas y ventanas, así como el replanteamiento de la orien- autoconstructivo (Schteingart, 1981:51). Ella comen-
tación funcional de ciertos espacios de la casa recibi- ta –retomando los señalamientos de Ward en lo parti-
da. Es fundamental señalar que toda transformación cular– que estas críticas enfatizan el hecho de que el
del espacio puede ser leída como significante; de he- grado de éxito que obtienen las experiencias de auto-
cho, Hammad (1987) llega a plantear que las trans- construcción depende de una estructura socioeconó-
formaciones del espacio y su regulación son necesa- mica más amplia (Schteingart, 1981: 54).
rias para la propia transformación de los sujetos. Burgess, citado por Schteingart, argumenta que
en definitiva Turner “no toma en cuenta el conjunto
A LLGUNAS
GUNAS POSTURAS TEÓRIC
TEÓRICAAS de agentes sociales y de intereses que se mueven en el
proceso de producción y circulación de la vivienda
En este apartado deseamos abordar una discusión que en el capitalismo...” (Schteingart, 1981:54). Desde
nos parece vigente, acerca de la relevancia psicosocial mi punto de vista, las críticas son ciertas en un plano
de la participación directa del los miembros del gru- macro-social, pero se alejan de las connotaciones que
po familiar, de una u otra manera, en la construcción efectivamente el concepto de autonomía puede al-
de su vivienda. Iniciemos entonces con esta aún con- canzar en los ámbitos de lo grupal, de lo psicosocial.
tundente hipótesis de Turner (1976:237): Ahí donde las personas tienen nombre y apellido hay,
en sus familias, un esfuerzo organizativo –como el de
Cuando los moradores controlan las decisiones capitales la autoconstrucción de su vivienda– que, largo o cor-
y son libres de hacer sus contribuciones al diseño, la cons- to, exitoso o fracasado, implica necesariamente un
trucción y la administración de su vivienda, tanto este pro- proceso de interacción personal que genera una iden-
ceso como el medio ambiente creado estimulan el bienes- tidad grupal ligada a los espacios construidos, a los
tar individual y social. porqués de los esfuerzos de los miembros de la fami-
lia, ahí parece presentarse este grado de control y de
Argumenta que los beneficios no cuantificables de la ejercicio de autonomía relativa, tal como la plantea
acción autónoma son más difíciles de documentar. Turner: “La autonomía, pues, entraña la capacidad

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de entrar en relaciones recíprocas, de ejercer el con-


trol sobre las necesidades esenciales de la vida... Au-
tonomía significa libertad de acción limitada por los
costos” (Turner, 1976:242). Hay una organización
cohesionada para lograr sus fines y un reconocimiento
de la importancia de la colaboración; Sudra (1981:
33) parece coincidir con él al menos al afirmar que
“el grado de control que de este proceso ejerce la fami-
lia, es más alto en este que en otros tipos de vivienda”.
Aunque efectivamente la autoconstrucción sig-
nifica una prolongación de la jornada de trabajo y un
sacrificio enorme de otras necesidades básicas
(Schteingart, 1981: 56), las personas parecen poner
por encima de lo anterior la “facultad de satisfacer
uno mismo sus necesidades” (Turner, 1976: 242).
La edificación de la vivienda propia constituye
así la generación de un tipo específico de confort de
orden psicológico, ligado al sentimiento de seguridad e
identificación territorial y, al mismo tiempo, representa
una propuesta que dialoga inevitablemente con algu-
nos aspectos de la arquitectura académica, bajo cáno-
nes improvisados y medios restringidos pero finalmente
eficaces para enfrentar los retos de lo cotidiano.

EL PROCESO

Independientemente de que cada vivienda suscita


determinada gama de sensaciones formales,
cromáticas, táctiles, térmicas, sonoras... percibidas
como estéticamente positivas en la medida en que ellas
cumplen con las exigencias de lo bello, según defina
este concepto la sociedad en cuestión (Pezeu-
Massabuau, 1988:175), además de la forma de cons-
trucción enmarcada por condicionamientos externos,
especialmente las características legales de la tenen-
cia de la tierra (Bazant, 1981:12), hay un conjunto de
elecciones particulares, microgrupales, que dan pau-
ta a una cierta organización y uso de los espacios
domésticos, distribuidos de cierta manera los “hace-
res”, las fronteras, que hablan de la naturaleza de la
interacción y el paradigma ético que las sustenta.

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Para hablar de identidad familiar –como seña- economía de la familia (Sudra, 1981:49), que fun-
lábamos anteriormente–, hay que hablar de interac- cionan como uno de los factores más importantes para
ción grupal cotidiana, y en este sentido Bazant llevar a cabo este proceso.
(1981:71) encuentra que “en los procesos autocons- Al parecer el máximo uso de todos los recursos
tructivos de bajos ingresos, existe una correlación di- se logra a través de mantener la alta flexibilidad y
recta entre lo que la familia invierte en su vivienda y adaptabilidad del proceso (Sudra, 1981:50) y por
el grado de participación que tiene para construirla... supuesto aminorar lo más posible la parte del valor
A menores ingresos existe un factor de sustitución de del bien que ellos deben pagar monetariamente
dinero por esfuerzo personal...”. Como consecuen- (Schteingart, 1981:59).
cia, en los grupos sociales de escasos recursos las for- Es evidente que muchos de los recursos de los
mas de interacción solidaria deben ser más frecuentes autoconstructores no son monetarios y una buena
entre los miembros de la familia. parte de sus ingresos son irregulares, sin embargo es
un hecho que autoconstructores con muy bajos re-
V E N TTA
AJAS ECONÓMICA S cursos han logrado construir buenas casas (a veces
casas impresionantes) sin apoyo gubernamental
La autoconstrucción representa el sistema más flexi- (Sudra, 1981:35). Un ejemplo de los resultados en la
ble ante la fluctuante economía familiar, para tener aplicación de sus estrategias está en que
una vivienda adecuada a las siempre cambiantes ne-
cesidades de la familia (Bazant, 1981:71). General- … los autoconstructores siguen ahorrando un 30% y has-
mente hay acuerdos de pago con los albañiles y con- ta un 50% del costo comercial de construcción, particu-
tratistas locales, particularmente bien ajustados a la larmente en obras de modificación, compostura y man-
tenimiento (Sudra, 1981:32).

Es evidente que muchos Hay que hacer la advertencia en el sentido de


de los recursos de los que el proceso de autoconstrucción “pura” es poco
frecuente y que contrariamente “es llevado en forma
autoconstructores no son creciente y paulatina por los albañiles y contratistas
locales con el dueño manteniendo el papel de admi-
monetarios y una buena nistrador” (Sudra, 1981:33). Por otro lado, general-
parte de sus ingresos son mente,

irregulares, sin embargo Conforme aumentan los ingresos familiares (producto


del aumento de miembros de la familia que aportan parte
es un hecho que de sus ingresos), hay mejores posibilidades de contratar
autoconstructores con muy albañiles... En este momento, la participación directa de
la familia dentro del proceso es prácticamente nula...
bajos recursos han logrado (Bazant, 1981:72).

construir buenas casas Al crecer los hijos (que generalmente no llegan


(a veces casas impresionantes) a estudiar hasta niveles superiores y por tanto comien-
zan a trabajar desde muy jóvenes) aportan dinero para

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la construcción de la vivienda constituyéndose en con- ciales (Rapoport, 1969:122). Las formas de cohesión
tribuyentes secundarios al ingreso familiar (Sudra, del grupo familiar autoconstructor de la periferia de
1981:43), además de participar como mano de obra las ciudades parecen derivarse en gran parte de una
gratuita. También es frecuente en la zona norte de herencia del mundo rural, aquí y en muchas otras
México que uno de los hijos emigre como trabajador partes del mundo. Hassan Fathy explica así lo suce-
indocumentado o bracero a Estados Unidos y que dido en una aldea árabe:
los ahorros logrados se conviertan en el medio para
pagar la compra del terreno o para financiar la cons- Cuando hay que construir una nueva casa en la aldea, se
trucción de la casa o, al menos, una parte de ella...” espera que todo el mundo dé una mano... No se paga
(Ramírez Sáiz, 2003:64). nada. La única recompensa que espera la persona que se
Como señala Sudra (1981: 44): “Para la eco- pasa un día entero en la construcción de la casa de su
nomía local de los barrios pobres, la autoconstruc- vecino es que su paisano haga lo mismo por él algún día
ción está creando fuentes de empleos cada vez más (Fathy, 1982:69).
especializados...”, en ciertos momentos del proceso
constructivo se contratan grupos de trabajadores es- Por otra parte, retomando a Lemieux y Forsé,
pecializados en ciertas tareas, personas que general- Lamy señala que las características principales de las
mente no se dedican a esta actividad sino los fines de redes son que: están hechas de relaciones informales
semana, con un empleo con horario fijo durante la u oficiosas, son una matriz social desarrollada infor-
semana: “poceros” para las zanjas, luego «paliadores» malmente; la coordinación se hace espacialmente por
para “echar la placa” (techo de concreto). vecindad; no hay metacoordinación; la red social no
Hay que señalar que muchas de las veces el tiene ni centro ni frontera y que la especialización de
aprovechamiento de los materiales –útiles para la cons- los actores es menor (Lamy, 2001: 164-169). Hay
trucción– del propio lote es el factor económico más que admitir sin embargo –nada de reduccionismos–,
importante en la primera etapa de la autoconstruc- que el análisis de las redes sociales sobrepasa al espa-
ción (Sudra, 1981:41). cio físico, que se inscribe más en un espacio social y
que por tanto toda tentativa de unir los modelos de
LAS REDES DE A YUD
AYUD
YUDAA relaciones sociales en un medio geográfico particular
es un ejercicio vano (H. Gans y R. Pahl en Lamy,
Coincido con Lamy, para quien trabajar a partir de 2001: 176-177).
las redes sociales es en cierta forma poner la mirada Hay que reconocer y hacer justicia a la partici-
en la vida cotidiana, mirarla desde sus actores y sus pación activa de la mujer en el proceso autoconstruc-
prácticas. Es examinar los intercambios (material y tivo, que va necesariamente más allá del cuidado de
simbólico) y los circuitos (Lamy, 2001:162). “La red los hijos y los trabajos de la casa. En una comunica-
social aparece como un concepto intermediario, es- ción personal con el doctor González Alcalá –quien
tableciendo un puente entre los grandes factores so- también ha abordado el tema de la autoconstrucción
ciales y los individuos” (Lamy, 2001:167). desde una perspectiva cualitativa–, reconocía el pa-
Para Rapoport los dos grupos sociales impli- pel central de la mujer, la esposa o la madre, durante
cados son el doméstico, relacionado con la sangre (la todo el proceso, colaborando literalmente de todas
familia) y el grupo del pueblo (la comunidad); hom- las maneras posibles (incluso cargando materiales o
bres, mujeres y niños, todos colaboran, lo que expre- haciendo pozos cuando es necesario) y generando
sa la unidad familiar en términos económicos y so- todo el tiempo el entusiasmo grupal por el proyecto.

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La vivienda popular edificada vincula con alguno de ellos. El contacto con la arqui-
tectura es puntual y tiene más la intención de obtener
a través de un proceso de un documento necesario para la tramitación de per-
misos de construcción, que de efectivamente proyec-
autoconstrucción, tiene la tar el aspecto final de la edificación.
ventaja de permitir la Las capacidades específicas de cada uno de los
miembros de la familia extensa, sus oficios, son apro-
incorporación de toda la vechados al máximo, las redes de solidaridad tienen
un funcionamiento efectivo, que reduce casi al míni-
mano de obra disponible, mo el pago de mano de obra. Formas muy sólidas de
incluyendo niños y ancianos. apoyo mutuo como el compadrazgo y la participa-
ción de familiares y amigos son elementos impres-
La autoproducción de la cindibles para lograr la construcción.

vivienda se ha dado en llamar CARA CTERÍSTIC


CARACTERÍSTIC AS DE LA VIVIEND
CTERÍSTICAS VIVIENDAA
arquitectura progresiva. La autoconstrucción de la vivienda es medio fértil
para hibridaciones donde se sintetizan mezclas y don-
de la tendencia al bricolage total, al uso inesperado de
Por supuesto –y esto hay que tenerlo presente–, artefactos o materiales constructivos tiene su lugar.
que junto a estas formas de solidaridad familiar, está La carga estilística singular de cada vivienda es lo que
también la autoconstrucción realizada en muchos finalmente permite constituir el tejido urbano que ge-
aspectos de manera directa por parte del jefe de la nera el desarrollo de procesos de construcción de iden-
familia, como la instalación de tubería, del cableado tidad más amplios, concretados, por ejemplo, en la de-
eléctrico, labores de pintura, etc., actividades que no limitación de barrios, donde se cuenta con un sentido
requieren de la colaboración de otros. de mismidad compartido por un grupo territorial que
La vivienda popular edificada a través de un encarna los mismos códigos, donde residen los idénti-
proceso de autoconstrucción (apoyada generalmen- cos a uno, los que comparten un pasado en común.
te por un “maistro” albañil), tiene la ventaja de per- Si la identidad, como señala De Certeau, final-
mitir la incorporación de toda la mano de obra dis- mente es la suma del «resultado de la identificación
ponible, incluyendo niños y ancianos. Por otro lado, que nos atribuimos nosotros mismos y de la que nos
la autoproducción de la vivienda se ha dado en lla- imponen los demás» (Certeau, 1999: 47), podríamos
mar arquitectura progresiva, ya que “adecua su in- decir entonces que este doble nivel de construcción
versión al esfuerzo propio sin deudas institucionales de la identidad se aplica de una manera estricta a la
ni gravosas hipotecas. Además, este procedimiento vida familiar, especialmente en los primeros años de
permite las variaciones de la demanda familiar” constitución de los individuos, cuando hay un apego
(Lamy, 2001:172). Incluso, la necesaria relación oca- necesario de los niños, antes de que crezcan y pier-
sional con los profesionales en la construcción de vi- dan ese mayor contacto con el espacio doméstico y
viendas, con los arquitectos, se realiza en este medio las interrelaciones que ahí se despliegan.
social a partir de conocidos, de vecinos, de gente que Por otra parte, la vivienda autoconstruida siem-
de una u otra manera, a través de sus redes sociales se pre es imperfecta (o, para ser más precisos, diríamos

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que es más imperfecta), pero asumiendo a la imper- das a su privación y que desempeña un papel en la
fección como el ámbito estético-ético donde sin em- restauración de las capacidades intelectuales y el equi-
bargo se logra el apilamiento de los recuerdos hechos librio psicológico” (Lamure, 1980:74-76).
a mano, presencias cromáticas y texturas que tienen Finalmente –y no menos importante en la lu-
un sentido histórico profundo para quienes partici- cha por construir una casa–, destaca el esfuerzo por
paron en la construcción y que serán posteriormente acceder a la vida privada. En términos históricos hay
reutilizadas y resemantizadas por las nuevas genera- que reconocer que la vida privada “no es una reali-
ciones (Greimas, 1990:72). Son articulaciones de atri- dad natural que nos venga dada desde el origen de
butos o cualidades que caracterizan un espacio social los tiempos, sino más bien una realidad histórica cons-
privilegiado culturalmente: el interior de la casa, que truida de manera diferente por determinadas socie-
no es producto de una planificación total y sí consti- dades. No hay una vida privada cuyos límites se en-
tuye el producto de un esfuerzo compartido ataviado cuentren definidos de una vez por todas... La historia
de los eventos afortunados o no de todo un grupo de la vida privada comienza, pues, siendo la historia
familiar a través de largos períodos de tiempo. Este de sus fronteras” (Ariès y Duby, 1987:15). Es im-
hecho permite que la edificación se convierta en una portante destacar, en este mismo sentido que, como
microsemiosfera (Lotman, 1991:13), donde coexisten señala Landowsky, hay el establecimiento de un dere-
múltiples capas de significación, que se combinan en- cho de mirada entre los habitantes al interior y exte-
tre sí y contienen relaciones de tipo simbólico para las rior de la vivienda, para él “la cuestión de las relacio-
subsecuentes generaciones de habitantes-constructores. nes entre lo ‘privado’ y lo ‘público’ se plantea, en
La construcción de la casa implica al mismo amplia medida, en términos de «regímenes de visibi-
tiempo la constitución del llamado espacio sécurisant lidad” (Landowsky, 1993:118).
(Lamure, 1980:72-73), vinculado con la exigencia de
control del territorio y las distancias interindividuales. LA RELA CIÓN PR
RELACIÓN OPIED
PROPIED AD-SEGURID
OPIEDAD-SEGURID AD
AD-SEGURIDAD
Un espacio que presente tres particularidades
geométricas sencillas: se debe permitir al individuo En una entrevista realizada por Raúl Eduardo López en el
un dominio visual fácil del espacio; observar el des- trabajo que ahora citamos, una de las personas comenta
plazamiento de los demás y ante determinados en- respecto a este sacrificio económico y su relación con la
cuentros, debe facilitar la huida, la prohibición de interiorización del valor real y principalmente afectivo vin-
acceso a los demás o el camuflaje. Además de estos culado con la autoconstrucción de su vivienda:
lineamientos básicos para el control territorial, exis-
ten la naturaleza de las relaciones interpersonales y el Como dice mamá ustedes hasta que no sufran, hasta que
recuerdo de situaciones anteriormente vividas como no les cueste van a valorar...Y si es cierto, una cosa que te
sécurisants. cuesta tienes que cuidarla (López, 2001:146).
Algunas de las estrategias que parecen ir en este
sentido son, por ejemplo, que las posiciones preferi- Es innegable, como González Lobo (Universi-
das son las que miran hacia las puertas y que la cabe- dad Nacional Autónoma de México, 1993:104) se-
cera de la cama ha de estar colocada contra una pa- ñala, que “la autoproducción de las viviendas genera
red sin ventana por encima de ella. En cuanto a la una arquitectura urbana con una cierta identidad que
vivienda como lugar para dormir y la importancia deriva en la condición de seguridad jurídica (ya que
del sueño, Lamure comenta: “Sabemos desde hace construyen en su terreno)”. Coincidiendo con esta
mucho que se suceden graves perturbaciones debi- postura se encuentra Sudra (1981:37) quien afirma

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Sudra (1981:34) cita entre otros medios o fac-


tores no económicos de las familias de bajos recursos
que realizan un proceso autoconstructivo, a la imagi-
nación y a la capacidad de anticipar el cambio, inicia-
tiva y espíritu emprendedor, determinación y esfuer-
zo sostenido y tolerancia del grupo para los sacrificios
requeridos por el curso de acción escogido.
La seguridad como valor-objetivo está presen-
te incluso en el conocimiento profundo del habitante
acerca de las características de la construcción: tama-
ño de las zapatas, número de varillas por columna,
etc. En una confianza en la solidez de la construcción
basada en el hecho de que ésta fue supervisada direc-
tamente por ellos (frente a las formas de construc-
ción en las casas de interés social, donde los compra-
dores no pueden super visar directamente la
construcción, ni tomar decisiones en el proceso).

CERRANDO: LA MEMORIA FFAMILIAR


AMILIAR O
DE LAS “HIST ORIAS FUND
“HISTORIAS ANTES”
FUNDANTES”

Dice Tim Street-Porter que “la casa es la parte de


uno que se abre, que cautiva con detalles que nunca
dejan atrás el recuerdo” (Street-Porter, 1997:13). De
hecho, la rememoración y la anticipación poseen una
importancia antropológica excepcional, porque para
que: “Entre todos los autoconstructores, la seguridad el ser humano, existir como tal, es esencialmente des-
de tenencia es la prioridad número uno (con reticen- plegar su trayecto vital en el tiempo (Duch, 2002:123).
cia a cualquier tipo de hipoteca)”. La casa se aleja de lo impersonal, pretende ser
una invención, el marco de una vida única e irrepeti-
Mi esposo solo es el que construye poco a poco... Noso- ble donde la costumbre está siempre presente.
tros dos levantamos todo, sí nosotros solos. Entonces sí es Para Halbwachs
casa propia verdad (López, 2001: 145).
...hay un vínculo entre el espacio social y la memoria co-
El comentario de la entrevistada es muy rele- lectiva: el cual se inscribe para dar lugar a la elaboración
vante pues se establece una relación directa entre el de un ‘proyecto’ a través de un conjunto de configuracio-
esfuerzo realizado directamente en el proceso auto- nes (afectivo, estético, psicológico, etc.) y esto se inscribe
constructivo y el sentido de propiedad. Lo que se plan- perfectamente en el proyecto autoconstructivo de la casa,
tea es que la verdadera apropiación se logra partici- donde se ponen en juego las fuerzas de la familia como
pando todos, enfrentando los sacrificios y trabajos grupo en un proceso costoso y penoso de largo plazo
necesarios para “levantar” una casa. (Certeau, Giard y Mayol, 1999:148).

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Hay en cada parte de la casa, como consecuen- proceso de autoconstrucción de su vivienda, como
cia, capa tras capa de significación y cada una retiene hilo conductor de las diferentes circunstancias y de-
recuerdos colectivos, la narración material de épo- cisiones asumidas por cada miembro a lo largo de
cas, gustos, posibilidades económicas, todo singular- muchos años (Duch, 2002:124).
mente amalgamado. Por tal razón, algunos llegan a La memoria colectiva es el sitio donde se ac-
plantear que “Una casa debe ser construida por el tualiza la identidad familiar y donde el crecimiento
dueño, ya que cada irregularidad y cada curva refle- de la casa, junto al de las personas, va creando un
jan su personalidad” (Fathy, 1982:67). tejido de relaciones entre individuos y espacios do-
Resulta claro que la nostalgia también es un mésticos. La casa es arquetipo universal saturado de
factor muy importante en esta actividad de la memo- derivaciones existenciales y es patente, por ejemplo,
ria (Duch, 2002:123). Es evidente que, también, por en la constante presencia en los sueños de nuestras
ejemplo, los eventos extraordinarios en el crecimien- viejas o actuales casas, presenciadas como atmósfe-
to de la vida familiar (bodas, nacimientos, enferme- ras fundantes de nuestra personalidad. Creo que en
dades, etc.) impulsan de manera intensiva los proce- alguna medida la memoria de cada persona estará
sos de construcción y aportan elementos a la historia fincada a los recuerdos de hechos sucedidos en ese
e identidad familiar, constituyéndose algunas en his- espacio doméstico.
torias “ejemplares” o “fundantes” del grupo y, con el Citado por Duch (2002:131), Joan-Carles Mé-
paso de los años, verdaderos mitos que “encuentran lich comenta por un lado que el tiempo humano no
su sentido y valor en la repetición misma” (Eliade, hace referencia a un sujeto aislado, solo, separado de
1981:385). los otros, el tiempo es la relación con los demás; por
Y dentro de este imaginario mundo la casa otro lado y en este mismo sentido Maurice Halbwachs,
“grande” (la de los padres, la de los abuelos) evoca el con sus trabajos sobre la memoria colectiva parte de la
paso del tiempo a la vez que sigue abierta –como gran base de que el recordar es un asunto social que, ince-
refugio materno–, a las nuevas generaciones, que de santemente, ha de ser contextualizado. Por otro lado,
una u otra manera regresan a buscarla como un sitio debe tenerse presente que el ser humano en condi-
de afianzamiento, como una forma de encontrar un
orden, el restablecimiento de las normas de vida bási-
cas. Para Cuevas (2000:157): “La vivienda lleva por
La memoria colectiva
sí misma un lenguaje de un tiempo... símbolo es el sitio donde se actualiza
generacional de una familia unida. Para los construc-
tores de ella, la lucha y la perseverancia por lograr la identidad familiar y
algo que anhelaban...”.
Resulta muy interesante la siguiente observa-
donde el crecimiento de la
ción de A. Leroi-Gourhan citado por Duch: “Si es casa, junto al de las
verdad que la especie es la forma característica de la
agrupación animal y la etnia de la agrupación huma- personas, va creando un
na, a cada cuerpo de tradiciones ha de corresponder
una forma de memoria particular” (2002:123). Esto,
tejido de relaciones entre
en el nivel microgrupal corresponde con la idea de individuos y espacios
que el colectivo familiar mantiene un cierto tipo de
memoria común, grupal, ligada particularmente al domésticos.
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ciones psicológicas normales, de manera inevitable, seguridad personal y familiar, para permitir a sus ocu-
recuerda y anticipa a partir de la situación en que se pantes ir al exterior dotados de la satisfacción de es-
encuentra en función de las cuestiones y retos que, tar bajo su propio techo, de asumir una propiedad de
concretamente, se le plantean en su secuencia tem- los espacios que les da sentido y legitimidad.
poral actual, el pasado “nunca se encuentra definiti- A partir de lo analizado, podríamos concluir
vamente clausurado” (Duch, 2002:130). que la naturaleza de la identidad familiar, consecuen-
Hay también, naturalmente, una relación acti- cia del proceso autoconstructivo, está constituida por
va entre la casa imaginaria y la casa real: hay siempre el cruce de los ejes diacrónico y sincrónico: por la
una imagen de la casa ausente, una imagen aceptada historia y memoria colectiva del proceso y por la re-
como referente imaginario que siempre será mejor que lación entre propiedad y seguridad como aspectos que
la real, tal vez, porque como dice Proust “todo paraí- determinan la solidaridad permanente en la interac-
so es necesariamente un paraíso perdido”. Lo que ción entre los miembros de la familia.
hace verdaderamente hermosa e inolvidable una casa, Ambos aspectos constituyen ámbitos para un
es invisible (Greimas, 1980: 170). trabajo más profundo; estas notas finales no hacen
La familia mantiene una identidad que se re- sino abrir nuevas líneas de indagación, que permitan
nueva en la rememoración a lo largo del tiempo, que profundizar en esta vinculación entre sujetos y espa-
se basa en las mencionadas “historias fundantes”, en- cios y generar así reflexiones que apoyen una toma
tre las cuales seguramente estarán las generadas en el de decisiones más acertada en las políticas relaciona-
largo proceso autoconstructivo. Insistimos, esta iden- das con las necesidades de vivienda de las familias
tidad cambia, pero en alguna medida un sustrato esen- con escasos recursos. El reconocimiento del poten-
cial de ella permanece, la adecuación a las circuns- cial real de los grupos familiares no ha sido conside-
tancias es irremediable, pero las formas de vida rado en el diseño de estas políticas públicas y como
heredadas desde lo rural y replanteadas en la ciudad, consecuencia existe un evidente fenómeno de “des-
reconstruyen estéticamente el paradigma ético que ordenado” crecimiento urbano.
subyace a la lucha diaria de ese grupo familiar espe- El acto autoconstructivo permite, por lo expues-
cífico. Ainsa (1996:34), en este sentido, plantea que to, cierta coherencia colectiva básica para lograr la
la identidad es permanencia en el cambio, inevitable- permanente superposición de representaciones, va-
mente en transformación; y la postura de Giménez lores y creencias. La expresión material de la casa
parece coincidir al respecto, éste señala: “la identidad recoge –estando asentada siempre en el mismo sitio–
implica la percepción de ser idéntico a sí mismo a el paso del tiempo, una disposición material que
través del tiempo, del espacio y de la diversidad de nunca está del todo acabada y nunca se sabe bien
situaciones, más que de permanencia habría que ha- a bien a qué fines específicos habrá de enfocarse
blar de continuidad en el cambio” (Chihu, 2002:18- en el futuro.
19; Ainsa, 1996:37). Aun bajo criterios externos impuestos, el juego
La repetición en el grupo familiar de las histo- de las exclusiones y las preferencias la manera de or-
rias fundantes, entre ellas la del proceso autocons- ganizar el espacio disponible y distribuir dentro de él
tructivo de la vivienda, consigue afirmar permanen- las diferentes funciones diarias, componen un “rela-
temente la identidad de sus miembros y del colectivo to de vida” (Certeau, Giard y Mayol, 1999:147). “Este
como tal, ante ellos mismos y ante su comunidad. El orden físico ‘reúne’ –según el sentido que Bonnard
recuerdo de la obtención de una propiedad y la cons- daba a este verbo– ciertos ‘valores’ según un sistema
trucción de la casa, es tierra fértil para reafirmar la intangible propio de cada cultura” (Pezeu Massabuau,

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1988:176). Este orden físico es también un orden


espiritual. La interacción mutua en la cual han co-
existido durante siglos la institución familiar y las for-
mas construidas para habitar.
Finalmente, señalemos que la comprensión de
estos fenómenos grupales es indispensable para re-
plantear las estrategias de lucha contra la pobreza,
para reconocer los valores no económicos que
subyacen a las estrategias de supervivencia y colabo-
rar efectivamente con las necesidades vividas por las
familias en los barrios populares, recuperando sus
experiencias y haciendo honor a su esfuerzo y tenaci-
dad permanentes.

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