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FACTORES PROTECTORES Y DE RIESGO EN EMERGENCIAS MASIVAS EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

¿Qué es un factor protector?

El factor protector es una característica detectable, es decir objetivable en una persona, en una
familia o en una comunidad que favorece el desarrollo humano en general, la salud y la respuesta
a un incidente crítico. Por contra un factor de riesgo es una característica detectable que puede
darnos, señalarnos una mayor probabilidad de tener o de sufrir cualquier tipo de daño. También
para la salud, para la recuperación tras una emergencia y en general en cualquier situación de la
vida. Es importante poder diferenciar los factores protectores y de riesgo de otros dos conceptos
similares pero que no son exactamente lo mismo, y son la vulnerabilidad y la resiliencia.

¿Qué es la vulnerabilidad?

Es la probabilidad de que se produzca un riesgo o un daño. Esta vulnerabilidad puede ser de tres
tipos.

Genética, puede ser familiar y puede ser psicosocial. Y se estará usted preguntando, ¿y cuál es
entonces la diferencia con el factor de riesgo? Bien, la vulnerabilidad que tenemos las personas,
las familias, las comunidades es independiente de la situación en la que estamos inmersos. En
cambio los factores protectores y los factores de riesgo tienen una carga importantísima
situacional y refuerzan o disminuyen nuestra vulnerabilidad.

¿Y la resiliencia? Seguramente usted ha oído hablar de resiliencia. Bien, la resiliencia es un


concepto que proviene de la física. Y en la física designa la capacidad que tiene un cuerpo de
recuperar su forma original después de haber sido sometido a una presión muy fuerte. Cojamos
una esponja, una esponja de mar si la apretamos mucho se nos queda planita, pero, si esa presión
se quita la esponja vuelve a su forma original. En cambio una piedra probablemente necesitemos
más presión para que se deforme, pero, una vez la hayamos presionada se romperá, y nunca más
podrá recuperar su forma original. Con esa analogía tomada de la física, en psicología y en
respuesta a incidentes críticos y avergencias nominamos resiliencia la capacidad de las personas,
de las familias y las comunidades a recuperarse de un incidente, de una crisis con las menos
secuelas posibles. Esta capacidad tiene una parte más o menos innata. Es decir las personas, las
familias, las comunidades tenemos una cantidad de resiliencia determinada. Pero nos haya dotado
la naturaleza de mayor o menor resiliencia siempre podemos potenciar nuestra capacidad, nuestra
respuesta resiliente. Y de eso se trata muchas veces en la respuesta a emergencias y en la
aplicación de primeros auxilios psicológicos. Vamos a ver por tanto ahora y centrarnos, después de
aclarar estos conceptos básicos, en los factores protectores y de riesgo para la recuperación tras
una emergencia. Vamos a tener una mirada general a todos los factores y luego desgranarlos uno
en uno. Los estudios más recientes nos han demostrado que los principales factores protectores y
de riesgo se relacionan con cuatro ejes, con cuatro variables distintas. Por un lado las
características propias del niño y del adolescente y su contexto familiar. Por otro, las
características del suceso en sí. Es decir lo que ha ocurrido, lo que ha pasado y cómo ha sido, qué
efectos tienes o qué ha ocurrido para la vida de los niños, las familias afectadas. En tercer lugar la
gestión de la emergencia en sí. Y en cuarto lugar como un factor claramente protector o de riesgo
está la atención y seguimiento recibido tanto por los propios niños como sobre todo por las
familias durante los seis meses posteriores al impacto. Es muy importante que usted vea que los
factores protectores y los factores de riesgo en el fondo son las dos caras de una misma moneda.
Un mismo hecho puede en una situación actuar como factor protector y en el otro como factor de
riesgo. Por tanto cuando ahora los desvanemos siempre tendremos pares de opuestos según
actúen como protectores o influencien negativamente en la respuesta a lo ocurrido.

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¿Qué sabemos sobre cómo modulan la respuesta a una emergencia en las características propias
de los niños o adolescentes? Sabemos que una estructura de personalidad de base sana. Es decir
un niño, un adolescente cuya estructura, cuya forma de conducirse, de responder, su capacidad de
gestionar las emociones es sana tiene una mejor probabilidad de salir sin excesivas secuelas de
una emergencia que un niño que tenga problemas adaptativos o de conducta previos. Sabemos
también que una variable muy importante es el tipo de apego que un niño tiene. El apego es la
forma en la que los niños se vinculan con sus padres. Es el tipo de vínculo, la calidad del vínculo
que los niños tienen con sus padres o cuidadores principales. Si ese vínculo es seguro el pronóstico
en la respuesta al incidente crítico de los niños es mucho mejor que si el apego es inseguro,
ansioso o evitativo. Sabemos también que un nivel intelectual medio o alto y sobre todo una
buena capacidad de resolver problemas son un factor protector. Mientras que tener dificultades
para entender a nivel cognitivo cuáles son las cosas que ocurren incluso tener una discapacidad
intelectual será un factor de riesgo. Esta variable que algunas veces se ha discutido tiene que ver
con que, por contra de lo que se creía antes, la madurez cognitiva no aumenta la percepción del
riesgo. Muy al contrario, la madurez cognitiva permite entender que el hecho que ha pasado la
crisis, el incidente es un hecho puntual y por tanto el niño se puede desangustiar. Mientras que
una capacidad intelectual más limitada le dificulta la niño y al adolescente entender si eso va a
volver a ocurrir, si no va a volver a ocurrir y por ahí elevar el nivel de ansiedad. Anteriormente se
creía que era al revés, que una capacidad intelectual un poco disminuida protegía porque los niños
no se daban cuenta del riesgo que habían corrido. Hemos dejado claro que esto no es así y que
hoy en día sabemos, los estudios han demostrado que es al revés. Sabemos que una buena
capacidad de resolver problemas y conflictos en los niños protege y que una dificultad para
encarar conflictos, un patrón evitativo de enfrentarse a los problemas es un factor de riesgo. No
porque haya ningún tipo de similitud entre un incidente crítico y un conflicto normal por ejemplo
en el patio. Pero sí porque los recursos que los niños necesitan son similares. Otro factor es la
cohesión, la ternura, la comunicación en el seno de las familias. Cuanta más cohesión y mejor
comunicación hay en una familia, más capacidad tiene la familia conjuntamente de gestionar lo
que ha ocurrido y de protegerse a sí misma y por tanto a los niños de las secuelas. Sabemos
también que las niñas tienen una mejor respuesta, un mejor pronóstico frente a los incidentes
críticos que los niños. Parece ser que los niños, el hecho de ser varón es un factor de
vulnerabilidad, de mayor riesgo. Una explicación, una observación para la que creo que en este
momento no tenemos todavía una respuesta técnica, pero los análisis estadísticos así lo, lo
demuestran. Y por último está comprobado que haber padecido previamente al incidente actual
otros acontecimientos vitales estresantes como una muerte, el divorcio de los padres, una
enfermedad grave es claramente un factor factor de riesgo. Parece que la acumulación de
incidentes críticos dificulta la respuesta a los mismos. Pasamos ahora a describir cuáles son los
factores protectores y de riesgo relativos a la incidente emergencia en sí mismo. Sabemos por los
estudios que los factores más potentes no sufrir, víctimas mortales en el contexto familiar directo
y no resultar el niño o el adolescente herido. Pero también, son factores protectores que se
preserve el propio hogar, es decir aunque se estropee o haya que renovarlo, los niños puedan
volver a lo que había sido su casa, que se conserven sus pertenencias, sus juguetes, sus objetos
personales, y esto es muy interesante, el hecho de que otros compañeros de escuela o amigos
también sean afectados. Quizás se pregunta por qué, porque el hecho de que sea un comunidad,
todo un bloque de vecinos, una calle que resulte afectada hace que los niños se sientan menos
raros. Vale, a mi me ha ocurrido esto pero también le ha ocurrido a mis amiguitos y entonces yo
puedo compartir y sentirme que formo parte de un colectivo que nos ha ocurrido algo
desagradable pero parece ser que no soy el único al que me ha ocurrido. También sabemos que
los mismos factores pueden actuar como factores de riesgo, es decir si en el contexto familiar se
produce una muerte o el propio niño sufre heridas, esto posiblemente dificulte su respuesta, su
recuperación. El hecho de que la casa resulte destruida y no se pueda volver a ella, evidentemente
causará una daño importante, porque los niños vinculan mucho su seguridad al sitio en el que
viven, al sitio en el que duermen, y que esto se vea alterado les dificulta su respuesta. Y perder
objetos juguetes personales, quizás no es tan grave como perder la casa pero también les afecta
negativamente.

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En los primeros auxilios psicológicos en lo que más vamos a incidir es en los factores que protegen
en cuanto a la gestión del impacto en sí misma, por esto es el espacio en el que los proveedores de
primeros auxilios psicológicos como usted y como yo nos jugamos más la efectividad de lo que
vamos a hacer, a ese, en este sentido es muy importante conocer cuáles son estos factores
protectores. Lo mas importante es conseguir mediante la aplicación de los primeros auxilios
psicológicos y otras medidas que los niveles de activación sean lo más bajo posibles. Para que
usted me entienda mejor el nivel de activación se refiere a los nervios, la cantidad de gritos, la
cantidad de inquietud. Cuanto más serena y tranquila sea la gestión del incidente, más estamos
protegiendo a los menores y a los adultos del impacto. Esto se reproduce en cuanto a la
contención del miedo y la ansiedad y los niveles de activación de los progenitores, de los
cuidadores principales. Si conseguimos que la familia, que los cuidadores que están con los niños
mantengan a su vez también bajos nivel de activación y que estén contenidos en sus reacciones,
estamos asegurando o estamos facilitando una buena respuesta del menor. Un tercer factor es la
capacidad de consuelo que la familia, que los cuidadores tienen de caer a sus hijos. Y eso es
importante que lo tengamos muy claros porque aquí podemos incidir. Usted y yo en una gestión
de una emergencia masiva podemos ayudar a los progenitores y cuidadores principales a consolar,
a informar, a aplicar primeros auxilios psicológicos a los niños pero haciéndolo los padres, porque
eso es mucho más efectivo. De esa manera conseguiremos que los niños estén más protegidos y
disminuya el riesgo de secuelas. Es importantísimo que los menores permanezcan todo el tiempo
o todo el tiempo posible junto a su familia y sus cuidadores, sino todos al menos una parte. Este es
un claro factor protector que tiene que ver con la gestión del impacto y que resulta relativamente
fácil de cumplir. Pero también es importante recibir un buen nivel de información para que los
niños sepan lo que ocurran, y puedan a su nivel y con el vocabulario que puedan entender a tener
la visión de lo que ocurre y poder comprender más o menos cómo eso que está ocurriendo les va a
afectar, porque eso disminuye sus fantasías. Muchas veces los niños imaginan cosas mucho peores
de lo que es la realidad. Por tanto, disponer de información es un amplio importante factor de
protección. También lo es ser llevado rápidamente a un lugar seguro tras el impacto. Poder estar
en un sitio donde más o menos se reproduzcan las características habituales que se tienen en el
domicilio, en un hogar normal ayuda a la respuesta de los niños. Así como el siguiente factor
reestablecer lo antes posible la rutina de la vida previa al impacto. Si el niño iba a la guardería, que
vuelva lo antes posible a la guardería, si va a la escuela, que vuelva lo antes posible a la escuela.

Y ahora en la siguiente diapositiva está usted viendo los factores de riesgo, es decir los mismos
factores que acabamos de ver como protectores en un momento determinado pueden agravar y
dificultad la recuperación de los niños. Así será si hay poco nivel de contención y mucho nervio,
mucha activación, así será si el menor no es contenido y se activa demasiado y se pone muy
nervioso. Será un factor de riesgo también que los cuidadores principales o los progenitores no
consiguen contener y consolar al menor o nosotros no seamos capaces a hacerlo mejor, factor de
riesgo es separado de los adultos de referencia, no recibir información, permanecer cerca del lugar
de impacto en un lugar inseguro o demasiado provisional. Por ejemplo, existen estudios que
demuestran que tener los niños como ocurren en muchos campos de refugiados en tiendas, en un
contexto claramente provisional casi duplica el riesgo de sufrir secuelas tras una situación crítica
sobre el impacto de por ejemplo una catástrofe natural. Dificulta mucha la recuperación de los
niños mantener demasiado tiempo la excepcionalidad, es decir no poder ir a la escuela, no poder
jugar, no poder volver a las actividades previas las que fueran antes del incidente y por supuesto
eso incluye no poder volver a la escuela. Vamos a pasar ahora a ver los factores protectores y de
riesgo relativo al seguimiento que se ofrece alas familias tras el momento de impacto. En cuanto a
factores protectores parece ser que la parte más importante, el factor mas importante es disponer
de orientación para los progenitores, orientación no quiere decir terapia, quiere decir que se
dispone de un profesional que incluso puede ser por atención telefónica al que las familias poder
preguntar lo que les angustie. Esta orientación disponible preferentemente 24 horas tiene un
efecto importantísimo, no solo por la respuesta concreta que se puede ofrecer a la familia sino
sobre todo porque reduce sus niveles de angustia. Y esto quiero recalcarlo especialmente. En la
mayoría de emergencias, si actuamos correctamente entregaremos a las familias una hoja en la
que se explican determinadas cosas. Pero los padres, los cuidadores principales algunas cosas,
también están afectados, algunas cosas las entienden bien y otras les surgen dudas. Poder calmar
estas dudas ayudará muchísimo a que la familia esté tranquila, esté contenida y pueda controlar al
niño y eso you hemos visto que es la parte principal de la protección del menor frente al impacto
de lo ocurrido. También es un factor protector poder hablar, jugar o representar de diferentes
formas lo ocurrido. Y finalmente lo es si al cabo de tres o cuatro semanas no hemos empezado a
ver una mejoría en la respuesta. Todos los niños hacen una respuesta de este sagudo, pero es este
sagudo debe irse reconduciendo durante estas primeras tres o cuatro semanas. Reconducir no
quiere decir desaparecer, quiere decir disminuir, si no lo hace es importante y un claro factor
protector que se pueda recibir asistencia especializada. Los mismos factores obviamente de no
darse serán factores de riesgo, es decir si los padres están desorientados, si los padres están
ansiosos, si no saben qué hacer, los niños no tienen un espacio donde pueden procesar lo ocurrido
o no reciben asistencia pasada estas cuatro semanas, su respuesta a la emergencia seguramente
se dificulte muchísimo.

Factores protectores y de riesgo en emergencias cotidianas en niños y adolescentes

Muchas cosas sirven tanto para las emergencias masivas como para las cotidianas. Sin embargo,
¿por qué entonces hacer este vídeo? Porque hay algunos rasgos diferenciales. El primero y más
importante es que el impacto solo afecta a la familia. El entorno permanece inmutable, no hay una
afectación del entorno. Esto puede ser un factor protector porque el resto de las situaciones de su
vida siguen inmutables, sigue todo de forma normal y rutinaria. Pero también se podría ver como
un factor de riesgo, puesto que las ayudas y las opciones que se activan en caso de emergencias
masivas, en este caso no se activan, puesto que, como hemos dicho, el entorno permanece libre
de afectación, por tanto, la ayuda disponible tiende a ser mucho menor. Entonces, en este caso se
podría ver como un factor de riesgo. Veamos en más detalle cuáles se podrían considerar los
factores protectores y de riesgo en la recuperación después de una emergencia cotidiana. Los
vamos a enumerar brevemente y después pasaremos a detallarlos y ver cómo pueden afectar
cada uno de ellos de forma positiva o de forma negativa. Hay cuatro ejes en los cuales podemos
centrarnos a la hora de explorar factores de riesgo y protectores. Las características del niño o del
adolescente y su contexto familiar, por un lado; las características del suceso en sí, del hecho
traumático, va a ser diferente, tanto para bien como para mal; cómo se gestione ese momento de
impacto; y, por último, cómo va a ser el seguimiento posterior al incidente, el seguimiento seis
meses vista. Ya hemos dicho en otros vídeos que desde que acontece un incidente crítico hasta
que nos debemos preocupar o se puede empezar a generar un trastorno pasa un tiempo. ¿Cómo
va a ser la gestión de este tiempo posterior al incidente? Es muy importante tener en cuenta para
toda la explicación que vamos a realizar a partir de ahora que lo que exponemos, factores de
riesgo y factores protectores, son siempre las dos caras de una misma moneda. Un mismo hecho
puede ser tenido como factor protector o como factor de riesgo y, en la mayor parte de casos, de
la misma característica vamos a poder sacar el lado positivo y el lado negativo. Veamos entonces
de las características relativas a los niños, adolescentes propiamente, qué podríamos considerar
factores protectores y qué podríamos considerar factores de riesgo. A nivel de factores
protectores, evidentemente, el tener una personalidad de base sana, que no tengamos patologías,
va a considerarse un factor protector. Por el otro lado, lo que decíamos antes, si nos imaginamos
que son dos caras de una misma moneda, el hecho de haber sufrido algún trastorno psiquiátrico o
psicológico en el pasado va a actuar como factor de riesgo en este tipo de situaciones. También,
por ejemplo, a nivel de relación con la familia, a nivel del vínculo que tenga con las figuras de
referencia, un vínculo sano, un vínculo protector, va a ser un vínculo seguro. En definitiva, va a ser
un factor protector. Y en cambio, un vínculo patológico, un vínculo viciado va a ser un factor de
riesgo a nivel de capacidades de los niños y los adolescentes, depende de cómo sea su habilidad
de resolución de conflictos, de las herramientas y las habilidades/capacidades que tengan de
afrontamiento de los problemas de su vida, cómo hayan gestionado los acontecimientos vitales
estresantes previos. Todo eso puede ser un factor protector si el niño o adolescente tiene esas
capacidades, ha resuelto con éxito otros acontecimientos previos, esa evolución positiva del niño
y, en cambio, puede ser un factor de riesgo si no tiene capacidad de afrontamiento, si no tiene
tolerancia a la frustración, si no ha sabido resolver bien acontecimientos vitales estresantes
previos y los acarrea, esa idea de piedras en la mochila que hacen que luego el camino sea más
pesado y, ante un incidente crítico, nos impida avanzar de forma correcta. A nivel de los factores
de riesgo y protectores que influyen, de las características del incidente crítico, vamos a fijarnos
sobre todo en tres puntos clave. Si el incidente crítico implica una muerte, esto también en
emergencias masivas estaba contemplada como factor, que se tenga que contemplar en los
factores de riesgo y factores protectores. El hecho de que haya acontecido una muerte y que esta
muerte sea de alguien cercano o no. En las emergencias cotidianas, el hecho de que haya
acontecido una muerte o no, y sobre todo, si esta muerte es de un familiar cercano o de los
progenitores, se considerará que hay más riesgo que en una situación donde no haya acontecido
una muerte o la muerte sea de un familiar lejano. También depende mucho el tipo de muerte que
se produce. Es diferente que sea una muerte que no sea esperada, traumática, o que sea una
muerte de la cual luego no se recupera el cadáver. Este tipo de cosas hacen que la situación se
prevea más de riesgo que en situaciones donde ha sido una muerte esperada, donde ha podido
haber una despedida, donde ha podido haber un seguimiento, una preparación de este momento
de la muerte. Enlaza directamente con el último punto que tienen ustedes en su PowerPoint, que
es el proceso de la oportunidad de poderse preparar o no ante la muerte de un familiar. Esto no
quita que el hecho de prepararnos tenga que hacer que la muerte duela menos. Hay una creencia
de que cuando se mueren las personas por enfermedad o larga enfermedad, que han estado
hospitalizadas, nos tiene que doler menos. "Bueno, ya has tenido tiempo para prepararte", "esto
ya lo veníamos viendo". La tristeza es como que está menos permitida en estos casos o que no
tendría que ser tan intensa. Esto, como digo, es un error ampliamente difundido. El hecho de que
nos preparemos para la muerte de una persona querida no significa que esa muerte nos tenga que
doler menos, simplemente que el proceso va a ser un poco más fácil o más llevadero, puesto que
hemos empezado a elaborarlo antes. Pero eso no significa que el grado de dolor, el grado de
afectación tenga que ser menor. A nivel de los factores que tenemos que tener en cuenta, tanto
de protección como de riesgo de la gestión del momento del incidente crítico, nos podemos fijar
en cinco puntos básicos. ¿Qué nivel de activación ha supuesto este incidente? ¿Ha sido un
momento de agitación masiva, toda la familia se ha alterado? ¿El pequeño ha sufrido una
activación importante, un momento de estrés que le ha llevado a tener una activación fisiológica
muy importante? Esto sería una de las cosas que tendríamos que recoger. Y en este caso, ¿cómo
hemos podido contener al pequeño? ¿Lo hemos podido contener de forma satisfactoria o no? ¿O
el consuelo que le hemos proporcionado no ha sido el adecuado para el pequeño en esa situación,
no hemos sabido consolarlo correctamente? Si ha habido un momento que, por los factores que
sean, no hemos podido contener del todo al pequeño, lo tenemos que ver como un factor de
riesgo. Hay algo que está haciendo que el niño o la niña esté más activado de lo normal y las
estrategias que usamos normalmente no nos estén funcionando, con lo cual tenemos que cambiar
un poco la forma de gestionar esa activación en este momento en concreto. También es muy
importante si el niño ha podido estar al lado, o no, de sus progenitores en el momento del
incidente y en los momentos posteriores. El hecho de apartar a los niños de la figura de referencia
en el momento de impacto es un factor de riesgo. La recomendación sería que, aparte de informar
al niño de forma veraz y de forma correcta, no negarle acceso a la información al niño y que pueda
participar de todos los rituales y de todos los actos que se lleven a cabo relacionados con el
incidente, siempre y cuando él quiera, también es importante que no lo apartemos de la situación
del núcleo crítico. Muchas veces hay una muerte en la familia, de un abuelo, y dejamos al pequeño
con los vecinos o con unos tíos que no están tan afectados; si ha sido la muerte del abuelo
paterno, lo dejamos con los tíos maternos. Esto, que es una cosa que está muy extendida y que
sería una forma que pensaríamos que es correcta de funcionar porque le evitamos sufrimiento al
niño, normalmente siempre intentamos, sobre todo cuando son niños pequeños, evitarles el
máximo sufrimiento, no queremos que tengan que pasar por eso, pero esa muerte le va a afectar
igual y cuanto más pueda estar con sus padres y más partícipe sea de todo, mejor va a evolucionar
y más integrado se sentirá. Si no, pueden aparecer sentimientos de abandono relativo en el
sentido de "me están apartando de esto", quizá piensa que entonces no tiene derecho a sentirse
triste o no tiene derecho a sentirse vinculado a una cosa que realmente le está tocando. Es
importante tener en cuenta estos pequeños detalles. Por todo esto, ¿qué podemos deducir? Que
las necesidades de los niños en estas situaciones suelen ser muy básicas y suelen ser las que
tenemos también los mayores, en el sentido de que necesitan ser tenidos en cuenta, necesitan
tener esa sensación de que no se les aparta. Muchas veces es importante darles una tarea que
hacer. A veces, cuando somos mayores, el hecho de que nos digan, "bueno, pues ocupate de
esto", hace que funcionemos mejor, aunque sea un poco en "stand by", nosotros vamos
transitando porque tenemos que repartir agua, por ejemplo. Los niños también. Los niños, si les
damos algo que hacer, les damos sensación de control, aunque sea en una tarea muy pequeña y
esto hace que ellos puedan transitar por este momento crítico de forma más pausada, más
tranquila y mejor, en definitiva. Como hemos dicho, también es muy importante que, si ellos
quieren, se les dé la opción de poder participar en todo tipo de rituales de despedida, véase
velatorios, funerales, cualquier tipo de acto que se lleve a cabo para despedir al difunto. Se le debe
dar la opción de que sea él quien escoja, no apartarlo porque pensemos que son pequeños, que
no se enterarán, que no les va a hacer ningún bien. Dejemos que él pueda decidir. Esta persona,
este niño va a crecer y esa muerte la va a llevar consigo toda la vida, Aunque ahora lo apartemos,
llegará un momento que se preguntará por qué no se pudo despedir.

Reproduce el video desde :12:55 y sigue la transcripción12:55

Finalmente, al principio de este vídeo hemos comentado que también era muy importante el
seguimiento posterior, un seguimiento que puede durar hasta los seis meses antes de ver cómo ha
evolucionado todo, tener una visión global del proceso. ¿Qué cosas son básicas para poder hacer
un buen seguimiento de la evolución de este incidente crítico? Si finalmente se resuelve bien o no,
o hay que pedir ayuda externa, o cómo hemos podido gestionar esto, de forma efectiva o no.
Primeramente, es básico que los progenitores tengan una serie de orientaciones, por ejemplo,
hacer este curso de primeros auxilios psicológicos y saber cómo lidiar, cómo gestionar con
incidentes críticos en la vida cotidiana. Que estén orientados. Si ustedes tienen un familiar que
está pasando por esto, poderles dar la información básica que les puede ser de ayuda en algún
momento. También es importante que los niños tengan espacio para jugar, para preguntar, que
como personas de referencia, estemos ahí para cualquier necesidad que tengan. A veces
preguntan cosas muy tontas o cosas que no se nos ocurrirían en ese momento porque cada uno
tiene su línea de pensamiento y, a veces, nosotros en una emergencia lo que pensamos es "¿y esta
noche dónde voy a dormir?". Entonces, ellos quizá lo que te preguntan es, "¿no voy a poder jugar
hasta que todo esto no pase?" Cada uno dice sus preocupaciones y no debemos juzgarlas, porque
en un momento de crisis el cerebro usa sus estrategias para poder seguir funcionando, con lo cual
darle esa oportunidad de que pueda jugar, que pueda pintar, que pueda expresar sus emociones
de la forma que él necesite, con lo cual para eso total libertad a nivel de expresión y a nivel de
desfogue, un poco de vaciado de emociones. También es importante, y esto tanto para niños
como para adultos, en otros vídeos lo han visto, volver a la rutina cuanto antes mejor. Volver a la
rutina con todos sus efectos, no solo ir al colegio o hacer los deberes, sino recuperar los límites y
las normas que había antes del incidente crítico. No ser laxos por el hecho de que haya habido una
muerte en la familia. Habrá unos días de reajuste, evidentemente, en los que quizá hay alguna
norma que se flexibilice, pero cuanto antes se vuelva a la rutina en todos los ámbitos, mejor y más
favorecerá la recuperación del niño y, en este caso, también del resto de la familia. También es
muy importante en la buena gestión de un incidente crítico saber cuándo pedir ayuda. En este
caso, y como hemos dicho en otros vídeos, si a partir de las cuatro semanas, a partir de más de un
mes sigue habiendo síntomas fuertes y claros de activación fuera de lo normal, reexperimentación
del incidente o pesadillas recurrentes, o problemas de concentración o todos esos síntomas que ya
hemos visto en anteriores vídeos, se debe acudir a un profesional. A veces, simplemente para que
nos dé pautas de cómo gestionar mejor el incidente y ver cómo evoluciona, que nos dé un apoyo
en la evolución. Es muy importante. Veníamos hablando de factores protectores, un niño sano que
no ha tenido antecedentes psiquiátricos o psicológicos seguirá siendo un niño sano, igual que los
adultos, ya hemos hablado, ¿no? Un incidente crítico es una ruptura, un momento de escisión en
nuestra vida, pero es un momento que después no volveremos a ser iguales, pero seguiremos
siendo personas sanas y que habremos sacado algo de esta experiencia.

Implicación de las familias en las emergencias masivas

En una situación de incidente crítico, sobre todo cuando hay niños presentes es importante que la
familia se pueda implicar en la gestión del incidente y que la aplicación de los primeros auxilios
psicológicos a niños la puedan aplicar los referentes de estos niños. ¿Por qué esto es importante?
Porque para los niños es mucho más tranquilizador ver a la figura de referencia que les explique,
incluso pueden estar más abiertos a entenderlo, que no esta explicación y estas pautas de cuidado
o este consuelo venga por parte de un extraño en el fondo, de un interviniente cualquiera ¿no?
¿Qué beneficios por tanto, puede tener que la familia aplique los primeros auxilios psicológicos?
Por un lado, mayor efectividad. Los niños harán caso a una figura de referencia que además
implicará que el hecho de aplicar los primeros auxilios psicológicos los padres hacen que estos
también tengan cierta sensación de control y de implicación en la gestión, con lo cual también
estarán más calmados y transmitirán esa sensación de calma a sus hijos. Por otro lado, el conjunto
de la familia reduce la ansiedad al estar trabajando juntos y con unas mismas metas supra
ordenadas. Por otro lado, reduce la posibilidad del abandono ¿no? Que se ha comentado en algún
video también, en el sentido de que no es bueno desplazar a los niños del foco del incidente
crítico, entonces en este sentido el hecho de implicar a los padres en la aplicación de los primeros
auxilios psicológicos hace que aunque ellos estén muy afectados sean parte de este proceso y no
descuiden a los hijos o no muevan el foco de atención de sus hijos a otros aspectos. ¿Qué
obstáculos nos podemos encontrar en la aplicación de primeros auxilios? Bien, como estábamos
diciendo el hecho de que la familia, los progenitores también estén afectados va a dificultar todo
este proceso y seguramente la aplicación de esos primeros auxilios psicológicos se va a ver
dificultada por el nivel de activación o de estado de shock mismo de los progenitores ¿no? Es
normal, no son solo los niños los que están afectados que tenemos que tener cuidado de ellos,
sino que toda la familia va a estar perjudicada. De la misma forma, la familia extensa también va a
ser una parte importante en toda este proceso de gestión. Y esta familia extensa podría ser un
factor beneficioso, un factor de protector pero también podría ser un obstáculo porque muchas
veces las recomendaciones o las opiniones de la familia extensa pesan mucho y dificultan este
proceso. Muchas veces también el hecho de esta familia extensa opinando, hace que se propicien
actitudes como la de que acabamos de comentar ahora ¿no?, de separar a los niños. No, pues no
te preocupes, me quedo yo con los niños en casa, tú recupérate, preocúpate de los trámites que
tengas que hacer. No, o sea, los niños tienen que estar con los padres y tienen que vivir y transitar
el proceso igual que sus padres y con ellos. Y por último, mucha tendencia también un obstáculo
importante es la sobreprotección, la sobreprotección que solemos desarrollar en este tipo de
situaciones, de cara a que intentamos apartar cualquier aspecto negativo de los niños y
sobreproteger a la familia, y nos encerramos mucho en el mismo núcleo familiar. Es importante
que consideremos esto como un obstáculo, que dificultará el proceso de gestión y del desarrollo,
evolución normal en estas situaciones. ¿Cuáles son los pasos que tenemos que contemplar en la
aplicación de primeros auxilios psicológicos con niños? Bien, son cinco, contener, calmar, informar,
normalizar y consolar. En vídeos, en vídeos que pueden consultarse están más especificados por
franjas de edad, de cero a tres, de tres a seis, ¿no? Cada franja de edad tiene sus especificidades
pero las fases son comunes para todo el rango de niños y adolescentes. Por lo tanto, las fases que
las tengamos presente y luego simplemente las adaptamos en función del rango de edad con el
que vamos a trabajar. Tal como hemos dicho es muy importante que estos primeros auxilios los
apliquen los familiares de referencia para aumentar los beneficios que tienen los primeros auxilios
psicológicos. Otra cosa que es importante tener en cuenta, es la diferencia entre las emergencias
cotidianas y las emergencias masivas. En otros vídeos también se hace referencia a esto y, ¿por
qué es tan importante?, ¿por qué lo recalcamos tanto? Porque la casuística de las diferentes
emergencias influirá en cómo sea la gestión y el desarrollo posterior, ¿no?, la evolución de las
personas implicadas en dicha emergencia. Dado que por ejemplo en las crisis cotidianas afectan
solo a la familia, a una o dos familias, ¿no? Pero no el efecto, el entorno inmediato no tiene una
afectación, está libre de afectación con lo cual, esto implica que a nivel de recursos públicos o del
estado o a nivel de ayudas activadas no va a haber tantas, de hecho van a haber las que haya de
forma ordinaria en el día a día. Sin embargo, la mayor parte de los miembros de la familia van a
tener que participar en la gestión de la misma crisis, ¿no? La muerte de un familiar cercano, vamos
a tener que tramitar, tenemos que hacer burocracias, tenemos que gestionar muchas más cosas a
parte de nuestra propia recuperación. En cambio en las emergencias masivas, la afectación es más
en global, ¿no? Muchas personas se ven afectadas y esto hace que todo el entorno inmediato esté
afectado. ¿Qué genera? Genera que el estado, las diferentes organizaciones e instituciones activen
recursos de ayuda y de respaldo para las personas afectadas, de forma extraordinaria. Tenemos
más recursos para afrontar una situación crítica cuando es una emergencia masiva. También es
cierto que en este tipo de situaciones la gestión de la emergencia, la gestión de la crisis no la tiene
que hacer una familia sola, normalmente la hacen los equipos de intervención que se dedican a
gestionar la propia emergencia. Bien por último, consideraciones de, ¿qué errores podemos
cometer o qué errores se cometen frecuentemente en la gestión o en la aplicación de primeros
auxilios psicológicos con niños? Podemos cometer errores por exceso, ¿no?, que intentemos
aplicar nosotros los primeros auxilios psicológicos con niños, criticar o desautorizar los primeros
auxilios psicológicos o la gestión que están realizando los padres y sobre todo intentar ser muy
sobreprotectores, ¿no?, con esa familia y con la gestión que están haciendo esa familia, ¿no?,
animarles a que delegen en la gestión de la misma. Cada familia tiene que gestionar su propia
emergencia. O por defecto, centrarnos solo en los padres no dar pautas de cómo se tiene que
actuar con los niños, no dar pautas de recomendaciones de los momentos siguientes a la
emergencia, centrarnos solo en los adultos. Por ejemplo, sería un error muy común, ¿no?, incluso
hablar delante de los niños sin tenerlos en cuenta, son cosas que debemos evitar en una aplicación
de primeros auxilios psicológicos. Pese que no los debemos aplicar en los niños pero debemos
gestionar, poderlo hacer de forma adecuada con los padres teniendo en cuenta a los niños. Por
último y para acabar este vídeo, cinco cosas básicas que debemos tener siempre presentes. Nunca
culpabilizaremos, tanto se esté haciendo bien como se esté haciendo mal, como si detectamos
errores, nunca culpabilizaremos a la persona que acaba de sufrir una emergencia. Siempre, bajo
toda circunstancia debemos respetar las creencias religiosas de la persona que tenemos delante.
Es muy importante que nos adaptemos a los diferentes entornos. De la misma forma
respetaremos las variables culturales, es muy diferente la forma de afrontar una muerte en una
familia de etnia gitana o en una familia israelita con creencias judías, ¿no? Pues tenemos que
respetar su forma de afrontar y de gestionar esa crisis en particular. No debemos limitar la
autonomía de las personas, no debemos coartarles, no debemos prohibirles que hagan cosas o no,
simplemente debemos recomendar dar unas pautas y luego serán ellos los que finalmente
decidirán. Por último y no menos importante, no apartar a nadie. Esto incluye los niños, ¿no?,
hemos dicho tenerlos incluidos en toda, los primeros auxilios psicológicos, en el desarrollo de los
rituales, etcétera. Pero también no apartemos a los abuelos, no apartemos a los tíos, no pensemos
que por familia extensa no les estará afectando, ¿no? Contemplemos todas las personas que
puedan estar afectadas y involucradas en cada emergencia.

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