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de las obligacic 1: II
ANÁLISIS
Y COMERCIAL
BAJO
EL CÓDIGO CIVIL
DE L A N A C I ~ N I hammurabi
JOSE LUIS DEPALMA EDITOR
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
CARLOS A. CALVO COSTA
DOCTOR DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, AREA DERECHO CIVIL.
MASTER DE LA UNIVERSIDAD DE PALERMO EN DERECHO.
PROFESOR TITULAR DE LA ASIGNATURA DERECHO PRIVADO II (PRIMERA PARTE)
EN LA UNIVERSIDAD ARGENTINA DE LA EMPRESA (UADE).
PROFESOR ADJUNTO (1) DE LA ASIGNATURA OBLIGACIONES CIVILES Y COMERCIALES
DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UBA.
DOCENTE INVESTIGADOR DE LA FACULTAD DE DERECHO (UBA) CATEGORIZADO
POR EL MINISTERIO DE CULTURA Y EDUCAC16N DE LA NAC16N.
PROFESOR EN CURSOS DE POSGRADO DE ACTUALIZACI6N Y ESPECIALIZACI6N
EN LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UBA.
EX PROFESOR DE LAS UNIVERSIDADES DEL MUSEO SOCIAL ARGENTINO Y DE PALERMO.
CARLOS A. CALVO COSTA
Derecho
de las obligaciones
TEOR~AGENERAL DE L A OBLIGACIÓN. ELEMENTOS Y EFECTOS. RECONOCIMIENTO.
CLASlFlCAClÓN DE LAS OBLIGACIONES. CESIÓN DE DERECHOS Y DEUDAS.
MODOS EXTINTIVOS DE LAS OBLIGACIONES.
DERECHO DE DANOS. FUNCIONES DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL:
PREVENCIÓN Y REPARACIÓN. ANTIJURIDICIDAD. DANO. RELACIÓN DE CAUSALIDAD.
FACTORES DE ATRIBUCIÓN. RESPONSABILIDADES ESPECIALES
ANÁLISIS BAJO
EL CÓDIGO CIVIL
Y COMERCIAL
hammurabi
DE LA NACIÓN JOSE LUIS DEPALMA EDITOR
Tomo 1
= Segunda edición
MARZO - 2016
Primera reimpresión
O Copyright by AGOSTO - 2016
editorial hammurabi s.r.1.
Tomo 2
Talcahuano 438 - 1" piso "A" = Segunda edición
C1013AAI - Buenos Aires -Argentina AGOSTO - 2016
Tel.: (54-1 1) 4371-8179 -líneas rotativas-
E-mail: infoOhammurabi.com.ar - www.hammurabi.com.ar = Tercera edición unificada
AGOSTO - 2017
= Primera reimpresión
MARZO - 2019
= Segunda reimpresión
Producción inteqral
MARZO - 2020
Han transcurrido ya dosaños desde que fuera sancionado el Código Civil y Comercial en
nuestro país, y casi dieciocho meses desde que la segunda edición de esta obra fuera publi-
cada con la actualización correspondiente a dicha trascendental reforma del ordenamiento
jurídico argentino.
Hoy, al haberse agotado esta última, nos encontramosante la necesidad del lanzamien-
to de esta tercera edición.Advertirá el lector que la novedad más importante que presenta,
es la unificación de los clásicos dos tomos anteriores en una sola y única pieza, lo que se ha
realizado siguiendo el consejo de colegasamigosy docentes, alumnos, y también del editor.
En ella hemos incorporado, además, pequeñas modificacionesque no hacen más que con-
tribuir a dejar en claro el pensamiento del autor sobre algunos aspectos sustanciales del
Derecho de IasObligaciones.
Como cierre de estas breves palabras, solo quisiéramos renovar nuestro profundo agra-
decimientoal lector-principalmente-por haber permitidoel crecimientodeesta obracon
sus críticas y sugerencias; al maestro Alberto J. Bueres-como lo hemos manifestado en las
palabras previasa la primera edición-principal artíficede muchasde lasideassobrelascua-
les se construye esta obra, y a la Editorial Hammurabi, por su confianza renovada.
No podemos dejar de advertir, con beneplácito, que también se han producido impor-
tantes y significativos cambios en el Derecho de las obligaciones y en el Derecho de daños,
destacando, entre otros, que:
- Se brinda una definición leqal - deobliqación
- (art.724).
- Se consagra legislativamente el principio de equiparación (art. 732).
- Se incorpora la figura del reconocimiento como promesa autónoma de deuda.
- Se elimina la categoría de obligación natural que contenía el derogado Código Civil
devélezsarsfield.
- Semodificael régimendeobligacionesdedar monedaextranjera, yaqueella noserá
considerada como dedarsumasdedinero (como originariamente lo habían estable-
cido la Comisión de Reformasy el derogado Código Civil), sino como de dar cantida-
desde cosas (art. 765).
- Se legislan las obligacionesconcurrentes(arts. 850 y 5s.).
- Se modifica el régimen de la mora (art. 886 y 5s.).
- Se crea el instituto de la consignación extrajudicial (arts. 910 y 5s.).
- Se incorpora el supuesto de novación legal, inexistente en el antiguo régimen (art.
941).
- En materia de responsabilidadcivil. se elimina la distinción de tratamiento entre las
órbitas contractual y extracontractual, y en cuanto a susfunciones, a la tradicional
finalidad resarcitoria, se incorpora la función preventiva (art. 1708).
- Se incorpora ~e~islativamente'la previsibilidadcontractual (art. 1728).
PALABRAS PREVIAS A LA SEGUNDA E D I C I ~ N
Todas estas modificacionesnos han obligado a actualizar nuestra primera edición, para
que el lector pueda encontrar en estas páginasel análisisdetodosesoscambiosde modo sis-
tematizado. Anhelamos, como lo expresáramos en aquella ocasión, que esta obra -en su
nueva versión- sea de utilidad no sólo para los estudiantes y docentes, sino también para
todos losoperadoresjurídicos,en especial, abogadosque ejercen la profesión y magistrados.
Resta, por último, agradecer unavez mása la Editorial Hammurabiy personalmentea sus
editores-José Luisy Fernando Depalma-por la cuidada y responsableedicióndeeste libro
que hoy ve la luz.
Esta obra que hoy ve la luz guarda en sus entrañas muchas horas de trabajo, sacrificios
y tiempo robado a mis seres queridos. Pero por sobre todas las cosas, constituye para mí
un motivo de orgullo, puesto que descubro en ella el fruto de mi continua actividad do-
cente en donde he podido reflejar las ideas que durante años he ido estudiando, discu-
tiendo y enseñando en diferentes claustros universitariosal transitar el apasionante mundo
del Derecho de las Obligaciones.
Podrá o no el lector compartir las consideraciones y los puntos de vista reflejados en este
libro, pero advertirá que se encuentran plasmadas y tratadas en él casi todas las corrien-
tes doctrinarias nacionales y extranjeras afines o no a nuestra línea de pensamiento. Ello
así, puesto que el objetivo que me he propuesto al encarar este proyecto, ha sido brindar
al lector la mayor pluralidad doctrinaria posible sobre los temas tratados en esta obra.
Si bien este «Derecho de las Obligaciones)) que el lector tiene en sus manos está natu-
ralmente destinado a estudiantes universitarios, anhelo fervientemente que pueda servir
de consulta permanente a todos los actores jurídicos en su quehacer cotidiano, especial-
mente a abogados y a magistrados.
Finalmente, expreso mi más profundo agradecimiento al Sr. Jose Luis Depalma (titular
de Editorial Hammurabi) por la cuidada y responsableedición y presentación de esta obra,
y también por su reiterada confianza y estímulo hacia este autor.
PRIMERA PARTE
GENERAL DE LA OBLIGACI~N
TEOR~A
CAPITULO
I
NATURALEZA DE LAS OBLIGACIONES
, .
7. Empleoutil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . -
8. Títulosvalores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
c) Fuentes innominadas. Las obligaciones ex lege - - - - - - - - - - - - - - - - - _
5 4. La cuestión de la causa fin en el Código Civil y Comercial. Las obligaciones abstrac-
tas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
a) Las principales posturas doctrinarias en torno a la causa final - - - - - - - - - -
l . El causalismoclásicoyel anticausalismo. Posturas, críticas~discusiones - - -
2. El causalismo moderno: distintas posturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . .
l. Corriente subjetivo-objetiva - -- - - - - - - - - - - - - - - -- - - ----
. .
II. Corrienteobjetiva ...............................
. ..
III. Corrientesubjetivista .............................
IV. Corrientedualista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. Elsincretismocausal .................................
b) La causa fin en el derogado Código Civil de Vélez Sarsfield - - - - - - - - - - -
c) Las obligaciones que nacen de los actos abstractos ----------------
. . . .
5 5. Reconocimientodeobligaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
a) Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .,
b) Legislacion comparada .................................
c) Naturaleza jurídica del reconocimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
d) Caracteres-----------------------------------------
e) Forma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
f) Clases. de
. .
reconocimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.
g) Requisitos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
h) Efectos-------------------------------------------
0 Comparacion . , con otras figuras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l . Con la renuncia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
2. Con la transaccion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .,
3. Con la confirmacion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
4. Con la novacion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAP~TULO11
EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
5 6. Efectosde las obligaciones en general --------------- --------
a) Noción. Efectos con relación al acreedor~al deudor - - - - - - - - - - - - - - -
b) Entre quiénes se producen los efectos de las obligaciones - - - - - - - - - - - -
. .,
c) La obligacion y los terceros ...............................
l . Estipulación en favor de terceros .........................
2. Contratosa nombre de un tercero ........................
.,
3. Contratacion a cargo de un tercero ........................
.,
d) Tiempo de produccion de los efectos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .
1. Inmediatos y diferidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. lnstantáneosy permanentes ............................
5 7. Efectoscon relacion
.,
- . . al acreedor ..............................
Efectos principales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l . Concepto. ~Existepreferencia de los efectos normales respecto del efecto
anormal? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
(NDICE GENERAL
.,
V. Prohibicion de contratar - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
., . . .
VI. Intervencion iudicial - - _ _ _ _ - - - - _ _ _ _ - - - - _ _ _ _ - - - - _ _
VI. 1. Designaciónde un interventoroadministradorjudicial - -
VI. 2. Desiqnaciónde un interventor recaudador - _ - - _ - _ - - _ -
VI. 3. Designaciónde un interventor informante
VII. Medidascautelaresgenéricas - - - - - - - - - - - - - - -
VIII. Intervención del acreedor en juiciosen donde el deudores parte - _ -
2. Acciones de integración y deslindedel patrimoniodel deudor _ _ - - - _ _
.,
l. Accion subrogatoria - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
1. 1. Concepto - _ _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ -
l. 2. Antecedentes. Origen y evolución. Derecho comparado _ _ - _ -
1. 3. Metodología del derogado Código Civil argentino deVélez Sars-
field - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ -
l. 4. Metodología del Códigocivil y Comercial de la Nación - - - -
l. 5. Fundamento _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
. .
1. 6. Naturaleza jurídica. Teorías - - - - _ _ _ _ - - _ - _ ___----__
1. 7. Carácterconservatorio oejecutivo de la acción subrogatoria - -
1. 8. Otros caracteres de la acción subrogatoria _ - - _ - - _ - _ --_-
1. 9. Accionesy derechos suceptiblesdesubrogación _ - - _ - _ _ - _ -
1.10. Legitimación activa de la acción subrogatoria - _ _ _ _ _ - _ - _ _
1.11. Condicionesde ejercicio - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ -
1.12. Recaudo~superfluos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.13. ¿Es requisito la citación previa del deudor para ejercer la acción
subrogatoria? - - - - _ _ _ _ - - - - _ _ _ _ - - - - _ _ _ _ - - - - _ _
1.14. Cesación de la acción subrogatoria - - - - - - - - - - - - - - - - - -
1.15. Efectos _ - _ _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ -
1.16. Comparaciónde la acción subrogatoria con otrasfiguras _ _ - _ -
., .,
II. Accion de sirnulacion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. 1. Concepto - _ _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ -
II. 2. Especies . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
11. 3. Naturalezajurídica del acto simulado _ _ _ - _ - _ _ _ _ _ - _ - _ _
11. 4. Caracteresdela acción de simulación - _ - - - - _ - - _ - - - - _ -
.,
11. 5. Accion entre partes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
11. 6. Acción de simulación ejercida porterceros - _ - _ - - _ - - _ - _ -
.,
11. 7. Efectosde la acción de simulacion _ _ _ _ - - _ - _ _ _ _ - - - - _ _
11. 8. Prescripciónde la acción de simulación - - - - - - - - - - - - - - -
11. 9. Acumulación con la acción de declaración de inoponibilidad _ -
11.10. Comparaciónde la acción de simulación con la acción de declara-
., . . ..
cionde inoponibilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
11.11. Comparaciónde la acción desimulación con la acción subrogatoria
III. Accióndedeclaraciónde inoponibilidaddelactofraudulento _ _ - _ -
111. 1. Nociones previas. Concepto. Terminología - _ - _ _ _ _ _ - _ - _ _
111. 2. Fundamento - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ -
111. 3. Metodología del Código Civil y Comercial - - - - - - - - - - - -
111. 4. Caracteres. Naturaleza jurídica - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
.,
111. 5. Quiénes pueden intentar la accion _ _ _ - - - - _ _ _ _ - - - - _ _
111. 6. Contra quiénes debe intentarse - - - - - - - - - - - - - - - - - -
111. 7. Requisitosde la acción de declaración de inoponibilidad - - _ -
111. 8. Actos susceptiblesdeserdeclarados inoponibles - - _ - _ _ - _ -
111. 9. Extinción de la acción de declaración de inoponibilidad
(NDICE GENERAL
CAPITULO
III
CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES
5 11. Introducción. Criteriosde clasificaciónde lasobligaciones _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _
5 12. Una derogación esperada:
. . lasobligaciones naturales - _ _ _ - - - _ - _ _ _ - - - _ -
a) Antecedentes históricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .,
b) Legislacioncomparada - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
C) Naturaleza jurídica de las obligaciones naturales _ _ _ _ - _ - _ _ _ _ _ - - - _ _
1. Teorías negatorias de la obligación natural - - - _ - - - - - - - - - - - - - -
2. Teorías afirmativas de la obligación natural - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ -
3. El régimen del derogadocódigo Civil deVélezSarsfield _ - _ - _ _ _ _ _ - _ -
4. Efecto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .
5 13. Obligaciones principalesy accesorias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
a) Concepto e importancia de la distinción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
b) Obligaciones accesorias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Especies de accesoriedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Los derechos accesorios(art.856, parte 23 CCCN) - _ - _ - - _ - - _ - _ -
II. Las cláusulas accesorias _ - _ _ _ _ _ - - - _ _ _ _ _ - _ - _ ____---__
2. Fuentesde la accesoriedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. Efectosde la accesoriedad - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
~NDICEGENERAL
.,
1. Concepto. Extension - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
2. Cumplimiento. Deberes del deudor _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _
3. Finalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Entrega de la cosa para la constitución de derechos reales _ _ _ _ _ _ _ _
1.1. Sistemas de transmisión de los derechos reales _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
1.2. Efectosentre las partes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.3. Efectoscon relación a terceros _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
II. Entrega de la cosa para restituirla a su dueño _ _ - _ - _ _ - _ _ - _ - _ _ -
11.1. Efectosentre partes _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
11.2. Efectoscon respectoa terceros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
b) Obligaciones de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l . Obligaciones de género correspondientesa cosas no fungibles _ _ _ _ _ _ _
l. Caracteres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. Obligaciones de género limitado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
III. Eleccion de la cosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
111.1. Aquién corresponde la elección _ - - - - - - - _ - - - -
111.2. Forma de realizar la elección. Teorías _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
111.3. Calidad de la cosa elegida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
111.4. Momento de la eleccion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
IV. Efectos - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
.,
IV.l. Antes de la eleccion _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _
.,
IV.2. Luego de la eleccion _ - - - - _ - _ _ - _ _ - _ - _ _ - - - - _ - _ _ -
2. Obligaciones de género correspondientesa cosasfungibles - _ - - _ - _ - -
l. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . .,
II. Individualizacion de la cosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
III. Efectos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
111.1. Antes de la individualización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
111.2. Luego de la individualización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
C) Obligaciones de dar dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l . Concepto. Nociones generales. Importancia _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _
.,
l. Definicion de dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. Funcionesdel dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
III. Caracteresdel dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
IV. Diversas clasesde moneda _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
2. Obligaciones dinerarias y obligaciones devalor _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
.,
l. Distincion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. Nominalismo y valorismo. El régimen del Código Civil - - _ - - _ - _ - -
. .
11.1. Nominalismo _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _
11.2. Valorismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
11.3. Régimendel Código Civil y Comercial _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
III. Obligaciones devalor. Aspectos sustanciales _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
111.1. Efectos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
111.2. Supuestos de obligaciones devalor _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
111.3. Procedenciade la aplicación de intereses _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _
3. Obligaciones dinerarias en moneda nacional _ - _ _ - _ - _ _ - _ _ - _ - _ _ -
l. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. El sistema monetarioargentino. Monedasvigentes _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
III. El problema de la inflación. Susefectossobreel papel moneda. Lascláu-
sulasde reajuste . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
INDICE
GENERAL
2. C a r a c t e r e s - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
3. Régimen del Código Civil y del nuevo Código Civil y Comercial _ _ _ _ _ _ _
4. Supuestos previstosen el Código Civil y Comercial _ _ _ _ _ _ _ -
. .
d) Obligaciones solidarias - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
l . Concepto y caracteres _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ - _ _ - _ _ _ _ - _ _ - _ _ _ _ _
2. Consecuenciasde la pluralidad devinculos _ _ - _ _ - _ - _ _ - _ _ - _ - _ _ -
. ,.
3. Antecedentes historicos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
. .
4. Fundamentode la solidaridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5. Fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .
6. Prueba de la solidaridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
7. Extinción de la solidaridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
8. Solidaridadactiva - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
l. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. Efectosde la solidaridad activa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
11.1. Efectos necesarios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
11.2. Efectos accidentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
III. Relaciones internas de los coacreedores entre s i _ _ _ _ _ _ -
IV. Muerte de un acreedor _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
9. Solidaridad pasiva _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ - _ _ - _ _ _ _ - _ _ - _ _ _ _ _
.,
l. Nocion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .
II. Efectosde la solidaridad pasiva _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
11.1. Efectos necesarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
11.2. Efectosaccidentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
III. Relaciones internas de los codeudoresentre s i _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
IV. Insolvencia de uno de los deudores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
V. Muerte de un deudor _ _ _ _ _ _ _ - _ - _ _ - _ _ _ _ - _ _ - _ _ - _ - _ _ -
5 22. Obligacionesdivisibles e indivisible~_ _ _ - _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _
. .
a) Nociones preliminares. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
b ) Obligaciones divisibles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
1. Introduccion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .
2. Antecedentes históricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. El sistema del derogado Código Civil de Vélez Sarsfield y del actual Código
Civil y Comercial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4. Requisitosde la divisibilidad ~fraccionamiento- _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
5. Aplicacionesdel principio defraccionamiento en otrasclasesdeobligaciones
6. Efectosde la divisibilidad entre acreedoresy deudores _ _ - _ _ - _ - _ _ -
l. Principiogeneral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. Exigibilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . .,
III. Criterio de la division . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..
IV. Pluralidadsobreviniente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
V. Pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
VI. Limitaciones - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
. .
VII. Otros modos extintivos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _
VIII. Efectos de la prescripcióny de la mora _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ -
IX. Cosa juzgada _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
. .
X. Supuesto de solidaridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
7. Efectosde la divisibilidad entre coacreedoresy codeudores _ _ _ -
C)
. . . ..
Obligaciones indivisibles _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
l . Introducción. Indivisibilidad objetiva y convencional _ _ _ _ - _ _ - _ _ _ _ -
INDICE
GENERAL
CAPITULO
IV
TRANSMISI~N DE LAS OBLIGACIONES
5 25. Introducción -- ----------- -------- -- -----------
a) Concepto. Clases de transmisión - - _ - _ - _ - ---_-_-_---
b) Principio general. Limitaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
., . . . .,
C) Evolucion histórica de la transmision - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ -
5 26. Cesión dederechos. El caso pariicularde la cesión decréditos - - _ _ - _ _ - - _ _
a) Concepto - - - - - - - _ - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - -
b) Antecedentes romanos y extranjeros. Remisión - - - - - - - - - - - - - - - - - -
C) Sistema del Código Civil y Comercial argentino - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - -
dl
. .
Naturaleza jurídica. Caracteres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. ,.
1. Naturalezajuridica _ - - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ -
2. Caracteres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Consensual - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
II. Formal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
III. Unilateral o bilateral - - - - - - - - - - - - - - - _ - - - - - - - - - - - - - -
IV. Conmutativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
e) Sujetos de la cesión de crédito. Capacidad - - _ _ - _ _ - _ - _ _ - -
(NDICE GENERAL
a) Concepto - - - - - - - - _ _ _ - - - - - _ _ _ - - - - - _ _ _ - - - - - _ _ _ - - - - _ -
b) Evolución histórica. Antecedentes extranjeros _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _
C) La cesión de deudas en el derecho argentino _ - - _ _ - - - _ - - _ _ - - - _ - -
d) Clases de transmisión de deudas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
1. Asuncion de deuda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Asunción privativa de deuda _ _ - _ - - - - _ _ _ _ - _ - _ __-_----_-
II. Asunción acumulativa de deuda - - - - - _ - - - - - - - - - - - - - - -
., . .
2. Promesa de liberacion o cumplimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..
e) Requisitos - - - - - - _ - - _ _ - - - _ - - _ _ - - - _ - - _ _ - - - _ - - _ _ - - - _ - -
f) Transmisión de patrimonios integrales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l . Casos especiales: ley 11.867 (fondo de comercio) _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ -
2. Diferencia entre la transferencia de fondo de comercio y la transmisión de
deudas---------_---------------_---------------
3. Otros supuestos de transmisiones especiales - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - -
l. Transferencia del contrato de trabajo _ - _ _ _ _ - - - - _ _ _ - - - _ - _
.,
II. Cesión de posicion contractual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
11.1. Locacion - - _ _ - - - _ - - _ _ - - - _ - - _ _ - - - _ - - _ _ - - - _ - -
11.2. Quiebra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - - - - -
11.3. Fusión de sociedades comerciales
v
CAPITULO
EXTINCIÓN DE LAS OBLIGACIONES
.,
5 28. Introduccion --------_---------------_---------------
a) Los modos de extinción de las obligaciones - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - -
. ., . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Otros modos de extincion
b) Clasificaciónde los modos de extinción - - - - - _ - - - - - - - - - - - - - - -
l . Por el contenido _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - -
. .
2. Por la naturaleza jurídica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. Por la forma de actuar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
529. Pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
a) Concepto. Distintas acepciones. Elementos - - - _ _ _ _ - _ - _ __-_----_-
INDICE
GENERAL
. ,.
6) Naturaleza juridica - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ -_--_-_-
. ,.
1. El pago como hechojuridico - - _ _ _ _ _ - - - _ _ _ _ _ - - - _ _ _ _ _ - - - _ _
. ,.
2. El pago como acto juridico - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - -
3. El pago como acto debido _ _ - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ -
, , .
4. Teoria eclectica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
C) Elementos de pago _ - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - -
dl Sujetos de pago _ - - _ - _ _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ -
. . ., .
1. Legitimacion activa del pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Eldeudor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. Losterceros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
III. Capacidad para realizarel pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
IV. Deberes del solvens _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
2. Legitimación pasiva del pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Elacreedor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. LOSrepresentantes - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
. .
III. Cesionario o subrogante - _ _ _ _ _ - - - _ _ _ _ _ - _ - _ ____---__
IV Ala orden deljuezquedispusoel embargodel crédito - - - -
. .
V. Terceros indicados - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ -
VI. Tenedorde un titulo al portador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
VII. Acreedoraparente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
VIII. Derechos del acreedor contra el tercero _ - _ - _ - - _ - _ - _ - - _ -
IX. Capacidad para recibirel pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
X. Deberesdel acc~p~ens
. . -_-_--_--_-_--_--_-_--_--_-_-
5 30. Objeto de. .pago _ _ - _ - - _ - _ _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _-_-
a) Requisitos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . .
1. Principio de identidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Principio de integridad - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ -
3. Otros requisitos en cuanto al objeto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Propiedad de la cosa con que se paga _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
II. Libre disponibilidad de la cosa con quese paga _ - - _ _ _ _ _ - - _ _
III. Ausencia defraude a otros acreedores - - - _ - - - - - - - _ - - - - - -
6) Lugar de pago - _ - - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
C) Tiempo de pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Gastos de pago - - - _ - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - -
e) Prueba del pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l . Carga probatoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Quédebe probarse . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. Medios de prueba del pago - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ -
4. Elrecibo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5. Presunciones relativas al pago - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
5 31. Efectosdel pago _ - _ - - _ - _ _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _-_-
. . ., . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Concepto y clasificacion
. .
1. Efectosprincipales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Efectosaccesorioso secundarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .
3. Efectos incidentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5 32. Pago con beneficio de competencia - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - -
a) Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
6) Fundamento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . _____-_-
C) Casos en que procede el beneficio _ .
INDICE
GENERAL
a) Concepto - - _ - _ - - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ -_--_-_-
b) Naturaleza jurídica. Importancia práctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .
c) Distintas clases . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
1. Subrogacion legal _ - - _ - - - - _ - - _ - - --_--_-- --_--_-- --_-
l. Afavor del que paga una deuda a la que estaba obligado con otros, o
por otros _ _ _ _ _ - _ _ - _ - _ _ _ _ _ - _ - _ _ _ _ _ - _ - _ _ _ _ _ - _ - _ _
II. A favor del tercero. interesado o no, que paga con asentimiento del
deudor0 en su ignorancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
III. Afavordel tercero interesado que paga con la oposición del deudor -
IV. Afavor del heredero aceptante con responsabilidad limitada que paga
con fondos propios, una deuda del causante - - - - - - - - - - - - - - -
.,
2. Subrogacionconvencional _ _ - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ -
.,
l. Subrogacion por el acreedor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
II. Subrogacion por el deudor _ - - _ - - - _ - - _ - - - _ - - _ - - - _ -
d) Efectos de la subrogación. Limitaciones a la transmisión. Supuesto de subro-
.,
gacion parcial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. , en pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5 38. Dacion
a) Concepto - - _ - _ - - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
..
b) Reauisitos ara su ~rocedencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. ., .
1. Existencia de una obligacionválida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Cumplimiento de una prestación distinta a la debida - - - _ - - _ - - --_-
3. Acuerdo de voluntades entre acreedor y deudor - _ - _ _ - _ - - _ - _ _ - _ -
.,
4. Intencion de pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5. Capacidad - - _ - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ -
. ,.
C) Naturaleza juridica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l . Mera variedad del pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
., . .
2. Novacion objetiva _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ -
3. Contrato onerosoasimilable a la compraventa - - - - - - - - - - - - - - - - -
., .
4. Convencion Iiberatoria _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
5. Nuestra postura _ _ - - _ - - - - _ ___----_ ___----_ ___----_ _
d) Efectos. Reglas aplicables. Evicción de lo dado en pago: consecuencias - - - -
l. Efectos--_-_--_--_--_-_--_--_-_--_--_-_--_--_-_-
2. Reglas aplicables _ _ - - _ - - - - _ ___----_ ___----_ ___----_ _
l. Dación en pago de un crédito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. ,
II. Dacion en pago de una cosa _ - - _ - - - - _ - - _ - - --_--_-- --_-
3. Evicciónde lo dado en pago: consecuencias - _ _ _ _ _ - _ - _ _ _ _ _ - _ - _ _
.,
539. Novacion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
a) Concepto. Análisis de la definición del Código Civil y Comercial - _ - - _ - _ -
. ,.
b) Antecedentes historicos - _ - - - _ _ _ _ - - - _ _ _ _ - - - _ _ _ _ - - - _ _
C) La novación en el Código Civil y Comercial argentino. Sus elementos - - - -
. .,
1. Existencia de una obligacion anterior_-- - - _ - - _ - - --_--_-- --_-
l. Supuestode nulidad ~extinciónde la obligación primitiva - _ - _ _ - _ -
..
II. Obligacionescondicionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Creación de una obligación nueva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Supuesto de nulidad de la nueva obligación - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
..
II. Obligacionescondicionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. Capacidad para novar - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ -
- Realización de la novación por intermedio de representante - - - - - - -
4. Animusnovandiovoluntad de efectuar la novación - _ - _ _ _ _ - - - _ _
(NDICE GENERAL
.,
d) Clases de novacion - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
., . .
1. Novacion objetiva _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _
l. Cambios relacionadoscon el objeto principal _ - _ - _ _ - _ _ - _ - _ _ -
II. Cambio de causa fuente _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
III. Cambio por mutación devínculojurídico o naturaleza _ _ _ _ _ _ _ _ _
., . .
2. Novacion subjetiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Novación subjetiva por cambio de deudor _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
.,
1.1. Delegacion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .,
1.2. Expromision . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. Novación subjetiva por cambio de acreedor _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
.,
e) Cambios que no importan novacion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
f ) Efectos de la novacion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. Extinción de la obligación anteriorcon sus accesorios _ - - - - - - - _ 487
2. Posibilidad de conservación de los privileqios e hipotecas de la obliqación
. ..
primitiva _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _
3. Otros efectos de la novación ante supuestos particulares _ _ - - - - _ - _ _ -
l. Pluralidad de acreedores o deudores en obligaciones solidarias _ _ _ _ _
II. Efectos de la novación con respecto al fiador _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _
g) Novación legal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
., . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5 40. Transaccion
a) Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
b) Método del Código Civil y Comercial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..
C) Requisitos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. ,.
d) Naturaleza juridica _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
e) Caracteres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l . Consensual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Bilateral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. Onerosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .
4. De interpretación restringida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
f) Forma y prueba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
g) Clases de transaccion - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
1. Transacción judicial y extrajudicial _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _
.,
2. Transaccion pura y compleja . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
h) Sujetos de la transacción. Capacidad para transigir _ - - - - - - - _ - - - -
0 Objeto. Derechos que pueden ser materia de transacción: excepciones - _ - -
1) Efectos de la transacción. Los supuestos de evicción _ _ - _ _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _
1. Autoridad de cosa juzgada _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ -
2. Efecto declarativo _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
. .
3. Efectoextintivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4. Efecto vinculante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
k ) Ineficacia de la transacción. Supuestos de nulidad _ - - - - - - - _ - - - -
5 41. Renuncia de derechos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
- - - -
.,
2. Compensacionfacultativa _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
3. Compensación convencional. Exclusión por acuerdode partes _ _ - - -
., . . . __
4. Compensacionjudicial - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - -
.,
544. Confusion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
a) Concepto. Fundamento del instituto _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - -
b) Naturaleza jurídica _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
l . Teoría de la paralización o inhibición de la acción _ _ _ - _ - _ _ _ _ _ - _ - _
2. Teoría del medio extintivode la obligación _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
..
C) Requisitos - - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - -
dl Diversas formas .,
de confusion _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
., .
1. Sucesion universal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Sucesión a título singular (hter vivos) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
e) Derechos pasibles de confusion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. ,
f ) Efectos de la confusion - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
l . Obligacionesafianzadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .
2. Obligacionessolidarias - - - - - - - - - - - - - - - _ - - - - - - - - - - - - - - -
. .. . .
545. Imposibilidaddecumplimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
a) Concepto. Principio que rige en esta cuestión. Efectos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
..
b) Requisitos - - - - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - -
C) Supuesto de imposibilidad sobrevenida por causas imputables al deudor. El i d
quod interest - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
dl Supuesto de la imposibilidad temporal o parcial. Efectos _ - - _ _ _ _ - - _ _ _
5 46. Prescripción extintiva o liberatoria - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
a) Nociones preliminares. Las dos clases de prescripción _ - _ - - _ _ _ _ - - - _ _ _
b) Metodología del Código Civil y Comercial argentino - - - - - - - - - - - - - - -
C) Concepto - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ _ -
.. . ., . .
dl Requisitos de la prescripcion extintiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. Transcurso del tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,
2. Inaccionde ambas partes - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - -
3. Derechos susceptibles de prescripción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4. Posibilidad de actuar en el acreedor - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
e) Fundamentos y naturaleza de la prescripción extintiva - _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
f ) Caracteres de la prescripción liberatoria _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - -
g) Quiénes pueden prescribir y contra quiénes - - - - - - - - - - - - -
h) Acciones y derechos que pueden prescribir _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
11 Momento para oponer . .,la prescripción liberatoria _ _ _ - - - - _ _ _ _ - - - - _ _
fi El curso de la prescripcion -------_-------_-------_-------
. .,
1. Inicio del cómputo de la prescripcion - - _ - _ - - _ - - _-_--_-- _-_--
. , . .,
2. Suspension de la prescripcion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Situaciones suspensivas del curso de la prescripción _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
1.1. Interpelación fehaciente - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - -
. .,
1.2. Pedido de mediacion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.3. Otrascausalesde suspensiónde la prescripción _ - - _ - - _ - _ - -
II. Interrupción de la prescripción.Causas _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _
11.1. Reconocimientode deuda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
., . . .
11.2. Peticionjudicial - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
. .
11.3. Solicituddearbitraje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
III. ~Quiénespueden invocar la interrupción de la prescripción y contra
.,
quienes? _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
INDICE
GENERAL
3. Dispensa de la prescripción -
k ) Efectos de la prescripción liberatoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. .,
1) Renuncia de la prescripcion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
m) ~ S o n
válidas las cláusulas que modifican o abrevian los plazos de prescripción?
. ., _ - - _ - -
5 47. Los plazos de prescripcion _-_--_-- _-_--_-- _-_--_-- _-_-
, .
a) Plazo generico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
b) Plazos especiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
c) Plazo de prescripción aplicable ante la entrada en vigencia de una ley posterior
5 48. Caducidad de los derechos _ - _ _ _ - _ _ - _ _ - - ---_ -_ _ -_ -_ _ -_ _ -----
a) Concepto y tratamiento - - - - - - - - - - - - - - - - _ - - - - - - - - - - - - - -
b) Clases - _ - - _ - _ - - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
C)
..
Actos impeditivos de la caducidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
dl Supuestos legales de caducidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
e) Caducidad y prescripción. Diferencias _ _ _ - - - _ - _ _ _ - - ___---_-
PARTE SEGUNDA
DERECHO DE DANOS
I - ASPECTOS GENERALES
CAPITULO
VI
RESPONSABILIDAD CIVIL
.,
549. Introduccion - - _ - _ - - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
a) Nociones preliminares. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
., . , .
b) Evolucion historica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l . Derecho romano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. EdadMedia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
c) Evoluciónfinal: desde el Código Civil francés hasta nuestros días. La función re-
sarcitoria de la responsabilidad civil. El daño como eje del sistema de repara-
.,
son---------------------------------------------
d) La función preventiva de la responsabilidadcivil. Su consagración en el Código
Civil y Comercial argentino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
e) La constitucionalización del Derecho de daños. El principio de la reparación
integral _ - - _ - _ - - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
l . El camino hacia la constitucionalización del Derechodedaños _ - _ - _ - -
2. El principio de la reparación plena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. El derecho constitucional a la reparación plena - _ _ _ - - - _ - _ _ _ - - - _ -
f ) La prelación normativa en cuestiones de responsabilidad civil - - _ - - _ - _ -
. .
III. El discernimiento _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
IV. La solidaridad en lasobligacionesdesujeto plural - - _ _ _ _ _ - - _ _ _
2. Diferenciassuperfluas o inexistentes - _ _ _ _ - - _ - _ _ _ _ - - _ - _ _ _ _ - -
.,
l. Reparacion del daño moral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. Atenuación de la indemnización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..
III. El significado de dolo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
IV. Factoresde atribución. Prueba de la culpa - - - - - - - - - - - - -
. .,
V. Constitucion en mora _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
o? El actual Código Civil y Comercial: la unificación de las dos órbitas de respon-
sabilidad. Algunas diferencias subsistentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Diferenciasque han desaparecido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. Diferenciasque aún subsisten _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
5 51. Supuestos controvertidosde responsabilidad contractual y extracontractual _ - -
a) Los llamados «deberes de protección)) _ _ - - - _ _ _ _ _ - - - _ _ _ _ _ - - - _ _ -
b) El transporte benévolo _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - -
C) Accidentes deportivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
..
o? La responsabilidad precontractual . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Desarrollo históricodel instituto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II. Reparación de los daños ocasionados en la etapa precontractual en el
Derecho argentino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAPITULO
VII
LOS PRESUPUESTOS DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL
5 52. Elementos esenciales de la responsabilidad civil _ _ _
., - - - - - - - - _ - - - - - - - - - - - - - - - _ - - - - - - - -
5 53. Introduccion
5 54. La antijuridicidad en el acto .ilicito
,. ___--_-_ ___--_-_ ___--_-_ ___--
. , .
a) El acto ilicito. Concepto. Estructura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.,.
b) Clasificación de los actos ilicitos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5 55. Lasconcepcionesobjetiva y subjetiva de la ilicitud. La unidad de la ilicitud _ _ _ _ _
5 56. Antijuridicidadformal y material . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5 57. La evolución de la antijuridicidad. Desde el Derecho comparado hasta el Código
Civil y Comercialargentino - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
a) La cuestión en el derogado Código Civil argentino. La postura asumida por
Vélez Sarsfield - - - - - - _ - - - - - - - - - - - - - - - _ - - - - - - - - - - - - - --
b) La interpretación amplia en Argentina: el camino hacia la consagración del
~ a l t e r u mnon laederez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
C) El Derecho comparado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
o? Posturas negatorias de la antijuridicidad. La cuestión ante daños ocasionados
,.
por actos Iicitos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
e) El nuevo significado de la ilicitud. La antijuridicidad en el Código Civil y Co-
mercial__------_____---_____---_____---_____---_--
5 58. La atipicidad del acto ilícito civil y del daño _ _ - - _ _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ - - _ _ -
a) La reafirmación del «alterum non laederen. Su importancia en la función pre
ventiva de daños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
INDICE
GENERAL
. , generica
5 61. Nocion ,.
.......................................
5 62. Daño resarcible. Distintas posturas en torno a su significado - _ _ - _ - _ - - _ -
a) El daño como detrimento de un bien jurídico - - - - - - - _ - - - - - - - - - - -
. .
b) El daño como violación de un derecho subjetivo _ - - _ - - - - _ - - _ - - _ - _ -
. .
C) El daño como lesión a un interés jurídico _ - - - _ _ - _ _ - - - _ _ - _ _ - - - _ -
d) El daño definido por sus trascendidos, repercusiones o resultados - - - _
e) Las "disparidades" doctrinarias _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _-_-
. .,
f ) Nuestra opinion - - _ _ _ - - _ - _ - - - _ _ _ - _ - _ - _ - _ - - - - - _ _ _ - _ - _ -
g) El concepto de daño en el Código Civil y Comercial - _ _ - _ - _ _ - _ _ - - - _ -
..
5 63. Requisitosdel daño resarcible _ _ - _ - _ _ - _ _ - - - _ _ - _ _ - - - _ _ - _ _ - - - _ -
a) El daño debe ser cierto _ - - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - _ - _ - _ - _ - - - _ -
b) El daño debe ser personal - - - - - - - - - - - - - - - - _ - - - - - - - - - - -
C) El daño debe ser subsistente - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - - - _ - - _ - - _ - _ -
d) ¿Es la relación de causalidad . . del daño resarcible? - _ _ - _ _ - - - _ -
. . requisito
e) Acerca del requisito de la injusticia del daño - - - - - _ - - _ - - - - - - - - - - -
5 64. Clasificacióndel daño resarcible - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - _ - - - - _ - - - - - -
a) Daño patrimonial y daño moral. Concepto. Remisión _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
b) Daño emergente y lucro cesante - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - -
C) Daño contractual y extracontractual _ - _ _ - - - _ _ - _ _ - - - _ _ - _ _ - - - _ -
d) Daño compensatorio y daño moratorio - _ - - - _ - _ - _ - _ - _ - _ - _ - - - _ -
e) Daño común y daño propio - - - - - - - - - - - - - - - - _ - - - - - - - - - - -
. .
f ) Daño directo y daño indirecto - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - - - _ - - _ - - _ - _ -
g) Daño actual y daño futuro _ _ - _ - _ _ - _ _ - - - _ _ - _ _ - - - _ _-__---_-
h) Daño instantáneo y daño continuado - - - - - _ - - _ - - - - - - - - - - -
0 Daño consolidado y daño variable _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
11 Daño al interés negativo y al interés positivo _ - _ - _ - _ - - - - - _ _ _ - _ - _ -
5 65. Prueba del daño _ - - - _ - _ - - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - - - - - _ - _ - _ - - -
. , del daño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5 66. Valuacion
- Vías para valuar
. , el daño
1. Valuacion«legal» - - - - - - - - - - - - - - - - _ - - - - - - - - - - -
., . . .
2. Valuacionjudicial _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - - - _ - - _ - - _ - _ -
3. Valuaciónarbitral _ _ ----__-----
(NDICE GENERAL
.,
4. Valuacionconvencional--_-_--_--_-_--_--_-_--_--_-_--
- Cláusula penal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.1. Concepto. Objeto - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - --
1.2. Fuentes del Código Civil y Comercial. Antecedentes históricos _ - -
1.3. Clases . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.4. Funciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.5. Método del Código Civil deVélezSarsfield y del actual Código Civil
y Comercial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.6. Utilidad práctica de la cláusula penal - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
1.7. Caracteres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.8. Comparacióncon otrasfiguras - - - - - _ - - - - - - - - - - - - - - -
1.9. Tiempo, modalidadesy forma en la cláusula penal - _ - _ _ _ _ - -
1.10. Lacuestióndela inmutabilidadde la pena _ _ - _ - _ _ _ _ _ - _ - _
1.11. Efectos de la cláusula penal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.12. La cláusula penal frente a las obligaciones de sujeto plural _ - _
3 67. Daño moral. Reparación de lasconsecuenciasnopatrimoniales _ _ _ _ _ - - - _ _ _
., .
a) Concepto. Remision - - - - - - - - - - - - - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - -
b) Fundamento de la reparación. Teorías en torno a la reparación del daño moral
1. Doctrinas negativas del daño moral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Doctrina de la sanción ejemplar~represiva _ _ _ _ _ - _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
3. Doctrina del resarcimiento del daño moral _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _
C) Régimen del daño moral en el derogado Código Civil argentino. El problema
de la legitimación activa para reclamarlo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. La cuestión en el Código Civil anterior - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - -
2. La controvertida cuestión de la legitimación activa del daño moral en el de-
,. ..
rogado Codigo Civil - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
o? El Código Civil y Comercial argentino. El régimen de la reparación de las con-
. .
secuencias no patrimoniales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
e) Transmisión de la acción resarcitoria del daño moral. Remisión - _ - - _ - _ - -
f ) Prueba del daño moral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
C - RELACIÓN DE CAUSALIDAD
5 69. El nexodecausalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
a) Concepto e importancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
b) Funciones - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ _ -
C) ~Causalidadmaterial y causalidad jurídica? La teoría de la imputación objetiva
5 70. Lasteorías sobre la relación de causalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
a) Teoría de la equivalencia de las condiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
, .
b) Teoria de la causa proxima _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - -
C) Teorías de la causa eficiente y de la causa preponderante - - - - - - - - - - - -
o? Teoría de la causa adecuada - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
5 71. La causalidad en el Código Civil y Comercial argentino - _ - _ _ _ _ - - _ - _ ___--
- Categorías de consecuencias
. . de los hechos en el Código Civil y Comercial - _
1. Consecuenciasinmediatas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Consecuenciasmediatas - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ --
3. Consecuenciascasuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4. Consecuenciasremotas - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ --
INDICE
GENERAL
578. Laculpa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
a) Concepto - - - - _ - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ - - _ - - - - _ -
b) Elementos de la culpa. La culpa como defecto de conducta de un acto volun-
tario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
C) Antecedentes históricos. La gradación de la culpa. La cuestión en el Código Ci-
vil argentino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
(NDICE GENERAL
dl Unidad de culpa o pluralidad de culpa. Culpa civil y culpa penal. Culpa contrac-
tual y culpa extracontractual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 813
. .,
e) Apreciacion de la culpa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 815
f ) Dispensa de la culpa. Cláusulas limitativas de responsabilidad _ _ _ _ _ _ _ _ _ 817
g) Prueba de la culpa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 819
E - FACTORES DE A T R I B U C I ~ NOBIETIVOS
DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL
5 83. Daños causados con intermediación de cosas. El riesgo oviciode las cosas. Las acvi-
dades riesgosas. El régimen del Códigocivil y Comercial _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 836
a) Daños ocasionados por el riesgo o vicio de la cosa _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 837
1. El riesgo de la cosa. Cosas riesgosas o peligrosas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 837
2. Elvicio de la cosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 839
b) Actividades riesgosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 841
2. Caracteres _ - _ - - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
, .
l. T a c i t a - - _ _ _ _ _ - _ _ - - - _ _ _ _ _ - - - _ _ _ _ _ - - - _ _ _ _ _ - - - _ _
II. Autónoma y de carácter secundario respecto de la obligación princi-
pal - _ - _ - - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ -
III. De naturaleza contractual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. Casos legales de obligación deseguridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4. El incumplimiento de la obligación de seguridad: ¿responsabilidadsubjeti-
.. . .
va o responsabilidad objetiva? - _ _ _ _ _ - - _ _ _ _ _ - - _ _ _ _ _ - - _ _
5. La subsistencia o no de la obligación de seguridad luego de la sanción del
..
Código Civil y Comercial - - _ - _ - - _ - - _-_--_-- _-_--_-- _-_-
5 87. El factor objetivo «equidad» y la responsabilidad por el daño causado por los he-
chos involuntarios - _ _ _ _ _ - _ _ - _ - _ _ _ _ _ - - - - _ _ _ _ - _ - _ ____----_
. ..
a) La equidad: su significado _ - - - - - - - - - - - - - - - _ - - - - - - - - - - - - - -
b) Aplicación del factor objetivo «equidad». Requisitos. Ambito de aplicación.
. .,
Carácter de la indemnizacion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
C) La equidad como atenuante de la indemnización. El art. 1742 del Código Civil
ycomercial - - - _ - _ - _ - - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ - _ - _ - - - _ -
11 - ASPECTOS PARTICULARES
CAP~TULOVIII
RESPONSABILIDAD CIVIL POR EL HECHO PROPIO
Y POR EL HECHO AJENO
..
b) Fundamento de la responsabilidad - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
l. Teoría de la culpa "in e1igendo"e "in vigilando". La teoría de la culpa "in eli-
gendo" - - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - -
2. Teoria de la representación o sustitucion _ - _ - - _ - -
., _-_--_-- _-_--
3. Teoria de la obligación legal de garantía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4. Teoria del riesgo creado _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
C) Presupuestos de la responsabilidad del principal por el hecho del dependiente
.,
1. Relacion de dependencia - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - -
2. Daño cometido en ejercicio o con ocasión de la función encomendada _ - -
3. Causación de un daño injusto por el dependiente. El supuesto de la falta de
discernimiento del dependiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
dl Legitimación pasiva. Carga de la prueba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
e) Eximentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
f ) La acción de repetición del principal contra el dependiente _ - _ - _ - - - _ - _
CAPITULO
IX
RESPONSABILIDAD ClVlL POR DANOS CAUSADOS POR ANIMALES.
RESPONSABILIDAD COLECTIVAY ANÓNIMA
x
CAPITULO
RESPONSABILIDAD ClVlL DE LAS PERSONAS JUR~DICAS.
RESPONSABILIDAD ClVlL DEL ESTADO
Y DE LOS FUNCIONARIOSPÚBLICOS
.. ..
5 106. Responsabilidad civil del Estado _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
a) Breves nociones. Síntesis de la evolución hasta la sanción del Código Civil y
Comercial - - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - - _ - - - - - - -
b) La ley 26.944 de Responsabilidad Estatal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAP~TULOXI
RESPONSABILIDAD CIVIL DE LOS PROFESIONALES
5 108. Nocionesde profesional y de responsabilidad civil profesional - - - - - - - - - - -
a) Profesión. Concepto y caracterización - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - -
b) La llamada responsabilidad profesional. Importancia de la distinción de las
obligaciones de medios y de resultado. Remisión _ - - - - - - - - - - - - - - -
c) ~Existeuna culpa profesional? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAPITULO
XII
RESPONSABILIDADESESPECIALESRELEVANTES
CAPITULO
XIII
LA COEXISTENCIADE LA ACCIÓN CIVIL CON LA ACCIÓN PENAL
.,
5117. Introduccion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1097
5 118. Tramitación simultánea de la acción penal y de la acción civil. Principio general y
excepciones - - _ - _ - - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - - _ - - _ - _ - 11O0
5 119. Influencia de la sentencia penal sobre la sentencia a dictarse en lo civil _ _ _ _ _ _ 1105
a) Sentencia penal condenatoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1105
b) Sentencia penal absolutoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1106
5 120. ¿Influye la sentencia civil sobre la sentencia penal? _ 1108
BIBLIOGRAFiA GENERAL
PRIMERA PARTE
TEOR~AGENERAL DE LA OBLIGACIÓN
CAPITULO
I
NATURALEZA DE LAS OBLIGACIONES
a) Encuadrejurídico e importancia
bJ Concepto de obligación
1 - Antecedentes históricos
Debemos remontarnosa la antigüedad paraencontrarel nacimiento del concepto de
obligación. En tal sentido, como bien lo señala Lacruz Berdejo, si bien el verbo latino
obligare (ob -alrededor-, ligare -atar-) reconoce su origen en los tiempos más
remotos, el sustantivo jurídico obligatio surge en los tiempos de la República (siglo I
a. C.). Ha sido Justiniano quien incluyó en sus lnstitutas una definición de obligación
queseatribuyea Papiniano: aobligatio estiurisvinculurn quodnecessitateadstringi-
mur; alicuius solvendi rei, secundurn nostrae civitatis jura» (3.13, pr.), que puede ser
traducido como "la obligación es unvínculo jurídico que nosconstriñe a pagar algo a
otro, según el Derecho civil". No obstante ello, el Digesto, recogiendo un texto de
Paulo y trazando un parangón entre obligación y derecho real, expresa: cobligatio-
nurn substantiarnnon i n eo consistit, ut, aliquodcorpus nostrurn autservitutern nos-
trarn faciatsed utaliurn nobis obstringatad dandurn aliquid, ve1 faciendurn velpres-
tandurnn (44,7,3, pr.). Su traducción sería la siguiente: "la sustancia de las obligacio-
nes no consisteen que haga nuestra alguna cosa corpórea o una servidumbre, sino en
que constriña a otro a darnos, a hacernoso a prestarnos alguna cosa".
Finalmente, Pothier ha combinadoambospárrafosparaformularsu propia definición
de obligación: "un lazo jurídico que nos constriñe a dar a otro alguna cosa, o bien, a
hacer o no hacertal o cual cosa".
CARLOS A . CALVO COSTA
2 - Acepciones vulgares
El Código Civil de Velez Sarsfield, al igual que la mayoría de los códigos moder-
nos del mundo, no había brindado un concepto deobligación. Ello se puede apre-
ciar cuando el art. 495 del CC, que era la primera norma del Título I ("De la natura-
leza y origen de las obligaciones"), de la Parte l ("De las obligaciones en general"),
del Libro II ("De los derechos personales en las relaciones civiles"), solo expresaba
que "Las obligaciones son: de dar; de hacero de no hacer".
Sin embargo, Vélez Sarsfield había intentado una explicación a tal omisión en
la nota al citado art. 495 del CC, refiriendo que: "Nos abstenemos de definir, por-
que, como dice Freitas, las definiciones son impropias de un Código de leyes, y no
porque haya peligro en hacerlo, pues, mayor peligro hay en la ley que en la doctri-
CARLOS A . CALVO COSTA
Todos estos elementos han sido recogidos por el legislador en el Código Civil y
Comercial de la Nación, el que, en su art. 724, dispone: "La obligación es una rela-
ciónjurídica en virtuddela cualelacreedor tiene elderecho a exigir deldeudor una
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
dJ Crédito y deuda
Así concebida, pues, la obligación es una relación jurídica compleja, que posee
dos aspectos diferentes pero íntimamente relacionados: el crédito y la deuda.
Ambos son institutos correlativos: de tal modo, en la obligación, lo que constituye
deuda y deber para el deudor resulta ser -en razón del vínculo jurídico que los
une-crédito y derecho para el acreedor; es decir, el crédito y la deuda se presen-
tan como el anverso y el reverso de una misma moneda.
1 - El crédito
e) Naturaleza jurídica
1 - Doctrinas subjetivas
2 - Doctrinas objetivas
rador de garantía (responsabilidad). Estos son los dos tramos de la vida de la obli-
gación, que hemos analizado ya anteriormente: la etapa de la deuda se desarrolla
desde el nacimiento de la obligación hasta el incumplimiento, y la de la responsa-
bilidades la que se torna eficaz a partir de este último.
En laetapadeladeuda, el deudor poseeeldeberjurídicodecumplir con la pres-
tación asumida en la obligación, pudiendo administrar libremente su patrimonio
con escasas restricciones(v. gr., si irregularmente realiza actos que intenten dismi-
nuir su caudal en fraude a los derechosdesus acreedores); en este tramo de la rela-
ción jurídica, el acreedor solo puede controlar la gestión que efectúa el deudor de
su patrimonio puesto que posee la expectativa de cobro de parte de este.
Ocurrido el incumplimiento de la prestación, se abre la etapa de la responsabi-
lidad: en razón de ello, al decir de Pacchioni, se transforma el derecho de control
que poseía el acreedor en un derecho de agresión patrimonial que se concreta
sobre los bienesdel deudor y quetiendea queel acreedor puedaemplear los meca-
nismos legales para obtener la ejecución específica de lo debido, o bien, ver satis-
fecha por equivalente la prestación incumplida por el deudor.
En consecuencia, queda claro que el tramo correspondiente a la deuda es está-
tico, puesto que el acreedor solo tiene poderes de conservación sobre el patrimo-
nio del deudor, quecumpleasíuna función degarantía parasu crédito. En cambio,
en la etapa de responsabilidad, la relación se torna dinámica, puesto que el acree-
dor posee las herramientas legales necesarias para agredir el patrimonio del deu-
dor a fin de poder satisfacer su interés.
No obstante el lineamiento de esta doctrina que nos resulta apropiada, no
podemos soslayar que Vélez Sarsfield había previsto en el Código Civil supuestos
de deuda sin responsabilidad (como era el caso de las obligaciones naturales enu-
meradas en el antiguo art. 51 5 del CC, categoría que -acertadamente- ha sido
derogada por el Código Civil y Comercial, lo cual habíamos pregonado en obras
anterioresa la sanción del nuevo Código, asícomo también en la anterior edición
de este libro).
No admitimos por nuestra parte, como equivocadamente lo hace parte de la
doctrina, la posibilidad de que exista responsabilidadsin deuda, puesto que aque-
lla debe estar necesariamente respaldada por esta última. Se menciona errónea-
mente, sin embargo, como ejemplodeesta situación la que involucra al fiador o al
tercero poseedor de una cosa hipotecada; no obstante ello, debemos aclarar que:
en el caso del fiador, este se ha obligado accesoriamentepor un tercero, por lo cual
también ha contraído una deuda que puede serle exigible (arts. 1574 y 1575,
CCCN).
En definitiva, la doctrina mayoritaria moderna niega la autonomía e indepen-
dencia de los dos tramos de la obligación (deuda y responsabilidad), manifestando
-como ya lo hemos efectuado nosotros precedentemente- que se trata de dos
momentos o etapas de un mismo fenómeno.
CARLOS A . CALVO COSTA
fJ Caracteres de la obligación
La obligación -como relación jurídica compleja- presenta los siguientes
caracteres.
1 - Alteridad o bipolaridad
2 - Patrimonialidad
4 - Temporalidad
1 - Noción
Si bien hemos efectuado la distinción entre los derechos reales y los derechos
personales, marcando lasdiferencias mássustancialesentre unosy otros, debemos
mencionar que existe cierta figura jurídica que puede llegar a confundirlos, dado
que en ella si no existe una previa relación posesoria o derecho real sobre una cosa,
laobligación no nace. Esel casode lasobligacionespropterrern, también llamadas
ambulatorias.
Estasobligacioneshan sidodefinidasdediferentes modos, aunquecon criterios
similares. Así, algunos autores las han definido como "aquellas que descansan
sobre determinada relación de señorío sobre una cosa, y nacen, se desplazan y se
extinguen con esa relación de señorío" (Alsina Atienza), mientrasque otros lascon-
ciben como "aquellas que existen en razón de una relación de dominio o posesión
sobre una cosa, y que gravan indeterminadamente al poseedor de una cosa deter-
minada" (Llambías), o bien, como "obligaciones que incumben al propietario o
poseedor de una cosa en cuanto tal y en consecuencia basta la cesación de su cali-
dad de propietario o poseedor para quedar librado del débito" (Busso).
Debe quedar claro, pues, a nuestro entender, que en este tipo de obligaciones
si la cosa se transmite, la obligación sigue a la cosa y pesará sobre el nuevo posee-
dor o propietario, quedando liberado el anterior.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
2 - Caracteres
1-La compulsión no es más que un efecto del vínculo jurídico, ya que ante el
incumplimiento de la obligación, el acreedor posee el poder de exigir el cumpli-
mientoal deudor deformaanómala, demodotal que puedaver satisfechosu inte-
rés. Estimamos, pues, que la compulsión es ínsita al vínculo jurídico, siendo total-
CARLOS A . CALVO COSTA
mente inseparable deeste. Esta constituye la razón fundamental por la cual cues-
tionábamos en obras anteriores el carácter deverdadera obligación de la obliga-
ción natural, afortunadamente derogada por el nuevo Código Civil y Comercial,
todavez quecarecía de loselementosesencialesrequeridosen una obligación (nos
referimosa ello en el Capítulo 111).
te lo contrario. Ello surge del art. 972 ("La oferta esla manifestación dirigi-
da a persona determinada o determinable, con la intención de obligarse y
con lasprecisionesnecesariasparaestablecer los efectos que debe producir
de ser aceptada"), y del art. 974 (Fuerza obligatoria de la oferta. "La oferta
obliga alproponente, a no serque lo contrario resulte desus términos, de la
naturaleza del negocio o de las circunstancias del caso.. .").
d) Promesa de recompensa. El art. 1803 del CCCN dispone: "Obligatoriedad. El
quemedianteanunciospúblicosprometerecompensar, con una prestación
pecuniaria o una distinción, a quien ejecute determinado acto, cumpla
determinados requisitoso se encuentre en cierta situación, queda obligado
por esa promesa desde e l momento en que llega a conocimiento delpúbli-
co". Aquí también estamos en presencia de una obligatio in incertamper-
sonam, ya que nace para el promitente el deber de recompensar desde el
momentoen quealguien efectúa una conducta tendienteaasumir lasitua-
ción prevista en la promesa (v. gr., alguien encontró la cosa extraviada y la
devuelve a su dueño). Giorgianni, en el Derecho italiano, niega que en la pro-
mesa pública de recompensa exista indeterminación del acreedor, ya que
no existe, al publicarse, deber de prestación alguno, el que recién nace a su
entender, cuando ya se encuentra determinado el acreedor. No comparti-
mos la postura de esta jurista ya que la promesa pública de recompensa
comprende la existencia de dos etapas bien determinadas: en la primera
el promitente queda obligado frente al público en general, así como tam-
bién a mantener laoferta ya entregarlaaaquellosquecumplan con lacon-
ducta objeto de la recompensa; en la segunda, el promitente queda obli-
gado a entregar la recompensa frente a quien la hubiera efectivamente
cumplido.
3 - Pluralidad de sujetos
Aun cuando siempre sean dos las partes de la relaciónjurídica obligatoria (acree-
dor y deudor), en el polo activo y10 pasivo de la obligación puede haber pluralidad
de personas, como loveremos en el Capítulo IIIal referirnosa lasobligaciones man-
comunadas, al cual remitimos.
Esta pluralidad puede ser originaria o sobrevenida, según la pluralidad en los
sujetos esté desde el mismo momento del nacimiento de la obligación o bien, que
se produzca con posterioridad a él.
Ejemplo:
a) "A" y "8" convienen con "C",quea raízde la prestacióndeservicios profesionales
que este lesefectúa, deberán abonarle la suma de d 50.000 el día 28 de noviembre de
201 5 (estamos ante un supuesto de pluralidad originaria, ya que "A" y "8" son deu-
doresde "C" desde el nacimiento de la obligación).
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
CJ El objeto de la obligación
1 - Posturas doctrinarias
Algunos autores niegan que el crédito, por dirigirse contra la persona del deu-
dor, tenga un objeto, puesto que la prestación, en una consideración profunda,
solo puedeclasificarsedecontenido decrédito y no de objeto (Enneccerus). En este
mismo sentido, un importante sector doctrinario ha sostenido que el objeto de la
obligación está dado por la prestación (conducta del deudor) orientada a satisfa-
cer un interés del acreedor (Windscheid, Barassi): esto se advierte con mayor clari-
dad cuando la obligación es de hacer o de no hacer, aunque en las obligaciones de
dar, la cosa a entregar no sería más que el objeto de la prestación (objeto del obje-
CARLOS A . CALVO COSTA
11 - Teoríaspatrimoniales
La teoría del comportamiento debido fue rechazada por gran parte de la doc-
trina, afirmando que la conducta del deudor es en sí misma incoercible ya que no
es materialmente susceptible de ser violentada para que el acreedor ejerza sobre
ella el poder o señorío que detenta en razón de la relación jurídica obligatoria. Se
sostiene, en contrarioaaquella teoría,queel objeto de la obligaciónestá dado por
la utilidad0 interésque procura obtener el acreedor de la relación jurídica obliga-
toria, y que el señorío del acreedor solo se agota en el poder de ejecución forzada
que posee estesobreel patrimonio del deudor.
3 - Requisitos
Determina el art. 725 del CCCN cuáles son los requisitos que debe tener la pres-
tación que constituye el objeto de la obligación: "La prestación que constituye e l
objeto de la obligación debe ser materialy jurídicamente posible, lícita, determi-
nada o determinable, susceptible de valoración económicay debe correspondera
un interés patrimonial o extrapatrimonial del acreedor".
Analizaremos cada uno de ellos detenidamente.
1 - Posible
extinga por imposibilidad de ser cumplida por el deudor (con o sin resarci-
miento en favor del acreedor, según la imposibilidad sobrevenida resulte
ser imputable o no al solvens).
b) Absoluta, ya que debe impedir que la prestación pueda ser llevada a cabo
por cualquier otra persona distinta del deudor. Queda claro, en consecuen-
cia, que no debe ser confundida con la mera dificultad que pueda presentar
algún deudor en particular para poder desarrollarla-v. gr., si "A" se obligó
respecto de "Bu a realizar una escultura y "A" no sabe cómo realizarla por-
que no conoce el oficio, nos encontramos ante un supuesto de imposibili-
dad relativa, ya que atañe solo a "A"; en tal caso, ello reviste el carácter de
mera dificultad del deudor "A", pero no de imposibilidad absoluta, ya que
cualquier otro escultor podría llevar a cabo dicha prestación-. Tampoco
debe confundirse la imposibilidad absoluta con la imposibilidad que sea
transitoria y susceptibledeser superada, razón por la cual entendemosque,
ligado al carácterde absoluta, la imposibilidad debe sertambién definitiva.
11 - Lícito
El objeto de la obligación debe ser lícito (art. 725, CCCN), es decir, no debe ser
contrario al ordenamiento jurídico considerado en su integridad, y debe ajustarse
a los dictados de las leyes, la moral y las buenas costumbres. Estimamosque la dis-
cordancia que pueda presentar el objeto de la obligación con los dictados de la
moral y las buenas costumbres solo quedará librada al arbitrio judicial frente a
cada caso en concreto, aunque utilizando para ello criterios de moral objetiva.
Estamos en presencia, pues, de un concepto mucho más amplio que el de la
imposibilidad jurídica; en este último caso el hecho se encuentra impedido, mien-
tras que cuando se habla de ilicitud del acto, este está vedado y sancionado.
111 - Determinable
con el resto de los bienes devalor pecuniario que integran la universalidad jurídi-
ca de su patrimonio (es por eso que admiten la transmisión de la acción resarcito-
riadel daño moral por acto entrevivos: Scognamiglio, Gamarra,Pizarro-Vallespinos,
Bueres). Por ende, estimamosqueen el reclamo de la reparación del daño moral, el
interésdel acreedortambién esde naturaleza patrimonial.
d) El vínculo obligacional
1 - Noción e importancia
El vínculo jurídico ha sido definido por algunos autores como "la sujeción del
- -
deudor a ciertos poderes del acreedor" (Alterini Ameal López Cabana). Otros, en
cambio, no hesitan en calificarlo como elemento de la obligación que origina la
situación de ligamen oatadura en que se encuentran el acreedory el deudor como
sujetos de una relación jurídica patrimonial obligatoria (Beltrán De Heredia y Onis).
Aun cuandoalgunosautores lodesconozcan comoelementode la relación jurí-
dica obligatoria (Borda, Llambías), estimamos, por nuestra parte, que él constituye
uno de los elementos más trascendentes e importantes de la obligación, ya que es
el enlace entre las dos partes de la relación jurídica (acreedor y deudor), y es a par-
tir de él que se derivan el poder del acreedor (originada en su derecho subjetivo) y
el deber jurídico del deudor comocorrelato deaquél. Laexistenciadel vínculojurí-
dico es, en definitiva, lo que permite apreciar a la obligación como una estructura
homogénea compuesta pordostramosoetapas: la deuday la responsabilidad; ello
así, porque es a partir de su presencia que el deudor seve constreñido a realizar en
favor del acreedor la prestación a la cual se ha obligado.
Consideramos, pues, que si no existe el vínculo jurídico tampoco existe la obli-
gación. Esta es la razón por la cual -como lo veremos en extenso en el Capítulo III
al cual remitimos-no hemosconsiderado nuncaen anteriores publicaciones, que
lasobligacionesnaturales (art. 51 5, CCderogado)fueran verdaderasobligaciones.
En ellas el vínculo era inexistente, lo cual impedía que el acreedor tuviera posibili-
dad alguna deexigir el cumplimiento de la prestación al deudor. Es decir, la inexis-
tencia del vínculo creaba en estos casos un supuesto de deudasin responsabilidad,
y ello, claro está, es inadmisible en una relación jurídica compleja como es la obli-
gación.
Según nuestro parecer, debe quedar claro que cuando nos referimos al vínculo
con el adjetivojurídico, damoscuenta que no setratadeun elemento físico o mate-
rial de la obligación, sino inmaterial o ideal. Esta nota dejuridicidadque caracteri-
za al vínculo, pues, nos permite extraer dos conclusiones al respecto:
a) Impide que a través de él pueda afectarse la libertad o la persona del deu-
dor; si bien este está constreñido a cumplir la prestación prometida en la
obligación, puede no hacerlo.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
2 - Antecedentes históricos
Esimportanteanalizarlosantecedentesdelvínculojurídicoalolargodela historia,afin
de poder desentrañar su esencia y ver quéfuncionescumplía en lasdistintasépocas.
a) Enel Derecho romanoarcaico, advertimosque lasfuentesde lasobligacionespodí-
an agruparse en dos grandes ámbitos: por un lado, el de los compromisos formales
(similaral nexum, quesujetana la personaa los poderesdel acreedorcomogarantíade
cumplimiento de la obligación), y por otro lado, en cambio, el de algunos actos ilícitos
que obligan a su autor a reparar el daño ocasionado. En esta época, el vínculo consti-
tuía un elemento material de la obligación, dado que consistía en una verdadera ata-
dura de la persona del deudor al poder del acreedor, que presentaba dos momentos
biendiferenciad0s:en el primero, el vínculoconsistiría en unsometimiento anticipado
efectuadoperaesetlibram(ligadoa una potencial abdicacióndela libertad porel deu-
dor), y en el segundo, una vez ocurrido el incumplimiento, el vínculo se transformaría
en la sujeción material de la persona del deudor a travésde la manusiniectio.
b) En el Derecho romano clásico, en cambio, el vínculo consisteen una actio del acree-
dorfrenteal deudor, que podía llegara convertirseen una bonorumpossessio(Lacruz
Berdejo). De tal modo, el vínculo material se transforma en jurídico, y ello le confiere
al acreedor la posibilidad de satisfacer su interésen el patrimonio el deudor (missio i n
bona), y si con ello no alcanzara a lograrlo, entonces podía subsidiariamente reali-
zarlo con la persona del deudor (manus iniectio iudicatij. En esta época, pues, el vín-
culo dejó de ser un elemento material para idealizarse, y su objeto se ha patrimonia-
lizado, dejando atrás una concepción eminentemente personalista, como era la
imperante en el Derecho romano arcaico.
c) En el Derecho romano justinianeo, la concepción personalista del vínculo había
sido ya abandonada por completo, y este recibe su fundamento del propio ordena-
mientojurídico. Detal modo, en IaslnstitutasdeJustiniano(Libro 3,Título 13)sedefi-
ne a la obligación como un vínculo jurídico que nos constriñe a pagar algo a otro,
según el Derecho civil.
d) En la EdadMedia, sobre todo a partir del siglo XII el vínculo obligatorio se eman-
cipa y se diferencia del Derecho penal, por lo cual la ejecución de la obligación solo
tiende a la satisfacción del interés del acreedor mediante una responsabilidadpura y
exclusivamente patrimonial del deudor. Solo existían determinados y puntuales
supuestos en loscuales perduraba la concepción personalistadel vínculo y la natura-
leza penal del incumplimiento, tales como: la servidumbre por deudas, la expulsión
del deudor de la ciudad o territorio, etcétera.
e) En el Derecho moderno, finalmente, nos encontramos con una concepción emi-
nentemente patrimonial del vínculo, que desliga al incumplimiento de cualquier
CARLOS A . CALVO COSTA
Estas obligaciones son aquellas en las cuales las partes se obligan recíproca-
mente la una con la otra en virtud de una causa fuenteen común. Generalmente se
dan en loscontratos bilaterales (cfr. art. 966, CCCN), y secaracterizan por ser la pres-
tación de una de las partes la razón de ser de la contraprestación de la otra.
CARLOS A . CALVO COSTA
Sin embargo, estas obligaciones recíprocas poseen cada una su propio vínculo,
que funciona de manera especial según cada caso.
Otorga a cada una de las partes la facultadde exigirelcumplimiento de la otra:
no obstante, ninguna de ellas puede demandar el cumplimiento a la contraparte
si no cumple u ofrece cumplir la que estaba a su cargo, o demuestra que esta es a
plazo (si bien no existe una norma expresa en el nuevoCódigoCivil y Comercial que
así lo refiera -como sí lo disponían los arts. 51O y 1201 del CCderogado- razones
de justicia y el espíritu del instituto provocan que el criterio se siga manteniendo
luego de la sanción del nuevo cuerpo normativo). Idéntica solución, por las mismas
razones, cabeadoptar anteel supuestodeincumplirniento culpable por unade las
partes, ya que la otra podrá prescindir de reclamar su propio crédito pudiendo
optar por disolver la obligación.
obligación no podía tener otra causa que la ley. Pero, como esta última no puede ser
arbitraria, solamenteoriqina
- obliqacionescuando
- concurre en la persona del deudor
una circunstanciaqueimponga la necesidaddetal creación, comoser una lesión injus-
ta que se trata de reparar (que tradicionalmente se hace derivar de un delito o de un
cuasidelito, o biendeuncuasicontrato).EstasideasdePlanioltambién recibieron aco-
gida en los autores modernos, a punto tal que el jurista español Diez-Picazo afirma
que una vezadmitida la ley como fuentede lasobligaciones, en ella quedan incluidas
lasquederivan de loscuasicontratos, de loscuaside~itos~ de losdelitos, siendo la otra
gran fuente de las obligaciones la autonomía de la voluntad de las partes para cons-
tituir sus propias relacionesjurídicas.
f) Albaladejo, por su parte, criticaba la postura dualista esbozada por Planiol, afir-
mando que si se seguía su punto devista, solo la ley podría ser considerada fuente de
obligaciones, puesto que incluso es la que confiere a la voluntad privada virtualidad
para originar vínculos obligatorios. A su entender, la ley no es nunca fuente de obli-
gaciones, sino la queseñala los hechosde losqueestas nacen: la ley no crea obligacio-
nes sino fuentes de obligaciones, asignando a los hechos el efecto de producirlos. De
tal modo, todas lasobligacionesnacen mediatamentede la ley, pero ninguna deellas
inmediatamente. En este mismo sentido, FerrandisVilelladestaca que la ley solo reco-
noce lasobliqacionesque
- nacen de losactosvoluntarios, mientrasqueimpone lasres-
tantes; asícomo las primeras pueden ser atípicas, lassegundas no lo son y secaracteri-
zan por su tipicidad dado que la ley los contempla y describe individualmente.
g) En la doctrina argentina, si bien se acepta casi pacíficamente la existencia de una
fuente pentapartita, se cuestiona la categoría de cuasicontratos, al afirmarse que
generalmente es definido como "un simple hecho lícito, practicado sin acuerdo de
partes, al queel ordenamientojurídico le confiereefectosjurídicos". Sinembargo, se
afirma con criterio que no existe una categoría orgánica denominada cuasicontratos,
que tenga una pauta común para agrupar en su seno a diversos hechoso actos, como
no sea la de serfactores que generan obligacionesen razón de que la ley les atribuye
dicho efecto (Bueres, Mayo, Pizarro, Vallespinos). Se menciona, como ejemplo, que si
bien la gestión de negocios tiene un punto de contacto con el enriquecimiento sin
.
causa. nada tieneen común con el abuso del derecho ,oara aue todosellossean trata-
dos como integrantes de un conjunto denominado cuasicontratos. El Código Civil y
- .
Comercialal referirsea lasfuentesdelasobliaaciones..tamooco hace referencia aesta
- sino quemenciona por separado losdistintosinstitutossusceptibles
última cateqoría,
de generar obligaciones, como ser: la gestión de negocios, el empleo útil, el enrique-
cimiento sin causa, la declaraciónunilateral devoluntad y los títulosvalores.
h) También es de destacar que el Código Civil y Comercial bajo el Título V ("Otras
fuentes de las obligaciones") del Libro Tercero ("Derechos personales"), brinda tra-
tamiento a la responsabilidadcivil, dedicándole once secciones íntegras a su análisis.
Haremos a continuación una breve mención a cada una de las fuentes nomina-
das de las obligaciones. Muchas de ellas recibirán tratamiento específico y en
extenso a lo largo de esta obra, por lo cual solo en esta instancia procederemos a
definirlasescuetamente. Ellasson:
1 - Contrato
El art. 957 del CCCN lo define, destacando que: "Contrato es el acto jurídico
mediante e l cualdos o máspartes manifiestan su consentimiento para crear, regu-
lar, modificar, transferir0 extinguirrelacionesjurídicaspatrimoniales".Lo cierto es
que el contrato es un acto jurídico bilateral patrimonial, que supone la existencia
CARLOS A. CALVO COSTA
3 - Hechos ilicitos
Dispone el art. 10 del CCCN que: "El ejercicio regular de un derecho propio o e l
cumplimiento de una obligación legalno puede constituir como ilícito ningúnacto.
La ley no ampara e l ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el que con-
traría los fines del ordenamien to jurídico o el que excede los límites impuestos por
la buena fe, la moralylasbuenascostumbres...". Queda claro, pues, quecuando se
ocasione injustamente un daño a otro mediante el ejercicio abusivo de un derecho,
el perjuicio debe ser reparado. De tal modo se erige en fuentedeobligaciones. Tra-
taremoseste instituto en extenso en el Capítulo VI1 de esta obra, al cual remitimos.
5 - Enriquecimientosin causa
1 - Pago indebido
l. 1 - Concepto
El Código Civil y Comercial brinda tratamiento al instituto en los arts. 1796 a
1799 inclusive, logrando una simplificación notable con relación a su antecedente
inmediato, el Código Civil deVélez Sarsfield. Estimamosque ha sido un acierto de
la Comisión de Reformas haber incluido al instituto dentro del Capítulo del "Enri-
quecimiento sin causa", ya que le resultan aplicables los mismos principios, puesel
pago indebido no es más que una manifestación del enriquecimiento incausado.
Más precisamente, es importanteevidenciar queel pago indebido no ha sido regu-
lado metodológicamenteen el Código Civil y Comercialcomo una especiede pago,
como sí lo hacía el Código Civil de Vélez Sarsfield en los derogados arts. 784 a 798
inclusive; y esesta la razón, por lacual le brindamostratarniento en el presentetítu-
lo y no ya en el referido al pago.
Habrá pago indebido cuando el accipiensnose encuentra habilitado para rete-
ner lo abonado por el solvens, quien está facultado -en caso de que ello ocurra-
aexigiraaquel la restitucióndeloentregado mediante unaacción judicial derepe-
tición, por lo cual -claro está- carece de efecto cancelatorio. Este instituto cons-
tituye un claro ejemplo del enriquecimiento sin causa, el que hemos tratado supra
al analizar lasfuentesde lasobligaciones. Estimamos, al igual que lo ha hecho una
calificada doctrina (Pizarro, Vallespinos), que es totalmente incorrecta la denomi-
nación "pago indebido" ya que no estamos en presencia de ningún pago, como
para podercalificarlocomoprocedenteo indebido, ya que quien "paga" lo que no
debe en realidad no está pagando, pues el pago es el medio de extinción obliga-
cional y, por ende, requiere de una obligación preexistente que cancelar (López
CARLOS A . CALVO COSTA
1.2 - Diferentessupuestos
Existen varias situaciones que pueden dar lugar a un pago indebido. Ellas se
encuentran contempladas claramente en el art. 1796 del CCCN, que dispone: "El
pago es repetible, si: a) la causa de deber no existe, o no subsiste, porque no hay
obligación válida; esa causa deja de existir; o es realizado en consideración a una
causa futura, que no se va a producir; b) paga quien no está obligado, o no lo está
en los alcances en que paga, a menos que lo haga como tercero; c) recibe elpago
quien no es acreedor, a menos que se entregue como liberalidad; d) la causa del
pago es ilícita o inmoral; e) el pago es obtenido por medios ilícitos".
Analizaremos seguidamente cada uno de estos supuestos:
to de la obligación (se estima que esto ocurrirá después), por lo cual el pago esefec-
tuadofundadoen unasuposición queserá luegodesvirtuada. Un claroejemplode
esta situación lo brindabavélezsarsfield en la nota al derogadoart. 793: una suma
dada a título de dote en mira de un matrimonio legalmente imposible, o que de
hecho no se hubiese celebrado (v. gr. por impedimento de ligamen).
- Pago efectuado por quien no está obligado; o recibido por quien no esacree-
dor. El inc. b) del art. 1796 del CCCN comprende como supuesto de pago indebido
al realizado por quien paga sin estar obligado, o no lo está en los alcances en que
paga, a menosque lo haga como tercero; y el inc. c) aludeal pago recibido por quien
no es acreedor, a menos que se entregue como liberalidad.
En ambos supuestos tampoco hay causa para el pago. Cuando este lo realiza
quien no está obligado, la traslación patrimonial es injustificada y deviene repeti-
ble por parte de quien efectuó la erogación; solamente la norma pone a salvo el
supuesto de quien realiza dicho pago en su carácter de tercero y con la plena con-
ciencia dequeestá cancelando una deuda ajena, por lo cual en tal caso el pagoserá
irrepetible. Pero, como lo ha manifestado la doctrina, dicho extremo deberá ser
acreditado por el acreedor que ha recibido el pago. Debemos aclarar que estamos
ante un supuestoobjetivo de pago indebido, ya que nose exige, bajo ningún pun-
to de vista, probar el error de quien efectuó el pago, el que-de todos modos- es
irrelevante a tal fin (cfr. art. 1797, CCCN).Con respecto a este supuesto, dispone sin
embargo el art. 1799 del CCCN que: "La restitución no procede si el acreedor, de
buena fe, se priva de su título, o renuncia a lasgarantías; quien realiza elpago tie-
ne subrogación legal en los derechos de aquél'; en tal caso, el legislador se pro-
nuncia a favor de quien obrando rectamente, se deshizo de los elementos de res-
guardo de su crédito a raíz del pago indebido, aunque asigna al pagador el dere-
cho de subrogación legal (Wierzba).
Asimismo, para el caso de quien reciba el pago sin ser acreedor, también se
determina la repetición, a menos que se entregue como liberalidad (v. gr. el pago
efectuado a quien había sido acreedor de la obligación, pero con anterioridad el
pago realizado, había dejado de serlo por haber cedido su derecho de crédito a un
tercero).
El art. 1798 del CCCN dispone que: "La repetición obliga a restituirlo recibido,
conformea lasreglasdelasobligacionesde darpara restituir". En consecuencia, se
aplica a la cuestión el régimen de las obligaciones de dar para restituir (arts. 759 a
761, CCCN), con todos sus principios en torno a las relaciones internas entre acree-
dor y deudor, conservación, pérdida, y deterioro de la cosa debida.
No obstante esta directiva general, el art. 1799 del CCCN legisla sobre ciertas
situaciones especiales en torno a la procedencia de la restitución:
a) "La restitución a cargo de una persona incapaz o con capacidadrestringida
no puede exceder elprovecho que haya obtenido". La solución legislativa
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
6 - Gestión de negocios
queel gestor obligue al dueño del negocio. La gestión de negocios produceel naci-
miento de obligacionesen ambas partes: el gestor quedará constreñido a concluir
lagestión iniciaday a rendir cuentasdeella, y el dueñodel negocioa reembolsar al
gestor los gastos que este ha erogado.
Debequedar claro, según nuestro parecer, quea tenordelodispuesto porel art.
1782 del CCCN, el gestor queda autorizado para actuar solo en el caso en que el
dueño del negocio se encuentre imposibilitado para hacerlo, y se agrega como
nuevo requisito que debe "a) avisar sin demora a l dueño del negocio que asumió
la gestión, y aguardarsu respuesta, siempre que esperarla no resulteperjudicial".
Este recaudo no se encontraba en el Código Civil derogado, y entendemos que
debeestarse a la última partedel inc. a) dedicha norma, en el sentidodequelafal-
ta de aviso no invalida la actuación del gestor cuando la comunicación no puede
llevarse a cabo y la dilación en el tiempo pueda resultar perjudicial para el dueño
del negocio.
Como novedad a destacar en el Código Civil y Comercial, podemosdestacar que
el art. 1783 no solo obliga al dueño del negocio a reembolsar el valor de los gastos
necesarios y útiles, con losintereseslegalesdesdeel día en que fueron hechos, sino
también a remunerar al gestor "si la gestión corresponde alejercicio de su activi-
dadprofesional, osiesequitativo enlas circunstanciasdelcaso" (por ejemplo, si las
aptitudes personales y profesionales del gestor fueran decisivas para lograr el éxi-
to del negocio, cuando inicialmentesu obtención eradudosa). Además, el art. 1789
introduce como aspecto novedoso en el ordenamiento jurídico nacional que: "El
dueño delnegocio queda obligado frente a los terceros por los actos cumplidos en
su nombre, si ratifica la gestión, si asume las obligaciones del gestor0 si la gestión
es útilmente conducida ".
7 - Empleo útil
8 - Títulosvalores
Los títulos valores son documentos necesarios para legitimar el ejercicio del
derecho literal y autónomoqueen ellosse incorpora. El Código Civil y Comercial ha
incorporado en el Capítulo 6delTítuloV("Otrosfuentesde lasobligaciones"), del
Libro Tercero ("Derechos personales"), a los títulos valores como fuentes de las
obligaciones. Así lo expresa el art. 1815, que dispone: "Los títulos valores incorpo-
ran una obligación incondicional e irrevocable de una prestación y otorgan a cada
titular un derecho autónomo, sujeto a l o previsto en elartículo 1816...",agregan-
do el artículo siguiente que: "El portador de buena fe de un título valor que l o
adquiere conforme con su ley de circulación, tiene un derecho autónomo, y le son
inoponibles las defensaspenonales que pueden existir contra anterioresportado-
res. A los efectos de este artículo, e l portador es de mala fe si a l adquirir el título
procede a sabiendas en perjuicio del deudor demandado".
No podemos soslayar que los títulos valores han adquirido con el correr del
tiempo una sideral importancia en el tráfico mercantil. Ello así, puesto que posibi-
lita una rápida y segura circulación de losderechosde crédito dadoque, transmiti-
do el documento se transmite el derecho de crédito que pertenecía al transmiten-
te. Los títulos valores ofrecen amplias ventajas para ambas partes: a) al acreedor,
se le facilita el ejercicio de su derecho ya que le bastará exhibir el título para acre-
ditar su titularidad sobreel crédito, y, b), al deudor, ya que se liberará probando
que pagó -de buena fe- al portador del título en donde conste la deuda que
debesaldar (cfr. art. 1817, CCCN).
- Títulos valores alportador. Dispone el art. 1837 que: "Es título valor alpor-
tador, aunque no tenga cláusula expresa en tal sentido, aquel que no ha
sido emitido en favor de sujeto determinado, o de otro modo indicada una
ley de circulación diferente. La transferencia de un título valor al portador
se produce con la tradición del título". Es decir, el título al portador permite
que cualquier persona que posea el título y lo exhiba, pueda exigir al obli-
gado el derecho a él incorporado, aunque no sea titular del mismo. Por lo
tanto, la simpletenencia del instrumento faculta, a quien lo detente, a exi-
gir su cumplimiento.
- Títulos valores a la orden. El art. 1838expresa que: "Es título valora la orden
e l creado a favor de penona determinada. Sin necesidad de indicación es-
pecial, el título valor a la orden se transfiere mediante endoso. Si elcreador
del título valorincorpora la cláusula "no a la ordenmoequivalentes, la trans-
CARLOS A . CALVO COSTA
ferencia del título valordebe hacerse conforme con las reglasde la cesión de
derechos, y tiene los efectospropios de la cesión". Es decir, los títulos a la
orden son los que designan una persona determinada, quien es titular del
créditoque consta en el documento; el ejemplo típicode un título a la orden
es la letra de cambio. En los títulos a la orden, para poder hacer efectivo el
derecho incorporado al título (v. gr. cobro del crédito que consta en el docu-
mento) por una persona distinta a la que figura emitido el instrumento, no
basta con poseer el título, sino que es preciso además que la persona desig-
nada en el documento haya ordenado que se pague la deuda, es decir, que
se haya formulado en favor del poseedor del título la cláusula de endoso.
- Títulos valores nominativos endosables. Determina el art. 1847 que: "Es tí-
tulo nominativo endosable elemitido en favor de una persona determina-
da, que sea transmisible p o r endosoy cuya transmisión produce efectos res-
pecto a l emisor y a terceros a l inscribirse en el respectivo registro. El endo-
satario quejustifica su derecho por una serie ininterrumpida de endosos es-
tá legitimado para solicitar la inscripción de su título. Si e l emisor del título
se niega a inscribir la transmisión, e l endosatario puede reclamar la orden
judicial correspondiente".
- Títulos valores nominativos no endosables. Están definidos en el art. 1848,
quedisponetextualmente: "Es título valornominativo noendosableelemi-
tido a favor de una persona determinada, y cuya transmisiónproduce efec-
tos respecto a l emisor y a terceros a l inscribirse en e l respectivo registro ".
CCCN),etcétera. En l a s ~ b l i ~ a c i o n e s ~ x lsegún
e ~ e , un criteriodoctrinario(~lterini),
a partir de determinados presupuestos de hecho (v. gr., parentesco, necesidad del
alimentado, etcétera) la ley determina el efecto específico de generar obligacio-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
nes, las que tienen carácter innominado. Se tratan, pues, de fuentes de obligacio-
nes de índole residual: la gran mayoría de ellas encontrarán la razón de su existen-
cia en las fuentes nominadas que hemos expuesto anteriormente.
1 - Corrientesubjetivo-objetiva
11 - Corriente objetiva
1 - El causalismoclásicoy el anticausalismo.
Posturas, críticas y discusiones
111 - Corrientesubjetivista
Las distintasteorías que integran esta corriente asimilan a la causa con los moti-
vos que han determinado la voluntad de las partes (pero no al simple motivo sino
al móvil causalizado), siendo necesario que ella sea común en los actos bilaterales.
Susdefensores(Diez- Picazo, Mosset Iturraspe)asimilan también a la finalidad abs-
tracta con el objeto del negocio celebrado.
I V - Corriente dualista
Está compuesta por teorías que surgen de la confluencia de las posturas subje-
tivas y objetivas en torno a la causa; se enrolan dentro de esta corriente las teorías
esbozadas por Josserand, Ripert y Boulanger, Marty y Raynaud, en Francia, y por Bor-
da y Videla Escalada en el Derecho argentino.
3 - El sincretismocausal
sume que existe, mientrasel deudor no pruebe lo contrario". Queda claro, a nues-
tro entender, que la norma estaba referida a aquellasobligacionesdocumentadas
(que constaban en un instrumento), aunque también resultaba de aplicación a
aquellas que resultaran ser reconocidas por el modo indicado por el art. 1190 del
CCreferido a la prueba de los contratos (es decir, por confesión de partes, judicial
o extrajudicial, por juramento judicial, por presunciones legales o judiciales o por
testigos), aunqueen este último supuesto la cargade la prueba de la causa pesaría
sobre el acreedor. De este modo, una vez acreditada la existencia de la obligación
debía presumirse la existencia de la causa fin, ya que nadiese obligaba sin un pro-
pósito o una razón; aunque, esdable mencionar, setrataba de una presunción iuris
tantum, ya queel deudor podría probar que no la poseía.
El art. 501 del CC se encontraba referido a la falsedad de causa. Disponía tex-
tualmente la norma que: "La obligación será válida aunque la causa expresada en
ella sea falsa, si se funda en otra causa verdadera". Esteartículo legislaba el supues-
to en el que una obligación documentada expresaba una causa queessimulada; en
dicho caso, la obligación sería válida si la causa falsa o simulada se fundaba en otra
verdadera. Claroestá que, como requisito ineludibledevalidez, la simulación debía
ser Iícitay relativa.Además, era pacífica ladoctrinaen cuantoaconsiderar quequien
alegaba quelacausafin expresada era simuladaera quien cargaba con la prueba de
la causaverdadera: esdecir, era el deudor quien debía acreditar la existencia de una
falsa causa, y si lograba acreditarla, podría aún el acreedor probar en sentido con-
trario, es decir, que la causa de la obligación era Iícita y verdadera.
El art. 502 del CCse encontraba referido a la ilicituddela causa. El texto normati-
vo expresaba que: "La obligación fundada en una causa ilícita, es de ningún efecto.
La causa es ilícita, cuando escontraria a las leyeso al orden público". Estadisposición
del Código Civil, como lo manifiesta la absoluta mayoría de la doctrina, guardaba
íntima relación con lo dispuesto por el art. 953 del CCreferido al objeto del acto jurí-
dicoy al requisitodesu licitud. En el caso delart. 502del CC,debemosaclararquepor
aplicación del art. 500 del CC la causa fin se presumía Iícita, por lo cual para poder
determinar su ilicitud esta debía ser probada: una vez probado que la obligación
poseía una finalidad ilícita, inmoral, contraria al orden público o a las buenas cos-
tumbres, podría ser nula o anulable, según el caso (cfr. arts. 1044y 1045, CC).
Ejemplo:
"Juan" es el portador de un cheque por $25.000 que ha sido emitido por "Pedro".
"Juan" puede presentarlo al cobro en la ventanilla del banco y la entidad bancaria
deberá pagárselo: si no hay fondossuficientes para ello, por ejemplo, "Juan" podrá
iniciar un juicio ejecutivo tendiente a su cobro, mientras que "Pedro" nada podrá
alegar como defensa durante el transcurso del juicio ejecutivo en torno a la causa
final del acto que originó la emisión del cheque; ello así, ya que no puede discutirse
la causa del instrumento en los procesosjudicialesejecutivos. Cualquier discusión en
torno a la validez de la causa del cheque deberá ser ventilada en un juicio ordinario
posterior que debería iniciar "Pedro" (deudor del cheque) contra "Juan" (portador
del mismo).
Sin embargo, ello no quiere decir que la obligación que nace de un acto abs-
tracto carezca de causa. Toda obligación posee una causa, y las que nacen de actos
abstractos también deben poseerla. Como bien lo remarca Busso, la admisión del
acto abstracto "tiene por finalidad defender la seguridad jurídica de terceros de
buena fe que se hallan vinculados a una relación no constituida por ellos. En tales
condiciones, y con relación a esos terceros, la ley dispone que el acto sea tratado
con independencia de la causa". En tal sentido, el deudor de una obligación abs-
tracta (librador de un cheque o un pagaré) debecumplir con ella (v. gr., pagarle al
portador del documento que puedeser un tercero ajeno a la relación obligatoria),
pero luego tendrá la facultad de exigir la repetición de lo pagado por ella, si logra
acreditar la carencia, ilicitud ofalsedad de la causa fin del acto generador.
5 5. Reconocimientode obligaciones
a) Concepto
bJ Legislación comparada
dJ Caracteres
e) Forma
fJ Clases de reconocimiento
El reconocimiento puede ser efectuado de modo expreso o tácitamente; ello
así, toda vez que el Código Civil y Comercial considera al reconocimiento no tanto
como documento sino como acto comprobatorio.
Habrá reconocimiento expreso cuando el deudor lo realiza con la intención de
dejar asentado la existencia de la obligación. En este caso, el art. 734 del CCCN dis-
pone que: "El reconocimiento puede referirse a un título o causa anterior". Sin
embargo, no podemos soslayar que el Código Civil y Comercial ha insertado como
novedad en el mismo art. 734, que el reconocimiento "también puede constituir
una promesa autónoma de deuda".
Consideramos que la norma ha mejorado notoriamente la redacción del dero-
gado art. 722 del CC, ya que en él se imponía a título imperativo que constara en el
actode reconocimiento la causa de la obligación original, su importancia y el tiem-
poen que habíasido contraída. Ello resultaba contradictorio, yaquelaoriisión de
los recaudos mencionadosen la norma no podía nunca acarrear la nulidad del reco-
nocimiento, aunque sí debilitar su prueba. De no ser así, no habría lugar para el
reconocimientotácitoquesíadmitíael art. 720del CCdeVélezSarsfield y que aho-
ra admite también el art. 733 del CCCN. Finalmente, estimamos que, a tenor de lo
dispuesto por el art. 726del CCCN, cuandoel art. 734se refierea la causa, esa la cau-
safuente, esdecir, al hecho antecedenteque justifica la existencia de la obligación.
El reconocimiento tácito, en cambio, es aquel que surge de la propia conducta
del deudor que evidencia la existencia de la obligación y su carácter de obligado
por ella, aun cuando aquel no ha efectuado manifestación alguna en tal sentido.
Constituyen para la doctrina y la jurisprudencia actos.de reconocimiento tácito: los
pagos que realiza el deudor ; las gestiones extrajudiciales para fijar el monto de la
deuda, la promesa de indemnizar a la víctima de un hecho ilícito, etcétera.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
gJ Requisitos
Toda vez que hemos considerado al reconocimiento como un acto jurídico, es
evidentequeél debecumplir con todos los recaudosexigidos para la conformación
de aquél,.
Estimamos, pues, que el acto de reconocimiento requiere:
1. La declaración de voluntad del deudor, es decir, que ella sea realizada con
discernimiento, intención y libertad, y libre detodovicio.
2. Que la voluntad sea manifestada de modo apropiado (v. gr., en instrumen-
t o público para aquellos actos jurídicos que requieran ser instrumentados
de tal modo para su validez).
3. Que el sujeto que realiza el reconocimiento, sea una persona plenamente
capaz (deejercicio y dederecho) para cambiar el estado de su derecho. Si el
reconocimiento se efectúa a través de un representante voluntario (v. gr.,
mandatario), este deberá poseer un poder especial para reconocer obliga-
ciones anteriores al mandato no siendo ello necesario cuando las obliga-
ciones a reconocer sean de fecha posterior al otorgamiento del mandato.
4. Que la causa final del acto de reconocimiento sea lícita (arg. art. 281, CCCN).
5. Que sea efectuado en la forma legal prescripta en aquelloscasosen loscua-
les la ley impone que el reconocimiento cumpla con una formalidad deter-
minada (v. gr., reconocimiento de obligaciones nacidas de actos jurídicos
instrumentados en escritura pública).
hJ Efectos
Los principales efectos que se le asignan al reconocimiento en nuestro Código
Civil y Comercial son lossiguientes:
1. El reconocimiento se erige en un medio deprueba de excelencia respecto a
la existencia de la relación jurídica obligatoria. Por lo tanto, una vez que es
efectuado, el acreedor quedará habilitado a ejercer los mecanismoslegales
que se encuentran a su disposición a fin de obtener el cumplimiento de la
obligación (art. 730, CCCN: ejecución forzada, ejecución por otro a costa del
deudor, etcétera). Debemos reiterar que el reconocimiento solo admite la
existencia de la obligación pero no la crea, por lo cual si el acto del recono-
CARLOS A . CALVO COSTA
El reconocimiento no debe ser confundido con ciertas figuras jurídicas con las
cuales guarda cierta afinidad, como ser:
1 - Con la renuncia
Esta implica la abdicación de un derecho y resulta revocable hasta tanto no sea
aceptada por el beneficiariode ella (art. 947, CCCN); en cambio, el reconocimientoes
-por regla general-irrevocabley no implica renuncia alguna por partedel deudor.
2 - Con la transacción
Si bien esta también es de efecto declarativo como el reconocimiento, se dife-
rencia de este en que la transacción es un acto jurídico bilateral que requiere que
ambas partes participen del acto realizándose concesiones recíprocas, modifican-
do de tal modo la relación originaria. Ello no ocurre con el reconocimiento, que
además de ser unilateral del deudor, no modifica en absoluto la obligación pree-
xistente reconocida.
3 - Con la confirmación
4 - Con la novación
Asimismo, los efectos con relación a l deudor están referidos a todos los dere-
chosque poseeel solvensantes, durantey despuésdel cumplimiento, losqueserán
detallados a lo largo del presente capítulo.
-
Cumplimiento espontáneo
Normales Ejecución forzada
Ejecución por otro
Principales
Formales Indemnización
Embargo preventivo
Efectos Inhibición general de bienes
con relación Medidas Anotación de la litis
al acreedor precautorias Prohibición de innovar
Prohibición de contratar
Intervención judicial
Auxiliares
r Acción de simulación
y deslinde
Acción directa
acción de oposición de entrega
de bienes a herederos
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Los efectos de las obligaciones son de carácter relativo, dado que solo habrán
de producirse entre las partes (acreedor y deudor), y también en caso de transmi-
sión, alcanzan a sus sucesores. Tal como lo establece el nuevo Código Civil y Comer-
cial no contiene una norma expresa en tal sentido como sí la poseía el Código Civil
deVélez Sarsfield (en el derogado art. 503), es evidente que ello no ha cambiado.
Constituye una novedad importante introducida por el CCCN, en materia de
efectos de las obligaciones, lo dispuesto para el caso de actuación de auxiliares, en
razón de lo cual se ha establecido el principio de equiparación, como bien lo deter-
mina el art. 732: "El incumplimiento de las personas de las que el deudor se sirve
para la ejecución dela obligaciónseequipara alderivado delpropio hecho delobli-
gado". Debequedar claro, a nuestroentender y afin deevitar equívocos interpre-
tativos, que quien incumple la obligación es siempre el deudor, ya que la norma
simplemente refiere que cuando el solvens se sirve de auxiliares o sustitutos para
ejecutar la prestación adeudada, la conducta de estos se equipara a la del deudor.
De lo expuesto precedentemente-que guarda armonía con lo establecido en
los arts. 1021 y 1024 del CCCN en materia contractual-se desprende lógicamente
que la obligación -por regla general- no tiene efectos respecto de terceros,
exceptoen loscasosprevistospor la ley (cfr. art. 1021, CCCN). Advertimos, pues, que
CARLOS A . CALVO COSTA
los terceros no pueden verse afectados por una relación jurídica obligatoria res-
pecto de la cual son ajenos. En razón de este principio general, es de destacar que
la obligación no produce efecto directo respecto de los terceros, en el sentido que,
verbigracia, el acreedor no puede exigir el cumplimiento de la obligación a un ter-
cero ajeno a la relación jurídica obligatoria.
Solamente por excepción puede serle opuesta una obligación a un tercero,
como sucede en el caso de la obligaciones de dar, cuando el deudor ha contraído la
obligación de entregar una misma cosa frente a dos acreedores diferentes: en tal
caso, el acreedor de la entrega que no ha recibido efectivamente la cosa, deberes-
petar el mejor derecho del otro acreedor de buena f e que sí ha recibido el objeto
(cfr. art. 756, CCCN).
Ejemplo:
"Juan" le vende su biblioteca a "Pedro", pero también se la vende a "Manuel". Si
"Juan" efectuara la entrega de la biblioteca a "Manuel" y este ignorara que ella
había sido vendida previamentea "Pedro" (lo cual denota su buena fe en la obliga-
ción), "Pedro" -quien resulta ser un tercero en la relaciónjurídica obligatoria con-
venida entre "Juan" y "Manuel"-debe respetar el mejor derecho de "Manuel" res-
pecto de la posesiónde la cosa. Quedará, pues, facultado a demandar a "Juan" por la
reparación de los dañosque le ha provocado dicho incumplimientode la obligación,
pero no podrá afectar el derecho de "Manuel" respecto de la biblioteca recibida.
por acto entre vivos- como puede ser el caso de una cesión de derechos o
de un legado de un crédito determinado.
Dispone el art. 1027 del CCCN que: "Si e l contrato contiene una estipulación a
favor de un tercero beneficiario, determinado o determinable, e l promitente le
confiere los derechos o facultades resultantes de lo que ha convenido con el esti-
pulante. El estipulante puede revocar la estipulación mientras no reciba la acepta-
ción del tercero beneficiario;pero no puede hacerlo sin la conformidaddelpromi-
tente sieste tiene interésen quesea mantenida. El tercero aceptante obtiene direc-
tamente los derechos y las facultades resultantes de la estipulación a su favor. Las
facultades del tercero beneficiario de aceptar la estipulación, y de prevalerse de
ella luego de haberla aceptado, no se transmiten a sus herederos, excepto que haya
cláusula expresa que lo autorice. La estipulación es de interpretación restrictiva".
Esta disposición había sido cuestionada por la casi totalidad de la doctrina
argentinaen razón desu deficiencia metodológica, yaqueVélezSarsfield la había
colocado dentro de la Sección Primera del Libro Segundo (titulada "De las obliga-
ciones en general"), cuando metodológicamente pertenece al ámbito de los con-
tratos, como acertadamente el Código Civil y Comercial la ha ubicado.
Esta norma está referida a la estipulación en favor de terceros (o contrato a
favor de terceros como lo denomina Alterini), que presenta la siguiente peculiari-
dad: se trata de un contrato por el cual una de las partes-denominadapromiten-
te- se obliga con otra parte -llamada estipulante- a cumplir con una determi-
nada prestación en beneficio de un tercero -beneficiario-.
En este supuesto, el tercero beneficiario en favor de quien se ha establecido la
prestación se erige en acreedor de la obligación nacida de dicha relación contrac-
tual, en tanto y en cuanto, se cumplan con los siguientes recaudos: a) el tercero
beneficiario debe aceptar la ventaja que se le ha conferido en su favor por dicho
contrato, ya que no puede serle impuesta (art. 1545, CCCN); y, b) dicha aceptación
debe notificarla al promitente, dado quees estequien se ha obligado a cumplir la
prestación a favor del tercero beneficiario, antesdeser revocada (arts. 975,979 y
Ejemplo:
Este supuesto establecido por el art. 1027 del CCCN, en nada contradice lo que
hemos expuesto en torno al alcance relativo de los efectos de las obligaciones (es
decir, que se dan entre acreedor y deudor), toda vez que si bien el beneficiario es
un tercero, al aceptar la prestación a realizar en su favor deja de ser tal para con-
vertirse en acreedor de la obligación (Pizarro -Vallespinos), dado quetanto él como
el estipulante pueden exigir al promitente su cumplimiento.
Por otra parte, aun cuando existen discrepancias doctrinarias respecto al
momento en que nace el crédito del beneficiario en este supuesto, estimamos que
dicho nacimientose produceen el mismo instante del otorgamientodel acto, aun-
que este estará afectado por una condición suspensiva que será la aceptación del
beneficiario y su notificación al promitente antesde su posible revocación.
Dispone el art. 1025 del CCCN que: "Quien contrataa nombre de un tercero solo l o
obliga si ejerce su representación. A falta de representación suficiente e l contrato
es ineficaz. La ratificación expresa o tácita del tercero suple la falta de representa-
ción; la ejecución implica ratificación tácita".
De ello se desprende que solo un representante (legal ovoluntario) puede rea-
lizar un acto jurídico a nombre de otro: en tal supuesto merece destacarse que el
representante no será parte sino su representado, quedando este último compro-
metido en razón de lo actuado por aquel en su nombre.
De no tenerse dicha representación, lo obrado por quien celebra el acto a nombre
de otro será ineficaz, a no ser que el tercero ratifique lo actuado por el supuesto
representante.
1 - Inmediatos y diferidos
Son inmediatos aquellos que se producen desde el mismo instante del naci-
miento de la obligación, dado que no están sometidosa modalidad alguna ya que
la obligación es pura y simple. En cambio, son diferidosaquellos quese postergan
en el tiempo, por estar sometidos a alguna modalidad, como ser un plazo suspen-
sivo (art. 350, CCCN) que provoca la inexigibilidad de la prestación hasta que él no
se cumpla.
2 - Instantáneos y permanentes
Son instantáneos los que se agotan en una única prestación, dado que el pago
se realiza en un único momento (por ejemplo, en una obligación de dar cosa cierta
los efectos se agotan con la entrega de la cosa, dado que en ese instante el deudor
paga y se libera). En cambio, sonpermanentesaquellosqueseextienden a lo largo
del tiempo, pudiendo ser, a su vez:
valos (v. gr., el locatario debe abonar el alquiler mensual al locador del l o al
5 de cada mes durante los 24 meses de duración del contrato de locación).
1 - Ejecución forzada
Es decir, debe quedar claro que el acreedor -para hacer uso de esta facultad
compulsiva sobre el deudor-debe promover una acción judicial de cumplimiento
contra este a fin de que le sea impuesto al solvensen forma coactiva el comporta-
miento debido. En dicho proceso, el juez debería comprobar -en principio-si la
pretensión del acreedor es admisible y luego del dictado de un pronunciamiento
judicial que lo considere procedente, recién quedará habilitado el acreedor para
iniciar la ejecución compulsiva de la prestación a cargo del deudor.
Ejemplos:
11 - Ejecuciónpor otro
El art. 730,inc. b) del CCCN expresa que el acreedor tiene la facultad de hacerse
procurar por otro el objeto de la obligación a costa del deudor, autorizándolo de
tal modo a recurrir a la actividad de personas extrañas a la relación jurídica obliga-
toria para poder satisfacer su interés (cfr. también art. 776,CCCN). Ello, claro está y
tal como lo analizaremos seguidamente, en tanto y en cuanto el hecho pudiese ser
ejecutado por una persona distinta del deudor (es decir, que no setratede obliga-
ciones intuitupersonae).
Ahora bien, como lo dice el texto de la norma, la ejecución por otro que obten-
ga el acreedor será a costa del deudor, por lo cual podrá rembolsar de este los gas-
tos que haya tenido que efectuar en razón de dicha ejecución por una persona dis-
tinta; ello sin perjuicio de la indemnización que pueda reclamarle el accipiens en
razón del daño que pudo haberle irrogado en razón de la mora en el cumplimiento.
de la prestación, dado que la demora -en tal caso- agravaría los daños que ha
provocado el incumplimiento del deudor. Sin embargo, estimamos que a fin de
lograr el reembolso, deberá efectuar luego el acreedor acreditar ante el juez los
motivosy lasrazonesdeemergencia que lo llevaron aacudir a la figura de una per-
sona distinta del deudor para llevar a cabo la ejecución de la obligación.
Ejemplo:
"Alberto" ha contratado a un plomero para que al día siguiente le repare una pérdi-
da en un caño aue le ha orovocado una mancha de humedaden el techo desu cocina.
habiéndoleen;regado n; anticipo de dinero para la compra de materiales. El plome:
ro no concurre el día establecido. Ni siauiera los insistentes llamadostelefónicos de
"Alberto" logran hacerlo cambiar de actitud. Finalmente, a los pocos días el techo
comienza a tener desprendimientosyse provoca una gotera, por lo cual "Alberto" se
ve obligado a reparar ello de urgencia, caso contrario los daños serán aún mayores.
En este caso, y ante esta emergencia, podrá "Alberto" acudir a los servicios de otro
plomeroy luego pretender el reembolsode parte del primero.
Dispone el art. 730, inc. c) del CCCN que podrá el acreedor "... obtenerdeldeu-
dor las indemnizaciones correspondientes.. .".
Cuando esto sucede, ingresamos decididamente en la etapa de la responsabili-
dad (o haftung para los alemanes), dado que se producirá la reacción del ordena-
miento jurídico frente al incumplimiento del deudor, lo cual impide que este pue-
da dar satisfacción al interés del acreedor a través del pago de la prestación que
había asumido en la obligación.
Es decir, ante la imposibilidad deque el acreedor puedaver satisfechosu interés
en especie, el ordenamiento jurídico le permite la posibilidad de obtener dicha
satisfacción por equivalente, es decir, medianteel contravalor dinerario de la pres-
tación (idquodinterest), que noesotra cosa másquela sustitución en dinero de la
prestación debida por el deudor. Por lo tanto, cuando el acreedor no pueda obte-
neren especielasatisfacción desu interésen la obligación y deba conformarsecon
su equivalente en dinero hablaremos de efectos anormalesde la obligación.
Toda vez que este tema ya lo hemos tratado en el Capítulo 1,s 1, c) al referirnosa
la estructura institucional de la obligación, remitimos a lo que allí hemos expuesto.
Simplemente, queremos reiterar que según nuestro parecer tanto la ejecución
forzada como el id quod interest son etapas o tramos de la misma obligación, ya
que estamos siempre en presencia del mismo derecho subjetivo del acreedor y del
mismo deber del deudor; y, únicamente, en caso de tener que efectuarse la ejecu-
ción indirecta y obtenerse la satisfacción del interésa travésde una indemnización
en dinero, el derecho del acreedor sufrirá un cambio en su objeto.
Ello al margen, claro está, que el acreedor pueda reclamarle al deudor como adi-
cional del equivalente de la prestación incumplida (id quod interest) también la
reparación de los mayores daños (moratorio o compensatorio, según el caso) que
ha sufrido con motivo del incumulimiento resuecto de lo cual se encuentra facul-
t a d por
~ el art. 730, inc. c) del CCCN.
impone, según su arbitrio y discrecionalidad; ellas se caracterizan por ser una pena
privada totalmente independiente de la indemnización de daños y perjuicios. La
ley distingue entre astreintes provisorias y definitivas (las que deben dictarse
tomando como base una astreinte provisoria anterior), y también que el monto de
las astreintes provisorias será concedido al acreedor.
En el Derecho anglosajón, por su parte, si bien no existen las astreintes, existe
un instituto similar que es el contempt o f court, previsto para el supuesto en que
una persona desobedezca un mandato judicial. Cuando ello ocurre, es considera-
do un desacato a la autoridad judicial y un menosprecio al tribunal. De tal modo,
cuando un magistrado ordena al deudor que cumpla con la obligación a su cargo y
este no lo hace, dicha desobediencia le acarrea al infractor la imposición de una
sanción disciplinaria y además una sanción económica en favor de la contraparte.
En el Derecho alemán, en cambio, el instituto de las astreintes ha sido recepta-
do por la Ordenanza ProcesalCivil (arts. 888 y 890), pero con la singularidad de que
el monto que se obtiene a través de ellas no tiene como destinatario al acreedor
sino al Fisco. En el Derecho germánico, asimismo, los jueces pueden imponer la
pena de prisión cuando estimen que la falta de acatamiento al mandato judicial ha
sido manifiesta.
En la Argentina, la aplicación de las astreintes, aun cuando no existía regulación
normativa respecto de ellas, fue admitida desde principios del siglo XX gracias a los
aportes de una calificada doctrina (Colmo, Salvat, Lafaille, Galli, Spota, entre otros)
que juzgaron que losderechosdebían serrealizadosy queellasno eran másque una
manifestación del poder que tenían los jueces para hacer efectivas sus resoluciones.
Con anterioridad a su consagración legislativa a través del derogado Código
Civil deVélezSarsfield (según reforma introducida mediante la ley 17.71 l), la con-
sagración legislativa del instituto de las astreintes ya era recomendado en nume-
rososencuentros y jornadas científicas, pudiéndose destacar el despacho unánime
en pos de su consagración normativa que se emitió en el marco del "111 Congreso
Nacional de Derechocivil" celebradoen la ciudad decórdobaen 1961.También la
jurisprudencia utilizó estas sanciones conminatorias en situaciones dispersas,
como ha ocurrido en un fallo de la Sala A d e la Cámara Civil de 1952 por medio del
cual seimpusieron sancionesconminatoriasa quien nocumplíacon un régimen de
visitas establecido en un juicio de divorcio (JA, 1952-IV-9).
Sin embargo, la primera consagración normativa del instituto en nuestro país
fue en el Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Santa Fe en 1962,
seguida luego por el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación en 1968, cuyo
art. 37 dispone que: "Losjuecesy tribunalespodrán imponersancionespecuniarias
compulsivasyprogresivas tendientesa que laspartes cumplan sus mandatos, cuyo
importe será a favor del litigante perjudicado p o r e l incumplimiento.
Podrán aplicarse sanciones conminatorias a terceros, en los casos en que la ley
lo establece.
CARLOS A . CALVO COSTA
bJ Naturalezajurídica
1 - Con la multacivil
1 - Provisionales y revisables
Una vez impuestas por el juez no pasan en autoridad de cosa juzgada. Ello así
toda vez que las astreintes, así como fueron impuestas, también pueden ser deja-
das sin efecto por el juez con posterioridad a ello si el incumplidor desiste de su
resistencia o justifica su proceder (cfr. art. 804, CCCN). Pero cuando nada de ello
ocurre, una vez fijadas definitivamente por el magistrado mediante una resolu-
ción judicial firme, procede su ejecución.
2 - Conminatorias
que se trata de una facultad que poseen los magistrados para fijarlas discrecional-
mente según cada caso en concreto. Es importante destacar que las astreintes
deben ser impuestas por el juez atendiendo al patrimonio del obligado al cumpli-
miento, dado quesi la suma fijada comosanción conminatoriaes insignificanteen
comparación al patrimonio del incumplidor, la finalidad de forzar su cumplimien-
t o seguramente no podrá concretarse.
4 - Pecuniarias
Solo pueden consistir en una suma de dinero conforme lo determina el art. 804
del CCCN.
5 - Ejecutables
El acreedor puede en determinado momento efectuar la liquidación de las
astreintes impuestas por el juez y ejecutarla a fin de obtener el monto que resulte
de ellas. Al respecto, la doctrina afirma que, de no ser ejecutables las astreintes se
convertirían en meras condenas ilusorias y carentes de toda utilidad (Llambías,
Alterini - Ameal - López Cabana, Mosset Iturraspe, Kemelmajer de Carlucci, Pizarro -
Vallespinos). De tal modo, una vez consentida o ejecutoriada la sentencia que
impuso las astreintes, estas pueden ser ejecutadas de conformidad con las normas
procesales atinentes a la ejecución de sentencias (v. gr., art. 499 y SS., CPCCN).
6 - A pedido de parte
Las astreintes no pueden ser pronunciadasde oficio, sino que deben ser aplica-
das únicamente si el acreedor interesado las ha solicitado.
7 - Progresivasy no retroactivas
Las astreintes son impuestas por día, semana, o mes de atraso en el acatamien-
t o de la condena judicial, pudiendo preverse su aumento si se mantiene la desobe-
-
diencia por parte del obligado (Pizarro Vallespinos). Asimismo, toda vez que las
astreintes tienen un carácter eminentemente sancionatorio, no pueden ser
impuestas retroactivamente, puessi busca compeler al obligado para que cumpla,
debe brindárseleaestela posibilidad deque lo haga, por lo cual solo pueden impo-
nerse hacia el futuro a partir del desacato de la resolución judicial por parte de
quien debía cumplirlo.
8 - Subsidiarias
¿Las astreintes son subsidiarias?No hay acuerdo doctrinario al respecto. Algu-
nos autores han sostenido que las astreintes poseen este carácter dado que solo
cabeacudir a ellasante la ausencia deotro medio idóneoque posibilite obtener el
cumplimiento de la sentencia (Mazeaud, Chabas, Moisset de Espanés). Según nues-
CARLOS A . CALVO COSTA
tro parecer (criterio que también sostienen Llambías y Borda, entre otros), las
astreintesnoson subsidiarias, toda vez que su aplicación no está condicionada por
la falta de otrasvías idóneas para obtener el cumplimiento: basta para ello obser-
var que nada expresa al respecto el art. 804 del CCCN, por lo cual el juez puede
imponerlascuandosedan los supuestosde hecho que menciona la norma sin nece-
sidad de agotar previamente otras vías procesales tendientes a ello.
Una postura similar, pero con algún matiz, fue sostenida por Alterini, Ameal y
López Cabana, en cuanto con idénticos fundamentos se oponen a la acumulación,
aunque brindan ciertas precisiones que otorgan opción al acreedor ante tal su-
puesto:
a) Si el monto del daño es superior al de las astreintes, el acreedor puede
reclamar el total de la indemnización, por lo cual lo que haya percibido en
carácter deastreintesserá imputado acuenta del monto total de la indem-
nización.
b) Si el monto de lasastreintesessuperior al de la indemnización de losdaños,
el acreedor podrá optar por reclamar aquel prescindiendo en consecuencia
de la indemnización de los perjuicios.
Finalmente, una postura más moderna que compartimos sostenida entre otros
por Ameal -en un trabajo más reciente-, Pizarro y Vallespinos, expresa que nin-
gún inconveniente existe en que el acreedor pueda pretender cobrar el monto
total de la liquidación de las astreintes y también la suma de dinero que arroja la
indemnización de losdaños y perjuicios sufridos por el incumplimiento del deudor.
Se argumenta en favor de esta posición que nada obsta a que se acumulen ambas
toda vez que las astreintes constituyen un concepto distinto y un fenómeno autó-
nomo de los daños y perjuicios. Asimismo, en tal caso no habría enriquecimiento
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
sin causa a favor del acreedor puesto que el desplazamiento patrimonial que se
produce posee causa en ambos casos y las dos son diferentes: uno en las astreintes
y el otro en la indemnización de los daños irrogados al acreedor ante el incumpli-
miento. Además, no debe confundirse jamás el monto de las astreintes -produc-
t o de la conminación y punición al incumplidor-con la reparación del daño sufri-
do por el acreedor. Compartimos esta postura, además, porque no existe prohibi-
ción legal alguna que impida la acumulación, dado que no se trata de un enrique-
cimiento sin causa como acabamos de mencionarlo.
1 - Beneficiario
Las astreintes son aplicadas en beneficio del titular del derecho, tal como lo
determina expresamente el art. 804 del CCCN, que es similar al adoptado en el
Derecho francés.
Sin embargo, en otrosordenamientos jurídicos el destinatario de lasastreintes
no siempre es el acreedor, puesto que como lo hemos analizado anteriormente,
otras legislaciones-como la Ordenanza ProcesalCivil (arts. 888 y 890) del Derecho
alemán a la que ya hemos hecho referencia anteriormente-disponen que el des-
tinatario de lasastreintes sea el Fisco, lo cual consideramos inapropiado dado que
estimamos que en tal supuesto el acreedor tendrá poco interés en su imposición
sabiendo que ningún beneficio patrimonial obtendrá de ellas.
2 - Sujeto pasivo
Las astreintes, dispone el art. 804 del CCCN, serán impuestas "...a quienes no
cumplen deberesjurídicos impuestos en una resoluciónjudicial...". Ello posibilita
que no solo el demandado en un proceso judicial pueda ser sujeto pasivo de la
imposición de astreintes, sino también cualquier otra personaajena al proceso que
incumpla con una resoluciónjudicial emanada deeste: es por esta razón que el art.
37 del CPCCN que hemos trascripto anteriormente admite la posibilidad de que
impongan (aunque excepcionalmente) astreintesa terceros.
Debe quedar claro, según estimamos a la luz del análisis del instituto, que las
astreintes se aplican ante el supuesto de incumplimiento de un deber jurídico
impuesto por una resolución judicial, con la finalidad de vencer la resistencia del
incumplidor.
En razón de ello, su imposición puede efectuarse en cualquier clase de relación
jurídica, ya sea esta de naturaleza patrimonial o bien extrapatrimonial.
CARLOS A . CALVO COSTA
Las astreintes comienzan a correr para el obligado desde que la resolución que
las impuso está ejecutoriada (es decir, si se encuentra firme al no haberse impues-
to ningún recurso contra ella) y notificada al deudor.
Asimismo, las astreintes cesarán:
1. Por vía principal, cuando el deudor las paga o son dejadas sin efecto por el
juez.
2. Porvía accesoria, cuando seextingue laobligación en razón de la cual fueron
impuestas -arts. 856 y SS. CCCN)-, toda vez que ellas resultan ser un acce-
sorio de esta, salvo la reserva que efectúe el acreedor con respecto al cobro
de lo ya devengado al tiempo de recibir el pago de la prestación principal
Pues bien, en razón deque el patrimonio del deudores lagarantía común de los
acreedores la ley le permite a éstosvelar por su integridad e incolumidad, conce-
diéndolesaccionesy otros medios procesalesenposdeello, loque les permitirá, en
definitiva, asegurarel cobrodesuscréditos.Asimismo,medianteestosdispositivos
legales que aquí hemos llamado efectos auxiliares o secundariosde la obligación,
los acreedores podrán superar y remediar cualquier situación de insolvencia en la
que pretenda incurrir el deudor fraudulentamente, permitiéndoseles recomponer
el patrimonio de este en caso de que ello ocurra.
Este alcance acotado en razón deciertos bienes del deudor, halla su fundamen-
t o en el hecho de intentar poner a resguardo la dignidad de la persona del deudor,
y en el interés público que persigue el legislador en asegurar las condiciones míni-
mas desubsistencia del grupo familiar del deudor, lo que se obtiene al impedirque
puedan ser objeto de embargo y10 ejecución ciertos bienes del deudor considera-
dos indispensablespara llevar a cabo unavida digna. De este modo, quedarán úni-
camenteen condicionesdeser embargadosy ejecutados los bienesque no revistan
tal carácter, los que quedarán a disposición de las acciones que puedan iniciar los
acreedores contra el deudor tendientes a la ejecución de los créditos.
Bienesinembargables. Enumeración
El Código Civil y Comercial, así también como varios códigos procesales de dis-
tintas jurisdicciones y leyes especiales, han enumerado y declarado la prohibición
de embargo y ejecución respecto de ciertos bienes, como ya lo hacía -aunque de
modo disperso- el derogado Código Civil de Vélez Sarsfield. De tal modo, el art.
744 del CCCN se refiere a los bienes excluidos de la garantía común, al disponer:
"Quedan excluidos de la garantía prevista en el art. 743: a) las ropasy muebles de
uso indispensable deldeudor, desu cónyuge o conviviente, y desus hijos; b) losins-
trumentos necesarios para el ejercicio personal de la profesión, arte u oficio del
deudor: c) los sepulcros afectados a su destino, excepto que se reclame su precio
de venta, construcción o reparación; d) los bienes afectados a cualquier religión
reconocida p o r e l Estado; e) los derechos de usufructo, uso y habitación, asícomo
lasservidumbresprediales, que solo pueden ejecutarse en los términos de los arts.
CARLOS A . CALVO COSTA
Se destaca el caso previsto por el art. 1742 del CCCN, mediante el cual se dispone
que: "Eljuez, a l fijar la indemnización, puede atenuarla si es equitativo en función
delpatrimonio deldeudor, la situaciónpersonalde la víctima y lascircunstanciasdel
hecho. Esta facultad no es aplicable en caso de dolo del responsable". Esta disposi-
ción emanada del texto normativo citado, constituye también una excepción al
principio general de la reparación plena que impera en todos los ordenamientos
jurídicosdel mundo, y queestableceel art. 1740del CCCN, hasidoacogidacon bene-
plácito por gran partede la calificada doctrina nacional (Borda, Llambías, Salas, Acu-
ña Anzorena, entre otros) que vieron con beneplácito que se pudieran atenuar las
indemnizacionesque resultaran ser desmesuradascon relación a la capacidad eco-
nómica del deudor. Es de destacar, sin embargo, que muchos ordenamientos jurídi-
cosdel Derechocomparado han aceptado la ideadefacultara losmagistradosaate-
nuar equitativamente las indemnizacionesen circunstancias como las aquí plante-
adas y la han consagrado en su normativa, como ser: el Código Suizo de las Obliga-
ciones (art. #), el Código Civil de Portugal de 1967 (art. 494), el Código Civil de Perú
de 1984 (art. 1973) y el Código Civil de Paraguay (art. 1857), entre otros. En estos
ordenamientos jurídicos extranjeros aquí mencionados, se atiende exclusivamente
a la situación patrimonial del victimario no doloso, a excepción del Código Civil
paraguayo que también toma en consideraciónlas necesidadesde la víctima. Por lo
tanto, el deudor responderá hasta cierta suma únicamente.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Otra limitación en función del sujeto sedará en caso en que existan disposicio-
nes legalesque limiten la responsabilidad de una persona, pudiendo mencionar, a
título de ejemplo:
1. El caso de una Sociedad de Responsabilidad Limitada, en donde el capital
social se divide en cuotas y sus sociosven limitada su responsabilidad hasta
el importede la integración de lascuotasquesuscribanoadquieran (cfr. art.
146, ley 19.550). De tal modo, mediante la creación de una persona colecti-
va distinta de los miembros que la componen, se dota a esta de un patrimo-
nio propio que no afecta a los socios más allá de lo que éstos han aportado
para su constitución.
2. El supuesto de un contrato de Fideicomiso,, el queseencuentra definido en
el art. 1666 del CCCN: "Hay contrato de fideicomiso cuando una parte, Ila-
mada fiduciante, transmite o se compromete a transmitir la propiedad de
bienes a otra persona denominada fiduciario, quien se obliga a ejercerla en
beneficio de otra llamada beneficiario, que se designa en el contrato, y a
transmitirla a l cumplimiento de un plazo o condición al fideicomisario". En
esta figura jurídica, los bienes transmitidos conforman un patrimonio dis-
tinto y separado del fiduciario y del fiduciante, por lo cual ningún acreedor
de estos dos últimos puede agredir los bienes de ese patrimonio distinto
que pertenece al fideicomiso.
En razón de esta diferenciación que nos marca la ley, podemos distinguir entre
distintas clases de acreedores:
1. Privilegiados, que son aquellos quetendrán derecho a ser pagados con pre-
ferencia a otros.
2. Quirografarios o comunes, que son aquellos que no gozan de preferencia
alguna en el cobro. Estoscréditoscorren el riesgo de no poder ser cobrados
si, una vez satisfechos los acreedores privilegiados, los bienes del deudor
resulten insuficientes para pagar loscréditos remanentessin preferencia en
el cobro.
CARLOS A . CALVO COSTA
1 - Medidas cautelares
Son aquellas destinadas a conservar los bienes del deudor dentro del patrimo-
nio de este, impidiendo su salida y, por ende, que su patrimonio se desintegre. Es
evidente que con tales medidas se logra una protección anticipada del crédito, ya
que se hacen efectivas con anterioridad a queel deudor intente evadir algún bien
de su patrimonio. Es importante destacar que estas medidas son de carácter emi-
nentemente judicial (dado que deben ser ordenadas por un juez). Las más impor-
tantes son: el embargo, la inhibición general de bienes, la anotación de litis, la
prohibición de innovar, la intervención judicial, y la prohibición de contratar. Si
bien para la mayoría de los autores estas medidas también son denominadaspre-
-
cautorias(Llambías, Cazeaux, Alterini LópezCabana), otros juristas nacionales(Pal-
mero, Pizarro. Mosset de Espanés) efectúan una distinción entre ambas, al afirmar
que estas últimas son aquellas que tienden a asegurar la existencia y certidumbre
del derecho de crédito pero que no afectan por sí la integración actual ofutura del
patrimonio del deudor; incorporan dentro de esta última categoría a: la docu-
mentación del crédito, el reconocimiento de deuda, la constitución en mora del
deudor por interpelación, la suspensión e interrupción de la prescripción, etcéte-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
1 - Embargo preventivo
Respecto de qué bienes pueden ser objeto de embargo o no, nos remitimos al
análisis que hemos efectuado precedentemente en a, 2, 1 del presente parágrafo,
cuando hiciéramos referencia a las limitaciones y alcances del principio que esta-
bleceque el patrimonio del deudor constituye la garantía común de losacreedores.
Finalmente, es de destacar que suele distinguirse entre el embargo preventivo
(es el queestamosaquí tratando queesdictado en forma previa al dictado de una
sentencia judicial -art. 209 y SS, CPCCN-) y el embargo ejecutivo que es el que se
realiza con posterioridad al dictado de una sentenciajudicial y tiende a asegurar su
cumplimiento y eficacia (art. 531, CPCCN), afectando bienes para su posterior rea-
lización y liquidación en favor del acreedor.
En cuanto al embargo preventivo, es importante destacar como nota impor-
tante que si concurren varios embargos sobre un mismo bien (v. gr., un inmueble
determinado), tendrá el primer embargante una preferencia para cobrar respecto
de los restantes, dado que quien embarga primero en el tiempo tiene un mejor
derecho en el cobro respecto a quien lo hace con posterioridad. Esta preferencia
cederá en caso de que el deudor se encuentre concursado, ya que en este caso la
ejecución será colectiva y no individual.
Así lo dispone el art. 218 del CPCCN: "El acreedor que ha obtenido elembargo
de bienes de su deudor, no afectados a créditos privilegiados, tendrá derecho a
cobrar íntegramente su crédito, interesesy costas, con preferencia a otros acree-
dores, salvo en el caso de concurso. Losembargosposteriores afectarán únicamen-
te elsobrante que quedare después de pagados los créditos que hayan obtenido
embargos anteriores".
No obstante ello, esta ventaja del primer embargante cede en caso de concur-
so, y en las ejecuciones individuales, ante los acreedores privilegiados aunque no
hubieran trabado embargoalguno-por ejemplo, un acreedor hipotecario tendrá
preferencia en el cobro respecto de un acreedor quirografario, aun cuando este
haya logrado con anterioridad a la hipoteca la traba de un embargo sobre el
inmueble en cuestión-.
IV - Prohibición de innovar
V - Prohibición de contratar
VI - Intervención judicial
VI1 - Medidascautelaresgenéricas
actualmente puede fundarse en losdispuesto por el art. 2359 del CCCN, referido a
la garantía de los acreedoresy legatarios de la sucesión).
Analizaremos cada una de ellas detalladamente.
1 - Acción subrogatoria
l. 1 - Concepto
Esta acción tiene lugar cuando el deudor de una obligación no ejerce los dere-
chos que le competen contra sus deudores, por el motivo que fuere, lo cual imposi-
bilita a su acreedor hacer efectivo el cobro del crédito aue él le adeuda. Esta situa-
ción adquiere relevancia cuando el deudor inactivo es insolvente lo cual impide
efectivizar el cobro a su acreedor, puesto que si fuera solvente y tuviera suficiente
solvencia patrimonial para afrontar su deuda, su inactividad carecería de toda rele-
vancia. Borda sostiene que uno de los principales motivos por el cual un deudor pue-
de permanecer inactivo y carecer de interés en percibir sus créditos, será la convic-
ción que posea este en cuanto a que si los bienes ingresan a su patrimonio, serán
enseguida objeto de medidas cautelares (v. gr., embargo) por sus acreedores; por
ello prefiere la inactividad. Como remedio a esta situación, el ordenamiento jurídi-
co le brinda a los acreedores la acción subrogatoria (también llamada indirecta u
oblicua), que halla fundamento en el art. 739 del CCCN,en cuanto dispone que: "El
acreedor de un crédito cierto, exigible o no, puede ejercer judicialmente los dere-
chospa trimoniales de su deudor, si este es remiso en hacerlo y esa omisión afecta e l
cobro de su acreencia. El acreedor no goza de preferencia alguna sobre los bienes
obtenidosporesemedio". Estaacción, pues, sedenominasubrogatoria, puestoque
subrogarsignifica sustituir o colocarseen lugar deotro; e indirecta u oblicua, debi-
do a que los bienes que se obtengan mediante su ejercicio no ingresan al patrimo-
nio del acreedor que ejerce la acción, sino al patrimonio del deudor subrogado.
De tal modo, apreciamos que los sujetos involucradosen una acción subrogato-
ria son:
a) El acreedorsubrogante, que promueve la acción subrogatoria con lafinali-
dad de ejercer los derechos que su deudor posee respecto de terceros que
son deudores suyos.
b) El deudorsubrogado, queademásdedeudordel acreedor subrogante, esasi-
mismo acreedor de terceros y permanece inactivo respecto de estos créditos.
C) El tercero demandado (debitordebitoris), que es deudor del deudor subro-
gado.
Ejemplo:
"Raúl", deudor de "Alberto", es a su vez acreedor de "Julián". "Alberto" no logra
cobrarsucréditode "Raúl", puesto queel patrimonio deesteesinsuficiente paraello.
CARLOS A . CALVO COSTA
meterse en la administración de los bienes del deudor (dado que este no pierde el
derecho de administrar su patrimonio), cuando existe un interés legítimo del acre-
edor que pudiera verse afectado en el marco de ese proceso, puede un juez facul-
tarlo a intervenir en él para ponerlo en resguardo. Como ejemplo de ello, sostiene
Llambías puede admitirse la participación de un acreedor hipotecario en un juicio
de reivindicación del inmueble hipotecado, si el deudor efectúa una defensa dis-
plicente de su derecho. Esta facultad está prevista por el art. 90 del CPCCN que dis-
pone: "Podrá intervenir en unjuiciopendiente en calidaddeparte, cualquiera fue-
re la etapa o la instancia en que este se encontrare, quien: 1) Acredite sumaria-
mente que la sentenciapudiere afectarsuinteréspropio (...)". Debe quedar claro,
sin embargo, que su intervención como tercero será accesoria y subordinada a la
actividad que desarrolle su deudor en dicho pleito, no pudiendo alegar ni probar
lo queestuviese prohibido a esta (art. 91, CPCCN).
1.5 - Fundamento
Tal como lo dispone el art. art. 739 del CCCN, el acreedor puedeejercertodos los
derechos y acciones de contenido patrimonial que le correspondan a su deudor, si
este es remiso en hacerlo y esa omisión afecta el cobro de su acreencia.
CARLOS A . CALVO COSTA
Para que la acción subrogatoria pueda llevarse a cabo, deben cumplirse tres
requisitos esencialesque no pueden ser omitidos ni soslayados bajo ningún punto
devista:
- Calidadde acreedor en elsubrogante. Resulta una obviedad que quien pre-
tenda ejercer una acción subrogatoria debe acreditar de modo fehaciente su ca-
rácter de acreedor del deudor a quien pretende subrogar en su derecho. Para ello
puede valerse el acreedor de las reglas generales en materia de prueba, no exi-
giéndose -en cambio- que se encuentre reconocido previamente por una sen-
tencia judicial, ni que conste en instrumento auténtico, ni que se encuentre docu-
mentado en un título ejecutivo. El art. 739 del CCCN exige que el crédito debe ser
cierto, aunque no se considera necesario que este sea exigible y líquido.
- Existencia de un interéslegítimo en elacreedor. Además de la existencia del
crédito, el acreedor debe probar la existencia de un interés legítimoque lesirva de
presupuesto a la acción. Estimamosque este interés legítimo en el acreedor puede
presumirse por su condición de tal, y además, se encuentra ligado íntimamente a
la inactividad del deudor, dado que pretenderá ejercer esta acción subrogatoria
para conservar el patrimonio de su deudor y posteriormente intentar cobrar su cré-
dito deél. En todo caso, creemosquesetratará de una presunción iuris tantum, por
lo cual quien alegue lo contrario deberá probarlo para desvirtuar el carácter de
legítimo que reviste el interés del acreedor. En definitiva, la legitimidad o no del
interés invocado por el acreedor deberá ser apreciado ante cada caso en concreto
CARLOS A . CALVO COSTA
en razón del prudente arbitrio judicial. Asimismo, se considera que no existe inte-
rés legítimo cuando los bienes que se pretendan hacer ingresar al patrimonio del
deudor a través de la acción subrogatoria estén fuera del ámbito de esta, como los
que hemos mencionado anteriormente (v. gr., derechos patrimoniales de carácter
personal del deudor).
- Inacción del deudor. El subrogante debe probar necesariamente la inactivi-
dad o pasividad del deudor en el ejercicio de sus derechos patrimoniales, y acredi-
tar que ello redunda en un perjuicio patrimonial que le es propio puesto que le
i m ~ i d cobrar
e el crédito auetiene contra el deudor inactivo. Adviértase aue el art.
739 del destacacomo como recaudode procedencia de la acción a la inactividad del
deudor, la que podrá probarse inclusive por presunciones, a nuestro entender, y
desvirtuable por prueba en contrario del deudor subrogado al momento de ser
citado a juicio. Esta inactividad del deudor puede provocar la falta de ingreso de
bienes a su patrimonio que deberían ingresar si accionara contra sus deudores, o
bien el egreso de bienes que no debería producirse si ejercitara las defensas proce-
sales correspondientes (v. gr., si opusiera una excepción de prescripción ante una
demanda de cumplimiento decontrato). Lo cierto esque debe acreditarse que esta
inactividad del deudor provoca un perjuicio patrimonial cierto para el acreedor
subrogante.
1.12 - Recaudossuperfluos
El derogado Código Civil deVélez Sarsfield nada establecía en su art. 1196 res-
pecto a la necesidad de la citación previa del deudor para poder llevar a cabo la
acción subrogatoria, por lo cual aun cuando no era exigido este recaudoen forma
expresa, aglnios autores consideraron de utilidad efectuar dicha citación, puesto
que de tal modo unavezella practicada lasentencia haríacosajuzgada para el deu-
dor. El nuevo Código Civil y Comercial, por el contrario, dispone expresamente en
su art. 740: "Citación del deudor. El deudor debe ser citado para que tome inter-
vención en eljuicio respectivo". Idéntico criterio adopta el art. 112 del CPCCN, que
con mayor amplitud y detalle dispone: "Antes de conferirse traslado a l demanda-
do, se citará a l deudorpor el plazo de diez días, durante e l cual este podrá: 1) For-
mularoposición, fundada en que ya ha interpuesto la demanda o en la manifiesta
improcedencia dela subrogación. 2) Interponerla demanda, en cuyo caso se le con-
siderará como actory e ljuicio proseguirá con e l demandado.
En este último supuesto, asícomo cuando e l deudor hubiese ejercido la acción
con anterioridad, elacreedorpodrá intervenir en elproceso en la calidadprescrip-
ta p o r elprimer apartado delart. 91". Una vez debidamente citado el deudor, dis-
pone el art. 114 del CPCCN que la sentencia hará cosa juzgada en su favor o en su
contra, haya o no comparecido.
1.15 - Efectos
11 - Acción de simulación
11.1 - Concepto
La simulación ha sido motivo de tratamiento del art. 333 del CCCN, que dispo-
ne: "La simulación tiene lugar cuando se encubre e l carácter jurídico de un acto
bajo la apariencia de otro, o cuando elacto contiene cláusulasque no son sinceras,
o fechas que no son verdaderas, o cuando por élse constituyen o transmiten dere-
chosapersonasinterpuestas, que noson aquellaspara quienesen realidadse cons-
tituyen o transmiten". Cuando ella es utilizada por un deudor para aparentar la
salida de un bien desu patrimonioafin desustraerlo del alcancedesusacreedores,
éstos se encontrarán habilitados para ejercer la acción de simulación que tendrá
por finalidad dejar al descubierto la realidad del acto simulado. Algunos autores
(Mosset Iturraspe, Pizarro) destacan que se trata de un fenómeno jurídico que
encierra dosactos: el negocio simulado (consistenteen el actoaparente) y el acuer-
do simulado (que encierra la verdadera intención de las partes que lo celebran). Lo
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
cierto es que la simulación persigue como finalidad engañar a terceros, aun cuan-
do de dicho engaño no se derive perjuicio a persona alguna (Cifuentes, Ferrara), a
través de la creación de esa apariencia concreta y variable según el acto.
En razón de ello, la acción de simulación es un remedio legal que tiene por fina-
lidad lograr en sede judicial la declaración de ineficacia del acto simulado.
11.2 - Especies
Nuestro Código Civil hace referencia a distintas clases de simulación que pue-
den presentarse:
- Lícita e ilícita. La simulación puede ser también Iícita e ilícita, resultando ser
Iícita cuando la simulación no es reprobada por la ley ni cuando a nadie perjudica,
ni tiene un fin ilícito. Aestaclasificación se refiereel art. 334del CCCN, al disponer:
"La simulación ilícita o que perjudica a un tercero provoca la nulidad del acto
ostensible. Si e l acto simulado encubre otro real, este es plenamente eficaz si con-
curren los requisitospropiosde su categoría y no es ilícito niperjudica a un tercero.
Las mismas disposiciones rigen en el caso de cláusulas simuladas". Por lo tanto,
cuandocausa un perjuicioa un tercero o posee una finalidad contraria a la ley será
reputada como ilícita.
CARLOS A . CALVO COSTA
Ejemplos:
a) Laspartesde un contrato decompraventade un inmueblecuyo preciodeventa ha
sido U$S 180.000 acuerdan colocar en la escritura traslativa de dominio un precio de
venta inferior al real a fin de pagar menos impuestos (se trata de una simulación ilíci-
ta, ya que, en tal caso, el perjudicado esel Fisco).
b) "Marcelo" tiene que ir al banco a cobrar un cheque que fue emitido a su nombre,
pero como se encuentra imposibilitado de hacerlo, le pide a su amigo "Martín" que
se lo cobre. Para ello, se lo endosa (transfiriéndoleficticiamente la propiedad del
montoquereza el documento) para que "Martín" lo cobreen sucarácterdeportador
del instrumento (simulación Iícita: se ha aparentado la transferencia de fondos sin
causa, al solo efecto de que su verdadero dueño pueda percibir el dinero que indica-
ba el cheque).
documento en la simulación alegada por las partes, cuando la parte justifica las
razones por la cual resulta imposible presentarlo. Esas circunstanciasque admiti-
rían prescindir del contradocumento, podrían plasmarse ante un principio de
prueba por escrito, o bien confesión judicial del demandado, o bien si el contrado-
cumento se hubiera perdido por caso fortuito o fuerza mayor (v. gr., un incendio
ocasional no imputable a la conducta de ninguna de las partes o de terceros).
Puede ocurrir que la acción de simulación sea ejercida por terceros que posean
un interés legítimo actual en que se declare la nulidad del acto simulado (v. gr.,
acreedores perjudicados por la simulación). La posibilidad dequesean losterceros
perjudicados quienes promuevan la acción de simulación está prevista en el art.
336, que dispone: "Acción de terceros. Los terceroscuyosderechoso intereseslegí-
timos son afectados por e l acto simulado pueden demandar su nulidad. Pueden
acreditar la simulación por cualquier medio de prueba".
Es importantedestacar que este tipo de acción intentada por terceros solo pue-
de tener lugar en un supuesto de simulación ilícita, dado que carecen de acción
para atacar el acto simulado cuando la simulación es lícita, ya que en ese caso no
habría perjuicio alguno hacia ninguno de ellos y carecerían de interés para accio-
nar. Son irrelevantes como requisitos de la acción de simulación la insolvencia del
deudory la fecha del crédito (puede ser este anterior o posterior al acto simulado).
En forma previa a tratar este tema, es importante mencionar que existe una
diferencia sustancial entre ambas acciones: la de simulación tiende a demostrar
que un acto no es real, mientras que la de declaración de inoponibilidad (antes Ila-
mada revocatoria o pauliana por el derogado Código Civil) presupone un acto que
es real, quees fraudulento y perjudica a losacreedoresqueaccionan.
Se ha discutido en nuestra doctrina si era posible acumular ambas acciones: en
un principio se pensó que la acumulación no era posible, dado que sería contradic-
torio sostener que un acto era simulado y al mismo tiempo que era real pero per-
judicial. Sin embargo, es pacífica la opinión mayoritariaactual en cuantoa admitir
la acumulación deambasaccionesvsu interposición en forma subsidiaria: se inter-
pone la desimulación (afirmando que un acto no es real), alegando queen caso de
demostrarse la realidad del acto y por ende de no prosperar la simulación, este ha
sido fraudulento, por lo cual queda planteada la dedeclaración deinoponibilidad.
Ambasacciones poseen un plazo de prescripción bienal en el Código Civil y Comer-
cial, lo cual ha mejorado sensiblemente lo dispuesto en el derogado Código Civil
que leconcedíaa la llamada acción revocatoria un plazode prescripción de un año.
Otros, no obstante, la han defendido aduciendo que a la época en que fue sancio-
nado el Código Civil argentino era desconocida la teoría de la inoponibilidad, por
lo cual cualquier causa de invalidez debía ser agrupada en torno a las nulidades
(Moissetde Espanés). Lo cierto es que, a pesar de las discrepancias doctrinariasexis-
tentes respecto a ello, el legislador ha decidido mantener el emplazamiento de la
acción dedeclaración deinoponibilidad del acto jurídico celebrado en fraudea los
derechos de los acreedores, en el título referido a los hechos y actosjurídicos.
111.2 - Fundamento
deudor en fraude de sus acreedores, sino sobre todo acto fraudulento en perjuicio
de los acreedores. Así, serán revocables no solo los actos traslativos de la propie-
dad, sinotambién la remisión de lasdeudas, el pagodedeudas novencidas; la hipo-
teca o prenda de deudas novencidas, o yavencidas pero originariamente contraí-
das sin esas garantías; los pagos por deudasvencidas por medio de entrega de bie-
nes por un valor menor del que verdaderamente tuvieren. En los arrendamientos
una renovación anticipada del contrato, una duración extraordinaria y que no es
de uso en el país; el pago anticipado de muchostérminos, disminución inmotivada
del precio del arrendamiento, etcétera".
Asimismo, el art. 338 del CCCN incluye entre los actos alcanzados por la acción
de inoponibilidad a "las renunciasalejercicio de derechoso facultadescon losque
hubiese podido mejorar o evitado empeorarsu estado de fortuna", pudiendo los
acreedores declarar inoponibles tales actos, y usar de las facultades renunciadas,
aun cuando ello no importe un desprendimiento de bienes por parte del deudor.
De darse el caso en que un acto sea de carácter patrimonial pero personalísimo
del deudor, estimamos que no podrá ser alcanzado por la acción de declaración de
inoponibilidad (por ejemplo, la renuncia a revocar una donación por causa de
ingratitud).
Tampoco pueden ser alcanzados por la acción dedeclaración deinoponibilidad
aquellos actos de carácter extrapatrimonial (v. gr., acciones de estado, los relativos
al Derecho de familia).
Acertadamente, según nuestro parecer, determina el art. 341 del CCCN que:
"Cesa la acción de los acreedoressi el adquirente de los bienes transmitidos por e l
deudorlosdesinteresa o da garantíasuficiente". Ello así, puesto que ya no existiría
el perjuicio en el acreedor accionante, puesto que percibiría su crédito (en el pri-
mer caso) o su percepción futura se vería asegurada ante la constitución de la
garantía (en el segundo supuesto).
atacar. Consideramos, por nuestra parte, que la apreciación del estado de insol-
vencia del deudor debe efectuarse objetivamente prescindiendo de todo elemen-
to subjetivo (v. gr. si el deudor ha llegado o no intencionalmente a ese estado); en
pos de nuestra postura, que también es la mayoritaria en nuestra doctrina, se ha
argumentado que si el deudor quiso mejorar su posición o beneficiar a un tercero
en detrimento de otrosello basta para calificar al acto de fraudulento, aún cuando
no tuviera conocimiento de la insolvencia patrimonial que provocó con su acto
(Mosset Iturraspe). La carga de la prueba del estadode insolvencia del deudor recae
sobreel acreedor que intenta la acción de declaración de inoponibilidad del acto;
en cambio, estimamos que debe presumirse que el deudor conoce su estado de
insolvencia, dado que no es posibleadmitir razonablemente que una persona des-
conoce su situación patrimonial.
- Que quien contrató con el deudor a título oneroso haya conocido o debido
conocer que e l acto provocaba o agravaba la insolvencia (inc. c). Solamente cuan-
do el acto esa título oneroso, es necesario acreditar además la complicidaddel ter-
cero (consilium fraudis) quecontrata con el deudor, quien se convierte detal modo
en un contratantedemala fe. Noobstante, acertadamenteel art. 340del CCCNdis-
pone que la complicidad se presume si, al momento de contratar, el subadquiren-
te de los derechosobtenidos por el acto impugnado conocía el estado de insolven-
cia. Asimismo, algunos autores han destacado que ante la prueba de la complici-
dad del adquirente, tambiénquedaacreditada la intencióndefraudatoriadel deu-
dor (Llambías, Salvat). Setrata de una presunciónjuris tantum que admite prueba
en contrario por parte del tercero afectado, quien también podrá acreditar la ine-
xistencia del desequilibrio patrimonial en el deudor que se alega ante la realiza-
ción del acto atacado. Sin perjuicio de lo aquí expuesto, insistimos en que este
requisito no es de aplicación en los actos celebrados a título gratuito, ya que en
ellos resulta indiferente la buena fe o la mala fe del adquirente, procediendo la
acción revocatoria con la mera acreditación de los requisitos generales.
En esta acción que debe promover el síndico, este estará obligado a probar el
conocimiento del estado de cesación de pagos, pudiendo también valerse de pre-
sunciones. En la ley anterior -ley 19.551- esta acción fue conocida como acción
revocatoria concursal.
Dispone el art. 2562 del CCCN: "Plazo de prescripción de dos años. Prescribena
los dosaños: (...) f ) elpedido de declaración de inoponibilidad nacido del fraude".
Y en este mismo sentido, amplía el art. 2563 del CCCN: "Cómputo delplazo de dos
años. En la acción de declaración de nulidad relativa, de revisión y de inoponibili-
dad de actosjurídicos, el plazo se cuenta: (...) f) en la acción de fraude, desde que
se conoció opudo conocer elvicio delacto". Estimamosque se presume queel acto
ha sido conocido por los acreedores desde que este se ha hecho público.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
IV - Acción directa
1 - Caracteres
La acción directa requiere para poder ser ejercida que secumplan los siguientes
recaudosconforme lo disponeel art. 737 del CCCN:
a) Que el acreedor posea un créditoexigiblecontra su propio deudor (no pros-
pera pues, si el crédito está afectado por una modalidad como un plazosus-
pensivo o una condición suspensiva).
b) Que exista una deuda entre el tercero demandado y el deudor del accio-
nanteal momento de intentarse la acción directa.
C) Que exista homogeneidad de ambos créditos entre sí, es decir, que se trate
de créditosde la misma naturaleza (v. gr., sumasde dinero).
d) Que ninguno de los dos créditos debe haber sido objeto de embargo ante-
rior a la promoción de la acción directa.
e) Que el deudor sea citado a juicio.
- Efectos con relación a l deudor. Una vez que el demandante de una acción
directa logre obtener del tercero lo queeste ledebía al deudor, este último queda
liberado respecto de la deuda que mantenía con el acreedor accionante.
El derogado Código Civil de Vélez Sarsfield establecía en el art. 3433 esta ac-
ción de deslinde, que legitimaba a todo acreedor de la sucesión, sea privilegiado
o hipotecario, a término, o bajo condición, o por renta vitalicia, sea su título bajo
firma privada, o constede instrumento público, a demandar contra todoacreedor
del heredero, por privilegiadoque sea su crédito, la formación del inventario, y la
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
separación de los bienes de la herencia de los del heredero, con el fin de hacerse
pagar con los bienes de la sucesión con preferencia a los acreedoresdel heredero.
El inventario al que alude la norma, debe ser hecho a costa del acreedor que lo
pidiere.
Setrataba de una acción de carácter conservatoria, puesto quesu finalidad era
preservar el patrimonio del deudor fallecido de modo tal que los acreedores del
causante pudieran cobrar de él. De tal modo, se evitaba que se confundieran el
patrimonio del deudor fallecido con el del heredero insolvente, obstaculizando
también de tal modo que los acreedores de este último pudieran adquirir alguna
preferencia en el cobro respecto de aquel (v. gr. aun cuando el heredero posea
acreedores privilegiados y el único acreedor de la sucesión sea quirografario, una
vez logrado el deslinde de ambos patrimonios, este último cobrará primero del
acervo hereditario con anterioridad a cualquier otro acreedor del heredero).
Algunosautores nacionales(Lafaille, Borda, Llambías, Goyena Copello, Díaz De
Guijarro) consideraban que la separación de patrimonios era un privilegio, que
solo era oponible ante otros acreedores en conflicto. No compartimos esta opi-
nión, porque como lo veremos posteriormente al tratar la cuestión de los privile-
gios, éstos nacen en forma contemporánea al nacimiento del crédito y no con pos-
terioridad, como ocurre en el caso de la separación de patrimonios.
Pues bien, no encontramos en el Código Civil y Comercial una norma similar que
prevea este tipo de acción. Sin perjuicio de ello, no podemos dejar de advertir que
en el Libro Quinto ("Transmisión de derechos por causa de muerte"), Título VI1
("Proceso sucesorio"), Capítulo 5 ("Pagos de deudas y legados"), dispone el art.
2359: "Garantía de los acreedoresy legatarios de la sucesión. Los acreedores del
causante, los acreedorespor cargas de la masa y los legatariospueden oponerse a
la entrega de los bienes a los herederos hasta elpago de sus créditos o legados".
Si bien nada más se alega respecto de qué modo dicha oposición se implemen-
taría, ni contra quién se debería intentar dicha acción de oposición, entendemos
que ello solo podría llevarse a cabo contra los acreedores del heredero (o de los
herederos, si estos fueran varios) y con la realización previa de un inventario. Por
ende, pese a que no seencuentra legislada en forma expresa, estimamosqueel art.
2359 del CCCN establece la posibilidad de entablar una acción similar a que preve-
ía el derogado art. 3433 del CCdeVélez Sarsfield.
No debemos olvidar que el art. 3445 del CCde Vélez Sarsfield establecía que la
separación de los patrimonioscreaba afavor de losacreedoresdel difunto, un dere-
cho de preferencia en los bienes hereditarios, sobre todo acreedor del heredero de
cualquier clase que sea. Esto, como podemos apreciar, resulta ser muy similar a lo
dispuesto por el art. 2359 del CCCN. Asimismo, respecto a lo establecido por esta
norma, consideramosque: a) lo dispuesto en ella puede aplicarse únicamente a los
bienes que han pertenecido al difunto y no a los bienesque hubiese dado en vida al
heredero; y b) losacreedoresdel herederoconservan susderechossobre loqueres-
CARLOS A . CALVO COSTA
te de los bienes de la sucesión, después de pagados los créditos del difunto, por lo
cual tendrán derecho a proseguir la ejecución sobre el patrimonio del heredero.
Hemos analizado a lo largo del presente capítulo que los acreedores cuentan
con una serie de procedimientos judiciales tendientes a lograr la ejecución forza-
da de los bienesdel deudor. Estasejecucionesforzadaspueden ser efectuadas indi-
vidualmente por cada acreedor que desee obtener el cobro de su crédito, pero en
determinadas circunstancias solo podrá obtenerse mediante la ejecución colectiva
de los bienes del deudor, lo que se logrará en el marco de un proceso de concurso
preventivo o de quiebra.
Esta clase de ejecución es la que lleva a cabo cada acreedor en forma individual
por su cuenta, y en la medida de su interés exclusivamente. La ejecución individual
se produce, pues, a instancia del acreedor, mediante la ejecución de uno o varios
bienes del deudor. Hemos analizado a lo largo del desarrollo del presente capítu-
lo, muchos de los instrumentos y de los medios que el acreedor suele utilizar a fin
de procurar la ejecución individual de su crédito -medidas precautorias, acciones
conservatorias, acciones ejecutivas, etcétera-. En razón de ello, y a fin de evitar
reiteraciones innecesariassobre algunos institutos ya tratadoscon anterioridad (v.
gr., embargo), solo mencionaremos brevemente algunas circunstancias procesales
que pueden darseen el ámbito de una ejecución individual.
1 - Subasta y liquidación
Una vez embargado un bien por el acreedor, si el deudor no cumple con la obli-
gación a su cargo, puede el acreedor solicitar su subasta o remate judicial, que con-
sistirá en laventa pública organizada del bien embargado en donde resultará com-
pradoraquel que pague la mayor cantidad dedineroacambio del bien subastado.
La subasta puede realizarsetanto respecto de bienes muebleso inmuebles, conte-
niendo el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación diferentes normas para
cada uno de estos casos (arts. 563 a 589). Luego de realizarse la subasta judicial
mediante el procedimiento establecido en el Código deforma, el acreedor cobra-
rá su crédito del dinero que se obtenga por la compra del bien rematado; si exis-
tiera un remanente, este deberá ser entregado al deudor ejecutado.
11 - Las tercerías
Durante el proceso de ejecución de los bienes del deudor por parte del acree-
dor, puedeocurrir que dicha pretensión colisione con la de un tercero que preten-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
da discutirla y objetarla, por sostener que es él el propietario del bien que se pre-
tende ejecutar (y no el deudor), o bien por alegar tener un privilegio con relación
al acreedor ejecutante.
Estas objeciones planteadas por un tercero al proceso deejecución del acreedor
se denominan tercerías, que pueden ser de dominio (cuando el tercero alega ser el
propietario del bien que se pretende ejecutar) o de mejor derecho (cuando aduce
poseer un privilegio sobre el bien del deudor que se pretende ejecutar, que la pre-
tensión del acreedor ejecutante no puede soslayar).
Las tercerías están tratadas en el art. 97 del CPCCN, que establece sus recaudos:
"Las tercerías deberán fundarse en e l dominio de los bienes embargados o en e l
derecho que el tercero tuviere a ser pagado con preferencia a l embargante.
La de dominio deberá deducirse antes de que se otorgue la posesión de los bie-
nes, la de mejor derecho, antes de que se pague a l acreedor.
Si e l tercerista dedujere la demanda después de diez días desde que tuvo o
debió tener conocimiento del embargo o desde que se rechazó e l levantamiento
sin tercería, abonará las costas que originare su presentación extemporánea, aun-
que correspondiere imponer las del proceso a la otra parte p o r declararse proce-
dente la tercería ".
Es de destacar, asimismo, que ambas deben ser interpuestas por vía incidental.
Mientras la tercería dedominio obstaculiza que la subasta sea realizada, hastatan-
t o no sea admitida o rechazada, la tercería de mejor derecho no impide su realiza-
ción, aunque sí el pago al ejecutante hasta tanto se determine en el proceso quién
posee preferencia en el cobro (arts. 99 yl00, CPCCN).En tal caso, el producido de la
subasta deberá quedar depositado en una cuenta bancaria a la orden del juzgado
y del expediente en el cual se llevó a cabo la subasta.
Sin perjuicio de la regla general que constituye ejecución individual de los acree-
dores, es de destacar que en determinadas situaciones ello no podrá llevarse a
cabo, en razón del concurso o la quiebra del deudor.
Cuando ello ocurre, ante el estado de cesación de pagos de este (art. lo, ley
24.522 de Concursos y Quiebras), se abre el proceso de ejecución colectiva de sus
bienesante la igualdad inicial de todos los acreedoresque concurren al concurso a
fin de intentar cobrar sus créditos (par condicio creditorum). Ello así, puesto que
todos los bienes del deudor quedan afectados al proceso falencial, que reconoce
dos etapas bien diferentes: elconcunopreventivo y la quiebra.
El concurso preventivo es el proceso por el cual se intenta obtener un acuerdo
entre el deudor concursado y todos los acreedores que se presenten en él, lo cual
determinará cuál será la conducta que desempeñará el deudor en el futuro en tor-
CARLOS A . CALVO COSTA
d) Losprivilegios
1 - Concepto
2 - Fundamento
Esta concepción, minoritaria por cierto, resulta insostenible por varias razones:
a) Los privilegios no se encuentran mencionados entre los derechos reales en
el Código Civil y Comercial argentino (art. 1887) cuando estos solo pueden
ser creados por la ley (cfr. art. 1884, CCCN), por ende, no son tales.
b) Por no implicar los privilegios una desmembración del dominio, ni conferir
acciones reales a su titular, notas características.de losderechos reales.
C) En el caso de los privilegios generales no cabe asimilación alguna con los
derechos reales, dado que éstos recaen siempre sobre cosas determinadas,
lo que no ocurre en esta clases de privilegios.
11 - Losprivilegiosson derechospersonales
tra otros acreedores del mismo deudor (Molinario, Lafaille, Trigo Represas Corn- -
pagnucci de Caso, Pizarro -Vallespinos). Se argumenta a favor de esta postura que
los privilegios no implican una desmembración del dominio, que no otorgan al
acreedor privilegiado el iuspersequendisobre la cosa asiento del privilegio, y ade-
más, que poseen un carácter eminentemente accesorio por lo cual reviste la misma
naturaleza del derecho al queaccede, quees personal y no real.
Para otra opinión doctrinaria, el privilegio es una cualidad del crédito que le
imprime la leyy en virtud de la cual logra imponerse respecto de los demás crédi-
tos no privilegiados o de rango inferior; se trata de una cualidad en potencia que
solo cobra virtualidad una vez que se produce el conflicto con otros créditos.
En razón de ello, los privilegios no son derechos reales ni personales puesto
que no constituyen derechos subjetivos contra el deudor (Messineo, Bonnecase,
Llarnbías, Borda, Ponssa, Alterini -Ameal - López Cabana, Mariani devidal). Algunos
autores han criticado esta postura afirmando que la preferencia que adquiere el
crédito privilegiado se transforma irremediablemente en un derecho autónomo
-aunque accesorio- que puede hacer valer su titular frente a los demás acree-
dores del mismo deudor que quedan relegados en razón del privilegio de aquel
crédito (Trigo Represas). Nosotros agregamos, por nuestra parte, que el deber jurí-
dico que nace correlativamente en cabeza del resto de los acreedores quirografa-
rios o con agún privilegio de menor rango es el de respetar la preferencia y el
mejor derechoal cobroque la ley le haconcedido al crédito privilegiado de mayor
rango.
Ello así puesto que el art. 2574 del CCCN que hemos trascripto anteriormente
determina que únicamente la ley puede crearlos. De tal modo, los privilegios no
pueden nacer voluntariamente de las partes, lo que da cuenta que el deudor no se
encuentra facultado para conceder por su propia voluntad preferencia en el pago
a un acreedor respecto de otra. Esta creación legal de los privilegios puede ser
impuesta de modo directo por el ordenamiento jurídico (en razón de la causa de
una obligación) o bien de modo indirecto como en el caso de la hipoteca o de la
prenda (en donde esconcedido en función de la garantía elegida por laspartesa la
cual la ley les anexa el privilegio). En este último caso, aclaramos que el carácter
legal del privilegio no se pierde ni altera por la circunstancia dequeel deudor esté
facultado para constituir en favor de algunos acreedores derechos de garantía,
CARLOS A . CALVO COSTA
Constituye una característica del instituto que los privilegios se asientan sobre
una cosa determinada o sobre un conjunto de cosas, lascualesquedan afectadas al
crédito que detenta la preferencia en el cobro. Por ende, cuando se habla de asien-
todeun privilegiose hace referenciaa lacosaoconjuntodecosasquequedan afec-
tadas al cobro del crédito y con cuyo producido habrá de satisfacerse la prioridad
de cobro perteneciente al acreedor privilegiado (Llambías).
Ahora bien, si el bien sobre el cual se asienta el privilegio llegara a ser enajenado
con anterioridad al momento en queel cobro del crédito pueda hacerseefectivo, en
razón del principio desubrogación realel privilegio se extenderá sobre nuevos bie-
nesque seencuentren o ingresen posteriormenteal patrimoniodel deudoren reem-
plazo del que ha sido enajenado. Esta figura de la subrogación real está prevista en
el art. 2584 del CCCN, que establece: "Elprivilegio especialse traslada depleno dere-
cho sobre los importes que sustituyen los bienes sobre los que recae, sea p o r indem-
nización, precio o cualquier otro concepto que permite la subrogación real", y tam-
bién esadmitida por la ley 24.522 en su art. 245: "Elprivilegio especialse traslada de
pleno derecho sobre los importes que sustituyan los bienes sobre los que recaía, sea
p o r indemnización, precio o cualquier otro concepto que permita la subrogación
real. En cuanto exceda de dichos importes los créditosse consideran comunes o qui-
rografariospara todossus efectos, salvo lo dispuesto en el art. 246, inc. 1O".
dado que el privilegio, en tales casos, nace de la ley y no de la voluntad de las par-
tes (en similar sentido: Llambías).
11 - Son excepcionales
Esto se explica a raíz de que la regla general en la materia que nos ocupa es la
igualdad de todos los acreedores (parcondicio creditorum). Por esta razón, la con-
cesión del privilegio es una excepción que crea la ley a dicho principio por alguna
razón que lo justifique.
Ello así puesto que siendo excepcionales, no cabe efectuar en materia de privi-
legios aplicaciones análogas a supuestos que no han sido expresamente contem-
pladosen la ley. Por lo tanto, deben ser interpretados restrictivamente, por lo cual
en caso de duda respecto a la existencia o no de un privilegio sobre un crédito
habrá de estarse por la negativa.
V - Son objetivos
salvo en los casos que a continuación se enumeran en que quedan amparados por
elprivilegio: 1) Los interesespor dos años contadosa partir de la mora de los crédi-
tos enumerados en e l inc. 2" del art. 241; 2) Las costas, todos los interesespor dos
años anteriores a la quiebra y los compensatorios posteriores a ella hasta e l efecti-
vo pago con la limitación establecida en e l art. 126, cuando se trate de los créditos
enumerados en elinc. 4" delart 241. En este caso sepercibirán las costas, los inte-
reses anterioresa la quiebra, el capitaly los interesescompensatoriosposterioresa
la quiebra, en ese orden.
Elprivilegio reconocido a los créditosprevistos en el inc. 6"delart. 241 tienen la
extensión prevista en los respectivosordenamientos".
Las principales diferencias entre los privilegios generales y especiales son las
siguientes:
a) Los privilegios generales solo pueden hacerse valer en caso de concurso o
quiebra del deudor; en cambio, losespecialespueden ser invocadosy hacer-
se valer tanto en las ejecuciones individuales como en los procesos de eje-
cución colectiva.
b) Loscréditoscon privilegio general cesan en la producción de interesesa par-
tir de la apertura del proceso concursal o de quiebra del deudor, dado que
se produce la cristalización del pasivo del deudor; ello no ocurre en el pro-
ceso concursal con ciertos privilegios especiales que quedan al margen de
tal suspensión (cfr. art. 19, ley 24.522).
C) La subrogación real que hemos mencionado anteriormente solo puede
tener cabida en los privilegios especiales, pero carece de justificación en los
privilegios generales, dado que éstos recaen sobre una masa de bienes con
abstracción de la individualidad de cada uno de ellos.
d) Los privilegios especiales poseen en nuestro Derecho un rango superior res-
pecto de los privilegios generales: por ende, un acreedor que posea un cré-
dito con privilegio especial cobrará con anterioridad a un acreedor con pri-
vilegio general.
11.1 - Privilegiosgenerales
Como lo hemos mencionado, los privilegios generales solo pueden ser invoca-
dos en los procesos universales, como ocurre en un proceso de concurso o quiebra
del deudor. Y como en tales procesos rige el régimen de privilegios generales pre-
vistos por la ley 24.522, debe acudirse a dicha norma para analizar su tratamiento.
Los privilegios especiales son aquellos que recaen sobre algún bien determi-
nado del deudor. El Codificador los trata en el art. 2582 del CCCN, que establece:
"Tienen privilegio especialsobre los bienes que en cada caso se indica: a) los gas-
tos hechospara la construcción, mejora o conservación de una cosa, sobre esta. Se
incluye el crédito por expensas comunes en la propiedad horizontal; b) los crédi-
tos por remuneraciones debidas a l trabajadorporseismesesy losprovenientes de
indemnizaciones por accidentes de trabajo, antigüedad o despido, falta de prea-
viso y fondo de desempleo, sobre las mercaderías, materiasprimas y maquinarias
que, siendo de propiedad del deudor, se encuentren en el establecimiento donde
presta sus servicios o que sirven para su explotación. Cuando se trata de depen-
dientes ocupadospor elpropietario en la edificación, reconstrucción o reparación
de inmuebles, elprivilegio recae sobre éstos; c) los impuestos, tasas y contribucio-
nes de mejoras que se aplican particularmente a determinados bienes, sobre
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Previo Reserva de gastos (art. 2585) Sobre el precio de los bienes sobre Gastos de conservación, custodia,
a cualquier losque recaen loscréditos con administración y realización,
otro rango privilegios especiales (art. 2585) más gastosy honorarios por
diligencias sobreel bien
....................
Gastos hechos para la Sobre la cosa construida, mejorada Exclusivamenteal capital Prevalecensobreloscréditos
s.
3
construcción, mejora o o conservada, y sobre la unidad del crédito(art. 2583) laboralesposteriores a su a3
,
conservación de una cosa, funcional (art. 2582, inc. a) nacimiento (art. 2586,inc. d) $
incluyendo el crédito por
expensas comunes en la propiedad
horizontal (art. 2582, inc. a)
Créditos por remuneraciones Sobre las mercaderías, materias Al capital del crédito (art. 2583 párr. lo),
debidasal trabajador porseis primasy maquinarias que, siendo a los intereses pordos años contados
meses y los provenientes de de propiedad del deudor, se a partir de la mora (art. 2583, inc.a)
indemnizacionespor accidentes encuentren en el establecimiento y a las costas del proceso
detrabajo, antigüedad odespido, donde presta susservicios o que (art. 2583, inc. c)
falta de preavisoy fondo sirven para su explotación
de desempleo (art. 2582, inc. b) (ari. 2582, inc. b)
Créditosgarantizadoscon Sobre los bienes a los queacceden Al capital del crédito Prevalecen sobresobre los cré-
hipoteca, anticresis, prenda con o (art. 2583,párr. lo), a los ditos fiscales y el de los gastos de
sin desplazamiento, warrant y los nteresescorrespondientesa los construcción, mejora o conser-
correspondientesa debenturesy dos años anteriores a la ejecución vación, incluidos los créditos por
obligaciones negociables con y los que corran duranteel juicio expensas comunesen la propie-
garantía especial o flotante (art. 2583, inc. b) y a las costas dad horizontal, si los créditos se
(art. 2582, inc. e) del proceso (art. 2583, inc. c) devengaron con posterioridad
a la constitución de la garantía
(art. 2586, inc. c); y sobre los
créditos réditoscon garantía real
prevalecen sobre los créditos
laboralesdevengados con
posterioridad a la constitución
de la garantía (art. 2586,inc. e)
Privilegiosestablecidosen la Ley Según loqueestablezca la ley Según lo queestablezca la Según loqueestablezca la ley
de Navegación, el Código Aero- especial de quese trate ley especial de que se trate especial de quesetrate
náutico, la Ley de Entidades Finan-
cieras, la Ley desegurosy el Código
de Minería (art. 2582, inc. f)
CARLOS A . CALVO COSTA
to por capital emergente de salarios, sueldos y remuneraciones (cfr. art. 247, párr.
lo, LCQ); en cambio, los demás, solo afectan el 50% de esa masa de dinero, y en lo
excedente participan a prorrata con los quirografarios.
e) Derecho de retención
1 - Concepto
2 - Fundamento
3 - Naturaleza jurídica
Existe una teoría, sostenida por una calificada doctrina nacional y extranjera,
que concibe al derecho de retención como una excepciónprocesalque el detenta-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
dor puede oponer al deudor hasta tanto sea satisfecho su crédito. Se argumenta
que se trata de una excepción dilatoria que mantiene la situación de hecho hasta
tanto el actor se allane a cumplir la deuda que posee con el retenedor. Entrequie-
nes argumentan en tal sentido cabe mencionar -entre otros- a Llambías, Vaz-
quez, Trigo Represas y Alterini, en el Derecho argentino, y a Ripert, Boulangery Puig
Brutau en el Derecho comparado. Se critica a esta teoría-si bien no se la conside-
ra inexacta- por abordar la cuestión únicamente desde su funcionamiento sin
atender a la cuestión de fondo.
-. - Caracteres
1 - Es accesorio
11 - No essubsidiario
Tal carácter es propio del derecho de retención, puesto que el acreedor puede
hacer uso de él aun cuando existan otrasvías procesales que le permitan satisfacer
su interésy sin que deba agotar previamenteestas.
111 - Es indivisible
Dispone al respecto el art. 2592, inc. a) del CCCN que la facultad de retención se
ejercesobretoda la cosa cualquiera sea la proporción del crédito adeudada al rete-
nedor. Si fueran muchas las cosas retenidas, puede ser ejercido sobre todas ellas
hasta tanto se pague la totalidad de la deuda.
IV - Es transmisible
El derecho de retención sigue la misma suerte que el crédito al que accede, por
lo cual si esteestrasmitido por sucesión mortiscausa o por acto entrevivos, el dere-
cho de retención seguirá idéntica suerte (cfr. art. 2592, inc. b, CCCN).
VI - i Es de origen legal?
Algunosautores se han expedido por la afirmativa, puesto que nace únicamente
de la ley que establece las condiciones en las cuales puede ser ejercido. Sin perjuicio
de ello, otros autores (Mosset Iturraspe) estiman que no mediando violación del
orden público, las partes pueden pactar el derecho de retención en aquelloscasosen
loscuales legalmente no procedería por ausencia de uno de los requisitos exigidos.
5 - Requisitos
La tenencia es una relación real - e s decir, establecida entre una persona y una
cosa-que se caracteriza por el hecho de que aquella tiene la cosa en su poder (cor-
pus), pero reconoceen otrosu propiedad (v. gr., en el contrato de locacióndevivien-
da, el locatario del inmueble ese1tenedor aunque reconoce al locador como titular
dominial del bien). Pero si quien tiene materialmente la cosa se comporta como si
fuera su dueño -independientemente de que revista en efecto tal calidad-, esto
es, la posee animus domini, entonces nos encontramos ante otra relación real,
denominada posesión. Estimamos que resulta suficiente la simple tenencia para el
ejercicio del derecho de retención, sin que se requiera que el acreedor se comporte
como titular de un derecho real sobre lacosa. Obviamente, quien puedelo mástam-
bién puede lo menos, por lo cual nada impide que el derecho sea ejercido también
por el poseedor. También esde destacar que la tenencia de la cosa debió haber sido
obtenida por un medio lícito, ya que, caso contrario, el derecho de retención no
podría ser opuesto (por ejemplo, quien la obtuvo por un delito-robo-).
Toda vez que se exige naturalmente que el crédito haya nacido por razón de
aquella, aunquenoes necesario, sin embargo, que medieuna relación contractual
entre el acreedor y el obligado-art. 2587, CCCN-.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Ejemplo:
Seconsidera queexiste conexiónentreel crédito y la cosa retenida, enel caso del cons-
tructor, que ejerce la retención sobre lo construido, por el precio debido en razón de
lastareasrealizada$en el caso del escribano, que retiene lostestimoniosde la escritu-
ra pública que autorizó, por los honorariosque se le adeudan como consecuencia de
esa labor. En cambio, consideramosque no existe relación entre la cosa y el crédito, no
esviable la pretensión del comprador de un inmueble de retenerlo hasta tanto se le
abonara la indemnizaciónderivadadela resolucióndelcontrato porincumplimiento).
El art. 2592 del CCCN norma acerca de losefectos del derecho de retención, dis-
poniendo: "Efectos. La facultadde retención: a) se ejercesobre toda la cosa cual-
quiera sea la proporción delcrédito adeudada alretenedor; b)se transmite con el
crédito a l cual accede; c) no impide a l deudor el ejercicio de las facultades de
administración o disposición de la cosa que le corresponden, pero e l retenedor n o
CARLOS A . CALVO COSTA
Aun cuando la cosa está siendo retenida por su acreedor, puedeel deudor en su
carácter de propietario de la cosa gravarla o enajenarla, aunque el adquirente
deberá respetar el derecho del retenedor, pues nadie puede transmitir un derecho
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
mejor o más extenso que el que tiene ( art. 399, CCCN).Asimismo, le asiste al deu-
dor el derecho a exigir la restitución de la cosa retenida una vez pagada la deuda,
o bien si el retenedor abusa de su derecho y usa la cosa o incumple su deberdecon-
servación. Por otra parte, y toda vez que el art. 2589 segunda parte CCCN, dispone
que "el juez puede autorizar que se sustituya el derecho de retención p o r una
garantía suficiente", puede el deudor entonces solicitar judicialmente la sustitu-
ción del derecho de retención ofreciendo una nueva garantía en su reemplazo,
pudiendo el juez admitirla o no. Sin perjuicio de ello, estimamos que esta facultad
de solicitar la sustitución del derecho de retención consagrada por el art. 2589,2"
parte, CCCN no debe limitarse únicamente al deudor, pudiendo aceptarse su ejer-
cicio por parte de otros acreedores siempre que se otorgue la garantía suficiente
que requiere la ley.
En cuanto a los deberes que genera el derecho de retención en el deudor, cabe
mencionar: debe abstenerse de perturbar la retención legítimamente ejercida por
el acreedor, y deberá reembolsar al retenedor las mejoras necesarias, que este haya
tenido que hacer para la conservación de la cosa (cfr. art. 2591, inc. b, CCCN) .
No obstante estos efectos que surgen del Código Civil y Comercial, no podemos
ni debemos soslayar que en caso de concurso o quiebra del acreedor de la restitu-
ción, la retención queda sujeta a la legislación pertinente (art. 2592, inc. f),por lo
cual, deacuerdoal art. 131de la ley 24.522, la quiebrasuspendeel ejerciciodel dere-
cho de retención sobre bienes susceptibles de desapoderamiento, los que deben
entregarse al síndico. Sin perjuiciode ello, el retenedor continúa siendo titularde su
derecho y del privilegio a que ya hemos hecho mención. Si la quiebra cesa antes de
CARLOS A . CALVO COSTA
la enajenación de la cosa, esta debe ser restituida al retenedor. Si, por el contrario,
aquella es enajenada, el retenedor tiene privilegio sobre su producido.
En cuanto a losdeberesque pesan sobre losterceros, esde destacarqueéstos no
pueden turbar el derecho de retención, puesto que en caso de ser desposeído de la
cosa contra su voluntad podrá el retenedor -como lo hemos mencionado prece-
dentemente- hacer uso de las acciones posesorias que le confiere el ordenamien-
t o jurídico.
La regla general indica queel derecho de retención resulta ser un accesorio del
crédito cuyo cumplimiento tiendea asegurar, ninguna duda cabequesu existencia
finalizará en cuanto se extinga el crédito que pretende asegurar; sin embargo,
existen otrossupuestos. El art. 2593 del CCCN estableceexpresamente: "Extinción.
La retención concluye por: a) extinción del crédito garantizado; b) pérdida total
de la cosa retenida; c) renuncia; d) entrega o abandono voluntario de la cosa. No
renace aunque la cosa vuelva a supodec e) confusión de las calidades de retene-
dorypropietario de la cosa, excepto disposición legalen contrario; fl falta de cum-
plimiento de las obligaciones del retenedor o si incurre en abuso de su derecho ".
Estimamos que a pesar de dicha enumeración legal, cabe referirse a las particulari-
dades que pueden presentarse frente a otros institutosjurídicos:
lnterdependencia
por reciprocidad
(obligaciones recíprocas)
Por r oporconexión
su autosuficiencia 1
1
el vinculo
jurídico con otro vinculo
lnterdependencia
por accesoriedad
(obligaciones principales
y accesorias)
CARLOS A . CALVO COSTA
De dar
Naturaleza
de la De hacer
prestación
De no hacer
Disyunto
[~lternativas
1Facultativas
lndole Obligaciones de medios
del interés
Obligaciones de resultado
Por el
I
Positivas
carácter del
comportamiento
Negativas
del deudor
para ser
- fraccionado lndivisibles
Sujeto singular
Según
Simplemente mancomunada
1
los -
sujetos Pluralidad Mancomunación solidaria
conjunta
Sujeto plural Concurrentes
Pluralidad
disyunta
-
(falsa pluralidad)
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
r Contractuales
l
1
Nominadas Delictuales
Según
la causa Cuasidelictuales,y otras
fuente lnnominadas
(obligaciones "ex lege")
Según el momento
a partir del cual
€
Ejecución inmediata
opera la
Según el exigibilidad de la Ejecucióndiferida
tiempo en el
cumplimiento
de la
prestación
Según la decisión Ejecución inmediata
del acto de
cumplimiento Ejecucióncontinuada o detracto sucesivo
r Purasy simples
l
Por las
modalidades Modales
del vinculo*
L Con cláusula penal y sancionesconminatorias
* Se mantiene pese a ser una clasificación propia de los actos jurídicos.
deber y no lo ha cumplido, lo que abre las puertas para que el acreedor pueda exi-
gir forzosamente el cumplimiento, o reclamar los daños y perjuicios que dicho
incumplimiento le ocasiona. En definitiva, y es aquí adonde queremos arribar,
débito y responsabilidad son un fenómeno unitario, inseparable, que requiere la
integración de ambospara conformarse. Por ende, rechazamos la posibilidad de
que pueda sostenersela idea de existenciade una deuda sin responsabilidad (como
ocurre en la obligación natural), o de responsabilidadsin deuda.
Otra causa que obsta a la juridicidad de la obligación natural, es que esta carece
-a nuestrocriterio-de un elemento esencial que exige toda relación jurídica obli-
gatoria, como es el vínculojurídico, es decir, el ligamen, sujeción o atadura que une
al acreedor con el deudor y que constriñe a este último al cumplimiento del deber a
su cargo. En la obligación natural, por ende, tal vínculo no existe, ya que el accipiens
no posee el poder para exigir el cumplimiento de la prestación, y ello se debe, en
definitiva, a que el deudor no tiene a su cargo un deber jurídico calificado comoexi-
ge la obligación como institución jurídica considerada. Es decir, no puede conceder-
se tal carácter de juridicidad a un deber si frente a su incumplimiento el ordena-
miento jurídico no produce ninguna reacción. De igual modo, tampoco el acreedor
posee un derecho subjetivo sustancial, ya que carece de todo poder sobre la con-
ducta del solvens, así como también de la posibilidad de acudir al auxilio de la justi-
cia para exigir el cumplimiento del deber de este y la satisfacción de su derecho.
Por lo tanto, esa falta de acción de la cual adolece el acreedor, no hace más que
imposibilitar-según nuestro parecer-que la obligación natural pueda serconsi-
derada una verdadera obligación.
En cuanto a la irrepetibilidad de loque se ha dado en pago en cumplimiento de
un deber moral (cfr. art. 728, CCCN), con ánimo de cumplir un deber no jurídico,
nuestra postura no provoca que ello deba ser considerado un pago indebido. Por
el contrario, estimamos que en ese supuesto -como brillantemente lo ha expues-
to el jurista español Diez-Picazo- le ley establece una atribución patrimonial que
carece de una causa solvendiy de una causa donandi, pero es una atribución patri-
monial justa y legítima que su destinatario puede retener legítimamente, ya que
se sostiene en una causa que el ordenamiento jurídico considera suficiente para
ello, como lo es un deber moral o deconciencia.
En idéntico sentido, sostiene Lacruz Berdejo que aquello que, por comodidad y
costumbre, seguimos llamando obligación natural es, por tanto, algo muy diferente
de lo que con tal nombre conocía el Derecho justinianeo. No consiste en un vínculo
jurídico privado de acción; ni en una deuda sin responsabilidad; la obligación natu-
ral no llega al campo del Derecho sino en el momento en que se cumple: el acto de
cumplimientoes, entonces, unaatribución patrimonial queviene calificada por una
causa quevagaba fuera del Derecho y que, en el momento de tener lugar la atribu-
ción, adquiere relevanciajurídica. Antes, no puede dar base a acción alguna; ni aun
a la meradeclaración, queexistiría si hubieraobligación jurídica: la obligación natu-
CARLOS A . CALVO COSTA
ral, pues, se reduce a ser una causa apta para justificar un desplazamiento patrimo-
nial que sin ella sería ilegítimo. Compartimos plenamente su punto devista, y nos
parece totalmente apropiada su derogación del régimen jurídico argentino.
No obstante su desaparición como categoría autónoma en la clasificación obli-
gaciones, creemos que el nuevo Código Civil y Comercial también alude a las obli-
gaciones naturales en el art. 728, cuando dispone que: "Deber moral. Lo entrega-
do en cumplimiento de deberes morales o de conciencia es irrepetible".
Esta norma, reconoce como antecedente inmediato al el art. 516del derogado
CCde Vélez Sarsfield, que establecía que: "El efecto de las obligaciones naturales
es que no puede reclamarse lo pagado cuando el pago de ellas se ha hecho volun-
tariamente por el que tenía capacidad legal para hacerlo". Por nuestra parte, aun
cuando algunos autores se han expedido oportunamente determinando que lo
entregado en concepto de pago de una obligación natural (o deber moral) reviste
el carácter de un verdadero pago (Llambías, Busso, Moisset de Espanés, Alterini),
estimamos que en realidad no se trata técnicamente de un pago, pues no existe
~ -
a) Antecedentes históricos
Las fuentes que hacían surgir las obligaciones naturales en el Derecho romano eran
las siguientes:
1. La incapacidadpara las relacionesjurídicas entre padre e hijo.
2. Lasobligacionescontraídaspor losesclavosenvirtuddecontratoscelebradoscon
terceros, y posteriormenteeneltiempo, tambiénconotrosesclavosoconsuamo.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
bJ Legislacióncomparada
4 - Efecto
La regla general es que las obligaciones son independientes unas de otras, fun-
dándose únicamente en lacausa que las origina. Sin embargo, existen ciertoscasos
en los cuales la razón de ser de una obligación está dada por la existencia de otra
de la cual depende. Esaquídonde reviste importancia la clasificación entreobliga-
ciones principales y accesorias.
El art. 856 del CCCN dispone que: "0bligacionesprincipales son aquellas cuya
existencia, régimenjurídico, eficacia y desarrollo funcionalson autónomose inde-
pendientesde cualquier otro vínculo obligacional. Los derechosyobligacionesson
accesoriosa una obligaciónprincipalcuando dependen de ella en cualquiera delos
aspectosprecedentemente indicados, o cuando resultan esencialespara satisfacer
el interés del acreedor".
Ejemplo:
"X" debe entregarlea "Y" un automóvil O km.de una marca y modelo determinado el
día 25 de junio de 2016, pactándose como cláusula penal moratoria el pago de
$3.000 por cada día de demora en efectuar la entrega. Advertimos aquí dosclases de
obligacionesinterdependientes:por un lado la entrega del auto (obligaciónprincipal),
y por otro la del pago de lassumaspactadasenconceptode cláusula penal (obligación
accesoria), la quesolo podrá exigirseen casodeincumplimientodelaentregadelvehí-
culo. Vemos pues, que si la obligación principal se cumple, la accesoria resulta irrele-
vante y se extingue al momento de efectuarse el pago en tiempo y forma de la princi-
pal. Solo en caso de incumplimiento de la obligación principal, la accesoria cobravida.
b) Obligacionesaccesorias
1 - Especies de accesoriedad
Aun cuando el Código Civil y Comercial no posea una norma específica que
determine expresamente cuáles son las especies de accesoriedad, es importante
destacar que ella se puede dar con relación al objeto (v. gr. cuando la obligación
accesoria escontraída para asegurar el cumplimiento de una obligación principal,
como puedeocurrir a travésde una cláusula penal) o también pueden existir obli-
gaciones accesorias con relación a las personas (v. gr. las obligaciones contraídas
por los garanteso fiadores, quienes responderán frenteal acreedor ante el caso de
incumplimiento por partedel deudor de la obligación principal cfr. art. 1573, CCCN).
Ejemplo:
"D" ha alquilado un inmueble para ser utilizado comovivienda, el cual es propiedad
de "A".Al momentodelafirma del contratode locación "D" haofrecidocomogaran-
te o fiador de todas lasobligacionesernergentes del contrato a "F", quien suscribe el
contrato también en tal carácter. La obligación de fianza asumida por "F" en dicho
contrato reviste el carácter de accesoria, dado que solo severá obligado a responder
en caso de que "D" incumpla con el pago de la obligación principal (v. gr., pago de los
alquileresconvenidos).
Además, también existen otras posibles especies de accesoriedad, las que pue-
den darse a través de los derechos accesoriosy de las cláusulas accesorias:
regla general que solo cede ante raras excepciones-no poseen posibilidad algu-
na de existir con independencia del crédito al que acceden.
11 - Las cláusulasaccesorias
2 - Fuentes de la accesoriedad
3 - Efectos de la accesoriedad
1 - Principio generalaplicable en la materia
Es frecuente que las partes de un acto jurídico no deseen simplemente los efec-
tos del negocio que celebran, por lo cual deciden voluntariamente introducir
modalidades, mediante las cuales los efectos propios del acto son queridos de una
determinada manera, bajo ciertas condiciones, en determinado plazo o con una
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
determinada utilización de las cosas que resultan ser objeto del negocio jurídico.
En tal caso, diremos que el acto jurídico está "modalizado" por uno o varios ele-
mentos accidentales, que pueden ser una condición, un plazo o un cargo, según
hemos mencionado; estos elementos, pues, una vez incorporadosen el acto jurídi-
co, se erigen en requisitos de eficacia del mismo, ya que los efectos del negocio
celebrado estarán sujetos a su cumplimiento.
Dicho esto, debemos destacar que las obligaciones, según las modalidades del
vínculo, pueden ser clasificadasen purasy simples, por un lado y modales, por otro.
Si bien el Código Civil y Comercial argentino no incluye esta clasificación en forma
expresa en el Capítulo 3 ("Clases de obligaciones") del Titulo 1 ("Obligaciones en
general) del Libro Tercero ("Derechos personales"), como sí lo hacía el derogado
Código Civil de Vélez Sarsfield, estimamos que ella sigue subsistiendo puesto que
se desprende de la clasificación de los actos jurídicos según las modalidades (cfr.
arts. 343 a 357, CCCN).
Estimamos, por nuestra parte, que solo puede considerarse como pura ysimple
a aquella obligación que es plenamente exigible desde su nacimiento, lo que no
ocurrecuando está sometida a una condición, a un plazo o a un cargo.
Las obligaciones puras y simples resultan ser el supuesto más corriente de la
obligación, ya que son lasque no están sometidasa modalidad alguna, y en las que
el deudor estará constreñido a ejecutar la prestación desde su nacimiento.
Las obligaciones modales, en cambio, son aquellas que están sujetas a alguna
modalidad, y en tal caso serán clasificadas como:
a) Condicionales: la eficacia o extinción de la obligación depende del acaeci-
miento de un hecho futuro e incierto.
b) A plazo: la exigibilidad de la obligación está supeditada a la ocurrencia de
un hecho futuro y cierto.
C) Con cargo o modo: cuandose impone al adquirente de un derecho una obli-
gación accesoria y excepcional.
Ejemplo:
"Te donaré mi casa del barrio de Caballito si te trasladan en tu empresa para trabajar
en Buenos Aires". Aquí, estamos en presencia de una obligación afectada por una
condición (eneste caso, de tipo suspensiva), que consiste en supeditar la donación al
hecho de que el eventual donatario sea trasladado en su empresa para laborar en
Buenos Aires (hecho condicionante), lo cual puede o no ocurrir. Queda claro, pues,
queel hechocondicionanteesfuturoeincierto, comodebeocurrirentodaobligación
condicional.
2 - Incierto
Debe ser incierto, es decir, de un hecho cuya ocurrencia sea eventual y despro-
vista de certidumbre, debiendo ser por sobre todas las cosas contingente, "que
puede o no llegar" como refería el derogado art. 528 del CC de Vélez Sarsfield.
Agregamosque la ausencia decerteza en torno al suceso debesertotal y absoluta,
puesto que si las partes conocieran de antemano que el hecho va a ocurrir, estare-
mosen presencia de un plazo y no de una condición.
3 - Posible y lícito
Debe ser posible y Iícito, tal como lo establece el art. 344 del CCCN: "Es nulo e l
acto sujeto a un hecho imposible, contrario a la moraly a las buenas costumbres,
prohibido p o r el ordenamiento jurídico o que depende exclusivamente de la
voluntad del obligado ...".
CARLOS A. CALVO COSTA
Si bien esta norma resulta ser redundantedel art. 279del CCCNqueimpera para
todo tipo de acto jurídico, es importante mencionar que las condiciones no deben
ser imposibles ni físicamente ni jurídicamente.
Asimismo, merece destacarsequeel art. 344del CCCN referido a lascondiciones
prohibidas, también determina que "...La condición de no hacer una cosa imposi-
ble no perjudica la validez de la obligación, si ella fuera pactada bajo modalidad
suspensiva. Se tienen porno escritaslascondicionesque afecten de modo grave las
libertades de la persona, como la de elegir domicilio o religión, o decidir sobre su
estado civil".
4 - No potestativo
No debe ser puramente potestativo de las partes, es decir, que no dependa
exclusivamente de la voluntad de alguno de los sujetos del acto jurídico. Una con-
dición puramente potestativa que dependa solamente de la voluntad del deudor
(V.gr., "te pagosi quiero")esnula, yaqueseconsideraqueno habría intención real
de obligarse. Esta prohibición surgedel primer párrafoin finedelart. 344del CCCN
que hemos transcrito precedentemente.
CJ Caracteres
2 - Accesoria
Accesoria del acto jurídico o de la obligación de la que forma parte, ya que la
razón deser desu existencia está dada por la obligación o el acto en dondese halla
inserta (cfr. arts. 856 y 857, CCCN).
3 - Accidental
4 - Excepcional
Tal como lo hemos expuesto precedentemente, la presencia de la condición en
una obligación no se presume, sinoque debe ser probada por partedequien la ale-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
ga. De tal modo, cuando exista duda respecto a si una obligación es pura y simple
o una obligación condicional, habrá deestarse por lo primero.
5 - Noescoercible
Ello así, dado que no constituye ni una obligación ni un deber jurídico, por lo
cual no es susceptible de compulsión mediante una acción judicial.
El Código Civil efectúa una división de las condiciones en dos grandes grupos:
las obligaciones suspensivas y las resolutorias.
La condición suspensiva es aquella que subordina la eficacia misma del derecho
al acaecimientodeese hechofuturoe incierto (v. gr., "te regalo un automóvil O km.
si apruebas en diciembre próximo las cuatro materias que estás cursando"); mien-
trasque la condición será resolutoria cuando la resolución o extinción de un dere-
chodependedela ocurrencia deese hecho condicionante-cfr. 343, CCCN-(v.gr.,
"te pagaré mensualmente la facultad y los gastos necesarios para que estudies,
pero si a fin de año no apruebas todas las materias que estás cursando, cesará mi
obligación y t u derecho a exigirmeque lo haga").
Queda claro, pues, que en la obligación sometida a condición suspensiva sus
efectos quedan paralizados hasta tanto ella se cumpla; en razón de ello, los efec-
tos de la obligación no se producen con su nacimiento sino al momento en que se
cumpleel hecho condicionante, momento a partir del cual la obligación adquiere
eficacia.
La obligación afectada por una condición suspensiva requiere, pues, el cumpli-
miento de la condición, ya que si esto no se produce, la obligación se disipa, por lo
cual el acreedor de una obligación condicional suspensiva carece de todo tipo de
acción para exigir el cumplimiento de la prestación hasta tanto no se produzca el
hecho condicionante.
Por otra parte, la obligación que está afectada por una condición resolutoria,
resulta ser de ineficacia pendiente, puesto que si el hecho condicionante se cum-
ple, la obligación se extingue (arts. 343 y 348, CCCN). Ello así, puesto que en este
caso el acto jurídico es plenamente eficaz desde el mismo momento de su naci-
miento, eficacia que perderá de ocurrir el hecho condicionante que porta la con-
dición resolutoria.
1 - Positivasy negativas
Ejemplo:
"Te regalaré un campo: a) si t e recibes de ingeniero agrónomo" (condición positiva),
o b) "si no abandonas los estudios universitarios" (condiciónnegativa).
2 - Licitas e ilicitas
Son condiciones ilícitas aquellas cuya realización está vedada por el ordena-
miento jurídico, por ser el hecho condicionante un hecho ilícito (v. gr., "tecompra-
ré una casa si matasa Fulano").
El Código Civil es contundente respecto deellas, en cuanto dispone que las con-
diciones ilícitas, inmoralesy contrariasa las buenascostumbresson nulas (art. 344,
CCCN); ello así, dado que el acto jurídico tiene una finalidad ilícita, vedada por el
art. 279 del CCCN. Sin embargo, la solución normativa efectúa una diferenciación
según el tipo de condición de que se trate, y dependiendo de quien deba llevar a
cabo el hecho condicionante.
3 - Ilegítimaso prohibidas
5 - Simples y múltiples
Suele compararsea la condición con otrasfiguras con las cuales presenta cierta
afinidad. Nos referiremos a las que consideramos de mayor importancia.
1 - Con el plazo
Ejemplo:
"Te pagaré $15.000 si apruebasen diciembre lascinco materiasqueestás cursando".
Se considerará que hay cumplimiento efectivo, cuando el acreedor aprueba las cinco
materias: basta verificar ello, pues, para que el deudor se vea constreñido a la entre-
ga de la suma de dinero prometida.
Debemos agregar, además, que puede suceder que la condición deba cumplir-
se en un plazo determinado -si es que las partes así lo pactaron-, por lo cual la
eficacia de la obligación también dependerá de que cumpla el hecho condicionan-
te en el término pactado.
Como nota distintiva del cumplimiento efectivo, debemosseñalar que para que
el mismo se configure, el hecho condicionante debe ser cumplido en forma ínte-
gra, ya que el mismo es indivisible. Caso contrario, no se considerará cumplido.
Ejemplo:
"Te compraré la cría de esta vaca si antes del mes de diciembre nacen tres terneros".
En tal caso, el nacimiento de los tres terneros configura el hecho condicionante, de
modo tal que si solo han nacido dos -y no tres como estaba convenido- el hecho
condicionante no se considera cumplido.
3 - Cumplimientoficto
g) Efectos
Debemos, sin embargo, puntualizar cuáles son los efectos de las obligaciones
sujetas a condición, según se trate de una condición suspensiva o de una condición
resolutoria.
condición, este último (considerado poseedor de buena fe) deberá restituir la cosa
que recibió anticipadamente, con todoslosaumentosque hubiera sufrido, aunque
está autorizado a retener los frutos percibidos (art. 349, CCCN).
De modo similar a que ocurre con la condición, la eficacia del negocio jurídico
puede verse limitada por la voluntad de los contratantes que desean que los efec-
tos del acto se produzcan a partir de un momento determinado y que se subordi-
nena la llegada de un ciertodía indicadocomo plazo inicial (diesaquo), o bien, que
duren durante un cierto período de tiempo indicándose el día en que finalizarán
los mismos (diesadquem).
El plazo es, pues, una modalidad de los actos jurídicos que consiste en un hecho
futuro y cierto, desde el cual comienza y hasta el cual dura la eficacia de un negocio
jurídico. Resulta claro, pues, que el plazo es fatal y necesario, dado que no hay dudas
en tornoasu ocurrencia, yque incorporadoa unaobligación,afecta asu exigibilidad.
La doctrina se ha esmerado en distinguir entreplazo y término, aclarándose que
mientras el plazo es el lapso duranteel cual no puede exigirse la obligación (decurso
-
del tiempo), el término ese1 punto final del plazo (Alterini -Ameal LópezCabana).
Ejemplo:
"Te entregaré el automóvil el día 21 de septiembre de 2016 a las 24:OO hs.". En este
caso, si la obligación fue pactada el día 31 de julio de 2015, se considera que el plazo
esel lapso que comprende desde la fecha en que nació la obligación(es decir, en que
fue celebrada) hasta la fecha en que debe cumplirse, mientras que término será el
punto final de dicho plazo, a saber, las24:OO hs. del 21 de septiembre de 2016.
bJ Caracteres
1 - Principales o esenciales
1 - Futuro
Setrata de un acontecimientoquesucederá con posterioridad al nacimiento de
la obligación.
11 - Ciertoy necesario
111 - Irretroactivo
2 - Secundarios
111 - Esperentorio
I V - No puede serpresumido
1 - Principiogeneral
2 - Excepciones
Este principio fijado por el art. 351 del CCCN, puede ser modificado por conven-
ciónde partesencontrario(cfr.arts.959,1021,1061 y2651, CCCN),o bien, poralgu-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
na ley especial que determine cualquier otro beneficiario del plazo distinto de lo
previsto en esta norma (v. gr., quesea afavor deambas partes).
e) Clasificación
2 - Determinadoe indeterminado
3 - Cierto e incierto
el cumplimiento de una prestación determinada (v. gr., "el pago del alquiler debe-
rá efectuarse del lo al 10 de cada mes"); y, como mecanismo necesario para posibi-
litar la realización del acto jurídico (v. gr., en una compraventa de un inmueble,
cuyo valor es considerable, el vendedor decide otorgarle facilidades de pago al
comprador, ya quede otro modo severía imposibilitado deadquirirlo).
El plazoserá legalcuandoemana dela propia ley, comosu nombre lo indica (v. gr.,
el caso del art. 693 del CCCN, que dispone la obligación del sobreviviente para efec-
tuar inventario judicial de los bienesdel matrimonio en los tres meses subsiguientes
al fallecimiento del padre o de la madre; otros supuestos de plazo legal: ;art. 2', ley
23.091).
Por último, el plazo es calificado como judicial cuando es establecido por juez
en la sentencia, en uso de las facultades que le confiere la ley (cfr. arts. 871, inc. d,
887, inc. b del CCCN, entre otros).
5 - Accidental y esencial
6 - Expreso o tácito
El plazo es expreso cuando su existencia surge de modo explícito e inequívoco
en la obligación celebrada por las partes (v. gr., "e entregaré el auto a los noventa
días a contar desde la fecha del presente contrato").
En cambio, se considera que un plazo es tácito cuando surge implícitamente de
la naturaleza y circunstancias del acto o de la obligación -cfr. art. 887, inc. a),
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
CCCN- (v. gr., si una persona se obligó a vender a otra la cosecha de manzanas de
un campo de 10 has. en el valle de Río Negro, debe entenderse que la fruta será
entregada luego de transcurrido el plazo adecuado y necesario para efectuar la
cosecha, ya que no puede realizarseen un solo día).
f) Efectos
Al igual que lo hemos efectuado con la condición, debemos analizar los dife-
rentesefectosdel plazo, según setratede un plazo inicial (suspensivo) ofinal (reso-
lutorio) y, en talescasos, si está pendiente de cumplimiento o si ya se ha cumplido.
La caducidad del plazo, claro está, debe ser alegada y probada por el acreedor.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Ejemplo:
b) Caracteres
1 - Obligatorioycoercible
2 - Accesorio
3 - Excepcionaly accidental
4 - Personal
5 - Temporal
Está limitado en el tiempo, puesto que así como es principio general aceptado
en nuestro ordenamiento jurídico que todas las acciones prescriben (art. 2536,
CCCN), la acción para ejecutar el cargo también debe ser incluido en dicho princi-
pio, ya que el cargo no puede ser perpetuo.
cj Ambito de aplicación
Si bien el concepto legal de cargo que brinda el art. 354, CCCN nada refiere al
ámbito de aplicación del instituto, estimamos de importancia mencionar cuáles
son las posturasdoctrinarias que imperan en el derecho nacional y en el compara-
do, con respecto a ello y que se han elaborado antes de la entrada en vigencia del
Código Civil y Comercial. No obstante ello, atento a la similitud de tratamiento
entre el régimen jurídico anterior y el actual, merecen destacarse estas opiniones
de la doctrina argentina y extranjera.
1 - Criterioamplio
2 - Criterio restrictivo
El cargo, como regla general, debe ser cumplido por el beneficiario de la libera-
lidad; sin embargo, en caso de no tratarsede una prestación intuitupersonae, pue-
de ser cumplida por un tercero a costa del beneficiario de la liberalidad (arg. art.
730, CCCN). De haber fallecido este último, la obligación de cumplimiento del car-
go se transmite mortiscausa a sus herederos (art. ),en caso-claro está-que tam-
poco sea intuitupenonae, tal como lo dispone expresamente el art. 356 del CCCN:
"Transmisibilidad. Elderecho adquirido es transmisible p o r actos entre vivos o p o r
causa de muerte y con élse traspasa la obligación de cumplir el cargo, excepto que
solo pueda ser ejecutado p o r quien se obligó inicialmente a cumplirlo. Si e l cum-
plimiento del cargo es inherente a la persona y esta muere sin cumplirlo, la adqui-
sición del derecho principal queda sin efecto, volviendo los bienes a l titular origi-
nario o a sus herederos. La reversión no afecta a los terceros sino en cuanto pudie-
se afectarlos la condición resolutoria".
Las partes pueden fijar libremente -en forma expresa o tácita- el plazo en
que debe ser cumplido el cargo; si no fuera convenido por ellas, deberá ser esta-
blecido por el juez (arg. art. 350y SS., y 355, CCCN). En cuanto a la forma desu cum-
plimiento, también quedará reservado a lo que las partes librementedispongan a
tal fin, caso contrario, también será dispuesta por la autoridad judicial.
CARLOS A. CALVO COSTA
Estimamos, pues, que el hecho que constituye el cargo debe ser posible, y que
en el caso de que su imposibilidad sea sobrevenida sin culpa del adquirente del
derecho, la adquisición debesubsistir y los bienesquedar irrevocablemente adqui-
ridos sin cargo alguno (arg. art. 955, CCCN).
Con respecto a la forma que debe revestir el cargo, se entiende que debe coin-
cidir con la que le es impuesta para el acto jurídico al que accede. De tal modo, si el
acto jurídico que posee un cargo debe ser realizado bajo escritura pública (v. gr.,
donación de un bien inmueble-art. 1017, inc. a, CCCN-), este últimodebeser ins-
trumentado de igual manera.
g) Clases de cargo
2 - Cargocondicional
1 - Concepto. Extensión
Son aquellas en las cualessu objeto consisteen la entrega de una cosa mueble o
inmueble que se encuentra individualizada desde el mismo instante de la forma-
ción de la obligación.
Ejemplos:
1) "D" debeentregar mañana a "C", el vehículo marca Volkswagen Vento, patente PRS
458.
2) "Fulano" debeentregara "Mengano"e1 inrnueblesitoen laAv. Córdoba 548,piso,'5
dto. "6" de la Ciudad Autónoma de BuenosAires.
3) "Juan" debeentregar a "Pedro" el toro de la raza Aberdeen Angusque ha obtenido
el primer premio en la Exposición Rural del año 2015.
cosa cierta con tal finalidad solo adquirirá su eficacia si se consuma la constitución
del derecho real previsto.
A priori, es de destacar que en el Derecho argentino el principio general es
que antes de la tradición no se adquiere e l derecho real de la cosa (cfr. art. 750,
CCCN).
Sin embargo, debemosanalizar el sistema de transmisión de losderechos reales
en el Código Civil y Comercial, efectuando previamente un breveestudio de lostres
sistemas imperantes en el Derecho comparado:
- Sistema del Derecho romano. En los orígenes del Derecho romano, no era
suficiente el acuerdodevoluntades para transmitir la propiedad de una cosa, pues-
to que si faltaba la traditio (entrega efectiva y material de la cosa), la transmisión
del derecho no se producía. De tal manera, era necesario en este sistema la pre-
sencia dedos hechos esenciales: el título (consistente en el acto jurídico por el cual
se convenía la enajenación) y el modo (la tradición, la entrega de la cosa).
En la época de las lnstitutasde Gayo, se comenzó a efectuar la distinción de los
modos de adquisición entre el juscivile (comprendía la mancipatio, la injure ces-
sio, y la usucapio)yel jusgentium (la ocupación, la accesión, la especificación, y la
tradición).
En el año212, al momento de otorgarse la ciudadanía romana a todos los habi-
tantesdel Imperio, esta distinción fuedejada sin efect0.A partir deese instante, el
requisito de la tradición pasó a ocupar el papel preponderante, bastando ella sola
para transferir la propiedad de cosas no registrables (nec mancipi), aunque no era
suficiente cuando se trataba de cosas registrables (mancipi).
La tradición, pues, consistía en un modo deadquirir el dominiomedianteelcuaI
el tradensse desprendía de él a favor de un adquirente (accipiens). Este requisito
de la tradición para transmitir el dominio, solo cedía ante determinados supuestos
comoel de latradiciónficta (traditio brevimanu)~laconstitutoposesorio, en don-
de si bien no se efectivizaba la entrega se constituía el derecho real de la misma
manera. Mediante el requisito de la tradición se procuraba hacer pública la trans-
misión del derecho real, a fin de proteger los derechosde terceros.
no del título y el modo, el que fue dejado posteriormentede lado por la corriente
racionalista del Derecho natural que ensalzaba el principio de la autonomía de la
voluntad, considerándolo suficiente para transferir la propiedad. Así, pues, quedó
reflejado -como vimos- en el Código Civil de Napoleón.
CARLOS A . CALVO COSTA
3 - Finalidad
Estesistema, que también ha sido adoptado por el Código Civil italiano de 1865
(arts. 1125 y 1538) y el de 1942 (arts. 1376, 2643 y 2644), y por el Código Civil de
Venezuela de 1942 (arts. 796, 1161, 1913 y 1928), fue duramente criticado por
Vélez Sarsfield en la nota al derogado art. 577 del CC, ya que era impracticable res-
pectodeterceros, a quienes losenvolvía una gran inseguridad jurídica al quedar de
tal modo desprotegidos sus derechos e intereses.
Como eco a las críticas formuladas a este sistema, una ley del 23 de marzo de
1855 modificó el mismoen Franciacon referencia a las hipotecas, instaurándoseen
razón deello un nuevo sistema que establecía que en materia de inmuebles, si bien
bastaba la convención por sísola en relación a las partes, requería de la inscripción
en el Registro Inmobiliario-creado por dicha norma- para poder haceroponible
la transacción a terceros. En materia de muebles, por el contrario, rigen exclusiva-
mente las convenciones, quedando a salvo el principio que establece que la pose-
sión vale título.
chos que una persona transmite por contrato a otra persona, solo pasan al adqui-
rente de esos derechos por la tradición, con excepción de lo que se dispone respec-
t o a las sucesiones".
Pero, cabe destacar, este principio general que exigía la concurrencia del título y
el modo para la adquisición del dominio de bienes inmuebles, también reconocía
como excepción el caso de la traditio brevimanucontemplado en el art. 2387 del CC.
El nuevo Código Civil y Comercial no ha variado en su concepción lo dispuesto
en el derogado Código Civil. Ello así, puesto que mantiene el sistema del título y
modo (art. 750) y la inscripción registra1declarativa, lo que es regulado en el Libro
correspondiente. Además, el art. 1892 ubicado en el Libro IVdedicado a los dere-
chos reales, dispone que para la adquisición derivada por actos entre vivos de un
derecho real, resulta necesaria la concurrencia del título y modo, adicionando con
relación a ambos al adjetivo de "suficientes", como lo sostiene el criterio mayori-
tario actual, que descarta la exigencia de ambos elementos para las adquisiciones
originarias o por causa de muerte (Marino, Maglio). Cabe destacar, además, que el
"título suficiente", es definido en el art. 1892 como el "acto jurídico revestido de
las formas establecidas p o r la ley, que tiene p o r finalidad transmitir o constituir e l
derecho real". Por otra parte, en cuanto al "modo suficiente", seestablece que "la
tradición posesoria es modo suficiente para transmitir o constituir derechos reales
que se ejercen por la posesión".
Antes de la reforma introducida p o r la ley 17.711 al Código Civil, solo se reque-
ría, pues, la posesión y el título correspondiente (obsérvese en la nota al art. 3198
del derogado Código Civil que Vélez Sarsfield decidió no instaurar el registro de
inmuebles por razones de simplicidad práctica, aun cuando allí resaltaba sus bon-
dades). La tradición constituía para nuestro codificador una forma importante de
dar a publicidad las operaciones inmobiliarias resguardando los intereses de ter-
ceros, considerando para ello que los derechos reales son oponibles erga omnes y
que no puede hacerse respetar un derecho real que no es conocido por todos.
Luego dela reforma dela ley 17.71 1,el sistema en el Derecho argentino ha cam-
biado.
El derogadoart.2505del CCdeterminabaque: "Laadquisición otransmisión de
derechosrealessobreinmuebles, solamente se juzgará perfeccionada mediante la
inscripción de los respectivos títulos en los registros inmobiliarios de la jurisdicción
que corresponda. Esas adquisicioneso transmisiones no serán oponibles a terceros
mientras no estén registradas".
Ejemplo:
"X" debeentregar a "Y" un caballo decarrera determinado llamado "Criador" el día
30 de octubre de 2015, deber que ha sido asumido por " X en razón del contrato de
compraventacelebradoeldía 2deabril deeseaño.Pues bien, si el caballo muriesecon
posterioridadal nacimiento de la obligacióny antes del momento de la entrega, se
extinguiría la obligación por imposibilidad absoluta de cumplimiento. Si la muerte
fuera consecuencia de un caso fortuito, en donde no ha mediado culpa alguna del
deudor, la obligaciónse extingue sin indemnizaciónalguna.
CARLOS A . CALVO COSTA
Ejemplo:
Con motivo de un contrato celebrado el día 15 de marzo de 2016, "A" debe entregar
a "B" el día lodeagostodedichoaño el automóvil usado BMW323i dominioOGJ 624
que al momento de la celebración del acto jurídico se encuentra en perfecto estado
de conservación. S i antes de llevarse a cabo la entrega del rodado en la fecha pacta-
da, el automóvil es robado, debemos analizar si en ello hubo o no culpa de "A";
podría configurarsesu culpabilidad si sedemuestra quedejaba estacionadotodas las
noches el auto en la vía pública sin cerrar sus puertas con llave, lo cual ha creado sin
duda la ocasión de robo y facilitado su comisión.
Asimismo, establece el art. 752 del CCCN con relación a la mejora natural que
ella "autoriza a l deudor a exigir un mayor valor. Si el acreedor no lo acepta, la obli-
gación queda extinguida, sin responsabilidadpara ninguna de laspartes".
- Frutos. Son todas las nuevascosasque regularmente produce una cosa exis-
tente, sin alteración o disminución de su sustancia; pueden ser naturales (frutos
creados por la naturaleza), industriales (frutos producidos por el hombre) o civiles
(rentas que provienen del uso y goce de una cosa).
En cuanto a su régimen, establece el art. 754 del CCCN que: "Hasta eldía de la
tradición los frutospercibidoslepertenecenaldeudoi: apartirdeesa fecha, losfru-
tos devengados y los no percibidos le corresponden a l acreedor".
A la solución legal, corresponde agregar otra categoría creada oportunamente
por la doctrina que son los frutos civilesexigibles pero aún no percibidos (v. gr., en
un contrato de locación, los alquileres vencidos pero que no han sido abonados
aún al deudor al momento de la tradición; si son abonados con posterioridad a la
entrega del inmueble, j a quién pertenecen?).
Consideramosque ellos son propiedad del deudor, tal como también lo ha sos-
tenido la gran mayoría de la doctrina argentina (Borda, Llambías, Salvat, Busso,
Alterini, entre otros).
Uno de los posibles efectos que pueden ocurrir en el marco de estas obligacio-
nes, es que el deudor de una obligación de dar cosa cierta para constituir o trans-
ferir derechos reales, se haya comprometido también a entregarla a otras perso-
nas, lo cual genera un conflicto entre diversos acreedores respecto a quién tendrá
mejor derecho para adquirir el dominio de la cosa.
Ejemplo:
"Marcos" es propietario de un vehículo marca Ford Mondeo dominio PLK 439 y ha
vendido-en el curso de los tresdías siguientes en que publicó el aviso clasificado en
el periódico-, el mismo automóvil a "Juan", a "Marcelo" y a "Enrique".
la obligación de dar cosas ciertas tiene por fin restituirlas a su dueño, si la cosa es
mueble no registrable y el deudor hace, a título oneroso, tradición de ella a otro
por transferencia o constitución deprenda, elacreedor no tiene derecho contra los
poseedores de buena fe, sino solamente cuando la cosa le fue robada o se ha per-
dido. En todos los casos lo tiene contra los poseedoresde mala fe".
bJ Obligacionesde género
Puede ocurrir que el deudor de una obligación de dar cosas ciertas para resti-
tuirla a su dueño haya constituido con un tercero, otra obligación de dar la misma
cosa, provocando un conflicto entre el acreedor verdadero y el tercero que ha
adquirido un derecho sobre ella.
Ejemplo:
En el caso del contrato de locación de un inmueble que hemos visto en el ejemplo
anterior, el locatario, en lugar de restituir el bien a su dueño (locador)decide vender
la cosa a un tercero.
Ejemplo:
En uncontratodelocacióndeun inmueble, el locatariotiene la obligaciónde restituir
libredeocupantesla cosa al locador (quienesa suvez, en la mayoría de loscasos. due-
ño del bien alquilado).
Ejemplo:
Si laobligaciónconsisteen laentregade uncaballo pura sangredecarrera, nosencon-
tramos con un género determinado ("caballo pura sangre de carrera") que impide
que pueda ser reemplazado por un caballo de otro género (v. gr., de raza Percherón,
o de salto, etcétera). Ahora bien, dentro de ese género, nos encontraremosconcarac-
terísticas particularesde losanimales, lo cual constituye una especiedentro del géne-
ro: que sean potrillos hasta tres años de edad, tordillos, etcétera. Y así, nosencontra-
remos con más característicasde cada uno de ellos que crearán más subespecies:ten-
dremos losque hayan corrido ya másde diez carreras, y dentro de esta nueva especie
los que hayan ganado alguna, más de dos, cinco, etcétera. Esas notas características
de los objetos que pertenecen al género le otorgan el carácter de cosa no fungible y
es lo que impide que puedan ser sustituidos unos por otros.
1 - Caracteres
Ejemplo:
" 'A' debe entregar a '6' un cuadro de Pablo Picasso" (aquí el género se reduce a los
cuadros de este pintor español que son de cantidad limitada, y mucho más los que se
puedan llegar a conseguir en el mercado). Dicha obligación podría limitarseaúnmás:
"que esos cuadros hayan sido pintados en los últimos cinco años de su vida", lo cual
acotaría aún más el género.
Debemos aclarar, tal como lo hemos expresado precedentemente, que las obli-
gaciones degénero limitado pueden constituir una excepción al principio general
que impera en esta clase de obligaciones, ya que en ellas el género sí puede pere-
cer. No obstante, debemos destacar que el legislador ha establecido en el art. 785
del CCCN, que a las obligaciones de género limitado se le aplicarán las normas de
las obligaciones alternativas.
Rigeen este caso el principio de autonomía devoluntad de las partes (art. 959,
CCCN) por lo cual las partes pueden libremente pactar a quien corresponda la elec-
ción del objeto, pudiendo ser el acreedor o el deudor. Sin embargo, frente a la
ausencia de convención al respecto, el art. 762, párr. 2" del CCCN dispone que la
elección corresponde al deudor.
La cosa a ser elegida dentro del género, debe ser de calidad media, lo cual se
condice con el principio de buena fe. Dicha directiva emana directamente de la
letra del art. 762, párr. 2" del CCCN que dispone: "La elección debe recaer sobre
cosa de calidad media, y puede ser hecha mediante manifestación de voluntad
expresa o tácita".
Estimamosque por la calidad media debeentenderse la queseencuentra com-
prendida en el promedio entre la mejor y la peor, ya que ello respondería a losdic-
tados del principio de buena f e que acabamos de mencionar. Sin embargo, si se
efectuara una interpretación literal de la norma, bastaría que se encuentren com-
prendidas entre la mejor y la peor calidad, excluidas estas dos.
Este principio de la elección de la cosa de calidad media, reconoce como excep-
ciónel supuesto del art. 2502 del CCCNen dondeseestablece quetratándosede un
legado de género -habiendo el testador dejado la elección en cabeza del here-
dero o del legatario- puede el legatario elegir la cosa de mejor calidad y el here-
dero la peor.
CARLOS A . CALVO COSTA
IV - Efectos
1 - Luego de la elección
Con posterioridad a la elección, la obligación de género se transforma en una
obligación de dar cosa cierta, rigiéndose en consecuencia por los principios que
resultan aplicables a esta.
1 - Concepto
Son obligaciones que tienen por objeto cosas fungibles que son sustituibles
entre sí, por lo cual solo interesa determinar su cantidad (como lo refiereexpresa-
mente el art. 762, CCCN), su peso y su volumen. -
Ejemplo:
" 'Juan' debe entregar a 'Bernardo' 300 kg. de maíz de calidad X . A "Juan", como
11 - Individualización de la cosa
111 - Efectos
Son obligaciones de dar dinero aquellas en las cuales el deudor, desde el mismo
nacimiento de la obligación, está obligado a entregar una determinada cantidad
de moneda. Así lo dispone actualmente el Código Civil y Comercial de la Nación,
que en la primera parte del art. 765 dispone: "La obligación es de dar dinero si el
deudor debe cierta cantidadde moneda, determinada o determinable, almomen-
to de constitución de la obligación (...)".
Estetipo deobligaciones resulta ser desideral importancia en nuestra época, ya
que abarca un sinnúmero de operaciones cotidianas de la vida en sociedad: en tal
sentido, basta recordar que el dinero es utilizado a diario en operacionesfinancie-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
ras y cambiarias, de bancos, pago de contratos (v. gr., compraventa, locación, entre
otros), pago desueldos, para abonar el interésde un capital, etcétera.
1 - Definición de dinero
Son múltiples las definiciones que se han utilizado para conceptuar a la mone-
da o dinero. Rescataremos, pues, las que consideramos (según nuestro entender)
se ajustan más al objeto de nuestro estudio.
En el Derecho alemán, se lo ha definido como una cosa mueble que elcomercio
utiliza como medida de valorpara toda clase de bienes, pudiendo emplearsecomo
medida general de cambio (von Tuhr).
En el Derecho argentino ha sido definido como la moneda autorizada p o r e l
Estado (Llambías), con la finalidadprimordialdeservir como unidadde medida del
valor de todos los bienes, como instrumento de cambio y como medio de pago de
relacionespatrimoniales(Pizarro -Vallespinos).
Entre las múltiples y variadas funciones que cumple el dinero, podemos desta-
car aquellas más relevantes:
a) Es la unidad de medida del valor de todos los bienes patrimoniales y tam-
bién de ciertos aspectos económicos de la actividad humana -v. gr., traba-
jos intelectuales como los derechos de autor-.
b) Es utilizado como instrumento decambio-puesto que puede ser utilizado
para la obtención de otros bienes aptos para satisfacer necesidades huma-
nas-y deahorro-al posibilitar la reserva de losvalores-.
1 - Distinción
En la doctrina, desde las primeras décadas del siglo M,se ha comenzado a dis-
tinguir entre las obligacionesdinerarias (o deudasen dinero) y las obligacionesde
valor (o deudas devalor).
CARLOS A . CALVO COSTA
bién sedebe un valor, que ese1 que tenía el dinero al tiempo decontraerse
la obligación; manifiestan sus sostenedores que, afirmar lo contrario, sig-
nificaría negar la principal característica de la moneda que es ser medida
de valor de bienes (Moisset de Espanés, Mosset Iturraspe, Trigo Represas,
Pizarro -Vallespinos).
11.1 - Nominalismo
El norninalisrno es aquel que otorga relevancia jurídica al valor nominal del
dinero, por lo cual el deudor de una obligación dineraria cumplirá con su obliga-
ción entregando idéntica cantidad nominal de moneda que fue convenida. Según
este principio nominalista, el dinero que emite el Estado posee el valor nominal
que este le ha otorgado, prescindiendo completamente del mayor o menor valor
adquisitivo que pueda sufrir dicha cantidad de dinerocon el transcurso del tiempo.
En consecuencia, se perderse dicho valor adquisitivo, dicha pérdida deberá ser
soportada por el acreedor de la obligación.
Es decir, para el nominalismo, carece de relevancia el valor de cambio de la
moneda, prevaleciendo el valor de cuño de ella (López Mesa); por ende, el dinero
que emite el Estadotieneel valor nominal que este le fija, con total prescindencia
de su mayor o menor poder adquisitivo, que es algo contingente y secundario,
razón por la cual el deudor de una suma se dinero se libera entreaando dicha
suma, cualquiera sea la fluctuación del poder adquisitivo de la moneda (Pizarro,
Vallespinos).
Ejemplo:
Si " X debe a "Y" $ 200.000 y debe pagarlo dentro de dos años de convenida la obli-
gación, cumplirá con su obligación entregando esos $200.000sin importar si ha exis-
tido en ese lapso una pérdida del valor adquisitivo de la moneda.
Este principio nominalista, que reconoce su origen en el Derecho romano y que fue
desarrollado en Inglaterra, Italia y Alemania en el siglo XIX, fue consagrado en el
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Han existido, y aún existen en nuestro país, dos posturas doctrinarias diame-
tralmenteopuestasen tornoal carácterdela distinción entreobligacionesde valor
y obligaciones dinerarias:
1. Para un sector de la doctrina, la distinción es ontológica, ya que se trata de
dos tipos de obligaciones diferentes que difieren en su objeto: mientras en
lasdinerariasel objetoessiempre una suma dedinero, en lasdevalor el obje-
t o no es un monto dinerario sino un valor, por lo cual recién se traduce en
dinero al momento del pago (Alterini, Borda, Llambías, BustamanteAlsina). -
2. Otro sector doctrinario, en cambio, estima que la distinción no es ontoló-
gica, dado que en ambas obligaciones lo adeudado es dinero. Se argumen-
ta, en defensa de esta postura, que cuando la obligación es dineraria, tam-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Code francés (art. 1895). expandiéndose en el siglo XX a todas las codificaciones del
Derecho continental, tales como el Código Civil argentino, así como también, entre
otros, al Código Suizo de las Obligaciones (art. 104). al italiano de 1942 (art. 1277). al
portuguésde 1966 (art. 550), al uruguayo (art.2199). al peruanode 1984(art.1234)y
al paraguayo de 1988 (art. 474).
11.2 - Valorismo
El valorismo, en cambio, sostiene que la extensión de las obligaciones en dine-
ro nose encuentra definido por su valor nominal, sinoque el mismodeberá deter-
minarsedeacuerdo al poder adquisitivo quesufra la moneda.
Esta corriente alcanzó su más amplio desarrollo durante el siglo XIX, encon-
trando en Savigny a uno de sus más acérrimos defensores: al efecto, sostenía el
jurista alemán que el dinero es tan solo un poder adquisitivo abstracto, siendo su
valor el que se logra imponer en definitiva. Este principio valorista, solo efímera-
mente, consiguió plasmarse legislativamente por poco tiempo en algunos países,
sobretodo en losde América Latina, talescomo la Argentina, Brasil y Uruguay.
Quienes lo defienden, argumentan que el valorismo es la respuesta idónea
frente al fenómeno de la inflación, ya que se convierte en la vía más justa para
medir la extensión de lasdeudas.
Ejemplo:
Siguiendo con el mismo caso que utilizamos anteriormente, si "X" debe a "Y" $
200.000 y debe pagarlo dentro de dos años de convenida la obligación, cumplirá con
su obligaciónentregando al momento del pago la cantidad de unidades monetarias
idóneas para alcanzar el poder adquisitivo que tenían esos $ 200.000 al momento del
nacimiento de la obligación. Queda claro, pues, que si la moneda no se ha deprecia.
do, también serán $200.000los que en definitiva se terminarán entregando.
111.1 - Efectos
1 - Concepto
111.1 - Nocionesgenerales
jo- de fecha anterior, como causa de ajuste en lassumas de pesos que correspon-
da pagar".
Queda claro, pues, que no hay posibilidad alguna de pactar cláusulas de reajus-
te de las prestaciones dinerarias, mientras estas disposiciones legales se encuen-
tren vigentes, puesto que establecen una regla de orden público e inderogable
para las partes.
IV - Cumplimiento de lasobligaciones
A lo largo de la historia argentina, a fin de que las partes pudieran corregir los
efectos de la inflación en un sistema nominalista, se han admitido diversas cláusu-
las de estabilización que mencionaremos brevemente. Es de destacar que su apli-
cación y procedencia han sido sistemáticamente admitidas y prohibidas en forma
continua por distintas leyes a lo largo de los años, por lo cual es posible que al
momento en que el lector haya llegado a este párrafo, algunas de ellas (o quizás
todas) hayan sido cuestionadasen cuanto a su legitimidad y aplicación:
a) Cláusula valor oro: mediante ella, las partes pactan que el pago de la deuda
dineraria debe efectuarse considerando el valor del oro al momento del
cumplimiento de la obligación.
b) Cláusula dólar (u otra moneda extranjera): la obligación es pactada consi-
derando para ello el valor de la moneda extranjera que loscontratantes eli-
jan (v. gr., se pacta que el deudor debe entregar al acreedor en el momento
del pago la cantidad de pesos necesarios para adquirir la suma de "x" dóla-
res estadounidenses en un mercado determinado).
C) Cláusula escala móvil: se pacta la obligación regulando la cuantía de la pres-
tación de la obligación dineraria atendiendo a la variación de un índice
determinado (v. gr., la suma pactada se reajustará de conformidad a las
variaciones que sufra el índice de precios del consumidor efectuado por el
Instituto Nacional de EstadísticasyCensos-INDEC-).También puede pac-
tarse el reajuste considerando las oscilaciones del valor de un producto
determinado (v. gr., petróleo).
Es de destacar queal momento en que esta obra ve la luz, se halla vigente el art.
7"de la ley 23.928 (texto modificado por el art. 4'de la ley 25.561), que disponetex-
tualmente que: "El deudor de una obligación de dar una suma determinada de
pesos cumple su obligación dando e l día de su vencimiento la cantidad nominal-
mente expresada. En ningún caso se admitirá actualización monetaria, indexación
por precios, variación de costos o repotenciación de deudas, cualquiera fuere su
causa, haya o no mora del deudos con lassalvedadesprevistasen la presente ley".
También mantiene su vigencia el art. 10 de la misma ley 23.928 que determina:
"Mantiénense derogadas, con efecto a partir del 1" de abrilde 7991, todas las nor-
maslegaleso reglamentariasqueestableceno autorizan la indexaciónporprecios,
actualización monetaria, variación de costos o cualquier otra forma de repoten-
ciación de las deudas, impuestos, precios o tarifas de los bienes, obras o servicios.
Esta derogación se aplicará aun a los efectos de las relacionesy situacionesjurídi-
cas existentes, no pudiendo aplicarse ni esgrimirse ninguna cláusula legal, regla-
mentaria, contractual o convencional -inclusive convenios colectivos de traba-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Al igual que lo que ocurre con la moneda nacional, es posible y frecuente que
las partesde una obligación pacten como moneda de pago una que no sea de cur-
so legal y quesea la de una nación extranjera (v. gr., es posibleque el deudor se obli-
gue a entregar una suma de dólaresestadounidenses determinada).
Muchasson las razonesque pueden llevar a las partesde una obligación a pac-
tar el pago de una obligación en moneda extranjera, pudiendo destacarse la des-
confianza que suele provocar la moneda nacional (por su continua desvaloriza-
ción) y también la necesidad de loscontratantes de limitar el riesgo cambiario acu-
diendo para ello a una moneda másfuertey estable que la argentina.
La ley 23.928 había modificado el art. 617 del CC, el que había quedado redac-
tado de la siguiente manera: "Si por el acto por el que se ha constituido la obliga-
ción, se hubiere estipulado dar moneda que no sea de curso legal en la República,
la obligación debeconsiderarse como dedar sumasdedinero".
Es decir, en razón de esa reforma, la obligación de dar moneda extranjera era
considerada como una obligación de darsumas de dinero, y no ya de dar cantida-
des de cosas. Sin embargo, es de destacar que ello no implicaba que la moneda
extranjera fuera decurso legal en el territorio nacional, dadoquecarecedelaapti-
tud cancelatoria que tiene la moneda nacional y no podía serle impuesta al acree-
dor sino en aquellos casos en los que las obligaciones expresamente la tengan por
objeto (Compagnucci de Caso, Pizarro, Mosset Iturraspe).
Este nuevo texto legal, presenta -a nuestro criterio-dos cuestiones que pue-
den ser fuente de controversias:
a) Seconsidera a las obligaciones de dar moneda que no esde curso legal en
la República como obligación de dar cantidades de cosas, cuando dicha
categoría clasificatoria ha sido eliminada por el Código Civil y Comercial y
no existe como tal en el nuevo ordenamiento jurídico. Quizás habría que
referirse a ellas como un supuesto de obligación de género, que si existe
en el nuevo Código Civil y Comercial como categoría de clasificación de
obligaciones, y que comprende a las obligaciones de dar cosas inciertas
fungibles.
b) En el régimen del anterior Código Civil antes de su derogación, no se esta-
blecía la posibilidad deque el deudor pudiera liberarseentregandosuequi-
valente en moneda de curso legal, por lo cual ante la falta de entrega de la
CARLOS A . CALVO COSTA
5 - La deuda de intereses
1 - Concepto
Los intereses son aumentos paulatinos que devengan las deudas dinerarias
durante un tiempo determinado, ya sea como contraprestación por el uso dedine-
ro ajeno (intereses lucrativos o compensatorios) o como indemnización por el
retardo en el cumplimiento (intereses moratorioso punitorios). El interéses unfru-
t o del capital que genera un provecho financiero, a punto tal que el pago del cré-
dito no se considera íntegro hasta tanto no se hayan pagado también los intereses
(cfr. art. 870, CCCN), pudiendo inclusiveel acreedor negarse a recibir un pago si no
están incluidos estos últimos (ya que no se respetaría el requisito de integridad del
pago).
El interésesestablecidoenfunción de una tasa, que puedeser definida, a suvez,
como el rendimiento de la unidad decapital en una determinada unidad de tiem-
po; ella suele expresarse en términos de porcentuales y medirse anualmente (Piza-
rm -Vallespinos).
11 - Caracteres
111 - Clasificación
estos dos últimos criterios clasificatorios son los que ha tomado el Código Civil y
Comercial al referirsea los intereses, como lo apreciamosen el siguientecuadro:
-
Compensatorios
Convencionales
lntereses - Moratorios
Legales
Punitorios
-
Estos intereses se caracterizan por ser: a) lucrativos (ya que importan una ren-
ta o un fruto del capital (cfr. arts. 233 y 1527 -este último referido al mutuo en
dinero que se presume oneroso-, CCCN); y, b) voluntarios o convencionales, ya
que las partes pueden convenir libremente el interés que devengará el capital
adeudado, salvo que con ello se incurra en usura (cfr. art. 771, CCCN), tal como lo
analizaremos seguidamente.
No obstanteel caráctervoluntariodeesta clasede intereses, el art. 767 del CCCN
dispone en su parte final en relación a la tasa de interés aplicable, que: "Sino fue
acordadaporlaspartes, nipor lasleyes, niresulta de los usos, la tasa de interéscom-
pensatorio puede ser fijada p o r losjueces."
111.2 - lnteresesrnoratorios
Son aquellos que el deudor debe pagar en caso de incurrir en mora en el cum-
plimiento de su obligación (art. 768, CCCN). Es indudable que al retardar el cumpli-
miento, el deudor priva al acreedor de percibir el capital en el tiempo previamen-
te pactado, por lo cual seve obligado a reparar el daño que le ocasiona al accipiens
por dicha tardanza. Como lo sostiene una calificada doctrina, no son una indemni-
zación sustitutiva del incumplimiento total, sino una reparación integrativa en
razón del cumplimiento tardío, que, en cierta medida es una forma de incumpli-
miento (Busso). En definitiva, los intereses moratorios constituyen la indemniza-
ción de dicho perjuicio, por lo cual para su procedencia, se requerirá que el incum-
plimiento sea imputable subjetivamente u objetivamente al deudor; caso contra-
rio, su aplicación no procederá.
En doctrina, algunos autores han destacado que la responsabilidad del deudor
moroso solose limita a los intereses, por locual le estávedadoal acreedor cualquier
otra pretensión de reclamo de daño adicional (Llambías, Alterini, Rivera, Cazeaux).
Sin embargo, estimamos que si las partes han pactado la posibilidad de reclamo de
un mayor dañocuando el ordenamientojurídico lo permite (v. gr., art. 1592, CCCN).
En este sentido también se proclaman autores como Lafaille, Busso y Borda, en tan-
t o y en cuanto se invoquey se pruebe el daño producido por el incumplimiento de
la obligación dedar sumasde dinero.
En cuanto a la tasa de interés a aplicar ante la mora del deudor, el art. 768 del
CCCNdisponeque: "La tasase determina: a)porlo que acuerden laspartes; b)por
lo que dispongan las leyes especiales; c) en subsidio, por tasas que se fijen según
las reglamentaciones del Banco Central".
111.3 - lnteresespunitorios
Para poder determinar el momento a partir del cual deben correr los intereses,
debemosdistinguir las reglas aplicablessegún la clase de interésde que se trate.
1 - lnteresesmoratorios
V - La usura
poseen la libertad de pactar los intereseslucrativos y los punitorios, si ellos son pac-
tados de modo tal que arrojan finalmente montos exorbitantes o excesivamente
elevados -tomando como parámetro el capital que los produce-, pueden dar
lugar a la configuración de esta situación que calificamos usura.
La doctrina es conteste que para calificar a un interés como excesivo no debe
atenderse únicamente a la tasa aplicada, sino que se debe apreciar el monto total
de la operación económica, dado que una tasa puede resultar excesiva en un
momento socioeconómico determinado y legítima y acorde en otro tiempo; ade-
más, antes de poder calificar a un interés como usurario deben analizarsetambién
otros aspectos en torno a ellos, tales como: si se tratan de intereses simples o com-
puestos, si son o no capitalizables, etcétera.
La usura constituye un delito penal en nuestro país, al igual que lo que ocurre
en otros países del mundo como Bélgica, España e Inglaterra. Al respecto, dispone
el art. 175 bis del CP: "El que, aprovechando la necesidad, la ligereza o la inexpe-
riencia de una persona le hiciere dar oprometer, en cualquier forma, para sío para
otro, intereses uotras ventajaspecuniarias evidentemente desproporcionadas con
suprestación, uotorgarrecaudoso garantíasde carácter extorsivo, será reprimido
con prisión de uno a tres añosy con multa de pesos tres m i l a pesos treinta mil.
La misma pena será aplicable a l que a sabiendas adquiriere, transfiriere o hicie-
re valer un crédito usurario.
La pena de prisión será de tres a seis años, y la multa de pesosquince m i l apesos
ciento cincuenta mil, si e l autor fuere prestamista o comisionista usurario profe-
sional o habitual".
VI - Anatocismo
VI. 1 - Concepto
También llamado "interés compuesto", es la capitalización de intereses que se
acumulan al capital, de modo tal que losque ya se han devengado sesuman alcapi-
tal produciendo nuevos intereses.
Ejemplo:
Si se debe aplicar a la suma de 4 100.000 una tasa de interés del 5% mensual, la suma
que producirá como resultado esa tasa será de 4 5.000 mensuales. Estaremos en pre-
sencia deanatocismo, si al segundo mesquedebemosaplicarla tasa de interés pacta-
da, en lugar de hacerlo nuevamentesobre los $100.000del capital, lo hacemos sobre
294 CARLOS A . CALVO COSTA
la suma de $105.000 (es decir, sobre el capital más el fruto que arrojó la tasa de inte-
rés luego del primer mes), y asísucesivamente.
El art. 770 del CCCN, dispone expresamente: "No se deben intereses de los
intereses, excepto que: a) una cláusula expresa autorice la acumulación de los
intereses a l capital con una periodicidad no inferior a seis meses; b) la obligación
se demande judicialmente; en este caso, la acumulación opera desde la fecha de
la notificación de la demanda; c) la obligación se liquide judicialmente; en este
caso, la capitalización se produce desde que e ljuez manda pagar la suma resul-
tante y e l deudor es moroso en hacerlo; d) otras disposiciones legales prevean la
acumulación".
En razón de ello, apreciamos que -como regla general- se sigue mante-
niendo la prohibición del anatocismo, aunque se establecen excepciones en la
norma:
a) Convención expresa que así lo autorice. Esta convención puede realizarse
en forma anterior o posterior a su devengamiento, admitiéndose también
la validez de las convenciones que autoricen la acumulación del interés al
capital en formaanticipada,con laperiodicidadquelaspartesfijen,aunque
esta no debe ser inferior a los seis meses. Desde ya que también serán váli-
dos-según nuestro entender- los convenios de capitalización de intere-
sesquese realicen con posterioridad al vencimiento de la obligación.
b) Cuando la obligación se demande judicialmente; en este caso, la acumula-
ción opera desde la fecha de la notificación de la demanda. Esta disposición
reconoce como antecedente lo dispuesto en el art. 569 del CCom. (referido
al mutuo comercial), en cuanto establecía que los intereses vencidos pue-
den producir intereses por demanda judicial o por convención especial. En
el Código Civil y Comercial se admite el anatocismo desde la fecha de notifi-
cación de la demanda, aunque nada se establece (y por ende pareciera no
requerirse) respecto a si esos intereses deben adeudarse por un período
determinado. No obstante, debemos aclarar que la liquidación de tales
interesescapitalizados, habrá de hacerse unavezefectuada la condena y al
momento del pago o ejecución de ella.
C) Cuando la obligación se liquide judicialmente; en este caso, la capitaliza-
ción se produce desde que eljuez manda pagar la suma resultantey e l deu-
doresmoroso en hacerlo. Se mantiene esta causal de admisión de anatocis-
mo. Ella se da cuando el acreedor presenta en el proceso judicial una liqui-
dación que incluye los intereses devengados, y es aprobada por el juez.
Cuando ello ocurre y el deudor es intimado de pago, si no lo efectúa incurre
en mora y por lo tanto, adeudará también los interesessobreel monto de la
liquidación impaga.
CARLOS A . CALVO COSTA
bJ Obligaciones de hacer
1 - Concepto
Ejemplo:
"Juan" se obliga a realizar una escultura de diseñox para "Pedro" para el día 23 de
junio de 2016. El objeto de la obligación, como vemos, consiste en la realizaciónde la
CARLOS A . CALVO COSTA
obra por parte de "Juan", lo que lleva a considerar a la prestación como un hecho
positivo y a calificar a la obligación como "de hacer".
Nuestro Código Civil y Comercial regula múltiples contratos que son fuente
incesante de obligaciones de hacer: cabe mencionar, al respecto, al depósito, a al
contrato de obras o de servicios, al mandato, al transporte, etcétera. Además, nin-
guna duda cabe que la prestación de servicios -públicos y privados-, tan fre-
cuente y corriente en una sociedad enmarcada dentro de una economía de merca-
do que tiende hacia la globalización, constituye un supuesto de obligación de
hacer: de allí la importancia que adquiere esta clasificación en la actualidad.
2 - Especies
1 - Fungiblesyno fungibles
Ejemplo:
"Pedro" se compromete frente a "Juan" a efectuar la cosecha de maíz del campo de
este último. Queda claro, pues, que a "Juan" poco le interesará qué personaefectua-
rá en definitiva dicha cosecha, ya que su interés principalse halla centrado en la acti-
vidad (cosecha del maíz) y no en la persona que efectivamente la efectúe.
Vemos, en el ejemplo que hemos expuesto, que el deudor ("Pedro") puede ser
sustituido por otra persona en la actividad prometida, sin que por ello se afecte el
interésesperado por el acreedor ("Juan").
En cambio, la prestación de hacer es no fungible, cuando solo el deudor que se
ha obligado puede llevar a cabo la actividad prometida para satisfacer el interés
del acreedor.
Es el caso de las prestaciones intuitupenonae, dado que al momento de cele-
brarsela obligación se ha considerado comoelemento fundamental y relevante las
cualidades personales-también artísticas o profesionales-del deudor; en razón
de ello, al acreedor no le resultará irrelevante o indiferente qué persona cumpla
con la prestación, porque esta solo puede ser llevada a cabo por quien se ha obli-
gado a ello.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Ejemplo:
1. Si un médico cirujano cardiovascular se ha comprometido frente a un paciente a
efectuar una intervención quirúrgica de su especialidad (v. gr., angioplastia), al
paciente no le resultará indiferente que lo opere otro médico diferente de quien se
ha obligado a ello. Esindudableenestecasoque han sido lascondicionesparticulares
del deudor (médico cirujano reconocido, experiencia, sabiduría, etcétera) lo que ha
llevado al pacientea contratar conél, por locual el interésdeesteúltimo noserásatis-
fecho si pretende operarlo otro profesional de la Medicina distinto.
2. Idénticasituación se plantea si alguien ha encargado la realizaciónde un cuadro a
un pintor famoso: es evidente que la calidad subjetiva del deudor de esa obligación
de hacer ha sido un elemento esencial y fundamental al momento de celebrar la obli-
gación. En este caso, queda claro que solamente puede realizar el cuadro el pintor
que se obligó a ello, impidiéndose de tal modo que pueda ser suplido por otro.
11 - De servicio y de obra
Las instantáneas son aquellas prestaciones que se agotan en una única activi-
dad desarrollada por el deudor de la obligación (v. gr., el transportista quese obli-
ga a trasladar a una persona de un lugar a otro determinado, cumple su prestación
al finalizar el viaje).
Las prestacionespermanentes, también llamadas de tractosucesivo, son aque-
llas que perduran en el tiempo, pudiendo ser a su vez: continuadas, cuando la acti-
vidad del deudor se prolonga ininterrumpidamente en el tiempo (v. gr., la obliga-
ción devigilancia que tiene el depositario respecto de la cosa dada en depósito); o
periódica, cuando a pesar de ser cumplida en un solo acto, su realización se frac-
cionaen el tiempo (v. gr., laobligaciónqueasumeun profesordeguitarraquedebe
dar clases a los alumnos todos los martes de 16:OO a 19:OO hs.).
IV - Convencionales o legales
Según si las prestacioneshayan sido pactadas libremente por las partesen ejer-
cicio del principio de autonomía de la voluntad (art. 959, CCCN), o bien si ellas sur-
gen de un imperativo legal (v. gr., la obligación del locador de garantizar el uso y
goce de la propiedad arrendada al locatario).
3 - Efectos
Las obligaciones de hacer son regidas, en cuanto a los efectos, por los mismos
principios establecidos para todas las obligaciones en general, razón por la cual
pasaremos a analizarlos puntualmente.
Ello, claro está, sin perjuicio de las otras consecuencias que -por aplicación de
los principios generales imperantes en la materia- puedan alcanzar al deudor,
como ser: aplicación de sanciones conminatorias (art. 804, CCCN), resolución con-
tractual por incumplimiento (art. 1083, CCCN), o indemnización por incumpli-
miento contractual (cfr. art. 1738, CCCN).
11 - Ejecución forzada
4 - La obligación de escriturar
Son varias las diferencias existentes entre las obligaciones de hacer y las obliga-
ciones de dar, pudiendo enumerar las siguientes:
a) Existe una diferencia sustancial en torno a la naturaleza de la prestación,
puestoque mientras la obligación de dar consisteen la entrega de una cosa,
la obligación de hacer en la realización de una actividad (hecho positivo) en
favor del acreedor.
b) En las obligaciones de hacer las facultades que posee el acreedor son más
acotadas en torno a la ejecución forzada, debido a que puede intentarla a
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Ejemplo:
"X" contratóa una empresa detransporte-a la cual le pagó por anticipado-que se
obligó a llevar a un grupo de personas al aeropuerto el día 25 de abril de 2016 a las
11:OO hs. y llegado ese momento el transporte no se presenta para trasladar a las per-
sonas. Aquí nos encontramos ante una situación de urgencia, dado que si el trans-
porte no llega antes de las 11:30 hs. a más tardar, las personas perderán el vuelo que
deben abordar con destino a España y que parte a las 14:OO hs. Esta situación autori-
za a "X" a que pueda acudir a losse~iciosdeotra empresa de transporte quecumpla
con tal cometido, prescindiendode la autorización judicial previa. Con posterioridad
a ello, y en ocasión de exigirleal deudor el pago de lo que ha debido abonar a la nue-
va empresa de transporte que llevó finalmente a los pasajeros al aeropuerto, deberá
justificar ante el juez las razones de emergencia que lo llevaron a prescindir de la
autorización previa.
Hemos dicho que luego de haber procurado el acreedor por todos los medios
obtener la prestación in natura sin haberlo conseguido, procederá la indemniza-
ción de los daños derivados del incumplimiento de la obligación (cfr. art. 1738,
CCCN). En tal caso, estaremos ante la misma obligación que solo ha mutado su
objeto: la actividad a desarrollar por el deudor es reemplazada por una suma de
dinero que integra la indemnización.
V - Imposibilidaddepago. Incumplimiento
no imputable al deudor
Puede ocurrir que la falta de cumplimiento por parte del deudor suceda en
razón dealgún hecho que no es irnputableasu conducta; en tal caso, esconteste la
doctrina mayoritaria en sostener que la obligación debe extinguirsesin responsa-
bilidad alguna para el deudor, en razón de configurarse la imposibilidad de cum-
plimiento-arts. 955 y 956,CCCN-.
Ejemplo:
Un escultor se obligó a realizar una determinada escultura para una persona, pero
aquel sufre con posterioridad al nacimiento de la obligación un accidente que ha
afectado su movilidad y le impide ejercer su actividad. Ello acarrea como lógica con-
secuencia que el escultor no pueda cumplir con la prestaciónasumida. En estecaso se
evidencia que el incumplimiento se debe a un hecho que no le es imputable al escul-
tor y, por ende, ello provoca la extinción de la obligación por imposibilidad de cum-
~limiento.
3 - Efectos
cJ Obligaciones de no hacer
1 - Concepto
2 - Clasificación
Las obligaciones de no hacer pueden ser clasificadas de diferentes maneras:
11 - Ejecuciónforzada
Pesan sobre las obligaciones de no hacer las mismas limitaciones que debían
soportar las de hacer: en ambas, pues, se puede ejecutar forzadamente el cumpli-
mientode laobligación, salvoque paraellosea necesarioejercer violencia sobre la
persona del deudor.
Queda claro, creemos, que la ejecución forzada de una obligación de no hacer
puede ser llevada a cabo solo en una obligación de no hacer de carácter perma-
nente, ya que -como dijimos- de tratarse la prestación de un comportamiento
negativo instantáneo, su realización por el deudor en infracción a lo convenido,
provoca el incumplimiento absoluto y definitivo de la obligación (v. gr., el deudor
no debía viajar a España el 12 de septiembre de 2015 y viajó; queda claro, pues que
no hay lugar para una ejecución forzada).
Ejemplo:
Puede lograrse la ejecuciónforzadade una obligaciónde no hacer cuandoesta sea de
carácter permanentey no afecte, pues, la persona del deudor. Si en el caso del con-
tratode locaciónqueantesmencionamos,por medio del cual el deudor se había com-
prometido a no instalar en el inmueble alquilado un local de venta de artículos de
librería y lo instala pesea la prohibicióncontractual,estaremosenpresenciadelaeje-
cuciónforzada de la obligaciónsiel acreedor-locador-consigue unaordenjudicial
para clausurar el local alquilado.
Ejemplo:
Si una persona está obliqada
- a cesar en su actividad profesional en un Iuqar - o tiempo
determinado (v. gr., no pintar cuadros en el atelier "X") y lo sigue haciendo, ninguna
duda cabe que la ejecución forzada de la obligación de no hacer consistiría en hacer
CARLOS A. CALVO COSTA
cesar esa actividad; pero, claro está, en el caso que nosocupa ello no podría llevarse a
cabo sino por la fuerza pública y afectando la libertad personal del deudor, lo cual es
ilegítimo.
Resulta indudable, según nuestro parecer, que no hay lugar para que el acree-
dor pueda hacer ejecutar la prestación por otro a cargo del deudor en una obliga-
ción de no hacer. Estimamosque se trata más que nada de una imposibilidad fácti-
ca, ya que quien debe abstenerse de realizar algo es el propio deudor y no un ter-
cero. Algunos autores, sin embargo, estiman que existen supuestos de ejecución
por otro en las obligaciones de no hacer, como cuando el deudor haya ejecutado
culpablemente un hecho en violación a la abstención convenida, por lo cual el
acreedor tendrá derecho a exigir que se destruya lo que se hubiese hecho, o que se
le autorice para destruirlo a costa del deudor, tal como lo disponía el derogado art.
633 del CCdeVélez Sarsfield.
Es decir, seautoriza al acreedora remover odesmantelar el estadodecosasque
ilícitamente ha ocasionado la conducta del deudor. Sin embargo, debemos acla-
rar que para que ello se pueda llevar a cabo, el acreedor debe pedir autorización
judicial previa, para que la destrucción pueda realizarla un terceroa costa del deu-
dor. Debe quedar claro, pues, que en ningún caso el acreedor está autorizado a
efectuar justicia por mano propia, sin esa autorización previa: solo podría pres-
cindir deella, cuando mediaren razonesde urgenciavalederas-que luegodebe-
rá acreditar ante el juez- por las cuales se alegue que el tiempo que llevaría el
pedido de autorización previa podría desnaturalizar el derecho del acreedor.
Todo ello, claro está, debe ser materia de comprobación y sometido a la discrecio-
nalidad judicial.
Al respecto, estimamos apropiado el punto devista de Llambíasal destacar que
en ningún caso la destrucción delo realizadodebe importar el sacrificio de un valor
económicamente superior al interés del acreedor comprometido en el incumpli-
miento de la obligación (v. gr., si la construcción de un vecino excede el límite al que
se había comprometido, el acreedor no podrá pretender su demolición si con ello
se destruirían también las construccionesvecinassobre las cuales se apoya la ilegí-
tima construcción del deudor).
I V - Responsabilidadante elincumplimiento
bJ Obligacionesalternativas
1 - Concepto
El art. 779 del CCCN dispone que: "La obligación alternativa tiene p o r objeto
una prestación entre varias que son independientes y distintas entre sí. El deudor
está obligado a cumplir una sola de ellas".
Ejemplo:
Se pacta que "Juan" deberá entregarle a "Pedro" un cuadro de Benito Quinquela
Martín o una escultura de Fernando Bottero. En este caso, "Juan" queda liberado y
cumple con la obligación con la entrega de cualquiera de estos dosobjetos.
sedebe una sola prestaciónque puede ser sustituida por el deudor al momen-
t o de pagar por otra prestación que es accesoria de aquella.
b) En lasalternativas, todas las prestaciones se encuentran en una situación de
igualdad y son independientesentre sí; sin embargo, en la obligación facul-
tativa-comoveremos luego-existe interdependencia entre la prestación
debida originariamente y la que puede servir como sustituta de esta, dado
que aquella esconsiderada principal y esta última accesoria.
c) En las alternativas, la posibilidad deelección de la prestación puede recaer
en el acreedor, en el deudor, e inclusive, en un tercero. En cambio, en las
facultativas, la opción de elegir la prestación principal o la accesoria resulta
ser únicamente una facultad del deudor.
5 - Caracteres
4 - Fuentes
No obstante esta regla, nada impide que las partes en ejercicio del principio de
autonomía de la voluntad (art. 959, CCCN), pacten que la facultad de elección
recaiga sobre el acreedor (cfr. art. 782, CCCN), encontrándonosen tal casoante una
obligación alternativa irregular.
Inclusive, también pueden pactar libremente las partesque la elección sea efec-
tuada por un tercero que ellas designen de común acuerdo, habiéndose contem-
plado ahora dicha situación expresamente en el ordenamiento jurídico nacional
(cfr. art. 783, CCCN), tal como también lo permiten otros ordenamientos jurídicos
del Derecho comparado, como el BGB alemán que lo admite expresamente en los
§§317y319.
11.1 - Modo
7 - La elección o concentración
1 - A quién corresponde
t o que tiene a su cargo dicha facultad electiva hacia la otra parte, a través de la
cual se indica con qué prestación deberá cumplirse finalmente la obligación; si la
facultad de elección estaba en cabeza de un tercero, deberá este notificar tanto
al acreedor como al deudor (RamsAlbesa, Bianca, Barassi, Llambías, Colmo, Lafaille,
Pizarro, Alterini).
Son argumentos en favor de esta postura:
1. La elección es un acto voluntario y debe regirse por las reglas imperantes
respecto de sus elementos internos (discernimiento, intención y libertad)
como externos (manifestación devoluntad).
2. No debeconfundirseel momentode la elección con el del cumplimientode la
obligación, puesto queson dos instantesdisímilesen la vida de la obligación.
3. No hay razón alguna para que el deudor que tiene a su cargo la elección de
la prestación deba conservar hasta el momento del cumplimiento todas las
prestaciones que han sido pactadas in obligatione.
11.2 - Tiempo
Puede ocurrir que quien tiene a su cargo la elección no la efectúe; en tal caso,
disponeel Código Civil y Comercial en el art. 780: "Elección. Sujetos. Efectos(. ..)Si
la parte a quien corresponde la elección no se pronuncia oportunamente, la facul-
tad de opción pasa a la otra. Si esa facultad se ha deferido a un tercero y este no
opta en elplazo fijado, corresponde a l deudor designar e l objeto delpago.. .".
Estimamosqueel legislador ha logrado mejorar el régimen que preveía el dero-
gado Código Civil de Vélez Sarsfield, dado que se ha referido expresamente a esta
cuestión, lo cual no ocurría de modo tan claro en el régimen jurídico anterior. En el
Código Civil anterior, el antiguo art. 766 preveía la solución solamente para el caso
de falta de elección en una obligación alternativa irregular, en la cual la elección
recayera sobre el acreedor y este no la efectuara, pero no para el supuesto de una
obligación alternativa regular (elección a cargo del deudor), en donde no se eli-
giera la prestación.
IV - Efectos de la elección
Puede ocurrir durante la vida de una obligación alternativa, que una, varias o
todas las prestaciones que la integran in obligatione se tornen de imposible cum-
plimiento, ya sea por pérdida o destrucción o por ausencia de requisitos necesarios
para realizar válidamente el pago. También debemos analizar quésucede en caso
de que las prestacionessedeterioren con culpa o sin culpa del deudor.
~ebemosdistin~uir, pues, lassituacionesenlascualesla imposibilidad aparece,ya
que esta puede resultar ser originaria o sobrevenida al nacimiento de la obligación,
lo que provocará la aplicación de diferentes soluciones, tanto cuando se traten de
obligaciones alternativas regulares como deobligacionesalternativas irregulares.
También aquí se debe efectuar una distinción entre diferentes situaciones, to-
das ellas contempladas por el art. 781 del CCCN. Cuando esa imposibilidad es suce-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
siva por causas ajenas al deudor, dispone el inc. b): "...si todaslasprestaciones re-
sultan imposibles, y la imposibilidad essucesiva, la obligación se concentra en esta
última, excepto si la imposibilidad de alguna de ellas obedece a causas que com-
prometen la responsabilidad del acreedor; en este caso, e l deudor tiene derecho a
elegir con cuál queda liberado".
En cambio, para el supuesto de imposibilidad sobrevenida de todas las presta-
ciones, y la imposibilidad es simultánea, dispone el citado art. 781 del CCCN que:
". .. C) (...) si todas las prestaciones resultan imposibles p o r causas atribuibles a la
responsabilidaddeldeudor; y la imposibilidadessimultánea, se libera entregando
el valor de cualquiera de ella; si lo son p o r causas atribuibles a la responsabilidad
del acreedor, e l deudor tiene derecho a dar por cumplida su obligación con una y
reclamar los daños yperjuicios emergentes de la mayor onerosidad que le ocasio-
ne elpago realizado, con relación a l que resultó imposible.. . ".
Finalmente, el legislador ha previsto el supuesto en que se pierdan todas las
prestaciones por causas ajenas a las partes. En torno a ello, el art. 781 disponeen su
parte final: ". ..d) si todas las prestaciones resultan imposibles p o r causas ajenas a
la responsabilidad de laspartes, la obligación se extingue". La solución es lógica y
guarda coherencia con lo dispuesto por el art. 955 del CCCN para el supuesto de
imposibilidad de cumplimiento.
Si ello ocurre, el deudor carece de derecho a elegir entre las prestaciones dete-
rioradas, por lo cual será el acreedor quien, en definitiva, elija con cuál de las pres-
tacionesse efectuará el cumplimiento de la obligación, si esque no desea disolver
la obligación con indemnización de daños y perjuicios.
En este caso, el deudor pierde la facultad de elegir y está obligado a pagar con
la prestación no deteriorada.
recibir la prestación deteriorada que elija el deudor, sin poder pedir una reducción
en el precio.
IV - Deterioro de lasprestacionesdebidas
en las obligaciones alternativas irregulares
El acreedor, en este caso podrá, asu libre criterio: elegir la entrega de la cosa no
deteriorada; optar por la entrega de la cosa afectada pidiendo la disminución pro-
porcional del precio; requerir el pago de una indemnización sustitutiva de la pres-
tación deteriorada; o, elegir disolver la obligación con el pago de losdañosque ha
sufrido a consecuencia de ello.
En este supuesto el acreedor puede optar por la primera y segunda vía del caso
anterior.
1 6 - Deterioro de una sola prestación porculpa delacreedor
9 - Aumentos y mejoras
CJ Obligaciones facultativas
1 - Concepto
El art. 786 del CCCN determina que: "La obligación facultativa tiene una pres-
tación principal y otra accesoria. El acreedor solo puede exigir la principal, pero e l
deudorpuede liberarse cumpliendo la accesoria.. .".
Ejemplo:
"X" debe entregar a "Y" la suma de $40.000 (prestaciónprincipal), pero puede libe-
rarse de tal obligación entregando en su lugar el automóvil Toyota Corolla dominio
PQM 246 (prestaciónaccesoria).
CARLOS A . CALVO COSTA
Ejemplo:
" X debe entregar a "Y" $900.000al contado el día 20 de junio de 2016, pero puede
optar por entregarlos en tres cuotas iguales y consecutivasde $300.000 con más un
interés del 1% mensual.
2 - Naturalezajurídica
3 - Caracteres
1 - Con lasobligacionesalternativas
11 - Con la seña
Dispone expresamente el art. 788 del CCCN que: "En caso de duda respecto a si
la obligación esalternativa o facultativa, se la tieneporalternativa". En el régimen
jurídico anterior, que poseía una disposición similar, la mayoría de nuestra doctri-
na sostenía que es una presunción que favoreceal acreedor, puesto que lasdistin-
tas circunstancias que pueden afectar a las distintas prestaciones dejan intacto su
derecho a reclamar las otras, en caso de que alguna se perdiere (Borda). Esta solu-
ción legislativa fue criticada por otros autores (Lafaille, Colmo), dado que se aleja
del principio general del favordebitorisque, según ellos, debe imperar en el régi-
men del Derecho de lasobligaciones.
No obstante, estamos de acuerdo con la solución legal establecida, dado que la
facultad conferida al deudor en la obligación facultativa es de carácter excepcio-
nal, ya que en caso de no encontrarseexpresamente pactada se tendrá por no esta-
blecida: es por ello que, rigiéndonos siempre por el principio de buena f e contrac-
tual, la obligación debecumplirsetal comofue establecida. Por ende, en casode no
hallarse claramente estipulada la facultad del solvens, la obligación deberá repu-
tarse como alternativa.
6 - Facultad de opción
Consiste en el derecho que posee el deudor para sustituir, al momento del cum-
plimiento, la prestación debida in obligatione por otra apta para extinguir la obli-
gación.
1 - A quién corresponde
b) Obligaciones disyuntivas
1 - Concepto
7 - Efectos
8 - Riesgos y responsabilidad
La solución en tal supuesto, varía según si ello ocurre por causas que sean impu-
tables o no al deudor de la obligación.
Si bien las partes de una obligación siempre son dos -acreedor y deudor-
nada impide que la relación jurídica obligatoria pueda presentar más de un sujeto
CARLOS A . CALVO COSTA
Ejemplos:
1) "Juan" o "Pedro" deberán entregar a "Marcelo" la suma de $150.000 (obligación
con deudor indeterminadoa favor de un acreedor determinado).
2) "Héctor" deberá entregar la suma de $200.000a "José" o a "Roberto" (obligación
con deudor determinado en favor de acreedor indeterminado).
2 - Caracteres
3 - Naturalezajurídica
Existen varias y notorias diferencias entre las obligaciones solidarias y las obli-
gaciones disyuntivas:
a) En las obligaciones solidarias, todos los sujetos que intervienen poseen un
interés grupa1y común a todos; tal característica no se presenta en las obli-
gaciones disyuntivas.
b) En lasobligacionessolidarias, losdeudoresoacreedoresson concurrentes,ya
quecoexisten susdeudasosuscréditos, respectivamente; en lasobligaciones
disyuntivas, en cambio, los deudores o acreedoresse excluyen entre sí.
c) En lasobligacionessolidarias, el pagode la deuda efectuado por unode los
deudores, lo legitima para reclamar al resto de los codeudoresel reintegro
de lo que ha pagado por ellos; tal característica no se presenta en las obli-
gaciones disyuntivas, dado que el pago realizado por uno de los deudores
no lo legitima - e n principio- para reclamar el reembolso al resto, ya que
al practicarse la elección, losotroscodeudores iniciales han quedado al mar-
gen de la obligación.
d) En la obligación solidaria activa, todos los acreedores tienen derecho a
reclamar el crédito, dado que todos ellos resultan ser propietarios del mis-
mo; ello no se da en las obligaciones disyuntivas, puesto que aun cuando
existan variosacreedores iniciales, el propietario del crédito estará indeter-
minado hasta tanto no se produzca la elección del acreedor.
e) En la obligación de solidaridad pasiva, los deudores pueden ser demanda-
dos en forma separada o conjunta, acumulativa o subsidiaria, por el acree-
dor; en cambio, ello no ocurre en la obligación disyuntiva pasiva, toda vez
que si es demandado uno de ellos (lo cual denota que ha sido el deudor ele-
gido), laobligación quedaextinguidaautomáticamente para el restode los
deudores iniciales.
f) Similar situación a la anterior se produceen loscasosdeobligacionesdesoli-
daridad activa, puesto quecualquiera de losacreedores puededemandar al
deudor el pago del crédito, debido a que todos ellos son propietarios de
este; pero, en la obligación disyuntiva activa, ningún acreedor puede de-
CARLOS A . CALVO COSTA
mandar en forma aislada el cobro total de la deuda, hasta tanto no sea ele-
gido como tal.
g) En lasobligacionessolidarias rigetantoel principiodedistribución como el
de participación, situación que no se da en las obligaciones disyuntivas, en
donde los sujetos activos o pasivos son extraños entre sí.
2 - Otrosectordoctrinario(Llambías,Alterini)estimabaquesolosepodíaapli-
carel régimen previsto para las obligaciones solidarias en todo aquello que sea
compatible con la naturaleza de las obligaciones disyuntivas.
cj Obligacionessimplemente mancomunadas
1 - Concepto
2 - Caracteres
El derogado Código Civil se refería a ellas en los arts. 690 a 698 del CC, aunque
solo se aludía a las de prestaciones divisibles (art. 693, CC); sin embargo, para los
supuestos de prestaciones indivisibles, le eran aplicables a este tipo de obligacio-
nes las disposiciones de los arts. 679 a 689 del derogado Código Civil.
El Código Civil y Comercial ha logrado subsanar dicha omisión y ha puesto fin a
las críticas doctrinarias que se leformulaban, al establecer expresamente en el art.
826 que: "Los efectos de la obligación simplemente mancomunada se rigen por lo
dispuesto en la Sección 6"de este Capítulo, según que su objeto sea divisible o indi-
visible".
d) Obligacionessolidarias
1 - Concepto y caracteres
Esta disposición del art. 828 del CCCN tiene fundamento en el principio del favor
debitorisque rige en materia del Derecho de las obligaciones.
3 - Antecedentes históricos
4 - Fundarnentode la solidaridad
5 - Fuentes
6 - Prueba de la solidaridad
7 - Extinción de la solidaridad
8 - Solidaridad activa
1 - Concepto
Ejemplo:
"D" adeuda $90.000a "B", "C" y "H". S i la obligaciónestá sometida a unasolidaridad
activa, cualquiera de losacreedores("B", "C" o "H") seencuentra habilitado para exi-
girle a "D" el pago de los $90.000, extinguiéndose de tal modo la obligación; sin per-
juicio de las acciones internas que puedan ejercer los acreedores que no percibieron
u
: parte contra quien percibió la totalidad del crédito.
11 - Efectos de la solidaridadactiva
11.2 - Efectotosaccidentales
IV - Muerte de unacreedor
Dispone el art. 849 del CCCN que si fallece uno de los acreedores solidarios, el
crédito se divide entre sus herederos en proporción a su participación en la heren-
cia. Y agrega la norma que después de la partición, cada heredero tiene derecho a
percibir según la cuota que le corresponde en el haber hereditario.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
9 - Solidaridad pasiva
1 - Noción
Ejemplo:
"D", "C" y "H" adeudan $300.000a "Bu en razón de una obligación de pago
por un contrato de compraventa, en donde se ha pactado la solidaridad de
los codeudores. En virtud de ello, cualquiera de lostres deudores ("D", "C" o
"H") están obligados frente a "Bu por el total de la obligación: ello significa
que el acreedor puede reclamarle a cualquiera de los tres el pago de los
$300.000, sin perjuiciode lasacciones internasque estará legitimado a ejer-
cer el deudor que ha satisfecho el interésdel acreedor por sisolo respecto de
los otros codeudores que nada han pagado.
11 - Efectos de la solidaridadpasiva
V - Muerte de un deudor
Dispone el art. 843 del CCCN que ante el fallecimiento de uno de los deudores
solidarios, si este deja varios herederos, la deuda ingresa en la masa indivisa y cual-
quiera de los acreedores puede oponerse a que los bienes se entreguen a los here-
deros o legatarios sin haber sido previamente pagado. Agrega la norma que des-
pués de la partición, cada heredero está obligado a pagar según la cuota que le
corresponde en el haber hereditario.
b) Obligaciones divisibles
1 - Introducción
A priori, debemos destacar que la definición brindada por el art. 805 del CCCN
está realizada en función de la aptitud que posee el objeto de la obligación para
ser fraccionado.
Ejemplo:
En este sentido, ninguna duda cabe que una obligaciónqueconsista en la entrega de
un caballo la calificaremos como indivisible-puesto que el caballo no admitefrac-
cionamiento alguno-, mientras que una obligación de dar sumas de dinero, puede
ser catalogada como divisible, ya que el objeto de la obligaciónen este caso posibili-
t a que sea f raccionado.
Ahora bien, esta clasificación adquiere trascendencia en caso de que exista plu-
ralidad subjetiva en el rol activoylo pasivo de la obligación, ya quesi existen un úni-
co acreedor y un único deudor en los extremos de la obligación, esta debe repu-
tarse como indivisible. Así lo determina expresamente el art. 807 del CCCN, en
cuanto establece que: "Sisolo hay un deudory un acreedor, la prestación debe ser
cumplida p o r entero, aunque su objeto sea divisible".
Esta disposición guarda íntima relación con la regla general que impera en
materia de pago -como lo veremos en el Capítulo V- que consagra el principio
de integridad: "Integridad. El acreedor no está obligado a recibirpagosparciales,
excepto disposición legal o convencional en contrario. Si la obligación es en parte
líquida yenparteilíquida, eldeudorpuedepagarlaparteIíquida"(art. 869, CCCN).
Solamente, entonces, puede tener trascendencia dicha clasificación en ausen-
cia de pluralidad de sujetos, si el acreedor y el deudor pactan expresamente que la
obligación sea cumplida mediante pagos parciales.
Además, consideramos -al igual que lo hace una calificada doctrina (Busso,
Alterini - Ameal - López Cabana, Pizarro - Va1lespinos)- que no debe confundirse
divisibilidad con división. Ello así puesto que la divisibilidades una posibilidad que
permite la división, pero que no la determina por sí misma.
Ejemplo:
"D" debeentregar a " A diezternerosel día 30de marzo de2015. Si bien enestecaso
la prestaciónessusceptibledeserfraccionada (divisibilidad), al noestar pactada entre
las partes la posibilidad dequedicho pagoseefectúeenforma fraccionada-v.gr., en
tresveces-, el pago debe realizarse en un acto único, convirtiéndolo en indivisible.
CARLOS A . CALVO COSTA
11.2 - Efectosaccidentales
En este caso, pues, queda demostrado cómo la divisibilidad del objeto (la entrega de
diezterneros) no determina la división de la obligación.
2 - Antecedentes históricos
Es importante recordar que para que los principios de la divisibilidad sean apli-
cablesdebemosestar frente a una obligación de pluralidad subjetiva, ya sea activa
o pasiva. También resulta menester manifestar que el sistema normativo aplicable
a las obligaciones divisibles es similar al establecido para las obligaciones simple-
mente mancomunadas, por lo cual corremos el riesgo de fatigar al lector con la rei-
teración de ciertasdisposicionesnormativas, aunque detodos modos resulta nece-
sario exponerlas.
1 - Principio general
En primer lugar, debemos mencionar que el principio generalen las obligaciones
divisibles, es que la obligación se divide en tantas partes como acreedores o deudo-
res haya, lasque se consideran como si constituyesenotrostantoscréditoso deudas
distintos los unos de los otros (art. 808, CCCN).
11 - Exigibilidad
Por lo tanto, cada acreedor tiene derecho a exigir la parte del crédito que le
corresponde, y cada deudor el deber de pagar su cuota parte (arts. 808y 810, CCCN).
Ejemplo:
"A" y "E" deben entregar a "C" y "D" $200.000. En tal caso, "C" y D" severán libera-
dos de la obligación cumpliendo con el pago de su cuota parte ($ 100.000) si la obli-
gación fuera divisible en partes iguales; en idéntico sentido, "A" y "8" serán satisfe-
chosal recibircada unodeellosla partedel créditoque lescorrespondiere($100.000).
IV - Pluralidadsobreviniente
Si la pluralidad de sujetosessobreviniente, por muertedel acreedor y10 del deu-
dor, la división se efectúa en proporción a la parte por la cual cada uno de ellos es
llamado a heredar.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
v - Pago
VI - Limitaciones
IX - Cosajuzgada
X - Supuesto de solidaridad
1 - Introducción. Indivisibilidad
objetiva y convencional
el art. 813 del CCCN, dispone: "Son indivisibles las obligaciones no susceptibles de
cumplimien to parcial".
Ejemplo:
" A y "B" deben entregar a "C" y "D" una mesa italiana de cristal.
Ejemplo:
"Germán" y "María" debenentregara "Jorge" cinco cachorrosdela raza canina ove.
jero alemán. Si bien se trata de una obligación que posee una prestación divisible
(dado que puede cumplirse parcialmente, entregándosedos perros primero y lostres
restantes en otro momento), las partes pueden pactar que para que haya cumpli-
miento de la obligación se deben entregar los cinco cachorros en un mismo acto. Las
partesconvencionalmente son quienes han introducido el carácter de indivisibilidad
a una obligación que posee una prestaciónque ontológicamente no lo es.
1 - Principio de propagación
Los hechos ocurridos entre uno de los coacreedoresy uno de los codeudores en
tornoal cumplimientode laobligación, producen efectosentreellosy se propagan
respecto del resto de los otroscoacreedoresy codeudores. Ello emana como lógica
consecuencia de lo dispuesto por el art. 817 del CCCN, en cuanto a que: "Cualquie-
ra de loscodeudores tiene derecho apagarla totalidadde la deuda a cualquiera de
los acreedores", por lo cual es indudable que el pago hecho por cualquiera de los
codeudoresacualquiera deloscoacreedores, extingue la obligación y libera al res-
t o de los codeudores a causa de la propagación del efecto extintivo.
Ejemplo:
"A" y "B" deben entregar a "C" y "D" un caballo de carrera. Si "A" hiciera
entrega de dicho caballo a "D", la obligación queda extinguida. Pero, claro
está, dichoefectoextintivosepropagatambién respectodenB" yde "C" que
no participaron en el momento del pago, por lo cual ni "C" podrá ya recla-
marle a "B" la entrega del caballo ni este está obligado ya al pago respecto
de sus originarios acreedores. Ello, claro está, sin perjuicio de las acciones
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
11 - Principio de prevención
Ejemplo:
Siguiendo conel mismo casoquevimosprecedentemente, endonde "A" y "B" deben
entregar a "C" y "D" un caballo de carrera, tanto "A" como "E" tienen la facultad de
pagar a "C" y a "D". Pero si "C" demandara a "B" la entrega del caballo (antesdeque
lo hiciera "D" con el mismo "B" o con " A ) , en razón de este principio de prevención,
solamente "E" puede cancelar la obligación haciéndole entrega del caballo a "C".
Ahora bien, de conformidad con lo dispuesto por el citado art. 845 del CCCN,
para que se formalice la prevención se requiere la promoción de una demanda
judicial una vez que la deuda sea exigible, no siendo suficiente el reclamo extraju-
dicial que el acreedor efectúe por medio fehaciente a cualquier codeudor. Estima-
mos que si la demanda se iniciara antes de que se configure la exigibilidad de la
deuda, la prevención no se produce y el principio no seaplica. Pero, además, y aun
cuando el art. 845 del CCCN no lo mencione, estimamos que la demanda debe ser
notificada a l codeudor, ya que de lo contrario este no estaría en condiciones de
conocer la pretensión del acreedor que intenta prevenirlo.
Por último, debemosdestacar que si la demanda es iniciada en forma conjunta
por dos o más acreedores, el pago, entonces, debe efectuarse también conjunta-
mente a todos ellos.
CARLOS A. CALVO COSTA
1 - Exigibilidad
Tal como lo determina el art. 816 del CCCN: "Cada uno de los acreedores tiene
derecho de exigir la totalidad delpago a cualquiera de los codeudores, o a todos
ellos, simultánea o sucesivamente". La solución normativa resulta lógica y razo-
nable, ya que al no admitir fraccionamiento la prestación debida, cualquiera de
los coacreedores puede exigir a cualquiera de los codeudores la totalidad del
crédito.
11 - Pago
Surgede la letra del art. 818 del CCCNquese requiere la unanimidad de los acree-
dores para extinguir el crédito por transacción, novación, dación en pago y remi-
sión, al igual que para la cesión del crédito. La única excepción a este principio de
la unanimidad exigida, la constituye la compensación.
En el caso particular de la compensación es importante mencionar que se trata
de un instituto extraño en las obligaciones indivisibles y solo puede darse cuando
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
IV - Insolvencia
V - Prescripción
VI1 - Cosajuzgada
Nada menciona el Código Civil y Comercial respecto a los efectos de la cosa juz-
gada en materia de indivisibilidad. No obstante ello, estimamos que la cosa juzga-
da no propaga sus efectos en materia de indivisibilidad: por ende, la cosa juzgada
que recae en un juicio no puede ser oponible contra los coacreedores o los codeu-
dores que no intervinieron en el proceso judicial.
Ejemplo:
"Juan" es propietario de un inmueble que es incendiado intencionalmente por "Pe-
dro"; pero "Juan", a suvez, posee unsegurocontraincendio desuvivienda en la com-
pañía de seguros "X" que asumió dicho riesgo. En razón de dicho acto ilícito, "Juan"
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Sin perjuicio de reconocer que existen grandes similitudes entre las obligacio-
nessolidariasy lasconcurrentes, al punto tal de quelas normas relativasa aquellas
se aplican subsidiariamente a estas últimas (cfr. art. 852, CCCN), debemos eviden-
ciar que existen diferencias sustanciales entre las obligaciones concurrentes y las
obligaciones solidarias -además de las ya mencionadas en torno a la unidad o
diversidad de causa y de deudor-, por lo cual enumeraremos las principales:
1. La obligación solidaria es única, aunqueestá compuesta porvariosvínculos
coligados. Las obligaciones concurrentes, en cambio, siempre son dos o
más, sin que exista conexión alguna entre los distintos deudores de ellas,
que se conectan por la circunstanciadetener idénticoobjeto y existir afavor
del mismo acreedor.
2. En las obligaciones solidarias, al haber vinculación entre los deudores entre
sí, existen relacionesinternasquedeben gobernarse por el principio decon-
tribución. Ello no resulta de aplicación en las obligaciones concurrentes,
atento a la inexistencia de conexión entre losdeudores.
3. En lasobligacionessolidarias rigen losefectos de la propagación, locual no
ocurre en las obligaciones concurrentes. Ello se advierte con claridad en
CARLOS A . CALVO COSTA
1 - Antecedentes y concepto
y, sin embargo, no logra un resultado favorable para el paciente -es decir, su salud
no mejora, o lo que es peor, se agrava-; en tal caso, empero, al no existir culpa en el
accionar médico, no existe posibilidadde efectuar reproche alguno al galeno por la
conducta profesional desempeñada.
No obstante, creemos importante destacar que aun sin garantizar el resultado, el
médico debesiempre llevara cabo un procedercalificadoyacordecon losdictadosde
la ciencia del arte (lexartis). Debe actuar, en consecuencia, con conducta científica,
que debe ser la admitida en su momento por la Medicina y conducirse conforme a lo
quese hacecomúnmente,caso contrario seconfigurará su culpa, ya sea por impericia
(debido a la ausencia de conocimientos técnicos) o bien por negligencia (al actuar
incorrectamenteen un caso concreto, a pesar de poseer los conocimientos técnicos
necesarios para llevar a cabo el acto médico en forma correcta).
ma demasiado rígido que deja fuera de consideración a los variados matices que
presenta la realidad adiarioy que no son de fácil encasillamiento en lascategorías
de medios o de resultado. Así, se establece que existen obligaciones "de resultado
atenuadas" que le permitirían al deudor liberarse probando su falta de culpa (es
decir, cuyo incumplimientogeneraría responsabilidad subjetiva), obligaciones "de
resultado agravadas" en las quese exigiría la prueba de un caso fortuitocalificado,
y obligaciones "de medios reforzadas", en las que existiría una presunción iuris
tantum deculpa.
Por nuestra parte, sin intención dedar contestación puntual a estas posturascrí-
ticas, nos manifestamos como defensores de la summa divisio entre obligaciones
de mediosy de resultado, la cual va de la mano con la actual tendencia del Derecho
de daños, que define a la responsabilidad civil como la reacción frente al daño
injusto, y que procura que toda víctima pueda ver resarcido el daño injustamente
sufrido. En pos de tal ideal, la clasificación en cuestión resulta relevante, como se
ha dicho, a la hora de establecer el correcto factor deatribución aplicable en cada
caso.
Somos conscientes que no se puede descalificar esta clasificación por el hecho
de afirmar que en "todas las obligacionesexisten mediosque tienden a la concre-
ción de un resultado determinado". Y valga reproducir para ello, las refutaciones
que se le han expresado a la postura de Belluscio y que nosotros hacemos nuestras
por compartirlas en su totalidad: en el ejemplo del abogado que él brinda, la
obtención de una sentencia favorable no depende "solamente" de la actividad
que desarrolle el profesional, pero sídepende en parte de ella; si bien es cierto que
un patrocinio impecable no aseguraría el resultado favorable del pleito, también
lo es que un mal patrocinio suele finalizar con una sentencia desfavorable0 no tan
favorable como si el profesional hubiera desarrollado una conducta diligente.
Entonces no resulta indiferente la conducta desarrollada por el abogado, aun
cuando en amboscasos nosencontremosfrenteal mismo resultado: lavictoria o no
en el pleito. Además, y como refutación a su crítica, la obtención de la sentencia
tampoco sería el "resultado" comprometido, dado que tampoco ella puede ser
totalmente asegurada por el profesional, dado que un caso fortuito podría impe-
dirle prestar su conducta.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Asimismo, y con respecto a las críticas que se le hace al distingo entre obligacio-
nes de medios y de resultado, reiteramos lo expuesto en un trabajo que publicára-
mos en coautoría con el profesor Bueres referido a la responsabilidad de los escri-
banos, en donde hemos hecho referencia a ellas y afirmado que:
Sin embargo, tal como lo hemos adelantado anteriormente, existen varias nor-
mas que se refieren a ellas, como las que tratamos a continuación:
a) El art. 774 del CCCN, que se refiere a la prestación de un servicio en una obli-
gación de hacer, dispone: "La prestación de un servicio puede consistir a)
en realizar cierta actividad, con la diligencia apropiada, independientemen-
te de su éxito. Las cláusulas que compromet& alos buenosoficios, o a apli-
carlosrnejoresesfuerzosestán comprendidasen este inciso; b) en procurar
a l acreedor cierto resultado concreto, con independencia de su eficacia; c)
en procurar a l acreedor el resultado eficaz prometido. La cláusula llave en
mano o producto en mano está comprendida en este inciso. S i e l resultado
de la actividad del deudor consiste en una cosa, para su entrega se aplican
las reglas de las obligaciones de dar cosas ciertas para constituir derechos
reales". Podrá apreciar el lector queel inc. a) de la norma está referidoa una
obligación de medios, mientras que los incs. b) y c) aluden a obligaciones de
resultado o defines.
b) El art. 1291 del CCCN, referido a la obligación del transportista, determina:
"Además de su responsabilidad por in~umplimientodel contrato o retraso
en su ejecución, e l transportista responde p o r lossiniestros que afecten a la
persona delpasajero y p o r la avería o pérdida de sus cosas". Es indudable, a
CARLOS A. CALVO COSTA
5 25. Introducción
aJ Concepto. Clases de transmisión
Los derechos pueden ser transmitidos por causa de muerte o por actos entre
vivos. El Código Civil y Comercial se ha referido a ellos tanto en el Libro Quinto
("Transmisión de derechos por causa de muerte") como en el Libro Tercero (Cesión
de derechosy cesión de deudas).
La transmisión en una obligación se produce cuando existe alguna sustitución
en cualquiera de los sujetos de la relación jurídica; en consecuencia, dicho cambio
supone una sucesión en el carácter de acreedor y deudor, aunque la relación jurí-
dica obligatoria permanece intacta y vigente.
La regla general que impera en materia de transmisión, es que todos los dere-
chos y obligaciones son transmisibles. El art. 398 del CCCN dispone en torno a la
transmisibilidad, que: "Todos los derechosson transmisibles excepto estipulación
válida de lasparteso que ello resulte de una prohibición legalo que importe tras-
gresión a la buena fe, a la moral o a las buenas costumbres". Este principio es rei-
terado, a su vez, en el art. 1616 del CCCN que establece: "Todo derecho puede ser
cedido, excepto que l o contrario resulte de la ley, de la convención que lo origina,
o de la naturaleza del derecho".
Es de apreciar, pues, que como no se trata de un principio absoluto, existen
variadasexcepcionesala reglageneral de la transrnisibilidaddelosderechosy obli-
gaciones, en razón de la naturaleza misma del derecho, porque las partesasí lo han
dispuesto o en razón de una disposición legal.
Debe aclararse, estimamos, que tales limitacionesdeben ser apreciadas restric-
tivamente, por lo cual nunca puede presumirse su existencia; las restriccionesa la
transmisión pueden darse:
1. Por la naturaleza del derecho y10 de la obligación: ello sucede cuando nos
encontramosfrenteaderechosy obligacionesen los cuales la calidad de las
personas impide toda posibilidad de transmisión; es el caso de las obliga-
ciones y derechos inherentes a la persona (cfr. art. 1617, CCCN). También
quedan comprendidas en esta excepción los casos de las obligaciones intui-
t u personae, en donde -por ejemplo- la calidad personal del deudor
reviste el carácter de elemento esencial de la obligación, ya que no puede
ser cumplida por otro que no sea él (un cuadro solo puede ser pintado por el
pintor elegido, no por otro artista).
2. Por voluntad de laspartes: puede derivar la intransmisibilidad de las con-
venciones efectuadas por las partes, en uso de la libre autonomía de la
voluntad quedetentan (cfr. art. 959, CCCN); así, por ejemplo, pueden decla-
rar en el marco de un contrato de locación que este es intransferible.
3. Por disposición 1egal:ello sucede cuando la ley impide la transmisión, gene-
ralmente por hallarse en clara confrontación con el orden público, la moral
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Tanto el derogado Código Civil deVélez Sarsfield, como el nuevo Código Civil y
Comercial han tratado a la cesión de derechos (y, obviamente, también a la cesión
de créditos) como un contrato. En la primera edición de esta obra, habíamosfor-
mulado nuestra crítica en cuanto a que siendo la cesión de créditos una forma de
transmisión de derechos, debería estartratadaen la parte referida a la teoría gene-
ral de la obligación, tal como lo efectúan los códigos más modernos del mundo,
como el BGB alemán (art. 398 y SS.),el Código Suizo de las Obligaciones (art. 164 y
SS.)y el Código Civil italiano de 1942 (art. 1260y SS.),entre otros. Creemos que esto
también hubiera sido lomásconvenienteenelCódigoCivilycomercial, aunqueno
podemos dejar de mencionar que al haberse dado tratamiento al instituto bajo la
amplia categoría de cesión de derechos (y no solo de créditos), su emplazamiento
en el capítulo de los contratos halla mayores justificaciones.
1 - Naturaleza jurídica
2 - Caracteres
1 - Consensual
11 - Formal
Es formal no solemne, toda vez que el art. 1618 del CCCN dispone que: "La
cesión debe hacersepor escrito, sin perjuicio de los casos en que se admite la trans-
misión del título porendoso oporentrega manual (...)".Según una calificada doc-
trina, se trata, pues, de una forma adprobationem, ya que en el supuesto de que
se omita dicha formalidad, la cesión puede ser demostrada por otros medios de
prueba, en razón de que la norma no determina ninguna sanción de nulidad ante
el incumplimiento de tal formalismo (López Mesa). También en cuanto a la forma,
debemos destacar que en determinados supuestos se requiere que se efectúe por
escritura pública, como también lo determina el artículo citado: "(...)Deben otor-
garse por escritura pública: a) la cesión de derechos hereditarios; b) la cesión de
derechos litigiosos. Si no involucran derechos reales sobre inmuebles, también
puede hacersepor actajudicial, siempre que elsistema informática asegure la inal-
terabilidad del instrumento; c) la cesión de derechos derivados de un acto instru-
mentadopor escriturapública". En definitiva, podemosdecir (sin temor a equivo-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
carnos) que la regla general es la forma escrita pero no solemne, puesto que aún
ante la ausencia de la formalidad impuesta puede demandarse el otorgamiento
del instrumento faltante (arts. 969 y 1015, CCCN). Finalmente, es de destacar que
las letras de cambio, los pagarés, los cheques y las facturas conformadas son trans-
misibles mediante endoso-completo o en blanco- para lo cual se requiere la fir-
ma del titular del crédito, debiéndoseefectuar su entrega; el endoso, pues, consis-
te en la firma del instrumento que realiza el portador del título, mediante la dual
declara su conformidad con la transmisión del crédito, la que se formalizará con la
tradición del documento..
Como principio general puede decirse que todo derecho de crédito puede
cederse, a no ser que sea de carácter personalísimo, y siempre y cuando su transmi-
sión no resulte ser ilícita o inmoral.
Así lo dispone el art. 1616 del CCCN, en cuanto determina que: "Todo derecho
puede ser cedido, excepto que lo contrario resulte de la ley, de la convención que
CARLOS A . CALVO COSTA
g) Forma. Remkón
Sin embargo, este enunciado dista de ser absoluto, y reconoce importantes ex-
cepciones, ya que no pueden ser objeto de cesión:
a) Los créditos cuya transmisión se encuentra expresa o implícitamenteprohi-
bida por la ley, como ser: el derecho real de habitación, ni por acto entre
vivos ni por causa de muerte (art. 2160, CCCN); el derecho de reclamar o per-
cibir alimentos (art. 539, CCCN), las herencias futuras ni los derechos here-
ditarios eventuales sobre objetos particulares (art. 1010, CCCN), el pacto de
preferencia que posee el vendedor para recuperar la cosa con prelación a
cualquier otro adquirente, si el comprador decide enajenarla (art. 1165,
CCCN), los bieneso derechoa los sujetos incapacitadoso inhabilitados para
contratar en interés propio o ajeno (arts. 1000 a 1002, CCCN), entre otros.
No podemos soslayar, sin embargo, que ya no poseen prohibición expresa
-que sí tenían en el derogado Código Civil deVélez Sarsfield- los siguien-
tes derechos: la cesión de los derechos de uso, las acciones de cualquier
naturaleza a abogados, o procuradores judiciales, que se hayan deducido
en losprocesosen que ejerciesen o hubiesen ejercido susoficios, loscréditos
contra el Estado a favor de funcionarios públicos, etcétera, por lo cual de
encontrarse la prohibición en una ley especial no habría razón para impedir
su transmisión, ya queel Código Civil y Comercial no lo hace. b) Loscréditos
cuya transmisión se encuentre prohibida por alguna disposición convencio-
nal emanada del título mismo del crédito (dr. art. 1616, CCCN): debemos
destacar que las partes, en ejercicio del principio de la autonomía de la
voluntad (cfr. art. 959, CCCN) pueden pactar limitaciones a la transmisión
del crédito.
C) Los derechos inherentes a la persona (art. 1617, CCCN), los que por su con-
tenido y finalidad no son susceptibles de ser separados de su titular, sin
degradar su esencia. Se incluyen en esta categoría a los derechos personalí-
simos, talescomo: el derechoal honor, a la intimidad, a la imagen, a la iden-
tidad, a la libertad, y también los atributos de la personalidad (nombre,
CARLOS A . CALVO COSTA
El Código Civil y Comercial, al igual que el derogado Código Civil de Vélez Sars-
field, no establece expresamente sobre quién recae la obligación de notificar la
cesión de créditos efectuada al deudor cedido. Ello ha motivado que, desde un
tiempo hasta la fecha, se suscitaran distintas opiniones al respecto. Aun cuando
existen discrepancias doctrinariasal respecto, estimamosque constituye una obli-
gación de ambas partes efectuar la notificación de la cesión producida al deudor
cedido. Si bien algunos autores hacen recaer tal deber en el cesionario (Alterini -
Arneal- López Cabana) y otros en el cedente (Pizarro -Vallespinos), estimamos que
cualquiera de las partes puede practicar la notificación, pesando tal deber sobre
ambas. La práctica indica que generalmente es el cesionario quien efectúa la noti-
ficación, puesto que presenta mayor interés en que se perfeccione el acto frente a
terceros.
Sin embargo, consideramosqueafin delograr una mayor seguridad jurídica, el
cedentedebe notificar al deudor cedido quese ha desprendido del créditoafin de
que el solvens adquiera certeza respecto a quién debe abonar su deuda.
Para que la cesión sea eficaz respecto de terceros debe cumplirse el requisito de
la notificación del traspaso al deudor cedido. Estimamosque la notificación causa
el embargo del crédito a favor del cesionario, con independencia de la entrega del
título constitutivo del crédito, y aunque un cesionario anterior hubiese estado en
posesión del título.
Por medio de la notificación se lecomunica al deudor la convención misma de la
cesión o la sustancia de ella, produciendo idéntico efecto su aceptación; debemos
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
aclarar, sin embargo, que cuando aquí hablamos de aceptación nos estamos refi-
riendo a la manifestación expresa o tácita que emana del deudor cedido o de su
representante, por la cual este toma conocimiento de la cesión realizada. Como lo
refiere acertadamente una calificada doctrina, la relación deudor cedido-cesiona-
rio se rige por el principio según el cual el deudor no puede resultar perjudicado
con la cesión, por lo que el cesionario no puede recibir del cedente un derecho
mejor ni más extenso que el que este tenía (art. 399, CCCN) (López Mesa).
El art. 1620 del CCCN dispone al respecto que: "La cesión tiene efectosrespecto
de terceros desde su notificación a l cedido por instrumento público o privado de
fecha cierta, sinperjuicio delas reglasespecialesrelativasa los bienesregistrables".
La notificación al deudor cedido, pues, debe ser realizada por un medio feha-
ciente (ya sea a través de un instrumento público o privado) en el que conste la
fecha cierta. En cuanto a esto, resulta ser más rígido el Código Civil y Comercial que
el Código Civil derogado, ya que en el antiguo sistema no imponía una forma para
la notificación (cfr. art. 1460, CCdeVélezSarsfield), por lo cual seadmitía la posibi-
lidad deanoticiar al deudor en formaverbal, con todas las dificultades probatorias
que ello acarreaba. En cambio, el nuevo ordenamiento resulta claro y contunden-
te respecto de la forma exigida. Nos parece acertada la nueva solución legislativa
propuesta por el nuevoordenamiento, ya queestamosen presencia de un acto que
reviste trascendencia, puesto que a través de la notificación se está poniendo en
conocimiento del deudor una modificación en el sujeto activo de la obligación.
Antes de la notificación de la cesión del crédito, el deudor puede pagarle al
cedente o bien puede ver extinguida su deuda por otra causa (art. 1621, CCCN, lo
cual tiene efecto liberatorio, por lo que quedará habilitado a repeler cualquier
reclamo posterior que le efectúe el cesionario. En cambio, luego de haber efectua-
do la notificación, el cesionario quedará investido de los poderes del acreedor y
quedará legitimado para actuar contra el cedido.
Aquí suele presentarse mayor analogía, puesto que el crédito pasa con ciertas
particularidades del acreedor que recibe el pago al tercero que lo ha satisfecho sin
oposición del deudor (Llambías). Sin embargo, debemos mencionar que existen
importantes diferencias entre ambasfiguras:
1. En la subrogación no se requiere el consentimiento del acreedor, ya que
puedetener lugar sin su intervención en ciertos casos, en su ignorancia y
aún contra su voluntad (subrogación legal); en la cesión de créditos, en
cambio, el acreedor es parte esencial y su consentimiento es imprescin-
dible.
2. En el pago con subrogación, el tercero que ha abonado solo puede
cobrar aquello que ha efectivamente desembolsado para efectuar el
pago; en cambio, en la cesión de créditos, el nuevo acreedor tiene dere-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
El derogado Código Civil n o había legislado en forma expresa sobre este insti-
tuto, quizás porque la transmisión de deudas n o era pacíficamente adoptada en el
mundo jurídico en la época en que Vélez Sarsfield lo redactó. Lo extraño, sin
embargo,esqueni siquiera la reforma introducida por la ley 17.71 1 en 1968la haya
contemplado cuando en la práctica comercial ya era pacíficamente aceptada.
En la doctrina nacional, pese a la ausencia de normativa expresa al respecto, la
transmisión de deudas era perfectamente admitida, ya que en ella impera el prin-
cipio de la autonomía de la voluntad de las partes(Llambías, Cazeaux, Borda, Salvat,
Alterini, Compagnucci decaso), que pueden efectuar convenios al respecto, en tan-
t o y en cuanto n o contraríen el orden público, la moral y las buenas costumbres.
Finalmente, el Código Civil y Comercial ha legislado sobre este instituto, y ha
brindado su concepto en el art. 1632: "Hay cesión de deuda si e l acreedor, e l deu-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Es un convenio celebrado entre el deudor y un tercero, por medio del cual este
último se compromete con el deudor, en el sentido de asumir la deuda, y por consi-
guiente, de liberarlo de ella en su oportunidad. Se trata de una relación interna
entre el deudor y el tercero, de la cual es ajena por completo el acreedor, quien no
puede invocarla en su favor y mucho menos serle opuesta, hasta tanto no le sea
sometida a su aprobación (si ello ocurre, claro está, podemos estar en presencia de
una asunción privativa o acumulativa de deuda, según si la conformidad del acree-
dor implica o no la liberación del deudor primitivo, respectivamente).
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
dory un tercero, acuerdan que este debe pagar la deuda, sin que haya novación. Si
el acreedor no presta conformidadpara la liberación del deudor, e l tercero queda
como codeudorsubsidiario". Estimamosque el concepto es por demás muy claro,
ya que como ocurre con la cesión de derechos, aquítambién se da una transmisión
de obligaciones, pero se sustancia a través de la sustitución del sujeto pasivo; en
ello se distingue de la novación, puesto que en esta última se extingue la relación
jurídica preexistente, paradar lugar al nacimientode una nuevaobligación, con la
cual no puede coexistir en razón de su incompatibilidad. Se trata de un acto trian-
gular entreel acreedor, el deudor y un cesionario, en el cual el accipiensacepta que
el cesionario revista en adelante el carácter de deudor de la obligación, pudiendo
o no liberarse al deudor primitivo, según el caso, como veremos seguidamente.
La transmisión de deudas que estamos tratando puede ser de tres clases, bien
diferentes una de otra: asunción privativa, liberatoria o perfecta de deuda; asun-
ción acumulativa, accesoria, o confirmatoria de deuda; y promesa de cumplimien-
to o de liberación. Trataremos cada una de ellas por separado.
1 - Asunción de deuda
e) Requisitos
Sin embargo, más allá de este supuesto de traspaso patrimonial mortis causa y
de las posiblestransmisionesdecréditosy de deudas que hemos analizado a lo lar-
go del presente capítulo, existe en el Derecho argentino un supuesto especial de
traspaso patrimonial que engloba tanto un activo como un pasivo: es el caso de la
transferencia del fondo de comercio.
El fondo de comercio puede ser definido como el conjunto de bienes materiales
e inmateriales, organizados por el comerciante para la explotación de una empre-
sa. Este conjunto está compuesto por elementos o cosas materiales (dinero, mer-
caderías, maquinarias, instalaciones, etcétera), por derechos (nombre comercial,
marcas, patentes, licencias, permisos, etcétera), y por las relaciones jurídicas de
diverso orden constituidas por el personal y la clientela.
Esta clase detransmisión puede presentar complicaciones, ya que, por ejemplo,
puede suceder que un comerciante decida vender a otro todos los bienes de su
establecimiento comercial o industrial. En tal caso, puede plantearse como inte-
rrogante si el adquirente debe hacerse cargo también de las deudasqueafectan a
los bienesquesetransmiten: dicha circunstancia revistemucha importancia, pues-
t o que podría llegar a afectarse el derecho de terceros, que podrían ser burlados y
perjudicados en sus expectativas de cobro de sus acreencias, al enajenarse el con-
junto de los bienes que constituyen la garantía de sus créditos y que provocaría la
insolvencia del deudor. Desdeel mínimo sentido común, resulta inadmisible que el
dueño del fondo de comercio pueda enajenar solamente el activo, dejando libra-
dos a su suerte a los acreedores; pero tampoco resulta coherente que el comer-
ciante sevea impedido de venderlo y beneficiarse con la enajenación del negocio.
En razón de todos estos inconvenientes susce~tiblesde ser ~lanteadosenla prácti-
ca comercial, fuenecesarioel dictadodela le; 11.867, que;egula un procedimien-
t o para la transmisión de dicho patrimonio, estableciendo al mismo tiempo un sis-
tema de publicidad adecuado que intenta evitar la afectación de los derechos de
los terceros (Romero).
En su corto pero conciso articulado, se dispone que la norma regula: "Toda
transmisión por venta o cualquier otro título oneroso o gratuito de un estableci-
miento comercial o industrial, bien se trate de enajenación directa yprivada, o en
CARLOS A. CALVO COSTA
público remate ..." (art. 2', parte la),así como también las enajenaciones que se
realicen "... bajo la forma de ventas en block o fraccionadas de las existencias, en
rematepúblico ..." (art. 10,parte la).
Esta ley 11.867disponeen su art. lo, además, seconsideran "... elementoscons-
titutivos de un establecimiento comercial o fondo de comercio, a los efectos de su
transmisión p o r cualquier título: las instalaciones, existencias en mercaderías,
nombre y enseña comercial, la clientela, elderecho a l local, laspatentes de inven-
ción, lasmarcasde fábrica, losdibujosymodelosindustriales,lasdistinciones hono-
ríficas y todos los demás derechos derivados de la propiedad comercial e indus-
trial ... ". Según nuestro parecer, y concordando con una pacíficajurisprudencia ya
consolidada, estimamosque laenumeración aquíformulada resultaser meramen-
te enunciativay notaxativa, pudiendoserincluidosen laoperación comercial otros
elementos no mencionados por la norma.
Toda vez que el estudio profundo de esta ley corresponde al ámbito del Dere-
cho comercial y excede el marco de nuestra materia, expondremos sucintamente
los aspectos más relevantes de esta norma:
3 - El precio de venta no puede ser nunca inferior al de las deudas del fondo
de comercio, salvo que el adquirente se haga cargo del pasivo o que la venta se
haga en remate público (art. 8
'). Con elloqueda claro, merece que lo destaquemos,
que las deudas del cedente de un fondo de comercio no pasan al cesionario, salvo
aquellasqueeste hubiera asumido en forma expresa.
sentados, el importe del mismo tiene que ser depositado en un banco oficial por el
términodeveintedias, afin dequeel acreedortengatiempodeobtener una orden
de embargo (art. So). Vencido dicho plazo sin que el embargo se haya trabado, los
fondos podrán ser retirados por el depositante (art. 4').
El art. 225 de la ley 20.744 de Contrato de Trabajo, dispone que: "En caso de
transferencia p o r cualquier título del establecimiento, pasarán alsucesoro adqui-
rente todas las obligaciones emergentes del contrato de trabajo que el transmi-
CARLOS A . CALVO COSTA
11.1 - Locación
El Código Civil y Comercial dispone que si el locador, durante la vigencia del pla-
zo de la locación, decidevender el inmueble alquilado, el locatario pasa a serlo del
nuevo propietario, quien asume la posición contractual de su antecesor. Así lo dis-
pone expresamente el art. 1189, inc. b): "Excepto pacto en contrario, la locación:
(...)b)subsirte durante e l tiempo convenido, aunque la cosa locada sea enajenada".
11.2 - Quiebra
De darse un supuesto de fusión de sociedades (es decir, cuando dos o más socie-
dades se disuelven, sin liquidarse, para constituir una nueva, o cuando una exis-
tente se incorpora a otras que sin liquidarse son disueltas), la nueva sociedad o la
que se incorpora adquiere la titularidad delosderechosy obligacionesde lassocie-
dades disueltas. La nueva sociedad o la incorporante, toman la posición contrac-
tual de las sociedades disueltas, por disposición legal, lo cual justifica que se otor-
gue a los acreedores el derecho de oponerse a la fusión y a ser debidamente desin-
teresados o garantizados en lo que respecta a sus créditos (dr. art. 83, ley 19.550).
CAP~TULO v
EXTINCIÓN DE LAS OBLIGACIONES
g 28. Introducción
a) Los modos de extinción de las obligaciones
Tal como lo establecía Vélez Sarsfield en la nota al citado artículo, existen otros
modos.de extinción de lasobligaciones másallá de losqueestaban enumeradosen
el derogado art. 724del CC. Esasícomoel codificadordestacaba que también cons-
tituyen mediosextintivostratadosen otra partedel Código Civil, los siguientes: a)
el cumplimiento de la condición resolutoria; b) el vencimiento del plazo final o
extintivo -plazo resolutorio-; c) la anulación de los actos jurídicos; y d) la pres-
cripción liberatoria.
Al respecto, cabe formular algunas consideraciones respecto de ellos:
vo; en cambio, solo operan como medios extintivosal ser invocadoscomo defensa
por el deudor, la prescripción y la compensación.
5 29. Pago
a) Concepto.Distintasacepciones. Elementos
Para que el pago sea válido, deben concurrir cuatro elementos esenciales que
no pueden omitirse: sujetos (accipiens ysolvens); objeto; causa fuente (existencia
CARLOS A . CALVO COSTA
bJ Naturaleza jurídica
terística del pago cierta coerción del ordenamiento jurídico a realizarlo: el deudor
paga porque si no lo hace incurriría en responsabilidad, y sabe que en defecto de
cumplimientovoluntario puede serle impuesto por la fuerza, o su equivalente.
4 - Teoría ecléctica
Otros autores, en una postura intermedia entre la concepción del pago como
acto jurídico y como hecho jurídico, sostienen que este puede ser encuadrado en
una u otra categoría según el tipo de obligación de que se trate: en las obligacio-
nes de hacer y no hacer se trataría de un hecho jurídico voluntario o involuntario;
en cambio, en las obligaciones de dar, se presenta como un verdadero acto jurídi-
co (BustamanteAlsina, Colmo, Boffi Boggero).
CJ Elementos de pago
dJ Sujetos de pago
1 - El deudor
El art. 879 del CCCN dispone: "Legitimación activa. El deudor tiene el derecho
de pagar. Si hay varios deudores, e l derecho de pagar de cada uno de ellos se rige
~ - ~ -
11 - Los terceros
Como lo hemos mencionado precedentemente, también puede efectuar el pa-
go toda aquella persona que tenga un interés en el cumplimiento de la obligación:
es el casode losterceros-interesadosy no interesados-, a losquese refiere el art.
881 del CCCN.Sin embargo,debemosdistinguirentrelosterceros,según seanestos
interesados o no interesados.
El tercero interesado, tal como lodefineel art. 881, in finedel CCCN, esaquel "a
quien e l incumplimiento del deudor puede causar un menoscabo patrimonial, y
puede pagar contra la oposición individual o conjunta delacreedory deldeudor".
El tercero no interesado, por su parte, peseal silencio de la norma esaquel quesien-
do ajeno a la obligación no se encuentra en la situación precitada.
Ejemplos:
Como ejemplos de tercero interesado, pueden mencionarse los siguientes casos:
a) Una persona eslocatariade un inmueble hipotecado, y el locador (propietariodel
inmueblegravadocon hipoteca)no paga lascuotascorrespondientesal mutuo hi-
potecario. En tal caso, el locatario está legitimado -a fin de evitar cualquiertipo
de turbación respecto de su derecho como inquilino, y a fin deevitar el inicio de la
ejecución hipotecaria que lo afectaría ya que terminaría subastándose el inmue-
ble ante la falta de .paqo-
- .para cancelar ante el acreedor hipotecario las deudas
que el locador no le está abonando en razón de ello, pudiendo luego compensar
lo que ha dado en pago al acreedor hipotecario con los alquileres que debe abo-
nar al locador (deudor de la hipoteca).
b) Quien paga una deuda a la que está obligado con otros (por ejemplo, el caso de
una obligación solidaria), siesque losotrosco-obligados no pagan su parte; ental
caso, la falta de pago de los otros deudores puede provocar la ejecuciónforzada
de la obligación, perjudicandoa quien sí desea efectuar el pago de su parte.
c) El acreedor que paga a otroque lees preferente, desinteresándolo, a fin de mejo-
rar su posiciónjurídica respecto del deudor.
No obstante, no podemos soslayar que no han sido pocos los autores quienes
acertadamente han manifestado que no siempre la capacidad es exigible en el pa-
go para su validez, como suele suceder en los supuestos de obligaciones de no
hacer, en donde la capacidad del deudor carece de relevancia (Boffi Boggero).
Si el pago fuera efectuado por una persona que no posea capacidad para dis-
poner, el pago es nulo de nulidad relativa, toda vez que no se afectaría el orden pú-
blico sino solamente los derechosdequien carecedeaptitud para realizarlo. Si ello
así ocurriera, al carecer de toda eficacia, quien hubiera recibido el pago inválido
deberá restituirlo a quien lo ha realizado, a no ser que el acto fuera confirmado en
el corto plazo por el solvens(v. gr. quedicho actosea subsanado por la intervención
de un representante legal), en cuyo caso no sería necesaria la restitución, ya que lo
dado en pago en un principio (y que careciera devalidez) deberá quedar de todos
modos en poder de quien lo recibió en aquella ocasión.
IV - Deberesdel «solvens»
Quien realiza el pago, tiene a su cargo los siguientes deberes, que debe obser-
varlosafin de no afectar lavalidez del acto que realiza:
a) Buena fe: este es un principio general del derecho de las obligaciones pero,
en el temaque nosocupa, consiste en queel pagodebeser efectuadode bue-
nafe, deconformidad a lo queverosímilmenteseentendióqueseadeudaba.
b) Prudencia: quien pagadebeser prudenteal momentodeefectuarlo, por lo
cual en caso de duda respecto al derecho del acreedor y de que concurran
otras personas reclamando el pago, debe tomar los recaudos necesarios
para no pagar a quien no corresponde, recurriendo a los mecanismosque la
ley propone para ello (v. gr., el pago por consignación).
C) Comunicación: el deudor debe comunicar al acreedor todas las circunstan-
cias referidas al pago (v. gr., hora en que se realizará, si esto no está previa-
mente convenido) a fin de queel mismo se pueda llevar a cabo.
cias resulta verosímil e l derecho invocado; e l pago es válido, aunque después sea
vencido enjuicio sobre e l derecho que invoca ".
Por ende, comose puede apreciar de la simple lectura de la norma, son varias las
personas legitimadas para recibir el pago. Analizaremos cada una de ellas por
separado.
1 - Elacreedor
El art. 883 del CCCN dispone que el pago debe hacerse "alacreedor (...) si hay
varios acreedores, e l derecho a l cobro de cada uno de ellos se rige por las disposi-
ciones correspondientes a la categoría de su obligación". En razón de ello, ningu-
na duda cabe queante la existencia de un único acreedor, a él deberá efectuarse el
pago.
Ahora bien, si existe pluralidad deacreedores, deberemos apreciar si setrata de
una obligación simplemente mancomunada o solidaria: en el primer caso, si el ob-
jeto esdivisible el pago deberá ser efectuado a cada uno de loscoacreedoressegún
la parte que tengan en el crédito (cfr. arts. 825 y 826,CCCN); en cambio, si se trata
de una obligación solidaria de objeto divisible o indivisible, el pago debeefectuar-
se íntegramente a cualquiera de los acreedores, rigiendo en tal supuesto los prin-
cipios de prevención, propagación y contribución establecidos para supuestos de
obligaciones indivisibles.
Al iguaIqueocurrecon la legitimación activadel pago, en estecasotambién de-
bemos observar algunas circunstanciasquedeben ser consideradas, y que emanan
del articulado del Código Civil y Comercial:
a) Cuando exista pluralidad de acreedores, el pago deberá ser realizado aten-
diendo a los principios que rigen para las obligaciones mancomunadas,
quedando facultados cada uno de ellos a exigir al deudor solo el pago de su
cuota parte (en caso de obligaciones simplemente mancomunadas divisi-
bles) o el total del crédito (en caso de obligaciones solidarias o simplemen-
te mancomunadas indivisibles).
b) Si el acreedor originario fallece, quedan legitimados para reclamar el pago
sus herederos (según la cuota parte que correspondiesea cada uno cuando
la obligación sea divisible), tal como lo disponeel art. 849 el CCCN.
11 - Losrepresentantes
Debemos destacar que dicha circunstancia será posible en tanto exista un pro-
ceso judicial en el cual el magistrado a su cargo hubiera ordenado el embargo del
crédito y su producido deba ser depositado judicialmente.
V - Tercerosindicados
También están autorizados a recibir el pago todos aquellos terceros que -sin
ser representantesdel acreedor-se encuentran habilitados para hacerlo (art. 883,
inc. c, CCCN). Es el caso de la figura del adiectus (o adjectus) del Derecho romano
que, generalmente, es un tercero que las partes nombran conjuntamente al mo-
mento de nacer la obligación, para facilitar el pago entre ellas; pero también pue-
de revestir el carácter deacreedor del acreedor (por ejemplo, si alguien ha conve-
nido con su deudor que ese sería el modo de satisfacer su propio crédito), o un do-
natario de este a quien el accipiensdeseafavorecer. Si el adjectuses nombrado por
voluntad concurrente de ambas partes, no puede ser dejada sin efecto su designa-
ción por lavoluntad unilateral de cualquiera deellas.
El adjectustiene la facultad de cobrarle al deudor (es titular del iussolvendi) y
de ejecutarlo en caso de incumplimiento (Llarnbías, Boffi Boggero).
Pero, cabe destacarlo, el tercero indicado no se convierte en ningún momento
en acreedor de la obligación, y por ende, no tiene la libre disponibilidad del crédi-
t o que percibe.
Cabe agregar, también, que el pago realizado a un tercero no autorizado es de
ningún valor.
VI - Tenedor de un título al portador
El art. 883, inc. d) del CCCN leconcede también legitimación para recibir el pago
"a quien posee e l título de crédito extendido alportador, o endosado en blanco,
excepto sospecha fundada de no pertenecerle el documento, o de no estarautori-
zadopara elcobro". No debemos soslayar que los títulos al portador son aquellos
quefacultan su cobro a quien los tenga en su poder, sin que exista un beneficiario
individualizadoen el documento. Detal modo, la transferencia de un título al por-
tadorselogra atravésdelaentregadeldocumento,sin necesidad dequeserequie-
ra cualquier otro tipo de formalidad. No debemos soslayar que uno de los pilares
del derecho privado es que el hecho de la posesión genera una presunción de pro-
piedad, por lo tanto, se presume que el portador del título esel propietario del cré-
dito. Idéntico temperamento habrá de adoptarse para el supuesto en que se trate
de un título endosado en blanco, ya que podrá su portador presentarlo al cobro y
percibir el crédito.
Sin embargo, debemos destacar que la norma aclara que ello será posible, "ex-
cepto sospecha fundada de no pertenecerle eldocumento, o de no estarautoriza-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
VI1 - Acreedoraparente
También el art. 883, inc. e) del CCCN leconcede legitimación para recibir el pago
"al acreedor aparente, si quien realiza elpago actúa de buena fe y de las circuns-
tancias resulta verosímil e l derecho invocado; el pago es válido, aunque después
sea vencido enjuicio sobre el derecho que invoca".
Es acreedor aparente es quien goza pacífica y públicamente de la calidad de
acreedor, aunque no lo esen realidad: secomporta como un acreedor, adopta com-
portamiento respecto de los créditos como si fuera su verdadero titular, pero no
resulta sertal.
La solución normativa, similar a la expuesta en el derogado art. 732 del CCde
Vélez Sarsfield, halla su justificativo en varias razones: a) en la culpa del verdade-
ro acreedor, quien permitió con su inacción que el acreedor aparente ocupara su
lugar y ostentara la titularidad aparente del crédito; b) en la buena f e de quien
confía en la apariencia pública generada por el falso acreedor (Hernández Gil); y,
C) en la imposibilidad de efectuar una investigación previa a realizar cualquier
pago para adquirir la certeza de que no se está abonando a un acreedor aparen-
te (Machado).
Finalmente, esdedestacar que para que un pago efectuadoa un acreedor apa-
renteadquiera validez, el solvensdebe obrar de buena f e (esdecir, convencido que
le estaba pagando al verdadero acreedor), y poder demostrar que la apariencia
que denotaba el falso acreedor era pública y notoria.
El art. 884 del CCCN aporta las soluciones a favor del acreedor, para el caso en
que no sea estequien reciba el pago. En tal sentido, dispone:
a) Que si quien recibe el pago ha sido un tercero indicado por el acreedor, este
-único titular del ius accipiendi- está facultado para reclamar el pago a
quien lo recibió en su nombrey por indicación suya.
b) En los supuestos de los incs. d) y e) del art. 883, el acreedor está legitimado a
reclamar al deudor el pago efectuado, de acuerdo a la normativa del pago
indebido. Ello guarda coherencia, toda vez que quien realizó un pago a un
acreedor aparente, no cancela la obligación ni satisface el interés del ver-
dadero acreedor, razón por la cual deben aplicarse al caso las reglas del pa-
go indebido.
CARLOS A . CALVO COSTA
1 - Principio de identidad
Este principio emana del art. 868del CCCN: "Elacreedor no está obligadoa reci-
b i r y el deudor no tiene derecho a cumplir una prestación distinta a la debida, cual-
quieraseasu valor". Esdecir, existirá identidaddel pago cuando lo que seda en pa-
go coincide con el objeto de la obligación: de tal modo, el deudor debe pagar en-
tregando exactamente la cosa prometida o realizando el hecho objeto de la obli-
gación. Como expresa el jurista español Hernández Gil, "la identidad expresa la
relación de igualdad entreel objeto de la obligación y el del cumplimiento".
Queda claro, según nuestro parecer, que para desobligarseel deudor debecum-
plir la misma prestación debida, no pudiendo efectuar otra distinta-aunque sea
de mayor valor-a no ser que el acreedor lo aceptara. Consideramos de importan-
cia destacartambién que aun cuando el art. 868del CCCN se refiera únicamenteal
deudor, el principio de identidad resulta aplicable y oponible por el acreedor a
todo otro tercero -interesado o no- que pretenda efectuar el pago.
2 - Principio de integridad
Este principio se halla consagrado en el art. 869 del CCCN que determina que:
"Elacreedor no está obligado a recibirpagosparciales, excepto disposición legalo
convencionalen contrario. Sila obligación esen parte líquida y en parte ilíquida, el
deudorpuede pagarla parte líquida".
Setransgrede este principio cuando el deudor no cumple la prestación adeuda-
da en su totalidad, y pretende efectuar el cumplimiento mediante pagos parciales.
Queda claro, pues, que si el acreedor no acepta voluntariamente esta posibilidad
decumplimiento parcial propuesta por elsolvenso por un tercero legitimado para
el pago, este no puede llevarse a cabo de esa manera.
Este principio también alcanza a las obligaciones de dar dinero, respecto de las
cuales el art. 870 del CCCN dispone: "Obligación con intereses. Si la obligación es
de dar una suma de dinero con intereses, elpago solo es íntegro si incluye e l capi-
talmáslosintereses". Al respecto, se hadichoquenoes íntegro, detal modo,el pa-
go que no cubre los accesoriosde la deuda, entre los que se incluyen los ya citados
interesesy lascostasdel procesoenquese ha reclamadoelcumplimientodelaobli-
gación (Alterini - LópezCabana, Zannoni). Ello esacertado, ya que los interesescons-
tituyen unaccesoriodel capital, porlocualambosconforman una únicadeuda; por
ende, puede el acreedor rehusar recibir el pago intentado por el deudor, si este no
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Existen también otros recaudos que deben cumplirse en cuanto al objeto del
pago, más allá de los que hemos enumerado hasta el momento:
1 - Propiedad de la cosa con que se paga
Asílo determina el art. 878del CCCN, quedispone: "Propiedaddela cosa. Elcum-
plimiento de una obligación de dar cosas ciertas para constituir derechos reales
CARLOS A . CALVO COSTA
requiere que eldeudorsea propietario de la cosa. Elpago mediante una cosa que no
pertenecealdeudorserigeporlasnormasrelativasala compraventa de cosa ajena".
Esta disposición constituye un complemento al principio nemo plus iuris in
alium trasferrepotest ya consagrado en el art. 399 del CCCN: "Nadiepuede trans-
mitir a otro un derecho mejor o más extenso que e l que tiene, sin perjuicio de las
excepcioneslegalmentedispuestas". Por ende, en caso dequeel pago se realiceen
infracción a estos principios, estaremos en presencia de un acto nulo de nulidad
relativa, ya que afecta intereses particulares y es susceptible de confirmación.
Solo si el deudor lograra demostrar ser el verdadero dueño de la cosa dada en
pago pondrá fin a la acción de nulidad interpuesta por el accipiens para dejar sin
efecto el pago.
Ahora bien, cuando se da en los hechos el supuesto previsto en la última parte
del art. 878 del CCCN, deben aplicarse las normas.de la compraventa de cosa ajena.
La eficacia del pago dependerá de que quien lo efectúa posea la libre disponi-
bilidad delacosa queentrega: es por elloquesi la cosa estuviera embargada, dicha
circunstancia debe ser comunicada al acreedor, puesto que caso contrario, el pago
no será eficaz, y el deudor no solo no quedará liberado, sino que también deberá
responder frente al accipiens por los daños irrogados.
Ello surgede lo dispuesto por el art. 877 del &N, quedetermina: "Pago decré-
ditos embargados o prendados. El crédito debe encontrarse expedito. El pago de
un crédito embargado o prendado es inoponible a l acreedorprendario o embar-
gante".
En razón de esta norma, nos encontramos con una posible relación en la cual
pueden existir tressituaciones jurídicasdistintas, como ejemplificamos a continua-
CARLOS A . CALVO COSTA
sea decausa anterior al acto impugnado, exceptoqueel deudor haya actuado con el
propósito de defraudar afuturosacreedores; b)que el acto haya causado o agrava-
do la insolvencia del deudor; c) que quien contrató con el deudor a título oneroso
haya conocido o debido conocer que el acto provocabao agravaba la insolvencia.
Además, tratándosede un acto jurídico oneroso, es menester que se concreteel
concilio fraudulento, es decir, requiere de la complicidad del tercero que recibe el
pago efectuado de tal modo, por lo cual este debe tener conocimiento de la situa-
ción del deudor que efectúa el pago.
En definitiva, de acreditarse el pago fraudulento, esteserá inoponible para los
acreedores que han sufrido perjuicio, por lo cual, pese a ser válido entre las partes,
no podrá hacersevaler respecto de aquellos.
Ahora bien, el texto del nuevo art. 876 del CCCN determina que ante el pago
fraudulento se aplica la normativa de la acción revocatoria (que ya no se denomi-
nade esta manera en el actual Código Civil y Comercial, sino acción de inoponibili-
dad) y, en su caso, la de la ley concursal. Respecto de esta última es de destacar que
serán de aplicación las disposiciones de la ley concursal, que dispone al respecto:
- En el concurso preventivo, el deudor concursadoestá impedidode hacer pa-
gos a los acreedores por causa o titulo anterior a la apertura del concurso
(arts. 16 y 17, ley 24.522).
- En la quiebra, son totalmente ineficaces los pagosefectuados por el deudor
dentro del llamado "período de sospecha", siempre que estos sean antici-
pados y cuyos vencimientos según el título debía producirse en el día de la
quiebraocon posterioridad (cfr. art. 118, inc. 2", ley 24.522). De igual modo,
por efecto del desapoderamiento previsto en el art. 107 de dicha norma,
también son ineficaces todos los actos de disposición, entre ellos, el pago.
6) Lugar de pago
El principio general que rige en materia de lugar de pago es que las partes pue-
den pactarlo y convenirlo libremente; solo con carácter residual y subsidiario,
CARLOS A . CALVO COSTA
CJ Tiempo de pago
También constituye uno de los requisitos de la exactitud del pago que este sea
efectuado puntualmente: quien así no loefectúa, incurreen incumplimiento y de-
be soportar las consecuencias que ello le irrogue. El cumplimiento de la prestación
en el momento de su vencimiento, resulta fundamental para que se configure la
exactitud del pago.
Generalmente, y salvo contadas excepciones, el plazo es un elemento acciden-
tal de las obligaciones, por lo cual si la relación jurídica no lo establece, la presta-
ción debe cumplirse en el mismo instante de su nacimiento, ya que la exigibilidad
de la obligación, en tal caso, como establece la norma que comentamos en su inc.
a), será inmediata.
En cambio, cuandose ha fijado un plazo parael cumplimiento de la obligación,
este se considera impuesto a favor de ambas partes (Compagnucci de Caso), por lo
cual no podrán -unilateralmente- ni el acreedor exigir el pago antes de su ven-
cimiento, ni tampoco podrá el deudor imponer su recepción antesdeque el mismo
se cumpla, a no ser que exista acuerdo entre las partes para ello.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
dJ Gastos de pago
La prueba del pago resulta ser fundamental para quien pretende extinguir la
obligación y liberarse definitivamente. En razón de ello, el Código Civil y Comer-
cial, a diferencia del silencioque guardaba al respecto el derogado Código Civil de
Vélez Sarsfield, establece reglasclarasqueseencuentran referidasa su carga pro-
batoria.
1 - Carga probatoria
Resulta una obviedad manifestar que la existencia y la entidad del pago deben
ser probadas (el pago no se presume), por lo cual el art. 894del CCCN brinda direc-
tivas en torno a su carga probatoria.
La norma, con total acierto, disponeque "en lasobligacionesdedaryde hacer"
la carga de la prueba del pago recae sobreque lo invoca. Esdecir, que recaerá sobre
el deudor o sobre los terceros que aleguen haber pagado, la prueba de ello. En ta-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
4 - El recibo
Estableceel art. 899 del CCCN una serie de presuncionesiuris tantum, suscepti-
bles de ser desvirtuadas por prueba en contrario, que fijan posición legal respecto
de ciertascontroversias que pueden suscitarse al momento de pagar y de emitir el
recibo correspondiente. Expresamente, dispone: "Sepresume, exceptoprueba en
contrario que: a) si se otorga un recibo por saldo, quedan canceladas todas las
deudascorrespondientes a la obligaciónporla cual fue otorgado; b) sise recibe el
pago correspondiente a uno de losperíodos, están cancelados los anteriores, sea
que se deba una prestación única de ejecución diferida cuyo cumplimiento se rea-
liza mediante pagos parciales, o que se trate de prestaciones sucesivas que nacen
por e l transcurso del tiempo; c) sise extiende recibo p o r el pago de la prestación
principal, sin los accesorios del crédito, y no se hace reserva, estos quedan extin-
guidos; d) sise debe daño moratorio, yalrecibirelpago elacreedorno hace reser-
va a su respecto, la deuda por ese daño está extinguida".
a emitir el recibo por el pago que aquel desea efectuar. Si ello ocurre, el deudor
quedará habilitado a consignar el pago.
En cuanto a la forma, el recibo de pago no posee, como regla general, formali-
dad alguna, aunque la doctrina mayoritaria entiende que debe realizarse por es-
crito, ya que de otro modo sedesdibujaría su eficacia y su validez como instrumen-
t o probatorio. La excepción a esta regla general de libertad deformas para la con-
fección del recibo, la constituyen los supuestos en los cuales el recibo deba reali-
zarse por escritura pública, porqueasí lo establece la ley.
Creemos que es requisito queel recibo esté firmado por quien lo emite; si quien
lo emite no pudiera firmar (ya sea por razones culturales -v. gr. analfabetismo-
o impedimento físico), deben aplicarse las normasde la firma a ruego (cfr. arg. arts.
309 y 2480, CCCN). Si bien nada regula el Código Civil y Comercial en torno al con-
tenido del recibo, resulta de buena práctica que se inserten en él todas aquellas
cuestionesque contribuyan a la prueba del pago por parte de quien lo realiza (v. gr.,
fecha, concepto, quése recibe, etcétera). Solo cuando leyes especiales determinen
las formalidades que debe poseer un recibo de pago, debe cumplirse con ello bajo
pena de nulidad; tales como: el pago de créditos laborales (la ley 20.744 fija for-
malidades especiales para el recibo), o ciertas contribuciones tributarias, como las
establecidas en la ley 11.683, entre otras.
En cuanto a la exigencia respecto a si el recibo debe contener fecha cierta, se ha
dichoquecuandoel recibo es utilizadoentre las partes, pareceobvioque el efecto
probatorio del recibo abarca también la fecha, por lo que no resulta menester di-
cha exigencia (Pizarro-Vallespinos); los recibos suelen documentarse mediante ins-
trumentos privados sin otorgamiento de fecha cierta.
Estimamosque, pesea la ausencia de normativa específicaal respecto, el recibo
debetambién contener mínimamente, para constituir prueba efectiva de pago, los
siguientes recaudosfecha cierta de otorgamiento,firma dequien loemite, impor-
te recibido y carácter en el cual se recibe el dinero, la obligación preexistente que
lesirve de causa (v. gr., contrato de alquiler), y determinación de la obligación satis-
fecha (v. gr., pago dealquiler mesde enero).
Asimismo, respectoal derechodeexigirel reciboque poseequien realiza el pago,
dispone el art. 897 del CCCN que así como el deudor tiene derecho a obtener el reci-
bo y, de tal modo, el medio probatorio que acredita su liberación, también se esta-
blece en su parte final que el acreedor es quien puede exigir también un recibo que
pruebe su recepción. Esta posibilidad que prevé la norma in fine, es conocida como
"contrarrecibo", que consiste en una constanciaemitida por el deudor por mediode
la cual manifiesta que le ha sido entregado el recibo por el acreedor. En la práctica, a
fin de posibilitar que el acreedor también pueda obtener una prueba de la entrega
del recibo, se suele expedir el recibo en doble ejemplar, haciéndoselefirmar al deu-
dor la copiaquequeda en poder del acreedor (v. gr., es muyfrecuenteestoen el pago
desueldos, donde el doble ejemplar del recibo resulta ser exigido por la ley 20.744).
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
1 - Efectos principales
3 - Efectos incidentales
Se consideran tales a aquellos que se producen con posterioridad al momento
del pago. Sucintamente, podemos enumerar los más importantes:
a) Derecho alreembolso delopagadoporel tercero. El tercero, claroestá, tie-
nederechoa obtener del deudor lo que ha tenido que pagar por él aún con-
tra su voluntad, y por ende tiene acción contra él.
b) Repetición de lo pagado indebidamente. Tal como lo veremos posterior-
mente, quien ha pagado lo que no debe (v. gr., creyéndose deudor sin ser-
lo), tiene derecho a repetir lo que ha entregado por tal concepto.
C) Restitución alacreedor de lo pagado a un tercero. Si un tercero habilitado
ha recibido el pago del deudor -provocando en consecuencia la extinción
del vínculo y la liberación de este-, debe entregar posteriormente al ver-
dadero acreedor lo que ha recibido en pago de parte del deudor.
d) lnoponibilidaddelpago. En determinadas situaciones, el pago es inoponi-
blefrente a ciertosacreedores, como puedeocurrir cuandoel pago es hecho
~ -
bJ Fundamento
Según lo dispone taxativamente el art. 893 del CCCN que: "Elacreedor debe
conceder este beneficio: a) a sus ascendientes, descendientesy colaterales hasta
el segundo grado, si no han incurrido en alguna causal de indignidadpara suce-
der; b) a su cónyuge o conviviente; c) a l donante en cuanto a hacerle cumplir la
donación ".
Al tratarse de un beneficio de carácter excepcional, es indudable que la enu-
meración resulta taxativa, lo cual excluye cualquier posibilidad deque otrodeudor
distinto de los sujetos mencionados en la norma, puedan solicitar y obtener el be-
neficio de competencia.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Este instituto aparece consagrado en el Código Civil y Comercial en los arts. 889
a 891. Dispone expresamenteel art. 889: "Laspartespueden acordarqueeldeudor
pague cuando pueda, o mejore de fortuna; en este supuesto, se aplican las reglas
de las obligaciones a plazo indeterminado".
Setrata de un instituto quesi bien estaba contemplado en el derogado Código
Civil, se encontraba legislado en forma dispersa en losarts. 620y 752 de dicho cuer-
po normativo, a diferencia del nuevoCódigoCivi1y Comercial, en dondeseencuen-
tra legislado en forma independientey homogénea.
CARLOS A . CALVO COSTA
b) Fundamento ypautas
para suaplicación
La nueva redacción no deja lugar a duda alguna, y tienesu razón deser en lo dis-
puesto por el legislador:
a) Si se tratara de una condición, ninguna duda cabe que las partes habrían
puestoen duda laexistenciaoeficaciajurídica de laobligación, lo cual pare-
ce no suceder en el caso previsto en la norma.
b) En cambio, tratándosede un plazo, esindudablequelaspartesdifierensolo
su exigibilidad, pero no lavigencia de la relación jurídica obligatoria.
5 34. Mora
a) Introducción
1 - Concepto
La mora es un instituto jurídico de difícil definición, toda vez que no debe ser
confundida con la simple demora en el cumplimiento. En sentido jurídico, la mora
no es el simple retraso en el cumplimiento de la obligación, sino el cualificado por
la concurrencia de determinadas circunstancias (Lacruz Berdejo). Así, en nuestro
país, se la ha definido como aquel estado en el cual el incumplimiento materialse
hacejurídicamente relevante (Alterini), o bien -como refiere Bustamante Alsina-
como un retardo jurídicamente calificado. Sin embargo, uno de los condimentos
jurídicos más importantes que presenta el instituto es que el retraso no impide el
cumplimientotardío por el deudor. Deallíque la mora resultasolodeaplicación en
los supuestos de incumplimiento relativo de la obligación.
2 - Requisitos
Para queseconfigure la mora del deudor, deben concurrir lossiguientes requi-
sitos: a)el retardo en el cumplimiento; b) que dicho retardo sea imputable-sub-
jetiva u objetivamente- al deudor; y, c) la constitución en mora del deudor. No
soslayamos, sin embargo, que algunos autores (como Bustamante Alsina) incorpo-
ran otros recaudos como la necesidad de acreditar el daño sufrido por el acreedor
y la demostración de relación causal entre el incumplimientoy el dañoocasionado.
Analizaremos cada uno de ellos.
a) El retardo o demora en e l cumplimiento. Ello ocurre cuando el deudor no
ha realizado el comportamiento debido en el tiempo en que la prestación
debía ejecutarse, tal como fuera oportunamente convenido con el acree-
dor. No obstante, se trata de una situación transitoria, ya que la obligación
todavía es susceptible de ser cumplida y apta aún para satisfacer el interés
del acreedor. Si bien algunos autores (López Cabana, Moisset de Espanés,
Díez-Picazo)han asimilado en cierto sentido a la mora con el simple retardo
odemora, admitiendoqueesteúltimo también puede producir efectos por
sísolo desprovisto de toda connotación subjetiva-v. gr., a travésdel simple
retraso el acreedor puedeexigir el cumplimiento tardío de la prestación de-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
El deudor debe ser constituido en mora para que su incumplimiento sea jurídi-
camente calificado y responda por los efectos previstos en el Código Civil y Comer-
cial para ello.
4 - La interpelación
rra a escriturar queda claro que solo podrá el solvensdar cumplimiento con
ello si esque el acreedortambién concurreal acto). g) Debe haberausencia
de incumplimiento por parte del acreedor en las relaciones bilaterales.
Coincidimos con lo sostenido por una calificada doctrina, en cuanto a que
quien interpela debe poner a disposición su prestación, porque sino el otro
contratante podría negarse, ya que la prestación de uno es la causa de la
prestación de otro; lo propio ocurriría también de requerirsedealguna con-
ducta o actividad del acreedor para poder perfeccionarse, ya queen tal caso
debe ofrecer en la interpelación su colaboración (López Mesa).
obligación, en la fecha que conforme a los usos y a la buena fe, debe cum-
plirse". En estos casos, el acreedor deberá interpelar al deudor para consti-
tuirlo en mora. Se trata, como vemos, de un supuesto que exige la constitu-
ción de mora expersona (por ejemplo: si las partes han pactado en una com-
praventa de un automóvil que el rodado será entregado por el vendedor el
día que el acreedor lo exija, resulta obvio, por ende, que una vez queel ad-
quirente del vehículo fije la fecha de cumplimiento recién se estará en con-
dicionesde constituir al deudor en mora).
b) En los casos de obligaciones "sujetas a plazo indeterminado propiamente
dicho; si no hay plazo, e ljuez a pedido de parte, lo debe fijar mediante e l
procedimiento más breve que prevea la ley local, a menos que elacreedor
opte p o r acumular las acciones de fijación de plazo y de cumplimiento, en
cuyo caso e l deudor queda constituido en mora en la fecha indicada p o r la
sentencia para el cumplimiento de la obligación. En caso de duda respecto
a si elplazo es tácito o indeterminado propiamente dicho, se considera que
es tácito". Debe quedar claro aquí que el deudor incurrirá en mora solo en
la fecha indicada en la sentencia y no en la fecha en que sea dictada la sen-
tencia, y además, que no pueden interpretarse incorporadas en este párra-
f o a las obligaciones purasy simplesque-si bien no están sometidasa pla-
zo alguno-son exigiblessin dilación alguna.
daño ocasionado por su morosidad, en los términos del art. 1747 del CCCN:
"El resarcimiento del daño rnoratorio es acumulable aldel daño compensa-
torio o a l valor de la prestación en su caso, a la cláusula penal compensa-
toria, sin perjuicio de la facultad morigeradora deljuezcuando esa acumu-
lación resulte abusiva".
3. Traslación de los riesgos. La mora traslada los riesgos del contrato que se
fijan definitivamente en la cuento del incumplidor (LópezMesa); en lasobli-
gaciones de dar, queda claro que los riesgos y los peligros que puede sufrir
la cosa que debe entregarse, serán soportados por el deudor moroso, quien
a partir desu ingresoenel terrenode la mora, quedará inhabilitado para in-
vocar la fuerza mayor o el caso fortuito para excusar su incumplimiento. Es-
t o se encuentra dispuesto en el art. 1733, inc. c) del CCCN: "Aunque ocurra
e l caso fortuito o la imposibilidad de cumplimiento, el deudor es responsa-
ble en los siguientes casos: (...) c) si está en mora, a no ser que esta sea indi-
ferente para la producción del caso fortuito o de la imposibilidad de cum-
plimiento".
4. Elacreedorpuedesolicitarla resolución delcontrato. Así surge de los arts.
1083 a 1088 del CCCN, que disponen que en los contratos con prestaciones
recíprocas se entiende implícita la facultad de resolver las obligaciones
emergentesdeellosen casodeque unode loscontratantes nocumpliera su
compromiso.
5. Imposibilidadde invocarla teoría de la imprevisión. Así lo dispone expre-
samente el art. 1091 del CCCN, al determinar que: "Sien un contrato con-
mutativo de ejecución diferida o permanente, la prestación a cargo de una
de las partes se torna excesivamente onerosa, p o r una alteración extraor-
dinaria de las circunstancias existentes al tiempo de su celebración, sobre-
venida p o r causas ajenas a las partes y a l riesgo asumido p o r la que es afec-
tada, esta tiene derecho a plantear extrajudicialmente, o pedir ante un
juez, p o r acción o como excepción, la resolución totalo parcialdel contra-
to, o su adecuación". Por ende, claro está, no procederá su invocación
cuando el perjudicado se encontrase en mora al momento de producirse
dicha alteración extraordinaria que menciona la norma, ya que no se daría
el requisito de la ajenidad de las circunstancias mencionadas en el artículo
citado.
6. Cláusula penal. La mora se erige en un presupuesto esencial para que pro-
ceda la cláusula penal, tal como lo dispone el art. 792 del CCCN: "Eldeudor
que no cumple la obligación en e l tiempo convenido debe la pena, si no
prueba la causa extraña quesuprime la relación causal. La eximentedelcaso
fortuito debe ser interpretada y aplicada restrictivamente". Asimismo,
agrega el art. 793 del CCCN, que: "La pena o multa impuesta en la obliga-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Para que el acreedor pueda ser constituido en mora, deben concurrir los si-
guientes recaudos:
a) Debe existir falta de cooperación en elacreedor, quien con su conducta re-
nuente obstaculiza el cumplimiento de la obligación por parte del deudor.
b) La falta de cooperación debe ser imputable al acreedor, ya sea a título de
culpa o dedolo.
C) Debe existir un ofrecimiento real de pago porparte del deudor, de confor-
midad a lo dispuesto en el art. 867 del CCCN, y debe existir una negativa
injustificada del acreedor a recibirlo. Estimamos, por nuestra parte, que no
nos parece la mejor solución que baste solamente para configurar la mora
accipiendi la existencia de un ofrecimiento real de pago por parte del deu-
dor, puesto que de ser así podría bastar que el deudor (que en realidad no
desee cumplir) ofrezca ficticiamente efectuar el pago al acreedor, el que
finalmente no se lleva a cabo. Aquí comenzarían las discusiones en torno a
si el pago se frustró porque el acreedor no quiso recibir100 porque en reali-
dad el deudor notenía paraentregar loque había prometido. Locierto que
en tal caso hay un hecho irrefragable: el acreedor estaría ya constituido en
mora por el mero ofrecimiento e impedido de constituir en mora al deudor
incumplidor . Nos hubiera resultado más acertado que la mora del acreedor
se constituyera a través de la consignación, ya que de tal modo, todos estos
inconvenientes serían evitables.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Los efectos de la mora del acreedor son similares pues, por analogía, a los de la
mora del deudor:
a) El acreedor es responsablepor los daños moratoriossufridos por el deudor
(V.gr., gastos de depósito y guarda de la cosa a entregar por este).
b) Los riesgosque soportaba el deudor en torno a la conservación de la cosa, se
trasladan al acreedor quien deberá absorber -a partir de su constitución
en mora- los efectos en caso de pérdida o deterioro del objeto debido.
C) Se produce la suspensión del curso de los intereses compensatorios conve-
nidos duranteel plazo de la obligación queestaban a cargo del deudor.
d) En casode pérdida de la prestación por resultar de imposiblecumplimiento
luego de estar el acreedor constituido en mora, la obligación se extingue
quedando liberado el deudor.
Aún ante el silencio de la norma, se estima que cesará la mora del acreedor
cuando:
a) El acreedor decideaceptarel pagoluegode haber sido constituidoen mora.
b) El deudor renunciaexpresao tácitamenteavalersedelosefectosde la mora
accipiendi
C) Se produce una imposibilidad decumplimiento de la prestación, sin perjui-
cio de que el deudor quede habilitado a reclamar los daños moratorios su-
fridos.
d) Cuando la obligación se extingue por haberse considerado válido el pago
por consignación efectuado por el deudor.
El pago por consignación es la vía que la ley le concede al deudor de una obli-
gación, afin deque pueda efectuar el pago mediantedepósito (judicial o extraju-
dicial), y, consecuentemente, obtener su liberación, en determinadas situaciones
en lascuales seve impedido de efectuar el pago naturalmente. Salvoen el supues-
to de la consignación extrajudicial -limitada únicamente para el depósito de su-
mas de dinero- que analizaremos posteriormente (arts. 910 a 913, CCCN), la con-
signación judicial no se limita solo a ellas sino que es aplicable de igual modo a las
obligacionesdedar cosas ciertas y decosas indeterminadasa elección del acreedor
CARLOS A . CALVO COSTA
Ejemplo:
Si un locatario debe pagar los alquileres el día 1 al 5 de cada mes y cada vez que con-
curre a pagar al domicilio del locador este se niega o no encuentra a nadie en ese
lugar.~fiide no incurrir en mora (que envirtud del art. 886 del CCCN es automática
o exre), el locatario puede proceder a efectuar el pago judicialmente, acompañando
a un expedientejudicialel importe adeudado enconcepto dealquilery poniéndoloa
disposición del locador.
En el antiguo Código Civil derogado, el art. 756 disponía: "Págase por consig-
nación haciéndose depósito judicial de la suma quesedebe". Esdecir, quedaba cir-
cunscripta la consignación únicamente al pago judicial, razón por la cual requería
que este fuera efectuado con intervención de un magistrado; en cambio, en el ac-
tual Código Civil y Comercial, y tal como lo analizaremos seguidamente, en el art.
910 y SS., se incorpora la novedad de poder realizar el pago por consignación enfor-
ma extrajudicial, ante un escribano de registro y siguiendo determinados requisi-
tos pautados en las normas que lo tratan.
Cuando el deudor posea una duda razonable respecto de la titularidad del cré-
dito, está habilitado a consignar: ello así, todavezque si el deudor paga mal, puede
verseobligado a pagar dosveces. Estimamos, pues, que ese deber de prudencia que
debeobservar elsolvenssecondicecon esta facultad queleconfiereel art. 904del
CCCN. Deigual modotambién estáautorizadoa pagar consignandoel deudor, cuan-
do no sabe quién es su acreedor aun cuando tenga certeza de su existencia (v. gr.,
en el caso de un sucesorio, en donde no conoce con certeza quiénes son los here-
deros). También quedarían incorporados en estesupuesto loscasosen loscuales, al
momento de intentar efectuar el pago el deudor, el acreedor sea incapaz, ya que
de no poderse realizar el mismo a un representante de este, el pago sería nulo.
Al noser una enumeración taxativa la que establece el art. 904del CCCN, podría
también llevarse a cabo la consignación judicial: 1) cuando elacreedorestuviere
ausente, ya que aun cuando se sepa de su existencia, se ignore su actual paradero
(no es aplicable al caso de una ausencia declarada en juicio, puesto que el pago
debe efectuarse en tal caso al curador designado en dicho proceso); 2) en caso de
que la deuda estuviere embargada, ya que el embargo del crédito impide al deu-
dor pagar, por lo cual si él quisiera exonerarse y declinar su responsabilidad por los
riesgos de la cosa, puede efectuar la consignación; 3) si el acreedor ha perdido e l
título delcrédito (o no lo presenta al deudor al momento de que este intenta efec-
tuar el pago, agregamos nosotros), por lo cual queda facultado el solvens-a fin
deevitartener que afrontar eventualmente un nuevo pago-a consignar en favor
de quien resulte acreedor de dicha obligación; 4) siexiste un litigio sobre elobje-
to de pago; 5) si existen controversias entre acreedor y deudor sobre e l crédito;
etcétera.
CJ Requisitos de admisibiridad
Dispone el art. 905 del CCCN que el pago por consignación está sujeto a los mis-
mos requisitos del pago. En consecuencia, la consignación, para tener fuerza de
pago, tiene que ser efectuada respetando lo convenido por las partes de la obli-
gación en cuanto a las personas, objeto, modo y tiempo. Caso contrario, la con-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Es de destacar que la consignación válida -al ser una forma de pago- produ-
ce idénticos efectos que los que provoca el pago, los que hemos visto precedente-
mente.
Sin embargo, son tres las consecuencias de mayor importancia que ocasiona la
consignación: a) extingue la obligación con todos sus accesorios; b) detiene el
curso de los intereses moratorios o compensatorios; y c) traslada los riesgos de la
prestación consignada hacia el acreedor a favor de quien se efectuó la compensa-
ción (en razón de la mora accipiend~].
Debemos, sin embargo, analizar dos situaciones diferentes para poder deter-
minar el momento desde el cual dichas consecuencias se producirán:
1. Si el acreedor acepta la consignación, expresa o tácitamente, es decir, no la
impugna, la consignación surtirá todos los efectos del verdadero pago, des-
deeldía en quese notifica la demanda (art. 907,l a parte, CCCN). Esta redac-
CARLOS A . CALVO COSTA
ción es novedosa y viene a poner a salvo una deficiencia que poseía el dero-
gado Código Civil de Vélez Sarsfield, ya que guardaba silencio respecto al
momento desde el que comienzan a aplicarse dichos efectos. Es indudable
queel legislador ha fijado postura respecto de esta cuestión, quetanta con-
troversia ha suscitado en la doctrina argentina en el pasado; quizás, tam-
bién hubiera sido apropiado considerar válida la consignación desde la fe-
cha en que se realiza el depósito.
2. Si la consignación fuera defectuosa, reza la 2"parte del art. 907 del CCCN, y
el deudor subsana con posterioridad sus defectos, la extinción de la deuda
se producedesde la fecha de notificación de la sentencia que la admite. Pue-
deocurrirqueelacreedor,alser notificadode la consignación intentada por
el deudor, la objete por la razón que considere pertinente: por resultar insu-
ficiente, por no respetar los principios de integridad e identidad de la obli-
gación convenida. Si ello ocurriera, podrá luego el solvens subsanar los
defectos en que ha incurrido al momento de intentar la consignación; en
este supuesto, los efectos cancelatorios del pago efectuado de tal modo se
producirán desdeel momento en que la sentencia es notificada.
3. Aun cuando el Código Civil y Comercial guarde silencio al respecto, se en-
tiende que la consignación realizada por el deudor, y que es rechazada in-
justificadamente por el acreedor, debería surtir efectos desde el momento
enqueeldepósitofue realizado, ocomo mínimo,desdeel momentoen que
es notificada la demanda (arg. art. 907,párr. 17. Ello así, ya que resulta Iógi-
coque el acreedor que ha obstaculizado indebidamente el pago intentado
por el solvens, sea quien deba soportar las consecuencias de su actitud (y,
claro está, las costas del proceso).
e) Desistimiento de la consignación
Dispone el art. 909 del CCCN que mientras el acreedor no hubiese aceptado la
consignación, o no hubiese recaído declaración judicial teniéndola por válida, po-
drá eldeudor desistir de la consignación. Pero también podrá hacerlo con Poste-
rioridad a la aceptación del acreedor o a la declaración judicial devalidez de la con-
signación, siempre y cuando, logre la conformidad expresa del acreedor.
Aquí nos encontramos con dossupuestosdiferentes:
- Cuando la consignación ha sido realizada por el deudor, y esta no ha sido
aceptada por el acreedor, es indudableque lo consignado no ha salido toda-
vía del patrimonio del deudor, razón por la cual lo dado en pago de tal mo-
do, le sigue perteneciendo. En razón de ello, siendo hasta ese momento un
acto unilateral, resulta lógico -como lo dispone la norma- que quien ha
consignado pueda revocar su voluntad y desistir del pago judicial realizado.
CARLOS A . CALVO COSTA
Sin embargo, el art. 906del CCCN establece formalidades que no pueden sosla-
yarse, y si bien la norma no expresa cuál es la sanción en caso de omisión de ellas, se
estima que es la invalidez de la consignación intentada.
1. En primer lugar, se establece que si la prestación consiste en una suma de
dinero, se requiere su depósito a la orden del juez interviniente, en el ban-
co que dispongan las normas procesales. Ello así, puesto que el depósito
judicial de la deuda constituye una oferta de pago real (Ameal), que reque-
riría la posterior aceptación del acreedor para extinguir la obligación. Debe
mediar, entonces, un verdadero anirnussolvendien quien realiza la consig-
nación judicial, ya que debe evidenciar a través de ella la verdadera inten-
ción de pagar y de liberarse mediante dicho pago (v. gr., no existiría un ver-
daderoanirnussolvendi, si quien depositael pago lo hacecon reservaso mo-
dalidades, talescomo, verbigracia, condicionar el retiro de la suma dedine-
ro depositada al cumplimiento previo de la contraprestación por parte del
acreedor).
Es de destacar, además, que hasta que no medie aceptación del acreedor o
exista una sentencia judicial respecto del depósito, el pago por consigna-
ción no se habrá configurado, ya que lo depositado no sale del patrimonio
del deudor.
Así, pues, el primer paso a llevar a cabo en una consignación judicial de una
suma dedinero es el depósito judicial en el banco oficial correspondiente, a
la orden del tribunal intervinienteen el juicio por consignación. En el ámbi-
t o de la justicia nacional el depósito se llevará a cabo en la sucursal corres-
pondiente del Banco de la Nación Argentina, y en las justicias provinciales
en las instituciones bancarias habilitadas para ello (v. gr. en provincia de
Buenos Aires, en el Banco de la Provincia de Buenos Aires). Quien realiza la
consignación deberá adjuntar la boleta de depósito a la demanda de con-
signación: ambas circunstancias-depósito y demanda- deben ser notifi-
cadas al acreedor.
El depósito judicial debe llevarseacabo por iniciativadel depositante(debe
encontrarse legitimado activamente para el pago -deudor o tercero inte-
resado-), razón por la cual no se consideran consignaciones los depósitos
efectuados por requerimiento judicial previo (Pizarro - Vallespinos), como
así tampoco el pago que efectúe mediante depósito bancario un adquiren-
te de un bien en subasta judicial.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Dicho desistimiento por parte del solvens implica también la facultad de re-
tirar los bienes dados en consignación (v. gr., retirar las sumas de dinero
depositadas). La consecuencia del desistimiento del deudor de la consigna-
ción efectuada, provoca que la obligación vea frustrado el efecto cancela-
torio intentado, razón por la cual se restablecerá el vínculo de idéntico mo-
do al que se encontraba antes de la consignación intentada, y volverá a ser
exigible por el accipienscon todos sus accesorios. Aunque la norma guarde
silencio al respecto, es de destacar que el solvens no podrá retirar el pago
consignado si este ha sido objeto dealgún embargo por decisión judicial.
- Si, en cambio, la consignación ha sido ya aceptada por el acreedor o declara-
da válida por sentenciajudicial, solo podrá el deudor desistir -y retirar- lo
consignado, con la conformidad expresa del acreedor, ya que lo consignado
adquiere el carácter de pago, y por ende sería irrevocable de manera unila-
teral por el solvens. Queda claro que unavez que esto ocurre, los bienescon-
signados pasan a integrar el patrimonio del accipiens, razón por la cual solo
con la conformidad de este podrá el deudor retrotraer su voluntad. Si el
acreedor aceptara el retiro de lo depositado por parte del deudor, luego de
ser declarada válida la consignación, no podrá el acreedor aprovecharse de
las garantíaso de las obligacionesque mantenía con codeudores o fiadores;
ello también resulta razonable: al declararseválida la consignación, la rela-
ción jurídica se extingue, y con ella, todos los sujetos co-obligados quedan
liberados. La decisión posterior del acreedor de aceptar el desistimiento y el
retiro de la consignación por parte del deudor, no puede perjudicar a los
codeudores, fiadores y avalistas que habían quedados liberados con la con-
signación, razón por la cual, ellos nada adeudarán al accipiensen lo sucesivo.
fJ Gastos y costas
El art. 908 del CCCN admite la posibilidad de que sea un deudor moroso quien
realice el pago por consignación. Expresamente, determina que: "Deudormoroso.
El deudor moroso puede consignar la prestación debida con los accesorios deven-
gados hasta eldía de la consignación". Ello puede ocurrir, tal vez, porque habien-
do vencido el plazo para realizar el pago el acreedor se niegue a recibírselo, pre-
tendiendo alegar con posterioridad su incumplimiento total y absoluto. Sin em-
bargo, la norma en cuestión coloca al solvensa salvo de dicha situación: si el deu-
CARLOS A . CALVO COSTA
i) La consignación extrajudicial
1 - Procedencia y trámite
4 - Impedimentos
Determina el art. 913 del CCCNque: "No sepuede acudiralprocedimientopre-
visto en este Parágrafo si antes del depósito, elacreedor optópor la resolución del
contrato o demandó el cumplimiento de la obligación".
Con total acierto el legislador prevé que si antes del depósito efectuado por el
deudor, el acreedor hubiera optado por la resolución del contrato o demandado
judicialmenteel cumplimiento de la obligación, no podrá acudir al procedimiento
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
bJ Presupuestos de aplicación
superior al capital que las producía en un monto mayor; tal como lo afirma
Salvat, resulta justificado que los bienes fructíferos subsistan mientras exis-
tan frutossuyos para consumir.
Sin embargo, esta facultad de la que goza el accipiens, solo podrá ejercerla si-
guiendo estas directivas:
a) La imputación debe realizarse respecto de deudas líquidas y exigibles. Ello
también resulta lógico, ya que resultaría reñidocon la buena fe, queel acree-
dor pretendiera imputar lo dado en pago a obligaciones que aún no han
vencido o cuyo monto no estuviera determinado. Estimamos que solo po-
dría llevarse a cabo la imputación en contradicción a esta directiva, si exis-
tiera acuerdo entre ambas partes para ello, máxime considerando que a la
Iuzde lo normado en el el art. 351 del CCCNactual, en dondeel plazoseesta-
blece a favor del obligado a realizarlo.
b) Una vez canceladas totalmente una o varias deudas, puede aplicar el saldo
a la cancelación parcial de cualquiera de las otras. Ello resulta razonable,
considerando que es el accipiens quien tiene la facultad de elección al mo-
mento de imputar el pago.
Advertimos al lector que la imputación del pago por parte del acreedor de mo-
do unilateral constituye una novedad en el ordenamiento jurídico nacional. En el
derogadoCódigoCiviI deVélezSarsfield, si bien el art. 773también preveía la posi-
bilidad de imputación por parte del accipiens, gran parte de la doctrina discutía si
se trataba de un acto unilateral o bilateral, ya que quienes sostenían esto último,
estimaban que la imputación requería una declaración de voluntad común, que
exigía que el acreedor la manifestara expresamente, y que el deudor la aceptara
sin reserva alguna. El nuevoart. 901 del CCCN ha puesto fin a esta disparidad inter-
pretativa.
CARLOS A . CALVO COSTA
3 - Imputación legal
El art. 903 del CCCN establece una clara limitación a las facultades de imputa-
ción de las partes, ya que imponecomodirectivaa seguir, que si sedebiesen capital
con intereses, la imputación debe realizarseen primer lugar a los intereses, a no ser
que el acreedor de recibo por cuenta de capital.
Para que pueda llevar a cabo el pago por subrogación, deben reunirse los si-
guientes recaudos:
- Que el tercero cumpla con la prestación, por lo cual debe dar satisfacción al
acreedor con el objeto de la obligación.
- El tercero que paga debe tener capacidad para efectuar dicho pago a través
de la subrogación, ya que esta figura requiere también de la presencia de
todos los elementos esenciales del acto jurídico, ya que de otro modo sería
ineficaz.
- El tercero debe efectuar el pago con fondos propios o ajenos, pero que no
sean del deudor, ya quede locontrario habría pago de la obligación por par-
tedel deudor, y no pago por subrogación (Salvat,Galli).
- Que el crédito que satisface el tercero exista y sea susceptible de transmi-
sión, ya que a través del pago por subrogación se traspasan los derechos del
antiguo acreedor al tercero que paga.
CARLOS A . CALVO COSTA
- Que la transmisión del crédito se realice a partir del momento del pago, en
la medida del desembolso efectuado (Llerena), a fin dequeel tercero pueda
situarse en la misma posiciónjurídica que poseía el acreedor, pudiendo ejer-
cer entonces los derechos y acciones que este tenía contra su deudor.
Han sido varias las posturas doctrinarias que se han expuesto en torno a justifi-
car esta figura; mencionamos las más relevantes:
- Algunos autores franceses, como Pothier, en una postura ya superada, ex-
presaban que a través de esta figura el crédito quedaba extinguido defini-
tivamentecon el pago realizado, por lo cual no se realizaba ninguna trans-
misión al tercero; en cambio, solo se transmitían las garantías personales y
realesque seencontraban ligadasal créditoprincipal.Selecriticaaesta pos-
tura, con acierto, que si las garantías personales y reales del crédito subsis-
ten, es porque el crédito principal en realidad nunca se ha extinguido, ya
que dichas garantías constituirían un accesorio de él. Para esta teoría, la
acción del tercero para reclamar al deudor el reembolso de lo pagado, no
era la del antiguo acreedor, sino la derivada del mandato, de la gestión de
negocios o del préstamo.
- Para otros juristas, esta figura es una cesión de crédito: en Argentina, ha
sido Colmo quien sostuvo que la subrogación convencional con el acreedor
es una cesión de derechos.
- Se trata de un pago sui generis, puesto que: a) entre el antiguo acreedor y
el tercero que pago la deuda, se da un pago con efectos limitados, puesto
que extingue la obligación solo respecto de aquel; b) se transmiten al ter-
cero el crédito del antiguo acreedor y sus accesorios (Salvat, Galli).
- Una calificadadoctrina (Coliny Capitanten Francia, Llambíasen Argentina),
sostiene que es una institución compleja y dual que funde dos figuras dis-
tintas: un pago relativo y una sucesión singular de derechos que afecta a
alguien ajeno a aquel pago (al deudor), del que no puede aprovechar sin
causa legítima para ello.
- Es una sucesión a título singular que establece la ley fundada en una razón
de justicia (Lafaille).
a todos. Ello así, toda vez que el acreedor logra la satisfacción de su interés sin
tener que acudir a un estrado judicial para conseguir la ejecución forzada; el deu-
dor, evita tal situación, y puede renegociar la forma de pago con el tercero que
desinteresó al acreedor originario; y, el tercero, al efectuar el pago ocupa el lugar
del acreedor en la relación jurídica, mantiene inalterable su situación patrimo-
nial. En cuanto al resto de los acreedores del deudor, no sufren perjuicio alguno,
ya que el patrimonio del deudor no se altera luego del pago por subrogación
(Pizarro -Vallespinos).
CJ Distintas clases
Determina el mismo art. 914, in fine del CCCN que: "La subrogaciónpuedeser
legalo convencional", según la misma se realice por disposición de la ley o bien, por
la voluntad de las partes, respectivamente. Nos referiremos a cada una de ellas.
1 - Subrogación legal
En este supuesto, en caso de una deuda a la que estaba obligado con otros (co-
mo sucede con los codeudores solidarios), el co-obligado que paga el total de lo
adeudado, se subroga contra sus codeudores, en todo aquello que exceda el Iími-
te de la cuota parte de su crédito. En cambio, loscodeudoressimplemente manco-
munados no ingresan en esta categoría, ya que deben solo su cuota parte. El caso
de la deuda a la que estaba obligado por otros, sería el caso del fiador simple, que
está obligado ante el incumplimiento del pago por parte del deudor principal, por
quien se ha obligado (ejemplo: en un contrato de locación de inmueble).
CARLOS A . CALVO COSTA
Este supuesto constituye una novedad, con respecto al derogado Código Civil
deVélez Sarsfield, al admitir la posibilidad deque el pago se realice también afa-
vor de un tercero interesado, toda vez que en el código derogado solo se legislaba
el supuesto del pago a un tercero no interesado. Esdedestacar que pese al silencio
queguardaba el Código Civil anterior, nunca estuvoexcluido el tercero interesado,
ya que su situación jurídica posee mayor protección que la del tercero no interesa-
do (Segovia). En conclusión, con la actual redacción del art. 915 del CCCN,solo que-
darían imposibilitados de efectuar el pago por subrogación, los terceros no intere-
sados que pagan contra la voluntad del deudor (no así los terceros interesados, ya
que por su carácter, pueden pagar contra la oposición individual o conjunta del
acreedor y del deudor, tal como lo disponeel art. 881 del CCCN);sin embargo, cuan-
do el tercero no interesado paguey no cuentecon la aprobación del deudor, si bien
no se considerará operado el pago por subrogación, tendrá a su favor la posibili-
dad de ejercitar la acción in rem verso que nace del enriquecimiento sin causa (en
este caso, del acreedor, quien recibió el pago). Finalmente, es de destacar que re-
sulta indiferente que el pago efectuado por el tercero sea a nombre propio o a
nombredel deudor (en cualquier caso habría subrogación legal del pago), yquees
necesario que el tercero pague la deuda ajena a sabiendas de ello, ya que de otro
modo, podríamos encontrarnos frente a un acto anulable por error, en donde se
tornaría procedente la repetición de tercero contra el acreedor por lo que entregó
en carácter de pago.
111 - A favor del tercero interesado que paga con la oposición del deudor
El tercero interesado, tal como lo defineel art. 881, in fine del CCCN,es aquel "a
quien e l incumplimiento del deudor puede causar un menoscabo patrimonial, y
puede pagar contra la oposición individual o conjunta delacreedory deldeudor".
Al respecto, el pago efectuado por el tercero no reviste el carácter de cumplimien-
tode laobligación (cfr. art.882, CCCN),sinoquesolamenteatravésdeéI sedasatis-
facción al interés del acreedor, quien queda de tal modo desinteresado. Como
hemos visto precedentemente, en el caso de los terceros interesados ellos poseen
el iussolvendi o derecho de pagar, y pueden efectuar el pago aún contra la volun-
tad del deudor y del acreedor, y recurrir inclusiveal pago por consignación ante la
negativa del accipiensa recibírselo.
sante. Este supuesto de pago a través de subrogación legal, reconoce como ante-
cedenteel Derecho francés antiguo, y se funda en que si el heredero puede poseer
interés en efectuar el pago para evitar la venta de bienes pertenecientes al acervo
sucesorio, con lo cual intentará que se sumen gastos (como los de ejecución y ven-
ta) que menoscaben el patrimonio del causante.
2 - Subrogación convencional
Tendrá lugar cuando así se conviene entre quien paga y el acreedor, o bien con
el deudor; a saber:
1 - Subrogación por el acreedor
Este supuesto de subrogación convencional constituye una facultad del acree-
dor, ya que este, si bien estáobligadoa recibir el pago efectuado por un tercero, no
está compelido a subrogarlo en sus derechos, como lo establece el art. 916 del
CCCN, que determina expresamente una prerrogativa del accipiens en tal sentido
al normar que "elacreedorpuede subrogar en sus derechos a l tercero que paga ".
El art. 917 del CCCN, establece los requisitos necesarios para que pueda llevarse
a cabo este tipo de subrogación:
- Que tanto e l préstamo como e l pago consten en instrumentos con fecha
cierta anterior. Resulta totalmente lógica esta exigencia, puesto que de no
ser así, no podría nunca el prestamista hacer valer su derecho frente a otros
acreedores que pudiera tener el deudor.
- Que en e l recibo conste que los fondospertenecen alsubrogado. Ello resul-
ta esencial para que se pueda configurar la subrogación, ya que si se expide
el recibo y nadasealega al respecto, podría interpretarseque losfondosen-
tregados por el deudor al acreedor constituyen lisa y llanamente un pago.
- Que en el instrumento del préstamo conste que con ese dinero se cumplirá
la obligación deldeudor. Este recaudo legal resulta fundamental a los fines
de acreditar detal modo la relación causal existente entre el préstamo efec-
tuado por el tercero y la afectación de dicho dinero al pago de la deuda.
A) El pago por subrogación produce la transmisión del crédito a favor del ter-
cero subrogante, comprendiendo dicho traspaso: a) todos los derechos que tenía
en antiguo acreedor inherentes al crédito transmitido (v. gr. privilegios, intereses,
garantía de evicción, etcétera); b) todas la accionesque le correspondían al acree-
dor desinteresado (v. gr. rescisión o resolución contractual, acción revocatoria, et-
cétera); y c) todas las garantías del crédito (hipotecas, prendas, derecho de reten-
ción, etcétera).
Por ello, resulta de una claridad meridiana lo dispuesto en el art. 918 del CCCN,
cuando al referirsea los efectosdel instituto, determina: "Elpagoporsubrogación
transmite a l tercero todos los derechosy acciones del acreedor, y los accesorios del
crédito. El tercero subrogante mantiene las acciones contra los coobligados, fia-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Ello así, puesto quetodo medio extintivo presupone una obligación (dedar, de
hacer o de no hacer) que le sirva de causa. Sin este requisito, cualquier prestación
ejecutada en esas condiciones constituiría un pago indebido.
4 - Intención de pago
5 - Capacidad
bJ Requisitospara su procedencia
Son varios los elementos o requisitos que se deben configurar para que resulte
procedente la dación en pago. Ellos son:
CARLOS A . CALVO COSTA
C) Naturalezajurídica
2 - Novación objetiva
Otros autores sostienen que la dación en pago constituye una novación objeti-
va, toda vez que el acreedor es quien presta su conformidad en que se reemplace
la prestación originariamente debida por otra distinta, y esta última es cumplida
por el deudor con la finalidad deextinguir su deuda (Lafaille, Greco). Lascríticasque
se le efectúan a esta postura radican en que la voluntad de las partes no está diri-
gida a novar sino únicamente a extinguir la obligación preexistente(B0rda).
4 - Convención liberatoria
Una doctrina más moderna ha sostenido que la dación en pago es solo un con-
tratosolutorio, puestoque no provoca ningún cambioen laobligación, laque per-
manece inalterada hasta el momento preciso de su extinción (Borda,Cazeaux,Trigo
Represas).
5 - Nuestra postura
Por nuestra parte, estimamos que debemos concebir a la dación en pago como
una figura compleja, en donde coexisten elementos de la novación y del pago. En
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
1 - Efectos
En primer lugar es de destacar que la dación en pago, trae aparejados los efec-
tos del pago, extinguiendo la obligación preexistente y liberando al deudor.
Pero, en segundo lugar, la dación en pago produce efectos especiales propios
en razón de su particular naturaleza jurídica, los que varían según cuál sea la natu-
raleza de la prestación que es realizada en reemplazo de la originariamente con-
venida. En consecuencia, se aplicarán diferentes normas legales según sea la pres-
tación cumplida. Esto surge claramente de la primera parte del art. 943 del CCCN,
en cuanto dispone que: "La dación en pago se rigepor las disposiciones aplicables
alcontrato con elque tenga mayorafinidad". Mencionaremos algunossupuestos:
2 - Reglasaplicables
1 - Dación en pago de un crédito
Si lo que se entrega en cambio de la prestación originaria es un crédito a favor
del deudor, regirán las normas de la cesión de derechos. Así lo establecía el art. 780
del derogado CC, y resulta razonablequeasísea. En razón deello: a)eldeudor res-
ponde por la existencia y legitimidad del crédito queentrega; b) la extinción de la
obligación operará solo anteel cobro efectivo del crédito cedido, evitándosedetal
modo que se perjudique al acreedor ante la insolvencia de quien cedió el crédito.
deudor que efectúa la dación en pago mediante la entrega de una cosa, responderá
por evicción y vicios redhibitorios, excepto pacto expreso y sin perjuicio deterceros.
5 39. Novación
a j Concepto. Análisis de la definición del Código Civil y Comercial
lo dispone expresamente el art. 933 del CCCN: "La novación es la extinción de una
obligación por la creación de otra nueva, destinada a reemplazarla".
El Código Civil derogado, definía al instituto como la "transformación de una
obligación en otra", lo cual fue objeto de muchas críticas doctrinarias y jurispru-
denciales, y condujoa la comunidad jurídicaa efectuar un sinnúmerodeaclaracio-
nes. Esta definición -tomada de la obra de Aubry - Rau- había recibido críticas de
un importante sector de la doctrina, tanto extranjera (Maynz, Josserand, Planiol,
~ i ~ e como
r t ) nacional (Colmo, Borda, Cazeaux, ~ i z a r k )puestoqueel
, términotrans-
formación resultaba equívoco. Algunosde lostratadistasclásicoscomoSalvat,afin
de poner a salvo la definición deVélez Sarsfield, afirmaban que la palabra "trans-
formación" estaba tomada en el derogado art. 801 en el sentido de sustitución,
cambio o reemplazo de una obligación por otra, resultando indispensable para
que exista novación que la nueva obligación contenga un elemento nuevo con
relación a la anterior.
Afortunadamente, con la clara redacción del actual art. 933 del CCCN, se han
difumado todas esas cuestiones interpretativas, y el nuevo texto -con meridiana
claridad- no deja duda alguna del concepto de novación.
Estimamos importante destacar que la extinción de la obligación primitiva no
es solo el efecto del nacimientode la nueva obligación llamada asustituirla, sino su
causa, de modo tal que nacimiento y extinción se condicionan recíprocamente, al
puntoquela nueva obligación nose producesi la primitiva era nula, yviceversa: se
extingue la obligación primitiva porque nace la nueva, pero la razón de ser del
nacimiento de esta última consiste en extinguir la anterior y ocupar su sitio.
6) Antecedentes históricos
El primer antecedente serio de la novación lo encontramosen el Derecho roma-
no, especialmente plasmada en el Digesto a través de una definición de Ulpiano:
~ N o v a t i oestprioris debiti in aliam obligationem, ve1civilem ve1naturalem, trans-
fusio atque translatio~(Libro 46, Título 2, Ley la, proemio). Es decir, para los roma-
nos, la novación era la sustitución de una obligación primitiva por otra o transpo-
sición del contenido de una primitiva en otra nueva. A partir del Derecho clásico, la
novación presentó dos características esenciales: el objeto de la obligación nueva
debía ser siempre el mismo de la obligación anterior; por ende, esa transfusión o
traslación debía ser un hecho real y positivoen el sentidodequeel objeto de la obli-
gación primitiva debía ser trasladado a la nueva obligación; y se transformó en un
acto formal, de modo tal que la misma operaba por el simple hecho que las partes
utilizaran la fórmula indicada a tal fin, aun cuando ellas no hubieran pensado en
una novación al momento de efectuarla. Algunos autores refieren que la nova-
ción, más que ser una institución, era un efecto jurídico: la institución era la stipu-
latio idquod, conteniendo en su estructuraaliquidnovi, y por objeto el idem debi-
tum, y producía como efecto automático y en cierta medida abstracto la "extin-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
-
Algunos autores modernos (Pizarro Vallespinos) mencionan como elemento
esencial de la novación a la diferencia que debe existir entre la obligación primiti-
va y la nueva, puesto que de otro modo habría un reconocimiento de deuda y no
una verdadera novación.
Nos referiremosa continuación, a cada uno deellos.
11 - Obligacionescondicionales
Puede ocurrir que la nueva obligación hubiese sido contraída bajo condición
suspensiva, y el hecho condicionante fracase; o, bien, que estuviera afectada por
una condición resolutoriay el hechocondicionantesecumpla. En amboscasos, cla-
ro está, como lo dispone el citado art. 939 del CCCN, no se configurará novación
alguna, y ello dejará subsistente la obligación primitiva. Ellonoesmásqueunacer-
tificación de la necesidad de la existencia y efectividad de la nueva obligación para
que pueda configurarse la novación. Sin embargo, en razón del principio deauto-
nomía de lavoluntad de las partes-que no afecte el orden público-, estimamos
que nada obstaculiza que las partes puedan acordar tener por definitiva una obli-
gación condicional.
CARLOS A . CALVO COSTA
presa o tácita: será expresa cuando las partes claramente manifiestan su intención
de novar; será tácita, por el contrario, cuando la existencia de la nueva obligación
primitiva sea totalmente incompatiblecon la existencia de la obligación primitiva.
Ejemplo:
Creemos importantedestacarelporqué la novación no puede presumirse.Si una per-
sona "A" le debe a otra persona "B" una cantidad " X de dinero, y luego esa misma
persona "A" también se constituyeen deudor de "B" por la entrega de una cosa, no
se puede ni se debe presumir que esta segunda obligaciónsustituyó a la primera en
razón de novación, porque puede tratarse de dos obligaciones distintas y perfecta-
mente compatibles en cuanto a su existencia y que obedezcan a causas diferentes,
aun cuando los sujetos (deudory acreedor) sean los mismosen una y otra obligación.
dj Clases de novación
1 - Novación objetiva
Asimismo, existirá de igual modo novación cuando una obligación de dar cosa
cierta se convierta en una dedar sumasdedinero, osi una obligación pura y simple
se convierta en una obligación alternativa.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
lector, la norma -al prever este supuesto- impone como requisito esencial para
que se produzca, el consentimiento del acreedor. Ello resulta totalmente lógico y
razonable, toda vez que al liberar al deudor primitivo, el acreedor está renuncian-
do al derecho que tenía contra él, lo que repercute en su patrimonio. Si se prescin-
diera de la conformidad del acreedor, podría ocurrir que el deudor traspasara su
deuda a un nuevo deudor insolvente, lo cual acarrearía un grave perjuicio patri-
monial al accipiens. Además, al producirse la extinción de la obligación primitiva y
el nacimiento de una nueva, si aquella estuviera garantizada por un fiador, esta
fianza también se extinguiría, ya que al ser accesoria, correría idéntica suerte que
la principal extinguida. Por ende, acierta el legislador al exigir el consentimiento
del acreedor para que pueda operar un cambio dedeudor.
Asimismo, aunque el texto no distinga al respecto, se puede dar el cambio de
deudor en una obligación dedos modos bien diferenciados: por iniciativa del deu-
dor primitivo, quien ofrece al acreedor un nuevo deudor en su lugar (que el dero-
gado Código Civil denominaba delegación); o por iniciativa de un tercero, quien se
ofreceal acreedortomar a su cargo la obligación del deudor primitivo (conocida en
el antiguo códigocomoexprornisión).En amboscasos, existelaextinción de la obli-
gación primitiva y el nacimiento de una nueva obligación.
l. 1 - Delegación
1.2 - Expromisión
Por otra parte, la otra posibilidad de novación por cambio de deudor, es la que
el código derogado denominaba expromisión. Es la operación en virtud de la cual
un tercero, mediante un acuerdo celebrado con el acreedor, se obliga a satisfacer
la deuda que mantiene con este el deudor primitivo, quien de ese modo quedará
liberado respecto de la obligación originaria. Ella, si bien no está legislada expre-
samente en el Código Civil y Comercial, reconoce como antecedente el art. 815 del
CCdeVélez Sarsfield que si la contemplaba, al disponer que podía hacerse la nova-
ción por otro deudor que sustituya al primero, ignorándolo este, si el acreedor
declara expresamente que desobliga al deudor precedente, y siempre que el
segundo no adquiera subrogación legal en el crédito.
Pero para que dicha modificación en la persona del deudor sea de carácter no-
vatoria, además de los requisitos propiosde la novación, deben configurarse los si-
guientes extremos:
a) Que el acuerdo entre el tercero y el acreedor se realice con total prescin-
dencia de la voluntad del deudor primitivo; estimamosque no hace falta la
ignorancia total del acuerdo por parte deeste último sino la indiferencia ha-
cia la realización del acto, sin brindar al respecto su consentimiento u opo-
sición. Ello así, puesto que si hubiera voluntad del deudor primitivo estaría-
mos frente a una delegatio, razón por la cual para que exista novación bas-
ta el acuerdo entre el acreedor y el tercero. Algunos autores, como SALVAT,
establecen que la novación por vía de expromisión puede tener lugar aún
contra la voluntad del deudor, puesto que ella produce la extinción de la
obligación primitiva, asemejándose bajo este aspecto al pago, el cual pue-
deser hecho por un tercero contra lavoluntad del deudor.
b) Que el acreedor declare expresamentesu voluntad de desobligar al deudor
primitivo. Si ello no ocurre, no existiría novación alguna, toda vez que la
obligación primitiva quedaría subsistente, agregándose a ella la concebida
entre el tercero y el acreedor; sin la liberación del deudor primitivo, el nue-
vo acuerdo reviste el carácter de asunción de deudas pero no de novación.
Debequedar claro, asimismo, que unavezocurrida la liberación del antiguo
deudor, este queda totalmente afuera de la nueva relación jurídica, razón
por la cual ante la insolvencia del nuevo deudor no renace el derecho del
acreedor a reclamar la deuda al deudor primitivo, puesto que ello importa-
ría una revocación unilateral de la novación ya consumada.
Dispone el art. 937 del CCCN: "La novación por cambio de acreedor requiere e l
consentimiento del deudor. Si este consentimiento no es prestado, hay cesión de
crédito".
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
fJ Efectos de la novación
Este efecto de la novación emana en forma clara del art. 940 del CCCN, que en
su primera parte dispone: "La novación extingue la obligación originaria con sus
accesorios ...". Resulta lógica la extinción de los accesorios, puesto que ello es una
consecuencia natural desu carácter, ya queextinguida la deuda principal susacce-
sorios no pueden correr otra suerte distinta (arg. arts. 856 y 857, CCCN). Se consi-
deran accesoriosde la obligación principal: los privilegios, los interesesdebidos, las
garantías reales y personales, etcétera.
En cuanto a la mora -tanto del deudor como del acreedor-, como consecuen-
cia de la extinción de la obligación principal y su sustitución por una nueva, la mis-
ma queda purgada; aunque no existe una norma que expresamente así lo estipu-
le, por aplicación de los principios generales de la novación, no puede existir otro
tipo de solución al respecto.
Ejemplo:
A modo de ejemplo podemos enunciar el siguiente caso: "A" es acreedor de "B" por
la suma de $200.000, y al mismo tiempo es deudor de "C" por idéntica suma. Al no
poder abonarle a "C" la suma adeudada, "A" le ofrece que lo sustituya en su crédito
contra "B".Si "C" aceptara, esta operación podría hacersededos manerasdiferentes:
1) Sin el consentimiento de "B", resultando ser en tal caso la operación entre "A" y
"C" una cesión decréditos; o, 2) Conel consentimiento de "B", configurándosedetal
modo la novación por cambio de acreedor, extinguiéndose el crédito de "C" contra
"A" y creándose en su reemplazo una nueva obligación de "C" respecto de "B".
En ambos casos, sin embargo, los efectos serán distintos. Hemos ya tratado esta
cuestión al referirnos a la cesión decréditosen el Capítulo IV, al cual remitimos.
Es decir, para que exista novación subjetiva por cambio de acreedor, se deben
dar dos requisitos sustanciales: la sustitución de un acreedor por otro; y que dicha
sustitución se haga con el consentimiento del deudor, el que puede ser brindado en
forma expresa o tácita, ya que la ley no impone ninguna exigencia en tal sentido.
Recordemosque en la cesión de créditos, únicamente eran partes del acto juri-
dico el cedente y el cesionario, sin que el deudor cedido fuera llamado a prestar
conformidad o aceptación alguna (véanse art. 1614 y SS., CCCN). En razón de ello,
resulta lógico lo dispuesto por el codificador en la parte final del art. 937 del CCCN
transcrito precedentemente.
tituido haya sido incapaz de contratar por hallarse fallido, ya que, en tal
caso, la novación no se ha producido, y el acreedor tiene el derecho devol-
ver contra el deudor primitivo.
5 40. Transacción
a) Concepto
g) Novación legal
Una de las innovaciones más relevantes que ha introducido el Código Civil y Co-
mercial en el ordenamiento jurídico nacional, es la inclusión de la novación legal.
Ello así, puesto que en el derogado Código Civil deVélez Sarsfield solo se había re-
gulado a la novación convencional, sin perjuicio de que en la doctrina y en la juris-
prudencia se habían admitido la existencia de novaciones ocasionadas por imperio
de la ley y con abstracción de si estaban dadas las condiciones para que la primera
se consumara (esdecir,quesetratarádemeros hechosextintivosen losquesepres-
cinde del requisito esencial del animus novandi o intención de novar). El Código
Civil y Comercial la ha regulado ahora expresamente en el art. 941, en cuanto dis-
pone: "Novación legal. las disposicionesde esta sección se aplican supletoriamen-
te cuando la novación se produce por disposición de la ley".
En el ordenamiento jurídico nacional, uno de los supuestos más emblemáticos
de novación legal surge de Ley de Concursos y Quiebras 24.522, que en su art. 55
dispone que el acuerdo homologado "importa la novación de todaslas obligacio-
nes con origen o causa anterior al concurso". En razón de ello, es indudable el
acuerdo homologado en el marco del proceso extingue las obligaciones primitivas
que tenía el concursado con losacreedores y lassustituye por otras nuevasquesub-
sisten, incluso, en caso de incumplimiento y ulterior declaración de quiebra. De tal
modo, el acuerdo homologado opera como causa fuente de las nuevas obligacio-
nes y determina sus características (Azar, Carestia).
También puede mencionarse como otro supuesto de novación legal a la conso-
lidación de las deudas del Estado. Ello así, puesto que el art. 17 de la ley 23.982 dis-
pone que "la consolidación legaldelpasivo público implica la novación de la obli-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
c) Requisitos
d) Naturaleza jurídica
Algunos autores clásicos (Salvat, Borda, Llambías, entre otros) y algunos con-
-
temporáneos (Alterini, Mosset Iturraspe, Pizarro Vallespinos), propiciaron que la
transacción es un contrato -postura que también compartimos y que ha sido
adoptada por el Códigocivil y Comercial en su art. 1641-, aprehendidoesteen un
sentido amplio, abarcativo de todos los actos que persiguen la finalidad expuesta
en el art. 259 del CCCN: adquirir, modificar, o extinguir obligaciones.
Otros, sin embargo, afirman que se trata de una convención liberatoria pero no
de un contrato (Trigo Represas, Lafaille, Colmo), y que, a tenor de lo que emanaba
de la letra del derogado art. 832 del CCdeVélez Sarsfield setrata de un acto jurídi-
co bilateral; se establece, en este sentido, que así como el contrato es fuente de
obligaciones, la transacción -por regla general- persigue su extinción mas no su
nacimiento.
Algunos autores extranjeros (Carnelutti), ven en la transacción dos negocios co-
ligados entre sí: la renuncia y el reconocimiento, pero -sin embargo- no logran
desestimar la postura que la erige como un acto jurídico bilateral.
e) Caracteres
1 - Consensual
Ella nace solamente por el consentimiento de las partes, quienes deciden extin-
guir-a travésde dicho acuerdo-obligaciones litigiosaso dudosas.
2 - Bilateral
Ello así, toda vez que ambas partes quedan obligadas mediante obligaciones
principalesinterdependientesentresí. No podemossoslayar, además, quea través
de la transacción cada una de las partes firmantes del acuerdo efectúa una conce-
sión si con ella -a cambio-obtiene el reconocimiento y el afianzamiento del res-
t o de su derecho originariamente litigioso o dudoso. De allí que se reconozca a la
transacción como una convención destinada a prevenir controversiasfuturas, que
involucra la declaración y el reconocimiento de derechos de las partesque la cele-
bran, a cambio del sacrificio de una porción de sus pretensiones originarias que
ellastambién realizan mutuamente.
3 - Onerosa
transacción: las concesiones recíprocas" (López Mesa). De allí que uno de los carac-
teres principales del acto transaccional sea su onerosidad.
4 - De interpretación restringida
El art. 1642 del CCCN dispone en su parte final que la transacción "es de inter-
pretación restrictiva". En razón de ello, en caso deduda respecto a si ha existido o
notransacción, deberá estarse por la negativa;^ si la incertidumbreestá referidaal
límite cuantitativo de las concesiones recibidas, siempre habrá de estarse por el
más acotado. Por ende, la interpretación restrictiva es una directiva hacia el intér-
prete de la transacción para que deba ajustarse con rigidez a los términos utiliza-
dos por las partes para declarar suvoluntad detransigir. Nodebemossoslayar que,
toda vez que en las concesiones recíprocas propias de la transacción se encuentran
comprendidas renuncias de derechos que efectúan las partes del acto, lo dispues-
t o en el art. 1642 del CCCN guarda concordancia con lo dispuesto en el art. 948 del
CCCN, en cuando establecetambién la interpretación restrictiva para losactosque
impliquen renuncia.
fl Forma y prueba
Dispone el art. 1643 del CCCN en cuanto a la forma que: "La transacción debe
hacerse por escrito. Si recae sobre derechos litigiosos solo es eficaz a partir de la
presentación del instrumento firmado p o r los interesados ante eljuez en que tra-
mita la causa. Mientras el instrumento no sea presentado, laspartespueden desis-
tirde ella". Por ende, podemos afirmar que la transacción es un contrato formal,
ya que es la ley la que le impone la forma escrita para su validez y eficacia (cfr. art.
1015, CCCN).
No obstante esta directiva general, existen otras normas en particular que exi-
gen imposición de otros recaudosen materia deformay prueba para la transacción:
- Si la transacción es judicial, esdecir, si recae sobre derechos litigiosos, es ne-
cesaria la presentación del instrumento ante el juez donde tramita la causa
para que sea eficaz, como lo dispone el art. 1643 del CCCN precitado. Por
ende, hay que incorporar el instrumentoal expediente judicial, aunque na-
da se establece en la norma respecto de la necesidad o no de una homolo-
gación por parte del magistrado (aclaramos esto, puesto que-como anali-
zaremos posteriormente- lo dispuesto en el art. 1642 del CCCN pareciera
estar referido solamente a la transacción extrajudicial).
- Si la transacción es efectuada sobre derechos litigiosos o dudosos respecto
de bienes inmuebles, a la forma escrita se le agrega la exigencia de ser for-
malizada en escritura pública. Así lo disponeel art. 1017 del CCCN, en cuan-
t o determina que: "Deben ser otorgados por escritura pública (...) b) los
CARLOS A . CALVO COSTA
gj Clases de transacción
1 - Transacciónjudicial y extrajudicial
compensa a una de las partes con bienes extraños a los derechos en disputa (v. gr.,
una de las partes cede sus derechos de propiedad en litigio a cambio de una suma
de dinero).
el albacea carece legitimación para efectuar una transacción, por lo cual pa-
ra llevarla a cabo requerirá de una autorización judicial previa. Caso con-
trario, el acto quecelebre en contradicción a la prohibición legal, será nulo.
2 - Efectodeclarativo
A través de la transacción no se transmiten derechos, sino tan solo se los decla-
ra o reconoce. En consecuencia, queda claro que el efecto declarativo de la tran-
sacción provoca que al reconocer el derecho de la otra parte uno de los transigen-
tes no está transmitiendo derecho alguno, sino solo reconociendo la preexistencia
de dicho derecho en cabeza de quien lo tiene plenamente reconocido luego de
efectuada la transacción.
Asimismo, es importante mencionar que la declaración o reconocimiento de
esos derechos no obliga al que lo hacea garantirlos, ni le impone responsabilidad
alguna en casodeevicción (arts. 1044y 1045, CCCN),dadoqueesto último solo pue-
de caber en cabeza de quien transmite un derecho, cosa que no ocurre en la tran-
sacción, como dijimos precedentemente. Sin embargo, debemos aclarar que este
efecto declarativo reconoce como excepción el supuesto de que una parte hubiera
transferido a la otra alguna cosa como suya en la transacción, y luego el poseedor
de ella fuera vencido en juicio: en tal caso, quien haya transferido la cosa quedará
obligado al pago de una indemnización por pérdidae intereses, aunque laevicción
sucedida no hará revivir la obligación extinguida en razón de la transacción.
3 - Efectoextintivo
La transacción, pese a hallarse tratada metodológicamente en el capítulo refe-
rido a los contratos especiales, es un modo de extinción de las obligaciones, por lo
cual extingue los derechos y obligaciones que las partes hubiesen renunciado, in-
cluyendo también los accesorios y garantías de ellos (cfr. art. 857, CCCN). Se des-
prende con total claridad, pues, que la transacción tiene para las partes la autori-
dad de la cosa juzgada, por lo cual queda asimilado-en cuanto a ello-a los mis-
mos efectos de una sentencia judicial. De tal modo, una vez que la transacción se
ha tornado eficaz, los derechos y obligaciones que han sido objeto de ella son
extinguidos.
4 - Efectovinculante
Al ser un contrato -en sentido amplio, como hemos advertido anteriormen-
te-, la transacción obliga a las partesque la han realizado (cfr. art. 959, CCCN),por
lo cual ambasquedanvinculadasjurídicamente, acordandoacada uno de los tran-
sigentes la facultad de exigir al otro el cumplimiento de lo convenido en el acto
transaccional. Por ello, en casode incumplimiento resultan aplicableslasreglasge-
nerales en materia de mora, extensión del resarcimiento, pacto comisorio, cláusu-
las penales pactadas, etcétera (Wierzba). Las limitaciones que presenta la transac-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
bJ Naturalezajurídica
Si bien no se cuestiona que la renuncia es un acto jurídico (art. 259, CCCN), por
lo cual esvoluntario, lícito y posee la finalidad inmediata de aniquilar derechos, se
ha controvertido el carácter bilateral o unilateral del mismo.
Muchos autores le asignan el carácter de acto jurídico bilateral toda vez que la
renuncia puede ser retractada hasta tanto no haya sido aceptada por la persona en
favor de la cual se hubiese efectuado (Salvat. Galli, DeGásperi, Morello) según lo dis-
pone el art. 947 del CCCN; en razón de ello, hasta que no sea efectuada la acepta-
ción ella no produce efectosjurídicos. Ello emana del art. 946 del CCCN queestable-
ce: "La aceptación de la renuncia por el beneficiario causa la extinción delderecho".
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Según nuestro parecer, por el contrario, al igual que lo sostienen otros autores
-
(Colmo, Lafaille, Borda, Cazeaux-Trigo Represas-Alterini -Ameal LópezCabana, Piza-
rm,Vallespinos, entre otros), la renuncia es un acto jurídico unilateral, puesto que
solo requiere para lograr su eficaciade lavoluntad del acreedor. Elloasítodavezque
la aceptación a que se refiere el art. 946 del CCCN no hace a la existencia misma de
la renuncia sino a su irrevocabilidad; unavezaceptada, dejafirmesusefectos.Ade-
más, nada impide que el acreedor pueda abstenerse por su sola voluntad de recla-
mar el pago de la deuda y posibilitar asíque se opere la prescripción (renuncia táci-
ta) o desprenderse manifiestamente del derecho (renuncia expresa). Con mayor cla-
ridad puede apreciarseel carácter unilateral de la renuncia cuando ella es efectua-
da contra un deudor indeterminado. Finalmente, cuando la renuncia aparececomo
onerosa (fruto de un acuerdo entre partes), estaremos en presencia de un contrato
oneroso (v. gr., cesión de derechos, etcétera) pero no propiamentede una renuncia.
CJ Caracteres
Ello así, puesto que no está sujeta a ninguna forma exterior, por lo cual se rige
por el principio de la libertad de las formas pudiendo exteriorizarse de cualquier
manera, ya sea verbal o escrita, "aun cuando se refiera a derechos que constan en
un instrumentopúblico"(dr. art. 949, CCCN). En consecuencia, se admitetodotipo
de medio probatorioafin deacreditar su existencia, aun cuando su apreciación sea
restrictiva, como lo veremos seguidamente. Este principio, reconoce como excep-
ción aquelloscasosen los que la ley exige la realización de la renuncia en escritura
pública (cfr. arts. 969 y 1017, CCCN).
En esto resulta contundente el texto del art. 948 del CCCN que establece que:
"La voluntad de renunciar no se presume, y la interpretación de los actos queper-
CARLOS A . CALVO COSTA
ción es que, al igual que en el resto de los contratos, no puede ser oponible a ter-
ceros, alcanzando únicamentesus efectos a las partes y a sus herederos y sucesores
universales.
kj Ineficacia de la transacción.
Supuestos de nulidad
miten inducirla es restrictiva". Ello quiere decir que en caso de duda respecto a la
existencia o no de la renuncia, habrá de estarse siempre en favor de la perdurabili-
dad del derecho. En tal sentido, para que una renuncia pueda ser admitida como
efectuada en forma tácita, tal circunstancia debe emanar en forma clara e indubi-
tablede la conducta del renunciante.
5 - Acto retractable
d) Especies
La renuncia puede efectuarse por actos entre vivos o por disposiciones de últi-
ma voluntad (mortis causa), constituyendo en este último caso un legado de libe-
ración (cfr. art. 2505, CCCN).
También, según surgedel propio articuladodel Códigocivil, la renuncia puede
ser gratuita u onerosa (art. 945, CCCN). Es gratuita cuando quien abdica -que
debe poseer capacidad para donar- no recibe contraprestación alguna en su
favor, constituyendo pues una liberalidad; mientras que será onerosa cuando es
realizada a cambio de un precio o prestación cualquiera, resultándoles aplicables
en este caso las normasque rigen loscontratosonerosos (art. 967, CCCN).
e) Elementos
1 - Capacidad
De ser una renuncia gratuita, el art. 945 del CCCN establece que solo puede ser
hecha por quien tiene capacidad para efectuar o recibir donaciones, según se tra-
te del renunciante o del deudor favorecido con la abdicación del derecho. Estarán
imposibilitadosde renunciar, pues, quienes no poseen tal capacidad de hecho para
donar
En caso de ser una renuncia onerosa, también regirá el art. 945 del CCCN en
cuanto dispone que "si la renuncia se hacepor un precio, o a cambio de una ven-
taja cualquiera, es regida p o r los principios de los contratos onerosos". Asimis-
mo, si se renuncian derechos litigiosos o dudosos se aplicarán las normas que
regulan la transacción en materia de capacidad para transigir (arts. 1641 a 1648,
CCCN).
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
2 - Objeto
3 - Forma
fJ Efectos. Retractación
Corresponde analizar los efectos de la renuncia y también la situación creada
cuando media retractación de ella.
a) La renuncia extingue el crédito con todos sus accesorios y garantías ( art.
946, CCCN), una vez que es aceptada por el beneficiario. Ella solo produce
efectos entre partes, no pudiendo perjudicar a terceros, pudiendo estos
últimos -si ello ocurriera- interponer la acción de inoponibilidad de los
actoscelebrados por susdeudoresen fraudea sus derechos (art. 338, CCCN).
b) En cuanto a la retractación, el art. 947 del CCCN dispone que: "La renuncia
puede ser retractada mientras no haya sido aceptada, quedando a salvo los
derechos adquiridospor terceros". Esta retractación, al igual que la renun-
cia, también puede ser expresa o tácita: en el primer caso, quien ha renun-
ciado lecomunica al deudor la revocación de la renuncia; en cambio, habrá
retractación tácita cuando la conducta del renunciante denote la realiza-
ción de actos incompatiblescon la intención de renunciar.
La retractación de la renuncia no puede afectar losderechos adquiridos por
CARLOS A . CALVO COSTA
tercerosa raízdeella, desdeel momento en que tuvo lugar (v. gr., losfiado-
res, avalistas o acreedores del deudor que han embargado, con posteriori-
dad a la renuncia, el bien objeto de la prestación).
bJ Naturalezajurídica
Los requisitos de la remisión de deudas, son los mismos exigidos para la renun-
cia. En consecuencia, lo expresado anteriormente respecto de la capacidad, obje-
to, yprueba en la renuncia, resulta aplicable de idéntico modo en materia de remi-
sión de deudas.
Sin embargo, daremos expreso tratamiento a la forma en que se puede realizar
la remisión, puesto que ella posee características particulares.
La remisión es un acto no formal, primandoel principio general de la libertad en
tal sentido (arg. art. 948, CCCN). En consecuencia, dicho acto extintivo se puede
efectuar de diferentes maneras:
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
El art. 954 del CCCN establece que: "La restitución aldeudor de la cosa dada en
prenda causa solo la remisión de la prenda, pero no la remisión de la deuda ".
La solución legal resulta razonable toda vez que la prenda es un accesorio de la
obligación; en consecuencia, el hecho de que el acreedor efectúe la renuncia a ese
derecho real de garantía restituyendo la cosa no puede ser interpretada, bajo nin-
gún punto devista, como que se ha remitido la deuda principal; y más aún, cuando
la remisión debe ser apreciada con criterio restrictivo. Es más, estimamos, como lo
hacíael art. 887 del CCdeVélez Sarsfield, que la existencia de la prenda en poder del
deudor genera la presunción iuris tantum de que ella ha sido devuelta en forma
voluntaria, lo cual podrá ser desvirtuado por la prueba en contrario del acreedor.
5 43. Compensación
a) Concepto
1 - Remisión expresa
2 - Remisión tácita
En cambio, la remisión tácita es la que puede inducirsede ciertos actos del acree-
dor que denotan, sin dejar duda alguna, su voluntad en tal sentido. Nuestro Códi-
go Civil y Comercial se refierea distintos supuestos que configuran remisión tácita.
Dispone el art. 950 del CCCN que: "Se considera remitida la deuda, excepto
prueba en contrario, cuando el acreedor entrega voluntariamente a l deudor el
documento original en que consta la deuda ...". En este supuesto, se configura la
remisión mediante la entrega al deudor por parte del acreedor del título de la deu-
da (pagaré, letra de cambio, cheque, etcétera). Para que la remisión pueda confi-
gurarse en este caso, resultará necesario: que lo dado sea el documento original;
que la entrega sea efectuada por el acreedor al deudor en forma voluntaria; y que
el deudor no alegue haber pagado.
Determina También el art. 950 del CCCN que "... Sieldocumento es un instru-
mento protocolizado y su testimonio o copia se halla en poder del deudor sin ano-
tación delpago o remisión, y tampoco consta elpago o la remisión en eldocumen-
to original, el deudor debe probar que e l acreedor le entregó e l testimonio de la
copia como remisión de la deuda". Resulta lógica la solución legal, toda vez que en
ambos casos lo único que podrá tener el deudor en su poder será una copia del
documento original; en dicho caso, no se puede presumir la liberación del obliga-
do por el solo hecho de tener el instrumento en su poder, ya que el acreedor siem-
pre puede obtener un segundo testimonio en caso de pérdida del primero.
d) Efectos
El efecto principal y por excelencia de la remisión de deudas es la extinción del
crédito con todos sus accesorios y garantías (arts. 946 y 952, CCCN),y, como efecto
508 CARLOS A . CALVO COSTA
Ejemplo:
Es dedestacar que si "A" ledebe $5.000 a "E" a raízde un préstamo dedinero por esa
cantidad que este le efectuó oportunamente; y si "E" le adeuda a "A" idéntica canti-
dad por la compra de un televisor, resulta innecesario que " A le entregue a "E" los $
5.000 que le debe en razón del préstamo y este, finalmente, le pague seguidamente
con esos mismos $5.000el televisor que le havendido " A . Es lógico y razonable en este
caso, que ninguno entregue nada al otro y que se consideren saldadas ambas obliga-
ciones. De ser diferentes las cantidades adeudadas por uno y otro, el que debe más
deberá pagaral otro la diferencia entre lasdossumasqueseadeudan recíprocamente.
b) Fundamentos y funciones
CJ Naturalezajurídica
d) Antecedenteshistóricos
e) Clases de compensación
1 - Compensación legal
libremente, sin que resulte afectado el derecho de terceros". Una vez que ellos se
configuren y acrediten, se producirá el efecto extintivo perseguido.
1 - Condiciones
1.1 - Ambaspartes deben ser deudoras de prestaciones de dar
Cuando el Código Civil y Comercial hace referencia a que los objetos deben ser
homogéneos, alude precisamente a que las prestaciones sean fungibles entre sí y
CARLOS A. CALVO COSTA
Tal como surge de la letra del art. 923, inc. c) del CCCN, para que la compensa-
ción pueda realizarse, los dos créditos (y, por ende, ambasdeudas) deben ser exigi-
bles, es decir, ser susceptibles de poder ser reclamados judicialmente por parte del
acreedor. En consecuencia, no pueden ser compensadas por carecer de este requi-
sito de exigibilidad:
1. Las obligaciones a plazo suspensivo: hasta tanto no opere su vencimiento,
ya queel acreedor notieneel derecho de exigir el pago de la obligación has-
ta ese momento. En cambio, sí puedeser compensables lasobligacionesso-
metidas a plazos extintivos o resolutorios, siempre que estos se encuentren
pendientes decumplimiento.
2. Las obligaciones condicionales, en tanto estén sometidas a condición sus-
pensiva, puesto que encontrándose pendiente esta, el acreedor no tiene el
derecho de exigir el cumplimiento de la obligación. Hay que hacer una sal-
vedad respecto de lasobligaciones sometidasa condición resolutoria, pues-
t o quesi bien hasta que no se cumpla la condición la obligación tiene plena
existencia y es exigible (y por ende compensable), el cumplimiento del he-
cho condicionante extinguirá la obligación aniquilando el derechodel acree-
dor, por lo cual la compensación -si se ha efectuado- correrá idéntica
suerte, si es que se ha pactado el efecto retroactivo de la condición (cfr. art.
346, CCCN).
También el inc. c) del art. 923 del CCCN determina que para que pueda llevarse
a cabo la compensación, los créditos deben estar libremente disponibles, sin que
resulte afectado el derecho de terceros, lo cual requiere que sus titulares puedan
disponer de ellos sin traba alguna (Cazeaux -Trigo Represas, Salvat, Galli). Se consi-
deran, pues, créditos expeditos, aquellos que están libres de todo estorbo o traba
legal, y por lo tanto pueden disponerse libremente o hacerse efectivos sin afecta-
CARLOS A . CALVO COSTA
Dispone textualmente el art. 539 del CCCN que: "La obligación de prestar ali-
mentos no puede ser compensada, ni e l derecho a reclamarlos o percibirlos, ser
objeto de transacción, renuncia, cesión, gravamen o embargo alguno". En conse-
cuencia, resulta totalmente Iógicay coherente la prohibición dispuesta por el legis-
ladoren el inc. a) del art. 930del CCCN, todavezque laobligación alimentariatien-
de a satisfacer necesidades primordiales que debe quedar fuera del alcance de
cualquier acreedor (Llerena), y ello, claro está, también impide que pueda ser sus-
ceptible de ser compensada.
Aun cuando puedan llegar a ocasionar algún tipo deduda en cuanto a su nece-
saria presencia no son requisitosde la compensación legal, lossiguientes:
a) La capacidad de las partes para dar y recibir pagos. Ello así puesto que la
compensación legal es considerada un hecho jurídico extintivo, que opera
ministerio legis siendo entonces irrelevante todo cuestionamiento respec-
t o a la capacidad de las partes.
CARLOS A . CALVO COSTA
Esta prohibición decompensar está dispuesta en el inc. g) del art. 930 del CCCN.
Sefundamenta esta disposición en la relación de confianza especial que seda en el
depósito irregular (v. gr. que el depositante conceda al depositario el uso de la cosa
dada en depósito), por lo cual quedaría evidenciado un grave abuso si se resistiera
a restituir lo que le fue entregado en depósito (Salvat, ~ a l l i Lacruz
, Berdejo). Sola-
mente seestima laviabilidad de la compensación, si el crédito de la otra parte reco-
nociera también su causa en razón del mismo depósito.
IV - Efectos de la compensaciónlegal
cosa a otra persona y, siendo luego obligadoa restituirla por sentencia judicial, no
puede realizarlo en razón de la destrucción de la cosa (o por haberla enajenado o
consumido). En tal caso, como la restitución no es posible, el despojante debe in-
demnizar al despojado; sin embargo, la ley no permite que el despojante pueda
compensar la obligación de indemnizar con cualquier otrocrédito que pudiere te-
ner, a su vez, contra el despojado perjudicado.
A este supuesto se refiere expresamente el inc. d) del art. 930del CCCN. Estima-
mosqueellotienesu razón de ser en que, deadmitirse la compensación en tal caso,
se estaría perjudicando al resto de los legatarios, beneficiándose únicamente
quien realiza la compensación.
El art. 930 del CCCN dispone en su inc. e) que "no son compensables (...) d) Las
deudasycréditosentre losparticularesy el Estadonacional, provincialo municipal,
cuando.. . ":
1. Las deudas de los particulares provienen del rema te de bienespertenecien-
tes a la Nación, provincia o municipio; de rentas fiscales, contribuciones di-
rectas o indirectas o de otros pagos que deben efectuarse en las aduanas,
como los derechos de almacenaje o depósito. En este inciso, se destaca la
prohibición de compensar las deudas de los particulares con el Estado por
impuestos, en cuyo caso la actuación del Estado escomo poder público y, en
razón de ello, con lo recaudado debe solventar exigencias y necesidadesde
la comunidad.
2. Las deudas y créditos pertenecen a distintos ministerios o departamentos.
Posee idéntica finalidad que el inciso anterior.
3. Los créditos de losparticularesse hallan comprendidos en la consolidación
deacreenciascontra e l Estado dispuestaporley". En estesupuesto, si bien
la deuda podría llegar a ser compensable toda vez que el Estado actúa
como un sujeto de derecho privado, la compensación no puede llevarse a
cabo ya que existen leyes especiales que han determinado la consolidación
de acreencias contra el Estado, y, por ende, debe seguirse el procedimien-
t o establecido en dichas normas para perseguir su cobro. No debemos sos-
layar que la consolidación de deudas es un diferimiento temporal para la
exigibilidad de ciertas deudas, dispuesto por la ley. En razón de ello, si no
es exigible la deuda consolidada contra el Estado, no se produce la com-
pensación.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Asimismo, y en este sentido, son varias las razonesque impiden que la compen-
sación pueda ser declarada deoficio:
- Las partes pueden en forma expresa o tácitamente, acordar excluir la com-
pensación (art. 929, CCCN), resultando este ser un pactoválido quedebeser
respetado por la autoridad judicial.
- Si el juez la declarara de oficio, sin escuchara las partes, correel riesgo de no
conocer si esa obligación fue extinguida con anterioridad por otro medio
extintivo (v. gr., renuncia).
- Al no ser una cuestión deorden público, no existen razonesque habiliten al
jueza imponer su criterio por encima del interésde las partes(Llambías,Piza-
rro -Vallespinos).
Ejemplo:
"A" adeuda a "6" la suma de $300.000, cuya obligación prescribe el 30 de junio del
presente año; si antes de dicha fecha "B" llegara a adeudar a "A" una suma de dine-
ro igual o cualquier otra, la compensación legal se produce y, aunque este le exigiere
posteriormente el pago de la deuda, "B" podría alegar la compensación.
De conformidad con lo dispuesto por el art. 925 del CCCN, y como lo mencioná-
ramos precedentemente, el fiador puedetambién compensar la obligación quese
ha originado con la fianza, tanto con aquello que el acreedor le adeude, como así
también con loscréditosqueel deudor principal tenga contra este. Por ende, pue-
de oponer a la otra parte la compensación de créditos que él tenga personalmen-
te contra el acreedor, como así también los que tenga el deudor principal.
Esta disposición legal, ya había sido cuestionada en la doctrina nacional con an-
terioridad a su sanción, alegándose que el fiador carecía del requisito de la titula-
ridad recíproca del derecho propio, ya que no revestía el carácter de acreedor ni de
deudor. No estamos de acuerdo con ello ya que si bien el fiador se obliga acceso-
riamente por el deudor principal, su obligación con el acreedor es propia, pesea ser
accesoria. En razón de ello estimamos lógica y razonable la solución legal y nos re-
sulta apropiado lo dispuesto en el art. 925 del CCCN, al permitirle al fiador oponer
en compensaciónaquello que este ledebe al accipiens, en la medida de la garantía
otorgada a través de la fianza.
También en la norma se le permite al fiador alegar compensación con funda-
mento en las deudas que el acreedor tenga con el deudor principal; ello también
resulta justificado en un doble sentido: 1) porque resultaría irrazonable que el
acreedor pudiera pretender del fiador algo que no hubiera podidoexigirleal deu-
dor principal; y, 2) porque de tal modo se evitan una sucesión de acciones circula-
res, tales como las que debería iniciar el fiador para exigirle al deudor principal el
reintegro de lo que ha pagado, y este, luego, debería accionar contra el acreedor
que recibió el pago del fiador para intentar cobrar su crédito. Igualmente razona-
ble resulta lo dispuesto en el art. 925 del CCCN, en cuanto determina que "nopue-
de oponer al acreedor la compensación de su deuda con la deuda del acreedor al
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
fiador", ya que en tal caso estaría ausente la reciprocidad de créditos y deudas que
exige la figura de la compensación, puesto que para el deudor principal el fiador es
un tercero.
Puedetambién ocurrir, como lo prevé el art. 926 del CCCN, que el deudortenga
variasdeudascompensablesconel mismo acreedor. Cuandoelloocurre, puedesus-
citarseel inconvenientede no sabera cuál detodasesasdeudasseirnputará la com-
pensación.
El Código Civil y Comercialesclaroen lasolución a adoptar, ya queestableceque
deben aplicarse las reglasde la imputación de pago (cfr. arts. 900a 903), y por ende,
seguirse lasdirectivasque la ley dispone en talescasosy que nosotros hemosanali-
zado al abordar dicho instituto.
2 - Compensación facultativa
Ejemplo:
Si "A" esdeudor de "B" de un caballo pura sangre de carrera de raza "X", y acreedor
-al mismo tiempo-de "B" de un caballo in genere; en este caso, no tratándose de
dosdeudasdecosasfungibles, de idéntica especiey calidad, la compensaciónlegal no
resulta posible de efectuar. Resulta evidente que "B" cumpliría con su obligación en-
tregando cualquier caballo siempre que no sea de la peor calidad: es decir, contando
contal posibilidad, puedeentregar en pago un caballo pura sangredecarrera de raza
" X , pagando de tal modo con el mismo caballo que "A" le debe. De darse esta últi-
ma posibilidad, puedeoponer lacompensación, haciendodesaparecerdetal modo el
obstáculo que se oponía a ella.
3 - Compensaciónconvencional.
Exclusión por acuerdo de partes
Desde nuestro punto de vista, y a tenor de lo dispuesto en el art. 928 del CCCN,
consideramosque resulta necesaria la reconvención por partedel demandado pa-
ra que pueda procederse a la compensación judicial si los créditos son ilíquidos,
aunque estimamos que, cuando se trata de créditos líquidos y concurren los
demás requisitos de la compensación legal, el juez tiene facultades para declarar-
la ya que -técnicamente- no se está en presencia de una compensaciónjudicial
sino de una de carácter legal (en este mismo sentido: Pizarro, Alterini Ameal- -
López Cabana).
5 44. Confusión
a) Concepto. Fundamento delinstituto
4 - Compensaciónjudicial
Ejemplo:
Si "A" demanda a "B" la suma de $700.000 por incumplimiento contractual y "B" re-
conviene contra "A" por $500.000por dañosy perjuiciosquealega haber padecido de
"A" durante la ejecucióndelcontrato que los unía, de acogerseambas pretensiones, el
juez únicamentecondenará a "B" a abonar a "A" la suma de $200.000 luego de decla-
rarcompensadosamboscréditoshasta el montodel menor (eneste caso, $500.000).
La compensación legal no sería en este caso posible, puesto que faltaría la con-
dición de ser un crédito líquido, perosería injustoobligar al demandado a pagar al
actor y que después gestione, en otro juicio, el cobro de su propio crédito, el cual
podría quizá resultar ilusorio por la insolvencia deeste (Salvat).
Sin embargo, es importante destacar que excepto el requisito de la liquidez
referido, la compensación judicial exige la presencia del resto de los requisitos
necesarios para la compensación legal, especialmente el de la exigibilidad.
En el Derecho italiano, dondeel Códice Civile regula estetipo de compensación,
se exige que se den, al menos, los requisitos de homogeneidad de las prestaciones
y reciprocidad de los créditos y deudas, y, sobre todo, que el obstáculo para la com-
pensación pueda ser levantado o suplido por el juez.
Con respecto al momento a partir del cual produce efectos la compensación ju-
dicial, que son los mismos de la compensación legal, nada expresa el Código Civil y
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Ejemplo:
Si "A" le adeuda a "B" $ 50.000 y luego hereda a este, el crédito de "B" pasa a "A",
quien se convierte de tal modo en deudor de sí mismo, ya que en él confluyen lascali-
dades de deudor y de acreedor. Como toda obliqación
- es necesariamente bipolar,
requiriendo necesariamente la existencia de dos partes (accipiensy solvens), al que-
dar aquella reducida a una sola persona no cabe más que considerarlaextinguida.
El fundamento normativo del art. 931 del CCCN surge, pues, a primera vista: si
cualquier obligación requiere de un sujeto pasivo y de un sujeto activo, al reducir-
se la relación jurídica a un solo sujeto, desaparece por imposibilidad lógica y estruc-
tural, ya que una persona no puede cobrarse o pagarse a sí misma (en este mismo
sentido: Castán Tobeñas).
Algunos autores han sostenido que la confusión no extingue el derecho credi-
torio, sinoqueél queda únicamente paralizado por esa imposibilidad deobrar; en
cuanto cesen las circunstanciasfácticas que motivaran tal imposibilidad (es decir,
cuando ya no se reúnan en la misma persona las calidades de acreedor y deudor),
vuelve a cobrar eficacia (Llambías, Trigo Represas, Salvat, Borda, Lafaille).
Otros, en cambio, consideran a la confusión un verdadero medio de extinción
de las obligaciones, puesto que produce el aniquilamiento del derecho creditorio;
una vez producida la confusión, este ya no podrá producir sus efectos propios. La
confusión, para esta doctrina, siguiendo las palabras de Pothier, provoca la des-
trucción mutua de las calidades de acreedor y deudor (Orgaz, Colmo,Zannoni, Boffi
Boggero, Alterini, Díez-Picazo, Pizarro-Vallespinos).
Es importante destacar, sin embargo, que pese a estas discusiones doctrinarias,
ellas se han tornado abstractas, puesto que la letra del art. 931 del CCCN no deja
lugar a interpretación alguna, considerando a la confusión como un modo extinti-
vo de las obligaciones.
bJ Naturalezajurídica
1 - Sucesión universal
Es el supuesto máscomún en materia de confusión. Pero para queello ocurra, el
deudor debe heredar en la plena propiedad del crédito al acreedor; por ejemplo,
la confusión no se produce cuando el crédito está sometido a un usufructo, ya que
en tal caso no se producirá la confusión porque no existe en tal caso la reunión en
una misma persona de las calidades de deudor y de acreedor, toda vez que faltará
o la nuda propiedad del crédito o el derecho del usufructuario.
Es importante mencionar, también, que la confusión puede producirse total o
parcialmente, tal como prevéel art. 932 del CCCN.
Al no establecer el art. 931 del CCCN ninguna aclaración respecto de las causas
que pueden producir la confusión, debe quedar claro, pues, que la sucesión a títu-
lo singular también es susceptiblede producirla. Esta posibilidad, si bien no es muy
común, puede presentarseen la práctica: se dará, verbigracia, si el librador de un
chequeo deuna letra de cambio, luegode quelosmismos hayan sidotransmitidos
por vía de endoso, vuelve a recibir tales instrumentos en carácter de pago de una
deuda. En tal caso, se convierte en acreedor (portador del cheque o de la letra de
cambio) y deudor (librador de dichostítulosde crédito) al mismo tiempo.
e) Derechospasiblesde confusión
f ) Efectos de la confusión
1 - Obligaciones afianzadas
2 - Obligacionessolidarias
Otra corriente doctrinaria (Alterini, Zannoni, Boffi Boggero, Colmo, Orgaz, Piza-
rro -Vallespinos, entre quienes nos enrolamos), establece que la confusión consti-
tuye un medio extintivo de la obligación. Se sostiene, asimismo, que la posibilidad
de que la obligación extinguida pueda, por un hecho posterior, resurgir al resta-
blecerse separadamente las calidades de acreedor y de deudor en distintas perso-
nas nada quita o agrega a esta afirmación. Esta corriente de opinión estimamos
que ha quedadoconsolidada con la nueva letra del art. 931 del CCCN mencionado
precedentemente.
cj Requisitos
ma expresa en este sentido, entendemos que en razón de los principios que rigen a
las obligaciones solidarias y a lo dispuesto con carácter general para la confusión en
el Código Civil y Comercial, no existe razón alguna para apartarsede dicha solución.
bJ Requisitos
Para que medie imposibilidad de pago como causa de extinción de las obliga-
ciones, sedeben configurar lossiguientes requisitos:
a) Que la prestación se haya tornado efectivamente imposible. La imposibili-
dad aludida en el Código Civil y Comercial puede ser física o jurídica. Habrá
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
cosa, por el tiempo establecido por la ley. Este instituto es ajeno a nuestra
materia y es estudiado en el ámbito de los derechos reales (arts. 2565.1897
y concs., CCCN).
b) Extintiva o liberatoria: es la pérdida de una acción o derecho en razón del
transcurso del tiempoy de la inacción del titular (art. 2532 y SS., CCCN). Aella
nos abocaremosseguidamente.
CJ Concepto
1 - Transcursodel tiempo
Debe ocurrir el transcurso del tiempo previsto por la ley para el ejercicio de la
acción. Losplazosvarían según cadacasoen particular, queel CódigoCiviIyComer-
cial trata en los arts. 2560 a 2564 y que analizaremos posteriormente. No debemos
soslayar que se trata de un elemento objetivo, que es el plazo en el cual se produjo
la inactividad y pasividad del acreedor para accionar.
Debe mediar inactividad del titular del derecho, puesto que ello presume su
desinterés en mantener la vigencia del mismo. Se trata de un elemento subjetivo
que se configura ante la pasividad del acreedor (conducta omisiva), quien -por
voluntad propia-decide no exigir el cumplimiento de la obligación; ello provoca
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
que una vez cumplido el plazo legal de prescripción previsto, se presuma su aban-
dono o renuncia a reclamar su derecho de crédito.
El ordenamiento jurídico requiere del acreedor una actividad positiva en un
plazo determinado para la tutela de su derecho; cuando dicho plazo se vence, la
acción se extingue sin que el acreedor remiso pueda hacer valer eficazmente su
derecho (López Mesa).
Asimismo, debe haber inactividad en el deudor, en el sentido de no haber efec-
tuado este un reconocimiento de deuda, ya que de haberlo realizado, ello inte-
rrumpiría el curso del plazo de prescripción (cfr. art. 2545, CCCN).
Para que pueda operar la prescripción, claro está, la falta de acción tiene que
serle imputable al acreedor, puestoqueel agente debió haber estadoen condicio-
nes de actuar, por lo cual, su reticencia a hacerlo debió ser voluntaria. De otro mo-
do, creemos que sería imposible oponer dicha excepción . Como ejemplo de ello,
podemos mencionar que en la acción de nulidad de acto jurídico cuando este está
afectado por el vicio de violencia, queda claro que el plazo de prescripción bienal
previsto por el art. 2563 del CCCN, solo puede comenzar a computarse desde el
momento en que la violencia ha cesado sobre el afectado y este recupera su liber-
tad para actuar (inc. a); de no ser así, bastaría a quien ejerce la violencia continuar
haciéndolo durante dos años desde la celebración del acto para provocar su inac-
ción y quese opere la prescripción.
El art. 2551 del CCCN establece que: "La prescripción puede ser articulada por
vía deacción odeexcepción". Y agrega el art. 2553 del CCCN: "Laprescripcióndebe
oponerse dentro del plazo para contestar la demanda en los procesos de conoci-
miento, y para oponer excepciones en los procesos de ejecución. Los terceros inte-
resados que comparecen aljuicio vencidos los términos aplicablesa las partes, de-
ben hacerlo en su primera presentación".
Generalmente, la prescripción esopuesta por vía de excepción, ante la promo-
ción de un reclamo judicial por parte del acreedor; en tal caso, la prescripción se
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
deducir la acción para la fijación judicial del plazo se computa desde el día
de la celebración del acto. Si prescribe esta acción, también prescribe la de
cumplimiento.
f ) Resarcimiento de daños por agresionessexuales infligidas a personas inca-
paces (art. 2561, CCCN). El plazo de prescripción comienza a computarse a
partir del cesede la incapacidad.
g) Acción por declaración de nulidad relativa, revisión e inoponibilidadde ac-
tosjurídicos (art. 2563, CCCN). La ley establece distintos momentos para el
comienzo del cómputo del plazo, según cada caso en particular:
- Vicios de la voluntad: se inicia desde que cesa la violencia o desde que
el error o el dolo se conocieron o pudieron ser conocidos.
- Simulación ejercida entrepartes: desdeque, requerida una deellas, es-
ta se niega a dejar sin efecto el acto simulado.
- Simulación ejercida por tercero: desde que ese tercero conoció o pudo
conocer el vicio del acto jurídico.
- Nulidadporincapacidad: desde que dicha incapacidad ha cesado.
jJ El curso de la prescripción
1 - Iniciodel córnputode la prescripción
2 - Suspensión de la prescripción
coy razonable, puesto que -por ejemplo-en el caso de una obligación indivisi-
ble, es la naturaleza de la prestación la que provoca que los efectos de la suspen-
sión producida por un coacreedor o contra un codeudor se propaguen al resto de
los coacreedoresy codeudores. Similar criterio esaplicable en las obligacionessoli-
dariasen razón de la naturalezadelaobligación. En lasobligaciones mancomuna-
das (ya sean simplemente mancomunadas o solidarias), la suspensión de la pres-
cripción solo produce efectos respecto de quienes se encuentren alcanzados por la
causal que la provoca, y no con relación a los otros coacreedoreso codeudores, en
tanto y en cuanto se trate de una obligación de objeto divisible. En cuanto a las
obligaciones concurrentes (legisladas ahora expresamente en los arts. 850 a 852,
CCCN), si bien la cuestión de la propagación de efectos suspensivos pudiera ser
motivo de discusión, estimarnos que-a tenor de la literalidad del art. 2540-ello
no ocurre, a no ser que su objeto sea indivisible (en este sentido, también: Pizarro -
Vallespinos).
El art. 2541 del CCCN dispone: "El curso de la prescripción se suspende, p o r una
sola vez, p o r la interpelación fehaciente hecha p o r e l titular del derecho contra e l
deudoro elposeedor. Esta suspensiónsolo tiene efecto durante seis meses o elpla-
zo menor que corresponda a la prescripción de la acción".
Esta causal de suspensión, es similar a la que se establecía en el derogado Códi-
go Civil (art. 3986), aunque tiene efecto por seis meses-el plazo del Código Civil
anterior era de un año-o el plazo menor que corresponda a la prescripción de la
acción.
Claro está que, para que se produzca el efecto suspensivo, ella debe realizarse
mediante una notificación fehaciente que cumpla con todos los requisitos de vali-
dez necesarios, y, sobre todas las cosas, en la cual no quede duda de la fecha cierta
en que se realiza el acto de interpelación. Es importante destacar e insistir que se
trata de unacausal desuspensión de la prescripción quese realiza una solavezy tie-
ne efecto por el plazo fijado en la norma.
Para una calificada doctrina, esta interpelación no precisa tener efectos de
constitución en mora, pues el deudor puede hallarse ya en mora de manera pre-
cedente; basta con que se trate de una exteriorización fehaciente de la voluntad
del acreedor de reclamar su deuda, de insuficiente intensidad para interrumpir la
prescripción (pues no reclama el reconocimiento jurisdiccional de su derecho),
pero apta para suspenderla. Por ende, la referencia a una interpelación realizada
"por el titular del derecho" no debe ser entendida restrictivamente, pues ello
CARLOS A . CALVO COSTA
impediría que produzca efectos suspensivos una intimación practicada, por ejem-
plo, por un tercero en ejercicio de una acción subrogatoria o como gestor de nego-
cios (Máquez, Calderón).
Estacausalde suspensión está prevista en el art. 2542 del CCCN, quedispone: "El
curso de la prescripción se suspende desde la expedición p o r medio fehaciente de
la comunicación de la fecha de la audiencia de mediación o desde su celebración,
lo que ocurra primero. Elplazo deprescripciónse reanuda apartirde los veinte días
contados desde el momento en que e l acta de cierre del procedimiento de media-
ción se encuentre a disposición de laspartes".
Al no efectuarse aclaración alguna en la norma, la suspensión se produce tan-
t o en el caso de una mediación previa obligatoria o voluntaria, ya que existen
jurisdicciones de nuestro país en las cuales el régimen de mediación previa no es
imperativo. Es entendible que la mediación constituya una causal de suspensión
del plazode prescripción, toda vez que con ella se persigueque las partes puedan
-
solucionar susdiferenciasen instanciasamiaables. antesdeacudir a una instancia
judicial; en consecuencia, resulta lógico quequien pretende alcanzar un acuerdo
extrajudicial, no sevea perjudicado por el avance del plazo de prescripción que le
imposibilite alcanzar un acuerdo extrajudicial, razonable y amistoso en torno su
pretensión.
En cuanto a los plazos de duración de la suspensión, el Código Civil y Comercial
establece que ella se produce "desde la expedición p o r medio fehaciente de la
comunicación de la fecha de audiencia de mediación o desdesucelebración, lo que
ocurra primero ".
No obstante lodispuestoen el art. 2542 citado, no debemossoslayarque las nor-
mas del Código Civil y Comercial en materia de prescripción, son de aplicación sub-
sidiaria y solo para la eventualidad de que no existan disposicionesespecíficas (cfr.
art. 2532, CCCN).En el ámbito de la Capital Federal, por ejemplo, resulta deaplica-
ción la ley 26.589, que dispone en su art. 18-referido a la prescripción y a la cadu-
cidad- que: "La mediación suspende elplazo de prescripcióny de la caducidad en
los siguientes casos: a) En la mediación p o r acuerdo de partes, desde la fecha de
imposición del medio fehaciente de notificación de la primera audiencia al reque-
rido, o desde la celebración de la misma, lo que ocurra primero; b) En la mediación
p o r sorteo, desde la fecha de adjudicación del mediador p o r la autoridad judicial;
C) En la mediación a propuesta del requirente, desde la fecha de imposición del
medio fehaciente de notificación de la primera audiencia al requerido, o desde la
celebración de la misma, lo que ocurra primero. En los dosprimerossupuestos, la
suspensiónopera contra todas las partes. En e l caso del inc. c), únicamente contra
aquela quien se dirige la notificación. En todos loscasos, elplazo de prescripción y
de caducidadse reanudará a partir de los veinte días contados desde elmomento
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
El Código Civil y Comercial prevé los casos especiales en el art. 2543, estable-
ciendo que la prescripción se suspende:
- Entre cónyuges, durante elmatrimonio. Lo dispuesto es razonable, ya que
evita que las personas casadas se vean compelidas a accionar entre sí para
evitar queopere la prescripción. En tal supuesto, el plazo comenzaría a com-
putarse nuevamenteante la eventualidad dequesedisuelva el vínculo nup-
cial (v. gr. ante un divorciovincular o el fallecimiento de alguno de los cón-
yuges).
- Entre convivientes, durante la unión convivencial. Este supuesto es novedo-
so, y ha sido incluido en razón de la protección jurídica que se le ha dado en
el Código Civil y Comercial a las unionesconvivenciales. Las razonesson simi-
lares a las expuestas precedentemente para el supuesto de los cónyuges.
- Entre las personas incapacesy con capacidad restringida y suspadres, tuto-
res o curadores, durante la responsabilidadparental, la tutela o la curatela.
La suspensión del cómputo de la prescripción en este caso busca evitar que
los representantes deban accionar contra sus representados-oviceversa-
mientrasestévigenteel régimen de responsabilidad parental, tutela ocura-
tela, ya que de otro modo se generaría una situación contradictoria a losfi-
nes que dichos institutos protectorios persiguen.
- Entre laspersonasjurídicas ysus administradores o integrantes de sus órga-
nos de fiscalización, mientras continúan en el ejercicio del cargo.
CARLOS A . CALVO COSTA
11 - Interrupción de la prescripción.
Causas
11.2 - Peticiónjudicial
3 - Dispensa de la prescripción
debe ser utilizada con sumo cuidado por los magistrados y con una interpretación
eminentemente restrictiva a los supuestosy requisitos establecidosen la norma.
Entre los hechos alegables para que se proceda a la dispensa, la norma destaca:
- Dificultadesde hecho o maniobrasdolosas. Estimamos que, aunque la nor-
ma no lo aclare, deben tratarse de dificultades generalesy objetivas, y no las
aplicablessolamenteaI caso de un acreedor en particular. Tampoco se aclara
si las maniobras dolosas invocables son solo aquellas que realice el deudor o
también las que provengan de terceros, por lo cual entendemos quedebie-
ran todasser admitidas, ya quecualquierasea su origen, obstaculizan-defi-
nitiva o temporalmente-el ejercicio de la acción por parte del acreedor.
- Aplicación de la dispensa a los incapacessinrepresentantes y sucesiones va-
cantessin curador. La dispensa puede ser requerida por incapaces que ca-
recieren de representantes y sucesionesvacantessin curador, cuando el pla-
zo de prescripción de las acciones de las que son titulares prescribieren,
mientras se encuentren en esa situación.
- Plazo para solicitar la dispensa. La norma establece que el plazo para soli-
citar la dispensa de la prescripción es de seis meses, los que se computarán
desde la cesación de los obstáculos, la cesación de la incapacidad o la acep-
tación del cargo del representante, y la aceptación del cargo de curador de
la sucesión vacante.
IJ Renuncia de la prescripción
Sabido es que las partes de una obligación pueden intentar convenir también
respecto de la ampliación o abreviación de los plazos de prescripción; pero ¿tiene
ello validez? El derogado Código Civil de Vélez Sarsfield no contenía norma algu-
na referida a lavalidez de lascláusulasconvencionalesque pudieran modificar las
reglas sobre prescripción establecidas por la ley, lo cual había generado un pro-
fundo debatedoctrinario en torno a su licitud.
Esta cuestión encuentra solución en la actualidad a tenor de lo dispuesto en el
art. 2533 del CCCN: "Carácter imperativo. Las normas relativas a la prescripción no
puedensermodificadasporconvención". La letra del artículo no deja ninguna du-
da respecto a que de ningún modo puede convenirse en materia de prescripción,
pues las directivas legales en torno a ella son de carácter imperativo. De tal modo,
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
a) Plazo genérico
bJ Plazos especiales
En cuanto a sus efectos, dispone el art. 2566 del CCCN: "La caducidad extingue
el derecho no ejercido".
b) Clases
5 49. Introducción
a) Nocionesprelhinares. Concepto
bJ Evolución histórica
1 - Derecho romano
Desde siempre, el ser humano demostró intolerancia a sufrir injustamente un daño,
lo cual provocaba que a partir de su irrogación se reaccionara frente a él de diferen-
tes maneras.
En las comunidades másancestraleserapacíficamente aceptado que todo aquel que
sufría un daño podía vengarse de su ofensor devolviéndole el mal que había sufrido.
Estederecho avengarsedeldañador quese leconcedía a lavíctima perseguía una do-
ble finalidad: reparar el daño ocasionado a través de la expiación del dolor, y sancio-
nar a quien lo había provocado. En esta época se procuraba inferir al ofensor-a mo-
do de restitución-el mismo mal que él había provocado a la víctima, especialmente
a través de un castigo corporal. La fuerza, pues, se constituía en el único medio posi-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
ble de llevar a cabo la venganza privada; aquí es donde impera la Ley del Talión: ojo
porojo, diente por diente.
Con posterioridad, esta idea de venganza fue evolucionando, al punto tal que co-
menzó a admitirse la posibilidad de que el ofendido pudiera convenir con el ofensor
en que éste le entregue una suma de dinero a cambio de evitar de tal modo la ven-
ganza de la víctima sobre su propio cuerpo. Aello se lo conoce como composición vo-
luntaria, en donde el monto de la pena económica era libremente convenido por las
partes.
Ante la frecuencia deestascomposicionesvoluntarias y de la mano de una consolida-
ciónde lasorganizacionespolíticas, comenzó a tomarcuerpo y se instauró un sistema
de composición legalo forzosa, mediante el cual el Estado pasó a ser el que fijaba la
suma de dinero para cada delito que el ofensor debía abonar a la víctima; se trataba
de un sistema compulsivo, ya queel dañador debía pagar a aquélla el monto estable-
cido, y la víctima estaba obligada a aceptarlo. Este es el período de la Ley de IasDoce
Tablas (año 305). que denota la coexistencia aún del sistema de la composiciónvolun-
taria con el de la composición legal, lasqueserían deaplicación-una u otra-según
el tipodedelito cometido (v. gr., el furtummanifestumadmitía la composiciónvolun-
taria, pero sólo existía la composición legal para el furtum necmanifestum).
El Estado, entonces, no sólo pasó a fijar el monto de las compensaciones legales(des-
tinadasa reparar el daño inferido a lasvíctimas), sino quetambién secomenzó a inte-
resar porcastigara losculpablesdel hecho mediante la aplicación desancionesrepre-
sivas. De tal modo se produce aquí el desdoblamiento entre la responsabilidadcivil
(que apunta a resarcir a la víctima del daño) y la responsabilidad penal (que persigue
imponer la sanción al delincuente). Es en el Derecho romano clásico, en donde seco-
mienza a trazar esta división tajante entre los ámbitos civil y penal: el Estado asume
exclusivamenteelrol sancionador para imponer la penaa quiencometióundelito, sin
perjuicio del derecho que le asiste entonces a la víctima para reclamar la reparación
del daño sufrido.
EsenestaépocadeJustinianoendondeconviviránentonceslasllamadasaccionesrei-
persecutoriasconlasacciones penales; las primerasson lasaccionescivilesqueprocu-
ran la reparación dedañossufridos por lavíctima, mientrasque las penalespersiguen
la aplicación de una pena privada.
Podría decirse...oues.. aue
. en el Derecho romano el fundamento de la resoonsabilidad
civil era doble: por un lado, la culpa (aunque algunosautores niegansuverdadera re-
levanciaen esta época)^. .porotro, la necesidad de mantener indemneel eauilibrio de
la justa repartición de los bienesentre lasfamilias (Villey).
2 - Edad Media
Luego de la caída del Imperio Romano occidental (año 476). los romanos siguieron
aplicando su sistema tradicional en materia de reparaciónde daños. Sin embargo, los
bárbaroscomenzaron a dictar normasque tenían como objetivo principal someter a
sus súbditos romanos, pero ninguna de ellas tuvo por finalidad establecer un nuevo
sistema de reparación en materia de daños, por lo cual se continuaron aplicando las
mismas directivasemanadas del Derecho romano para este ámbito.
CARLOS A . CALVO COSTA
que debía ser castigado, y el autor del hecho ilícito-culposo debía responder por el
daño causado por su comportamiento violatorio del ordenamiento jurídico; claro
está, que era al demandante, a la víctima, a quien correspondía probar la culpa de
su adversario; no había responsabilidad sin culpa probada. Otros autores, le atri-
buían a esta responsabilidad por culpa también una función preventiva, ya que in-
centivaba a todas las personasa conducirsecon diligencia y prudencia, intentando
de tal modo desalentar el ilícito (Demogue). En idéntico sentido, De Cupis sostenía
que el ordenamiento jurídico está en grado de prevenir el daño de una doble ma-
nera: ante todo, imponiendo medidas materiales aptas para impedir que severifi-
que (así, estableciendo que se adapten determinados dispositivos de seguridad a
las máquinas empleadas en los establecimientos industriales; exigiendo las prue-
bas de losvehículos para circular, etcétera); en segundo lugar, con la acción psico-
lógica intimidante queactiva el conocimiento desu reacción.
En loscomienzosdel sigloXX, quien sufría un daño iba a poder obtener la repa-
ración del mismo únicamente en caso de que pudiera acreditarsesu autoría y que
ese hechoiIícitopudieraseratribuidoa lacuIpaodolodel agentequelo habíaoca-
sionado. Ello debía ser así, puesto que la reducción del ámbito de la responsabili-
dad al ámbito de la culpa, obligaba a quesólo se respondiera por actos ilícitos4e-
litoo cuasidelito-(Mazeaud,Tunc)y a que no existiera responsabilidad alguna más
allá de la culpa (Ripert).
La revolución industrial del siglo XIX provocó, sin embargo, la introducción en
nuestra sociedad de nuevasfuentesde riesgos desconocidas hasta entonces, como
los automotores, los ferrocarriles, las máquinas industriales, etcétera, quetrajeron
aparejado un notable incremento de losdaños, en donde ya no resultaba tan sim-
ple imputar ese perjuicio al accionar ilícito-culposo de una única persona. El daño
sevolvía de tal modoanónimo, ya quecomenzaba a estar vinculado a datos mecá-
nicos e industriales y no a la culpa de un sujeto. A raíz de ello, comenzaron a darse
muchas situaciones de daños padecidos por las víctimas que quedaban sin repara-
ción, provocándosede tal manera situaciones de injusticia social. Basta recordar el
caso del remolcador "Marie" al que hace referencia Josserand en su obra Derecho
civil: allí hace referencia al fallofrancésde 1896queresponsabilizóal patrón de es-
te barco por los daños causados a un obrero como consecuencia de la explosión de
una caldera, y manifestaba lo irrisorio que resultaba en tal caso imponer a lavícti-
ma de la explosión la obligación de probar la culpa de su patrón en la explosión del
artefacto. Cabe destacar que este caso resultó ser el disparador de la consagración
dela responsabilidad objetivaen Francia, todavezqueen 1898yasedictóen aquel
país la primera ley que resolvía la cuestión de los accidentes de trabajo mediante
una responsabilidad sin culpa. Finalmente, en 1930 la Corte de Casación francesa,
en el caso "Jand'heur" consagraría la responsabilidad objetiva, sustituyendo la
fórmula "presunción deculpa" por "presunción de responsabilidad", dando a en-
tender que el Derecho insinuaba ahora una clara postura de protección de la vícti-
CARLOS A . CALVO COSTA
ma. Por ello, dice Josserand, quea partir de este fallo desaparece la culpa del hori-
zontejurídico para dar lugar a la responsabilidad objetiva. Por otra parte, agrega-
ba este ilustre decano de Lyon que al volverse "anónimo" el accidente con los pro-
gresos de la ciencia, ello coloca a lavíctima de un delito en una situación muy des-
favorableen cuanto a la prueba, en una situación que losalemanesdenominan ca-
tegóricamente «Beweisnotstand», el estado de necesidad en materia probatoria.
Como bien lo manifiesta De Lorenzo, dentro deesta visión del problema, el otro
término de la ecuación de todo perjuicio, es decir, la víctima del daño, no fue Ila-
mado a cumplir ningún rol de importancia en la determinación del responder.
Con este planteo, la víctima debía soportar el perjuicio como un designio divi-
no, como una fatalidad, como un golpe del destino y del azar, sin posibilidad algu-
na de reclamar la reparación del mismo, ya que el sistema jurídico imperante se lo
impedía. Así lo dejaban traslucir Ripert y Savatier, quienes expresaban que la elec-
ciónde lavíctima fue hecha por la fuerzadel destino, y que los hombresestán acos-
tumbrados a resignarse antetal fatalidad.
Poco a poco, el antiguo dogma que reza que "no existe responsabilidad sin cul-
pa" comienza a ser dejado de lado. El Derecho, con una concepción resarcitoria y
de justicia distributiva, comienza a preocuparse por la víctima del daño, y ya no re-
sultaconcebiblequealguien sufra un perjuicioyquelodebasoportarpor no poder
acreditarse una conducta culposa en el agente del daño. La responsabilidad co-
mienza entonces a ser definida como la reacción contra eldaño injusto (Scognami-
glio). El origen de la responsabilidad civil será ese daño, y el juicio de responsabili-
dad consistirá en decidir si esedaño debe ser reparado y por quién (Rodota). En de-
finitiva, comoexpresa LarnbertFaivre, lafunciónde la responsabilidad consistiráen
resolver el problema del cuándo yporqué un sujeto está llamado a responder ante
otro por la ocurrencia de un daño; y, a través de ese resarcimiento, pues, se busca
encontrar lasoluciónal problemadel cuántoydelcómosedebecompensara lavíc-
tima del perjuicio (Franzoni).
La denominación "responsabilidad civil" (tan ligada al concepto de culpa) es
reemplazada por la de "Derechodedaños" o "reparación de daños", centrando su
atención en la víctima -el acreedor que reclama la indemnización- puesto que
muchas veces nos encontraremos frente a supuestos de daños en los cuales no es
posible encontrar un culpable en el sentido tradicional del término, sino que al-
guien será llamado a responder por un factor de imputación completamente dife-
rente de su culpa.
El fundamento de la responsabilidad civil ya no es entonces el acto ilícito de
quien ocasiona el perjuicio, sino el daño de quien lo soporta. El fundamento del fe-
nómeno resarcitorio es un daño que se valora como resarcibley no un acto que se
califica como ilícito (Tuccci), convirtiéndosedetal modo el dañoen el núcleo detodo
el sistema de la responsabilidad civil, en el centro degravedad y en el ejealrededor
del cual girará aquél, siendo esencial su presencia y su falta de justificación -como
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
veremos en los siguientes capítulos de esta obra- para que proceda la reparación
del perjuicio. Asimismo, a diferencia de los demás presupuestos de la responsabili-
dad, el daño también determinará la extensión y los límites del resarcimiento.
Es ese daño el que origina la obligación de responder en quien lo causa, advir-
tiendo que la indemnización no elimina ese perjuicio del mundo de los hechos-ya
que resultaría imposible-, sino quetan sólo sirve para desplazar lasconsecuencias
económicasdesfavorablesdesdeelpatrimoniodelavíctima haciaeldequien debe
responder por el menoscabo (Gamarra, De Cupis, Díez-Picazo, Pantaleón Prieto, Mo-
nateri, Carbone); bajo esta nueva concepción, podemos apreciar que no se trata
tanto de imputar a una persona un hecho dañoso, sino de cómo determinar cuál
será el patrimonio que en última instancia deberá soportar las consecuencias da-
ñosas: por ende, puede decirse que se trata más de una imputación patrimonial
que de una imputación personal, adquiriendo el Derecho de daños la primordial
función de distribuir las consecuencias económicas derivadas de un hecho dañoso.
En virtud de ello, la indemnización sólo puede ser entendida en términos de repa-
ración y no puede ser calificada como sanción, puesto que ya no reviste el carácter
decastigo a un sujeto por un hecho ilícito cometido.
Así, resarcirsignifica en esta materia desplazar el peso económico del daño libe-
rando a la víctima y cargando sus consecuencias sobre otra persona considerada
responsable (Peirano Facio). La responsabilidad civil, en su función resarcitoria, su-
pone pues la equivalencia entre el daño y la indemnización con la cual se lo enjuga
(Alterini, Ameal, López Cabana).
De tal modo, se puede decir que la responsabilidad civil ha evolucionado desde
una responsabilidad basada en la deuda, hacia una basada en el crédito (Lambert-
Faivre). En la primera acepción, se indagaba respecto al castigo que debía aplicár-
sele al agente que había ocasionado el daño, haciéndose especial hincapié en la
antijuridicidad y en la culpadeéste; en la responsabilidad comocrédito, por el con-
trario, el Derecho colocándose del lado de la víctima se interesa por la reparación
del perjuicio y no por el castigo al autor del hecho, adquiriendo especial relevancia
el daño "injustamentesufrido" frenteal daño " injustamentecausado" (López Ola-
ciregui).
Obviamente, a muchos autores que sostenían la doctrina tradicional de la res-
ponsabilidad civil, no les resultó fácil resignarse a la realidad que indicaba que la
culpa ya no era el único criterio de imputación deresponsabilidad,sinoquetendría
el mismo valor que otros queempezaban a valorarse y a adquirir relevancia; con el
surgimiento de la doctrina moderna, la equidad, la solidaridad social, el riesgo, et-
cétera, se colocan en un mismo plano de importancia que la culpa como presu-
puestos de la responsabilidad.
Así, la responsabilidad objetiva posibilita que la víctima pueda ser resarcida del
perjuicio sufrido, aún ante la ausencia de culpa del agente del daño. Sin embargo,
como bien loafirmaba Rodota, con laconsagración de la responsabilidad objetiva,
CARLOS A . CALVO COSTA
Creemos, por nuestra parte, que esta nueva realidad justifica un estudio pro-
fundo de las causas que han motivado dichas tendencias, las cuales se hallan ínti-
mamente ligadas a la concepción del alterum non laedere como norma primaria y
cláusula general del sistema, a la consagración de un sistema de atipicidad del acto
ilícito civil, a la reafirmación de la antijuridicidad material y objetiva como ele-
mento esencial del Derecho de daños, y, finalmente, a la consagración del requisi-
t o de la injusticia del daño como llave maestra para la apertura de la puerta del re-
sarcimiento. De todo ello nos ocuparemos en los capítulos siguientes de esta obra.
En los últimos años hemos advertido con frecuencia que muchos autores han
aludido, en forma recurrente, a una denominación muy común en el Derecho de
daños, como esel de su constitucionalización.
Pero, iquésignifica que el Derecho de dañosse haya constitucionalizado?¿qué
implica la constitucionalización? Pues bien, la constitucionalización es el proceso
de transformación de un ordenamiento por el cual éste se ve impregnado de nor-
masconstitucionales. Hay una constitución que invade, seentromete, y hasta con-
diciona la legislación como la jurisprudencia (Cuastini).
Estimamosqueen nuestro país, la constitucionalización del ordenamiento jurí-
dico,. se .plasma con la incorporación en la Constitución Nacional de 1994de los tra-
tados internacionales de derechos humanos, los que se encuentran enumerados
en el art. 75, inc. 22. Hasta eseentonces, se estimaba que el Código Civil era consi-
derado autosuficiente para resolvertodos losconflictosdederecho privado(Loren-
CARLOS A. CALVO COSTA
No obstante lo hasta aquí expuesto, lo cierto es que con el correr de los años
existió una importante penetración de los principios constitucionales en el dere-
cho privado, como un proceso que se inició hace varias décadas, que se ha consa-
grado legislativamenteen nuestro país con la sanción del Código Civil y Comercial,
y que aún continúa en plena expansión. Y en este largo camino, es indudable que
si bien ha contribuido la doctrina, el aporte más importante y significativo en Ar-
gentina ha sido brindado por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, la que ha sido seguida por los tribunales inferiores.
580 CARLOS A . CALVO COSTA
De tal modo, basta con acudir a la idea gráfica brindada por una moderna doc-
trina, para poder apreciar la relación existente entre los conceptos de reparación
integral y reparación plena. La reparación integral (como ideal de la restitutio in
integrum) tiene para el Derecho de daños moderno una doble importancia: por
una parte, se trata de una suerte de sol, alrededor del cual orbitan (o al menos se
pretendequelo hagan), los microsistemas reparatoriosexistentesen el derecho ar-
gentino, y al mismo tiempo, constituye una zona de intersección entre el derecho
constitucional y el derecho privado (Juárez Ferrer). Es indudable, entonces, que la
reparación debe ser plena en todos los ordenamientos jurídicos, pero su plenitud
está condicionada en cada uno de ellos.
Estimamosque una cosa es determinar la existencia del daño y hasta dónde se
extiende la obligación resarcitoria, y otra, diferente, es medir ese daño con mirasa
traducirlo en una indemnización (véase en este sentido: Viney). En efecto, una vez
determinadoscuálesson losdañosqueel sistema considera resarcibles, el principio
de la reparación plena o integral suele ser invocado, ya de manera más precisay ri-
gurosa, como la necesidad de una razonable equivalencia jurídica entre el daño y
la reparación.
El principiode la reparación plena imponeal juez hacer una estimación en el ca-
so concreto, lo másexacta posiblede cada tipo de perjuicios, alcanzando detal mo-
CARLOS A. CALVO COSTA
Vélez Sarsfield -siguiendo el modelo del Código Civil francés de 1804- había
efectuado en el Código Civil argentino también esta distinción entre losdosámbi-
tos: de allí que existían en el ordenamiento normas relativas al incumplimiento
obligacional (arts. 505 a 514,519,522,622 y concs.), y otrasqueestaban referidasa
la responsabilidad que nace ante la comisión de un hecho ilícito extracontractual
(arts. 901 y ss. y 1066y SS.).
En el Derecho argentino, se sostuvo desde siempre, casi pacíficamente, que la
responsabilidad contractual es aquella que se origina ante el incumplimiento de
una obligaciónpreexistente, cualquiera sea su fuente, se trate de una obligación
legal o cuasi contractual (Bueres, Boffi Boggero, Alterini, Mayo, Zavala de González,
Mosset Iturraspe, Compagnucci de Caso, Lorenzetti, entre otros). Idéntica concep-
ción se da también en el Derecho italiano y en el Derecho español, habiéndoseex-
pedido numerosos juristas de ambos países también en este sentido (Carnelutti,
Rescigno, Scognamiglio, Breccia, Visintini, Cabella Pisu -entre otros- en Italia, y
Medina Alcoz, Jordano Fraga, Pantaleón Prieto, RegleroCampos, en España). Ello ha
llevado a que algunos autores hayan referido que es preferible hablar de respon-
sabilidad debitoria (Gamarra), o de responsabilidad obligacional (Albaladejo, Mos-
set Iturraspe, entre otros), denominación a la cual nosotros hemos adherido en tra-
bajos precedentes a esta obra.
En esteámbitode la responsabilidad, el deudorviola el deber de realizar la pres-
tación que es objeto de la obligación, lesionando de tal modo el derecho de crédi-
t o del acreedor a quien causa un daño con su incumplimiento (Betti).
En este punto, el Derecho argentino se aparta de la doctrina francesa, ya que
para esta última la responsabilidad contractual se restringe entonces únicamente
a la inejecución de una obligación nacida de un contrato, por lo cual sin contrato
previo no hay responsabilidad contractual (Mazeaud, Jourdain, LeTourneau,Terre,
Simler, Lequette). En cambio, no existe ninguna discrepancia respecto a que la res-
ponsabilidad extracontractual -considerada de carácter residual- nace ante la
comisión de un hecho ilícito, en donde el dañador viola el deber genérico de no
dañar a otro -alterum non laedere- (Gamarra, Bianca, Zannoni, Alterini), el que
constituye una verdadera cláusula general del daño injusto. Es decir, en esta res-
ponsabilidad aquiliana ninguna vinculación previa existe entre las partes, las que
"se conocen" a través del hecho dañoso (Tunc).
Así, mientras la responsabilidad contractual tieneorigen en el incumplimiento
de un deber específico y determinado, la responsabilidad aquiliana o extracon-
tractual nacerá ante la violación de un deber preexistente de carácter genérico co-
mo es el neminen laedere, cuyo origen es netamente legal y que, además, resulta
ser indeterminado respectoal elencode legitimados pasivos, ya quetodosestamos
obligados a no dañar al otro. De tal modo, la distinción entre la responsabilidad
contractual y la extracontractual no puede ser negada en relación a la distinta es-
tructura del hecho generador del deber de responder (Viney).
CARLOS A. CALVO COSTA
Era lógico, pues, que primaran las posturas dualistas, que establecían que en ra-
zón de las diferenciasesenciales existentes entre el contrato y el hecho ilícito (como
fuente de obligaciones), debían forjarse ámbitos de responsabilidad civil también
distintos: mientras queel alcance de la responsabilidad contractual debía estar ce-
ñido casi exclusivamentea procurar al acreedor la ventaja patrimonial que espera-
ba encontrar del contrato incumplido, cualquier otro daño que hubiera sufrido el
contratante (v. gr. en su integridad física), debía recaer bajo la órbita de la respon-
sabilidad extracontractual. Pero con la consagración -por vía pretoriana- de la
obligación de seguridad, se incorporaron al contrato deberes de protección de la
persona del contratante, por lo cual, a través de la responsabilidad contractual ya
notenía esealcance restringido, sino también se extendió hasta comprender losda-
ños a la persona del contratante (Picasso). Esta cuestión contribuyó al traspaso de
una concepción dualista hacia otra monista de la responsabilidad civil (como apre-
ciará el lector seguidamente cuando tratamos la evolución histórica del distingo),
que concibe a esta como un fenómeno unitario, que no justifica su regulación dual,
ya que poseen ambas órbitas las mismas finalidades y los mismos elementos.
Pues bien, el derogadoCódigoCivi1 argentino había establecido a travésdel art.
1107 del CC(primera norma del Título IX "De las obligaciones que nacen de los he-
chos ilícitos que no son delitos" de la Sección 11 del Libro 11) un muro divisorio entre
ambos ámbitos de responsabilidad, al establecer expresamenteque: "Los hechoso
las omisiones en el cumplimiento de las obligaciones convencionales, no están
comprendidas en los artículos de este Título, si no degeneran en delitos del dere-
cho criminal". De tal modo, se determinaba una marcada distinción entre los dos
campos de la responsabilidad civil, con normas propias para cada uno de ellos, por
lo cual el legislador había previsto principios que eran aplicables únicamente al
ámbito contractual y otros que lo eran sólo en la órbita aquiliana o extracontrac-
tual, comoveremosa continuación. Ellotambién ocurrió en la mayoría de loscódi-
gos decimonónicos los que, a partir del modelo del Code de Napoleón de 1804,
consagraron normas diferentes para cada uno de los dos ámbitos de la responsa-
bilidad civil, y establecieron relevantes diferencias de regulación para la órbita
contractual y para la extracontractual.
El Código Civil y Comercial argentino, que ha entrado en vigencia el 1" de agos-
t o de 201 5, ha logrado unificar la responsabilidad civil. Ello se advierte en el texto
de su articulado, en donde el Capítulo 1, "Responsabilidad civil", del Título V,
"Otrasfuentesdelasobligaciones", en el LibroTercero, "Derechospersonales", es-
tablece normasy principiossin distinguir entre losámbitoscontractual y extracon-
tractual de la responsabilidad civil, por lo cual el deber de reparar se regirá por las
mismas reglas, salvo contadas excepciones que luego destacaremos. De ello da
cuenta el texto del art. 1716 en cuanto establece: "Deber de reparar: La violación
del deber de no dañar a otro, o e l incumplimiento de una obligación, da lugar a la
reparación del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código".
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
b) Evolución histórica.
Distintas tesis en torno a esta división
cias entre ambas órbitas de responsabilidad, aunque muchas de ellas podrían ser
consideradascomo reales, mientrasqueotrassólo eran superfluasy/o inexistentes,
como apreciaremosa continuación.
1 - Diferencias reales
1 - Extensión delresarcimiento
Este tema sí representaba una diferencia real entre ambos ámbitos de la res-
ponsabilidad civil. Ello así puesto que en la órbita extracontractual o aquiliana, el
acreedor podía aspirar a la obtención de un resarcimiento más amplio que si el re-
clamo hubiera sido planteado en la órbita contractual. El motivo deello era queen
el ámbitoaquiliano el autor de un cuasidelito (hecho ilícito culposo) respondía por
las consecuencias inmediatas y también por las mediatas, por considerarse previsi-
blesen abstracto (cfr. arts. 901,903 y 904, CC). Si el dañador había previsto lascon-
secuencias casuales en el caso concreto, entonces también debía responder por
ellas (art. 905, CC).
En cambio, en el ámbitode la responsabilidad contractual, quien incumplíacul-
pablemente respondía únicamente por las consecuencias inmediatas y necesarias
(cfr. art. 520, CC). Si, y sólo si, el incumplimiento de la obligación había sido mali-
cioso (exprofeso, deliberado, doloso), entonces el deudor debía reparar también
lasconsecuenciasmediatas (art. 521, CC).
11 - La cuestión de la prescripción
También ésta constituía una real diferencia entre ambos regímenes, puesto que
la prescripción en el ámbito de la responsabilidad extracontractual (es decir, cuan-
do se pretende la reparación del daño ocasionado mediante un acto ilícito) era de
dos años, tal como lo determinaba expresamente el art. 4037 del CC(redacción se-
gún ley 17.71 1). .
En cambio, la acción para reclamar la reparación de un perjuicio emanado del
incumplimiento de una obligación preexistente -responsabilidad civil contrac-
tual-prescribía, como regla general y salvoexcepciones, a losdiezaños, dado que
se aplicaba el plazo de prescripción ordinaria establecido por el art. 4023 del CC.
Si bien se trataba de una diferencia sustancial, la subsistencia de esta distinción
llevaba a resultados injustos. Bastaba para ello apreciar lo que sucedía en loscasos
de responsabilidad civil médica: en una relación médico-paciente, si llegaba a exis-
tir mala praxis de un profesional, el paciente tenía diez años para demandar al mé-
dico, puesto que es pacífica la doctrina respecto a que generalmente media entre
ellos un vínculo convencional y que la responsabilidad civil, en tal caso, escontrac-
tual; en cambio, si dedicha mala praxisse derivaba la muertedel paciente, los here-
deros forzosos de éste sólo podrán reclamar al médico los daños sufridos por el fa-
llecimientode lavíctima en un plazo dedosaños, pues ningún ligamen contractual
CARLOS A . CALVO COSTA
111 - Eldiscernimiento
gún esta opinión, en el ámbito extracontractual, donde el art. 1078 del CCestable-
cía una regla imperativa que ordenaba al juez a repararlo si era acreditado. Por
nuestra parte, nos habíamosexpedido en la primera edición de esta obra afirman-
do que no compartíamos esta doctrina y estimábamos que se trataba de una dife-
rencia ficticia eirreal.Consideramosen aquella oportunidad, que cualquiera sea el
ámbito en el cual se efectúe su reclamo, el juez estaba obligado a ordenar su repa-
ración si hubiera sido peticionado y probado por el damnificado, sin importar la
fuente de dicho deber, sea el contrato o el acto ilícito aquiliano (Bueres, Alterini,
López Cabana).
11 - Atenuación de la indemnización
perjudicar a lavíctima por parte de quien comete el perjuicio (al dañar, en el delito, y
de incumplir deliberadamente con la obligación, en el ámbito convencional).
V - Constitución en mora
no de los sujetos previstos por la norma. Nos referiremos a esta cuestión en el Capí-
tuloVII al abordar el tema del daño resarcible.
Responsabilidaden caso de pluralidad de responsables. Si bien a raíz de lo dis-
puesto en el derogado Código Civil, la regla general era la solidaridad en casos de
varios obligados en un supuesto de responsabilidad civil extracontractual, en el
ámbito contractual la regla la constituía la simple mancomunación, como hemos
analizado anteriormente. Pues bien, luego de la sanción del Código Civil y Comer-
cial, y a tenor de lo dispuesto en el art. 1751, "sivariaspersonasparticipanen lapro-
ducción del daño que tiene una causa única, se aplican las reglas de las obligacio-
nessolidarias. Si la pluralidad deriva de causas distintas, se aplican las reglas de las
obligacionesconcurrentes". Como apreciará el lector, entonces, también los deu-
dorescontractuales responderán de manera solidaria cuando la causa de los daños
irrogados al acreedor sea única (v. gr., cuando provenga del incumplimiento de la
misma obligación), y de modo concurrente cuando el origen del daño sean causas
disímiles. Compartimos el punto de vista de una calificada doctrina (Picasso) en
cuanto a que el principio general de la simple mancomunación queda acotado a la
pretensión de cumplimiento específico, o bien a aquellos casos en los cuales se re-
clama el contravalor dinerario de la prestación; por el contrario, siempre queel re-
clamo se funde en la reparación de daños sufridos por el acreedor, la regla será la
solidaridad o la concurrencia,según sean una ovarias-respectivamente-lascau-
sasque lo han originado.
blecido -a diferencia del derogado Código Civil- en la edad de trece años (art.
261, incs. b y c, CCCN).
Factores de atribución. También existe diferencia en torno a los factores de
atribución aplicables para determinar la responsabilidad civil. Así, mientras que
en el ámbito aquiliano habrá de estarse a las circunstancias en las cuales se pro-
dujo el daño para determinarlo (v. gr., con cosas riesgosas o viciosas, con impru-
dencia, negligencia o impericia, con dolo, etcétera), en el ámbito contractual lo
relevante es el incumplimiento, pero tendrá incidencia el distingo entre obliga-
ciones de medios y de resultado (art. 774, CCCN) para determinar si estamos en
presencia de supuestos de responsabilidad subjetiva u objetiva, como lo hemos
advertido en el Capítulo III de esta obra cuando tratamos dicha clasificación de
obligaciones. En este sentido, dispone el art. 1723 del CCCN que: "Responsabili-
dad objetiva. Cuando de las circunstanciasde la obligación, o de lo convenido por
las partes, surge que e l deudor debe obtener un resultado determinado, su res-
ponsabilidad es objetiva". Por ende, ante el incumplimiento de obligaciones de
resultado, los factores de atribución serán objetivos, mientras que cuando se
incumpla una obligación de medios (en la cual el deudor cumple prestando una
conducta diligente) los factores de atribución aplicables serán los subjetivos: cul-
pa o dolo (art. 1724, CCCN).
Previsibilidadcontractual. Si bien el Código Civil y Comercial estableció el prin-
cipio general de la causalidadadecuada (art. 1726), aplicabletanto a la órbita con-
tractual como a la extracontractual, con idéntica extensión del resarcimiento en
ambas órbitas (como lo hemos mencionado anteriormente), para el ámbito con-
vencional únicamente estableció -sin embargo- la llamada previsibilidad con-
tractualen el art. 1728.A travésdeella, en aquelloscontratos paritarios, el deudor
que incumpla la obligación deberá responder por las consecuencias que las partes
previeron o pudieron haber previsto al momento del nacimiento de celebración
del contrato. Este instituto constituye una excepción a la regla de la causalidad
adecuada, y no resulta aplicableen a~uelloscont~atosdecon~moni en losquelas
partes no se encuentren en un pie de igualdad. Nos referiremos a este instituto en
el CapítuloVII.
Actuación de auxiliares. Principio de equiparación. El art. 732, CCCN dispone
que: "Elincumplimiento de laspersonasde las que el deudorse sirve para la ejecu-
ción de la obligación se equipara al derivado delpropio hecho del obligado". Esta
norma esaplicable únicamenteal ámbito de la responsabilidad contractual, ya que
establece la responsabilidad directa del deudor contractual por el hecho desus au-
xiliares. En cambio, para la órbita extracontractual, es aplicable el art. 1753 del
CCCN, que establece la responsabilidad del principal por el hecho del dependiente
(por daños causados a terceros ajenos al contrato o bien por daños a bienes extra-
ños al objeto de lo convenido), determinando un supuesto de responsabilidad re-
fleja o indirecta.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Sin perjuicio de destacar que el Código Civil y Comercial ha logrado aunar los
principios generales que rigen la suerte de la responsabilidad civil contractual y
extracontractual a partir de su entrada en vigencia, no se puede soslayar, como lo
hemosadvertido precedentemente, queaún subsisten algunasdiferenciasen cier-
tas y puntuales cuestiones, que son propias de cada órbita.
En la primera edición de esta obra, habíamos dado cuenta de varios supuestos
controvertidos de difícil encuadramiento en la órbita contractual o extracontrac-
tual, los cuales -por sus particulares características- son susceptibles de ser en-
marcados indistintamente tanto en el ámbito de la responsabilidad convencional
como en el de la aquiliana, por hallarse insertos en lo que comúnmente se deno-
mina "área de turbulencia" (Castronovo) o "zona parcialmente común" (De Mat-
teis) de la responsabilidad civil.
Si bien, insistimos, esto ha dejadodeser un problemadefondoen el derechoar-
gentino, debido a la eliminación de la opción por uno u otro régimen de responsa-
bilidad civil que determinaba el derogado art. 1107 in fine del CCde Vélez Sars-
field, mereceque hagamos referencia a ellos.
bJ El transporte benévolo
cJ Accidentes deportivos
d) La responsabilidadprecontractual
5 53. Introducción
Debemos comenzar nuestro análisis manifestando que es importante destacar
la trascendencia que se le asignan -en la teoría del responder- tanto al daño
como a la antijuridicidad. Hay quienes dicen quese trata de dos fases o aspectos de
un mismo fenómeno (Brebbia, Agoglia).
Hemosasistido en los últimos añosa una verdadera transformación del concep-
to de antijuridicidad. Mientras la doctrina tradicional la consideraba únicamente
en sufazsubjetiva (íntimamenteligaday fusionada con laculpa), una Iíneade pen-
samiento más acorde-que ha ido de la mano junto del nacimiento de la respon-
sabilidad objetiva-, conceptuaba a la misma objetivamente, concibiéndola como
la contradicción entre el hecho de una persona y el ordenamiento jurídico, pres-
cindiendo del aspecto subjetivo (culpa o dolo).
Así, al ser definida la responsabilidad civil hoy en día como la reacciónfrente a
un daño injusto, no dudamosen afirmar quetoda conducta dañosa queafecte in-
606 CARLOS A . CALVO COSTA
tereses jurídicos y que no posea una causa de justificación, es antijurídica. Este cri-
terio, en términos similares, es el que ha sido recogido por el reciente Código Civil
y Comercial argentino, como lo analizaremos posteriormente.
Estimamos-y nos muevetal convencimiento-que, aun cuando se ha ido dilu-
yendo la trascendencia de la antijuridicidad, no puede prescindirse de ella como
elemento de la teoría del responder. Veremos en el presente capítulo que son mu-
chos los autores que niegan actualmente que exista un momento de antijuridici-
dad en la responsabilidad civil. Es nuestra intención demostrar aueella resulta ser
un presupuesto de gran importancia en el Derecho de daños, resultando esencial
en el acto ilícito, aun cuando existan daños injustosquesean resarcidos provinien-
do de conductasjustificadas (actos lícitos).
Veremos que es aquí donde adquiere sideral relevancia el principio del alterum
non laedere, que deja ya de ser considerado como una figura fantasmagórica que
ilusionaba a los juristas (como afirmaba Carnelutti), echando por tierra la suposi-
ción quedicho principioterminaría por disolverseen un sistema detipicidad deac-
tos ilícitos, para pasar a desempeñar un papel de privilegio en nuestro Derecho de
daños, abandonando su consideración de norma secundaria. El alterum non lae-
dereesconsideradoactualmentecomo un principiogeneral del Derecho, una nor-
ma primaria, de raigambreconstitucional, por lo que cualquier conducta injustifi-
cada queviole el mismo resultará ser antijurídica. Esto implica aceptar una atipici-
dad de actos ilícitos (donde bastará la trasgresión de este principio sin causa de jus-
tificación alguna paraconvertira unactodañosoen ilícito) y unaconfiguración del
daño mediante la amalgama del contra iusy del sine iure.
De no ser así, de ser negado como cláusula general y como norma primaria, se
correrá el riesgo de aceptar que existe un "derecho a dañar" excepto que una nor-
ma prohíba concretamente ese daño. Y tamaña suposición no podemos admitirla
bajo ningún punto de vista.
Entendemos que esta línea de pensamiento que sostenemos, resulta funda-
mental a fin de determinar la injusticia del daño. Así, en el acto ilícito, considera-
mosquela injusticia de la acción - q u e resultaserantijurídica-se transmiteauto-
máticamente al daño convirtiendo a éste en injusto (De Cupis); ello no ocurre en la
responsabilidad por acto Iícito, en donde la injusticia del daño es considerada con
independencia de la conducta dañosa, puesto que esta última puede hallarse jus-
tificada por el ordenamiento jurídico.
Estimamosqueel Derechodedañosde nuestrotiempo no centra ya su atención
en el obrar del responsable (hecho injustamentecausado) sino en la lesión sufrida
por el damnificado (daño injustamente sufrido). Nuestro pensamiento está guia-
do por la realidad jurídica de nuestros días, en donde se considera justo indemni-
zar el daño aun cuando el mismo provenga de un acto Iícito de quien lo ocasiona,
e incluso en algunos supuestos, por actos justificados por la ley (v. gr., daño come-
tido en estado de necesidad, expropiación por causa de utilidad pública, etcétera).
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Aun cuando la conducta dañosa esté justificada, tiene enorme gravitación -ac-
tualmente-la idea que no resulta justo dejar un daño sin reparación.
En el Derecho argentino, hoy contamos con un concepto moderno de antijuri-
dicidad que nos provee el art. 1717 del CCCN, pero antes de referirnos a él, debe-
mos analizar la evolución de este presupuesto esencial de la responsabilidad civil,
a fin de comprender las razones de su actual concepción en el ordenamiento jurí-
dico nacional.
Así, Llambías, lo ha definido como el acto voluntario, reprobado por las leyes,
que causa un daño imputable al agente en razón de su dolo o su culpa. Destacaba
que dichoconcepto surgía de la conjugación de losarts. 898,1066 y 1067 del dero-
gado CC, y queel análisisdesu definición nos permitever enella la concurrenciade
cuatro elementos esenciales, a saber:
a) La voluntariedad del acto.
b) La reprobación de la ley.
C) La existencia de un daño.
d) La intención dolosa o culposa del agente. Basta que alguno de estos ele-
mentosfalte para que la noción deacto ilícito quedeentonces eliminada.
Por otra parte, Bustamante Alsina ha expresado que el acto ilícito consiste en
una infracción a la ley que causa daño a otro y que obliga a la reparación a quien
resulte responsable en virtud de imputación o atribución legal del perjuicio.
CARLOS A . CALVO COSTA
Asu vez, Bueres-en una definición más moderna quecompartimosy que resul-
ta acordea losfactoresobjetivosdeatribución- lo ha definidocomo la acción cau-
sativa de un daño, antijurídica, yadjudicable a un sujeto a base de un criterio legal
de imputaciónsubjetivo u objetivo. De la definición surge la existencia de un com-
portamiento del hombre (propio de él) unido al perjuicio. En este contenido que-
dan perfilados la acción, el daño y el nexo causal, al menos en la función que este
último tiene de vincular materialmente el perjuicio con su autor. Aparte, el com-
portamiento ha de ser contrario a Derecho. Y se hace especial referencia al com-
portamiento, pues lo antijurídico es la conducta y no el daño. Finalmente, junto a
la imputación física del acto dañoso (imputatio facti) será necesario que concurra
una razón de justicia para cargar el daño en la cuenta del agente (imputatio iuris),
hechoqueabre pasoa loscriterioslegalesdeimputación (ofactoresdeatribución).
Asimismo, esde destacar que el Código Civil y Comercial argentino, sancionado
en 2014, tampoco contiene una definición legal de acto ilícito, por lo cual su con-
cepto siguesiendo deelaboración doctrinaria.
También seconsideracomo acto ilícito positivo, aquel respecto del cual exis-
t e una prohibición sólo en forma genérica o tácita (v. gr., se debe conducir
unvehículo por un caminode montaña con la suficiente prudencia para no
ocasionar daños a otros, aun cuando no exista límite legal de velocidad al-
guno en estecaso). También quedan comprendidasen esta clasificación los
actos de comisión por omisión (v. gr., la madre que no amamanta a su hijo y
éste muere a causa de ello). En cuanto a los actos ilícitos negativos, es nece-
sario deslindarlos con pulcritud de los actos de omisión en la acción (o de
comisión por omisión), que en verdad son actos positivos, pues la omisión
generaperse un proceso causal propio. En losactosdecomisión se prohíbe
un efecto, y éste se puede provocar positivamente (golpear, disparar un
arma) o negativamente (la enfermera que omite suministrar un medica-
mento al paciente; el guía que no advierte al cliente en peligro mortal que
acecha en un trayecto, etcétera). En cambio, en las omisiones ilícitaspuras
(actos ilícitos negativos), el omitente se abstiene de realizar una conducta
que leesexigible con arregloa los principiosdel ordenamiento (v. gr., quien
realiza una obra en la vía pública debe cercar la zona de trabajo para evitar
daños hacia peatones y10 automotores). En tal hipótesis, existe un proceso
causal preexistente y extraño al agente que permanece inerte, quien, no
obstante, no se interpone y lo frustra.
rativas, al tener que ser observadasy cumplidas, ningunaduda cabe de queel deu-
dor carece de facultad para cumplir o no una obligación contractual, ya que está
compelido por el vínculo convencional creado; su inobservancia será, entonces,
contraria a Derecho, es decir, antijurídica.
La antijuridicidad objetiva, entonces, está constituida por esta contrariedad
entre la conducta y el ordenamientojurídico, y es previaal eventualjuiciode repro-
che (culpa o dolo) que pueda llegar a ejercerse sobre el autor del acto.
Es asícomo la doctrina moderna, y tal como lo manifestáramos en el CapítuloVI
deesta obra, entiende que el fundamento de todo el sistema resarcitorio reside en
la existencia de un daño queseconsidera resarcible, y no yaen lacalificación de un
acto determinado como ilícito. Aquí sólo interesará la víctima en primer lugar, y el
daño que ella ha sufrido; en consecuencia, interesará al Derecho de daños traspa-
sar las consecuencias económicas desfavorables desde el patrimonio de la víctima
hacia otro patrimonio obligado a indemnizarlo (estimará especialmente, pues, la
posición de lavíctima atendiendoa unaconcepción dejusticia distributiva que per-
mita el resarcimiento del daño injustamentesufrido).
Es importante mencionar que a partir detal concepción se ha abandonado defi-
nitivamente la idea de una responsabilidad como sanción frente al comporta-
miento ilícito culposo.
Será importante destacar entonces, tal como lo adelantáramos al comenzar es-
te capítulo, que en materia de responsabilidad civil la antijuridicidad comprende
no sólo la transgresión de normas positivas, sino también la violación, entre otros,
del principio alterum non laedere, y al que la Corte Suprema de Justicia de la Na-
ción le ha otorgado jerarquía constitucional (véanse IosfallosCSJN, 5/8/86, "Santa
Coloma, Luis l. y otros c. FerrocarrilesArgentinos", JA, 1986-IV-624; ídem, 5/8/86,
"Gunther, Fernando Raúl c. Nación Argentina", ED, 120-522). Este principio gene-
ral del derecho impideycondena toda conducta contraria alvalor que protege: no
dañar; e implícitamente obliga a que todos debamos ser respetuosos de los dere-
chos e intereses ajenos jurídicamente protegidos. De este principio nos ocupare-
mos seguidamente.
No encontramos, pues, en el concepto de la ilicitud así entendida, nociones re-
feridasa lavoluntariedad del agente yloa laculpabilidad deéste, yaquesu actitud
resulta indiferente a la hora de analizar la transgresión o no al ordenamiento jurí-
dico.
Elloasí, puestoque-como loafirma Bustolago-la ilicitud o la antijuridicidad
es una magnitud objetiva en tanto y en cuanto el Derecho establece las mismasexi-
gencias para todas las personas y s u vulneración conlleva iguales consecuencias; la
orden normativa se aplica sin consideración de la persona, siendo el objeto del jui-
cio acerca de ella, el desvalor de la acción y el resultado dañoso del hecho.
Nosotros consideramos acertada esta postura y estimamos que la ilicitud (al
igual que la licitud) es un concepto objetivo, puesto que no depende de circuns-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
res - d e carácter objetivo- como resultan ser la equidad y el riesgo creado, res-
pectivamente.
cos, y, en caso de conflicto, que la agresión haya sido llevada contra el bien que
representa el interés y el valor predominante para el Derecho.
En nuestro Derecho civil, en el pensamiento de Vélez Sarsfield, sólo cabía como
posibilidad admitir una antijuridicidad formal, con apoyo primordialmente en el
principiodelegalidad emanadodel art. 19de la CNde 1853 ("Ningún habitantede
la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de loqueella no
prohíbe"), que había sido utilizado como fuente de inspiración del derogado art.
1066 del CCparaVélezSarsfield,al establecer en esa norma que: "Ningún acto vo-
luntario tendrá el carácter de ilícito si no fuereexpresamente prohibido por las le-
yes ordinarias, municipales o reglamentos de policía; y a ningún acto ilícito se le
podrá aplicar pena o sanción deeste Código, si no hubiere una disposición de la ley
que la hubiese impuesto".
Comprendemosque para el Codificador, la consagraciónde una antijuridicidad
formal como la plasmada en la norma citada, implicaba a su entender una garantía
de la seguridad jurídica requerida por el sistema. El sistema de ilicitud establecido
por él era un sistema basado en latibicidad, queerael recursotécnicoempleado por
Vélez Sarsfield para poder establecer qué acciones serían reputadas antijurídicas.
Consideramos que la defensa de un sistema típico de actos ilícitos (y por ende,
de daños resarcibles) sólo podrá defender una antijuridicidad formal, expresa o
explícita, en donde se podrá afirmar que el daño será resarcible únicamente cuan-
do esté fijado con precisión en una o varias normas expresas determinadas.
Por nuestra parte, ya hemos sostenido en la primera edición de esta obra -tal
como lo ha venido pregonando una calificada doctrina extranjera (Puig Peñay Puig
Brutau, entre otros) y nacional (Vázquez Ferreyra)-, así como también la doctrina
mayoritariaen las "VI JornadasBonaerensesdeDerecho Civil, Comercialy Procesal"
en 1994, que e l obrar dañoso configura una presunción de ilicitud objetiva, pues-
to que la misma quedará plasmada en cuanto no existan causasdejustificación.
Zavala de González sostiene con acierto que en el Derecho de daños, se procura
afianzar la justicia con primacía sobre una ciega y deshumanizada seguridad. Así
pues, la antijuridicidad no seciñe a lasórdenes o prohibicionesdel legislador (que
no es omnisciente, ni puede brindar oportuna regulación a todos los problemas
dentro decambiossocialesvertiginosos),reconociéndosemayortrascendencia a la
labor del juez en la elaboración jurídica. Por ello, en el Derecho de daños la antiju-
ridicidad es sustancial: para que un acto sea lícito, no basta que seajustea la ley, si
el mismoviola su contenido axiológico.Verbigracia, esantijurídica la conducta que
implica un ejercicio abusivo del Derecho, pues -a tenor del actual art. 10 del
CCCN-contraría los finesde la ley o los límites impuestos por la buena fe, la moral
o las buenas costumbres.
La concepción de la antijuridicidad ha evolucionado tanto en la doctrina como
en la jurisprudencia argentinas, con una interpretación mucho más amplia de su
sentido, y con un significado más acorde a las transformaciones producidas en el
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
tra enraizado en el art. 19 de nuestra CN, y que ha recibido en forma expresa dicha
declaración por parte de nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación, en dos
precedentes de significativa importancia (CSJN, 5/8/86, "Santa Coloma, Luis l. y
otros c. Ferrocarriles Argentinos", JA, 1986-IV-624; ídem, 5/8/86, "Gunther, Fer-
nando Raúl c. Nación Argentina", ED, 120-522).
CJ El Derecho comparado
En Italia, por otra parte, el art. 1151 del derogado CCde 1865 establecía que: "Cual-
quier hecho del hombre, que ocasiona daño a otro, obliga a aquel que por su culpa se
ha realizado, a resarcir el daño". En dicho texto, también consagratorio de una cláu-
sula general, estaba contenida implícitamente la condición de antijuridicidad.
Con la sanción del nuevo Código Civil de 1942, el art. 2043 -incluido en el Título IX,
"De los hechos ilícitos", del Libro IV, "De las obligaciones"- establece que: "Cual-
quier hechodolosooculposo, queocasiona a otro undaño injusto, obliga a aquel que
ha cometido el hecho a resarcir el daño".
Aquí, la nota de antijuricidad está expresamente formulada, ya que-como lo desta-
ca DeCupis-al mencionardicha norma la expresión "dañoinjusto"serefiereal pro-
ducido por un acto humano antijurídico; y la antijuridicidad significa contrariedad a
las normasespecíficasy a los principios generalesdel sistema.
En España, a suvez, el art. 1902del CCestableceque: "El que poracción uomisióncau-
sa un daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño
causado". Si bien puede decirse que aquí se exige la culpa como presupuesto de la
reparación, ello no esóbice para que se suprima o absorba el elemento objetivo de la
antijuridicidad; ambos son distintos pero necesarios(Lacruz Berdejo, Santos Briz).
El Código Civil uruguayo, en su art. 1319determina que: "Todo hecho ilícito del hom-
bre que causa a otro un daño, impone a aquél por cuyo dolo, culpa o negligencia ha
sucedido, la obligación de repararlo". La doctrina máscalificadadedicho país(Gama-
rra) destaca que dicha norma, además de contener un deber general, es completa y
autosuficiente, puesto que no necesita combinarse con otrostextos para determinar
el deber que implanta.
También podemos destacar como códigos que establecen cláusulas generales conte-
niendo el principiodel alterumnon laedere, al Código Civil colombiano (art. 2341), al
Códigocivil mexicano (art. 1910), y al CódigoCivil peruano(art. 1969). entreotros.
En un sentido diametralmenteopuesto, a priori, y como modelo de un sistema consa-
gratoriodefigurasilícitastípicas, encontramosal CódigoCivilalemán-BGB-en don-
de el 5 823 establece que: "Al que con intención o por negligencia lesione ilegalmen-
te a otro en su cuerpo, en su libertad, en su propiedad o en cualquier otro derecho,
estará obligado para con aquél, a reparar el daño ocasionado. La misma obligación
incumbirá al transgresor de una ley hecha para proteger a otra persona. Si, según el
tenor de dicha ley, fuere posible la transgresión sin falta, sólo tendrá lugar la obliga-
ción de reparar en caso de que la falta exista".
El BGB alemán continúa -en los 55 824a 826 siguientes-enunciando figuras típicas,
queson las únicasadmisiblesenel Derechogermánico.Sinembargo, el Código Civil ger-
mánico ha dejadoabierta la puerta para laadmisiónde la atipicidadde losactosilícitos.
loque ha llevadoa algunosautores~omoFerrar-a calificarlocomounsistemadeati-
picidadpotencial.Ental sentidosesostienequeelBGBalemán-mediante la redacción
del 5 826 ("El que conviolación de las buenascostumbres, cause dolosamente un daño
a otro, está obligado a indemnizarleel daño causado")- le ha dejado una llave maes-
tra al magistrado alemán, que le permitirá -si resulta ser necesario- la creación de
nuevas figuras delictivas. Esto es común de muchos sistemasfundados en la tipicidad,
que frecuentemente recurren a figuras típicas permeables o indeterminadas, a fin de
permitir (mediante lavaloraciónjudicial) hacerfrentea las nuevasexigenciassociales.
CARLOS A . CALVO COSTA
fiestan que la norma jurídica penal es una simple norma devaloración (no impera-
tiva), radican el contenidode la ilicitud en el desvalor del resultado. Sostienen que
lo trascendental a la hora de decidir si una conducta es o no contraria a Derecho
será la constatación de si ha producido o no la lesión o puesta en peligro del inte-
résjurídicamente protegido en el correspondientetipodedelito; o loquees lo mis-
mo: la verificación de la presencia de un desvalor del resultado (Huerta Tocildo, Ro-
dríguez Mourullo).
Esta "concepción objetiva" de la antijuridicidad, se asienta en la consideración
de que la norma jurídica es primariamente un juicio de valor: la misma tendrá por
finalidad principal resolver conflictos de intereses declarando, en cada caso, el in-
terés que consideran predominante y estableciendo determinadas consecuencias
jurídicas para el supuesto de que el mismo sea vulnerado. El juicio de antijuridici-
dad consistirá en el desvalor que recae sobre el hecho en el caso de que contraven-
ga el interés declarado preponderante por la norma jurídica: esto es, pues, el des-
valordelresultado. La tacha de antijuridicidad recaerá sobre el hecho objetivo por
haber producido un resultado contrario a las valoraciones de las normas, prescin-
diéndose -como vemos- de todo componente subjetivo, el que será analizado
en el Derecho penal al momento de estudiarse la culpabilidad o no del sujeto.
Pena López, por su parte, nos brinda las pautas que suelen utilizarse en apoyo
a la postura negatoria de la antijuridicidad como requisito de la responsabilidad
civil:
1. La existencia de tipos de conductas permitidas y fomentadas por el ordena-
mientojurídico, que, sin embargo, aún desarrollándose sin habertransgre-
dido ningún específico deber e, incluso, con las correspondientesautoriza-
ciones, originan la responsabilidad civil en caso de causar daños, ya sean és-
tos originados por el desarrollo de actividades dañosas en potencia, pero
con daños "estadísticamente inevitables" (v. gr., explotación de industrias
de sustanciasquímicas inflamables, tóxicasocontaminantes, deenergía nu-
clear, de gas, eléctricas, de transporte, etcétera).
2. La inexistencia de un deber que tuviese por contenido el neminem laedere,
en razón deque un deber de esta naturaleza no estaría previsto por el orde-
namientojurídico, ni podría estarlo, so pena de paralizar la marcha de lavi-
da económicay social normal correspondientea una economía de mercado,
con la prohibición de toda actividad que pudiera causar daño a otro.
3. En la latitud del deber de reparar el daño que, al referirsea cualquier daño,
parece hacer abstracción del requisito de la antijuridicidad.
Debemos aclarar, además, que en la responsabilidad civil por acto lícito, existe
un daño injustoquedebeser reparado, aun cuando noexistaantijuridicidad en su
producción. Estamosconvencidosqueen supuestosdedañosocasionadosmedian-
te actividades Iícitas, la desaprobación del ordenamiento jurídicoserá respecto del
resultado (daño) -impidiendo que lo soporte la víctima como un designio divi-
no-y no de la acción causante del mismo. Como bien lo afirma Bueres, si bien exis-
ten actividades Iícitas, anteel acaecimiento dedañosa interesesprotegidosde ter-
ceros mediante el desarrollo de tales actividades, surge la obligación de reparar el
perjuicio cometido. El resultado dañoso producto de la misma integra la fattispe-
ciedel acto ilícito, y noesconsecuenciailícitade un agerelicere; la consecuencia del
acto ilícito está dada por la obligación de reparar el perjuicio. Así, en este supues-
to, se aprecia claramente que la antijuridicidad se configura ante la comisión del
daño (desvalor del resultado) -violatorio del alterum non laedere- sin que exis-
ta causa de justificación alguna para ello. En este sentido es de destacar, además,
que tal como loviene sosteniendo una prestigiosa doctrina, el acto dañoso es anti-
jurídico, más allá que sea Iícito realizar una actividad determinada; en tal sentido,
ejemplifica Bueres -a quien adherimos nuestra opinión- que en el caso de un
transeúnte que camina por la acera, si por un descuido tropieza y lesiona a otro
transeúnte, el acto dañoso y culposo del primer peatón -que será objetivamente
ilícito si no hay causas de justificación- conformará la fattispecie del daño; por
ende, resulta falso el razonamiento empleado por algunos autores respecto a que
si el acto es Iícito, su consecuencia también será Iícita, dado que -por ejemplo- la
destrucción de las sementeras del vecino (acto dañoso) integra la fattispecie del
acto ilícito, y no esconsecuencia ilícita de un imaginadoagere licere; la consecuen-
cia del acto ilícito está dada por la obligación de reparar el perjuicio.
Hay ciertos daños que se reputan injustos en virtud de una actitud selectiva del
legislador, no obstante dimanan de una conducta justa (lícita). Aun cuando el daño
sea fruto de una actividad permitida por el ordenamiento, resulta claro que quien
lo sufre notieneel deber de soportarlo y quien lo ocasiona no seencuentra ampa-
rado por un "derecho a dañar", que es repudiable desde todo punto de vista en
cualquierordenamientojurídicoquesea. Un claroejemplodeello resulta ser la res-
ponsabilidad del Estado por actos lícitos de la administración (que ha sido objeto
de tratamiento en las "111 Jornadas Sanjuaninas de Derecho Civil", de 1986); a los
fines de que el administrado damnificado pueda recibir un resarcimiento por los
daños sufridos, deberá demostrar que con tales obraso quehaceres se ha causado
un daño injusto, desde la óptica del Estado de Derecho, por "someterlo a un sacri-
ficio especial"; y quesi bien se ha logrado un "beneficiocomún" ogeneralizado, o
un provecho para el Estado, el precio es el daño a uno o más particulares, y de allí
que esos daños devengan injustos y deban resarcirse. Existe en tal caso una viola-
ción del art. 16 de la CN en cuanto establece la igualdad ante las cargas públicas,
puesto que los ciudadanos no están obligados a sacrificarse de manera desiguali-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
taria (Mosset Iturraspe, Bidart Campos). Sin embargo, se denota claramente la nota
deantijuridicidad (contraius), no en la acción que provoca el daño, sino en el resul-
tado dañoso violatorio del alterum non laedere.
Como bien lo ha manifestado Mosset Iturraspe, la responsabilidad poractos líci-
tos-pero dañosos-es una especie de excepción de la excepción, en la medida en
que pesea la causa de justificación, ejercicio de un derecho, procede la condena a
indemnizar.
La jurisprudencia argentina también se ha ocupado de destacar que aun cuan-
do exista licitud en la conducta de quien ocasiona el daño, si el perjuicio setorna in-
justo para quien lo debe soportar, éste debe ser reparado.
Coincidimos plenamente con Pena López, cuando afirma que los supuestos en
los que existe obligación de indemnizar los daños causados, a pesar de que se tra-
te de actividades permitidas, en abstracto o en concreto, y que se desarrollan sin
infracción de losespecíficosdeberesquehan deser observadosen su desarrollo, no
contradicen la existencia del requisito de la antijuridicidad, puesto queéste, en el
ámbito de la responsabilidad civil, incide inmediatamente sobre el resultado -el
daño- a diferencia de la responsabilidad penal en la que la antijuridicidad afecta
inmediatamente a la acción que produce el resultado lesivo. Destaca el prestigioso
profesor español queel hecho de que una actividad sea lícita o permitida, o inclu-
so,fomentada por el ordenamientojurídico, noquieredecir que losdañosque pro-
duzca sean de la misma naturaleza, esto es, lícitos, porque si existe un interés jurí-
dico protegido erga omnes, éstetieneque ser correspondido ontológicamente, en
el plano jurídico, por el deber de abstenerse de dañarlo por todos, de la obligación
pasiva universal de no dañarlo; violado este deber, el acto dañoso es ilícito o anti-
jurídico y, por ello, el daño debe ser transferido a su autor, en los casos de respon-
sabilidad objetiva, sin más, y, en losde responsabilidad subjetiva, si mediaculpa. La
mera licitud del comportamiento que conduce al resultado dañoso es irrelevante
en esta sede, no así la ilicitud, proveniente de la contravención de un específico de-
ber preordenado a la protección del interés dañado, en cuanto necesario expo-
nente de ésta.
En este mismo sentido, hace ya un par dedécadas, también la doctrina nacional
mayoritaria ha sostenido en la Comisión no 1 (Responsabilidad por riesgo creado)
de las "VI Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil, Comercial y Procesal", celebra-
dasen Junín, Provincia de BuenosAires, en octubre de 1994, que "el obrar dañoso
contemplado por el art. 1113 en función del riesgo creado configura un acto obje-
tivamente ilícito".
cadosea ilícito, supuestoen quela ilicitud pasa a identificarse con el daño, desapa-
reciendo como elemento autónomo (Bueres). Asimismo, también se restringiría la
existencia de la antijuridicidad a los supuestos de responsabilidad civil subjetiva
(Busto Lago), y ello encuentra su explicación si se funda el juicio de antijuridicidad
en el "desvalor de la conducta en sí", en la violación de una "norma de determina-
ción" o "imperativo deconducta" dirigido al dañantey no en una "norma de pro-
tección" del interés lesionado. Nosotros, como loveremos seguidamente, adopta-
mos un criterio cercano al objetivista de los penalistas, que podríamos llamar cau-
salista; creemos, en primer lugar, que el contenido de la antijuridicidad está dado
primordialmente por el desvalor del resultado (es decir, del daño injusto), y subsi-
diariamente, por el desvalor de la acción.
cimiento de la lesión de los intereses lícitos, aun cuando éstos no sean sustrato de
derechos subjetivos.
Valga a esta altura de nuestra exposición una aclaración. Cuando hacemos
mención a la atipicidad del acto ilícito civil (o del daño) lo hacemos en sentido
impropio, puesto que -tal como lo ha señalado también Gamarra en el Derecho
uruguayo-el ilícito necesariamente ha de ser típico, ya que atañe a una regla de
comportamiento, que requiereuna descripción paraqueel sujetosepaque, cuan-
do la viola, su conducta lo hace pasible de sanciones. En ello no hay diferencias
entre el ilícito penal y el civil, pero sí en el requisito de la pluralidad de preceptos
concretos (en el Derecho penal), mientrasque la unidad del ilícito civil se consagra
en una norma general y abstracta, como veremos seguidamente. El concepto de
atipicidad del ilícito civil está referido al hecho deque este último encuentrafun-
damento en una cláusula general que permite regular situaciones de creciente
dinamismo, y no en una norma determinada establecida yestratificadaen una ley
o código cualquiera (como ocurre con el ilícito penal); en tal sentido, la descrip-
ción del comportamiento del sujeto que incurre en ilicitud no se formula enume-
randofigurasconcretasy delimitadasde acciones u omisiones, tal como lo haceel
Derecho penal, con descripciones precisasy definidas, sino en términosgenerales,
indeterminados y elásticos.
Puede, sin embargo, señalarse como algunas de las muchas diferencias existen-
tes entre el ilícito penal y el civil, las siguientes:
a) La necesidaddeilícitostipificadosen materia penal, circunstancianoreque-
rida en materia civil.
b) Mientras que en materia penal los bienes protegidos por el ilícito son pre-
dominantemente públicos, en el ilícito civil basta la lesión de cualquier de-
recho subjetivo o interés jurídicamente protegido de un particular, origi-
nándose la obligación de resarcimiento del daño ocasionado ( ~ Ángel e Yá-
güez).
c) Para algunos (YzquierdoTolsada), el ilícito civil viene a presentarse, siempre
desde el punto de vista formal, como un comportamiento dañoso no tipifi-
cado por la ley penal.
permitirá determinar si el daño sufrido por la víctima es justoo injusto, y por ende,
resarcible o no.
siglo XX la teoría de la tipicidad de los actos ilícitos ha entrado en crisis, toda vez
que comenzaron a vislumbrarse nuevos intereses a los que se consideraba dignos
de protección y que -sin embargo- no estaban tipificados en el ordenamiento.
Es así como las viejas y conocidas figuras de acto ilícito -1esionantes de dere-
chossubjetivostipificados-comenzaron a resultar insuficientes para justificar a la
nueva corriente jurisprudencia1quevenía en franco crecimiento, y que empezaba
a hacer lugar a la obligación de reparar la lesión de ciertos interesesque-si bien
no constituían derechos subjetivos- eran considerados dignos de ser jurídica-
mente tutelados.
Era necesario entoncesampliar lasfronterasde la ilicitud, todavezque, además
del reconocimiento de nuevos derechos subjetivos antes ignorados tales como
ciertos derechos personalísimos (intimidad, imagen, etcétera), comenzó a brin-
darse protección erga omnesa losderechosdel crédito (desconocidos hasta enton-
ces), se admitió el daño moral con sentido resarcitorio, y seextendió la tutela jurí-
dica a intereses individuales y supraindividuales, e incluso a interesesconsiderados
simples hasta entonces, en la medida que ellos fueran serios y lícitos.
En el Derecho comprarado, la gran mayoría de los países influidos por la codifi-
cación francesa (España, Italia, entreotros), más precisamenteporel CódigodeNa-
poleón, poseen en su ordenamiento una cláusula general que permite abocarse
actualmente a un sistema de atipicidad de actos ilícitos (comprendiendo dicha
cláusula toda conducta dañosa), a fin de cobijar y brindarle protección jurídica a
nuevos interesesjurídicos protegidos. Así, en tal sentido, basta apreciar el art. 2043
del CC italiano, el art. 1902 del CCespañol, y el art. 1319 del CCuruguayo, entre
otros. Las cláusulas generales -define De Castro- son normas legislativas inde-
terminadas, decontenidovariable, quecambian con lostiemposy queadolecen de
falta de fijeza (por ejemplo, orden público, buena fe, buenas costumbres, etcéte-
ra). La cláusula general contiene supuestos de hechos normativos que describen
con gran generalidad el ámbito de loscasosa ella reconduciblesy, mediantesu uti-
- -
bilidad, que muchos han denominado figuras típicas. Si bien tal tipicidad no posee
la rigidez de los tipos penales, esos ilícitos civiles son considerados como típicos
puesto que exigen para la sanción resarcitoria laviolación de ciertos derechos sub-
jetivos absolutos de singular relevancia y que son descriptos en la norma, tales
como el derecho a la vida, a la integridad física y otros de parecida naturaleza.
En nuestro país, la concepción de un sistema atípico de ilícitos civiles ha nacido
a partir de la necesidad de reparar los daños que injustamente sufrían lasvíctimas,
y en ello ha tenido mucho que ver la influencia del Código Civil italiano que ha
agregado como requisito para el resarcimientodel perjuicio, su "injusticia". Si bien
la existenciade la cláusula general ha contribuido para la conformación deestesis-
tema atípico de ilícitosciviles, ella por sísola no revestía el carácter de condición su-
ficiente para ello. Como lo sostienen algunosautores, la cláusula general era insu-
ficiente por sí sola para brindar protección a nuevos intereses, ya que ello depen-
dería de la interpretación del jurista y del juez (Alpa, Bessone), puesto que la misma
era sólo concebida como una norma secundaria y aplicable únicamente frente a la
vulneración de un derecho subjetivo.
Es indudable destacar queel paso a un sistema de atipicidad del ilícito se halo-
grado tras un arduo y largo proceso destinado a modificar los esquemas de un sis-
tema estanco y en vías de extinción, ya que la sociedad en su conjunto comenzó a
reclamar la protección de ciertos intereses que -si bien no constituían derechos
subjetivos- eran dignos de ser tutelados y, por ende, de ser amparados por el De-
recho. Sin embargo, y como contrapartida deello, la demanda liberal deseguridad
jurídica defines del sigloXIXexigía que el acto ilícito estuviera configurado a par-
tir de un elenco preestablecido de conductas, que en nuestro país encontraba su
razón de ser en el art. 1066 del derogado CCde Vélez Sarsfield (De Lorenzo).
Tal dificultad en aceptar la necesidad de un cambio en la concepción del ilícito
se debía, además, fundamentalmente al hecho deque muchos autores (principal-
mente, LópezO1aciregui)entendíanala ilicitud únicamentecomolaviolacióndeun
derecho subjetivo absoluto, y aun cuando el sistema poseyera una cláusula gene-
ral, se seguía interpretando que la "injuria" estaría constituida por laviolación de
un derecho subjetivo.
La atipicidad del ilícito civil (y por ende, del daño) nos obliga a plantearnos dos
cuestiones importantes:
1. Qué intereses son los que deben ser alcanzados por la tutela del ordena-
mientojurídico, afindeevitarcaeren la injusticia decargar la reparación de
todo tipo de daño.
2. Si las causas de justificación deben estar tipificadas y son sólo las previstas
en el art. 1718del CCCN, osi sedebeadmitir un sistemaatípicotambién para
ellas.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Obsérvese que ello sucede en los casosconcretos de principios generales del Derecho
como la buena fe o el abuso del derecho, los que si bien deben ser valorados por el
juez en cada caso concreto, fluyen del ordenamiento legal que delega en el juez
dicha tarea valorativa. En consecuencia, no por ello puede decirse que es el magis-
trado quien crea dichos principios. De igual modo, no puede decirse que el juez -al
dartutelajurisdiccionala un interésdeterminadoconfundamentoenel alterumnon
laedere-esté formulando una nueva norma jurídica supliendo al legislador.
En efecto, si bien escierto que no le compete al juez la creación de la norma jurí-
dica (toda vez que ése es el rol que le ha sido asignado únicamente al Poder Legis-
lativo), loqueel juez realiza al declarar la protección jurídica a un determinado in-
terés no es más que descubrir en el ordenamiento -comprensivo éste no sólo de
las normas jurídicas sino también de los principios generales que lo inspiran y lo
integran- el interés objeto de tutela. No creemos que los jueces hayan "creado"
Derecho, por ejemplo, al reconocerle el derecho a una indemnización a la concu-
bina por la muerte de su compañero, ni al admitir el reclamo indemnizatorio de la
guardadora de un menor de edad con motivo de la muerte de su pupilo en un acci-
dente, ni cuando deciden admitir-como resarcibles-algunos intereses(conside-
radossimples hasta ese momento) en virtud de la seriedad y licitud de los mismos.
Asuvez, tampoco se nosescapa que si fuera la ley la que determinara cuáles son
los parámetros para considerar como injusto y resarcible un daño, terminaría sien-
do el juez quien debiera analizarlos al encontrarse frente al caso concreto; y ade-
más, si la ley identificarafehacientementequédañosconsidera injustos, caeríamos
nuevamente en las redes de la tipicidad (Casiello).
Basta como ejemplo de ello el caso del concubinato, que si bien era considera-
do como inmoral en la época de la sanción del Códigocivil deVélezSarsfield (1871)
con el transcurrir de los años se ha transformado en una realidad social, y en con-
secuencia, se ha desvanecido esa tacha de inmoralidad de las uniones more uxorio.
Por el contrario, en la doctrina y en la jurisprudencia se ha considerado en su mo-
mento que las uniones de hecho están amparadas por el art. 19 de nuestra Consti-
tución Nacional, al quedar reservadas dentro del ámbito de las acciones privadas
de los hombres (Iribarne). En el fallo plenario de la Cámara Nacional Civil (CNCiv.,
enpleno, 4/4/95, "F., M. C. y otro c. El PuenteS.A.T.", LL, 1995-C-642)que dierafavo-
rable acogida al reclamo indemnizatorio de una concubina por la muerte de su
compañero, los jueces no han creado Derecho alguno, sino que la han considerado
incluida dentro de los damnificados previstos en el derogado art. 1079 del CCvele-
zano, en razón del principio genérico que dimanaba de esta norma.
~ -
der reputar al daño como injusto. Es decir, luego de advertir la lesión del interésju-
rídico, se deberá analizar si se trata de una lesión inferida cum iure (justificada) o
sine iure (injustificada).
Ninguna duda nos asiste respecto a que, en este sistema de atipicidad dedaños,
el rol del juez será fundamental para determinar cuáles son los intereses protegi-
dos y cuáles los dignos de tutela a los que habrá que declarar como tales; y en defi-
nitiva, para determinar, qué daños serán injustos, es decir, resarcibles.
Como lo refiere en su parte final el art. 1717 del CCCN, sólo la justificación de la
acción u omisión dañosa excluirá la nota de antijuridicidad de dicha conducta. En
razón de ello, debemos abordar cuáles son las causas de justificación previstas en
el ordenamiento jurídico. A priori, debemos aclarar que el derogado Código Civil
de Vélez Sarsfield no efectuaba ninguna referencia a las causas de justificación, y
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
algunasde ellaseran tomadas por analogía del art. 34del CP. Tampoco resultan ser
objetode regulación expresaen el Códigocivil francés, razón por lacual ellastam-
bién han sido inferidasdel Código Penal deaquel país. La doctrina civilista ha teni-
do que elaborar pues, una teoría de causas justificantes (théorie des faitsjustifica-
tifs) a fin de hallar respuesta a los casos en los cuales no resultaba justo aplicar la
obligación de resarcir el daño cometido (Viney).
Sin embargo, el art. 1718 del CCCN argentino les brinda tratamiento expreso,
por lo cual nos referiremos a ellas detalladamente; y, además, analizaremos con
posterioridad si las causasdejustificación tienen que ser sólo tipificadaso debead-
mitirsetambién un sistema atípico respecto de ellas.
1. Ejercicio regular de un derecho. Dispone el art. 1718 del CCCN: "Está justi-
ficado e l hecho que causa un daño: a) en ejercicio regular de un dere-
cho ...".Asimismo, determinaelart. 10del CCCNque "elejercicioregularde
un derecho propio o e l cumplimiento de una obligación legal no puede
constituir como ilícito ningún acto. La ley no ampara elejercicio abusivo de
losderechos. Se considera talelque contraría los finesdelordenamiento ju-
rídico o el que excede los límites impuestos por la buena fe, la moral y las
buenas costumbres". Como lo analizaremos posteriormente, al tratar los
factoresde imputación, esta última norma consagrael abusodederechoco-
mofador de atribución de la responsabilidad. Detal modo, de la interpre-
tación armónica y conjunta de ambos artículos, ninguna duda cabe que
cuando el derecho ha sido ejercido en forma regular por su titular, aun
cuando ocasione con ello un daño a otro, no existirá antijuridicidad en la
conducta, sea esta activa u omisiva.
2. Legítima defensa. También el art. 1718 del CCCN justifica el hecho dañoso
ocasionado "... b) en legítima defensa propia o de terceros, por un medio
racionalmente proporcionado, frente a una agresión actual o inminente, ilí-
cita y no provocada; e l tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños
como consecuenciade un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho
aobtenerunareparaciónplena ... ". Paraqueseconfigure, quienocasionael
dañodebeefectuarlo en ocasión de una defensa ante una agresión ilegítima
de parte de quien lo ataca contra su persona o bienes. Asimismo, la legítima
defensa exige otros requisitos: debe existir una agresión ilegítima o injusta
sobre la persona o bienes de quien se defiende; el ataque debe ser actual
(comenzadoy no terminado, destaca BustamanteAlsina); debe existir racio-
nalidad del medio utilizado para impedir o repeler la agresión; y no debe
haber mediado provocación por parte de quien sedefiende. En lo particular,
también alude a una situación de legítima defensa el art. 2240 del CCCN, al
referirse a la defensa extrajudicial de la posesión: "Nadiepuede mantener0
recuperar la posesión o la tenencia de propia autoridad, excepto cuando
CARLOS A . CALVO COSTA
debe protegerse y repeler una agresión con e l empleo de una fuerza sufi-
ciente, en los casos en que los auxilios de la autoridadjudicial o policialIlega-
rían demasiado tarde. El afectado debe recobrarla sin intervalo de tiempo y
sin exceder los límites de la propia defensa. Esta protección contra toda vio-
lencia puede también ser ejercidapor los servidores de la posesión".
3. Estado de necesidad. Este supuesto contemplado también en el art. 1718,
inc. c) del CCCN, actúa como justificante de la conducta dañosa, cuando su
autor "para evitar un mal, actual0 inminente, de otro modo inevitable, que
amenaza alagente o a un tercero, si elpeligro no se origina en un hecho su-
yo; el hecho se halla justificado únicamente si el mal que se evita es mayor
que el que se causa. En este caso, el damnificado tiene derecho a ser indem-
nizado en la medida en que e ljuez lo considere equitativo". De tal modo, el
estado de necesidad se configura cuando una persona para salvarse a sí mis-
ma o a otro, a sus propios bienes o los ajenos, daña a un tercero. Si bien no
existe acuerdo en la doctrina en torno a su naturaleza jurídica, la gran mayo-
ría no hesita en calificarlo como un acto lícito, puesto que la lesión quecausa
el daño se encuentra autorizada por el ordenamiento jurídico (Zavala de
González,Orgaz, Acuña Anzorena). Son ejemplosde estasconductas:la acción
de quien consume alimentos ajenos para saciar su hambre (hurto famélico),
odequien destruye unaventana para socorrera una persona en un incendio,
o la del conductor que intencionalmente embiste a un automóvil estaciona-
do para evitar atropellar a un niño, etcétera. Sin embargo, deben cumplirse
una serie de requisitos para que se configure un estado de necesidad:
a) El peligro debe ser inminente y actual no bastando la eventualidad del
daño.
b) El peligro nodebeser imputable al autor del daño ni debeestar obliga-
do a soportar la situación de peligro.
C) Debe haber imposibilidad deevitar el riesgo por otravía que nosea oca-
sionando el daño al tercero.
d) El daño ocasionadodebeser cualitativa y cuantitativamente menor que
el quese pretende impedir.
Finalmente, estimamosque resulta totalmente inviable poder invocar el es-
tado de necesidad para justificar el incumplimiento de una obligación con-
vencional, a no ser quede dicho estado de necesidad sederive la imposibili-
dad de la ejecución de la prestación (en este mismo sentido: Lafaille, Caze-
aux, Trigo Represas).
En los últimos años, nos hemos encontrado con fallos judiciales y artículos de
doctrina referidos a cuestionesde reparación dedaños, en loscuales, cuando lavíc-
tima lesionada ha participado voluntariamente en un evento que generaba peli-
gro para su vida o para su integridad física o psíquica, se ha afirmado que a pesar
de haber asumido el riesgo al participar en esa actividad, ello no implicaba que el
damnificado hubiese consentido el daño que sufriera aposteriori.
No obstante, algunos autores sostienen que la asunción de riesgos no es más
que un consentimiento tácito que lavíctima parece prestar en todosaquelloscasos
en que, con pleno conocimiento, asume el riesgo de sufrir un daño, por lo cual ello
tendría el valor de una convención sobreentendida con otra persona, por la cual
aquélla renuncia por anticipado a reclamar eventualmente una indemnización
(Bustamante Alsina, Lese~oisier).
También se advierte con frecuencia que, al momento de tratar la eximente para
eludir la responsabilidadcivil de losdemandados en dichoscasos, algunosautoresy
jueces planteen la asunción de riesgoscomocausade justificación del daño-situán-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
1 - El consentimientodel damnificado
No son pocos los autores nacionales y extranjeros que han afirmado que cuan-
do lavíctima consiente el daño sufrido, ello constituye una causal dejustificación,
eliminando toda nota de antijuridicidad (Carbonnier, Riz, Santos Briz, Orgaz, De
Ángel Yágüez, Busto Lago, Barbero), y provocando el irremediable rechazo de cual-
quier pretensión indemnizatoria por parte del damnificado. Ello tiene sustento en
el principio «nulla iniuria est, quae in volentem fiatn que formulara Ulpiano en el
Digesto (LibroXLVII, tit.X, 1. Ulpianus S), que podría traducirsecomo "noexiste in-
juria para el que ha consentido", debiendose entender por iniuria toda lesión de
los derechos o intereses de una persona, siempre y cuando, claro está, ellos sean de
libre disposición por quien expresa el consentimiento.
Sin embargo, es de destacar que dentro de los límites que impone el derecho,
no se consideran bienes disponibles aquellos de carácter personalísimo como son,
vgr. lavida y la integridad física delas personas, por lo cual todo actodedisposición
que se efectúe respecto de ellos resultará inválido y no excluirá la antijuridicidad
de la conducta dañosa, aun cuando ello haya sido previamente pactado. No obs-
tante, deben quedar fuera de esta restricción los supuestos en los cuales la disposi-
ción sobre bienes personalísimos termine redundando en beneficio de la persona
que presta su consentimiento (Ferrari), como es el caso de las intervenciones qui-
rúrgicas, en las cuales el paciente presta su conformidad previa con su realización,
sabiendo que con ellasse alterará su integridad física (por ejemplo, lesión por cor-
te con un bisturí, amputación de un miembro, colocación de prótesis, etcétera).
Hablar de consentimiento (cum sentire) nos brinda la idea de una voluntad con-
vergente entre dos partes sobre un mismo tema, destinada a provocar un efecto ju-
rídico; ahora bien, ¿bajo qué recaudos debe brindarse ese consentimiento del dam-
nificado para ser válido? ¿sobrequé clases de bienes se pueden consentir los daños?
En cuanto a su forma, y salvo disposición legal especial que imponga una for-
malidad determinada para su prestación (como ocurre, por ejemplo, con el art. 7'
de la ley 26.529 de Derechosdel Paciente, t.0. según ley 26.742), el consentimiento
puede ser brindado en forma expresa o tácita, aunquesiempre esconveniente ins-
trumentarlo a los fines probatorios. Resulta sí esencial, para que el consentimien-
to del damnificado sea válido y excluya la antijuridicidad de la conducta de quien
ocasiona el daño, que haya sido prestado con anterioridad o en forma contempo-
CARLOS A . CALVO COSTA
miento que autorice a que el sujeto pueda sufrir dañosen su salud, sean estos cor-
porales o psíquicos.
La excepción a este principio general lo constituye el consentimiento informa-
do prestado para las prácticas médicas (siemprey cuando estese lleve a cabo en las
condiciones previstas por las leyes especiales que lo rijan), ya que en tal caso, la
agresión que sufrirá el paciente en su integridad física tiene como correlato la bús-
queda de un mejoramiento de su salud, siendo inevitable, pues, que aquella deba
llevarse a cabo. En tal sentido, es inobjetable que un médico para llevar a cabo un
acto quirúrgico, deba afectar la integridad física del paciente (v. gr. hacer un corte
con un bisturí), pero ello seencuentra totalmente justificado en tanto y en cuanto
resulte ser una condición necesaria para el mejoramiento de la salud del enfermo
o para su curación. Entendemos que ello también es aplicable cuando la práctica
médica se lleve a cabo con fines estéticos, ya que también debe interpretarse en
pos de una mejoría del paciente (en este mismo sentido: Ataz López).
Cabedestacar, sin embargo, que la omisión de la obtención del consentimiento
por partedel profesional dela medicina, es generador de responsabilidad civil mé-
dica; el consentimiento informado del paciente se constituye en un factor de legi-
timación de la intervención médica, por lo cual la ausencia deacreditación del con-
sentimiento informado por parte del facultativo constituye una actuación u omi-
sión culposa que lleva a concluir que ha sido el médico quien asumió por sí solo los
riesgos inherentes a la práctica médica realizada en lugar del paciente o de la per-
sona llamada a prestar su consentimiento luego de haber recibido una información
adecuada para ello, por lo cual deberá el profesional por los daños haciael pacien-
te que se deriven de su actuación.
Asimismo, queda claro a nuestro entender, que el único legitimado a prestar el
consentimiento es el propio titular del derecho o interés protegido en juego, ya
que de no ser así, el consentimiento brindado será ineficaz (Puig Brutau), a no ser
quenos hallemosfrenteadeterminadassituaciones-comoen lossupuestosdein-
tervenciones quirúrgicas o tratamientos médicos necesarios para un menor o un
incapaz- en las cuales las leyes especiales determinen que dicho consentimiento
puede ser prestado por sus representantes legales o por las personasque expresa-
mente indique la norma. Así, por ejemplo, el art. 6'de la ley 26.529 de Derechosdel
Paciente (t.0. según ley 26.742), en su párr. 2", dispone respectoa esta cuestión que:
". .. En e l supuesto de incapacidad delpaciente, o imposibilidad de brindar e l con-
sentimiento informado a causa de su estado físico o psíquico, el mismo podrá ser
dado p o r laspersonas mencionadasen e l art. 27 de la ley 24.193, con los requisitos
y con elorden de prelación allíestablecido". Dichas personas son, pues, en orden
de prelación: a) el cónyuge no divorciadoque convivía con el fallecido, o la perso-
na que sin ser su cónyugeconvivía con el fallecido en relación de tipo conyugal no
menosantiguadetresaños,enformacontinuaeininterrumpida; b)cualquierade
los hijos mayores de dieciocho años; c) cualquiera de los padres; d) cualquiera de
CARLOS A . CALVO COSTA
Por ende, en principio, los daños que se ocasionen en el desarrollo normal del
juego no serán reparados en razón de la aceptación del riesgo por parte de los de-
portistas que aceptan participar de la actividad y de la autorización estatal preci-
tada (Mazzinghi). Pero debemos evidenciar que la óptica cambiará si los daños cau-
sados en el ejercicio de la actividad, si se ha infringido el marco de las reglas de jue-
go, ingresandoen el terreno de la ilicitud y arribándosea laconclusión dequeesos
perjuiciosson imputablesa la culpabilidad oal dolo dequien losocasiona. Esdecir,
se considerarán daños normales aquellos que se produzcan dentro del marco del
reglamento del deporte de que se trate, por lo cual, en tal caso, enmarcándose la
accióncausativadeldañodentrodel ámbitode la licitud estatal para la práctica del
deporte, no habrá antijuridicidad alguna, y por ende, el daño no deberá ser repa-
rado (Márquez, Calderón).
Obviamente, aquí también nos encontraremos frente al mismo problema que
analizamosen la primera parte, al tratar el consentimiento: generalmente, en laacti-
vidad deportiva, se produce una aceptación tácita del riesgo propio del deporte
-~ ~
(Tale); sin embargo, suele afirmarse que cuando los daños son sufridos, verbigracia,
en la integridad física, dicha aceptaciónde riesgos no tiene aptitud para hacer desa-
parecer la ilicitud de la acción del dañador, por cuanto las personascarecende poder
de disposición sobre bienes que están fuera del comercio y son de interés público.
Ahora bien, nos preguntamos: entonces ¿la asunción de riesgos, por ejemplo, de
quien acepta lanzarse en un paracaídas, o volar en un parapente, o de participar en
un combate de boxeo, o participar en una carrera de rally, sería ineficaz porque el
damnificado estaría disponiendo sobre su integridad física? Por nuestra parte, esti-
mamosquesi bien escierto que debemosestara la naturaleza de los bienesenjuego
y a su posible indisponibilidad, no podemos dejar de mencionar que la teoría de la
asunción de riesgos en el deporte será relevante y eficaz cuando el participante asu-
ma sometersea un riesgo extraordinarioOlerdera Server), locual será revelador de la
imprudencia del damnificado e idóneo para fracturar el nexo de causalidad (cfr. art.
1729, CCCN).Ello ocurría, a nuestro entender, en el caso de queel damnificado haya
aceptado participar en actividadesextremadamente riesgosascon una alta probabi-
lidad de daños para su integridad física, como ser un combate de boxeo, una carrera
demotos, ode un alto riesgo parasuvida, comoser lanzarseenala delta o, comoocu-
rre en España, participar de una corrida de toros donde dicha actividad es lícita. En
estemismosentido,VelderaServermanifiestaqueenlosdeportesdeaventurael ries-
goasumidoessuperior al deotrosdeportes, por locual cabe pensar queserátambién
mayor el número de daños que no serán indemnizables.
Estimamos muy interesante, para una mayor comprensión del tema, referirnos
a los fallos judiciales que han tratado el tema de los daños ocurridos en el ámbito
del deporte, principalmenteen razón del fútbol y del rugby. Hay algunoscasos in-
teresantes en la jurisprudencia argentina de los últimos años, que se han referido
a esta cuestión. Mencionaremos muy brevemente sólo los más relevantes:
CARLOS A . CALVO COSTA
- En el caso "R. de F., G. E." (SC Mendoza, Sala 1,618113, "R. de F., G. E. por sí y
sus hijos menores c. L., J. A. y otros dDaños y perjuicios", RCyS, 2013-Xll-44),
los hechosdel caso eran lossiguientes: un participantede una carrera auto-
movilística falleció al ser atropellado por un competidor mientras se encon-
traba en la banquina tratando de sacar su vehículo y el del competidor con
el cual había protagonizado un choque. Su esposa e hijos demandaron a la
asociación de automovilismo local, a la federación provincial y al competi-
dor que lo atropelló. La demanda fue admitida en primera y segunda ins-
tancia únicamente contra la asociación, a quien atribuyó un 50% de res-
ponsabilidad en el hecho (imputando el otro 50% a la víctima), siendo con-
firmada la decisión por la Suprema Corte de Mendoza. Puntualmente, se
resolvió que "La suscripción de un formulario de inscripción para participar
en una competencia automovilística no libera de responsabilidad a la aso-
ciación organizadora ante la muerte de un conductor puessi bien losdepor-
tistas deben asumir los riesgos inherentes al ejercicio normal de la actividad
y de las consecuenciasquede ella resulten, según el curso normal y ordina-
rio de las cosas, el desarrollo de una actividad deportiva no puede ser esgri-
mido como eximente por quien omitió implementar las medidas necesarias
para resguardar la debida seguridad, exponiendo la vida a mayor riesgo del
generado por la propia actividad (...) Correr una carrera de motocicleta es
una actividad riesgosa, pero cuando la causa del daño, no es el riesgo pro-
pio de la actividad, sino un riesgo adicional, suplementario, anormal, como
lo es el hecho que los banderilleros sean inexpertos y la existencia de obstá-
culos indebidos en el circuito, estamos en presencia no ya de un daño cau-
sado por el riesgo genérico de la actividad, sino por un riesgo específico
derivado de la falta de un control eficiente0 de la mala organización".
en el ámbito de una actividad deportiva son: que la práctica habitual del deporte
comporte riesgos para la integridad física de losdeportistas; que estos riesgos sean
conocidos por sus practicantes; y que se concrete el riesgo en una acción que no
exceda de los límites normales de la actividad (en este sentido: Busto Lago, Piñeiro
Salguero). Como podemos apreciar, setrata de una línea de pensamiento muy simi-
lar al criterio imperante en nuestro país.
Se reconoce como leading case de los tribunales españoles, la sentencia del Tri-
bunal Supremo español STS,l o ( ~ r8399)
. del 2211 0192, quedispusoqueen un depor-
te los participantesasumen el riesgo implícitoal mismo, salvo que la conducta de los
otros participantes pueda calificarsededolosa oculposa, por locual nocabe indem-
nizar el daño que sufran cuando ello emane de un riesgo considerado normal de la
práctica deportiva en cuestión. Los hechos de este fallo daban cuenta que durante
un partidodepelotaa palaeldemandadogolpeóconsu pala la pelota,quederebo-
te impactó en el ojo izquierdo del actor lo que le ocasionó su pérdida; en razón de
este perjuicio, la víctima inició acción de reclamo de daños. Sin embargo, los tribu-
nales españoles consideran inaplicable la teoría de asunción del riesgo, cuando
quienes resultan dañadosen el ámbito de una actividad deportiva, no hayan parti-
cipado en la práctica del deporte, quedando excluidos, pues, los auxiliares de los
organizadores(SAP León, Sección 1",16/4/01, AC2002\152, - MP: Manuel García Pra-
da) o los espectadores (STS, la, 31.5.1 997, Ar. 4146, - MP: AlfonsoVillagómez Redil).
Similar criterio han empleado los distintos tribunales franceses, emanando de
lassentenciasdictadasqueen losdeportesdecontactoy en razón de la aceptación
de riesgos asumida por cada deportista participante, la responsabilidad de uno de
ellos sólo surgirá en caso de actitud desleal o intencionalidad contraria al espíritu
deportivo (veanse, entre otras, las sentencias del Tribunal de Rennes del 26/6/90,
Juris-Data no047606; del Tribunal de Metz del 19/5/92, Juris-Data no043269, y del
Tribunal de Pau del 18111/93, Juris-Data no047236).
3 - Nuestra opinión
aquélla no hay aceptación alguna del daño, sino tan solo la conformidad de expo-
nerse a un daño eventual (BustoLago), locual no implica aceptar las potencialescon-
secuencias dañosas que se puedan derivar del riesgo aceptado. Basta pensar en el
caso del transporte benévolo -muy frecuentemente invocado como ejemplo por
losautores para graficar este instituto-en donde creemos queel hecho de la acep-
tación del pasajero a ser transportado, no puede implicar jamás, una aceptación o
consentimiento de cualquier daño que pueda padecer en ese viaje. Así, la aquies-
cencia de la víctima no puede ir másallá de la aceptación de los riesgos normalesdel
transporte, pero no es causal de supresión ni de disminución de la responsabilidad
que no está contemplada por las normasvigentes, como oportunamente lo ha sos-
tenido la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso "Tomasetti de Bonicelli"
(CSJN, 717/92, "Tomasetti de Bonicelli, María y otra c. FerrocarrilesArgentinos, CSJN-
Fallos, 315:1570). En esta sentencia, sostuvo el Máximo Tribunal que el aprovecha-
mientodel transportado benévolamente no podíaen modo algunoasimilarse a una
"culpa" a los efectos de constituir causa o concausa adecuada en la producción del
daño, y queel riesgo que asume el transportado, de esa forma, no alcanza al de per-
der la integridad física o la vida a menos que esa consecuencia hubiera podido habi-
tual y razonablemente sobrevenir debido a las particulares circunstanciasde hecho
del caso concreto, lo que permitiría una asimilación a la culpa. Este mismo criterio
fue sostenido con posterioridad por el tribunal cimero en el fallo "Tettamanti"
(CSJN, 3014196, "Tettamanti, Raúl O. y otrosc. Baccino, Orlando A. y otros", LL, 1996-
D-274). Lo mismo ocurre, como hemosvisto, en lossupuestosde lesionesdeportivas,
en los cuales los que practican el deporte asumen los riesgos normales de la activi-
dad, pero no los anormales provenientes de la violación de las reglas del juego.
Es decir, para que pueda hablarse de asunción de riesgos, no basta sólo tener co-
nocimiento de ellos (scientinon fitinjuria), sino también aceptarlos (volentinon fit
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Del mismo modo en que resulta imprescindible determinar las pautas para que
un interés pueda ser consideradojurídico, afin deevitar quecualquiertipo deper-
juicio sea objeto de resarcimiento, de idéntica manera resulta imprescindible refe-
CARLOS A . CALVO COSTA
rirse a las causalesdejustificación del daño, toda vez que ellas nos brindarán la po-
sibilidad dedeterminar si un menoscabo ha sido cometidosine iure.
Es decir, consideramos que una vez establecidas las pautas de juridicidad de los
intereses que son y serán objeto de tutela, se requiere determinar en qué situacio-
nes, frente a una lesión contra ius, ella puede ser consideradajustificada-cum iu-
re- y, en consecuencia, acarrear la irresarcibilidad del daño.
Hemos sostenido anteriormente, que además de los hechos dañosos cometidos
mediando razones de inimputabilidad, inculpabilidad e incausalidad, tampoco
existe obligación legal de reparar aquellos dañosque resulten de hechosqueseen-
cuentren justificados por el propio consentimiento expreso o tácito del damnifica-
do (ya sea porcláusulasde irresponsabilidad ylodispensa deculpa ylodoloen el pri-
mer caso, y por la aceptación de riesgos-actos dealtruismo, participación en acti-
vidades riesgosas, entre otras- en el segundo). Además, no originarán tal respon-
sabilidad los daños producidos en situaciones que se encuentran justificadas por la
ley, como ser aquellosqueson provocadosa raízdel ejercicio regular de un derecho,
-
en situaciones de leaítima defensa, de autoavuda o de estado de necesidad.
No podemos soslayar, e insistimos con esto, que tal como lo viene sosteniendo
una calificada doctrina-tanto nacional comoextranjera-el problema de la ilici-
tud (Ode la injusticia del daño) siempre estuvo referido al conflicto de derechos e
intereses entre lavíctima y el agenteque ocasiona el daño, siendo función del De-
recho de daños conciliar esos interesesantagónicos.
En virtud de ello, es como-mediante una comparación de los interesesencon-
trados- puede considerarse injusto (y resarcible) la lesión a un interés, aun cuan-
do provenga éste de una conducta licita. Hemos estudiado a lo largo de este capí-
tulo, que lavía paralacategorizacióndeldañoinjustoconsisteen la determinación
de un desvalor del resultado a partir de una adecuada valoración comparativa de
los intereses contrapuestos (Scognamiglio, Trimarchi, De Lorenzo); es decir, por un
lado encontramos el interés de lavíctima quese encuentra acechado por una con-
ducta determinada, y por el otroencontramosal interésdel agentequedesarrolla
o intenta desarrollar la conducta que hace peligrar el interés de la víctima.
Se sostiene con acierto que quien tiene el derecho de actuar (no de dañar aun-
que causedaño) tienequeconfrontar sus interesescon el quesufreel perjuicio, de-
biendo resolver los magistrados los casos concretos en virtud de las pruebas apor-
tadas en el caso en cuestión (Casiello, De Lorenzo). En virtud de esta comparación, y
a la luz del alterum non laedere concebido como principio general del Derecho y
enraizadoen nuestro Código Civil, todomenoscaboa un interésjurídico ajenoserá
injusto, a no ser que, como resultado de una valoración comparativa de intereses
involucrados en el conflicto, el interésdel lesionado resulte específicamentejusti-
ficado.
Coincidimos con lo expuesto por Salvi en este sentido, respecto a que resultaría
ilusorio y prácticamente imposible, pues, establecer un "listado" cerrado y tipifi-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Esta postura, que nos parece incorrecta, expresa que el daño es el menoscabo a
un bien jurídico, entendiendo por tal a los bienes materiales+osas-y a los inma-
teriales (cfr. art. 16, CCCN); dentro de ellos cabe incluir también, entonces, a los de-
rechos personalísimos-honor, intimidad-, a los atributos de la persona, etcétera.
Larenz, uno de los juristas alemanes más destacadosdel siglo xx que ha sosteni-
do esta línea de pensamiento, afirma que el daño no es otra cosa más que "el me-
noscabo que, a consecuencia de un acaecimientoo evento determinado, sufre una
persona, yaen sus bienesvitalesnaturales,yaen su propiedad oen su patrimonio".
Esta definición, que ha recogidovariasadhesionesen otros juristas de la época, ha
merecido, sin embargo, ser objeto de una aclaración por otros autores (Mazeaud),
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
quienes expresaron que también pueden verse afectados bienes morales, por lo
que no cabe equiparar el daño a la mera pérdida pecuniaria.
En razón de ello, para esta corriente, si el hecho vulnera un bien de significación
económica el daño será patrimonial; en cambio, cuando se lesione un bien que no
revistacarácterpatrimonial (v. gr., un derechodela persona1idad)eldañoserámoral.
Esta corrientedeopiniónfue seguida, entreotros, poracuña Anzorenay Brebbia,
en el Derecho argentino; por los hermanos Mazeaud(Henri y León) y Tunc, en el De-
recho francés; y por Messineo, en el Derecho italiano.
En nuestro país, también esta tesis, con alguna variante, fue sustentada en las
"11 Jornadas Sanjuaninas de Derecho Civil" (1984) por el dictamen de la Comisión
en donde se sostuvo que el daño moral es "todo menoscabo referido a los atribu-
tos o presupuestos de la personalidad jurídica, con independencia de su repercu-
sión en la esfera económica".
Consideramos, al igualque lo hace la mayoríadeladoctrina, queesta posturaaca-
rrea serios problemasal momento de diferenciar el daño patrimonial (directo e indi-
recto) del daño moral. Ello así, puesto que un deterioroa un bien patrimonial noori-
ginará necesariamente un daño patrimonial directo, sinoque puedeocasionarun da-
ño patrimonial indirecto e incluso un menoscabo espiritual (v. gr., un incumplimien-
t o decontrato detransporte que frustra lasvacacionesde losdamnificados);y a la in-
versa, lo mismoocurrecon el menoscabo a bienesextrapatrimoniales, que puede te-
ner repercusiónen el ámbito patrimonial (por ejemplo, hay supuestosdeeventosque
lesionan bienes extrapatrimoniales -vida, salud, etcétera- y sin embargo, dicho
menoscabo provoca impacto en la esfera patrimonial del damnificado, ya que pue-
deacarrearle incapacidad laboral, gastos de curación, de medicamentos, etcétera).
Pizarro y Vallespinos expresan que para superar esta crítica algunos autores que
adhieren a esta corriente de pensamiento han esbozado una artificiosa distinción
entre el daño moralcon repercusión sobre elpatrimonio y el daño moralpuro, se-
gún si la lesión al derecho no patrimonial hayao nogeneradoalteracionesen el pa-
trimonio del damnificado. Esta diferenciación forzada no ha hecho más aue ter-
minar llamando daño moral con repercusión patrimonial a un menoscabo que es
puramente patrimonial.
Esta teoría que criticamos imperó durante mucho tiempo en el Derecho italia-
no -principalmente sustentada por Messineo-quien definía al daño como abo-
lición o disminución de un bien; pero Carnelutti, como veremos posteriormente,
fuequiencon meridiana precisión determinóqueel dañoera mucho másquela le-
sión de un bien, para pasar a ser la lesión a un interésdel damnificado (el daño está
dado por la idoneidad del bien para satisfacer las necesidadesdelperjudicado). Es-
ta postura del célebre autor italiano es recogida en nuestro Derecho por Bueres,
quien expresa su posición respecto a queel Derecho no protege bienes en abstrac-
t o sinoque lo hacesiempreque esos bienessatisfagan necesidades humanas (inte-
reses), postura con la quecoincidimosy sobre la queabundaremosseguidamente.
CARLOS A . CALVO COSTA
Otra postura que también intenta definir al daño, pero adoptando para ello un
criterio más estricto, expresa que habrá daño cuando se lesione un derecho subjeti-
vo del damnificado; entendiendo por éste al conjunto de facultadesque correspon-
den al individuo, y que éste puede ejercitar para hacer efectivas las potestadesjurí-
dicas que las normas legales le reconocen. Esasícomo la persona titular de ese dere-
cho subjetivo posee un poder de actuación que le es atribuido por la propia ley; y es
allí donde se alude a un interés que ese sujeto hace suyo (interés particular, propio
de ese individuo) respecto al cual la ley le ha conferido la posibilidad de actuar exi-
giendoqueel mismoseasatisfecho; así, comodiceZannoni,el interéses "interéslegí-
timo" y, como tal, el contenido del "derecho subjetivo". Destacamosque una perso-
na puede ostentar dostiposde intereses: un poderdeactuacióncuyocontenidoapa-
rece determinado por la ley de manera exclusiva a su favor; o un poder deactuación
cuyo contenidoesconcurrentey coincidentecon el deotraspersonas, pero sin exclu-
sividad, y que tiende a obtener el cumplimiento de la ley que garantiza un interés
general (p. ej.: todos los inscriptosen un concurso poseen un interés legítimo en que
se respeten las normas que se han establecido para llevar a cabo el mismo; por ende,
deviolarse lascondicionespreviamenteestablecidas,el interés legítimodecada uno
de los inscriptosseverá afectado). Por lo tanto, el primero sería contenido del dere-
cho subjetivo (hay un interés particular, exclusivo del sujeto). El segundo sería ape-
nas un interés legítimo quesólo en forma mediata o "refleja" afecta0 atañe a cada
persona en particular. Creemos conveniente remarcar que si bien es acertado efec-
tuar tal distinción, no menos importante es destacar que siempre que exista un
derecho subjetivoel mismo presuponea suvez un interés legítimo. Con ello resulta
claroqueel interés legítimo resulta ser una condición necesaria para laexistencia de
un derecho subjetivo, aunque no reviste de por sí el carácter de condición suficien-
te del mismo, ya que para ello se requerirá además que la ley le confiera a su titular
un poder de actuación en forma exclusiva.Ahora bien, muchosconfunden esta pos-
tura con la quetratamosanteriormente, que hacía referencia al daño como lesión a
un bien jurídico; ello así, debido a quetodo derechotiene por objeto la tutela de un
bien, que, al recibir la garantía normativa adquiere la calidad de bien jurídico (Ago-
glia). Por lo tanto, al violarse un derecho que consista en la tutela de cualquier bien
jurídico, ambas posturas parecen coincidir cuando medianteese menoscabo al bien
se lesiona el derecho que lo contiene. En ello insiste Brebbia intentando aclarar que
el dañose provocacuando se transgrede la garantía otorgada por la norma a la per-
sona titular del bien y no cuando se menoscabe el bien tutelado.
Nuestra jurisprudencia ha tenido hace ya varios años algunos pronunciamien-
tosen este mismo sentido, pudiendo destacarse dos resolucionesadoptadas por la
Sala A de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, en las cuales-refiriéndo-
se ambasal daño moral-se ha determinado que:
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
2. Tal como lo decidiera esta Sala in re "Astilleros Argentinos Río de la Plata c. Delta
S.R.L. y otro sOrdinario", L. 186.262 del 6/6/75 (LL, 1975-D-439,jurispr. agrup., caso
1540) en su anterior composición, convoto en primertérmino del suscripto, encuanto
a la indemnización del daño moral, corresponde tener presente que el daño moral se
define atendiendo a la naturaleza del bien jurídico lesionado, concretamente a la
lesiónaderechosextrapatrimoniales,denaturaleza subjetiva, integridadfísica, honor,
libertad y aun agrego lossentimientosde cada uno. [CNCiv., Sala A, 15/4/80, "Perrota,
Salvador R.C. PalacioAlfredo L.y otros", del votodel doctor Igarzábal, LL, 1980-C-3911.
no, no existe daño jurídico. Ello así, toda vez que el Derecho no tutela los bienes en
sí mismos considerados, abstractamente, sino en la medida que ellos satisfagan un
interés humano.
Por interés (jurídico) entendemos que es la posibilidad de que una ovarias per-
sonas puedan ver satisfechas sus necesidades mediante un bien o bienes determi-
nados. Aquídebemosser clarosen precisar que por bien entendemos todo aquello
que es objeto de satisfacción y que puede colmar alguna necesidad, pudiendo ser
cosas, derechos, créditos, del propio cuerpo, de la salud, la intimidad, el honor, et-
cétera. Y por necesidad, estimamosque es todo aquello de lo cual es imposiblesus-
traerse, faltar o resistir, o a la falta de cosas que son menester para la propia satis-
facción.
Esas situaciones particulares de cada una de esas personas es lo que el Derecho
va a tutelar. El interés (que etimológicamente es idquodinterest: relación, cone-
xión) no es más que la relación entre el sujeto que experimenta esa necesidad y el
bien apto para satisfacerla. Algunos autores como Santoro Passarelli han mencio-
nado, a su vez, que idiomáticamente el interés es algo así como una situación de
provecho. Asimismo, se ha hecho hincapié en que cualquier detrimento a un bien
que no pertenezca a ninguna persona (res nullius) ni que afecte interés alguno,
aun cuando el mismo sea debidamente acreditado y constatado, jamás provocará
la reacción del sistema jurídico, puesto que no habría interés jurídico lesionado al-
guno, y por ende, tampoco ningún damnificado que revista el carácter de titular
del mismo. Al respecto, Zannoni expresa que no hay daño sin damnificado; al exigir
una indemnización el damnificado opone un interés patrimonial o extrapatrimo-
nial -moral- que ha sufrido lesión, agravio. Pero, para que pueda decirse que
existe un interés lesionado o agraviado, es menester que quien se dice damnifica-
do demuestre que el menoscabo afecta, imposibilita, en su esfera propia, la satis-
facción o goce de bienes jurídicos (en sentido lato) sobre los cuales él ejercía una
facultadde actuar. Esta facultad de actuación en la esfera propia del damnificado
constituye su interés; el daño ha lesionado ese interés.
El Derecho, reiteramos, no protege los bienes en abstracto, sino las situaciones
particulares de los sujetos y en la medida en que esos bienes satisfagan o no inte-
reses. El interés no es el bien en sí mismo sino que resulta ser el valor que ese bien
determinado posee para un sujeto en particular. Debemos puntualizar con aten-
ción, que adquiere aquí importancia el punto devista de cada sujeto, ya que si se
enfoca la cuestión a la luz de las mirasdevariossujetos puede haber diversos inte-
reses para cada uno de ellos.
De tal modo, cabe evidenciar que le asiste razón a Bueres en cuanto afirma que
el Derecho notutela un inmuebleen símismo, sino la posibilidad dequeel propie-
tario de dicha finca satisfaga a través de ella una necesidad por resultar ser dueño
de la misma, posibilidad que no tendrán todas aquellas personas que no son pro-
pietariasde dicho inmueble.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
subjetivo. Debemos destacar, pues, que la falta de acción del titular de un interés
simple o de hecho no es suficiente para negar su legitimidad y el carácter dañoso
que puede derivar de su minoración. Coincidimos con este prestigioso jurista en
que el simple interés constituye una facultad de actuar no repudiada por el Dere-
cho, y queserá tutelado por el Derecho en la medida en que el mismo sea valorado
por los juecescomo susceptiblede protecciónjurídica a la luz de la totalidad del or-
denamiento jurídico. Estimamos, además, que no resulta fácil a priori categorizar
como legítimo o ilegítimo un determinado interéssimple, sino que es necesario el
exhaustivo análisisy valoración en cada caso concreto afin de hallar la solución jus-
ta al problema.
En consecuencia, lajuridicidaddel interés implica una noción amplia, que abar-
ca tanto la del interés legítimo como la del simple interés0 de hecho.
A modo deconclusión y adelantando nuestro punto devista, consideramos que
lo apropiado de esta teoría reside en centrar el núcleo de protección jurídica en el
interés, ya que él puedeser el sustrato de un derechosubjetivo; puede hallarseliga-
do a un bien digno de protección jurídica aun cuando su titular no posea un dere-
cho subjetivo; o puede revestir el carácter de simple o de hecho para convertirse fi-
nalmente su lesión en resarcible en la medida en que revista licitud o seriedad.
Es decir, que habrá daño susceptible de ser reparado, en cualquiera de las si-
guientes situaciones:
1. Cuando se afecte o se altere una situación jurídica de provecho amparada
por un derecho subjetivo; en tal caso estaremos en presencia de un interés
legítimo lesionado, debiendo aclarar que su titular posee un poder de ac-
tuación exclusivo otorgado por la ley.
2. Cuando se atente contra la preservaciónde un marco de legalidad en el cual
un sujeto participa en situación de concurrencia con otras personas (v. gr.,
quien participa de un concurso y aspira a que se respeten las normasvigen-
tes para el mismo). En tal situación también se estará lesionando un interés
legítimo, dado que dicha preservación del marco de legalidad puede qui-
zás, en un futuro, permitirle al sujeto la adquisición de un derecho subjeti-
vo. Pero, claro está, el bien jurídico objeto del interésdel sujeto, no lo posee
éste en forma exclusiva, sino compartido con otros sujetos, dado que no es
un derecho subjetivo.
3. En el caso de la afectación o alteración de una situación fáctica de provecho
en la cual, si bien la misma no resulta exigible por carecer el sujeto que la
detenta de medios de protección legítimos que le aseguren su satisfacción,
provocan en él -al menos-una expectativa lícita decontinuar en dicho es-
tado potencialmente satisfactivo ( ~ o r a ~ i n aEn
) . tal caso se habrá afectado
un interés simple.
CARLOS A . CALVO COSTA
Los modernos autores italianos que también se han ocupado del tema, no du-
dan en señalar que el dañosólo puededefinirse-en sentido jurídico-a partir de
la lesión de intereses humanos. Asimismo, manifiestan que son pasibles de ser re-
sarcidos tanto los intereses eficaces (aquellos subsumidos en la estructura interna
de una situación jurídica específica reconocida expresamente por el ordenamien-
t o jurídico), asícomo también los interesesrelevantesque son aquellos que resul-
tan ser dignos de tutela jurídica, sin ser sustrato de derechos subjetivos (Scalisi).
Ninguna duda nosasistequeesta definición quecentra la protecciónjurídica en
la lesión a un interés permite ampliar las fronteras del daño, siendo la más acorde
con el fenómeno jurídico de la atipicidad del acto ilícito civil.
ble no consiste en la lesión misma, sino en sus efectos. La cualidad funcional del da-
ño, su resarcibilidad, determina el contenido que debe serle asignado (Zavala de
González).
Orgaz ha sido el inspirador de todos aquellos que sustentan esta postura del da-
ño-resultado o daño-consecuencia. Este jurista establecía que al daño en sentido
amplio lo constituía la lesión u ofensa de cualquier derecho o bien jurídico, por lo
cual todo acto ilícito -como lo mencionáramos precedentemente- lo generaría
aun cuando invadiendo la esfera jurídica ajena no provocara menoscabo material
o moral alguno. Expresaba de tal modo, que el simple uso de una fotografía ajena
sin autorización de la persona retratada, era suficiente motivo para otorgarle ac-
ción a ella a fin de hacer cesar el uso ilícito que se hacía de su imagen, aun cuando
detal utilización no se hubiere ocasionado ningún detrimento económicoo moral
indemnizable. También como ejemplo de ello mencionaba supuestos comprendi-
dos en el derogado Código Civil de Vélez Sarsfield, tales como el caso del propieta-
rio de un inmueble que invade con sus construcciones el espacio aéreo del fundo
vecino, en dondesu dueño -aunque no pueda probar ningún perjuicio y aunque
se demuestre que no lo sufre- puede demandar la demolición de las obras en la
parte que invaden su dominio (arg. art. 2518, in fine); y el caso de una persona que
entra o pasa por un terreno ajeno que está cercado y cultivado (art. 2542 y SS.)no
sujetoase~idumbre,en dondeel dueñodel terreno puedeexigir laabstenciónfu-
tura deese hecho y reclamar a tal fin el auxilio de la autoridad. Pero ensentido es-
tricto, el daño debía ser entendido como el menoscabo de los valores económicos
o patrimoniales, tanto desdeel punto de vista del daño material (art. 1068), como
de la lesión a las afecciones legítimas-daño moral- (art. 1078). Y a esta clase de
daño -en sentido estricto, daño resarcible- es al que se refería el derogado art.
1067 del CCdeVélezSarsfield.
También Orgazse preocupó por aclarar que el carácter patrimonial o extrapatri-
monial del daño no se encontraba subordinado a la naturaleza del derecho lesiona-
do. Mediante la clase de perjuicio que provoca la lesión, ya sea repercutiendo en el
patrimonio de la víctima o en sus afecciones legítimas, es la forma correcta dedistin-
guir al daño material del daño moral, respectivamente. Sólo asíes posible entender
quela lesión a un derecho patrimonial puedeocasionarademásundaño moral (v. gr.,
el robo de la joya herencia de la familia a la que nos hemos referido anteriormente,
quecausa una profunda aflicción asu dueño másallá del perjuicio económico quesu
sustracción le significa), como también que un daño de carácter extrapatrimonial (v.
gr., injuria que lesiona el honor y el buen nombre de una persona) puede acarrear
detrimentos patrimonialescomo ser la pérdida de un trabajo o de un negocio.
En razón deello, siguiendo la postura sustentada por esta doctrina, el dañosólo
debe admitirse jurídicamente en su sentido estricto (resarcible) y será sólo aquel
que produce alguna consecuenciao repercusión disvaliosa en el patrimonio de una
persona (daño patrimonial) o en sus afecciones legítimas (daño moral).
CARLOS A . CALVO COSTA
e) Las wdisparidades~~
doctrinarias
Al ser estasdos últimas posturas (la quedefineal daño como lesión a un interés
jurídico y la que lo hace por sus trascendidos) las únicas que podemos considerar
viables, queda, pues, analizar las críticas y "discrepancias" doctrinarias que han
existido entre los defensores de una y otra teoría. El encomillado que colocamosa
la palabra discrepanciashalla su razón deser en el hecho que consideramosque no
existen tales diferencias (o si las hay, son ínfimas), como veremos en el siguiente
punto, puesto queexiste homogeneidad entreambas (entre la causa y el efectodel
daño) y que las dos llevan parte de razón si se determinan previamente los alcan-
cesde cada una de ellas.
Aclaramos, para una mejor comprensión por parte del lector, que las normas
que se transcriben a continuación pertenecen al texto del derogado Código Civil
de Vélez Sarsfield, y que las mantenemos tal cual han sido invocadas por los auto-
resdel debate, a fin de no alterar la integridad del pensamiento deellos.
te, parte dealgo queexiste; el peligro de daño sólo importa la proximidad de un ilí-
cito que recién habrá de producirse cuando se lesione el interés protegido por el
derecho y, eventualmente, un menoscabo en el patrimonio o en la espiritualidad
del damnificado.
A su vez, Pizarro extiende sus críticas afirmando que la letra de los arts. 519,
1067,1068,1069 y concs. -siempre aludiendo a las normas del derogado Código
Civil de Vélez Sarsfield-, es categórica a la hora de considerar al daño resarcible
como consecuencia de una lesión a un derecho, o a un interés jurídicamente pro-
tegido (y no como mera lesión a un interés no patrimonial). El concepto de daño
posee un profundo sentido normativo del que no puede prescindirsea la hora de
realizar el estudio de la problemática en un determinado sistema de Derecho posi-
tivo, por lo que no pueden ser dejados de lado los textos legalesvigentes para sus-
tentar una doctrina que no encuentra apoyo en ellos.
Refiriéndose al daño moral, expresa que desprovisto de lo que Bueres conside-
rael contenidodel daño (y noel dañoen símismo), estoes, desusconsecuenciases-
pirituales, no hay forma posible de determinar su entidad cualitativa ni, menos
aún, su cuantía. La sola referencia al interés conculcado no alcanza, pues, ni para
definir al daño moral resarcible ni para valorarlo. Asu entender, el daño moral im-
porta una minoración de la subjetividad de la persona, derivada de la lesión a un
interés espiritual; o, con mayor precisión, una modificación disvaliosa del espíritu,
en el desenvolvimiento de su capacidad de entender, querer, o sentir, derivada de
una lesión a un interés diferente de aquel que se hallaba antes del hecho, como
consecuencia de éste y anímicamente perjudicial (véase Pizarro, en Mosset Iturras-
pe y otros, Daño moral, 1994, p. 26).
ZavaladeGonzáleztambién hadisentido-en parte-del puntodevistade Bue-
res. Establece que la afección anímica o la minoración económica no son conse-
cuencias del daño, sino el daño mismo, que consiste y se agota en ellas, y que si las
consecuencias quedasen fuera del daño habría que cambiar el lenguaje: el factor
determinante del resarcimiento no sería el daño, sino que residirían en algo ulte-
rior y ajeno: las consecuencias del daño.
Afirma esta autora cordobesa, también, que ante el acaecimiento de un daño
(entendido como consecuencia), hay que admitir que preexistía un interés pero
únicamentecuando ocurre el daño se procede a investigar la presencia del interés.
Pero son dos nociones diferentes, ya que puede haber lesión a un interés sin daño
(consecuencia), como por ejemplo, el caso de la defraudación que lesiona intereses
en preservar la propiedad.
A la vez, si no seautonomiza el daño de la lesión que lo origina, no es posibledi-
ferenciar cabalmente el daño público del privado (pues el primero no requiere ne-
cesariamenteun resultado diferentede la lesión misma). Si el interés afecta a la co-
munidad, hay daño público, fundante de sanciones represivas en la esfera del De-
recho penal. En cambio, si el interés involucra a una o más personas determinadas
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
hay daño privado. La distinción entre daño público y daño privado noestá en la ma-
teria violada sino en el interés perturbado. La sustancia del daño resarcible no con-
siste en la lesión misma (derecho o interés) sino en sus consecuencias o efectos.
Por último, expresa que lo principal al efecto de determinar la esencia y califi-
cación de algo no es su causa sin su consistencia o contenido; y si se acepta que el
daño en sí mismoes una consecuencia, para encuadrarlocomo patrimonial o moral
habrá de averiguar en qué reside esa consecuencia, sobre qué versa, cuál es su ma-
teria propia, siendo ontológicamente secundario la clase de factor que origina
aquel resultado.
Bueres, finalmente, ha dado contestación a todas estas objeciones que se lefor-
mulan, las queconsidera excesivasy que, a nuestro entender, ponen punto final a
la discusión (véase su trabajo La localización deldañoresarcible, en esp. p. 313 y 5s.).
A la primera crítica que le formula Pizarro, respecto a que confunde daño en
sentidoampliocon daño resarcible, destaca que el daño resarcible no agota el con-
cepto de daño, sino que sólo es una especie de este último, ya que hay lesiones a
intereses jurídicos que no necesariamente demandarán un resarcimiento (v. gr., el
incumplimiento de una obligación contractual -falta de prestación o retraso-es
de por sídañoso más allá de que pueda generar o no una reparación indemnizato-
ria de perjuicios); esevidente-agrega Bueres-quesi nose minoran interesesjuri-
dicos que causen secuelas en el patrimonio o en el espíritu, no cabrá reparación
indemnizatoria o restitutoria alguna.
Respecto a la desaprobación de Pizarro hacia Bueres por incluir al peligro del
daño como una especie de daño en general, expresa este último que, si aquél
reconoceque para que exista daño en el sentidoamplio basta con la lesión al inte-
rés jurídico o la invasión de la esfera ajena, activando así la prevención y cesación
del comportamiento lesivo, indudablemente el peligro de causar daño resarcible
en sentido estricto no puede excluirse entonces del significado de daño lato sen-
su. Además, agrega que el peligro de daño (arts. 91 1,1067,1132,2249, parte Za,
CC) genera un dañoen sentido amplio, puesaunque la consecuencia deesa situa-
ción no es la responsabilidad civil (obligación de indemnizar o reponer) permite
no obstante activar la legitimación del afectado para solicitar medidas de defen-
sa personal.
Frente al cuestionamiento que formula Pizarroa la afirmación de Bueres de que
el concepto de daño no es normativo sino doctrinal, este notable jurista se ha en-
cargadodeaclarar que nunca ha querido propiciar un significado dedaño natura-
Iístico o prejurídico. Lo único que se ha querido expresar -agrega-esque loscó-
diaos-O las leves- pueden formular en normas o textos una definición de daño
correcta o incorrecta. Si se verifica la incorrección, el intérprete no está vinculado
por las normas imperfectas (y de ahí lo de ausencia de normatividad legalística-
mente hablando), sino que está autorizado para localizar el conceptoen la amplitud
del ordenamientojurídico (contexto de normasy susfines, principiosde Derecho,
CARLOS A . CALVO COSTA
etcétera). Aclara que las normas del Código Civil referidas a ello no proporcionan
un sentido unívoco dedaño, por lo quela doctrina y la jurisprudencia pueden rec-
tificar el sentido literal de las normas y esculcar en sus esencias y correlaciones, y
en los principios jurídicos, a fin de lograr el significado apropiado del instituto a
definir.
En cuanto a la crítica que le formulara Pizarm respecto a que las consecuencias
resultan ser esenciales para definir la entidad cualitativa y cuantitativa del daño
moral, Bueres expresa que si hay causalidad entre el interés y el menoscabo (espiri-
tual en estecaso), la causa no puede sustraersedel significado, por lo que no pue-
deeste último ser construido únicamente por las mermas o las menguas. Brinda el
ejemplo del menoscabo espiritual que sufre un padre por la incapacidad física de
por vida de su hijo menor de edad, o el de un sujeto que lo padece por la muerte de
su hermano; en estos casos no hay daño resarcible por no existir en esas hipótesis
intereses jurídicamente protegidos (arg. art. 1078, párr. 2",CC, que sólo legitima
para pedir el daño moral a la víctima del ilícito civil y a los herederos forzosos si la
víctima fallece). Agrega que ello ha llevado al mismo Pizarro a modificar acertada-
mente su anterior definición de daño moral, al expresar que el mismo "importa
una minoración en la subjetividad de la persona, derivada de una lesión a un inte-
résnopatrimonial. O con mayor precisión, una modificación disvaliosa del espíri-
tu, en el desenvolvimiento de su capacidad de entender, querer o sentir, conse-
cuencia de una lesión a un interés no patrimonial, que habrá de traducirse en un
modo de estar diferente al que se hallaba antes del hecho, como consecuencia de
éste y anímicamente perjudicial".
El profesor Bueres también ha dado contestación a las críticas que le formulara
Zavala de González. Aclara que aunque cronológicamente la lesión al interés y las
mermas que ella produce se dan en el mismo acto, desde una perspectiva lógica la
lesión precede a las consecuencias, pese a que el atributo de injusticia de dicha le-
sión no haya sido todavía avizorado por los intérpretes (autores o jueces) dentro
del ordenamiento jurídico.
Pero noesadmisibleincluir el interés protegidocuandosedefineel dañoen ge-
neral, y desechar dicho interés a la hora de perfilar el daño resarcible (en sentido
estricto) siendo, además, que en este último caso se hacen figurar las consecuen-
cias como ingrediente estructural y, curiosamente, se desplaza del significado la
plataforma inicial (el interés).
Manifiesta, por último, que es un error definir al daño resarcible por la conse-
cuencia con total marginación del interés, y que tanto el daño público como el pri-
vado se componen con el interés (violado) y la consecuencia. En el caso del daño
público, el bien jurídico protegido satisface una necesidad social (interés), mien-
tras que en el daño privado entran en juego necesidades (intereses) patrimoniales
o espirituales de los individuos o grupos en concreto. Así, la lesión a la integridad
física de una persona o la tentativa contra su vida, conculcan necesidades sociales,
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
fJ Nuestra opinión
va y obedecea una regla de la Iógica formal: todo daño que no se sufre en el patri-
monio, repercute por fuera deél, esdecir, en lafazespiritual oextrapatrimonial del
sujeto. Como bien lo refiere un autor italiano (Chiarloni), si imaginamos que tene-
mos que enseñar a un niño los rudimentos de la Iógica formal, podemos esperar
que él entienda rápidamente que la dupla blanco-no blanco cubre todos los posi-
blescolores. Del mismo modo, entendemos por nuestra partequeladualidad daño
patrimonial-daño extrapatrimonial abarca todos los supuestos de daño, ya que lo
que no repercute en el patrimonio de la persona, lo hace fuera del mismo, es decir,
en su faz extrapatrimonial o espiritual.
sulta ser mucho más complejo que el emanado de la letra de las normas cuestiona-
das. Consideramos que le asiste razón en la necesidad de reformular doctrinaria y
jurisprudencialmente el concepto, más allá de la vigencia de dichos artículos, ya
que la imperfección deellos resulta notoria y requiere precisar el mismo.
Por otra parte, somos partidarios de concebir al peligro de daño-que amena-
za el interés poniéndolo en riesgo (v. gr., arts. 911,1067,1132 y 2249, parte Za)-
como parte de una concepción del daño en sentido amplio o latosensu. Ello así, to-
da vez que con ese evento amenazante el núcleo del interés del sujeto (el bien) se
ve afectado en su disponibilidad. Y tal situación puede ser reversible mediante un
comportamiento ajeno.
Además, a partir de la sanción del Código italiano de 1942 (que ha empleado la
noción de "daño injusto") y gracias a los valiosos aportes de autores de aquel país
(Visintini), el concepto de daño resarcible ha evolucionado. Se ha afirmado la idea
dequeel daño objeto de resarcimiento esaquel que consisteen la lesión a un dere-
cho o a un interés merecedor de protección conforme al ordenamiento jurídico, si
no está justificado. Esta línea de pensamiento que ha ido in crescendo -ignorada
por Vélez Sarsfieldal redactar el Código Civil-también impera en nuestrosdoctri-
narios y ha sido plasmada en el art. 1588 del Proyecto de Código Civil de 1998.
Cabe destacar que tanto Bueres como Pizarro hallan puntos de contacto en sus
posturas. Así, Bueres-si bien sostieneque el núcleo del dañoestricto lesiona un in-
terés jurídico susceptiblede ser resarcido-está deacuerdo en que los daños se en-
jugan por sus efectos (véasesu trabajo Eldaño injustoyla licitudeilicituddela con-
ducta, p. 170). Y agrega -referido al daño moral- que el mismo debe tener un
contenido subjetivo o, con arreglo a otras miras, debe tener consecuencias espiri-
tuales, con lo cual contada en los hechos con la posición de Pizarro, ya que consi-
dera aceptable que se diga que en el daño moral hay una modificación disvaliosa
del espíritu en el desenvolvimiento de las capacidades de entender, de querer y de
sentir -que se traduce en un modo de estar de la persona diferente de aquel en
que se encontraba antes del hecho, como consecuencia de éste y anímicamente
perjudicial-. Por su parte, Pizarro reconoce que-másallá que para generar daño
moral haya que estar siempre a la repercusión que la acción provoca en la perso-
na-el daño moral debe necesariamente derivar de una lesión a un interés no pa-
trimonial, por lo que ambos componentes tienen que aparecer esencialmente
amalgamados, a punto que la ausencia decualquiera deellos impidequeseconfi-
gure, reconociendo que debe existir primero -como condición necesaria- una
lesión a un interés protegido para que proceda la reparación del perjuicio.
Creemos, por último, que ambas posturas -no obstante los tecnicismos cientí-
ficos utilizados a la hora de conceptuar el daño- pragmáticamente pregonan la
homogeneidad que debe existir entre la causa y el efecto del daño. Así, las dos son
contestes en que si el interés afectado es patrimonial, la consecuencia será patri-
monial; y si el interés afectado es moral, la consecuencia será moral o espiritual.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Sin temor a equivocarnos ni contradecir nuestro punto devista hasta aquí sus-
tentado, y a la luz de estos aportes doctrinarios de notable excelencia, podemos
decir queel concepto dedaño estricto (resarcible) puede delinearse como la lesión
a un interés-bviamente ajeno-patrimonialo extrapatrimonial, jurídicamente
protegido, que provoca consecuencias patrimoniales o extrapatrimoniales, res-
pectivamente. Aquí, también compartimos lo sostenido por la calificada corriente
doctrinaria que utiliza la denominación "extrapatrimonial" para referirse al inte-
rés que está conectado con el espíritu de la persona, de manera tal quesu violación
le provoca un modo de estar diferenteal queseencontraba con anterioridad al he-
cho lesivo, afectándole sus capacidades de entender, de querer y de sentir; tal de-
nominación, en definitiva, posee la finalidad de hacer referencia al daño moral en
un sentido amplio, y no reducido únicamente alpretium doloris.
dumbre, pues, estará dada por las consecuencias ulteriores del acto ilícito -que
pueden ser apreciadasabinitio-o por la inevitable prolongación en el tiempo del
dañoactual. En tal sentido pueden mencionarse las hipótesisde lucro cesante, y, en
menor medida, las de pérdidas de chances. Es decir, en determinados supuestos el
juezposee la certidumbredeque una lesión hadesuceder en el porvenir como pro-
ducto del mismo ilícito (DeCupis).
Ejemplo:
Si una persona ha sufrido con motivo de un accidente de tránsito lesiones graves en
su columna vertebral que han afectado su médulay le han provocado una tetraplejia
(pérdida del uso de brazos y piernas causada por un daño a la médula espina1 que
afecta el sistema neurológico de quien la padece, provocando en él la pérdida total y
casi definitiva de movimiento alguno), ninguna duda cabe que la víctima del acci-
dente podrá reclamar como partida de daño el importe del costo de las sillas de rue-
dasque deba utilizar por el resto desuvida. Esdecir, no sólo estará legitimada a recla-
mar el valor de la silla de ruedas que necesita actualmente, sino también el de lasque
necesite utilizar en el futuro. Para ello, claro está, deberá estimar el juez el tiempo
aproximadode lavida útil de una silla de ruedasyefectuar el cálculo decuántas nece-
sitaría entonces la víctima para el resto de suvida. En consecuencia, se estaría indem-
nizando un daño futuro sin que deje de ser cierto, porque ninguna duda cabe que la
persona lesionada deberá utilizar dichas sillasde por vida.
Por otra parte, se ha discutido en doctrina queel requisitode la certeza del daño
no se configuraba ante la lesión a los intereses difusos dentro de una colectividad,
puesto que estos últimos no revestían el carácter de intereses jurídicos sino que
eran interesessimplesy que no conferían legitimación para ejercer acción personal
alguna. En contestación a ello se ha dichoque los intereses colectivosa tutelar son
y deben ser ciertosy determinados, puesto que sólo es difusa su titularidad; que los
intereses colectivos sean de gocediluido entre los miembros del conjunto no signi-
fica que resulten abstractos, inasibles, o no perceptibles, sino que, por el contrario,
son muy concretos(Zava1adeGonzález). No dudamos, pues, en destacar queante la
lesión de interesesdifusosdentrode una comunidad, también seafectan intereses
propios y legítimos de los individuos que la integran, ya que cuando se hace refe-
rencia a los interesesde la colectividad se involucran en ellos también los intereses
propios de cada uno de los individuos que la integran. En razón de ello, se ha con-
sagrado-acertadamente a nuestro parecer-en el art. 43 de nuestra CN que cual-
quier afectado se encuentra legitimado para promover una acción de amparo en
salvaguarda de derechos con incidencia colectiva.
En este sentido, merecedestacarseun señero fallo de la Cámara de Apelaciones
en lo Civil y Comercial de Azul, Sala 11, que-a través del brillantevoto del doctor
Jorge Galdós- ha concedido la reparación del daño moral colectivo a los habitan-
tes de la ciudad de TandiI por haberse afectado un bien que integraba el patrimo-
nio cultural de dicho municipio. En el caso, un ómnibus de una empresa de trans-
porte embistió una fuente y grupo escultórico, por cuyo motivo la municipalidad
deTandil dedujo acción resarcitoria, determinando el tribunal en forma unánime
la responsabilidad de la demanda por riesgo creado y, entre los rubros indemniza-
torios, se incluyó la reparación del daño moral colectivo que aquella lesión ocasio-
naba a los habitantesde la ciudad (2U10196, "Municipalidad deTandiI c. Transpor-
te Automotores La Estrella S.A. y otro", LLBA, 1997-273).
brindado en los capítulos anteriores), debe ser reparado por el responsable. Resul-
ta -a nuestro entender-contrario al espíritu actual del Derecho de daños, recha-
zar la posibilidad de que lavíctima pueda reclamar la reparación de un perjuicioque
ha sufrido injustamente argumentándose como defensa su insignificancia. Ade-
más, no surgedelegelata en nuestro Derecho civil prohibición o limitación alguna
de reclamar los daños sufridos en razón de la insignificancia de los mismos.
Se nosocurre pensar, a modo deejemplo, queel mundo actual en el quevivimos
en donde confluyen grandes empresas y negocios comerciales y en donde se pres-
tan servicios masivosa los ciudadanos, la suma de daños insignificantesa los usua-
rios puedesignificar comocontrapartida un enriquecimiento ilícito del agenteque
ocasiona el perjuicio (v. gr., la empresa que factura ilícitamente algunoscentavoso
pesos de más a cada usuario de un servicio que ella presta). Si el argumento con-
trarioa la admisibilidad de daños "insignificantes" es la carga quedeben soportar
los tribunales ordinarios, la solución debería estar -creemos- a través de la crea-
ción de tribunalesvecinales o de instancias prejudiciales (v. gr., mediaciones)ten-
dientes a la resolución de los conflictos que ello origine. Pero no nos parece justo
que sea la víctima quien deba soportar el daño sufrido bajo pretexto de su insigni-
ficancia, máximetratándoseéstedeunconceptoambiguoy dedifícil delimitación.
1- Este requisito exige que la lesión recaiga sobre un interés propio (ya sea
patrimonial o moral); es decir, solamente podrá reclamar la reparación la persona
que ha sufrido el perjuicio. Claro está, entonces, que nadie podrá reclamar para sí
una indemnización como consecuencia de un daño sufrido por otro, ya que este
principio de la personalidad del daño exigeque los reclamantes hayan sido afecta-
dos en sus propios intereses.
Ello, sin embargo, no es óbice para destacar que el daño -aun siendo perso-
nal- puede ser a su vez directo o indirecto (art. 1739, CCCN). Es directo, cuando el
titular del interésafectadoes lavíctima del ilícito (v. gr., una persona que resulta le-
sionada en un accidente de tránsito y reclama los perjuicios sufridos en su integri-
dad física). Y es indirecto cuando el perjuicio propio invocado por el demandante
deriva de una lesión a bienes patrimonialeso extrapatrimoniales de un tercero; en
este caso el daño se produce de manera refleja o "de rebote" (~parricochet~, dirí-
an losfranceses), tal como sucede, por ejemplo, en el supuesto de homicidio en el
cual la viuda y los hijos del muerto -damnificados indirectos- pueden reclamar
iureproprio la reparación del perjuicio material y moral -consecuencias no patri-
moniales- derivado de la muerte de un tercero (víctima).
No obstanteello, reiteramos, es importante mencionar que aun en el supuesto
dedamnificados indirectos, la lesión debeafectar intereses personalesde los recla-
mantes (Farina).
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
2 - El hecho de que el daño sea personal no resulta obstáculo para que la ac-
ción de indemnización del daño patrimonial pueda ser objeto de cesión. Otra pro-
blemática,sin embargo, incluye la posibilidad decesióndelaacción resarcitoriadel
daño moral, respectoa la cual nos hemos referido en dos trabajos publicados hace
tiempo atrás (nos referimos a los tituladosiPuede transmitirse la acción resarcito-
riadeldañomoral?, publicado en RCyS, añoV, n04,jul.-ago. 2003, p. 23 y SS., yAcer-
ca de la transmisión mortis causa de la acción resarcitoria deldaño moral, también
publicado en RCyS, año X, noIX, sep. 2008, p. 28 y SS.).
Cabe destacar que existe una concepción muy arraigada en nuestra doctrina
tradicional, especialmente a partir de las enseñanzas de Brebbia y Orgaz, respecto
a que la acción por reparación del daño moral reviste naturaleza personalísima, lo
que provoca su extinción ante la muerte de su titular y, además, la imposibilidad
absoluta de cederla por actos entre vivos.
Se argumenta en favor de esta postura que ni el crédito ni la acción para exigir
la reparación del daño moral pueden ser cedidos, toda vez que dicho derecho es
inherente a la persona, y por lo tanto, su transmisión se halla alcanzada por la
prohibición expresa prevista en el ordenamiento jurídico (se hacía referencia en
particularal impedimentodel art. 1445del derogado CC, similaral actual art. 1617
del CCCN).
Sin embargo, no podemossoslayar queel art. 1741 del CCCNdispone que: "La
acción sólo se transmite a lossucesores universalesdel legitimado sies interpuesta
por éste". Esdecir, que se hace referencia a la posibilidad de la transmisión mortis
causa siemprey cuando la acción haya sido interpuesta envida por el legitimado a
hacerlo.
A priori, mientras estuvo vigente el derogado Código Civil, el art. 1078 estable-
cía que la acción por indemnización del daño moral "sólo competerá al damnifica-
do directo" (determinándose de tal modo el carácter personal de la acción, el per-
sonalismo originario de la pretensión), y que "si del hecho hubiere resultado la
muerte de la víctima, únicamente tendrán acción los herederosforzosos" (es decir,
quienes resultan ser damnificados indirectos).
A pesar de la letra de la norma citada, habían sido necesarios dos fallos plena-
rios de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil para determinar que:
a) La acción en curso por reparación del daño moral podía ser continuada por
los herederos (véase CNCiv., enpleno, 7/3/77, "Lanzillo, José A. c. Fernández
Narvaja, Claudio A,", ED, 72-320; LL, 1977-B-84;JA, 1977-11-229).Cabe acla-
rar respecto de este plenario que la mayoría de los jueces que votaron en el
mismo, lo hicieron en favor de establecer que la acción podía ser continua-
da no sólo por los herederos forzosos como lo pretendía una escueta mino-
ría (integrada por losdoctores Monferrán y Collazo), sino por los herederos
en general -forzosos y no forzosos, legítimos y testamentarios-, aunque
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
la salvedad de que el goce de los mismos no es exclusivo de una sola persona, sino
que es compartido por un grupo de individuos. Es decir, el requisito de la persona-
lidad del daño se verifica también cuando el ilícito afecta intereses colectivos o
difusos.
Algunos autores han efectuado diferenciación entre intereses difusos e intere-
ses colectivos. En razón de ello, se sostiene que los intereses difusos son aquellos
que pertenecen a una pluralidad de personas, en cuanto miembrosde lacomunidad
o de grupos, ligadas en virtud de la pretensión de goce, por parte de cada una de
ellas, de una misma prerrogativa (Stiglitz, Zannoni). A su vez -manifiesta Zanno-
ni- cuando estos interesesdifusos son asumidos como propios por un ente repre-
sentativo del grupo -v. gr., una asociación de consumidores- se habla de interés
colectivo de sus miembros, en el que cada uno de los componentes individuales es
titular de un interés objetivamente vinculado al de los demás sujetos que es, por
eso, supraindividual.
A tenor de ello, consideramos que el requisito de la personalidad del daño con-
tinúa existiendo aun cuando se hayan afectado intereses supraindividuales, cues-
tión que posibilita y brinda legitimación a todos los miembros del grupo afectado
a reclamar el resarcimiento de los daños que se les ha causado. Esto se aprecia con
mayor claridad ante la aparición de supuestos dañosos en donde se han lesionado
bienes jurídicos comunes a todos los miembros del grupo, como por ejemplo: con-
taminación de ríos o lagos, engaño a los consumidores a través de supuestos de
competencia desleal, etcétera.
Se ha sostenido acertadamente en defensa de la procedencia de la reparación
del dañocolectivo,que losperjuiciosgrupales notienen comovíctimaaalgún ente
diferenciado de quienes componen el grupo, sino que son éstos los damnificados,
aun cuandoel menoscabo noapunta a las personasde modo lineal y diferenciado,
sino quese propaga complejamente entre ellas, como miembrosdealgunaespecí-
fica realidad comunitaria (ZavaladeGonzález).
Este requisito exige que el daño debe subsistir al tiempo del resarcimiento; es
decir, cuando se habla de subsistencia del daño se hace referencia a que el mismo
no debe haber sido aún resarcido, por lo cual -si bien setrata de un perjuicio pasa-
doen los hechos-todavía permanecejurídicamenteen lavíctimadel perjuicio. Sin
embargo, para algunos autores la subsistencia como requisito del daño resarcible
se presta a confusiones, puesto que ella no es otra cosa más que el efecto jurídico
del daño y no un presupuesto de este último (Zavala de González). Otros, en otra
postura, han desestimado la autonomía del requisito de subsistencia del perjuicio,
puesto que consideran que la misma resulta ser una manifestación del presupues-
to de certeza del que no puede escindirse (Pizarra).
CARLOS A . CALVO COSTA
d) i Es la relación de causalidadrequisito
del daño resarcible?
Consideramos que, si bien es cierto que el daño debe guardar relación causal
adecuada con el evento dañoso (cfr. art. 1726, CCCN) y que la causalidadadecuada
define la medida del resarcimiento (cfr. art. 1727, CCCN), la relación de causalidad
no constituye un requisito del daño resarcible.
Estimamos, por el contrario, que la relación de causalidad constituye -junto
con el daño, la antijuridicidad y losfactoresdeatribución-el conjunto de los pre-
supuestosde la responsabilidad civil, por lo que excede el marco del daño a la hora
dsi u tratamiento.~Sinembargo, no desconocemossu importancia al momento de
determinar la procedenciao no del resarcimientodel menoscabo, pero nocreemos
correcto incluirla como un requisito del daño resarcible.
ellassi el daño eso no injusto. Esdecir, que dicha norma asume la fisonomía de una
norma primaria que resulta autosuficiente e idónea para asegurar el funciona-
miento del mecanismo resarcitorio.
Al respecto, cabe destacar que la fórmula -salvo la mención expresa del térmi-
no "daño injustou-es similar a la desu antecesora -la del art. 1151 del CCitalia-
no de 1865-, a la existente en el art. 1382 del CCfrancés-actual art. 1240 desde
el 1 de octubre de 2016, fecha de entrada en vigencia de la Ordonnance no2016-
131- (precedente legislativo del art. 2043 italiano), y , también, a la del art. 1109
del derogado Código Civil de Vélez Sarsfield. A través de ellas, se ha podido conce-
bir un sistema de atipicidad de actos ilícitos -y de daños, obviamente- y se ha
ampliado la gama de intereses "jurídicamente protegidos", dando cabida entre
éstosa aquellosquesi bien eran considerados intereses simples o de hecho, fueron
declaradostutelados por la jurisprudencia en virtud de la seriedad y licitud que los
mismos revestían (v. gr., véase el caso del concubinato mencionado a lo largo de la
presente obra). Estimamosque esto también se mantiene en el actual Código Civil
Gobjetiva, consagrando un sistema de atipicidad del daño resarcible.
Tal como lo manifestara Rodota, en su interesante análisis de esta cuestión, en
el art. 2043 del CCla cláusula general está referida únicamenteal daño injusto (in-
teresesdignosdetutela), mientras que la otra parte de la norma se refierea loscri-
terios de imputación de responsabilidad. Estimamos importante destacar el valor
de las cláusulas generales como las del art. 2043 del CC, las que en lenguaje técni-
co-jurídico resultan ser técnicas legislativas incompletasque dictan a losjueces una
directriz destinada a concretarse mediante la formación de una regla que ha de
aplicarse a los casos concretos. Es decir, lejos está de constituir una fattispecie abs-
tracta, toda vez que de ser así, nos encontraríamos nuevamente frente a una posi-
ción tipificante que es precisamente lo que se trata de evitar.
Ahora bien, cabe destacar que la noción de injusticia del daño ha tenido gran
penetración en el Derechoargentino, a puntotal de resultar ser el parámetrofun-
damental para que proceda la reparación del menoscabo, aunque muchosautores
nacionales -sobre todo aquellos que niegan que exista algún momento de anti-
juridicidad en la responsabilidad civil- han tomado caminos diferentes para de-
tectar la existencia del "daño injusto" como veremos seguidamente.
La concepción de la responsabilidad civil como la reacción frente a un daño in-
justo (Scognamiglio), ha permitido un mayor alargamiento del área resarcibley la
tutela de nuevos intereses.
El criterio másdifundidoen el Derecho italiano ese1que diceque la determina-
ción de la injusticia del daño no puede efectuarse exclusivamente desde el punto
de vista del agente que ocasiona el daño, ni tampoco sólo desde el punto de vista
dequien sufreel perjuicio (Maiorca). Esta conclusión, también brindada por la juris-
prudencia, nos permite afirmar que el daño, para poder ser calificado como "injus-
to", debe ser contra iusy non iure.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Es decir, la ingiustizia del daño está dada por un doble requisito que debe con-
currir para ser resarcible: el daño debe ser contra ius, esto es, consecuencia de la le-
sión de un interés protegido por el ordenamiento, no bastando la simple lesión de
un interés ajeno; y el daño ha deser non iure osine iure no justificado por otra nor-
ma jurídica integrantedel ordenamiento. Por lo tanto, con estecriterio-quecom-
partimos-la ausencia decualquiera deamboselementostornará al perjuicio irre-
sarcible.
En nuestro país, se había generado con anterioridad a la sanción del Código Ci-
vil y Comercial, un interesante debate en torno a ello. Para cierto sector de la doc-
trina (especialmente De Lorenzo) el único camino posible para poder superar el
problema de nuclear todo el sistema de la responsabilidad civil en torno a laviola-
ción de un derecho subjetivo o d e un interés directamente protegido por una nor-
ma del ordenamiento, era desprendersedefinitivamentedel presupuestode la an-
tijuridicidad como elemento autónomoe imprescindibledel resarcimiento del da-
ño producido; bajo este enfoque, daño injusto sería el daño ocasionado sin justifi-
cación (sine iure).
Estasformulacioneshan llevadoa esteautora afirmar que el daño injustoseca-
tegoriza no ya en función de la existencia o no de una determinada protección por
el ordenamiento al interés menoscabado, sinoen consideración al interésdel lesio-
nante a desarrollar el tipo de comportamiento que produjo el menoscabo. En ra-
zón deello, podría resumirseel principio general de la siguiente manera: "en prin-
cipio, todo daño sufrido es injusto salvo que haya sido justificado por un interés
preponderante con relación al lesionado". En tal sentido, el principio genérico de
no dañar asumiría la siguientedimensión: todo perjuicio sufrido será injusto-aun
cuando haya sido ocasionado por un comportamiento, en principio no vedado-
excepto si, como resultado de una valoración comparativa de los intereses involu-
crados en el conflicto, resulta específicamentejustificado el del lesionante.
Bueres, por su parte, advertía que la teoría que rastrea la ilicitud en el actodaño-
so sine iure intenta suprimir la ilicitud o no explica en qué consiste. Destaca, con
acierto, que si bien el daño con causa de justificación no es ilícito, no sesabecuán-
do un daño no justificado es lícito o ilícito, a menos que todo daño injustificado sea
ilícito, supuesto en que la ilicitud pasa a identificarse con el daño, desapareciendo
como elemento autónomo.
El daño injusto será contra iusen la medida quesupone la lesión a un interés tu-
telado y sine iure por no estar justificado el acto. Pero si se entiende por daño la
lesión a un interéstutelado por el ordenamiento, dicha trasgresión reclamaque se
ocasionesine iure para ser contra ius-es decir, que en el contexto de una acción
acromática lo que confiere colorido a la antijuridicidad es el daño-(Bueres, Busto
Lago, Zavala de González).
En tal sentido, el contra ius no desplaza al sine iure, ni éste desplaza a aquél. La
configuración del contra iusexige el sineiure, pues si el acto dañoso está justifica-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
posterior resarcimiento; y ello no es otra cosa que el contra ius, término del cual
muchos buscan escapar.
Estimamosque esta amalgama del contra ius y del sine iure es la que ha queda-
do plasmada en el Código Civil y Comercial, a travésde la interpretación armónica
de losarts. 1717 y 1718, referidosa la antijuridicidad y a las causas de justificación.
do, el mismo es lícito (y no contra ius) y el daño será justo (no reparable común-
mente), o injusto por excepción si el ordenamiento lo establece (en cuyo caso se
adeuda un resarcimiento que no essanción resarcitoria). Con ello, resulta claro que
la antijuridicidad no es un presupuesto inexorable (o necesario) de la reparación,
pero sí lo es en el acto ilícito (Bueres).
En nuestra opinión, consideramosque, para poder encontrarnosfrentea un da-
ño injusto, debe darse una conjunción de los dos elementos esenciales y -a nues-
tro criterio- ontológicos del mismo: el contra ius y el sine iure. Para poder hablar
dedaño injusto, creemosque resulta esencial que el dañante haya invadido laesfe-
ra jurídica del dañado (contra ius), puesto que de otro modo carecería de sentido
analizar la justificación o no de su conducta (es decir, si actuó cum iureosine iure).
La injusticia del daño, estimamos, sólo puede determinarsea la luz de la combina-
ción de ambos elementos que resultan esenciales: el elemento subjetivo, depen-
diendo de la justificación o no de la conducta de quien ocasionó el perjuicio; y el
elemento objetivo, constituido por la lesión del interés jurídico del dañado como
consecuencia de la conducta del agente que ocasiona el daño.
En este mismo sentido también viene manifestándose la imperante doctrina
italiana, quetiene entendido-luego de un largo tiempode incertidumbre y con-
traste-que la injusticia del daño está basada en dos presupuestosesenciales: un
presupuesto subjetivo, referido exclusivamente a la conducta de quien ocasiona el
daño lesionando un interésjurídico (non iure); y un presupuestoobjetivo,quecon-
siste en la lesión de un interés merecedor de tutela jurídica (contra ius). También la
jurisprudencia deaquel paísvieneexpidiéndose reiteradamente en dicho sentido.
El contra ius, resistido por quienes niegan la antijuricidad, ya que afirman que
sólo puede tener cabida en un sistema de tipicidad de actos ilícitos, resulta ser de
vital importancia porque constituye la lesión al interés tutelado. Y el sine iure tam-
bién es esencial, puesto que va a ser el elemento que nosva a determinar la ausen-
cia de justificación del acto dañoso.
Sin embargo, creemos que los doctrinarios que sostienen que la injusticia del
daño se puedeconstruir únicamente a partir del sineiureexigen -aunque no de-
seen admitirlo- la necesidad de una lesión previa a un interés jurídico, que no es
más que el contra ius. Quizás las discrepancias que encontramos respecto de ellos
se basen únicamenteen una cuestión terminológica, puesto que pareciera que re-
conocer la presencia del contra iussignifica pregonar la antijuridicidad y, en defi-
nitiva, un sistema de ilícitostipificados. Noconsideramosqueello deba ser así. Pero
estamos convencidos de que, quienes sostienen la injusticia del daño sólo a partir
del sine iure, no estarían de acuerdo en admitir una pretensión resarcitoria de un
proxeneta, por ejemplo, por los perjuicios que le ocasiona el homicidio de una
prostituta que para él trabajaba.
Es decir, estimamosque resulta evidente que la presencia de un interésjurídico
lesionado resulta fundamental para la determinación de la injusticia del daño y su
CARLOS A. CALVO COSTA
Ejemplo:
Ante las lesiones que sufra una persona con motivo de un hecho ilícito, podrá recla-
mar la reparaciónde las consecuencias inmediatas originadas de él (v. gr., gastos de
medicamentos, honorarios médicos, gastos de internación, de transporte, etcétera)
aquella persona que haya abonado tales costos, pudiendo ser ésta la víctima del he-
cho ilícito (damnificadodirecto), o bien cualquier otro familiar o amigo que ha paga-
do dichos gastos (damnificado indirecto).
Ejemplo:
Un taxista que sufre lesionesy daños en su vehículo por un accidente de tránsito que
es imputableen cuanto a su responsabilidada un tercero y debe ser internado, podrá
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Ejemplo:
La lesión física que sufre una persona con motivo de un siniestro, cuya incapacidad
puede desaparecer con el paso del tiempo hasta sanarse totalmente, o agravarse y
ocasionar nuevos perjuicios (v. gr., si requiere de una intervenciónquirúrgica para su
recuperación).
Existen cuatro vías para proceder a la valuación del daño: la legal, la judicial, la
arbitral y la convencional.
1 - Valuación «legal»
Es aquella que surge del texto de ciertas leyes que contienen topes indemniza-
torios mínimos y máximos para los supuestos de daños por ellas contemplados, o
bien, pautas para su determinación. A modo de ejemplo y a título meramente
enunciativo, estavaluación legal la encontramosen la ley 24.557 (sobre Riesgosdel
Trabajo, arts. 15 y 16); ley 20.744 (de Contrato deTrabajo, arts. 232,233,245 y 247);
145 del Cód. Aeronáutico, etcétera.
2 - Valuación judicial
3 - Valuación arbitral
4 - Valuación convencional
autonomía de la voluntad del art. 959 del CCCN- pueden establecer el monto del
daño a reparar. Ello puede hacerse unavez iniciado el proceso judicial -v. gr., a tra-
vés de la transacción (cfr. arts. 1641 a 1648, CCCN)-, o bien en forma anticipada a la
ocurrencia del daño mediante la figura de la cláusula penal (arts. 790 y 791, CCCN).
Cláusula penal
l. 1 - Concepto. Objeto
Su definición emana del texto del art. 790 del CCCN: "La cláusulapenalesaque-
Ila p o r la cual una persona, para asegurar e l cumplimiento de una obligación, se
sujeta a una pena o multa en caso de retardar0 de no ejecutarla obligación".
Como vemos, la cláusula penal se erige de tal modo en una de las posibles va-
riantesdevaluación convencional del daño-en este caso, en forma anticipada al
incumplimiento de la obligación- por medio de la cual las partes que la celebran
pactan cuál será la suma dineraria a reparar ante la ocurrencia del dañoque arroje
la falta de cumplimiento de la relación jurídica obligatoria. Se trata, pues, de una
estipulación accesoria que tiende a asegurar el cumplimiento de una obligación
principal, a través del establecimiento de una pena privada para el caso de incum-
plimientoabsoluto o relativo; noes más, en definitiva, queuna pena convencional
-comúnmente pecuniaria-que se pacta con carácter accesorio para el eventual
e hipotético supuesto de que el deudor incumpla o cumpla deficientemente la
obligación principal (Lacruz Berdejo).
Ejemplo:
1) "Nicolás" ha alquilado a "Joaquín" un inmueble destinadoa vivienda por el plazo
dedosaños. En el contratode locación sedeja constancia que la locación incluyetam-
bién la Iínea telefónica número 4309-0000 en perfecto estado de funcionamiento,
por lo cual será obligación de "Joaquín" (locatario)mantenerenservicio la misma du-
rantetodo el tiempo del contrato. Pero, además, se incluye una cláusula (penal)que
disponequesi la Iíneatelefónica fuera dada de baja por la empresa que proveeelser-
vicio por la falta de pago del locatario, éste deberá abonar a "Nicolás" al finalizar el
plazo del contrato de locación la suma de $20.000enconcepto de indemnizaciónpor
ello (cláusula penal compensatoria).
2) "Juan" se ha obligado a entregar a "Ricardo" un cuadro de un pintorfamosoeldía
15 de octubre de 2016; pero, han pactado también que por cada día de retardo en
caso de mora de "Juan", éste deberá abonar a "Ricardo" la suma de $ 1000 diarios
(cláusula penal moratoria).
El Código Civil y Comercial argentino reconoce como fuentes directas del art.
790 (y de su antecesor art. 652 del derogado CCdeVélez Sarsfield -tal como reza
la nota del Codificador-) a los arts. 1535 del CCde Chile, 1226 del Codefrancés y
1340del Código holandés, entreotros. Noobstanteello, no podemos soslayar que
la cláusula penal posee actualmente amplia recepción en el Derecho comparado,
comoseaprecia, entreotros, en el textoactual del art. 1152 del Codefrancés(modi-
ficado en 1985), por medio del cual se regula la cláusula de liquidación anticipada
dedaños; también en el Código Civil italiano de 1942, aunque la cláusula penal pa-
reciera cumplir una función de liquidación anticipada del daño y no de imposición
de pena; y asimismo, en los 99 339 a 345 del BGB alemán, donde la cláusula penal
cumple notoriasfunciones compulsivas y de liquidación del daño.
1.3 - Clases
1.4 - Funciones
majer de Carlucci, entre otros), dado que persigue frecuentemente una doble fina-
lidad (compulsiva y resarcitoria), aunque puede ocurrir -como veremos seguida-
mente- que ambasfunciones no coincidan o se manifiesten en determinados ca-
sos.
La cláusula penal cumple diferentesfunciones:
a) Posee una notoria función compulsiva, ya que al erigirse en una pena priva-
da destinada al deudor en caso de incumplimiento, crea una motivación es-
pecial en éste que lo moviliza al cumplimiento de la obligación principal a
fin deintentar evitar la imposición de la pena prevista en ella (Savigny,Gior-
gi, von Tuhr, Mazeaud, Windscheid, Enneccerus). En una línea de pensamien-
t o similar, algunos autores españoles destacan que más que compulsiva su
función es coercitiva, toda vez que la pena es un elemento de presión para
el deudor (Espín Cánovas) a fin de constreñirlo al cumplimiento. No obstan-
t e esta postura mayoritaria, algunos autores como Salvat le han negado tal
carácter, al afirmar que el acreedor siempre tiene el derecho de reclamar la
ejecución forzada de la obligación, por lo cual la cláusula penal nada agre-
ga a la eficacia del vínculo jurídico que ella crea; otros, como Busso, sostie-
nen en cambio que la función compulsiva de la cláusula penal apareceríasó-
lo cuando el monto establecido en ella sea notoriamente superior al de la
prestación que se pretenda asegurar.
Ahora bien, el carácter compulsivo de la cláusula penal se torna esencial
cuando ha sido pactada para asegurar el cumplimiento de una obligación
que al tiempo de concertar la accesoria no podía exigirse judicialmente,
siempre que no sea reprobada por la ley (art. 803, CCCN), puesto que en tal
caso se erige en el único medio para asegurar la efectividad de los derechos
del acreedor.
Por nuestra parte, no dudamos en afirmar la función compulsiva de la cláu-
sula penal, aunque no soslayamos que a vecessólo puedecumplir una fun-
ción resarcitoria, como sucede cuando el monto pactado en ella es equiva-
lente al daño derivado del incumplimiento -pena sustitutiva o liquidato-
ria-, dado que en tal supuesto difícilmente su existencia puede constituir
para el deudor un estímulo ocompulsión al cumplimiento. Noobstante, no
debemos olvidar que la función compulsiva de la cláusula penal emana del
propio texto del art. 790 del CCCN y, además, que la finalidad de compeler
al deudor se aprecia con mayor nitidez en este tipo de cláusula cuando el
montoestablecidocomo pena es notoriamentesuperior al del perjuicio que
pudiera suscitarseanteel incumplimiento de la obligación quese pretende
asegurar con ella, o bien cuando es pactada para asegurar el cumplimiento
de una obligación natural (en este último caso, la finalidad es solamente
compulsiva y no resarcitoria).
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Es importante destacar que la cláusula penal -por las funciones que desempe-
ñay que ya hemosanalizado-es un institutodegran utilidad práctica en laactua-
lidad, en donde prevalece la dinámica de los negocios. Si bien algunos autores no
dudan en afirmar que la cláusula penal ha sido concebida para favorecer al acree-
dor al posibilitarleelegir la solución másconvenientea susinteresesanteel incum-
plimiento del deudor (Pizarra, Vallespinos), lo cual se condice con lo dispuesto por
el art. 796 del CCCN, nosotros consideramos también que resulta de gran utilidad
para el deudor, yaqueal momentode pactar la cláusula penal adquierecerteza res-
pecto de cuáles serán las consecuencias patrimoniales por las que deberá respon-
der ante su incumplimiento, pudiendo prever de tal modo el riesgo del negocio
que ha realizado.
1.7 - Caracteres
gación con cláusula penal fue contraída p o r otra persona, para e l caso que
la principal fuese nula p o r falta de capacidad del deudor"), y 802 del CCCN
("Si la obligación principalse extingue sin culpa del deudor queda también
extinguida la cláusula penal"). Asimismo, en razón de este carácter acceso-
rio que presenta la cláusula penal, ninguna duda nos asiste que las modali-
dades (condición, plazo) que afecten a la obligación principal resultan ex-
tensivas también a la cláusula penal.
Sin embargo, existen algunos supuestos excepcionales en los cuales la cláu-
sula penal no posee carácter accesorio, tales como cuando la cláusula penal
ha sido pactada para asegurar el cumplimiento de una obligación que al
tiempo de concertar la accesoria no podía exigirse judicialmente, siempre
que no sea reprobada por la ley (art. 803, CCCN).
b) Es subsidiaria, toda vez que ésta posee el mismo carácter secundario que la
indemnización de daños y perjuicios, y además porque es sustitutiva de la
prestación principal, no pudiéndose acumular a ella a menos que la pena se
haya pactado en función del mero retardo en la ejecución (Llambías).
C) Es condicional respecto de su ejecución, en el sentido de que su efectividad
seencuentra subordinada al incumplimiento de la prestación principal (Bor-
da, Kemelmajer de Carlucci, Busso, Cazeaux). Sin embargo, fuera de este as-
pecto, estimamos que la cláusula penal no está sometida generalmente a
condición alguna, todavez que su existencia y eficacia no quedan supedita-
das al acaecimiento de un hecho futuro e incierto.
d) Espreventiva, todavez queestablece en forma previa a la ocurrencia del in-
cumplimiento las posiblesconsecuenciasquesederivarán deél al fijar la pe-
na (Moisset de Espanés).
e) Es definitiva, ya que una vez que la cláusula penal setorna exigible, el dere-
cho del acreedor a percibirla es irrevocable no pudiendoel deudor negarse
a pagar la pena pactada. De tal modo, al tornarse operativa, la cláusula pe-
nal representa para el acreedor un crédito que queda incorporado en for-
ma definitiva a su patrimonio, y por ende, puede serle exigida al deudor y
ejecutada en caso de falta de pago.
f) Es de interpretación restrictiva, puesto que al constituir un derecho excep-
cional para el acreedor, ella debeser interpretaday aplicada con criterio res-
trictivo, no pudiendo efectuarse aplicaciones extensivas ni análogas a su-
puestos no contemplados expresamente en la cláusula. Por nuestra parte,
creemos que la cláusula penal debe ser objeto de específico acuerdo entre
partes para que resu1te"inculanteentre ellas, de m i d o tal que, sino consta
su existencia deforma clara e indubitada, se debería estar por su inexisten-
cia y no debe ser exigida.
CARLOS A . CALVO COSTA
Resulta claro que por la función polivalente que desempeña la cláusula penal,
ella debe ser pactada con anterioridad a la inejecución de laobligación, por lo que
no existe obstáculo alguno en que sea pactada al momento de contraerse la obli-
gación principal que se presente asegurar, o bien con posterioridad a dicho mo-
mento, pero siempre antes de ocurrir el incumplimiento. Caso contrario, carecería
CARLOS A . CALVO COSTA
Son varios los efectos de la cláusula penal con respecto al deudor y al acreedor:
a) Respecto del deudor, esde destacar que una vez que el acreedor ha optado
por el pago de la pena y el deudor lo efectúa, ello pone fin a la obligación
del deudor inclusive respecto de la prestación principal. Elloemana implíci-
CARLOS A . CALVO COSTA
tamentede la letra del art. 796 del CCCN, para el supuesto de que el acree-
dor haya optado por el pago de la pena ante el incumplimiento del deudor.
Este, en cambio, no puede intentar sustituir la prestación principal por la pe-
na, puesto que le está expresamente vedado por dicha norma, a no ser que
exista pacto en contrario.
b) Respecto del acreedor, el efecto principal esque una vez ocurrido el incum-
plimiento por partedel deudor, aquél tendráderecho de elegir entreexigir
el cumplimiento de la prestación principal, o bien el pago de la pena esta-
blecida en la cláusula penal. Esta facultad del acreedor emana del art. 797
del CCCNque dispone expresamente que el acreedor "... no puedepedirel
cumplimiento de la obligación y la pena, sino una de las dos cosas, a su arbi-
trio, a menos que se haya estipulado la pena por elsimple retardo, o que se
haya estipulado que p o r el pago de la pena no se entienda extinguida la
obligaciónprincipal". Del texto de la norma se desprende que el acreedor
no puede exigir al deudor el pago del monto de la pena y además el cum-
plimiento de la prestación, sino que debe optar por una cosa o la otra; ello
~ ~
También debemos analizar qué sucede cuando la cláusula penal ha sido esta-
blecida en una obligación de sujeto múltiple. En este caso pareciera complicarse la
situación si la naturaleza de la prestación principal y la de la cláusula penal fueran
diversas (v. gr., que la obligación principal sea simplemente mancomunada, y soli-
CARLOS A . CALVO COSTA
nacional es pacífica en sostener esta postura como fundamento del daño moral,
habiendo obtenido consagración expresa por parte de la Corte Suprema de Justi-
cia de la Nación en el fallo "Santa Coloma" ("Santa Coloma, Luis y otros c. Ferroca-
rriles Argentinos", JA, 1986-IV-624).
No podemos soslayar, sin embargo, que existe en nuestro país una minoritaria
corrientedoctrinaria, iniciada por Boffi Boggeroy continuada por Morelloy Zanno-
ni, que considera que la indemnización del daño moral posee una doble función
punitiva y resarcitoria. También en este sentido se han expedido Larenzenel Dere-
cho alemán y Santos Briz en el Derecho español.
El Código Civil argentino (en su redacción originaria) ha sido uno de los prime-
rosordenamientosjurídicosdel mundo occidental en admitir la reparación del da-
ño moral, toda vez que no era común en la época de su sanción -hacia fines del
siglo XIX-que se aceptara su indemnización.
Sin embargo, la reforma introducida por la ley 17.71 1 había modificado sustan-
cialmente el tratamiento de su resarcimiento, estableciendo distintas pautas para
ello según la reparación del daño moral se debiera realizar en la órbita contractual
u obligacional (art. 522, CC) oen el ámbito extracontractual o aquiliano (art. 1078,
El derogado Código Civil disponía en su art. 1078, párr. 2" del CC, que: "...La
acción por indemnización del daño moral sólo competerá al damnificado directo;
si del hecho hubiere resultado la muerte de la víctima, únicamente tendrán acción
los herederosforzosos".
Como advertimos en esta norma, sólo se encontraba legitimado para reclamar
el daño moral el damnificado directo, esdecir, aquel que había sufrido comovícti-
ma la lesión de un interésextrapatrimonial propio. Por ende, cuandose trataba del
daño moral inherente a las lesiones ocasionadas a la integridad psicofísica de una
persona, sóloésta, víctimadirectae inmediatadel hecho, podiaaccionar por lasre-
sultas o repercusiones espiritualesque el suceso generaba.
Así, sólo ante el fallecimiento de la víctima, quedaban legitimados para recla-
mar el perjuicio los herederos forzosos de ésta que eran damnificados indirectos,
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
pues sufrían un daño propio derivado de un ilícito que había tenido por víctima a
un tercero que había fallecido; el daño se producía entonces aquíparricochet, es
decir, de manera refleja (Pizarra).
De tal modo, de no mediar el fallecimiento de la víctima, quedaba eliminada la
legitimación de los damnificados indirectos o personas diferentes de ésta, inclusi-
veen supuestosde innegablesufrimiento espiritual y aun cuando éste pudiera ser
todavía más hondo que la del herido o incapacitado. Nos hemos manifestado en
másde una ocasión -también lo hemos hechoen la primera edición deesta obra-
en contra de esta restricción normativa en materia de legitimación activa que pro-
ponía el derogado art. 1078, ya que advertíamos que ello daba lugar en muchas
situacionesa soluciones injustasy totalmente reñidascon el espíritu del actual De-
recho de daños. Esta es la razón por la cual propugnábamos la necesidadde una re-
forma legislativa a fin de ampliar el espectro de legitimados, situación que fue
finalmente subsanada en gran medida con la sanción del Código Civil y Comercial,
como lo expondremos seguidamente.
Asimismo, había dadilugar a discrepancias doctrinarias y jurisprudenciales la
cuestión en torno a quiénes revestirían el carácter de herederosforzososque men-
cionaba el art. 1078 del derogado CC. Como también lo hemos estudiado prece-
dentemente en el S 63, b) del presente capítulo al referirnos al recaudo de la per-
sonalidad del daño, habían sido necesarios dos plenarios de la Cámara Nacional de
Apelacionesen lo Civil para poner fin a dichasdiscrepancias. En razón deello, remi-
timosa lo que allí hemosexpuesto.
Finalmente, si bien nada se determinaba expresamente en el Código Civil de
Vélez Sarsfield en materia de legitimación activa para reclamar el daño moral en
el ámbito de la responsabilidad contractual, esdedestacar que a pesar de laausen-
cia de directivas en tal sentido por parte del derogado art. 522 del CC, eran pacífi-
cas la doctrina y la jurisprudencia en cuanto sostenían unánimemente que existía
plena armonía entre esta norma y el art. 1078 del antiguo CC, cuya regulación en
torno a la legitimación activa se aplicaba por analogía en materia obligacional.
Sin embargo, habíamos advertido en la primera edición de esta obra, que en-
contrándose vigente el Código Civil deVélez Sarsfield, debíamos aclarar que en el
ámbito convencional debía analizarse correctamente quién revestía el carácter de
damnificado directo y de damnificado indirecto, puesto que aquél no siempre
coincidiría necesariamente con el contratante, pudiendo resultar víctima directa
del daño una persona distinta de quien ha contratado. Si bien este supuesto no
constituía la regla general (dado que en la mayoría de los casos quien contrata es
el que reviste el carácter de damnificado directo), podía configurarse excepcional-
mente esta situación, como solía suceder frecuentemente en el ámbito de la res-
ponsabilidad médica en donde la contratación se efectuaba en lostérminosdel de-
rogado art. 504 del CC(contrat0 a favor de terceros), similar al actual art. 1027 del
CCCN.
CARLOS A . CALVO COSTA
Ejemplo:
Un padre(estipu1ante)puedecontratarconun médicocirujano(promitente) para que
intervenga quirúrgicamente a su hijo (beneficiario), pactando como retribución una
suma en concepto de honorarios profesionales. Si como resultado de la operación el
hijo sufre dañosen su integridadfísica y espiritual debido a la mala praxisdel galeno,
queda evidenciado que en este incumplimiento contractualel damnificado directo es
el hijo que ha sido intervenido-y quien se encuentra legitimado a reclamar el daño
moral-y no su padre que ha contratado con el profesionalde la medicina.
que si del hecho resulta su muerte osufre gran discapacidad, también tienen legi-
timación a título personal, según las circunstancias, los ascendientes, los descen-
dientes, el cónyuge y quienes convivían con aquel recibiendo trato familiarosten-
sible. En razón deello, se advierten lossiguientes cambios:
- Se ha extendido la legitimación delosdamnificadosindirectos, a lossupues-
tos de gran discapacidad de la víctima (damnificado directo). Si bien dicha
legitimación activa la continúan teniendo para el caso de fallecimiento de
esta última, esta incorporación legislativa permitirá que puedan reclamar la
reparación de lasconsecuenciasno patrimoniales, aquellas personasquelas
padezcan como consecuencia de una gran incapacidad del damnificado di-
recto. Con ello, estimamos, seevitarán muchassituacionesde injusticia que
se producían a la luz de la vigencia del antiguo art. 1078 del derogado CC,
ya que hay supuestos en los cuales la gran discapacidad de la víctima provo-
ca en terceros consecuencias espirituales disvaliosas similares a la de un fa-
llecimiento(comoserelcasode una mujerembarazadaqueal momentodel
parto, y como producto de una mala praxis médica, se encuentra con que el
bebé nace con una incapacidad absoluta; o el supuesto de dos padres que a
raíz de un accidente de tránsito que sufrió su hijo menor, este queda inca-
pacitado de por vida -v. gr. cuadriplejía- debiendo además dispensarle
cuidados especiales, etcétera). No podemos dejar de advertir, sin embargo,
que la designación "gran discapacidad" a la que alude el art. 1741 no está
definida ni precisada en el Código Civil y Comercial (tampoco lo estaba en
los Fundamentos del Anteproyecto elaborado por la Comisión de Refor-
mas), razón por la cual será la jurisprudencia la que finalmente determine
qué se considera una gran discapacidad, y en razón de ello, si se legitima o
no para reclamar la reparación de las consecuencias no patrimoniales a los
damnificados indirectos. No obstante, algunos autores (Meza, Boragina)
han brindado algunas pautas indicativas para ello, e invocando algunos
precedentesjurisprudenciales, afirman que "ello sucederá cuando la vícti-
ma sufra secuelas o disminución física o psíquica permanentes a raíz del ilí-
cito, de gran intensidad, con un significativo aminoramiento de sus aptitu-
des personales, psíquicas o físicas, comprometiendo las áreas individual,
laboral o de capacidad productiva, familiar y social, frustrando definitiva-
mente el proyecto devida para el desarrollo de su personalidad integral".
- En cuanto al elenco de damnificados indirectos legitimados para reclamar,
el art. 1741 del CCCN no hace alusión a los "herederos forzosos" (como lo
disponía el art. 1078del derogado CC),sino menciona en sustitución deello
a los ascendientes, los descendientes y el cónyuge, y ha extendido la legiti-
mación a los convivientes con "trato familiar ostensible". Dentro de este ti-
po de convivientes, cabría incluir a quienes sin estar casados llevan adelan-
CARLOS A. CALVO COSTA
podrá acudir a las presuncioneshominis para tener por acreditada la existencia del
perjuicio espiritual en el reclamante. Obviamente, para que el magistrado pueda
acudira la prueba presuncionalmedianteel llamado favorprobationeslavíctimadel
daño debeal menosaportar pruebas del hecho que permitan al magistrado inferir a
partir de él las consecuenciasespiritualesdisvaliosasque alega el reclamante.
En cuanto a la cuantía del monto a indemnizar por daño moral, consideramos
que siempre deberá estarsea la discrecionalidad judicial y a la valoración que efec-
túe prudencialmente el magistrado frente a cada caso en concreto.
sivas". Asíse disponía en el art. 1714del citado proyecto que: "El jueztieneatribu-
ciones para aplicar, a petición de parte, con fines disuasivos, una sanción pecunia-
ria a quien actúa con grave menosprecio hacia losderechosde incidencia colectiva.
Pueden peticionarla los legitimados para defender dichos derechos. Su monto se
fija prudencialmente, tomando en consideración las circunstancias del caso, en es-
pecial la gravedad de la conducta del sancionado, su repercusión social, los benefi-
ciosque obtuvo o pudo obtener, losefectosdisuasivos de la medida, el patrimonio
del dañador, y la posibleexistencia de otrassanciones penaleso administrativas. La
sanción tieneel destino que le asigneel juez por resolución fundada". Finalmente,
cuando el Anteproyecto fue elevado al Poder Ejecutivo Nacional para su conside-
ración, esta norma proyectada fue eliminada y nunca se convirtió en ley.
En razón de ello, esdedestacar que no se admiten delege lata en ninguna otra
norma jurídica del Derecho argentino a los daños punitivos. Por ende, se sostiene
con acierto, creemos, que esta connotación penal de losdaños punitivos exige que
se reforme el procedimiento civil a fin de que pueda ser adaptado a los requeri-
mientos constitucionales propios del Derecho sancionatorio (Picasso).
bJ Funciones
agente que comete el daño, con la única excepción de lo dispuesto en el art. 1725
del CCCN queagrava lasconsecuenciasdel deber de responder de ciertas personas
que debieron obrar con mayor prudencia y pleno conocimiento de lascosas.
No obstante la importancia que advertimos en la relación de causalidad como
presupuesto de la responsabilidad civil, no podemos obviar que ha surgido en los
últimos años una postura sostenida por algunos autores en posición minoritaria
(Zavala de González, Sagarna), que niega a la relación causal el carácter de presu-
puesto esencial de la responsabilidad civil, manifestando que es tan sólo relativa y
prescindible, ya que son muchos los supuestos en los cuales se reparan daños des-
conociendo su causa (v. gr., daño colectivo cuando el perjuicio escometido por una
persona no identificada que forma parte de un grupo, daño ocasionado por con-
ductas inertes, y losdañosocasionadospor personaso cosas por lascualesotrosuje-
t o responde, etcétera). En similar sentido, también se afirma que una persona es
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Llambías, el Derecho se preguntará si es justo que asísea, y esto habla de una correc-
ción o rectificación en el orden jurídico de la relación de causalidad, para compren-
der o dejar fuera de ella ciertas consecuencias, conforme los dictados de la justicia.
Esta corriente de pensamiento, por su parte, destaca que más allá del análisisfí-
sico de la causalidad (material), los magistrados deberán extraer de ella la causali-
dad jurídica, que será la que en definitiva determinará que se imputen a un sujeto
las consecuencias disvaliosas de un hecho dañoso. De este ajuste o corrección bajo
elprisma de la justicia, según palabras de Llambías, surge la causalidadjurídica, es
decir, la que el Derecho computa a los fines pertinentesde la responsabilidad.
Si bien se trata meramente de una cuestión teórica y si se quiere, filosófica, o
quizás semántica, estimamos por nuestra parte, y compartiendo la línea de pensa-
miento de una moderna doctrina (Pantaleón Prieto, Belvedere, Mayo, Prevot), que
resulta incorrecto hablar de causalidadjurídica. Sólo puede elaborarse un concep-
to decausalidad materialo física a partir de los hechosde la naturaleza, lo cual no
admite en su análisisvaloraciones normativas.
En apoyo a nuestra postura resulta imperioso distinguir entre la relación causal
yla imputación objetiva, como categoríasdistintas. Ello así, puesto que mientras el
análisis de la causalidades eminentemente físico o material (tal como surge de la
definición que hemos brindado anteriormente), la imputación objetiva consiste
-según afirma Forchielli-en brindar criterios que permitan guiar correctamente
el proceso de valoración normativa o ponderación entre las distintas causas o ries-
gos concurrentes, a fin de poder atribuir objetivamente las consecuencias nocivas
del hecho dañoso al posible responsable.
Así, mientras ladecisión sobre la existenciao node relación decausalidades una
cuestión de hecho, libre de valoraciones específicamente normativas (Pantaleón
Prieto), la fase de imputación objetiva del resultado dañoso al agente es una cues-
tión estrictamente jurídica que consiste en determinar cuáles de todos los hechos
precedentes ligados ya causalmente (físicamente) a la conducta del responsable
pueden ponerse a su cargo y cuáles no (Infante Ruiz).
De ello se desprende que la fase previa constituye una cuestión física o de he-
cho,quesi bien es imprescindible para la determinar la imputación causal, noessu-
ficiente para tal fin. Elloasi, puestoque-siguiendo a DeCossioy Corral y a Reglero
Campos- si no existe ese enlace físico entre el daño y la conducta o actividad del
demandado, ningún otro paso más hay quedar, ya que no cabe en dicho supuesto
hablar de responsabilidad. Pero, de comprobarse la existencia de ese nexo, enton-
ces deberá analizarse la cuestión de la imputación objetiva, puesto que si bien to-
dos los antecedentes causales son físicamente necesariosDara la ~roducciónde un
determinado resultado, desde un punto de vista jurídico no todos ellos generan el
mismo aporte causal a las consecuencias dañosas producidas.
Así, la teoría de la imputación objetiva (ObjektiveZurechnung) posee la virtua-
lidad de señalar que el problema de la existencia o no del nexo causal entre la con-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
y la imputación objetiva), o bien sobre aquel otro que por su particular situación
jurídica se estima oportuno que responda. Por ello cabe distinguir entre la autoría
del daño y la autoría de la conducta dañosa como agudamente lo efectúan Pizarro
y Vallespinos, toda vez que la primera es una noción másamplia queabarca tanto al
daño causado personalmente como al ocasionado por un sujeto por el cual se debe
responder o por unacosade la queseespropietariooguardián; destacan estosjuris-
tascordobesesque cuandoel daño escausado, por ejemplo, por un dependiente, el
autor de la conducta dañosa eseste último, mientrasaue laautoría deldaño se pro-
yecta sobre el principal que debe responder por el heiho de su empleado.
También Infante Ruizdefiende en una interesante obra (La responsabilidadpor
daños. Nexo de causalidad y causas hipotéticas) la independencia de la relación
causal y de la imputación objetiva, aunque aclara queen la gran mayoría de los ca-
sos a quien se le imputa un resultado dañoso y se le cargan las consecuencias de su
reparación es al que ha contribuido con su conducta a ocasionar el perjuicio. Ello
así, puesto que la imputación objetiva puede no correspondersecon la causalidad,
como ocurreen aauelloscasosen loscualesse determina la responsabilidad del de-
mandado sin que exista enlace causal entre su conducta y el daño (v. gr., la respon-
sabilidad quese leirnputa al principal por el hechode su dependiente: la conducta
que está ligada causalmente -físicamente- al daño es la del empleado, sin em-
bargo, se carga la responsabilidad de la reparación del perjuicio al patrón).
Seesrnera la doctrina española en afirmar queel no distinguir entrecausalidad
e imputación objetiva trae como consecuencia sin más el rechazo de la teoría de la
equivalencia de las condiciones -que seguidamente analizaremos- de la cual
muchosautores han rescatado la importancia que poseea la horade determinar la
existencia del nexo causal en su acepciónfísica y natural (PantaleónPrieto, LunaYer-
ga). Esto se debe a que en los casos de pluralidad de hechos antecedentes al daño
-como en el ejemplo del camión con el barril de kerosenequeexpusiéramos ante-
riormente- no cabe hacer diferencia alguna entre ellos, pues una condición es
conditio sine qua non de ese resultado o no es nada; pues bien, tales causas -que
pueden provenir de un comportamiento humano o de un fenómeno natural-son
equivalentes en cuanto tienen el mismo valor sine qua non en torno a la produc-
ción del daño (cualquier hecho de esa cadena que desapareciera impediría la pro-
ducción del daño). Por lo tanto, todos cumplen con el recaudo de estar material-
mente y físicamente enlazados o conectadoscon el daño final (cuestión de hecho)
aunque esto no es determinante de la responsabilidad de sus autores y es insufi-
ciente para cargar sobreéstos la obligación de reparar el daño: paraello, claro está,
es necesario un segundo elemento que es la imputación objetiva, en donde -co-
mo vimos- pesan consideracionesvalorativasy de orden jurídico.
Algunosautoresdejan traslucir mayor contundencia en sus posturasal expresar
que el análisis de la causalidad constituye una cuestión de hecho y es un presu-
puesto de la imputación causal, pero que por sí solo no es suficiente para ello
CARLOS A . CALVO COSTA
siglo XIX, ya que hasta esa época parecía un tema privativo del Derecho penal afin
de determinar las autorías en loscasosde delitosde homicidio y de lesiones.
Es a partir de dicha época cuando la cuestión de la causalidadcomenzó a adqui-
rir relevancia entre loscivilistas afin de intentar encontrar a través de ella solucio-
nesjustas a casos concretos que hasta ese entonces los jueces resolvían conforme a
criterios meramente intuitivos y basados en su experiencia.
A raíz deello se han elaboradovarias teoríasa lo largo de losaños buscando en-
contrar pautas concretas y específicas que permitieran determinar cuál es la causa
deldaño, sobre todo en aquellos casos en los cuales se sucedían múltiples circuns-
tancias y hechos en forma previa a la producción del perjuicio.
Estimamosde importancia, con anterioridad a introducirnos en el desarrollo y
exposición deellas, evidenciar al lector el núcleo del problema de la causalidad. Pa-
ra ello nada mejor que tomar las palabras de BustamanteAlsina, quien manifiesta
que "cuando hablamosde un hechoaludimosa una modificación del mundoexte-
rior que sucede en un momento dado y en cierto lugar, con la intervención de per-
sonas y cosas que constituyen los elementos actuantes. Sin embargo, cada hecho
no essino un eslabón en una cadena causal en quesesuceden inexorablemente he-
chosqueson antecedentesdeaquél y hechosqueson su consecuencia. La cuestión
es determinar en cada caso cuál de los hechos antecedentes es la causa de un cier-
to resultado".
Esta teoría es atribuida en el ámbito del Derecho penal a Maximiliano von Buri
en 1860, quien expresara bajo la denominación de teoría de la equivalencia de las
condiciones o de la conditio sine qua non su pensamiento: todas las condiciones
son del mismo valor en la ocurrencia del hecho dañoso, por lo cual son todas equi-
valentes (Aequivalenztheorie).
En el campo filosófico, Stuart Mil1había expresado en similar sentido que la cau-
sa de un resultado es la sumatoria de todas las condiciones positivas y negativas
consideradasen conjunto y que concurren en la producción de un daño, de tal mo-
doque,sicualquieradeellasfuerasuprimida de lacadenacausal,eldaño nose pro-
ducía.
Así, todas las condiciones quequedan eslabonadas en la cadena previa a la pro-
ducción del daño poseen idéntico valor y la misma importancia, por lo cual cual-
quier sujeto que hubiera contribuido con uno de esos eslabones en la confección
de la cadena de hechos previos a la ocurrencia del daño está llamado a responder
frente a la víctima. De tal forma, se aprecia claramente que cada condición crea la
causalidadde las otras(De Cuevillas Matozzi), por lo que la producción del daño de-
pende de todas y cada una de ellas, por lo cual si cualquiera de las condicionesfue-
ra sacada de la cadena previa, el evento dañoso no ocurre.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
condición como causa del daño (proximate cause) sin necesidad de remontarse a
un grado más lejano.
La teoría de la causa próxima tuvo predicamento en el Derecho inglés, pero a su
vez haejercidogran influencia sobre el Derechofrancésy el italiano, paísesqueen
sus códigos civiles limitan la indemnización del perjuicio a los daños que fueren
consecuencia inmediata y directa del incumplimiento del contrato (arts. 1151 del
Code y 1229 del CC italiano de 1865), reduciendo de tal modo la reparación a los
perjuicios que se reconocen como causa próxima del incumplimiento, impidiendo
que sean reparados todos aquellos daños que se encuentren temporalmente en
una relación más alejada.
Esta postura ha sido duramente criticada en nuestro país por una calificada doc-
trina (Orgaz, Bustamante Alsina) con acertado criterio, puesto que no siempre la
condición más próxima temporalmente al daño adquiere el carácter de causa. Esto
se puede apreciar en el siguiente caso:
Ejemplo:
Supongamosque una personava a comer a un restaurantedondesuele hacerlo a dia-
rio. Esa noche, sin embargo, el cocinero, enojado con el dueño del lugar porque no le
abona su salario, decidecolocarvenenoal azarenvarios platosdeloscomensalesque
asistieronesanochea cenaral lugar, con la finalidaddecrearle problemasa su patrón.
Uno de losplatosenvenenadosesel deesta persona. El comensal, luegodecenaryde
beber abundantevino, decide retirarse a su domicilio. Cuando está caminando hacia
su vehículo que se encontraba estacionado a una cuadra del restaurante, es aborda-
do por dos asaltantes quienes le exigen la entrega de su dinero. El hombre -casi en
estado de ebriedad- no se resiste, les entrega la plata, pero sin embargo, uno de los
ladronesle aplica una trompada en el rostro que lodeja desvanecidoenel piso. Como
setratadeunlugaroscuro y aaltashorasdelanoche.ningúnpeatónpasaporel lugar.
Al amanecer, un policia lo descubre y cuando se acerca advierte que esta persona ha
fallecido. Ante ello cabe preguntarse: ¿podríamosasegurar que el golpe que le pro-
pinó el asaltante-que resulta ser el hecho más próximo a su deceso-fue lo queoca-
sionó su muerte?¿hasido el golpeal caer al piso su causa, agravado por la falta de re-
flejos producto de su ebriedad?j o acaso ha sido el veneno que ingirió en la cena sin
saberlo?Por nuestra parte, estimamos que muy probablemente haya sido el envene-
namiento la causa de la muerte, y sin embargo, no ha sido la condición temporal-
mente más próxima a ella.
1 - Consecuencias inmediatas
2 - Consecuencias mediatas
3 - Consecuencias casuales
Dispone también el 1727 del CCCN en su parte final: "... Las consecuencias me-
diatas que no pueden preverse se llaman consecuencias casuales". -
CARLOS A . CALVO COSTA
4 - Consecuencias remotas
Desde ya que si bien el Código Civil y Comercial argentino brinda pautas muy
ciertas y armónicas para categorizar a las distintas consecuencias de un daño, nin-
guna duda nos cabe de que corresponderá a los magistrados frente a cada caso en
concreto apreciar a qué categoría corresponderá cada consecuencia derivada de
un hecho dañoso, así como también determinar con cierto grado de objetividad la
verdadera causa adecuada del daño.
las inmediatas y a las mediatas, prevé una excepción a ella en el art. 1728: "Previsi-
bilidadcontractual. En los contratosse responde p o r las consecuenciasque laspar-
tes previeron o pudieron haber previsto a l momento de su celebración. Cuando
existe dolo del deudor, la responsabilidad se fija tomando en cuenta estas conse-
cuencias también a l momento del incumplimiento".
Esta es una regla que ha de aplicarse únicamente en supuestos de contratos pa-
ritarios, esdecir, en aquellosen loscualeslaspartesseencuentran en una condición
igualitaria, donde rige en plenitud la autonomía de la voluntad; por lo tanto, no
será de aplicación en los contratos de consumo, en los de adhesión, ni en aquellos
en los cuales no exista esa cualidad de paridad -v. gr. contrato entre profesionales
y profanos-). Así, a través de lo previsto en el art. 1728 del CCCN, las partes con-
tratantes podrán prever anticipadamente cuáles serán las consecuencias por la
cuales responderá el deudor en caso de incumplimiento, dejando de lado la direc-
tiva que emana de los arts. 1726 y 1727 del CCCN en torno a la extensión del resar-
cimiento.
De tal modo, a diferencia de la causalidad adecuada, la previsión de las conse-
cuencias se adopta con un criterio eminentemente subjetivo (lo que previeron o
pudieron prever las partes, sin acudir al parámetro objetivo del "hombre medio"
para establecerlas), por lo cual adquiere relevancia el momento de su fijación, que
es el la celebración del contrato, y no el del incumplimiento de la obligación.
En cuanto a los antecedentes de esta figura, la Comisión de Reformas sostuvo
en los Fundamentos del Anteproyecto del Código Civil y Comercial de la Nación,
que "en un sistema que unifica la responsabilidad contractual y extracontractual,
es necesario regular claramente la previsibilidad en materia contractual. Esta re-
gla, con distintasvariantes, es la quese admite mayoritariamente. Ha comenzado
con un texto de Paulo (19.1.21,3) que limitaba el resarcimiento obligacional (...) El
Código Civil francés(art. 11SO), disponeque'el deudor responde por losdaños que
ha previsto o podido prever al celebrarse el contrato'. En el Derecho anglosajón, la
reglasurgecon el precedentelHadley vs. Baxendale'que toma en cuenta lo que ha
sido previsible al momento decontratar. Una regla similar es receptadaendiversos
textos internacionales como la Convención sobre Compraventa Internacional de
Mercaderías. En la doctrina internacional, puede señalarse que los Principios de
Unidroit disponen: 'Art. 4.4. - (Previsibilidad del daño): La parte incumplidora es
responsablesolamentedel daño previsto oque razonablemente podría haber pre-
visto al momento de la celebración del contrato como consecuencia probablede su
incumplimiento'. En la legislación argentina, la normaderesarcibilidad delascon-
secuencias inmediatas y necesarias está emparentada con esta antigua regla, ya
que Vélez la fundaba en Pothier citado en la nota al art. 521 ".
En definitiva, sin temor de resultar reiterativos, destacamos que a través de la
regla de la previsibilidad contractual, los contratantes pueden prever los riesgos y
beneficios de someterse a esta regla, y fijar anticipadamente las consecuencias a
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
ria del nexo causal (v. gr., en estecaso, en cabeza del paciente), con tal de que la res-
ponsabilidad civil no se torne ilusoria. Ello así, insistimos, puesto que a la parte de-
mandantele resultará muydificultosoen la mayoríadeloscasospoder probar que,
de haber existidodiligencia en la conducta profesional, el daño (muerte0 lesiones)
no se hubiera producido o se hubiera retrasado (si hablamosde un fallecimiento).
La prueba del nexo causal, entonces, deviene muy dificultosa, ya que la conducta
omisiva del médico en tal caso impedirá saber -en definitiva-qué habría ocurri-
do de haber actuado éste con diligencia; al respecto, es dable decir que la causali-
dadomisiva se construye en términos hipotéticos, probabilísticos y de verosimili-
tud, mas no naturalísticos. Con respecto a la causalidad en la omisión -aun cuan-
do su estudio ha dado lugar a arduos debates doctrinarios cuyo análisis excede el
marco de esta obra-queremos manifestar que la relación causal no existe única-
mente cuando media un acto positivo del agente, sino también cuando ha habido
una omisión de su parte susceptible de provocarle a la víctima la frustración de ob-
tener un beneficio o de evitar una pérdida.
No obstante ello, la regla general en esta materia indica que la relación causal
debe ser efectivamente probada por quien la invoca, tal como lo dispone el art.
1736 del CCCN citado precedentemente. Por lo tanto, excepcionalmente, sólo
cuando la experiencia indique que un hecho debió ser causa del daño, según el
buen sentido del juzgador, puede tenerse por probada la relación causal hominis,
sin que ello implique soslayar su prueba. En este caso, adquieren importancia las
presuncionesjudicialesque consisten en un argumento lógico basado en las máxi-
mas generales de la experiencia o en conocimientos especializados, que permitan
al juez inferir de un hecho otro quese pretende probar (Devis Echandía).
Claro está que para que el sentenciante pueda arribar a la conclusión de tener
por probada la causalidad hominis (es decir, por medio de presunciones), el recla-
mante deberá haber aportado suficientes elementos probatorios, cuyo análisis le
permitirá al juez formar su convicción respecto de la responsabilidad del deman-
dado, los cuales, si bien no logran acreditar fehacientemente el nexo causal, resul-
tan reveladores de su existencia. En la formación del convencimiento del magis-
trado, sin duda alguna que contribuirán las otras pruebas que se produzcan en la
causa (sobre todo los peritajes), máxime en todos aquellos casos en los que el peri-
to, si bien no se manifiesta de modo terminante, deja en claro que cierto acto "pu-
do haber" sido o causado el evento dañoso, indicando detal modo una probabili-
dad pero no una certeza.
La jurisprudencia argentina, en gran medida y con acierto, ha admitido estos
principios que acabamos de esbozar, y algunos autores nacionales (Mosset Iturras-
pe, Alterini) también han sostenido en que en determinados casos (como en algu-
nos supuestos de responsabilidad objetiva) la causalidad puede ser presumida.
Sin embargo queremos ser claros, a pesar de que con la reiteración corremos el
riesgo de fatigar al lector: aun cuando se flexibilicesuprueba, ello no debesignifi-
CARLOS A . CALVO COSTA
a menos que, por las circunstancias del caso, ella pueda calificarse como un hecho
deldamnificado que interrumpe totaloparcialmente elnexo causal. Quien volun-
tariamentese expone a una situación depeligro para salvar la persona o los bienes
de otro tiene derecho, en caso de resultar dañado, a ser indemnizado por quien
creó la situación depeligro, oporel beneficiado porelacto de abnegación. En este
último caso, la reparación procede únicamente en la medida del enriquecimiento
por él obtenido ".
La doctrina nacional no es pacífica a la hora de asimilar esta eximente de anti-
juridicidad al hecho o culpa de la víctima en la relación causal; mientras algunos lo
hacen sin cuestionamientos (Brebbia), otros expresan acertadamente que el mero
conocimiento del riesgo no implica su aceptación, y aun cuando éste hubiera sido
aceptado, habría que indagar si ello puede constituir desde el punto de vista cau-
sal la entidad de hechode lavíctima (Pizarr~~Vallespinos). Otrosautores, en el Dere-
chocomparado, en otra postura interesante se ha afirmado que la inclusiónvolun-
taria del perjudicado en un particular ámbito de riesgo modifica extraordinaria-
mente el tratamiento de la imputación objetiva, eximiendo al presunto responsa-
ble (Reglero Campos).
Nos hemos referido extensamentea esta cuestión en el 5 60, b) deeste capítulo,
por lo cual remitimos al análisis que allí hemos realizado.
Para que pueda configurarse la eximente del hecho del damnificado, deben
configurarse dos requisitos esenciales:
a) La conducta de lavíctima (hecho o culpa/dolo, en su defecto) debe tener in-
cidencia causaladecuada en la producción del daño que ella terminará pa-
deciendo (ya sea en forma exclusiva o concurrente con la conducta del
agente-concausalidad-). Dicha incidencia causal debe ser computada al
momento en que se produce el hecho generador del daño (De Cupis); en
consecuencia, si por un hecho posterior atribuible a la culpa de la víctima se
produce un agravamiento del daño ocasionado, dicha circunstanciadeberá
ser considerada para atenuar el resarcimiento, por lo cual los mayores da-
ños imputables al hecho del damnificado deberán ser absorbidos por éste.
b) El hecho de la víctima no debe ser imputable a l demandado, ni objetiva ni
subjetivamente. Ello así, puesto que cuando el hecho de la víctima es resul-
tado de una conducta atribuible al demandado, se considera como un acto
propio de ésteúltimoy resulta ineficaz para fracturar el nexodecausalidad
(Kemelmajer de Carlucci, Pizarro).
la víctima, la acción no debe ser rechazada sino que la indemnización debe redu-
cirse proporcionalmente a términos justos y equitativos.
Pues bien, en los diferentes ordenamientos jurídicos del mundo se han estudia-
do y elaborado diferentes propuestasa fin de dar solución a situacionescomo éstas:
1. Según un primer puntodevistayasuperadoydejadode lado pornuestraju-
risprudencia, cuando concurre el hecho de la víctima con la culpa del de-
mandado, la culpabilidad del agentedebeabsorber laconducta del damni-
ficado e indemnizar la totalidad del daño como si la culpa de la víctima ja-
más hubiera existido.
2. Otra corriente de pensamiento, basándose en el principio que imperaba en
el Derecho romano que rezaba «quod si quis ex culpa sua damnum sentit,
non intelligitur damnum sentiren (por medio del cual se establecía que la
víctima que hubiera participado en el daño nada podía reclamar), disponía
que habiendo aportado el damnificado aunquesea un mínimo de culpabi-
lidad, ello bastaba para que absorbiera la totalidad de lasconsecuenciasda-
ñosas y liberara detodo deber de responder al demandado. Esta era la solu-
ción también previstaen el Common Lawhaceya unosaños, aunque hasido
dejada de lado en la actualidad.
3. Finalmente, el tercer sistema, conocido como mecanismo de la compensa-
ción, es el que ha sido adoptado por la gran mayoría de los países del Dere-
cho continental. Según él, si concurre la culpa (o hecho) de la víctima con la
del demandado, corresponde efectuar una disminución del monto del re-
sarcimiento a cargo del accionado considerado responsable. Si bien existe
un acuerdo casi total y absoluto respecto a ello, no lo hay en cuanto a los cri-
terios que se deben adoptar para determinar las proporciones de responsa-
bilidad que lecabrán a la víctima y al demandado:
a) Para algunos autores, la proporción de responsabilidad debe estable-
cerse en partes iguales(Mazeaud); esta solución está basada en la teoría
de la equivalencia de lascondiciones, la cual ha recibido numerosas cri-
ticas por parte de la doctrina, ya que da lugar a que se arriben a solucio-
nes injustas, por lo cual fue dejada de lado rápidamente.
b) Otros, en cambio, propician que se establezcan los diferentes porcenta-
jes de responsabilidad atendiendo a la gravedad de la culpa aportada
por cada uno de ellos, lo cual lleva a concluir que cuanto más grave sea
la culpa aportada, mayor será el porcentual del daño que deberá repa-
rarse (Demogue, Starck). Esta corriente de opinión no ha sido admitida
en la doctrina argentina debido a que nuestro ordenamiento jurídico
no distingue grados de culpa (levísima, leve y grave) como lo hacen
otros del Derecho comparado.
CARLOS A. CALVO COSTA
Al igual que lo dispuesto en el Código Civil y Comercial para los supuestosde he-
cho del damnificado, también el nexo causal se interrumpirá total o parcialmente
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Ejemplo:
Una persona se encuentra detenida con su automóvil marca Renault Megane espe-
rando queel semáforo le habilite el paso, estando en el primer lugar de la fila de los
autosdetenidos. Por delantedesu rodado, por la senda peatonal, cruzan la acera va-
rios peatones. Inesperadae inexplicablemente, el vehículo de esta persona es colisio-
nado en su partetrasera por una camioneta Ford Eco Sport que transitaba a excesiva
velocidad y que ante el intento de frenar por la luz roja del semáforo no logra hacer-
lo y embiste al Renault Megane. Este rodado, ante el impacto recibido, es impulsado
hacia adelante como una cosa inerte, invadiendo la senda peatonal y atropellandoa
un peatón que estaba realizando el cruce. Supongamos que con motivo de la confu-
sión del momento (gritos, pedidos de auxilio para el lesionado, presencia de la auto-
ridad policial, etcétera), no logra aclararse la mecánica del hecho en ese momento.
Luego de unos meses, el peatón, una vez recuperado, decide iniciar demanda de da-
ños y perjuicioscontra el dueño y el guardián del vehículo Renault Megane toda vez
quefueésteel auto que lo ha embestido, y sobrequienes pesa una presunciónde res-
ponsabilidad(cfr. arts. 1757 y 1758, CCCN). Como éstosdeberán acreditar que el acci-
dente se produjo por el hecho del conductor de la camioneta Ford Eco Sport (tercero
porquien nodebe responderycausaextraña al demandado), pesarásobreelloslacar-
ga de solicitar al juezsu citación ajuicio como tercero obligado (cfr. art. 94, CPCCN) y
la de activar la misma. En caso de no hacerlo, no lograrán acreditar la eximente pre-
vista para el caso, y en razón de pesar sobre ellos una responsabilidad objetiva serán
condenadosel dueño y el guardián confundamento en el riesgo creado.
Para que pueda constituirse la eximente de la culpa (o hecho) del tercero por
quien no se debe responder, deben darsetambién algunos requisitosesenciales:
cuando sobreviene en ese proceso causal el hecho de un tercero extraño por quien
no se debe responder. Ello así puesto que constituye una causa ajena al demanda-
do sindicado como presunto responsable por la víctima, por lo cual en este caso la
responsabilidad se proyecta sobre ese tercero. Así lo dispone expresamente el art.
1731 del CCCN: "Hecho de un tercero. Para eximir de responsabilidad, totalopar-
cialmente, el hecho de un tercero por quien no se debe responder debe reunirlos
caracteres del caso fortuito".
A f i n de precisar conceptos, debemos destacar que se considera tercero a toda
persona distinta del demandado y de la víctima, pudiendo ser tanto una persona
física o una persona jurídica, ya sea de carácter público o privado (Mazeaud, Tunc,
Mosset Iturraspe). Sin perjuicio de ello, es importante mencionar que no cualquier
hecho de un tercero será idóneo para fracturar el nexo de causalidad, sino sólo
aquel que provenga de un tercero extraño por quien no se deba responder.
En consecuencia, quedan marginados de esta categorización los hechos pro-
ducidospor aquellos terceros por los cuales e l demandado tiene obligación legal
de responder frente a las víctimas. A modo de ejemplo, podemos enumerar algu-
nos de estos casos, como ser: respecto del principal, los hechos de sus dependien-
tesen ejercicio u ocasión desus funciones (art. 1753, CCCN); respecto de los padres,
los hechos desus hijos menores de edad que seencuentran bajo su patria potestad
(arts. 1754y 1755, CCCN); respecto de lostitulares de establecimientos educativos,
los hechos dañosos que provoquen sus alumnos menores cuando se hallen o
deban hallarse bajo el control de la autoridad escolar (cfr. art. 1767, CCCN), etcé-
tera. Desde ya que existen numerosos supuestos al margen de éstos que hemos
mencionado que pueden revestir hechos de terceros extraños al demandado, y
que son idóneospara fracturar el nexodecausalidad, por lo que se deberá estar al
caso en concreto para valorar esta cuestión.
El hecho del tercero no se presume, por lo cual pesa sobre el demandado la car-
ga de la prueba sobre su existencia y sobre su incidencia causal en la comisión del
daño. A tal fin, el demandado cuenta con libertad de medios probatorios (De Cue-
villas Matozzi), lo que llevará a que los magistrados aprecien con carácter restricti-
votodos losextremos probatoriosqueel accionadoacreditecon dicha finalidad. Es
deaclarar queel hecho del tercero puede consistir en una acción o en una omisión;
en este último supuesto, la conducta omisiva del tercero ocurrirá cuando recaiga
sobre éste un deber de actuar y dicha omisión resulte ser absolutamente imprevi-
sible para el demandado (Reglero Campos).
Para poder invocar la eximentedel hechoo culpa del tercero, ninguna duda ca-
be que éste debe tomar intervención en el juicio en donde se debata la responsa-
bilidad sobre el hecho que le ocasionó el daño a la víctima. Así, el Código Procesal
CARLOS A . CALVO COSTA
han ocasionado, aunque podrán ejercitarse entre ellos las accionesde repe-
tición que estimen corresponder.
b) También dispone el art. 1731 del CCCN, que el hecho del tercero debe reu-
nir loscaracteresdel caso fortuito. En razón de ello, se requerirá que sea im-
previsible, inevitable, actual y extraño al demandado señalado como res-
ponsable (Pizarro). Así, siempre bajo el criterio de previsibilidad objetiva
propio de la teoría de la causalidad adecuada, deberá establecerse si era o
no posible, especialmente, prever la actuación del tercero; salvo en loscasos
en que la propia ley establezca un criterio de previsibilidad en concreto, de
tipo subjetivo, como sucede en el recien citado caso del art. 47 de la ley
24.051 de Residuos Peligrosos (Ossola). Esta exigencia legal adicional, que
era inexistente en el régimen legal anterior bajo el amparo del derogado
Código Civil, ha generado controversia doctrinaria, puesto que convertiría
a la eximente en una defensa dedifícil aplicación práctica, ya quequedaría
situada decididamente bajo la órbita del caso fortuito. Pese a la oposición
de una calificada doctrina nacional (Pizarro) y extranjera (Gamarra), y sin
perjuicio de una idea inicial que hemos brindado en contrario en la segun-
da edición de esta obra, actualmente creemos acertada la previsión norma-
tiva, puesto que si el hecho del tercero pudo haber sido previsto anticipa-
damente por el agente del daño, no debe poseer idoneidad para eximirlo
de responder (Picasso). Supongamos el caso en que el ofensor haya podido
prever, y por ende evitar, el comportamiento del tercero, y así, como conse-
cuencia de ello, el daño a la víctima; si no lo hace, cuando pudo hacerlo, su
conducta rayana con laculpa, le impediría pretender eximirse por ese hecho
de un tercero, que él había previsto y no hizo nada para evitar. Estimamos
que es contundente, pues, que el carácter imprevisible e irresistible del
hecho del tercero posee la virtualidad de aniquilar y descartar la relación
causal, y por ende, de destruir cualquier intento de imputación de respon-
sabilidad al ofensor demandado. Sin embargo, estimamosquedebe hacer-
se flexible la exigencia y la prueba de la inevitabilidad del hecho del terce-
ro, puesto que-como lo afirma Pizarro- no parece lógico que si el contra-
t o se incumple totalmente o el daño se causa extracontractualmente por el
hecho de un tercero extraño, imprevisible y no imputable al deudor o al
agente, estedeba responder si no prueba que, además, era inevitable; ello
así, puesto que -afirma el jurista cordobés- si el hecho del tercero es
sobreviniente, no imputable al deudor o al agente y causa exclusiva del
daño o del incumplimiento, no se advierten razones para que no exima de
responsabilidad por la circunstancia de no ser inevitable.
El Código Civil y Comercial establece en el art. 1730: "Caso fortuito. Fuerza ma-
yor. Se considera caso fortuito o fuerza mayor al hecho que no ha podido serpre-
visto o que, habiendo sido previsto, no ha podido ser evitado. El caso fortuito o
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Existe otra postura, que estimamoscorrecta y que no asimila al caso fortuito con
la falta de culpa, quedenominamosconcepciónobjetiva. Según ella, defendida en
el Derecho italiano por Polaccoy Ferrara, entreotros, para la configuración del caso
fortuito adquiere una importancia sideral el recaudo del "carácter externo" de la
causa impeditiva del cumplimiento, ya queello permitirá colocar o no sobre lases-
paldasdeldeudor incumplidor lasconsecuenciasdelafaltade pagofundada en un
hecho que-si bien no es directamente imputablea su culpa-no resulta ser "ex-
traño" a su esfera económica como para no poder controlarlo.
En razón de esta concepción objetiva, resulta razonable quese imputen al deu-
dor determinados hechos sobre la base de consideraciones que nada tienen que
ver con un examen de su comportamiento negligente (Visintini).
empresario un incentivo a efectos de no subestimar los riesgos que corren los ter-
ceros a raíz de la actividad empresarial, ya que de serle sólo exigido un máximo de
diligencia en la prevención y en la inevitabilidad de los riesgos, el mismo segura-
mente desarrollaría sus actividades desdeñando las posibles consecuencias daño-
sas hacia otras personas.
Se nos ocurre, entonces, a raíz del análisis que hemos efectuado, que existe un
"sector o círculo de riesgo" en dondetodos los daños producidosdebido a eventos
"internos" y propios de actividades desarrolladas por las empresas (que es lo que
demarcará, en definitiva, los confines de dicho sector), provocan que sean losem-
presarios quienes absorban los daños, y no lasvíctimas. En razón de ello, adverti-
mos que en la responsabilidad contractual objetiva ante tales supuestos, la dili-
gencia empleada por el deudor a fin de prever y evitar el daño no es considerada
para analizar la configuración del caso fortuito. El único parámetro a considerar
para la conformación del casusserá "la causa extraña" a la actividad desarrollada
por el deudor. Consideramos que este criterio también ha sido recogido por el Có-
digo Civil y Comercial, cuando en el art. 1733 -precedentemente citado- deter-
mina que aunque ocurra el caso fortuito o la imposibilidad de cumplimiento, el
deudor es responsablesi el caso fortuito y, en su caso, la irnposibilidad de cumpli-
miento quede él resulta, constituyen una contingencia propia del riesgo de la cosa
o la actividad (inc. e).
Es decir que cuando un acontecimiento dañoso constituye una concreción del
riesgo generado por una actividad empresarial, e l titular de la fuente de riesgo no
se verá exonerado de responsabilidadprobando tan sólo que elevento era inevita-
ble e imprevisible aun para elempresario másdiligente y cauteloso, sino que -por
el contrario-deberá acreditar la ajenidad del suceso al ámbito interno de sus acti-
vidades.
Por nuestra parte, estimamos queel límite que distingue la "causa interna" de
la "causa extraña",asícomotambiénelquedistingueel ámbitodeincumbenciade
la empresa del que no lo es, deberá quedar relegado a la discreción judicial ante ca-
da caso en concreto. También quedará en los magistrados el decidir en cada situa-
ción concreta cuándo un evento provoca una mera dificultad (difficultaspraestan-
di) y cuándo una imposibilidad efectiva: el establecimiento de la línea demarcato-
riaentreambasesunacuestión que no resulta pacífica en ladoctrina, por locual es
difícil esbozar una conclusión sobre ello en abstracto.
En síntesis, consideramos que nuestro sistema jurídico ha adoptado una concep-
ción objetiva del caso fortuito, a raíz de la cual el deudor quedará liberado cuando
el evento ha provocado una irnposibilidad de cumplimiento absoluta y objetiva de
la prestación, sin que el acaecimiento del mismo pueda ser imputable al deudor.
Para finalizar, queremos dejar una reflexión. Es importante destacar que en el
ámbito de la responsabilidad contractual, como lo refieretextualmente una califi-
cada doctrina, "el caso fortuito exime, en principio, de responsabilidad, ya sea que
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
único fundamento posible para que procediera la reparación del daño. Así, la obli-
gación de indemnizar -como lo hemos estudiado anteriormente- poseía una
función eminentemente sancionatoria, toda vez que intentaba castigar a quien
culpablemente con su conducta había violado una norma y había dañadoa un ter-
cero. La culpaseconcebía como un "pecado jurídico" (J0sserand)quedebía sercas-
tigado, y el autor del hecho ilícito-culposo debía responder por el daño causado
por su comportamiento violatorio del ordenamiento jurídico.
Con la revolución industrial, la aparición del maquinismo provocó el acaecimien-
to de situaciones en las cuales se ocasionaban daños a las víctimas, los cuales eran
atribuiblesa hechosque noeran posiblesdeserimputadosa la culpa de ningún suje-
to. En consecuencia, afin de no dejar a lasvíctimassin reparación, fueron necesarios
valorar otros factores de imputación ajenos a la subjetividad del responsable.
Es así como el Derecho civil incorpora los factores de atribución objetivos de la
responsabilidad, lo que posibilita que la víctima pueda ser resarcida del perjuicio
sufrido, aún ante la ausencia de culpa del agente del daño. Estos reconocen su ori-
gen en la Ley francesa de Accidentes de Trabajo de 1898 y han alcanzado su máxi-
ma expresión en 1930 a través del fallo "Jand' heur" de la Corte de Casación de
aquel país. Sin embargo, como bien lo afirmaba Rodota, con la consagración de la
responsabilidad objetiva la culpa no era excluida, sino que se transformaba en un
presupuesto másde la responsabilidad civil.
En la Argentina, dichos factores objetivos de atribución de la responsabilidad
fueron incorporadosal derogado Código Civil en el año 1968 mediante la reforma
introducida por la ley 17.71 1.
A partir de ese momento, en nuestro país, coexistieron sin primacía alguna en-
tre ellos, los factores de atribución subjetivos y objetivos; así también han sido le-
gislados en el Códigocivil y Comercial, respecto de loscuales, la Comisión de Refor-
ma que haelaboradoel Proyectooriginario, ha sostenidoen sus Fundamentosque:
"pueden sertantoobjetivoscomo subjetivos, lo cual significa que no hay una jerar-
quía ordenada legalmente entre ellos. Sin embargo, no se puede ignorar la prácti-
ca jurisprudencial, que revela que la mayoría de los casos tiene relación con facto-
res objetivosy, por esa razón, se los regula en primer lugar, lo cual es un signo claro
del cambio de lostiempos en relación a la codificación decimonónica".
6) Enumeración
Los factoresdeatribución dela responsabilidadpueden ser subjetivosy objetivos.
Son factores subjetivos la culpa y el dolo del agente. Ambos están fundados en
el reproche de la conducta del responsable, presuponiendo que este ha sido autor
exclusivo o partícipe del daño. Cuando la responsabilidad civil se funda en ellos, es-
tamosen presencia de una responsabilidadsubjetiva, por lo cual quien sea deman-
dado con fundamento en estos factores subjetivos puede eximirse de responder
acreditando la ausencia de culpa, lo cual bastará para ello.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
g 77. El dolo
a) Concepto. Distintasacepciones
bJ Prueba
El dolo debeser probado por quien lo alega (cfr. art. 377, CPCCN), ya que no pue-
de presumirse, pudiéndose emplear toda clase de medios probatorios a tal fin. Así
lo dispone también el art. 1734 del CCCN, que: "Excepto disposición legal, la carga
de la prueba de los factores de atribución y de las circunstancias eximentes corres-
pondeaquienlosalega". Sesostiene, acertadamente, quesalvo la confesión del au-
tor de la conducta d i o s a (o la prueba acabada de que se manifestó en tal sentido),
la prueba dedicho factor deatribución ha desurgir de lascircunstanciasquerodeen
al acto, cuya demostración estará a cargo de quien invoque el dolo (Ossola).
C) Efectos
El dolo produce efectos de importancia, resultando ser los más relevantes ema-
nados del Código Civil y Comercial los siguientes:
1. En el supuestode una obligación solidaria, lasconsecuenciaspropiasdelin-
cumplimiento doloso de uno de los deudores no son soportadas por los
otros (art. 838, CCCN).
2. El dolo agrava las consecuencias a reparar, como puede advertirse en el su-
puestode la previsibilidad contractual previsto en el art. 1728del CCCN, que
determina que cuando existe dolo del deudor, la responsabilidad se fija to-
mando en cuenta estas consecuencias también al momento del incumpli-
miento, agravando el deber de responder del deudor incurnplidor.
3. De existir dolo, este no liberará al responsableaun mediando un consenti-
mientolibreeinformadodel damnificado (cfr. art. 1720, CCCN), siestecons-
tituye una cláusula abusiva.
CARLOS A . CALVO COSTA
5 78. Laculpa
a) Concepto
La culpa puede manifestarsede tres maneras, tal como lo refiere también el art.
1724 del CCCN:
1. Como negligencia, que consiste en no haber adoptado la debida diligencia
para evitar la producción del daño. Es decir, se trata de una conducta omisi-
va del sujeto, puesto que de haber realizado la actividad exigida el daño se
habría evitado. Esdecir, se incurreen negligencia -y, por ende, en culpa-
cuando se hace menos de lo debido (v. gr., el cocinero que se retira de su lu-
gar de trabajo dejando una llavede gasabierta, creando con su omisión un
ámbito de serio riesgo de explosión e incendio).
2. Como imprudencia, que se da cuando el sujeto actúa en forma precipitada
e irreflexiva y sin prever las consecuencias que podría ocasionar con su con-
ducta (v. gr., quien conduciendo un automotor a alta velocidad pasa diaria-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
mente por una escuela en donde existe un cartel de "Pare" para permitir el
crucedelosalumnos,yjamásdetienesu marchaporquea la horaqueél pasa
por el lugar no cruzan alumnos, hasta que un día atropella a dos estudian-
tesque estaban cruzando por no haber podidofrenar su rodado debido a la
excesiva velocidad que le había impreso al automotor). Hay imprudencia,
entonces, cuando se hace másde lo quese debe.
3. Como impericia, queseda ante la incapacidad dequien por su trabajo0 pro-
fesión se suponecapacitado para adoptar recaudostécnicos que impidan la
producción de un daño. Esta cara de la culpa se traduce en falta de conoci-
mientos por parte del profesional, ya sea por ausencia de sabiduría, prácti-
ca, experiencia o habilidad (v. gr., incurre en impericia el abogado que pre-
senta en forma extemporánea un escrito de contestación de demanda por
ignorar la existencia de un plazo legal para hacerlo).
Tal como la hemos definido, la culpa se caracteriza por la presencia de dos ele-
mentos negativos:
1. La ausencia de intención de dañar. A diferencia de lo que ocurre con el do-
lo, en la culpa el resultado dañoso no ha sido buscado por el sujeto, ni tam-
poco éste se ha conducido con manifiesta indiferencia por los interesesaje-
nos, ni ha desdeñado sus posibles consecuencias perjudiciales, toda vez que
no se las ha representado antes de obrar.
2. La omisión de la conducta debida -positiva o negativa-para evitar e l da-
ño. Cuando se obra sin la debida diligencia a la que hace referencia el tex-
t o del art. 1724 del CCCN. Es decir, se ha obrado como no debió hacerse o se
ha ejecutado una actividad cuando debió el sujeto abstenersede realizarla.
Ellollevaaconcluirqueenelanálisisde la culpabilidad existe una valoración
de la conducta del sujeto y un juicio de reproche sobre dicho accionar que
versará sobre la diligencia y la prudencia en la conducta del agente.
C) S i la utilidad era exclusiva para el deudor, éste debía responder inclusive por la
culpa levísima, además de la culpa grave y de la leve.
imprudente ocon impericia, ya sea del deudor de unaobligación odel autor deun
hecho ilícito.
e) Apreciación de la culpa
1 - Cuando nos referimos ala forma en quesedebeapreciarla culpa, hacemos
mención a la forma en que debe analizarse si ha existido o no reproche subjetivo
en la conducta del agente, es decir, juzgar si para el sujeto era previsible la dañosi-
dad de su obrar(KemelmajerdeCarlucci). Así, la culpabilidad de un sujeto puedeser
apreciada en abstracto (comparando la conducta que está siendo juzgada en un
caso concreto con un patrón tipo, como puede ser un buen padre de familia, como
lo refieren los códigos civiles francés e italiano). O bien, puede ser apreciada en
concreto, prescindiendo de todo parámetro abstracto de comparación, dejando
librada a la prudente valoración judicial la decisión respecto a si el sujeto bajo juz-
gamiento ha incurrido o no en culpabilidad, atendiendo sólo para ello a lascondi-
ciones propias de quien ha desarrollado la conducta dañosa.
En nuestro país, podemos arribar a la conclusión dequeel sistema de apreciación
de la culpa es mixto, ya que es a la vez abstracto y concreto (Orgaz, Bustamante Alsi-
na, Bueres, Pizarro, Vallespinos). Ello así, puesto que a tenor de lo dispuesto en el art.
1724 del CCCN, el magistrado debe examinar el caso concreto y luego compararlo
con la diligencia esperable en un hombre prudente. Ello sin desestimar las circuns-
tanciasdepersonas, de tiempo y de lugar que informa la citada norma, puesto que
ellas serán determinantes a la hora de juzgar si una conducta ha sido culposa o no.
Ejemplo:
En un vuelo transatlántico que ha partido desde Madrid con destino a Buenos Aires,
un pasajero sufre una descompensación debido a una obstrucción arteria1 y en la
emergencia esatendido por un médico cirujano cardiovascular-en observancia a su
deber de asistencia- que ocasionalmente también viajaba como pasajero en dicho
vuelo. Por su experiencia el galeno sabe que si no actúa rápidamentesobre el afecta-
do, dicha obstrucción provocará rápidamente su muerte. Ante la imposibilidad de
acudir en lo inmediato a un establecimientoasistencial, con los elementos que cuen-
ta el avión para situacionesde primerosauxilios(alqodón,
- alcohol, etcétera), el médi-
co trabaja arduamente para lograr salvar al pasajero en peligro. Luego de efectuar
una incisión con una hoja de afeitar (único elemento cortante que había en el avión)
y un rápido drenaje que se logra a travésde una diminuta manguerita plástica, se lo-
gra compensar el estado de salud del pasajero hasta que se consigue aterrizar en el
aeropuerto de Río de Janeiro. El afectado es inmediatamentetrasladado a un centro
asistencial de dicha ciudad en donde es operado y su vida es puesta a salvo. En este
caso apreciarnosclaramentequesibien la conducta desempeñada por el médico ciru-
jano no condice con el patrón abstracto de conducta que se espera para un profesio-
nal de dicha categoría (v. gr., que toda intervención quirúrgica se realice en quirófa-
no, con equipo médico de anestesista, instrumentista, equipo de monitoreo, en un
ámbito de total asepsia, etcétera), las circunstancias en concreto de tiempo y lugar
(urgenciadesencadenada en unámbito no propicio para uncirujano)provocaránque
CARLOS A . CALVO COSTA
Por último, creemos importante destacar que ninguna duda puede caber en
torno a la inadmisibilidad de cualquier cláusula que tienda a limitar o suprimir la
responsabilidad derivada de un hecho ilícito, puesto que ellas serían contrarias al
orden público, a la moral y a las buenascostumbres.
gJ Prueba de la culpa
De conformidad con lo dispuesto por el art. 1734 del CCCN, "excepto disposi-
ción legal, la carga de la prueba de los factores de atribución y de las circunstancias
eximentescorrespondea quien losalega". Ello, claro está, es un principio aplicable
a cualquier órbita de la responsabilidad civil, ya sea que el deber de reparar surja
de la violación del deber de no dañar a otro, o del incumplimiento de una obliga-
ción preexistente. Queda claro, pues, quees un principio general que la culpa debe
ser probada por la víctima del daño (como también así lo dispone el art. 377,
CPCCN), pero sin embargo, debemos efectuar una distinción en torno a ella según
se trate del ámbito de la responsabilidad contractual como del ámbito extracon-
tractual, peseaquelos principios para losdosámbitosde la responsabilidad se han
unificado luego de la sanción del Código Civil y Comercial.
1. En el ámbito aquiliano, cuando el deber de responder surge de laviolación
del alterum non laedere (no dañar a otro), la víctima del hecho ilícito debe
probar todos los presupuestos de la responsabilidad civil (antijuridicidad,
daño, relación de causalidad y factor de atribución), lo cual da cuenta que
el damnificado debe acreditar la culpabilidad del autor del hecho, la que
-por regla general- no será presumida. No obstante, como hemos men-
cionado anteriormente, existen algunos supuestos en que los magistrados
pueden acudir a las presunciones hominis para tener por probada la culpa
del autor del hecho, peroello debesurgir de la fuerza de los hechos mismos
(V.gr., si un ciclista que circulaba de contramano causa un dañoa un peatón
que cruzaba la calle por la senda peatonal).
2. En cuanto al ámbito de la responsabilidadcontractual, esdecir, cuandoel de-
ber de reparación emane del incumplimiento de una obligación preexisten-
te, debemos efectuar algunas aclaraciones. Durante mucho tiempo se ha
afirmado que la culpa se presumía ante el incumplimiento contractual, lo
cual eximía al acreedor de probar la culpa del deudor, bastándole únicamen-
te acreditar el título de su crédito. No obstante, este principio general fue
modificado a tenor de la aceptación de la clasificación de obligaciones en de
medios y de resultado que se atribuye a Demogue. En este sentido se ha sos-
tenido que cuando la obligación es demedios, incumbe al actor la prueba de
la culpa, concordando con lo dispuesto con la doctrina tradicional; pero, en
cambio, si la obligación es de resultado se presume la responsabilidad del
deudor a partir de la falta deobtención de la finalidad prometida por el deu-
dor, por lo cual este último sólo podrá liberarse acreditando la causa ajena
CARLOS A . CALVO COSTA
cer referencia en sus obras a la necesidad de que el Derecho pudiera dar respuesta
a la víctima por los daños que ésta sufriera, por hechos en los cuales no pudiera im-
putarse el mismo a la culpabilidad de sujeto alguno. Estas corrientes de pensa-
miento han sido -junto a las de Saleilles- las que sirvieron de disparador de la
consagración de la responsabilidad objetiva en Francia, toda vez que en 1898 se
dictó en aquel país la primera ley que resolvía la cuestión de los accidentes de tra-
bajo mediante una responsabilidad sin culpa.
Hablamosde riesgo cuando se aumenta la posibilidad de producción de un da-
ño; ello así, puesto que entendemos por riesgo a la eventualidad, contingencia o
proximidad de un perjuicio.
La responsabilidad basada en este factor objetivo involucra el deber de reparar
los daños que se ocasionen mediante riesgos que son introducidos por determina-
das personas en la sociedad, los cuales no resultan ser -en una gran cantidad de
casos-de fácil control para el hombre (v. gr., energía nuclear, rayo láser, explota-
ción de máquinas industriales, etcétera). Las actividades que incorporan estos ries-
gos, sin embargo, podrían ser prohibidas por el legislador, pero suelen ser admiti-
dos en todos los ordenamientos jurídicos, puesto que a través de su uso y explota-
ción secrean beneficios para la sociedad (v. gr., la explotación de ferrocarriles eléc-
tricosque permiten recorrer grandes distanciasen poco tiempo, el uso del rayo Iá-
ser en medicina que posibilita realizar intervenciones quirúrgicas con un alto gra-
do de precisión, etcétera). No obstante, el Derecho actual determina en general en
todos los ordenamientos jurídicos en los cuales se halla consagrado este factor de
atribución, que si bien el conjunto de la sociedad se beneficia con estosadelantos,
no resulta justo que sean los ciudadanos quienes deban absorber el daño que con
motivo de su utilización se ocasione (Santos Briz), sino que debe afrontar dichas
consecuenciasdañosasquien introduce ese riesgo y se beneficia o lucra con su uso.
En la primera edición de esta obra, habíamosdestacado según nuestro parecer,
que la actividad riesgosa que provoca el daño es antijurídica, toda vez que esvio-
latoria del alterum non laedere; en cambio, no resultará tal si -aun siendo riesgo-
sa- no ocasiona daño alguno a un tercero. Somos concientes de que, en la gene-
ralidad de loscasos, si bien el riesgo lleva ínsito una potencialidad dañosa, también
escierto quede impedirse la introducción del mismoen la sociedad no serían posi-
bles losadelantos industriales, mecánicosytecnológicosque ha experimentado el
mundo en los últimos años. Los mismos, así como resultan altamente beneficiosos
para lasociedad,son al mismo tiempo una fuente inevitable dedaños. En virtud de
ello, resulta socialmente justovincular el riesgo quecrean (el perjuicio que pueden
ocasionar) con los beneficios extraídos de la misma actividad que origina y que
quien introduce el riesgo deba responder por lasconsecuenciasdañosasqueelmis-
mo provoque.
Sin embargo, coincidimos con la doctrina imperante en la materia en que, si
bien se pueden permitir actividades potencialmente riesgosas pero a su vez bene-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Másallá de que la teoría del riesgo creado suele invocarseen la gran mayoría de
los casos en los supuestos de responsabilidadque se originan ante los daños causa-
dos por cosas inanimadas (ya sea por su riesgo o su vicio), como lo analizaremos
posteriormenteen detalle, es importantedestacar que si bien ese fuesu primordial
ámbito de incumbencia, con losañosfueexpandiéndoseenvariasdirecciones, ha-
biendo acudido la doctrina y la jurisprudencia a hacer aplicación de ella en situa-
ciones en las cuales el daño no era provocado únicamente mediando la interven-
ción de cosas.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
La teoría del riesgo ha excedido en el Derecho el ámbito del Código Civil, al ha-
ber penetrado profundamente en lasentrañas del ordenamiento jurídico argenti-
no y manifestarse también en numerosas leyes especiales, algunas de las cuales
detallamos a continuación:
1 . Código de Minería (art. SS), que consagró el riesgo minero al atribuir res-
ponsabilidad al propietario de una mina por los daños que ocasione, aun
cuando dichos perjuicios proviniesen de accidentes o casosfortuitos.
2. ConvencióndeVienasobreResponsabilidadCivil por Daños Nucleares(apro-
bada en nuestro país por la ley 17.048),en la cual se establece el carácter ob-
jetivode la responsabilidad que lecabeal explotador de una instalación nu-
clear destinada a fines pacíficos, por los daños que a través de tal actividad
se ocasione a terceros.
3. Ley 24.240de Defensa del Consumidor (t.0. ley 24.999),la cual disponeen su
art. 40 que: "Si e l daño a l consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o
de la prestación del servicio, responderán el productor, el fabricante, e l
importador, e l distribuidor, el proveedor, e l vendedor y quien haya puesto
su marca en la cosa o servicio ...".
4. Ley 24.051 de Residuos Peligrosos, que establece en su art. 45 que: "Sepre-
sume, salvo prueba en contrario, que todo residuo peligroso es cosa riesgo-
sa en los términos delpárr. 2" del a r t 11 13 del Cód. Civil, modificado p o r la
ley 17.711 ",y dispone la responsabilidaddereparacióndelosdañosquepor
ellos se ocasione a quien ha generado el residuo peligroso (art. 22). Inclusi-
ve, en su art. 47 expresa que: "Eldueño o guardián de un residuo peligroso
no se exime de responsabilidad p o r demostrar la culpa de un tercero de
quien no debe responder, cuya acción pudo ser evitada con e l empleo del
debido cuidado y atendiendo a las circunstanciasdel caso".
5. Código Aeronáutico (ley 17.285), en cuanto determina la responsabilidad
objetiva del explotador o usuario de la aeronave, al regular en su art. 155
que: "La persona que sufra daños en la superficie tiene derecho a repara-
ción en las condiciones fijadas en este capítulo, con sólo probar que los da-
ñosprovienen de una aeronave en vuelo o de una persona o una cosa caída
o arrojada de la misma o del ruido anormal de aquélla. Sin embargo, no ha-
brá lugar a reparación si los daños no son consecuencia directa del aconte-
cimiento que los ha originado".
que desu parte no hubo culpa ...". Esdecir, la norma estaba prevista para aquellas
situaciones en las cuales el dueño no era a su vez el guardián de la cosa, toda vez
que si ambos roles eran coincidentes (dueño y guardián), entonces resultaba tam-
bién aplicable el art. 1113, presumiendo la responsabilidad del propietario.
Sin embargo, en ambos casos se trataba de una responsabilidad subjetiva (la
responsabilidad objetiva era extraña al sistema jurídico argentino), aun cuando
también en aquella época se reconociera la distinción -como lo hacía el Derecho
francés en el art. 1384 del Code- entre los daños ocasionados con las cosas (en
donde ésta era un instrumento pasivo en manos del hombre) y los daños provoca-
dospor la cosa (donde la cosa intervenía activamente sin vinculación directa con la
conducta humana).
En los daños ocasionados con las cosas era aplicable el art. 1109 del derogado
CC, como hemos visto, mientras que los antiguos arts. 1113 y 1133 resultaban de
aplicación ante perjuicios producidospor las cosas. En el primer caso, se debía pro-
bar la culpa del guardián de la cosa, mientras que en el segundo caso, se conside-
raba como revelada o demostrada la culpa del propietario de ella, por lo cual sólo
podría liberarse acreditando la ruptura del nexo causal, resultando ello un acerca-
miento a la responsabilidad objetiva que se consagraría en el Derecho argentino
varios años después.
El sistema jurídico nacional respecto de esta responsabilidad ante daños oca-
sionadoscon participación decosas, entró en crisisante la aparición del automóvil,
cuando los daños eran ocasionados por el vehículo conducido; ello así, puesto que
si bien debía encuadrarse el supuesto en un daño ocasionado con la cosa, comen-
zaron a aplicarse las presuncionesiuris tantum de culpabilidad que preveía la Ley
Nacional deTránsito 13.893, por la cual se establecía que el peatón que era embes-
tido por un automóvil nodebía probar laculpadel conductor, sino queésta se pre-
sumía invirtiendo la carga de la prueba, no pudiendo liberarseel conductor con la
prueba de su ausencia de culpabilidad, sino que podía hacerlo tan sólo acreditan-
do la causa ajena (culpa de la víctima, hecho de un tercero por quien no debía res-
ponder, caso fortuito o fuerza mayor). Era el paso previo a la responsabilidad obje-
tiva, que estaba siendo reconocida por la jurisprudencia pero que no tenía consa-
gración legislativa. La reforma que se estaba gestando, pues, era necesaria.
Con la reforma introducida por la ley 17.71 1 de 1968, se agregaron dos párrafos
al art. 1113del CCdeVélez Sarsfield y se derogaron losarts. 1133 y 1134del mismo
Código, permaneciendo sin ningún tipo devariación el art. 1109.
El hoy derogadoart. 1113, si bien conservaba inalterablesu primer párrafo, ha-
bía agregado dos nuevosdesideral importancia: "... En lossupuestos dedañoscau-
832 CARLOS A . CALVO COSTA
hombre, por lo cual la incidencia causal que podía poseer la vigilancia hu-
mana respecto de ella era casi nula, ya que la participación activa de la cosa
en el hechoadquiría un papel determinanteen laocurrencia del daño (v. gr.,
caída de un árbol, explosión de un calefón, descarga eléctrica de un bisturí,
rotura de la barra dedirección de un automóvil que impidedetal modo que
sea controlado por el hombre, etcétera). De tal modo, la cosa jugaba un rol
activo y determinante en la producción del perjuicio, ya que escapaba del
control que el guardián podía ejercer sobre ella. Inclusive, en nada cambia-
ba el enfoque, y continuaba siendo considerado hecho de la cosa, cuando
ésta desempeñaba una actuación relevante en la producción del daño más
allá de que esté manejada por el hombre al momento del hecho (v. gr., un
automóvil), ya que lo esencial era el rol activoque jugaba la cosa: en el caso
de un accidente de tránsito, lo determinante era la participación activa del
rodado en la ocurrencia del daño quedando relegada a un segundo análisis
la culpabilidad en que podía haber incurrido su conductor en la ocurrencia
del daño. Podemosmencionar comoejemplosdedañoscausadosporel ries-
go o vicio de la cosa: la quemadura que sufre un paciente en razón de una
descarga eléctrica que produce un bisturí electrónico que poseía un defec-
t o de conservación, lo cual escapa al control del cirujano; la explosión pro-
vocada por una garrafa de gas indebidamenteconservada por su dueño, et-
cétera. En este supuesto, a diferencia del daño causado con la cosa, lo que
se establecía era una presunción de causalidad pero no de culpabilidad, ya
que se trataba de un supuesto de responsabilidad objetiva con fundamen-
t o en el riesgo creado.
tía la carga de la prueba, cuando el daño se causaba con las cosas. Algunos juristas,
como Mayo, habían dado también respuesta a esta idea de vaciamiento del art.
1 1 09 del derogado CCcon sólidosargumentosquedecidimostranscribirlostextual-
mente a fin de no tergiversar con su abreviación el pensamiento de su autor. Había
sostenido que "en definitiva, juega un criterio de política legislativa que ha llevado
a mirar con disfavor aquellos casos en los que el agente daña utilizando cosas,
aumentando así la potencia dañosa de sus actos. Bien es cierto que a la víctima, en
definitiva, lo mismo le da morir de un puñetazo que de una cuchillada. Pero, valga
la chanza, lo concreto es que la ley ha considerado como más reprochable, desde el
punto de vista del responsable, el dañar con cosas que hacerlo sin ellas, y por ello
invierte la carga de la prueba de la culpa, en forma expresa. El daño es igualmente
injusto en ambos casos, la conducta dañosa resulta más agresiva, por el medio utili-
zado, si se actúa con las cosas. No cabe asombrarsede esta solución legal, cuando el
Código para una circunstancia análoga, la de los daños causados por animales, ha
recurrido a solucionessimilares.Aquítambién podrían decir quesi el dueño ha uti-
lizado al animal como instrumento el caso se regirá por el art. 1109.Sin embargo, ni
de la economía del Código, ni de la doctrina de sus intérpretes resulta tal asevera-
ción. Incluso, puede señalarse que un animal es más controlable que una cosa ina-
nimada; el guardián del animal puede llegar a matarlo para detenerlo; la cosa ina-
nimada puede escapar del control del agente, en determinadas circunstancias, aun
cuando no sea riesgosa oviciosa, y causar el daño, que no se puede impedir".
En cuanto a la crítica que se le efectuaba a la norma del art. 1 1 13,párr. 2",parte
l a del derogado CC, en cuanto presumía la culpabilidad del dueño o del guardián
que no era agente de daño, también había sido motivo de cuestionamiento. Zava-
la de Gonzálezcriticabaesta solución poniendo en evidencia el peligro de presumir
la culpa del dueño o guardián que no era el agente del daño y fundaba lo peligro-
so desu crítica con el ejemplo de lavecina que presta a otra su cuchillo, y ésta mata
con ella a un tercero, agregando que de aceptarse la tesis criticada, se presumiría la
culpa,
. . nosólo de la asesina, sino también de la dueña del cuchillo. Por nuestra par-
te, como respuesta a esta crítica, y frente al ejemplo que nos brinda la jurista cor-
dobesa, habíamossostenidoen la primeraedicióndeestaobra-elaboradaa la luz
del hoy derogado Código Civil velezano- que en el caso que ella expresaba, no
existiendo relación causal adecuada entre el préstamo del cuchillo y la muerte de
lavíctima, ninguna incidencia tendría en el análisisdela responsabilidad deladue-
ña del cuchillo la presunción de culpabilidad emanada del texto del art. 1 1 13 del
derogado CC.
Asimismo, resulta importante destacar que la teoría del riesgoera deaplicación
únicamente en el ámbito de la responsabilidad aquiliana o extracontractual, que-
dando vedada su invocación en el ámbito de la responsabilidad contractual; ello
Ilevóa queunacalificada doctrina(Picasso) consideraraque, frente a esa dificultad,
el recurso a una obligación de seguridad de resultado sirviera muchasvecescomo
CARLOS A . CALVO COSTA
Como se podrá apreciar, la norma distingue entre: a) por un lado, los daños
causadosporelriesgo de la cosa y los que ocasionan porsu vicio; y, por otro, b) los
daños irrogados en razón de actividades riesgosas o peligrosas. Nos referiremos a
ellas posteriormente por separado.
Detal modo, es indudablequesi el dañose producea raíz de la intervención de
una cosa riesgosa oviciosa, o de una actividad riesgosa, la responsabilidad será ob-
jetiva y será de aplicación la norma precitada, juntamente con lo dispuesto en el
art. 1758.
En cambio, si el daño lo provoca el hombre sin intervención de la cosa (v. gr. una
trompada) -hecho puro del hombre-, o bien, con la utilización de una cosa que
no es considerada riesgosa ni viciosa y que ha sido utilizada como instrumento del
hombre (v. gr. con un paraguas, un bastón, etcétera), no deberán aplicarse las dis-
posicionesde losarts. 1757 a 1759 del CCCN, ya que no estamosante un supuesto de
riesgo creado. De tal modo, queremos ser claros al afirmar que cuando el daño se
produce con el empleo de cosas no riesgosas ni viciosas, y que son controladas en
-
todo momento Dor el hombre eriaiéndose en meros instrumentos dócilmente ma-
nejados por este (supuesto queen el derogado Código Civil era tratado como un da-
ño causado con la cosa), la responsabilidad será subjetiva, fundada en la culpa o el
dolo. El sustento normativo de esta responsabilidad será, pues, el art. 1749 del
CCCN, en cuanto determina la responsabilidaddirecta, al disponer que: "Esrespon-
sable directo quien incumple una obligación u ocasiona un daño injustificado por
acción uomisión". Al respecto, y en apoyo a esta postura que nosotros expresamos
en pos de una responsabilidad subjetiva, expresa una calificada doctrina que "nin-
guna norma del Código Civil y Comercial -con excepción del art. 1750, referido al
supuesto especial de los daños causados por actos involuntarios- prevé un factor
objetivo para los daños causados por el hecho propio, lo que toma aplicable el art.
1721" (Picasso). Estimamos que ello es así, dado que el art. 1721 del CCCN determi-
na que: "La atribución de un daño a l responsablepuede basarse en factores objeti-
vos o subjetivos. En ausencia de normativa, e l factor de atribución es la culpa ".
un peligro dinámico: el peligro estático es el de las cosas que conllevan en síel ries-
go latente, pero que necesitan de un factor extraño para desencadenar el daño (v.
gr., una escalera con un peldaño roto). En cambio, el peligro dinámico es el de las
cosasque portan el riesgo en su accionar (v. gr., automóvil en movimiento, máqui-
nas industriales en funcionamiento, etcétera).
Este análisistambién debemosefectuarlo nosotros respecto de las cosasinertes
a lascuales nos hemos referido al comienzo del presente capítulo, toda vez que és-
tas pueden llegar a ser consideradas riesgosas en razón del peligro que adquieren
por la anormalidadque pueden presentar (v. gr., una maceta colocada en la corni-
sa de un balcón de un pisoalto puedeser catalogada como una cosa riesgosa en vir-
tud del peligro que engendra para los transeúntes; un piso totalmente húmedo y
resbaladizo se convierte en una cosa riesgosa para todos los peatones que transi-
tan por él). Estimamosque en tal caso, el daño deberá ser encuadrado también ba-
jo la normativa de los arts. 1757 y 1758 del CCCN, generando una responsabilidad
objetiva en el dueño y10 guardián con fundamento en el riesgo creado.
En definitiva, consideramos que cabe encuadrar dentro del concepto de daños
ocasionadosporelriesgo de la cosa -a los cuales les es imputable el factor objeti-
vo riesgo creado-, a los siguientes supuestos:
1. Los casos en los cuales el daño se produce por el riesgo intrínseco que pre-
senta la cosa conforme a su propia naturaleza, lo cual la torna idónea para
ocasionar dañosa terceros independientementede cualquier circunstancia
ajena a ello.
2. Los daños ocasionados por las cosas que -en razón de su destino para el
cual fueron creadas-crean situacionesde peligro y se erigen en unafuen-
t e probablede nocividad.
3. Los supuestos de perjuicios ocasionados por cosas inertes que presentan
una anormalidad que es determinante en la ocurrencia del daño.
2 - El vicio de la cosa
También el art. 1757 del CCCN, hace referencia a la noción de vicio de la cosa.
En una de susacepciones, el Diccionario dela lengua española defineal vicioco-
mo mala calidad, defecto o daño físico en lascosas. Por ende, ninguna duda cabe
que cuandoel art. 1757 del CCCN hace referencia a losdaños producidos por el vicio
de una cosa, se refiere a aquellas situaciones en las cuales el perjuicio reconoce su
causa en el defecto de fabricación odeconservación de una cosa, que la torna inep-
ta para cumplir con la función para la cual fue creada.
De más está decir que todas las cosas son susceptibles de poseer vicios, pero no
todas ellas son relevantes para el Derecho, por lo cual sólo tendrán trascendencia
jurídica aquellosvicios queson idóneos para convertir a la cosa en peligrosa, trans-
formándola en idónea para provocar daños.
CARLOS A . CALVO COSTA
Ejemplo:
Existen cosas que pueden poseer vicios de fabricación o de conservación, y que resul-
tan intrascendentes para el Derecho al no convertirse en peligrosasen razón de ese
defecto. Así, una canilla que tiene una pérdida, un reloj al que se le traba una aguja,
etcétera, presentanviciospero ello no los convierte en peligrosos, por lo cual son de-
fectos indiferentes para la responsabilidad civil. En cambio, puede suceder que un
vicio transformea la cosa en peligrosa: así, la fisura que presenteen un ejede circula-
ción de un automóvil, la pérdida degasquetenga un calefón por una perforación en
una de sus cañerías, etcétera. En estoscasos, comovemos, el vicio trae aparejada una
situación de peligrosidadque la aproxima al riesgo de provocar un daño, y por ende
ello adquiere trascendencia para el Derecho de daños.
Es decir, cuando en responsabilidad civil se habla de una cosa viciosa se hace re-
ferencia a que, con ese defecto de fabricación o conservación, se está presupo-
niendo la posibilidad de que ella pueda ocasionar un daño en razón de su estado.
Por nuestra parte, estimamosquecuando el art. 1757 del CCCNse refiereal ries-
go y luego al vicio de la cosa, incurreen una repetición innecesaria, dado quese tra-
ta de un mismo pensamiento expresadode distintas maneras. Ello así, todavez que
entendemosquecuandoel viciotransforma a la cosa en peligrosa, no hace másque
crear un riesgo, es decir, la contingencia o proximidad de un daño. No cabe duda,
al menos para nosotros, que cuando el legislador imputa responsabilidad p o r vicio
de la cosa también lo hace con fundamento en e l riesgo creado, y no en una pre-
sunción de culpabilidad como equívocamente a nuestro entender lo sostenía una
minoritaria doctrina(L1ambías)alinterpretar el art. 1113del derogado CCdeVélez
Sarsfield. Tampoco somos partícipes de la postura que encuentra el fundamento
de la responsabilidad por vicio de la cosa en la garantía-como lo hacía Brebbia-,
ya que no explica la razón de ser deestablecer al dueño o guardián como garantes,
que no esotra queel riesgo que originan en la sociedad al introducir en ella cosas
defectuosas susceptibles de ocasionar daños.
Sin embargo, no soslayamos que otros autores piensan lo contrario, y afirman
que existen diferencias entre ambosconceptos: en el daño ocasionado por el vicio
de la cosa, existe un obrar antijurídico y culpabledel dueñoo guardián en lafabri-
cación o conservación de la cosa, y el factor de atribución en dicho caso es objetivo
pero fundado en la garantía que por ley es establecida en favor de los tercerosper-
judicados. En cambio, cuando el perjuicio tienesu origen en el riesgo de la cosa, el
deber de responder del dueñoo guardián se fundaría en el deber de responder por
la creación de esa situación de peligro que originan con el empleo de dichos ele-
mentos (Orgaz).
No estamos de acuerdo con esta postura que esgrime el notable jurista cordo-
bés, reiterando que resulta fútil e innecesaria la distinción entre riesgo y vicio que
establece el ordenamiento jurídico. El dueño o guardián de la cosa viciosa no res-
pondefrentea lavíctima en razón degarantíaalguna, sino más bien porqueal uti-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
b) Actividades riesgosas
A la par del daño causado por el riesgo0 vicio de la cosa, el Código Civil y Comer-
cial argentino ha brindadotratamientotambién a la responsabilidad por activida-
des riesgosas, poniendo fin a las discrepancias interpretativas que se habían gene-
rado en torno a la extensión o no del art. 1113 del derogado CCde Vélez Sarsfield
a los daños ocasionados en esas situaciones. Así, el art. 1757 del CCCN que hemos
transcrito precedentemente, determina la responsabilidad objetiva de toda per-
sona que cause un daño por actividades que sean riesgosas o peligrosas por su
naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de su realización.
En el Derecho comparado había sido ya admitida, y contemplada expresamen-
te, la responsabilidad por actividad riesgosa en muchos ordenamientos jurídicos.
Así lo efectúan, entre otros, el Código Civil italiano (art. 2050), el portugués (art.
493), el mexicano (art. 913), el peruano de 1984 (arts. 1970 y 1972), el paraguayo
(art. 1846), etcétera; detodos ellos, sólo los códigos italiano y paraguayo califican
a las actividades como riesgosasa partir de la propia naturaleza o de la naturaleza
de los medios empleados.
En el Derecho argentino, con anterioridad a la sanción del Códigocivil y Comer-
cial (vigente desde el lode agosto de 2015), había sido motivo de debate doctrina-
rio la cuestión en torno a si el riesgo de actividad podía o no ser incluido dentro de
los alcances del art. 1113 del derogado CC. Solía ligarse esta idea del riesgoprove-
cho o beneficio al llamado riesgo de actividad, también conocido en la doctrina
como responsabilidad por actividades riesgosas; ello importaba incorporar el ries-
go de empresa o riesgo empresario, al vincularlo con el provecho que resulta de la
actividad económica y empresarial creadora de peligro. Para algunos autores, se
trataba de un riesgo generalmente previsibleque podía ser trasladado a los costos
(Messina de Estrella Gutiérrez), y que por ello ameritaba que fuera quien llevara a
CARLOS A . CALVO COSTA
cabo la actividad quien cargara con la reparación de los daños originados a causa
de ella. Al respecto, existían dos posturas bien diferenciadas:
1. La posición mayoritaria, en un sentido que habíamos compartido en la pri-
mera edición de esta obra, seexpresaba por la afirmativa al destacar queca-
bían efectuarse interpretaciones extensivas del derogado art. 1113, por vía
de analogía, para algunos supuestos-como el riesgo de actividad- que si
bien no estaban contemplados expresamente en la norma están compren-
didos en su espíritu (Lorenzetti, Pizarm, Vallespinos, Bueres, Alterini, Mosset
Iturraspe, Goldenberg, entre otros). Por nuestra parte habíamos estimado
que lo más importante deesa norma residía en atribuir responsabilidad por
dañosocasionados por un riesgo creado, por lo cual cabía extender su apli-
cación a todos aquellos supuestos de perjuicios ocasionados por ello, aun
cuando no proviniesen del hecho de las cosas que es el único supuesto que
expresamente refería el art. 1113 del derogado Código Civil.
2. La postura minoritaria, en cambio, determinaba que el derogado art. 1113
no contemplaba la responsabilidad por actividades riesgosas, dado que el
riesgode actividad no podía considerarseincluidodentrodedicha norma sin
efectuarse respecto de ella una interpretación forzada o deformante (Ke-
melmajer de Carlucci, Parellada); dentro de esta corriente de opinión, Messi-
na de Estrella Gutiérrez consideraba que se constituiría en un factor de atri-
bución independiente. Setrataba, en definitiva, de una postura doctrinaria
que se aferraba a la interpretación restrictiva del art. 1113 del derogado CC
y que sólo admitiría su aplicación extensiva a las actividades riesgosas si el
artículo fuera reformado previamente en tal sentido por el legislador.
te hoy en día en la sociedad una actividad que estéexenta riesgos o de peligros pa-
ra terceros, por eso somos partícipes de la doctrina que insiste en interpretar al art.
1757 del CCCN como aplicable a las actividades especialmente riesgosas.
Por otra parte, estimamos también importante poner de resalto que resulta
indistinto a los fines de esta categorización si en dicha actividad interviene o no
una cosa. En razón de ello, no es esencial queen la actividad riesgosa o peligrosa in-
tervenga una cosa, activa o pasivamente(Pizarro). Consideramos, además, que si la
CARLOS A . CALVO COSTA
1 - Dueño
Esquien tieneel derecho real dedominio sobre lacosa que ha tenido participa-
ción en el hecho dañoso (cfr. art. 2506, CCCN).
No obstante ser el derecho de dominio un ámbito propio de los derechos reales,
consideramos fundamental efectuar algunas consideraciones en torno a él:
1. Lascosasmueblesabarcanla mayor cantidad desucesosen loscualessesus-
citan los daños por el hecho de las cosas. Sin embargo, a la hora de deter-
minar quién esdueño-y por ende, llamado a responder-debemosefec-
tuar una distinción, según se traten de cosas muebles registrables o no re-
gistrables.
a) Si se trata de cosas mueblesno registrables (v. gr., un cuchillo, una má-
quina de Rayos X, una maceta, etcétera), se presume propietario de la
cosa a aquel que ejerza la posesión de ella al momento del hecho (cfr.
arts. 1892,1895, ss. y concs., CCCN).
b) Si estamos en presencia, en cambio, de daños ocasionados por una cosa
mueble registrable (v. gr., automóvil, arma de fuego, etcétera) se consi-
derará dueño de la cosa al titular registral, es decir, a quien figure ins-
cripto en el registro pertinente como dueño de ella, sin perjuicio de que
quienes hayan adquirido la cosa y no la hayan inscripto a su nombre pue-
dan sertambién demandadosen su carácterde guardianesdeella. El ca-
so másemblemático de la cosa mueble registrable, es el de losautomo-
tores, que posee un régimen registral constitutivo, por lo cual se consi-
deraradueñode un vehiculoquien figure inscriptocomotal en el Regis-
tro de la Propiedad Automotor correspondiente. Así lo dispuso el art. 1
de la ley 22.977 que-manteniendo lo dispuesto por el art. 27 del ante-
rior decr.-ley 6582158- ordena que: "Hasta tanto se inscriba la transfe-
rencia e l transmitente será civilmente responsablepor los daños y per-
juicios que se produzcan con e l automotor, en su carácter de dueño de
lacosa". Ello, sin perjuiciodequeel titular registral queesllamadoa res-
ponder, pueda alegar haberse desprendido de la cosa que figura ins-
cripta a su nombre y haya comunicado tal circunstancia al Registro. Nos
referiremosaelloinfra,al analizar laseximentesprevistasen el art. 1758
del CCCNy las propias de la responsabilidad objetiva, idóneas para frac-
turar el nexo de causalidad (hecho del damnificado, hecho de un terce-
ro por quien no se deba responder, caso fortuito o fuerza mayor).
2. Cuando el daño provienedecosasinmueblestambién es llamado a respon-
der el titular registral del inmueble, quien se reputa dueño de él. Aun cuan-
do una persona pretenda alegar la existencia de una transmisión dominial
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
actividad riesgosa fuera llevada a cabo con una cosa riesgosa, la víctima del daño
podría invocar como fundamento de reparación el riesgo de la cosa y no necesa-
riamenteel de la actividad, ya que serían otros los legitimados pasivos, como love-
remos posteriormente.
2 - Guardián
bajo su poder por su relación de dependencia o en razón del servicio que cumplen
(v. gr., un mecánico, un portero, etcétera), ya que carecen de un poder autónomo
sobre la cosa.
Apoyado en un fallo de la Corte de Casación francesa del 2/12/41 (caso "Cannot
c. Francky Cía. SegurosLaRonciere", Sirey 1941-1-217, DallozCritique 1942-25), un
importante sector de nuestra doctrina ha estimado que a la par de la figura de la
guarda material de la cosa debe extenderse la responsabilidad a quien tiene la
guarda jurídica e intelectual de ella. Así, es considerado guardián jurídico quien
posee una prerrogativa reconocida por la ley que le permita usar o dirigir la cosa
(Picasso), y guardián intelectual, quien puedeejercitar sobreella un poder de man-
do, gobierno, dirección, vigilancia ocontrol, ya que la esencia de la guardia no con-
siste sólo en el contacto físico que posea respecto de ella. Se sostieneque en los su-
puestosen los queel guardián ejerce esa facultad dedirección ocontrol por medio
de terceros-v. gr. dependientes-se mantiene su condición de responsable como
guardián intelectual de la cosa, a pesar de que no la tenga bajo su poder (Galdós).
Es importante destacarquea raízdel fallo de la Cortedecasación francesa cita-
do, comenzó a ser considerado guardián todo aquel que detenta el uso, la direc-
ción y el control de la cosa. De tal modo, debe quedar claro que ya no bastaba con
poseer el poder de hecho sobre la cosa (uso), sino que resultaba menestertambién
contar con el poder de dirección y de control sobre ella. En nuestro país, Llambías
-siguiendo esta línea doctrinal- afirmaba que debía considerarse guardián a
quien tenía, de hecho, un poder efectivo devigilancia, gobierno y contralor sobre
la cosa que ocasiona el daño.
Por otra parte, según nuestro entender, estimamos que luego de la sanción del
Código Civil y Comercial, el texto del art. 1758 no deja lugar a duda de que única-
mente es guardián quien reúne simultáneamente las tres calidades, resultando
insuficiente contar sólo con alguna de ellas (v. gr., el uso o la dirección). Estimamos
que el artículo, al emplear la conjunción copulativa "y" no da lugar a una inter-
pretación que pretenda determinar que adquirirá tal carácter quien posea una
sola deesas cualidades, ya que de ser así, hubiera utilizado la conjunción disyunti-
va "o". Es decir, no estamos ante recaudos alternativos, sino acumulativos.
Así, el guardián será llamadoa responder cuandoel dañoseocasionecon inter-
vención activa de la cosa, ya que él es quien ejerce el uso, dirección y el control de
la cosa, sin importar que lo haga por sí mismoo atravésdeterceros (v. gr. por inter-
medio de un dependiente). Ese poder de mando es el que le impone el deber de
custodia y de guarda.
Algunosautoresfranceses como Demoguey Savatier, también habían instalado
la figura de la guarda provecho, haciendo extensiva la responsabilidad a todo
aquel queaprovecha, usay obtienede la cosa un beneficio, cualquiera sea su índo-
le (económico, personal, etcétera). En la primera edición deesta obra, nosotros nos
habíamosexpedido -a raíz del silencio que guardaba al respecto el derogado Có-
CARLOS A . CALVO COSTA
arts. 850 a 852 del CCCN, y que hemos estudiado supra en el Capítulo 111 del t. l),
quien paga la deuda debe soportarla íntegramente si fue el verdadero responsa-
ble de su nacimiento.
Se habíaestablecidocomo principiogeneral en ladoctrinaargentina,quecuan-
do una misma persona no revestía el carácter dedueño y guardián al mismo tiem-
po, únicamente el dueño tenía acción de reintegro contra el guardián que se ser-
vía de la cosa o la tenía a su cuidado, dado que éste era quien había generado la
deuda indemnizatoria respecto de la víctima; claro está, para ello debía acreditar-
se queel hecho le era imputable al guardián. Pero, a contrariosensu, no se admitía
la posibilidad de queel guardián de una cosa tuviera acción de reintegro contra el
dueño (Llambías), toda vez que se sostenía que no existen hipótesis que permitan
pensar que ello es posible.
Esta postura restrictiva ha perdido consistenciaen nuestro Derecho. Somos partí-
cipesde la calificada doctrina (BustamanteAlsina, Pizarro) queconsidera que pueden
llegar a existir hipótesis en las cuales el guardián pueda estar legitimado a interpo-
ner una acción de regreso contra el propietario, ya que ello no debe descartarse de
plano, puesto que habrá queanalizar previamente los términosde la relación jurídi-
ca que pudiera existir entre el dueño y el guardián, y las normas que rigen la misma.
Ejemplo:
Puedetratarsedeuna locacióndecosa mueble en la cual el locador-dueñode ella-
haya asumidocontractualmentela responsabilidadde indemnizara lavíctima por los
daños que se le ocasione con la cosa dada en locación. De ocurrir el daño y de haber
indemnizadoa la víctima el locatario-guardián de la cosa- puedeéste repetir con.
tra el dueño de ella -locador-toda vez que así está pactado contractualmente.
5 85. Eximentes
Luegode haber analizado la responsabilidad por el daño ocasionado por el ries-
go o vicio de las cosas, y también en razón de actividades riesgosas, debemos refe-
rirnos a sus eximentes.
Tanto en los supuestos de daños causados por el riesgo o vicio de la cosa como
en los ocasionados en razón de una actividadriesgosa, el art. 1757 del CCCN deter-
mina una presunción de causalidadpero no de culpabilidad, ya que se trata de un
supuestode responsabilidad objetiva confundamentoen el riesgocreado. Es más,
la doctrina extranjera ha sostenido que en el ejercicio de una actividad peligrosa,
la previsibilidad del daño esin re ipsa y el sujeto debe actuar teniendo el cuenta el
peligro para losterceros; los deberes inherentes a la normal diligencia, serían, este
caso, insuficientes, porque cuando la peligrosidad está ínsita en la acción, existe el
deber de actuarteniendo el cuenta el peligro, y el deber de evitación se torna más
riguroso cuando se actúa con la neta previsión de su posibilidad (Visintini).
En el caso de daños ocasionados por el riesgo o vicio de la cosa o mediante una
actividad riesgosa, la única eximente posible es acreditar la ruptura del nexo cau-
sal, a través del hecho del damnificado (art. 1729, CCCN), del hecho de un tercero
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
por quien no se deba responder (art. 1731, CCCN) o del casusgenérico (arts. 1730y
1733, CCCN).
Nos hemos referido detalladamente a estas eximentes con anterioridad, en el
CapítuloVII, ap. C, 574, por locual nos remitimosa loqueallí hemosexpuestoy de-
sarrollado.
Sin embargo, debemos efectuar algunasconsideraciones puntuales en torno a
las eximentes para este tipo de responsabilidad fundada en el riesgo creado, que
analizaremosa continuación.
adecuada entre esta última y el perjuicio sufrido para que nazca el deber de
responder en los legitimados pasivos señalados en el art. 1758 del CCCN,
siendo irrelevante paraquese configurela responsabilidad quelacausasea
desconocida (Pizarra). En estesentido, también sesostieneque sólo exime la
causa esclarecida, en tanto y en cuanto sea ajena al riesgo de la actividad
(Zavala de González).
2. Tampoco son eximentes de responsabilidad que haya mediado una autori-
zación administrativa para la realización de la actividad o el cumplimiento
de las técnicas de prevención, como lo dispone claramente el art. 1757 del
CCCN. Detal modo,quedaclaroqueaun cuandoquienocasioneun dañoen
razón de una actividad calificadacomo riesgosa o peligrosa, logreacreditar
que contaba con algún tipo de permiso de una autoridad para llevarla a ca-
bo, ello no lo eximirá de responsabilidad y será llamado a responder frente
a la víctima del daño ocasionado en razón de dicha actividad. Y más aún, a
pesar deque el sindicado como responsablelogre probar que ha adoptado
toda su diligencia para desarrollar la actividad (v. gr. haber adoptado todas
las técnicas de prevención), ello tampoco constituirá una eximente, toda
vezque la ausencia deculpabilidad es inviablee insuficiente para desvirtuar
un supuesto de responsabilidad objetiva como este.
5 86. La garantía
Otro de los factores objetivos de atribución de sideral importancia lo constitu-
ye la garantía.
Esta nace a partir del deber que posee un sujeto de procurar la inocuidad y de
velar por la seguridad ajena en el despliegue deactividadesdeterminadas, lo que,
trae implicadoel compromiso hacia tercerosdequesi se produce un daño en deter-
minadas circunstancias, se afrontará su resarcimiento (Zavala de González).
En razón deello, ocurridoel evento dañoso, la responsabilidad del obligado na-
ce objetivamente, es decir, al margen de que pruebe que se ha comportado dili-
gentemente, ya que la culpabilidad está fuera de discusión en estefactordeimpu-
tación.
ellos (art. 1754, CCCN). Nosotros, en cambio, en una postura que reconoce-
mos minoritaria, preferimos enmarcar la responsabilidad del principal por
el hechodel dependienteen el factor objetivo riesgo creado, en razón de los
fundamentosqueexpondremos posteriormente en el Capítulo VIII.
b) En la órbita contractual (u obligacional), por su parte, la garantía se mani-
fiesta a través de la obligación de seguridad, la que se encuentra ínsita en
toda relación convencional y a través de la cual el deudor le garantiza a su
acreedor la indemnidad de su persona y de sus bienes durante la ejecución
del contrato. No soslayamos que luego de la sanción del Código Civil y Co-
mercial y de la unificación en él de los principios aplicables a la responsabi-
lidad civil contractual y extracontractual, se ha cuestionado en la doctrina la
subsistencia de la obligación de seguridad, ya que un sector doctrinario se
manifiesta por su desaparición, mientras que otros autores siguen prego-
nando su existencia. Nos referiremos a esta cuestión posteriormente.
blespor los daños causados por los hijos que se encuentran bajo su respon-
sabilidadparental y que habitan con ellos, sin perjuicio de la responsabili-
dadpersonaly concurrente que pueda cabera los hijos". También nos refe-
riremos a ello posteriormente en el CapítuloVIII, en donde analizaremosen
profundidad el instituto, por lo cual nos remitimosa lo allíexpuesto.
bJ La obligación de seguridad
facer íntegramente el interés del acreedor, sino también el deber de evitar la ocu-
rrencia de dañosen la persona o bienesdel co-contratante; asícomo la justicia con-
tractual exige que el contrato no destruya el equilibrio existente anteriormente
entre los patrimonios, no puede admitirse -bajo ningún punto devista- que la
propia ejecución de la prestación principal sea fuente de perjuicios.
Es en este marco en donde cobra vigencia como un deber tácito que asumen los
contratantes la llamada obligación deseguridad, que ha sido definida por Mazeaud
y Tunc como "aquella en virtud de la cual una de las partes del contrato se compro-
mete a devolver al otro contratante ya sea en su persona o sus bienes sanos y salvos
a la expiración del contrato", definición que ha sido ampliada acertadamente por
Vázquez Ferreyra quien ha agregado a ella "pudiendo ser asumida tal obligación en
forma expresa por las partes, impuesta por la ley, o bien surgir tácitamente del con-
tenido del contrato, a travésde su interpretación en base al principio de buena fe".
Si bien no hay unanimidad de criterios en cuanto al origen de la obligación de
seguridad, mientras algunos autores-como Mayo- lo localizan en la ley france-
sa de accidentes de trabajo de fines del siglo XIX, la gran mayoría doctrinaria es
conteste en afirmar que el mismo se halla en el fallo de la Corte de Casación fran-
cesa dictado en los autos "Zbidi Hamida c. Compañía General Trasatlántica" del
2111 1111, en dondeseresolvióque "el cumplimientodelcontratodetransporte im-
plica en efecto para el transportista, la obligación de conducir al pasajero sano y
salvo a destino".
Esta resolución de la Corte francesa sirvió de disparador para que se lograra la
ampliación del ámbitodeaplicación dela obligación deseguridad atodoslostipos
decontratos (y no ya sólo al de transporte), tal como lo havenido sosteniendo unas
profusas y constantes doctrina y jurisprudencia, destacándose los siguientes: los
juegos de feria o parque de diversiones, el contrato de enseñanza o práctica de un
deporte, el contrato de hospedaje, el decompraventa, el de espectáculos públicos,
algunos supuestos de contratos de asistencia médica, etcétera.
La obligación deseguridad se presenta de tal modo como un deber de garantía,
que -según palabras de May- se manifiesta en la protección de la persona del
co-contratante (nosotros agregamos que también respecto de sus bienes), consti-
tuyendo detal modo un deber de protección, integrando esa categoría quesede-
nomina como deberes accesorios que acompañan al cumplimiento.
2 - Caracteres
Sucintamente, algunas de las características principales de esta obligación de
seguridad son las siguientes:
1 - Tácita
Tal como lo hemos destacado anteriormente, aun cuando ella no sea expresa-
mente convenida por las partes, su existencia resulta indiscutible al ser inferida del
CARLOS A . CALVO COSTA
Por otra parte, tal como lo hemos mencionado anteriormente, existen también
supuestos de origen legal de la obligación de seguridad. Algunos de ellos son los
siguientes:
a) En el Derecho laboral, esta obligación de seguridad ha sido receptada al es-
tablecerse en el art. 75 de la Ley de Contrato deTrabajo que: "1. Elemplea-
dor está obligado a observar las normas legales sobre higiene y seguridad
en e l trabajo, y a hacer observar las pausas y limitaciones a la duración del
trabajo establecidasen elordenamiento legal...", es decir, que el emplea-
dor debeasegurarleal trabajador que regresará a su hogar sano y salvo lue-
go de la jornada laboral.
b) En el contrato de transporte, dispone el art. 1289, inc. c) del CCCN que es
obligación del transportista garantizar la seguridad del pasajero.
C) En las relaciones del consumo, dispone el art. 42 de la CN que: "Los consu-
midores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de
consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a
una informaciónadecuada y verasa la libertadde elección, y a condiciones
detratoequitativoydigno ...". Mientrasqueel art. 5'delaley24.240de De-
fensa del Consumidor, determina: "Protección al Consumidor. Las cosas y
servicios deben ser suministrados o prestados en forma tal que, utilizados
en condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno
para la salud o integridad física de los consumidores o usuarios". Esta nor-
ma se complementa con lo dispuesto en el art. 6 ' de la ley 24.240: "Cosasy
Servicios Riesgosos. Las cosas y servicios, incluidos los serviciospúblicos do-
miciliarios, cuya utilización pueda suponer un riesgo para la salud o la inte-
gridad física de los consumidores o usuarios, deben comercializarse obser-
vando los mecanismos, instrucciones y normas establecidas o razonables
para garantizar la seguridad de los mismos".
d) Respecto de los espectáculos deportivos, consagra la obligación de seguri-
dad en el art. 51 de la ley 23.184(t.o. ley 24.192), al disponer que "lasentida-
des o asociacionesparticipantesde un espectáculo deportivo, son solidaria-
mente responsablesdelosdañosyperjuiciosque se generen en losestadios".
e Con respecto a los derechos y actos penonalísimos, dispone el art. 54 del
CCCN: "No es exigible e l cumplimien to del contrato que tiene p o r objeto la
realización de actospeligrosospara la vida o la integridad de una persona,
excepto que correspondan a su actividad habitualy que se adopten las me-
didas de prevención y seguridad adecuadasa las circunstancias". Asimismo
el art. 58del CCCNdetermina que a investigación médica en seres humanos
mediante intervenciones, tales como tratamientos, métodos de preven-
CARLOS A . CALVO COSTA
acuerdo negocia1 sobre la base del principio de la buena fe (Bueres). Ello no des-
carta que en algunas ocasiones las partes puedan pactarla expresamente en el
acuerdo convencional.
Por nuestra parte, si bien creemos que en la casi totalidad de los casos el deber
de seguridad constituye una obligación de resultado como lo sostiene también
una profusa jurisprudencia nacional y extranjera, nos parece muy respetable el cri-
terio adoptado por la mayoría en las Jornadas precitadas, toda vez queexisten de-
terminadas situaciones-principalmente las emanadas de la responsabilidad mé-
dica- en las cuales la aleatoriedad y la incerteza en la obtención del resultado (v.
gr., que un paciente no sufra una infección con posterioridad a una intervención
quirúrgica) tornan insostenible hacer pesar sobre la cabeza del profesional una
obligación defines. En estecaso, al referirnosa laobtencióndelresultadoestamos
haciendo referencia a que el paciente no contraerá enfermedades distintas o ex-
trañas a aquella que lo aqueja y que motivó la participación del médico, así como
tambiénaque nosufrirá dañoalguno con motivode "accidentes"osituacionesex-
trañasal riesgo propio de la afección que padece. Por otra parte, también en mate-
ria laboral, existe una uniforme tendencia jurisprudencia1 que considera que la
obligacióndeseguridad (art. 75, ley 20.744) aquese halla comprometidoelemple-
adores una obligación de mediosy no de resultado.
Mencionamos el caso de las infecciones post-quirúrgicas, ya que lo considera-
mos un excelente ejemplo aplicable a esta discusión. Según lo expresado por cien-
tíficos especializados, el porcentaje de riesgos de infecciones para cada tipo de ci-
rugía oscila entre el 2% y el 7%, y en un estudio efectuado en EE.UU., del 10% al
15% de las personas hospitalizadasen un año contraen infeccionesque no estaban
presentes(Harney,Gamarra).Estimamosque, noexistiendocerteza en laobtención
del resultado en razón del álea involucrada en lacuestión, mal puede hacerse pesar
sobre el deudor una obligación defines.
En consecuencia, loaleatoriodel resultado será el criteriodedistinciónen tal su-
puesto: si la indemnidad de la persona del acreedor o de sus bienes resulta dema-
siadoaleatoria, la obligación será de medios(Mazeaud, Betti, Mengoni, Jordano Fra-
ga). De lo contrario, no existiendo tal incertidumbre, el deber deseguridad será de
resultado como sucede en la gran mayoría de los casos.
Algunosautores uruguayos(Szafir,Silva) han contribuido aaclararesta posición
doctrinaria en una reciente obra (Error quirúrgico inexcusable: j a quién deman-
dar?) en ella, manifiestan que el deber de seguridad será una obligación de resul-
tado si el margen de aleatoriedad es inferior al 50% y de medios, si supera tal por-
centaje. También Gamarra, en cuanto a la seguridad de los pacientes, ha expresado
que no se puede afirmar con certeza que el enfermo nocontraerá infeccionesy mu-
cho menos asegurarse que no se producirán accidentes, eventos que tienen carác-
ter súbito o repentino, y por lo general, son imprevistos.
No obstante ello, no son pocos los autores que consideran que aun cuando la
obligación del profesional médico es generalmentede medios, la obligación dere-
sultado ingresa a la responsabilidad médica por medio de la obligación de seguri-
dad (Mariño López), aunque se considere que esta última ha sufrido un deforman-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
a) La equidad: su significado
la ley positiva y el criterio de justicia que se pretende impartir. Sin embargo, vere-
mos seguidamente que la equidad consiste en un juicio de valor que realizan los
magistrados al momento de resolver una causa, aplicando el criterio general de
justicia al caso en concreto.
Ha sido Aristóteles quien ha conceptualizado la equidad en el mundo griego;
así, este filósofo ha afirmado que la equidad no es cualquier vago sentimiento de
piedad, sino que sirve como una cierta razón dejusticia quesuple losdefectosde la
ley escrita. Detal modo, la equidad oepiekeia sirve como suplemento y última per-
fección a las leyes (LeTourneau, Cadiet).
Ya en nuestro tiempo, casi culminada la primera década del siglo XXI, seconci-
be a la equidad como un principio fundamental del Derecho, que le permite a los
magistrados optar por la solución que resulte ser más acorde al criterio de justicia,
entre la multiplicidad de posibilidades interpretativasque brinda el Derecho posi-
tivo. Asíconcebida, y acudiendo a ella, puede también el magistrado atemperar el
rigor que emane de una interpretación exegética de una norma, acudiendo a otra
másequitativaque mitigue su rigidez (v. gr., interpretación teleológica de la norma)
y que permita alcanzar el sentido de justicia que se pretende impartir. Detal modo,
justicia y equidad se confunden e identifican, ya que -corno afirma Brebbia- lo
equitativoes justo y lo justo esequitativo; sin perjuicio de ello, en el Derecho posi-
tivo la equidad cumple un rol diferente, puesse integra en el proceso llevado a ca-
bo por el intérprete al aplicar la ley a un caso determinado, permitiéndole a éste
resolver con un criterio justo. En síntesis, la equidad es la justicia del caso concreto.
Así concebida, pues, la equidad le permite al magistrado adaptar al caso con-
creto la nota de justicia que llevan ínsitas las leyes y que el legislador previó con ca-
rácter general, cumpliendo de tal modo una función correctora de esa norma ge-
neral en cuanto haya omitido situaciones o permitiendo su interpretación más
acorde a una solución justa, atendiendo al marco fáctico del caso a resolver.
Si bien nuestro ordenamiento jurídico no consagró el principio de equidad en
una norma general, existen en el Derecho comparado cuerpos normativosque sí lo
han hecho, como el Código Civil español, que dispone en su art. 3', inc. 2",referido
a la aplicación de las normasjurídicas, que: "La equidad habrá de ponderarseen la
aplicación de las normas, si bien las resoluciones de IosTribunales sólo podrán des-
cansar de manera exclusiva en ella cuando la ley expresamente lo permita". Sin
embargo, encontramos en el Código Civil y Comercial argentino-ademásdel art.
1750- numerosas normas que aluden a la equidad y que le atribuyen una función
correctivaa fin de poder lograr la justicia del caso concreto, talescomo losarts. 332,
464, inc. b), 650,1068,1098,1255,1261,1267,1268,1564,1652,1718,1742,1785,
inc. d), 2507, entre otros.
No obstante el carácter que reviste la equidad como principio general del Dere-
cho, estimamos que no debe permitirse bajo ningún punto devista a los magistra-
dos desvirtuar el sentido y significado de una ley invocando la equidad para resol-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
gado CC, en donde afirmaba que: "...Si el gobierno se constituyeen juez del abu-
so, ha dicho un filósofo, no tardaría en constituirse en juez del uso, y toda verda-
dera idea de propiedad y libertad sería perdida". Valgan estas expresiones como
muestra de su pensamiento opositor a la teoría del abuso del derecho; se advierte
en el texto del codificador un ferviente deseo de lograr seguridad jurídica al en-
marcar la labor de los magistrados-comodiceZavala deGonzález-en la boca que
pronuncia las palabrasde la ley.
Por nuestra parte, como hemos anticipado, somos partícipes de la idea de que
elabusodelderechoconstituyeun factorobjetivo deatribución, todavezque para
determinar la responsabilidad del que ha incurrido en él, es irrelevante la prueba
de que se actuó sin culpa; quienes, en cambio, se inclinan por calificarlo como un
factor de imputación subjetivo expresan que éste se define por el dolo o la culpa
del agente, lo que quedará evidenciado cuando ejerza el derecho sin utilidad pro-
pia y con daño para terceros, o cuando entre dosopciones, elija la vía más perjudi-
cial paraéstossin razón alguna que lo justifique. Estimamos, en cambio, y tal como
lo hemos manifestado, que debe adoptarse una postura finalista, bastando el da-
ño ante un ejercicio antifuncionaldel derecho reconocido por la ley, sin necesidad
de que la víctima del perjuicio deba acreditar la culpa o el dolo en ese ejercicio irre-
gular para que se dé el abuso.
Una vez configurado el abuso del derecho, el magistrado deberá -según co-
rresponda en cada caso- impedir o hacer cesar los efectos del acto dañoso, repo-
ner las cosas al estado anterior al del daño, o indemnizar los perjuicios causados
(Zavala de González). De tal modo logramos advertir en ellos las funciones preven-
tiva y reparatoria, respectivamente, del Derecho de daños, las que hoy se encuen-
tran consagradas en el Código Civil y Comercial argentino.
Debemos destacar que el art. 10 del CCCN también incluye en el instituto a la
situación jurídica abusiva, considerándosesu existencia "cuando el mismo resulta-
do se alcanza a través de la predisposición de una pluralidad de actos jurídicos co-
nexos" (art. 1120, CCCN). Lorenzetti sostiene que la caracterización legal de la si-
tuación jurídica abusiva provienedeelaboracionesde la doctrina argentinaen ma-
teria de relaciones de consumo, y que se refiere al ejercicio de varios derechos en-
trelazados por una estrategia diseñada por el titular para desnaturalizar, obstacu-
lizar o impedir el ejercicio de un derecho o una facultad de la otra parte (v. gr., ad-
quisición de propiedades en condominios administrados, tiempo compartido, et-
cétera, donde se está ante actos masivamentecelebradosen losque la "creación de
gruposdeconsumidorestieneun efecto preciso quees la conformación de un mer-
cado cautivo). Así, cuando este contextoescreado por el autor para desnaturalizar,
obstaculizar o impedir el ejercicio" de la capacidad de elección de sus integrantes
se está ante una situación abusiva.
Lasituaciónjurídica abusiva puedesufrirla, detal modo, quien adquiereuna par-
cela en un cementerio privado, o quien contrata un sistema de tiempo compartido,
CARLOS A . CALVO COSTA
o quien compra una casa en un country, etcétera, puede ver en cierto modo cerce-
nado su derecho individual, ya que para regir al conjunto de los individuos perte-
necientes a ese sistema -v. gr. a los propietarios de un club de campo-, se toman
decisiones mayoritarias por parte de sus integrantes (por ejemplo, para contratar a
la empresa devigilancia, determinar el reglamento de uso de instalaciones, etcéte-
ra). En razón de ello, cabedestacar que cuando esegrupo mayoritario que toma las
decisiones se conduce de modo abusivo, puede configurarse una situación abusiva
de la que da cuenta la parte final del art. 10 del CCCN (Lorenzetti).
dadesde lavida económica y social, así como a las ideas moralesdel momento. Ma-
nifestaba textualmente que "afirmar queel derecho subjetivo sólo resulta suscep-
tiblede limitaciones legales, mas no de un contralor del fin perseguido por su titu-
lar, significa trastocar losvalores; ya no sería el derecho un instrumento devida y
de armonía social, sino un conjunto de poderes del individuo para satisfacer cual-
quier móvil, por más reñido que estuviera con el fin del derecho, o sea, alcanzar el
orden, la seguridad, la paz y la justicia en esta tierra".
Entre algunos de los pocos casos jurisprudenciales en donde parece haberse re-
conocido el carácter de incausado de algunos derechos, podemos mencionar:
a) Negativa a someterse a una práctica médica. Un fallo de la Cámara Nacio-
nal de Apelacionesen lo Civil ha determinado quecaberespetar lavoluntad
de un paciente de no someterse a una determinada práctica médica, cuan-
do laconductadel mismo noconfigureuna forma desuicidio, puestoque la
solución "viene impuesta por la naturaleza de losderechosen juego quede-
termina queel pacientesea el árbitro únicoe irremplazablede la situación.
El principio expuesto no debe ceder aunque medie amenaza a la vida"
(CNCiv., Sala H, 21/2/91, DJ, 1991-2-1).
Años después, un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación parece
también expedirse en tal sentido, al determinar que "ante la inexistencia de
agravio actual frente a la desaparición del cuadro clínico que exigía trans-
fusión sanguínea no corresponde a esta Corte dictar un pronunciamiento
que decida definitivamente en función de una determinada situación de
hecho sobre la legitimidad de la oposición del paciente a recibir una trans-
fusión sanguínea,puesaun de repetirse el cuadro clínico que la exigiera, no
existe certeza sobre, principalmente, la voluntad del paciente, o la afecta-
ción de derechos de terceros o a la presencia de un interés público relevan-
te, cuya apreciación es esencial para juzgar fundadamente la cuestión que
dio lugar a estas actuaciones. Esen función de lo expuesto que corresponde
declararqueesactualmenteinoficiosounadecisiónen lacausa". Sinembar-
go, en la disidencia al mismo, seexpresóque "en el caso, resulta irrelevante
la ausencia de norma jurídica expresa que contemple el derecho a la obje-
ción de conciencia a transfusiones sanguíneas, pues él está implícito en el
concepto del mismo de persona, sobre el cual se asienta todo el ordena-
miento jurídico; por otra parte recordando la doctrina del caso 'Kot' los de-
rechos individuales especialmenteaquellosque sólo exigen una abstención
de los poderes públicos y no la realización deconductas positivas por parte
de aquéllos deben ser hechos valer obligatoriamente por los jueces en los
casosconcretos, sin importar queseencuentren incorporadoso noa la legis-
lación. Ello permite afirmar la tutela constitucional de la objeción de con-
ciencia con base en losarts. 14y 33 de la CN. En virtud de lo expuesto, corres-
ponde revocar la sentencia apelada en cuanto rechazó la oposición ejercida
por el representado del recurrente, a que le sea practicada una transfusión
sanguínea en mérito a resultar la misma contraria a sus creencias religiosas"
(del votoen disidenciade IosdoctoresCavagna Martínezy Boggiano)-CSJN,
6/4/93, "Bahamondez, Marcelo s/Medida cautelar", ED, 153-249-.
b) Partición de herencia. También se ha resuelto que éste es uno de los pocos
derechosque puedeejercersediscrecionalmentee incausadamente. La Sala
CARLOS A. CALVO COSTA
2 - Por nuestra parte, consideramos que el abuso de derecho, para que pueda
configurarse y provocar la reacción del sistema jurídico, así como también la ope-
ratividad de los principios rectores del Derecho de daños, requerirá:
Capítulo II, "De losdelitoscontra las personas" (arts. 1084a 1090), Capítulo III, "De
los delitoscontra la propiedad" (arts. 1091 a 1095), y Capítulo IV, "Del ejercicio de
lasacciones para la indemnización delosdañoscausadosporlosdelitos" (arts. 1096
a 1106).
El método que habia seguido Vélez Sarsfield para dar tratamiento a los hechos
ilicitos en el derogado Código Civil, habia sido objeto de criticas por distintas razo-
nes: por no ser propia la materia de los hechos ilicitosde una parte general del De-
recho civil. debiendo habérselostratado en la parte referida al Derecho de las obli-
gaciones por tratarse de una fuente de éstas (Alterini,Ameal, López Cabana); y por
haber distinguido entre los delitos y los hechos ilícitos que no son delitos, tratán-
dolos separadamente, cuando las disposiciones aplicables a ambos eran general-
mente idénticas.
La mayoría de los autores entendía que al referirse a los hechos ilícitos que n o
son delitos, Vélez Sarsfield había dado tratamiento a los hechos ilícitos que no re-
sultaban imputables al autor a título de dolo delictual. En cambio, otros directa-
mente determinaban quese trataba de hechos ilícitos imputablesal agentea títu-
lo de culpa, lo cual daba cuenta de un cuasidelito (Llambías). Finalmente, una doc-
trina más moderna, interpretaba que la expresión "hechosilícitosque no son deli-
tosndebíaser interpretada de modo amplio, haciéndolaextensivaa todo hecho ilí-
cito nodelictual que generara el deber de resarcir cualquiera fuera éste el factor de
atribución aplicable, ya sea subjetivo -culpa- u objetivo-riesgo creado, garan-
tía, etcétera- (Pizarra, Vallespinos).
Lo cierto es queVélez Sarsfield no utilizó la locución cuasidelitos ni tampoco se
refirióa hechosilícitosculposos, por locual habíamosestimado, por nuestra parte,
en la primera edición de esta obra, que bajo el título "Hechos ilícitos que no son
delitos" cabía dar tratamiento a todos aquellos actos ilícitos que no habían sido
ocasionados mediando dolo en el autor del hecho, ya sea a través de un factor de
imputación subjetivo u objetivo.
a) Con respecto al delito, el derogado Código Civil lo definía en el art. 1072 que
disponía: "El acto ilícito ejecutado asabiendasy con intención dedañar la persona
o losderechosdeotro ...". Comovernos, aquí la nota característica de la figura era
la presenciadel dolo delictual, es decir, la presenciade la intención de dañar a otro
y la conducta ejecutada por el agentea sabiendas.
También existían varias normas aue aludían a los daños ocasionados mediando
un delito. Así, el art. 1077 del derogado CCestablecíaque: "Todo delito hace nacer
la obligación de reparar el perjuicio que por él resultarea otra persona", por locual
no cabe ninguna duda que ante la transgresión deliberada y consciente del alte-
rum non laedere, el autor del hecho estaba obligado a indemnizar a la víctima por
el daño que le había irrogado. Esta carga de resarcir el perjuicio ocasionado no sólo
pesaba sobre el autor material del ilícito, sino también sobre los consejeroso cóm-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
que para que nazca la responsabilidad directa del deudor de una obligación bas-
tarálapruebalaincumplimientodela prestacióncomprometidaen la relaciónjurí-
dica obligacional.
b) Por otra parte, con relación a la responsabilidad directa por ocasionar un da-
ño injustificado por acción u omisión, tal como lo refiere la última parte del art.
1749 del CCCN, cabe efectuar algunas consideraciones.
En primer lugar, se refiere al supuesto de daños causado en el ámbito extracon-
tractual, el que se produce ante la violación del deber de no dañar a otro sin que
exista causa de justificación para ello (arts. 1716 a 1718, CCCN).
Por otra parte, tal como lo hemosexpresado en el Capítulo VI1 al referirnosa los
daños provocados por el hecho de las cosas, al cual remitimos al lector, cuando el
daño se produce a raíz de la intervención de una cosa riesgosa o viciosa, o de una
actividad riesgosa, la responsabilidad será objetiva y será de aplicación lo dispues-
t o en losarts. 1757 y 1758del CCCN, y no lo establecido en el art. 1749 del CCCN. En
tal caso, el factor de atribución será el riesgo creado. Pero, en cambio, si el daño lo
provoca el hombre sin intervención de la cosa (v. gr. una trompada) -hecho puro
del hombre-, o bien, con la utilización de una cosa que no es considerada riesgo-
sa ni viciosa quees usada como instrumento del hombre-v. gr. con un bastón, su-
puesto que en el derogado Código Civil era tratado como un daño causado con la
cosa-, la responsabilidad será subjetiva, fundada en la culpa o el dolo (arg. art.
1721, CCCN). En tal situación, pues, se aplicará lo dispuesto por el art. 1749 del
CCCNen cuanto determina la responsabilidad directa del autor del daño.
También debemosdestacar que, todavez que los hechos ilícitos pueden ocasio-
narse y suceder por hechos positivos o negativos (acción u omisión, como lo refie-
re el art. 1749, CCCN), todavezque hemosdado tratamientoaellossupra, en el Ca-
pítulo Vil, ap. A, S 54, al tratar la clasificación de los actos ilícitos, remitimos al mis-
mo a fin deevitar reiteraciones innecesarias.
daño, quedan comprendidos tanto los autores materiales e intelectuales del mis-
mo, los consejeros-quienes estimulan su producción sin participación efectiva-,
y los cómplices, que son quienes brindan colaboración en todas las instancias del
daño, antes, durante y despuésde su producción.
Cuando el daño tiene una causa única y son varias las personas que participan
en él, la obligación será solidaria, por lo cual los damnificados directos y10 indirec-
tos podrán reclamara cualquiera delosobligados la totalidad del daño sufrido, sin
perjuicio de las acciones de reembolso posterior que puedan existir entre los co-
obligados.
En cambio, la obligación de los responsablesserá concurrente, cuando su deber
de responder nace de causasdiferentes, como suele suceder en el caso del dueño o
guardián de una cosa riesgosa, tal como lo dispone el art. 1758del CCCN.
dad por el hecho propio, mientras que el riesgo y la garantía lo hacen en otra órbi-
ta distinta, sin que por ello pueda considerarsea aquélla como regla generaly a es-
ta última como excepción.
En relación a la responsabilidad civil por el hecho ajeno, como lo hemos adver-
tido en el Capítulo Idel tomo 1 de esta obra, el Código Civil y Comercial ha estable-
cido para el ámbito convencional el principio de equiparación, razón por la cual el
incumplimiento de las personas de lasque el deudor se sirve para la ejecución de la
obligación se equipara al derivado del propio hecho del obligado (art. 732), por lo
cual la responsabilidad es personal y directa del deudor, y no refleja por la conduc-
ta deaquellos. Hechaesta salvedad, nosreferiremosseguidamentea lo largodees-
te capítulo a los casos más emblemáticos de responsabilidad extracontractual por
el hecho ajeno: la del principal por el hecho de los dependientes, la de los padres
por el hecho de sus hijos menores que habiten con ellos, la de los tutoresocurado-
res por el hecho desus pupiloso incapacessometidosacuratela, y la de lostitulares
de establecimientos educativos por los daños sufridos o causados por susalumnos.
En estos últimos, apreciaremos claramente que el deber de responder del acciona-
do que no se encontraba en forma previa vinculado jurídicamente a la víctima, se
funda en la transgresión del alterum non laedere sin que exista causa de justifica-
ción alguna para ello.
bJ Fundamento de la responsabilidad
Esta teoría había recibido serias objeciones por parte de la doctrina, tal como lo
hemos expresado también en la primera edición de esta obra:
tro del riesgo de actividad. En este mismo sentido, afirma Bueres que el riesgo no
sólo engendra responsabilidad directa, ni menos aún impide el ejercicio de la ac-
ción recursoria, ya que lo trascendente es la actividad riesgosa y no la relación de
encargo; en este supuesto, pues, la responsabilidad del principal por el daño que
ocasionael dependienteseguirá siendo indirecta, aún a pesar deestar fundada en
el riesgo creado.
No obstantees importantedestacar que, aun frente al silencio de la norma res-
pecto del factor objetivo de atribución aplicable, lo cierto es que cualquiera de
ellos que resulte ser invocado como fundamento, en nada cambiaría la suertede la
solución aaplicar, yaquearnbosconducenaenmarcarelcasoenel árnbitode la res-
ponsabilidad objetiva, como lo dispone el art. 1753 del CCCN.
C) Presupuestos de la responsabilidaddelprincipal
por el hecho del dependiente
1 - Relación de dependencia
Por nuestra parte, sin descartar la validez de la teoría de la garantía como fun-
damento de este supuesto de responsabilidad civil, estimamos que resulta más
acorde a la realidad del Derecho argentino fundar el deber de responder del prin-
cipal por el hecho de su dependiente en el riesgo creado, ya que quien utiliza de-
pendientespara llevar acabodeterminadasactividadesen su propio interés, debe
asumir el riesgo de los eventuales daños que la conducta de éstos pueden ocasio-
nar a terceros, en el ejercicio o en ocasión de la función encomendada por el prin-
cipal. Esta postura, en la cual nos enrolamos, ha sido esbozada en nuestro Derecho
por Borda y luego continuada y profundizada por Bueres, Zavala deGonzálezy Piza-
rro, entre los autores más notorios y calificados. Esto está íntimamente relaciona-
do con la cuestión de las actividades riesgosas a las que nos hemos referido en el
Capítulo VII, ap. E (ahora legisladas expresamente en los arts. 1757 y 1758, CCCN),
y está también conectadocon el peligro quesecrea al ampliar una determinada ac-
tividad a través de otros suietos a auienes se encomienda la realización de una ta-
rea ofunción determinada, puesto que de tal modo se expande la esfera de acción
y crecen indefinidamente las posibilidades de ocurrencia de daños. Debemos ser
claros que aquí el riesgo creado debe ser aprehendido en su concepción más am-
plia, puesto que el ámbito de riesgo que se encuentra ínsito en la actividad del de-
pendiente; estimamos que aquí el factor de imputación se configura en razón del
riesgo de la actividad desplegada por el principal a través de la relación de encar-
gocon el dependiente, la que quedacomprendida-según nuestro parecer-den-
CARLOS A . CALVO COSTA
deforma laxa y con un criterio flexible, dado que lo fundamental reside en la con-
ducta que desempeña un sujeto en interés o por cuenta y orden de otro.
Un calificado sector doctrinario manifiesta que basta para tener por configura-
do el requisito de la dependencia, con que exista la posibilidad potencial o virtual
del principal de dar las órdenes0 instrucciones al autorizado, sin quesea determi-
nante que éste lasejerciteo no. Y, como contrapartida, debe existir un cierto deber
de obediencia del dependiente a ese poder de autoridad que posee el principal
(Kemelmajer de Carlucci, Bueres, Llambías,Trigo Represas, Pizarro, Vallespinos, entre
otros). Otra partede la doctrina, no menos prestigiosa por cierto, afirma que la de-
pendencia civil no reside en la idea de subordinación del dependiente respecto del
poder de mando del principal, sino más bien en el hecho de actuar por cuenta de
otro dentro de su esfera de control (Lorenzetti), lo que determina el poder de inje-
rencia del principal sobre el agente que ocasiona el daño. Lo importante, según
nuestro parecer, es la nota de subordinación que debe existir entre el agente que
cometeel daño con respectoal principal, en el sentidoqueéste último tiene la posi-
bilidad de dirigir la actividad deaquél (o, al menos, el poder para hacerlo).
Estimamos que esta noción de dependencia debe reunir ciertos recaudos para
su configuración:
a) Debe existir una autorización expresa o tácita emanada del principal para
que el agente actúe en su interés.
b) Debe haber un poder del principal de impartir órdenes a quien actúa en su
interés (sea ese poder efectivo o virtual, como señalan Bueres y Zannoni).
C) Debe existir el poder del principal acerca de la posibilidad dedirigir la acti-
vidad del dependiente.
Con esta postura amplia, queda superada en el Derecho argentino la tesis res-
tringida en materia dedependencia de la que hablaban losjuristasfranceses, quie-
nes entendían que dicha noción suponía la existencia de un contrato de locación
deserviciosentre principal y dependiente, por lo cual el principalsólorespondíade
los daños causados por quienes habían sido libremente elegidos y vigilados. Ac-
tualmente esto no es así, adoptándose en nuestro Derecho -como hemos apre-
ciado- una concepción de dependencia bastante más amplia y flexible.
Reiteramos, so riesgo de fatigar al lector, que resulta fundamental que la actua-
ción que despliega el agente debe ser en interés de quien ejerce la autoridad de
mando sobre él, aun cuando dicho interés pueda ser compartido con el depen-
diente o con un tercero.
En definitiva, no se requiere que se trate de una dependencia estable, por lo
cual basta con que sea una dependencia ocasional, esporádica e, inclusive, gratui-
ta. Como expresa Zavala de González, la índole del interés del principal no se redu-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
cea lo económico, sino que también puede ser de cualquier otra naturaleza (v. gr.,
deportiva o cultural).
1- Ninguna duda cabe que el agente que ha ocasionado el daño debe haber
obrado en razón de la función encomendada por el principal para quecomprome-
ta la responsabilidad deeste último. Cuando nos referimos a la necesidadde haber
obrado en razón de la función encomendada queremos manifestar con ello que
debe existir un nexo adecuado de causalidad entre el daño que ha ocasionado el
dependiente y la función que éste estaba desempeñando al momento de su ocu-
CARLOS A . CALVO COSTA
rrencia; ello así, puesto que el principal será llamado a responder sólo cuando exis-
ta congruencia entre el acto encomendado al dependiente y el daño, es decir,
cuando el daño sea cometido con motivo de la función encomendada.
La cuestión en torno al ejercicio de la función encomendada ha motivado por
parte de la doctrina una serie de debates, ya que no ha sido pacífico el tema res-
pecto a determinar cuáles deben ser los límites de dicha función encomendada.
Ya haquedadosuperada la doctrina de mediadosdel siglo pasadoque sostenía
que el principal sólo era llamado a responder por los daños que ocasionaba el de-
pendiente únicamenteen ejerciciode la función encomendada, cuando dicha acti-
vidad desempeñada por el subordinado había sido regulary acordea lasdirectivas
impartidas por el principal.
Por el contrario, actualmente, nadie hesita ni en la doctrina ni en la jurispru-
dencia en considerar incluidosen la responsabilidad del principal a aquellosdaños
que ocasione su dependiente aún ante el malejercicio de la función encomenda-
da, ofrenteal abuso deella o bien, anteel ejercicio aparente de la misma.
Se considera queexiste malejercicio de la función encomendada cuando ésta es
realizada de manera indebida, con torpeza o de modo irregular por parte del de-
pendiente, ya sea por contrariar lasórdenes o instrucciones recibidas del principal,
o bien con medios inadecuados(v. gr., el cobrador de una empresa que decideame-
nazar o golpear a un deudor de su empleador para poder cobrarle).
También alcanzan la responsabilidad del principal losdañosqueocasionesu de-
pendienteabusando dela funciónencomendada, lo queocurre cuandoéste extra-
limita la función encomendada, excediéndose en la realización una tarea que no le
competía aun cuando presumiblemente estuviera prevista en el encargo (v. gr., el
chofer de una línea decolectivoque decide dolosamente-y sin causa que lo justi-
fique- cambiar la ruta del recorrido encomendado por su patrón, y ocasiona un
daño cuando está fuera del trayecto indicado por su principal).
Asimismo, compromete inclusive la responsabilidad del principal cuando el da-
ño del dependiente haya sido ocasionado en aparente ejercicio dela funciónenco-
mendada, toda vez que cabe hacerle extensiva la responsabilidad a éste en razón
deque ha sidoél quien ha contribuido a crear dicha apariencia (v. gr., el empleado
que utiliza el autode laempresaen la cual trabaja fuera del horariodetrabajo y en
su propio interés, yocasiona un dañoen talescircunstancias). La razón deserdein-
cluir esa apariencia en la responsabilidad del principal sedebea que-de otro mo-
do- lavíctima del daño encontrará múltiplesdificultades para poder probar la ex-
tensión de las funciones del principal hacia el dependiente que ocasionó el daño,
convirtiéndosetal extremo probatorio, detal modo, en una prueba "diabólica".
b) Finalmente, advertirá el lector que el último párrafo del art. 1753 del CCCN,
dispone que "la falta de discernimiento deldependiente no excusa alprincipal.. .".
De tal modo, se desprende que aun cuando el hecho del dependiente sea conside-
rado involuntario (dr. art. 261, CCCN), ello noexcusará la responsabilidad del prin-
cipal por el daño causado por quien se encuentra bajo su dependencia, más allá de
que haya actuado sin discernimiento, intención o libertad.
Sin embargo, ello nos lleva a preguntarnos: jen tal caso, la responsabilidad del
principal es directa o indirecta? Estimamos, como regla general, que el deber de
CARLOS A . CALVO COSTA
e) Eximentes
Respecto a las eximentes que puede invocar el principal para evitar su respon-
sabilidad ante el hecho del dependiente, cabe destacar lo siguiente:
1. El principal podrá liberarse de responder si no logran probarse cualquiera
de lostres requisitos esenciales que hemos analizado precedentemente pa-
raqueseconfigure su responsabilidad. Noolvidemosqueel damnificadoes
quien carga con la prueba detales extremos, tal como lo acabamosde men-
cionar.
2. Asimismo, tratándose de un supuesto de responsabilidad que se funda en
un factor objetivode imputación (sea ésteel riesgocreadoo la garantía), es-
timamos que también se liberará el principal acreditando cualquiera de las
eximentes idóneas para fracturar el nexo de causalidad, es decir, el hecho
del damnificado (art. 1729, CCCN),el hechode un tercero por quien no deba
responder (art. 1731, CCCN), o el caso fortuito o fuerza mayor (art. 1730,
CCCN).
a) Intmducción
Este supuesto de responsabilidad está previsto en el art. 1754 del CCCN: "Los
padresson solidariamente responsablesp~rlos daños causadospor los hijos que se
encuentran bajo su responsabilidadparentalyque habitan con ellos, sin perjuicio
de la responsabilidadpersonalyconcurrente quepueda cabera los hijos". Esta res-
ponsabilidad se extiendea todos loscasosdefiliación, ya sea ésta biológica oadop-
tiva, dado que la norma tampoco efectúa distinción alguna al respecto.
Debemos destacar que, en el antiguo art. 1114 que había redactado originaria-
mentevélez Sarsfielden el derogado Código Civil, la responsabilidad recaía exclusi-
vamente sobre el padre, y en caso de muerte, ausencia o incapacidad de éste, en la
madre. Bajo el amparo de esecódigo civil, en razón de la titularidad de la patria po-
testad compartida, existía la presunción de que los actos realizados por uno de los
hijos menores contaban con el consentimiento del otro, salvo oposición en contra-
rio, o bien, que el acto requiriese la conformidad expresa de ambos progenitores.
El Código Civil y Comercial de 2014, dejó atrás la denominación anterior de pa-
tria potestad, para pasar a referirse a ella como ejercicio de la responsabilidadpa-
rental, la que es definida como "elconjunto de deberesy derechosque correspon-
den a los progenitoressobre la persona y bienes del hijo, para suprotección, desa-
rrollo y formación integral mientrassea menor de edady n o se haya emancipado"
(art. 638, CCCN).
En cuanto a su ejercicio, dispone al respecto el art. 640 del CCCN este corres-
ponde: "a) en caso de convivencia con ambos progenitores, a éstos. Se presume
que los actos realizadosp o r uno cuentan con la conformidad del otro, con excep-
ción de lossupuestos contemplados en e l a r t 645, o que medie expresa oposición;
b) en caso de cese de la convivencia, divorcio o nulidad de matrimonio, a ambos
progenitores. Se presume que los actos realizados p o r uno cuentan con la confor-
midad del otro, con las excepcionesdel inciso anterior. Por voluntad de losproge-
nitores o p o r decisión judicial, en interés del hijo, e l ejercicio se puede atribuir a
sólo uno de ellos, o establecerse distintas modalidade~c) en caso de muerte,
ausencia con presunción de fallecimiento, privación de la responsabilidadparen-
tal o suspensióndel ejercicio de unprogenitor, a l otro; d) en caso de hijo extrama-
trimonialcon unsolo vínculo filial, a l único p r o g e n i t o ~e) en caso de hijo extrama-
trimonial con doble vínculo filial, si uno se estableció p o r declaración judicial, a l
CARLOS A . CALVO COSTA
otro progenitor. En interés del hijo, los progenitores de común acuerdo o e ljuez
pueden decidir e l ejercicio conjunto o establecer distintas modalidades".
bJ Fundamento de la responsabilidad
en el Código Civily Comercial
Dispone el art. 1755 del CCCN que "la responsabilidad de los padres es objeti-
va". Queda claro, pues, que sólo puede fundarse la responsabilidad parental en al-
gún factor de atribución objetivo, por lo cual no puede seguir sosteniéndose toda-
vía, luego de lo dispuesto en esta norma-como lo hacía cierta doctrina a la luzdel
derogadoCódigoCivi1-que la responsabilidad de los padres halla fundamento en
alguna manifestación de la culpabilidad.
Ya con anterioridad a la entrada en vigencia del nuevo Código Civil y Comer-
cial, habíamos sostenido en la primera edición de la obra, que la responsabilidad
de los padres por los hechos de sus hijos menores es objetiva (compartiendo el
pensamiento de Bueres, Mayo, Mosset Iturraspe, Reyna, Lloveras, entre otros), en
razón del riesgo de causa daño que puede generar la conducta de los hijos hacia
terceros mientras éstos se encuentran bajo el régimen de la responsabilidad
parental; para otros autores, en cambio, que también sostienen la responsabili-
dad objetiva de los progenitores, el fundamento reside en la garantía (Zavala de
González, Navarro Michel).
Nos parece totalmente acertado que el Código Civil y Comercial haya dispues-
to una responsabilidad objetiva para los padres, ya que no debemos soslayar que
en lostiemposactuales los hijos han adquirido una mayor autonomía respecto de
sus progenitores, lo cual dificulta el control que puedan ejercer los padres sobre
sus hijos. De tal modo, resultaba cada vez más endeble intentar sostener el fun-
damento de este supuesto de responsabilidad en la culpa en la vigilancia y en el
control de los padres sobre la conducta de sus hijos menores, máxime cuando mu-
chos de éstos desde temprana edad ya cumplen tareas laborales diarias con una
gran carga horaria que los mantienen fuera del hogar muchas horas del día, lo
cual dificulta que los padrespuedan ejercer el debidocontrol y lavigilancia quese
espera de ellos.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
CJ Fundamento de la responsabilidad
en elderogado Código Civil
Hasta la sanción del Código Civil y Comercial, fueron varios los fundamentos
que seesgrimieron en tornoal deber de responder de lospadrespor losdañoscau-
sadospor sus hijosmenoresdeedad que seencuentran bajo su responsabilidad pa-
renta1y habitan con ellos.
En realidad, recién con el dictado de la ley 23.264 en 1985 se había establecido
el régimen de la patria potestad compartida, y se reformó el art. 1114del CCdeVé-
lez, referido a la responsabilidad de los progenitores, que disponía que: "El padre
y la madreson solidariamente responsablesde losdañoscausadospor sus hijos me-
nores que habiten con ellos, sin perjuicio de la responsabilidad de los hijos si fue-
ran mayores de diez años. En caso de que los padres no convivan, será responsable
el queejerza la tenencia del menor, salvo que al producirseel evento dañoso el hijo
estuviereal cuidadodel otro progenitorU.Yel art. 1116establecíaque: "Los padres
no serán responsables de los daños causados por los hechos de sus hijos, si proba-
ren que les hasido imposibleimpedirlos. Esta imposibilidad no resultaráde la mera
circunstancia de haber sucedido el hecho fuera de su presencia, si apareciese que
ellos no habían tenido unavigilancia activa sobre sus hijos".
Como podrá apreciar el lector, el derogado Código Civil no disponía en ningu-
na desus normas de qué tipo de responsabilidad se trataba, aunqueen este último
art. 1116 del CCdeVélez Sarsfield, permitiría liberarse a los padres demostrando
que no pudieron ejercer una vigilancia activa sobre el hijo causantedel daño.
Ello provocó que con el avance de losaños se fueran gestando en la doctrina na-
cional distintas posturas en torno a la determinación del factor de atribución apli-
cable. Destacaremos, pues, las más relevantes.
2 - Culpa en la educación
Otra postura doctrinaria, establecía que los padres eran llamados a responder
por su condición de progenitores, en tanto y en cuanto les era factibleejercer laau-
toridad que la patria potestad les confería, y no en razón de una eventual infrac-
ción a sus deberes paternos. El fundamento de la responsabilidad era entonces la
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
CJ Legitimaciónpasiva
Resulta ser muy claro lo dispuesto en el Cód. Civil y Comercial que establece que
ambos padres son objetiva y solidariamente responsables por los daños causados
por el hijo menor deedadque habitecon ellos(arts. 1754y 1755). Elloguardacohe-
sión con el régimen de patria potestad compartida oportunamenteestablecido en
el derecho argentino por la ley 23.264 de 1985 (modificatoria del derogado Código
Civil), y que hasido replicado bajoel título "responsabilidad parental" en el nuevo
Código Civil y Comercial, lo cual conduceconcluir en queambos progenitores pue-
den ser demandados si los dos habitan con el menor que ha ocasionado el daño.
El art. 1754del CCCN no distingue entre lasclasesdefiliación, por lo cual lo pre-
ceptuado en la norma alcanza a los padres biológicos, a quieneslo han sido a~tra-
vés de técnicas de reproducción asistida o mediante el régimen deadopción. Así lo
determina también el art. 558del CCCN: "Fuentesdela filiación. lgualdaddeefec-
tos. La filiación puede tener lugar por naturaleza, mediante técnicas de reproduc-
ción humana asistida, o por adopción. La filiación p o r adopciónplena, p o r natura-
leza o por técnicas de reproducción humana asistida, matrimonial y extramatri-
monial, surten los mismos efectos, conforme a las disposicionesde este Código".
CARLOS A . CALVO COSTA
hijo junto con el otro progenitor. Ello así, todavez que en ese caso, la imposibilidad
decumplir con losdeberes propiosde la responsabilidad parental, sedebeasu pro-
pia conducta (ha motivado su pérdida; caso contrario, de ser eximido de responder
por el daño irrogado por su hijo, el privado del ejercicio de la patria potestad esta-
ría en mejorescondicionesqueel otro progenitor que ha cumplido siemprecon sus
deberesde padrey sin embargo, es llamadoa responder. Esta estambién la opinión
mayoritaria de nuestra doctrina (Kemelmajer de Carlucci, Zavala de González, Piza-
rro, Reyna), a la cual consideramos acertada y que mayor armonía con un régimen
de responsabilidad objetiva como el que ha dispuesto el legislador en el art. 1755
del CCCN.
Dispone también el art. 1754 del CCCN que para que se configure la responsa-
bilidad de los padres por los hechos de sus hijos, deben habitar con estos. No obs-
tante, aclara el art. 1755 del CCCN, que los padres "no se liberan, aunque el hijo
menor de edad no conviva con ellos, si esta circunstancia deriva de una causa que
les es atribuible".
El recaudo de que el menor conviva con sus padres halla su razón de ser en que,
detal modo, éstos puedan efectuar adecuadamenteel control y cumplircon losde-
beres inherentes a la responsabilidad parental; caso contrario, si el hijo no convi-
viera con sus progenitores (o al menos con alguno de ellos), adquiriría una auto-
nomía y un ámbito de libertad en donde el ejercicio de la autoridad paterna setor-
naría muy difícil para llevarla a cabo. Sin embargo, coincidimos con una calificada
doctrina en cuanto que es un requisito que resulta ser incompatible con un régi-
men de responsabilidad objetiva (Pizarra), aún mas considerando que -como lo
analizamos precedentemente- lo queatribuyeel deber de respondera los padres
por losdañoscausadospor sus hijos menores, es la titularidaddela responsabilidad
parental y no su ejercicio.
Aún bajo el amparo de las normas del derogado Código Civil, algunos autores
habían intentado relativizar este requisito al afirmar que no era necesario que el
hijo viviera bajo el mismo techo de los padres, sino que bastaba que éstos partici-
paran en los hechos cotidianos del menor (Llambías, Borda, Acuña Anzorena, More-
Ilo, entreotros). Deese modo, se pretendía queel requisito de laconvivenciasetor-
nara más flexible. Otros autores, sostenían que era inadmisible que un padre pu-
diera desligarsede responsabilidad con tan solo fijar al hijo una habitación distin-
ta a la suya, o que librara al menor a su suerte (TrigoRepresas, López Mesa).
Estimamos, no obstante, que lo dispuesto en el art. 1755 del CCCN ha relativi-
zado tal exigencia de la convivencia, ya que generalmente son los padres quienes
-por acción u omisión-tienen incidencia en la decisión de que el hijo menor de
edad no conviva con ellos.
CARLOS A . CALVO COSTA
0 Acción de regreso
Cabeaquí efectuar dos distinciones:
1. Si el daño ha sido causado por un menor de diez años, aún cuando el hecho
dañoso haya sido producto de un hecho involuntario, hemos mencionado
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
anteriormente que el menor puede ser condenado a reparar el daño por ra-
zones de equidad (arts. 1742y 1750, CCCN), pero ello no obstará a que la res-
ponsabilidad de los padres sea plena. En tal caso, estaríamos ante una res-
ponsabilidad concurrente del menor con la de sus padres (la de estos entresí
sigue siendo solidaria), ya que ambas responsabilidades provienen de fuen-
tesdiversas (arg. art. 850y SS., CCCN): mientrasel deber de responder del me-
nor tendría fundamento en el factor objetivo equidad, la de los padresen los
arts. 1754a 1756 del CCCN. Por ende, estimamos que de ocurrir ello, podrían
los padres exigir el reembolso de lo pagado. En cambio, si el juez decide no
atribuir responsabilidad al hijo menor en tal caso, la responsabilidad de los
padresserádirecta y no podrán exigir del menor reembolsoalguno.
2. En cambio, si el daño ha sido cometido por el hijo mayor de diez años, el he-
cho le es imputable al menor, siendo directo su deber de responder, y refle-
ja la responsabilidad de los padres. En tal supuesto, de ser los padres quie-
nes indemnicen a la víctima del daño, luego podrán reembolsar del hijo lo
abonado, en razón de tratarse de obligaciones concurrentes (art. 850 y SS.,
CCCN).
Otra cuestión que motiva el análisis, es la que se suscita con los daños produci-
dos en el ámbito escolar, la que ha sufrido mutaciones a lo largo de los años en el
ordenamiento jurídico argentino. Analizaremos, pues, cómo era tratada la cues-
tión en el derogado Código Civil deVélez Sarsfield y cómo loesluegode la sanción
del Código Civil y Comercial.
en el texto originario del art. 1117, y, por otro, cómo se lo hizo luego de la sanción
de la ley 24.830que modificó la citada norma.
pios alumnos por sí mismos mientras estaban bajo la vigilancia del director del cole-
gio o maestro artesano.
El daño causado por el alumno o aprendiz debía ser un acto ilícito en sentido subje-
tivo, esdecir, debía poder imputárseleel hechoa título deculpa o dolo a su autor ma-
terial.
La responsabilidadde los directores de colegio y maestros artesanos, cesaba si éstos
lograban probar que no habían podido impedir el hecho dañoso, pese a su conducta
diligente en la vigilancia de losalumnoso aprendices puestos bajo su custodia; y que
no habían incurrido en culpa en la vigilancia alguna.
Dispone el art. 1767 del CCCN: "El titular de un establecimiento educativo res-
ponde por el daño causado o sufrido p o r sus alumnos menores de edad cuando se
hallen o deban hallarse bajo el control de la autoridad escolar. La responsabilidad
es objetiva y se exime sólo con la prueba del caso fortuito. El establecimiento edu-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Quienes responden en razón del art. 1767 del CCCNson los titularesde los esta-
blecimientoseducativos, esdecir, aquellosqueestán al frentede una empresa orga-
nizada de aprendizaje bajo supervisióndocente. Como hemos advertido preceden-
temente, el texto del art. 1117 (t.0. ley 24.820) del derogado CCaludía se refería a
lospropietarios. Es importantedestacar queen derecho comparado, también se ha
utilizado el vocablo titulary no propietario, en el Código Civil español (art. 1904).
1 - Fundamento de la responsabilidad
ferente la edad deesta última a los fines de la reparación del perjuicio con funda-
mento en el art. 1767 del CCCN.
El art. 1767 del CCCN establece que los titulares de establecimientos educativos
deberán responder no sólo por los daños causados por sus alumnos, sino también
por losdañossufridos por ellos. Estaampliación habíasidointroducida por la refor-
ma de la ley 24.820 al antiguo art. 1117 del derogado CC, como lo hemosadvertido
precedentemente al estudiar los antecedentes del instituto.
Dentro de los daños causados por losalumnoscaben incluira aquellosqueéstos
ocasionen a otros alumnos (cualquiera sea el motivo del daño: juego, pelea, etcé-
tera), a los docentes y a terceras personas ajenas al establecimiento educativo (Sa-
garna).
Asimismo, los daños sufridos por los alumnos, comprenden los supuestos de
perjuicios que éstos padezcan dentro del establecimiento educativo, cualquiera
sea su fuente. Ellos pueden ser, entonces, producto de hechos propios (por ejem-
plo, si el alumno se fractura una pierna al caerse por saltar, correr, hacer gimnasia,
jugar al fútbol, etcétera), o bien, quetengan origen en el hecho delascosasde pro-
piedad del establecimiento (por ejemplo, el alumno es lesionado al desprenderse
un pedazo del techo del aula), o en la conducta del personal docente o adminis-
trativo, o bien si es ocasionado por terceros extraños al establecimiento. Debemos
destacar que el propietario del establecimiento educativo deberá responder fren-
te a la víctima aun cuando no se logre identificar al agresor, siempre y cuando se
pruebeque el dañoocurrióen las instalacionesdel colegio(o provino deellas), y en
tanto y en cuanto se prueben los otros requisitos que aquí estamos tratando.
4 - Eximente de la responsabilidad
Tal como surge claramente de la letra del art. 1767 del CCCN, la única eximente
posible que puedealegar el propietario de un establecimiento educativo esel caso
fortuito. Pero, tal como lo hemos analizado en el CapítuloVII, ap. C-en donde he-
mos tratado este tema-, no sólo debe tratarse de un suceso imprevisible, inevita-
ble e irresistible, sino que también debe ser ajeno y extraño al control de la autori-
dad escolar. Consideramosque el texto legal es excesivamenteriguroso con las au-
toridades educativas, al acotar la única posibilidad de exoneración a dicha exi-
mente.
Sin embargo, estimamos que debe admitirse la invocación del hecho del dam-
nificado(art. 1729, CCCN)comoeximentedela responsabilidad del titulardelesta-
blecimiento educativo cuando se trata de daños causados por alumnos y sufridos
por terceros ajenos a la actividad educativa. Ello así, puesto que en tal caso, no ha-
CAP/TULO IX
RESPONSABILIDADCIVIL POR DAÑOS
CAUSADOS POR ANIMALES.
RESPONSABILIDADCOLECTIVA Y ANÓNIMA
bría razón para excluir a tal eximente, cuando la conducta desarrollada por el ter-
cero dañado, haya tenido incidencia causal en la ocurrencia del perjuicio.
a) Responsabilidadsubjetiva
b) Responsabilidadobjetiva
a) Dueño delanimal
atribución era objetivo y residía en el riesgo creado (en este sentido: Orgaz, Busta-
mante Alsina, Kemelmajer de Carlucci, Bueres, Parellada, Alterini, Andorno, Golden-
berg, Compagnucci de Caso, entre otros). A punto tal, que se sostenía que -bajo
esta concepción- la responsabilidad por losdaños causados por los animalesse in-
tegraba de tal modo con el derogado art. 1113 del CCque resultaba aplicable con
carácter general a todo supuesto de hecho ilícito que no fuera delito (incluidos los
daños ocasionados por animales), y resultando de aplicación sustitutiva y comple-
mentaria lo dispuesto por los arts. 1124 a 1131 del antiguo CC(Pizarro,Vallespinos,
Alterini). Ello así, puesto que se argumentaba que la interpretación de todo el ple-
xo normativo debía guardar armonía evitando toda contradicción entre las nor-
mas originarias del Código Civil -pese a su vigencia- y las que habían sido luego
incorporadas por la ley 17.71 1.
Afavor deesta última postura, seargumentabaquecuandoel codificador efec-
tuó la redacción de los arts. 1124 a 1131 del CCno pudo jamás conocer la responsa-
bilidad objetiva, toda vez que los únicos factores de imputación de responsabili-
dad existentesen aquella época eran de índolesubjetiva, esdecir, la culpa oel dolo.
No obstante, de la redacción de dichas normas podía deducirse que las acotadas
eximentes de responsabilidad que preveían losartículos en cuestión daban cuenta
de que el deber de responder que impone al dueño y al guardián del animal se ase-
mejaba mucho al régimen de responsabilidad objetiva que ya imperaba en el Dere-
cho argentino. Ello había llevado a que algunos juristas, como Llambías, manifes-
taran -con anterioridad a la sanción de la ley 17.711-que la obligación de custo-
diadel animal que pesaba sobre el dueñoy el guardián era una obligación de resul-
tado, por lo cual ante la ocurrencia del daño la culpa de éstos quedaba evidencia-
da por vía presuncional, pudiendo sólo liberarse a través de la acreditación de la
culpa ajena que provoca la ruptura del nexo causal, o mediante la excepcional exi-
mente del derogado art. 1127 del CCvelezano que permitía alegar la falta de cul-
pa ante el hecho de haberse soltado o escapado el animal.
2 - En la primera edición de esta obra, que había visto la luzvarios años antes
de la sanción del Código Civil y Comercial, nos habíamos manifestado como partí-
cipes de esta corriente de pensamiento que halla el fundamento de responder de
los legitimados pasivosen el riesgo creado, ya que estimábamosque el animal ge-
nera siempre un riesgo de dañación hacia terceros lo que conlleva a que, tanto el
dueño o el guardián del animal que se sirve de él, deban responder frente a la víc-
tima por el daño injustamente sufrido por ella, salvo que acrediten la ruptura del
nexodecausalidad. Ello así, dado que una vezocasionado el daño por el animal, se
crea una presunción de causalidad que sólo podrá ser desvirtuada por el dueño o
guardián demandado demostrando la existencia de una causa ajena. Idéntico fun-
damento objetivo cabeasignar en el supuesto dequeel daño se produzca en oca-
sión de una actividadriesgosa desarrollada con animales.
CARLOS A . CALVO COSTA
Más allá de lo dispuesto en torno al carácter de dueño y guardián por los daños
causados por animales, existen también otros potenciales legitimados pasivos:
1. Según el caso, si es que también se les ha transferido la guarda, pueden ser
llamados a responder aquellosa quienestransitoriamente se les haya otor-
gado la posesión del animal, como por ejemplo ser, un veterinario (v. gr., si
el animalfuedejadoasucuidado poreldueño paraqueleefectúe una cura-
ción), un martillero público (que tiene el animal bajo su custodia para ven-
derlo en un remate), los paseadoresde perros, etcétera.
2. Será responsabletambién frente a la víctima el tercero que, habiendo exci-
tado al animal culposa o dolosamente, provoca la reacción de éste y la ocu-
rrencia del daño. Este supuesto, que excluye la responsabilidad del dueño y
del guardián, está previsto expresamente en el art. 1729 del CCCN, al que
nos referiremos luego cuando tratemos las eximentes.
3. También se sostiene que pueden ser llamadas a responder por el daño oca-
sionado por un animal aquellas personassobre las que pesa el deber deevi-
tar que éste se encuentre suelto en ciertos lugares en donde su simple pre-
sencia representa un peligro importante. Estees el caso de lasempresascon-
cesionarias de peaje por los perjuicios ocasionados por animales sueltos en
las rutas concesionadas (Pizarro, Vallespinos), lo cual ocurre frecuentemente
en nuestro país. Inclusive, no se descarta que dicho deber de responder pue-
da hacerse extensivo al Estado por incumplimiento de su deber de policía.
A la luz del derogado Código Civil deVélez Sarsfield, se había suscitado alguna
controversia en torno a determinar quién debía responder en el supuesto de que
el dueño y el guardián del animal fueran personasdiferentes, a tenor de lo que dis-
ponía el antiguo art. 1124 (v. gr., si el dueño lo ha entregado a otra persona para
que se sirva deél), y si la responsabilidad, en tal caso, era alternativa o conjunta.
CARLOS A . CALVO COSTA
Ello había dado lugar a discusiones doctrinarias, pudiéndose destacar dos pos-
turas:
2 - Otros autores, por otra parte, expresaban que la responsabilidad que les
cabía al dueño y al guardián era acumulativa y conjunta, lo cual determinaba que
ante la ocurrencia del daño ambos debían responder frente a la víctima, no obs-
tante las posteriores acciones de regreso que podrían existir entre ellos. En la pri-
mera edición de esta obra, habíamossostenido, como también lo hacía una doctri-
na mayoritaria (Mosset Iturraspe, Borda, Pizarro, Spota, Kemelmajer de Carlucci, en-
treotros), que la alternancia que parecía emanar del texto del art. 1124del CCesta-
ba referida a la opción queteníael damnificado para demandar al dueño o al guar-
dián del animal, sin que ello implicara quesi demandaba al dueño severía impedi-
do de reclamar el daño al guardián; lo que le estaba vedado a la víctima, era poder
cobrarle a ambos por el mismo daño, ya que de ese modo se estaría enriqueciendo
ilícitamente. Además, habíamos advertido en aquella primera edición, que no po-
diamossoslayarque cuandoesa norma en su parte final hacia mención a la posible
acción de regreso del guardián contra el dueño del animal, nos brindaba una pau-
ta que nos permitía deducir que la responsabilidad del propietario continuaba vi-
gente aun cuando haya transferido la guarda del animal.
constitución; así, por ejemplo, el dueño del animal que abona la indemnización
por el daño causado por estea la víctima, cuando el animal se encontraba en poder
del guardián (v. gr. locatario), podrá reembolsar contra este último todo aquello
que haya abonado al damnificado.
Otra de las eximentes idóneas para excluir este supuesto de responsabilidad, es-
tá dada por el hechode un tercero por quien -ni el dueño ni el guardián-deban
responder. En tal caso, resultará deaplicación lo previsto por el art. 1731 del CCCN.-
Son aplicables a la cuestión todas las consideraciones que -con carácter gene-
ral- hemosvertidosupra, en el CapítuloVII, ap. C, § 74, b) cuando analizáramos los
factores interruptivos del nexo causal, por lo cual remitimos al lector a dicha loca-
ción, a mayorabundamiento.También aquídebe hacerse mención del hechode un
tercero (y no sólo a su culpa), puesto que lo importante esque la conducta de éste
-culposa o no- haya tenido incidencia causal en la producción del daño.
Paraque pueda aplicarseestaeximente, el animal debe haber sidoexcitado pre-
viamente por un tercero, lo cual implica que éste ha debido provocar o estimular al
animal antes del ataque, ya sea en forma deliberada (lo que implica una conducta
dolosa desu parte),^ bien a travésdeun actuar negligenteoimprudente.También
en estecasoesposiblequeseconfigureun supuestode concausalidad entreel ries-
go creado por el dueño y guardián del animal y el hecho del tercero ajeno a aqué-
llos, lo cual generará que cada uno sea responsable en la medida que han contri-
buido a la ocurrencia del daño por parte del animal.
sado por un animal aotro, será indemnizado por el dueño del animal ofensor si és-
te provocó al animal ofendido. Si el animal ofendido provocó al ofensor, el dueño
deaquél no tendrá derecho a indemnización alguna".
Setrata, pues, de un supuestoen el cual losanimalesseagreden entresíocasio-
nándosedaños. Ahora bien, el problema quesuscita esta cuestión resideen que no
siempre resulta de fácil prueba acreditar cuál de los animales revistió el carácter de
agresor (u ofensor, como inapropiadamente menciona el artículo).
Se nosocurre que la acreditación detal circunstancia resulta fundamental, toda
vez que el dueño del animal agresor responde si éste atacó al otro, pero no lo hará
si no fue así o se probara que su animal sólo reaccionó ante el ataque de aquel que
resultó dañado y cuyo dueño reclama la reparación. Estimamosque tratándose de
un supuestode responsabilidad objetiva con fundamentoen el riesgocreado, bas-
taráal reclamante demostrar el daño y la relación decausalidad del perjuiciosufri-
do con el ataquedel perro del accionado (sin necesidad de probar la provocación),
debiendo acreditar el demandado como eximente que el animal del actor fue
quien inició la gresca con su ataque y quesu animal sólo reaccionó anteello.
Vélez Sarsfield no admitió esta figura en el derogado Código Civil, lo cual que-
daba evidenciado con la letra del antiguo art. 1131, en cuanto disponía que: "El
propietario de un animal no puede sustraerse a la obligación de reparar el daño,
ofreciendo abandonar la propiedad del animal".
El Código Civil y Comercial nada legisla al respecto, lo cual da cuenta que sub-
siste la responsabilidadobjetivadel dueñodel animal aúncuandoloabandonecon
posterioridad, ya que su deber de responder no se alterará.
CARLOS A. CALVO COSTA
mente responsables, hasta tanto alguno de sus miembros acredite que no ha con-
tribuido a su producción.
El daño debe haberse producido como consecuencia de la actuación organiza-
dadel conjunto de individuoso no (dado quetambién la actividad grupa1 pudo ha-
ber sido accidental), sin que se pueda establecer con certeza su verdadera causa ni
individualizarse asu autor (Cazeaux,TrigoRepresas). Sin embargo, aún cuandoexis-
te coincidencia doctrinaria respecto a ello, no la hay en cuanto al fundamento de
estetipode responsabilidad: mientrasa~~unosjuristas loencuentran en la ideadel
riesgo (Gesualdi), otros lo justifican en la garantía (Compagnucci de Caso), aunque
tal distinción deviene irrelevante ya que en ambos supuestos nos encontramos
frente a factores objetivos de responsabilidad, resultándoles aplicables -en con-
secuencia- idénticas eximentes. Como ejemplo de esta situación puede destacar-
se la actividad de un grupo de personas que participa en una pelea, la de un equi-
po médicoque lleva a cabo una intervención quirúrgica a un paciente, etcétera. Es
importante mencionar, como lo destaca Bustamante Alsina, que en este supuesto
de responsabilidad es irrelevante la culpa del agente, puesto que la responsabili-
dad quese leimputa esconsecuenciade haber formado partedel grupo y no de ha-
ber sido el autor del daño, que permanece anónimo.
Insistimosen la necesidad del anonimato del daño, puesto que esa ausencia de
identificación del autor, es lo que provoca la imputación de responsabilidad a to-
dos los miembrosdel grupo.
En el caso previsto en el art. 1762 del CCCN, se refiere a un supuesto de respon-
sabilidad colectiva, en donde el hecho dañoso se imputa al grupo en razón de su
peligrosidad. Por ende, como acertadamente se ha expuesto, en tal caso respon-
den todossus miembrostanto si mediaanonimato respecto del daño comoasítam-
bién si su autor está identificado (Picasso, Sáenz), por lo cual carece de toda rele-
vancia la autoría individual del agente. Aquí la causalidad no es alternativa o dis-
yunta (como ocurría en el supuesto del art. 1761 del CCCN), sino que es conjunta,
ya que se considera causa del daño a la actividad peligrosa del grupo. El supuesto
previsto en esta norma seaplicará, en consecuencia, a losdaños provocados por un
grupo peligroso (v. gr. los denominados "barras bravas", o quienes corren picadas
en lavía pública), y la imputación haciacada individuo se realiza únicamente en ra-
zón desu pertenencia a aquél; el único recaudo exigido por la norma, es-además
de la acreditación del daño por parte de la víctima- la prueba de la relación cau-
sal adecuada entre éste y la conducta del grupo. Aquí también nos encontramos
con un supuesto de responsabilidad objetiva, cuyo fundamento reside en el riesgo
creado.
x
CAPITULO
RESPONSABILIDAD CIVIL DE LAS PERSONAS JUR~DICAS.
RESPONSABILIDAD CIVIL DEL ESTADO
Y DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS
Durante la vigencia del Código Civil deVélez Sarsfield, también se había discu-
tido en tornoa la responsabilidad civil que le cabían a las personasjurídicas. Si bien
el tema fue tornándose pacífico con el correr de los años, uno de los más impor-
tantes cuestionamientos estaba dado en torno a su responsabilidad contractual y
extracontractual.
1 - Responsabilidad contractual
Se deduce del texto de la antigua norma, pues, que las personas de existencia
ideal eran responsables contractualmente y respondían por las obligaciones que
asumieran por ella sus representantes legales. Debemos recordar que el art. 36 del
CCde Vélez Sarsfield disponía al respecto que: "Se reputan actos de las personas
jurídicas losdesus representantes legales, siempreque no excedan los Iímitesdesu
ministerio. En lo que excedieren, sólo producirán efecto respecto de los mandata-
rios". Vélez Sarsfield, de tal modo, equiparó a las personas de existencia ideal a las
personas de existencia visible en cuanto al alcance del deber de responder por el
incumplimiento de las obligaciones convencionalespor ellas asumidas, a través de
sus representantes.
2 - Responsabilidad extracontractual
1 - La cuestión en la doctrina.
Fundamento
Este debate condujo, como un efecto reactivo, a que se hayan elaborado en la
doctrina una serie de teorías acerca de la naturaleza jurídica de las personas jurídi-
cas con el fin de justificar la posibilidad de que ellas pudieran ser o no sujetos pasi-
vosde responsabilidadextracontractual. Analizaremos brevemente las principales:
1.2 - Teoríasnegatorias
1.3 - Teoríasrealistas
La reforma de la ley 17.71 1 modificó el texto del art. 43 del derogado CC, el que
había quedado redactado del siguiente modo: "Las personasjurídicas responden
por los daños que causen quienes las dirijan o administren, en ejercicio o con oca-
sión de sus funciones. Responden también por los daños que causen sus depen-
dienteso lascosas, en las condicionesestablecidasenel Título: 'De lasobligaciones
que nacen de los hechos ilícitosque no son delitos'".
También en consonancia con esta modificación, fue reformado al mismo tiem-
po el art. 1720 del derogado CCcon el siguientetexto: "En el caso de los daños cau-
sados por los administradores son aplicables a las sociedades las disposiciones del
Título 'De las personasjurídicas"'.
De tal modo, habían quedado derogados los textos de los artículos anteriores
que tantas idas y vueltas interpretativas habían provocado en nuestra doctrina.
Podrá observarse, pues, que del texto del art. 43 del derogado CCemanaba con
claridad que las personas jurídicas poseían responsabilidad en los siguientes
supuestos de daños: en los que causaren sus directores o administradores; en los
ocasionados por sus dependientes; y en los que fueran irrogados mediante cosas
de su propiedad o que estuvieren bajo su guarda.
Al encontrarse de tal modo asimiladas a las personas de existencia visible en
materia de responsabilidad civil, les eran aplicables a las personasjurídicas los mis-
mos principios que hemos mencionado precedentemente en torno a los supuestos
de daños ocasionados por sus dependientes o por el hecho de las cosas de su pro-
piedad o que estuvieren bajo su cuidado.
El art. 1763 del CCCNdispone, con carácter general y con relación a la responsa-
bilidad de la personajurídica, que: "Lapersona jurídica respondeporlosdañosque
causen quienes las dirigen o administran en ejercicio o con ocasión de sus funcio-
nes". Como podrá apreciar el lector, la norma reitera casi textualmente el texto del
antiguo art. 43 del derogado Código Civil de Vélez Sarsfield (Rivera, Crovi).
Si bien son muchos los supuestos de aplicación de la responsabilidadcivil en los
que puede incurrir una persona jurídica (vgr. por lo daños que ocasionen sus depen-
dientes-art. 1753, CCCN-, por losdañosqueseocasionencon unacosa riesgosade
su propiedad - a r t s . 1757y 1758, CCCN-, etcétera), lo cierto esque el supuesto pre-
visto en el art. 1763 del CCCN, está referido únicamente al caso en que los daños los
causen quienes las dirigen o administren en el ejercicio o con ocasión de susfuncio-
nes. Nos referiremos únicamentea estecaso, ya que para losotrossupuestosdeapli-
cación nos remitimos a la parte correspondiente de esta obra en que hemos brinda-
do tratamiento a dichos institutos (CapítuloVII, D y Capítulo VIII, respectivamente).
CARLOS A . CALVO COSTA
Freitas, y sobre todo Savigny, han sido las fuentes que nuestro codificador ha utili-
zado a la hora de redactar este artículo.
La responsabilidad civil del Estado resulta ser una cuestión altamente compleja,
yaqueinteractúan en ellacuestionesdel derechoadministrativoy del derecho pri-
vado.
El deber de responder del Estado se fue construyendo con el desarrollo juris-
prudencial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que lofueconsolidandoa
lo largo del tiempo.
A priori, debemos destacar que la responsabilidad del Estado puede ser con-
tractual o extracontractual. Según nuestro entender, la llamada responsabilidad
contractual (o "por incumplimientoobligacional") del Estadoseconfiguracuando
el daño proviene del incumplimiento absoluto o relativo de una obligación pree-
xistente por parte del Estado, con relación a un particular (Pizarra), sin importar
que dicha obligación surja de un acto o contrato administrativo, o bien de la pro-
pia ley (obligación exlege). Además, en razón de la finalidad quesiemprecumplió
la responsabilidad aquiliana, todo otro daño ocasionado por el Estado a un parti-
cular que no fuera alcanzado por la responsabilidad convencional, debería diri-
mirseen la órbita de la responsabilidad extracontractual.
Si bien esta distinción carecería hoy de importancia a raízde la unificación de los
principios aplicables a toda la responsabilidad civil consagrada en el Código Civil y
Comercial de 2014,no podemos soslayar que actualmente la responsabilidad civil
del Estado no seencuentra regulada por dicho ordenamiento (ha sido excluida por
CARLOS A. CALVO COSTA
los arts. 1764y 176S), y se encuentra regulada por la ley 26.944-a la cual haremos
referencia posteriormente-que alude a su responsabilidad estatal por actividad
legítima e ilegítima.
Como se aprecia, pues, con el correr de los años y con la doctrina emanada de
las sentencias de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, se consagró una res-
ponsabilidad extracontractual del Estado directa y objetiva.
posición que excluye a la responsabilidad civil del Estado de los alcances del Códi-
go Civil y Comercial, atenta contra la unidad del ordenamiento jurídico consagra-
da en los arts. loy 2" del CCCN, que establecen un diálogo de fuentes y aluden a la
Constitución Nacional y a los tratados de derechos humanos en los que la Repúbli-
ca sea parte. A priori, estimamos que la exclusión de la responsabilidad del Estado
de las normasdel Código Civil y Cornercial atentan contra estos principiosque aquí
mencionamos.
Lo cierto es que en razón de lo dispuesto por las normas precitadas, no pueden
aplicarse ni directa ni subsidiariamente al Estado las normas que regulan la res-
ponsabilidad civil en el Código Civil y Comercial, y en consecuencia, leserán aplica-
blesa aquél las normas propias del derecho administrativo nacional o local, según
corresponda. Noobstante, se advertirá queello noveda la aplicación analógicadel
derecho común, lo cual podría aplicarse en caso de ser necesario (Cassagne); es
importante destacar esto, puesto que existen diferencias entre una aplicación
"directaosubsidiaria" por un lado,y la "analógica" por elotro: la analogía meper-
mite traer la norma, pero acomodarla a los principios, lo que no es posible a través
de la aplicación directa ni subsidiaria de una norma, que no deja margen para ello.
Dicho acomodamiento, estimamos, está permitido por el Código Civil y Comercial,
porque alude a un sistema de normas y a un diálogo de fuentes.
Como comentario final a esta cuestión, cabe agregar que una calificada doctri-
na hace hincapié en que el art. 1764 declara inaplicables únicamente las disposi-
ciones del Capítulo 1 (Responsabilidad civil) del Título V (Otras fuentes de obliga-
ciones), con lo cual se debería entender que el resto de la normativa contenida en
el Código Civil y Comercial sí le es aplicable al Estado en todas sus formas, como es
por ejemplo, la parte general, el régimen de las obligaciones, contratos, etcétera
(Alferillo).
Entre las múltiples razones que se han argumentado para justificar tal exclu-
sión, se ha dicho que la responsabilidad del Estado no es una institución exclusiva
del derecho privado; y, además, referido a la necesidad de protección de la admi-
nistración pública se señala que la admisión de un sistema de responsabilidad esta-
tal edificado sobre premisas idénticas a las reguladoras de las personas jurídicas
privadas, pondría en serio riesgo el interés general al afectarse las arcas públicas, si
al Estado se lo enmarca en un régimen común que consagra la reparación plena.
No obstante, no puede ni debesoslayarse que la obligación de reparar el daño
causado no resulta patrimonio propio del derecho civil, sino que por el contrario,
es un supra concepto inherente a la idea misma de justicia, propia de un Estado
democrático. Desde esta perspectiva, se ha expuesto -acertadamente, agrega-
mos- en contra de aquella postura que defiende la exclusión, que el carácter del
presunto dañador no puede justificar jamás un régimen de privilegio, apartado de
los presupuestos basales o medulares sino que, por el contrario, la mira debe
ponerse principalmenteen lavíctima y, luego, en la protección de los interesesdel
Estado (Pizarro,Vallespinos, Ramos Martínez). A tal fin cabría, a modo de ejemplo,
preguntarse: ¿por qué un reclamo indemnizatorio por una mala praxis médica tie-
ne que tener diferente tratamiento según se ocasioneen un hospital público o en
un establecimiento asistencia1privado? ¿por qué un accidente detránsito, debería
ser juzgado de diferente manera si el dueño y10 guardián del automotor es o no el
Estado?A nuestro entender, no existejustificativo.
Por nuestra parte, estimamosque lo dispuesto en el art. 1764, en cuanto deter-
mina la inaplicabilidad de las normas del Código Civil y Comercial a la responsabi-
lidad del Estado, no ha hecho más que distorsionar el proceso de constitucionali-
zación del derecho privado, al cual nos hemos referido en el Capítulo VI, ya que a
través de dicho fenómeno -dado principalmente por la penetración de los princi-
~iosconstitucionalesenel ámbito del derecho privado-se difuman las fronteras
existentesentreel derecho público y el derecho privado. Se nosocurreque esta dis-
CARLOS A . CALVO COSTA
accidental, deiureo de facto, que hayan accedido al cargo por elección popular o
nombramiento de autoridad competente, sin importar su jerarquía (Perrino).
Locierto esque, atravésdel funcionario públicoseexpresa lavoluntad del órga-
no estatal, por eso su conducta activa u omisiva es susceptible de comprometer la
responsabilidad civil del Estado.
El funcionario público está sometido también a responsabilidad administrativa
(regulada por el Derecho públicoante el incumplimientode losdeberes propiosde
la función que ejerce) y a responsabilidad penal (el Código Penal prevé delitos pro-
pios para quienes desempeñan una función pública: denegación y retardo de jus-
ticia, abuso de autoridad, prevaricato, etcétera). Sin embargo, nos ocuparemos
únicamente en este capítulo de la responsabilidad civil, la que analizaremos segui-
damente.
Al igual que lo que ha ocurrido con la responsabilidad civil del Estado, también
el deber de responder de los funcionarios públicosfueexcluido de las normasapli-
cables en la materia que dispone el Código Civil y Comercial. Si bien nos referire-
mos detalladamente a esta exclusión seguidamente, estimamos de importancia
efectuar un breve análisis de la cuestión a la luz del derogado Código Civil devélez
Sarsfield, a fin de poder evidenciar la importancia de los cambios producidos.
Además de la norma general establecida en el art. 1109 del derogado CC, Velez
Sarsfield había establecido una norma especial para juzgar la responsabilidad de
losfuncionariospúblicosqueerael art. 1112 del CC, quedisponía: "Los hechosy las
omisionesde los funcionarios públicosen el ejerciciodesusfunciones, por no cum-
plir sino de una manera irregular lasobligaciones legalesque les están impuestas,
son comprendidos en las disposiciones de este Título".
Se habíadiscutido en nuestradoctrina si el art. 1109también alcanzabaa la res-
ponsabilidad de los funcionarios públicos, y en caso afirmativo, si se justificaba el
art. 1112 a la luz de lo dispuesto con carácter general por el art. 1109, toda vez que
si la responsabilidad civil de los funcionarios públicos era alcanzada por este artí-
culo, no tendría razón de ser lo dispuesto en el artículo referido.
Para un sector doctrinario, el art. 1112 era, sin embargo, una norma de carácter
especial, que regía una responsabilidad específica y por ello se justificaba su exis-
tencia por estar dirigida a juzgar la conducta de individuos no comprendidosen el
art. 1109 (Machado); además, tenía un sentido y alcance propios en cuanto a la res-
ponsabilidad de los funcionarios públicos por los cuasidelitos que sólo ellos pue-
den cometer, precisamente por el carácter de la tarea que realizan (Bustamante
Alsina). Otros autores, en cambio, han expresadoque no se justificaba la redacción
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
del art. 1112, toda vez que los funcionarios y empleados públicos ya estaban com-
prendidos y alcanzados por lo dispuesto en el art. 1109 (Villegas Basavilbaso).
Por nuestra parte, en la primera edición de esta obra, habíamos estimado
importante la redacción del art. 1112, puesto que estaba referido a los supuestos
de daños que podían ocurrir por los hechos y omisiones de ciertas personas que
revestían un carácter especial (funcionarios públicos), que era completamente
diferenteal deber de responder que puede naceren cualquier otro individuocomo
simpleciudadano. Nodebemossoslayar queel funcionario público, generalmente
y según el cargo que desempeñe, suele realizar su actividad con poder de decisión
en razón de la función ejercida, lo cual constituye una nota distintiva respecto del
común de la gente. Es por ello que se nos habíamos manifestado en aquella opor-
tunidad, en pos de justificar que ella tuviera un tratamiento especial en el deroga-
do Código Civil.
Sin embargo, noobstante nuestra postura, otracalificada doctrinasostenía que
podría regirse la responsabilidad de los funcionarios públicos por el art. 1109 úni-
camenteante la inexistencia del art. 1112 (en este sentido, Kemelmajer decarlucci),
aunque no se dejaba de resaltar, acertadamente, que las diferencias entre ambas
normas era notable: así, mientras a través del art. 1112, una vez probado el cum-
plimiento irregular de las funciones por parte del funcionario público su culpa sur-
gíainreipsa,deaplicarseelart. 1109el demandadotendríaquecargar con la prue-
ba de la culpabilidad del demandado (Sagarna).
También esta norma fue modificada por la comisión revisora del Poder Ejecuti-
vo Nacional, que también decidió excluir del Código Civil y Comercial a la respon-
sabilidad civil del funcionario o empleado público, con la siguiente norma:
- Art. 1766: "Responsabilidad del funcionario y del empleado público. Los
hechosy lasomisionesde los funcionariospúblicosen elejercicio desus fun-
cionespor no cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
CJ Condiciones de la responsabilidad
que les están impuestas se rigen p o r las normas y principios del derecho
administrativo nacionalo local, según corresponda".
De tal modo, se remite a una normativa especial, que en el caso de los funcio-
narios y empleados públicos, también resulta de aplicación la Ley 29.944 de Res-
ponsabilidad Estatal. A tal fin, disponeel art. g0de la LRE: "La actividad0 inactivi-
dad de los funcionarios y agentes públicos en e l ejercicio de sus funciones por no
cumplirsino de una manera irregular, incurriendo en culpa o dolo, lasobligaciones
legales que les están impuestas, los hace responsables de los daños que causen. La
pretensión resarcitoria contra funcionarios y agentespúblicosprescribea los tres
(3) años. La acción de repetición del Estado contra los funcionarios o agentes cau-
santes del daño prescribe a los tres (3) años de la sentencia firme que estableció la
indemnización".
Podrá apreciar el lector que el art. g0de la LRE mantiene en lo esencial aquello
que disponía el art. 1112 del derogado Código Civil deVélez Sarsfield, aunque se
advierten algunas diferencias, que fueron muy bien sintetizadas por una califica-
da doctrina: 1) En el art. 9 se incluye entre sus destinatarios, además de los funcio-
nariospúblicos, a losagentes públicos; 2) se reemplazan losvocablos hechosy omi-
siones por actividade inactividad; 3) se precisa expresamente que el factor de atri-
bución de la responsabilidad de los agentes y funcionarios público es la culpa y
dolo; 4) se contempla la acción de regreso del Estado contra el funcionario o agen-
te causante del daño, y 5) se prevé el plazo de prescripción de la acción indemniza-
toria y se lo fija en 3 años, al igual que para la responsabilidad del Estado (Perrino).
Por último, estimamosquepesea insistir en nuestrodesacuerdocon la exclusión
de la responsabilidad civil de los funcionarios y empleados públicos de la normati-
va general prevista en el Código Civil y Comercial (por las razones que expresára-
mos al referirnos a la responsabilidad del Estado), debemos evidenciar una cues-
tión que resulta, al menos, llamativa. Cuando el art. 1764 del CCCN se refiere a la
inaplicabilidad de las normas del citado código de manera directa ni subsidiaria,
alude únicamente a la responsabilidad civil del Estado, pero nada refiere respecto
de los funcionarios públicos. Frente a ello cabe preguntarse: ¿también alcanza
dicha inaplicabilidad a la responsabilidad personal de los funcionarios y emplea-
dos públicos? Adviértase que si bien la respuesta debiera ser afirmativa para que
haya coherencia con el espíritu de la exclusión, lo cierto es que-al menos- resul-
ta contradictorio: si bien cuando el Código Civil y Comercial dispone la remisión a
las normas y principios del derecho administrativo nacional o local según corres-
ponda para la responsabilidad del Estado (art. 1765) y para los funcionarios y
empleados públicos (art. 1766), al aludira la inaplicabilidad, sólo hace referenciaal
Estado y no a estos últimos (art. 1764).
Sin perjuicio de todo ello, estimamos que el Código Civil y Comercial será de
aplicación analógica a todaslascuestionesno legisladasen el art. gOdelaLRE, tales
CARLOS A . CALVO COSTA
agente que cometió el dañoquien decida la aplicacióno no del art. gOdela LREal ser
él quien manifiestesi actuó o no como funcionario públicoal momento deocasionar
el daño. No soslayamos, sin embargo, que pueden presentarseciertos inconvenien-
tes cuando el daño se ocasione cuando el funcionario se encontraba en ocasión de
trabajo pero mediante un acto extraño a su función; en tal caso, estimamos que de-
berá ser el magistrado en el caso en concreto quien deberá analizar minuciosamen-
te si existe relación causal adecuada entre la función pública desempeñaday el daño
ocasionado, a fin de analizar si la responsabilidad del agente es personal o en su
carácter defuncionario público, y en tal caso, si deberáserjuzgadoa tenor de lasnor-
mas del derecho común o de la Ley de Responsabilidaddel Estado, respectivamente.
d) Legitimaciónactiva
Con respecto a la legitimación activa del Estado, esde destacar que podrá recla-
mar al funcionario, solamente si el daño padecido por aquél lo ha sufrido en una
esfera distinta a aquélla en que actúa normalmente el funcionario como conse-
cuencia de la función, ya que el contrato de empleo público tiene sólovigencia en
el ámbito de la función otorgada al funcionario, y no fuera de él (Marienhoff).
Por último, coincidimos con Sagarna en cuanto afirma que si el funcionario pú-
blico pertenece al Estado nacional y lesiona intereses de un Estado provincial,
aquel agente podrá ser demandado por este último, toda vez que no existe entre
ellos relación jurídica preexistentealguna.
La acción resarcitoria contra funcionarios y agentes públicos prescribe a los tres
años (art. 94 LRE), de modo similar al plazo establecido en el art. 2561, párr. 2" del
CCCN para la responsabilidad civil en general.
e) Legitimaciónpasiva
dos dentro de la órbita del art. 9 ' de la LRE- no pueden ser demandados
judicialmente si previamente no se logra el desafuero del diputado o sena-
dor (cfr. art. 70, CN). En cambio, no se necesita desafuero o renuncia previa
alguna para demandar a todos aquellos funcionarios o empleados del Po-
der Legislativo que no sean diputados o senadores.
3. También pueden ser encuadradosdentro de la órbita del 9"de la LREel pre-
sidente de la Nación, el vicepresidente y los ministros, pero debe solicitarse
previamente su renuncia o remoción mediante juicio político -según el
caso- antes de demandarlos judicialmente (cfr. art. 53, CN).
Por último, consideramos que el art. 9 ' de la LRE también es susceptible de ser
aplicado a los supuestos de responsabilidad de los profesionales que ejercen su
profesión en el ámbito de la función pública (Aguiar), como asimismo a los funcio-
narios de los registros públicos (Registro del Estado Civil y Capacidad de las Perso-
nas, Registro de la Propiedad Inmueble, etcétera), y a los peritos pertenecientes al
Poder Judicial de la Nación (v. gr., los miembrosdel Cuerpo Médico Forense).
En cambio, estimamos que no resulta de aplicación el art. 9 ' de la LRE ni a los
peritos designados por las partes durante el trámite de un proceso judicial, ni a los
tutoreso curadoresdesignadosen un juicio, asícomo tampoco a los escribanos pú-
blicos (con respecto a esta última cuestión, nos remitimos a los fundamentos que
expondremos en el capítulo siguiente cuando tratemos a las responsabilidades
profesionales).
CARLOS A . CALVO COSTA
nal, en donde se refería al ejercicio de una actividad profesional "que no exija títu-
lo habilitante".
Por nuestra parte, como hemosadvertido precedentemente, consideramosque
en razón de la noción tradicionalde profesional a la cual adherimos, sólo pueden
ser considerados como tales: los médicos, los abogados, los contadores, los escri-
banos, los arquitectos, los ingenieros, etcétera, es decir, aquellos que desempeñan
una actividad cuyo ejercicio está paralelamente vedado a quienes carecen del res-
pectivo diploma habilitante.
También adquiere relevancia respecto al tema que pretendemos abordar, el
conceptodeprofesionalliberal, queesaquél que, poseyendo un títuloque lo legi-
tima en su actividad, ejerce librementesu profesión; o dicho de otro modo, quien
poseyendo un título habilitante para ello, desempeña actividades intelectuales y
lo hace en forma autónoma (Trigo Represas). Por ende, se afirma que un profesio-
nal es libre cuando ejerce su actividad con independencia y aceptando el riesgo de
laeventualidad de sus propiosingresos, aunquesin descartar quelodeliberal pue-
da también concernir a la falta de subordinación del profesional hacia el cliente
(Yzquierdo Tolsada).
La regla general esque la relación con los profesionalesseda en un ámbitocon-
tractual, toda vez que usualmente el profesional es contratado por una persona
para que lleve a cabo una actividad propia de su profesión (v. gr., se contrata a un
contador público para que realice un balance, a un abogado para que asuma la de-
fensa del cliente en un proceso judicial, a un médico para que Ilevea cabo la inter-
vención quirúrgica de un paciente, etcétera). Sin embargo, no soslayamosque, co-
mo excepción, pueden originarse situaciones en las cuales la relación con el profe-
sional se enmarque en el ámbito extracontractual, tal como puede suceder -ver-
bigracia- si un médico atiende a un paciente en forma coactiva, a raíz de una im-
posición legal (el caso de un galeno que atiende a una persona desmayada en una
situación deemergencia en lavía pública).
puesta, será negativa, ya que no existe una culpa especial en los profesionales, así
como no hay en la responsabilidad profesional nada que difiera de los principios
elementalesde la responsabilidad civil en general (Chironi).
En Francia, sesolía sostener, sobre todo a partir del pensamiento deautores clá-
sicos, que en forma paralela a la culpa en general existía una "culpa profesional".
Se argumentaba en favor de tal postura, que era habitual -sobre todo en los jui-
ciosquese seguían contra los médicos-diferenciar entre el profesional que había
faltadoa unaregla de prudencia genérica (esdecir, la conducta que se le impone a
todas las personas, con la consiguiente responsabilidad común), del que violentó
reglas de orden científico que responden al arte de la medicina, lo que constituye
una "culpa profesional". De darse esto último, se manifestaba, el profesional res-
pondería únicamente en caso de una culpa grave o lata (Mazeaud,Tunc, Savatier).
En nuestro país, en cambio, antes de la sanción del Código Civil y Comercial, ha-
bían sido numerosos los eventos científicos nacionales (jornadas y congresos) que
habiendo tratado el tema de la responsabilidad profesional, habían concluido
que: "La culpa profesional es la culpa común o corriente emanada, en lo esencial,
del contenido de los arts. 512,902 y 909 del CC, y se rige por los principios genera-
les en materia de comportamiento ilícito. El tipo de comparación será el del profe-
sional prudente y diligente de la categoría y clase en la que quepa encuadrar al
deudor en cada caso concreto" (véanse, entre otros: "V Jornadas Rioplatenses de
Derecho", San Isidro, junio de 1989; "1 Jornadas Rosarinas para Estudiantesy Jóve-
nes Abogados sobreTemas de Derecho Civil", Rosario, agosto de 1989; "IVJorna-
dassanjuaninas de Derecho Civil", San Juan, agosto de 1989; y "11 Congreso Inter-
nacional de Derecho de Daños", BuenosAires, junio de 1991, tema: "Responsabili-
dad de los profesionales").
Por ende, el tratamiento de la culpa profesional requiere el análisis del concep-
t o general de la culpa, dado que aquélla resulta ser una de las múltiplesformas en
que se manifiesta esta última (Castronovo), ya sea a través de la imprudencia (un
obrar irreflexivo, un actuarcon ligereza, yaquese haceloquenosedebeo,entodo
caso, más de lo debido), de la negligencia (se omite cierta actividad que habría evi-
tado el resultado dañoso) o de la impericia (es decir, fruto del desconocimiento de
las reglas y métodos propios de cada profesión, que constituyen la lexartisque de-
be guiar la conducta de los profesionales). Resultaapropiado recordar que la lexar-
tis hace referencia a un conjunto de reglas universalesdeactuación, a unos "están-
dares" aceptadosy aprobados por la generalidad de la comunidad científica que el
profesional debe respetar en su actuación (Orozco Pardo).
Por otra parte, cabe encuadrar asimismo -como regla general- en el ámbito
de la responsabilidad extracontractual, aquellos reclamos efectuados a título iure
proprio por personas distintas del paciente y que resultan ser damnificadas indi-
rectas(el1osinperjuiciodel análisisque hemosefectuadoen el CapítuloVII al refe-
rirnos a la legitimación respecto a la reparación de las consecuencias extrapatri-
moniales-daño moral-), ya quesi bien la responsabilidad nacecon motivodeun
contrato, es invocada por terceros ajenos a las partes.
Nosotros propiciamos, como lo ha hecho la doctrina y la jurisprudencia impe-
rantesen nuestro país, queel encuadre de la responsabilidad civil del médico-co-
mo regla general- habrá de ser contractual, como también se ha sostenido mayo-
ritariamente en reiteradas oportunidades en congresos y jornadas que han trata-
do esta problemática. Aun cuando los deberes a cargo del profesional provengan
de normasgenerales (v. gr., ley 17.132), es innegable que cuando el médico acepta
intervenir existiendo un requerimiento previo del paciente, habrá entre ellos un
vínculo convencional.
bJ Caracteresdel contratomédico-paciente
1 - Consensual
paciente, el que debe estar expresado recíprocamente por las partes. Ahora bien,
toda vez que entre el médico y el paciente no suele haber firma de instrumento
alguno que ponga de manifiesto los derechos y deberes de ambas partes, la volun-
tad negocia1se evidencia en la mayoría de los casos mediante hechos exteriores
que denotan tal manifestación y que pueden consistir en la ejecución de un hecho
material consumado o comenzado, así como también en expresiones tácitas de la
voluntad. Ello así, ya queson extrañas lasexpresionespositivasdelavoluntad en el
contrato médico-paciente (con excepcióndeaquellos casosen los cuales la ley obli-
ga a la forma escrita, como ser la obtención del consentimiento del paciente en los
casos establecidos por el art. 7'de la ley 26.529).
2 - Bilateral
El contrato médico-paciente es bilateral (cfr. art. 966, CCCN), puesto que ade-
más de requerir el consentimiento unánime de dos personas, y da lugar al naci-
miento de obligaciones recíprocas, ya que se obliga una parte hacia la otra y vice-
versa. Estimamosque esta característica de bilateralidad no se pierde por el hecho
deque en la relación intervengan otras personas(v. gr., entidades médicas, clínicas,
sanatorios, representantes legales del paciente, etcétera), dado que las partes en
este contrato siempre serán dos, con derechos y deberes recíprocos: quien resulta
ser beneficiariodelosserviciosdesalud por una parteacambiodeun precio (hono-
rario), y quien se encuentra obligado a brindarlos, por la otra. Debemos aclarar
que, tal como magistralmente lo señala Bueres, el deber jurídico de prestar asis-
tencia médica se encuentra inmerso en una relación compleja, que no es más que
el gefüge de la doctrina alemana; en consecuencia, el deber jurídico principal de
brindar los servicios de salud comprende también otros deberes secundarios de
conducta, como ser los de diagnóstico, información, secreto profesional, etcétera.
3 - Oneroso
4 - Conmutativo
5 - Detracto sucesivo
6 - Noformal
7 - iulntuitu personae))?
1 - Mandato
5 - Nuestra opinión
2 - Locación de servicios
Algunos autores (Fernández Costales, Puig Brutau, Albaladejo, Salvat) han esti-
mado que el contrato celebrado entre el médico y el paciente reviste el carácter de
una locación de servicios (locatio operarum). Según esta postura, el galeno presta
un servicio médico-clínico, previamente solicitado por el paciente, por lo cual con-
vergen en la relación todos los elementos típicos de este tipo de arrendamiento,
donde la labor desarrollada por el médico es remunerada y de índole intelectual.
3 - Locación de obra
También esde recibo en una buena parte de la doctrina la postura que pregona
la existencia de un contrato de obra (locatio operis) entre el médico y el paciente.
En apoyo de esta posición se argumenta que lo determinante para su configura-
ción es la realización de un trabajo u obra intelectual, lo cual se da también en la
actividad médica (Barbero), en razón de que el galeno se compromete, mediante
estecontrato, a cumplir su prestación -de índole intelectiva-tendientea brindar
una adecuada y cuidadosa atención al paciente, sin que por ello se encuentre obli-
gado a la curación definitiva de este último. Debemos aclarar, sin embargo, que
una calificada doctrina (Fernández Costales, Cabanillas Sánchez) sostiene que el
contrato solamente sería una locación de obra cuando el médico asume una obli-
gación de resultado; mientras que, cuando sólo se compromete a la simple aten-
ción y cuidado del paciente, configura un arrendamiento de servicios.
4 - Contrato atípico
Una parte de la doctrina, también calificada por cierto, ha sostenido que la pe-
culiar relación jurídica entre el médico y el paciente impide que ella sea encuadra-
da dentro de algunas figuras típicas, por lo cual estamos en presencia de un con-
trato innominado (Yungano, López Bolado, Poggi) o atípico. En este sentido, se ha
argumentadotambién que noexiste una regulación completa que lesea aplicable,
ya que no posee la dependencia requerida por una locación de servicios, no es
esencialmente oneroso y tampoco existe obstáculo alguno para que pueda ser re-
vocado libremente por el paciente (Ataz López). En razón de ello, no encuadrán-
dose en una normativa específica, frecuentemente se debe recurrir a distintasfigu-
CARLOS A . CALVO COSTA
del galeno: la biología humana, la receptividad del paciente (con reacciones a ve-
ces incontrolables e imprevisibles), etcétera.
El médico -salvo contadas excepciones- no promete el resultado, pero sí asu-
me el compromiso de utilizar toda su pericia, ciencia y técnica para lograrlo. Esde-
cir, como bien lo ha evidenciado el profesor uruguayo Gamarra, no sólo es impor-
tante poner de manifiesto a qué se obliga el médico, sino también destacar a qué
no seobliga: a sanar al enfermo (aunque sí a cuidarlo y a hacertodo lo posible por
mejorar su estado de salud).
Bien lo advierteFernándezCostalescuando manifiestaqueel médicoesel único
profesional quese enfrenta a lo inevitable: la enfermedad y la muerte. Por ello es
común que se confunda, a veces, la supuesta negligencia médica con los riesgos
inevitables.de una intervención quirúrgica ocon lascomplicacionesde determina-
das enfermedades.
Deallíque resulta correcto, como loveremosseguidamente, encuadrar el deber
del profesional médico como de medios, aunque en determinados casos de excep-
ción -como lo advertimos precedentemente- pueda asumir una obligación de
resultado cuando la prestación a su cargo esté orientada a la consecución de un fin
determinado (v. gr., intervenciones quirúrgicas de cirugía estética -pese a que
existe respecto de ello controversias doctrinarias-, deberes de anatomopatólo-
gos y biólogos -análisis clínicos-, bioquímica, radiodiagnóstico, etcétera, entre
otros). Pero, en lo esencial, el médico asume tan sólo una obligación de actividad,
diligencia y prudencia, conforme al estado actual de la ciencia, ya que -como ya
hemos dicho- existe una serie de factores endógenos y exógenos ajenos a su pro-
ceder que le impiden asegurar la obtención del resultado buscado. Ello así, puesto
que muchasveces ocurrequeel médico actúa diligentemente, echando mano a to-
dos los elementos técnicos y científicosa su alcance y, sin embargo, no logra un re-
sultado favorable para el paciente (esdecir, su salud no mejora, o lo que es peor, se
agrava); en tal caso, empero, al no existir culpa en el accionar médico, no existe po-
sibilidad de efectuar reproche alguno al galeno por la conducta profesional de-
sempeñada.
No obstante, creemos importante destacar que aun sin garantizar el resultado,
el médico debe siempre llevar a cabo un proceder calificado y acorde con los dicta-
dos de la ciencia del arte (lex artis). Debe actuar, en consecuencia, con conducta
científica, que debe ser la admitida en su momento por la medicina (Vázquez Fe-
rreyra) y conducirseconforme a lo que se hace comúnmente, caso contrario se con-
figurará su culpa, ya sea por impericia (debido a la ausencia de conocimientos téc-
nicos), o bien por negligencia (al actuar incorrectamente en un caso concreto, a pe-
sar de poseer losconocimientos técnicos necesarios para llevar a cabo el acto médi-
co en forma correcta). Sin embargo, catalogar a la prestación médica como un su-
puesto deobligación de medioses lo que le permite al galeno gozar de una gran li-
bertad de acción al momento de seleccionar entre los múltiples tratamientos posi-
CARLOS A . CALVO COSTA
Por nuestra parte, estimamos que de seguirse esta línea de pensamiento, ade-
más de extenderse las fronteras de la responsabilidad médica, no sólo aumentaría
el número de demandas (y de condenas, claro está, dado que sería el profesional
quien cargaría con la prueba), sino que -como lógica consecuencia- se encare-
cería el costo del servicio de salud -ya bastante elevado en nuestros días- con el
consecuente perjuicio para el principal beneficiario del mismo: el usuario. Además,
consideramosque la clasificación no representa en absoluto-como algunosauto-
res creen- un beneficio para la postura del médico, ya que en toda actividad pro-
fesional, si bien encontramosobligacionesde medios, también existen deberesde
fineso de resultado a cargo del obligado. En la medicina, por cierto, serán cuanti-
tativamente mayores aquellas que estos últimos, pero ello se debe -como lo he-
mosvisto-a la naturaleza de la prestación médica y a la índole de los interesesen
juego (y no, como creen sus críticos, a la voluntad de la doctrina o de la jurispru-
dencia de intentar mejorar o "proteger" la postura del médico).
bles a seguir, revistiendo ello tal importancia que la calificación del deber médico
comodemediosconstituye-según laopinióndeciertosautores-el "corolariode
la independencia intelectual" (Memeteau) que el profesional de la medicina debe
poseer en todo momento.
Apreciaremos a lo largo de nuestro desarrollo que el factor de atribución más
importanteque rige la responsabilidad civiIdelosmédicoseslacuIpa, todavez que
la omisión de la diligencia (cfr. art. 1724, CCCN) requerida por el acto médico en ca-
da caso en concreto es el que va a determinar finalmente si cabe efectuar o no re-
prochealguno al galeno por su accionar.
Estamos convencidos, pues, que como regla general el médico asume frente al
paciente una obligación demedios. En razón de ello, si bien el interésfinal (insolu-
tione) de éste-y que da sentido a la obligación-es la curación o mejoría del en-
fermo, hay que destacar queel interés primario (inobligatione) loconstituyelaac-
tividad profesional diligente del galeno (la que se cumplirá cuando el profesional
actúedeacuerdoa la lexartis, esdecir, con la pericia, la ciencia y la técnica requeri-
da por el caso en cuestión). Por ende, dando cumplimiento al interés primario, la
obligación se considerará satisfecha, puesto que no puede exigírsele al médico
-como ya lo hemosvisto anteriormente- la curación o mejoría del enfermo (este
resultado, si bien es el fin de la prestación médica, no se encuentra comprendido
en el contenidode la obligación). Es indudable, pues, que la incertidumbreque ro-
dea al acto médico (en razón de la aleatoriedad de sus resultados ante las múlti-
ples reacciones biológicas que puede presentar el cuerpo del paciente), impiden
que-salvo contadísimasexcepciones-el galeno pueda asumir una obligación de
resultado.
Un sector doctrinario, en la Argentina, impugnó la división en obligaciones de
medios y de resultado, atacando sobre todo sus consecuencias en torno a la prue-
ba del incumplimiento y de la culpa (Mosset Iturraspe), propiciando que tal clasifi-
cación fuera desechada y que +.obre todo en las obligaciones de hacer (como la
del médico)-, se presumiera la culpa (Lorenzetti). El cuestionamiento de este sec-
tor doctrinario, más que representar una crítica a la clasificación de las obligacio-
nes en de medios y de resultado, pareciera tener como objetivo principal suprimir
la regla que impone al paciente la carga de la prueba de la culpa, camino lógico al
que conduce la obligación de medios (la que, en palabras de sus defensores, cons-
tituyeun "escudo protector" paraelobligadoy conduceasu irresponsabilidad). En
favor de esta postura se argumenta que, frecuentemente, la prueba de la culpa
médica se constituyó en prueba "diabólica" para el paciente: a modo deejemplo,
se sostiene que el quehacer del cirujano queda protegido por el "secreto del qui-
rófano" y el del médico clínico por el cumplimiento en abstracto de actos médicos;
y, además, que en razón de esta regla en materia probatoria, los profesionalesde-
mandados se colocan frecuentemente en una actitud negativa o reticente, espe-
rando que el actor logre demostrar la responsabilidad (Mosset Iturraspe).
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
otros ordenamientos jurídicos, v. gr., el art. 2236 del CCita1iano)- tampoco habrá
graduación de culpas a la hora de analizar el comportamiento médico. Por ello,
acertadamente sostiene Bueres que "no hay grados de culpa -el buen médico, el
súper médico, etcétera- (...) Y así como no hay varios modelos -no hay gradua-
ción- tampoco existen apreciaciones de culpa estrictas o menos estrictas, riguro-
sas o menos rigurosas". Por lo tanto, en materia médica bastará que se acredite la
existencia de culpa del profesional y que media relación causal entre dicha con-
ducta y el daño producido, para que se configure su responsabilidad y nazca el de-
ber de reparar el perjuicio ocasionado.
En definitiva, el hechode que la diligencia deba ajustarse a lo queexija la natu-
raleza de la obligación significa que el médico que ha producido el daño, si quiere
exonerarse de responsabilidad, debe haberse comportado con el cuidado que le
imponía el derechoy el interésquese ha vistoafectado porsuactuación. Detal mo-
do podemosafirmar, como regla general, que se configurará la culpa médica cuan-
do resulten infringidos los preceptos que establecen el estándar de conducta al
quedebe remitirseel galeno, atendiendo paraelloa los usos, reglas, métodosytéc-
nicas adoptados por la práctica médica. Debemos aclarar, sin embargo, que como
bien lo sostiene Garnarra, pueden existir casos de excepción en los cuales esté justi-
ficado apartarse de la práctica o costumbre médica, violando una regla técnica, y
que, no obstante, dicha desviación noconfigure automáticamenteculpa del médi-
co: esto sucede cuando se está en presencia de nuevos tratamientos, ya que -de
no ser así- se estaría obstaculizando el progreso de la ciencia médica. Asimismo,
con criterio absolutamenteentendible y quecompartimos, se ha sostenido que no
existirá culpa médica cuando el método o procedimiento aconsejable en un caso
determinado resulta ser materia opinable (se suele decir que la culpa médica co-
mienza donde terminan las discusiones científicas), o cuando se hayan producido
dos informes técnicos discrepantes, ambos fundados científicamente y absoluta-
menteatendibles por el magistrado.
En la generalidad de los casos, los médicos asumen obligaciones de medios (lo
cual -también generalmente- tornan operativas las normas de la responsabili-
dad subjetiva) en donde la culpa-y el dolo, claro está- será el factor de imputa-
ción del deber de responder. Ello provoca que, ante la necesidad de demandar a un
profesional de la medicina, la víctima se vea obligada a cargar con la prueba de la
culpabilidad del médico. Para muchos autores, como lo vimos anteriormente, se
trata ni más ni menos que de una prueba diabólica; sin embargo, tanto en la doc-
trina como en la jurisprudencia se han adoptado distintos y variados criterios que
facilitan la acreditación de talesextremos probatorios.
Por lo tanto, aun cuando erróneamente se pudiera interpretar del art. 1735 del
CCCN una inversión de la carga probatoria, poniendo sobre los hombros del pro-
fesional la carga deacreditar que actuó diligentemente (y no sobreel cliente la de
probar la culpa de aquél), debemos manifestar que ello no es el objetivo que per-
siguen las cargas probatorias dinámicas, sino que, por el contrario, su finalidad re-
side en que cada parte aporte al pleito los elementos probatorio~respecto de los
cuales se encuentran en mejores condiciones de producirlos. Y, además, atienden
mása la naturaleza de los hechosquedebenser probados, quea la condición deac-
t o r o demandado sobre quien pesa la carga de la prueba; por cierto, si el profesio-
nal seencuentra en mejorescondicionesde aportar una prueba al expediente, no
puede ni debe quedarse cruzado de brazos: deberá acompañarla y producirla en
los estradosjudiciales afin de evidenciar queobró sin culpa.
tar el nexo causal y la culpa del médico, aun cuando en la práctica la prueba deam-
bos presupuestossesuperpone (dadoquelosucedidose nosapareceen forma con-
junta), creando muchasveceslaconfusión decreer quela relación causal debedar-
se entre la culpa del médico y el daño, y no entre la actuación médica y el perjuicio
que sufre el paciente (PantaleónPrieto). No distinguir entre la causalidady la culpa
constituye,en definitiva, una confusión entre la previsibilidad abstracta con la pre-
visibilidad concreta previsibilidad concreta abstracta- (Bueres).
Estimamos, en rigor deverdad, que para que la responsabilidad médica pueda
configurarse, el pacienteestará obligado aacreditarqueel daño que padecey cuya
reparación reclama es consecuencia de un comportamiento culposo positivo u
omisivoatribuiblea la mala praxisdel profesional; ello exige, como también losos-
tiene una calificada doctrina (Gamarra), que el paciente sevea obligado a demos-
trar no sólo la culpa sino también la relación de causalidad.
En estesentido ha concluido delegelata el "II Congreso Internacional de Dere-
cho de Daños" (Buenos Aires, 1991), en donde la Comisión n02 ("Responsabilidad
de los profesionales") ha recomendado que: "... 7) La prueba de la relación causal
entreel hecho médicoy el resultadogenerador dedaños incumbeal damnificado,
sin perjuiciodeque esa actividad demostrativa sealigereoflexibiliceen vista de las
circunstancias particulares de cada caso. Una vez producida esa operación, podrá
presumirse hasta límites razonables la adecuación de las consecuencias dañosas.
8) La mera posibilidad entrevariasotras probablesdequeel hecho médicoobrado
sin culpa haya gravitado en la producción del daño noautorizaaestablecer ningún
tipode indemnización ni aun parcial en favor del damnificado, puesobsta a ello la
incertidumbre del nexo causal".
Lasdificultadesa lasquealudimos hallan su razóndeser enque, enel daño final
quesufreun paciente, suelen converger múltiplesfactoresquenodeben ser impu-
tadosensu totalidad al médico, en la medida enqueésteno los hayaaportado.Ob-
sérvese que en primer lugar, nos encontraremos con el estado de salud del enfer-
mo (previo a tomar contacto con el profesional) quien se encuentra -en la mayo-
ría de los casos- afectado por un mal o enfermedad; en segundo lugar, el pacien-
te recibirá un tratamiento determinado para combatir esa afección (v. gr., rayos,
medicaciones, intervenciones quirúrgicas, etcétera) que pueden repercutir de di-
ferentes maneras sobre su estado de salud; finalmente, aun debidamente diag-
nosticado y tratado por el médico, la enfermedad quesufre el paciente puedecon-
tinuarsu evolución hasta provocarle la muerte,sinquequepaefectuar reprocheal-
guno a la conducta del galeno. Aun de existir culpa en la conducta del profesional,
no es responsable cuando el perjuicio hubiera ocurrido de todas formas, si su com-
portamiento culposo carece de toda relevancia causal.
Como ejemplo, resulta clarificante el brindado por el profesor francés Chabas
en un artículo sobre la pérdida de la chance, en dondecita una sentencia de la juris-
prudencia francesa. Se trataba de una paciente que por presentar hemorragias en
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
daño abstracto que sustituye al daño concreto sufrido: elvalor económico de la pro-
babilidad de vida o curación perdida. Este análisis, y la exigencia de la acreditación
del nexo causal, le permitirán al juzgador determinar cuándo se encontrará ante un
supuesto de pérdida de chance y cuándo en presenciade un daño integral.
Sin embargo, aun cuando se requiere la prueba efectiva del nexo causal, coinci-
dimos en lo pregonado por una calificada doctrina (AtazLópez) en cuanto a que en
determinadas circunstancias resulta necesario flexibilizar la exigencia probatoria
del nexo causal (en cabeza del paciente), con tal de que la responsabilidad médica
no setorne ilusoria. No podemos pasar por alto que a la partedemandante le resul-
ta muy dificultoso en la mayoría de los casos poder probar que, de haber existido
diligencia en la conducta profesional el daño (muerte o lesiones), no se hubiera
producido o se hubiera retrasado (si hablamos de un fallecimiento). La prueba del
nexocausal, entonces, deviene muy dificultosa, ya que la conducta omisiva del mé-
dico impedirá saber -en definitiva- qué habría ocurrido de haber actuado éste
con diligencia. No podemos soslayar que la causalidad omisiva se construye en tér-
minos hipotéticos, probabilísticosy deverosimilitud.
Por lo tanto, cuando la experiencia indica que un hecho debió ser causa del da-
ño, según el buen sentido del juzgador, puede tenerse por probada la relación cau-
sal hominis, sin queello impliquesoslayar su prueba. Claroestá que para que el sen-
tenciante pueda arribar a la conclusión de tener por probada la causalidad homi-
nis, el reclamante deberá haber aportado suficientes elementos probatorios-cu-
yo análisis le permitirá al juez formar su convicción respecto de la responsabilidad
del galeno, los cuales, si bien no logran acreditar fehacientemente el nexo causal-,
resultan reveladores de su existencia. En la formación del convencimiento del ma-
gistradosin duda alguna quecontribuirán losperitajesmédicosque seefectúen en
la causa, en todos aquellos casos en los que el perito, si bien no se manifiesta ter-
minantemente, deja en claro que cierto acto "pudo haber" sido o causado el even-
to dañoso, indicando detal modo una probabilidad, pero no una certeza.
Este hasido el criterio que ha adoptadoy quesigue continuamente, en gran me-
dida, la jurisprudencia argentina.
Sin embargo, queremos ser claros, a pesar de que con la reiteración corremos el
riesgo de fatigar al lector, aun cuando se flexibilicesu prueba esto no debe signifi-
carqueel pacientenoestéobligadoademostrar la relacióncausalentreel acto mé-
dico y el daño. No compartimos, por ende, la tendencia que hacornenzadoa impe-
raren el Derechoitaliano-sobre la cual nosadvierte De Matteis-en cuantoa que
si se tiene certeza sobre la culpa, se presume la relación causal invirtiendo la carga
de la prueba, que pasa a gravitar sobre el médico. Estimamos, y nos mueve tal con-
vicción como ya lo hemos advertido, que la relación de causalidad tiene que esta-
blecerse con un grado suficientede certeza y verosimilitud; caso contrario, nos en-
contraremos con profesionales médicos injustamente condenados por daños que
ellos no han cometido.
CARLOS A . CALVO COSTA
2 - El primerproblemaquesedebeabordarparaanalizarcorrectamentela res-
ponsabilidad civil del escribano es el intentar determinar si la función pública dele-
gada convierte al escribano en un funcionario público, o si el notario mantiene el
carácter de profesional que ejerce una función pública, sin que por ello se convierta
en funcionario del Estado. Este interrogante, así planteado, nos conduce irreme-
diablementeaanalizar lanaturalezajurídica dela actividaddelescribano, que, ade-
lantamos, resulta ser polémica y de opinión divergente en nuestra doctrina.
Al ser el notario un profesional del Derecho que ejerce una función pública, su
relación con el clientelrequirenteserá de tipo contractual, toda vez que la relación
entre ambos nace de un contrato, desde el mismo momento en que el notario
acepta prestar sus servicios profesionales que le ha requerido aquél. En conse-
cuencia, el deber de responder del notario es siempre contractual. En esta línea de
pensamiento, con alguna excepción aislada (BustamanteAlsina, Savransky) se sos-
tiene que el incumplimiento del contrato también generará responsabilidad con-
tractual del escribanofrentea cualquiera de las part&celebrantes, hayan sido o no
los requirentes originales de los servicios profesionales del notario (v. gr., contra-
parte de quien requirió sus servicios profesionales, ya que queda incorporada al
negocio al manifestar su asentimiento para que el notario intervenga; de ahí que
esa particular adhesión determina que todas las partes sean, al fin y al cabo, clien-
tes del escribano) (Trigo Represas; en contra, Savransky).
Por otra parte, si de la actuación profesional del notario se sigue un perjuicio
para terceros (v. gr., si realiza una escritura pública por la cual setransmiteel domi-
nio por quien no era el verdadero titular del inmueble sino un impostor), la obli-
gación profesional caerá dentro del ámbito extracontractual o aquiliano (art.
1749, CCCN).
Obviamente, quienessostienen queel escribano es un funcionario público tam-
bién extenderán el deber de responder del notario al Estado (cfr. art. gO,ley 26.944
de Responsabilidad Estatal). Estamosenfrancodesacuerdo con esta posición, dado
que para nosotrosel notario no es funcionario público ni dependientedel Estado;
además, si no reviste tal carácter cuando desempeña su función en cumplimiento
de un negocio jurídico frente a las partes, tampoco lo será cuando cometa un acto
ilícito en perjuicio de un tercero. En consecuencia, entre el dañado y el Estado no
existevínculo o relación jurídica alguna emanada de la actividad notarial.
Una vez efectuadas estas distinciones, queda hacer referencia puntualmente a
las principales actividades que desarrollan los escribanos e intentar determinar
frentea quétipo de responsabilidad nosencontraremosen cada caso.
A priori, resulta imprescindible evidenciar que, en materia de responsabilidad
profesional, tal como hemos advertido precedentemente, es aplicable -funda-
mentalmente para determinar el factor de atribución aplicable y el régimen de la
prueba de la culpa- la clasificación de lasobligacionessegún sean de medioso de
resultados, la que -si bien ha sido discutida en cuanto a sus diferentes matices y
subclasifcaciones- tiene fundada vigencia según nuestro parecer y cabida en el
nuevo ordenamientojurídico, a tenor de lodispuesto en el art. 774del CCCN, como
lo hemos analizado a lo largo de esta obra.
Ninguna duda nos asiste que siendo el objeto de la obligación el "plan o pro-
yecto de una conducta futura del deudor con miras a dar satisfacción a un interés
del acreedor" (Díez-Picazo), si bien los dos elementos (plan de conducta e interés
del accipiens) se encuentran presentes en el objeto de toda relación obligatoria,
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
1 - Estudio de títulos
bién extrajudicial, la que llevará a cabo a travésdel asesoramiento, del consejo le-
gal, o bien de la redacción decontratos, estatutos, reglamentos, etcétera (Trigo Re-
presas, López Mesa, BustamanteAlsina). Es decir, esta idea de la abogacía concuer-
da con la acepción que nos brinda el Diccionario de la lengua española sobre el
abogado, al definirlo como el "licenciado o doctor en derecho que ejerce profe-
sionalmente la dirección y defensa de las partes en toda clase de procesos o el ase-
soramiento y consejo jurídico".
Ahora bien, se ha discutidoen tornoa laverdaderafunciónquedesempeñaun abo-
gado, habiendo sido motivo de debate durante mucho tiempo la cuestión en torno a
si la abogacía cumplía o no una función social. Ello así, puestoque si bien el abogado
defiende un interés particular, lo cierto es que en su accionar trasciende ese interés
privado para servir al interés público de la justicia (Díaz deGuijarro), lo cual ha llevado
a algunos autores (como Morello y Berizonce) a afirmar que aun cuando patrocinen
los interesesdesusclientes, están también participando de un cometido público.
Esindudable lafunciónsocial delaabogacía, debidoaquelosabogadosson ins-
trumentos de la justicia, por lo cual a través del rol que desempeñan contribuyen
con el Estado a componer los conflictos existentes entre particulares, lo cual los
convierte en profesionales al servicio del interés público.
1 - Deber de información
El abogado debe informar a su cliente, en forma clara y precisa, todas las cir-
cunstancias que rodean al proceso judicial: las que precedan al inicio de las accio-
nes (advirtiéndole las posibles vías judiciales que se pueden intentar, riesgos que
corre el cliente ante una sentencia adversa, duración prevista estimada, etcétera),
así como también las relativas a la marcha del proceso una vez iniciado. Es impor-
tante destacar queen ciertoscasosesconvenientequeel letradoobtenga del clien-
te un consentimiento informado por escrito, sobre todo en aquellos asuntos ries-
gosos y de gran entidad económica, a fin de poder acreditar con posterioridad el
haberle informado al clientetodos los riesgosque involucraba el asunto y la acep-
tación de ellos por parte de éste (v. gr., si el abogado debe iniciar una acción judi-
cial que podría estar prescripta, en la cual se reclamará una suma de dinero impor-
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Por último, resta por decir qué se debe entender por documento idóneo. La ley
17.671 del Registro Nacional de las Personas consagra al Documento Nacional de
ldentidad (DNI) como el documento oficial (art. 13). Destaca en su art. 57 que ten-
drán validez:
Para mayores de dieciocho años (argentinos):
a) Libreta de Enrolamiento.
b) Libreta Cívica.
Para argentinos menores de dieciocho años y extranjeros de toda edad:
c) Cédula de Identidad, otorgada por la Policía Federal;
d ) Cédula de Identidad, emitida por las Direcciones de Registros Civiles y10
del Estado Civil y Capacidad de las Personas.
e) Cédula de ldentidad otorgada por las policías de provincias o territorio
nacional.
f ) Los que otorgue el Registro Nacional de las Personas con carácter provi.
sional y cuya nomenclatura sedeterminará en la reglamentación.
Todos ellos, pues, deben ser consideradosdocumentos idóneos.
tante, sería conveniente contar con la aceptación por escrito del cliente en donde
conste que ha sido debidamente informado del riesgo de rechazo de la acción si
prosperase una eventual excepción de prescripción).
A través de este deber que pesa sobre el abogado (aunque al mismo tiempo es
también un derechoque leasiste, como lo destacan losarts.6"y 7"de la ley 23.187),
éste está obligado a no revelar a nadie aquellos datos que su cliente le haya con-
fiado para su adecuada defensa en la causa encomendada. Sólo podrá revelar las
confidencias que ha recibido de su cliente cuando éste lo autorice expresamente a
hacerlo. Caso contrario, si el profesional de la abogacía fuera obligado a declarar
lo que ha conocido a través del ejercicio de su profesión, ya no podría honrada-
menteaceptarconfidencias(Bie1sa). Por ello, la razón deser deestedeber resideen
poner a resguardo la confianza que los clientes han depositado en el profesional
de la abogacía, y en brindarles la seguridad de que toda información que revelen
a su abogado será utilizada únicamente en pos de una mejor defensa de sus inte-
reses y no en su desmedro.
dad de las actividades a las que se compromete frente a su cliente, asume obligacio-
nes de resultado; así, se consideran deberes de fines: contestar lostrasladosen tiem-
pooportuno, asistir a lostribunales losdíasdesignados para notificacionesministerio
legis, interponer losrecursosqueseannecesarios para la mejor defensade su cliente,
activar el procedimiento (si actúa como parteactora), ofrecery producir prueba, con-
curriratodoslosactosquesecelebren en el marcodedicho proceso (v. gr., audiencias
confesionales, testimoniales, etcétera). En cambio, la obligación del abogado que
actúe como apoderado seguirá siendo de medios respecto del éxito del pleito, pues-
t o que no podrá garantizárselo a su cliente y sólo se compromete frente a éste a
poner todos los conocimientos, diligencia, prudencia y pericia para obtener un fallo
favorable, pero sin poder garantizarle la obtención de una sentencia en su favor.
Debemos recordar que existen varios delitos penales previstos por el Código
Penal que han sido legislados, en especial, para ciertasactividadesque puededesa-
rrollar un contador público:
Art. 178. -Cuando se tratare de la quiebra de una sociedad comercial o de una per-
sona jurídica que ejerza el comercio, o se hubiere abierto el procedimiento de liqui-
daciónsinquiebra de un banco uotra entidadfinanciera, tododirector, síndico, admi-
nistrador, miembro de la comisiónfiscalizadora o gerente de la sociedad o estableci-
mientofallidoo del bancooentidadfinanciera en Iiquidaciónsin quiebra, ocontador
otenedorde librosde losmismos, que hubiera cooperado a la ejecucióndealguno de
los actos a que se refieren los artículos anteriores, será reprimido con la pena de la
quiebrafraudulentaoculpable, ensucaso.Con la misma pena será reprimidoel miem-
bro del consejo de administración o directivo, síndico, miembro de la junta fiscaliza-
dora o devigilancia, o gerente, tratándose de una sociedad cooperativa o mutual.
Art. 300.-Serán reprimidoscon prisión de seis mesesa dosaños (...) 3". El fundador,
director, administrador, liquidador o síndico de una sociedad anónima o cooperativa
o de otra persona colectiva, que a sabiendas publicare, certificare o autorizare un in-
ventario, un balance, una cuenta de ganancias y pérdidas o los correspondientesin-
formes, actas o memorias, falsos o incompletos o informare a la asamblea o reunión
de socios, con falsedad o reticencia, sobre hechos importantes para apreciar la situa-
ción económica de la empresa, cualquiera que hubiere sido el propósito perseguido
al verificarlo.
El art. 3", inc. c) de la ley 20.488, al referirsea las funciones de los profesionales
en Ciencias Económicas, enumera lassiguientes: "... c) La evacuación, emisión,pre-
sentación opublicación de informes, dictámenes, laudos, consultas, estudios, con-
sejos, pericias, compulsas, valorizaciones, presupuestos, escritos, cuentas, análisis,
proyectos, o de trabajos similares, destinados a ser presentados ante los poderes
públicos, particulareso entidadespúblicas, mixtas oprivadas". Idéntico texto pro-
ponela ley 10.620de la provincia de BuenosAiresen suart. lo, inc.d), aunqueagre-
ga además al asesoramiento y al patrocinio impositivo.
Detal modo, elcontador público puede realizar unafuncióndictaminante (me-
diante la emisión de dictámenesy10 informes periciales en el marco de un proceso
judicial en el cual actúe como perito de oficio o como consultor técnico de parte),
así como una función de asesoramientos y consultoría, al realizar presupuestos,
proyectos, evacuación de consultas, etcétera.
Si bien el dictamen es definido por el Diccionario de la lengua española en una
de sus acepciones como "opinión y juicio que se forma o emite sobre algo", esti-
mamos que en cuanto a lo queatañea la función del contador público, su concep-
t o resulta ser más complejo. De ello da cuenta Chapman cuando lo define como la
expresión de un juicio técnico emitido con razonamientos fundados en las conclu-
siones de una tarea realizada de acuerdo a pautas preestablecidas, en donde el
profesional determina si lo expuesto o informado en losestadoscontables o inven-
t a r i o ~resulta ser reflejodelo realmenteacontecido. Queda evidenciado, pues, que
el dictamen resultaser unjuiciodevalor queefectúael contador público, el que de-
be ser realizado conforme a las normasdeauditoría aprobadas por los organismos
profesionales (art. 13, ley 20.488).
Ahora bien, la obligación del contador público al emitir el dictamen, jesde me-
dios o de resultado?A nuestro entender, se trata de una obligación de medios, to-
davezque mientras la opiniónvertidaen el documento por el profesional decien-
cias Económicas se halle fundada y respaldada por hechos verificables de los esta-
dos contables sobre los cuales ha efectuado su dictamen, ningún reproche podrá
efectuársele al contador público por más que su juicio devalor no se corresponda
con otra interpretación que pueda efectuarse de los datos contables colectados y
compulsados. Por lotanto, le bastará al profesional acreditar haber desempeñado
una conducta diligente y haber actuado con pericia (esdecir, sin culpa) para recha-
zar cualquier pretensión indemnizatoria que pretenda intentar en su contra una
CARLOS A . CALVO COSTA
requieran, información sobre las materias que son de su competencia; 7") Convo-
cara asamblea extraordinaria, cuando lo juzgue necesarioy a asamblea ordinaria
o asambleas especiales, cuando omitiere hacerlo el directorio; 8")Hacer incluir en
el orden del día de la asamblea, lospuntos que considereprocedentes; 9") Vigilar
que los órganossociales den debido cumplimiento a la ley, estatuto, reglamento y
decisiones asamblearias; 10) Fiscalizar la liquidación de la sociedad; 11) Investi-
gar las denuncias que le formulen p o r escrito accionistasque representen no me-
nos del dos p o r ciento del capital, mencionarlas en informe verbala la asamblea y
expresar acerca de ellas las consideraciones y proposiciones que correspondan.
Convocará de inmediato a asambleapara que resuelva alrespecto, cuando la situa-
ción investigada no reciba del directorio el tratamiento que conceptúe adecuado
yjuzgue necesario actuar con urgencia ".
Como podemosapreciar, son numerosaslasfuncionesquedebe llevara cabo un
síndico societario, por lo cual se hace difícil determinar con carácter general si la
obligación que asumeesde medioso de resultado.
<n embargo, podemos afirmar quede existir responsabilidad civil en el sindico
societario, ella sera generalmente de naturaleza contractual, en razón de la con-
vención existente entre el profesional que ha asumido tal cargo y la empresa que
lo ha contratado para que desarrolle las funciones de sindicatura. Un sector doc-
trinario calificado (Trigo Represas, López Mesa) expresa que también pueden darse
supuestos de responsabilidad extracontractual cuando el daño ocasionado por el
síndico es provocado a personas ajenas a la relación convencional entre el profe-
sional y la empresa, o bien si el contador público desempeña el carácter de síndico
societario por designación judicial en el marco de un proceso, locual esajeno a to-
da idea de convención previa.
Asimismo, podernosafirmar que en el marco de una relación contractual laobli-
gación del síndico societario será generalmente de actividad0 de medios (en don-
deel factor deatribución será subjetivo con fundamento en la culpa in vigilando),
aunque se nos ocurre que pueden configurarse incumplimientos~uesetransfor-
men en transgresionesdedeberesderesultado o de fines, tales como cuando se in-
fringelo previsto por el inc.4"del art. 294dela ley 19.550, en cuanto impone al sín-
dico la obligación de: "Controlarla constituciónysubsistenciade la garantía de los
directoresy recabar las medidas necesariaspara corregir cualquier irregularidad".
Aclaramos, sin embargo, que sólo podemos afirmar esta cuestión en virtud de
nuestrasconvicciones, toda vez que es escasísima la jurisprudencia que se ha expe-
dido en tornoa esto y son contadas lasopinionesdoctrinariasque han tratado este
tema.
CAPITULO
XII
RESPONSABILIDADES ESPECIALES RELEVANTES
tro Código Civil y Comercial existen normas que prohíben extender los efectos de
las convenciones a terceros (arts. 1021 y 1022, al igual que lo hacían sus antece-
dentesqueeran losarts. 1195y 1199delderogado CCdeVélezSarsfield).Debemos
también estudiar la incidencia que posee al respecto el alterum non laedere como
principio general del derecho y de jerarquía constitucional (cfr. CSJN, 5/8/86, "San-
ta Coloma, Luis l.y otrosc. FerrocarrilesArgentinos", JA, 1986-IV-624; ídem, 5/8/86,
"Gunther, Fernando Raúl c. Nación Argentina", ED, 120-522).
Por nuestra parte, en losalboresdel sigloXXI, a la luz de la actual concepción del
Derecho de daños y de la noción de daño injusto, no dudamos en responder afir-
mativamente a la cuestión planteada. Pero, para ello, debemos analizar previa-
mente el instituto y exponer nuestrosfundamentos, que es de lo que nos ocupare-
mos en el presente capítulo.
nada por un tercero ajeno al negocio jurídico (es decir, alguien distinto del deudor
obligado), y, de resultar esto posible, si el mismo está obligado a reparar las conse-
cuencias dañosas de ese perjuicio.
En palabras de Busnelli, el crédito constituye un derecho subjetivo, y por ende,
ostenta sobrados títulos para configurar un daño de una entidad idónea para ser
objeto de resarcimiento.
Nos corresponde, pues, analizar el instituto e intentar fundar la conclusión que
pretendemos obtener de dicho análisis.
En forma previa a analizar los supuestos en que encontraremos este tipo de le-
sión, es importante destacar que en ellos, el acreedor resulta ser la víctima inme-
diata del acto ilícito del tercero.
Aquípodemosencontrar como posiblesactos ilícitosen tal sentido, y queconfi-
gurarían la responsabilidad del tercero, lossiguientes:
Constituyen supuestos de esta cuestión, por ejemplo, algunos de los casos que
se han configurado en el Derecho galo:
1. La responsabilidad dequien indujo ofacilitó a un empleadoa la rupturaar-
bitraria del contrato de trabajo mediante abandono, en desmedro del em-
pleador; o quien indujo a los trabajadores a declararseen huelga.
2. La responsabilidad del director de un teatroquecontrata a un artista cono-
ciendo que ya había comprometido su actuación en otra sala.
3. La responsabilidad del tercero de mala fe que, pese a conocer los Iímitesdel
poder de un mandatario,celebra con ésteun negociojurídicosabiendoque
este último no poseía facultades para ello.
más, que el deudor esté por caer en insolvencia, requisito no exigido para que se
configure la lesión al derecho de crédito por un tercero.
Hemosvisto que también existen supuestosen que los terceros afectan el crédi-
t o no en forma directa ni inmediata, sino mediatamente, es decir, por razón de la
lesión de un bien jurídico, generalmentede pertenencia del deudor. Sin embargo,
es de destacar que la lesión mediata al derecho de crédito puede configurarse de
dos maneras: afectando directamente la persona del deudor, y afectando la cosa
objeto de la prestación que es propiedad del deudor. Comenzaremos analizando
la primera de ellas.
En síntesis, esta postura tradicional rechaza de plano la tutela aquiliana del cré-
dito, por carecer éste de protección frente a terceros ajenos a la relación obliga-
cional, poseyendo -en cambio- tutela respecto del deudor, la que debe focali-
zarseen el ámbito contractual.
Esta línea de pensamiento, desechable como veremos desde nuestro punto de
vista, parte del presupuesto de que los terceros-ajenos a la relación obligatoria,
ajenosal derecho decrédito-no resultan vinculadosde ningún modo, porquesó-
loquien puedecumplircon unaobligación puede incumplirla(BustoLago). Esdecir,
rechaza de plano queel principiodel alterum non laedere pueda operar como obli-
gación pasiva universal en los derechos de crédito -pensamiento que no compar-
timos- puesto que entienden que los terceros al ser ajenos a la relación obligacio-
nal, losefectosde la misma no pueden alcanzarlosen modo alguno.
Inclusive, autores que han estudiado en profundidad este instituto de la lesión
al crédito como el italiano Fedele, han llegadoa laconclusión-creemosqueinflui-
dos por la concepción de un sistema detipicidad del acto ilícito civil-, que noexis-
te un deber general de no lesionar el derecho de crédito.
peto que todos deben a una actuación ajena (Lacruz Berdejo). Y en tal sentido, el
deber de respetar cualquier situación jurídicamente protegida, convierte al dere-
cho de crédito en tan absoluto como cualquier otro derecho de este tipo (v. gr., de-
recho de propiedad), puesto que en tal caso el derecho del acreedor se impone er-
ga omnesen lo que al respeto del mismo se refiere. Vale decir, pues, que el derecho
decrédito es relativo en cuanto sólo puede ser exigido su pago al deudor, pero tam-
biénesabsolutofrentea todos, puesto que nadie puedeturbar o lesionar el mismo.
Cabe agregar, además, que aun cuando el contrato sólo tenga efectos entre las
partes y no obligue de ningún modo al tercero frente al acreedor (en virtud del
principio resinteraliosacta del Derecho romano), ello no autoriza al tercero a in-
terferir en la relación contractual y ocasionar un daño injusto. La obligación pasiva
universal de no dañar a otro también se halla presente en los derechos de crédito,
hecho que torna oponiblesestos últimosa los terceros(Aparicio). Estimamos, pues,
de tal modo, que no cabe más que admitir la protección de los derechos relativos
(entre los que encontramos el derecho de crédito) por la acción aquiliana.
En el Derecho argentino, comoveremos másadelante, creemosqueel principio
general del alterum non laedere, hoy consagrado expresamenteen los arts. 1716y
1717 del CCCN, es autosuficiente para tutelar losderechosdelos titulares de crédi-
tos contra los injustificados ataques que sufran por parte de terceros. A ello tam-
bién contribuye el concepto de daño resarcible previsto en el art. 1737 del CCCN,
en cuanto dispone que hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no re-
probado por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patri-
monio, o un derecho de incidencia colectiva. Estimamos, como lo mencionáramos
supra, en el Capítulo VII, ap. A, que el alterum non laedere se concreta en la inago-
tabley cambiantegamade interesesdignosdetutela, del quenocabeexcluir al in-
terés del titular de un derecho de crédito.
Esdecir, consideramosqueel único requisito quese puede exigiral titulardeun
derecho de crédito que ha sido lesionado por un tercero ajeno a la relación con-
tractual, a fin de lograr el resarcimiento de los perjuicios que le han sido irrogados,
es el de acreditar la injusticia del daño sufrido. En tal sentido, deberá demostrar
que el interés del que es titular resulta ser un interés legítimo que ha sido lesiona-
do (contra ius) y que el acto del tercero que ha ocasionado dicha lesión no se en-
cuentre autorizado por el ordenamiento jurídico (sine iure). Ello, claro está, ade-
más del resto de los requisitos del daño resarcible (que sea cierto, personal y sub-
sistente) y la relación causal del mismo con el evento lesivo.
1 - Italia
110s daños que sufren las personas distintas a la víctima directa del ilícito), aunque
se haapreciadoen losúltimostiemposunacierta inclinación hacia laampliación de
los legitimados para reclamar (Visintini).
No cabe duda que el supuesto de lesión al crédito por parte de un tercero ajeno
a la relación obligacional constituye un supuesto de esta clase de daños. A su vez,
en el Derecho italiano en forma específica, los casos que mayor debate han origi-
nado respecto de esta clase de perjuicios, han sido los daños por causa de muerte,
como veremos seguidamente.
Ha existido desde la antigüedad una idea quese ha ido afirmando con el correr
del tiempo y quese ha ido plasmado en lasdistintaslegislaciones, tendienteaesta-
blecer la solidaridad con el grupo familiar como razón sociológica de la acción del
daño indirecto por causa de muerte; ella es la principal razón por la cual los jueces
italianos han sido renuentesa ampliar la esfera de los legitimadosactivos, limitan-
do la misma a los hijos, al cónyuge y a los padres, por resultar éstos titularesdeex-
pectativas legítimas (referidas a la continuación con los beneficios patrimoniales
recibidosenvida) ode derechosalimentarios(Visintini,DeLorenzo), aunque recien-
temente se ha producido una evolución jurisprudencia1 favorable al reconoci-
miento del derecho al resarcimiento de la compañera more uxorio del difunto
(Cass. 28/3/94, no2988).
Respecto al tema que nos ocupa, es de destacar que se trata de un supuesto de
daño indirecto, en donde el perjuicio es sufrido por algunos acreedores de la vícti-
ma inicial del hecho ilícito.
Varios autores italianos (v. gr., Chironi, Busnelli, Greco) han considerado que la
lesión del derecho de crédito por un extraño ajeno a la relación obligatoria consti-
tuye un daño injusto quedebeser reparado.
Por oposición, otros tantos juristas consideraron que no podía considerarse tal
perjuicio como un daño injusto, puesto que no existía en tal caso una lesión a un
derecho absoluto del damnificado. Sedestacaba en tal sentido, que regía en el De-
recho italiano el principio de relatividad de loscontratos(art. 1372, CC), que el cré-
dito noera un derechoabsolutoy que no existía nexocausal entrelaviolación me-
diata del crédito y la muerte del deudor. Entre los autores enrolados en esta línea
de pensamiento cabe destacar a De Cupis, Fedeley Messineo, entre otros.
Fuera de estas dos corrientes doctrinarias se sitúa la profesora Visintini -aun-
que más próxima a la primera que hemos expuesto-, quien destaca queen el De-
recho italiano no existen obstáculos para el resarcimiento de la lesión a los dere-
chos de crédito, porque en definitiva la noción de daño injusto no se refiere úni-
camente a los derechos subjetivos absolutos. Sin embargo, manifiesta que siem-
pre que se ha admitido la acción de responsabilidad aquiliana frente al tercero
autor de las lesiones a favor de un sujeto que aparece como acreedor de las pres-
tacionesque leson debidas por lavíctima del ilícito, se han tratadodesituaciones
diversas a la de la tutela del crédito. Asimismo, afirma que no existe jurispruden-
CARLOS A . CALVO COSTA
cia en la que se reconozca el resarcimiento del daño por causa de muerte a favor
de los acreedores.
Sin embargo, tal como lo mencionáramos precedentemente, los casos jurispru-
dencialesque mayor debate han originado en la jurisprudencia italiana (y, por en-
de, en todo el ambiente jurídico de aquel país) han estado referidosa reclamos por
daños indirectossufridos por causa de muerte, y han corrido diferentesuerteen los
tribunales italianos.
bajo el aspecto social, al admitirse la concurrencia del acreedor contractual con los
familiares, se llega a una injusticia sustancial, por cuanto los familiares sobrevi-
vientes, al soportar dicha concurrencia con otrosacreedores legitimados, recibirán
una cantidad menor en cuanto a resarcimiento se refiere.
Apreciamos, pues, que la jurisprudencia italiana no ha hecho lugar -hasta el
momento, y por diversos motivos-a la tutela del acreedor que ha sufrido una le-
sión en el crédito que detenta, aunque la doctrina es conteste en admitir la lesión
de un Derecho subjetivo relativo como supuesto de daño injusto (Ferrari).
2 - Francia
Resulta ser un principio del Derecho francés (admitido tanto en la doctrina co-
mo en la jurisprudencia) que toda persona que sufre un daño cierto como conse-
cuencia de un acto ilícito, sea inmediata o mediatamente, puededemandar al res-
ponsable de su reparación.
Pero, sin embargo, en la doctrina francesa, se ha observado-con posterioridad
a la codificación- una renuencia a admitir el resarcimiento de todo aquel daño
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Pero, en segundo lugar, y como un elemento más que tornaba acreditada la cer-
tidumbredel daño padecido, también el Tribunal consideró la larga carrera por de-
lante que poseía el futbolista, como asimismo que con la desaparición física del ju-
gador, se privaba al club de una ventaja patrimonial consistente en el porcentaje
que le correspondería a la entidad deportiva en caso de la transferencia del futbo-
lista (se demostró en el expediente que existían ofertas al respecto), y que la dismi-
nución desus ingresos por laventa deentradasera un hecho evidenteque se había
producido con posterioridad al accidente.
También adquiere relevancia en la jurisprudencia francesa otro caso judicial en
el cual el hecho ilícito de un tercero impidió el cumplimiento de una obligación le-
sionando el derecho del acreedor. Si bien no se trata de un fallo motivado ante la
muerte del deudor, consideramos interesante exponerlo.
En dicha ocasión, un tenor contratado en Lyon para representar una ópera, su-
frió un accidente de tránsito que le imposibilitó realizar la función. El director del
teatro demandó al tercero responsabledel accidente la indemnización de los da-
ños que le ocasionaba el incumplimiento de la prestación por parte de su deudor,
consistente en la frustración de ganancias que le hubiese procurado la actuación
del artista contratado. El Tribunal de Lyon rechazó la demanda por considerar que
no existía nexo causal entre la culpa y el daño. Sin embargo, la Corte de Apelacio-
nes de Lyon revocó el fallo y consideró el accidente como la causa directa del daño
haciendo lugar a la indemnización.
3 - Alemania
El Código Civil alemán (BGB) establece un sistema de tipicidad del acto ilícito,
enunciando entre los SS 823 y 826 los únicos derechoscuyaviolación constituirá la
obligación de resarcirlos.
Así, de la lectura del S 823 se desprende que los derechos de crédito no se en-
cuentran incluidos en la enumeración citada, aunquealgunosautoresse han pre-
guntado si su protección podría hallarse incluida en la expresión "cualquier otro
derecho" (sonstiges Recht) y si los magistrados germánicos apelando a la misma
podrían extender la tutela de éstos.
Sin embargo, tanto la jurisprudencia como la doctrina predominante se han in-
clinado por negar tal protección, puesto que rígidamente se exige que el ámbito
del daño resarcible coincida con el de los eventos lesivos de un derecho absoluto.
Lo cierto es que en el ordenamiento jurídico alemán no es admitido el resarci-
miento del daño derivado de la lesión de un derecho de crédito (Larenz), puesto
que el BGB no contiene ningún principio general de tutela aquiliana al acreedor
lesionado en su derecho por un tercero.
Para la mayoría de la doctrina alemana, la expresión sonstiges Rechtestá refe-
rida a derechos absolutos (Busto Lago), como ser los derechos reales (usufructo,
CARLOS A . CALVO COSTA
nal decolmar del 20 de abril de 1955. En aquella ocasión, el caso fue motivado por
el fallecimiento del jugador de fútbol de apellido Kemp, perteneciente al Football
Club Metzocurrido al ser aquél embestido por un automóvil. En primera instancia,
el reclamo del club contra el responsable del accidente fue rechazado, argumen-
tándose que no se había ocasionado un daño constatable a la entidad deportiva,
toda vez que se consideró que la desaparición de un solo jugador no podía influir
en forma determinante en el rendimiento del equipo.
Sin embargo, la Cortede ApelacionesdeColmar revocóelfallo haciendo lugar al
reclamo. En primer lugar, sedemostró que la potencia, tecnicismo y capacidad rea-
lizadora del futbolista, asícomo su insustituibilidad, habían quedado reflejadasen
la ulterior campaña del equipo, debido a que había ido descendiendo -paulati-
namente- del 10" puesto, al 16", y luego al 18", perdiendo por último la categoría
y descendiendo finalmente a segunda división (Gamarra).
1048 CARLOS A . CALVO COSTA
En nuestro país, y más allá de las discusiones respecto a la relatividad del dere-
cho de crédito (a la que nos hemos referido anteriormente), la cuestión de la tute-
la aquiliana del crédito no presenta, en principio, los inconvenientes que hemos
venido observando en el Derecho comparado.
Elloasí, puestoque lo dispuesto en losarts. 1716,1738~1739 del CCCNargenti-
no brindan el fundamento para poder reclamar a un tercero los daños sufridos por
el acreedor con motivode la lesión de su derechode crédito, ocurrida en forma in-
directa a raíz de un acto ilícito de aquél que lesiona un derecho que pertenecía al
deudor. En el derogadocódigo Civil deVélezSarsfield también hallaba sustentoen
lo dispuesto en el antiguo art. 1079.
Esdecir,frentea ello no nosasisteduda que la responsabilidad del terceroseen-
cuentra receptada en el Derecho civil argentino, cualquiera sea el supuesto daño-
so de que se trate.
Con anterioridad a la sanción del Código Civil y Comercial, y a la luzde lavigen-
cia del derogadoCódigoCivil deVélezSarsfield, cierto sector doctrinario-mino-
ritario, por cierto, integrado por Salas y Acuña Anzorena- intentó limitar la apli-
cación del mismo confrontando al art. 1079 del CCcon los derogados arts. 1084 y
1085 del CCvelezano, que, en los supuestos de homicidio, facultaban al cónyuge,
a los hijos, y a los herederos necesarios del muerto para ejercer a la acción por in-
demnización de los daños y perjuicios que sufrieran con motivo del fallecimiento
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
de la víctima. En tal sentido, se sostenía que con estos dos últimos artículos se
había provocado una suertedederogación tácita de la hipótesisde homicidio del
contenido del art. 1079 del CC. Sin embargo, la mayoría de la doctrina, y también
la más calificada de la década del '60 (Salvat, Llerena y Colombo, entre otros) se
encargó de aclarar la cuestión, remarcando la inexistencia de contradicción algu-
na entre ambas normasy determinandoque entreellasexistía una pacífica convi-
vencia, puesto que los antiguos arts. 1084y 1085 del CCno eran más queespecifi-
caciones particulares de una norma general contenida en el derogado art. 1079
del CC. Es decir, si las personas indicadas en los antiguos arts. 1084 y 1085 del CC
sufrían daños distintos al que experimentaban en su carácter de alimentarios,
debían reclamar invocando la regla amplia y general del art. 1079 del CCdeVélez
Sarsfield.
No obstante el análisis efectuado de las normas precitadas, es importante des-
tacar que la cuestión de la "Responsabilidad del tercero por lesión al derecho de
créditoW,fuemotivo detratamiento en las "111 Jornadas Nacionalesde Derecho Ci-
vil" llevadas a cabo en Tucumán en 1967. En dicha ocasión, bajo la vigencia del de-
rogado Código Civil de Vélez Sarsfield, fue aprobado el siguiente despacho: "El
tercero que, mediante un hecho ilícito, impideel cumplimiento de la obligación en
favor del acreedor, debe responder a éste por los daños y perjuicios ocasionados
siempre que se den las siguientes condiciones: a) Que medie una relación de cau-
salidad jurídicamente relevante entre el hecho ilícito y el daño sufrido por el acre-
edor a raíz del incumplimientodel deudor (art. 901 y s~., CC); b) Que, en razón del
hecho ilícito del tercero, el acreedor no pueda obtener la prestación debida por
ninguno de los medios que le acuerda el Código Civil. Si la falta de cumplimiento
fuere por insolvencia del deudor, el acreedor sólo tendrá acción contra el tercero
cuando el hecho ilícito de éste hubiere determinado la insolvencia".
Aún hoy, cuando la mayoría de la calificada doctrina argentina imperante en
nuestrosdíasadmite la reparación del daño por lesión al derecho de créditoy su tu-
tela por lavía aquiliana (~ustamante~lsina~~ueres), noexisten en nuestraj"rispru-
dencia muchos fallos referidos a la cuestión de la protección extracontractual del
derecho de crédito.
Sin embargo, en los últimos años, los escasos fallos que han trascendido y que
han hecho en forma expresa o tácita mención al instituto, han adoptado diferen-
tessolucionesal respecto, aunque en todos loscasosseha rechazadofinalmenteel
reclamo indemnizatorio:
recho de crédito por parte de un tercero (Hugo Mario Visciglio), quien habría sido
cómpliceen la insolvencia desu deudor (Juan Víctor Mastropietro).
En el caso concreto, el actor Abel Rubén San Martín recibió de Juan Víctor Mas-
tropietrotreschequesdel bancoCitibankdefechas20dejunio,30dejunioy 1Ode
julio de 1987, respectivamente, los que no fueron pagados por falta defondos, in-
formándose posteriormente que la cuenta había sido cerrada. Todos los cheques
fueron rechazadosconfecha 13dejuliode 1987. Iniciadoel correspondientejuicio
ejecutivo, el actorobtuvosentencia a su favor, sin poder-noobstante ello- hacer
efectivo el crédito correspondiente.
Promovido con posterioridad el juicio de daños y perjuicios, el accionante -en
su escrito de demanda- invocaba la lesión de su derecho de crédito por parte del
tercero cómplice (Hugo Mario Visciglio, demandado en estos autos), puesto que
hubo un acuerdo doloso pergeñado entre Mastropietro (deudor) y Visciglio (ter-
cero) para lograr enajenar del patrimonio de aquél un inmueble de su propiedad
ubicadoen la localidad decañuelas, en desmedro del accionante, Abel Rubén San
Martín.
La Cámara, en el presente caso, confirmó el rechazo de la acción argumentan-
do, en primer lugar, que nocorrespondeinvocar el instituto de la lesión al derecho
de crédito por parte de un tercero, cuando, para el caso sub examine, el actor con-
taba con otras herramientas legales a fin de desbaratar el acto fraudulento, tales
como la acción desimulación y la revocatoria o pauliana.
Finalmente, el tribunal dealzada expresó que el instituto de la lesión al derecho
de crédito por un tercero no surgía de la letra del Código Civil, sino que constituye
una creación doctrinaria, y es la propia doctrina "la que se encarga de limitarla a
casossubsidiarios" conforme lodispuesto en IasJornadasde Derechocivil deTucu-
mán, en cuanto se exige que el acreedor no pueda obtener la prestación debida
por ninguno de los medios que le acuerda el Código Civil; y en el caso, existían los
medios de simulación, defraude o de simulación fraudulenta. "La propia doctrina
esconsciente de la limitación del instituto de la lesión al crédito, poniendo un esco-
llo a su invocación cuando en la ley escrita se dan acciones másespecíficas", reza en
su parte final el presente decisorio.
Por nuestra parte, estimamos que, acreditada la injusticia del daño en la lesión
al derechodecrédito por parte deun tercero, no puede negarseal acreedor la posi-
bilidad de reclamar a este último por los daños sufridosa raízdedicha lesión. Pero
esta última cuestión de la pluralidad de reclamantes es solucionable en la medida
en que los magistrados seleccionen los criterios en virtud de los cuales debe hacer-
se lugar a la acción resarcitoria; por ejemplo: a) siendo estrictos en la apreciación
del nexo causal (determinándose, además de la autoría, qué consecuencias daño-
sasserán resarcibles), b) limitando la legitimación activa (admitiéndose sólo la po-
sibilidad de reclamo del damnificado directo), y c) debiendo, a su vez, valorar con
rigor la efectividad del perjuicio (certeza del daño, si el mismo es definitivo, insus-
tituible, etcétera) de modo similar al criterio que ha empleado la Corte Suprema
italiana en el caso "Meroni".
No obstante ello, la cuestión adquiere complejidad a la hora de determinar la
entidad del perjuicio invocable por el acreedor. Estimamos que no resultará difi-
cultoso el resarcimiento en aquellos casos en que el daño se produzca por tener
que compensarse económicamenteal deudor por una prestación que éste no pudo
cumplir, si dicha retribución debieseser abonada (v. gr., el caso "Torello Hnos. S.A."
que hemos analizado), o cuando exista un lucro cesante claramente configurado
(V.gr., el dueñodel teatro quedebe devolver lasentradasa raíz de la suspensión del
espectáculo motivada por las lesiones sufridas por el artista).
Mayor dificultad acarrearán lassituacionessimilares al caso italiano "Meroni",
puesto que en tales situaciones si bien puede ser sustituido por otro "deudor", el
acreedor siente la merma de su expectativa de crédito (v. gr., ausencia de la estre-
lla del equipo de fútbol que, si bien es reemplazada por otro jugador suplente, la
misma repercuteen el rendimiento del equipo y en la venta deentradas por menor
atracción del público).
No obstante ello, ninguna duda nos asiste respecto a que cuando se da un su-
puesto de lesión al crédito por un tercero, seconfigura un ilícito quevulnera un de-
recho subjetivo incorporado al patrimonio del acreedor. Aquí no existe eventuali-
dad alguna, sino que setrata de un daño cierto que merece ser indemnizado toda
vez que el crédito poseesignificancia pecuniaria y forma parte del activo del patri-
monio del accipiens.
Por otra parte, estimamos que el tema de la lesión al derecho del crédito por
parte de un tercero ha adquirido relevancia en nuestro país en las últimasdécadas,
a partir de la sanción del decr. 1570101 que estableció el llamado "corralito finan-
ciero" y permitió la irrupción del Estado en los depósitos a plazo fijo que los aho-
rristas poseían en los bancos y entidades financieras, y en el dictado de las normas
posteriores (ley 25.561 de Emergencia Económicay Reforma del Régimen Cambia-
rio, decrs. 214102 y 320102, y resoluciones varias).
Al respecto, cabe destacar que en situacionescomo ésta, la interferencia del Es-
tado en lassituacionesjurídicas de los particulares puedederivar en consecuencias
CARLOS A . CALVO COSTA
dañosas que, tal vez, severáobligadoa resarcir deacreditarse la injusticia del daño
sufrido por el particular (cfr. art. 6', ley 21.242; CVN-Fallos, 301:403; 306:1045).
Ninguna duda cabe que en el supuesto de que algún ahorrista por tal circuns-
tancia se viera impedido de cancelar una obligación de dar sumas de dinero pre-
viamentecontraída, quizás podría invocar el hecho del príncipecomo eximente de
responsabilidad al alegar por dicha causal su imposibilidad decumplimiento. Pero
también es cierto que, como lo advierte Alterini, ello quizás no sería procedente
puesto que, por tratarse de una obligación de dar cosas inciertas el pago nunca se
juzgaría imposible (arg. art. 763, CCCN). Por lo tanto, el deudor de una obligación
dedar dinero no podrá alegar el caso fortuito (pérdida de la cosa) puesto que essa-
bid0 que es regla general que elgénero nunca perece.
En virtud de ello nos encontraríamos ante un supuesto de lesión al derecho de
crédito por parte de un tercero (el Estado), que habilita al acreedor del ahorrista a
reclamar a este último los perjuicios que le ocasione la "imposibilidad de cumpli-
miento" por parte del ahorrista por no poder éste disponer desusahorros.
En idéntico sentido, el ahorrista en carácter de acreedor del banco o entidad fi-
nanciera en donde tiene depositadossus ahorros, también podría demandar al Es-
tado invocando la lesión de éste a su derecho de crédito, por no permitir que el
banco o entidad financiera pueda cumplir con su obligación de devolución del pla-
zo fijo.
A mododecolofón, podemosdecir queel derechodecrédito es un derecho sub-
jetivo protegido erga omnes, cuya violación (contra ius) es susceptible de resarci-
miento, si no existe causa de justificación al respecto (sine iure), en la medida que
exista nexo adecuado de causalidad y que el perjuicio reúna los criterios de repa-
ración que exige todo daño y que se requieran en el caso concreto por parte de los
jueces.
Por último, consideramos que el tema de la tutela aquiliana del crédito no re-
presenta ya un problemaa la horadeanalizar su procedencia, puesto que la lesión
al derecho decrédito por partede un tercero constituye una fattispeciede daño in-
justo, y por ende, debe ser amparada, aún más a tenor de la definición de daño
brindada por el art. 1737 del CCCN.
La posesión es uno de los institutos más complejos del Derecho, partiendo des-
de su naturaleza jurídica, siguiendo con su concepto, su causa, sus efectos y con los
elementos constitutivos de su existencia, y finalizando con la cuestión de su pro-
tección jurídica.Ta1 esasíque el jurista alemán lhering ha llegado a manifestar que
"de la posesión puede hacersetodo cuanto es posible; es una figura de caucho a la
cual puede darse las formas que se quiera".
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
De tal modo, expresa que el legislador es quien decide cuándo conceder pro-
tección posesoria, reconociendo posesión -en términos jurídicos- allí donde se
puede conceder protección posesoria aunque ello no coincida con el uso lingüísti-
co vulgar del término: en consecuencia, en aquellos casos en los cuales existan mo-
tivos prácticos para conceder protección posesoria, el jurisconsultodebe llamar po-
sesión al estado de cosas (Highton).
Para lhering la relación posesoria se componedel corpus(re1ación de lugar con
la cosa) y del anirnus (voluntad de poseer), resultando ambos elementos impres-
cindibles y de necesidad recíproca, puesto que ninguno de ellos puede tener exis-
tencia sin el otro.
Ahora bien, desde su punto devista, la posesión es un derecho, toda vez que es
un interés jurídicamente protegido, debiendoser concebidacomo una relación in-
mediata de la persona con la cosa. Sin embargo, reconoceque en la base de la pose-
sión existe un sustrato de hecho, que es necesarioque persista para quesedéel de-
rechode la posesión: el poseedorsólotiene derecho mientras posee, esdecir, mien-
trasdura su relación con la cosa (Mariani devidal).
Si se careciera de la protección, la posesión sólo consistiría en una relación de he-
cho; en cambio, al estar protegida por el derecho, adquiere el carácter de relación
jurídica, que es sinónimo de derecho. Es innegable que todo derecho presupone
siempre la existencia de un hecho que lo ha engendrado, para luego independizarse
deeste último que le ha dado existencia. Ello no ocurreen la posesión, según Ihering,
puestoqueel derechodel poseedorsubsiste mientras posee; en la posesión, el hecho
y el derecho sesuperponen, ya que el derecho nacecon el hecho y desaparececonél.
En consecuencia, concluye lheringdeterminandoque la posesiónesun derecho
por revestir el carácter de un interésjurídicamente protegido, y la considera un de-
recho real, un derecho sobre lascosas, puesto que existe en la misma una relación
directa e inmediata entre la persona que posee y la cosa poseída.
En sentido similar, pero con algunasvariantes en su pensamiento, también sos-
tiene Molitor que la posesiónes un derecho. Sin embargo, éste considera que no se
trata de un derecho puramente real -sino también de índole personal-, porque
aun cuando la cosa esté sometida al poseedor, el derecho no puede ser demanda-
do contra los terceros poseedoressino únicamente contra aquellos que han viola-
do la posesión.
En nuestro Derecho participan de la idea de que la posesión es un derecho, Sal-
vat, Borda, Lafaille, Segovia y Martínez, entre otros.
Por el contrario, varios autores-entre los que cabe mencionar a Savigny, Mac-
keldey y Windscheid-sostienen que la posesión es un hecho, pues halla su funda-
mento en circunstanciasfácticasque constituyen el corpus.
CARLOS A . CALVO COSTA
miento hará del interés del sujeto, destinado al posible nacimiento del derecho
(Nicolo).
A raíz deello podemosdecir queel hechode la posesión es un hecho productor
de expectativa jurídica, que adquiere relevancia en el campo del Derecho, puesto
que luego de un cierto proceso de maduración a lo largo del tiempo, es susceptible
de transformarse en un derecho. En consecuencia, hablamos de la posesión como
un hecho relevante en el sentido que todavía no es productor de los efectos de un
derecho, pero requiereser protegida jurídicamente, envista de constituir lavía pa-
ra la realización de un derecho no actual ofuturo.
Estimamos, por nuestra parte, que la respuesta a este interrogante, que consti-
tuyeel núcleo central de estecapítulo, encontrará diferentes respuestas según sea
el punto de vista que se sostenga respecto a la naturaleza jurídica de la posesión.
En tal sentido, si se sostiene que la posesión es un derecho subjetivo, decarácter
real, no habrá posibilidad alguna de eludir la aplicación de su tutela aquiliana,
puesto que el titular de ese derecho subjetivo posee un poder de actuación que le
es atribuido por la propia ley y -por ende- tiene un interés que ese sujeto hace
suyo, que es un interés legítimo y, como tal, el contenido del derecho subjetivo. No
debemosolvidarque,como lo mencionáramossupra, en el CapítuloVI1,ap. Bcuan-
do analizáramos el significado del daño, siempre que exista un derecho subjetivo
éste presuponea su vez un interés legítimo, que resulta ser una condición necesa-
ria para su existencia.
En cambio, la cuestión requiere un análisis más profundo si seadopta la línea de
pensamiento que estima que la posesión es sólo una relación de hecho y10 una ex-
pectativa de derecho. De ello nos ocuparemos seguidamente.
Sin embargo, creemos que resulta de mucha importancia analizar el tratamien-
t o que le han dispensado a este problema algunos de los países europeos que tie-
nen un sistema de responsabilidad civil similar al nuestro-basado en una cláusu-
la general-como son Italia y España.
1 - Italia
El Código Civil italiano, que se refierea las acciones posesorias en losarts. 1168
a 1170, en el Capítulo III, «Delle azionia difesa delpossesso~,del Título VIII, «Del
Possesso», del Libro 111, «Della Propietá*, nada menciona respecto a la posibilidad
de que el poseedor que ha sido turbado o despojado en la posesión pueda recla-
mar una indemnización dedañosy perjuicios quese leocasione por ello.
Sin embargo, el pensamiento de Monte1-quien ha sido el primero en la doctri-
na italiana en ocuparse de esta cuestión- sirvió como disparador de un arduo y
CARLOS A . CALVO COSTA
2 - España
En nuestro Código Civil y Comercial, existen varias normas que guardan íntima
relación con la problemática que estamos estudiando en el presente capítulo.
Apriori,cabedestacarqueelderechodeposeeroiuspossidendieselquesefun-
da en un título suficiente para quien ya ha adquirido la posesión y, en consecuen-
cia, el derecho real. Es decir, que se trata de un derecho que le asistea quien tiene
o ha tenido la posesión fundada en un título suficiente.
En tal sentido se sostiene queel poseedor legítimo tiene derecho de poseer, ha-
ya adquirido su derecho real por actosentrevivos, o por causa de muerte, en modo
originariooderivado. Todotitular deun derecho real que se ejerce por la posesión
tiene este derecho de poseer (Highton), aun cuando haya perdido la posesión por
haber sido desposeído (cfr. 2273, CCCN).
Ahora bien, tal como lo acabamos de ver, lo dispuesto en el art. 2273 del CCCN
-al igual que lo preceptuado en el art. 2271 del CCCN-es aplicable directamen-
CARLOS A . CALVO COSTA
2 - Nuestra opinión
2 - Por otra parte, estimamos que corresponde efectuar un análisis más pro-
fundo si se considera que la posesión es sólo una relación de hecho entre el posee-
dor y la cosa, pero algo extraño al derecho.
Sin pretender entrar en discusionesfilosóficasacerca de la esencia misma de la
posesióny el por qué debe ser considerada un derecho o tan sólo un hecho, síesta-
rnosconvencidosqueen razón de lo quesurgede diferentes normasy notasdel de-
rogado Código Civil (notasa losarts. 2470,2363,2503-donde no era enumerada
como derecho real-, etcétera), Vélez Sarsfield la había considerado como un he-
cho. Sin embargo, no se puede desconocer -como tampoco lo han hecho lhering y
Savigny-queen ambas posturas se partede un hecho, al cual el Derecho le asigna
diferentes consecuenciasjurídicas.
CARLOS A . CALVO COSTA
otro sin derecho personal a tenerla, usarla o gozarla en provecho propio (v.
gr., mandatario o depositario). El motivo de negarle la legitimación activa
al respectoesqueno poseen-según nuestro puntodevista-ningún inte-
rés jurídico tutelable que habilite la procedencia de una acción de daños y
perjuicios.
ción posesoria ha sido introducida afavor de lasgentes honradas, aunque los pillos
se aprovechan necesariamentede ellas; en este último caso, el propietario de la co-
sa encontrará solución a su problema intentando las acciones petitorias corres-
pondientes.
En cambio, para que exista tutela aquiliana de la situación posesoria, quien su-
fre algún tipo de menoscabo con motivo de la posesión, debe ser portador de un
interés legítimo afectado o violado (contra ius), puesto que de otro modo el daño
no será reputado como injusto. No debemos olvidar que la injusticia del daño se
configurará con la amalgama del contra ius y del non iure (ausencia de causas de
justificación), tal como lo hemos estudiado en los capítulos precedentes.
En razón de ello, y a diferencia de lo que ocurre con las acciones posesorias, no
todos los poseedores y tenedores son titulares de intereses legítimos por el solo
hecho de la posesión.
ción por responsabilidad civil prescribe a los tres años (art. 2561, CCCN) a contar
desde la fecha de producción del perjuicio.
tal que establecen el mismo plazo de prescripción de tres años, al igual que lo rea-
liza la ley 24.240de Defensa del Consumidor.
- Para un sector de nuestra doctrina, la relación entre el usuario y la empresa
concesionariade peajees de naturaleza extracontractual (Badeni, Lópezdel
Carril, Sarmiento Güemes): se sostiene que el concesionario actúa por dele-
gación de la administración pública, por lo cual sus obligaciones se circuns-
criben a las asumidasen virtud del marco normativo previsto en el contrato
administrativo, y que quien ingresa a una ruta concesionada, al pagar el
peaje, adhiereal régimen jurídico de la concesión. Asimismo, la responsabi-
lidad de la empresa concesionaria noexcluye, la que eventualmente pueda
pesar sobre otros legitimados pasivos, de modo concurrente, como por
ejemplo, la del Estado, como dueño del camino o por incumplimiento de los
deberes de poder de policía o la de ciertos terceros (v. gr., el propietario de
un animal suelto en la ruta, en los pocos casos en que, según esta tesis, pue-
de configurarse responsabilidad de aquella). Con respecto a esta postura,
que ya lleva unosañosen nuestro país, nosatrevemosa acotar que con pos-
terioridad, en 2014, se sancionó en nuestro país la ley 26.944 de Responsa-
bilidad Estatal, que rige "la responsabilidaddel Estadoporlosdañosquesu
actividad0 inactividadlesproduzca a los bienes o derechosde laspersonas"
(art. 1O), y que dispone que "el Estado no debe responder, ni aun en forma
subsidiaria, por los perjuicios ocasionados p o r los concesionarioso contra-
tistas de los servicios públicos a los cuales se les atribuya o encomiende un
cometido estatal, cuando la acción uomisiónsea imputablea la función en-
comendada" (art. 6 ').
- Otro sector doctrinario, por su parte, argumenta que la relación que existe
entre la empresa concesionaria de peaje y el usuario es de naturaleza con-
tractual y alcanzado por normas de derecho privado. Esta es una postura
quetuvo predicamento y mucha adhesión entre losjuristasdel Derecho civil
(Bustamante Alsina, Mosset Iturraspe, Agoglia, Meza, Boragina, Parellada, en-
tre otros), quienes consideranque el peaje es un precioy el automovilista, al
pagarlo, celebra un contrato con la empresa concesionaria. En razón de
~ -
res-mar del Plata, cuando la actora iba al comandodesu rodado, y embistióa un ani-
mal suelto en la ruta. Como nota relevantede dicho fallo, seevidencia en la senten-
cia que la concesionaria había enviado a la delegación de la Dirección de Vialidad
provincial, con anterioridad al accidente, una nota peticionando que se adoptaran
medidas preventivas atento a la gran cantidad de animales sueltos que se habían
detectadoen los mesesanterioresa estesiniestro. En este caso, la Suprema Cortede
Justicia de la Provincia de Buenos Aires aplicó la doctrina judicial del fallo "Castro"
y confirmó el fallo recurrido que tenía por responsable a la concesionaria de la ruta
por peaje por el accidente producido por la presencia de un animal suelto.
En el caso "Regis"-SCBA, 30/03/2010, "Regis, Laura Elizabeth c. Alem, Raúl Os-
car y otro", LLBA, 2010 (octubre), 1033-, también se atribuyó responsabilidad a
una concesionariavial, en primera y segunda instancia, debido a un accidente que
se produjo entre un vehículo y un equino suelto en la ruta. La concesionaria de-
mandada, interpuso un recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley. La Supre-
ma Corte bonaerense ratificó la doctrina expuesta en el caso "Castro", así como
también la responsabilidad de la concesionaria con los siguientes fundamentos:
"Justamente, el supuesto particular de accidentes ocurridos con ocasión del paso
deanimales por las rutasconcesionadas, esclaramente previsible para el prestador
de servicios concesionados, circunstancia que en el caso la alzada corroboró con la
demostrada frecuencia de animales sueltos en la zona (...) y la contratación de un
seguro de responsabilidad civil por el concesionario, con expresa cobertura por ta-
les riesgos (...). Así, la existencia de animales en la zona y la ocurrencia de acciden-
tes anteriores del mismo tipo, constituyen datosque un prestador racional y razo-
nable no puede ignorar". Concluyó el máximo tribunal bonaerenseen que devie-
ne irrefutable la responsabilidad frente al usuario de la ruta, por incumplimiento
del deber de controlar la presencia de animales sueltos, atendiendo también a que
la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el caso "Bianchi", modificó el criterio
dado en "Colavita", sosteniendo que entre la empresa concesionaria y el usuario
existe una relación de consumo y la primera asume la obligación de prestar un ser-
vicio orientado al mantenimiento de la ruta en todos sus aspectos, como ser la
adopción de medidas de seguridad y prevención en el tránsito de riesgos existen-
tes y previsibles.
Finalmente, en el caso "Otero" -SCBA, 5/5/10, "Otero, Julio c. Camino del
Atlántico", LLBA, 2010 (julio), 668-, se trataba de un accidente de tránsito en el
cual el actor había colisionado a un animal suelto en la ruta, a la altura de Camet
(provincia de Buenos Aires). Estos son los únicos hechos que pueden extraerse del
fallo en cuestión. En el caso, la Suprema Corte de Buenos Aires resolvió que debía
rechazarse el recurso de inaplicabilidad de ley interpuesto por la empresa conce-
sionaria de peaje que resultó condenada en un 80% por los daños causados por la
existencia de un animal suelto en la ruta, pues se había acreditado que la empresa
tomó conocimiento de la existencia de animales sueltos en la ruta con razonable
CARLOS A . CALVO COSTA
bJ Nuestra opinión
Estimamos, pues, que pueden extraerse, como síntesis de nuestro análisis, las
siguientes conclusiones:
a) La relación entre el concesionario de la ruta y el usuario es de naturaleza
contractual.
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
-
gen del contrato celebrado con el espectador (Ghersi Weingarten), toda vez que
puede estar vinculado contractualmente también con los deportistas que partici-
pan del evento e, inclusive, con los clubes a los cuales esos atletas representan. Así,
por ejemplo, con respecto a los participantes el empresario puede quedar ligado
contractualmentea travésdeun contrato de naturaleza laboral o mediante uno de
locación de obra o de servicios, como también puede hacerlo bajo similares moda-
lidades con una entidad deportiva.
Asimismo, queremos adelantar que en la actualidad el contrato de espectáculo
público deportivo también ha comenzado a ser considerado como una relación de
consumo (Falco), máxime luego del fallo "Mosca" de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación (CSJN, 6/3/07, "Mosca, Hugo A. c. Provincia de Buenos Aires y otros",
LL, 2007-B-261) -al cual nos referiremos con posterioridad-, en cuanto ha dis-
puesto el Máximo Tribunal en su consid. 7" del voto de la mayoría (párr. 25) que:
"...Cabe considerar también el derecho a la seguridad previsto en el art. 42 de la
CN, que se refiere a la relación de consumo, que abarca no sólo a los contratos, sino
a los actos unilaterales como la oferta a sujetos indeterminados, que es precisa-
mente el caso que se presenta en autos. De tal modo, la seguridad debe ser garan-
tizada en el período precontractual y en las situaciones de riesgo creadas por los
comportamientos unilaterales, respecto de sujetos no contratantes. Cada norma
debe ser interpretada conforme a su época, y en este sentido, cuando ocurre un
evento dañoso en un espectáculo masivo, en un aeropuerto, o en un supermerca-
do, será dificil discriminar entre quienescompraron y quienes no lo hicieron, o en-
trequienesestabanadentrodel lugar, en la entrada, oen los pasos previos. Por esta
razón es que el deber de indemnidad abarca toda la relación de consumo, inclu-
yendo hechosjurídicos, actos unilaterales, o bilaterales ...".
Queda pues, habiendo esbozado estos conceptos básicos preliminares, aden-
trarnosen el tema objeto del presente trabajo que es la cuestión de la responsabi-
lidad civil, centrando nuestro análisis en los supuestos de responsabilidad que se
originen entreel organizador del espectáculo respecto de los espectadoresyde los
deportistas.
Actualmente, existen leyes que regulan la responsabilidad civil y que han con-
tribuido al juzgamiento de los hechos dañosos que se producen en ocasión de los
espectáculos públicos deportivos.
La antigua ley 23.184, promulgada el 21/6/85, disponía en el Capítulo 1, "Régi-
men penal", que éste "se aplicará a los hechos previstos en él cuando se cometan
CARLOS A . CALVO COSTA
Es importante destacar, a los finesde precisar conceptos, que la ley 24.192 (rú-
brica según ley 26.358), expresa en el art. 45 del Capítulo 111, "Disposiciones proce-
sales", que: "A losefectosde la presente leyse considera:
a) Concurrente:elquese dirigiese al lugar de realización delespectáculo depor-
tivo, e l que permaneciese dentro de aquél y e l que lo abandonara retirándose;
b) Organizador los miembros de comisiones directivas, dirigentes, empleados
o dependientesde lasentidadesparticipanteso que organicen losespectáculosde-
portivos, sean oficiales o privados;
C) Protagonista: los deportistas, técnicos, árbitros y todos aquellos cuya partici-
pación es necesariapara la realización del espectáculo deportivo de que se trata".
Por lo tanto, encontrándose los deportistascomprendidosdentro del concepto
de protagonista, y siendo por ende, alcanzados por lo dispuesto en la ley 24.192,
losorganizadorestambién deberán responder por losdañosqueéstossufran siem-
preque ellos sean "generadosen los estadios" (cfr. art. 51).
Ello, claro está, sin perjuicio de losdistintos maticesque puedan existir en cada
caso, según el tipo de relación jurídica que vincule al deportista con la institución
organizadora (v. gr. contrato de trabajo deportivo, que harían aplicable al caso,
además, normas propias del Derecho del trabajo). Esto así, puesto que no en toda
locación de servicios el locatario o empresario asume el deber de garantir la inte-
gridad física del locador, ya que en las competencias deportivas existen posibilida-
desde que los partícipes puedan sufrir daños (Brebbia); en razón deello, de no ha-
bersegarantizado la indemnidad del deportista, el organizador oempresario, sólo
responderá si se demuestra que no ha adoptado todas las medidas necesariaspara
garantizar la seguridad del participante y que el daño sufrido por el participante
ha sido por una contingencia extraña al evento (v. gr. proyectil arrojado desde una
tribuna). El fundamento de esta responsabilidad del organizador, pasaremos a
analizarla seguidamente.
exigidas a los estadios de los clubes afiliados parecen periféricos sobre el punto y
no permiten una conclusión asertiva acerca de la responsabilidad que se le preten-
de endilgar" (consid. 15).
Como podemos apreciar, pues, este fallo sentó un precedente para la época, to-
da vez que concluyó que al no revestir la Asociación del Fútbol Argentino el rol de
participante organizador ni deportivo del evento, no podía caberle responsabili-
dad civil alguna por los daños que sufrieran los concurrentes a los espectáculos
deportivos.
Este nuevo fallo de la Corte Suprema deJusticia de la Nación sobre el tema que
nosocupa (CSJN, 6/3/07, "Mosca, Hugo A. c. Provincia de BuenosAiresy otros", LL,
2007-B-261), ha cambiado completamente la tendencia jurisprudencia1en torno a
la responsabilidad quecabeatribuira la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) por
los daños sufridos por una persona en ocasión un espectáculo deportivo.
seguridad (...) Ello es así porque la prestación de servicios masivos presenta un gra-
do de complejidad y anonimato que resultan abrumadores para los ciudadanos
que los reciben. El funcionamiento regular de la actividad, el respaldo que brinda
la asociación, es lo que genera una apariencia jurídica que simplifica su funciona-
miento y lo hacen posible" (consid. l").
En definitiva, como emana del decisorio del Máximo Tribunal, ese deber dese-
guridad -que deriva, reitero, del art. 42, CN- no sólo es invocable por el especta-
dor que abona su entrada para presenciar el espectáculo, sino también por todos
aquellos que acuden a él.
iII - LA ACCION CIVIL Y LA ACCION PENAL:
INDEPENDENCIA, RELACIONES
Y EFECTOS ENTRE ELLAS
CAPITULO
XIII
LA COEXISTENCIA DE LA ACCIÓN CIVIL
CON LA ACCIÓN PENAL
g 117. Introducción
Puede suceder que ante la ocurrencia de un mismo hecho ilícito se deriven dos
tipos de acciones diferentes, con finalidades también muy distintas la una de la
otra: por un lado, la acción civil, por medio de la cual el damnificado perseguiráob-
tener una indemnización afin de lograr una reparación integral del daño injusta-
mente sufrido por el hecho ilícito; y por otro lado, una acción penal, que podrá ser
iniciada de oficio o a instancia de parte interesada, a través de la cual se pretende
castigar al autor del hecho ilícito configurativo de un delito del Derecho criminal,
toda vez que se halla comprometido el interés de la sociedad.
Como podemos apreciar, se advierte en la acción civil una finalidad eminente-
mente resarcitoria, mientras que en la acción penal ésta es notoriamente sancio-
natoria al intentar punir la conducta delictiva. En la acción penal, la imposición de
la pena al delincuente tiene una finalidad y función social, porque a través del cas-
tigo se pretende que éste no vuelva a cometer el delito así como también tranqui-
lizar a la sociedad (Núñez); en cambio, la acción civil es de carácter privado, cual-
quiera sea su titular.
De modo coherente con este criterio, el derogado Código Civil había estableci-
do en el antiguo art. 1096: "La indemnización del daño causado por delito, sólo
puede ser demandada por acción civil independientede la acción criminal".
Así, con toda lógica previóVélezSarsfield quequien pretendía obtener una in-
demnización de un daño sufrido con motivo de un hecho ilícito debía promover
una acción civil, mientras que si buscaba el castigo del responsable, debía ello de-
batirse en el marco de una acción penal. De tal modo, el codificador había consa-
grado la independencia de ambas acciones: la acción civil debía interponerse ante
un juez con competencia en lo civil, en la cual serían de aplicación las normas per-
tinentesen la materia (v. gr., Código Civil); y la acción penal tramitaría ante un juez
con competencia en lo penal, resultandodeaplicación las normas propiasdel Dere-
cho penal (v. gr., Código Penal).
CARLOS A . CALVO COSTA
Ejemplo:
"Juan" resulta seriamentelesionadoen un accidentedetránsitocuandoestaba al co-
mando de su vehículo, y el hecho se produce por la evidente responsabilidad de "Pe-
dro" que lo ha embestidoa granvelocidad luego de habertransgredido la luz roja del
semáforo que levedaba el paso. Las lesiones sufridas por "Juan" son configurativas
de un delito penal (art.94,CP). Esevidente, pues, que "Juan" puede reclamarlea "Pe-
dro" una indemnizaciónen concepto de reparación económica de todos los daños
que ha sufrido con motivo del hecho (v. gr., incapacidadfísica, daño moral, reembol-
so de gastosde medicamentos, lucro cesante, etcétera), asícomo también puede ini-
ciar contra él una causa penal tendiente a que se lo condene a cumplir una pena pre-
vista por la ley penal aplicable para este tipo de delito. Son dos acciones distintas, co-
mo vemos, confinalidadestambiéndiferentes.
legal para ello (cfr. art. 16, CPPN). Frente a tal circunstancia, el damnificado
tiene la posibilidad de acudir a la justicia con competencia en lo civil para
que se le conceda un resarcimiento por los daños sufridos. Bustamante Alsi-
na agrega al respecto que idéntica solución cabe adoptar en aquellos casos
en los que no se haya podido obtener una sentencia penal en razón de ha-
ber fallecido el agraviado.
correspondientes (es decir, la acción penal ante el fuero penal y la civil ante un juz-
gado con jurisdicción en lo civil).
El interroganteque ha sido motivo de muchos debatesdoctrinariosessi el juez
con competencia en lo penal puede expedirse sobre la acción civil aun cuando la
víctima o su familia no lo hubieren solicitado. Si bien algunos aislados fallos detri-
bunales penales nacionales han admitido la posibilidad de que el magistrado con
competencia en lo criminal pudiera expedirse de oficio sobre una eventual conde-
nacivil del procesado penal aunsin quelavíctimadel daño lo hubiera peticionado,
lo cierto es que la mayoría de la doctrina y de la jurisprudencia es conteste en des-
tacar que sólo puede expedirseel juez penal sobre la acción civil cuando el damni-
ficado lo haya peticionado expresamente. Caso contrario, deberá abstenerse de
efectuarlo.
Actor civil en el proceso penal se considera a la persona física o jurídica que de-
manda en él la reparación del dañocausado por el hechodelictuosoquese leimpu-
ta a un tercero (Núñez).
De haber sido peticionada la acción civil al juez penal por parte del damnifica-
do, pueden suscitarse entonces las siguientes cuestiones:
a) Que el juez penal haya condenado penalmente al procesado, y también lo
haya sentenciado a pagarle un resarcimientoa lavíctima del daño. En tal ca-
so, se agota la instancia al finalizar ambas acciones (Salvat) y no puede el
damnificado pretender acudir a un juez civil para que leconceda una mejor
indemnización o para que leotorgueotras partidas de daño que no han si-
do estimadas por el juez penal. En tal caso, en cambio, podrá apelar la reso-
lución judicial y dicho recurso será tratado por el tribunal de alzada del juez
penal que ha dictado la sentencia recurrida.
b) Queel juez penal haya condenado penalmenteal procesado, pero no haya
hecho lugar al resarcimiento pretendido por la víctima a través de la acción
civil, luego de haber analizado la petición del damnificado. Dicho pronun-
ciamiento hace cosa juzgada si no se apela la resolución (Colombo) y pone
fin también aambasacciones, por locual lavíctimaqueda inhabilitada para
acudir a reclamar la reparación de los daños sufridos al ámbito civil. Sólo
queda la posibilidad de que ésta pueda reclamar la reparación económica
del perjuicio que le ha sido denegada por el juez penal de primera instancia
anteel tribunal superior con competencia penal.
c) Que el juez penal haya dictado una sentencia absolutoria respecto del acu-
sado, y por lo tanto, se vea impedido de expedirse sobre la acción civil, toda
vez que ésta constituye un accesorio de la condena. Por ende, al no existir
condenación penal, nada debería resolver el magistrado con competencia
criminal respecto de la indemnización civil, aun cuando no exista obstáculo
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
que logre darse con su paradero actual, por ¡o cual su ausencia impide que
pueda continuarse con la tramitación de la causa penal. Si ello fuera un obs-
táculo para que continuara la acción civil, se estaría perjudicando a la vícti-
ma del daño y beneficiando al acusado, porque se le estaría impidiendo a
aquélla obtener una indemnización resarcitoria por los perjuicios que ha
sufrido con motivo del hecho debatido en el expediente penal, y al mismo
tiempo, concediendo un indebido beneficio al procesado quien -con su
DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Debemos aclarar, por nuestra parte, que la aplicación del art. 1775 del CCCN
presupone que la causa penal se encuentre tramitando con anterioridad a que se
dicte sentencia en el proceso civil. Pero, [qué sucede si se ha dictado sentencia en
el expediente civil con anterioridad al inicio de la causa penal?ipuedealterar una
sentencia penal posterior que contradiga lo resuelto el expediente civil la senten-
cia recaída en este último?
La respuesta nos la brinda el art. 1780del CCCN, que dispone: "La sentenciape-
nalposterior a la sentencia civilno produce ningún efecto sobre ella, excepto en e l
caso de revisión. La revisiónprocede exclusivamente, y a petición de parte intere-
CARLOS A . CALVO COSTA
la culpa jamás puede ser presumida en el Derecho penal, debe ser efectivamente
probada, y si noseconsigue hacerlo, el procesado no puede ser condenado. Por en-
de, si una persona ha sido considerada culpable a los ojos de un juez penal por un
hecho determinado, quien aprecia la culpa con un criterio restrictivo, con mayor
razón se tendrá por configurada su culpabilidad en el ámbito civil, en donde se la
aprecia con menor restricción y en donde existen inclusive presuncionesde culpa-
bilidad extrañas en el ámbito represivo.
bJ Sentenciapenal absolutoria
Dispone el art. 1777 del CCCN: "Inexistencia del hecho, de autoría, de delito o
de responsabilidadpenal. Sila sentenciapenaldecide que el hecho no existió o que
elsindicado como responsablenoparticipó, estas circunstanciasnopueden serdis-
cutidas en elproceso civil. Si la sentencia penal decide que un hecho no constituye
delito penal o que no compromete la responsabilidadpenal del agente, en elpro-
ceso civil puede discutirse libremente ese mismo hecho en cuanto generador de
responsabilidad civil".
Cabe concluir, en consecuencia, que:
do civil. Ello se debe a que en el ámbito de la responsabilidad por daños que trata-
mos en el Derecho civil, la mira está centrada en la víctima del daño y la culpa es
apreciada con un criterio más afinado y suavizado, a fin de no dejar sin reparación
a la víctima que ha sufrido injustamente un perjuicio. En razón de ello, la culpa más
leveen el ámbito civil impone responsabilidad al autor del daño; esto es, lo que jus-
tifica la diferente forma de apreciar la culpabilidad en uno y otro ámbito y la con-
clusión en torno a que la absolución penal por falta deculpa no hacecosa juzgada
en el ámbito civil, como lo refiere el art. 1777 del CCCN.
3 - Es de destacar también que en el curso de un proceso penal puede poner-
se fin a la causa a través de un sobreseimiento, que cierra definitiva e irrevocable-
mente el proceso con relación al imputado a cuyo favor se dicta (art. 335, CPPN).
Este puede ser dictado por el juez penal en cualquier momento de la instrucción, y
hasta el momento de la sentencia.
Al respecto, disponeel art. 336 del CPPN: "Elsobreseimientoprocederá cuando:
lo) La acciónpenalse ha extinguido. 2") Elhecho investigado nosecometió. 3") El
hecho investigado no encuadra en una figura legal. 47 El delito no fue cometido
p o r elimputado. So) Media una causa dejustificación, inimputabilidad, inculpabi-
lidad o una excusa absolutoria.
En los incs. 24 34 4"y 5" eljuez hará la declaración de que elproceso n o afecta
el buen nombre y honor de que hubiere gozado e l imputado".
Con relación a la influencia que tiene el sobreseimiento penal sobre el proceso
civil, sesostieneque debedistinguirsesegún loscasosen loscualessesustentedicha
resolución (Sáenz). En razón de ello, si la resolución del juez penal se basa en la ine-
xistenciadel hecho(inc. 2")oenquenofuecometido porel imputado(inc.4"), resul-
ta claro que el juez civil no podrá hacer caso omiso a estas cuestiones y deberá con-
siderarlasa la hora de resolver el expediente civil. En cambio, si la decisión penal de
sobreseimiento se funda en otras razones (incs. lo, 2" o So), el juez civil no estará
constreñido a decidir en idéntico sentido, pudiendo resolver con libertad los recla-
mos por dañosque se hayan planteadoen su juzgado (en este mismo sentido: Saux).
Por último cabe referirse a lasexcusasabsolutorias,queson aquellassituaciones
en las cuales, por razones de utilidad o de conveniencia, la ley declara al autor im-
punede un hecho típico y antijurídico, pese a que no concurra afavor deél ningu-
na causa queexcluya laculpabilidad. Ellasengloban un conjunto decircunstancias
-de dudosa y controvertida naturaleza jurídica-que las leyes penales aconsejan
dejar sin punición, noobstante estar presentesen ellos lasnotasdeantijuridicidad
tipificada y culpabilidad Uerragni).
En el Código Penal argentino, ellas encuentran sustento en varios artículos, en-
tre otros:
- Art. 1 1 5: "Las injurias proferidas p o r los litigantes, apoderados o defenso-
res, en los escritos, discursos o informes producidos ante los tribunales y n o
CARLOS A . CALVO COSTA
Sin embargo, lo dispuesto en estas normas no impide que, como principio gene-
ral, pueda existir responsabilidad civil, comoclaramente lodispone actualmente el
art. 1778 del CCCN: "Las excusas absolutoriaspenales no afectan a la acción civil,
excepto disposición legal expresa en contrario".
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