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Caso Da Vinci
Caso Da Vinci
Lo describe como poliforme, con múltiples intereses en tanto sus límites solo
podemos sospechar. Siendo influyente en la pintura de la época, más sus aportes como
investigador solo fueron tenidos cuenta en la época moderna, reconociendo su grandeza como
investigador.
No pertenecía al tipo de hombres geniales poco favorecidos que rehúyen del trato
social negando todo valor a las formas exteriores de la vida, al contrario era esbelto, de rostro
bello y fuerza nada común, encantador en su trato, elocuente, alegre y afable. Gustaba de
rodearse de cosas bellas, adornándose con magníficos trajes, estimando todo el refinamiento
de la vida.
Podemos dar cuenta de cómo la faceta del investigador desplaza a la del artista,
momento en que Leonardo llego a no agarrar los pinceles, dejando inacabadas en su mayor
parte las obras que emprendía y sin que le preocuparan los destinos ulteriores. Muchos de los
cuadros de da Vinci no se hallaban tan inacabados como el propio artista esperaba, ya que
para el común de la gente eso ya era una gran obra de arte. Leonardo concebía una aguda
perfección que luego no lograba encontrar en sus obras. Trabajando de manera lenta y
encontrando en él una extraordinaria profundidad y riqueza de posibilidades, siendo un
hombre con altísimas aspiraciones apenas realizables.
b. Ante el proceso de represión. ¿Cuáles son los tres destinos posibles para este periodo
de investigación infantil?
La investigación puede, en primer lugar, compartir la suerte de la sexualidad, y
entonces queda coartado el deseo de saber y limitada la libre actividad de la inteligencia,
quizá para toda la vida, tanto más cuanto que poco tiempo después queda establecida por la
educación la intensa coerción religiosa del pensamiento. Es éste el tipo de la coerción
neurótica. Comprendemos muy bien que la debilidad intelectual así adquirida favorece
considerablemente la aparición de la neurosis.
En un segundo tipo, el desarrollo intelectual resiste la represión sexual que sobre él
actúa. Algún tiempo después del fracaso de la investigación sexual infantil, la inteligencia,
robustecida ya, fortalecida, recuerda su anterior conexión y ofrece su ayuda para eludir la
represión sexual, y la investigación sexual reprimida retorna desde lo inconsciente en forma
de obsesión investigadora, disfrazada y coartada, pero lo bastante poderosa como para
sexualizar el pensamiento mismo y acentuar las operaciones intelectuales con el placer y la
angustia de los procesos propiamente sexuales. La investigación se convierte aquí en
actividad sexual. El sentimiento de la sublimación en ideas y la claridad intelectual se
sustituyen por la satisfacción sexual. Pero el imperfecto carácter de la investigación retorna
también en la imposibilidad de llegar a conclusión ninguna, y el sentimiento intelectual
buscado, el de alcanzar una solución, va alejándose cada vez más.
El tercer tipo elude tanto la coerción del pensamiento como la obsesión intelectual
neurótica. La represión sexual tiene también efecto en este caso, pero no consigue transferir a
lo inconsciente un instinto parcial del deseo sexual. Por el contrario, la libido escapa a la
represión, sublimándose desde un principio en ansia de saber e incrementando el instinto de
investigación. También aquí llega a hacerse obsesiva la investigación y a constituir un
sustitutivo de la actividad sexual; mas por efecto de la completa diferencia de los procesos
psíquicos desarrollados (la sublimación en lugar del retorno desde lo inconsciente) faltan el
carácter neurótico y la adherencia a los complejos primitivos de la investigación sexual
infantil, y el instinto puede actuar libremente al servicio del interés intelectual, atendiendo
simultáneamente a la represión sexual con la evitación de todo tema de sexual en sí.