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CRUZANDO EL JORDÁN: La Soberanía de Dios

Josué 3-4

Introducción

Estamos tan familiarizados con la historia del pueblo de Israel cruzando el río Jordán que
perdemos de vista el hecho que fue un evento sísmico (política y socialmente).

Desde cualquier punto de vista, es uno de los eventos más dramáticos en la historia del mundo:

- Un número enorme de personas participaron; mucho más de un millón (que en ese tiempo
era mucha gente, en relación con la población humana).

- Las personas que cruzaron el río Jordán fueron esclavos en Egipto. Un día salieron
caminando del país de su esclavitud, y anduvieron cuarenta años por el desierto.
Finalmente abandonaron el desierto, cruzaron el Jordán, y conquistaron la tierra de
Canaán. ¡Increíble!

- Las personas que hicieron esto no estaban acostumbradas a la guerra; la mayoría ni eran
soldados. Eran hombres y mujeres, niños y ancianos, con todos sus animales y
pertenencias.

- El cruce del Jordán, y la conquista de la tierra de Canaán, tiene repercusiones hasta el día
de hoy. En 1948, los descendientes de estas personas, luego del devastador Holocausto
en Europa, volvieron a tomar mucha de esta tierra otra vez, reclamándola como suya, y
desatando tensiones en el Medio Oriente que perduran hasta el día de hoy.

Algunas personas (hasta algunos creyentes) tienen cierto reparo acerca de la conquista de la
Tierra Prometida. En parte se entiende; la conquista fue bastante brutal. Sin embargo, la
respuesta a nuestras inquietudes acerca del derecho de Israel de conquistar la tierra de los
cananeos, matando a tantas personas, está en Jos 3:11. Israel estaba actuando bajo las
órdenes de Aquel que es “Señor de toda la tierra”.

El pueblo de Israel no embarcó en la conquista de la tierra de Canaán por un antojo personal;


fueron guiados por Dios a hacerlo. Así que la pregunta que debemos hacer es, “¿Quién es el
Dios que ordenó la Conquista?” La respuesta es, Él es Jehová, el “Señor de toda la tierra”
(v.13).

Hay algunos puntos generales que debemos observar antes de dedicarnos a un estudio
detallado del relato del cruce del río Jordán:

i. Hay mucha repetición en el relato. Esta es una característica del estilo oriental o hebreo
de escribir. Primero el autor se apresura a decirnos cómo el incidente terminó; luego,
retrocede, y nos brinda más detalles del evento.
ii. Hay un orden en todo lo que ocurre. Es interesante notar que todo se hace en forma
ordenada. La gente no estaba haciendo lo suyo. Todos estaban siguiendo a un líder, y
ese líder estaba siguiendo a Dios.

iii. También hay un sentido de urgencia. Había llegado el momento de actuar; ya no había
que esperar más. Enseguida que Dios habló, el pueblo se puso en marcha.
El cruce del río Jordán ilustra la soberanía de Dios en el accionar de Su pueblo. Notemos los
siguientes puntos que el pasaje nos enseña:

1. LAS COSAS DEBEN HACERSE CONFORME A LA VOLUNTAD DE DIOS

A Josué no se le permitió hacer las cosas como él quería. Él no llamó una reunión del pueblo de
Israel, o de sus líderes, para discutir juntos qué estrategia iban a seguir.

Dios le habló a Josué, y le dijo cómo tenía que hacer las cosas; y luego Josué comunicó esto al
pueblo, y el pueblo obedeció.

Algunas cosas que Dios ordenó eran muy extrañas:

- Los sacerdotes tenían que ir primero, no los soldados (Jos 3:3,6).

- Los sacerdotes tenían que quedar parados en medio del río hasta que todo el pueblo
hubiera cruzado.

- Doce hombres debían recoger una piedra grande cada uno, del fondo del río, y cargarlo
hasta el lugar dónde iban a acampar esa noche (Jos 4:3). Ese lugar quedaba a ocho
kilómetros del Jordán; el lugar llamado Gilgal (Jos 4:19).

LECCIÓN: La obra de Dios debe hacerse como Dios manda, en sometimiento a Su revelación.
Algunas de las cosas que Dios nos manda hacer pueden parecer extrañas; por ejemplo, “no te
desvíes de la Biblia”, “habla del pecado”, “mantén la ética bíblica”, “Cristo es el único Salvador”,
etc. ¿Estamos dispuestos a obedecer a Dios al pie de la letra?

2. LA NECESIDAD DE LA DIRECCIÓN DIVINA

Por cuarenta años, Dios guio a Israel por el desierto. Lo hizo por medio de la columna de nube y
fuego. Pero aquí no hay mención alguna de la columna de nube.

La presencia del Señor radicaba ahora en el Arca del Pacto, y eso fue lo que guio a Israel a
cruzar el Jordán, e ingresar en la Tierra Prometida. Dios seguía con Su pueblo, aunque la señal
visible de Su presencia ya no estaba con ellos (la columna de nube).

El Arca era altamente simbólico. Estaba cubierto por el “propiciatorio”, que era resguardado por
dos querubines. Esto representaba el trono de Dios – el lugar de la revelación divina.

Dentro del Arca estaba la tabla de los Diez mandamientos – un resumen de la revelación divina
(ver Jos 4:16, “el arca del testimonio”).

El Arca fue cargado por “los levitas sacerdotes” (Jos 3.3); eso significa, los sacerdotes que eran
de la tribu de Leví. Esta frase enfatiza la soberanía de Dios, quien escogió tanto a la tribu de
Levi, como a los descendientes de Aarón. Los levitas eran los guardianes de la revelación
divina.

Pero, ¿por qué dejar un espacio de “dos mil codos” (Jos 3:4) – una distancia de un kilómetro?
Algunos dicen que era para enfatizar lo sagrado que era el Arca. Pero el Señor explicó que tenía
que ver con la dirección de Dios – “a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir…” (Jos
3:4a). El espacio entre el Arca y el pueblo indicaba claramente que Dios estaba guiando al
pueblo; no estaban siguiendo a los líderes humanos.

Dios estaba guiando a Su pueblo por medio de Sus representantes terrenales – los sacerdotes.
¡NO ERA POR MEDIO DE JOSUÉ!

Esto pone de cabeza muchos estilos de liderazgo hoy en día. Los grandes líderes del mundo
jamás dejarían a otras personas tomar las decisiones más importantes, en cuanto a la estrategia
y la dirección a seguir.

EJEMPLO: Winston Churchill; él asumió el mando completo de las fuerzas británicas durante la
Segunda Guerra mundial, y no dejó a otros asumir esa responsabilidad.

Pero en este caso, no era Josué quien iba a guiar la marcha; los sacerdotes lo iban a hacer,
cargando el Arca de Dios.

LECCIÓN: Necesitamos la dirección de Dios. Es bueno escucharnos los unos a los otros, y
expresar nuestras ideas acerca de las cosas; pero al fin y al cabo la Iglesia no es una
democracia. Dios tiene que guiar a Su pueblo.

Los líderes (pastores, etc.), ¿tienen la libertad de guiar al pueblo a su antojo? No; ellos deben
hacerlo en sometimiento a la Palabra de Dios. Tal como los sacerdotes eran los guardianes de
la revelación divina, y tenían que cumplir sus responsabilidades en sometimiento a esa
revelación, así también los líderes de la Iglesia están bajo la autoridad de la Palabra de Dios.

3. DIOS HARÁ MARAVILLAS

Vemos esto en Jos 3:5. La palabra en hebreo significa ‘separar’, en el sentido de ‘distinguir’ (ver
Éx 34.10); marcar a un grupo como distinto de los demás.

EJEMPLO: La marca que coloca un artista en su obra de arte, para marcarlo como suyo. Esa
marca distingue esa pintura de la obra de otros artistas.

Hay algunas cosas que los hombres pueden hacer; y hay cosas que sólo Dios hace. A veces
Dios hace cosas que los hombres pueden hacer; esas cosas no impresionan mucho (por
ejemplo, las primeras señales que Moisés hizo delante de Faraón; Éx 7:8-13).

Pero a veces Dios hace cosas que el ser humano no puede hacer. A esas cosas las llamamos
‘milagros’. La RV traduce, “maravillas” (Jos 3:5). La idea es: ‘Dios hará cosas asombrosas, para
que ustedes sepan que lo que sucede se trata del obrar de Dios, y no de los hombres’.

Esta es una característica del obrar de Dios. Lo hace en tal manera que Sus maravillas sean
conocidas. Ocurrió durante el Éxodo; e iba a volver a ocurrir durante la Conquista.

El término en hebreo abarca todos los milagros que Dios hizo durante la Conquista, incluyendo la
toma de Jericó. Sin embargo, se aplica en particular al cruce del río Jordán, cuando estaba
caudaloso, y las aguas rebalsaron el cauce.

Según Rahab, el pueblo de Jericó ya estaba temeroso del pueblo de Israel, por lo que Dios hizo
cuarenta años antes, abriendo el camino por el Mar Rojo. Quizá estaba confiando que Israel
sería detenido al otro lado del río por varios meses. Pero cuando vieron al pueblo cruzar el
Jordán, debió haber tenido un impacto devastador sobre los habitantes de Jericó.
Esto es lo que Dios hace en la Iglesia, especialmente durante tiempos de avivamiento espiritual.
¡Él hace maravillas!

Es la manera también en que Dios nos salva. La salvación es la maravilla más grande que Dios
ha hecho. Es algo que sólo Dios puede hacer.

Si nosotros nos podemos salvar a nosotros mismos, por medio de nuestras buenas obras,
entonces no hay maravilla alguna en ello.

Uno de los grandes ejemplos de la salvación de Dios es el ladrón en la cruz. Qué maravilla fue
esa; que alguien como él sea salvo al último momento de su vida. Sólo Dios puede hacer algo
así.

4. DIOS EXALTA A JOSUÉ

Hasta este momento, Josué no ha sido alguien muy especial en Israel. Es cierto, hizo algunas
cosas interesantes, pero nada de gran renombre; y nada últimamente. Cuando Dios lo nombró
como el sucesor de Moisés, quizá fue una sorpresa para muchos. Algunos se habrán
preguntado, “¿Quién, Josué? ¿Quién es Josué?”

Moisés fue una gran figura. Dios le hizo grande, y fue reverenciado por el pueblo de Israel.
Ahora Dios haría lo mismo con Josué.

Pero notemos algo importante. Lo que Dios iba a hacer NO era para el beneficio de Josué. No
era, “para que todos te reconozcan como un gran hombre”. Ese no era el propósito de Dios.

Lo que Dios iba a hacer era para la gloria de Dios, y para el bien del pueblo de Dios. Como
leemos en Jos 3:7, “comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que
entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo”. Como consecuencia, el pueblo
temió a Josué como temieron a Moisés (Jos 4:14).

El resultado fue que el pueblo obedeció a Josué implícitamente, y eso contribuyó a la Conquista
de la tierra de Canaán.

En la Iglesia, Dios nunca exalta a los líderes para su beneficio personal. Siempre es para el bien
de la Iglesia, y para la gloria de Dios.

Conclusión

La Iglesia de Cristo es el pueblo de Dios hoy en día; Él la escogió para cumplir Sus propósitos en
este mundo. Hay mucho que hacer. Hay conquistas que debemos llevar a cabo. Hay
‘Jordanes’ que debemos cruzar. Pero todo eso será la obra de Dios, hecha como Dios quiere, y
para Su Gloria. Él es soberano en este mundo.

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