Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En la composición cinematográfica
Desde la época del cine no sonoro, donde un pianista a oscuras matizaba con
mayor o menor inventiva, justeza y criterio el relato que se desarrollaba en una pantalla,
la música se ha ido incorporando a la cinematografía como un elemento casi
indispensable. En estos primeros tiempos, una de las prácticas más empleadas fue la de
utilizar todo tipo de música, independientemente del estilo, época o género y
encadenarlas secuencialmente conforme al montaje de imágenes. Surgen aquí los
términos de «adaptación» o «arreglo», para definir el empleo literal o modificado de esta
música compuesta para otro medio u otro fin que no sea el de la propia película.
Adentrándonos al tema que nos convoca, podemos decir que hay una tendencia
muy difundida, que vincula a una profusión de música cinematográfica con la técnica
compositiva basada en el “leitmotiv”, práctica que si bien fue utilizada por diversos
compositores post-románticos, como sabemos fue desarrollada y sistematizada por
Richard Wagner. Ahora bien, el primer planteo del presente trabajo es el siguiente: la
reducción simplista de esta comparación puede hacernos caer en el error de suponer que
dicho procedimiento compositivo es el mismo, tanto en lo operístico como en lo
cinematográfico.
Diversos teóricos han versado sobre la música para cine y particularmente sobre el
tratamiento “leitmotívico”, desnudando en sus argumentaciones su apoyo o aversión por
el mismo, en reflexiones que generalmente aluden a aspectos psicológicos, sociológicos,
estéticos, etc. Pero casi nunca definiendo exactamente a que se refieren con este
término, para, a partir de esta delimitación tratar el tema desde una perspectiva
estrictamente musical.
Creo que esta precisión es de fundamental importancia ya que considero que estas
especulaciones teóricas, adolecen del error de transpolar juicios de valor que provienen
del análisis del desarrollo sintáctico temático y formal en el que se desenvolvió el lenguaje
de la música centroeuropea, con este nuevo tipo de arte que es el cine, que posee una
sintaxis que le es propia, y en la cual - y considero esto de fundamental importancia- la
música es sólo una parte, casi siempre presente, y que en la mayoría de los casos cumple
una importante función sintáctica y articuladora, pero que en otros casos puede ser
perfectamente prescindible.
1
Adorno, Theodor – Eisler, Hanns: El Cine y la Música. Ed. Fundamentos. Caracas 15. Madrid. 1976. Pág. 18
No obstante en el mismo escrito al referirse a la utilización del leitmotiv en la
música cinematográfica expresa lo siguiente: Hoy en día la música de cine se enhebra con
«leitmotiv». Mientras que su fuerza evocadora proporciona al espectador sólidas
directivas, facilita al mismo tiempo la labor del compositor en medio de la apresurada
producción: se limita a citar en donde, en otro caso, debería inventar. La idea de leitmotiv
es popular desde los tiempos de Wagner. Sus éxitos masivos han estado siempre
relacionados con la técnica del leitmotiv: sus leitmotiv actuaban ya como una especie de
marcas registradas en las que se podían reconocer figuras, sentimientos y símbolos.
Fueron siendo la más vasta forma de ilustración, la falsilla para gente sin formación
musical. […] Cabía suponer que esta técnica debido a su comprensibilidad, iba a ser
especialmente adecuada para el film, ya que éste es el criterio que rige todos los aspectos
de su realización. 2
2
Ibíd. anterior Pág. 19
3
Ibíd. anterior Pág. 22
El teórico francés Michel Chion, en su obra de estudio obligado en estos temas
-nos referimos a su texto: “La música en el Cine”- hace alusión a la crítica de Adorno que
hemos expuesto, y ensaya un argumento en pos de refutarlo en el capítulo denominado:
Circulación del leitmotiv, donde afirma lo siguiente: “Independientemente del hecho de
que pueda representar un sentido preciso y fijo, identificable por un nombre (El tema de
Casanova, el tema de la soledad), [el leitmotiv] encarna el propio movimiento de la
repetición que, en la fugacidad de la imagen y sonido propia del cine, delimita poco a poco
un objeto, un centro.
El “leitmotiv” asegura al tejido musical una especie de elasticidad, de fluidez deslizante, la
de los sueños. Cuando se renuncia a este uso en mayor o menor medida, no resulta nada
fácil, por lasitud, encontrar otra regla de juego.
Contrariamente a lo que se ha dicho en ocasiones en la obra de Bernard Herrmann no
solamente no se abandona el “leitmotiv”, sino que al contrario, este se hace más presente.
Pero se somete a una simplificación rítmica y melódica, y se le trata con una concisión que
le confiere una especie de autonomía. El “leitmotiv” suena entonces como elemento
generador de angustia y de obsesión, y no como elemento de significación psicológica.
Esto se debe a su afirmación rítmica cada vez más marcada.” 4
Tomando como base esta última perspectiva teórica, surge el segundo postulado
del presente trabajo: Considero que en la valoración de la composición de música
cinematográfica no puede soslayarse el hecho de que, desde aquel cine no sonoro que
describíamos al comienzo, a la actualidad, ha habido una evolución tecnológica
asombrosa. Han aparecido asimismo numerosos y nuevos formatos audio-visuales -como
4
Chion, Michel: La Música en el Cine. Ediciones Paidós Iberica. S.A. España. Año 1997. Pág. 202
la televisión, el video, la computadora personal e internet- esto ha producido un
incremento notable de la cantidad de horas hombre frente a pantalla. Esta realidad ha
originado también un desarrollo de estéticas vinculadas a las presentaciones de estas
nuevas tecnologías.
Por último, desde mi labor como compositor ligado a estos lenguajes, y como
docente de esta especialidad dentro de la creación musical, y entendiendo que por su
propia y constante evolución requiere de una permanente reflexión, es que reivindico el
valor artístico de la composición de música audiovisual, a la vez que planteo la necesidad
de analizarla y valorarla desde criterios que le son propios, despojándola del estigma de su
carácter funcional y otorgarle así el valor artístico que merece.