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UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES


LICENCIATURA EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES

PROBLEMÁTICA DE LA APLICACIÓN DE LA LEY EXTRANJERA

DAVID ALEJANDRO HERNÁNDEZ AFRE


CARNÉ: 20628-16

HUEHUETENANGO, AGOSTO 2020


CAMPUS REGIONAL SAN ROQUE GONZÁLEZ DE SANTA CRUZ SJ.
PROBLEMÁTICA DE LA APLICACIÓN DE LA LEY EXTRANJERA
Cuando las relaciones jurídicas desbordan las fronteras de un Estado y se
desarrollan en el ámbito internacional, resulta necesario establecer, entre otras
cuestiones, el sistema jurídico al que quedarán sometidos tales actos, a fin de
establecer su validez, legalidad, su eficacia, extensión de los derechos y las
obligaciones que se generen.

Al plantear lo relativo a la aplicación de leyes extranjeras estamos hablando de que


se acepte en territorio ajeno el efecto de una ley extranjera, es decir, que dentro de
los límites de otro estado que es soberano, que tiene sus propias leyes para resolver
los conflictos jurídicos que ahí se presenten se apliquen en el uso de su propia
soberanía una ley que no es suya, que no emitió el estado de mérito.

En la antigüedad existió un claro rechazo a aplicar las leyes extranjeras más que
todo por un excesivo celo en la aplicación e interpretación de la noción de
independencia; en otra época se acudió a la idea de “cortesía” o un mecanismo de
autodefensa que buscaba la reciprocidad por parte de otros estados.

El Derecho Internacional Privado, para el cumplimiento del objetivo que le es propio


(la regulación de la relación jurídica internacional que involucre el interés de una
persona privada) se vale también de normas de estructura directa, la norma
indirecta o regla de conflicto es considerada como la norma típica del Derecho
Internacional Privado, ya que tiene por función establecer el imperio legislativo y
jurisdiccional ante una cuestión ius privatista internacional.

La aplicación del derecho extranjero constituye una de las cuestiones propias del
Derecho Internacional Privado, que se presenta cuando, por determinación de la
norma de conflicto, el magistrado interviniente en una situación ius privatista
internacional y necesita recurrir a las soluciones normativas establecidas en un
derecho foráneo.

Entonces, ante tal situación deberá primero establecer, discernir, si el llamamiento


efectuado está dirigido al derecho extranjero como tal, es decir como derecho, o
bien, si la superación de las fronteras provoca la mutación de la ley en un mero
hecho. Se plantea así la cuestión de determinar la naturaleza jurídica o fáctica de la
regulación extranjera aplicable al caso. Para que se de la aplicación de derecho
extranjero en el país, debe existir primeramente una relación de jurídica que reclama
la aplicación de una ley extranjera; una situación conflictiva en la cual una de las
partes o las dos reclaman que el problema se resuelva haciendo aplicación de una
ley sustantiva.

También, en íntima relación a ello, surge asimismo el problema de su aplicación


procesal: de oficio como consecuencia de que el juez debe fundar su solución en el
derecho pertinente o a pedido de parte interesada que como todo hecho, debe ser
probado por quien lo alegue.

Ante la aplicación de la ley extranjera, se presentan dos aspectos centrales a


resolver:

El relacionado a la naturaleza del derecho extranjero: esto es saber si el mismo es


un derecho, o si por el contrario tiene naturaleza fáctica, es decir es un mero hecho.
El del tratamiento procesal del derecho extranjero: acerca de si corresponde su
aplicación de oficio o si solo debe ser judicialmente aplicado cuando ha sido alegado
y debidamente probado por las partes.

La obligatoriedad de reconocer y aplicar el derecho extranjero como tal (como


derecho y como extranjero), y, en los supuestos en que la norma de conflicto
determina su aplicación, la fundamentan en la conveniencia internacional,
cuestiones de utilidad, el necesario reconocimiento de derechos adquiridos,
etcétera. El derecho extranjero es, bajo esta concepción, un simple hecho legislativo
ocurrido en un Estado extranjero y quienes pretendan valerse de sus soluciones
deberán alegar su existencia, su alcance, su contenido, así como debe demostrar
el acaecimiento de cualquier otro hecho que se invoque en un proceso para
fundamentar la postura asumida en el litigio.

Cuando se establecen los criterios para la determinación de la ley aplicable a una


relación ius privatista internacional, la tendencia actual intenta que coincidan
diversos puntos que tienen relevancia a fin de evitar que resulte aplicada la ley de
un Estado con el que no presente vínculos significativos. Se intenta evitar que la
determinación de la legislación aplicable dependa de un único punto de contacto.

Charles Dumoulin afirmó que, en defecto de elección de ley por los contratantes,
deben emplearse criterios flexibles a veces el lugar de celebración, a veces el del
domicilio de las partes, a veces otros criterios, que conduzcan a una “ley previsible
por los contratantes”. Es el principio de previsibilidad, que se identifica fácilmente
con el principio de proximidad: el contrato debe regirse por la ley del país con el que
presenta los vínculos más estrechos, que es la ley que las partes esperan ver
aplicada a su contrato.

Nuestra legislación en su Artículo 35 de la Ley del Organismo Judicial expresa: “Del


derecho extranjero: Los tribunales guatemaltecos aplicarán de oficio, cuando
proceda, las leyes de otros Estados. La parte que invoque la aplicación de derecho
extranjero o que disienta de la que se invoque o aplique, justificará su texto, vigencia
y sentido mediante certificación de dos abogados en ejercicio en el país de cuya
legislación se trate, la que deberá presentarse debidamente legalizada. Sin perjuicio
de ello, el tribunal nacional puede indagar tales hechos, de oficio o a solicitud de
parte, por la vía diplomática o por otros medios reconocidos por el derecho
internacional”.

Si bien es cierto que nuestra legislación se rige bajo este precepto legal, en el
Código de Bustamante y tratados internacionales, no está demás decir que en estos
tiempos son normativas que no están de acorde a la realidad, que nuestra
legislación necesita ponerse a la vanguardia del derecho y su movimiento constante
para poder tener una aplicación eficaz y realista en los casos cuando se presentan
problemáticas de cualquier índole que se puedan resolver de conformidad a la
aplicación de leyes extranjeras. Por lo que las normas de la ley de derecho
internacional privado, así concebidas hasta hoy, venían dadas por las pertinentes
disposiciones del Código de Bustamante y la Convención Interamericana sobre
normas generales de derecho internacional privado.

De igual manera nuestra legislación ordena al juez la aplicación de oficio de las


leyes extranjeras, tal situación sería la más razonable, pero al mismo tiempo deja
que las partes realicen su intervención solicitándolo, situación que pone en
desventaja, ya que esperar que las partes lo realicen a petición, nos encontramos
que la mayoría de personas desconocen el contenido de las normas a aplicar en
determinado caso.

La forma más viable de una mejor aplicación al derecho internacional es que los
juzgados lo realicen de oficio, siendo estos personajes doctos en la materia, no
solamente como información en el desarrollo de su trabajo sino también en su
aplicación, y así no caer en la simple aplicación de un derecho interno.

De lo anterior se desprende que los procesos judiciales y sus incidencias cualquiera


que sea su naturaleza deben tramitarse con arreglo de las leyes procesales del
Estado donde se promueve la acción.

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