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Sábado 12 de Marzo de 2005

LA INCREÍBLE HAZAÑA DE ALDO


POY

El gol más largo del mundo 


Desde hace 33 años, los fanáticos de
Rosario Central celebran la palomita con
que el club venció a su tradicional
enemigo.
Por Francisco Mouat
Fotos: Héctor Yáñez

Esta historia hay que contarla desde el


principio. El 19 de diciembre de 1971, en
Buenos Aires, Rosario Central, conocido
como el equipo canalla, derrotó por 1 a 0
a su archirrival, Newell's Old Boys, el
equipo leproso, y clasificó por primera
vez en su historia a una final del
campeonato argentino de primera
división. ¿Por qué canallas y leprosos?
Porque hace muchísimos años, en
Rosario, ambos equipos aceptaron
participar en un partido a beneficio del
leprosario de la ciudad. Pero a la hora del
encuentro, sólo se hicieron presentes los
jugadores de Newell's Old Boys. Desde
entonces el mote y la rivalidad a muerte:
canallas los de Central, leprosos los de
Newell's.
Volvamos al 19 de diciembre de 1971.
Esa tarde, el único gol del partido lo
convirtió el atacante Aldo Pedro Poy con
una impecable palomita en el minuto
nueve del segundo tiempo. Desde
entonces, y en forma ininterrumpida, la
OCAL (primero Organización Canalla
Anti Lepra, ahora Organización Canalla
para América Latina) festeja cada nuevo
aniversario del gol de Poy con un acto que
comenzó siendo privado, pero que a estas
alturas es un ritual en el que han llegado a
participar miles de fanáticos. La
ceremonia siempre termina del mismo
modo: Aldo Pedro Poy, con su
inconfundible bigote, recrea en vivo
frente a un arco improvisado el gol de
palomita que lo hizo célebre, y luego
viene el estallido de júbilo de todos los
canallas asistentes.
El gol de Poy es un gol mitológico. No
hay duda. Sirvió para que Rosario Central
se coronara días después campeón del
fútbol argentino y nunca más ha dejado de
recordarse. Ahora mismo voy arriba de un
pequeño bus recorriendo calles de Mar del
Plata para asistir al último festejo de la
paloma. En el minibus también viene
Aldo Pedro Poy. Todos vamos
uniformados con la polera azul y amarilla
de la paloma 33. Cantamos el himno de
Central y volvemos a dedicarle al prócer
de la OCAL el grito que lo hace inmortal:
¡¡Aldo Poy, Aldo Poy, el papá de
Ñulsolboys!! Poy sonríe. Está tranquilo.
Lleva treinta y tres años de su vida
haciendo lo mismo cada vez que el
calendario marca 19 de diciembre. Esta
vez viajó en su auto particular desde
Rosario (siete horas de viaje, más o
menos, por la autopista) y llegó anoche al
hotel. Descansó y bajó esta mañana, cerca
de las diez, a tomar desayuno ya vestido
con la polera del festejo, jeans y
mocasines. Sólo café y dos medialunas
con dulce de leche. Hay que estar liviano
para la celebración. Se trata de un día
dedicado a la gente de Central. Él lo sabe,
y lo asume. Alguna vez dijo: "Este hecho
no me pertenece. Es más: creo que nunca
me perteneció. Fui la síntesis de los
deseos de miles de hinchas. La excusa y
el móvil utilizado por el apetito
centralista. Mi imagen, mi cuerpo, mi
vuelo. Por eso es hora de multiplicar el
efecto. Sean ustedes yo, porque yo soy
ustedes". La voz de Poy no sabe de
estridencias. Lo suyo es de una humildad
que conmueve. Nadie diría que este
hombre cercano a los 60 años de edad que
va sentado en el minibus mirando Mar del
Plata por la ventana es el auténtico héroe
de miles y miles de canallas que lo
idolatran.
El año 96 fue una de las primeras veces
en que la palomita de Poy dejó de
celebrarse en forma íntima. Esa vez, hubo
una suelta de palomas en el Gigante de
Arroyito, el estadio de Rosario Central, y
después una caravana de autos con miles
de centralistas partió a Buenos Aires, al
mismo Obelisco, para inmortalizar el
vuelo de Poy.
La fiesta agarró una dinámica increíble.
Ningún canalla quería quedar fuera de los
festejos. Al año siguiente, el 19 de
diciembre de 1997, la OCAL preparó una
comida en el Club Río Negro a la que
asistieron 1.700 personas. Todos
estuvieron con la polera de rigor y
luciendo una máscara de Poy: "Hoy todos
somos Poy" fue el lema de la jornada.
Hay fotos que registran la multitudinaria
asistencia y la multiplicación fantástica
del rostro del prócer. Eso sí, según los
dirigentes de la OCAL, el tema se les fue
de las manos: "Había demasiada gente, en
un minuto temimos por la seguridad de
Poy después de que hizo la palomita,
pensamos que lo iban a aplastar".
Poy, está visto, sobrevivió a la
experiencia, pero la OCAL prefirió evitar
riesgos futuros y volvió a privatizar las
celebraciones. En 1998, el prócer se vistió
de Viejo Pascuero y repartió juguetes y
golosinas a los niños en la Peatonal
Córdoba de Rosario, en pleno centro de la
ciudad, para luego hacer la palomita en la
calle con la camiseta de Rosario Central
frente a un arco sostenido por dos
grandotes. Según José Colorado Vásquez,
ministro de Información de la OCAL, "el
ejecutor terminó bajo una montaña
humana y, tan misteriosamente como se
armó el arco, desaparecieron del centro
todos los participantes, antes de que la
gente de Newell's que pasaba por el lugar
pudiera reaccionar".

EL RITUAL
La fiesta de ahora, la de Mar del Plata, fue
organizada por la OCAL de la ciudad
costera. Es la hora de almuerzo. Habrá
choripanes, hamburguesas, vino y
bebidas. El minibus ya está llegando al
"Centro de Italia", sitio del suceso. Entre
los que esperan hay muchos niños y
mujeres. El salón está adornado con
globos azules y amarillos y decenas de
lienzos que lo saludan. El prócer es el
último en bajar del minibus. Es probable
que su aparición en el salón sea el
momento de mayor emoción y euforia de
toda la jornada, superior incluso a cuando
se lance en palomita y reviva el gol frente
a Newell's. Es como cuando sale el
equipo a la cancha. El griterío es
maravilloso. Entra Poy al salón y la
fanaticada centralista se vuelve loca. El
grito es estruendoso: "¡¡Aldo Poy, Aldo
Poy, el papá de Ñulsolboys!!". La turba lo
abraza, lo besa, lo sube en andas. Los
ocalistas están felices. Gritan y cantan. El
prócer ha llegado, y el ritual de delirio
dura algunos minutos. Cerca de diez.
Después la gente empieza poco a poco a
acostumbrarse a la presencia del ídolo.
Todos quieren sacarse una foto con él.
Todos quieren que Aldo les firme las
camisetas de la paloma 33.
Cuando finalmente Aldo Pedro Poy logra
sentarse en la mesa de honor junto al
doctor Eduardo Ferrari del Sel,
representante del Gran Lama de la OCAL,
ha pasado ya por lo menos cerca de una
hora desde la llegada del prócer. Entre los
invitados figura el árbitro Arturo
Iturralde, quien dirigió aquel partido de la
palomita memorable y que ahora vive en
Mar del Plata. La charla de Poy con el
réferi es amistosa y llena de recuerdos.
Iturralde fue quien sentenció el gol contra
Newell's, el que tocó el pito y marcó el
centro de la cancha, el que después de
noventa minutos de lucha levantó los
brazos y dio por terminado el partido.
Colorado Vásquez no cabe de alegría por
la presencia de Iturralde en el festejo.
Piensa en el Museo de la OCAL. En
pedirle, por ejemplo, el pito con que
sancionó el gol de Poy. O la manga
derecha de su polera negra, que fue lo que
los ojos de Iturralde vieron cuando marcó
el fin del partido. El museo de la OCAL
es cuento aparte. Se trata de un salón
increíble montado en la misma casa del
Colorado donde abundan fetiches
vinculados a la palomita de Poy y al odio
hacia los leprosos. Entre las piezas del
museo hay, por ejemplo, piedras del
estadio Morumbí de Sao Paulo, a donde
fue a parar la pelota arrojada por un
jugador de Newell's en una definición a
penales durante una Copa Libertadores.
Lo más delirante: el frasco con formol
donde está el apéndice del jugador de
Newell's más cercano a Poy en el
momento en que el delantero conecta de
palomita y marca el gol mitológico. Dice
textual en la etiqueta que rotula el frasco:
"Apéndice del jugador De Rienzo, por
donde, a veinte centímetros de la misma,
pasó la pelota impulsada por Aldo Pedro
Poy de palomita, convirtiéndose en el gol
con el cual Central eliminara a Newell's
Old Boys el 19 de diciembre de 1971".
¿Y cómo consiguieron el apéndice?
Fácil. Al día siguiente del partido, De
Rienzo llegó al hospital con apendicitis
aguda y hubo que sacarle el apéndice en
una operación de emergencia. Un médico
canalla participó en la cirugía y se
iluminó: tomó conciencia de que muy
cerca de esa zona había pasado la pelota
impulsada por Poy rumbo al gol y decidió
guardar la pieza en formol y cederla a la
OCAL, para ayudar a construir el archivo
histórico de la jugada. Lo otro que
tenemos en el museo es un mechón de
pelo del parietal izquierdo de Poy, que fue
la zona de la cabeza con la que el prócer
anotó el gol de palomita.

LA PROFECÍA
La última palomita en Mar del Plata
confirma el deseo de la OCAL de
internacionalizar el festejo cada 19 de
diciembre. El 2002 vinieron a Chile, y el
2003 la hicieron en una playa de Miami.
Aldo Poy va a donde lo lleven. Él es
materia dispuesta. En Miami, eso sí, casi
murió asfixiado en la arena después de
caer al suelo, y por eso ahora, en Mar del
Plata, Poy ha decidido defenderse
levantando los pies inmediatamente
después de caer al suelo, para luego
pararse lo más rápido posible y evitar así
que los festejantes le caigan encima. En el
salón del "Centro de Italia" lo consigue,
pero la OCAL de Mar del Plata ha
decidido que Poy haga tres palomitas en
su ciudad, así que faltan todavía dos
zambullidas más: una en la llamada "zona
de los lobos", en el corazón del balneario,
sobre el cemento, entre guatapiques y
petardos; y luego la última, la de la
despedida, en el estadio mundialista,
gentilmente cedido por la municipalidad.
El ritual se desarrolla normalmente. Hay
cierto cansancio, eso sí, en el ambiente.
Probablemente no es buena idea hacer
más de una palomita. Se pierde algo de la
magia, del "momento único". Antes de la
última palomita me acerco a Poy:
¿No te cansas, Aldo, no te aburre siempre
la misma historia?
No, para nada. Hoy se lo debo a la gente,
a mi gente. La alegría de todos ellos, de
los muchachos, de las mujeres, de los
niños, es inigualable. Siempre me
sorprenden con algo nuevo. Eso sí, no me
gusta que en lugares públicos, como pasó
ahora en el centro de Mar del Plata, me
levanten en andas y griten cosas en contra
de Ñuls. Por ahí te arruinan la fiesta.
Aparecen algunos leprosos ofendidos y se
arma un quilombo. Eso no me gusta. Por
eso les pedí que me bajaran y que gritaran
cosas de Central, no cosas en contra de
Ñuls.
Aldo Pedro Poy tiene algo profético que
lo acompaña. Cuando anotó aquel famoso
gol de palomita contra Newell's, dijo
después en el camarín y así se reprodujo
al otro día en los diarios: "Este gol lo
recordarán toda su vida". Y así fue. Y así
es. Los de Ñuls y los de Central. Y
nosotros, que lo acompañamos de vuelta a
Rosario en auto durante siete horas y que
después nos reunimos en la noche, en la
casa del Colorado Vásquez, a revisar las
piezas del museo de la OCAL, a repasar
con detalle la historia del gol más largo
del mundo y el más celebrado, a ver cómo
se hace para que el Libro Guinness lo
incluya también entre sus récords.
El futuro, Colorado, ¿cómo se ve?
Aldo irá envejeciendo, eso ustedes lo
saben. Algún día, incluso, ya no estará en
este mundo. Ahora en Mar del Plata
terminó con el tobillo inflamado. Nadie es
eterno.

Lo sabemos, lo sabemos. Pero el vuelo es


inmortal, el vuelo continúa. La OCAL es
consciente del tema, y por eso le hacemos
chequeos médicos permanentes al prócer,
a Poy. Le tenemos además dos prótesis
suizas de rodilla, de primer nivel, para
cuando la rodilla que le falla, la izquierda,
ya no pueda seguir funcionando. Y está el
tema de la clonación.
¿Qué clonación?
La de Aldo. Hemos designado al doctor
José Cibelli, destacado científico
argentino radicado en Estados Unidos,
Miembro de Honor a cargo del
Departamento de Clonaciones de la
OCAL. Y obviamente, llegado el
momento, nuestro anhelo es que Aldo
pueda ser clonado para ver después, en el
futuro, lanzándose en palomita, a niñitos
de otras latitudes iguales-iguales a Poy.
Por ahora, mientras esto se resuelve,
hemos dispuesto que todos los niños
nacidos después del año 2000 y que sean
hijos de canallas de la OCAL se
conviertan mediante un diploma en
Misioneros Ocalistas. Ya hay más de
trescientos.
¿Cuál es la idea?
La idea es que el designado adquiera el
compromiso de honor de asistir el 19 de
diciembre de 2071 a festejar el "Primer
Centenario del Vuelo Histórico". Para eso
se les entrega el diploma. Para
comprometerlos.
Ésta es la historia de un delirio. Un delirio
entrañable. Aldo Poy: no te mueras nunca.

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