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El documento resume la obra del escritor chileno Claudio Bertoni. Explica que el autor ha escrito durante años de forma semioculta, publicando pocos libros. Describe haber conocido a Bertoni en 1979-1980 y haber visto sus cuadernos de escritura años después. Finalmente, resume el último libro de Bertoni, "En qué quedamos", elogiando su capacidad de escribir poesía que se siente cercana a la forma cotidiana en que hablamos.
El documento resume la obra del escritor chileno Claudio Bertoni. Explica que el autor ha escrito durante años de forma semioculta, publicando pocos libros. Describe haber conocido a Bertoni en 1979-1980 y haber visto sus cuadernos de escritura años después. Finalmente, resume el último libro de Bertoni, "En qué quedamos", elogiando su capacidad de escribir poesía que se siente cercana a la forma cotidiana en que hablamos.
El documento resume la obra del escritor chileno Claudio Bertoni. Explica que el autor ha escrito durante años de forma semioculta, publicando pocos libros. Describe haber conocido a Bertoni en 1979-1980 y haber visto sus cuadernos de escritura años después. Finalmente, resume el último libro de Bertoni, "En qué quedamos", elogiando su capacidad de escribir poesía que se siente cercana a la forma cotidiana en que hablamos.
Diario El Mercurio, Revista de Libros, domingo 11 de marzo de 2007 Me doy cuenta de que tengo todos o casi todos los libros de Claudio Bertoni. Claro, me falta la primera edición de 'El cansador intrabajable', publicada en Londres en el 73, pero ese libro no lo tiene nadie, ni el propio Bertoni, me parece. Si es prodigiosa esta acumulación bibliográfica se debe a que durante años Bertoni fue un escritor semioculto, un tipo de quien se sabían cosas a través de terceros. Era un poeta que no publicaba y que no aparecía mucho por Santiago. Yo lo conocí entre el 79 y el 80, en una perdida noche en La Reina, en una casa a la que creo haber llegado con Roberto Brodsky. No alcanzo a retener los rostros de las personas reunidas en ese lugar, "gente inteligente pero improductiva", según Rodrigo Lira. Meses después vi a Bertoni en una fuente de soda de Arturo Prat con la Alameda, en la mesa del fondo, acompañado de una Pílsener y de un cuaderno en el que presumiblemente escribía. No entré. Nos saludamos desde lejos, a través de la vidriera. Alguien me dijo después que él había valorado mi decisión de no interrumpirlo. Me llegó ahora el último libro de Bertoni, 'En qué quedamos', de las ediciones Bordura, gerenteadas por Vicente Undurraga y Tal Pinto. Si un criticón dijera que en esta nueva obra sólo hay "más de lo mismo" no podríamos contradecirlo, pero habría que agregar que en este caso el "más de lo mismo" es un punto a favor. Bertoni siempre ha estado escribiendo un puro libro, en el cual deja entender que la poesía no es cuestión estrictamente de metáforas y carambolas, sino más bien de una cierta vigilancia emocional sobre el curso de la vida en sus detalles mínimos. Con 'En qué quedamos' me ha sucedido lo mismo que la primera vez que leí los textos de Bertoni: una inminente curiosidad me lleva a revisar los poemas en desorden, a cerrar el libro, a abrirlo otra vez. Lo que se produce es una agitación privada. El breve poema sobre la muerte de Gonzalo Millán, con su simpleza cotidiana, vuelve empalagoso e intolerable el recuerdo de la cincuentena de elogios fúnebres que hemos alguna vez escuchado. El problema que Bertoni ha solucionado es el de cómo hablar: cómo hablar poéticamente, por escrito, sin alejarse del modo en el que hablamos —a los demás y a nosotros mismos— todos los condenados o luminosos días de nuestra vida. Una última cosa: los textos de Bertoni producen un efecto retardado en el lector. Uno queda sumergido en algo así como una hiperrealidad, observando con asombro sus propias manos, la luz del cigarro, el chasquido del fósforo, el contenido del refrigerador, el color del té o el viento en los árboles de más allá.