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Andreadelzap

Filosofía

1º Bachillerato de Ciencias y Tecnología

PEvAU Andalucía

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TEMA 6
LA FILOSOFÍA ESCOLÁSTICA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
(1224/5-1274)

1. CONTEXTO HISTÓRICO Y CULTURAL.


La Edad Media comienza con la caída del Imperio Romano de Occidente en el s. V y
termina con la caída de Constantinopla por los turcos a mediados del s. XV. Dentro de este
periodo, se diferencia entre la Alta Edad Media (donde se producen cambios muy
lentamente) y Baja Edad Mediad (el ritmo de los cambios se acelera).
En líneas generales, se caracteriza por el predominio del cristianismo en todos los

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aspectos de la vida. Al principio se vivió una gran decadencia cultural, pero una parte del
saber antiguo se salva en los monasterios, que son los únicos focos de actividad intelectual.
La sociedad es feudal, la población se divide en estamentos: nobleza, clero y campesinos.
Dios es el centro de todo, de ahí que el clero sea el estamento más importante. El Papa es el
referente de los cristianos.
Mahoma en el s. VII inicia el islam. Rápidas conquistas extienden su civilización y la
nueva religión, desde la Península Ibérica hasta más allá de la India. Esta civilización fue la
más avanzada del mundo. Arte, ciencia, medicina, filosofía y literatura se desarrollaron
mucho, en contraste con la decadencia cultural que se vivió durante mucho tiempo en los
países cristianos.
A partir de los siglos XI-XII (Baja Edad Media), comienzan a difundirse avances técnicos
como el molino de agua o de viento, la rotación de cultivos o la difusión del arado de ruedas,

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permitiendo el aumento de la producción agrícola y el enriquecimiento de muchos
campesinos. Esta situación de bonanza económica por el exceso de producción hizo que se
desarrollara el comercio para dar salida a los excedentes agrícolas, provocando el resurgir
de las ciudades, sobre todo en Países Bajos, Italia y Francia. También se forman las
primeras monarquías nacionales europeas: Inglaterra, Castilla, Aragón y Francia.
Son esas rutas comerciales las que hacen que se acaben conociendo las obras de
Aristóteles a través del mundo árabe, lo cual influirá en Sto Tomás, quien consigue, a través
de Guillermo de Moerbeke, una traducción directa del griego.
El desarrollo de la economía favorece la aparición de la burguesía, que fue acumulando
cadas vez más poder e influencia.
Surge la filosofía escolástica, corriente intelectual que se desarrolla en las escuelas
catedralicias. A principios del s. XII, Pedro Abelardo introduce un proceso para el análisis
filosófico: el método escolástico, que consiste en los siguientes pasos:
1. Lectio: lectura de un texto que se luego se comenta.
2. Quaestio: aclaración del algún asunto o contestación a las preguntas que han surgido
del texto. Se contraponen varias respuestas posibles y se analizan argumentos a favor o en
contra.
3. Disputatio: afirmación final sobre la cuestión o cuestiones después de la disputa o
investigación.
4. Tesis admitida, después de haber respondido a todas las objeciones contra ella.
En el s. XIII se da un florecimiento económico y cultural en Europa. Se extiende el gótico,
se crean las órdenes mendicantes (los dominicos en 1217 y los franciscanos en 1219), y de
las que algunos miembros llegaron a acceder a las cátedras de la universidad años
después; y se fundan las primeras universidades, pues hasta entonces la cultura había
florecido a la sombra de los monasterios y las escolas. Muy importante fue la creación de la
universidad de París (1215), en la que Santo Tomás consiguió una cátedra.
También debemos destacar la convivencia de tres culturas distintas, la cristiana, la árabe
y la judía, y de su pensamiento, tanto del árabe, con la filosofía de Avicena y Averroes
(musulmán, comentador de Aristóteles), como del judío con Maimónides (s. XII). El mejor
fruto cultural de la convivencia de judíos, cristianos y musulmanes se dió en Toledo y se

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materializó en los siglos XII-XIII, cuando ésta ciudad se convirtió en el más importante centro
de traducciones de todo el Occidente medieval. De este modo la ciudad de Toledo actuó
durante los siglos XII y XIII como auténtico puente cultural entre Oriente y Occidente.
En el s. XIV se vive una época de crisis debido a la peste, las guerras y la inestabilidad
económica y política. Surgen los primeros signos de un cambio en la visión del mundo en
Italia y los Países Bajos y comenzará el paso al Renacimiento.

2. CONTEXTO FILOSÓFICO.
En cuanto a la filosofía, debemos destacar la importancia de la escolástica, ésta construye
grandes sistemas filosóficos que no son otra cosa que filosofías ya elaboradas,

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especialmente el aristotelismo y el platonismo, adaptándolas a los nuevos problemas del
momento. La escolástica se preocupa, fundamentalmente, por dos problemas: la armonía de
la fe y la razón y la naturaleza de los universales.
En el s. XII, las obras de Aristóteles y de sus comentadores empiezan a traducirse del
árabe al latín. Se mezclaban con el neoplatonismo y con los comentadores árabes. Ya en el
s. XIII se traducen directamente desde el griego al latín y se redescubre Aristóteles, de quien
la Iglesia desconfiaba, por eso, teólogos y pensadores cristianos se empeñaron en
reconciliarlo con el cristianismo.
Es muy importante la interpretación que hace Averroes de la obra de Aristóteles, llegando
el averroísmo a expandirse por Europa. Dicha interpretación fue el peligro ante el que tuvo
que reaccionar Santo Tomás, ya que algunas teorías averroístas, como la mortalidad del
alma, la eternidad del mundo o la teoría de la doble verdad, eran contrarias a los contenidos

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de la fe. (La teoría de la doble verdad consistía en afirmar que existe una verdad de fe y otra
de la razón y que ambas pueden ser incompatibles o contradictorias)
Es imposible comprender el sentido del tomismo si no se tiene en cuenta que su
pensamiento iba dirigido a convencer a los herejes de la bondad de la fe cristiana. Por ello,
la fe cristiana necesitaba un fundamento racional y, aunque en un primer momento se
consideró que la doctrina más propicia para expresar la fe cristiana era el platonismo, más
tarde, precisamente a partir de la obra de Santo Tomás, se recurrió al Aristotelismo.

3. ESENCIA Y EXISTENCIA
Santo Tomás rechaza el idealismo platónico, para él, lo que existe de verdad son los
individuos particulares del mundo sensible. Realiza una síntesis de Aristóteles y el
Cristianismo, para lo que recurre a la distinción entre esencia y existencia propuesta por
Avicena (s. X-XI) y recogida por Maimónides.
La esencia es lo que define cada cosa. Está asociada a la potencia, porque no todo lo que
tiene esencia está realmente en el mundo. Para que algo exista de verdad hace falta que su
esencia se actualice y se transforme en existencia (ej: unicornio, centauro, sirena…).
La existencia es el acto de ser, la manera en que la esencia se plasma en una cosa que
verdaderamente está en la realidad.
Todas las esencias están presentes en la mente divina, pero en el acto de creación,
decidió traer a la existencia sólo algunas esencias.
Todos los seres que existen realmente son un compuesto de esencia y existencia, sólo
Dios es el único ser en el que esencia y existencia coinciden. Es necesario, el único que, por
ser simple, forzosamente tiene que existir, mientras que sus criaturas son contingentes.
No todas las criaturas son iguales. La esencia de algunas está compuesta de materia y
forma, mientras que otras, tienen sólo forma, no materia, de ahí que se establezca una
jerarquía entre los seres:
Dios – ángeles (sólo tienen forma) – hombres (tienen alma inmortal) – animales – plantas
– cosas inanimadas.

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4. FE Y RAZÓN
Las respuestas al problema de la relación fe-razón, fueron diversas, hubo quienes, como
Tertuliano, pensaron que la razón era enemiga de la fe y es ésta la que debe prevalecer
sobre la razón, aunque las verdades de la religión puedan parecer absurdas; para San
Agustín, una y otra se necesitan porque las dos apuntan a una única realidad.
Santo Tomás analiza este problema distinguiendo la fe de la razón, pues la razón es una
facultad “natural” del ser humano, mientras que la fe es un don sobrenatural que nos lleva a
la aceptación de lo que Dios ha revelado, son dos fuentes distintas de saber y cada una
tiene su ámbito propio. Por otro lado, Santo Tomás piensa que las verdades descubiertas
por la razón y las verdades reveladas por Dios no pueden estar en contradicción, como así lo

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afirmaba la teoría averroísta de la doble verdad. Así pues, y teniendo en cuenta esto, Santo
Tomás admite dos tipos de verdades: “Hay ciertas verdades que sobrepasan la capacidad
de la razón humana, como es, por ejemplo, que Dios es uno y trino (artículos de fe). Hay
otras que pueden ser alcanzadas por la razón natural, como la existencia y unidad de Dios,
etc., las cuales fueron incluso demostradas por los filósofos, guiados por la luz natural de la
razón”(verdades naturales). Además de éstas, existen los “preámbulos de la fe”, que son a la
vez verdades naturales y reveladas por Dios, es decir, hay un ámbito de verdades acerca de
Dios al que podemos llegar utilizando la razón, es la teología natural . Estos preámbulos sólo
pueden ser conocidos por unos pocos seres, y no sin errores o dudas y entre ellos se
encuentran la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y la creación del mundo.
Antes de Santo Tomás, San Anselmo propone un argumento ontológico para demostrar la
existencia de Dios, es un argumento a priori que comienza a partir de la definición misma de

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Dios: un ser dotado de todas la perfecciones. Si es el ser más perfecto que puede pensarse,
debe existir obligatoriamente, porque si no, le faltaría una perfección (este argumento lo
utilizará después Descartes en el s. XVII).
Para Santo Tomás, la existencia de Dios hay que demostrarla con argumentos a
posteriori, basándonos en la experiencia, porque los a priori no resultan evidentes a todos
los seres humanos. Como somos limitados, finitos e imperfectos, no podemos conocer
directamente la esencia divina, debemos acercarnos a Dios por analogía.
Establece 5 vías para demostrar la existencia de Dios:
1. Vía del movimiento: todo lo que cambia o se mueve debe ser movido por otro (el
movimiento es el paso de la potencia al acto). No puede haber una cadena infinita de
motores y móviles, por lo que es necesario que exista un primer motor: Dios.
2. Vía de la causalidad: todo lo que sucede tiene una causa. No puede haber una cadena
infinita de causas, por lo que tiene que haber un primer principio, algo que sea causa pero no
causado: Dios.
3. Vía de la contingencia: todos los seres que existen son contingentes, existen pero
podrían no existir. Deben su existencia a otros seres que los han originado. No puede haber
una cadena infinita, por lo que debe haber un primer ser que no sea contingente sino
necesario, porque si todos los seres fueran contingentes, en el mundo no existiría nada, ya
que no existiría motivo alguno para que las cosas hubieran empezado a existir. El ser
necesario es Dios, origen de todos los seres contingentes.
4. Vía de los grados de perfección: unos seres son más perfectos que otros y somos
capaces de reconocer cuándo está más cerca de la perfección máxima. Ha de haber un ser
absolutamente perfecto que sea origen de todas las perfecciones que existen: Dios.
5. Vía teleológica: todo lo que existe en el universo actúa siguiendo un propósito. Las cosas
suceden por un motivo y para lograr una finalidad determinada. También sucede con las
plantas, estrellas o piedras. Para que los seres que no pueden razonar sean capaces de
perseguir una meta, hace falta que alguien inteligente la haya establecido. El ser que ordena
y regula el funcionamiento de todo lo que existe es Dios.

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5. ANTROPOLOGÍA
Siguiendo la jerarquía de los seres que establece Santo Tomás, el ser humano se
encuentra inmediatamente después de los ángeles. Para Santo Tomás el ser humano está
compuesto de cuerpo y alma, de materia y forma. El alma no sólo es principio del
movimiento, la vida y la inteligencia, sino que tiene también una dimensión espiritual, es una
sustancia imperecedera creada por Dios y que aspira a la salvación eterna tras la muerte,
por eso, aunque esta unidad de cuerpo y alma es una unidad sustancial, existe entre ambos
una independencia que nos permitirá afirmar que el alma seguirá existiendo una vez
aniquilado el cuerpo, es decir, que el alma es inmortal.

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6. CONOCIMIENTO
La realidad está compuesta por los individuos particulares del mundo sensible, pero el
conocimiento valioso es el de lo general, por lo que hay que llevar a cabo un proceso de
abstracción que permita pasar de los particular a lo general. Este proceso sigue los
siguientes pasos:
- comienza con los sentidos
- la imaginación elabora representaciones mentales de lo que hemos percibido
- la memoria almacena y recuerda estas imágenes
- el entendimiento compara las representaciones de los individuos similares y extrae lo
que todos tienen en común. Hay que diferenciar entre entendimiento paciente (en potencia) y
entendimiento agente (responsable de obtener lo universal).
Lo que las representaciones tienen en común es la forma, lo que hace que pertenezcan a

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una misma especie o género, la esencia común compartida por varios individuos distintos, lo
que los filósofos medievales llaman universal.
Sobre el problema de los universales, éste trata de si las ideas universales existen por si
mismas o sólo se dan en la mente. La respuesta a este problema puede enfocarse desde
una postura realista, que afirman que los universales son cosas (Escoto Eriúgena); por otro,
los nominalistas, que afirman que son palabras, entre estos destaca Guillermo de Ockham,
con quien comenzará la crisis de la escolástica.

7. ÉTICA
La ética de Santo Tomás, igual que la de Aristóteles es una ética eudemonista y finalista,
que estudia, en función de las inclinaciones del ser humano, cual es el fin al que está
orientado el ser humano. Dicha ética puede entenderse teniendo en cuenta, por una parte, a
Aristóteles y, por otra, a la tradición cristiana, especialmente a San Agustín.
Según Aristóteles, el hombre actúa por un fin, por un bien; el bien supremo es la felicidad,
y ésta consiste en actuar de forma acorde a nuestra naturaleza humana. En este sentido,
Santo Tomás también piensa que el hombre actúa buscando un bien, pero ¿cuál es ese
bien?, pues no son las riquezas, ni el poder, ni el placer, ni la ciencia, sino el Bien Supremo,
el bien universal, este es algo trascendente al hombre, es Dios, y todos los bienes, todos los
fines, están subordinados a él. Dios es el bien del que dependen todas las cosas. La
felicidad propuesta por Aristóteles es imperfecta, puesto que puede alcanzarse en esta vida,
mientras que la felicidad propuesta por Santo Tomás es perfecta, pues es eterna y consiste
en un ver a Dios y conocerle tal cual es, y ello gracias a un don del mismo Dios, la fe. La
contemplación de Dios sólo puede alcanzarse más allá de nuestra vida terrenal.
Debemos encontrar una orientación para conseguir ser lo más felices posible en este
mundo. La razón puede ayudar a comprender las tendencias naturales que Dios ha puesto
en nuestro interior. Esas tendencias forman la ley natural, manifestación de la ley eterna
para los seres humanos.
La ley natural, pues, constituye una pieza clave en su sistema ético. Santo Tomás piensa
que en todo hombre existe una ley natural, que se conoce a través de la conciencia moral, y
que es preciso seguir para obrar correctamente. Esta ley natural, que también recibe el

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nombre de ley moral, no es otra cosa que la participación en el hombre de la ley eterna

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divina, la parte de la ley eterna que atañe al hombre. La “participación de la ley divina en la
criatura racional”. Esta ley natural se deduce de las tendencias de la naturaleza misma, y por
ello su contenido es evidente, universal e inmutable. Es evidente, sus preceptos han de ser
conocidos fácilmente por todos los hombres; en cuanto a la universalidad y la inmutabilidad
de la ley natural vienen dados por el propio concepto de naturaleza humana, ya que ésta se
entiende como algo común a todos los hombres y como inmutable, es decir, como algo que
permanece constante a lo largo del tiempo y no cambia. Hay que identificar esas tendencias
y ajustar nuestro comportamiento de acuerdo con ellas, y podemos identificarlas haciendo
uso de la sindéresis, que es la capacidad natural que todos tenemos para usar la razón de
forma recta y ajustada a la naturaleza.
Hay una primera norma básica: hacer el bien y evitar el mal. Disponemos de libre albedrío
por lo que podemos hacer el mal aunque tendamos espontánea y naturalmente a hacer el
bien. Incumplir las normas éticas fundamentales supone ir en contra de nuestra naturaleza y
cometeríamos pecado contra natura.

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Como ser racional que es, el hombre puede formular ciertas normas de conducta de
acuerdo con las exigencias de su propia naturaleza. Así, Aquino descubre que las
tendencias de la naturaleza humana son:
En tanto que sustancia, es ser humano tiende a conservar su propia existencia. El
cumplimiento de esta tendencia impone el deber moral de procurar la conservación de la
existencia. El suicidio por tanto, está prohibido.
En tanto que animal, el ser humano tiende a procrear. De esta tendencia cabe deducir
ciertas normas de conducta relativas a la consecución del fin de la procreación y del cuidado
de los hijos.
En tanto que ser racional y social, el hombre tiende a conocer la verdad y a vivir en
sociedad. La sociedad implica la ordenación racional de la convivencia con vistas a la
consecución de ciertos fines y, por tanto, es algo específicamente humano, que no puede
confundirse ni identificarse con la manada o el rebaño. Debe esforzarse por conocer a Dios y
vivir adecuadamente.
De estas tendencias surgen las obligaciones morales de buscar la verdad y respetar las
exigencias de la justicia.
Para poder seguir nuestras tendencias naturales, hemos de esforzarnos en elegir con
cautela nuestras costumbres, para así fomentar una conducta virtuosa. La virtud (igual que
para Aristóteles) es un hábito formado mediante la repetición de actos buenos y que consiste
en elegir el término medio entre dos extremos perniciosos. Las virtudes pueden ser:
- Éticas, asociadas a nuestro comportamiento en relación con los demás: destacan
templanza, fortaleza y justicia.
- Intelectuales, relacionadas con el pensamiento e incluyen la inteligencia, la ciencia, la
sabiduría y la prudencia.
- Teologales, relacionadas con la dimensión religiosa y espiritual del hombre: fe,
esperanza y caridad.
La ley eterna es la ordenación divina del universo, “la razón de la sabiduría divina en tanto
que rectora de todos los actos y movimientos”. Lo que ocurre es que esta ordenación
general del universo no regula de la misma manera el comportamiento humano y el de los
demás seres naturales. El comportamiento de éstos es regulado a través de leyes físicas de
las que no es posible sustraerse, pero el hombre, al ser libre, puede sustraerse a la ley
moral, puesto que ésta respeta su libertad. El hombre tiene la posibilidad de cumplir la ley
natural, pero tiene también la posibilidad de no hacerlo, es decir, puede obrar bien u obrar
mal, pero si todos persiguen un fin que es la felicidad, como señala Aristóteles, habrá que
conocer en qué consiste ésta.
Relación entre ley natural y ley positiva
La ley positiva es la elaborada por los hombres.
Las relaciones entre la ley natural y la ley positiva son formuladas por Tomás de Aquino
de modo sistemático y preciso.
-En primer lugar, la ley positiva es una exigencia de la ley natural, es decir, es algo exigido
por la naturaleza del hombre en cuanto ser social.
-En segundo lugar, la ley positiva constituye una prolongación de la ley natural, su
contenido viene a concretar las normas naturales.
-Por último, las exigencias de la ley natural han de ser respetadas por la legislación
positiva, de forma que las leyes positivas no serán válidas cuando vayan en contra de la ley

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natural. Lo correcto es desobedecer las leyes promulgadas injustamente.
La ley natural ofrece, pues, el marco que señala los límites dentro de los cuales ha de
organizarse moralmente la convivencia humana.
Esta forma de interpretar las relaciones entre la ley natural y la ley positiva pone de
manifiesto que el derecho se halla incardinado en la moral y el punto de incardinación no es
otro que la idea de justicia. Por tanto la justicia es un concepto tanto ético como político

8. POLÍTICA
La política de Santo Tomás se inspira en la Política de Aristóteles, así considera que el
ser humano es por naturaleza un ser social, y que la sociedad civil es necesaria para la
perfección de la vida humana. No acepta, pues, la doctrina de San Agustín, según la cual la
sociedad es una consecuencia del pecado, de tal manera que si no hubiera habido pecado

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original el ser humano no necesitaría del Estado ni de la autoridad política.
El Estado debe ocuparse del bien común, de satisfacer las necesidades de todas las
personas, promoviendo la paz y favoreciendo la convivencia armoniosa de todos, se ocupa
sólo de cosas terrenales.
Las formas de gobierno son justas si buscan el bien común (monarquía, aristocracia y
democracia); injustas si anteponen el bien particular al colectivo (tiranía, oligarquía y
demagogia).
Para Santo Tomás no hay dos fines últimos de la existencia humana (uno terrenal y otro
sobrenatural), sino un solo fin último: la visión de Dios en la otra vida. Ello conduce a
subordinar el Estado a la Iglesia, y a asignar al poder civil una misión también religiosa:
“Ordenar aquellas cosas que conducen a la felicidad celestial y prohibir las contrarias”. Sin
embargo, Santo Tomás es bastante realista y reconoce la independencia del Estado, pero
esa independencia no es absoluta, así, la relación entre Iglesia y Estado es semejante a la
que existe entre la fe y la razón (y entre la filosofía y la teología): aunque la razón y el Estado
tengan su campo propio, ambas están al servicio de la fe y de la Iglesia.

9. Identificación y explicación del contenido del texto.


El texto que nos ocupa versa sobre la existencia de la ley natural y si ésta contiene uno o
varios preceptos.
Opción A. (Si el texto trata de la formulación de las objeciones, desde el principio hasta la
solución).
Aquí comienza exponiéndose el enunciado general de la cuestión, en este caso se
pregunta si la ley natural tiene uno o varios preceptos, e inmediatamente después, continúa
señalando las objeciones que se le plantean a esas tesis, para terminar afirmando que,
como ha de existir una equivalencia entre los preceptos del orden práctico y los principios del
orden especulativo, y como los principios del orden especulativo son varios, los preceptos
del orden práctico tienen que ser varios también.

Opción B. (Si el texto trata de la evidencia de los principios, desde la solución hasta “Ahora
bien”).

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Santo Tomás parte de que tanto los preceptos de la ley natural como los principios de la
razón especulativa son evidentes por sí mismos. Por evidencia se entiende toda proposición
en que el sujeto ya contiene al predicado, es decir, que la verdad del predicado se pueda
seguir de la verdad del sujeto.

Opción C. (Si el texto trata de la formulación del primer principio, desde “Ahora bien”, hasta
“Por otra parte”).
Aquí nos habla de dos tipos de evidencia: la evidencia absoluta y la evidencia en relación a
nosotros. La evidencia en absoluto es aquella a la que nos referíamos antes, a la de aquella
proposición en el sujeto contiene al predicado, pero hay otra que es la evidencia en relación

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a nosotros y se refiere con ello a aquella que es evidente para quienes conocen el sujeto, el
ejemplo usado nos vale: sólo se puede conocer la evidencia de una proposición como “el
hombre es racional” el que sepa qué es el hombre. Por lo tanto, existe una evidencia que es
sólo válida para los que conocen los contenidos de la proposición. La evidencia en absoluto
es a lo que Kant llamó juicios analíticos a priori. Continúa hablando de que en la esfera de la
razón humana hay dos órdenes distintos: el orden especulativo y el orden práctico, que son
el de la razón teórica (teoría del conocimiento) y el de la razón práctica (ética), y en cada uno
de estos dos órdenes se puede encontrar un primer principio o precepto. En el orden
especulativo, lo primero que se aprehende es la noción de “ente”, es decir, aquello que se
puede conocer, la cosa. En esta primera noción del orden teórico se funda el principio de no
contradicción, principio que es fundamental para el conocimiento de la verdad porque todos
los demás principios se habrán de fundar sobre éste.

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En paralelo a la razón teórica, la razón práctica toma el “Bien” como la primera noción,
como el fin de la actividad humana. El “Bien” es lo que aprehende, lo que “apetece” y hacia
donde se inclina la razón. Y en función de esta noción, se formula el primer precepto de la
ley: todos los seres humanos tienden a un fin que consiste en la necesidad de realizar el
bien y de evitar el mal. En base a este primer precepto se fundan todos los demás, que la
razón determinará como bienes.

Opción D. (Si el texto trata sobre la deducción de los preceptos, desde “Por otra parte” hasta
las respuestas a las objeciones).
Por inclinación natural el hombre tiende a realizar el bien y a evitar el mal, es decir, a
cumplir con el primer precepto de la razón práctica, de lo que se deduce que los preceptos
de la ley natural guardan una relación estrecha con las inclinaciones naturales. De esta
forma, se deducen los contenidos básicos en que se concretizan los preceptos de la ley: por
la inclinación que les es común a todas las sustancias, hay un precepto por el que se
considera bueno todo lo que favorezca la conservación de la vida e impida su destrucción;
por la inclinación que la naturaleza humana tiene en común con los animales, se tiende a la
procreación y al cuidado de los hijos; por su naturaleza racional, existe la inclinación natural
de buscar la verdad acerca de Dios y de vivir en sociedad.

Opción E. (Si el texto habla de la respuesta a las objeciones, desde aquí hasta el final).
Por último, Santo Tomás rebate las objeciones planteadas al principio y confirma su
posición inicial.
La multiplicidad de los preceptos no altera la unidad de la ley natural, porque esos
preceptos sólo representan diversas maneras de actuar de la naturaleza humana y encarnan
un solo precepto, (el del hacer el bien y evitar el mal). Además, la multiplicidad de los
preceptos en función de las distintas inclinaciones pertenece al orden de la razón y se
corresponde con una única ley natural que es propia de la naturaleza humana.

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10. Relación del pensamiento del autor con otra corriente filosófica.
La filosofía de Santo Tomás puede relacionarse con el Iusnaturalismo que es aquella
doctrina filosófica que fundamenta el derecho positivo en el derecho natural, es decir, es
aquella doctrina que afirma que las leyes promulgadas por los hombres deben estar basadas
en la naturaleza humana. Esta teoría se fundamenta en la idea de que existe dicha
naturaleza humana y que es universal para todos los hombres e inmutable a lo largo del
tiempo.
El Iusnaturalismo racionalista moderno, representado por autores como Grocio o
Pufendorf, se caracteriza por desvincular el derecho natural respecto a Dios: Dios ya no es la
fuente de toda moral, sino la naturaleza racional del hombre. Dicho Iusnaturalismo construye

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el derecho natural por medio de la razón.

Otra relación que podemos establecer es con Inmanuel Kant. Ambos autores coinciden
en:
1. En la necesidad de investigar sobre los principios de la moral, y, también, como se
expone claramente en el texto, en afirmar que ese principio es único: Kant fundamenta la
moral en el imperativo categórico, mientras que Santo Tomás lo hace en la ley natural.
2. En dividir la razón en dos facultades, la razón teórica o especulativa, encargada del
conocimiento -del ser dice Santo Tomás en el texto-, y la razón práctica, que estudia los
principios sobre los que se asienta nuestro comportamiento moral, que trata del bien,
según Santo Tomás.
3. Respecto a lo que Santo Tomás define como evidente en absoluto, Kant lo define como

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un juicio analítico a priori.

Sin embargo, están en desacuerdo en:


1. En la consideración del bien como fin de la moral según Santo Tomás, pues Kant critica
las éticas que proponen un fin para la acción moral diferente de la obligación de cumplir con
el deber por el propio deber, ya que estas éticas no pueden ser universales. Son las éticas
que Kant denomina materiales, ya que, además de establecer un fin proponen una serie de
recetas morales para alcanzar ese fin.
2. También sería conveniente señalar la diferencia en la consideración de Dios en ambas
teorías morales. La ética de Santo Tomás es claramente teocéntrica, su fundamento último
es Dios. La ley natural es el reflejo en el hombre de la ley eterna con la que Dios dotó al
universo cuando lo creó. Para Kant, sin embargo, es un error toda ética heterónoma, es
decir, que se fundamente en una realidad externa al propio comportamiento moral. La ética
kantiana es autónoma; el sujeto se da a sí mismo las normas de su comportamiento moral.
Dios es solo un postulado de la razón práctica; esto es, su existencia no se puede
demostrar, pero es una condición necesaria de la moral, en tanto que representa la
realización plena de la moralidad, la realización del deber ser. Pero Dios no es el
fundamento de la moral, sino el sujeto racional.

11. Vigencia del pensamiento del autor .


La filosofía de Santo Tomás trató de resolver problemas que hoy día siguen siendo fuente
de discusión, no solo en foros de filosofía, sino también en la propia calle. Uno de esos
problemas que se plantearon en su época fueron los de la relación Fe-Razón, hoy día dicho
debate sigue vigente en la actualidad, ejemplificado en las actitudes que consideran la Fe
como independiente e incompatible con la razón, y las de los que consideran que algunos
artículos de Fe son perfectamente compatibles con la razón. También cobra actualidad la
filosofía de Santo Tomás en relación a cómo él interpreta cómo deberían ser las relaciones
Iglesia-Estado, sirva como ejemplo de ello el acuerdo entre el Estado español y la Santa
Sede sobre las clases de religión en las escuelas. En este sentido, la posición de Santo
Tomás de que El Estado debe estar supeditado a la Iglesia por perseguir ésta fines

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superiores a los de aquel, sigue siendo tema de debate, pues en determinados lugares del

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mundo como en algún país árabe, esta idea aún sigue llevándose a cabo.
En la actualidad ha habido intentos por recuperar la doctrina tomista, en este intento de
recuperación se incluye también la idea de recuperar los valores cristianos. Cabe destacar
en ello la figura de Jacques Maritain, a quien se le puede considerar el iniciador del
humanismo cristiano. Su meta es lograr que la filosofía tomista sea mejor conocida y
aceptada por otras filosofías contemporáneas, y, simultáneamente, desarrollar una sociedad
basada en los valores cristianos. Según Maritain, la iglesia y el Estado son dos realidades
que colaboran en bien de la sociedad humana. El único poseedor de la soberanía es Dios
que se la entrega al pueblo, así se convierte el Estado en un instrumento del pueblo para la
consecución de los fines sociales.
La filosofía de Maritain tendrá como consecuencia política la aparición de la Democracia
Cristiana en el seno del catolicismo para dar respuesta a las necesidades sociales del
hombre del mundo moderno. Incluso inspiró numerosos movimientos católicos
comprometidos con la acción social y política.

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Serían de actualidad los planteamientos que defiende en la actualidad la Iglesia Católica
relacionados con la Ley Natural. Es esta ley Natural, defendida por la Iglesia, la que justifica
el que se posicione en contra del aborto (pues es una tendencia natural la defensa de la vida
y el cuidado de los hijos), en contra del preservativo (pues el placer del sexo es un medio
para la procreación que es el fin, y no pueden invertirse los términos haciendo que el medio
se convierta en un fin en si mismo), en contra de la eutanasia, del suicidio asistido o no
(porque, como sustancias que somos, tenemos la tendencia a la supervivencia), o en contra
del matrimonio homosexual por entenderlo como algo antinatural, etc.
Se podría hablar también de los Derechos Humanos, como una serie de Derechos que,
de forma natural, les corresponden a las personas.

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