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En este artículo se explica qué es la mayéutica y se muestran unos pasos concretos para
ponerla en práctica.
Entender la mayéutica
Socrates y los orígenes de la mayéutica
La palabra “mayéutica” deriva del griego y significa “el arte de la partera”. Tal como la
partera ayuda a dar a luz un ser humano, la mayéutica ayuda a dar a luz ideas y a un ser
humano pensante.
Socrates no nos ha dejado ninguna obra escrita, sin embargo sabemos por fuentes
indirectas que sus interlocuciones mayéuticas giraban alrededor de la investigación de
conceptos morales, tales como “el bien”, “la justicia” o “la inmortalidad del alma”.
Suposiciones y contradicciones
El diálogo socrático se basa en averiguar cada hecho, suposición, dato y tratar de
descubrir contradicciones.
Una contradicción se manifiesta cuando una postura, juicio de valor o afirmación del
interlocutor se contradice entre sí, o con los hechos, las evidencias o lo que se ha dicho
anteriormente.
Voy a hacer un ejemplo. En uno de mis talleres se hablaba sobre derechos de propiedad
intelectual, y una participante expresó su opinión a favor de la protección de estos
derechos a través de las patentes, porque “es justo proteger el esfuerzo de innovación
hecho por una empresa que crea una variedad con características mejores”.
Al principio sonaba lógico, pero en esa ocasión se comenzó a analizar de qué forma se
crean las “nuevas variedades”. El grupo expresó que a menudo son cruces o
manipulaciones genéticas hechas a partir de plantas ya existentes, cuyas características
ya habían sido mejoradas durante miles de años por generaciones de campesinos. Se
analizó que algunas manipulaciones agregan - por dar un ejemplo - la característica
número 101 a una variedad de plantas que ya tiene 100 características desarrolladas en
la antigüedad. Entonces la contradicción estaba en corroborar que una empresa no
“crea” una nueva variedad, sino que agrega una característica a una variedad que ya
existe, queriendo reclamar como propio un trabajo que es propio sólo en mínima parte.
La conclusión fue que la posición a favor de las patentes llegó a tener menos respaldo
que antes y fue mucho más cuestionable.
Antes de Socrates, los sofistas creían que podían instruir a los discípulos haciendo
disertaciones sobre los temas que querían inculcar.
Casi 3 mil años más tarde el método educativo no ha cambiado mucho, y en las escuelas
los docentes siguen viendo a los alumnos como recipientes vacíos que hay que llenar con
contenidos y nociones.
En la mayéutica no pasa esto, sino que las estudiantes son vistas como portadoras del
conocimiento, pero esto está oculto, no conceptualizado, y el papel de la persona que
facilita es de agilizar el proceso de desarrollar consciencia sobre este conocimiento.
Más que de un asunto metodológico, yo diría que se trata de una postura epistemológica:
cada conocimiento, fruto de estudios o de la experiencia personal, no es más que una
verdad parcial. Tenemos que verlo de esta forma, y estar abiertos a las otras verdades
que puedan llegar desde otras fuentes (personas), mientras procuremos de corroborarlas
y cuestionarlas en el proceso mayéutico.
Cuando la persona que facilita renuncia a sus verdades absolutas estimula la
participación de las estudiantes y abre las puertas al verdadero proceso de aclaración de
las ideas inconscientes, la resignificación de las palabras comunes, a menudo
tergiversadas, y la construcción de la realidad compartida. La persona que facilita no
busca transmitir el conocimiento, sino construirlo a través de la comunicación y de la
participación.
¿Cómo se hace?
En esta sección se proporcionan unos consejos prácticos y se describe el método
mayéutico paso por paso.
Según la discusión avanza, la persona que facilita va tomando nota y remarcando los
puntos importantes, las conclusiones parciales o definitivas, a fin de fijar los puntos
claves que van surgiendo.
Ocasionalmente la persona que facilita también puede expresar su opinión. Por un lado
tiene que tratar de no desequilibrar al grupo, por el otro no tiene que tener temor a que
esto pase.
Mis experiencias
Aprecio mucho las potencialidades del método mayéutico. En mi experiencia esta técnica
alenta mucho la participación: las personas participan desde su forma de ser y no se
limitan a adherir a un ejercicio preestructurado. Ésto permite una expresión de
diversidad, no solo de opiniones, sino también de actitudes y formas.
Mi opinión es que el método mayéutico puede ser igual de valioso que un ejercicio
convencional (pre-estructurado); además es más constructivo, produce más “resultados”,
en términos de aprendizajes, “despertares”, “concienciación” entre las participantes. La
persona que facilita, también aprende mucho, porque todas las participantes aportan
conocimientos, anécdotas, y puntos de vista que enriquecen la experiencia.
Un consejo que puedo dar entonces es “dejar ir”: no tratar de controlar o inducir “un
camino” a la conversación, sino dejar que fluya, pase por “lugares” inesperados, y llegue
a donde tiene que llegar. Nosotros los facilitadores, en nuestra mente planificadora ya
tenemos unas conclusiones desde antes que el ejercicio empiece, y quisiéramos guiar el
grupo para llevarlo a las mismas conclusiones. Sin embargo, tratar de inducir
conclusiones es difícil y frustrante, tanto para quien facilita como para las participantes.
Si como facilitadores intentamos dirigir al grupo hacia nuestras conclusiones, fallaremos,
porque estaríamos creando tensiones tanto en nosotros, del tipo “¡cómo quisiera que el
grupo llegara a decir tal cosa!” como también en las participantes, ya que se sentirían
obligadas a preguntarse ¿qué estará pensando el facilitador? y ¿qué quiere que ellas
digan?. Pero el método mayéutico no es impositivo, no funciona así, para funcionar bien
tiene que ser llevado a cabo en libertad. Por esto es mejor que la persona que facilita
“suelte el control”, y se deje sorprender.