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El método mayéutico

El método mayéutico es una herramienta educativa que se fundamenta en el diálogo, y


este es originado por las preguntas hechas por un(a) facilitador(a) (también llamado
“mayeuta”) hacia un grupo de estudiantes.

En esencia, la persona que facilita induce a la reflexión sobre un determinado tema


proporcionando preguntas que apuntan a entender en detalle cada aspecto del tema,
analizando las respuestas y proponiendo nuevas preguntas a partir de éstas.

El método es brillante porque induce a las estudiantes (o ciudadanas) a la participación,


lleva a definir la verdad (o una verdad consensuada) a partir de ellas mismas, de sus
experiencias, vivencias, análisis, y no a través de la memorización de nociones ajenas. En
esencia es un recurso extremadamente poderoso para la educación, concientización,
reflexión, participación política y movilización ciudadana.

En este artículo se explica qué es la mayéutica y se muestran unos pasos concretos para
ponerla en práctica.

Entender la mayéutica
Socrates y los orígenes de la mayéutica
La palabra “mayéutica” deriva del griego y significa “el arte de la partera”. Tal como la
partera ayuda a dar a luz un ser humano, la mayéutica ayuda a dar a luz ideas y a un ser
humano pensante.

El método mayéutico está tradicionalmente asociado a Socrates, filósofo y educador de la


Antigua Grecia.

Socrates no nos ha dejado ninguna obra escrita, sin embargo sabemos por fuentes
indirectas que sus interlocuciones mayéuticas giraban alrededor de la investigación de
conceptos morales, tales como “el bien”, “la justicia” o “la inmortalidad del alma”.

La idea de base de la mayéutica es que la mente ya posee el conocimiento, pero de forma


inconsciente. Las preguntas de la persona que facilita apuntan, entonces, a hacer
emerger las verdades y desenmascarar las suposiciones, los conceptos latentes, ocultos y
los prejuicios.
El objetivo es investigar a fondo una cuestión, analizando de manera recursiva las
suposiciones sobre las que se basan los asuntos, encontrando contradicciones ocultas y
llevándolas a la luz.

Suposiciones y contradicciones
El diálogo socrático se basa en averiguar cada hecho, suposición, dato y tratar de
descubrir contradicciones.

En la práctica esto se traduce en preguntar muchos porqués, y después cuestionarlos,


analizar en profundidad cada asunto, cuestionar afirmaciones, creencias, anudar varios
hilos de la misma conversación, tener en mente las conclusiones expresadas
anteriormente para compararlas y validarlas a la luz de lo que sigue en el hilo de la
conversación.

Una contradicción se manifiesta cuando una postura, juicio de valor o afirmación del
interlocutor se contradice entre sí, o con los hechos, las evidencias o lo que se ha dicho
anteriormente.

Voy a hacer un ejemplo. En uno de mis talleres se hablaba sobre derechos de propiedad
intelectual, y una participante expresó su opinión a favor de la protección de estos
derechos a través de las patentes, porque “es justo proteger el esfuerzo de innovación
hecho por una empresa que crea una variedad con características mejores”.

Al principio sonaba lógico, pero en esa ocasión se comenzó a analizar de qué forma se
crean las “nuevas variedades”. El grupo expresó que a menudo son cruces o
manipulaciones genéticas hechas a partir de plantas ya existentes, cuyas características
ya habían sido mejoradas durante miles de años por generaciones de campesinos. Se
analizó que algunas manipulaciones agregan - por dar un ejemplo - la característica
número 101 a una variedad de plantas que ya tiene 100 características desarrolladas en
la antigüedad. Entonces la contradicción estaba en corroborar que una empresa no
“crea” una nueva variedad, sino que agrega una característica a una variedad que ya
existe, queriendo reclamar como propio un trabajo que es propio sólo en mínima parte.
La conclusión fue que la posición a favor de las patentes llegó a tener menos respaldo
que antes y fue mucho más cuestionable.

Con respecto al manejo de las contradicciones es bueno aclarar que en el diálogo


socrático no se busca hacer una batalla de argumentos, sino practicar una búsqueda
humilde de la verdad. Las personas que participan en esta búsqueda, incluyendo quien
facilita, se encuentran “al mismo nivel”, no hay jerarquías, no se trata de considerar que
hay una persona culta que pretende instruir a los estudiantes. Más bien todas las
personas involucradas, es decir las estudiantes y quien facilita, se disponen a analizar al
mundo con el fin de entenderlo.

El círculo y la verdad compuesta


El hecho de crear un círculo con las estudiantes, y sentarse con ellas en el círculo, es muy
importante a nivel simbólico.

Antes de Socrates, los sofistas creían que podían instruir a los discípulos haciendo
disertaciones sobre los temas que querían inculcar.

Casi 3 mil años más tarde el método educativo no ha cambiado mucho, y en las escuelas
los docentes siguen viendo a los alumnos como recipientes vacíos que hay que llenar con
contenidos y nociones.

En la mayéutica no pasa esto, sino que las estudiantes son vistas como portadoras del
conocimiento, pero esto está oculto, no conceptualizado, y el papel de la persona que
facilita es de agilizar el proceso de desarrollar consciencia sobre este conocimiento.

En la mayéutica se busca romper la relación jerárquica – y de poder – que ve al profesor


como único poseedor del conocimiento frente a un conjunto de alumnas ignorantes. El
mayeuta es concebido como un facilitador que ayuda a los estudiantes a ser conscientes
de las verdades que ya poseen.

La actitud de quien facilita según el método mayéutico se resume en la máxima socrática


“Solo sé que no sé nada”: la persona que facilita no ofrece respuestas, sino preguntas. Y
las preguntas son “preguntas de verdad”, en las que quien facilita busca que las
estudiantes expresen sus verdades, y no supone tener las respuestas desde el principio.
En la mayéutica, la persona que facilita puede tener su verdad, pero no posee LA verdad
absoluta.

Más que de un asunto metodológico, yo diría que se trata de una postura epistemológica:
cada conocimiento, fruto de estudios o de la experiencia personal, no es más que una
verdad parcial. Tenemos que verlo de esta forma, y estar abiertos a las otras verdades
que puedan llegar desde otras fuentes (personas), mientras procuremos de corroborarlas
y cuestionarlas en el proceso mayéutico.
Cuando la persona que facilita renuncia a sus verdades absolutas estimula la
participación de las estudiantes y abre las puertas al verdadero proceso de aclaración de
las ideas inconscientes, la resignificación de las palabras comunes, a menudo
tergiversadas, y la construcción de la realidad compartida. La persona que facilita no
busca transmitir el conocimiento, sino construirlo a través de la comunicación y de la
participación.

Danilo Dolci: Transmitir vs Comunicación


La mayéutica no se trata solo debatir sobre temas filosóficos abstractos, como aparece en
las obras de Platón.

Si Socrates es el personaje histórico comúnmente asociado con la mayéutica, otro


educador popular, el italiano Danilo Dolci, usó este método para concientizar a los
campesinos de Sicilia en las décadas de 1950s y 60s. En sus formaciones, Danilo Dolci
entrevistaba a sus interlocutores sobre temas muy actuales: soberanía, homicidio,
guerra, paz, entre otros.

Él logró que sus vecinos, mayoritariamente campesinos analfabetas, se unieran y


colaboraran al desarrollo de su región formando cooperativas, creando una represa
comunitaria, construyendo infraestructuras, en una región controlada por la mafia y en
la que aún había niños muriendo por desnutrición.

En su obra y vida, él distinguía entre dos modalidades educativas, dos modalidades de


comunicar, pensar y vivir en sociedad. Éstas son: “el transmitir” y “el comunicar”.

“Transmitir” es lo que estamos acostumbrados a ver: en la escuela los profesores


transmiten contenidos, la televisión transmite mensajes, los políticos transmiten
propaganda, los ejércitos transmiten las órdenes, las iglesias transmiten la doctrina, etc.

Es un modo jerárquico, impositivo, propenso a la violencia y la dominación. Es una


modalidad comunicativa funcional al poder.

Por el contrario, la “comunicación” es lo que surge entre ciudadanos soberanos, es


ejercicio de la democracia; es diálogo entre las partes, los actores sociales o las partes de
un conflicto.

Si la escuela que la mayoría hemos conocido está orientada hacia la transmisión de


nociones, el método mayéutico busca que las estudiantes sean el sujeto activo del
proceso educativo, que establezcan vínculos fortaleciendo el tejido social.

Estas categorías nos ayudan a concebir dos polaridades opuestas en la forma de la


comunicación, nos permiten inspirarnos y orientar nuestra acción educativa política y
social.

¿Cómo se hace?
En esta sección se proporcionan unos consejos prácticos y se describe el método
mayéutico paso por paso.

En primer lugar, se invita a las participantes a sentarse en círculo. La persona que


facilita explica brevemente la dinámica: la sesión formativa se estructurará a través del
diálogo y todas están invitadas a participar.

La persona que facilita da inicio a la reflexión formulando una pregunta o,


alternativamente, leyendo uno o dos aforismos. Con respecto a este punto, Socrates
amaba cuestionar sobre temas trascendentes como, por ejemplo: la inmortalidad del
alma. En cambio, Danilo Dolci podía comenzar sus reuniones con preguntas como “¿Es
justo matar? ¿Existen las guerras legítimas? ¿Qué significa vivir? ¿Qué es el
nacionalismo?”

Las estudiantes darán unas respuestas y la tarea de quien facilita es de analizar


profundamente cada asunto, hasta las suposiciones de base, preguntando los porqués y
las definiciones (“¿a qué te refieres cuando dices … ?”)

El objetivo es hacer claridad sobre los conceptos, descubrir (o consensuar) la verdad,


pulir las ideas razonando poco a poco desde lo particular hacia lo general; por esta
razón, las preguntas se sucederán hasta crear visiones cada vez más amplias (“reglas
generales”) y eliminando las contradicciones (ver arriba “Suposiciones y
contradicciones”).

Según la discusión avanza, la persona que facilita va tomando nota y remarcando los
puntos importantes, las conclusiones parciales o definitivas, a fin de fijar los puntos
claves que van surgiendo.

Durante el proceso la persona que facilita trata de cuidar al grupo, favoreciendo la


participación también de aquellas personas que hablan menos, si es necesario
haciéndoles preguntas directas. Alternativamente, puede pedir una ronda de opiniones:
de esta manera se asegurará que cada participante llegue a expresarse. Muchas veces las
personas más introvertidas son también las más analíticas, creativas, y pueden
proporcionar puntos de vista inéditos originales.

Ocasionalmente la persona que facilita también puede expresar su opinión. Por un lado
tiene que tratar de no desequilibrar al grupo, por el otro no tiene que tener temor a que
esto pase.

La sesión concluye después de un tiempo razonable. Por supuesto un análisis profundo


podría tomar horas, sin embargo – sobretodo si el ejercicio es combinado con un taller, y
entonces con un tiempo predeterminado – será conveniente definir un tiempo límite
para el desarrollo del mismo.

Mis experiencias
Aprecio mucho las potencialidades del método mayéutico. En mi experiencia esta técnica
alenta mucho la participación: las personas participan desde su forma de ser y no se
limitan a adherir a un ejercicio preestructurado. Ésto permite una expresión de
diversidad, no solo de opiniones, sino también de actitudes y formas.

Mi opinión es que el método mayéutico puede ser igual de valioso que un ejercicio
convencional (pre-estructurado); además es más constructivo, produce más “resultados”,
en términos de aprendizajes, “despertares”, “concienciación” entre las participantes. La
persona que facilita, también aprende mucho, porque todas las participantes aportan
conocimientos, anécdotas, y puntos de vista que enriquecen la experiencia.

Un consejo que puedo dar entonces es “dejar ir”: no tratar de controlar o inducir “un
camino” a la conversación, sino dejar que fluya, pase por “lugares” inesperados, y llegue
a donde tiene que llegar. Nosotros los facilitadores, en nuestra mente planificadora ya
tenemos unas conclusiones desde antes que el ejercicio empiece, y quisiéramos guiar el
grupo para llevarlo a las mismas conclusiones. Sin embargo, tratar de inducir
conclusiones es difícil y frustrante, tanto para quien facilita como para las participantes.
Si como facilitadores intentamos dirigir al grupo hacia nuestras conclusiones, fallaremos,
porque estaríamos creando tensiones tanto en nosotros, del tipo “¡cómo quisiera que el
grupo llegara a decir tal cosa!” como también en las participantes, ya que se sentirían
obligadas a preguntarse ¿qué estará pensando el facilitador? y ¿qué quiere que ellas
digan?. Pero el método mayéutico no es impositivo, no funciona así, para funcionar bien
tiene que ser llevado a cabo en libertad. Por esto es mejor que la persona que facilita
“suelte el control”, y se deje sorprender.

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