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Subespacio: Teoría de la Educación Física
Introducción
Las corrientes gimnásticas europeas constituyen un gran tema de investigación, cuya complejidad
y comprensión todavía no fueron plenamente tratadas, mucho menos en relación con América
Latina. Tomarlas como objetos de estudio y de investigación es, por lo tanto, un trabajo necesario,
difícil y delicado, ya que las fuentes para un proyecto de tal envergadura están dispersas, no
catalogadas y, en algunos casos, son inexistentes. De este modo, un proyecto de investigación de
cada una de estas corrientes y su inserción en América Latina sería importante para pensar un poco
en los caminos transitados, respecto a una educación del cuerpo orientada a partir de parámetros,
criterios y jerarquía de saberes. En cierto sentido, las corrientes gimnasticas europeas son
exactamente eso; una especialización de discursos, asociados a los conocimientos de naturaleza
científica y la entrada en una esfera frecuentada por las prácticas corporales aproximadamente
hasta las primeras décadas del siglo XX. Lo empírico ya no es suficiente y debe dar lugar a los
conocimientos que resultan de procedimientos sistemáticos de verificación y que puedan ser
comprobados y generalizados. Las acciones humanas, los gastos energéticos, el esfuerzo, todo
comienza a ser objeto de medición y se torna en un objeto particular de estudio teniendo como
horizonte la precisión y la eficacia de cada gesto.
Tal vez, más que identificar la influencia o la inserción de estas corrientes en nuestro continente,
sería interesante comprender su constitución, sus propósitos y su contenido. También sería
interesante pensar cómo esta sistematización científica logró éxito en la sociedad occidental, cómo
fue eficaz en sus propuestas y en su afirmación concerniente al conocimiento científico como el
único capaz de promover una educación del cuerpo, retornada hacia el mundo urbano y sus nuevos
códigos.
Es evidente que las exhibiciones de fuerza, los juegos tradicionales, las fiestas religiosas y las
paganas, es decir, las referencias más antiguas de destreza y de brutalidad con respecto al
movimiento corporal y su espectáculo, no desaparecieron con el surgimiento de las corrientes
gimnásticas. Lo que traen, sin dudas, es una nueva forma de pensar el universo de los gestos. Un
universo que fuera siempre objeto de atención de los pedagogos, filántropos y religiosos, que se
dedicaron a escribir manuales de buenas maneras en un primer momento y después, apoyados por
los médicos y en total consonancia, pasan a escribir los manuales de higiene y salud, sustitutos
más eficaces de una educación del cuerpo que tiende a especializarse. Las buenas maneras no se
limitan solo a un comportamiento público de contención de gestos, sino que se relacionan con la
salud y la higiene, vinculadas fuertemente a una idea de moralidad. Las corrientes
gimnásticas aportan fundamentos anteriormente apenas esbozados y diseñan proyectos mucho
más precisos para una educación del cuerpo; definen intensidades, espacios y tiempos para cada
gesto. El gesto es, en sí mismo, un objeto de investigación, pensado para finalidades específicas y
para resultados posibles de ser alcanzados, calculados y comparados. El siglo XX trae una profunda
transformación que marca de un modo inédito, modos de conocer y de comprender el mundo; por
tales cambios, parece que estamos viviendo en este siglo.
Sin embargo, este no fue el pensamiento que predominó en el siglo XIX y que dio fundamento a las
corrientes europeas gimnásticas. Lo que le dio fundamento como discurso especializado y
autorizado para hablar de educación del cuerpo fue el pensamiento científico de este período.
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Esas corrientes pueden ser comprendidas como expresión científica de una educación del cuerpo
que se impone en este momento. De ese modo, participan y contribuyen en la trasformación del
cuerpo en objeto de conocimiento, como en la conciencia de la gestión social del cuerpo que se
impone poco a poco, según sugieren los análisis de Corbin.
Es necesario aún recordar que su existencia tiene relación intrínseca con el mundo urbano, con la
expansión de la vida en las ciudades y de ellas como centro de poder. La aglomeración de cuerpos,
de comportamientos, de gestos, de modos de vivir a veces distintos y distantes, se aproximan; los
espacios imponen necesidades antes inexistentes; los tiempos mecánicos y los gestos precisos
rigen, de una manera total, las actitudes más íntimas, automatizando individuos y reorganizando
sociabilidades de un modo inédito. La ciudad pasa a ser un gran escenario educativo de un nuevo
orden normativo y también disciplinar, y el cuerpo es el lugar o la superficie de inscripción de estos
nuevos códigos. El contenido codificado por las corrientes gimnásticas europeas va a dar
consistencia a esta educación urbana y auxiliar en esta tarea de enseñar lineamientos y distancias
del cuerpo en relación a los objetos utilizados y a los espacios a ser ocupados, a prestar atención a
las posturas corporales y su adecuación o no, a los lugares, a considerar la necesidad de precisión
de las acciones más banales, una vez que ellas interfieren en aquellas más complejas y difíciles. No
está de más recordar la necesidad de ordenamiento de las ciudades en este momento debido a la
concentración de cuerpos y la exigüidad de los espacios que los componen. Así, la instauración de
un orden que permita la realización de los cambios económicos, del trabajo industrial y de una vida
determinada por los tiempos mecánicos, necesita de instrumentos de ordenamiento, muchos de
ellos inspirados en el orden militar. Esta inspiración, asimismo, no es suficiente y su
complementariedad viene de otro campo, el de la medicina y de todo su acervo de conocimientos,
de ciudades y de controles en relación al cuerpo de los individuos y de las poblaciones.
De ese modo, el contenido de esta educación del cuerpo, protagonizada por las corrientes
gimnásticas europeas debido al lugar ocupado por la medicina, privilegió conocimientos
consagrados en la esfera científica del periodo que se localizan, sobretodo en la Anatomía,
Fisiología, Mecánica e Higiene, habiendo alguna alusión a la filosofía y al canto.
La esfera científica permitió, en un cierto modo, una legitimidad a la llamada gimnástica del período,
afirmando su competencia para civilizar individuos y poblaciones, contribuyendo la incorporación de
cuidados de sí y de códigos de civilidad. La superficie corporal sería así revestida milimétricamente
buscando simetrías antes no pensadas y ocultando vestigios de debilidad y de lasitud. Se trata de
erigir normalidades utilitarias, gestos precisos y cultivar jerarquías no solo respecto a la vida en
sociedad, sino también en relación a los gestos y al entrenamiento del cuerpo para acciones
precisas.
Es así que la gimnástica se transforma en una verdadera novedad didáctica propuesta en un mismo
momento en que las ortopedias comienzan a perder espacio como protagonistas de la educación
del cuerpo; según sugiere Vigarello, la gimnástica no solamente puede ser extendida a las
poblaciones, sino también su contenido y aplicación adquieren mucho más sentido que los viejos
aparatos ortopédicos, en ellos pudiendo ser incluidos también los corsés. Ella se construyó sobre
los mismos principios de análisis de aquellos que la precedieron y evocaron y puede ser explicados
por ellos:
proyectando, según trazos análogos, todos en los planos del espacio. La cabeza se inclina
sobre cada lado de la espalda y se estira para atrás como para acentuarse hasta una imposible
rectitud siempre “imperfecta”. El tronco se curva y se endereza, variando sus flexiones en los
sentidos solicitados a responder.
Estos ejercicios indicados y en ritmo, ejecutados en conjunto y atendiendo a una voz de mando,
rompen definitivamente con las prácticas familiares conocidas y se remiten a la razón mecánica
toda vez que necesitan explicar y justificar la aparente extrañeza que causa su aplicación. Una
pedagogía de la postura pasa a ocupar espacios específicos y amplios en este inicio del siglo XIX
y la gimnástica es una de sus expresiones más aceptadas. Los ejercicios físicos protagonizados
por la gimnástica contienen tal vez algo de desconocido, no habitual y distinto de lo que se hacía
en la vida cotidiana.
Así, la gimnástica es aceptada rápidamente como posibilidad “educativa” de una población urbana
en general y, al mismo tiempo, de un trabajo específico realizado en el ámbito de la escuela.
Universalizada en Europa del siglo XIX, la gimnástica se transforma, por lo tanto, en una disciplina
escolar rompiendo doblemente con su pasado de cuartel, ya sea en la elección de los ejercicios a
ser ejecutados como en las condiciones que van surgiendo en este lugar para su enseñanza.
Este también sería un buen tema de investigación, o sea, el modo selectivo y jerarquizado en que
pedagogos y médicos seleccionaron de las corrientes gimnásticas, de su vasto contenido, de su
vasta teorización, argumentos para llevarla a la escuela como disciplina curricular.
Podríamos entonces, y aún a modo de introducción, preguntar por las fuentes, es decir, lo que fue
guardado: ¿Cuáles son los vestigios que nos permiten identificar las corrientes europeas de las
gimnásticas en Brasil y América Latina? ¿Cuáles son los registros, independientemente de su
naturaleza, que están disponibles para tal tarea? ¿Quién guardó memoria y de qué modo? ¿Cómo
los libros de Historia de la Educación Física/Gimnástica abordan estas corrientes? ¿Qué espacio
se les ha dado? ¿Qué fue seleccionado de ellas para disertar y cuáles son aquellas que ocupan
mayor espacio en estos libros y manuales? Sin duda, estas preguntas no serán aquí respondidas,
pero pueden orientar estudios y alimentar el deseo de conocer la mentalidad y la sensibilidad que
generó este pensamiento, esta especialización de discursos y, a partir de ahí, pensar en cómo
todavía hoy vivimos de su herencia.
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Los años 1815 hasta 1830 determinan las tres grandes orientaciones relativas al desarrollo
de una sistematización científica de las actividades físicas del mundo occidental, denominada, por
entonces métodos, siendo los más conocidos y difundidos, el método francés, el método sueco y
el método alemán. Como expresión de la cultura, esas corrientes se construyen a partir de las
relaciones cotidianas, de las diversiones y las fiestas populares de los espectáculos corporales de
la calle, del circo, de las luchas, de los ejercicios militares, como así también de los pasatiempos de
la aristocracia. Sin embargo este universo será abandonado y negado por su sistematización, que
va a agregar principios de orden y disciplina, inaugurando una manera totalmente nueva de educar
el cuerpo, desplazando exigencias y tomando posibles acciones antes impensadas que pueden no
solamente ser ejecutadas, sino también ser medidas y comparadas con resultados anteriores.
Las corrientes gimnásticas, en cierta medida, vienen a llenar un vacío existente en lo que
concierne a la educación del cuerpo, por mucho tiempo entregada a los cuidados de las
denominadas ortopedias, de las coberturas mecánicas desde las que aquellos que atienden a la
moda de las élites como, por ejemplo, los corsé, hasta las mismas máquinas ortopédicas para el
enderezamiento de los cuerpos, de corrección de posturas, de tratamientos de deficiencias, de
potencialización de desplazamientos y de corrección de “ desvíos de la naturaleza” inscriptos en el
cuerpo.
El siglo XIX, de un modo mucho más intenso que en otros momentos y mucho más apoyado por
aportes oriundos del mundo de la ciencia respecto a la educación del cuerpo, es un tiempo que
inaugura prácticas, garantizando un lugar más destacado a las pedagogías y dejando las máquinas
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En el siglo XIX los trabajos de adiestramiento de los cuerpos, retomados a partir de otra
lógica y de otra pedagogía, mantienen su jurisdicción sobre los comportamientos más cotidianos
y también sobre los espacios más familiares. Esa lógica y esa pedagogía reorganizarán, de un modo
inédito, espacios y tiempos, dispositivos materiales, arquitectura, objetos y sin duda, construirán
ejercicios colectivos. Esta lógica de los trabajos de adiestramiento de los cuerpos no será hecha de
aparatos que van a alcanzar individuos separados, sino de trabajos que organizarán los
movimientos de cada uno en un conjunto de solidaridades múltiples.
Las transformaciones de estas pedagogías son más intensas, extensas y decisivas que
cualquier aplicación o uso de aparato que pudiera tornarlas posibles. Sin duda, los aparatos
ortopédicos ofrecían también en ejemplo bastante visible de movimientos ejecutados de modo
parcial y orientado hacia cada parte del cuerpo. Revelaban también que el cuerpo era susceptible
de portar verdaderos equipamientos, como los destinados a los animales cuando se los “ensilla”,
condicionando pesadamente su motricidad, sin que se interrogue acerca de eventuales problemas
psicológicos que tal dispositivo implicaría a los niños.
Por tanto, la gimnástica educativa, propuesta en ese momento, traerá una verdadera novedad
didáctica, aquella que tendrá mayor duración y se extenderá más a los diferentes grupos sociales,
como así también traerá mayor sentido a su práctica.
Por estas precisas contribuciones, en relación a la educación de un cuerpo nuevo para una
sociedad nueva, urbana e industrial, los estados nacionales implementan las corrientes
gimnásticas. Si bien presentan particularidades que en general acentúan finalidades semejantes
como la de regenerar las poblaciones, promover la salud en una sociedad marcada por las
enfermedades y por el alto índice de mortalidad, combatir vicios posturales y en general acentuar
siempre la utilidad de los gestos ejecutados sin alterar las condiciones de vida y de trabajo, en otro
plano, las finalidades se completan por el deseo de desarrollar en los individuos la voluntad, el
coraje, la fuerza y la energía de vivir.
La valorización de los procesos de fortalecimiento del cuerpo a través del ejercicio físico
basados en los diferentes métodos de gimnástica y de los deportes, se verifica en un siglo marcado
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por la idea de Nación, por la acentuada búsqueda de definiciones de carácter nacional, por la
construcción política del nacionalismo y por la posibilidad de concretizar la regeneración y la
recuperación del vigor perdido de las diferentes naciones europeas.
En cierto sentido, las corrientes gimnásticas, unas más que otras, fueron elaboradas en este
pensamiento y en este siglo, marcado por la ciencia como verdad, por la idea de regeneración física
y al mismo tiempo, de construcción de la idea de nación, marca profunda y simbólica de una
posibilidad de compartir cosas comunes.
INTRODUCCIÓN
En el siglo XIX varían las prioridades educativas y el principal objetivo de la educación moderna
es el de preparar al hombre para la vida. En las escuelas se establece una primacía de las ciencias
sobre las letras. Esta tendencia dio origen al nacimiento de estudios profesionales y a la introducción
de trabajos manuales en la escuela, para el desarrollo de actividades físicas e intelectuales. Se
establece su práctica obligatoria tanto en escuelas como en colegios, además de realizarse los
primeros intentos de sistematización de métodos gimnásticos que permitirían su desarrollo
posterior. En el siglo XIX con el sistema educativo en auge, se produce el nacimiento de
los más importantes métodos conocidos como “escuelas”.
LA CORRIENTE FRANCESA
Francisco Amorós fue uno de sus fundadores. Con base en la anatomía, mecánica, fisiología,
canto, filosofía y tecnología gimnástica, crea un conjunto racional de ejercitaciones que comprenden
saltos, lanzamientos, carreras, trepar, lanzar y recibir, danzas pírricas, canto, juegos, esgrima,
natación y equitación. Tiene como objetivo la formación de hombres fuertes, diestros, disciplinados
y patrióticos, además de crear un fuerte sentido espectacular y de aplicación.
Con él se crea una cierta pasión por la cultura del cuerpo, pues su método se revela como
modelo de aprendizaje colectivo del ejercicio, una sistematización y, al mismo tiempo una
profundización de lo que ya se conocía “la gimnástica, entonces, se impone como modelo técnico
apropiado a la educación, no solo a la eficacia, sino también a la economía y conservación de las
emergías humanas”.
Amorós consiguió establecer algunas condiciones para que la gimnástica en Francia pudiese
formar parte de una mentalidad científica, permitiendo así una comprensión más elaborada y
sofisticada del ejercicio físico que se desarrolla a lo largo del siglo XIX. En ese sentido, después de
la muerte de Amorós, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, se deja de lado la competencia del
modelo corporal y se transita hacia una concepción de adiestramiento del cuerpo. Plena de
indagaciones, esta concepción encuentra amparo y base de sustentación en un nuevo modelo de
ciencia que es fundado por la termodinámica, el modelo energético. A este modelo, se suma el
concepto de evolución, acuñado, por Darwin a partir de la historia natural y entonces, se obtienen
las bases para la elaboración de una concepción del cuerpo adiestrado. Este nuevo modelo no
implica el abandono total de las primeras sistematizaciones de Amorós, pero si, una reconsideración
a partir de nuevos parámetros. La sociedad francesa, entonces, acentuó su combate a toda empiria
y a las demostraciones de fuerza en exhibiciones espectaculares del cuerpo. Deseaba una
educación física, pero no aceptaba más atleta de feria ni soldados como instructores. Este deseo
creó una fuerte reacción en el ámbito estatal, en la iniciativa privada y en los círculos científicos. Y
fueron estos últimos los que buscaron respuestas para atender a aquel deseo de la sociedad.
Se puede afirmar que la segunda mitad del siglo XIX si bien mantenía algunos de los principios
elaborados por Amorós, estará más próxima a los estudios e investigaciones científicas que de los
militares y de sus demostraciones espectaculares.
Con Georges Demany (1850-1917) el método francés busca salir de procedimientos empíricos,
que todavía predominaban, y se inspira en leyes físicas y biológicas, por lo tanto, correspondiendo
a los principios que rigen en aquel momento y que afirman el conocimiento científico como capaz
de dar soporte para construir la gimnástica. Se emprende un esfuerzo para constituir una doctrina
con los resultados pautados por experiencias, teniendo el método científico como soporte. Se busca,
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también, establecer una pedagogía que intervenga, con base en conocimientos científicos, en el
movimiento humano, comprendiendo sus efectos y teniendo como meta el perfeccionamiento
físico. En este periodo, segunda mitad del siglo XIX, el método francés también somete a sus
investigadores a estudios concernientes a los efectos de entrenamiento del hombre, así como a la
investigación sobre las leyes acerca de la mejor utilización de la fuerza muscular.
Tal vez una marca fuerte y que merece ser destacada en relación a la gimnástica francesa sea
la de auxiliar en la creación de una visión del mundo que buscaba preservar emergías profundas
creando una idea de nación, pues en las vísperas de 1870, Francia no posee una determinada
unidad. La población es heterogénea en su lengua, su mentalidad, sus modos de vida: ella es
un mosaico de culturas. La conciencia de una identidad local prevalece sobre la idea de
pertenencia a una misma nación. (Arnauld, 1991, pág. 15).
LA CORRIENTE SUECA
Fundada por Herik Ling (1776–1839), esta corriente tuvo siempre un propósito humanitario,
pedagógico e higiénico. Ling deseaba encontrar las bases científicas para la gimnástica que fueran
estructuralmente anatómicas, con fuerte relevancia para los aspectos correctivos y morfológicos de
los ejercicios físicos, y de acuerdo con lo que se denominaba como naturaleza humana. Son
oriundas de la corriente sueca, muchas de las enseñanzas básicas que pasa a orientar la gimnasia
correctiva y ortopédica, es decir, este método, que si bien muestra preocupación por los aspectos
higiénicos propiciados por su aplicación, evidencia, marcadamente, los posibles aspectos
correctivos del ejercicio físico en la educación del cuerpo, cuyo objetivo esencial es el desarrollo
simétrico y armónico de todas las partes del cuerpo.
La concepción científica de esta corriente está fuertemente vinculada a la idea de actividad física
como cooperación de regeneración del pueblo sueco, dominado, en la época, por el vicio del
alcoholismo, debilitado por numerosas enfermedades, como la tuberculosis, y por otras causas
relativas a la miseria social y al debilitamiento físico. De este modo, esta corriente se dirige a todos,
niños, mujeres, viejos, flacos y débiles de todo el país, no solamente a los bien constituidos y
vigorosos desde el nacimiento.
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Entre sus propuestas se encuentra la idea de una gimnasia completa, extendida con actividades
como el adiestramiento de esgrima, tiro, natación y lucha. Según Pereira, el trabajo de Ling se
integra en el movimiento de renovación nacional de Suecia, Ling fue el primer pedagogo en
establecer diferencias entre la gimnástica y los deportes, atribuyendo a los últimos un papel de alta
relevancia en la formación de los individuos. La gimnástica sueca posee objetivos de utilidad, de
aplicación práctica y afirma que por medios simples, sin la necesidad de aparatos especiales, es
posible la obtención de excelentes resultados, ya que el principal aparato es el cuerpo humano, él
mismo. Se creía que con salud y fuerza era posible adquirir y conservar el equilibrio moral y físico,
la energía y la alegría de vivir.
LA GIMNÁSTICA ALEMANA
La corriente alemana de gimnástica tiene sus orígenes en la obra del filántropo y filósofo Guths
Muths (1759 – 1839), para quien la educación corporal se debería equiparar a la más alta cultura.
Sus propósitos afirman que el ser humano es una unidad física y espiritual y que una debilidad
del cuerpo conduciría, fatalmente, a una debilidad del alma. La educación del cuerpo es vista
como imprescindible en la formación de una personalidad completa y en un individuo que exprese
salud, alegría de vivir, belleza corporal, fuerza de resistencia, de velocidad, de voluntad y de
coraje. Esta corriente gimnástica posee bases fisiológicas y atiende a la individualidad del alumno,
adecuándose a la constitución de cada uno. Propone una gimnástica pedagógica que debería ser
un deber del estado y de los maestros, así como ser suministrada diariamente en locales
convenientes, al aire libre y para todos: niños, hombres, mujeres, civiles y militares.
Friedrich – Ludwing Jahn (1778 – 1825) toma los principios de Guths Muths, los sistematiza y
les da otro carácter, fuertemente patriótico y militar, afirmando que él era muy escolástico. Con el
método de Jahn, la educación del cuerpo se torna una obligación moral y colectiva cuya finalidad
es armar los ciudadanos para la defensa de la patria. Para destacar el carácter militar de su
método, sustituyó la palabra “gimnástica” por “turnkunst”. Sus propósitos se anclan en la necesidad
de unificación de la nación alemana y, para ello, en la necesidad de reunir sus compatriotas en una
misma doctrina y en una misma comunidad solidaria. Según sugiere Laty ( 1996, 217-218), los
ejercicios corporales son los medios para esa unificación, y ellos se dirigen a todos los individuos
libres, confiados de pertenecer a una comunidad, preocupados en identificarse con ella y
representarla dignamente por la excelencia de sus capacidades físicas, intelectuales y morales. En
este ambiente se crea una rigurosa camaradería del trato, íntima y coloquial, al lado de una pompa
marcial que proviene de las vestimentas, de los uniformes, de los desfiles colectivos. Todo eso juega
un papel de cimiento social en el curso de las lecciones, cuyo clima caluroso y ambiente de
emulación constante estimulan a los alumnos a superarse siempre. En lo que concierne a
las actividades destinadas a las mujeres, Jahn presenta propuestas más modestas. Aisladas en la
seguridad de la vida doméstica y restringida a este ambiente, se destinan a ellas las actividades
calmas y moderadas, teniendo el predominio de la elegancia, al contrario de aquello que preside a
las acciones masculinas: la fuerza, la violencia, la pujanza y la presencia de aparatos que permiten
una infinidad de movimientos, en ocasiones considerados violentos. Objeto de innumerables
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críticas, entre ellas: el exacerbado pangermanismo, la casi ausencia de ellos a la juventud y a los
más débiles, la gimnástica propuesta por Jahn fue prohibida.
Paralelo a las propuestas de Jahn, el trabajo de Adolph Spiess (1810 -1858) tiene como finalidad
la mejora de la salud pública y el rendimiento profesional, entre otras. También propone el abandono
de procesos empíricos relacionados al entrenamiento físico de los individuos y a la creación de un
método racional, basado en preceptos científicos, imprimiéndole un sentido pedagógico.
Menos conocida y tratada con menor atención, la gimnasia rítmica o el movimiento rítmico de la
gimnástica surgido en Alemania trae una contribución genuina para la educación del cuerpo desde
la perspectiva del arte de la expresión, distante, por lo tanto, de la higiene, de la salud y de la
concepción en cierta medida todavía militar que constituye el contenido de estas corrientes
independientemente del país de origen. Este movimiento rítmico dispensó a la educación del cuerpo
por la gimnástica, un tratamiento de otra naturaleza, distante, por lo tanto, del mundo fabril y su
lógica utilitaria, distante también de la idea de eficacia y de economía de energía en cada acción
humana.
Este movimiento tuvo por finalidad pensar el cuerpo como expresión y la gestualidad humana
desde una perspectiva no utilitaria, valiéndose de la música, del teatro y de la danza.
Les compartimos este video para que les sirva de apoyo en la comprensión de los contenidos
abordados: https://www.youtube.com/watch?v=U8cHjH-hz6c&t=2s
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Hay varios aspectos que indican las fuertes marcas de las corrientes gimnásticas europeas en
la hoy llamada Educación Física brasileña o de América Latina. Sin embargo, estos aspectos son
poco explorados en el área, al no haber sido estas corrientes objeto de investigaciones, al menos
en Brasil.
En este pensamiento, en este vocabulario de una “gestión social del cuerpo” la idea de origen
es la que predomina. Origen no solamente es el comienzo, sino el comienzo que explica y que basta
para explicar todo. En lo que se afirma con respecto a las corrientes gimnásticas como objeto de
estudio histórico, sería interesante salir de esa llamada obsesión por los orígenes únicos de las
cosas y al mismo tiempo, del hábito de juzgar el pasado. Comprender, interpretar y construir un
conocimiento del pasado es mucho más complejo, si abandonamos esa idea de encontrar “el” origen
y de “ juzgar” los datos del pasado que nos llegan por los vestigios que fueron siempre guardados
por alguien, por lo tanto, ya portadores de toda la subjetividad de quien los guardó o lo escondió, o
los destruyó.
Como modo de finalización de este artículo, tal vez podamos destacar la problemática de la
formación del profesional de la Educación Física que se da por la elección de conocimientos
entendidos como necesarios e importantes en diferentes momentos históricos y cuyas
permanencias y rupturas merecen un análisis más cuidadoso. En esta dirección se puede percibir
con más intensidad la influencia de las corrientes gimnásticas en la constitución de una
Educación Física contemporánea.
Parecería que hasta hoy, tal cual preconizaban las corrientes gimnásticas europeas mayoritarias
en todo el siglo XIX y buena parte del siglo XX, lo que se consideraba formación científica se
configura en un conjunto disciplinario formado por la Anatomía, la Fisiología, la Biomecánica y el
Aprendizaje motor. El argumento de la autoridad para el profesional de Educación Física parece ser
conferido por este campo de conocimiento mucho más que por aquel de la educación, del arte de
las Ciencias Humanas.
De ese modo, las explicaciones para los fenómenos contemporáneos acerca del cuerpo y de las
prácticas corporales, si bien extensamente desarrolladas en densas reflexiones en el campo de la
Historia, la Antropología, la Sociología, la Filosofía, la Pedagogía, las Artes y por parte de la
Educación Física, poco le han llegado a aquellos que tienen que trabajarlas y enseñarlas en los
distintos espacios de intervención profesional. Parece que a los profesionales de la Educación
Física les bastan las explicaciones propias de la racionalidad instrumental, los ciclos de consumo y
gasto energético, la composición corporal y hasta una cierta ingenuidad en lo que concierne al
multifacético campo deportivo. A ellos se impone una cultura de consumo, una racionalidad de
absorción y de eliminación tanto de lo orgánico como de lo económico. La formación de este
profesional todavía es cercada de ingenuidad y el conjunto de prácticas corporales siempre se
observa como positividad, sin contradicciones.