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Supremo de Venezuela
En tiempos de promover la redacción de una nueva Constitución Política, estés de
acuerdo o no empiezas a preguntarte cuales podrían ser los cambios y novedades
a introducir, sin embargo si no quieres fungir como adivinador podrías observar las
acciones del promovente, así las cosas en este momento y bajo ese método la
reciente utilización de Tribunales Militares para enjuiciar civiles involucrados en
protestas, debe ser contrastada con el artículo 261 de la Constitución de 1999 que
establece:
“La jurisdicción penal militar es parte integrante del Poder Judicial, y sus jueces o
juezas serán seleccionados o seleccionadas por concurso. Su ámbito de
competencia, organización y modalidades de funcionamiento se regirán por el
sistema acusatorio y de acuerdo con lo previsto en el Código Orgánico de Justicia
Militar. La comisión de los delitos comunes, violaciones de derechos humanos y
crímenes de lesa humanidad, serán juzgados por los tribunales ordinarios. La
competencia de los tribunales militares se limita a delitos de naturaleza militar”.
Por otra parte, del contenido de los contra de los artículos 2, 3 y 14 de Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, se desprende que el juzgamiento de
civiles por tribunales militares afecta el derecho de toda persona a ser oída
públicamente y con las debidas garantías por un tribunal competente,
independiente e imparcial.
Del mismo modo, en el Informe sobre Perú del año 2000, la CIDH reiteró su
posición frente al juzgamiento de civiles por parte de los Tribunales
Militares. Específicamente señaló:
En ese sentido, los militares que son miembros activos de las Fuerzas Armadas
(grupo adversario), y al mismo tiempo ejercen el rol de juez ante el Tribunal Militar
que conoce los casos que involucran a individuos procesados por los delitos que
acabamos de mencionar, vulneran la garantía de juez imparcial consagradas en el
artículo 8.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos:
“El juez encargado del conocimiento de una causa debe ser competente,
independiente e imparcial de acuerdo con el artículo 8.1 de la Convención
Americana. En el caso en estudio, las propias fuerzas armadas inmersas en el
combate contra los grupos insurgentes, son las encargadas del juzgamiento de las
personas vinculadas a dichos grupos. Este extremo mina considerablemente la
imparcialidad que debe tener el juzgador. Por otra parte, de conformidad con la
Ley Orgánica de la Justicia Militar, el nombramiento de los miembros del Consejo
Supremo de Justicia Militar, máximo órgano dentro de la justicia castrense, es
realizado por el Ministro del sector pertinente. Los miembros del Consejo Supremo
Militar son quienes, a su vez, determinan los futuros ascensos, incentivos
profesionales y asignación de funciones de sus inferiores. Esta constatación pone
en duda la independencia de los jueces militares”.
“los delitos comunes cometidos… deben ser juzgados por los tribunales ordinarios,
sin que pueda establecerse ninguna excepción en este sentido y la jurisdicción
militar se limita al juzgamiento de los delitos militares tipificados en las leyes
especiales que regulan esta materia, de forma tal que es la naturaleza del delito lo
que determina en todos los casos la jurisdicción que debe juzgarlo”.
“…cuando un mismo hecho esté previsto como delito en el Código Penal y por
derivación también esté previsto como tal en el Código de Justicia Militar, cada
uno de dichos delitos mantiene su propia fisonomía, sin que haya de recurrirse
para la aplicación de una u otra disposición a los fines de determinar la
competencia a las normas doctrinales sobre conflicto aparente de leyes. No se
trata de un problema de especialidad, sino de la determinación de la esfera de
aplicación de cada una de dichas disposiciones penales. La disposición contenida
en el Código de Justicia Militar no enerva ni impide la aplicación contenida en el
Código Penal, porque la primera es derivada de la segunda. De allí que en
presencia de dos disposiciones semejantes, y ante la condición civil de la persona
procesada, debe concluirse que la jurisdicción penal ordinaria recobra su
supremacía”. (13-7-98 ponencia del Magistrado Cipriano Heredia Angulo).