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Ello ha dado lugar a dos posiciones distintas, defendidas por el Ministro de la Defensa y el
Ministerio Público.
La razón la tiene el Ministerio Público: los civiles no pueden ser juzgados por tribunales militares.
La interpretación del Ministro de la Defensa se basa en una Ley que es anterior a la Constitución
de 1999, la cual es clara al señalar que la justicia militar solo aplica a delitos militares, los cuales
solo pueden ser cometidos por militares activos. Esta conclusión es respaldada por Tratados de
Derechos Humanos que –recuerdo- tienen rango constitucional en Venezuela. En resumen, la Ley
tiene que ser interpretada a favor de la Constitución y los Tratados de Derechos Humanos, a fin de
concluir que el enjuiciamiento de civiles por tribunales militares viola los derechos humanos.
Hasta el momento, la posición del Ministerio Público solo se conoce a través de un tweet enviado
desde su cuenta oficial, en el cual se informa que el Fiscal N° 41 del estado Zulia “solicitó que 14
detenidos por hechos ocurridos en Villa del Rosario sean juzgados por tribunal civil y no militar”.
El mensaje alude a la detención de catorce personas por protestas en Villa del Rosario (estado
Zulia) en la cual fue derribada una estatura de quien fuera presidente, Hugo Chávez. Según los
medios, tales personas serían sometidas a la jurisdicción militar por los delitos de ultraje al
centinela y rebelión militar.
El tema de fondo aquí es por qué deberían ser enjuiciadas estas personas que estaban
protestando. Pero a efectos de este artículo, el punto que me interesa destacar es que, para el
Ministerio Público, estos civiles solo pueden ser juzgados por tribunales penales y no por
tribunales militares.
Asimismo, el Ministerio Público informó que imputará ante tribunales penales a un militar
relacionado con el arrollamiento de una persona que protestada en Calabozo. Como sea que la
naturaleza del supuesto delito no es militar, el Ministerio Público consideró que los tribunales
competentes eran los penales y no los militares.
En resumen: para el Ministerio Público, solo pueden ser enjuiciados por tribunales militares los
militares que cometan delitos de naturaleza militar. Por el contrario, los civiles, y los militares que
cometan delitos no militares, solo pueden ser procesados por la justicia penal.
El Ministro de la Defensa, según recogen los medios, sostiene la legalidad del enjuiciamiento de
civiles por militares, de acuerdo con el Código Orgánico de Justicia Militar. Se sostiene, en tal
sentido, que “todo aquello que se consiga atacando o agrediendo al centinela en flagrancia,
inmediatamente la jurisdicción militar es competente para conocer de ellos”.
Aclarando la situación
Ante la divergencia de opiniones, es bueno recapitular lo antes explicado aquí en Prodavinci sobre
este tema. Para ello, hay que tomar en cuenta tres puntos.
Primero. Es cierto, como dice el Ministerio de la Defensa, que el vigente Código Orgánico de
Justicia Militar permite que civiles sean procesados ante la justicia militar. En especial, según el
numeral 2 del artículo 123 de ese Código:
“Artículo 123
Es importante destacar que ese Código es producto de una reforma implementada en 1998 al
Código de 1967. Es decir, se trata de una Ley anterior a la vigente Constitución de 1999. Este dato,
como veremos, es muy importante.
Por ello, un civil no puede ser juzgado por militares, pues los militares no son “pares” de los civiles.
Por lo tanto, juzgar a civiles por tribunales militares viola el derecho humano al juez natural.
De acuerdo con el artículo 23 de la Constitución de 1999, estos Tratados son de directa aplicación
a Venezuela, tienen rango constitucional y por ello, prevalecen sobre cualquier Ley. Por lo tanto, el
Código Orgánico de Justicia Militar debe ser interpretado a favor de los Tratados de Derechos
Humanos, a fin de impedir que civiles sean juzgados por militares.
La Sala Constitucional, en sentencia de 24 de abril de 2002, concluyó que ese Código violaba la
Constitución, al permitir que civiles fuesen juzgados por militares. La Sala fue muy clara: la justicia
militar “sólo se aplica a delitos de naturaleza militar, perpetrados por militares en servicio activo,
tanto para la oportunidad en que se cometan, como para la fecha de su juzgamiento”.
Como expliqué en mi anterior artículo, este criterio fue luego abandonado. En caso Francisco
Usón, la Sala de Casación Penal, en sentencia de 2 de junio de 2005, afirmó que “la jurisdicción
militar, es competente para juzgar a los militares y civiles asimilados por delitos militares, siempre
y cuando se encuentren en funciones militares, actos de servicios, en comisiones o con ocasión a
ellas”. Cabe acotar que el procesamiento de Usón fue objetado por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en decisión de 20 de noviembre de 2009, al considerar –entre otros aspectos-
que “la aplicación de la justicia militar debe estar estrictamente reservada a militares en servicio
activo”.
Civiles ante militares: una violación a derechos humanos que podría pasar a ser “constitucional”
con la fraudulenta constituyente
Como vimos, la opinión del Ministro de la Defensa solo cubre parte de la verdad. La Ley sí permite
enjuiciar a civiles por militares, pero esa Ley debe entenderse derogada por la Constitución de
1999. Así lo interpretó en su momento la Sala Constitucional y así lo ha interpretado, en el caso de
Venezuela, la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Comentarios (6)
Diógenes Decambrí.
10 de mayo, 2017
Sería más fácil y menos largo, señalar los aislados artículos de la vigente -y amenazada-
Constitución, que NO han sido violados por esta dictadura militar, que seguir profundizando sobre
todos y cada uno de los artículos que SÍ han sido groseramente irrespetados por los jerarcas de la
roboilusión (cada vez más ROBO y menos ILUSIÓN, se les acabó el hechizo, y están arrinconados
en su represión y sus cuarteles, sin apoyo popular). Y pensar que todo este desastre se habría
evitado si Caldera no hubiese beneficiado a los GOLPISTAS del 92 con ese celestino
SOBRESEIMIENTO, ha debido en todo caso INDULTARLOS y no habrían disfrutado de la impunidad
que les permitió cosechar el descontento y engañar a tantos en el 98.
cheolacruz
10 de mayo, 2017
Esta tan equivocado el ministro q ninguno de.lso Retenidos fue detenido en flagancia los videos
demuestran quienes tumban la estatua
jesus conde
11 de mayo, 2017
Como en todos sus artículos, brillante exposición Profesor Hernandez. Agregaría a mi comentario,
que en su exposición de motivos plantea TODOS los argumentos necesarios para revocar -de
hecho y de derecho- las actuaciones de los tribunales militares que han procesado y juzgado a
CIVILES por el “delito” de ejercer su LEGITIMO derecho a la protesta. En este sentido, no me
explico como nuestra flamante Fiscal General de la República Luisa Ortega Diaz, quien ha
demostrado en los últimos tiempos un apego inusitado al cumplimiento de la Constitución y las
Leyes, aun no se haya pronunciado sobre el particular, que conformaría otra VIOLACIÓN mas a
nuestra carta magna. Apreciaría y espero con ansiedad su pronunciamiento PUBLICO al respecto
ciudadana Fiscal General de la República, porque Venezuela requiere recuperar de inmediato el
imperio de la Ley y la majestad de la justicia. Buenos días.
Kondorito Konstitución
11 de mayo, 2017
“En resumen, la Ley tiene que ser interpretada a favor de la Constitución y los Tratados de
Derechos Humanos, a fin de concluir que el enjuiciamiento de civiles por tribunales militares viola
los derechos humanos”.. ciertas condiciones aplican, AARRR
Brother Full
12 de mayo, 2017
“Artículo 49. El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y administrativas y, en
consecuencia:
4. Toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces naturales en las jurisdicciones
ordinarias, o especiales, con las garantías establecidas en esta Constitución y en la ley. Ninguna
persona podrá ser sometida a juicio sin conocer la identidad de quien la juzga, ni podrá ser
procesada por tribunales de excepción o por comisiones creadas para tal efecto.”
FEDERICO GARCÍA
15 de mayo, 2017
II ARTICULO
El procesamiento de civiles en tribunales militares, al cual me referí en un anterior artículo en
Prodavinci, se ha incrementado en los últimos días. Algunos medios informan que más de noventa
civiles han sido presentados ante tribunales militares. Asimismo, se ha destacado que el
enjuiciamiento de civiles en tribunales militares –como sucede especialmente en Valencia- forma
parte del llamado Plan Zamora.
Ello ha dado lugar a dos posiciones distintas, defendidas por el Ministro de la Defensa y el
Ministerio Público.
La razón la tiene el Ministerio Público: los civiles no pueden ser juzgados por tribunales militares.
La interpretación del Ministro de la Defensa se basa en una Ley que es anterior a la Constitución
de 1999, la cual es clara al señalar que la justicia militar solo aplica a delitos militares, los cuales
solo pueden ser cometidos por militares activos. Esta conclusión es respaldada por Tratados de
Derechos Humanos que –recuerdo- tienen rango constitucional en Venezuela. En resumen, la Ley
tiene que ser interpretada a favor de la Constitución y los Tratados de Derechos Humanos, a fin de
concluir que el enjuiciamiento de civiles por tribunales militares viola los derechos humanos.
Hasta el momento, la posición del Ministerio Público solo se conoce a través de un tweet enviado
desde su cuenta oficial, en el cual se informa que el Fiscal N° 41 del estado Zulia “solicitó que 14
detenidos por hechos ocurridos en Villa del Rosario sean juzgados por tribunal civil y no militar”.
El mensaje alude a la detención de catorce personas por protestas en Villa del Rosario (estado
Zulia) en la cual fue derribada una estatura de quien fuera presidente, Hugo Chávez. Según los
medios, tales personas serían sometidas a la jurisdicción militar por los delitos de ultraje al
centinela y rebelión militar.
El tema de fondo aquí es por qué deberían ser enjuiciadas estas personas que estaban
protestando. Pero a efectos de este artículo, el punto que me interesa destacar es que, para el
Ministerio Público, estos civiles solo pueden ser juzgados por tribunales penales y no por
tribunales militares.
Asimismo, el Ministerio Público informó que imputará ante tribunales penales a un militar
relacionado con el arrollamiento de una persona que protestada en Calabozo. Como sea que la
naturaleza del supuesto delito no es militar, el Ministerio Público consideró que los tribunales
competentes eran los penales y no los militares.
En resumen: para el Ministerio Público, solo pueden ser enjuiciados por tribunales militares los
militares que cometan delitos de naturaleza militar. Por el contrario, los civiles, y los militares que
cometan delitos no militares, solo pueden ser procesados por la justicia penal.
El Ministro de la Defensa, según recogen los medios, sostiene la legalidad del enjuiciamiento de
civiles por militares, de acuerdo con el Código Orgánico de Justicia Militar. Se sostiene, en tal
sentido, que “todo aquello que se consiga atacando o agrediendo al centinela en flagrancia,
inmediatamente la jurisdicción militar es competente para conocer de ellos”.
Aclarando la situación
Ante la divergencia de opiniones, es bueno recapitular lo antes explicado aquí en Prodavinci sobre
este tema. Para ello, hay que tomar en cuenta tres puntos.
Primero. Es cierto, como dice el Ministerio de la Defensa, que el vigente Código Orgánico de
Justicia Militar permite que civiles sean procesados ante la justicia militar. En especial, según el
numeral 2 del artículo 123 de ese Código:
“Artículo 123
(…)
Es importante destacar que ese Código es producto de una reforma implementada en 1998 al
Código de 1967. Es decir, se trata de una Ley anterior a la vigente Constitución de 1999. Este dato,
como veremos, es muy importante.
Por ello, un civil no puede ser juzgado por militares, pues los militares no son “pares” de los civiles.
Por lo tanto, juzgar a civiles por tribunales militares viola el derecho humano al juez natural.
De acuerdo con el artículo 23 de la Constitución de 1999, estos Tratados son de directa aplicación
a Venezuela, tienen rango constitucional y por ello, prevalecen sobre cualquier Ley. Por lo tanto, el
Código Orgánico de Justicia Militar debe ser interpretado a favor de los Tratados de Derechos
Humanos, a fin de impedir que civiles sean juzgados por militares.
Tercero. El derecho al juez natural es reconocido en el numeral 4 del artículo 49 de la Constitución
de 1999. En relación con ello, el artículo 261 de la Constitución dispone que “la competencia de los
tribunales militares se limita a delitos de naturaleza militar”. Nuevamente, el Código Orgánico de
Justicia Militar tiene que ser interpretado a favor de la Constitución, tal y como ordena su artículo
7.
La Sala Constitucional, en sentencia de 24 de abril de 2002, concluyó que ese Código violaba la
Constitución, al permitir que civiles fuesen juzgados por militares. La Sala fue muy clara: la justicia
militar “sólo se aplica a delitos de naturaleza militar, perpetrados por militares en servicio activo,
tanto para la oportunidad en que se cometan, como para la fecha de su juzgamiento”.
Como expliqué en mi anterior artículo, este criterio fue luego abandonado. En caso Francisco
Usón, la Sala de Casación Penal, en sentencia de 2 de junio de 2005, afirmó que “la jurisdicción
militar, es competente para juzgar a los militares y civiles asimilados por delitos militares, siempre
y cuando se encuentren en funciones militares, actos de servicios, en comisiones o con ocasión a
ellas”. Cabe acotar que el procesamiento de Usón fue objetado por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en decisión de 20 de noviembre de 2009, al considerar –entre otros aspectos-
que “la aplicación de la justicia militar debe estar estrictamente reservada a militares en servicio
activo”.
Civiles ante militares: una violación a derechos humanos que podría pasar a ser “constitucional”
con la fraudulenta constituyente
Como vimos, la opinión del Ministro de la Defensa solo cubre parte de la verdad. La Ley sí permite
enjuiciar a civiles por militares, pero esa Ley debe entenderse derogada por la Constitución de
1999. Así lo interpretó en su momento la Sala Constitucional y así lo ha interpretado, en el caso de
Venezuela, la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
La actuación institucional del Ministerio Público para garantizar el debido proceso a los
detenidos en protestas ha aumentado el uso de esta medida inconstitucional.
La justicia en Venezuela tiene los disfraces más aterradores. Bajo el subjetivo delito de
traición a la patria y ataque al centinela, el gobierno intenta “vestir” de legalidad que civiles
sean juzgados por tribunales militares. La estrategia contra los manifestantes y disidentes
opositores implica no solo una vulneración de las competencias del Ministerio Público, sino
también una violación a la Constitución y a los derechos humanos.
Alfredo Romero, abogado penalista y director ejecutivo de la ONG Foro Penal, precisó que
hay 3.880 arrestos como parte de las manifestaciones en Venezuela. De esa cifra, 467
personas han sido presentadas en tribunales militares. Por su parte, la ONG Activismo
Ciudadano contabiliza 400 civiles juzgados en las diferentes cortes militares del país.
El abogado penalista Carlos Daniel Moreno, director ejecutivo de la ONG, aclara que la
justicia militar tiene espacio en la jurisdicción venezolana solo cuando se trata de militares
activos.
“Bajo ninguna circunstancia un civil puede ser juzgado en tribunales militares y hay
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia desde 1981 que ha venido reiterando este
criterio”, dijo.
La Constitución venezolana establece que solo los tribunales ordinarios pueden juzgar a los
civiles que incurran en un delito. En el artículo 261 se delimitan los casos en los cuales es
aplicada la justicia militar:
“La jurisdicción penal militar es parte integrante del Poder Judicial, y sus jueces o juezas
serán seleccionados o seleccionadas por concurso. Su ámbito de competencia, organización
y modalidades de funcionamiento, se regirán por el sistema acusatorio y de acuerdo con lo
previsto en el Código Orgánico de Justicia Militar. La comisión de delitos comunes,
violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, serán juzgados por los
tribunales ordinarios. La competencia de los tribunales militares se limita a delitos de
naturaleza militar”.
Moreno afirma que el marco legal que se aplica actualmente en los juicios militares se basa
en el Código Orgánico de Justicia Militar que fue aprobado por el ex presidente de
Venezuela Juan Vicente Gómez. Este Código fue promulgado en 1933 y tiene 84 años de
vigencia.
Precisa que esta ley es anterior a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, al
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, a la Convención Interamericana de los
Derechos Humanos y a la actual Constitución.
“Cuando hay una agresión sobre el centinela, o sobre un efectivo de la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana (FANB), perfectamente se incurre en un delito militar y puede
conocer la jurisdicción militar”, señaló.
Moreno comienza por definir la palabra “centinela” como el efectivo militar que está de
guardia, cumpliendo funciones de vigilante dentro de una instalación militar. “La única
persona que puede ultrajar a un centinela es otro militar, debido a que estaría vulnerando
los principios de obediencia, disciplina y subordinación”.
“Traición a la patria”
Uno de los principales cargos imputados en los juicios militares a civiles es el de traición a
la patria. Para procesar de forma penal el cargo, el ciudadano se supone que debe conspirar
con una potencia extranjera para cambiar la forma republicana de gobierno.
Pero de acuerdo con el COPP, la aplicación de un juicio a un civil bajo el cargo de traición
a la patria debe ser en una corte ordinaria.
El caso más reciente en el que un civil fue acusado ilegalmente de traición a la patria en un
tribunal militar es el del periodista Carlos Julio Rojas, quien se encuentra recluido en la
prisión de Ramo Verde. El también activista por los derechos humanos y coordinador de la
Asamblea de Ciudadanos de la Candelaria es acusado además de rebelión y sustracción de
elementos pertenecientes a la FANB.
Otro caso relevante fue la detención de Roberto Picón, asesor electoral y miembro del
Grupo Técnico de Apoyo Electoral de la Mesa de la Unidad Democrática Funcionarios del
Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) lo aprehendieron al ingresar
violentamente a una vivienda privada en Altamira. Fue acusado de traición a la patria,
rebelión militar y sustracción de elementos militares.
Negar la garantía de un juez natural también constituye un delito. Esta afirmación está
contemplada en el artículo siete del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, que
establece que la encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de
normas fundamentales de derecho internacional es un delito de lesa humanidad.
De acuerdo con esto, las agresiones, detenciones y juicios militares a 27 estudiantes que
protestaban en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) constituyen
una violación de los derechos humanos. Funcionarios policiales y militares ingresaron al
recinto educativo y agredieron a golpes y tubazos a jóvenes que protestaban en las
instalaciones de la universidad en la madrugada del 2 de julio en contra del gobierno
nacional.
La fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, ha insistido en que los civiles no
pueden ser juzgados por tribunales militares porque la competencia la tienen los tribunales
penales.
La actuación institucional del Ministerio Público para garantizar el debido proceso a las
personas detenidas durante las protestas ha llevado al Estado a presentar a los civiles ante
tribunales militares pese a estar prohibido según la Constitución de 1999 y los tratados de
derechos humanos.
Dentro de las pretensiones de la asamblea nacional constituyente podría estar reformular
ese aspecto, para fijar que los civiles puedan ser juzgados por tribunales militares. El riesgo
es grande: significaría remplazar las libertades civiles por los deberes militares
V. COFAVIC debe expresar su más grave preocupación ante el conocimiento, según información
pública disponible de la existencia de más de 250 civiles que están siendo sometidos a la
jurisdicción militar, dado que esta acción no solo configura una gravísima violación de los derechos
humanos y por tanto de los valores superiores del ordenamiento jurídico, sino que además es una
de las más determinantes rupturas de la Constitución y al mismo tiempo se traduce en la
posibilidad efectiva de que a partir de esta situación se haya abandonado por completo el Estado
de Derecho y estemos frente a un tutelaje militar inaceptable e incompatible con las mínimas
garantías judiciales que deben existir en un gobierno civil y democrático.
El Derecho Internacional ha establecido una serie de estándares pro persona para las garantías del
debido proceso, los cuales establecen, en esencia, que el alcance de la jurisdicción militar, al tener
un carácter especial o excepcional, tiene igualmente un alcance restrictivo, por lo que “debe estar
excluido del ámbito de la jurisdicción militar el juzgamiento de civiles y solo debe juzgar militares
por la comisión de delitos o faltas que por su propia naturaleza atenten contra bienes propios del
orden militar”.
De igual forma, es cuestionable la imparcialidad cuando los tribunales militares suelen estar
insertos en estructuras castrenses jerarquizadas, lo cual se manifiesta en que, por ejemplo, es un
órgano del propio ejército el que determina los ascensos, incentivos profesionales, y la asignación
de funciones de sus inferiores[v].
De esta forma, son dos los criterios centrales que deben ser satisfechos para que el ejercicio de la
jurisdicción militar sea consistente con los estándares interamericanos y universales: (1) el
acusado y la víctima deben ser miembros activos del ejército, y (2) el delito debe ser de naturaleza
castrense y cometido por militares en el ejercicio de sus funciones. En todos los demás casos, el
derecho al juez natural debe prevalecer.
Finalmente, es relevante señalar que la Constitución en su artículo 337, sobre los Estados de
Excepción, deja claramente establecido que el derecho al debido proceso no es susceptible de
suspensión ni restringible en ninguna circunstancia alegada, al igual que el derecho a la vida, la
prohibición de incomunicación o tortura, el derecho de información y los demás derechos
humanos intangibles.
Se respete el debido proceso y las garantías judiciales de todas las personas privadas de libertad
y que cuyas detenciones estén, sin excepciones, bajo el control constitucional del Ministerio
Público y en la jurisdicción ordinaria, tal y como está previsto en la Constitución y en los Tratados y
Pactos internacionales suscritos y ratificados por la República. Asimismo, se dé inmediata libertad
a todas aquellas personas que tengan una decisión al respecto sin más dilaciones.
“La intención que la organización puede evidenciar es que de alguna manera desarticula al
Ministerio Público en su cualidad de titular de la acción penal ante delitos contra civiles, ya que la
Fiscalía Militar pertenece a otra institución”, precisa Ezequiel Monsalve, coordinador del FPV en el
estado Bolívar.
En entrevista para Correo del Caroní, el abogado y profesor de la UCAB Guayana destaca no solo el
menoscabo al derecho a la manifestación pacífica, sino el aumento de la persecución política
mediante este tipo de acciones que viola garantías constitucionales y el debido proceso al
procesar a civiles bajo la jurisdicción militar.
– Los coordinadores del Foro Penal Venezolano en cada uno de los estados han registrado las
detenciones, los juicios y presentaciones por delitos regulados en el Código Penal, contra
funcionarios de la Fuerza Armada. Sin embargo, hemos denunciado no solo nosotros, sino otras
organizaciones de derechos humanos, incluso la fiscal, que esto viola el principio de juez natural
que está ampliamente regulado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, así
como el debido proceso.
– El estado de derecho no es otra cosa que la sumisión del Estado y todos sus componentes a la
legalidad y la constitucionalidad. Cuando el Estado no cumple con los parámetros propios de la
legalidad evidentemente se violan garantías como estas.
Hay unos que los pueden considerar delitos de lesa humanidad porque están usando el aparataje
militar contra civiles, se agrava la persecución política por manifestar, esto rompe la estructura
formal de un estado de derecho porque no se está garantizando el respeto del gobierno a la
sumisión de la norma.
– ¿Cómo califica esta práctica en el contexto de la escalada represiva? ¿Considera que el gobierno
asoma un nuevo esquema de justicia para eliminar al adversario?
– Califico esta conducta como aberrante y perversa, precisamente por lo irregular y los efectos que
tiene ante el estado de derecho. Creemos que es una forma de darle participación a instituciones
que no deberían participar en este tipo de situaciones, así como se le ha dado participación a otros
entes o cuerpos policiales en el control de manifestaciones. Es como sumar de forma errada para
contrarrestar los efectos de las protestas.
De 2014 a 2017
No obstante, en esta oportunidad la actuación de Fiscalía es diferente, pero no sucede igual con
los tribunales de control que han pasado por encima del Ministerio Público, criminalizando el
derecho a la protesta pacífica.
Otro de los factores que menoscaban el derecho a la manifestación es el uso de calificativos y uso
desproporcional de la fuerza por parte de los órganos de seguridad, en relación de calificar a estas
personas como grupos no manifestantes pacíficos.
Hemos visto a voceros del oficialismo decir que se tratan de terroristas; eso es preocupante
porque ya dejaron de ser guarimberos a ser terroristas y en esa connotación, conforme a las
convenciones ratificadas por Venezuela en instancias internacionales, identifica claramente las
características de un terrorista.
– Tuvimos un acercamiento con los componentes de las Fuerzas Armadas en el estado Bolívar, en
otros estados se ha hecho la solicitud formal para hacer un acercamiento con las autoridades que
están a cargo del control de las manifestaciones, para dialogar en relación al debido proceso en las
aprehensiones que hagan, y por ende en el uso correcto de la fuerza al momento de controlar
manifestaciones.
El comandante Quintero (del Destacamento 625 de la GNB) prometió recibir a la organización.
Tenemos planteado presentarle casos de violación de derechos fundamentales y explicarle casos
específicos que nos preocupa, como el de Fraiby Lascano, que sufrió daños dentro del
Destacamento.
– No. La situación tuvo su asidero en cuanto a detenciones políticas en Guayana con el caso de
Oswaldo Rodríguez en julio de 2016, fue la primera manifestación de uso errado del control
judicial, en tomarse atribuciones para precalificar conductas que no habían sido solicitadas por el
Ministerio Público e imponer medidas de coerción. En ese entonces lo hizo el Tribunal Primero de
Control.
Para las detenciones de 2017 se observa con las recientes aprehensiones con los casos del 19 de
abril, así como el caso de Jonathan Pérez, en la que el Ministerio Público no solicitó ninguna
medida de coerción, sino libertad plena sin restricciones, y el Tribunal Cuarto de Control
precalificó unas conductas penales, impuso unas medidas de coerción, e impuso los fiadores que
se ha utilizado como herramienta para dilatar las libertades.
VII. los juicios militares a civiles, el sistema de justicia, la manifestaciones y la conflictividad actual
en Venezuela, cuya versión extendida fue ya publicada en el Neues Deutschland, una breve
síntesis de la misma se puede encontrar también en Die Tageszeitung taz. A continuación el
intercambio original que tuve con Vogt. Es de advertir que, lamentablemente, las cifras señaladas
el día de hoy son mayores:
–Es importante que estas cifras tengan un mínimo contexto. Actualmente Venezuela está
atravesando crisis de diversas índoles: política, institucional, de legitimidad de sus autoridades,
económica y social. Esto sirve de caldo de cultivo para que la gente salga a manifestar su
descontento e inconformidad. Hay que destacar que si bien muchas de las concentraciones que se
han iniciado en abril han sido pacíficas, con una asistencia masiva de parte de ambos sectores
políticos, han existido también manifestaciones que se han tornado violentas, y en ocasiones se
han cometido delitos concretos, incluso han atacado con armas de fuego a cuerpos de seguridad
del Estado. Lo importante es no confundir un evento con otro. La manifestación pacífica es un
derecho y cuando deja de ser pacífica pierde ese estatus legítimo. La cifra de fallecidos durante el
último mes ha superado a las 49 personas, ocho han sido en manos de los cuerpos de seguridad
del Estado, también entre los fallecidos se encuentra un sargento de la Guardia Nacional (GN), el
resto ha sido el resultado de diversos hechos vinculados con la conflictividad reciente, la mayoría
de ellos fueron heridos por armas de fuego.
En este marco, según las ONG especializadas en esta materia, se han detenido a unas 2.660
personas, de las cuales 1.089 aún se encuentran privadas de libertad.
–Por la justicia militar han sido procesadas, hasta ahora, unas 334 personas. Esto es algo que se
disparó durante el último mes, que un civil fuese procesado por tribunales militares era algo muy
excepcional.
–¿Cómo es la situación de los detenidos? ¿Tienen abogados? Y si es así, ¿los abogados pueden
encontrarse con ellos?
–La situación de los detenidos en general no son las mejores, y esto trasciende de la actual
coyuntura. Lo que ocurre es que, como ahora los procesados no son solo el pueblo humilde sino
estudiantes de clase media, esta situación de nuestro sistema penitenciario se hace más visible. Y
ahora con este crecimiento abrupto de detenidos las condiciones desmejoran aún más. Los locales
en donde están siendo depositados son rebasados en sus capacidades, creando hacinamiento y
colapso de los servicios. Pero además, también colapsa el propio funcionamiento del sistema
penal: calabozos policiales, custodios, fiscales y jueces. Por lo que los procesos se hacen más
lentos y engorrosos.
Sí, tienen abogados, en estos casos suelen ser defensores privados, ya que los públicos pudieran
ceder ante distinto tipo de presiones por parte del Ejecutivo. Lo que he podido conversar con
varios defensores es que en la jurisdicción militar todo es más difícil, el acceso al detenido, las
presentaciones, la consignación de escritos, hay más opacidad, discrecionalidad por parte de las
autoridades y obstáculos para el ejercicio de la defensa.
–¿Cuál es la razón o motivo por el cual las personas están procesados por la justicia militar? ¿Por
qué el Gobierno elige procesar civiles por la justicia militar?
–La razón inmediata en términos operativos e instrumentales es que aparentemente los fiscales
del Ministerio Público no se han prestado para realizar imputaciones en casos que no
corresponden, ni para avalar actuaciones arbitrarias por parte de las fuerzas de seguridad del
Estado.
En términos políticos e ideológicos esto obedece a una racionalidad bélica, en donde impera la
idea del “orden interno”, concepto de naturaleza militar que se aplica en el marco de la guerra,
donde tienes que proteger al territorio de enemigos que atentan contra el sistema político. En este
marco cualquier acción que cuestione o ponga en riesgo al sistema será considerada una amenaza
y habrá que actuar en consecuencia. Bajo esta lógica las protestas pueden ser entendidas como
“amenazas” y los ciudadanos que protestan como “enemigos”.
A todo evento estos casos deben ser muy excepcionales porque el control de manifestaciones
según nuestra legislación es de naturaleza civil, no militar, por lo que la presencia de efectivos
militares debería ser la excepción y no la regla. El control de las manifestaciones corresponde en
primer lugar a las policías estadales. Si estas son rebasadas en su capacidad y medios debe ser
apoyada por la Policía Nacional, y solo en casos en los que la Policía Nacional no cuente con la
capacidad y medios es que la GN (único componente militar con estas facultades) puede
intervenir, pero bajo las instrucciones del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores,
Justicia y Paz, el cual es de naturaleza netamente civil. El problema radica cuando quieren imponer
la excepción como la regla.
–¿En qué medidas o formas se distinguen los tribunales normales (civiles) y los tribunales
militares?
–En la jurisdicción civil existen todas las garantías legales y constitucionales que gozan los
ciudadanos en pleno ejercicio de sus derechos, el objeto de protección y el destinatario de la
misma son los ciudadanos. La jurisdicción militar está destinada a la protección de la institución
militar y a la seguridad del Estado, los destinatarios de la misma son sus funcionarios que deben
ejercer un rol respecto a estas instituciones, no son sujetos libres, cualquier falta a esos deberes
institucionales acarrea de inmediato una responsabilidad, en muchos casos penal. Es una
jurisdicción donde las garantías se ven reducidas en procura de la seguridad del Estado, por ello
los funcionarios gozan de menores protecciones y tienen una mayor responsabilidad en sus
actuaciones, porque tienen un deber de cuidado especial, de disciplina y de subordinación que no
tiene ni debe tener el ciudadano común, al menos no en una democracia. La lógica de la
jurisdicción militar es la de la excepción, la de la guerra.
Finalmente, desde el punto de vista formal, los civiles comenten delitos comunes que se
encuentran en el Código Penal y demás leyes conexas, su núcleo es la protección de los derechos
de las personas. En contraste, los delitos de naturaleza militar están contemplados en el Código
Orgánico de Justicia Militar, cuyo núcleo radica en amenazas armadas y militares en contra de la
seguridad del Estado, son cometidos por militares en actos de servicio. Es de advertir que ese
código es anterior a nuestra actual Constitución y no ha sido adaptado a la misma, por lo que
algunas de sus disposiciones pueden ser inconstitucionales.
Cuando civiles que no han cometido delitos militares son procesados por tribunales de este tipo,
se comete una violación de sus derechos humanos, en especial al debido proceso y al derecho al
juez natural, dejando un precedente muy peligroso para la consolidación de un Estado social,
democrático de derecho y de justicia. Ese tipo de procesos viola lo establecido en nuestra
Constitución, así como lo ordenado por sentencias tanto nacionales como de la Corte
Interamericana sobre esta materia.
–Lo que sucede es que ante la crisis de legitimidad y de institucionalidad es posible que el
Ejecutivo necesite ejercer mayores controles, los tienen sobre los tribunales civiles, pero parece
que ha perdido influencia sobre el Ministerio Público, actor clave dentro de nuestro proceso penal
que es de carácter acusatorio, por lo que esta institución tiene el monopolio de la acción penal y
dirige las investigaciones en esta materia.
–¿Quién decide si un civil tiene que ser procesado ante la justicia civil o la justicia militar?
–En estos momentos parece que estas decisiones las está tomando directamente la institución
castrense, el primer paso posiblemente lo esté dando la Policía y la GN que se encuentran en
labores de orden público. Aunque esas prácticas deben provenir de una instrucción de alto nivel.
Sin embargo, los abogados defensores me comentan que todo es muy dinámico y variable.
Todavía es temprano para establecer un patrón claro definitivo.
–En un artículo he leído que la decisión de llevar a civiles ante jueces militares fue rechazada por el
Ministerio Público. ¿Es así?
–Sí, como te comenté hace un rato, no solamente el Ministerio Público se ha negado a imputar a
personas en los casos que no corresponde, ni a avalar actuaciones arbitrarias de los cuerpos de
seguridad en estos hechos, sino que además ha cuestionado este tipo de procesos llevados a cabo
de manera irregular en jurisdicción militar.
Así, por ejemplo, hace un par de semanas le solicitó a un tribunal del estado Zulia que 14 personas
que habían sido responsables de daños ocasionados a la sede de una alcaldía y a una plaza fuesen
juzgadas en la jurisdicción ordinaria y no en la militar.
–Ningún país cumple al cien por cien su legislación, esa es una meta que hay que tratar de
alcanzar. No soy amigo de los patriotismos negativos. Lo que te puedo decir es que estamos
atravesando una crisis institucional delicada, con un deterioro de la legitimidad de las autoridades,
con crisis económica, escasez, inflación y altos índices de violencia en distintos niveles; tenemos
una tasa de homicidios de 70 por cien mil habitantes. Los extremos de ambos bandos políticos nos
tienen entre un llamado ilegítimo y peligroso de una Asamblea Nacional Constituyente –que lejos
de estabilizar institucionalmente y ratificar el Estado de derecho más bien lo deteriora– y unas
elecciones generales que tampoco están en la Constitución. En el medio está toda la ciudadanía
sumergida en la incertidumbre.
–La Fiscal General desde 2015 ha tomado posiciones institucionales acertadas que de manera
gradual cada vez se hacen más notorias. Ha rechazado la militarización del control de las
manifestaciones, los operativos policiales arbitrarios, y más recientemente ha manifestado su
preocupación institucional por el conflicto existente entre los poderes públicos, por los fallecidos
en el marco de la conflictividad de las últimas semanas, así como por el cuestionado llamado a la
Asamblea Nacional Constituyente. Han sido posiciones institucionales necesarias, ajustadas a
derecho, pero sobre todo valientes en un contexto en el que parece que ningún actor institucional
quiere asumir su rol.
–La independencia de los poderes judiciales es también una aspiración. Es una meta que se debe
perseguir. La crisis del sistema de justicia venezolano no es reciente. En un trabajo sobre la
reforma judicial en Venezuela realizado en 1998 por el PNUD, denominado “Justicia y
Gobernabilidad”, se había llegado a las siguientes conclusiones: 1) Se debe transformar la justicia;
2) La población no tiene confianza en esa justicia; 3) El Poder Judicial es la institución con menor
credibilidad en la opinión pública; 4) La gente no denuncia porque no confía; 5) El estrato “E” de la
población (los más pobres) prefiere tomar la justicia en sus propias manos; 6) El gran problema de
la justicia venezolana es la corrupción.
¿Qué ha pasado durante los últimos 20 años? Esa percepción no ha mejorado, yo me atrevería a
decir que se ha deteriorado considerablemente.
En una encuesta hecha por el propio Estado en 2009, la gente prefería la intervención de un
policía antes que la de un juez, quienes fueron los peores calificados de todo el sistema. Estos
resultados coinciden con la encuesta 2014 del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) en la
que la confianza en la justicia en la región no llegaba a 20%, y en Caracas apenas llegó a 5%.
Los últimos eventos que ha protagonizado el Tribunal Supremo de Justicia tales como la
designación de algunos de sus miembros realizada por la Asamblea Nacional saliente para evitar
que la nueva lo hiciera como correspondía; el perfil de muchos de esos magistrados que no
cumplen con los requisitos para ostentar el cargo; el hecho de que esos mismos magistrados
posteriormente hayan “suspendido” a diputados electos por el estado Amazonas; hace poco
menos de dos meses, a través de unas polémicas sentencias, pretendían subrogarse las
competencias de la Asamblea Nacional, las cuales en parte, han sido el detonante de la
conflictividad actual; evidencian que el actual Poder Judicial lejos de contribuir a la reducción de
los conflictos se ha convertido en un factor generador y potenciador de los mismos.
–¿Usted puede describir los límites de la legitimidad entre las protestas civiles, los saqueos, las
acciones violentas, tomando en cuenta la concreta situación del país y de la población?
–El descontento es legítimo y tienen sus bases tantos materiales concretas como inmateriales.
Pero debemos tener muy claro que una cosa es la legitimidad y otra la legalidad.
La manifestación pacífica es un derecho que forma parte de los derechos civiles y políticos
consagrados en nuestra Constitución, que establece en su artículo 68 que todos “los ciudadanos y
ciudadanas tienen derecho a manifestar pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que
establezca la ley”. El derecho a la manifestación entonces no es absoluto: está condicionado a que
sea pacíficamente y sin armas. Esto no solamente está en nuestra Constitución sino en los diversos
tratados internacionales en materia de derechos humanos. En consecuencia, si no se dan ambas
condiciones no se trata del derecho anteriormente descrito; si deja de cumplir con las mismas,
deja de ser ese derecho. Por ejemplo, la obstaculización de vías, devastación, saqueo, uso de
sustancias peligrosas, daños a oficinas y medios de transporte, caminos, telecomunicaciones,
servicios y obras públicas, así como otras que constituyan acciones que vulneren los derechos y
libertades de la ciudadanía pueden, incluso, constituirse en delitos concretos.
Como te dije al inicio de nuestra conversación, muchas de las manifestaciones han sido masivas y
pacíficas, pero ha habido otras que se han tornado violentas e incluso delictivas, hasta hay un caso
de un funcionario de la GN fallecido. Por otro lado, también se aprecia en algunos casos un uso
desproporcionado y arbitrario de la fuerza por parte de funcionarios de los cuerpos de seguridad
del Estado.
Una hipótesis general pudiéramos encontrarla en el refrán popular: “Cuando el gato no está, los
ratones hacen fiesta”. Cuando las cabezas del Estado no están para ejercer sus funciones, ni
realizar el ejercicio de gobierno, policías, militares y grupos delictivos hacen fiesta. Una cosa es el
ejercicio de gobierno y otra la conservación del poder. Acá todos están ocupados para mantenerse
en el poder o para arrebatarlo, mientras tanto nadie ejerce el gobierno, ni se preocupa por el
Estado, ni por las necesidades concretas y cotidianas de la gente.
Desde el 1 de abril hasta el 24 de mayo el Foro Penal Venezolano (FPV) había contabilizado 2.815
arrestos a personas durante protestas contra el Gobierno de Nicolás Maduro, de las cuales 1.240
personas permanecen detenidas, 341 civiles han sido presentados ante tribunales militares y 178
están privados de libertad por orden de la justicia militar.
La presentación de civiles en la jurisdicción militar no es algo nuevo en la justicia venezolana. El
Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (Provea) ha registrado 100
casos en los últimos cinco años, que incluyen dirigentes sindicales, líderes indígenas y personas
detenidas en colas, pero nunca se había presentado una situación generalizada como la de hoy en
día en la que los ciudadanos son detenidos durante protestas.
Inti Rodríguez, coordinador de investigación de Provea, declaró que la activación del Plan Zamora
ha influido en el incremento de estas presentaciones, convirtiéndose en un nuevo “patrón
represivo”.
El Foro Penal, Provea y Fundando Derechos Civiles y Equidad (Fundeci) son organizaciones no
gubernamentales que están llevando las denuncias y estos casos. En entrevista a El Universal
coincidieron en que este fenómeno es inconstitucional, viola el derecho al debido proceso, los
derechos humanos, los pactos internacionales de derechos civiles y políticos.
Afirman que los casos se han incrementado desde que la Fiscal General de la República, Luisa
Ortega Díaz, se pronunció sobre la inconstitucionalidad de la sentencia del Tribunal Supremo de
Justicia (TSJ) en la que asumía funciones de la Asamblea Nacional.
Las ONG aseveran que desde entonces, el Ministerio Público ha comenzado a actuar de manera
institucional, como debía haber actuado en los últimos años, cumpliendo con su labor de asegurar
el debido proceso a las personas detenidas durante las protestas, lo cual ha llevado a que el
Estado presente a los civiles ante tribunales militares, que a pesar de ser parte del Poder Judicial,
están bajo la dependencia del Ministerio de la Defensa y sus fiscales y jueces son designados por el
Presidente de la República.
De acuerdo a los artículo 49, numeral 4 y el 261 de la Constitución de la República, que señalan
que toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces naturales en las jurisdicciones
ordinarias, es decir por el Ministerio Público y que la competencia de los tribunales militares se
limita a delitos de naturaleza militar, Gonzalo Himiob, director del Foro Penal, declaró que a los
detenidos se les está aplicando una legislación que no les corresponde, que es el Código Orgánico
de Justicia Militar, ley que establece los procedimientos y sanciones a militares activos de la Fuerza
Armada Nacional (FAN). Los civiles deben ser juzgados de acuerdo al Código Penal.
Los delitos que se les están imputando a los civiles son traición a la patria, rebelión, instigación a la
rebelión, extracción de efectos pertenecientes a la FAN y ataque al centinela, que consiste en
supuestos ataques de manifestantes a efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). “Esto
evidentemente es una maniobra para garantizar que queden privados de su libertad durante los
procedimientos”, dijo Himiob.
El FPV ha registrado además distintas irregularidades en los procedimientos, los apresados son
juzgados en instalaciones militares, existe el uso excesivo de la fuerza al momento de la detención,
tratos crueles, inhumanos y degradantes, imposición de defensores públicos militares e incluso
torturas en los centros de reclusión. Además se les ha violado el derecho a comunicarse con sus
familiares y abogado de confianza, los mantienen incomunicados hasta minutos antes de las
audiencias.
En los estados Lara y Carabobo sucedió que dentro de la sala de audiencia había funcionarios
militares armados. “Esto es algo intimidatorio, completamente contrario a cualquier norma de
libertad y proceso dentro de los tribunales. Incluso los abogados no se sienten libres de explicar
sus argumentos porque están intimidados”, aseveró el director del Foro Penal.
El coordinador del FPV en el estado Carabobo, Luis Armando Betancourt, denunció que 15 jóvenes
que fueron detenidos por supuestos saqueos fueron obligados a comer “pasta con monte y
excremento” aplicándoles el polvo del gas lacrimógeno en la nariz para que abrieran la boca.
En Caracas, tres miembros de una familia fueron detenidos y privados de libertad por un tribunal
militar. Oswaldo García (padre), Ramsés García (hijo) y Carmen Salazar (esposa del padre), fueron
detenidos el 6 de mayo por la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), cuando
allanaron su casa, luego liberados con una citación para comparecer al día siguiente en calidad de
entrevistados. Al momento de comparecer los dejaron detenidos. Los abogados del FPV esperaron
12 horas para que los presentaran en la audiencia, sin embargo no le permitieron el acceso a la
defensa y les asignaron un defensor público militar a los detenidos. La decisión fue privarlos de su
libertad por rebelión y traición a la patria.
Himiob aclaró que las autoridades cometieron una ilegalidad al citarlos en calidad de testigos y
luego cambiarles el rol a sospechosos dejándolos presos. Asimismo, destacó que en el expediente,
así como en muchos de este tipo no hay ninguna prueba que los vincule con algún acto de traición,
“lo más que hacen a veces es sembrar evidencia y tergiversar información”.
Elenis Rodríguez, presidenta de Fundeci, denunció el caso de Fermín Cocchioni Castillo, un joven
de 32 años dedicado a la plomería y que había participado en protestas antigubernamentales. Fue
detenido en Bello Monte cuando se alistaba con un grupo de personas para asistir al velorio de
Armando Cañizales, el joven músico asesinado durante una protesta, que además era su amigo.
Sus familiares desconocían el lugar de retención y los delitos que se le imputaban, por lo que
buscaron en las distintas instituciones sin obtener respuesta. Los abogados de Fundeci
interpusieron una denuncia en la Fiscalía por desaparición forzada, cuando finalmente apareció en
la Dgcim.
Rodríguez certificó que Cocchioni fue torturado y herido. Ante un juez se quitó la ropa para
demostrar las lesiones que había sufrido, aunque algunas no eran visibles debido a que lo
cubrieron con una colchoneta mientras era golpeado a batazos.
“Toda esa tortura era para que él grabara unos audios donde dice que Ramón Muchacho y
Henrique Capriles pagaban para acabar con los policías y con los militares”, dijo la abogada Elenis
Rodríguez, al tiempo que aseveró que “muchos de nuestros jóvenes han sido torturados para que
nombren a dirigentes políticos para poderlos involucrar en estas detenciones arbitrarias”.
El ministro de la Defensa Vladimir Padrino López afirmó en una entrevista el pasado 9 de mayo
que los casos de manifestantes detenidos y procesados por la jurisdicción militar están
enmarcados en la ley, pues los delitos como agresión al centinela, traición a la patria y rebelión
están establecidos en el Código Orgánico de Justicia Militar.
Sin embargo, el Tribunal Supremo de Justicia ha aclarado en el pasado que estos delitos también
están establecidos por el Código Penal y cuando un ciudadano incurre en estos, por su condición
de civil, debe ser sometido a la jurisdicción ordinaria, debido a que el COJM es derivado del Código
Penal.
El abogado penalista Gustavo Limongi explicó a El Universal que existen dos casos en los que el
“Tribunal Supremo de Justicia reconoce la supremacía de la competencia penal ordinaria frente al
juzgamiento de civiles ante la jurisdicción militar”.
La Sala de Casación Penal ha emitido sentencias que aclaran el conflicto de competencias entre
tribunales militares y ordinarios. El primero es el caso de Pablo Parquet Aure acusado de injuria,
ofensa o menosprecio a la Fuerza Armada Nacional. La sala emitió una sentencia de fecha 2 de
febrero de 2001, donde estableció que el ciudadano debía ser juzgado por un tribunal ordinario
debido a su condición de civil.
El segundo caso más reciente ocurrió el año pasado, cuando James José Mathison, César Cuéllar,
Marco Trejo y Andrés Eloy Moreno fueron juzgados por un tribunal militar por la presunta
comisión de los delitos de instigación a la rebelión, usurpación de funciones y sustracción de
prendas y uniformes militares, tras la publicación en redes sociales de un video promocional del
partido Primero Justicia que hacia un llamado a la GNB a detener la represión en las protestas.
La Sala Penal emitió una sentencia el 6 de diciembre de 2016 que explica que de acuerdo al
artículo 124 del COJM las personas sometidas a la jurisdicción militar son los oficiales,
especialistas, individuos de tropa o de marinería, los alumnos de las escuelas militares y navales,
los civiles con asimilación militar, los reos militares, los empleados y operarios sin asimilación
militar que presten sus servicios en los establecimientos o dependencias militares.
En ambas sentencias el TSJ ratificó el criterio sostenido por la extinta Corte Suprema de Justicia, en
sentencia de fecha 13 de julio de 1998, que señalaba que cuando un delito esté previsto en el
Código Penal y en el Código de Justicia Militar cada uno mantiene su propia fisonomía, es decir, los
civiles deben ser juzgados bajo los tribunales civiles.
Luisa Ortega Díaz, Fiscal General de la República, declaró en rueda de prensa el pasado miércoles,
que desde el Ministerio Público se están realizando siete investigaciones por el uso de la justicia
militar en casos que corresponden a la justicia ordinaria.
El MP ha solicitado a la fiscal general militar para que informe sobre el número de procesos que se
están realizando contra civiles, pues la fiscalía quiere verificar el estado de salud de esas personas,
ya que es una obligación del organismo velar por que se cumplan los derechos humanos de las
personas retenidas.
“Es contraria a los mandatos y los principios emanados de la Constitución de la República. Viola el
principio del juez natural así como los instrumentos ratificados por la República en materia de
derechos humanos”, dijo Ortega Díaz.
Las ONG Foro Penal, Fundeci y Provea han manifestado que ante la presentación de un civil en un
tribunal militar, estas ofrecen sus servicios gratuitos para la defensa y asesoría jurídica.
El detenido debe exigir su derecho a ser juzgado por sus jueces naturales, se debe hacer una
denuncia en la Fiscalía de Derechos Fundamentales del Ministerio Público e introducir los recursos
legales necesarios como el amparo por violación al debido proceso, violación al derecho a ser
juzgado por el juez natural, recurso de conflicto de competencias.
En ese sentido también se puede acudir a la Sala Penal del TSJ, como ocurrió en otros casos para
solicitar un avocamiento del máximo tribunal sobre el conflicto de competencias entre el tribunal
militar y los tribunales ordinarios.
“El llamado a la ciudadanía y a los abogados que están defendiendo a personas presentadas en
tribunales militares es que ejerzan los recursos legales correspondientes, así las decisiones no sean
favorables a ellos”, dijo Inti Rodríguez al tiempo que expresó que “todas estas situaciones servirán
para nutrir aún más el expediente que tienen los actuales represores y violadores de derechos
humanos en el país, y que por lo cual deberán responder en el futuro ante la justicia”.
MILITARES. La Constitución de la República Bolivariana, esa misma que ahora el Gobierno quiere
cambiar con una Constituyente dizque Comunal, es la obra más emblemática del fallecido
presidente Hugo Chávez. En ella están planteadas las funciones de la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana y de los poderes establecidos. Ante la posición del Ministerio Público de tratar de
garantizarles el debido proceso a los detenidos en las manifestaciones, se optó por utilizar los
tribunales militares para enjuiciarlos. No es casual que haya más de 250 civiles, cuyos casos
adelanta la jurisdicción militar. Para la abogada Marielys Valdez, Inspectora General de
Tribunales, existe una base legal para juzgar a civiles en tribunales militares. El ex fiscal militar
Lisandro Bautista considera que “en el delito de ataque al centinela el bien jurídico a proteger es la
seguridad de la Fuerza Armada y sus instalaciones, así como el normal y ordenado
desenvolvimiento de las funciones militares en las unidades y dependencias castrenses”. Es decir,
“el delito no contempla protección a la persona sino la función de resguardar una unidad militar. Si
estando en funciones el centinela rebasa sus límites, empleando violencia injustificada, entonces
la protección penal desaparece”. Destaca el abogado y ex fiscal militar que “para que la pena sea
de 14 a 20 años el artículo 501 del Código Orgánico de Justicia Militar exige que ocurra en
campaña, se ocasione la muerte del centinela o quede incapacitado para cumplir sus deberes. Si lo
que ocurre es una ofensa al centinela la pena es de arresto de seis meses a un año, artículo 502 de
dicho Código”.
LÍMITES. Destaca Bautista que “la FANB, hasta ahora, no está en campaña bélica y las funciones de
la Guardia Nacional Bolivariana se limitan al control de orden público, es decir no están en
funciones militares ni tampoco sus actuaciones se enmarcan en un teatro de operaciones bélico,
cuya misión principal es el orden público de los territorios ocupados o en conflicto”. Pero a eso
pide sumarle “la incompetencia de los Tribunales Militares en el juzgamiento de civiles, según la
Constitución Bolivariana de 1999, la Jurisprudencia de la Sala Constitucional y la Sala de Casación
Penal del Tribunal Supremo de Justicia”. Dice que tenemos la mejor Constitución del mundo, pero
la más violentada y vaciada en contenido. Finalmente destaca que la señora que izó la bandera, en
un cuartel militar, quizás le imputarían injuria a la FANB, pero ahí no cabe ataque al centinela.
COFAVIC. La prestigiosa organización Cofavic considera que tribunales juzguen a civiles como
“gravísima violación de los derechos humanos y por tanto de los valores superiores del
ordenamiento jurídico”, considerándola como “una de las más determinantes rupturas de la
Constitución” y lo traduce en la posibilidad de que se haya abandonado “el Estado de Derecho y
estemos frente a un tutelaje militar inaceptable e incompatible con las mínimas garantías
judiciales que deben existir en un gobierno civil y democrático”. Expresa Cofavic que el artículo
261 de la Constitución establece que los delitos comunes, violaciones de derechos humanos y
crímenes de lesa humanidad, serán juzgados por los tribunales ordinarios. “La competencia de los
tribunales militares se limita a delitos de naturaleza militar”. Agrega Cofavic: “Los tribunales
militares son más un mecanismo de disciplina que de administración de justicia, tal y como lo ha
establecido tanto la Corte Europea de Derechos Humanos como la Corte Interamericana. Los
jueces y fiscales militares hacen parte, en su mayoría, de la estructura de mando jerárquica,
inherente a la estructura armada, y dependiente del Poder Ejecutivo”. El Derecho Internacional ha
establecido que “el alcance de la jurisdicción militar, al tener un carácter especial o excepcional,
tiene igualmente un alcance restrictivo” y que el juzgamiento de civiles debe estar excluido del
ámbito de la jurisdicción militar. Además, el Tribunal Interamericano ha establecido que la
jurisdicción militar no es el fuero competente para investigar y sancionar a los autores de
violaciones de derechos humanos. Los estándares interamericanos y universales establecen que
sólo deben ser juzgados en la justicia militar cuando “el acusado y la víctima son miembros activos
del ejército, y el delito es de naturaleza castrense y cometido por militares en el ejercicio de sus
funciones”.
IPSFA. Es el Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada. El caso ocurre con la odontóloga
Eyling del Valle López García. Trabajó cuatro años contratada en el Ipsfa Carúpano, estado Sucre.
En diciembre 2016, estando bajo el amparo del fuero maternal, con una bebé de 8 meses y siendo
madre soltera, la gerente de recursos humanos, capitana de Corbeta Gheida Milagros Blanco
Arcila, le informa, luego de un saludo “revolucionario, patriótico y chavista”, que no le renovarán
el contrato. Eyling destaca que no es cualquier empresa, es una dependiente del Ministerio de la
Defensa. “Fui el 24/11/16 al Ipsfa Caracas para solicitar audiencia con el GD (Ej), presidente de la
Junta Administradora, Jesús Rafael Salazar Velásquez. “Oficiales subalternos me atendieron, pero
el general Salazar, a quien tengo por un profesional militar serio, no me pudo atender. Sé que fue
personal subalterno el que decidió mi despido, como un complot entre el gerente de la sucursal
Carúpano y la gerente de recursos humanos (Ipsfa Caracas)”. El 14/02/17 Eyling solicitó
reenganche y pago de salarios caídos ante el Inspector del Trabajo de Carúpano, abogado Javier
Reyes, quien demoró casi un mes en firmar la solicitud, pero no designa el funcionario que la
acompañe para imponerle al Ipsfa su reenganche. El 27/3/17 el Inspector le dijo que “tenga
paciencia porque se trata de la Fuerza Armada y no se puede proceder como si fuese una persona
normal”. Con ello la odontóloga queda en estado de indefensión por parte del ente que debe
defenderle sus derechos ante violación del Art. 425 de la Ley Orgánica del Trabajo. He ahí la
denuncia.
DROGA. Es el expediente P-17-5871. Ocurrió en el estado Lara. Por transporte ilícito agravado de 8
kilos de droga fueron imputados Juan Alberto Rojas y Edwin José Martínez. El procedimiento lo
hizo el Destacamento 122 de la Guardia Nacional en Quíbor. El caso lo asumió la fiscalía 11 y la
juez de control Nr. 2, Anarexi Camejo. Aunque en los casos de droga no hay beneficios, en este
caso la juez le otorgó medida cautelar de presentación cada 15 días. Los militares que hicieron el
procedimiento, dirigidos por el general Hernán Machado, están muy molestos por ese tipo de
decisiones que beneficia a procesados por narcotráfico.
TASSO. Es Torcuatto, el poeta italiano que murió en 1595 a los 51 años de edad. Fue él quien un
día escribió: “Amor, ¿En cuál escuela,/ con qué maestro se aprende,/ tu tan largo e intrincado arte
de amar?/ ¿Quién te enseña a aclarar/ lo que tu mente escucha y presto entiende,/ mientras el
cielo con sus alas vuela?/ No ya la docta Atenas,/ mas ni el liceo enséñalo tampoco,/ ni Febo en
Elicona,/ pues si de amor razona/ lo hace como el que aprende”.
"Un civil que comete un delito del Código Penal ordinario será juzgado por los tribunales
penales ordinarios, pero si ese delito está dentro del Código Orgánico de Justicia Militar, es
jurisdicción penal militar", explicó el especialista en derecho público.
Desde que comenzaron las protestas contra el Gobierno de Nicolás Maduro en abril, 115
civiles han sido sometidos a la jurisdicción militar en Carabobo (norte), y 11 personas han
sido presentadas y juzgadas, ocho de ellas en el estado Lara (oeste), informó a través de la
red social Twitter el director ejecutivo de la organización no gubernamental Foro Penal,
Alfredo Romero.
El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, indicó el 9 de mayo que el proceso al que
son sometidos estos civiles es legal.
"Cuando hay una agresión sobre el centinela, o sobre un efecto de la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana (FANB), o un bien de la FANB, perfectamente se incurre en un delito
militar y puede conocer la jurisdicción militar", aseguró el ministro venezolano.
Además, el artículo señala que ninguna persona podrá ser sometida a juicio sin conocer la
identidad de quien la juzga, ni podrá ser procesada por tribunales de excepción o por
comisiones creadas para tal efecto.
Sin embargo, el constitucionalista Rojas hizo referencia al artículo 261 de la carta magna,
en el cual se indican las competencias de la justicia castrense.
"En el artículo 261 se establece que la competencia de los tribunales militares se limita a
los delitos de naturaleza militar, pero eso no quiere decir que ese delito solo lo cometen
militares, porque de ser así, estarían estableciendo una especie de fuero que a los militares
solo lo juzgan los militares", acotó.
"Está claro que los jueces militares juzgan los delitos que están cometidos en principio en el
Código de Justicia Militar, no importa quién los cometa; su competencia en principio sería
esa, ellos no pueden llegar a juzgar el delito de hurto o de robo, salvo que sea que se haya
robado equipos militares de un fuerte militar", dijo.
El especialista afirmó que las personas detenidas en una manifestación que consideran no
haber cometido delitos militares, pueden solicitar la incompetencia del tribunal.
Posteriormente, "el juez militar tendría que pronunciarse sobre si es competente, o declina
su competencia, respecto a los tribunales penales ordinarios", agregó.
Al respecto, explicó que las decisiones en principio que haya dictado el juez militar penal
son válidas, mientras no se viole ningún precepto de la Constitución.
Al menos 38 personas han muerto en el marco de las protestas iniciadas por la oposición
venezolana el 4 de abril, que han sido respondidas con movilizaciones oficialistas, todo lo
cual ha derivado en confusión y violencia en las calles.
XII