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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA


UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA
VICERRECTORADO ACADEMICO
DECANATO DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO
MAESTRÍA EN DERECHO
SAN JOAQUIN DE TURMERO – ESTADO ARAGUA

LA ACCIÓN DE AMPARO EN JURISDICCIÓN PENAL MILITAR.


UNA MIRADA ONTOEPISTÉMICA DESDE LA MISMIDAD
(Artículo Académico)

Autora: Karelia Visinia Salas


C.I. V-6.946.321
Facilitador. Dr. Franklin Yanez

San Joaquín de Turmero, julio 2021


INTRODUCCIÓN

Al hablar de lo tradicional y clásico del derecho, vale resaltar que en esta línea
liberal democrática, el Derecho y el Proceso Penal constituyen instrumentos de
garantías ciudadanas, en la medida en que contribuyen a minimizar la violencia
punitiva del Estado. Esta afirmación, tiene asidero, no tanto porque así lo sugiere
el sistema de normas que los conforman, sino por las variadas posiciones
doctrinales que sobre ellos se han formulado, a fin de establecer el verdadero
objetivo de las citadas instituciones. Es por ello que, interpretando ese sentir,
ambos instrumentos, debieran ser -antes, que en un conjunto de preceptos
destinados a regular la conducta de los hombres estableciendo limitaciones a sus
libertades- más bien, un conjunto de garantías aseguradoras de los derechos
fundamentales del ciudadano contra la arbitrariedad y el abuso; en el uso de la
fuerza por parte del Estado.
A partir de lo expuesto se pueden examinar que en la práctica se tiene
comprobado que, el Sistema Penal en Venezuela ha cumplido con su propósito
ideológico de regular conductas y limitar libertades, pero ha fracasado en cuanto al
seguimiento de sus verdaderos objetivos. No hay prueba más evidente que las
intromisiones del Poder Ejecutivo en todos periodos constitucionales, dentro del
Poder Judicial, para controlar un proceso que es de las partes; y dentro del
Legislativo, para crear Jurisdicciones Penales especiales, como la Militar
vulnerando todos los principios que sirven de base al surgimiento de ese
movimiento iluminista, de inspiración netamente democrática.
La algidez del presente artículo radica en conocer cómo se está llevando la
justicia militar con los cambios hasta el momento llevados, y al mismo tiempo,
poder analizar el cuerpo normativo o instrumento legal que lo fundamenta y con el
cual se instauró en la jurisdicción penal militar, con la entrada en vigencia del
Código Orgánico de Justicia Militar (COJM), el proceso oral acusatorio, enmarcado
dentro del espíritu de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
específicamente en el artículo 261, y acorde con las funciones que ella atribuye a
la Fuerza Armada Nacional dentro del Estado de derecho venezolano.
Palabras claves: Acción de Amparo, Jurisdicción, Penal, Militar

LA ACCIÓN DE AMPARO EN JURISDICCIÓN PENAL MILITAR

El Derecho procura establecer la justicia en todos los tratos


y compromisos entre hombres
Anónimo

Derechos del imputado militar en el proceso penal militar.

Los hallazgos investigativos aproximan a las verdades provisionales como un


intento de resolver el vacío teórico o epistemológico en la definición del derecho
penal militar, por ello se acude al pensamiento ajeno para conocer su postura, es
así como es conveniente citar a Torres (1999) quien lo define como "el que rige las
faltas y los delitos militares, las sanciones correspondientes, así como la
organización de los tribunales castrenses y el procedimiento respectivo", mientras
que desde la óptica restringida González J. y Fernández L. (1986) quienes afirman
que " al Derecho Penal Militar se le puede definir como el conjunto de leyes que
organizan la represión de los delitos militares por medio de las penas aplicadas
por los tribunales castrenses"
A partir de lo expuesto se puede examinar que la Justicia Penal Militar, su
determinación, alcance y análisis crítico posee significativa importancia dentro de
la Especialización Penal en la Venezuela actual, toda vez que se puede
determinar su vigencia dentro de la concepción de un nuevo sistema de justicia
penal. El propósito central es analizar la acción de amparo en jurisdicción penal
militar. La jurisdicción penal es ordinaria o especial así lo establece el Código
Orgánico Procesal Penal artículo 54. La justicia militar se le otorga rango
constitucional en el artículo 261 de nuestra Constitucional de la República
Bolivariana de Venezuela. En el referido artículo 261 se establece su ámbito de
competencia, organización y modalidades de funcionamiento se regirán por el
sistema acusatorio. La competencia de los Tribunales Militares se limita a delitos
de naturaleza militar.
Desde esta perspectiva se reconoce que la jurisdicción militar es parte del
poder judicial, lo que trae consigo su ineficacia frente a los derechos
fundamentales de los ciudadanos administrados”. Con atrevimiento puede decirse
que la justicia militar actualmente es inoperante los Fiscales Militares hacen caso
omiso al contenido del artículo 36 C.O.P.P. Igualmente no aplica las disposiciones
del Tribunal Supremo de Justicia y tan solo se encarga de realizar los mandatos
del Ejecutivo Nacional a petición del Presidente para ese entonces: Hugo Rafael
Chávez Frías. En virtud de ese vacío la aplicación de la normativa legal en el
cumplimiento de su contenido legal veo con gran preocupación todo lo que sucede
en el seno de la Fuerza Armada Nacional y de allí la incompetencia de los Fiscales
Militares y Jueces Militares.

La Institución Jurídico-Militar
En esta parte del artículo se plantea como temática “La Institución como
organización del Estado”, y justamente el término “Institución” ha cobrado una
relevante importancia en la estructura actual del Estado. Son instituciones del
Estado: sus componentes estructurales y todos los entes cuya vigencia dentro de
él, tienden a ser permanentes con fundamento constitucional. A este respecto
señala Prieto Silva:

Una institución, como organización del Estado, debe estar jurídicamente


fundamentada en el ordenamiento legal de éste. Su importancia es
relevante cuando permite ser fuente del derecho con base
constitucional y los fines que habrá de cumplir, serán aquellos que han
dado origen a su creación, los cuales cumplirá como órgano del mismo
Estado”.

La existencia de la Institución Militar se fundamenta en su universidad como


institución garantista de la seguridad de un Estado, Región o Comunidad
Internacional. Como toda institución, tiene sus fines, organización y
procedimientos que se adecuan a la estructura del Estado que la crea; es por ello,
que el tratamiento de sus fines y su estructura organizacional y jurídica difiere de
un Estado a otro, dependiendo del sistema y forma de Institucional Armada, para
los fines e intereses políticos que se propone cumplir. Cada Estado tiene su
régimen militar acorde con la Constitución de sus poderes y conforme a las
exigencias de sus elementos básicos: territorio, población y gobierno, que lo
obligan a ordenar su legislación militar siguiendo esos mandamientos, sin tomar
en consideración la igualdad o no con otros Estados. Siendo que las Fuerzas
Armadas como institución, tiene su fundamento constitucional en la Seguridad del
Estado, se justifica por tanto la Justicia Militar como elemento necesario para el
mantenimiento de su disciplina, a objeto de lograr la preservación y vigencia de los
criterios de Independencia y Soberanía. Señalan algunos estudiosos de la materia,
que fue durante los siglos XVII y XVIII, cuando se organizan en Venezuela los
primeros cuerpos armados bajo la disciplina de las Ordenanzas y Cédulas Reales.
¿Qué se debe entender como fuero militar? Aun cuando se duda y discute
sobre la necesidad de su existencia, el fuero militar está legalmente vigente. Muy
común en el antiguo derecho español, se ha proyectado como institución en el
derecho moderno, especialmente en los de xi raigambre hispana. Su campo
encierra la actividad jurisdiccional como medio de aplicación del derecho, y al
mismo tiempo, al ordenamiento jurídico especial que lo regula. El fuero militar en
un sentido estricto, comprende un cúmulo de normas jurídicas que dan derechos y
deberes a los miembros de las fuerzas armadas para ser juzgados por tribunales
especiales. “ratione personae”. El procesalista español Caravantes, al defender y
justificar el fuero militar, expresa:

El fuero militar es de necesidad local, porque los militares no tienen más


domicilio fijo que las banderas; es de necesidad orgánica, porque la
disciplina se robustece reuniendo los jefes atribuciones judiciales; es de
necesidad moral, porque los jefes deben saber las vicisitudes de la vida
privada de sus súbditos; y es de necesidad política, porque la fuerza
física se aumenta cuando se agregan los resortes morales que sirven
para precaver y reprimir. Este fuero está pues, muy distante de ser
simplemente un privilegio de apocado, como algunos creen, ni de
perjudicar el interés público.

Si a los militares se les concede algún privilegio en el orden jurídico, es el ser


juzgado con marcado rigor y las honrosas exigencias de cumplir cabalmente las
leyes y las órdenes que se les impartan para la patriótica defensa de su país. Las
leyes militares han sido siempre inflexibles en su cumplimiento, y sus penas se
han caracterizado por su marcado rigor, muchas veces excedido. En el pasado
llegaron a ser inhumanas. Tal como lo señala Prieto Silva:
El fuero de hoy, no debe despertar la idea de exención o privilegio, sino la de
deber y derecho; no la soberbia pretensión de aislamiento, sino la demarcación del
lugar en que una parte ha de entrar y componer un todo; la fórmula mecánica del
trabajo que se encomienda a la rueda de una máquina compuesta de otras varias;
el fuero es el fin, el radio en que se ejerce su acción, la denominada justicia militar.
En este proceso de reflexión, teorización y producción de conocimientos se
llega al Código Orgánico de Justicia Militar venezolano, el cual en su artículo 123
define el ámbito de competencia de la Jurisdicción Penal en Venezuela, la cual
comprende:
a. El territorio y aguas territoriales venezolanos; los buques y aeronaves de las
Fuerzas Armadas Nacionales; y el territorio extranjero ocupado por fuerzas
nacionales;
b. Las infracciones militares cometidas por militares o civiles, conjunta o
separadamente;
c. Los delitos comunes cometidos por militares en unidades, cuarteles,
guarniciones, institutos educativos, establecimientos militares o en instalaciones
de entes descentralizados de las Fuerzas Armadas, en funciones militares, en
actos de servicio, en comisiones o con ocasión de ellas.
d. Los delitos conexos, cuando el delito militar tenga asignada igual o mayor pena
que el delito común, sin perjuicio de lo establecido en el ordinal anterior.
De allí pues se desprende que la jurisdicción penal militar además de juzgar
funcionarios militares que hayan cometido delitos de naturaleza militar, podrá
juzgar civiles que en participación con militares o de manera autónoma haya
cometido uno de los tipos penales tipificados en el Código, lo cual es contrario al
principio del juez natural y a lo plasmado en la Constitución en su artículo 261. Es
decir que el Código Orgánico de Justicia Militar se convierte en una normativa que
es contraria a los principios del derecho procesal penal venezolano y lo plasmado
en la Constitución. La legislación nacional en materia penal militar en comparación
con los Códigos de Justicia Militar del continente esta desactualizada, ya que no
prohíbe a los Tribunales militares, juzgar a civiles, como en los casos del Código
de Justicia Militar Colombiano o del Código de Justicia Militar Peruano.

Interpreta Derecho administrativo y disciplinario militar

Estas nuevas opciones están orientadas por un acercamiento del sujeto hacia
el objeto, de lo objetivo se transita hacia lo subjetivo y lo intersubjetivo, para
interpretar que el estudio y la exposición del Derecho penal en Venezuela han
estado signados, hasta la primera mitad d siglo XX, por el predominio de la
tendencia exegeta y, en la segunda mitad, por el culto exagerado a una dogmática
formalista y de complicadas construcciones teóricas, la más de las veces, ajenas a
nuestra idiosincrasia y a nuestra tradición.
Esto, ha mantenido a la ciencia penal venezolana alejada de la realidad,
observándose la abismal separación entre la teoría y la práctica iuspenalista.
Ciertamente, se impone a la ciencia penal tomar en cuenta finalidades prácticas.
Pero no se trata de ese practicismo que difunde y divulga conocimientos
meramente instrumentales, a través de los cuales se nos suministran fórmulas,
modelos, pautas y maneras de proceder para satisfacer de forma inmediata
exigencias del momento y que convierten a la práctica ius penalista en un ejercicio
estéril y frustrante, alejando de nuestra realidad, repetitivo y apegado a los más
estrictos criterios exegéticos.
Se trata así de tomar en cuenta los aspectos de la aplicación del derecho a
nuestra realidad y llenar de contenido y de vida la práctica jurídico-penal. Ello
supone por supuesto, un cambio de mentalidad en los prácticos del derecho penal,
y asimismo, un cambio de mentalidad en los teóricos del derecho penal en forma
tal, que aquellos comprendan la necesidad de acercarse a la ciencia penal y éstos,
la necesidad de tomar en cuenta los problemas vividos en la aplicación del
derecho penal. Los problemas penales no pueden ser atendidos al margen de las
consideraciones filosóficas y, asimismo, no puede prescindirse de la raíz ética de
institutos fundamentales como el delito y la pena. Y no se trata de confundir lo que
no debe confundirse o de introducir elementos extraños a la ciencia jurídico penal.
La disciplina militar, centrada en el hombre que realiza el acto ilícito y se hace
por ello acreedor a una pena, no puede reducirse simplemente a lo técnico y
externo sin tomar en cuenta al hombre, como ser dotado de personalidad moral,
como ser libre que persigue la realización de los valores, y, fundamentalmente, no
puede prescindirse de las aspiraciones de justicia, de la salvaguarda y
consolidación del equilibrio moral de la sociedad que persigue el ordenamiento
penal. Debe insistirse en el cambio de mentalidad que implica que quienes tienen
en sus manos la aplicación del derecho penal, adquieran la convicción de la
necesidad del conocimiento científico, dejando a un lado las posiciones
meramente legalistas, de apego estricto a la letra de la ley que, en definitiva,
frustra todas las expectativas de la verdadera ciencia penal. La mayoría de las
decisiones de nuestros tribunales está apegadas a la ley, lo que indica que
nuestros jueces desconocen la interpretación teleológica y extensiva de las
normas.
La frase: dura lex sed lex, se lleva así a las exasperaciones más aberrantes,
sirviendo para poner de manifiesto no la seguridad jurídica y el límite al arbitrio del
Juez, sino el apego a la letra descarnada de la ley en la forma más irracional y
contraria a los más elementales sentimientos jurídicos y a la voluntad de la propia
ley. Es así como Jorge Rossell en su cátedra de Derecho Constitucional Penal
suele señalar: “lo lamentable es que hay jueces que creen que esa es su labor, sin
embargo, no podrán librarse de aceptar que ese sistema imposibilita el ejercicio de
la judicatura”.
En resumida cuenta, se trata de poner la dogmática penal al servicio del
hombre y sus valores en el contexto social y entender, que su cometido es prestar
ayuda y apoyo en la búsqueda de soluciones a los problemas humanos en juego,
a la luz de la normativa penal, la cual constituye el marco y límite de la aplicación
que hace el Juez, y, asimismo, señalando que el intérprete no puede quedarse en
el simple análisis de las normas aisladas, sino que a partir de ellas, debe construir
el sistema y deducir los principios que iluminan armónicamente el conjunto
normativo, que está integrado por todas aquellas disposiciones que informan el
orden constitucional, base de nuestro Estado social y democrático de Derecho.

3. Compara la Relación de la Aplicación de Prácticas Procesales como


Alternativas de Solución Disciplinaria
Desde la perspectiva que involucra a la autora reconoce que los Tipos de
Medios de Resolución de Conflictos (Legislación Comparada): La Mediación, la
Negociación, la Conciliación constituyen verdaderos medios alternativos o
equivalentes para solucionar los conflictos, extrajudicialmente, es decir, sin acudir
al juez ni a un proceso judicial. A través de ellos no se pretende suplantar el poder
judicial ni privatizar la justicia. Se trata de crear oportunidades para que las propias
partes, o con ayuda de un tercero neutral o de un equipo multidisciplinario, logren
acuerdos por unanimidad, para resolver las diferencias que los vinculan. A los
fines de conceptualizar mejor estos medios veamos la definición que nos aporta la
Comisión Andina de Juristas (2001):

La resolución alternativa de conflictos engloba el conjunto de


procedimientos que permite resolver un litigio sin recurrir a la fuerza o
sin que lo resuelva un juez. Es un mecanismo conducente a la solución
de conflictos jurídicos por otras vías que no son la justicia institucional,
tradicional u ordinaria. Teniendo en consideración los elementos que
concurren, se puede decir que, los mecanismos alternativos de solución
de conflictos son aquellas formas de administrar justicia por medio de
los cuales, de manera consensual o por requerimiento, los
protagonistas de un conflicto ya sea al interior del sistema judicial o en
una etapa previa concurren legítimamente ante terceros a fin de
encontrar la solución al mismo a través de un acuerdo mutuamente
satisfactorio cuya resolución final goza de amparo legal para todos sus
efectos, como por ejemplo su ejecutabilidad.

Por lo general se encuentran cuatro tipos de métodos alternos de solución de


conflictos en la literatura especializada, estos son: la negociación, la mediación, la
conciliación y el arbitraje.
La negociación es considerada como un mecanismo cuya finalidad es, unas
veces, evitar la aparición del conflicto, y otras, actuar como válvula para resolver el
conflicto ya surgido. Los sistemas de negociación buscan crear estructuras que
permitan a las partes alcanzar una solución razonable sin la intervención de un
tercero ajeno a la disputa. Su éxito depende del esfuerzo y la voluntad de las
partes.
A diferencia de la Negociación, los sistemas de mediación y conciliación,
buscan solucionar las controversias a partir de la introducción de un tercero ajeno
a la disputa que puede servir de mero facilitador de la comunicación entre las
partes o proponer una solución al conflicto. Tanto los conciliadores como los
mediadores no tienen la autoridad para resolver las controversias, por lo que
nuevamente en este tipo de mecanismo su éxito depende de la voluntad de las
partes.
Entre la conciliación y la mediación, tan en boga mundialmente, existen
diferentes opiniones en cuanto a si ambos métodos son iguales o diferentes. Para
corrientes doctrinales como la norteamericana, Argentina y Brasilera entre otras,
ambos procesos son diferentes, sin embargo, para los colombianos y otras
tendencias, mediar y conciliar son lo mismo. Es necesario puntualizar que, en
Venezuela, nuestra Constitución en su artículo 258 establece textualmente "La ley
promoverá el arbitraje, la conciliación, la mediación y cualesquiera otros medios
alternativos para la solución de conflictos" es decir, señala tres procesos
diferentes.
Los sistemas de arbitraje suponen la introducción de un tercero con autoridad
para poner fin a la disputa, cuya legitimidad le viene otorgada por el previo
acuerdo entre las partes, pero que diferencia de los medios anteriores, la decisión
emanada de este tercero sí resulta vinculante para las partes. Este es
esencialmente voluntario, aunque existen legislaciones en las cuales se prescribe
legalmente el arbitraje como forzoso (partición de bienes en herencia, negociación
colectiva, entre otros). El ámbito de aplicación del arbitraje está generalmente
referido a asuntos susceptibles de transacción, de carácter patrimonial, y en
materias de carácter civil y comercial. (OEA, 2001).
Por tal motivo vale la pena observar que existe una multiplicidad de métodos
alternos que combinan características propias de estos tres sistemas generales.
Así pues, con la aplicación de estas medidas, es posible aligerar la carga de
litigios a la que se enfrentan los tribunales, lo que sin duda alguna maximizaría su
eficiencia garantizando un auténtico acceso a la justicia a todos los individuos. En
otras palabras, se considera que, al disminuir el monto de los litigios por iniciarse,
así como el de los litigios en proceso, las autoridades encargadas de administrar
la justicia podrán resolver sus graves problemas de rezago y lentitud en sus
procedimientos, garantizando así un efectivo acceso a la justicia.
En el mundo occidental contemporáneo es indispensable que el Estado
cumpla con su obligación de proporcionar seguridad y certidumbre jurídicas a los
gobernados, a través de las instituciones judiciales verdaderamente imparciales,
independientes y modernas, donde se imparta justicia sin importar la situación
económica, social, o cultural del justiciable. Ello es condición para garantizar
estabilidad y permanencia de la democracia, las libertades económicas y el
respeto a los derechos humanos. Una de las necesidades esenciales de todo
Estado, en especial de un Estado Derecho y de Justicia', es contar con la debida
administración de justicia, pues a través de ella se protegen y hacen efectivos los
derechos, las libertades y las garantías de la población. La garantía del acceso a
la justicia es un postulado esencial para la tutela efectiva de los derechos
constitucionales.
Las tendencias modernas en materia constitucional siguen la dirección de
elevar la Administración de Justicia a la categoría de garantía constitucional de los
derechos ciudadanos; creando mecanismos base con el objetivo de forzar a
organizar Sistemas de Administración de Justicia efectivos; Sistemas que se
aspira lleguen a la totalidad de la población para que tengan acceso real a la
justicia los grandes grupos de menores recursos.
Quizás no sea aventurado afirmar que la administración de justicia es una
función estatal de suma importancia y es establecida en nuestra Constitución de
1999 como una garantía individual el acceso a la misma, tal como se refleja en su
artículo 26, el cual forma parte del Título III (De los Deberes, Derechos Humanos y
Garantías), que además de garantizar el libre acceso a la Justicia establece que
ésta será "gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparente, autónoma,
independiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin
formalismos o reposiciones inútiles". Partiendo de la consagración del derecho al
acceso a la justicia como un derecho humano, se han realizado estudios que han
llegado a conclusiones verdaderamente importantes en cuanto al acceso a la
justicia y los medios alternativos de solución de conflictos.
Dentro de esta reforma institucional es donde se insertan los Medios
Alternativos de Solución de Conflictos, como parte de esta Reforma Judicial, con
la cual debe promoverse una sociedad con igualdad de oportunidades de acceso a
la justicia y un Poder Judicial que verdaderamente garantice el Estado de Derecho
en la siguiente asociación de palabras: Administración de Justicia, Seguridad
Jurídica y Paz Social. Para el logro de este objetivo proponen el fortalecimiento de
la Justicia de paz y otros medios alternativos de solución de conflictos que
coadyuven en mejorar el reducido acceso a la justicia debido a la condición de
inequidad en el acceso a la misma, derivada de la pobreza.

REFLEXIONES QUE EMERGEN

Explicadas las razones por las cuales se asumió la postura epistemológica …


entonces permite concluir, que la Justicia Militar se basa en la existencia de uno o
más Códigos que contienen normas administrativas, disciplinarias, penales y
procesales, aplicables al conjunto de las Fuerzas Armadas y en la existencia de un
cuerpo especializado de jueces y auxiliares que ponen en práctica esta justicia a
través del Derecho Militar, el cual contiene una serie orgánica de principios y
normas que regulan las obligaciones, deberes y derechos de la gente de guerra,
milicia o estado castrense, y de los particulares cuando, por especiales
circunstancias, corresponde conocer al fuero de guerra, considerado también
como Derecho Penal Militar.
Una de las razones a considerar, es que se hace necesario redimensionar la
Justicia Militar en Venezuela, edificando una potestad nueva sobre las bases de
una teoría, menos penalizante y más garantizadora, como se correspondería en
un ente disciplinario, como lo es, el Derecho Militar. Destacando que, si el
propósito es reformular un derecho nuevo, al desvincularlo -como órgano
regulador- del Derecho Penal Común, quedaría subsumido en el instrumento
idóneo (Código Penal) la totalidad del catálogo de hecho punibles (delitos)
enumerados en el Código de Justicia Militar, al tiempo que, el orden procesal, esto
es, la materialización o sustancialización de los derechos y garantías quedarían
sometidos a la Jurisdicción Penal Ordinaria (Civil).
La búsqueda sistemática y rigurosa de respuestas a tales inquietudes
pretende completar este vacío teórico, razón por la cual, se proponen los
siguientes aspectos: 1.- Fusionar, el Derecho Penal Militar actual (delito y penas)
con el Derecho Penal, respetando su Corte Mínimo o Garantista en aras de
conformar un mejor Sistema Punitivo. 2.- Aprovechar esa fusión para disminuir
cuantitativa y cualitativamente del Código de Justicia Militar vigente del año 1938
la presencia de innumerables tipos penales que lucen desfasados de la realidad,
por una parte y por la otra suprimir otros tantos por no ser gravemente lesivos a la
sociedad. 3.- Formular un nuevo orden jurídico, especializado en cuanto a la
penalización de conductas, y en ese sentido él regularía solamente la materia
relativa a las faltas, sancionando disciplinariamente a los militares en servicio
activo (con exclusión de los civiles), a través de una Jurisdicción Militar
especializada.

REFERENCIAS

Código Orgánico de Justicia Militar (1998). Gaceta Oficial de la República de


Venezuela 5263 Extraordinario de fecha 17 de Septiembre de 1998.

Código Penal Venezolano (2005). Gaceta Oficial de la República de Venezuela


5768 Extraordinario de fecha 13 de abril del 2005.

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). Gaceta Oficial de


la República Bolivariana de Venezuela. N° 5.453 (Extraordinario), Marzo 24 de
2000.

Colmenares, F. (2003). Justicia Militar y Código Orgánico Procesal Penal.


Disponible en:
http://riuc.bc.uc.edu.ve/bitstream/123456789/8599/1/30000B5E.pdf. Consulta:
Julio, 02, 2021.
Diccionario Jurídico Venezolano (1988). Caracas: Líder Editores SA.

Garrido, A. (2001) Justicia Militar. Madrid: Pirámide

Flores, L. (2010). Sistema Acusatorio en la Justicia Penal Militar Venezolana

Malavé, L. (2015). Los medios alternativos de resolución de conflictos en


Venezuela con referencia a la legislación comparada. Disponible en:
http://mriuc.bc.uc.edu.ve/bitstream/handle/123456789/1797/lmalave.pdf?
sequence=1. Consulta: Junio, 23, 2021

Prieto, E., (1997), La Justicia Militar para el Siglo XXI, Publicidad Gráfica León,
S.R.L., Caracas.

Para Abogado. Participante: Johathan J. Correa


Asunto: Información sobre la 2da actividad recibida en fecha 26/07/2021

Me es bien en dirigirme a usted en la oportunidad de presentarle un saludo


académico a la vez hacer de su conocimiento el resultado de la 2da tarea ; al
revisar el mismo este presenta puntos de criterios evaluativos no desarrollado
por el investigador se indica nuevamente las instrucciones de cómo elaborar la
tarea:
Estimados participantes de la cátedra Derecho Penal Militar; con el propósito de demostrar los
conocimientos obtenidos en esta unidad I, deberán escribir un Ensayo acerca de Tema: El Proceso
penal militar vigente criterio jurisprudencial del T.S.J. La orden de apertura de la investigación
penal militar. Correspondiente a la Unidad I de la cátedra

Instrucciones

En la redacción del ensayo, debe presentar una mixtura entre las fuentes consultadas y el
aporte teórico explicativo y reflexivo. En su construcción, deben tomar en cuenta las siguientes
interrogantes:

1. Analiza El Proceso penal militar vigente


2. Conoce los criterios jurisprudenciales del T.S.J en relación al proceso penal militar acusatorio

3. Conoce la Orden de Apertura de investigación penal militar en el proceso

4. Analiza el procedimiento en única instancia ventilado ante la Corte Marcial


Link material de apoyo
http://www.franciscosantana.net/2017/05/jurisdiccion-penal-militar-
competencia.html

Por Favor seguir las normas del Manual para la Elaboración, Presentación y Evaluación del TG y TD
de los Programas de Postgrado 2017:
- Letra Arial 12
-interlineado 1,5

-Disposiciones de forma: Los resultados se comunicarán por escrito; el mismo estará estructurado
de la siguiente forma:

 Portada institucional (1pág.)


 Introducción (1pág.)
 Desarrollo (4pág.)
 Conclusiones (1pág.)
 Referencias en formato APA (1pág.)

Ponderación máxima: 100 puntos =25%


Criterios para la evaluación

1. Introducción (10 puntos) No desarrollado


2. Contenido (25 puntos)
3. Organización (10 puntos)
4. Presentación (10 puntos)
5. Análisis Reflexivo (25 puntos) No desarrollado
6. Conclusiones (10 puntos)
7. Puntualidad en la Entrega (10 puntos)

Recuerde que la puntualidad en la entrega permite aplicar el criterio de calificación máxima

Atentamente
Dr. Franklin Yanes

Para Abogada: Alcalá Yelissa C.I.V-20.411.836


Asunto: Información sobre la 4ta actividad Articulo Académico recibida en fecha
26/07/2021

Me es bien en dirigirme a usted en la oportunidad de presentarle un saludo


académico a la vez hacer de su conocimiento el resultado de la 4ta tarea
(Articulo Académico); sobre la investigación: La Acción de amparo en
jurisdicción penal militar. El tema del presente estudio era analiza de manera
global la institución del amparo constitucional, establecido en la Constitución
de Venezuela como un derecho constitucional de las personas ( Militares
como ciudadanos venezolanos al servicio de la F.A.B.V), a ser amparadas en
sus derechos y garantías constitucionales, incluyendo las declaradas en los
tratados internacionales sobre derechos, la cual se concibe con una
universalidad excepcional en el derecho comparado en cuanto a los derechos
protegidos (todos: individuales, económicos, sociales, culturales), respecto de
quienes los violen (todas las autoridades y particulares) y respecto de los
actos u omisiones que pueden causar la lesión (todos los estatales y de los
particulares). Analizando también las formas procesales de protección
constitucional, mediante el ejercicio de la acción de amparo o de la
formulación de pretensiones de amparo conjuntamente con otros actos
estatales; la competencia judicial en las materias civiles, penales,
administrativas y las normas básicas de procedimiento.
En tal sentido y a los fines académicos en Pro de una excelente capacitación del
Tema le hago de su conocimiento que dentro de los Criterios evaluativos no se
observa el Análisis reflexivo de parte de la investigadora.
Atentamente
Dr. Franklin Yanes

dejo una Máxima de la Sala Plena del T.S.J; para entender lo que el Tutor-
influencer solicito en el Articulo Académico:

EN SALA PLENA
MAGISTRADO PONENTE: MARCO ANTONIO MEDINA SALAS
EXP. NÚM. AA10-L-2017-000008
Mediante escrito presentado ante esta Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia
en fecha 16 de enero de 2017, la abogada Theresly Malavé Wadskier y los abogados Omar
Mora Tosta y Juan Luis González Taguaruco, inscrita e inscritos en el INPREABOGADO
bajo los números 30.627, 44.073 y 45.027, respectivamente, actuando con base en lo
establecido en el artículo 41 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, solicitaron “sea expedido un mandamiento de habeas corpus en beneficio
del ciudadano GILBER ALEXANDER CARO ALFONZO, venezolano, mayor de edad,
con domicilio en la ciudad de Caracas, titular de la cédula de identidad número V-
[12.833.113], diputado a la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela,
conforme a lo dispuesto en los artículos 26, 27 y 44.1  de la  Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, en concordancia con el artículo 38 y siguientes de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales”.
El 18 de enero de 2017, se designó ponente al Magistrado Marco Antonio Medina
Salas, a fin de decidir lo conducente.
Por escrito del 14 de febrero de 2017 la abogada Theresly Malavé Wadskier solicitó
a la Sala Plena la admisión de la acción de amparo y la liberación inmediata del ciudadano
Gilber Alexander Caro Alfonzo.
En fecha 25 de abril de 2017 la aludida abogada ratificó el escrito del 14 de febrero
del mismo año y pidió el pronunciamiento acerca de la acción de amparo interpuesta bajo la
modalidad de habeas corpus.
Revisadas las actas que conforman el expediente, esta Sala Plena pasa a
pronunciarse previo a lo cual formula las consideraciones siguientes:
I

DE LA SOLICITUD

Por escrito del 16 de enero de 2017 la abogada Theresly Malavé Wadskier y los
abogados Omar Mora Tosta y Juan Luis González Taguaruco, solicitaron a favor del
ciudadano Gilber Alexander Caro Alfonzo, sea decretado un mandamiento de habeas
corpus, para lo cual manifestaron lo siguiente:
Que, “[tienen]  entendido, que en fecha 11 de enero de 2017, cerca del mediodía, el
ciudadano Gilber Alexander Caro Alfonzo se trasladaba en un vehículo marca Peugeot,
modelo 206, tipo sedán, de color negro, placas VDA60G, en compañía de la ciudadana
Steyci Briggite Escalona de Scheuber, de nacionalidad venezolana, titular de la cédula de
identidad número V-17.257.725; siendo, que cuando circulaban a la altura del peaje que
se ubica entre las poblaciones Guacara y San Joaquín, en el estado Carabobo, fueron
retenidos por funcionarios adscritos al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional
(SEBIN)”.
Aseguran, que se ha “dado cuenta de la detención del diputado, lo que no tendría
nada de irregular, si no fuera por el hecho, que han publicado fotos de los efectos
presuntamente incautados al diputado, entre otros, un fusil automático liviano (FAL),
además, de unos paquetes de presunto explosivo plástico C-4, evidencia que forma parte
de una investigación que tiene carácter reservado para terceros”.
Sostienen, que “[h]asta la [fecha de interposición de la acción] no se tiene
conocimiento del lugar donde se encuentra el diputado Gilber Alexander Caro Alfonzo,
toda vez que los aprehensores, en franca infracción al contenido del artículo 200  de
la  Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, consagratorio de la inmunidad
parlamentaria, no solamente procedieron a la intervención de su persona y de sus bienes,
para acto seguido detenerlo, sino que además, no ha sido trasladado al inmueble que le
sirve de residencia como manda la Constitución y el artículo 115 de la Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia”.
Indican que “hasta el día de hoy, [tienen]  conocimiento de la presentación de la
ciudadana Steyci Briggite Escalona -quien le acompañaba-, ante los tribunales que ejercen
la denominada jurisdicción militar, donde se habría incurrido en el exabrupto de decretar
la privación judicial de su libertad individual, por estar presuntamente incursa en la
comisión de los delitos de rebelión y sustracción de efectos militares”.
Manifiestan, que además “no se tiene noticias que el ciudadano Gilber Alexander
Caro Alfonzo, hubiere sido presentado ante esta Sala Plena, que en los lapsos legales y
constitucionalmente previstos, se hubiere pronunciado sobre la legitimidad de la
aprehensión, obviamente lesiva al orden constitucional, (...) pasadas como han sido las
cuarenta y ocho (48) horas de la detención”.
En cuanto a la competencia para conocer la acción de amparo afirman que “de la
lectura del  artículo 67 del Código Orgánico Procesal Penal, así como el fallo vinculante
número 1, de fecha 20 de enero de 2000 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, [se tiene] que con prescindencia de todo fuero, privilegio o prerrogativa,
correspondería a los tribunales en funciones de control del Tribunal de Primera Instancia
del Estado Carabobo, por resultar el lugar de aprehensión del diputado, conocer de la
presente acción de amparo, y tomando como referencia los tipos penales imputados a la
ciudadana Steyci Briggite Escalona, específicamente, a un Juzgado Estadal en funciones
de Control de ese Tribunal de Primera Instancia”.
Que, no obstante, “la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, en fallo de
fecha 21 de enero de 2003, recaído en el expediente número AAL10-2003-0001, se
pronunció sobre el mandamiento de habeas corpus expedido a favor del General Carlos
Alfonso Martínez por el Juez Décimo Octavo en funciones de control del Tribunal de
Primera Instancia del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de
Caracas (...) [afirmando] su competencia para conocer no solamente del antejuicio de
mérito que solicite el o la Fiscal General de la República contra los Altos Funcionarios,
sino además, sobre las circunstancias de detención flagrante del Presidente o Presidenta
de la República u otro Alto Funcionario del Estado, por cuanto ello dice el artículo 266,
numerales 2  y  3 de la  Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y 115  de
la  Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, (...) y por ende, de toda decisión
asociada con la revisión judicial de la detención de éstos; por lo que afirma su
competencia exclusiva para emitir juicio sobre la libertad de éstos si fueren aprehendidos
en alguno de los supuestos de la flagrancia que trata el artículo 234 del Código Orgánico
Procesal Penal”.
Aseguran, que el artículo 44 numeral 1 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, “No distingue (...) que en el caso de la detención flagrante del
Presidente o Presidenta de la República u otros Altos Funcionarios del Estado, no se deba
respetar el plazo de cuarenta y ocho horas para el control judicial de la detención por un
Juez, en el caso que nos ocupa, conforme a la interpretación contenida en el fallo de fecha
21 de enero de 2003  (...) [de] la Sala Plena”.
En este sentido, aducen que “habiendo transcurrido más de cuarenta y ocho (48)
horas, desde que el ciudadano Gilber Alexander Caro Alfonzo fue detenido presuntamente
por funcionarios adscritos al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), sin
que hubiere sido trasladado a su residencia y sin haber sido trasladado a la sede de la
Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, órgano jurisdiccional que ostenta la
competencia, de manera exclusiva y excluyente, para declarar si hay mérito para su
procesamiento, es obvia la procedencia del mandamiento de habeas corpus que se somete
a consideración de la jurisdicción”.
Arguyen, que “el ciudadano Gilber Alexander Caro Alfonzo, no ha sido
aprehendido en ninguno de los supuestos de la flagrancia, sea ésta real, est post facto o
cuasi flagrancia; vale decir, que no ha sido aprehendido durante la ejecución de un delito,
o cuando ésta acaba de comerse (sic) y hubiere sido sorprendido cerca del lugar de
comisión (...) con instrumentos y objetos que hagan presumir que es autor o partícipe de
un delito penal, o se encontrare perseguidos (sic) por el clamor público tras su
comisión (...) en el entendido, que así fue informado por la ciudadana Steyci Briggite
Escalona, habiendo indagado en la sede del cuerpo de inteligencia señalado como
presunto agraviante, la Dirección del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional
(SEBIN), que ha negado la condición de detenidos (sic) de éste”.
Sobre la base de lo expuesto, piden que “de manera inmediata, [se] disponga la
admisión de la presente acción de amparo a la libertad y seguridad personales (Habeas
corpus) y [se] solicite información a la Dirección del Servicio Bolivariano de Inteligencia
Nacional (SEBIN), sobre los motivos de la privación de la libertad del ciudadano Gilber
Alexander Caro Alfonzo (...) y conforme a lo previsto en el penúltimo aparte del artículo
27 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, [se]  ordene sea puesto
de inmediato bajo la custodia del Máximo Tribunal de la República, y constatada la lesión
al orden constitucional denunciada, lo ponga en inmediata libertad”.
Finalmente, solicitan que le sea requerido al Servicio Bolivariano de Inteligencia
Nacional (SEBIN) el informe al cual se refiere el artículo 41 de la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales.
Posteriormente, mediante escrito del 14 de febrero de 2017 la abogada Theresly
Malavé Wadskier solicitó a la Sala Plena lo siguiente: “a) Se disponga la admisión de la
acción de amparo constitucional, en la modalidad de habeas corpus, presentada en
beneficio del ciudadano GILBER ALEXANDER CARO ALFONZO” y “b) Como quiera que
constituye un hecho público, notorio y comunicacional, que se encuentra detenido en el
‘Centro de Procesados 26 de Julio’, como ha sido manifestado por la Ministro (sic) del
Poder Popular para el Sistema Penitenciario, ciudadana Iris Varela, y además, no ha sido
presentado ante un Juez, ordene la inmediata libertad del diputado” (Destacados propios).
En fecha 25 de abril de 2017 la mencionada abogada ratificó el escrito del 14 de
febrero del mismo año y, adicionalmente, manifestó que “el Diputado Gilber Caro, está
aislado, no se le permite la salida al sol, su calabozo no tiene ventanas, solo puede ver los
zapatos de los custodios que caminan por el techo, ha tenido solo tres visitas de familiares
hasta el momento y únicamente  [dicha abogada] pued[e] ir a la visita de abogados los
martes por 15 minutos, como consecuencia de ello, está presentando fuertes dolores de
huesos por la falta de sol, dolores de cabeza y en ocasiones en que  [le] han permitido
visitarlo, transmite ansiedad y depresión”.
II
DE LA COMPETENCIA
Corresponde a esta Sala Plena pronunciarse sobre su competencia para conocer la
acción ejercida, para lo cual observa que la abogada Theresly Malavé Wadskier y los
abogados Omar Mora Tosta y Juan Luis González Taguaruco, antes identificada e
identificados, solicitan, a través de la interposición de un amparo constitucional, que sea
decretado un mandamiento de habeas corpus a favor del ciudadano Gilber Alexander Caro
Alfonzo, quien -denuncian- fue privado de su libertad el 11 de enero de 2017 por órganos
de seguridad del Estado, aun cuando -a su decir- goza de la inmunidad parlamentaria por su
condición de Diputado Suplente a la Asamblea Nacional por el Estado Bolivariano de
Miranda.
Al respecto, es oportuno atender a lo dispuesto en los artículos 44, numeral 1,
y 27 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en ese orden, invocados
por la accionante y los accionantes, los cuales establecen lo siguiente:
“Artículo 44.  La libertad personal es inviolable; en consecuencia:
1. Ninguna persona puede ser arrestada o detenida sino en virtud de una
orden judicial, a menos que sea sorprendida in fraganti. En este caso,
será llevada ante una autoridad judicial en un tiempo no mayor de
cuarenta y ocho horas a partir del momento de la detención. Será juzgada
en libertad, excepto por las razones determinadas por la ley y apreciadas
por el juez o jueza en cada caso.
La constitución de caución exigida por la ley para conceder la libertad de
la persona detenida no causará impuesto alguno”.
“Artículo 27. Toda persona tiene derecho a ser amparada por los
tribunales en el goce y ejercicio de los derechos y garantías
constitucionales, aun de aquellos inherentes a la persona que no figuren
expresamente en esta Constitución o en los instrumentos internacionales
sobre derechos humanos.
El procedimiento de la acción de amparo constitucional será oral,
público, breve, gratuito y no sujeto a formalidad; y la autoridad judicial
competente tendrá potestad para restablecer inmediatamente la situación
jurídica infringida o la situación que más se asemeje a ella. Todo tiempo
será hábil y el tribunal lo tramitará con preferencia a cualquier otro
asunto.
La acción de amparo a la libertad o seguridad podrá ser interpuesta por
cualquier persona; y el detenido o detenida será puesto o puesta bajo la
custodia del tribunal de manera inmediata, sin dilación alguna.
El ejercicio de este derecho no puede ser afectado, en modo alguno, por la
declaración del estado de excepción o de la restricción de garantías
constitucionales”.
De las normas parcialmente transcritas se desprende la previsión constitucional del
derecho a la libertad, y el establecimiento de la acción de amparo como medio específico
para su protección, denominada “habeas corpus”.
Tal acción se encuentra prevista, igualmente, en los artículos 38 y 39 de la Ley
Orgánica de Amparo Sobre Derechos y Garantías Constitucionales, que prevén lo que
sigue:
“Artículo 38. Procede la acción de amparo para proteger la libertad y
seguridad personales de acuerdo con las disposiciones del presente título.
A esta acción le serán aplicables las disposiciones de esta ley pertinente
al amparo en general”.
“Artículo 39. Toda persona que fuere objeto de privación o restricción de
su libertad, o se viere amenazada en su seguridad personal, con violación
de las garantías constitucionales, tiene derecho a que un Juez competente
con jurisdicción en el lugar donde se hubiere ejecutado el acto causante
de la solicitud o donde se encontrare la persona agraviada, expida un
mandamiento de hábeas corpus”.
De acuerdo a lo establecido en las normas citadas, el mandamiento de habeas
corpus procede, en la forma establecida en el Título V de esa Ley, cuando alguna persona
fuere objeto de privación o restricción de su libertad, o se viere amenazada en su seguridad
personal, con violación de las garantías constitucionales.
Sobre el particular, se pronunció la Sala Constitucional del Máximo Tribunal en la
sentencia número 49 del 19 de febrero de 2014, en los siguientes términos:
“Por cuanto la libertad es un derecho natural e imprescriptible del
hombre, dentro de los objetivos fundamentales del constitucionalismo
moderno se encuentra el reconocimiento y la protección del derecho a la
libertad de los ciudadanos, en razón de lo cual, los textos
constitucionales, en armonía con la garantía de la seguridad jurídica,
consagran un sistema jurídico y político que asegura tal derecho.
Así, en el ámbito de los derechos civiles que consagra la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela se encuentra la inviolabilidad de
la libertad personal, cuya premisa fundamental es la garantía para que
ninguna persona pueda ser detenida o arrestada sino en virtud de una
orden judicial, salvo que sea sorprendida ‘in fraganti’ en la comisión de
un delito (Cfr. artículo 44, numeral 1).
De allí, que en esta materia, el mandato constitucional se encuentra
regulado legislativamente mediante un procedimiento por demás:
preferente y sumario, al que regula la protección de los otros derechos
constitucionales, cual es el previsto en el Título V de la  Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales: ‘Del amparo de la
Libertad y Seguridad Personales’.
En tal sentido, toda persona cuya detención se ha llevado a cabo de
manera ilegal, esto es: sin una orden judicial dictada en su contra o sin
haber sido sorprendida ‘in fraganti’ cometiendo un delito, o se viere
amenazada en su seguridad personal, tiene derecho a que un juez
competente expida un mandamiento de ‘habeas corpus’ a su favor, toda
vez que, tal y como lo ha sostenido esta Sala en innumerables sentencia:
(…) ‘el hábeas corpus se concibe como la tuición fundamental de la esfera
de la libertad individual, como una verdadera garantía contra arrestos y
detenciones arbitrarias’ (Vid. sentencia n.° 113, de fecha 17 de marzo de
2000, caso: Juan Francisco Rivas)”.
En este mismo sentido, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia ha
resaltado que “la procedencia del habeas corpus depende de la ilegitimidad de la privación
de libertad en la medida que la detención debe haber sido impuesta por una autoridad
administrativa, policial o judicial, con violación de normas constitucionales, o
excediéndose dicha autoridad en el ejercicio de sus atribuciones legales, o en los plazos en
que se mantiene la detención” (Vid., entre otras, sentencias de esa Sala números 1.635 del
19 de noviembre de 2013 y 571 del 8 de mayo de 2015).
Ahora bien, en cuanto a la competencia para conocer los amparos constitucionales
interpuestos para la protección de la libertad y seguridad personales, conviene hacer
referencia a lo preceptuado en el artículo 40 de la mencionada Ley -especial en la materia-,
el cual dispone lo que sigue:
“Artículo 40. Los Juzgados de Primera Instancia en lo Penal son
competentes para conocer y decidir sobre el amparo de la libertad y
seguridad personales. Los respectivos Tribunales Superiores conocerán
en consulta de las sentencias dictadas por aquellos” (Destacado de la
Sala).
Igualmente, los artículos 65, 66 y 67 del Código Orgánico Procesal Penal, bajo el
vigente esquema de distribución de competencias de los órganos que conforman la
jurisdicción penal, asignan el conocimiento en casos similares de la manera siguiente:
“Tribunales de Primera Instancia
Municipal en Funciones de Control
Artículo 65. Es de competencia de los Tribunales de Primera Instancia
Municipal en Funciones de Control el conocimiento de los delitos de
acción pública, cuyas penas en su límite máximo no excedan de ocho años
de privación de libertad.
Quedan excluidas de la aplicación de esta norma, las causas que se
refieran a la investigación de los delitos de: homicidio intencional,
violación; delitos que atenten contra la libertad, integridad e indemnidad
sexual de niños, niñas y adolescentes; secuestro, corrupción, delitos
contra el patrimonio público y la administración pública; tráfico de
drogas de mayor cuantía, legitimación de capitales, contra el sistema
financiero y delitos conexos, delitos con multiplicidad de víctimas,
delincuencia organizada, violaciones a los derechos humanos, lesa
humanidad, delitos contra la independencia y seguridad de la nación y
crímenes de guerra”.
“Tribunales de Primera Instancia
Estadal en Funciones de Control
Artículo 66. Es de competencia de los Tribunales de Primera Instancia
Estadal en Funciones de Control el conocimiento de los delitos, cuyas
penas en su límite máximo excedan de ocho años de privación de libertad.
Igualmente, es competente para el conocimiento de los delitos
exceptuados en el único aparte del artículo anterior, indistintamente de la
pena asignada”.
“Competencias comunes
Artículo 67.  Son competencias comunes a los Tribunales de Primera
Instancia Municipal en funciones de control y de los Tribunales de
Primera Instancia Estadal en funciones de control; velar por el
cumplimiento de las garantías procesales, decretar las medidas de
coerción que fueren pertinentes, realizar la audiencia preliminar, la
aplicación del procedimiento por admisión de los hechos, y de las
medidas alternativas a la prosecución del proceso, así como cualquier
otra establecida en este Código o en el ordenamiento jurídico. También
serán competentes para conocer la acción de amparo a la libertad y
seguridad personal, salvo cuando el presunto agraviante sea un tribunal
de la misma instancia, caso en el cual el tribunal competente será el
superior jerárquico”.
Conforme a las normas transcritas, el conocimiento de los amparos constitucionales
ejercidos bajo la modalidad de habeas corpus corresponde a los Tribunales de Primera
Instancia en funciones de Control de la jurisdicción penal; en razón de lo cual debe esta
Sala Plena declarar su incompetencia para decidir la solicitud planteada por la abogada
Theresly Malavé Wadskier y los abogados Omar Mora Tosta y Juan Luis González
Taguaruco, a favor del ciudadano Gilber Alexander Caro Alfonzo. Así se declara.
Precisado lo anterior y a fin de determinar el órgano jurisdiccional llamado a
conocer el asunto de autos, la Sala estima necesario resaltar que por notoriedad judicial
tiene conocimiento que en fecha 11 de enero de 2017, el ciudadano Gilber Alexander Caro
Alfonzo y la ciudadana Steyci Briggite Escalona de Scheuber, fueron aprehendidos en
flagrancia por funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) en
el Sector La Entrada, Municipio Naguanagua del Estado Carabobo, teniendo bajo su
posesión una serie de “elementos de interés criminalísticos”, entre los cuales se
encontraban los siguientes: un (1) arma de fuego tipo Fusil Automático Liviano (F.A.L.)
con veinte (20) cartuchos sin percutir; tres (3) piezas de tamaño mediano con forma
rectangular que pareciera ser un tipo de explosivo denominado “C4”; y la cantidad de
Ciento Noventa y Siete Mil Cien Bolívares (Bs. 197.100,00) en billetes de denominación de
Cien Bolívares (Bs. 100,00), entre otros objetos personales.
Los anteriores hechos fueron expuestos a la Sala Plena de este Máximo Tribunal por
la Fiscal General Militar, Capitana de Navío Siria Venero de Guerrero, en el oficio
identificado con el alfanumérico FGM0014 del 13 de enero de 2017, en la oportunidad de
solicitar que se “determin[ara] si existen méritos jurídicos para que se proceda al
allanamiento de la inmunidad parlamentaria”, del ciudadano Gilber Alexander Caro
Alfonzo, dada su condición de Diputado Suplente a la Asamblea Nacional por el Estado
Bolivariano de Miranda.
Asimismo, debe resaltarse que mediante decisión número 34, publicada en fecha 11
de mayo de 2017, esta Sala Plena analizó la aplicabilidad de las prerrogativas propias de los
y las integrantes de la Asamblea Nacional, determinando que en atención a su condición de
Diputado Suplente no incorporado al referido Órgano Legislativo, el ciudadano Gilber
Alexander Caro Alfonzo, no goza de la inmunidad parlamentaria y, por lo tanto, no está
sometido al régimen especial (antejuicio de mérito, allanamiento, juzgamiento por parte del
Máximo Tribunal, entre otros aspectos) de los Altos Funcionarios y Altas Funcionarias.
Igualmente, fue ordenado el envío de las actuaciones a la Fiscalía General Militar
-por ser su Titular quien planteó la referida solicitud ante esta Sala Plena- para lo cual
fue librado el oficio identificado con las letras y números TPE-17-117 del 15 de mayo de
2017, recibido el día 17 del mismo mes y año.
Ahora bien, esta Sala Plena tiene conocimiento que en fecha 1º de junio de 2017, el
ciudadano Gilber Alexander Caro Alfonzo fue presentado ante el Tribunal Militar Sexto en
funciones de Control con sede en Valencia del Estado Carabobo, con ocasión de la presunta
comisión de delitos previstos en el Código Orgánico de Justicia Militar.
En virtud de lo anterior, la Sala estima que lo procedente en el caso de autos es
declinar en el mencionado órgano jurisdiccional, Tribunal Militar Sexto en funciones de
Control con sede en Valencia del Estado Carabobo, la competencia para conocer la acción
de amparo ejercida por la abogada Theresly Malavé Wadskier y los abogados Omar Mora
Tosta y Juan Luis González Taguaruco, a favor del ciudadano Gilber Alexander Caro
Alfonzo, Diputado Suplente a la Asamblea Nacional por el Estado Bolivariano de Miranda,
al cual se ordena remitir el expediente. Así se establece.

III
DECISIÓN
Con fundamento en los razonamientos antes señalados, esta Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de
Venezuela y por autoridad de la Ley, declara:
1. Su INCOMPETENCIA para conocer la acción de amparo constitucional
ejercido bajo la modalidad de habeas corpus a favor del ciudadano Gilber Alexander Caro
Alfonzo, Diputado Suplente a la Asamblea Nacional por el Estado Bolivariano de Miranda.
2. Que la COMPETENCIA para conocer el asunto de autos corresponde al
Tribunal Militar Sexto en funciones de Control con sede en Valencia del Estado Carabobo
Publíquese, regístrese y notifíquese. Remítase el expediente al Tribunal declarado
competente. Cúmplase lo ordenado.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Plena del Tribunal


Supremo de Justicia, en Caracas a los catorce (14) días del mes de junio del año dos mil
diecisiete (2017). Años 207º de la Independencia y 158º de la Federación.
EL PRESIDENTE,
MAIKEL JOSÉ MORENO PÉREZ
PRIMERA VICEPRESIDENTA, SEGUNDO VICEPRESIDENTE,
INDIRA MAIRA ALFONZO IZAGUIRRE JUAN JOSÉ MENDOZA JOVER
Los Directores,
MARÍA CAROLINA AMELIACH VILLARROEL YVÁN DARÍO BASTARDO FLORES
MARJORIE CALDERÓN GUERRERO
Los Magistrados,
ARCADIO DELGADO ROSALES MARCO ANTONIO MEDINA SALAS
Ponente
MALAQUÍAS GIL RODRÍGUEZ FRANCISCO RAMÓN VELÁZQUEZ ESTÉVEZ
ELSA JANETH GÓMEZ MORENO JESÚS MANUEL JIMÉNEZ ALFONZO
CARMEN ZULETA DE MERCHÁN GLADYS MARÍA GUTIÉRREZ ALVARADO
JHANNETT MARÍA MADRIZ SOTILLO MÓNICA MISTICCHIO TORTORELLA
BÁRBARA GABRIELA CÉSAR SIERO INOCENCIO ANTONIO FIGUEROA ARIZALETA
GUILLERMO BLANCO VÁZQUEZ MARISELA VALENTINA GODOY ESTABA
FRANCIA COELLO GONZÁLEZ EDGAR GAVIDIA RODRÍGUEZ
DANILO ANTONIO MOJICA MONSALVO CALIXTO ANTONIO ORTEGA RÍOS
LUIS FERNANDO DAMIANI BUSTILLOS LOURDES BENICIA SUÁREZ ANDERSON
EULALIA COROMOTO GUERRERO RIVERO FANNY BEATRIZ MÁRQUEZ CORDERO
CHRISTIAN TYRONE ZERPA VILMA MARÍA FERNÁNDEZ GONZÁLEZ
JUAN LUIS IBARRA VERENZUELA YANINA BEATRIZ KARABÍN DE DÍAZ
El Secretario,
JULIO CÉSAR ARIAS RODRÍGUEZ
Exp. AA10-L-2017-000008
VOTO SALVADO
La Magistrada MARISELA VALENTINA GODOY ESTABA, disiente del
criterio sostenido por la mayoría sentenciadora razón por la cual, salva su voto de
conformidad con lo previsto en los artículos 104 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo
de Justicia y 63 del Reglamento Interno de este Máximo Tribunal, en la causa signada con
la nomenclatura AA10-L-2017-000008, con fundamento en las siguientes consideraciones:
En fecha 12 de junio de 2017, fue presentada para la consideración de los
miembros de la Sala Plena el proyecto de sentencia, fin de que en data 14 de junio de 2017,
se votara para su aprobación o no la ponencia elaborada por el magistrado Marco Antonio
Medina Salas. La posición que esgrimo obedece a circunstancias de carácter jurídicos,
filosóficos y políticos, elementos estos que van de la mano inexorablemente.
La presente causa obedece a una solicitud de habeas corpus que introdujeran el 16
de enero de 2017, por los abogados Theresly Malavé Wadskier, Omar Mora Tosta y Juan
Luis González Taguaruco, identificados al inicio de la presente sentencia, a favor del
ciudadano GILBER ALEXANDER CARO ALFONZO, conforme al artículo 38 y
siguientes de la Ley Orgánica sobre Derechos y Garantías Constitucionales.
En este caso, nos encontramos ante una solicitud de habeas corpus, institución
creada a fin de denunciar ante la autoridad competente la privación de libertad ilegal
realizada a alguna persona o, bien cuando se vulnere la “seguridad personales”, relativa ésta
a la conculcación de las garantías procesales, teniendo por objeto la restitución de la
libertad o bien la aplicación de esas garantías obviadas.
El habeas corpus, tiene sus orígenes en Roma, reconocido en el Digesto
justineaneo un interdicto denominado “De liberis exhibendis item ducendis”; que tenía
como finalidad impedir que un hombre libre fuera aprehendido injustamente, pero la figura
como tal, se desarrolla en la Inglaterra del siglo XII, a través del “high prerogative
writ”, para pasar a conformar dicha institución en la legislaciones de América Latina en el
siglo XIX. En Venezuela, se le estatuye constitucionalmente en el año 1947, pasando luego
a las Cartas Fundamentales de 1961 y a la vigente de 1999, desarrollándose
normativamente en la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales de 1988.
Dicho lo anterior, se hace necesario pasar a señalar que el ejercicio del derecho a
la libertad, es inviolable, conforme a la larga tradición constitucional venezolana iniciada el
21 de diciembre de 1811 y mantenida en el artículo 44 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela de 1999.
Ahora bien, se hace pertinente desarrollar el presente voto salvado a través de
varios capítulos, a saber:
I
DE LA COMPETENCIA DE LA SALA
En el presente asunto, los profesionales del derecho Theresly Malavé Wadskier,
Omar Mora Tosta y Juan Luis González Taguaruco, requieren a través de escrito
presentado el 16 de enero de 2017, mandamiento de habeas corpus a favor del
ciudadano GILBER ALEXANDER CARO ALFONZO, delatando que el mismo fue
privado de su libertad el 11 de enero de 2017 por órganos de seguridad del Estado, aun
cuando goza de la inmunidad parlamentaria por su condición de Diputado Suplente a la
Asamblea Nacional por el estado Bolivariano de Miranda.
El habeas corpus, está previsto en el artículo 38 de la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales, así:
“Procede la acción de amparo para proteger la libertad y seguridad
personales de acuerdo con las disposiciones del presente título. A esta
acción le serán aplicables las disposiciones de esta Ley pertinentes al
amparo en general.”
El artículo 39 del ya mencionado cuerpo legal dispone:
“Toda persona que fuere objeto de privación o restricción de su libertad, o
se viere amenazada en su seguridad personal, con violación de las
garantías constitucionales, tiene derecho a que un Juez competente con
jurisdicción en el lugar donde se hubiese ejecutado el acto causante de la
solicitud o donde se encontrare la persona agraviada, expida un
mandamiento de habeas corpus.”
Desarrolla la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales lo referente a la competencia del órgano jurisdiccional para pasar a
conocer de la solicitud de habeas corpus, en su artículo 40, estatuyendo:
“Los Juzgados de Primera Instancia en lo Penal son competentes para
conocer y decidir sobre el amparo de la libertad y seguridad personales.
Los respectivos Tribunales Superiores conocerán en consulta de las
sentencias dictadas por aquellos.”
A dicha norma se le ha de concatenar lo previsto en el artículo 67 del Decreto con
Rango, Valor y Fuerza de Ley del Código Orgánico Procesal Penal, en donde señala las
competencias comunes que tienen los tribunales de primera instancia municipal y estadal en
funciones de control de los circuitos judiciales penales venezolanos de la siguiente manera:
“Son competencias comunes a los Tribunales de Primera Instancia
Municipal en funciones de control y de los Tribunales de Primera
Instancia Estadal en funciones de control; velar por el cumplimiento de
las garantías procesales, decretar las medidas de coerción que fueren
pertinentes, realizar la audiencia preliminar, la aplicación del
procedimiento por admisión de los hechos, y de las medidas alternativas a
la prosecución del proceso, así como cualquier otra establecida en este
Código o en el ordenamiento jurídico. También serán competentes para
conocer la acción de amparo a la libertad y seguridad personal, salvo
cuando el presunto agraviante sea un tribunal de la misma instancia, caso
en el cual el tribunal competente será el superior jerárquico.”
En este contexto, aun cuando en principio por mandato legal correspondería el
conocimiento del caso a los tribunales de primera instancia municipal o estadal de los
circuitos judiciales penales, conforme al territorio del acaecimiento del hecho, con
fundamento en el principio del locus regit actum, ya que no se indica en la actual solicitud
que la privación de libertad se estuviera cometiendo por algún órgano jurisdiccional de esta
categoría, ya que de ser ese el caso tendría que conocer la corte de apelaciones del circuito
judicial penal respectivo, el presente caso contiene una arista que lo particularizan y al que
habría que darle un tratamiento preciso.
En razón de lo anterior, se tiene que esta Sala Plena conoció del escrito interpuesto
el 13 de enero de 2017 por parte de la Fiscal General Militar, Capitán de Navío, Siria
Venero de Guerrero, donde impetro que esta Sala Plena “…determin[ara] si existen
méritos jurídicos para que se proceda al allanamiento de la inmunidad parlamentaria…”
del ciudadano GILBER ALEXANDER CARO ALFONZO, dada su condición de
Diputado Suplente a la Asamblea Nacional por el estado Bolivariano de Miranda.
Ahora bien, en la sentencia N° 34, publicada el 11 de mayo de 2017, causa AA10-
L-2017-000004, la mayoría sentenciadora indicó que el ciudadano GILBER
ALEXANDER CARO ALFONZO, no disfrutaba de la prerrogativa de la inmunidad
parlamentaria, criterio que no fue compartido por quien aquí nuevamente disiente.
Como consecuencia de la solicitud presentada por Fiscal General Militar, esta Sala
Plena se consideró competente para dilucidarla, a lo cual se suma que las circunstancias del
hecho aquí expuesto son las mismas en las causas: AA10-L-2017-000004 y AA10-L-2017-
000008, a fin de garantizar la tutela judicial efectiva, postulado consagrado en el artículo
26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y evitar dilaciones en
detrimento de los derechos del interesado, así como decisiones contradictorias, esta Sala
debió haber asumido de manear excepcional la competencia para resolver el
presente habeas corpus.
II
JUEZ NATURAL
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 200,
dispone que los “Diputados o Diputadas a la Asamblea Nacional gozarán de inmunidad en
el ejercicio de sus funciones desde su proclamación hasta la conclusión de su mandato o la
renuncia del mismo”, con lo cual se establece que la inmunidad comienza con la
proclamación del Diputado y se extiende a todos los que ostenten tal condición.
El ciudadano GILBERT ALEXANDER CARO ALFONZO, es Diputado
suplente, pero ello no obsta a la adquisición de esa cualidad, pues el artículo 186 de la Carta
Magna, precisa que cada Diputado o Diputada tendrá un suplente, escogido en el mismo
proceso que el Diputado o Diputada principal.
La proclamación es el requisito exigido por la Constitución para ostentar la
cualidad de Diputado, sin que se haga distinción alguna en cuanto al carácter de principal o
de suplente. Por otro lado, el artículo 200 constitucional, vincula la inmunidad con el
ejercicio de las funciones de Diputado, pero esto no debe inducir al error de pensar que es
solo mientras se está cumpliendo alguna misión de la Cámara que se goza de dicha
exención.
La inmunidad acompaña al Diputado durante todo el periodo para el fuera electo y,
será la Cámara la que deberá apreciar, cuando se solicite su enjuiciamiento, previa
observancia de las exigencias constitucionales, si el juzgamiento y/o detención del
Diputado pone en riesgo el funcionamiento del parlamento.
En lo que concierne a los Diputados suplentes, ha de subrayarse que basta con que
hayan sido juramentados e incorporados en alguna ocasión para que pueda considerarse que
han asumido las funciones que como suplentes les corresponde; implicando mantener
permanentemente su disponibilidad para una nueva incorporación a la Asamblea Nacional
cada vez que el principal debe ausentarse por cualquier causa, lo cual permite mantener la
integridad del cuerpo parlamentario.
Esa juramentación supone que la Asamblea Nacional ha hecho uso de su facultad
constitucional de calificación de sus miembros, prevista en el artículo 187, numeral 20, de
la Constitución de las República Bolivariana de Venezuela, lo cual se traduce en que el
respectivo suplente pasa a ser miembro del Poder Legislativo con todos los efectos.
Además, según el Reglamento Interior y de Debates, los Diputados suplentes se incorporan
también a las Comisiones Permanentes, durante la ausencia del principal y, es práctica
parlamentaria que pueden incorporarse a las Comisiones, sin derecho a voto, incluso
cuando el principal está incorporado.
El Diputado GILBER ALEXANDER CARO ALFONZO, ha sido juramentado
y se ha incorporado en muchas oportunidades, de modo que desempeña las funciones que
como suplente le corresponde. De allí que la detención que sufrió el 11 de enero de 2017, al
margen del procedimiento constitucional para el allanamiento de la inmunidad, representa
una grave violación de su derecho a la libertad personal (derecho este consagrado en
el artículo 44 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela), de las
funciones encomendadas al Poder Legislativo Nacional y de las prerrogativas
constitucionales de los Diputados, las cuales están al servicio de tales funciones.
Su detención menoscaba el funcionamiento de la Asamblea Nacional, en virtud de
la necesidad de su disponibilidad para su incorporación a las sesiones y dado que su
detención impide que cumpla las tareas que el Poder Legislativo Nacional le ha
encomendado.
Si existe alguna imputación penal en su contra, lo procedente sería que el
Ministerio Público solicitara el antejuicio de mérito ante el Tribunal Supremo de Justicia, lo
cual podría dar lugar, si hay razones suficientes para el enjuiciamiento, a un requerimiento
de autorización para el mismo dirigida a la Asamblea Nacional, correspondiendo a ésta
decidir si allana o no la inmunidad parlamentaria.
Entretanto el Diputado GILBER ALEXANDER CARO ALFONZO, debe
recuperar plenamente su libertad o, en caso de presumirse la comisión de un delito en
flagrancia, mantenerlo en su residencia habitual y permanente a disposición de la
resolución del tema de la inmunidad parlamentaria. Prescindir de estas garantías de la
función parlamentaria es vulnerar la Constitución y los principios democráticos que
sustentan la actuación de la Asamblea Nacional, incluyendo la soberanía popular y el
derecho de los respectivos electores a la representación política.
Además de las consideraciones antes expuestas y, teniendo que ya esta Sala Plena
dictó decisión en donde la mayoría sentenciadora aprobó que el Diputado GILBER
ALEXANDER CARO ALFONZO, no se encuentra tutelado por la prerrogativa de la
inmunidad parlamentaria, el mismo está siendo procesado por ante la jurisdicción militar,
suponiendo una grave violación a la garantía del debido proceso, en el cual está inserto el
derecho del JUEZ NATURAL, consagrado en el artículo 49.4 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, así como en diversos instrumentos internacionales de
derechos humanos vinculantes para Venezuela.
Uno de los avances de la Constitución venezolana de 1999, es la severa
limitación del alcance de la jurisdicción militar, que se desprende de los
artículos 29 y 261 del Texto Fundamental. En particular, el artículo 29 se inspira
claramente en la doctrina interamericana de derechos humanos, según la cual la
competencia de los tribunales militares se circunscribe a la disciplina en los
cuarteles y a las infracciones cometidas por los militares en servicio activo. Más
aún, incluso en esta esfera reducida quedan fuera de dicha los delitos contra los
derechos humanos perpetrados por militares.
La Sala de Casación Penal, en su sentencia N° 496, del 13 de octubre de
2009, caso: (GNB) Osmar Viloria Zambrano, procedió a efectuar las siguientes
consideraciones:
“…La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en
su exposición de motivos, al referirse al capítulo III denominado
“Del Poder Judicial y del Sistema de Justicia”, del Título V de la
Constitución, expresa lo siguiente: '...La jurisdicción penal militar
será integrante del Poder Judicial y sus jueces serán
seleccionados por concurso, la competencia de los tribunales
militares se limitan a la materia específicamente militar. En todo
caso, los delitos comunes, violaciones de derechos humanos o
crímenes de lesa humanidad, serán procesados y juzgados por los
tribunales ordinarios sin excepción alguna.'
Por su parte, el artículo 261 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, desarrolla el principio de la
competencia penal, estableciendo que: la jurisdicción penal militar
es parte integral del Poder Judicial y sus jueces serán
seleccionados por concurso. Su ámbito de competencia,
organización y modalidades de funcionamiento se regirán por el
sistema acusatorio y de acuerdo con lo previsto en el Código
Orgánico de Justicia Militar. La comisión de los delitos comunes,
violaciones de derecho humanos y crímenes de lesa humanidad
serán juzgados por lo tribunales ordinarios. La competencia de los
tribunales militares se limita a los delitos de naturaleza militar.
Por su parte el artículo 75 del Código Orgánico Procesal Penal,
dispone que: 'Si alguno de los delitos conexos corresponde a la
competencia del juez ordinario y otros de jueces especiales, el
conocimiento de la causa corresponderá a la jurisdicción penal
ordinaria…'”.
En relación con lo anterior, es importante reproducir lo establecido en los
artículos 49, numeral 4 y, 261 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.
“Artículo 49: El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones
judiciales y administrativas; en consecuencia:
4. Toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces
naturales en las jurisdicciones ordinarias o especiales, con las
garantías establecidas en esta Constitución y en la ley. Ninguna
persona podrá ser sometida a juicio sin conocer la identidad de
quien la juzga, ni podrá ser procesada por tribunales de excepción
o por comisiones creadas para tal efecto.”.
“Artículo 261. La jurisdicción penal militar es parte integrante del
Poder Judicial, y sus jueces o juezas serán seleccionados o
seleccionadas por concurso. Su ámbito de competencia,
organización y modalidades de funcionamiento se regirán por el
sistema acusatorio y de acuerdo con lo previsto en el Código
Orgánico de Justicia Militar. La comisión de delitos comunes,
violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa
humanidad, serán juzgados por los tribunales ordinarios. La
competencia de los tribunales militares se limita a delitos de
naturaleza militar.” (Resaltado mío)
La primera de las normas transcritas, garantiza el derecho a ser juzgado
por el juez natural correspondiente a las circunstancias de orden personal,
territorial y material del caso que se pretende juzgar y el Diputado GILBER
ALEXANDER CARO ALFONZO, no puede ser juzgado por jueces adscritos a los
tribunales militares, dada su condición de civil. Además no cumple ningún tipo de
función relacionada con el estamento militar, por lo que su eventual juzgamiento,
agotados los requisitos constitucionales, incluyendo el eventual allanamiento de su
inmunidad, le correspondería necesariamente a la jurisdicción penal ordinaria.
La segunda de las normas, fija expresamente los límites de la jurisdicción
penal militar, la cual se rige por el principio de excepcionalidad, al estar
circunscrita única y exclusivamente a delitos de naturaleza militar.
En este orden de ideas, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia ha interpretado de forma clara cuál es el alcance de la jurisdicción militar
en Venezuela. En este sentido, se destaca lo establecido por su Sentencia N° 838
de fecha 24 de abril de 2002 (Caso Herminio Ramón Fuenmayor):
“…Para esta Sala, la justicia militar sólo se aplica a delitos de
naturaleza militar, perpetrados por militares en servicio
activo, tanto para la oportunidad en que se cometan, como para la
fecha de su juzgamiento…”. (Resaltado mío)
Respaldando este criterio, se encuentra la jurisprudencia pacífica y
reiterada de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, vinculante para
Venezuela al menos hasta el 2013 y, que hoy es parámetro interpretativo de los
derechos humanos en el Continente. Así, en el caso: Palamara Ibirarme, párrafo
124, ha afirmado el derecho de toda persona a ser juzgada por un juez
competente, y precisa el alcance restrictivo y excepcional de la jurisdicción penal
militar: “Por ello, sólo se debe juzgar a militares por la comisión de delitos o
faltas que por su propia naturaleza atenten contra bienes jurídicos propios
del orden militar”.
Igualmente, en el caso Cesti Hurtado vs Perú, la Corte consideró violado
el derecho a ser oído por un tribunal competente, consagrado en el artículo 8.1 de
la Convención Americana, por haber juzgado a un militar en retiro por un tribunal
militar.
De la misma forma, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
organismo que mantiene competencia respecto de Venezuela con base en la
Carta de la OEA, a pesar de la denuncia efectuada por el Estado venezolano
contra la Convención Americana de Derechos Humanos y jurisdicción de la Corte
Interamericana, ha reiterado sus llamados para prohibir en todos los casos el
juzgamiento de civiles por ante la jurisdicción militar. Ejemplo de esto fue en 1981,
el Informe sobre la situación de los Derechos Humanos en Colombia, en él se
recomendó que fuesen prohibidos en el país los juicios de civiles ante tribunales
militares.
En este sentido, la Comisión Interamericana manifestó en su Informe
Anual de 1993, página 507, que poner a civiles bajo la jurisdicción de los
tribunales militares es contrario a las garantías judiciales y que los tribunales
militares son tribunales especiales y puramente funcionales, cuyo objeto es
mantener la disciplina en las fuerzas militares, por lo que sólo se deben utilizar
para estas fuerzas.
Igualmente, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que
tiene competencia respecto de Venezuela en virtud de la ratificación por el Estado
Venezolano del Protocolo Facultativo al Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y de este mismo Pacto, en sus Observaciones
Finales CCPR/C/79/Add.78, ha recordado que, en muchas ocasiones, los
tribunales militares no confieren las garantías necesarias para la adecuada
administración de justicia, según el artículo 14 del Pacto de Derechos Civiles y
Políticos, fundamentales para la protección de los derechos humanos.
Finalmente es importante destacar lo expresado por la Comisión de
Derechos Humanos de la ONU, en el instrumento denominado “Conjunto de
principios actualizado para la protección y la promoción de los derechos humanos
mediante la lucha contra la impunidad” (2005). Dicho texto establece como
principio contra la impunidad Nº 29 lo siguiente:
“PRINCIPIO 29. RESTRICCIONES A LA COMPETENCIA DE LOS
TRIBUNALES MILITARES
La competencia de los tribunales militares deberá
limitarse a las infracciones de carácter específicamente
militar cometidas por militares, con exclusión de las
violaciones de los derechos humanos, las cuales son
competencia de los tribunales nacionales ordinarios o, en su
caso, cuando se trate de delitos graves conforme al derecho
internacional, de un tribunal penal internacional o
internacionalizado.” (Resaltado mío)
En conclusión, en ningún caso debió ser admisible, ni constitucionalmente
ni de acuerdo con la normativa internacional de derechos humanos vinculante para
el Estado venezolano, el juzgamiento del Diputado GILBER ALEXANDER CARO
ALFONZO, por la jurisdicción militar.
De lo anterior es dable indicar que sería una situación conculcadora de
derechos constitucionales y legales que un civil sea enjuiciado por órganos
jurisdiccionales militares, ya que con ello se contraviene postulados consagrados
en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, puesto que en un
Estado en el que se propugna como valores superiores de su ordenamiento
jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad,
la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los
derechos humanos, la ética y el pluralismo político, no debe darse el sometimiento
de civiles en procesos que por su esencia le son ajenos, ya que deberían quedar
circunscriptos a ciudadanos que sean componente de las Fuerza Armada Nacional
Bolivariana, por ende no aplicable a civiles.
III
PROCEDIMIENTO DE HABEAS CORPUS
La Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales,
promulgada en 1988, bajo la vigencia de la Constitución de la República de Venezuela en
el año 1961, estableció el procedimiento a seguir en las solicitudes de habeas corpus,
estableciendo en sus artículos 41 y 42 lo siguiente:
“Artículo 41. La solicitud podrá ser hecha por el agraviado o por
cualquier persona que gestione en favor de aquel, por escrito, verbalmente
o por vía telegráfica, sin necesidad de asistencia de abogado, y el Juez, al
recibirla, abrirá una averiguación sumaria, ordenando inmediatamente al
funcionario bajo cuya custodia se encuentre la persona agraviada que
informe dentro del plazo de veinticuatro (24) horas, sobre los motivos de
la privación o restricción de la libertad.
Las solicitudes referidas a la seguridad personal se tramitarán, en cuanto
les resulten aplicables, conforme a las previsiones de este artículo.
Artículo 42. El Juez decidirá en un término no mayor de noventa y
seis (96) horas después de recibida la solicitud, la inmediata libertad del
agraviado o el cese de las restricciones que se le hubiesen impuesto, si
encontrare que para la privación o restricción de la libertad no se hubieren
cumplido las formalidades legales. El Juez, caso de considerarlo
necesario, sujetará esta decisión a caución personal o a prohibición de
salida del país de la persona agraviada, por un término no mayor de
treinta (30) días.” (resaltado mío)
Conforme a las normas supra transcritas, se tiene que la solicitud de habeas
corpus no cuenta con mayores formalidades para su ejercicio, al poder ser interpuesta por
cualquier ciudadano, sin la asistencia de abogado, a través de escrito, verbal o telegráfica y,
haciendo una interpretación ante los avances tecnológico por medio de un correo
electrónico.
Presentado el habeas corpus, el órgano jurisdiccional que lo recibe, debe
indudablemente primero determinar su competencia para conocerlo y de considerarse como
tal, debe iniciar una investigación, requiriendo información a la autoridad que tiene en
custodia al agraviado, para que esta informe en un plazo de veinticuatro (24) horas, los
motivos de la privación o restricción de la libertad.
Se hace destacable, que desde que se recibe la solicitud de habeas corpus, el
juzgador cuenta por mandato legal con un término de noventa y seis (96) horas para dictar
providencia donde decrete la libertad del ciudadano privado de ese derecho, por ende, las
veinticuatro horas (24) para que se informe se encuentra dentro de dicho término, esto por
la gravedad de la denuncia.
En la presente causa, se tiene que el ciudadano GILBERT ALEXANDER CARO
ALFONZO, fue aprehendido en fecha 11 de enero de 2017, conociendo esta Sala Plena el
13 de enero de 2017, de una petición por parte de la Fiscal General Militar, Capitán de
Navío, Siria Venero de Guerrero, en el sentido se determinara si el ciudadano en cuestión
gozaba o no de inmunidad parlamentaria, ya que el mismo había sido electo como Diputado
Suplente a la Asamblea Nacional por el estado Bolivariano de Miranda; siendo introducido
el mandamiento de habeas corpus el 16 de enero de 2017.
Desde la última data indicada, contaba esta Sala Plena con noventa y seis (96)
horas para decidir lo pertinente en cuanto a la libertad del Diputado GILBERT
ALEXANDER CARO ALFONZO, puesto que al tener ya conocimiento sobre las
circunstancias que rodearon su detención, no era necesario requerir información alguna, por
lo que la Sala pasó a fallar tres mil cuatrocientas cincuenta y seis (3.456) horas luego de
vencidas las noventa y seis (96) horas del término en que ordena la ley.
Lo expresado conlleva a indicar, que en casos como estos, en los cuales se
denuncia la conculcación de un derecho como el de la libertad, no puede haber ningún tipo
de dilaciones, puesto que se ha de establecer la verdad y restituir de estimarse pertinente el
derecho violentado inmediatamente.
En el caso que nos ocupa, considero que al haber sido aprehendido el
Diputado GILBERT ALEXANDER CARO ALFONZO y, puesto a la orden de un juez
de la jurisdicción militar, al ser un civil, aunado al hecho que el acto de presentación se
llevó a cabo el 1° de junio de 2017, se violentan los artículos 44.1 y 49.4 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, estando el mencionado ciudadano privado del
ejercicio del derecho a la libertad y a ser juzgados por su juez natural, siendo esto suficiente
para declarar con lugar el presente mandamiento de habeas corpus.
Queda así expresado en estos términos el voto salvado de la Magistrada quien
suscribe.
EL PRESIDENTE,
MAIKEL JOSÉ MORENO PÉREZ
PRIMERA VICEPRESIDENTA, SEGUNDO VICEPRESIDENTE,
INDIRA MAIRA ALFONZO IZAGUIRRE JUAN JOSÉ MENDOZA JOVER
Los Directores,
MARÍA CAROLINA AMELIACH VILLARROEL YVÁN DARÍO BASTARDO FLORES
MARJORIE CALDERÓN GUERRERO
Los Magistrados,
ARCADIO DELGADO ROSALES MARCO ANTONIO MEDINA SALAS
MALAQUÍAS GIL RODRÍGUEZ FRANCISCO RAMÓN VELÁZQUEZ ESTÉVEZ
ELSA JANETH GÓMEZ MORENO JESÚS MANUEL JIMÉNEZ ALFONZO
CARMEN ZULETA DE MERCHÁN GLADYS MARÍA GUTIÉRREZ ALVARADO
JHANNETT MARÍA MADRIZ SOTILLO MÓNICA MISTICCHIO TORTORELLA
BÁRBARA GABRIELA CÉSAR SIERO INOCENCIO ANTONIO FIGUEROA ARIZALETA
GUILLERMO BLANCO VÁZQUEZ MARISELA VALENTINA GODOY ESTABA
FRANCIA COELLO GONZÁLEZ EDGAR GAVIDIA RODRÍGUEZ
DANILO ANTONIO MOJICA MONSALVO CALIXTO ANTONIO ORTEGA RÍOS
LUIS FERNANDO DAMIANI BUSTILLOS LOURDES BENICIA SUÁREZ ANDERSON
EULALIA COROMOTO GUERRERO RIVERO FANNY BEATRIZ MÁRQUEZ CORDERO
CHRISTIAN TYRONE ZERPA VILMA MARÍA FERNÁNDEZ GONZÁLEZ
JUAN LUIS IBARRA VERENZUELA YANINA BEATRIZ KARABÍN DE DÍAZ
El Secretario,
JULIO CÉSAR ARIAS RODRÍGUEZ
Yo, el Magistrado Danilo Antonio Mojica Monsalvo, conforme a lo previsto en
el artículo 104 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, respetuosamente
manifiesto que disiento de la decisión que precede, aprobada por la mayoría sentenciadora;
por lo cual mediante el presente expondré las razones en las que fundamento mi
pronunciamiento; sin embargo, considero relevante referir de manera previa lo siguiente:
Antecedentemente, presenté voto salvado con ocasión a la decisión de la Sala Plena
de este Alto Tribunal, N° 34 de fecha 11 de mayo del año 2017, referente al expediente N°
AA10-L-2017-000008, con Ponencia del Magistrado Marco Antonio Medina Salas, en
la cual se señaló que mediante oficio identificado con el alfanumérico FGM0014 de fecha
13 de enero del año 2017, la Fiscal General Militar, Capitana de Navío Siria Venero de
Guerrero, remitió a la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia el expediente DT-001-
2017,  recibido de la Sección de Investigaciones Estratégicas de la Base Territorial de
Carabobo del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), contentivo de las
actuaciones policiales relacionadas con la Aprehensión en Flagrancia de los
ciudadanos CARO ALFONZO GILBER ALEXANDER y la ciudadana ESCALONA DE
SCHEUBER STEYCI BRIGGÍTE,  por estar presuntamente incursos en la comisión de los
delitos de "Posesión Ilícita de Arma de Fuego y Explosivo, previstos y sancionados en
la  Ley Para el Desarme y Control de Armas y Municiones” ocurridos en el Estado
Carabobo; siendo, que la remisión de las mencionadas actuaciones se realizaron a fin de
que la Sala Plena "realice la respectiva revisión del citado caso y determin[e] si existen
méritos jurídicos para que se proceda al allanamiento de la inmunidad
parlamentaria'",  del ciudadano GILBER ALEXANDER CARO ALFONZO, dada su
condición de Diputado Suplente a la Asamblea Nacional por el Estado Bolivariano de
Miranda.
El pronunciamiento que efectué al respecto, obedeció a considerar que en la sentencia
antes citada, se arribó a una conclusión incompatible con la Constitución, sobre dos puntos
medulares; en primer lugar, que cuando el diputado es sorprendido en la comisión de un
delito en grado de flagrancia, no hace falta el antejuicio de mérito de la inmunidad
parlamentaria y en segundo lugar, que la inmunidad parlamentaria deviene del ejercicio de
las funciones del parlamentario, fundamentándose que por ende los diputados suplentes al
no estar incorporados en sustitución de un titular no gozan de tal prerrogativa.
En cuanto a que el diputado fue sorprendido en la comisión de un delito en grado de
flagrancia y por ello no hace falta el antejuicio de mérito de la inmunidad parlamentaria,
manifesté que independientemente del grado de certeza que se tenga sobre la comisión de
un hecho punible (delitos en grado de flagrancia), como lo dejó asentado la mayoría
sentenciadora; indiqué que lo previsto en nuestra Constitución, impide que se trate al
individuo como culpable y asimismo, resalté que el Constituyente de 1999, en el artículo
200 constitucional, no estableció la detención en grado de flagrancia como causa de la
inviolabilidad de la inmunidad parlamentaria, sino dispuso que en caso de delito flagrante
cometido por un parlamentario o parlamentaria, la autoridad competente, lo pondrá bajo
custodia en su residencia (como medida precautelar) y comunicará inmediatamente el
hecho al Tribunal Supremo de Justicia, en su Sala Plena, quien deberá informar de esta
detención a la Asamblea Nacional; no refiriéndose a que exista sobre el parlamentario
aprehendido una presunción de culpabilidad, ni tampoco debe entenderse que se trata de un
beneficio a su favor, o una prebenda legislada de “favorecer”, si no muy por el contrario,
una limitación muy precisa a la actividad sancionatoria del Estado.
En tal sentido, expresé que la interpretación más acorde del artículo
200 constitucional, es que en los casos de delitos denominados por la doctrina procesal
penal como “flagranti” o “fraganti”, todos los diputados o diputadas de la República
Bolivariana de Venezuela de la Asamblea Nacional, gozan de la inviolabilidad de la
inmunidad parlamentaria, los cuales no podrán ser enjuiciados aún en los
delitos inflagranti, si no se  cumple con el antejuicio de mérito por parte de la Sala Plena
del Tribunal Supremo de Justicia y el correspondiente desaforamiento por parte de la
Asamblea Nacional.
En relación a que la mayoría sentenciadora concluyó en que el ciudadano GILBER
ALEXANDER CARO ALFONZO, en su condición de Diputado Suplente, no está
investido del fuero consagrado en el artículo 200 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, por lo que no goza del antejuicio de mérito, ni está sometido al
procedimiento de allanamiento, indiqué que la inmunidad parlamentaria, es una
prerrogativa en beneficio de una función del Órgano Legislativo al que el Diputado se
encuentra adscrito y debe entenderse como una característica de privilegio funcional del
órgano, porque obedece a razones superiores derivadas del cargo de representatividad
propia de un diputado -principal o suplente-, pues, lejos de ser un instrumento personal, la
inmunidad se obliga a responder a las necesidades de la función legislativa; es un poder
propio del cargo y no de su detentador, en razón a que la función legislativa no solo se
limita a hacer leyes, si no que va más allá, al configurar la representación del pueblo a
través de quien ejerce su poder soberano, con una vigencia determinada desde su
proclamación hasta su culminación o renuncia, según lo preceptuado en el artículo
200 constitucional. Por lo que finalicé mi discrepancia con lo decidido, al referir que el
Estado venezolano debió prohijar, la inviolabilidad de la inmunidad parlamentaria de la que
goza el ciudadano CARO ALFONZO GILBER ALEXANDER, titular de la cédula de
identidad número V.-12.833.113, como Diputado Suplente de la Asamblea Nacional por el
partido Voluntad Popular, de acuerdo a lo preceptuado en el artículo 200  de
la  Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en concordancia con el artículo
266 eiusdem.
Ahora bien, en la decisión  que antecede con ponencia del Magistrado Marco Antonio
Medina Salas, referente al expediente N° AA10-L-2017-000008 y de la cual discrepo por
las razones que expondré luego de hacer referencia a lo que se aprecia en ella, se señala
lo que se relaciona a continuación:
Que mediante escrito presentado ante la Sala Plena de este alto Tribunal, en fecha
16 de enero del año 2017 la abogada Theresly Malavé Wadskier y los abogados Omar
Mora Tosta y Juan Luis González Taguaruco, actuando con base a lo establecido en el
artículo 41 de la Ley Orgánica de Amparo sobre los Derechos y Garantías
Constitucionales, solicitaron “sea expedido un mandamiento de habeas corpus en
beneficio del ciudadano GILBER ALEXANDER CARO ALFONZO (…) Diputado de la
Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, conforme a lo dispuesto
en los artículos  26, 27 y 44.1 de la  Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, en concordancia con el artículo 38 y siguientes de la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales”.
Que los abogados solicitantes, sostienen que “[h]asta la [fecha de interposición de
la acción], no se tiene conocimiento del lugar donde se encuentra el diputado Gilber
Alexander Caro Alfonzo, toda vez que los aprehensores, en franca infracción al
contenido del artículo 200 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
consagratorio de la inmunidad parlamentaria, no solamente procedieron a la
intervención de su persona y de sus bienes, para acto seguido detenerlo, sino que
además, no ha sido trasladado al inmueble que le sirve de residencia como manda la
Constitución y el artículo 115 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia”.
Que los solicitantes aducen, que “habiendo transcurrido más de cuarenta y ocho
(48) horas, desde que el ciudadano Gilber Alexander Caro Alfonzo fue detenido
presuntamente por funcionarios adscritos al Servicio Bolivariano de Inteligencia
Nacional (SEBIN), sin que hubiere sido trasladado a su residencia y sin haber sido
trasladado a la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, órgano jurisdiccional que
ostenta la competencia, de manera exclusiva y excluyente, para declarar si hay mérito
para su procesamiento, es obvia la procedencia del mandamiento de habeas corpus que
se somete a consideración de la jurisdicción”.
En tal sentido, piden que “de manera inmediata, [se] disponga la admisión de la
presente acción de amparo a la libertad y seguridad personales (Habeas corpus) y [se]
solicite información a la Dirección del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional
(SEBIN), sobre los motivos de privación de libertad del ciudadano Gilber Alexander
Caro Alfonzo (…) y conforme a lo previsto en el penúltimo aparte del artículo 27  de
la  Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, [se] ordene sea puesto de
inmediato bajo la custodia del Máximo Tribunal de la República y constatada la lesión al
orden constitucional denunciada, lo ponga en inmediata libertad”; así como igualmente
solicitan que le sea requerido al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional
(SEBIN), el informe al cual se refiere el artículo 41 de la  Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales.
Asimismo, se señala que posteriormente, mediante escrito de fecha 14 de febrero del
año 2017, la abogada Theresly Malavé Wadskier solicitó a la Sala Plena lo siguiente: que
“a) Se disponga la admisión de la acción de amparo constitucional, en modalidad de
habeas corpus, presentada en beneficio del ciudadano GILBER ALEXANDER CARO
ALFONZO” y que “b) Como quiera que constituye un hecho público, notorio y
comunicacional, que se encuentra detenido en el ´Centro de Procesados 26 de Julio´,
como ha sido manifestado por la Ministro (sic) del Poder Popular para el Sistema
Penitenciario, ciudadana Iris Varela, y además, no ha sido presentado ante un
Juez,  ordene la inmediata libertad del diputado”.
De igual manera, se indica que en fecha 25 de abril del año 2017, la mencionada
abogada ratificó el anterior escrito y manifestó que “el Diputado Gilber Caro, está
aislado, no se le permite la salida al sol, su calabozo no tiene ventanas, solo puede ver los
zapatos de los custodios que caminan por el techo, ha tenido solo tres visitas de
familiares hasta el momento y únicamente [dicha abogada] pued[e] ir a la visita de
abogados los martes por 15 minutos, como consecuencia de ello, está presentando
fuertes dolores de huesos por falta de sol, dolores de cabeza y en ocasiones en que [le]
han permitido visitarlo, transmite ansiedad y depresión”.
Con relación a lo antes citado, la Sala Plena de este Alto Tribunal, a efectos de
pronunciarse sobre su competencia para conocer la acción ejercida, luego de hacer alusión a
los artículos 44, numeral 1 y 27 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela; 38, 39 y 40 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Personales; y, 65, 66 y 67 del Código Orgánico Procesal Penal, así como de diversos
criterios jurisprudenciales emanados de la Sala Constitucional; señala que “el
conocimiento de los amparos constitucionales ejercidos bajo la modalidad de habeas
corpus corresponde a los Tribunales de Primera Instancia en funciones de Control de la
jurisdicción penal”,  por lo cual declara “su incompetencia para decidir la solicitud
planteada por  la abogada Theresly Malavé Wadskier y los abogados Omar Mora Tosta y
Juan Luis González Taguaruco, a favor del ciudadano Gilber Alexander Caro Alfonzo”.
Seguidamente, indica la Sala Plena que “ a fin de determinar el órgano
jurisdiccional llamado a conocer el asunto de autos, la Sala estima necesario resaltar
que por notoriedad judicial tiene conocimiento que en fecha 11 de enero de 2017, el
ciudadano Gilber Alexander Caro Alfonzo y la ciudadana Steyci Briggite Escalona de
Scheuber, fueron aprehendidos en flagrancia por funcionarios del Servicio Bolivariano de
Inteligencia Nacional (SEBIN) en el Sector La Entrada, Municipio Naguanagua del Estado
Carabobo, teniendo bajo su posesión una serie de “elementos de interés criminalísticos”,
entre los cuales se encontraban los siguientes: un (1) arma de fuego tipo Fusil Automático
Liviano (F.A.L.) con veinte (20) cartuchos sin percutir; tres (3) piezas de tamaño mediano
con forma rectangular que pareciera ser un tipo de explosivo denominado “C4”; y la
cantidad de Ciento Noventa y Siete Mil Cien Bolívares (Bs.197.100,00) en billetes de
denominación de Cien Bolívares (Bs.100,00), entre otros objetos personales.”.
Así pues, se señala que “los anteriores hechos fueron expuestos a la Sala Plena de
este Máximo Tribunal por la Fiscal General Militar, Capitana de Navío Siria Venero de
Guerrero, mediante oficio identificado con el alfanumérico FGM0014 de fecha 13 de
enero del año 2017, en la oportunidad de solicitar que se “determin[ara] si existen méritos
jurídicos para que se proceda al allanamiento de la inmunidad parlamentaria”, del
ciudadano Gilber Alexander Caro Alfonzo, dada su condición de Diputado Suplente a la
Asamblea nacional por el Estado Bolivariano de Miranda”.
En tal sentido, al haber decidido la Sala Plena mediante la sentencia N° 34 de
fecha 11 de mayo del año 2017, que el ciudadano GILBER ALEXANDER CARO
ALFONZO no gozaba de inmunidad parlamentaria, por lo que no se encontraba
sometido a régimen especial; al haberse enviado las actuaciones a la Fiscalía General
Militar –por ser su Titular quien planteó la referida solicitud; y, por tener conocimiento
que en fecha 1° de junio del año 2017 el mencionado fue presentado ante el Tribunal
Militar Sexto en funciones de Control con sede en Valencia del Estado Carabobo, con
ocasión a la presunta comisión de delitos previstos en el Código Orgánico de Justicia
Militar; la Sala estimó que lo procedente es declinar en el citado órgano jurisdiccional,
la competencia para conocer la acción de amparo ejercida por la abogada Theresly
Malavé Wadskier y los abogados Omar Mora Tosta y Juan Luis González Taguaruco,  a
favor del ciudadano  Gilber Alexander Caro Alfonzo, Diputado Suplente a la Asamblea
Nacional por el Estado Bolivariano de Miranda.
Ahora bien, al apreciar que la Sala Plena declinó la competencia en el Tribunal
Militar Sexto en funciones de Control con sede en Valencia, Estado Carabobo, para
conocer la acción de amparo sobre la garantía de libertad y seguridad personal del
quejoso de autos, se hace necesario señalar que el Diputado Suplente, CARO ALFONZO
GILBER ALEXANDER, es un ciudadano civil y no un castrense, por lo que se debe precisar qué
jurisdicción a la luz de la Constitución, debe conocer en razón a la materia, el enjuiciamiento de
los hechos que se le imputan al mismo.
En tal sentido, cabe indicar que el delito militar puede ser interpretado
restrictivamente, como la conducta de un militar profesional, que lesiona o pone en peligro
un bien jurídico militar. En el caso que nos ocupa es necesario plantear, la necesidad de
establecer, la frontera entre la legislación penal ordinaria y la legislación penal militar.
El derecho penal militar se concibe como una rama especial del derecho penal, el cual
tiene como fuente, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Capítulo III.
Del Poder Judicial y el Sistema de Justicia, en su artículo 261, que establece:
“La jurisdicción penal militar es parte integrante del Poder Judicial, y sus
jueces o juezas serán seleccionados o seleccionadas por concurso. Su ámbito
de competencia, organización y modalidades de funcionamiento se regirán
por el sistema acusatorio y de acuerdo con lo previsto en el Código Orgánico
de Justicia Militar. La comisión de delitos comunes, violaciones de derechos
humanos y crímenes de lesa humanidad, serán juzgados por los tribunales
ordinarios. La competencia de los tribunales militares se limita a delitos de
naturaleza militar. La ley regulará lo relativo a las jurisdicciones especiales y
a la competencia, organización y funcionamiento de los tribunales en cuanto
no esté previsto en esta Constitución”.
En lo referente, a la esfera internacional la incompetencia de los Tribunales
Militares en relación al juicio civil, se considera que el discurso ha sido superado, en
virtud a la afectación al derecho del juez de la competencia o juez natural, que le
corresponde al imputado como persona humana cuando se vulnera el derecho al juez
independiente e imparcial de la causa. De igual forma, en lo referente a los instrumentos
jurídicos internacionales como es el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y
Políticos (PIDCP), en sus Partes II y III, establece en el artículo 2, numeral 2 lo
siguiente:
“….que cada Estado Parte debe comprometerse a adoptar, con arreglo a sus
procedimientos constitucionales….las medidas oportunas para dictar las
disposiciones legislativas o de otro carácter….” Numeral 3, literal b) “La
autoridad competente, judicial, administrativa o legislativa, o cualquier otra
autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado, decidirá sobre
los derechos de toda persona que interponga tal recurso y desarrollará las
posibilidades de recurso judicial”.
Además, el artículo 3, resalta “el goce de todos los derechos civiles y políticos
enunciados en el Pacto”, como en su artículo 14, destaca lo siguiente:
Numeral 1. “Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de
justicia, toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las
debidas garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido por la ley, en la substanciación de cualquier acusación de
carácter penal formulada contra ella o para la determinación de sus derechos
u obligaciones de carácter civil…..”
Numeral 6. “Cuando una sentencia condenatoria firme haya sido
ulteriormente revocada, o el condenado haya sido indultado por haberse
producido o descubierto un hecho plenamente probatorio de la comisión de
un error judicial, la persona que haya sufrido una pena como resultado de tal
sentencia deberá ser indemnizada, conforme a la ley, a menos que se
demuestre que le es imputable en todo o en parte el no haberse revelado
oportunamente el hecho desconocido”.
De acuerdo a lo citado anteriormente y en el marco del derecho
comparado, se tiene que el texto constitucional, alude al grado de relación que
existe entre los magistrados de las diversas instancias del Poder judicial,
respecto a los demás órganos del Estado, estableciendo que “en el ejercicio de
la actividad jurisdiccional, ningún juez o tribunal se encuentra sometido a la
voluntad de las instancias superiores, debiendo en consecuencia mantener
también su independencia respecto a todos los demás órganos judiciales” en
cuanto a la jurisdicción militar. No obstante a ello, la Comisión
Interamericana de los Derechos Humanos (en lo sucesivo, Comisión) en el
Informe Anual 2000, enfatizó que la justicia militar debía ser restringida,
debido a que la justicia militar podía ser aplicada solo a militares que hayan
incurrido en delitos de función.
Al respecto, la Sentencia del 4 de septiembre de 1998, en el caso Castillo
Petruzzi y otros, dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
en el Informe Anual, dejó sentado que el propósito de la jurisdicción militar,
en los hechos expuestos en la demanda, numeral 2, (en concordancia con el
artículo 141 del texto constitucional peruano se destacó que:

“Corresponde a la Corte Suprema fallar en casación, o en última

instancia, cuando la acción se inicia en una Corte Superior o ante

la propia Corte Suprema conforme a la ley. Asimismo, conoce en

casación las resoluciones del Fuero Militar, con las limitaciones

que establece el artículo 173) que ”de acuerdo con la demanda, el

Perú violó el derecho a la nacionalidad de los señores Jaime

Francisco Castillo Petruzzi, Maria Concepción Pincheira Sáez,

Lautaro Enrique Mellado Saavedra y Alejandro Astorga Valdés,

al juzgarlos y condenarlos por el delito de “traición a la patria”,

de conformidad con el Decreto Ley N° 25.659, aunque el Perú no

es su patria. Asimismo, la Comisión aseveró que dichas personas

no fueron juzgadas por un juez o tribunal competente,

independiente e imparcial, con violación de las garantías


judiciales, pues todos fueron procesados y condenados, a cadena

perpetua por un tribunal “sin rostro”, perteneciente a la justicia

militar”
Es importante resaltar, que la Comisión se basó en algunos hechos, tales
como “Que el 3 de mayo de 1994, el Tribunal Supremo Militar Especial
declaró no haber lugar a la nulidad de la resolución del 14 de marzo de 1994,
que confirma la sentencia de primera instancia del 7 de enero del mismo año,
declarando infundada la excepción de declinatoria de jurisdicción promovida
por los señores Castillo Petruzzi, Pincheira Sáez y Mellado Saavedra.”
Además declaró:

“haber nulidad en la parte que declara fundada la excepción de

declinatoria de jurisdicción deducida por Alejandro Luis Astorga

Valdez” y se inhibió del conocimiento de la causa por encontrarlo

responsable del delito de terrorismo […] por lo que revocando la

de vista y modificando la de Primera Instancia [declaró]

infundada la excepción de declinatoria de jurisdicción deducida

por Alejandro Luis Astorga Valdez y lo [condenó] a la pena

privativa de libertad de cadena perpetua como autor del delito de

traición a la patria”.
De lo expuesto se podría decir, que en el caso de la justicia penal militar
peruana alude a una emanación de la potestad jurisdiccional del Estado, la
cual debe respetar todas las garantías propias del debido proceso penal dentro
del Estado democrático y social de Derecho y de justicia o en su defecto
constituye, la integración de la función administrativa disciplinaria o
sancionadora residenciada en el poder, a través de la propia estructura
castrense, mediante la cual confluyen dos de los más potentes “instrumentos
de coerción” con el que debería contar los Estados: la justicia y la fuerzas
armadas.
De igual manera, la Corte ha dejado establecido, por lo menos un ámbito
fundamental, que inhabilita la intervención de la jurisdicción castrense. Como
menciona Huerta Guerrero, en los asuntos Castillo Pestruzzi y Cantoral
Benavides, que “si las Fuerzas Armadas están inmersas en el combate contra
los grupos insurgentes no se le puede encargar el juzgamiento de dichos
grupos pues ello mina considerablemente la imparcialidad que debe tener el
juzgador”.
Partiendo de esta perspectiva, entonces se puede inferir que el propósito
de la jurisdicción militar puede variar en el campo del derecho internacional,
en los cuales el componente militar ha provocado el alejamiento de la justicia
militar de los principios propios de la jurisdicción y su casi plena
incorporación en el ámbito de la administración de justicia militar.
Asimismo, en lo concerniente a la Jurisdicción Militar, se puede señalar
el caso Colombiano: La Constitución nacional vigente hace referencia expresa
en el Capítulo VIII, sobre el Poder Judicial, al igual que el Artículo 138,
estableciendo la potestad de administrar justicia, la unidad y la exclusividad.
Cabe resaltar que la unidad no se refiere a la función sino a la manera de
organizar el poder judicial. El Principio de Unidad responde a la exigencia del
pensamiento político liberal de suprimir las jurisdicciones privativas propias
del antiguo régimen, que tuvieron como designio establecer un tratamiento
específico y privilegiado a ciertas personas, que de esta manera quedaban
sujetas a un tribunal distinto del competente sobre el común de los
ciudadanos, con lo que se lesionaba el principio de igualdad ante la ley, que
exige el sometimiento de todos a unos mismos tribunales o, mejor dicho, a
tribunales de una misma naturaleza, reconoce asimismo como excepción el
establecimiento de la jurisdicción militar. Por otra parte, el artículo
139, eiusdem, desarrolla un conjunto de exigencias orgánicas y procesales que
la jurisdicción debe respetar en la que se incluye, por cierto, la militar. De lo
contrario, sencillamente, no sería jurisdicción.
Sin embargo, el problema no se reduce al aspecto competencial de la
jurisdicción castrense. Otra perspectiva imprescindible, que es de rigor
incorporar para calificar a la justicia militar como jurisdicción propiamente
dicha, y no de comisiones o tribunales de excepción, en su configuración
orgánica.
Al respecto, la Comisión Interamericana (según Informe anual, caso
Colombia, 1999) ha establecido que no cumple el estándar mínimo de un
Tribunal Independiente, objetivo e imparcial, si la jurisdicción es operada por
las fuerzas de la seguridad pública y, en tal sentido, queda comprendida dentro
del Poder Ejecutivo, y si quienes toman las decisiones no son jueces de la
carrera judicial. A ello se agrega, el que los jueces del sistema judicial militar
en general, son miembros del Ejército en servicio activo, pues de ese modo
quedan comprometidos los principios de imparcialidad y objetividad. El que
permanezcan las jerarquías y que los integrantes de las Fuerzas Armadas,
juzguen a sus colegas, dificulta en grado sumo la imparcialidad.
Ahora bien, en lo referente a Venezuela, la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia sostuvo en sentencia número 1256, de fecha 11
de junio de 2002 que:
“… los delitos comunes cometidos… deben ser juzgados por los tribunales
ordinarios, sin que pueda establecerse ninguna excepción en este sentido y la
jurisdicción militar se limita al juzgamiento de los delitos militares tipificados
en las leyes especiales que regulan esta materia, de forma tal que es la
naturaleza del delito lo que determina en todos los casos la jurisdicción que
debe juzgarlo…”.
En igual términos, ha sostenido la Sala de Casación penal, en sentencia número 59 de
fecha 2 de febrero de 2001 que “en presencia de dos disposiciones semejantes, y ante la
condición civil de la persona procesada, debe concluirse que la jurisdicción penal ordinaria
recobra su supremacía…”, con la cual ratificó el criterio sostenido por la extinta Corte
Suprema de Justicia, en sentencia de fecha 13 de junio de 1998, cuyo contenido es el
siguiente:
“…cuando un mismo hecho esté previsto como delito en el Código Penal y
por derivación también esté previsto como tal en el Código de Justicia
Militar, cada uno de dichos delitos mantiene su propia fisonomía, sin que
haya de recurrirse para la aplicación de una u otra disposición a los fines de
determinar la competencia a las normas doctrinales sobre conflicto aparente
de leyes. No se trata de un problema de especialidad, sino de la
determinación de la esfera de aplicación de cada una de dichas disposiciones
penales. La disposición contenida en el Código de Justicia Militar no enerva
ni impide la aplicación contenida en el Código Penal, porque la primera es
derivada de la segunda. De allí que en presencia de dos disposiciones
semejantes, y ante la condición civil de la persona procesada, debe
concluirse que la jurisdicción penal ordinaria recobra su supremacía”.
En efecto, los civiles son juzgados por la jurisdicción ordinaria y los militares
igualmente, cuando el delito cometido sea un ilícito común, salvo cuando los delitos
comunes son cometidos por militares en funciones militares, en actos de servicio o en
comisiones, conforme a lo establecido en el artículo 123, numeral 3 del Código
Orgánico de Justicia Militar.
En cuanto a este particular, ha sostenido la Sala de Casación Penal del Tribunal
Supremo de Justicia en sentencia número 263, de fecha 3 de marzo de 2000, lo
siguiente:
“……el ordinal 3° del artículo 123 del Código Orgánico de Justicia Militar,
tiene carácter de excepción con respecto a la jurisdicción ordinaria, y de allí,
que deba ser interpretado y aplicado restrictivamente, tanto por lo que
respecta al concepto de establecimiento militar, como, especialmente, por lo
que toca a las funciones militares, actos de servicio y comisiones. De tal
forma que, la procedencia de la aplicación del fuero castrense, está
supeditada a la concurrencia de alguna de las circunstancias especificadas en
la citada disposición. De modo pues, que tratándose, en el presente caso, de
la muerte de dos militares y de lesiones causadas a otros de ellos, como
producto de la colisión, en vía pública, de tres vehículos automotores, uno
conducido por un civil y los otros dos militares, el juez competente para
conocer la averiguación de tales hechos, lo es el de la jurisdicción penal
ordinaria”.
Por tales razones, se puede concluir que las reglas de competencia son de orden
público y específicamente la competencia por la materia, es la que determina el Juez
Natural quien juzgará a las personas sometidas a un proceso penal, en las jurisdicciones
ordinarias o especiales, con obediencia de las garantías constitucionales y legales, conforme
a lo establecido en el numeral 1, del artículo 49 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.
Es así que en el marco del Estado democrático y social de Derecho y de justicia, para
no violar los derechos fundamentales de las personas, los elementos centrales para
determinar la competencia militar deben ser: La condición militar del sujeto activo y la
comisión de un delito de función.
En este sentido, es necesario superar el criterio del lugar donde sucedieron los hechos
o la manipulación del concepto de acto de servicio para determinar la competencia de estos
Tribunales. Asimismo, el juzgamiento de civiles por la jurisdicción penal militar es
contrario a la garantía del juez natural, ya que únicamente esta jurisdicción, puede juzgar a
los miembros de actividad de las fuerzas castrenses.
Una interpretación amplia del delito de función y la competencia de los tribunales
militares es a todas luces inconstitucional, pues sería asignarle un contenido que no es
compatible con el resto de los derechos establecidos en la Constitución y la competencia
asignada a la jurisdicción penal ordinaria del poder judicial venezolano.
En este mismo orden de ideas, es pertinente citar que la Sala Constitucional de este
alto Tribunal, en sentencia N° 957 de fecha 28 de junio del año 2012, indicó lo siguiente:
En este sentido, se debe traer a colación el principio del juez natural, que la
Sala lo ha considerado como un derecho humano fundamental y universal, y
por tanto de orden público, tal como se señala en la sentencia n.° 144, del 24 de
marzo de 2000, caso: Universidad Pedagógica Experimental Libertador, donde
se asentó lo siguiente:
“Dentro de estas parcelas, los distintos órganos jurisdiccionales a que
pertenecen ellas, se distribuyen el conocimiento de los casos según las reglas
de la competencia, bien sea por la cuantía, el territorio o la materia.
Para evitar un caos, y ordenar la administración de justicia, hay reglas de
competencia que se consideran de orden público y son inderogables,
mientras que hay otras que no lo son. La competencia por la materia se
encuentra entre las primeras, mientras que las que determinan el territorio,
por ejemplo, están entre las segundas. El órgano que ejerce la jurisdicción,
en cuanto a la competencia por la materia, es por excelencia el juez natural
de las personas que tengan que ventilar litigios relativos a esas materias.
Como el ser juzgado por el juez natural es una garantía judicial, y un
elemento para que pueda existir el debido proceso, la
abrogada Constitución de 1961 en su artículo 69, así como la vigente en su
artículo 49, consagran el derecho de las personas naturales o jurídicas de ser
juzgadas por dicho juez, quien además debe existir como órgano
jurisdiccional con anterioridad a los hechos litigiosos sin que pueda crearse
un órgano jurisdiccional para conocer únicamente dichos hechos después de
ocurridos. El citado artículo 49 de la vigente Constitución es claro al
respecto: En su numeral 4, reza:
‘Artículo 49: El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales
y administrativas y, en consecuencia:
…Omissis…
4. Toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces naturales en las
jurisdicciones ordinarias, o especiales, con las garantías establecidas en esta
Constitución y en la ley. Ninguna persona podrá ser sometida a juicio sin
conocer la identidad de quien la juzga, ni podrá ser procesada por tribunales
de excepción o por comisiones creadas para tal efecto’.
La comentada garantía judicial, es reconocida como un derecho humano por
el artículo 8 de la Ley Aprobatoria de la Convención Americana de
Derechos Humanos, Pacto San José de Costa Rica y por el artículo 14 de la
Ley Aprobatoria del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Esta garantía judicial es una de las claves de la convivencia social y por ello
confluyen en ella la condición de derecho humano de jerarquía
constitucional y de disposición de orden público, entendido el orden público
como un valor destinado a mantener la armonía necesaria y básica para el
desarrollo e integración de la sociedad. Dada su importancia, no es
concebible que sobre ella existan pactos válidos de las partes, ni que los
Tribunales al resolver conflictos atribuyan a jueces diversos al natural, el
conocimiento de una causa. El convenio expreso o tácito de las partes en ese
sentido, al igual que la decisión judicial que trastoque al juez natural,
constituyen infracciones constitucionales de orden público.”
En tal virtud, conforme al criterio transcrito, existe violación de criterios
vinculantes de esta Sala, así como del principio del juez natural, previsto en
el artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, por
tal razón se declara HA LUGAR la solicitud de revisión interpuesta, se anula la
totalidad del procedimiento, el fallo del Juzgado Superior Séptimo Contencioso
Administrativo de la Región Capital del 31 de marzo de 2011 y el fallo
emanado de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo el 11 de agosto
de 2011, y se repone la causa al estado de que un Tribunal Superior de lo
Contencioso Tributario de la Circunscripción del Área Metropolitana de
Caracas, al cual corresponda conocer previa distribución, emita
pronunciamiento sobre la admisión del recurso contencioso tributario de
nulidad interpuesto contra la Resolución signada bajo la nomenclatura
CJ/DSF/022-2009, del 27 de octubre de 2009, emanada de la Superintendencia
Tributaria de la Alcaldía del Municipio Baruta del Estado Miranda. Así se
decide.
Por las razones anteriormente expuestas, se concluye que el tribunal competente para
conocer y decidir la acción de amparo constitucional ejercida bajo la modalidad habeas
corpus, por el ciudadano Gilber Alexander Caro Alfonzo, diputado suplente por el partido
Voluntad Popular a la Asamblea Nacional por el Estado Bolivariano de Miranda,
corresponde a un Tribunal de Primera Instancia en lo Penal en funciones de control de la
ciudad de Valencia del Estado Carabobo, por ser en razón de la materia, el juez natural,
conforme a lo preceptuado en el artículo 261 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela.
Queda así expresado el criterio del Magistrado disidente.
Caracas, en fechaut supra.
EL PRESIDENTE,
MAIKEL JOSÉ MORENO PÉREZ
PRIMERA VICEPRESIDENTA, SEGUNDO VICEPRESIDENTE,
INDIRA MAIRA ALFONZO IZAGUIRRE JUAN JOSÉ MENDOZA JOVER
Los Directores,
MARÍA CAROLINA AMELIACH VILLARROEL YVÁN DARÍO BASTARDO FLORES
MARJORIE CALDERÓN GUERRERO
Los Magistrados,
ARCADIO DELGADO ROSALES MARCO ANTONIO MEDINA SALAS
MALAQUÍAS GIL RODRÍGUEZ FRANCISCO RAMÓN VELÁZQUEZ ESTÉVEZ
ELSA JANETH GÓMEZ MORENO JESÚS MANUEL JIMÉNEZ ALFONZO
CARMEN ZULETA DE MERCHÁN GLADYS MARÍA GUTIÉRREZ ALVARADO
JHANNETT MARÍA MADRIZ SOTILLO MÓNICA MISTICCHIO TORTORELLA
BÁRBARA GABRIELA CÉSAR SIERO INOCENCIO ANTONIO FIGUEROA ARIZALETA
GUILLERMO BLANCO VÁZQUEZ MARISELA VALENTINA GODOY ESTABA
FRANCIA COELLO GONZÁLEZ EDGAR GAVIDIA RODRÍGUEZ
DANILO ANTONIO MOJICA MONSALVO CALIXTO ANTONIO ORTEGA RÍOS
LUIS FERNANDO DAMIANI BUSTILLOS LOURDES BENICIA SUÁREZ ANDERSON
EULALIA COROMOTO GUERRERO RIVERO FANNY BEATRIZ MÁRQUEZ CORDERO
CHRISTIAN TYRONE ZERPA VILMA MARÍA FERNÁNDEZ GONZÁLEZ
JUAN LUIS IBARRA VERENZUELA YANINA BEATRIZ KARABÍN DE DÍAZ
El Secretario,
JULIO CÉSAR ARIAS RODRÍGUEZ

Atentamente
Dr. Franklin Yanes

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