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Asimismo, se conocen algunos factores de protección que actúan de manera inversa a los
anteriores: reduciendo la probabilidad de que una persona tome drogas o presente problemas por
esta causa. Algunos factores de protección son:
Tener habilidades para comunicarse y relacionarse con los demás, o el hecho de haber
desarrollado vínculos emocionales positivos entre los padres y los hijos.
Prevenir el consumo de drogas (y las drogodependencias) conlleva reducir los factores de riesgo y
potenciar los factores de protección. Esto no garantiza del todo que una persona no llegue nunca
a tomar drogas, pero lo hará menos probable.
En el espacio familiar
En el ámbito de ocio
Dentro de la comunidad
En el trabajo
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las conductas suicidas van desde la ideación
suicida y el intento de suicidio hasta el suicidio propiamente dicho (suicidio consumado). La
ideación suicida abarca el deseo de morir, la representación del suicidio, una idea vaga sin
planeamiento de la acción, idea con planeamiento inespecífico y, la más grave de todas, idea con
adecuada planificación.
Esto pone de manifiesto la necesidad de identificar a los individuos en riesgo para poder brindar
una asistencia adecuada que se adapte a los requerimientos de cada caso.
Aún no hay consenso en cuanto a la causa, pero se sabe que es un fenómeno multifactorial, es
decir, que responde a variables biológicas, psicológicas y sociales donde un estresor vital que
supera el umbral de tolerancia de un individuo predispuesto desencadena o se suma a un
determinado trastorno mental preexistente.
Se sabe que entre un 90 y 95 % de las personas que cometen un intento de suicidio padecen algún
tipo de trastorno mental, (entre ellos los más comunes son depresión, alcoholismo y
esquizofrenia) o enfermedades incapacitantes de curso crónico.
En cuanto a la esfera social; parecen acrecentarlo sucesos vitales estresantes tales como las crisis
económicas, aislamiento social, malas relaciones interpersonales, abusos, haber sido criado en un
ambiente caótico violento y negligente, fracaso escolar y presión social. Por otro lado, también
influyen el abuso de sustancias, intentos de suicidio previos o tener familiares o amigos con
conductas suicidas.
¿Por qué alguien intentaría suicidarse? Elementos comunes y motivos más frecuentes
A esta pregunta hay tantas respuestas como individuos en el mundo. Sin perder esto de vista
podemos encontrar un elemento común en todos los suicidas (Shneidman) y es el deseo del cese
de la conciencia, evadirse de algo intolerable. Es un mito muy común el pensar que el suicida no
quiere vivir más (pues se ve que guarda una relación ambivalente con la vida) sino que no quiere
vivir más así.
De manera secundaria pueden aparecer otros objetivos relacionados con la carencia o frustración
ante un otro. Este sería el aspecto social del suicidio, la toma de posición respecto a un otro; así el
intento de suicidio aparece como una forma de expresar rabia, culpa, inconformidad, frustración,
agresión, reclamo de apoyo, petición de ayuda o venganza.
Así como existen factores de riesgo, existen también factores protectores. Se trata de
características y recursos que se pueden potenciar o poner en marcha para contrarrestar la
conducta suicida.
Todos podemos hacer algo al respecto, como familiares o amigos, como profesionales y como
sociedad.
Que pueden hacer los familiares y amigos ante un intento de suicidio
Tratar de entenderlo. Se sabe que las personas suicidas mantienen una perspectiva pesimista
sobre su futuro, su entorno y sobre ellos mismos, así como un estilo atribucional depresivo (Beck,
Rush, Shaw y Emery, 1979). Este estilo atribucional depresivo significa que establece una causa
interna, estable y global sobre los eventos negativos, por lo cual se reduce la percepción de
soluciones disponibles y esto conduce a la indefensión, es decir, se anulan los intentos de buscar
alternativas para resolver una situación (o conjunto de situaciones) y esto produce mucho
malestar, porque se genera la sensación de que haga lo que haga no va a poder cambiar el curso
de las cosas.
Actuar desde el respeto, no retarlo ni intervenir desde la sanción moral. Pensar que esta persona
percibe que está pasando por una situación muy difícil, que no tiene los recursos suficientes para
afrontarla y desde su lógica, el suicidio se le presenta como la única alternativa posible, por lo que
se recomienda no reprocharle su manera de pensar o actuar.
Privilegiar la escucha activa.Esto implica escuchar con atención y empatía, facilitar el uso del
discurso, no impedir el llanto o la expresión de emociones.
Ayudarle a explorar otras opciones más allá de la autodestrucción, aunque en este momento le
parezcan inverosímiles. Ayudarle a buscar ayuda profesional. No dejarlo solo (pero que tampoco
sienta que se lo está controlando todo el tiempo) y restringirle el acceso a medios letales.
Hacerle ver que no está solo, transmitir esperanza en el futuro; sirve mucho hacer planes o
proyectos. Alentar a que busque ayuda profesional. Idear juntos un plan de acción en caso de que
se vuelva a sentir mal, etc.
Un programa de prevención debe proporcionar las herramientas para evitar el primer intento
suicida, su desenlace fatal y su repetición. Para esto es necesario:
Erradicar mitos, educando a la comunidad (Cuadro B). También puedes leer los artículos
publicados en Psyciencia sobre:
Se sabe que la divulgación sensacionalista por parte de los medios de comunicación acerca de
los suicidios (especialmente si se trata de celebridades) tienen un impacto directo en su aumento
en la población. Especialmente en los adolescentes (grupo de riesgo) se da un factor llamado
“Efecto de la identificación (Werhter)”. La conducta suicida de una persona puede desencadenar
otra similar entre su grupo de pertenencia. Los medios deberían abstenerse de publicar fotos y
hacer comentarios sensacionalistas al respecto.