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Capítulo IV
TENDENCIAS SOCIOCRIMINOLOGICAS
4.1.1.1. El pensamiento de Tomás Moro (1478-1535): En el siglo XVI podemos hallar algunas
apreciaciones genéricas sobre los factores económico sociales del delito de robo, dentro de las
condiciones de vida en tal época, señaladas en la obra Utopia, escrita por Tomas Moro en 1516,
quien según algunos autores fue el primero en resaltar la vinculación de dicho delito con las
necesidades económicas. Decía Moro que muchas personas que viven en las cortes dedicadas al
ocio, cuando los amos ya no podían mantenerlos, eran expulsados quedando sin medios de
subsistencia; asimismo el crecimiento de la actividad textil, que originó el aumento de la ganadería
ovina, dio lugar a que las áreas de cultivo se dedicaran a pastizales, generando campesinos sin
trabajo; igualmente la carestía de la vida influía para que muchas familias despidan a sus criados,
que quedaban sin recursos para subsistir; también decía que los vicios de la época originaban el
desmedro económico y pérdida de recursos de quienes seguían tales prácticas. Como consecuencia,
muchas de estas personas desocupadas y sin recursos, que no tenían como sobrevivir, se veían
obligados a mendigar o a robar.
Igualmente planteó críticas a la pena de muerte como castigo del hurto, considerándola
muy cruel y no suficiente para evitarlo, ya que era "altamente injusto el castigo de quitar la vida por
haber quitado dinero. No creo que todos los bienes de este mundo se puedan compa rar con una
existencia humana" (Moro, 1952, p. 43). Además afirmó que era peligroso castigar con la misma
pena al ladrón que al asesino, ya que el que roba no tendría reparo en matar a la víctima o al testigo,
en la esperanza de que al matarlos quizá no se descubran sus delitos.
centurias después de Tomas Moro, en el siglo XVIII, destaca el pensamiento de J.J. Rousseau,
quien escribió Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres en
1755, posteriormente en 1762 la obra El contrato social, en la que afirmó que la sociedad corrompe
al hombre, el mismo que en estado de naturaleza es bueno, hallándose allí el principio filosófico que
fundamentaría el factor social del crimen. Sin embargo consideró que el delincuente vulnera con su
acción dicho contrato social, convirtiéndose en rebelde y traidor a la patria.
4.1.1.4. Ideas de Claudio Enrique Saint Simón (1760-1825): Socialista utópico francés, jefe
de la escuela política y social de los sansimonianos. Consideraba que la historia se había de convertir
en una ciencia positiva como las ciencias naturales. Escribió varias obras, destacando Cartas de un
habitante de Ginebra a sus contemporáneos de 1803; Memorias acerca de la ciencia del hombre de
1813-16; El Catecismo de los industriales entre 1823-24. Asimismo creía que el progreso del
conocimiento científico era la fuerza motriz del avance social, y que la historia pasa por tres fases
de desarrollo:
1. Teológica: Con dominio de la religión, y que abarca las sociedades esclavista y feudal,
Si bien Saint Simón no planteó ideas acerca del problema delictivo, su aporte es importante
como precursor de la sociología, precisamente Augusto Comte, futuro iniciador de la sociología
como ciencia, fue su secretario y colaborador entre 1818 y 1824.
4.1.2. PENSAMIENTO SOCIOLOGICO DEL SIGLO XIX: En este periodo es donde ocurre un
desarrollo importante del primigénio pensamiento sociológico criminal.
4.1.2.1. Augusto Comte y los inicios de la Sociología: En la primera mitad del siglo XIX se
señala por muchos estudiosos, el inicio de la Sociología con Augusto Comte (1798-1857), mentor de
la escuela positivista. Su principal obra fue Curso de filosofía positiva, en 6 tomos publicados en
varios años (1830-1835-1838-1839-1841 y 1842). La concepción de la nueva ciencia llamada
sociología, la expuso en los tres últimos volúmenes del Cours de Philosophie Positive, sobre todo en
el tomo IV. Inicialmente la había llamado Fisica social, que ya era usado por otros autores, por lo
que inventó el nombre de sociología. Comte dividió la historia humana en tres fases o estadios
siguiendo la visión de Saint Simón:
a) La primera fase, abarca a la Edad media europea. Llamada fase teológica, que se
caracterizaba por interpretar y explicar el mundo y la sociedad en términos divinos. Se pensaba que
la sociedad estaba
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- organizada de tal manera o que las cosas eran así debido a la voluntad de Dios.
b) La fase metafísica, segundo estadio que corresponde al Rena cimiento, las personas dejan
de entender a la sociedad en términos sobrenaturales o según fuerzas divinas. Se tiende a
comprender a la sociedad en base a ideas abstractas o principios metafísicos (no científicos).
Francia, bajo los antecedentes de Rousseau, Saint Simón, Comte, entre otros, hubo un
desarrollo muy importante del pensamiento social criminológico.
A. La Escuela de Lyon: Conocida también como "Escuela del medio"(milieu), surgió avanzado
el siglo XIX bajo el impulso de estudiosos franceses. Se considera que Luis Pasteur tuvo especial
importancia para dicha escuela. Sin embargo, Alejandro Lacassagne (1843-1924), médico y autor de
la obra Precis de médecine judiciaire editada en 1878, fue el jefe de la Escuela de Lyon, la misma que
consideraba metafóricamente que el delincuente era como un microbio, y que el criminal era
solamente peligroso cuando estaba en un medio adecuado, siendo el medio social el caldo de cultivo
del delito. Esta ¡dea se sintetiza en la recordada frase de Lacassagne: "las sociedades tienen los
delincuentes que merecen" expresada en 1885, habiendo sido un duro crítico de Lombroso,
cuestionando su tesis biologista.
Paul Aubry (1858-1899), autor de la obra Contagio del homicidio publicada en 1887,
seguidor de esta escuela, consideró algunos factores predisponentes orgánicos, pero que los
agentes que "transmiten el contagio son la educación, la familia, la presión, las malas lecturas..
"(Rodríguez Manzanera, 1995, p. 326).
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B. El pensamiento de Gabriel Tarde (1843-1904) Igualmente es destacable Gabriel Tarde,
jurista y pensador social francés, quien publicó La criminalité comparé en 1866 y luego su obra Las
leyes de la imitación de 1890, en la que afirmaba que la imitación era factor importante de la
criminalidad. Asimismo escribió Estudios penales y sociales publicada en 1891, y Las
transformaciones del derecho editada en 1893, entre otros trabajos. Su pensamiento fue opuesto a
la Escuela positivista, negando la concepción lombrosiana y afirmando que es la sociedad mediante
su influencia moral y psicológica, que propaga ideas malas o buenas, que influye en los individuos a
través de la imitación.
El propósito de Durkheim fue demostrar que puede y debe existir una sociología que sea
una ciencia objetiva, similar al modelo de las demás ciencias, cuyo objeto de estudio sería el hecho
social, estudiar los hechos sociales como cosas. Para que exista sociología, dos cosas son necesarias:
una que el objeto de esta ciencia sea específico, que se distinga de los objetos de las demás ciencias.
Por otra parte, que este objeto pueda ser observado y explicado de modo similar al que se hace con
los hechos de las demás ciencias (Aron, 1976).
Durkheim (1982) expuso también la idea de que el delito es inherente a toda sociedad, como
algo intrínseco o normal y positivo, pero no por ello libre de castigo. Además consideraba que el
delito que era un fenómeno común de todas las sociedades, y que la desviación cumplía cuatro
funciones esenciales para la sociedad:
Filippo Turati (1857-1932), político y estudioso italiano, quien bajo la influencia del
pensamiento socialista, también enfatizó en las condiciones económicas para comprender la
criminalidad. Fue contrario al positivismo criminológico y consideraba que el aumento de la clase
proletaria en el capitalismo era un factor criminógeno. Escribió la obra II delitto e la questione
socialee n 1883.
4.1.2.4. El pensamiento social Alemán del siglo XIX: En este país también hubieron
estudiosos importantes, desde diferentes vertientes del pensamiento social, como los siguientes.
B. La "Escuela Sociológica" o Joven Escuela del Derecho penal alemán: En Alemania, entre
fines del siglo XIX e inicios del siglo XX destacó Franz Von LISZT (1851-1919), quien fundó la
denominada "Escuela Sociológica" o Joven Escuela en 1898.
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Liszt, si bien discrepaba de la visión positivista lombrosiana, tampoco fue seguidor del
ambientalismo de G. Tarde, planteando una perspectiva pluridimensional, en parte más cercana a
Ferri. Tenía en cuenta como factores del crimen, tanto a la predisposición individual como al entorno
o medio social. El consideró tres factores de la criminalidad: "los defectos de la personalidad, el
déficit en el proceso de socialización y la bancarrota de la justicia penal..."(García Pablos, 1988, p.
301), aunque parece ser con mayor preponderancia social.
En 1889, Franz von Liszt, Adolfo Prlns y Van Hamel, fundaron la Unión Internacional de
Derecho Penal.
C. La visión de Max Weber (1864-1920): Jurista y sociólogo alemán, que si bien no habló
acerca del problema criminal, sin embargo planteó una perspectiva sociológica importante, sobre
todo en temas de sociología del derecho, teniendo influencia hasta nuestros días. Su principal obra
Economía y sociedad, contiene un desarrollo amplio de la sociología del derecho, aunque como
afirma Rehbinder, está escrito en un estilo difícil, quien además dice que para Weber "el Derecho
es aquél orden social cuya validez garantiza un aparato por medio de la coacción. Así pues, se indican
tres características específicas: primero, la propiedad de ser un orden coercible; segundo, la validez
garantizada por medio de la coacción, y tercero, el ejercicio de esa coacción por medio de un aparato
coactivo formado especialmente para ello" (Rehbinder, 1981, p. 73).
4.2.1. NOCIONES DE SOCIOLOGIA: La compleja y variada interacción social del ser humano
es tema de la sociología. Dentro de tal perspectiva, el individuo que vive en una sociedad
determinada, es moldeado según las características de dicha realidad, y es en esta línea de
pensamiento que se han desarrollado diversas concepciones para explicar la conducta delictiva y las
demás desviaciones, siguiendo una visión social en la comprensión criminológica. De este modo se
concibe a la sociología como el estudio sistemático, riguroso y científico de la sociedad. En otros
términos, es el estudio de la vida social humana, de los grupos y sociedades
John Macionis y Ken Plummer (2000) señalan al respecto, que ver el mundo con los ojos del
sociólogo supone cuestionar la idea que las personas hacen lo que deciden hacer, y considerar más
bien, que lo que las personas hacen y piensan es en gran parte determinado por la sociedad en que
viven. Para comprender el papel de la sociedad y como juega ese determinismo social se habla de
socialización, que "es el conjunto de experiencias que tienen lugar a lo largo de la vida de un
individuo y que le permiten desarrollar su potencial humano y aprender las pautas culturales de la
sociedad en la que va a vivir". Sin contacto o experiencia social, un individuo parece más una cosa
que una persona.
En el siglo XX, se han desarrollado diversas corrientes socioló gicas, como la funcionalista,
la estructuralista, la marxista, el ¡nteraccionismo simbólico, la etnometodología, entre otras, bajo
cuyas ideas surgieron las diversas expresiones de la sociocriminología. Asimismo, dentro de ellas se
pueden apreciar también dos grandes tendencias en el análisis social, conocidas como tendencias
micro y macro. En las teorías de orientación macro el inicio de la reflexión e investigación sociológica
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se sitúa al nivel de las grandes estructuras sociales, que permiten entender a la sociedad como un
todo., mientras que en las teorías de orientación micro, no se parte de las grandes estructuras
sociales, sino de las interacciones entre las personas en distintos contextos sociales (Macionis y
Plummer, 2000)
Los sociólogos, sobre todo los funcionalistas, hablan dentro del entorno sociocultural, de
úna cohesión social, entendida como el actuar y estar conforme con las normas y valores
dominantes en dicho contexto, y estamos conformes o adaptados a ellos porque somos socializados
en dicho ámbito sociocultural. Además se mantiene la "cohesión social", porque existe una "presión
social" o control social, por intermedio de sanciones "positivas" como negativas, que se articulan a
través de una variedad de "agencias de socialización": la familia, la escuela, los medios de
comunicación, el grupo de iguales, hasta la iglesia. "La sociología nos permite ver que la sociedad
opera con ciertas reglas. Nos ayuda a entender cuáles son esas reglas y cómo se aplican. En la vida
social podemos decidir cómo vamos a jugar nuestras cartas, pero es la sociedad la que reparte las
cartas y la que establece las reglas de juego. (Macionis y Plummer, 2000). Sin embargo, en toda
sociedad existen personas que violan o transgreden las normas culturales, y es lo que desde la
perspectiva sociológica se llama desviación o "conducta desviada", como en los casos de maltratar
a un animal, conducir ebrio o matar a una persona. Sin embargo consideramos que no toda
desviación es delito, porque existen conductas desviadas no delictivas.
Generalmente bajo este contexto, los sociólogos pretenden comprender, sólo desde la
perspectiva social el tema de la desviación, al respecto Macionis y Plummer (2000, p.208-209)
afirman que aunque "todos tenemos cierta tendencia a pensar en la desviación como el resultado
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de opciones o fracasos puramente personales, la conducta desviada (así como cualquier otro tipo
de conducta) viene en gran parte determinada por el contexto social. Hay tres razones que explican
esto.
1. Lo que se entiende como conducta desviada varía según cuáles sean las normas sociales
de la sociedad en que vivimos. Ningún pensamiento o acción es desviado en sí mismo (...) .
2. Sólo cuando los demás la definen así, la conducta de uno es una conducta desviada". Sin
embargo, todos quebramos diversas normas culturales, hasta quebrantar la ley en ciertos casos,
pero el que terminemos catalogados como desviados o delincuentes "no depende de nosotros, sino
de cómo otras personas entienden y definen esas conductas.
Como se puede ver, las visiones sociológicas tienden a dar una explicación del problema
criminal desde una perspectiva unilateral. Sin embargo debemos anotar que los enfoques sociales
no dejan de ser los más Importantes, aunque ellos aisladamente no pueden dar una respuesta
satisfactoria al problema del crimen, porque no consideran la condición psicobiológica de la realidad
humana, que precisamente es el referente material imprescindible del ser social, y sin cuya realidad
no puede haber fenómeno social.
Por su parte, la sociología marxista con el materialismo histórico consideran que el "Estado,
como superestructura política, se apoya en la ideología y en determinadas formas de control social,
emplea la violencia y lleva implícitos los siguientes factores materiales: el ejército, la policía, los
tribunales, las cárceles, etc." (Academia de Ciencias de la URSS, 1975, p. 85). Bajo esta línea de
pensamiento, F. Muñoz Conde (1983) afirma también, que todo sistema de control penal supone
una expresión de violencia, y que el Derecho penal lo que hace es formalizar la violencia.
Dentro del "ismo" sociológico existen diversas teorías sociales, tanto de inicios de siglo XX
como las posteriores, entre ellas destacan las teorías sociales funcionalistas que han tenido varias
vertientes, altamente influidas en sus inicios por Durkheim, luego por Talcott Parson (1902-1979)
que le dio un nuevo giro, y por Robert Merton. Según Baert (2001), los funcionalistas creen en la
existencia de los llamados "requisitos funcionales universales", sosteniendo que para que sobreviva
cualquier sistema social han de cumplirse ciertas funciones; por ello se fijan en como ciertas
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prácticas sociales pueden satisfacer las necesidades mas importantesde un sistema social.
Asimismo, al igual que el estructuralismo presta atención a estructuras subyacentes de las que las
personas pocas veces tienen conciencia. Esta corriente social ha sido objeto de un fuerte
cuestionamiento, sin embargo desde los años ochenta del siglo XX surgió el neofun cionalismo con
Niklas Luhmann, que pretende integrar las tesis funcionalistas con tendencias de las tesis rivales.
Otra concepción social importante fue el estructuralismo, influido por el lingüista Ferdinand
de Saussure (1857-1913). Como anota Baert (2001), los estructuralistas buscan las estructuras
sociales subyacentes que condicionan y determinan la acción y el pensamiento humano. Otras de
las corrientes que posteriormente alcanzaron un gran impacto, frente a la hegemonía del
funcionalismo y estructuralismo, son las "teorías interpretativas ", entre las que destacan el
interaccionismo simbólico y la etnometodología, entre otros. Al contrario que en las teorías
funcionalistas y estructuralistas, aquí las acciones de las personas no se consideran una mera
consecuencia de las estructuras sociales que se les imponen.
Todas estas tendencias del pensamiento social han tenido, a lo largo del siglo XX, diversas
expresiones en las teorías socio criminológicas que pretenden dar una explicación general del
crimen y la desviación no delictiva, algunas de las cuales veremos en los rubros siguientes. Además
de las teorías generales para comprender el delito y la conducta antisocial, también se consideran
una serie de factores socioeconómicos que no constituyen visiones totalizadoras, sino tan solo
condiciones que junto con otras variables propiciarían la criminalidad.
En nuestro medio también existen algunos estudios desde esta perspectiva, como los
desarrollados en el siglo pasado por Víctor Modesto Villavicencio que en 1930 publicó un breve
trabajo titulado Algunos aspectos de nuestra Sociología Criminal. Igualmente, en ese mismo año se
editó el trabajo Sociología criminal peruana por Ricardo Elias. Más tarde se han realizado algunos
otros aportes, aunque no existen investigaciones sistemáticas desde esta vertiente, salvo estudios
históricos sobre el bandolerismo en la Colonia y los inicios de la República y otras investigaciones
actuales sobre temas puntuales.
Para el materialismo histórico, las bases económicas, las relaciones de producción, en una
formación económico-social concreta y en un periodo histórico determinados, condicionan el tipo
de superestructura, esto es la ideología, las instituciones y las relaciones ideológicas, lo que se
conoce como "cultura inmaterial o espiritual" por la Antropología social. Asimismo, esta tendencia
considera que ia estructura socioeconómica y la correspondiente superestructura de una sociedad
dada, condicionan el comportamiento social. Pero tales bases estructurales no son eternas, sino
sujetas a cambios históricos, en consecuencia, su reflejo, la superestructura también evoluciona e
incluso se da un proceso de interinfluencia dialéctica.
4.3.2.1. La "familia problema": Abarca una variedad de situaciones del entorno familiar,
que pueden tener papel influyente en el condicionamiento delictivo y antisocial, sobre todo de los
menores. En dicho medio familiar ocurren diversas relaciones "microsociales", que tienen un
carácter modelador a través de la transmisión de valores, actitudes, arquetipos de conducta, entre
otras. En estas relaciones intrafamiliares se originan también determinadas vivencias, de acuerdo a
como se produce tal interacción, ya sea con afecto, indiferencia, violencia, entre otras
manifestaciones particulares. El hogar es pues una agencia de socialización, un centro de educación
informal y transmisión de valores, que tiene connotaciones económicas y que está ligada a las
condiciones estructurales de la sociedad vigente, influyendo en el futuro comportamiento del
menor (Vásquez, 2003 A)
Si el grupo familiar se caracteriza por ciertos aspectos negativos para la adecuada formación
de sus miembros, especialmente de los menores, se producirá consecuentemente un proceso de
socialización inadecuado, que en muchos casos puede facilitar conductas desviadas o delictivas. Es
necesario señalar sin embargo, que no toda familia "problema" condiciona que sus integrantes
opten por la criminalidad o la conducta antisocial, esto será más probable en cuanto se acompañe
de otros factores igualmente negativos, lo que explica porqué dentro de una familia inadecuada
algunos de los hijos pueden manifestar Conductas infractoras, pero no todos. En función de la
diversidad de "problemas" que pueden caracterizar a una familia negativa, podemos considerar las
siguientes variantes:
A. Familia incompleta: llamada también hogar deshecho o familia disociada (Aebi, 2003), o
familia desestruccturada (Fernando Justicia et al., 2006) que puede ser consecuencia del abandono
por parte de uno de los padres o por el divorcio o el fallecimiento de uno de los progenitores. Este
tipo de hogar ya fue considerado como un posible factor criminógeno según José Rafael Mendoza
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(1960) y otros tratadistas, sobre todo en la delincuencia de menores. Nosotros hablamos en este
caso, indistintamente de hogar incompleto, desintegrado o deshecho, originados por las
condiciones ya señaladas. Sin embargo en nuestro medio social debemos considerar un tipo de
hogar incompleto, que no es resultado de ninguna de las situaciones indicadas, y en la que
previamente no hubo vida familiar con ambos padres, se trata de los hogares de madres solteras,
que tienen prole sin haber formado parte de un hogar formal o de hecho.
Sin embargo, todo lo anterior no debe llevarnos a una fácil deducción de comprender la
criminalidad como efecto del hogar incompleto, por cuanto existen una serie de variables que
escapan al control del investigador en tales casos, y que posiblemente juegan diverso grado de
incidencia en la génesis delincuencial, concomitan temente o además del fenómeno del "hogar
deshecho". En este sentido, en una investigación sobre la familia disociada en Suiza en los años 90
del siglo pasado (Aebi, 2003), se encontró que el índice de incidencia delictiva entre menores de
familias incompletas o disociadas frente a los menores de familias integradas eran prácticamente
similares, no apreciándose una diferencia significativa estadísticamente, salvo en el consumo de
drogas blandas en la que se halló mayor prevalencia en los menores de familias disociadas. Paran
Aebi, esta escasa diferencia entre menores de ambos tipos de familia se explicarían por el sistema
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de seguridad social de Suiza que protege y ayuda a las familias disociadas para cumplir con su rol
socializador
B. Familia numerosa y promiscua: realmente se trata en este caso, de familias con escasos
recursos económicos y con un número grande de hijos, lo que origina también fenómenos de
hacinamiento y promiscuidad, propios de la "familia gigante" como lo denominara Hans von Hentig
(1948). Al respecto, estudios hechos por T. Ferguson en 1952 hallaron que de familias numerosas
provenía un mayor número de menores antisociales, con respecto a hogares más pequeños. Del
mismo modo Trenaman, por el mismo año, en un estudio de soldados delincuentes en 1952,
encontró que un porcentaje significativo provenían de familias numerosas. Estudios posteriores
siguen considerando esta condición como situación de riesgo (Vásquez, 2003 B; MartínezCatena y
Redondo, 2013)
D. Familia habituada al consumo de alcohol y/o drogas: El uso habitual de drogas y/o
alcohol, bien sea por el padre, la madre o ambos progenitores u otros adultos del hogar, puede
extenderse a los hijos. En este caso nos estamos refiriendo a situaciones en que el consumo es
frecuente, como sería el abuso o la dependencia de drogas o el alcohol. Esta circunstancia imperante
en un hogar repercute negativamente sobre todo en los menores, que no recibirán una orientación
adecuada por el problema de los padres, además de que carecerán de una imagen o modelo
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adecuado, guiándose por un paradigma negativo, y si introyectan la conducta de tales padres, se
encontrarán también en riesgo (MartínezCatena y Redondo, 2013) de Ingresar en actividades
desviadas.
Sin embargo en países como el nuestro, en los que existen desigualdades sociales muy
marcadas y grupos con escasos ingresos económicos, se aprecia que el fenómeno de la miseria
favorece que muchos menores se dediquen a ciertas actividades laborales riesgosas que pueden
propiciar una conducta irregular. Ante la desocupación o una actividad escasamente remunerada
de los padres o al ser abandonados por ellos, muchos niños se ven forzados a contribuir en la
subvención de las necesidades del hogar. De este modo surgen los vendedores de dulces, diarios u
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otros productos; el lustrabotas o el que recurre a la mendicidad. En este contexto, los menores,
dada su inmadurez y fácil influenciabilidad, así como la interrelación con personas desviadas, están
propensos a caer en actividades antisociales, en correlación con sus condiciones psicobiológicas.
2015), antes de ingresar a la prisión, sea como inculpado o condenado, según datos de
enero del año de 2015, se caracteriza porque masivamente estaban dedicados a oficios diversos,
predominando los obreros (19,881), luego los choferes (10,603), trabajadores agrícolas (10,291),
comerciantes (8,122), trabajadores de servicios (2,042), artesanos (1,565) y otros oficios o labores
manuales no calificadas,. Estas actividades que son desempeñadas por personas, generalmente de
los sectores sociales menos privilegiados, alcanzan un porcentaje cercano al 92 % de internos.
El rubro ocupación técnica, abarca una población heterogénea, e incluye desde mecánicos
(546), electricitas (349), paramédicos (43), entre otros, llegando casi al 3 %, que sumados al 2.5 %
de profesionales, cuyo mayor volumen es de las FF.AA. y FF.PP.(699) y profesores (458), constituyen
un poco más del 5 por ciento de la población encarcelada, conjunto que está constituido por
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personas cuya situación económica es heterogénea, abarcando incluso casos de condición
económica precaria, como por ejemplo el de muchos profesores, así como de los oficiales FFAA y
FFPP de menor graduación, hasta los que tienen ingresos bastante altos.
Finalmente tenemos que anotar que no debe entenderse estos datos como un
determinlsmo social y económico del crimen, y que el delito proviene de los sectores
económicamente precarios y marginados, ya que también la criminalidad se aprecia en grupos
sociales con un mejor estatus económico, y una muestra de ello son los delitos de "cuello blanco"
que ya hemos visto en el capítulo segundo.
incluyen diversas manifestaciones negativas dél entorno familiar respecto a los menores (E.
Romero et al., 2000; F. Justicia 2006) como las siguientes:
• Disciplina férrea,
Los medios masivos de comunicación o información que han alcanzado gran desarrollo, son
principalmente la televisión, el cine, la prensa y la radio. De todos ellos, el primero es el que ha
cobrado un gran auge y difusión, especialmente en las zonas urbanas, aunque en los últimos
tiempos, debido a la transmisión vía satélite llega hasta lugares muy apartados de las urbes
productoras de los mensajes televisivos.
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A. Papel de los medios masivos de comunicación: En términos generales, todos los medios
de comunicación masiva pueden transmitir mensajes negativos que favorezcan conductas agresivas
y desviadas, a la par que juegan también un papel sutil en el campo de la alienación y la manipulación
de las mentes humanas en favor del sistema dominante (Bailón, 1974; Mattelart, 1977; Schiller,
1979). Al respecto Juan Bustos (1983) señalaba que el estudio de los medios de comunicación,
dentro del aspecto que nos interesa, ha seguido dos direcciones:
1) Una primera tradicional, preocupada en los medios de comuni cación como causas o
factores de ciertas conductas en los receptores, y
2) Una segunda que concibe a los massmedia como medios de control social, inclinándose
Bustos por esta segunda perspectiva.
términos generales, el tipo de contenido que se transmite por los medios de comunicación
social dentro de nuestra sociedad, se caracteriza por ofrecer imágenes de agresión, violencia, sexo,
incitación al consumismo, entre otros, que precisamente no son modelos ni mensajes para un
adecuado ajuste social o para contribuir a la formación de personas solidarias y racionales, sino mas
bien seres individualistas, sensuales y con diversa dosis de violencia. De este modo son estímulos
indirectos que contribuyen en alguna medida a la manifestación de conductas desviadas.
Según Joseph Klapper (The effects of mass media, 1966), se ha comprobado un aumento de
la "violencia" en la TV durante las horas dedicadas a los niños. Al respecto los estudios sobre los
efectos de los mensajes de violencia de la televisión, podemos separarlos en varios grupos: uno que
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lo considera de tipo catártico o positivo, otro que lo cree sin efecto importante, y una tercera
orientación que lo considera como elemento inductor de violencia en el espectador.
• En primer lugar quienes piensan que la temática de violencia no ejerce ninguna influencia
importante en el espectador. Al respecto el estudio de Himmelweit y Col. de 1958 señalaba que no
se dan diferencias importantes entre niños expuestos a la TV y los no expuestos, en el aumento de
la agresión y otros efectos colaterales. No creen que la TV sea factor criminógeno y que más bien el
niño agresivo lo es por sus relaciones con el grupo primario.
«. En segundo lugar, otra tendencia explicativa de los efectos de la TV sobre todo en niños,
le asigna un rol catártico a los programas de violencia. Esta explicación se basa en el supuesto de
que el individuo frente a sus tendencias agresivas y la necesidad de ejecutar actos violentos,
mediante la percepción de estos programas de TV siente un efecto catártico o liberador de tales
impulsos. Sin embargo, según mencionan Secord y Backman (1976), los primeros experimentos en
esta dirección dieron resultados sin importancia y más bien contradictorios. Posteriormente, un
estudio hecho por Feshbach en 1971 mostró que menores de 8 a 18 años de edad, sometidos a una
presentación constante de violencia televisiva por un periodo de seis semanas, expresaron menor
agresión que niños que vieron televisión no agresiva, esto sirvió para reavivar la hipótesis de la
catarsis, aunque otros estudios de repetición del experimento indicado, presentado por Wells en
1971, no confirmaron tales resultados.
• En tercer lugar, el punto de vista que atribuye un efecto generador de agresión a los
programas que contienen temas de violencia en la TV, especialmente en los menores, lo que ha sido
expuesto por diversos autores y tratado de probar mediante estudios sobre el particular. Los
investigadores más destacados, que han realizado trabajos que muestran esta correlación entre
conducta agresiva y violencia en la televisión, son Alberto Bandura en los años 1961,1962,1965 y
1973, y Leonard Berkowitz en 1964, 1965, 1969 y 1970. Son también importantes los resultados de
una investigación sobre este tópico, patrocinado por la National Institute of Mental Healt de los
Estados Unidos de los años 1969, 1970,1971, entre otros. En términos generales se han señalado
dos procesos básicos que jugarían en el mecanismo de ver programas de televisión de temas
agresivos y conductas violentos del espectador, en primer lugar el proceso de imitación y en
segundo término la instigación.
a) Cuando las expresiones de violencia percibidas parecen ser justificadas dentro del medio;
Asimismo, las reacciones agresivas se pueden instigar por una variedad de estímulos
excitadores, por ejemplo la presencia de objetos agresivos (armas), escenas de competición atlética,
entre otros. Estudios posteriores, sobre instigación de la violencia de los programas en la TV,
hallaron resultados algo similares, aunque no en sentido uniforme, y sobre todo mayor correlación
en niños que eran más agresivos antes de ver los programas de violencia de la TV.
De estos datos podemos deducir, dentro de cada contexto social, la incidencia criminógena
que pueden tener los medios masivos de comunicación como la televisión. Sin embargo estos
resultados hay que valorarlos en el sentido que las correlaciones con conductas desviadas de los
menores y los adultos, son tendencias en alguna medida predominantes, pero que la influencia de
los medios no puede explicar las diversas formas de criminalidad; hay que considerar también, los
aspectos individuales de las personas que son más propensas al modelamiento o a la incitación
criminal, esto es los factores psicobiológicos subyacentes.
Asimismo debemos entender que los medios de comunicación no pueden ser valorados en
abstracto y al margen del contexto económico social, ya que la televisión en sí no es negativa, sino
en función a los contenidos y mensajes que transmite, y si reparamos que en países como el nuestro
se da este tipo de televisión inadecuada, ampliamente estudiada por Berkowitz, Bandura y otros
científicos sociales, no podemos quedarnos al nivel de crítica aislada y obviar que dicho modelo de
televisión resulta ad hoc para un sistema económico social liberal, por ello no debemos olvidar el
contexto que la está generando, y que en última instancia un cambio de este modelo de televisión
requiere también una modificación de las condiciones económico sociales de fondo, que
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generalmente se olvidan en este tipo de estudios. Este enfoque criminológico integral debe
considerarse en estos casos y será materia de una síntesis final en el capítulo correspondiente.
2) El Cine: si bien en la primera mitad del siglo XX el cinema tuvo un influjo de primer orden
en lo que concierne a los medios de comunicación de masas, que luego fue desplazado por el auge
de la televisión, no podemos dejar de considerar el impacto que todavía tiene sobre la población,
especialmente en los menores. Los mecanismos por los que juega el cine son quizá similares a los
de la televisión, y si reparamos en los contenidos y mensajes predominantes que se transmiten por
dicho medio, veremos que además de la violencia, que en alguna medida es similar al de la TV, se
agrega el manejo del sexo en forma mucho mas explícita, lo que constituye el tema básico de un
alto porcentaje de películas para atraer sobre todo a los jóvenes, produciendo en muchos casos
efectos nocivos o instigando impulsos propios de la juventud.
Como ya lo señalábamos algunas décadas atrás (Solis, 1966); en nuestra vida urbana, la
concurrencia al cine por los menores era casi una necesidad que no se podía privar. Esto no tendría
nada de negativo, más bien en ciertos casos de positivo, si hubiera una orientación pedagógica de
los contenidos proyectados, y si no fuera porque la comercialización de este medio de difusión hace
que éste se oriente buscando la mayor afluencia del público, y para ello se vale de las más atrevidas
filmaciones, que muchas veces sobrepasan a la "censura", y siendo atractivas especialmente para
los menores. Al respecto Jean Chazal (1958) decía que la mayor parte de los delincuentes jóvenes
de París van al cine de tres a seis veces por semana, siendo algunas películas especialmente nocivas
para los jóvenes espectadores, porque son de contenido morboso o de lujosa facilidad en las que
dominan escenas de violencia, torturas y secuestros.
No obstante todo lo dicho, hay que considerar que los efectos negativos del cine, al igual
que de la TV, tienen que ser valorados en función de los mensajes y contenidos que transmiten, y
dentro del medio social en que se manifiestan, considerándose sobre todo los mensajes de violencia
predominantes, cuyos efectos como resume Fernando Justicia (2006) son:
Los niños que son expuestos a niveles altos de violencia, aceptan con normalidad tales actos
y pueden comportatse agresivamente
Los niños expuestos por los medios a esas acciones violentas, perciben un mundo en el que
hay que pelear y luchar para subisitir.
Con respecto a la primera situación, hay que señalar que al lado de la inadecuada
escolaridad se aprecia una condición social y económica precaria, por lo que esa insuficiente
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escolaridad básica no se debe en la mayoría de casos, como podrían pensar algunos, a una
deficiencia intelectual, sino a situaciones de "inferioridad socioeconómica", yaque las personas de
hogares deficientes económica y culturalmente, muchas veces son las que presentan algún
rendimiento deficiente o conducta problema en la escuela, y las actitudes de los maestros incluso
es negativa ante estos menores
Al lado de dicha medida de expulsión, la actitud de castigo físico o verbal que se ejerce sobre
el escolar problema, por deficiencia en el aprendizaje o indisciplina ocasiona situaciones reactivas
de hostilidad, temor o abandono definitivo de la escuela. Al respecto, en un estudio de algunas
décadas atrás Pearl H. Berkowitz y Esther P. Rothman (1961) en Estados Unidos, afirmaban que en
una investigación que llevaron a cabo, incluyeron una colección de registros anecdóticos y
disciplinarios que llevaban los maestros de las escuelas de Nueva York. Muchos de tales registros
indicaban que los niños a los que se referían, eran considerados como problemas de indisciplina, y
se llevaba el registro con el objeto de establecer sanciones disciplinarias. Sin embargo era evidente,
a través de ese material, que la conducta de los niños consistía en una pobre adaptación y que
debería haberse recogido dicha información con el objeto de brindarles ayuda psicológica en lugar
de sancionarlos.
Debemos aclarar que cuando señalamos estas variables escolares, entre los factores que
contribuyen a comprender la criminalidad y el comportamiento antisocial, no planteamos una
relación necesaria y directa, ni menos aislada, sino que debemos incluirlo dentro del contexto
explicativo criminológico integral, que considera a la interrelación de variables de riesgo que
facilitan una conducta delictiva. Además debemos precisar que la influencia de la escuela como un
ente socializador y adecuada formación del menor, al margen de las situaciones problemáticas
reseñadas, cumple un papel que inhibe la criminalidad, ya que las buenas actitudes hacia la escuela
disminuyen el comportamiento delictivo.
Los criminólogos críticos como Baratta (1986) consideran al sistema escolar, en las
sociedades capitalistas, como el primer segmento del aparato de selección y de marginación en la
sociedad. Afirma dicho autor que dicho sistema que va de la instrucción elemental a la media y a la
superior, refleja la estructura vertical de la sociedad y contribuye a crearla y a conservarla a través
de diversos mecanismos de selección, discriminación y marginación. Esto supone que el acceso a los
grados más altos del sistema escolar, es escaso por parte de los grupos inferiores de la escala social,
mientras que las "sanciones negativas", esto es repetición de año, desplazamiento a otras clases,
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inserción en escuelas de educación especial, aumentan de manera desproporcionada en cuanto se
desciende a los niveles inferiores de la escala social.
Según trabajos hechos en Francia, I. Bourrat y otros (1958), decían que el estudio
topográfico de la delincuencia juvenil, realizado con el profesor Mazel, "confirma la importancia de
esos factores sociales. En efecto demuestra el factor criminógeno de las ciudades, a la que
pertenecen cerca del 75% de los menores delincuentes, y la desigual distribución de la delincuencia,
según las características sociales de los diferentes suburbios. Nula o casi nula en los suburbios
burgueses y en los barrios ricos, la delincuencia hace estragos particularmente en los suburbios
obreros y en los barrios pobres..". Refiriéndose a Estados Unidos hace varias décadas atrás, Mariano
Ruiz Funes (1953) consideraba que deben estimarse como ambientes específicamente
criminógenos, las llamadas áreas criminales, los "slums" de los norteamericanos, o los barrios
pobres, en que otros elementos distintos del ambiente suelen ser el factor desencadenante de las
actividades delictivas precoces. Estas ideas de los autores citados y otros, señalan que existen zonas
o áreas sociales que favorecen la desviación de menores y también la criminalidad adulta. Estudios
actuales consideran también el papel de riesgo o influencia de las áreas subculturales en la
delincuencia juvenil (Vásquez, 2003 A, 2003B).
Unido a tales condiciones ocurre también el alto nivel de desempleo en muchos jóvenes de
los estratos más pobre, los mismos que a su vez carecen de alguna calificación laboral, lo que
dificulta su oportunidad de trabajo, pero a su vez se hallan presionados por los valores de una
sociedad cosumista, lo que puede presionarlos hacia alternativas desviadas para obtener ingresos.
Un fenómeno también preocupante es que en los últimos lustros dél siglo XX han surgido
pandillas de jóvenes (Martínez y Tong, 1998; Santos, 2000) en tales zonas urbano marginales en las
diversas ciudades del país, generando conflictos y zozobra en tales ámbitos poblacionales,
fenómeno que agrava el problema de la criminalidad, propiciándose el surgimiento de adolescentes
infractores de la ley penal.
Sin embargo, la investigación de las condiciones que favorecen el fenómeno delictivo tiene
que ser integral, y no quedarse en el aspecto externo, en el hecho social visible e inmediato. Nuestra
realidad básica es que existe una estructura económica y social totalmente injusta, con tremendas
diferencias entre los que casi lo tienen todo y son los menos, y la inmensa mayoría que casi no tiene
nada. Esta situación genera problemas particulares de tipo económico, como el aumento de los
niveles de pobreza, lo que contribuye a la formación de barriadas, las mismas que no están
condicionadas por la simple explosión demográfica, sino por el sistema económicosocial injusto. Al
respecto, si recordamos nuestras estadísticas carcelarias, parecería que las clases sociales más bajas
económicamente son las que producen los delincuentes y antisociales, pero esto no puede ser
comprendido siguiendo una relación causal directa y mecánica, sino que al lado de tales fenómenos
que son efecto, juegan también papel importante factores confluyentes, tales como la situación
económica precaria, lo que propicia que estos grupos sociales tengan que habitar lugares de escaso
desarrollo cultural, zonas de mayor desorganización social, lo que a su vez influye para que las
familias de estos lugares tengan menos oportunidades de desenvolvimiento cultural, y que algunos
de sus miembros se desvíen de los patrones aceptados por la clase social que tiene el poder de
decisión económica y política.
No obstante todo lo indicado, no pretendemos sostener que existe una especie de destino
o hado fatal que determina una propensión a la delincuencia de las clases menos favorecidas, y una
ausencia de criminalidad en las clases acomodadas. Realmente se aprecia también muchas formas
de conducta desviada en los jóvenes provenientes de mejor estatus económico, tales como
consumo de drogas, infracciones sexuales, daños, entre otros. Asimismo el fenómeno delictivo
también se manifiesta en los adultos de dicho sector social e incluso en su expresión de criminalidad
de "cuello blanco", tales como los casos del gran contrabando, peculado, quiebra fraudulenta de
bancos o industrias, así como el tráfico de drogas en sus expresiones mayores, entre otras formas
delictivas de gran magnitud y de efectos socialmente deletéreos más graves que los delitos y
delincuentes que son el objeto de preocupación principal de nuestros tribunales de justicia. Delitos
que a veces cobran notoriedad, pero que sin embargo, debido a la influencia del poder económico
y/o político, son ocultados o minimi zados, yendo a formar parte de lo que se conoce como la
criminalidad "oculta" o no descubierta, que no incluyen por tanto el real volumen de los delitos y
actos antisociales cometidos en un país. Tales formas de comportamiento antisocial y delictivo que
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se manifiestan entre los estratos y ambientes urbanos no estrictamente pobres y marginales, nos
sirven también para inferir que no se puede pretender explicar o hallar una relación causal directa
y mecánica, entre el medio social urbanomarginal y/o pobreza con el delito y la conducta antisocial.
Además del medio social inadecuado, hay que considerar el grado de moral, los valores
humanos, alienación social, escapismo, caracte rísticas de personalidad, entre otros aspectos; y todo
ello incluso sobre un fondo de connotaciones estructurales de índole económicosocial del sistema
imperante. Esto significa que las condiciones externas que juegan en la conducta delictiva y
antisocial, no solamente pueden ceñirse a ser de índole "ambiente social inadecuado", sino que allí
entran en juego un sinnúmero de variables, además de las condiciones internas. Estas acotaciones,
sin embargo, no significan que se deje de considerar la importancia del medio ambiente social
inadecuado o marginal y las necesidades económicas, como factores que contribuyen al surgimiento
de la conducta desviada, cuya explicación tiene que considerar también las condiciones internas de
cada adulto o menor delincuente.
Siguiendo un criterio más amplio, las tesis sociocriminológicas se podrían diferenciar según
su tendencia teórica, en consensúales, interaccionistas, conflictuales y ambientales o situacionales:
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Las teorías consensúales, sobre todo etiológicas o del factor approach, son generalmente
macrosociológicas y se apartan del estudio individualizado del delincuente, aunque según cada
teoría particular el análisis del delincuente es considerado en mayor o menor grado. Además estas
tendencias se hallan orientadas hacia el descubrimiento de las causas sociales del comportamiento
desviado, y encuadran mayormente dentro del modelo funcionalista.
Las teorías conflictuales constituyen diversas variantes que no aceptan la visión consensual
de la sociedad, son tendencias críticas y contestadas, parte de las cuales siguen el modelo marxista,
entre las que se hallan las tendencias críticas.
Las teorías ambientales o situacionales ponen énfasis en el estudio de las oportunidades del
entorno o ambiente que favorecen el evento delictivo, no se preocupan tanto de la etiología
criminal.
Zona 2. “Zona de transición”, área deteriorada, donde residen per sonas con menores
recursos económicos.
Desde la perspectiva criminológica, otros aportes al respecto fueron elaborados sobre todo
por dos sociólogos norteamericanos, Clifford Shaw (1895-1957), que en 1924 había publicado
Delinquency areas con otros tres autores, luego The Jack Rolleren 1930, y conjuntamente con Henry
McKay (1899-1980) Juvenile delinquency an urban áreas editado en 1942, en la que plantean que la
diferencia entre delincuente y no delincuente no se debe a factore o rasgos individuales sino a las
características de las zonas donde viven (Vásquez, 2003 B). Esta tesis considera que existe una
tendencia a la distribución de la criminalidad en función de las áreas o zonas que existen en una
ciudad, del modo siguiente:
d) Son las características del área las que determinan la delin cuencia. Esto se basa en el
hecho de que la criminalidad se ha mantenido invariable, no obstante el cambio de la población, y
que los grupos que emigraron disminuyeron su tasa de delincuencia.
Esta teoría pone énfasis en las características globales de la zona en las ciudades estudiadas,
pero ello realmente no constituye un análisis explicativo de las "áreas" delictógenas, en otras
palabras queda la interrogante y porqué existen áreas delincuentes.
Además existen casos de individuos que residiendo en dichas "áreas" no llegan a delinquir,
así como el de personas que cometen actos criminales residiendo fuera de tales áreas.
Años mas tarde, Frank Tannenbaum (1893-1969), con su obra Crime and the community de
1938, y luego William F. Whyte (1914-2000) en Street comer society: The social structure of an Italian
slum editado en 1943, presentaron también sus estudios sobre las pandillas de Chicago, observando
que tales grupos tenían un desarrollo especial en los barrios bajos, y que dichas pandillas prestaban
segundad y apoyo a sus miembros, frente a la depresión y dificultades económicas.
Según glosa Víctor J. Irurzun (1964, p.105), el "joven de clase baja se socializa en el "grupo
de la esquina" que sustenta las normas y valores de la clase baja y encuentra en este grupo las
gratificaciones que le son vedadas en el grupo familiar". Asimismo hay que anotar que estos trabajos
se orientan a explicar la conducta antisocial, como un fenómeno aprendido.
2001):
d) La oportunidad de que una persona participe en una conducta criminal sistemática, está
en función de la frecuencia y consistencia de sus contactos con comportamientos criminales.
e) Desde que existe una cultura criminal y otra convencional, el conflicto cultural es la causa
que subyace en la asociación diferencial y en la conducta criminal sistemática.
En resumen, si bien esta teoría tuvo adeptos, hubo también detractores y críticos muy
severos de la misma. Por ejemplo Sheldon Glueck, consideró que esta concepción era muy general
y simplista para servir de ayuda práctica en la explicación, en el tratamiento y en la prevención de
la criminalidad. Di Tullio (1966 p. 56) por su parte, decía que dicha teoría "no da ninguna explicación
de la respuesta diferencial de aquellos individuos que, aún estando predominantemente expuestos
a asociaciones de tipo criminógeno, no cometen delitos". Del mismo modo Manuel López Rey (1975,
p. 82) afirmó que esta teoría de la "desorganizaciónorganización y crimen, no pasa de ser un
postulado excesivamente general con escaso fundamento, tanto en lo soclopolítlco y económico
como en lo criminológico". Kaiser (1978) señala también que esta teoría no explica el delito de los
contraventores ajustados soclalmente, que el mismo Sutherland los excluye, al pretender explicar
sólo la criminalidad sistemática
Intensidad: Cuando resultan más importantes o próximas para el individuo, los sujetos que
intervienen en la comunicación de las definiciones.
b) Las definiciones: Tiene que ver con el significado o la actitud que asocia con un
determinado comportamiento. Si la persona aprueba una conducta es posible que la ejecute, pero
si su nivel de desaprobación es alto, hay menos riesgo de que realice dicho comportamiento.
c) Refuerzo diferencial: vinculado con las ventajas o inconve nientes relacionados con el
comportamiento, sobre todo en la reiteración de una conducta en que se tuvo éxito o no,
planteando cuatro casos diferentes.
Robert Merton (1967, p.212) señaló diferencias entre los términos "anomie" y "anomia".
Precisó que la "anomie se refiere a la propiedad de un sistema social, no al estado de ánimo de éste
o aquél individuo dentro del sistema. Se refiere al derrumbe de patrones sociales que gobiernan la
conducta y por eso incluye también el significado de escasa cohesión social". Mientras que el
término "anomia" es empleado por Leo Srole, según cita de Merton, para designar el estado
anómico del individuo. Sin embargo, en la literatura se suele usar sólo el término anomia
La Anomia o falta de normas, señala Merton, es producto del desequilibrio entre los
diversos fines que propugna la sociedad, como metas deseables para todos sus miembros, y los
medios que provee a sus integrantes para alcanzar dichos fines. Mientras los fines o metas son
aceptados por las personas de todas las clases sociales, existen sin embargo variaciones respecto a
los medios lícitos para conseguirlos. En las clases bajas se nota con mayor énfasis la diferencia en
cuanto a la posibilidad de contar con dichos medios, teniendo más dificultades para poseer los
medios institucionalizados que les permitan lograr las metas impuestas por la sociedad.
Esta teoría sugiere, según afirma West, que al organizarse de tal forma que suscita en las
clases bajas, aspiraciones para frustrarlas después, "la sociedad obtiene los delincuentes que se
merece" (1970). Sobre todo en Norteamérica, donde se pone especial énfasis en los fines o metas
económicas, como el hacer dinero y adquirir cosas, que simbolizan categoría y éxito social, fines que
todas las clases aceptan; ocurre el problema que los medios lícitos o aceptados socialmente para
lograr tales metas, no son suficientes o accesibles para todos los miembros de la sociedad.
A. Categoría de adaptación: Frente a este conflicto entre metas y medios, Merton plantea
que existen cinco tipos o categorías de adaptación individual, siendo la primera el comportamiento
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adaptado en su totalidad (conformista), mientras que los cuatro restantes son diversas formas de
respuestas desviadas:
2) Ritualismo: en esta adaptación ocurre una disminución o rebaja de las metas de éxito
hasta los niveles en que se pueda lograrlas, cuando los medios que se tienen no son los suficientes
o adecuados para alcanzarlas en toda su magnitud; pero sujetándose de todos modos a las normas
o medios institucionalizados. Generalmente, decía Merton, esta adaptación ocurre más en la clase
media baja. Asimismo esta conducta ritualista tiene poco que ver con la desviación, salvo con
algunas formas de neurosis compulsiva.
B. Clinard (1967 p.30), que las “innovaciones ilegítimas no están restringidas al crimen entre
las clases socioeconómicas bajas.
Presiones similares hacia símbolos de un status monetario cada vez más elevado se ejercen
sobre los grupos socioeconómicos altos, dando lugar a prácticas comerciales inmorales", y es lo que
se ha dado en llamar crimen de cuello blanco". Si bien el propio Merton, también trató de integrar
la criminalidad de cuello blanco dentro de su teoría, sin embargo como anota Baratta (1986A), no
ocurre en este caso una carencia real de medios legítimos, por ello la criminalidad de cuello blanco,
sería un cuerpo extraño en la elaboración original de esta teoría.
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Asimismo Merton no considera que todas las desviaciones innovadoras sean disfuncionales
para la sociedad, ya que algunas pueden servir de base a nuevas instituciones mejor equipadas para
funcionar con relación a las antiguas.
4) Retraimiento: es una forma de adaptación desviada en la que se rechaza tanto los fines
como los medios aceptados socialmente, manifestándose una especie de aislamiento o abandono
de tales normas. Este fenómeno se debe a que no obstante que el sujeto internaliza las metas
culturales, encuentra inaccesible los medios sociales para su logro, cayendo en la frustración,
derivando en un derrotismo y retraimiento o abandono de todo. Esta conducta es una forma
adaptativa desviada de parias, vagos (linyeras), alcohólicos, drogadictos, beatniks (hippies),
psicóticos.
B. Ampliaciones a la teoría de Merton: Esta teoría fue ampliada en parte, con algunos
reajustes, por otros autores como Cloward y Ohlin, Dubin, Opp, entre los más importantes.
1) Robert Dubin en 1959, luego del análisis de la teoría de-Merton, planteó que los tipos de
comportamiento desviado considerados en dicha concepción son insuficientes, formulando un
modelo ampliado a 14 tipos de conducta desviada. Asimismo afirma que dicho comportamiento
está en relación a tres elementos: las metas culturales, normas institucionales, y medios adecuados.
3) Karl D. Opp en 1970 y 1974, consideró también, además de las metas y medios señalados
por Merton, la participación de las normas, pero además agregó la hipótesis cuantitativa, esto es
que los tres primeros elementos considerados se dan en diversa cantidad, y es en función de ella
que se pueden manifestar las conductas desviadas.Tales condiciones se expresan en una fórmula
matemática:
A = f (m. N.M.)
La acción (A), es una función (f) de las metas (m), de las normas(Ñ) y de los medios (M). En
otras palabras afirma: cuanto más intensas son las metas relevantes de las personas, cuanto menos
intensas son las normas reguladores legítimas, cuanto más intensas son las normas ilegítimamente
reguladoras, cuanto menos son las posibilidades de alcanzar las metas con los medios legítimos,
cuanto mayores las posibilidades de alcanzar las metas con los medios ilegítimos, tanto más
fácilmente las personas van a realizar acciones desviadas.
4.4.1.6. Teoría de la dicotomía de valores: Expuesta por Solomon Kobrin en 1951 ("The
conflict of valúes in delinquency areas", en American Sociological Review), luego'de haber realizado
varios años atrás una investigación social en Chicago. Esta tesis afirma que en los estratos sociales
de clases bajas, los valores de conformidad y los valores delictivos existen conjuntamente, hay una
vigencia de valores duales. Habiendo hallado en el estudio mencionado, dos resultados que le
parecieron importantes:
Se han elaborado al respecto, varias tesis sobre la importancia, de lo que desde el punto de
vista de la antropología cultural se llama "subcultura", esto es que dentro de la cultura global o
dominante de una sociedad determinada, existen pequeños grupos afiliados a un conjunto de
normas y valores que son diferentes al de la cultura dominante, las mismas que tienen diversas
manifestaciones, algunas de las cuales sirven tanto para la explicación de la criminalidad de los
menores como de la delincuencia en general.
A. La subcultura criminal según Cohén: Albert K. Cohén (1918-2014) fue uno de los primeros
en desarrollar la tesis de la subcultura delincuente, presentada en su libro Delinquent boys: The
culture ofthe gangen 1955; sin embargo otros anotan, que ya Thrasher y luego Whyte habían
estudiado antes las subculturas de las bandas juveniles (Mapelli, 1984). Un lustro mas tarde,
después de la obra de Cohén, Richard Cloward y Lloyd Ohlin aportaron otros puntos de vista a dicha
teoría en el trabajo Delinquency and opportunity.a theory of delinquents gangs de1960. Asimismo,
desde perspectivas similares son también importantes, los aportes de Marving Wolfgang con The
culture of youth de 1967, y de este autor con Franco Ferracutti: La subcultura de la violencia del
mismo año 1967.
1) Génesis de la Subcultura Criminal juvenil: Según Albert Cohén, las subculturas delictivas
de los jóvenes norteamericanos, se originan en función de las siguientes condiciones:
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a. El menor de clase social baja no tiene los medios ni posee las cualidades personales para
lograr un ascenso social, dentro del sistema cultural dominante, no obstante haber interiorizado las
metas de éxito propias de la clase media. La socialización en su medio ambiente cultural de la clase
obrera, no le proporciona los elementos que son necesarios para movilizarse hacia arriba en la
escala social.
c. Debido a que la cultura del joven antisocial arranca de su imposibilidad para lograr los
símbolos del triunfo, que son característicos de los valores sustentados por la clase media, entonces
crea su propio sistema de valores opuesto al gobal. Por ello la subcultura delictiva es producto del
conflicto entre la cultura de la clase obrera y otra de la clase media dominante.
En resumen, para Cohén, las pandillas de delincuentes juveniles surgen como resultado de
la estructura de clase de la sociedad norteamericana. Los jóvenes de los estratos sociales bajos
rechazan los valores dominantes, porque no constituyen parte de su propio mundo. Asimismo
rechazan a los integrantes de la clase media.
b. Malignidad frente a las cosas virtuosas del sistema de valores de la sociedad global.
e. Formas de diversión no provechosas, según los criterios de los valores dominantes, entre
otros rasgos.
c. Se pone en duda que el grupo subcultural resuelva el problema de adaptación del joven
de la clase baja, por cuanto si este grupo es básicamente inadaptado dentro de la sociedad global,
es dudoso que sirva como medio de adaptación.
d. Esta teoría tampoco explica el delito que surge fuera del contexto subcultural.
e. Esta tesis no explica la criminalidad de los jóvenes provenientes de otros estratos sociales.
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B. Walter Miller y rasgos de la subcultura: Entre otros puntos, W.B. Miller (1920-2004)
consideraba en un artículo publicado en 1958 (“Lower class culture osa generating milieu of gang
delinquency, Journal of social issues, No.3), que la subcultura del estrato obrero norteamericano
era susceptible de producir criminalidad de pandilla, sin ir aparejada con ideas o sentimientos de
reacción contra los valores de la clase media. También pensaba que las subculturas desviadas tienen
más probabilidad de desarrollarse entre los jóvenes de las clases bajas, quienes tienen menos
oportunidades de satisfacer sus necesidadades por medios legítimos, siendo afectados por una serie
de problemas. Asimismo consideró que en estas subculturas se presentan los siguientes rasgos
(Irurzun, 1964):
1) Dificultades o una rutina del conflicto, que primordialmente constituye un conflicto con
|a policía y con los profesores
2) La rudeza, que se expresa en el gran valor que se otorga a la fuerza física, especialmente
entre los menores.
5) Precupación por el destino, que expresa la carencia de control que estos jóvenes sienten
por su futuro.
Leslie Wilkins en su obra Social deviance del 964, planteó a su vez que la disminución de la
tolerancia a la desviación subcultural origina un círculo vicioso. Cuado existe más presión hacia el
conformismo o convencionalismo, mayor es la exigencia que se ejerce sobre los socialmente
desventajados, y ello ocasiona mayores probabilidades que reaccionen negativamente y se orienten
a buscar satisfacción en la subcultura criminal, esto a su vez origina una nueva repulsa por parte de
la sociedad.
b) Para la existencia de una subcultura de violencia, no es preciso que los actores partícipes
de estos valores fundamentales manifiesten violencia en todas las circunstancias, sino tan sólo en
las situaciones prescritas por el sistema normativo.
d) La afinidad subcultural con la violencia es compartida por todos los miembros de una
subsociedad sin importar edades, pero dicha afinidad resulta más notable en los postreros años de
la adolescencia y hasta la edad mediana.
Esta tesis de la subcultura de la violencia es criticada duramente por Manuel López Rey
(1975), partiendo del criterio que es una teoría confusa, cuestionando el concepto de subcultura
que manejan dichos tratadistas. Asimismo agrega que esta tesis adscribe generalmente "a clases
sociales inferiores o a grupos más o menos marginados", en los que se halla latente una
discriminación racial o social, dentro de una ideología discriminatoria.
La tesis de las técnicas de neutralización fue planteada por Sykes y Matza en un artículo
publicado en 1957 ("Techniques of neutralizaron. A theory of delinquency", en American
sociological review) en el que desarrollaron la visión de que los jóvenes delincuentes crean
racionalizaciones mentales para neutralizar las normas sociales interiorizadas, y que entran en
conflicto con su conducta antisocial. Estas técnicas de neutralización se describen del modo
siguiente:
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a) Exclusión de la propia responsabilidad: el delincuente rechaza su responsabilidad y se
interpreta como empujado por las circunstancias. Afirmando: "soy un hijo abandonado", "no me
enseñaron a trabajar".
b) Negación de la ilicitud o que hubiera daños: el delincuente considera sus actos sólo como
acciones prohibidas, pero no como dañosas o inmorales, redefiniendo tales conductas, como decir:
"tienen mucho dinero y el robo no les afecta.."
c) Negación de la víctima: ésta es considerada como una persona que merece el efecto
sufrido.
La teoría de los valores subterráneos se presentó por Matza y Sykes en 1961, en un artículo
(Juveniie delinquency and subterraneam valúes, en American Sociological Review), y ampliada luego
por Matza en su obra Delinquency and drift de 1964. Esta teoría de los valores subterráneos critica
a la tesis de la subcultura criminal; señala que el antisocial al ser detenido manifiesta sentimientos
de culpa o de vergüenza, lo que contradice que provenga de una subcultura opuesta a la global. El
joven delincuente es caracterizado por una serie de conductas y actitudes como agresión, odio,
destrucción, "machismo", entre otros, y que estos son los valores a los que se adhiere. Sin embargo
esos valores "subterráneos" coexisten con los de la sociedad global. El mundo de los delincuentes
no está netamente separado de la sociedad dominante, sino más bien está inserta en ella. Matza
afirma que el estereotipo sociológico, de un delincuente juvenil como persona dedicada a una
cultura de oposición contra la sociedad global, no es válido para la mayoría de antisociales
observados.
En términos generales, esta tesis de la patología social es muy genérica y recoge en algún
modo el criterio de "peligrosidad" de la criminología positivista biológica, y enfatiza una peligrosidad
o riesgo social. M. López Rey que también formula una serie de críticas a esta teoría, en algunos
casos se queda en el aspecto adjetivo, como por ejemplo cuando cuestiona la denominación de
"patología" social (1975), argumentando que un concepto médico clínico no se puede aplicar a un
hecho social, sin considerar que es una expresión figurada.
1) Los controles externos que están constituidos por las diversas agencias del control social,
como la familia, la escuela, códigos sociales, control efectivo, entre otros
Los factores que propician la desviación están en el ámbito social, como la pobreza, las
influencias sociales negativas, las subculturas, y otros. Asimismo, existen condiciones psicológicas
negativas, como frustraciones, motivaciones, tensiones, entro otros.
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Se considera que las personas, afectadas por fuerzas o controles externos e internos
positivos (que se pueden clasificar como fuerte-fuerte), tendrán baja probabilidad de cometer un
delito. Al contrario, los individuos con fuerzas o controles internos y externos débiles o negativos
(clasificados como débil-débil), tendrán alta probabilidad de delinquir (Feldman, 1989). Además,
como señala César Herrero (1997, p. 284), glosando a Reckles, en "medio se encontrarían los que
poseen, por su parte, un sistema de equilibrio basado, tan sólo en "fuerzas" internas positivas o en
"fuerzas" externas de la misma naturaleza. Que delincan, o no, dependerá de factores
desequilibrantes sobrevenidos".
4.4.1.12. Teoría del control social de Hirschi: Travis Hirschi (n.1935) en sus trabajo Causes
of delinquency de 1969 y en obras posteriores, considera que el control social tiene eficacia, ya que
el mismo permite que las personas prevean las consecuencias que pueden sufrir al cometer una
desviación delictiva o no delictiva. El autor considera que toda persona alguna vez tiene la tentación
de hacer algo "malo", sin embargo para la mayoría de individuos la probabilidad de que su conducta
sea expuesta a la luz pública evita la plasmación de dicha tentación. En todo caso, los actos delictivos
se manifiestan cuando se debilita o rompe el vículo entre el individuo y la sociedad. Según T. Hirschi
se distinguen cuatro dimensiones del control social: El apego o las relaciones sociales, la estructura
de oportunidades, la Implicación y las creencias (Cid y Larrauri, 2001).
A. Las relaciones sociales o el “apego”: Se considera que las fuertes relaciones sociales
contribuyen a fomentar la conformidad. "Para aquellos que no se sienten muy vinculados a su
familia, sus amigos o compañeros de trabajo los costes de la conducta desviada son menores
"(Macionis y Plummer, 2000, p.215), y existe mayor riesgo de desviación
D. Las creencias. Relacionada con el grado internalización de las pautas y valores morales
de la sociedad, de tal modo que las "personas que aceptan y defienden las pautas morales de la
sociedad en que viven y que respetan a la autoridad están en mejor disposición para reprimir las
tentaciones. Por el contrario, los más tibios son los más vulnerables a la tentación" (Macionis y
Plummer, 2000, p.215). Esto es, cuanto menos crea la persona que debe obedecer las normas
sociales, mayor es la probabilidad de infringirlas.
Como se puede apreciar, Hirschi combina varios aspectos sobre las causas de la conducta
desviada. También se observa que él piensa que una posición social relativamente privilegiada y una
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cierta formación del carácter son factores que contribuyen a generar pautas de conducta conformes
a las normas convencionales. Criterio que consideramos relativo, sobre todo en lo que respecta a la
posición social, al respecto si observamos el problema de la corrupción de nuestra clase política y
de los altos mandos militares, en la década del noventa, tal "posición social relativamente
privilegiada" no evitó su actuar delictivo, lo que no es extraño a muchas otras sociedades.
4.4.1.13. Teoría del autocontrol (self control): Posteriormente Michael Gottfredson y Travis
Hirschi desarrollaron la teoría del autocontrol en 1990, plasmada en la obra A general theory of
críme, y en otros trabajos posteriores. Conforme afirma Gottfredson (2006, p.333), la “teoría del
autocontrol localiza la base del comportamiento conforme en las vinculaciones que se forman al
principio de la vida entre los padres u otros cuidadores y los hijos. Estas vinculaciones, o vínculos
sociales, se desarrollan hacia la tendencia a regular el comportamiento individual”.
Según la perspectiva sociológica, el control del comportamiento criminal es ejercido por una
variedad diversa de tipos de control, muchos de ellos son externos o sociales, entre ellos el sistema
jurídico y una multiplicidad de mecanismos no legales, sin embargo cuando el proceso de
socialización en los primeros años de desarrollo ha establecido o internalizado una tendencia a
preocuparse por los demás y los costes del comportamiento, estamos ante el autocontrol, que
permite subordinar a un largo plazo los placeres o satisfacciones momentáneos o inmediatos
(Gottfredson, 2006).
Años más tarde Robert Agnew (n.1953), sociólogo norteamericano, entre 1992 y el 2006,
planteó que existen más situaciones de tensión y frustración que las señaladas en algunas teorías
criminológicas, sobre todo en la tesis de Merton, poniendo énfasis en las relaciones negativas,
situaciones de estrés y estímulos negativos que pueden originar reacciones de furia por el estado
de frustración y que pueden llevar a reacciones delictivas. Según Agnew la frustración ocurre
“cuando una persona no es tratada por los demás, como quisiera ser tratada”, y en ciertos casos el
comportamiento delictivo puede ser una reacción a esta tensión (Vásquez, 203). Considera que se
pueden considerar tres tipos de fuentes de frustración o tensión:
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a. falla o imposibilidad en el logro de ciertos objetivos o metas positivamente apreciadas
(failing to achieve positively valued goals), que producen tensión.
c. la exposición a estímulos nocivos o negativos, como ser ridiculi zado o molestado por
otros, lo que también produce tensión.
Como consecuencia de tales tensiones, se pueden originar emociones de ira que pueden
impulsar un comportamiento delictivo, mediante el cual se suprime la fuente, logrando alivio de la
tensión, hecho que lleva a la consolidación de la conducta que le permitió controlar la tensión.
Como anota Charles Tittle (2006), existen tres maneras de manejar la frustración: cognitiva,
emocional y conductual, pero sólo la última involucra la posibilidad del crimen, bajo ciertas
condiciones que toma la forma de una conducta criminal.
Las fuentes de la teoría de la reacción social, tiene sus antecedentes en dos tendencias de
la sociología norteamericana, el interaccionismo simbólico como precedente y posteriormente en
la etnometodología, así como en algunos aportes sociocriminológicos ligados al interaccionismo.
Como hemos anotado, para el interaccionismo simbólico los seres humanos se relacionan
con su medio y los demás, partiendo del significado que le atribuyen, y como bien señala Baert
(2001), para Blumer, el significado no es inherente a los objetos, pero tampoco se reduce a una
mera expresión de la mente del individuo; además señaló que, para una persona, el significado de
un objeto procede de la tendencia que tenga el individuo a actuar en relación con tal objeto. De
esto se déduce que cada objeto puede tener varios significados: siendo potencialmente, un número
infinito.
1) Por la fijación o estipulación de normas son creadas las condiciones para la existencia de
la conducta desviada. Becker (1971, p. 19) dice “que los grupos sociales crean la desviación al hacer
las reglas cuya infracción constituye la desviación, y al aplicar dichas reglas a ciertas personas en
particular y calificarlas de marginales". Anota también, congruente Con su anterior afirmación, que
lo que se llama desviación no constituye una cualidad del acto realizado por la persona, sino más
bien una consecuencia de la aplicación de las reglas y sanciones que los otros hacen. No es pues una
simple cualidad presente en alguna conducta y ausente en otra. Es, más bien, el resultado de un
proceso que implica las reacciones de las otras personas frente a ese comportamiento. En otros
términos, como dicen Paul Secord y Cari Backman (1976, p. 333): “La reacción social es parte
sustancial de la desviación. La desviación no es una propiedad perse de un acto sino de la definición
que los demás dan de él”. Por ello, como anota Werner Ruther (1979, p. 52), en esta teoría la
"definición de la criminalidad será por consiguiente (...) el objeto central del análisis científicosocial",
lo que significa una concepción opuesta a las teorías etiologistas que pretenden hallar las causas de
la delincuencia. De este modo constituye un "enfoque definicional" de lo que es desviación.
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2) Por la asignación ó atribución del rótulo ciertas personas son consideradas desviadas:
Además de la estipulación de las reglas o normas definicionales de lo que es desviación, es
importante la aplicación de tales normas a determinadas conductas concretas. Es precisamente,
después de la atribución del rótulo, que ciertas personas son consideradas desviadas. Como dice el
mismo Becker, desviado es alguien a quien la etiqueta le ha sido aplicada con éxito.
De acuerdo a esta teoría, una vez calificada de desviada una persona, se establecen diversas
medidas de sanción, tanto formales como informales, lo que dificulta luego la conducta conformista.
"Tratar a una persona como si fuera desviada ,en general y no sólo específicamente, genera una
profecía que.se cumple ella misma", lo que puede empujarlo al ingreso en un grupo organizado de
desviados.
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3) ¿Quién estipula y obliga a aceptar las reglas o normas?: El mecanismo de la selección que
está referido al procedimiento'de fijación de las normas como a su aplicación, plantea la
interrogante siguiente: "¿Quién estipula y obliga a aceptar tales reglas o rótulos?". Howard Becker
considera en este aspecto que es fundamental el PODER. Los grupos cuya posición social les
proporciona el poder y armas, están en condiciones de imponer y aplicar sus normas. W. Ruther
(1979, p. 55) dice al respecto que a "través de los intereses de poder se genera una determinada
"imagen de la criminalidad", cuya consecuente aplicación da lugar a una realidad de la criminalidad
igualmente definida".
A. Criterio de Fritz Sack (n.1931): Criminólogo alemán que en diversos trabajos de 1972,
1973 y posteriores, rechaza todo análisis causal del crimen y considera que la conducta desviada en
todos sus aspectos, está condicionada sólo por razones sociales en forma de asignación de
definiciones o cualidades. La criminalidad como realidad social, no es una entidad preconstituída
respecto a la actividad de los jueces, sino una cualidad atribuida por estos últimos a ciertos
individuos. Sack también plantea la necesidad de integrar la tesis de la rotulación dentro de una
teoría general, orientándose hacia la tesis social marxlsta. Asimismo señala que la distribución del
bien negativo "criminalidad", se hace en perjuicio de los estratos sociales más bajos, en forma
similar a lo que ocurre con la distribución de los bienes positivos.
B. Tesis del estereotipo del delincuente: El sociólogo Inglés Dennis Chapman, en su libro
Sociology and the stereotype of the criminal de 1968, y en un ensayo posterior de 1973, presentó su
estudio sobre el "estereotipo del delincuente". Esta tesis del estereotipo tiene dos rasgos: La amplia
difusión de una descripción hostil de algunas personas o clases, a quienes se les atribuye intenciones
malas y actos graves, así como la selección a través del sistema administrativo, de personas
mayormente débiles y pobres, a quienes se les asigna la descripción. Una vez que la persona es
identificada y etiquetada se justifica más discriminación y así sucesivamente.
El autor dice también, que "el sistema legal selecciona algunas categorías de personas que
se comportan de cierta manera, para ser castigadas y de estas algunas son mas censuradas (o
estigmatizadas) que otras. Generalmente estos serán hombres, débiles, pobres y poco educados y
en Inglaterra hoy en día.el inmigrante" (Chapman, 1973, p. 175).
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4.4.2.3. Críticas a la tesis de la rotulación: Frente a los planteamientos de la teoría de la
reacción social han surgido también diversos cuestionamientos al respecto:
A. Objeciones de Tayior, Walton y Young: Desde el punto de vista del sustento teórico,
algunos autores, entre ellos lan Tayior y colaboradores (1977, p. 176), consideran que el enfoque
de la reacción social no es una teoría, sino más bien "una descripción, en lenguaje analítico, de
conceptos convenidos sobre diversos aspectos (antes insuficientemente descritos) de la realidad
social".
B. Críticas de Baratta: según Alessandro Baratta (1986 A), la crítica "de izquierda" ha
denunciado tres efectos mistificantes:
1) Que la primera y más frecuente objeción que se le hace a esta teoría, radica en que no
presta ninguna atención a las motivaciones iniciales que impelen al sujeto a realizar la primera
desviación. De esta forma ignora los orígenes de la conducta desviada y, por ello, generalmente deja
sin significado el comportamiento.
Igualmente Antonio García Pablos (1988), entre otras críticas dice que esta tesis, al
preocuparse sólo por los procesos sociales de interacción y menospreciar el mundo de los valores,
no puede presentar u ofrecer un modelo hacia el que se oriente la sociedad, y que desde la
perspectiva criminológica y de política criminal dicho vacío puede ser peligroso.
4.4.3.1. Criminología marxista ortodoxa: Podemos hallar las raíces de esta vertiente,
encuadrada dentro de algunos estudios de Karl Marx y Federico Engels a mediados del siglo XIX,
aunque ellos no elaboraron ningún trabajo explícito sobró la desviación o el crimen. Posteriormente,
en los escritos de W. Bonger, a inicios del siglo XX, así como en la obra de G. Rusche y O. Kirchheimer
de 1939, "Pena y estructura social" es donde se observa un desarrollo marxista en la comprensión
criminológica y penitenciaria.
Esta visión se orienta hacia una explicación del delito y la conducta antisocial sobre bases
macrosociales. Al respecto han existido avances propios en las sociedades socialistas y también
manifestaciones de una criminología materialista en los países occidentales, con variantes de
acuerdo al grado de mayor o menor asimilación de las tesis del materialismo dialéctico. Una obra
relativamente reciente, bajo dicha inspiración, es la de Frank Pearce
(1982): "Los crímenes de los poderosos" de 1976; también el trabajo de Richard Quinney de
1977 Clases, Estado y delincuencia, aunque con un sesgo religioso o “socialismo religioso” como él
lo denomina (1985), entre otros estudios bajo esta visión filosófica, desarrollada en el ámbito de los
países capitalistas. Asimismo, dentro de esta línea teórica destacan fundamentalmente los trabajos
de Criminología escritos en los países socialistas, tanto en los que dejaron de serlo y en los que aún
subsisten. Entre algunos de sus últimos mentores podemos mencionar, en la exUnión Soviética a G.
Avanesov (1985), y en Cuba a Margarita Viera (1989).
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Los criminólogos que siguen esta concepción en su versión ortodoxa, parten de una
comprensión y explicación de la criminalidad tomando como eje central la concepción de la filosofía
marxista, asimismo consideran que la criminalidad es un producto de la sociedad capitalista, y que
las teorías criminológicas desarrolladas en dicha ámbito social son enfoques errados, y que con el
advenimiento del socialismo este fenómeno desaparecerá, entre otras generalizaciones.
Según M. Viera (1989, p. 9): "La criminología socialista, por su objeto y finalidad, es la ciencia
que contribuye a esclarecer los determinantes criminógenos que propician la delincuencia,
favorecen el cumplimiento de las principales líneas o estrategias contra tales actividades, elevando
a un nivel mas alto la tarea de enfrentamiento a las conductas antisociales. Las posiciones
consecuentes con la base de la filosofía marxista-leninista acerca de la conducta humana se
enriquecen con los análisis realizados por los principales dirigentes de la Revolución cubana"(?).
Asimismo afirma que se "hace imprescindible definir el objeto de la criminología partiendo de
postulados diferentes a los que esta ciencia refiere en el mundo burgués. La criminología socialista
presenta un cuadro bien definido, fundamentado en los aspectos siguientes"
b) Estudia los determinantes generales y específicos que generan la delincuencia... etc., etc"
Igualmente plantea la superación de los puntos de vista burgueses de esta ciencia, que la
conciben como una amalgama de varias ciencias, como una ciencia ecléctica.
4.4„3.2. Teorías del conflicto: Las concepciones del conflicto en el campo social y
criminológico plantean nuevos criterios de comprensión de la desviación, sin embargo anotamos
diferencias importantes entre la tesis del Conflicto cultural y las corrientes del Conflicto Social.
A. Teoría del "conflicto cultural": Fue desarrollada por Thorsten Sellin (1896-1994) en su
libro Culture, conflictandcríme de 1938. En él planteó que en una sociedad se producen a veces
conflictos entre diversos grupos de personas, sobre todo grupos étnicos, debido a que viven en
zonas contiguas o bien porque a través de la migración se interrelacionan entre si.
Como las personas llevan consigo las normas de su grupo, pueden entrar en conflicto
cultural con los individuos de otra comunidad, y de este choque cultural surge a veces un incremento
de la criminalidad. El profesor alemán Kaiser (1978) señala sobre el particular, que el conflicto surge
cuando en determinadas regiones entran en contraste cultural con normas de conducta diferentes,
o cuando miembros de una cultura emigran al territorio de otra, según los planteamientos de
Grunfeld en 1939. Por su parte, Sellin entendía, según interpreta Kaiser, el término conflicto cultural
en forma amplia, como resultado del contraste entre grupos e incluso del individuo dentro de su
grupo. Mas tarde, Shoham en 1962 consideró también que el índice de criminalidad será tanto más
elevado, cuanto más divergentes sean las normas jurídicas respecto de los valores y costumbres de
un determinado grupo social.
Según López Rey (1975, p. 95) el término cultura empleado por Sellin, es demasiado vago y
disperso para hablar de conflicto. Además considera que esta tesis es "sólo una magnificación de
los contrastes culturales que pueden manifestarse en ciertos delitos cometidos por emigrantes o
miembros de grupos sociales postergados". Asimismo Ellis y Güilo (1978, p. 109), acertadamente
señalan que la tesis del "conflicto cultural" cubre en el mejor de los casos, "tan sólo una parte
pequeña de causas sociales y es preciso tomar en consideración y explicar muchos otros factores,
antes de formular alguna teoría completa"
Asimismo hay que anotar que la tesis del conflicto cultural, se acerca más a las concepciones
del consenso.
Además, según Coser, el poder es uno de los objetos del conflicto, junto a otros bienes
materiales e inmateriales, mientras que para Dahrendorf el conflicto es sólo reductlble al poder o
dominio.
Sin embargo, debemos precisar que para Coser no todos los conflictos eran positivos, ya
que consideró que aquellos que contradicen los presupuestos básicos de la sociedad y que además
ponen en duda sus valores fundamentales sobre los que descansa su legitimidad, dejan de ser
funcionales.
Asimismo planteó una distinción entre conflictos reales e irreales. Los conflictos reales se
vinculan con actitudes existentes y racionales de las personas, caracterizadas por la presencia de
una alternativa funcional en los medios para alcanzar determinados fines. Los conflictos irreales
están vinculados a actitudes irreales e irracionales que se asientan en la esfera emocional.
2) Tesis de Rali Dahrendorf (1929-2009): Sociólogo alemán, quien en su obra Class andclass
conflictin industrialsociety (Las clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial) de 1957, así
como a través de otros trabajos posteriores, delineó su teoría del conflicto.
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Dahrendorf comparó las características de la tesis sociológica del consenso, con las que
servían de fundamento a las concepciones elaboradas por los pensadores utópicos, y en base a ello
consideró que muchas de las tesis de la sociología vigente en su época se caracterizaban por una
"utópica" carencia de realismo. Es así que las teorías sociológicas funcionalistas, como las de Parson
y Merton, que se basan en modelos del equilibrio y trasuntan tal ideología de justicia son sistemas
utópicos e inadecuados para comprender la actual realidad social.
Para tal comprensión es menester efectuar, según Dahrendorf, una revolución copernicana
en la sociología, entendiendo el cambio y el conflicto no como desviaciones de un sistema "normal"
y equilibrado, sino como manifestaciones normales y generales de toda sociedad. De este modo la
autoridad (poder), el conflicto y cambio, son los tres elementos que contribuyen a conformar el
paradigma sociológico del conflicto, que se opone a la concepción del equilibrio o de la integración.
Además, la autoridad no es una constante, y ello es debido al hecho que la autoridad reside en las
posiciones y no en las personas. Según Dahrendorf, la relación de autoridad o dominio origina el
conflicto, y el conflicto produce el cambio. Al respecto afirma Baratía (1986 A, p. 127) siguiendo a
Dahrendorf, que "en un sentido altamente formal es siempre la base del dominio lo que está en
juego con el conflicto social". En otros términos, este fenómeno se origina en torno a la "autoridad".
Al respecto, el se proponía elaborar una concepción no materialista para cuestionar el modelo
marxista que también ponía en entredicho al paradigma del consenso social.
Todo ello significa que el punto de partida para la explicación del conflicto no es la base
social y económica, sino la esfera política. Por tanto en esta tesis de Dahrendorf se esconde una
estrategia ideológica reformista, orientada a enfatizar las formas cambiantes de la mediación
política en el conflicto: las posiciones de dominación (o de posesión de autoridad) y las posiciones
de sometimiento (a la autoridad) generan un conflicto de intereses, obviando su contenido material.
1) George Vold (1896-1967): Fue uno de los primeros criminólogos en considerar la tesis del
conflicto social en la comprensión del problema criminal. El publicó en 1958 su Theoretical
críminology, en el que trató de explicar el delito y los actos desviados como producto del conflicto
social, el mismo que surge en condiciones de desigualdad política y social. Para R. Bergalli (1983,
p.144), Vold es "quien señala en primer lugar la cuestión del poder de definición del
comportamiento y la calidad política de la conducta criminal así definida que logran para si los
grupos sociales que se imponen en el conflicto". Al respecto se pueden apreciar tres aspectos
básicos en la tesis de Vold:
Vold parecía estar interesado en explicar los actos delictivos que se originan en estados de
guerra (objeción al servicio militar), en disputas laborales, y básicamente como efecto de acciones
de protesta, como en los casos de segregación racial (U.S.A., Sudáfrica). El delito en tal sentido, es
una conducta política, y el delincuente llega a ser en todo caso un miembro de un "grupo
minoritario", sin la fuerza suficiente para tener el control o dominio del poder político del Estado.
Para D. Szabo (1980, p. 53), "George Vold (1958) fue uno de los primeros criminólogos no marxistas
que insistieron en ios irreductibles conflictos de intereses que enfrentaban a unas personas contra
otras, como miembros de estratos o de clases sociales, y consideraron la delincuencia como una
consecuencia de esos conflictos y esas luchas".
2) Austin Turk (n. 1934): Una década después de la obra de Vold, otro de los representantes
contemporáneos de la teoría del conflicto en Criminología es Turk, sobre todo con su obra
Criminality and the legal order de 1969, aunque ya años antes, en 1964, 1966 y 1967, había
planteado aportes dentro de esta tendencia, apreciándose una fuerte influencia de Ralf Dahrendor.
Turk se propuso elaborar una concepción general de la "crimina lización" que especifique
las situaciones en las que una persona dentro de una relación de autoridad-sometimiento es
configurada como "delincuente"; concepción que sea aplicable a cualquier sociedad, puesto que
según su criterio, todas las sociedades se distinguirían por la diferenciación de papeles de autoridad
y sometimiento. Al respecto, Turk requiere precisar las situaciones en la que los hombres aceptarán
la autoridad, y asimismo cuales son los motivos por lo que lo hacen. El propone la siguiente
alternativa: se trata fundamentalmente del criterio de que la gente, incluida las autoridades
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potenciales como los posibles súbditos aprenden y constantemente vuelven a aprender a
interactuar entre si como miembros de status superiores e inferiores, y como seres que cumplen
papeles de dominación y sometimiento. Este proceso nunca concluye, lo que supone que estas
relaciones de autoridadsometimiento nunca se estabilizan.
3) Richard Quinney (n. 1934): Fue otro representante de la tesis del conflicto, sobre todo
con su obra The social reality of crime de 1970, planteando un análisis conflictual no marxista.
Concibió el delito como una definición por los que tienen el poder y según los intereses de dicho
grupo. Más tarde, R. Quinney va a asumir una posición marxista.
4) William Chamblis (1933-2014) y Robert Seidman, en la obra Law, order and power de
1971, afirman que el poder del Estado no constituye una entidad neutra, que resuelva pacíficamente
los conflictos sociales. La creación de las leyes no refleja ninguna neutralidad; asimismo consideran
que la aplicación de las mismas tampoco es neutra, beneficiando más a los grupos de poder.
4.4.3.3. La criminología crítica: La corriente que se ubica bajo este nombre, ha tenido en
los últimos décadas del siglo XX un gran impacto en el campo criminológico, sobre todo en
Latinoamérica, habiendo sido denominada en un inicio "criminología radical", también "nueva
criminología" (Grosso, 1980, 1983; Taylor et al. 1977), y finalmente "criminología crítica" (Taylor et
al. 1981) o también con un sentimiento mesiánico autodenominada "criminología moderna"
(Martínez, 1990A). Sin embargo no constituye un movimiento homogéneo e incluso fue cuestionado
por padecer de desorientación epistemológica y otras limitaciones (Novoa, 1987; Young, 1993;
Pavarini, 2002; Aebi 2004, 2006).
1) En Estados Unidos, a inicios de los años 60 insurge una "criminología radical", según el
decir de Tony Platt (1981), frente a la hegemonía de la criminología liberal representada por la tesis
del conflicto, los teóricos de la rotulación y visiones más tradicionales. El contexto en que se
configura son las luchas políticas: como el movimiento por los derechos civiles, las cruzadas
antibélicas, el movimiento estudiantil, las luchas de liberación del tercer mundo y los movimientos
antimperialistas, así como los escritos de los protagonistas de tales movimientos. La naciente
criminología radical se concentró en la Escuela de Criminología de Berkeley, pero los criminólogos
radicales de esos años sufrieron por sus ¡deas contestarías, la represión del orden establecido. Los
impulsores de dicha corriente editaron la revista "Crime and Social Justice: Issues in Criminology",
que acogió los trabajos de tales estudiosos, quienes formaron posteriormente una Unión de
Criminólogos Radicales en 1973, sin embargo, luego de una larga pugna entre los criminólogos
radicales profesores en Berkeley y la administración de la universidad, esta prestigiosa escuela fue
cerrada en 1976.
En palabras de T. Platt, esta criminología exigía una redefinición de su objeto de estudio, sus
temas y objetivos. Frente a la corriente anterior constreñida por una definición legal del delito que
restringía su estudio al control de los "criminales", o sea al control de las víctimas de la explotación
(los pobres, los individuos del tercer mundo, la juventud, las mujeres), se necesitaba una definición
del delito que refleje la realidad de un régimen jurídico basado en el poder y en el privilegio. "El
Estado y el aparato legal, más que orientar nuestra investigación, deberían constituir nuestros
centros focales de la misma en cuanto configuran una institución generadora de delito, envuelta en
la corrupción, la impostura y los crímenes de genocidio (Watergate, Indochina, etc.)" (Platt, 1981,
p.140).
a) Los orígenes mediatos del acto desviado, sólo pueden ser entendidos en función de la
situación económica y política, la misma que es muy dinámica en la sociedad industrial avanzada.
Por ello el requisito formal es lo que podría denominarse economía política del delito.
b) En este nivel, el requisito es contar con una psicología social del delito que reconozca que
los hombres pueden elegir conscientemente el camino de la desviación, como la única solución a
los problemas que les plantea la existencia en una sociedad contradictoria.
c) La nueva criminología debe ser una teoría normativa y ofrecer la posibilidad de resolver
socialmente las principales cuestiones. Debe estar claro que una criminología que no esté
normativamente consagrada a la abolición de las desigualdades de riqueza y poder, y sobre todo de
las desigualdades en materia de bienes y de posibilidades vitales, caerá inevitablemente en el
correccionalismo.
d) Que los procesos involucrados en la génesis del crimen están íntimamente vinculados, en
último análisis, con las bases materiales del capitalismo y sus estructuras jurídicas. Por ello
consideran que la meta de una criminología plenamente crítica debe consistir en trascender las
teorías estructurales abstractas o idealistas que confor man el ámbito de discusión, dentro de las
teorías de la desviación.
e) La teoría y la práctica radicales pueden llegar a ser una forma plena de práctica política,
si logran encontrar medios para modificar el mundo social mientras lo investigan.
Además, los autores glosados, consideraron por esos años, que existían tres temas que
orientaban las tendencias de los criminólogos críticos:
La posición radical plantea, no obstante, que estos estudios de revelación no deben omitir
un análisis serio de las bases estructurales y económicas de la ley, la legitimación y la moral.
Retorno al estudio empírico de las estadísticas oficiales: Aquí el centro de la atención radica
en la forma desproporcionada, en que los sistemas legales y penales discriminan aplicando las penas
y el control a los desposeídos, los pobres, los integrantes de grupos minoritarios, y, en general, a las
clases inferiores.
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La criminología materialista, que es la adoptada por Taylor, Walton y Young, considera que
la naturaleza y el contenido del delito no pueden captarse sin un análisis completo de su evolución
histórica, y por otra parte, según este planteamiento (con Marx pero en contra de Weber) que ese
análisis histórico revela la primacía no del pensamiento jurídico, sino de las condiciones materiales
como factores determinantes del cambio normativo en general y de las disposiciones legales
criminales en particular. El plan consiste, entonces, en construir una criminología materialista del
derecho en las sociedades capitalistas, fundadas en la propiedad.
Algunos años después, en su libro publicado en 1980 (Italia), Massimo Pavarini, criminólogo
crítico italiano cuestionó al movimiento crítico inglés (así como al norteamericano) agrupado en la
National Deviance Conference, que había surgido en 1968, señalando que "los nuevos criminólogos
ingleses intentaron una inversión idealista del positivismo, reivindicando en el desviado una
subjetividad en rebelión, aunque a esta conciencia no se le atribuyó, al menos inicialmente, ningún
significado ideológico o políticosocial” (2002, p. 158). Luego, esta “primera posición ha sido después
retrospectiva mente definida en términos críticos, por parte de los mismos criminólogos que la
formularon, como enfoque escéptico (...) en cuanto impugnaba al absolutismo criminológico."
(2002, p. 159)
3) Países escandinavos: Otro grupo importante estuvo integrado por los criminólogos de
estos países, destacando inicialmente Christiansen en 1965; Mathiesen en 1965,1972; Christie en
1968, 1971, los mismos que según la reseña que hicieron Taylor Walton y Young (1977), se dividieron
en dos tendencias:
4) La tendencia italiana: La criminología crítica llega a Italia bastante tarde, según Mosconi
(2007). Es a mediados de los setenta que surge el llamado Grupo de Bologna, cuyo órgano de
difusión fue la revista editada en 1975, "La Questione Criminale", que se publicó hasta el año de
1982. A partir de 1983 se edita la revista "Dei delitti edelle pene".
Entre sus mentores destacaron Franco Bricola, Massimo Pavarini, Pitch, y sobre todo
Alessandro Baratta, quien más tarde va a destacar dentro de esta línea de pensamiento, habiendo
alcanzado una gran recepción en Latinoamérica a partir de los años ochenta. Entre sus trabajos
destacan los artículos "Sistema penale e marginazione sociale" (La Questione Criminale, No.2, 1976),
"Criminologia Critica e Política Penale Alternativa" (La Questione Criminale, No.3,1977),
"Criminologia e dogmática penale. Passato e futuro del modello intégrate di scienza penalistica" (La
Questione Criminale, No. 1, 1979), y en 1982 su libro Criminología crítica y crítica del derecho penal,
y posteriormente una variedad de artículos sobre esta temática, que va a ser bautizada como
orientación crítica minimalista.
Por la década del 70 se formó también el Grupo Europeo para el Estudio de la Desviación y
el Control Penal, el mismo que ha organizado conferencias anuales, la primera en 1973 en Italia;
habiéndose celebrado la décima conferencia en 1982, también en el mismo país, en la ciudad de
Bologna.
a) Cuando habla de criminología crítica, sitúa dentro de este movimiento nada homogéneo
del pensamiento criminológico que surgió a fines de los sesenta del siglo pasado, el trabajo
orientado hacia la construcción de una teoría materialista, es decir económico-política de la
desviación, de los comportamientos socialmente negativos y de la criminalización, sobre bases
conceptuales e hipótesis elaboradas en el ámbito marxista. Sin embargo anota que tales trabajos
no se derivan sólo de los textos marxistas, sino que también requieren una vasta obra de
observación empírica, no necesariamente marxista.
c) La criminología crítica se transforma, más y más en una crítica del sistema penal
considerado como sistema dinámico, en el que se distinguen tres mecanismos pasibles de analizarse
separadamente:
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En este contexto, Baratta (1986 A) cuestiona el llamado "mito de la igualdad" del derecho
penal, que afirma: en primer lugar que protege por igual a todos contra las ofensas a los bienes
esenciales, en los que están interesados la totalidad de los ciudadanos; segundo, que la ley penal se
aplica a todos los infractores sin diferencias. Frente a dicho mito, plantea la crítica de ser más bien
un derecho desigual por excelencia, tanto en la protección de los bienes como en la aplicación de
las sanciones, por cuanto el sistema penal del control de la desviación, así como todo el derecho
burgués, muestra una contradicción entre igualdad formal y la desigualdad sustancial de los
individuos.
Por estas razones, la criminología crítica es incluida, por Joaquín Martin (1983), en el grupo
de corrientes criminológicas que él las llama teorías de la criminalización, frente al grupo de
concepciones criminológicas que se preocupan por explicar los factores del crimen, olvidando o
evadiendo el análisis del sistema penal, y más aún de las condiciones materiales que condicionan
dicho sistema, a las que se denomina con el rubro genérico de teorías etiologistas, que además
cumplen una función auxiliar y legitimadora del sistema penal y social en general.
2. De la crítica del derecho penal como derecho desigual derivan consecuencias susceptibles
de analizarse en dos perfiles:
3. Un análisis realista y radical de la función ejercida por la cárcel, plantea su fracaso y como
consecuencia su abolición. Esta fase debe estar constituida por la ampliación del sistema de medidas
alternativas, de las formas de suspensión de la pena y de la libertad condicional, por la ejecución de
la pena en semilibertad, por la extensión del régimen de permisos, y por una nueva evaluación del
trabajo carcelario en todos los sentidos.
En suma, la criminología crítica no parte de una visión acrítica del sistema penal,
aceptándola sin análisis previo, ni desligado del sistema económico- social que la genera. Por ello,
decía Enrique Ginbernat, citado por Manuel Grosso (1980, p. 72): "Entramos en una época en que
la tarea fundamental va a consistir en levantar el telón del Derecho penal para ver qué es lo que
verdaderamente ha estado escondido detrás de él". Asimismo, podemos anotar que en las
tendencias más influyentes de la Criminología Crítica, por lo menos a través de sus representantes
más importantes, se asumió una concepción económica y la ideología marxista para el análisis
criminológico, así como algunos criterios desarrollados por la tesis de la rotulación, entre otros
aportes, por lo que no existe un consenso de ideas, dándose el caso del disentimiento polémico
entre algunas de ellas, lo que se hace más notorio en las tendencias actuales de esta visión
sociopolítica del fenómeno criminológico (García Pablos 1984; Pavarini, 2002; Young, 2000; Larrauri,
2000; Swaaningen, 2002)).
4.4.3.4. Tendencias de la Criminología Crítica: En las últimas décadas del siglo XX se observó
que dentro de lo que se tiende a considerar como criminología crítica, se diferencian por lo menos
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tres vertientes en pugna que son conocidas como abolicionismo, nuevo realismo de izquierda y la
tendencia minimalista (Martínez, 1990 A), desarrollados en Europa (Swaaningen, 2011), a las que
veremos sucintamente:
Para la vertiente abolicionista, al igual que las otras tendencias, el delito no es una cualidad
ontológica, sino una calificación como tal, o como Hulsman decía: "la ley crea al criminal". Asimismo,
lo que el sistema penal llama delito, para los abolicionistas son simplemente conflictos o situaciones
problemáticas, pero no todo lo que la ley llama delito es negativo (Bernat de Celis 1984; Martínez
1990 B; Pérez, 1989; Scheerer, 1995; Solis, 1993 B).
Los mentores de la actual propuesta abolicionista (Hulsman et al., 1989, 1993) tienen
algunas diferencias políticas importantes, no siendo por tanto una visión homogénea, pudiendo
distinguirse algunas variantes según las fuentes de sus presupuestos ideológicos, entre los que se
cuentan el anarquismo, el marxismo sobre todo en Mathiesen, el cristianismo principalmente en
Hulsman, el liberalismo entre el más influyente. Desde la perspectiva político criminal, sus fuentes
provienen sobre todo del etiquetamiento.
Los seguidores de esta corriente celebran, desde los años ochenta, unos eventos
internacionales (Dunbaugh, 1994) llamados International Conference for Penal Abolitionism
(ICOPA), la primera ICOPA tuvo lugar en Toronto Canadá en 1983; la ICOPA 2 en Amsterdam-
Holanda en 1985; la ICOPA 3 en Montreal-Canadá en 1987; ICOPA 4 en Varsovia-Polonia en 1989;
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ICOPA 5 en BloomingtonUSA en 1991; ICOPA 6 en San José de Costa Rica, 1993; ICOPA 7 en
Barcelona-España en 1995; ICOPA8 enAuckland-Nueva Zelanda en 1997; ICOPA9enTorontoCanada
en el 2000; ICOPA 10 en Lagos-Nigeria en 2002; ICOPA 11 en Tasmania- Australia en 2006; ICOPA 12
en Londres-lnglaterra en 2008; ICOPA 13 en Belfast-lrlanda del Norte en el 2010; ICOPA 14 en
Trinidad Tobago en 2012; ICOPA 15 en Otawa-Canada en el 2014; Icopa 16, en Quito- Ecuador, el
presente año de 2016. Constituyendo un grupo muy dinámico y que propugna la plasmación del
abolicionismo penal.
b) Constituye un sistema que produce mayor dolor e injusticia. Jacqueline Bernat considera
que todo el trabajo relativo a la legislación penal no alcanza el propósito de control y reducción del
crimen. El sistema judicial es también objeto de críticas diversas, desde ser demasiado laxa hasta el
extremo de ser superrepresiva. Asimismo, la ejecución de la pena caracterizada por ser coactiva y
que origina sufrimiento en el condenado, no logra lo que se propone, ya que no transforma al
delincuente, sino más bien lo aniquila.
c) Reprime las necesidades humanas. Se afirma que si la mayor parte de los delitos o
"conflictos" "son expresión de necesidades humanas frustradas, la respuesta punitiva es solo la
represión de estas. Y las reprime para ocultarlas, para esconder que el Estado y la sociedad no son
capaces de satisfacerlas" (Martínez, 1990 B, p.58)
e) También se arguye que el sistema penal expropia el conflicto a las partes implicadas en
él. "La víctima en un caso penal es una especie de perdedor por partida doble en nuestra sociedad:
en primer lugar frente al infractor y después frente al Estado. Está excluido de cualquier
participación en su propio conflicto. El Estado le roba su conflicto” (Martínez, 1990 B, R 49). En otros
términos, al sistema penal no le interesa la víctima, se orienta a descubrir una "verdad" procesal.
f) Las instituciones como la cárcel, sufren desajustes que atenían contra los "derechos
humanos del interno". No solo privan de su libertad al delincuente, sino que se le priva también del
hogar, del trabajo, de sus amistades y de otros derechos. Asimismo las voces críticas sobre el ámbito
penitenciario, arguyen que la resocialización ha fracasado. Es frente a esta "debacle" que surge la
posición abolicionista, no para reformar o salvar dicho sistema, sino más bien para trastocarla por
una nueva visión "de la sociedad y de los conflictos interpersonales que en ella se dan."
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g) Además existen incongruencias, entre las diversas entidades que entran en juego en el
"sistema" penal, desde el momento de la elaboración de la ley, hasta que el delincuente sale de la
cárcel, si es que es privado de su libertad. Dice J. Bernat (1984) que cada entidad actúa por su cuenta,
el legislativo, la policía, fiscalía, jueces, administradores, entre otros, como si fuesen independientes
de las demás, según la conocida ley de división del trabajo.
Se plantea que la justicia civil asuma la solución del conflicto antes que el sistema penal,
optando por la compensación o reparación civil, o bien que se recurra a los otros fueros no penales
En este contexto se confía también en la conciliación o acuerdo entre las partes implicadas
en el "conflicto social".
a) Las posibilidades de un acuerdo entre las partes, en una sociedad tan desigualitaria como
la nuestra, plantea muchas dudas de que permita llegar a una conciliación equitativa. Si actualmente
bajo la intervención del sistema judicial, los que tienen mayor poder avasallan a los más débiles o
menos poderosos, un acuerdo entre esas partes desiguales resulta ilusorio. Hay además un exceso
de confianza en las buenas intenciones de las partes en conflicto o en comunidades románticas,
viviendo una sociedad industrial cada vez más compleja e impersonal a inicios del siglo XXI.
b) La justicia comunitaria y/o tradicional tiene sus limitaciones y también puede tener sus
excesos, como se puede apreciar en el actuar de las "rondas vecinales" de nuestra capital así como
de las rondas campesinas en las zonas rurales. El planteamiento abolicionista parte de una imagen
lírica de tales comunidades, de una especie de "hombre bueno por naturaleza".
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c) Nosotros consideramos que en nuestra realidad judicial, tanto la justicia penal como civil
merecen objeción y desconfianza, sobre todo por los sectores sociales marginados o menos
poderosos. Además las personas en conflicto no siempre provienen de ámbitos sociales iguales, sino
que uno puede ser de mayor poder económico, político o militar.
e) Asimismo, como anotan sus críticos, los términos propuestos por el movimiento
abolicionista, corresponden a la concepción que sus representantes tienen de los "delitos" o
"situaciones conflictivas", dando la impresión que se tratara sólo de disgustos o de "malos
entendidos"; de esta manera banalizan todo estos hechos que suceden en la sociedad."(Martínez,
1991)
Stanley Cohén (1989, p. 364) dice que “por muy atractivo que aparezca el proyecto
abolicionista, no ofrece solución realista a todos los problemas del control del delito”. También se
plantea que el abolicionismo no es realmente una teoría (Scheerer, 1995).
B. El nuevo realismo de izquierda: Surge por los años 80 en Inglaterra con Jock Young, Roger
Mattews y John Lea (Hopkins, 2002), de la Universidad de Middlesex, tratando de superar el
"idealismo" inicial de la corriente crítica, y enfrentando a la política conservadora que toma el poder
en Gran Bretaña y USA, la misma que ante el aumento de la criminalidad planteaba la campaña de
"Law and Order" avalado por el movimiento penal denominado neorrealismo de derecha. Frente a
ello los criminólogos críticos de esos países, que se oponen a ese movimiento, se autodenominaron
"neorrealistas" de izquierda.
1) Propuestas del neorrealismo de izquierda: Esta corriente crítica asume una serie de
replanteamientos a los postulados iniciales:
a) Plantean que la criminología crítica debería regresar a ocuparse de la etiología del delito
y sobre todo a los estudios victimológicos, con el objetivo de denunciar la injusticia estructural de la
que el delito sería una expresión. El nuevo realismo acusa a los demás criminólogos críticos de haber
abandondo el estudio de las "causas del delito", para dedicarse a la economía política y a la teoría
del Estado, y de no desarrollar una "sociología del crimen", que les permita comprenderlo como un
"problema real para la mayoría de la gente" (Martínez, 1990 A). Sin embargo, según Baratía y
Martínez, los minimalistas no rechazan el análisis de las "causas" del delito", aunque cuestionan a
los neorrealistas de volver al etiologismo (?).
b) Proponen tomar en serio la realidad del delito. Por tanto consideran al crimen como un
problema real, sobre todo para los sectores desposeídos, que son las víctimas principales del delito.
Asimismo son los miembros de los sectores más desfavorecidos, los que más delitos cometen. La
criminalidad no es solo un fenómeno interclasista sino sobre todo intraclasista, y enfrenta "a los
desprotegidos entre si, con lo cual estos olvidarían a su enemigo real, es decir, la injusta naturaleza
de la sociedad capitalista." (Martínez, 1990 A, p.21)
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Los neorrealistas acusan a los demás criminólogos críticos de visión romántica, al asignar,
según ellos, valor político al delito y considerar que el aumento del crimen es el resultado de la
actividad selectiva de la justicia penal. Sin embargo los minimalistas no aceptan tal crítica porque
señalan que dichas limitaciones fueron precisamente de los críticos ingleses hoy neorrealistas.
c) La criminología crítica habría abandonado los estudios sobre la víctima: Los neorrealistas
plantean que regresar a tal estudio es tarea importante para eliminar el idealismo que la disciplina
sufriría y para alcanzar una relación diferente con los grupos de mayor riesgo; es decir, con la clase
trabajadora, que es según ellos, víctima principal de la criminalidad. Anota Giddens (1998), que el
neorealismo de izquierda trata de centrar su atención en las víctimas de los delitos, en vez de
preocuparse sólo de los delincuentes, afirmando que la investigación de la víctima proporciona un
cuadro más real de la importancia de la criminalidad que las estadísticas oficiales.
d) Reducción del control penal y extensión a otras áreas. Al igual que los minimalistas
proponen una línea reduccionista en la Política criminal: descriminalizar unos delitos, y a la vez
criminalizar otros.
g) Defensa de la prisión para casos extremos. El nuevo realismo de izquierda plantea que la
prisión debe ser mantenida, pero solo en las extremas circunstancias que la libertad del delincuente
represente peligro para la sociedad. Asimismo se propone que la vida en el inte rior de la prisión sea
lo más "normal" posible y que se implante el arresto de fin de semana para que el condenado
conserve su trabajo y su vida social normal. Este replanteamiento del neorrealismo es el más
cuestionado por las otras tendencias críticas.
a) La representada por Luigi Ferrajoli (1995), plantea que la ley penal puede representar la
defensa del más débil, ante eventual reacción más fuerte que la sanción institucional por parte del
ofendido. Asimismo como prevención de la amenaza o comisión del delito. Este planteamiento, para
sus críticos, asignaría al derecho penal el sentido que se le reconoció en la época del lluminismo.
b) Otra alternativa minimalista está liderada por Alessandro Baratta, quien consideró que la
ley penal "puede representar la protección de los derechos humanos fundamentales desconocidos."
sobre todo porregímenes represivos, "como por la presencia de situaciones problemáticas".
Lo que se pretende según esta alternativa, no es reconocer una legitimidad al sistema penal
vigente, sino que trata de llevar a la práctica o hacer efectiva los principios que el Estado de derecho
proclama, pero que no cumple. De tal modo que la intervención penal sea menos coactiva y
perjudicial, tanto para el individuo como para la sociedad.
A), es la siguiente:
a) Transformación radical de la sociedad como la mejor política criminal. Se plantea que una
real política criminal alternativa cons tituye una política de transformaciones radicales, tanto
sociales como institucionales, para el logro de la igualdad y la democracia, "para la superación de
las relaciones sociales de producción capitalista"
b) Reducción del sistema penal y extensión a otras áreas: Los minimalistas, así como el
nuevo realismo de izquierda, postulan descriminalizar una variedad de conductas criminales, como
delitos contra la familia, la moralidad pública, etc., pero a su vez plantean ampliar y reforzar la
protección penal de ciertos "intereses colectivos, tales como la salud, la seguridad en el trabajo...".
Realmente ellos pretenden mediatamente, la abolición del sistema penal, pero como paso
intermedio proponen medidas alternativas (libertad condicional* suspensión condicional, arresto
de fin de semana, etc.), de tal modo que las sanciones penales "se hagan menos dolorosas y
marginalizantes y para que los condenados no pierdan su vínculo con la sociedad a la cual se
pretende reintegrarlos.
d) Defensa de un nuevo derecho penal a corto plazo. Para el "remanente" derecho penal
que se defiende, los minimalistas, han formulado una serie de principios con los cuales se
garantizarían los derechos humanos fundamentales. (Baratía, 1986 B, 2004; Zaffaroni, 1988,
Zaffaroni, S/f).
a) Se objeta que el sistema penal no podría violar los derechos humanos y a la vez
garantizarlos. Por tanto los minimalista no harían sino relegitimar el sistema contra el cual
anteriormente se había combatido, y defender "ahistoricamente" a un enemigo de la democracia.
Frente a las diferentes visiones dentro del movimiento crítico, la pregunta natural es ¿que
tendencia realmente representa a la crimino logia crítica?; obviamente la respuesta depende de que
anteojera ideológica se use. Al respecto, dentro del contexto de Latinoamérica, los críticos de este
“margen” se afiliaron a las corrientes del movimiento europeo, sobre todo el minimalista. En este
punto, Rosa del Olmo decía en 1987, en plena época de euforia de los críticos latinoamericanos, que
Baratta había despertado idolatría entre ellos, y que su pensamiento había sido asimilado
acríticamente, y que tal teoría "pareciera más bien teología con un lenguaje privado de los creyentes
y para los creyentes" (1987, p.78).
F. ¿La conducta criminal solo etiqueta creada por decisión socio política?; La comprensión
de la conducta delictiva, basada en la negación de los factores causales de dicho comportamiento
según los teóricos de la rotulación, que alcanzó su mayor influencia por los años sesenta del siglo
pasado, fue asumida también por la criminología crítica, como un postulado central de dicha
corriente por los años setenta. Sin embargo hubo un retorno al estudio de las causas del crimen por
el neorrealismo de izquierda, y en forma difusa en la década de los ochenta y noventa por el
minimalismo de Baratía, con la excepción de algunos "críticos" latinoamericanos que todavía
afirman que ya "la tesis etiologista esta superada" (Bustos y Larrauri, 1993); o bien como expresa
otro ilustre críminólogo, aludiendo a la comprensión psicológica de la conducta delictiva: "siempre
me pareció absurda la explicación psicológica del acto criminal, en la medida en que la existencia de
este último depende de una definición de carácter normativo " (García Mendes, 1995). Es decir, de
acuerdo a dicha idea, los procesos psicológicos subyacentes en la conducta humana no tendrían
existencia, porque sus manifestaciones conductuales resultarían de las definiciones o rótulos
normativos. En otros términos, el acto de quitar la vida a otra persona, tomar una cosa ajena, forzar
una relación sexual, entre otras, son producto de etiquetas normativas y que su "existencia”
depende de los rótulos o definiciones, y todo el proceso psicológico subyacente para comprender
tales actos resultarían sin sentido o absurdos, según tal razonamiento crítico.
Mas tarde, en 1990, si bien no llega a ser lo suficientemente preciso, señaló que el
"problema de la etiología no ha sido ignorado por la criminología científica y crítica. Por el contrario
(...), son dos, no una, las Investigaciones "etiológicas" de las que se puede ocupar la criminología
científica. Sin embargo, el status científico de la disciplina debe ser definido en forma diferenciada,
según que se trate de Investigaciones sobre los procesos de definición o de las situaciones
soclalmente negativas..." (Martínez, 1990 A, p. 112).
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De lo anterior podemos resumir que, según los puntos de vista que se manejen, la conducta
humana puede ser "rotulada" o calificada según perspectivas diversas: Sea el criterio penal, el
sociológico, el propuesto por Baratta, el asumido por Hulsman, así como por los criterios
criminológicos anteriores a la criminología crítica. Pero según nuestra apreciación, todos ellos no
dejan de ser etiquetas que se asignan a ciertas formas de comportamiento humano, y por tanto
pasibles de críticas porque no son consensúales. Además las etiquetas no generan el
comportamiento, siendo éste preexistente al rótulo, además tampoco existen criterios objetivos
firmes que sustenten los "rótulos" que propone Baratía, denominados comportamientos
socialmente negativos, y que supuestamente serían mas objetivos que los rótulos legales o de la
criminología "liberal" que ya desde mucho antes planteó también una noción criminológica de la
conducta delictiva diferente a la noción penal, y que desde nuestro punto de vista no se distingue
en el fondo de los "rótulos" informales que proponen Baratta o Hulsman.
Como se puede ver, para las tres tendencias más conocidas en que divergen lo que hoy se
llama Criminología Crítica, no existe consenso en uno de sus primigenios postulados centrales, que
fue la negación y crítica radical de las "causas" del crimen, la misma que es retomada claramente
por el "Nuevo realismo de izquierda", que plantea volver al estudio de las causas del crimen. Incluso
en la corriente garantista o minimalista liderada por Baratta, como ya lo hemos visto, no se niega el
estudio de las causas del crimen. No obstante, algunos autores latinoamericanos, afiliados a su
punto de vista, parecen no concordar con Baratta; por ejemplo resulta inverosímil que en un trabajo
posterior al del autor italiano comentado, Juan Bustos (1993) hablara del "agotamiento de la vía
causal.".
En los últimos lustros del milenio anterior, en Latinoamérica se apreciaba una visión
heterogénea de la criminología crítica, en quienes lo único consensual era la expresión coral de
llamar "positivistas" a los que no seguían sus puntos de vista, además de tener como tema central
de estudio el "control social" o el "control penal", donde ya existen discrepancias. En este contexto,
la tesis barattiana de estudiar las causas de los comportamientos socialmente negativos o dañosos,
parece que no es aceptada por algunos críticos radicales partidarios del discurso político y otros
quizás no están de acuerdo con su mentor y maestro guía. Al respecto, es sintomática la apreciación
de
M. Martínez (1999, p. 272), que en un trabajo posterior, señala que los críticos, excepto los
neorrealistas de izquierda, centran su objeto de estudio en el sistema penal, pero anota que autores
como Baratta y Smaus, “además del objeto antes señalado, están por la ampliación hasta las
llamadas "situaciones socialmente negativas". Esto significa, que en la visión posterior de Baratta,
sigue vigente “la distinción, para la criminología crítica, de dos dimensiones: la llamada dimensión
de la definición, como teoría y sociología del Derecho Penal, que cumpla la función de controlar
internamente el funcionamiento del sistema de justicia penal, y además la dimensión
comportamental, como teoría de todas las conductas socialmente dañosas y no sólo de aquellas
definí das como dañosas por la legislación penal. Sin embargo, el mismo autor reconocía que la
disciplina se ha dedicado fundamentalmente a la primera dimensión, habiéndose quedado la
segunda en meros propósitos" (Martínez, 1997, p. 272). El comentario que hace Martínez de la tesis
de Baratía, no muestra anuencia por el estudio causal del crimen. Sin embargo, desde otra posición,
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en un trabajo también último, el estudioso argentino Carlos Elbert (1999), cuando habla del objeto
de una criminología posible, incluye el "enfoque etiológico" y el "enfoque crítico", estando
tácitamente de acuerdo con Baratta.
De todo lo dicho, vemos que en los críticos minimalistas o garan tistas latinoamericanos,
seguidores de Baratta, no existe consenso, y como anota M. Martínez (1999, p. 266,) "no se puede
ocultar que los desacuerdos han producido confusión y desánimo entre quienes preten dían, como
criminólogos críticos, objetivos como el de contribuir a transformar la realidad social (...)
Igualmente, ha sido el pretexto de algunos oportunistas para cambiar de actitud y permitirse ser
absorbidos por el funcionamiento del sistema.que combatían.."; en este según do punto cuestiona
la actitud arribista de algunos proclamados críticos y cuestionadores del control social o penal, que
luego trabajan dentro del sistema para consolidar dicho control o como operadores del mismo.
En esta perspectiva se toma en cuenta, sobre todo el papel del entorno o las características
de cada escenario como oportunidades favorecedoras del evento delictivo, habiéndose
desarrollado diversos enfoques que, como anotan Felson y Clarque (1998), se basan en que las
oportunidades fáciles o tentadoras atraen o incitan a la acción delictiva.
1) Un objetivo o blanco apropiado de interés, que puede ser cualquier cosa o persona que
pueda incitar un acto delictivo en un infractor motivado. En este caso el blanco debe estar
“disponible”, y esto depende de cuatro características graficadas en el acrónimo VIVA.
b. Inercia, relativa al tamaño del objeto que sea removible, y si es una persona apreciar su
capacidad de resistir
c. Visible
d. Accesible;
3) un posible delincuente motivado. En este caso el acto delictivo puede ocurrir cuando el
potencial delincuente piensa que el objetivo es conveniente, por la ausencia de vigilante o el que
existe es deficiente.
® La racionalidad supone un cálculo de las metas, las mismas que pueden ser económicas o
instrumentales, y también metas no instrumentales, como diversión, prestigio, gratificación sexual,
lastimar a otros, etc.
• Las personas eligen libremente sus conductas, desviadas y no desviadas, en base a cálculos
racionales
Modelos o ramas de la TER: Se considera que dentro de esta teoría existen dos ramas
principales, los modelos puros y los modelos limitados (Paulsen et al. 2009).
1) El modelo puro de la teoría: Es el modelo más rígido, y plantea que el delincuente escoge
llevar adelante la ejecución de un delito bajo conocimiento completo y libre voluntad, teniendo en
consideración todos los posibles riesgos y recompensas, antes de asumir tal decisión.
2) El modelo limitado de la tesis: Según esta perspectiva, los potenciales infractores piensan
antes de actuar, incluso por un solo momento, teniendo en cuenta por lo menos algunos de los
beneficios y costos del acto delictivo. Esta visión es más cercana a la realidad
delincuentes encuentren víctimas u objetos para su accionar delictivo está en función del
desplazamiento cotidiano a través del espacio y del tiempo de ambos actores (delincuente-víctima),
tesis que fue desarrollada por Paul Brantingham y Patricia Brantingham en Patterns in críme en
1984, y en Environmental críminology de 1991.
1) Nodos, que hacen referencia a desde donde y hacia donde se trasladan las personas. Los
delitos no sólo se generan en esos lugares, sino también en zonas cercanas a ellos. Los delincuentes
buscan los objetivos del delito alrededor de los “nodos” de actividad personal, como pueden ser el
hogar, la escuela, zona de ocio y rutas entre ellos.
2) Las rutas, que siguen las personas en su actividad diaria, ligadas estrechamente con los
lugares donde son víctimas de delito. Por ello esta teoría presta atención a la distribución geográfica
del delito y al ritmo de actividad diaria (Mapas del delito según horas y días de la semana).
3) Los límites, que son los confines de las áreas donde la gente habita, trabaja, compra o
busca entretenimiento. Es más probable que algunos delitos ocurran en los límites, por la
concurrencia de personas de distintos lugares.
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También es importante anotar las diferencias con las tendencias criminológicas etiologistas,
que dedican sus esfuerzos al estudio de los factores que condicionan porque un individuo se
convierta en infractor, mientras que las criminología ambiental y el análisis del delito se interesan
por el evento delictivo, el delito.
Felson y Clarke (1998), partiendo del principio general que la oportunidad causa el crimen,
desarrollaron diez principios de la oportunidad del delito:
10) Una reducción de oportunidades focalizada puede producir un descenso de delitos más
amplio.
Respecto a los demás delitos, que también pueden ser cometidos por la mujer, comparado
con la participación del varón, la incidencia delictiva de la mujer es más pequeña con variaciones
importantes según el tipo de criminalidad. En estos casos las diferencias en la comisión del delito,
están en función de las condiciones sociales, económicas, políticas y coyunturales que tienen diversa
incidencia en la participación criminal por ambos géneros.
Si revisamos los datos de las internas en las cárceles del país, de acuerdo al delito cometido,
que en parte es similar a la criminalidad total de las mujeres que abarca además los delitos que no
suponen detención o pena privativa de libertad efectiva, podemos tener una visión más clara de
esta criminalidad, en función de las diversas figuras delictivas comparado con la de los varones
(Cuadro No. 12).
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Analizando sólo la criminalidad de la mujer encarcelada, se puede apreciar que el 60 por
ciento de ellas (2,624 casos), esto es más de la mitad de las internas, esta en prisión por tráfico ilícito
de drogas. En este caso, un volumen importante de estas internas tiene una situación económica
precaria, por lo que una de las probables razones de este hecho delictivo es la necesidad económica
y/o el desempleo. Debemos también anotar que la participación de la mujer en este delito del siglo
XX, viene creciendo en las últimas décadas, habiendo sido en sus inicios una actividad criminal, sobre
todo en la comercialización y/o transporte, mayormente de hombres; pero por razones económicas,
así como por la mayor liberalización de las jóvenes, entre otros aspectos concomitantes, ha
generado este crecimiento delictivo sobre todo de la microcomercialización en mujeres de estratos
más pobres y en el transporte como "burriers" en las que participan mujeres de estratos medios,
cuya incidencia ha tenido un crecimiento acelerado.
En segundo lugar de incidencia están los delitos patrimoniales con cerca del 16 por ciento
(697), y en tercer orden el homicidio con más del 6 por ciento (291 casos).
Comparando a varones con mujeres, en términos globales, los varones constituyen el 93.9
por ciento de internos y las mujeres el 6.1 por ciento. Si se comparan en función del sexo y su
participación por cada figura delictiva, se aprecian manifestaciones diferentes.
El delito que muestra un índice más alto en las mujeres, y que bordea el 16 %, es el de tráfico
¡lícito de drogas (TID), frente al 84 por ciento de varones.
Dentro de los delitos contra la libertad personal, una de sus figuras delictivas que
generalmente lleva a privación de libertad efectiva tanto del procesado como del condenado es "el
secuestro", en el que mayormente actúan varones, aunque posteriormente la participación las
mujeres ha tenido un crecimiento preocupante, delito en el que la mujer tiene casi un 10%'de
presencia frente al 90 por ciento de los hombres
El fenómeno económico, político y social de las últimas décadas del siglo pasado, que dio
lugar al surgimiento del terrorismo, comprometió a un porcentaje importante de mujeres en dicho
delito, por razones de convicción ideológica, debido también a su mayor participación política,
laboral y gremial, lo que se reflejaba en la significativa población carcelaria de los lustros anteriores.
Hoy día los remanentes carcelarios debido a las penas altas a las que fueron condenadas, se refleja
en el 7 % de mujeres frente al casi 93 por ciento de hombres con pena privativa de libertad por
terrorismo.
En los delitos violentos o de sangre, lesiones graves y las diversas modalidades de homicidio
doloso, las mujeres tienen de un 6% a casi un 7 % de participación, comparado con el 93 por ciento
de varones, y que no obstante ser índices pequeños, son indicadores de cierto aumento en tales
hechos delictivos.
En los delitos contra el patrimonio, abarcando las modalidades de robo y hurto agravado,
los casos de mujeres privadas de la libertad escasamente llegan a un 2.6 % frente al 97 % de varones,
esto se debe probablemente a que los delitos de hurto simple que son muy numerosos dentro de
los patrimoniales, con significativa participación femenina, no aparejan necesariamente privación
de la libertad, por lo que no figuran en la estadística carcelaria, sin negar que los hombres tienen
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mayor presencia. Probablemente el porcentaje de actos contra el patrimonio en general, incluidos
los que no ameritan privación de libertad, por parte de las mujeres, es mucho mayor. Al respecto
Doris Cooper (2002) analizando la criminalidad femenina en Chile, dice que la delincuencia urbana
de la mujer ha sufrido un proceso de "modernización", lo que ha llevado a un aumento significativo
de los delitos contra la propiedad, entre 1982(49%) y 1996(60%). Además aprecia que las mujeres
ya no participan sólo como cómplices o encubridoras de ladrones varones, como ocurría hasta la
década del 80, y que en la actualidad son ladronas que trabajan al igual que los hombres.
En los delitos contra la familia, generalmente las diversas figuras delictivas de este grupo
rara vez llegan a las instancias judiciales, salvo la "omisión de asistencia familiar", en el que casi en
el cien por ciento de casos el obligado a prestar alimentos es el varón, siendo un delito de incidencia
bastante grande, aunque en pocos casos se dictaba privación efectiva de la libertad, fenómeno que
ha variado en los últimos tiempos, lo que se aprecia en el signifcativo volumen de internos, con el
99.9 % de varones y el 0.1 % de mujeres. El delito de "fingimiento de embarazo o parto", que es
típicamente femenino, casi no es penalizado, siendo además un hecho no muy común. En
consecuencia dadas las características de los tipos penales de este grupo, el criminalizado por
razones socioculturales y legales es el hombre y no la mujer. Por lo que no es objetivo establecer
comparación por género en este grupo de delitos.
A. Teoría de los roles sociales diferenciales: Uno de los estudiosos que se preocuparon de
la criminalidad femenina a mediados del siglo XX, fue Otto Pollack (1908-1998), profesor de
sociología, quien en The criminality of women, cuya primera edición es de 1950, consideraba que la
incidencia de la criminalidad femenina debe comprenderse por los roles desempeñados, y que tal
fenómeno no sería escaso, sino que lo que ocurriría "es que sus "roles", de carácter tan limitado y
"privado", les permite cometer infracciones difícilmente detectables a causa precisamente, de la
naturaleza de las infracciones cometidas (envenenamiento, lesiones y malos tratos a niños..),
donde, además de la "privacidad", se hace presente la incapacidad de las víctimas para denunciar o
esclarecer lo sucedido" (Herrero, 1997, p.s. 459-460).
También a finales de los sesenta del siglo pasado, con el artículo de Francés Heidensohn
"The deviance of women: a critique and an enquiry" (British Journal of Sociology, 2,1968), se
comprende la criminalidad de las mujeres, "analizándola en referencia con los roles sexuales
femeninos tal como se encuentran institucionalizados en la estructura social en vez de estudiarla a
partir de los roles masculinos y de su articulación en dicha estructura" (Herrero, 1997, p. 457).
De acuerdo con esta orientación y los criterios que sigue el criminólogo francés Robert Cario
(n.1948), la menor criminalidad de la mujer y sus variantes delictivas se deberían:
Por ello, la clase de víctimas de esta criminalidad (niños, familia, grandes almacenes..)
estarían condicionadas por las oportunidades que las mujeres tienen dentro de su limitado entorno.
"Por eso, han afirmado gran parte de los defensores de esta teoría que, en la medida que se vayan
ejerciendo igualdad de roles entre hombres y mujeres, se irá homologando, en cantidad y calidad,
su delincuencia" (Herrero, 1997, p. 458).
B. Teoría de la “caballerosidad” con las mujeres: Planteada también por Otto Pollack, tesis
según la cual existe una tendencia mas baja para denunciar y procesar a una mujer. Se estima pues
que existe una actitud de mayor "indulgencia" con las mujeres, tanto para ser denunciadas como
para ser condenadas en caso de ser procesadas. Esto se traduciría, según nuestra apreciación, en
que los niveles de la cifra negra de la criminalidad femenina serían bastante elevados, lo que
también anotó Pollack, quien consideraba que el nivel de criminalidad en ambos sexos era
prácticamente igual, y que gran parte de la participación criminal de la mujer estaba enmascarada.
C. Tesis de la mayor eficacia de los controles sociales en caso de mujeres: Teresa Miralles
(1983, p.133), desde una visión crítica singular, considera también que la "escasez numérica de la
delincuencia femenina es vista como el resultado de una distinta proyección de los controles
sociales sobre la mujer. De tal modo, se constata que los controles informales funcionan con enorme
eficacia en un ámbito muy extenso, por lo que poco margen le queda al control formal límite, es
decir a la cárcel, para su actuación. La mujer no recibe una actitud más suave ni caballerosa, la mujer
encuentra un montaje de control constante en todas las esferas de su actuación."
La idea de que los controles informales son más eficaces con las mujeres, puede ser en parte
aceptable, pero también se observa que una variedad de delitos son mayoritariamente tipificados
para criminalizar conductas de los hombres, además de una menor criminalización de las mujeres,
por una serie de actitudes sociales predominantes. Asimismo, en la persecución del crimen, es obvio
por ejemplo que, frente a un delito de robo, homicidio u otros similares, el o los sospechosos
mayormente son hombres y no mujeres, no obstante que ellas también cometen tales crímenes.
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En esta diferencia se debe también tener en cuenta que ciertos delitos, debido a una serie
de condiciones de socialización y de oportunidad, se cometen mayoritariamente por hombres; por
ejemplo entre los delitos contra el patrimonio, los delitos de robo que se ejecutan mediante la
agresión física o con arma blanca o de fuego, generalmente se realizan por varones, no obstante
que en las últimas décadas existe también participación femenina. Asimismo los delitos contra la
libertad sexual, que también son numerosos, mayormente son cometidos por hombres, además son
delitos en los que se castiga sólo al varón; sin embargo no podemos cerrar los ojos ante la cifra
oscura en violación de menores y en atentados contra el pudor de menores, cometidos por mujeres
mayores de 18 años de edad, que prácticamente no son denunciadas, por la actitud dominante de
que ella no comete esos hechos, o que tal conducta realizada por una mujer no es censurable o
grave, por las diferencias físicas entre un actor varón y una actora mujer.
No obstante, otras autoras consideran, que las condiciones sociales y económicas, comunes
a hombres y mujeres, influyen en los cambios de los niveles de la criminalidad, y no tanto debido al
factor liberación femenina.
1) El efecto de supervisión; la ausencia del hogar por parte de las mujeres aumenta las
posibilidades de que éste sea objeto de robos, y además también hace decrecer el nivel de
supervisión de los niños;
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2) El efecto de oportunidad: "cuando las mujeres están fuera de la fuerza laboral, sus
oportunidades de involucrarse en formas delito más lucrativas se ven reducidas; por lo que a mayor
participación laboral hay mayor riesgo de comisión de delitos."
3) El efecto de vulnerabilidad: En esta caso la mujer que trabaja correría mayor riesgo de
ser afectada por algún delito, "el empleo extiende el rango de que las mujeres puedan ser víctimas
de delitos, desde el ámbito doméstico hasta la esfera de trabajo;" y
4) El efecto de poder: "la posibilidad de que la mujer trabaje puede modificar las relaciones
de poder en el hogar, y en potencia suscitar mayores conflictos."
C. Mujeres pobres y/o desempleadas y delito: Estudios de Steven Box y Chris Hale, en Roger
Matthews (n.1948) y JockYoung (1942-2013) en Confronting Crime, editado en 1986 en Inglaterra,
consideran que en situaciones de recesión económica y el desempleo de hombres y mujeres, se
aprecia que cierto grupo de mujeres son marginadas en tales situaciones de recesión. Igualmente la
estudiosa inglesa Pat Carien (n. 1939), en su obra Women, Crime and Poverty del 988, en un estudio
con 39 internas, considera que la pobreza les generaba un conjunto de necesidades no satisfechas,
asimismo que dichas reclusas, tenían pocos incentivos materiales para obedecer la ley. No obstante
que el desempleo afecta de forma similar a los hombres, la condición del sexo, el desempleo y el
delito, tiene especiales repercuiones en las mujeres.
4.5.4.1. Teorías iniciales: Cuando surge la Criminología en el siglo XIX, sobre todo bajo el
positivismo biológico de César Lombroso, se puso mayor empeño en el estudio del hombre
delincuente, pero supuestamente válido para hombres y mujeres. Sin embargo Lombroso junto con
su yerno Ferrero, escribieron en 1886 el libro: La donna delinquente, la prostituta e la donna
nórmale, en la que se trataba de explicar la baja criminalidad femenina debido a su propia
naturaleza, y su menor inteligencia en relación a las mujeres no delincuentes, así como a su
debilidad corporal, además consideró que había una equivalencia de la prostitución femenina con
la criminalidad del varón.
Desde la perspectiva del psicoanálisis, tampoco hubo una expli cación específica de la
criminalidad de la mujer, sobre la visión genérica del sentimiento de culpabilidad, o bien la tesis del
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innatismo criminal de Alexander y Staub, entre otros. En este caso, estas y otras tesis psicoanalíticas
no tienen mayor sustento objetivo
En otro contexto las teorías sociales van a lograr mayor peso comprensivo de la criminalidad
en general, aunque no se realizaron estudios desde la perspectiva de género, pero de todos modos
alcanzaron mayor influencia en la criminología del siglo XX, junto con las concepciones psicológicas
de la teoría del aprendizaje.
4.5.4L2. Teorías sociológicas: Las diversas teorías sociológicas que ya hemos revisado han
servido para comprender la criminalidad en general, tanto de varones como de mujeres, con algunas
partícula ridades en función de ciertos delitos, habiendo tenido mayor vinculación las tesis del
etiquetamiento y la criminología crítica, sobre todo la tendencia del nuevo realismo de izquierda,
aunque de acuerdo a la perspectiva de la orientación feminista, todas las teorías se caracterizan por
su androcentrismo.
Dentro del estudio feminista del crimen, en las últimas décadas, sobre todo en
Latinoamérica, se observa que tiene especial desarrollo la teoría de la opresión, y dentro de ella
sobre todo la perspectiva del feminismo radical o de la opresión patriarcal; al respecto es ilustrativa
la afirmación de Haydeé Birgin (2000, p.11): "Los discursos feministas han puesto al descubierto el
modelo androcéntrico dominante en los sistemas de la ciencia y el derecho, destacando la
inexistencia ontoló gica de los géneros según pretenden los discursos androcéntricos y mostrando
que ellos son el resultado de construcciones sociales fundadas en la distribución del trabajo,
producto del orden imperante en las sociedades patriarcales...".
Al respecto se considera que por dicha época, el trabajo pionero, de una línea de aborde
criminológico diferente, fue el libro: Women crime and criminoiogy: a feminist critique, que se
publicó en Inglaterra en 1976 por Carol Smart (n.1948), señalando que dentro de este tipo de
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estudios, la mujer generalmente fue ignorada, y en los casos que se aludía a ella, la tendencia era
sexista (Macionis y Plummer, 2000). Otros trabajos posteriores son los de Francés Heidensohn y
Marisa Silvestri: Women and crime: The Ufe of a female ofender, de 1985; asimismo la obra de
Allison Morris: Women, crime, and criminal j'ustice publicado en 1987; igualmente Loraine
Gelsthorpe y A. Morris (Edis.) Feminist perspectives in criminoiogy editado en 1990, y el de Nicole
H. Rafter y F. Heidensohn (Eds.) International feminist perspectives in criminoiogy. Engendering a
discipline de 1995; también Meda Chesney-Lind (n.1947) criminóloga feminista norteamericana,
que publicó The female ofender: giris, women and crime en 1997, entre otros diversos estudios.
Tales ¡deas y otros muchos trabajos han tenido gran recepción en las feministas de nuestro
"margen", y que con unas y otras ideas adicionales, mayoritariamente argumentan la concepción
del sexismo, encuadrable en las teorías de la opresión. En España, donde existe una literatura
importante al respecto, es destacable el libro de María Luisa Maqueda Abregú: Razones y sinrazones
para una criminología feminista, publicada el 2014.
En Latinoamérica, Alda Fació y Rosalía Camacho (1993, p.33) afirman que "la invisibilización,
marginación y hasta desprecio con que se ha tratado el fenómeno de la criminalización femenina y
todo lo relacionado con el control social y los comportamientos socialmente negativos desde la
perspectiva de las mujeres, se debe más bien al sexismo en el quehacer científico criminológico que
a la menor cantidad de delitos cometidos por mujeres..", señalando que el sexismo se observa
cuando no se hace un análisis de género, y que si no se toma en cuenta dicha variable, no es posible
apreciar la realidad de la subordinación de la mujer y la dominación del hombre. Asimismo,
siguiendo las ¡deas de Margrit Eichler (n.1942) autora de diversas obras, tales como The doublé
estándar: A feminist critique of the social Sciences, de 1980, Nonsexist research methods, publicada
en 1988, señala siete formas de sexismo:
a. El familismo,
b. El doble parámetro,
c. El dicotomismo sexual,
e. La sobregeneralización y sobreespecificación,
f. La insensibilidad al género, y
g. El androcentrismo
En esta línea de ideas, Angela Alvarado y Gladys Miller (1993), afirman también que la
criminología no ha estudiado este problema desde la perspectiva de género, y que cuando los
paradigmas criminológicos analizan la situación de las mujeres criminalizadas lo hacen desde una
visión androcéntrica, y que el parámetro que se emplea para interpretar su realidad social es el del
hombre que delinque, como si el género femenino tuviera iguales características y necesidades
sociales que el género masculino.
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Como se puede apreciar, las feministas de Latinoamérica citadas, adoptan generalmente un
discurso compatible con la corriente de la opresión, de tipo androfóbica, afirmando que el estudio
de la criminalidad femenina se ha hecho bajo una visión androcéntrica, y que esta criminalidad esta
condicionada o teñida por una sociedad patriarcal. Asimismo se dice que el androcentrismo se "da
cuando un estudio, análisis o investigación se enfoca desde la perspectiva masculina, únicamente
presentando la experiencia masculina como central de la experiencia humana (...) Dos formas
extremas de androcentrismo son la misoginia y la ginopia. La primera consiste en el repudio a los
femenino y la segunda en la imposibilidad de ver lo femenino o invisibilización de la experiencia
femenina." (Fació y Camacho, 1993, p. 39) Sin embargo, un razonamiento mas objetivo es el de
Norma Fuller (2008, p.102), quien dice que "la principal crítica que se puede hacer a las posiciones
feministas más extremas es que si bien se puede probar que existen sesgos androcéntricos en los
sistemas judiciales y penales, no es posible demostrar que exista una conspiración contra las
mujeres”. Además es una perspectiva no objetiva y real considerar que sólo las mujeres son
oprimidas y que ellas nunca oprimen, y que siempre son víctimas y nunca agresoras.
Es cierto que dentro del contexto social, las valoraciones o cali ficaciones del
comportamiento humano en función del sexo, pueden ser más negativas o menos negativas en
circunstancias diversas. Por ejemplo la conducta de un hombre que tiene enamoramientos con
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diversas parejas, es calificada de mujeriego o "don Juan", con escasa connotación negativa, hasta
no censurable; sin embargo en el caso de una mujer, de conducta similar, las calificaciones son más
críticas y duras, desde mujer liviana, impúdica, hasta de meretriz, aunque estas actitudes también
están sufriendo un cambio hacia una menor censura. Asimismo, en el campo del control penal, las
normas que tipifican como delito determinadas actos humanos, en ciertos casos han reflejado una
tendencia más severa con las mujeres, mucho más en legislaciones de siglos anteriores, hasta inicios
del siglo XX, como en el adulterio y aborto, aunque en los últimos tiempos se ha ido despenalizando
el adulterio en el mundo occidental. No obstante, en otros casos, el nivel de censura y penalización
es más bien mucho mas duro con los varones que con las mujeres. Por ejemplo, en nuestra
legislación penal la violación de menores de 14 años es penalizada en forma severa, y en la realidad
prácticamente el 100 por ciento de penalizados son hombres. Claro que algunos o algunas personas
podrían decir que la mujer no comete delito de violación; sin embargo en el caso de mujeres
mayores de 18 años de edad que tienen voluntariamente o bajo su insinuación relaciones íntimas,
hetera u homosexuales, con varones o niñas menores de 14 años, están dentro del tipo penal de
violación de menores de edad, pero prácticamente no existen denuncias o no hay interés en
investigar tal conducta, quedando en la cifra oscura casi todos estos delitos, además la actitud social
no ve con horror tales prácticas, no existiendo preocupación por este hecho.
Del mismo modo, en los delitos contra el pudor de menores, ocurre también una actitud
bastante dura contra los hombres autores de tal delito, en la que prácticamente el 100 de
procesados son también varones. En este caso igualmente, los tocamientos y otros actos contra el
pudor de menores de 14 años, y probablemente mucho más con niños menores de 12 años,
realizado por mujeres, generalmente no se ve con malicia ni se penaliza. Sobre este punto tampoco
existen investigaciones, ni interés sobre el tema.
Sin embargo, algunos autores como Zaffaroni (2000) consideran que la actitud feminista por
lograr mayor protección del sistema penal es contradictoria, y como argumenta Haydeé Birgin
(2000, p. 14), "curiosamente, las mujeres, quienes en general se encuentran fuera de la esfera de
acción del derecho penal, arguyen ser discriminadas por el sistema y reclaman una mayor
intervención coactiva para dar solución a la conflictiva problemática de las agresiones sexuales. La
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situación resulta paradójica: quienes menor vinculación tienen con el derecho penal se sienten
discriminadas por ello y, en su búsqueda de contención y protección pública, solicitan se les dé
ingreso en el sistema. Nos proponemos” demostrar que el reclamo de una mayor intervención en
el sistema penal por parte de las víctimas agredidas sexualmente se funda en el supuesto falso de
que este aparato constituye un medio de resolución de conflictos." Además agrega que "por medio
del reclamo de una mayor intervención punitiva es decir, del uso simbólico del derecho penal, el
discurso feminista aboga por la legitimación del sistema penal y se contamina, entonces, de los
discursos altamente discriminatorios en los que este se funda".
En suma, al margen de las anotaciones críticas, existen aportes importantes desde la óptica
feminista, que han permitido ampliar el análisis del fenómeno criminal considerando la variable de
género, aunque también en ciertas tendencias se aprecian generalizaciones no siempre objetivas.
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Capítulo V
TENDENCIAS PSICOCRIMINOLOGlCAS
El problema del crimen y otras formas de conducta desviada son objeto de diversas
disciplinas, entre ellas de la psicología, ciencia que integrada a un enfoque criminológico, apunta
hacia el conocimiento y comprensión de la dimensión psicológica del delito, así como del
comportamiento desviado no delictivo. Este aporte psicológico al campo criminológico no es
reciente, ya se aprecian ¡deas sobre el particular desde fines del siglo XIX, cuando empezaba a
configurarse la psicología como ciencia autónoma. Sin embargo, ya desde periodos anteriores hubo
preocupación por la dimensión psicológica del hombre y de su conducta criminal; al respecto, según
la opinión de Willem. Bonger (1943), posiblemente uno de los precursores más lejanos de esta
vertiente, fue F.G. Pitaval (1673-1743), jurista francés, que fue "el primero en recoger material de
psicología criminal, especialmente en su obra Causes celebres et interessantes de 1734. No obstante,
para el citado autor, el fundador de la psicología criminal, "como ciencia práctica experimental, fue
el médico francés Prosper Despine (1812-1892)", quien expuso sus ideas en su obra "Psychologie
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Naturelle. Etude sur les facultés intellectuelles et morales dans leur état normal et dans leurs
manifestations anormales chez les alienés et chez les criminéis", publicada en -1868.
Hay que anotar que los puntos de vista al respecto no son unívocos, ya que Angelo L.
Hesnard (1886-1969) decía (1963), que Etienne De Greeff es el inventor de la psicología criminal, un
autor prácticamente contemporáneo, de quien afirmaba: "Podemos decir que fue el creador de la
Psicología criminal a la que personalmente llamaba Antropología". Realmente, desde nuestro punto
de vista, los primeros aportes claros datan de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, con el surgir
de la psicología como ciencia, en la que se empiezan a encontrar visiones más orgánicas relativas a
la psicocriminología, hasta desarrollos sistemáticos y más coherentes posteriormente.
Sin embargo debemos precisar que por mucho tiempo, en el campo de la psicología criminal
y de la psicocriminología en particular, imperó una visión unilateral, por el predominio de la
perspectiva psicoanalítica, que desde nuestro punto de vista y de otros autores, es precisamente la
tendencia menos sólida y menos científica de la psicología. Paralelamente se desarrollaron algunas
concepciones caracterológicas como las de Heymans y Wiersma, Kretschmer, Sheldon; asimismo la
tesis de la frustración agresión; la concepción psicopatológica del crimen; las teorías conductistas
del delito, entre otras.
Como se podrá deducir de los criterios señalados, esta concepción psicológico criminal
aborda ciertos aspectos extrajurídicos del fenómeno delictivo, como el hecho psicosocial que
apareja tal evento, así como los aspectos estrictamente psicológicos subyacentes en los actores de
tales hechos, lo que constituye un capítulo importante de la criminología al que denominamos
Psicocriminología.
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De esta breve visión del papel de la psicología frente al delito, el delincuente y la conducta
antisocial, en sus diversos momentos y correlaciones, nos interesa concentrarnos en cuanto
constituye capítulo de la Criminología, o sea como psicocriminología, orientado al análisis de todo
lo relativo a la explicación del delito y el comportamiento criminal y antisocial desde el punto de
vista psicológico. Esta afirmación, sin embargo, no debe llevarnos a postular o creer en una
explicación o comprensión del crimen bajo el ismo psicológico o puramente psicologista que ya
hemos objetado en otros trabajos, más bien nuestro punto de vista criminológico nos inclina a una
propuesta sociopsicobiológica. Por ello entendemos a la psicocriminología como el capítulo de la
psicología criminal, que aporta desde esta vertiente especializada sus conocimientos para la
explicación de los fenómenos delictivo y antisocial, abordando también el estudio psicológico de los
actores de tales fenómenos.
• Una que abarca a las teorías psicológicas más o menos sistemáticas, que pretenden
explicar del crimen y la conducta desviada en general, como el psicoanálisis; el condicionamiento
operante; la teoría de la imitación o aprendizaje social; la concepción de H. Eysenck; la tesis de
lafrustraciónagresión; la orientación cognitivo-conductual, entre las más importantes.
• Otra que incluye a los diversos factores psicológicos, que tienen mayor o menor
concomitancia o correlación con la criminalidad y el comportamiento antisocial; y,
5.2.1.1. Carácter y personalidad: Existen realmente una multi plicidad de estudios sobre la
personalidad, desde las diversas perspectivas psicológicas. De todas ellas, las que alcanzaron mayor
grado de repercusión dentro del trabajo criminológico, en la primera mitad del siglo XX, han sido los
estudios sobre los tipos de carácter o temperamento, elaborados por diversos psicólogos, que
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tuvieron posterior aplicación en la comprensión de la conducta criminal y desviada. En dicho
contexto era frecuente considerar, tanto la personalidad como el carácter, en términos sinónimos,
aunque otras tendencias afirmaron que el carácter era el aspecto estructural de la personalidad
(Thomae, 1971), o bien sus funciones afectivas y dinámicas (Nuttin, 1968).
5.2.1.2. Las tipologías caracterológicas: En la psicología europea de fines del siglo XIX y
primera mitad del siglo XX, tuvo mayor desarrollo esta tendencia, habiendo sido en Alemania donde
Julius F. A. Bahnsen (1830-1881) quien empleó por primera vez el término de caracterología en I867,
en sus dos volúmenes titulados: Beitrage zur charakterologie. Posteriormente, dentro de dicha
vertiente surgieron las tipologías caracterológicas que se basaban en la teoría sustentada por cada
autor en particular, y generalmente concebían el carácter como aquel sello personal que
diferenciaba a un individuo de otro, y según el cual se respondía característicamente ante las
diversas situaciones de la experiencia individual, habiendo tenido mucha difusión, en la primera
mitad de la centuria pasada, los tipos introvertido y extrovertido de Cari Jung (1875-1961).
Otras tipologías psicológicas desarrolladas en las primeras décadas del siglo XX, estuvieron
ligados a las formas corporales, por el énfasis correlacional que se pusieron con las características
somáticas, tal como la biotipología de Kretschmer con sus tipos esquizotímico, ciclotímico y viscoso.
Asimismo los somatotipos de Sheldon, quien derivó también de ciertas bases somáticas los
temperamentos cerebrotónico, viscerotónico y somatotónico. Por su parte Fritz Kunkel (1889-
1956), psiquiatra alemán adleriano, siguió una tipología más dinámica (1964), en la que se prevén
posibilidades de cambio de los tipos caracterológicos, concibiendo cuatro variedades: Tipo
enredadera, tipo astro, tipo nerón y tipo ostra. Todos ellos se formaban por la integración de las
influencias ambientales favorables o desfavorables y de las características biológicas del individuo,
ya sea de buena vitalidad o de baja vitalidad. De estos caracteres se podía deducir que los tipos
Nerón y Astro eran los que correlacionaban con mayor incidencia con ciertas formas de
comportamiento criminal.
Una de las primeras tipologías de inicios del siglo XX, que repercutió en el campo
criminológico fue la propuesta entre 1906 y 1909 por los holandeses Gérard Heymans (1857-1930)
psicólogo y el psiquiatra Enno D. Wiersma (1858-1940), continuando el modelo de Wundt (Martínez-
Abascal, 2001). Mas tarde, el sueco H. Sjobring, entre 1913 y 1919, expuso también una
caracterología parecida a la de Heymans-Wiersma, considerando cuatro factores: Capacidad,
valencia, estabilidad y solidez, los que a su vez existían en el individuo, bien en cantidad excedente,
media o débil, dando lugar a ocho tipos: el supercapaz (C+), el subcapaz (C); el superválido (V+), el
subválido (V); el superestable (St+), el subestable (St); el supersólido (So+), y el subsólido (So). Fue
Olof Kinberg quien adoptó la tipología de Sjobring en el campo criminológico.
2. Sentimental (emotivo-inactivo-secundario)
3. Colérico (emotivo-activo-primario)
4 Apasionado (emotivo-activo-secundario)
(1963) expresaba que el más criminógeno de todos es el nervioso. Luego vienen el amorfo,
el apático, el colérico, etc. Esto no significaba que los flemáticos no cometan delitos nunca, aunque
es más raro que lo hagan, y cuando lo hacen el crimen tiene características peculiares.
Según esta tipología, el Nervioso (E noA P) es bastante emotivo, siente de manera muy viva
los estímulos del mundo externo, por ser de sensibilidad hiperestésica; en función de su inactividad
sus energías o impulsos no se descargan por una acción continua, sino más bien por reacciones de
tipo agresivo en momentos determinados; y, además como es primario, su reacción es inmediata
sin meditar previamente las consecuencias de su acto, condiciones que son favorables para incidir
con mayor probabilidad en un comportamiento antisocial o criminal.
El Amorfo (noE noA P), por sus notas peculiares de carácter, puede también estar propenso
a reacciones que pueden ser de tipo delictivo o antisocial, además porque es una persona más
inclinada a dejarse llevar por las malas compañías, por faltarle aptitudes para resistir a las
sugestiones del grupo o de un lider.
El Apático (noE noA S), tiene fallas en la esfera moral y volitiva, y a veces también es mal
dotado intelectualmente, por lo que en mayor proporción carecen de escolaridad adecuada. Estos
rasgos posibilitan una mayor incidencia delictiva, ya sea contra la propiedad o de carácter sexual.
El Sanguíneo (noE A P) es propenso a la buena vida, el placer material, actuar primero sin
meditar y ser predominantemente activo, por lo que como señala Blarduni (1963), interviene poco
en los delitos contra la propiedad, pero si tiene mayor participación en los crímenes sexuales y los
delitos de violencia contra las personas.
De la visión sucinta de tales datos debemos señalar que hay que considerarlas con
limitaciones, y no pretender deducir de ellos que los flemáticos, sentimentales y pasionales están
libres de cometer delitos, ya que por ejemplo los tipos pasionales pueden realizar actos de violencia,
sobre todo "crímenes pasionales", por la fuerte tendencia emotiva. Asimismo, respecto a los
sentimentales, Restén (1963) señalaba que estos individuos al no haber podido resolver sus
conflictos debido a su inactividad, soportan durante meses o años tal situación conflictiva, y que en
algún momento de embriaguez pueden cometer un delito de homicidio, o bien después de un largo
periodo de continencia cometer un delito sexual. Los flemáticos que tengan una inadecuada
capacidad moral pueden ejecutar actividades criminales muy peligrosas, organizadas
meticulosamente y con mucho cuidado. Otra salvedad que debemos hacer, es que los datos
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estadísticos de Restén no pueden ser tomados con mucha confianza, ya que para tales resultados
sólo consideró una pequeña cantidad de reclusos, 61 delincuentes adultos, de los que no se tienen
mayores detalles, como edad, escolaridad, ocupación, reincidencia, nivel socioeconómico y zona
geográfica de la que procedían, entre otros aspectos que inciden en el comportamiento criminal o
condicionan los rasgos de personalidad.
c) La fase cuantitativa y experimental que empezó a inicios del siglo XX y sus resultados se
aprecian recién en las últimas décadas.
Según Cattell (1972, p. 6), en la fase protoclínica se escribieron cosas fascinantes respecto
de la personalidad, aunque no siempre muy bien fundadas, y que cuando se desarrolle la historia
en la siguiente generación, probablemente se diga que "aunque esta segunda fase tuvo hombres de
gran talento, como Jung y Freud, científicamente casi equivalió a un desastre debido a que la
impresionante fachada de su pseudo conocimiento cortó el incentivo para realizar los modestos
experimentos de los que depende el progreso de la ciencia".
Para Cattell (1972, p. 15 y 17) "la personalidad púede definirse como aquello que nos dice
lo que una persona hará cuando se encuentre en una situación determinada" y en “un estado de
ánimo definido". Guilford por su parte afirma que "la personalidad de un individuo es una
constelación específica de rasgos". Si bien no existe acuerdo entre los psicólogos respecto a la
noción de personalidad, podemos considerar que la idea de Charles Morris (1987, p. 380) más afín
a la corriente de los rasgos, presenta una noción integral, concibiéndola como un "Patrón único de
los pensamientos, sentimientos y conductas de un individuo, que persisten con el tiempo y en
diversas situaciones". Uno de los últimos estudiosos más importantes de la personalidad, Theodor
Millón (1928-2014), sigue una perspectiva integradora entre la estructura básica de la personalidad
y su dinámica, considerando a su vez un continuo entre normalidad y patología (Violeta Cardenal et
al., 2007), concibiéndose a la estructura como una organización casi permanente de la personalidad
y a la dinámica o estilo como una forma de expresión (OrtizTallo,
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2002) Actualmente se aprecia que la personalidad se desarrolla a lo largo de la experiencia
vital de cada individuo, .sobre todo en sus primeros años, de acuerdo a sus condiciones internas o
base biológica subyacente, es decir que en la base de la personalidad está sobre todo esa estructura
anátomo fisiológica del sistema nervioso, que responde "temperamentalmente", de un modo
singular e integrado ante las experiencias y estímulos que inciden en el sujeto. Por ello afirman
algunos autores, que parece razonable considerar que una gran parte de la formación básica de la
personalidad tiene lugar antes de los seis o siete años de edad, pero que el aprendizaje de ciertos
aspectos de esta dimensión humana puede continuar a lo largo de la vida.
Para muchos autores, William L. Stern (1871-1938), psicólogo alemán en I934 es el iniciador
de esta tendencia, aunque el habló de "disposiciones", siendo más bien Gordon W. Allport (1897-
1967) psicólogo norteamericano quien en 1937 prefirió la denominación de rasgos y la difundió.
Para este psicólogo, los rasgos son "tendencias o predisposiciones determinantes a emitir una
respuesta". Mientras tanto Cattell (1972, p.18) dice que “por rasgo entendemos una tendencia a
reaccionar, relativamente permanente y amplia.". En tanto Morris (1987, p. 381) afirma que los
rasgos son disposiciones "duraderas dentro del individuo, las cuales hacen que piense, sienta y actúe
en unas formas determinadas.".
Otro elemento de juicio que debemos considerar, es que los estudios sobre los rasgos de
personalidad precisan que éstos no determinan necesariamente un tipo de comportamiento
ineluctable en el sujeto que posee dichos rasgos, ya que se deben considerar otras variables, como
la situación en que se halla el sujeto. Esto ha sido desarrollado por lo que se conoce como la
perspectiva situacionista, uno de cuyos impulsores es el psicólogo austríaco radicado en estados
Unidos, Walter Mischel (n.1930) entre1968 y 1982. Esta tendencia dice que probablemente las
características conocidas de una situación provocan constantemente el mismo comportamiento, y
que no sólo es función de los rasgos. Según dicho autor, diversas investigaciones han demostrado
que el desempeño en la medida de los rasgos se ve afectado por el contexto, y que tal conducta es
modificada por variados cambios ambientales, y aunque las personas suelen exhibir consistencia en
sus cuestionarios y calificaciones, esos resultados no predicen de manera inequívoca su
comportamiento real en situaciones específicas. Mischel (1990, p. 178) dice al respecto, que "todos
los individuos pueden exhibir consistencia en lo que se refiere a su propia conducta en algunos
rasgos (Bern y Alien, 1974), pero en muchos otros la mayoría de los seres humanos exhibe muy poca
consistencia de una situación específica a otra.".
Destacando sobre todo los psicopatológicos como el MMPI y los factoriales como el Cattell
16 P.F. y el de Guilford., y en las últimas décadas los inventarios de Millón: el inventario de estilos
para personalidad normal (MIPS de 1994), el inventario clínico multiaxial de Millón (versiones
MCMII, MCMII.I, MCMIIII), entre otros más. También el Inventario de Eysenck; igualmente la escala
de calificación de psicopatía de R. Haré, 1980 y revisión 1985; el cuestionario de agresividad de
Arnold Buss y M. Perry (1992), entre muchas otras pruebas.
Cada pregunta del cuestionario presenta a su vez tres alternativas de respuesta, entre las
que se debe escoger una. Ejemplos:
a) si b) en duda c) no
100. Muy rara vez suelto exclamaciones molestas que puedan herir los sentimientos de Ja
gente:
De estos resultados podemos inferir que mediante este cuestionario se pueden detectar
ciertas características de personalidad, que si bien no creemos que sean predisponentes de la
criminalidad, son indicadores de un mal ajuste personal, que pueden precipitar en ciertas
circunstancias un comportamiento delictivo.
38. Por un tiempo, cuando era más joven, participé en pequeños robos:
VF
VF
De lo anterior creemos que es conveniente apreciar el tipo de correlación de 4(Dp) con otras
escalas, y si aparece combinada con elevación de las escalas 3, 8 y sobre todo la 9, la delincuencia
es más frecuente según el parecer de diversos estudiosos. Precisamente Dahlstrom y Welsh en
1960, hallaron también que los sujetos con perfil alto en 4(Dp) y 9(Ma) revelaban claras conductas
psicopáticas. Dentro de esta línea de estudio, Roberto Haré (1974, p.28) es quizá uno de los autores
que mayor énfasis pone sobre la validez del MMPI, para diferenciar a los delincuentes psicopáticos
de los no psicopáticos, y en un trabajo con reclusos empleando dicho cuestionario, afirma que se
"ve perfectamente que las dos escalas que mejor permiten diferenciar a los delincuentes psicópatas
de los no psicópatas son la Desviación psicopática (Dp) y la Hypomanía (Ma)".
Las correlaciones criminológicas, del 16 P.F. de Cattell, como del MMPI deben tomarse con
cautela, en el sentido de no pretender estar ante test psicométricos capaces de detectar a los
delincuentes, sino más bien ante instrumentos de diagnóstico psicológico que nos indican que
ciertos rasgos de personalidad se presentan con elevada frecuencia en los grupos de delincuentes
psicópatas, pero que también se manifiestan en personalidades que no son delincuentes.
El MCMI-II consta de 175 ítems que debe ser contestada como verdadera (V) o falsa (F), y
que generalmente se resuelve entre 20 a 30 minutos. Abarca 10 escalas que evalúan trastornos de
personalidad: esquizoide, evitativo, dependiente, histriónico, narcisista, antisocial, agresivo/sádico,
obsesivo-compulsivo, pasivo/agresivo, y autodestructivo; además de tres escalas relacionadas con
graves alteraciones de personalidad: esquizotípico, límite y paranoíde. El MCMI-II ha tenido una
aplicación importante en el campo de la criminalidad y otras formas de conducta desviada.
D. Otros inventarios; Existen también otras técnicas más específicas para evaluar criminales
y psicópatas, destacando el Cuestionario de personalidad de Eysenck y Eysenck (EPQ-A) para
adultos, que mide tres dimensiones básicas de la personalidad: neuroticismo, extraversión y
psicoticismo, y la sinceridad, aplicable a partir de los 16 años de-edad
5.2.2. TEORIA DE HANS EYSENCK: El psicólogo inglés Hans Eysenck (1916-1997) de origen
alemán, planteó en 1964 que existen correlaciones entre personalidad y delincuencia. Su
concepción al respecto la encuadramos como de orden psicobiológica, aunque Yates la cataloga
como teoría general de la socialización. El afirmó en sus primeras investigaciones que en cada
persona existen las dimensiones de introversión-extraversión y la de estabilidad-neuroticismo, con
fundamentos biológicos o genéticos, y que conjuntamente con el condicionamiento determinan la
personalidad comportamental. De los experimentos hechos por el autor y otros científicos, dedujo
la hipótesis de que hay una fuerte predisposición hereditaria subyacente al comportamiento
extravertido o introvertido, así como para la estabilidad- neuroticismo. Para llegar a tal afirmación
consideró los estudios de los gemelos univitelinos, utilizando una variedad de estímulos en
situaciones diversas y otras investigaciones adicionales en 1972 y 1976.
Estos fundamentos biológicos, en base a los estudios que ha efectuado, sirvieron a Eysenck
para decir que los extravertidos que acumulan alto potencial de inhibición durante el proceso de
condicionamiento, resultarán más difíciles de socializar y se condicionarán con menor intensidad
que los introvertidos, que en principio acumulan relativamente poca inhibición. De lo que se
desprende también que los introvertidos se condicionarán mucho mejor que los extravertidos. Sin
embargo anota que nada de "cuanto hasta ahora hemos dicho puede inducir al lector a pensar que
el entorno no ejerce ninguna influencia como causa del delito. Ninguno de los autores mencionados
hasta ahora suscribiría una afirmación semejante. La noción misma de delincuencia o de delito sería
absurda sin un contexto de aprendizaje, de experiencia social y, genéricamente, de interacción entre
los hombres. Lo que demuestran las cifras es que la herencia es un fuerte factor de predisposición
en la realización o ejecución del delito" (Eyenck, 1976, p. 93). En suma, lo que planteó es que la
personalidad comportamental (Pe), la personalidad fenotípica que observamos en la vida cotidiana,
es la resultante del genotipo (herencia) y del entorno o ambiente: Pe = Pg. E
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La dimensión excitación-inhibición es de orden genotípica, que en el proceso de
condicionamiento y frente a determinadas influencias ambientales (E), va a dar el comportamiento
de tipo extravertido o introvertido. Eysenck sugiere que posiblemente la formación reticular
ascendente es la sede fisiológica donde radica el soporte de tal dimensión. Proceso similar se daría
para la emotividad (estabilidad-neuroticismo), que junto con la anterior, pueden dar lugar a diversas
combinaciones (Figura No. 12).
En base a lo anterior este autor planteó que precisamente los psicópatas y ciertos
delincuentes, se caracterizan por el predominio de las dimensiones extraversión-neuroticismo
(emotividad) extremas, y en los que debido al predominio de la inhibición el proceso de
condicionamiento social es más difícil. Asimismo, entre otras anotaciones, Eysenck (1976, p. 145)
afirmaba, que los psicópatas y otras personas, de acuerdo con su hipótesis, "son precisamente
aquéllas en las que no se ha producido un condicionamiento de las respuestas sociales. Disponemos
de pruebas suficientes para sugerir que las respuestas autónomas, condicionadas de acuerdo con el
sistema ordinario de Pavlov, constituyen la base de lo que normalmente llamamos conciencia. La
conciencia es, efectivamente, un reflejo condicionado".
Agregaba además que en cuanto a factor disuasivo del delito, la reacción autónoma, la
conciencia condicionada del delincuente en potencia, tiene mucho más fuerza que las fuerzas de la
ley y el orden establecidos. De ello afirma que la "conciencia" es principalmente, el factor
fundamental que nos hace comportarnos de una manera moral y socialmente aceptable. La
delincuencia se explicaría entonces, tomando en cuenta las siguientes consideraciones deducidas
de todo lo anterior.
b) Las personas que cometen delitos y otros actos antisociales serán más extravertidos de
las que se abstienen de realizar esos actos. Según Eysenck, en este segundo enunciado existe mayor
número de pruebas confirmatorias.
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c) Los patrones de conducta relacionados con la introversión-extraversión y con la
estabilidad-neuroticismo, tienen unas bases sustancialmente hereditarias.
Según Aubrey Yates (1973), en la teoría de la socialización son importantes las diferencias
individuales en el que hay que considerar fres factores:
Gordon Trasler (1929-2002), que también sigue este modelo en su obra The explanation
ofcriminalityde 1962, sin embargo a diferencia de Eysenck, ha prestado mayor atención a las
diferencias de clase social en relación al proceso de socialización y su contacto con influencias
delictivas.
Actualmente existe interés por considerar las variables de la personalidad en las teorías
criminológicas, tomando en cuenta los aportes de Eysenck y también la tesis del autocontrol y la
variable impulsividad (Alcázar y Bouso, 2008).
Siguiendo los argumentos de su ensayo de 1915, Freud creía que una forma de criminalidad
se explicaba en base a los fuertes sentimientos de culpabilidad que sufría la persona, debido a que
no había podido superar su complejo de Edipo, ya que decía haber observado sujetos que sufrían
un penoso sentimiento de culpabilidad de origen desconocido, y una vez cometida una falta
concreta, sentían mitigada la presión del mismo, y esto significaba que el sentimiento de
culpabilidad existía antes del delito. También consideraba que había otro grupo de delincuentes, no
condicionados por el sentimiento de culpabilidad, es decir de aquéllos "que no han desarrollado
inhibicio nes morales o creen justificada su conducta contra la sociedad".
En base a esta versión se dedujeron otras tesis analíticas, con variantes explicativas que
llegan muchas veces al absurdo. En la mayoría de ellas juega papel importante la visión
pansexualista y su desarrollo en el individuo, que pasaría por las etapas:
Etapa de latencia: Entre los seis y siete años, en que surge el famoso "complejo de Edipo",
caracterizado por la atracción erótica subconsciente que siente el menor por el progenitor de sexo
opuesto, y a su vez rechazo u hostilidad hacia el del propio sexo.
Otros de los conceptos claves son: la tesis del subconsciente y la estructura del aparato
psíquico integrado por el Ello o Id, el Yo o Ego, y el Super Yo o Super Ego, con predominio
fundamental de los procesos inconscientes.
Frente al argumento Freudiano del delito sobre supuestos sentimientos de culpabilidad, por
un "Complejo de Edipo" no superado, consideramos que no existiendo pruebas científicas de tal
complejo, sino más bien argumentos sociales, culturales e históricos que lo desmienten, tal teoría
carece de validez. Sin embargo es obvio que los psicoanalistas que aún existen, confían en la realidad
de tal complejo. Albert Ellis, un psicólogo que luego de ser psicoanalista abandonó dicha corriente,
planteó conjuntamente con Güilo (1978), las críticas siguientes a la teoría freudiana en general.
a) Existen pocas pruebas, como insiste Jones y como explica M. Klein, que los niños normales
estén preocupados por celos, odios e impulsos agresivos gran parte del tiempo.
b) No hay razón para creer que los niños demanden invariablemente la atención exclusiva
de sus madres y que por ende, odien a sus padres de manera inevitable. Es obvio que muchos niños
admiran más. a sus padres que a sus madres, y sienten cierto resentimiento hacia las madres porque
los alejan del afecto paterno.
c) Cuando hay problemas de amor o celos que alientan el hecho dé que los niños resientan
a uno o ambos padres, no hay evidencias claramente bien definidas, como lo indica Freud, de que
el conflicto en cuestión se base en fundamentos de tipo sexual.
d) El sistema del Id, Ego y el Super Ego es en gran parte ficticio y consiste en un manejo real
y poco científico de ias "partes" de la personalidad, que en realidad no poseen ninguna existencia
independiente, no están abrumadas de "energía instintiva" y no "impulsan" al individuo a realizar
nada.
5.2.3.2. Tesis deTheodor Reik (1888-1969), psicólogo austríaco, quien en 1932publicó The
unknown murderer(Psicoanálisis del crimen: El asesino desconocido). El planteamiento de Reik es
que generalmente el asesino quiere ocultar el delito cometido, pero también en forma inconsciente
quiere mostrarlo. En este supuesto, siguiendo la tesis de Freud planteada en el delincuente por
sentimiento de culpabilidad, sucede que debido a la culpa inconsciente, los criminales a menudo
dejan pistas que pueden llevar a su identificación y posterior detención.
5.2.3.3. Tesis de Franz G. Alexander (1891-1964) y Hugo Staub (1885- 1942): Ambos
publicaron en 1929 el libro El delincuente y sus jueces desde el punto de vista psicoanalítico. Como'se
podrá deducir del título del trabajo de dichos autores, la tendencia analítica era el fondo teórico
sobre el que desarrollaron la explicación del crimen. Sin embargo la comprensión del delito fue
presentada considerando algunas variantes no señaladas antes por Freud, aunque si tomando como
parámetros básicos los conceptos y postulados psicoanalíticos, como el impulso o instinto tanático
o de muerte, con el que todo ser humano nace y que persiste toda su vida, y que ha tenido diverso
grado de aceptación por los mismos psicoanalistas.
Alexander y Staub (1961), sobre la base de ese impulso tanático, plantearon la tesis del
"innatismo criminal del ser humano", considerando al respecto que todo "hombre es innatamente
un criminal", es decir un inadaptado, y que conserva en su plenitud esa tendencia durante los
primeros años de la vida. La adaptación del sujeto a la sociedad comienza después de la victoria
sobre el complejo de Edipo, en su período de latencia descrito por Freud, que surge en el sexto año
de edad y termina en la adolescencia. La única diferencia entre el hombre normal y el delincuente,
era que el normal logra dominar parcialmente sus instintos motores criminales, y los desvía hacia
otros fines socialmente inocuos.
3) Criminal normal con Super Yo criminal, que abarca a individuos adaptados a una sociedad
especial, con una moral propia, que se podría llamar "moral criminal", diferente a la moral
dominante. Son criminales no neuróticos.
4) Criminal genuino, que sería un caso límite imaginable de hombre que no ha recibido
ninguna especie de adaptación social, y sería en consecuencia un ser sin Super Yo. Sin embargo, los
mismos autores de esta tesis dudan de su existencia real. Incluso A. Hesnard (35), no obstante su
posición favorable al psicoanálisis, califica de tesis simplista a la afirmación de un criminal sin Super
Yo.
2) Delincuente situacional, originado sobre todo por choques afectivos o emocionales que
lesiona el sentimiento de lo justo, y entonces el poder impeditivo del Super Yo queda anulado en el
hecho concreto.
Psicoanalista noruego, quien en su obra Delito y psique de 1944, divide a los delincuentes
también en dos grupos similares a los de Alexander y Staub, con algunas adiciones (Abrahamsen,
1946):
a. Delincuentes por situación: Aquellos delitos que se cometen por efecto de la oportunidad,
o debido a una situación apremiante.
Según Abrahamsen los delincuentes agudos son más numerosos, y considera que también
existen tipos de transición entre esas categorías. Este delincuente "no revela ningún patrón criminal
definido en su personalidad. Tan pronto como ha realizado el acto delictivo quiere deshacerlo, pues
lo condena su superego." (1946)
a. Delincuentes con trastornos orgánicos o funcionales del cuerpo o del cerebro: como los
esquizofrénicos, los deficientes mentales, los parésicos generales, y las personas con lesiones en la
cabeza que muestran cambios subsecuentes en la personalidad.
c. Delincuentes neuróticos y compulsivos: sobre todo los obsesivo compulsivos, y son hasta
cierto punto personas que no han llegado a la madurez sexual. Los delitos en este grupo son la
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cleptomanía, la piromanía, la ninfomanía, la dipsomanía, la dromomanía, la manía homicida, entre
otros
e. Delincuentes con desarrollo deficiente del superego: Son personas que han crecido en un
medio de delincuencia que existía previamente o que ellos han fomentado. Están identificados con
las actividades antisociales y no temen el castigo. Sus actos criminales son aprobados por su ego y
su superego. "Socialmente, este delincuente es el individuo más peligroso" y son incorregibles según
Abrahamsen.
a) Los hombres que cometen delitos violentos han sido gravemente rechazados por su
madre.
e) Ellos creen que efectuar actos de violencia o matar a otras personas, demostrará en
forma ostensible su importancia.
Años después, en 1973, bajo la misma visión psicoanalítica publicó The murderíng mind(La
mente asesina), centrada en el estudio de un homicida (Abrahamsen, 1976)
5.2.4.1 Nociones de frustración: Si bien no hay un concepto unívoco entre los diversos
autores, existe en todo caso algunas coincidencias, por ejemplo James Whittaker (1971, p. 483) dice
que la frustración "se refiere a las circunstancias que determinan en que una necesidad o motivo
fracasen en ser satisfechos. El estado interno de trastorno emocional que acompaña a esos sucesos
es denominado "presión psicológica", "tensión" o "ansiedad"
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C.N. Cofer y M.H. Appley (1971, p. 409) afirman que la frustración "implica que no se ha
llevado a su meta o a su conclusión una línea de acción, o que no se ha alcanzado un estado final de
algún tipo, o que no se ha logrado materializar una solución a una consecuencia esperada...". Por su
parte, Verplanck citado por Enrique Cerdá (1971, p.522), dice que "una frustración es algún
impedimento que dificulta que el organismo haga alguna respuesta..". Para Walter Mischel (1990,
p.398) la "frustración ocurre cuando una secuencia de conducta encaminada hacia determinado
objetivo se ve interrumpido, de modo que su terminación y el logro de los objetivos deseados se
retrasan o se cancelan...". Dentro de estos conceptos se puede considerar que para que ocurra una
frustración se requieren dos precondiciones:
recompensado, y
En este caso, Según señala Arnold Buss (1969), la frustración puede ser consecuencia de una
serie de operaciones: barreras, fracasos, factores de distracción, conflicto, omisión de recompensa,
que ocurren en alguna secuencia del comportamiento. Además, generalmente la frustración intensa
ocasiona un estado de excitación emocional y cambios corporales fisiológicos que se hallan bajo el
control del sistema nervioso autónomo.
5.2.4.2. Frustración Agresión: Los primeros estudios que señalaron una correlación entre
frustración y agresión se efectuaron por John Dollard (1900-1980) et al., en 1939, en el libro
Frustration and agression. La idea central decía que la agresión era una resultante o función de la
frustración sentida por el sujeto. La frustración era entendida como la situación experimentada por
una persona al producirse un bloqueo o dificultad que impedía el logro u obtención de uno de sus
objetivos. Inicialmente la hipótesis de Dollard fue que toda frustración provocaba agresión, y que
toda agresión presuponía siempre la existencia de una frustración (A. Rodrigues, 1976; S. Cloninger,
2003), pero tal afirmación resultaba muy genérica, sobre todo en los seres humanos.
Para Roger N. Johnson (1976) esta hipótesis de la frustración y agresión tiene mucho de
verdad, pero es muy simple y general, y que su comprensión de la agresión es muy limitada. Al
respecto debemos anotar que las frustraciones pueden generar no solo violencia física, sino también
algunas otras manifestaciones emocionales. Asimismo hay que aclarar, que no toda agresión es
resultante de la frustración, sino que puede ser en algunos casos efecto del aprendizaje y las
condiciones sociales. Fritz Redi (1902-1988) y
D. Wineman (1959), decfan en 1951, en el libro Children who hate: the desorganization
andbrakdown of behavior Controls (Niños que odian), que el sociólogo y el antropólogo han
demostrado la capacidad de engendrar odio que tienen la pobreza, la desigualdad y las tensiones
producidas por el hacinamiento y las relaciones vecinales.
Asimismo, según una gran variedad de estudios realizados, está probado que no siempre la
frustración produce necesariamente agresión, pudiéndose dar otras reacciones. Además, también
se ha distinguido por algunos autores, la “agresión hostil” descrita por Dollard de la “agresión
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instrumental” que es un medio para el logro de otra meta, como el lesionar a una persona para
arrebatarle o robarle algún bien (Cloninger, 2003).
A. Reacciones o respuestas ante la frustración: Sobre tales consideraciones hay que indicar,
que si bien inicialmente se planteó la idea que la agresión siempre resultaba de la frustración, y que
la frustración siempre estimulaba la agresión; al generarse críticas severas, sobre todo a la segunda
parte de la tesis, el grupo de investigadores partidarios de este planteamiento modificó esa versión
de su "teorema de la frustraciónagresión", sobre todo Neal E. Miller (1909-2002), quien en 1941, en
el artículo: “The frustrationaggression hypothesis" (Psycholical review, No. 48, pp.337-366) señaló
que la frustración provoca diversos tipos de reacción, una de las cuales puede ser la agresión
(Graumann, 1971).
Las reacciones a la frustración son pues muy variadas, conside rándose dos grupos, según
el parecer de algunos autores. En el primero denominado "reacciones orientadas hacia las tareas",
se incluyen:
a) el ataque y la agresión,
b) la huida y la retirada, y
c) contra sí mismo.
Además según Karl Mackal (1983) se pueden distinguir también, entre agresión directa o
física, que puede implicar el golpear a una persona, y agresión indirecta o verbal.
En todo caso reiteramos que no se pretende hallar una relación directa y necesaria entre
frustración y agresión, sino tan solo en ciertas circunstancias y también cuando el fenómeno
frustrante se percibe por el sujeto como algo arbitrario o injusto, y sobre todo frente a la alta
expectativa de éxito esperada. Asimismo hay que tener en cuenta la intensidad de la frustración, y
que en casos de respuesta agresiva, éstas pueden ser también muy disímiles; en todo caso hay que
considerar la presencia o ausencia de inhibidores de las acciones agresivas y hostiles. Al respecto
estudios posteriores de Leonard Berkowitz, según señalan Paul Secord y Cari Backman (1976),
indican que algunos estímulos que han llegado a asociarse con la agresión o la frustración, pueden
facilitar la agresión en situaciones frustrantes.
Considerando otros factores concomitantes, Ellis y Güilo (1978), proponen un punto de vista
más integral, al plantear que cierto tipo de homicidios se explicaría en base a tres factores:
Sobre la base de dichas tesis, sobre todo la conductista, se han desarrollado diversas
variantes neo conductistas, destacando el condicionamiento operante impulsado por B.F. Skinner.
Debemos recordar que todas estas corrientes son conocidas también como teorías del aprendizaje,
que dan una explicación del crimen sobre bases más objetivas, aunque quizá parciales en algunos
aspectos.
B.F. Skinner (1974) al desarrollar el condicionamiento operante entre 1938 y 1959, explica
el aprendizaje según otro esquema. En este caso lo que ocurre primero es la emisión de la conducta,
y si seguida de ella se da un evento reforzante para el sujeto, es probable que dicho comportamiento
se repita y se haga estable o perfeccione, según las contingencias que sigan a la emisión de la
conducta. En base a este modelo se explicarían gran parte de los actos humanos, sin embargo antes
de revisar al aspecto del modelamiento de la conducta criminal o antisocial, debemos aclarar otros
puntos previos importantes, como la noción de operante, refuerzo y sus variantes, que son
elementos claves que entran en la tesis de este tipo de condicionamiento:
a) La conducta operante: es toda aquella que opera sobre el medio externo, que lo cambia
o afecta. En otros términos, una operante es una variedad de respuesta (conducta) que surge
espontáneamente en ausen cia de cualquier estimulación con la que pueda ser específicamente
relacionada. A su vez el comportamiento operante está determinado por las consecuencias que le
siguen inmediatamente. Las consecuencias de una conducta operante, que aumentan la
probabilidad que se repita se llaman reforzadores o refuerzos.
Los refuerzos se pueden diferenciar también desde otro punto de vista en positivos y
negativos. Un refuerzo POSITIVO es descrito como una variedad de estímulo gratificante, que
ocasiona satisfacción o agrado y el deseo de repetir la conducta emitida; mientras que el refuerzo
NEGATIVO se define como un estímulo desagradable, cuya supresión o retiro después de la emisión
de una conducta, aumenta o intensifica la repetición de dicho comportamiento.
Roger Ulrich (1975, p. 25) planteó también que en términos generales, bajo el modelo
operante se puede explicar la conducta agresiva. Afirma al respecto: "Mi propio enfoque es el del
análisis conductual. Conceptúo la agresión principalmente en función de los estímulos que
controlan su tasa de ocurrencia", y que las instituciones sociales refuerzan de muchas maneras la
agresión. Pone el ejemplo, que si una máquina vendedora de dulces no da el dulce luego de ponerse
la moneda, la persona puede ensayar pateando a la máquina, y si por alguna razón, obtiene así el
dulce o la moneda, la próxima vez que una máquina le "engañe", probablemente tratará de patearla.
Esto también es una muestra de como los seres humanos aprenden a agredir. J.
Emilio Ribes (Bijou y Ribes, 1972), glosando el punto de vista de Harold Cohén (1972),
considera que la conducta delictuosa está determinada por un doble juego de elementos,
ambiental-social:
En base a tales puntos de vista, considera que los ambientes prostéticos o instituciones
donde se manejan contingencias positivas para el desarrollo de conductas socializadas, que si bien
pueden implementarse en cárceles y centros de reeducación, pero si no se hace nada por la
ampliación de sus objetivos al medio natural de los delincuentes, podrían convertir al programa en
un simple proyecto de demostración y no de rehabilitación. Lo importante es también lograr una
generalización a circunstancias distintas. Plantea asimismo que otro procedimiento para enfrentar
el problema delictivo sería de carácter preventivo, buscando la reestructuración o cambio radical
del medio social que genera la conducta criminal, lo que es difícil por la resistencia al respecto de
los organismos oficiales.
5.2.6.1. Aprendizaje de la agresión por observación: Para Bandura hay dos formas de
aprendizaje de la agresión, una por Observación de modelos, y otra por Experiencia directa. El autor
plantea que las conductas mostradas por las personas son aprendidas muchas veces por
observación o imitación, sea deliberada o inadvertidamente, a través de las influencias del ejemplo.
Como anota Feldman (1989, p.86), "el aprendizaje observacional se relaciona con las respuestas que
se adquieren sin reforzamiento directo alguno para el adquiriente. En cambio, éste observa el
comportamiento de otra persona denominada modelo".
4) Sistemas de mediación, según Feldman (1989, p. 87) "la retención efectiva requiere que
el recuerdo de la conducta modelada sea transformado en símbolos verbales y visuales”. Tales
símbolos o sistemas de mediación actúan en íntima colaboración:
1) Las influencias familiares. La fuente más importante de la agresión modelada serían los
integrantes de la familia; los estudios sobre todo de jóvenes antisociales, han mostrado esta alta
incidencia. Asimismo este influjo de la violencia familiar se produce mediante los estilos de
comportamiento violento de los adultos sobre los niños. Sin embargo, el modelo familiar no siempre
se expresa en conductas agresivas o violentas explícitas, sobre todo en padres de clase media, en
laque el modelamiento de la agresión adopta formas menos explícitas. Es también en el aspecto de
la práctica disciplinaria donde los niños adquieren los modelos más vividos de sus padres para influir
en la conducta de los demás. Los padres que propician los métodos de dominación agresiva tienen
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hijos que tienden a valerse de tácticas agresivas semejantes para controlar la conducta de sus
compañeros.
5.2.6.2. Aprendizaje por experiencia directa: Bandura dice que la agresión es modelada
principalmente por el ejemplo, aunque también puede ser adquirida por una forma más
rudimentaria, que se basa en recompensar y castigar las consecuencias de una ejecución, mediante
el refuerzo diferencial. Cita estudios de Patterson, Littman y Bricker de 1961, en la que niños pasivos
se convierten en agresivos. Menores que al luchar con otros, de los que eran víctimas, si lograban
contraataques victoriosos, cuando Sos oponentes no eran tan hábiles, incrementaron la eficacia de
luchar a la defensiva y luego iniciativa en el ataque. Debemos anotar que el aprendizaje por
experiencia directa, sería una variante del condicionamiento operante desarrollado por Skinner.
Además Bandura enfatiza, sin embargo, que los estilos de agresión son aprendidos
fundamentalmente por la observación o imitación y posteriormente perfeccionados a través de la
práctica reforzada.
Los ataques físicos pueden provocar contraataques, en este caso la respuesta agresiva
puede desalentar el ataque inicial; también interviene como reforzante la reducción del dolor
consecuente.
Amenazas e insultos verbales pueden precipitar reacciones de violencia, sobre todo las
afrentas que humillan y amenazan la reputación y el status viril.
Mitigación del tratamiento aversivo, que puede lograrse mediante acciones agresivas o
violentas.
Expresiones de daño. Se supone que la conducta agresiva es reforzada por los signos de
sufrimiento que manifiesta la víctima.
a) Variables del aprendizaje, en las que se consideran los aportes del condicionamiento
clásico, el instrumental u operante, la imitación u observacional, entre otros. Bajo este
criterio se plantea que se aprende a delinquir como a no delinquir, afirmación que proviene
de las teorías del aprendizaje, en la que es importante la impronta social
Desde nuestra perspectiva constituye una visión biopsicosocial, que preferimos llamar
sociopsicobiológica desde nuestros primeros trabajos de 1966 (Solís, 1966), aunque no creemos
hallar en la variable biológica una predisposición sino un factor contribuyente.
Cada grupo de los trastornos indicados incluía varias Categorías o géneros de alteración
mental, sumando 30 categorías en total y que iban precedidos de un código de tres dígitos (Ej. las
Psicosis Orgánicas abarcaban: 290. Psicosis orgánica senil y presenil; 291. Psicosis alcohólicas, etc.).
Cada uno de los grupos de trastornos mencionados incluye una variedad de categorías de
alteraciones mentales, cuyos códigos están conformados por la letra F más dos dígitos.
Ejemplo, dentro del primer grupo: Trastornos mentales orgánicos, incluidos los
sintomáticos, se consideran:
F04 Síndrome amnésico orgánico no inducido por alcohol u otras sustancias psicotropas,
A su vez cada categoría abarca una variedad de síndromes específicos, codificados con un
decimal adicional. Ejemplo, en la categoría F00 Demencia en la enfermedad de Alzheimer tenemos:
De todas ellas tienen mayor Interés criminológico los trastornos que en la clasificación
anterior se denominaban Psicosis alcohólica y las Psicosis debida a drogas, y que hoy son trastornos
específicos del grupo Trastornos mentales y del comportamiento debido al uso de sustancias
psicotropas
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5.3.2.1. Trastornos mentales debido al consumo de alcohol (F10.):
a) Intoxicación aguda por alcohol (F10.0): Dentro de este síndrome destaca la subespecie
de Intoxicación patológica (F10.07) o embriaguez patológica, antes considerada episodio psicótico
agudo, producido por consumo de cantidades de alcohol relativamente pequeñas que no originan
intoxicación en la mayoría de individuos. La persona puede presentar en este estado, reacciones
violentas, agitación desorganizada y conducta agresiva, “que pueden culminar en homicidios o en
otros crímenes violentos” (Tinklenberg, 1976 p. 24) entre otras manifestaciones. En los inicios del
siglo pasado se le bautizó, dentro del campo penal, como trastorno mental transitorio.
b) Las psicosis alcohólicas (F10.5): son trastornos orgánicos originados por el consumo
crónico de alcohol, aunque también se piensa que pueden intervenir los defectos de nutrición. Esta
categoría de psicosis incluye varios síndromes que en la clasificación CIE9 de 1979 eran las
siguientes:
De todos estos cuadros, sobre todo los casos de delirium tremens, la embriaguez patológica
y la celotipia alcohólica, por los trastornos específicos que los caracterizan, pueden inducir en ciertos
casos hacia algunas formas de comportamiento delictivo, en función de las condiciones
situacionales del sujeto psicótico.
5.3.2.2. Trastornos mentales debidos al consumo de drogas (F11 a F19): Incluye diversos
procesos, destacando la dependencia, el síndrome de abstinencia y los procesos psicóticos debidos
al consumo de drogas, sobre todo de los opiáceos (F11), cannabinoides (F12), sedantes o hipnóticos
(F13), cocaína (F14), alucinógenos (F16) y consumo múltiple(F19), entre otros. Algunos de estos
trastornos no son tan severos como las demás psicosis. Se consideran dentro de esta categoría como
criminológicamente importantes, a los siguientes síndromes:
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a) Síndrome de dependencia a drogas (.2): En la que la persona se ve impulsado a consumir
la droga, ya que su no ingesta generalmente le produce un síndrome de abstinencia psicológica o
fisiológica.
b) Síndrome de abstinencia de droga (.3 y .4): Está asociado con la suspensión de una droga
usada habitualmente, e incluye cuadros severos hasta trastornos menos graves.
c) Trastorno psicótico inducido por droga (.5): Trastorno debido al consumo abundante o
prolongado de ciertas drogas, sobre todo anfetaminas y el LSD, generalmente de varios días pero
no más de algunos meses de duración. Básicamente domina un estado de ansiedad e inquietud
marcadas, con alucinaciones auditivas.
(Afectivos) (F30 a F39) de la clasificación del 92. En estos casos no se ha logrado precisar
todavía una base orgánica definida en la etiología de éstos trastornos mentales, por lo que fueron
considerados como psicosis endógenas o funcionales.
Franz Exner (1946), en el siglo pasado decía que existen psicóticos que durante su trastorno
mental cometen delitos y que se denominan "enfermos mentales delincuentes", mientras que otros
condenados por algún delito, enferman mentalmente durante su encarcelamiento, y se les llama
"delincuentes enfermos mentalmente". Distinción similar también planteaba
Otros estudios sobre homicidas han venido hallando correlaciones con el trastorno psicótico
esquizofrénico. Al respecto, los psiquiatras W. Tuteur y J. Glotzer en 1959, al estudiar a cinco madres
filicidas, presentado en el artículo: “Murdering mothers” (American journal of psychiatry, 116,
pp.447452) llegaron a la conclusión que el hecho de sangre lo habían realizado encontrándose en
un estado particular de excitación esquizofrénica. Casos similares de madres con esta psicosis que
quitaron la vida a sus menores hijos se han dado en .nuestro país. Años después E.V. Yanovskaya,
en un artículo publicado en 1966: “Catamnestic study of patients suffering form a paranoid form of
schizophrenla, who have committed dangerous acts for delirlous reason” (Zhurnal nevropatologli i
psikhiatrii, 669, pp. 13921397), luego de estudiar a más de sesenta esquizofrénicos paranoides
homicidas, señaló que el acto criminal lo habían realizado no sólo porque fueran psicóticos, sino que
la mayoría de ellos había cometido el acto homicida en el curso de una "experiencia delirante".
De los diversos tipos de esquizofrenia, quizás el paranoide y el catatónico tienen más riesgo
de conducta violenta, sin que esto signifique que estos psicóticos están predeterminados a cometer
actos criminales. Ellis y Güilo (1978), señalan por su parte que en un estudio sobre las características
psicológicas de asesinos famosos del último siglo, llegaron a la conclusión que la mayoría de ellos
eran total o parcialmente psicóticos; y según Alfred Freedman et al. (1978, p. 253) resulta
"extremadamente difícil prevenir la mayoría de homicidios por esquizofrénicos puesto que
habitualmente no existe ningún aviso claro. El paciente puede parecer relajado, incluso apático,
antes de matar a alguien". En una investigación reciente de Olav Nielssen y Matthew Large (2010),
respecto a psicóticos que habían cometido homicidio, hallaron que la proporción más alta se daba
en el primer episodio de psicosis antes de recibir tratamiento, en tanto que el índice era más bajo
en los esquizofrénicos que ya habían recibido tratamiento. Sin embargo el riesgo de criminalidad
violenta no es alto en los esquizofrénicos (Arbach y Andrés, 2007; Fernández et al., 2007), pero como
dicen Silvia González et al. (2008, p. 122): “aunque gran parte de la violencia no está relacionada
con la enfermedad mental y la mayoría de los pacientes con el diagnóstico de esquizofrenia no son
violentos, estudios recientes han confirmado que estas variables presentan una asociación
significativa”. Asimismo, la jurisprudencia penal generalmente lo ha considerado inimputable
(Puente, 1997)
Los Trastornos de ideas delirantes persistentes (F22) de la clasificación del 92, incluye a los
siguientes síndromes:
La A.P.A. señala que los estados paranoides son trastornos psicóticos en los cuales la
anomalía esencial, es un delirio generalmente de persecución o de grandeza. De este delirio se
derivan trastornos del estado de ánimo, la conducta y el pensamiento (Freedman, 1978) También
pueden darse temas de litigio, celos, o que parte de su cuerpo está deformado o que los demás
piensan que despide mal olor. Generalmente no presentan otra psicopatología, aparte de “las ideas
o sistema delirante, son normales la afectividad, el lenguaje y el resto de la conducta” (OMS, 1994,
p.128). Generalmente esta patología se inicia hacia la edad media o avanzada de la vida. El trastorno,
en estos casos, centrado sobre todo en el delirio persecutorio, lleva al sujeto a reaccionar a veces
con violencia homicida. El ya citado Hesnard afirma que las diversas variedades de paranoia pueden
dar lugar a actos criminales. En la práctica judicial la comprensión de este problema no ha sido
uniforme (Puente, 1997).
F32'Episodios depresivos
Los casos de psicosis afectivas se caracterizan por una alteración grave del ánimo,
compuesto bien por depresión o por alborozo y excitación, que puede acompañarse por algunos de
los siguientes síntomas y signos: ideas delirantes, perplejidad, trastornos de la percepción y del
comportamiento. En los casos depresivos hay una fuerte tendencia al suicidio.
5.3.4.2. Episodios depresivos psicóticos y delito: En este grupo, el Episodio depresivo grave
con síntomas psicóticos (F31.3), por el estado de depresión intenso del melancólico, el individuo
expresa menos conducta violenta. Sin embargo en las variantes de depresión delirante (ideas de
culpa, infelicidad, ruina), que llevan al sujeto a considerar insoportable su existencia y muchas veces
la de sus seres queridos más cercanos (hijos, padres, cónyuge, hermanos), pueden conducirlos a
formas de homicidio por "piedad", generalmente seguida de suicidio. Hesnard (1963) decía que es
un crimen muy particular, inspirado por el deseo bien intencionado de evitar a un ser querido la
angustia y los sufrimientos experimentados por el propio sujeto. El enfermo en cierto sentido
"suicida" a su hijo o a otro ser amado, por un altruismo irreal y fantástico, que algunos psiquiatras
llaman "suicidio indirecto". Son relativamente frecuentes los casos de sangre cometidos por
depresivos psicóticos en nuestro medio.
F43 Reacciones a estrés grave y trastornos de adaptación (antes incluido en otro grupo)
F48 Otros trastornos neuróticos (abarca a las anteriores neurosis neurasténica, neurosis de
despersonalización y las no especificadas)
Según la OMS, la neurosis es un trastorno mental sin base orgánica demostrable, en que el
paciente tiene una introspección considerable y una apreciación de la realidad no alterada, ya que
en general, no con funde sus experiencias subjetivas mórbidas y fantasías con la realidad externa.
Las manifestaciones principales son: ansiedad excesiva, síntomas histéricos, síntomas obsesivo
compulsivos y depresivos (OMS, 1978). Al respecto, diversos especialistas consideran, que jas
neurosis de ansiedad, depresivas, hipocondriacas y fóbicas, no tienen incidencia especial en la
conducta criminal, y que las variante obsesivo compulsiva y la disociativa (conversiva), tienen
probablemente mayor significación criminológica.
Sobre este particular D. J. West (1970) afirmaba que entre los neuróticos, probablemente
es más propenso a la delincuencia el tipo identificado por Alexander como "neurótico actuante",
persona cargada de tensiones y conflictos que alivian por medio de la acción". Tullio Bazzi y Mario
Fontanesi (1962) hablaban de un grupo de neuróticos que llamaron "conflictuales", una de cuyas
variantes puede caracterizarse por caer en conductas anormales o de carácter antisocial.
Consideraban también estos autores italianos, que dentro de la perspectiva criminológica, se da la
variante de "neurosis conflictual tipo acting-out" (de paso al acto), que puede propender a un
comportamiento antisocial, como una función de descarga o alivio de situaciones de tensión
insoportable. Di Tullio (1966, p.82) decía "que muchos autores señalan la frecuencia con que
sentimientos particulares, que se encuentran generalmente descritos en las neurosis conflictuales,
son causas de conductas antisociales y criminosas. Baste recordar, a este propósito, los conocidos
sentimientos de injusticia, de inferioridad, de frustración y de culpabilidad".
De tales síndromes son más importantes desde el punto de vista criminológico, el F60 Y F65.
Los trastornos específicos de la personalidad (F60) incluyen diez tipos de trastornos y la CIE9
anterior los consideraba patrones de “conducta profundamente arraigados, que casi siempre se
reconocen en la adolescencia o antes, y dura la mayor parte de la vida adulta, aunque con frecuencia
se vuelven menos obvios en la edad media o en la vejez. La personalidad es anormal ya sea en el
equilibrio de sus componentes, su calidad y expresión o en el aspecto total. A causa de esta
desviación o psicopatía el paciente sufre o hace sufrir a otros y hay un efecto adverso sobre el
individuo o la sociedad “(OMS, 1978). Parala CIE10, vienen a ser "trastornos graves del carácter
constitu tivo y de las tendencias comportamentales del individuo, que normalmente afectan a varios
aspectos de la personalidad y que casi siempre se acompañan de alteraciones personales y sociales
considerables" (OMS, 1992,1994). Tienden a presentarse en la infancia o la adolescencia y persisten
en la adultez. Estos trastornos no son consecuen cia de lesión o enfermedad cerebral u otro
trastorno psiquiátrico.
Kurt Schneider (1887-1967), psiquiatra alemán, fue el estudioso más importante de esta
materia, quien publicó el libro Las personalidades psicopáticas en 1923, y que a lo largo de más de
cuatro décadas posteriores tuvo sucesivas ediciones y traducciones a diversos idiomas, alcanzando
gran influencia mundial, asumiendo una tendencia constitucionalista en la explicación de los diez
tipos de psicópatas que describía en su obra. Tal enfoque fue contrapuesto por una perspectiva
ambientalista, inicialmente por el psiquiatra inglés David K. Henderson (1884-1965) en su obra
Psychopathic States en 1939, seguido luego por otros estudiosos como el norteamericano Hervey
Cleckley (1903-1984) con su obra The mask of sanity de 1941. Posteriormente han sido importantes
los trabajos de los McCord en 1964, con el libro The psychopath: An essay on the criminal mind; así
como los aportes de Michael Craft en 1966, con la obra Psychopathic disorders and their assessmenf
en Inglaterra, y sobre todo los estudios de RobertD. Haré (n.1934), psicólogo canadiense, entre
1965,1966, 1968, 1970 y años posteriores.
Debemos anotar que el término psicopatía se ha usado con una doble acepción: en un caso,
bajo la influencia de la psiquiatría alemana, como nombre genérico, abarcando una variedad de diez
"psicopatías", similar a la nomenclatura vigente de trastornos de personalidad que emplean la CIE
y la DMS; y en otro caso, sobre todo por la psiquiatría anglosajona del siglo pasado, sólo como la
denominación de un trastorno específico, similar ál de "psicópata desalmado" de Schneider,
"anético" de Honorio Delgado (1892-1969), "crueles" de Catalano y Cerquetelii, y que hoy es
equivalente al llamado "trastorno disocial de la personalidad” por la CIE 10.
La actual clasificación internacional de la OMS, más o menos desde mediados del siglo XX,
usa la denominación genérica de Trastornos de personalidad; igualmente la DSM norteamericana,
también emplea tal terminología desde su segunda versión de 1968, hasta la quinta del 2013,
reemplazando al término de personalidades psicopáticas, que tuvo amplio uso en la primera mitad
del siglo pasado.
1) Psicópata hipertímico,
2) Psicópata depresivo,
3) Psicópata inseguro,
4) Psicópata fanático,
7) Psicópata abúlico,
8) Psicópata asténico
9) Psicópata explosivo, y
Grupo A:
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Trastorno paranoide de la personalidad,
Trastorno esquizoide,
Trastorno esquizotípico,
Grupo B:
Trastorno histriónico,
Trastorno dependiente,
No especificado.
Respecto al concepto de esta personalidad, Schneider decía que los psicópatas en general
son aquellas personalidades que sufren por su anormalidad o hacen sufrir, bajo ella, a la sociedad;
de entre ellos, el psicópata desalmado o anético, hoy llamado personalidad disocial o antisocial, se
incluía dentro de la variedad de los que hacen sufrir a la sociedad por su anormalidad.
Franz Exer (1946), que hablaba de "psicópatas insensibles", decía que éstos se distinguen
por una "estupidez apática" frente a los demás seres humanos, pero a menudo también frente a
ellos mismos. Les falta el sentimiento del valor ajeno (amor, compasión, honor), como el
sentimiento del propio valor (orgullo, pudor, conciencia), y carecen de energía para reprimir los
instintos, lo que les lleva a la brutalidad, crueldad fría e impulsiva. Conceptos similares se han dado
por K. Schneider, H. Delgado y Pearl H. Berkowitz (Berkowitz y Rothman, 1961), entre otros.
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Los psiquiatras norteamericanos Arthur Noyes y LawrenceKolb (1966, p. 551 -552) decían
también, que "la mayoría de los pacientes que en la actualidad se clasifican como personalidad
antisocial, reci bían el nombre de "estado psicopático constitucional" o personalidad psicopática
(...). Muchos psicópatas aunque no son intelectualmente deficientes, lo parecen desde el punto de
vista emocional. Sus sentimientos carecen, por tanto, de sutilidad y delicadeza. El psicópata típico
no siente cariño hacia nadie, es egoísta, desagradecido, narcisista y exhibicionista". Los McCord
(1966, p. 82), por su parte, cuando hablaban de este trastorno de personalidad, decían que "bajo
no importa cual término: "manía sin delirio", "carácter sin afecto", "anetópata", "criminal nato",
"sociópata", el psicópata ha hecho conocer su existencia a lo largo de 150 años". Esta personalidad
anormal, cuya nomenclatura ha sufrido muchas variantes, tiene especial correlación con la conducta
delictiva y antisocial, y presenta una variedad de conflictos en sus relaciones sociales, actuando con
frecuencia en contraposición a la moral y a las normas culturales vigentes, aunque él puede
distinguir que su conducta no se ajusta al derecho y a las normas imperantes.
Para tener una descripción más detallada de las características de este trastorno de la
personalidad antisocial o disocial, podemos seguir los criterios de William y Joan McCord (1966),
quienes señalaron los siguientes rasgos predominantes:
Se debe aclarar que no siempre una personalidad antisocial incidirá en el delito, ya que
existen muchos de ellos dedicados a diversas actividades no criminales, que tienen mayor afinidad
con sus rasgos peculiares. El psicólogo Robert M. Llndner (1914-1956), autor del libro Rebelde sin
causa: El hipnoanálisis de un psicópata criminal, publicado en 1944, decía que el psicópata no sólo
es criminal, sino que también es potencialmente el futuro jefe de las tropas de asalto. Además se
ha demostrado que no parecen tener fallas en la adquisición de habilidades ordinarias, pero si
parecen estar menos afectados por la amenaza de castigo (Haré, 1974), particularmente cuando
éste va a ocurrir de todas maneras en alguna ocasión futura (Yates, 1973)
Las explicaciones de los factores que condicionan a la "personalidad antisocial", han sido
muy diversas, desde los criterios hereditarios, que consideramos ya superado, hasta las
explicaciones neurológicas y los factores ambientalistas. Nosotros creamos que ninguna explicación
unilateral da una respuesta cabal al problema de la causa de este trastorno. Por ejemplo, algunos
autores que hablaban de esta anormalidad como algo "constitucional", afirmaban que la explicación
ambientalista se refería a casos de pseudo psicopatía. En realidad creemos que la explicación tiene
que ser biosocial (constitucional y ambiental-emocional), entendiendo por constitucional aquella
estructura biológica singular, especialmente el tipo de sistema nervioso que es básico para el
desarrollo afectivo e intelectual, además del medio ambiente social-emocional, para condicionar el
comportamiento característico de una personalidad anormal. Precisamente en las últimas décadas
se vienen realizando una variedad de investigaciones sobre las condiciones neurológicas de los
psicópatas o antisociales; en este sentido GallardoPujol, et al. (2009, p. 191) informan que estudios
“recientes han puesto de relieve alteraciones estructurales que se asocian al comportamiento
violento, como la corteza prefrontal ventromedial, la corteza cingulada anterior, la amígdala o la
corteza prefrontal dorsal lateral.” Al respecto Emil Coceara et al (2012), así como Glenn y Raine
(2008) reseñan investigaciones en personas con trastorno antisocial y psicopatía, mediante
resonancia magnética cerebral, observándose una reducción del volumen de la amígdala, así como
también en otros estudios funcionales presentaban una respuesta atenuadas de las amígdalas ante-
estímulos emocionalmente evocadores .Igualmente otras Investigaciones han hallado asimetrías
cerebrales sobre todo en el hipocampo en “psicópatas no exitosos (Olga Valencia, 2007). Otros
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trabajos recientes mediante el escaneado dei cerebro han hallado ciertas anomalías estructurales
en el cerebro de personalidades antisociales psicopáticas presentando menos materia gris en la
corteza prefrontal anterior y los lóbulos temporales, frente a criminales no psicópatas y personas
normales (Grey, et al. 2012). Asimismo Raine et al. (Glenn y Raine, 2009 p. 162) ya habían observado
“una disminu ción de un 11% del volumen de la sustancia gris prefrontal en un grupo de individuos
con trastorno de la personalidad antisocial, comparados con grupos de control”. También según el
informe de Martina Ly, et al. (2012) se observó adelgazamiento cortical en una serie de regiones
cerebrales en 20 reclusos con trastorno antisocial psicopático, en tanto que el grupo de
comparación de 20 reclusos no psicopáticos no se apreció dicho adelgazamiento cortical;
Finalmente debemos anotar que algunos autores siguen usando la antigua nomenclatura
de psicópata, e incluso sostienen puntos de vista discutibles al afirmarse que la psicopatía es un
cuadro especial, y que no es equivalente al trastorno disocial de la personalidad, idea liderada por
R. Haré (2003) y seguida por algunos otros (Pozueco, 2011), obviando o desconociendo el hecho de
que la denominación genérica actual de trastornos de personalidad tiene amplio uso desde el siglo
pasado, tanto por la CIE de la OMS y la DSM norteamericana, que incluyen al trastorno específico
disocial o antisocial de la personalidad, trastorno que ha tenido una gran variedades
denominaciones a lo largo de la historia. Al respecto la CIE 10, luego de describir el “trastorno
disocial de la personalidad", agrega la nota siguiente:
5.3.7. TRASTORNOS DE LOS HABITOS Y DEL CONTROL DE IMPULSOS: Abarca una variedad
de trastornos del comportamiento caracterizados por ser actos repetidos, perjudiciales para el
individuo o para los demás, que no tienen una clara motivación racional, y que generalmente no
pueden ser controlados por la persona. En la mayoría de estos trastornos, “el individuo percibe una
sensación de tensión o activación interior antes de cometer el acto y luego experimenta placer,
gratificación o liberación en el momento de llevarlo a cabo.” (Pichot, 1995, p. 625). Incluye las
siguientes categorías:
F63.0 Ludopatía
F63.1 Piromanía
F63.2 Cleptomanía
F63.3Tricotilomanía
Este trastorno no es frecuente, y no se debe confundir por ejemplo con los actos de
sustracción o hurto de objetos en las tiendas, los que están motivados por el valor del bien y su
utilidad.
Dentro del grupo: Trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto (F60-69)
se consideran tres categorías relacionadas con los trastornos sexuales:
F64.0 Transexualismo
F65.0 Fetichismo
F65.4 Paidofilia
F65.5 Sadomasoquismo
orientación sexuales
5.3.8.1. La pedofilia: es una parafilia o desviación sexual en la que un adulto prefiere tener
actividades sexuales con un niño pre púber del mismo sexo o sexo opuesto. Al respecto, la mayoría
de las leyes penales y en particular la nuestra, consideran delito de violación de menores y de
atentados contra el pudor, cualquier relación sexual con un menor de 14 años de edad. Nuestra
legislación nacional, al tipificar la violación de menores, prácticamente castiga dicha forma de
comportamiento sexual desviado e incluso cualquier conducta ocasional no necesariamente
pedofílica.
Así mismo en estas conductas de violación de menores se castiga al varón pedófilo, por
pedofilia heterosexual u homosexual. Aunque no siempre un pedófilo actúa teniendo al menor
como sujeto pasivo de relación sexual, sino que en algunos casos puede asumir un rol homosexual
pasivo, o bien no efectuar prácticas sexuales o similares, ni homosexuales, sino circunscribirse a
medidas manipulatorias, cunnilinguis u otras formas desviadas, y en estos casos la legislación penal
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peruana califica los actos como contrarios al pudor. La pedofilia es, pues, una de las desviaciones
sexuales que penalmente recibe sanciones generalmente drásticas.
5.3.8.3„ El sadismo y masoquismo: Dentro del sadismo se incluye la conducta que logra
excitación o gratificación sexual infligiendo sufrimiento físico o psicológico a la pareja sexual;
mientras que en el masoquismo, se consigue la excitación y gratificación sexuales soportando
castigo o dolor producido por la pareja. Estas parafilias o desviaciones sexuales no tienen
significación penal o criminológica en si mismas, salvo los casos no frecuentes de sádicos sexuales
que llegan a producir lesiones graves o la muerte de la pareja, en cuyos casos serían pasibles de
sanción penal, no por la desviación sexual en sí, sino más bien por la lesión o muerte producida.
Según Hesnard (1963) los casos de "sadismo criminal" son afortunadamente raros. Langeluddeke
(1972) también dice que estos delitos no son muy frecuentes.
5.3.9. RETRASO MENTAL Y DELITO: Hace ya muchos años que se ha pretendido vincular la
deficiencia mental con la criminalidad, pero la nomenclatura de la deficiencia intelectual no siempre
ha sido la misma, existiendo criterios actuales que han abandonado las denominaciones antiguas
que adquirieron connota dones peyorativas o despectivas. La OMS en su clasificación de 1992 habla
de Retraso Mental, caracterizado por la subnormalidad de la inteligencia, considerando cuatro
categorías principales o niveles de deficiencia, y otras y sin especificación:
Si revisamos la literatura de las primeras seis décadas del siglo XX, veremos que la
denominación genérica para el retraso mental era la de Oligofrenia, aunque otros como los italianos
utilizaban la nomenclatura de Frenastenia, y los norteamericanos Debilidad Mental (morón, imbécil
e idiota). A su vez dentro de los subgrados de la oligofrenia se consideraban tres niveles de
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inferioridad mental, con una terminología hoy ya obsoleta (débil mental, imbécil, idiota), pero que
aún algunos tratadistas en Psiquiatría Forense la seguían usando (Cabello, 1982; Langeluddeke,
1972; Serpa, 1979).
Los factores condicionantes del retraso mental son múltiples, desde alteraciones
cromosómicas, hasta traumatismos prenatales o durante el parto, entre otras causas. Tanto en las
clasificaciones antiguas como en las últimas, los criterios para diferenciar los diversos subniveles de
inferioridad intelectual, toman generalmente el grado de cociente intelectual (C.l), según las escalas
de Terman, de Wechsler u otros, que es una de las pautas para su diagnóstico. Asimismo debemos
señalar que las últimas clasificaciones de la deficiencia intelectual, han afinado un poco más las
diversas sub variedades de dicho retraso. Frente a la tripartición tradicional que consideraba el
cuadro oligofrénico, se aprecian hoy cuatro subniveles de retardo mental, cuyas equivalencias las
vemos en el cuadro No. 14
Las personas con retraso mental Profundo y retraso Grave, tienen un déficit que determina
el requerimiento de asistencia y ayuda para satisfacer sus necesidades vitales. El sujeto con retraso
mental Moderado, puede a veces llegar hasta un segundo grado de escolaridad, y alcanzar alguna
forma de trabajo no especializado o semiespecializado en determinadas condiciones, siempre que
reciba una educación especial. Las personas con retraso mental discreto o leve, pueden alcanzar
capacidades sociales comunicativas, y llegar con dificultad hasta un sexto grado de escolaridad.
Mediante educación especial son capaces de desarrollar destrezas vocacionales que le permitan
sobrevivir; aunque pueden requerir orientación y asistencia en situaciones de estrés social o
económico no usuales.
Los estudios que señalaban relación entre retraso mental y delincuencia, han ido
modificando tal correlación con el transcurso de los años. En los trabajos más antiguos se hablaba
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de un índice significativamente alto de criminalidad de imbéciles y débiles mentales. Al respecto,
diversos criminólogos mencionan a Henry Goddard (1866-1957), en las primeras décadas del siglo
XX, autor de Feeble mindedness en 1914, y The criminal imbecile en 1915, como su representante
más importante, quien en el estudio del nivel intelectual de reclusos norteamericanos, encontró de
un 20 a 89% de presos como débiles mentales, lo que constituía una incidencia muy alta, y que hizo
dudar de su validez. Por su parte, William Healy (1869-1963) en 1915, en The individualdelinquent,
sobre la base del examen de mil antisociales jóvenes, halló que sólo un 10% de estos menores eran
deficientes mentales.
En los años veinte, Cyril L. Burt (1883-1971), en su libro The young delinquent de 1925,
presentó también el estudio de jóvenes delincuentes de Londres, comparándolos con grupos no
criminales de la misma edad y clase social, hallando que tanto la limitación intelectual "como la
verdadera subnormalidad mental eran tres o más veces más frecuentes entre los delincuentes". Por
esos años Cari Murchison (1887-1961) escribió también el libro Criminal intelligence en 1926.
En las décadas siguientes también hubieron algunos trabajos importantes como de. Simón
H. Tulchin que publicó en 1939 la obra Intelligence and críme. Años después, W. Norwood East y
otros en 1942, que estudiaron a cuatro mil menores antisociales, encontraron un 3,5 % de
mentalmente inferiores, que es una tendencia más realista. En la década siguiente, Mary Woodward
en su libro Low intelligence and delinquency de 1955, presentó su estudio con pruebas de
inteligencia aplicadas a delincuentes, hallando que el cociente intelectual, tanto de delincuentes
ingleses como norteaméricanos, no estaban más de ocho puntos por debajo de la población normal
(West, 1970).
En los años sesenta, por 1963, T.C.N. Gibbens, en un grupo de menores de un reformatorio
encontró sólo un 3% de deficientes. Otros investigadores, en función del tipo de delitos, han hallado
mayor número de delincuentes deficientes mentales, como en los atentados sexuales, delitos
violentos, robos, y mucho menos con relación a las estafas. Sin embargo, en la misma década, Emilio
Mira y López (1961, p. 228) afirmaba "que todo débil mental, por el solo hecho de serlo, resulta un
sujeto cuyo potencial delictivo se encuentra aumentado. Si en la práctica un gran número de
olígofrénicos no llega a la criminalidad, es debido al mayor desarrollo que en ellos adquiere el miedo
al castigo y al sufrimiento"; afirmación contradictoria, ya que un deficiente mental, con escaso
discernimiento, no tiene una adecuada capacidad de valoración de los efectos punitivos de su
conducta. Por esos años, en el Perú, Honorio Delgado (1963) señalaba porcentajes elevados de
olígofrénicos delincuentes, así como de prostitutas, fluctuando del 22 al 36.5%, cifras realmente
dudosas.
Esta criminalidad se explicaría como decía Exner, por una relación indirecta, ya que la
deficiencia intelectual constituye una situación desventajosa para el retrasado, además de que su
control emocional es también insuficiente. Asimismo dentro de las condiciones de supervivencia
están en desventaja frente a los que no tienen retraso. Otro hecho es que este problema se agrava
por el retraso escolar concomitante, conformando un círculo vicioso. Como dicen algunos, la tríada
"retraso mental + retraso escolar + disociación familiar", constituye un conjunto de factores que
pueden facilitan la caída en la delincuencia.
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Sin embargo, hoy no se hallan porcentajes altos de incidencia delictiva de los deficientes
mentales, como se afirmaba a inicios del siglo XX, teniendo una participación relativa y en función
del nivel de retraso, presentando mayor riesgo de criminalidad los casos con retraso leve sobre todo
y en parte los que tienen retardo moderado; cuanto más grave y profundo es la deficiencia mental,
es menor la capacidad para realizar actos delictivos (Otín del Castillo, 2010).
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