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EL NUEVO RÉGIMEN DE SESIONES NO PRESENCIALES DE LAS COOPERATIVAS

Aparece en el escenario la Ley N° 31029, publicada en el diario oficial El Peruano el 14 de julio de


2020, con la que se autoriza la realización de sesiones no presenciales de los órganos colegiados de
las cooperativas. Además, se reconoce por remisión en favor de sus consejos y comités la
continuidad de sus funciones una vez vencido el periodo para renovarse; y, se encomienda labores
de reglamentación a la Sunarp. Estos aspectos representan el objeto principal de estas líneas y para
su análisis, es pertinente previamente involucrarse con la normativa que regula la actuación de las
cooperativas.

Una cooperativa es una persona jurídica con autonomía propia establecida de común acuerdo para
satisfacer las aspiraciones económicas, sociales y culturales de sus integrantes mediante una
organización de propiedad conjunta y de gestión democrática sin fines de lucro. El Decreto Supremo
N° 074-90-TR, TUO de la Ley General de Cooperativas (en adelante, LGC), es el principal soporte
normativo que regula la estructura y funcionamiento de los entes cooperativos, fijando sus
principios, las prohibiciones a sus socios, sus órganos de gestión y representación, sus causales de
disolución, entre otros temas.

El artículo 25 de la LGC señala que la dirección, administración y control de la cooperativa estará a


cargo de la asamblea general, el consejo de la administración y el consejo de vigilancia,
respectivamente. También es preciso añadir que determinadas funciones podrán ser encargadas a
los comités por el estatuto de la cooperativa (es el caso del comité electoral y el de educación
conforme al artículo 32 numeral 1 de esta ley.

En cuanto a la celebración de las reuniones de la asamblea general, consejos y comités, la LGC no


ha previsto la realización de las sesiones no presenciales. Por tal razón, es que los artículos 2 y 3 de
la Ley N° 31029 han dispuesto que los órganos de las cooperativas desarrollen sesiones no
presenciales o virtuales, a través del uso de medios tecnológicos o telemáticos. También se podrán
realizar las sesiones a través de medios de comunicación que permitan la participación, la
comunicación, el ejercicio del voto y garanticen la autenticidad de los acuerdos a tomar. Los
requisitos para la convocatoria y adopción de acuerdos serán fijados en el estatuto de la
cooperativa; siendo así, las decisiones sociales que surjan mediante esta modalidad tendrán la
misma validez y producirán efectos tan iguales como si fuesen aprobadas en reuniones físicas
(artículo 5).

Nótese que la nueva ley, aunque promueve la realización de sesiones virtuales, delega en el estatuto
de cada cooperativa la especificación de los requisitos y formalidades de su celebración. Esto implica
que serán los mismos socios, de acuerdo a las circunstancias particulares de la cooperativa, los que
definan esos aspectos que mejor se ajusten al interés social.

Para incorporar las reglas internas que rijan a ese tipo de reuniones, las cooperativas vigentes
deberán modificar sus estatutos para regular la convocatoria, quorum y mayorías de las sesiones no
presenciales. En ese sentido, ya que dicha reforma estatutaria no podría efectuarse de inmediato-
precisamente por los riesgos que las concentraciones de personas suponen para la salud pública- es
que la primera disposición complementaria transitoria de la ley bajo estudio autoriza hasta el 30 de
mayo de 2021 a celebrar sesiones virtuales, aunque no estén previstas estatutariamente.
En ese contexto, prosigue esa misma disposición al extender la aplicación de los requisitos de las
sesiones presenciales a las virtuales (se entiende que, en todo aquello que sea compatible).
Asimismo, para la asamblea general, el quorum mínimo de instalación será del cincuenta por ciento
más uno de sus miembros. Dado que la norma no distingue, esta exigencia es tanto para la primera
y segunda convocatoria de las asambleas virtuales. Una vez vencido aquel plazo, las organizaciones
cooperativas creadas o por crearse deberán contemplar de forma expresa la facultad de realizar
sesiones no presenciales y los demás requisitos necesarios.

De otro lado, la cooperativa, como toda persona jurídica, necesita celebrar contratos y ejecutar
actos frecuentes dirigidos hacia la consecución de sus finalidades. Aquí es donde interviene el
consejo de administración integrado por socios que actúan colegiadamente para obligar a esa
entidad en las múltiples relaciones que genera en el tráfico jurídico.

La Ley General de Cooperativas, en la búsqueda de alentar la participación directa de los socios,


incorpora la renovación anual por tercios según su artículo 33 numeral 4. Esta figura consiste en una
elección anual mediante la cual los consejos y los comités deben reemplazar al tercio de su número,
como mínimo, para dar cabida a la intervención de los demás socios en el manejo directo de las
operaciones de la cooperativa. Si bien esta intención es loable, con frecuencia sucede que la
renovación anual no se efectúa oportunamente, siendo una dificultad que le impide a la
organización mantener un regular funcionamiento ya que el plazo de vigencia de sus directivos en
curso ha concluido.

En ese orden, el artículo 4 de la Ley N° 31029 confronta directamente ese problema al disponer la
aplicación de la continuidad de funciones del directorio de una sociedad anónima, prevista en el
tercer párrafo del artículo 163 de la Ley General Sociedades, de los consejos y comités de las
organizaciones cooperativas. En otras palabras, los consejeros, por más que fenezca el periodo para
el cual fueron designados, se mantendrán en sus cargos hasta que se produzca su renovación
efectiva.

Una consecuencia práctica de esa nueva dirección normativa en continuidad de funciones es que la
actuación del consejo de administración no sufrirá fractura por vencimiento de su periodo, es decir,
seguirá ejerciendo ininterrumpidamente las labores de gestión (carácter interno) y de
representación (carácter externo) en favor de la cooperativa. Esto no valida en modo alguno que los
últimos dirigentes elegidos de la organización se eternicen en sus puestos, ya que sobre ellos recae
la responsabilidad de convocar a elecciones para dar paso al acceso de los demás socios en la
administración de los intereses de la persona jurídica. Esta razón justificaría incluso, celebrar la
renovación anual bajo la modalidad de sesión no presencial en el momento más cercano posible.

Otro aspecto que recoge la Ley N° 31029 es que reconoce la importancia que la inscripción registral
tiene para el desenvolvimiento de las cooperativas en el tráfico jurídico. Es por ello, que su segunda
disposición complementaria transitoria establece que la Sunarp, en un plazo de 120 días calendario
contados desde la publicación de esa norma, deberá aprobar el Reglamento de Inscripciones de
Cooperativas. Hasta entonces, y tal como se viene calificando, las formalidades y los requisitos para
la inscripción de los acuerdos de los órganos colegidos de las cooperativas se rigen por la LGC y por
el Reglamento de Inscripciones del Registro de Personas Jurídicas.
Finalmente, con la ley comentada las sesiones no presenciales se implantan en el régimen de
adopción de acuerdos de los órganos colegiados de las cooperativas para coexistir con las conocidas
reuniones de asistencia física. Es más, con esta nueva orientación se asientan las bases para que
futuras reformas normativas de similar naturaleza sean replicadas a las demás sociedades
mercantiles, distintas de la sociedad anónima cerrada, e inclusive a las personas jurídicas del Código
Civil, que carecen de previsiones normativas para la celebración de reuniones virtuales.

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