Está en la página 1de 3

Y, por estadísticas epidemiológicas, se demostró que la enfermedad estaba asociada

al consumo de pescado y marisco, y se sugirió que los síntomas se debían a una


intoxicación con un metal pesado. A pesar de ello, las autoridades no prohibieron
ni la pesca ni el consumo de pescado y, por supuesto, desconocían el origen del
metal pesado. La fábrica Chisso era sospechosa de la contaminación pero, en
aquellos años, no era fácil de probar.

Se diagnosticaron más casos en 1958 y, también aquel año, Chisso incrementó la


producción de acetaldehído y, por si se demostraba que eran los causantes de la
enfermedad con sus vertidos, diluyeron lo que expulsaban con agua de mar y
cambiaron el punto de vertido. Pero, para el año siguiente, aparecieron nuevos
enfermos en los alrededores del nuevo punto de descarga.

En 1960, un estudio determinó que los gatos alimentados con pescado de la bahía
presentaban la enfermedad de Minamata; que la bahía estaba muy contaminada por
metilmercurio; y que en el hígado y riñones de las víctimas humanas había una elevada
cantidad de mercurio, así como en el cabello de enfermos vivos. En 1961, la fábrica
desvió algunas de sus aguas a un río vecino y amplió el radio de
contaminación, afectando a todo el mar interior de Yatsusho.

La hipótesis de que el metil mercurio que vertía la empresa Chisso podía ser la
causa de la enfermedad, convirtió el problema médico y ambiental en un problema
social. Los pescadores exigían a Chisso una compensación por el daño causado, que
cesaran los vertidos y que se depurara todo lo que salía de la fábrica hacia el mar.
Hay manifestaciones, invasión de la fábrica, mandato del gobierno para que Chisso
tratara sus vertidos y, también, comisiones de investigación en el Parlamento.

En diciembre de 1959, Chisso firmó un acuerdo con los pescadores y puso en


marcha una depuradora que, aunque el presidente de la compañía bebió un vaso
del agua depurada delante de pescadores y administración, no servía de mucho
para retirar el mercurio. Separaba del vertido las sustancias que lo enturbiaban,
con lo que el agua era transparente y parecía limpia, pero no actuaba sobre las
sustancias disueltas y, entre ellas, estaba el mercurio.

Chisso compensó económicamente a los enfermos, 78 censados en aquel año, y a


sus familias con un acuerdo que les prohibía cualquier otra reclamación en el
futuro. La empresa añadía que su ayuda era por simpatía a los enfermos, no como
compensación de cualquier daño del que sintieran responsables.

Con este acuerdo, pescadores y gobierno, y por supuesto la empresa, daban por
finalizado el asunto, aunque los científicos seguían estudiando la intervención del
metil mercurio en la enfermedad y su presencia en la bahía y en el sedimento y en
el pescado y marisco de la dieta de los pescadores.

Entonces estalló la segunda fase de la enfermedad de Minamata. Desde mediados


de los 50, en la ciudad habían aumentado los casos de parálisis cerebral, los
abortos, los nacimientos prematuros y había cambiado el índice de sexos pues los
afectados eran, sobre todo, los niños frente a las niñas. En 1961 y 1962, murieron
dos mujeres jóvenes y, en la autopsia, ambas llevaban fetos muertos con la
enfermedad de Minamata. Además, en 1962 se declararon 15 nuevos casos de
parálisis cerebral.

En aquellos días, los empleados de Chisso seguían encontrando metil mercurio en


los procesos de síntesis de acetaldehído, aunque la empresa no lo hizo público. Solo
en 1967 los investigadores conseguieron demostrar la presencia de metil mercurio
en el proceso de síntesis de acetaldehído. Y en 1968, el gobierno estableció que el
metil mercurio vertido por Chisso era la causa de la enfermedad de Minamata.
Habían pasado 12 años desde aquella primera niña enferma de 5 años detectada en
1956. Aquel mismo año, 1968, Chisso dejó de producir acetaldehído en su factoría
de Minamata. Se calcula que en los años de contaminación, Chisso vertió a la bahía
de 70 a 150 toneladas de mercurio, incluyendo de 0.6 a 6 toneladas de metil
mercurio.

Hubo que esperar hasta 1971, 15 años después, para que la justicia sentenciara que
Chisso era responsable de lo ocurrido. En 2005, habían recibido el certificado
oficial de padecer la enfermedad de Minamata 1775 pacientes, y hay más de 3000 a
la espera de que se resuelva su petición. Para 2007, Minamata, con la enfermedad y
la crisis de la economía, había perdido casi la mitad de su población respecto a la
década de los 50, cuando se declaró la enfermedad, y tenía unos 29000 habitantes.

Durante años estuvo prohibida la pesca en la Bahía de Minamata e, incluso, había


zonas cercadas con vallas metálicas para impedir la entrada por estar los
sedimentos contaminados con mercurio. El 1997, los niveles del tóxico ya se
encontraban por debajo de los límites que marcaban los reglamentos y la
concentración en el pescado era, de media, cercana o inferior a 0.4 microgramos
por gramo de pescado, por debajo del límite que marca la legislación japonesa. El
15 de octubre de 1997, la Bahía de Minamata se reabrió a la pesca.

Un fallo de 2004 de la Corte Suprema responsabilizó al gobierno de no


cumplir en su obligación de mantener limpias las aguas y de permitir
que la contaminación continuase durante años después de su
descubrimiento (la empresa no detuvo los vertidos hasta 1970), cerrando así
años de litigios por este caso. Sin embargo, en 2010 los afectados por el suceso
aceptaron un acuerdo del Gobierno japonés en la que retiraban su denuncia por
daños interpuesta tanto al Gobierno como a la empresa responsable, a cambio de
indemnizaciones y prestaciones médicas.
El caso de Minamata se ha convertido en un símbolo internacional de
los daños ambientales, y ha servido para que otros países tomen
medidas. De este modo, el Parlamento Europeo ratificó el pasado 9 de mayo el
Convenio de Minamata de las Naciones Unidas sobre el mercurio, un tratado
internacional de obligado cumplimiento diseñado para proteger la salud humana y
el medio ambiente del mercurio.
En 2010, son 2771 personas las que tienen el certificado de padecer la enfermedad
de Minamata pero hay más de 40000, con síntomas más leves, que también
reciben tratamiento médico. En la bahía, la concentración media de mercurio es de
25 microgramos por gramo de sedimento en un área de unos 2 kilómetros
cuadrados. No son raras las concentraciones por encima de 100 microgramos de
mercurio por gramo de sedimento. En los materiales depositados en el fondo de la
bahía, la contaminación con mercurio se detecta hasta los 4 metros de
profundidad.

Quizá Minamata no ha terminado. Todavía no se conocen con exactitud los efectos a largo
plazo de estos, y de muchos otros, contaminantes. Son concentraciones bajas pero
absorbidas en pequeña cantidad durante muchos años y pueden provocar efectos que aún
no detectamos. Además, Minamata abrió los estudios sobre daños producidos por metales
pesados.

https://culturacientifica.com/2018/03/04/caso-los-enfermos-minamata/

https://www.iagua.es/blogs/laura-f-zarza/historias-agua-3-desastre-minamata?amp

También podría gustarte