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UNMDP Departamento de Letras.

Literatura y cultura argentinas I.


Victoria Gil Gaertner; N° de matrícula: 20234

Acercamiento a la obra fundacional del teatro gauchesco: El


amor de la estanciera.

El amor de la estanciera es una obra de teatro escrita, aproximadamente entre 1789


y 1793, cuyo autor es anónimo, y realmente no hay pruebas contundentes, acerca de quién
puede haberla escrito. Esta obra es considerada por autores como Bosch y Barcia,
fundacional en el género del sainete criollo que se desarrollará con mayor profundidad en el
s. XIX a pesar de sus falencias en lo poético y argumentativo. Tiene la particularidad de
presentar las características principales del género gauchesco y que la configura como
modelo a seguir y que se profundizan por las posteriores piezas teatrales gauchescas.

Este texto es un sainete, por lo que su extensión es breve, generalmente de tono


jocoso y tiene un final feliz. Barcia agrega: en ella, “se ridiculizan situaciones populares y
presentan, con vigor, tipos nacionales, con sus rasgos identitarios reconocibles” (Barcia,
1999; 460). En la tradición española este tipo de obras enmarcaban a la obra mayor de
carácter culto. En este caso, no hay registros de que haya sido representada al público y
probablemente, no lo haya sido por el rechazo que en ella se desarrolla a lo español,
peninsular. Hay que tener en cuenta que, como informa Martín Rodríguez en su artículo
“Teatro en Buenos Aires (1783-1852)”, esta obra surge en la época colonial del virreinato
rioplatense, lo que significa que su representación dependía de la autorización eclesiástica
en base a su función educativa y moral. (Rodríguez, 2014; 130) No está dividida
internamente, ni en actos, ni cuadros, ni escenas, conforma todo un canto dialogado

protagonizado por una familia campesina criolla. El metro que domina en los
diálogos de El amor… es el octosílabo, no obstante, se pueden
identificar otros metros que aportan a la atmósfera de algunos
momentos específicos, como por ejemplo, el romance coplado, las
seguidillas y los endecasílabos. Estos últimos se pueden ver ya en el
final de la obra, en el momento más solemne de la misma, en que
Juancho y Pancha se declaran su amor.
Los rasgos característicos del género gauchesco son: el campo como espacio de la
acción, el territorio en que se desarrolla estaría en Buenos Aires y zonas limítrofes, hasta
las tierras habitadas por los indios; los protagonistas conforman el tipo del gaucho, por su
manera de hablar, su vestimenta, y sus saberes rurales, se ajustan al escenario en que se
inscriben; la percepción del mundo es vista desde el gaucho; la finalidad política, educativa
y moral a partir de la función propagandística de las obras; tiene como objetivos, según
Pellettieri, la independencia literaria y la identidad americana; el compromiso civil; y el
rasgo quizás más importante o evidente, es la utilización de una lengua gauchesca
estilizada, literaria, que imita exageradamente a la de los paisanos. Es a partir del lenguaje
que se reconoce el tipo social que se busca representar en el texto (el gaucho rioplatense),
ya que el vocabulario es rico en palabras para definir saberes rurales, como las distintas
variantes de caballos y las herramientas de trabajo. Se le da voz al pueblo, lo que le otorga
el carácter popular a la obra, con el tono costumbrista y la sonoridad de los cantos que nos
hacen imaginar la presencia de guitarras (Pellettieri; 243-244); termina en banquete con un
final feliz. La diferenciación explícitamente buscada para con los sainetes españoles, no es
en la estructura, puesto que adoptan sus formas, sino en el tipo social que se elige
identificar y la utilización de su lenguaje para desarrollarlo. Por lo tanto, estaríamos frente
al primer sainete del teatro gauchesco rioplatense.

El argumento de la obra gira en torno a ciertos contrastes que le dan sustento y que
sirven para diferenciar al gaucho nativo del extranjero (primera dicotomía). La lengua es el
primer recurso de contraste ya que enfrenta la gauchesca, rural, con el portugués (lengua
que también está transcripta figurativamente, como recurso cómico, es una jerga) 1. Los
gauchos son Cancho Garramuño, Pancha, su hija Chepa y Juancho Perucho, pretendiente de

1
“No se trata de piezas bilingües, sino de obras que reproducen fragmentos de una lengua extraña de
manera deliberadamente incorrecta para obtener así unos determinados efectos cómicos.” (Diago; 1997;
191)
esta última. Quien representa al otro es Marcos Figueira, un comerciante portugués
peninsular, el segundo pretendiente de Chepa. En él recaen todos los defectos y rechazos a
lo foráneo. En los sistemas económicos ya se puede ver la segunda dicotomía. Mientras que
la familia campesina se dedica a actividades agrarias y ganaderas, Marcos Figueira se
dedica al comercio. Es un comerciante que no deja muy en claro su origen supuestamente
noble, y promete un futuro prometedor a Chepa, aun así su actividad sea inestable y de
carácter ambulante, en contraposición con el sedentarismo de la familia campesina. Ambos
tipos sociales están ridiculizados pero de diferente forma. Los gauchos son burlados en el
aspecto lingüístico especialmente, pero se resaltan sus virtudes: nacionalismo, saberes
rurales, “las pocas palabras, la honestidad, el valor, la devoción por el trabajo y el amor a la
mujer.” (Rodríguez; 2014; 133). Por su parte, Figueira es ridiculizado en su totalidad, es
decir, no sólo en la lengua, sino también en sus saberes (pretende regalar a Chepa una
pollera amarilla, cuando lo que le interesa es un caballo; no sabe montar a un caballo, por
eso se cae y entra a la escena rengueando). Su ridiculización responde a la aversión hacia
los portugueses y lusitanos en relación al conflicto entre Brasil y el virreinato del Río de la
Plata por la Banda Oriental durante el s. XVIII. No es casual que, en el comienzo de la
obra, ambos pretendientes se propongan como sirvientes de su suegro en pos de conseguir
la mano de la muchacha, y al final, el portugués termine siendo literalmente, un sirviente de
la familia, en el banquete. En la pelea caricaturizada, Juancho Perucho representa la
valentía y Marcos Figueira, la cobardía. Hay una degradación del personaje tanto como
crítica política, como recurso de comicidad.

La confrontación entre pretendientes, también divide a la familia. Cancho está a


favor de Juancho por ser un gaucho hacendado como ellos y no “hombre de España” como
Marcos; Pancha y Chepa, a favor del portugués por lo mismo por lo que lo rechaza Cancho.
En esta división de bandos, se manifiesta el trato agresivo entre pares, Cancho y Pancha, en
que esta última no tiene voz ni voto y sin embargo, no se queda callada:

Cancho: Mira mujer porfiada, /siempre habéis de ser mañera; /no me


seas respondona/ que os abriré la moyera.
Pancha: qué hombre tan malvado es éste. /Ya reviento de coraje. /Mira
Cancho lo que hacéis/ porque sois un gran salvaje.
C: ¿qué modos son esos, Pancha?/Vieja de dos mil diablos, /mira que os
daré de coses/ y lo juro por San Pablo.
P: qué coses me habéis de dar/ vos que sois un gran caallo; /viejo
chocho, marrullero, /andá reñí con el gallo.
C: Pancha, ya me conocéis: /mirá que os he de voltear. /Ya me tenéis
enfadado/ y os tengo de espolear; / no me seáis bachillera, porque si desato el
lazo/ todo ese cuerpo malvao/ os tengo de hacer pedasos.
P: Qué habéis de hacerme viejo sonso. /Mirá que os irá muy mal/ porque
yo sabré arañaros; /por fin sois un animal. (p. 16-17)
Se puede interpretar ante la reacción de Chepa frente al conflicto entre sus padres,
que ella se siente atraída primero por el extranjero, no solo por el dinero que este posee,
sino también por carecer de la rusticidad en el trato por la que Cancho y su yerno ideal,
Juancho, se caracterizan. No obstante, en el final, Chepa se casa con Juancho por ser como
ella, rústica, hacendado de campo, con una predilección por los caballos (símbolo de
constante comparación y valoración, en toda la extensión del texto); pero la muchacha le
aclara a su esposo, que cuidará de él mientras no la lastime.

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