Está en la página 1de 8

UNMDP Facultad de Humanidades.

Departamento de Letras: Literatura y Cultura Argentinas I.


Victoria Gil Gaertner. Matrícula: 20234
Trabajo práctico nro. 3

Mansilla y su escritura anclada en las fronteras difusas, reales y


metafóricas, en Una excursión a los indios ranqueles.

En el presente trabajo nos dispondremos a analizar distintas cuestiones en el texto


cumbre de Lucio V. Mansilla: Una excursión a los indios ranqueles. Esta obra publicada en
1870, si bien es anterior a lo que se conoció como la Generación del ´80, anticipa
características propias de este movimiento. La producción del autor está atravesada por su
historia, su genealogía y sus ambiciones.1 Este autor se configura a sí mismo como un
personaje excéntrico dentro y fuera de la ficción, con bastante tela para cortar, si se
analizan sus distintas caras. Dicha obra es tan importante, por su hibridez genérica, su
estructura y por haber recibido un premio del Congreso Geográfico de París, en 1875. No
en vano lo recibe, ya que entre las distintas particularidades del texto se encuentran
descripciones exhaustivas del terreno de la frontera y más allá, cuadros de costumbres de
los ranqueles y de los gauchos que ameritan dicha gratificación (además del croquis
topográfico que el autor adjunta en la primera edición).

Empezaremos por analizar el sujeto de enunciación y el destinatario. Mansilla se


desdobla en el narrador que cuenta en primera persona sus experiencias vividas en la
frontera. Si bien la obra está dedicada a su amigo dueño del periódico La Tribuna, Varela –
quien le ofreció el espacio para publicar en él, en forma de folletín por entregas, y quien los
instó a publicar la obra como libro al final-, 2 el texto que está escrito en estructura epistolar,
tiene un destinatario diferente quien es Santiago Arcos. Él es a quien van dirigidas las

1
Mansilla, desde 1868, Mansilla se encontraba en Córdoba desempeñando el cargo de comandante de
frontera.
2
La dedicatoria se explicita en la carta introductoria de Mansilla a Orión, seudónimo de H. Varela: “Pues
bien, querido Orión, mi amigo de tantos años, contra viento y marea, es a quien yo dedico mis cartas a
Santiago Arcos, ya que te has empeñado en que haga de ellas un libro.” [CITATION Luc10 \p 15 \l 11274 ]
cartas, un personaje particular cuya elección no fue hecha al azar puesto que este hombre
militar, estuvo previamente a Mansilla en la frontera con el mismo objetivo que el autor de
la obra , correr los límites de la misma para ampliar el terreno de la “civilización”. Por lo
tanto, manejan un mismo código, un mismo conocimiento con respecto a la dinámica de la
frontera y los ranqueles. Sin embargo durante todo el texto, el narrador es consciente de la
presencia de otro destinatario a quien le habla directamente: el lector masivo del periódico,
ese lector porteño que carece de ese código que comparten Mansilla y Arcos; y a quien se
dirigen ciertas estrategias discursivas que explicaremos más adelante.

El Yo se configura en el texto con una fuerte hegemonía puesto que se auto-justifica


su discurso, es decir, él mismo legitima lo que cuenta, las descripciones topográficas que
realiza, porque él vivió en la frontera, hizo un estudio detallado tanto del lugar como de los
habitantes. El Yo vacila entre la modestia y la vanidad. Glorifica su misión en la frontera,
su accionar en el encuentro con los indios, defiende su ideal de incluir a los indios en la
civilización, no exterminarlos, como Sarmiento busca. Cree en la importancia de su
persona, la cual vale tanto militar, como políticamente (en cuanto al tratado de paz que
decide llevar a cabo con los ranqueles, sin consultar). Se tiene en gran estima ya que realiza
a lo largo de la obra, una autofiguración de sus destrezas. Esto se puede vislumbrar en el
siguiente fragmento del primer capítulo:

Es el caso que mi estrella militar me ha deparado el mando de las


fronteras de Córdoba, que eran las más asoladas por los ranqueles. 3(…) Tengo
en borrador el croquis topográfico, levantado por mí, de ese territorio
inmenso, desierto (…) Más de seis mil leguas he galopado en año y medio para
conocerlo y estudiarlo.
No hay un arroyo, no hay un manantial, no hay una laguna, no hay un
monte, no hay un médano donde no haya estado personalmente para determinar
yo mismo su posición aproximada y hacerme baqueano, comprendiendo que el
primer deber del soldado es conocer palmo a palmo el terreno donde algún día
ha de tener necesidad de operar.[ CITATION Luc10 \l 11274 ]
También se identifica esta autoclamación, como dispone N. Fernández en su artículo “El yo
entre la escritura de la historia y la novela. Las figuras de la frontera.” Cuando narra su acto

3
Toma como premio algo que en realidad él sabe que no lo es. Durante toda su carrera política y militar
quiso conseguir un cargo en algún ministerio, pero por su sangre rosista y algunas ideas más federales que
unitarias, ni Roca, ni Sarmiento, ni Avellaneda le concedieron el gusto.
heroico de sacrificarse y cargar a Linconao enfermo. “[Autoclamación]… como desborde
verborrágico del ego” en que Mansilla se figura como héroe.[CITATION Fer97 \l 11274 ]

Mansilla, como hombre excéntrico consumidor de placeres tanto en América como


en el resto de los continentes que visita a lo largo de su vida, que asiste al cambio en la
literatura, la cual se vuelve un bien de consumo, no puede evadir el desdoblamiento del
destinatario puesto que su obra depende de este lector. A él, le explica conceptos que
podemos deducir que Santiago Arcos no desconoce, sino que por el contrario, forman parte
de los saberes comunes como dos militares destinados a las fronteras.

He dicho que el camino de Cuero consiste en una gran rastrillada (…) Si


en lugar de estar conversando públicamente lo hiciera en reserva, no me
detendría en estos detalles y explicaciones. Todos los que hemos sido público
alguna vez sabemos que este monstruo de múltiple cabeza sabe muchas cosas
que debiera ignorar e ignora muchas otras que debiera saber. ¿Quién sabe, por
ejemplo, más mentiras que el público?
Pero preguntadle algo sobre las cosas de la tierra, sobre el estado moral
y político de nuestros moradores fronterizos de La Rioja o de Santiago del
Estero, y ya veréis lo que sabe. [CITATION Luc10 \p 43 \l 11274 ]
El toldo de Mariano Rosas, como todos los toldos, tiene una enramada;
descansemos en ella hasta mañana, a fin de no alterar el método que me he
propuesto seguir en el relato.
También, conviene hacer así para que ni tú, Santiago amigo, ni el lector
se hastíen, que lo poco gusta y lo mucho cansa, aunque a este respecto pueden
dividirse las opiniones según sea del capítulo que se trate.
¿Quién se cansa de leer a Byron, a Goethe, a Juvenal, a Tácito?
Nadie.
¿Y a mí?
Cualquiera4.[CITATION Luc10 \p 219 \l 11274 ]
La primera cita corresponde a la cuarta carta del texto, en ella se ve la estrategia discursiva
que realiza al desdoblar el destinatario y por lo tanto la información dada en su discurso;
habla a Santiago que representa al lector de su clase y explica términos que seguramente el
lector masivo desconoce. Tal como alega Adolfo Prieto, la generación del 80, a la que se
anticipa prematuramente Mansilla, tiene una conciencia profesional de su labor como

4
Aquí se puede ver su giro argumentativo para mostrar falsa modestia.
escritor y busca un lector/público apto para sus obras, en pos de incentivarlos a leer
escritores nacionales. [CITATION Ado \p 55-56 \l 11274 ]

En la segunda, en el capítulo XXVI, se observa nuevamente la importancia del


lector para el narrador, en relación al desarrollo del texto. Y a su vez, se evidencian otras
estrategias discursivas como su comparación con escritores clásicos y románticos, en que el
yo se enmascara en una falsa modestia. Por otro lado, otra estrategia es el uso de verbos en
presente anunciando próximas acciones o escenas. El gesto de anticipación da cuenta del
formato folletinesco de la obra, que se publicó primero en entregas semanales, por lo que,
Mansilla es plenamente consciente de que debe mantener el suspenso y el interés en el
público. La prosa del texto se construye fragmentariamente.

Como dijimos en un principio, se entrelazan distintos registros discursivos que


responden a diferentes géneros discursivos. Un primer ejemplo es el recién mencionado, el
folletín, en que el narrador dialoga con el lector y anticipa sus decisiones narrativas. El más
evidente es la veta autobiográfica, Mansilla desarrolla en toda su obra y en que él es el
personaje principal en un espacio también constante, el territorio argentino. [ CITATION Rod68
\l 11274 ] Por otra parte, está el relato de viaje, en que desarrolla las descripciones
topográficas, los cuadros de costumbres tanto de gauchos como indios –su texto se
configura como documentación del estado de ambos actores sociales bajo la conquista del
desierto y supremacía de la oligarquía porteña. En el capítulo XX y el XXVI, en que llega a
la capital de los ranqueles a encontrarse con Mariano Rosas, se desarrolla toda una
descripción exhaustiva del ritual de bienvenida y de distintas características de la sociedad
araucana. En este capítulo, Mansilla se autoglorifica nuevamente al pasar el desafío
agotador de cumplir con cada uno de los pasos diplomáticos para con Mariano y sus
camaradas. Las descripciones que realiza de la topografía y de las comunidades no buscan
distorsionar la realidad sino más bien, serle fiel. De hecho en esta carta, y en otras
oportunidades, se evidencia que la barbarie tiene reglas o convenciones sociales como la
civilización que Sarmiento opone.

Otro género es el ensayo, muy presente en Una excursión…, este se puede ver con
un registro particular, porque Mansilla utiliza la excusa del texto para desarrollar
reflexiones filosóficas, políticas, sociales:
Somos algo más que un dualismo; somos algo de complejo, de
complicado o indescifrable.
Y sin embargo, es falso que los hombres sean mejores en la mala
fortuna que en la buena, caídos que cuando están arriba, pobres que ricos.
El avaro, nadando en la opulencia, no se cree jamás con deberes para el
desvalido.
El generoso no calcula si lo superfluo de que hoy día se desprende, será
mañana para él una necesidad.
El cobarde es siempre fuerte con los débiles, débil con los fuertes.
El valiente, ni es opresor, ni se deja oprimir; puede doblarse, quebrarse
jamás.
El débil busca quien le de sombra, quien lo gobierne y lo dirija.
El fuerte, ampara y protege, se basta a sí mismo.
El virtuoso es modesto.
El vicioso es audaz.
Somos como Dios nos ha hecho.
Es por eso que la caridad nos prescribe el amor, la indulgencia, la
generosidad.
Es por eso que la grandeza humana consiste en adherirse a lo
imperfecto. (…)
Nos quejamos de los demás, jamás de nosotros mismos.
¿Es que somos ingratos o severos?
¡No!
Es que no nos entendemos.
Si nos comprendiéramos no seríamos injustos, anhelando como
anhelamos el bien.
There is a tide in the affairs of men, / which, taken at the flood, leads on
fortune.[CITATION Luc10 \p 229-231 \l 11274 ]
En sus reflexiones, Mansilla dispone sus postulados en párrafos cortos o incluso de
una oración. Utiliza un lenguaje menos familiar, más poético pero sin ornamentos; y para
hacer énfasis suele utilizarse el paralelismo o la anáfora. Esto supone una lectura rápida y
efectista, en que no se explican sus ideas en su totalidad pero contribuyen a la
espectacularidad de la prosa del autor. Tanto en el ejemplo de cuadro de costumbre como
en sus reflexiones, Mansilla aprovecha para denunciar su descontento con las decisiones
políticas del gobierno para con los indios quienes viven oprimidos y en lucha contra una
exterminación que el autor rechaza. Un procedimiento característico del movimiento
literario y que se encuentra presente en la obra de dicho escritor, para realizar la denuncia
es la ironía.

Por otro lado, retomando el análisis del último fragmento, se cita un verso de
Shakespeare. A lo largo de la obra, hay distintas citas y referencias intertextuales que
incluyen personalidades grecolatinas como Juvenal y Tácito, y modernas e incluso previos
al autor, como los fragmentos de La cautiva de Echeverría. Mansilla despliega todos sus
conocimientos como consumidor cultural que es; e incorpora citas y referencias en
castellano, inglés, francés y latín. Además, explica conceptos en araucano, demostrando sus
habilidades lingüísticas y de adaptación a cada ámbito, como buen militar y estratega.

Es interesante en este punto, la relación que tiene con Mariano Rosas. Este cacique
no es un indio totalmente salvaje ya que fue apadrinado por J.M. de Rosas y como se
explicita en el capítulo XX, sabe español, perfectamente. No obstante, se respetan las
formas del ranquel y hay intérpretes que no solo traducen el lenguaje sino también las
culturas, lo que incluye el lenguaje gestual/corporal, que se contraponen en la frontera; así
como hace en sus cartas el narrador, al traducir los términos utilizados allí para los lectores
del diario. El intérprete, lenguaraz, representa el nexo entre la civilización y la barbarie.
Mansilla no parece tener una idea tan intransigente como el gobierno, sobre la dicotomía
principal de la época:

Muy cerca de una hora tardamos en abrazos, salutaciones y demás actos


de cortesanía indiana. (…) ciertas frases que oía vagar por la atmosfera hacían
llegar hasta mi conciencia, el convencimiento de que aquellos bárbaros
admiraban por primera vez, en el hombre culto y civilizado, en el cristiano
representado por mí, la potencia física, dote natural que ellos ejercitan y que
tanto envidian y respetan. [CITATION Luc10 \p 217 \l 11274 ]
¿Qué más podían hacer aquellos bárbaros, sino lo que hacían?
¿Les hemos enseñado algo nosotros, que revele la disposición generosa,
humanitaria, cristiana de los gobiernos que rigen los destinos sociales?
Nos roban, nos cautivan, nos incendian las poblaciones, es cierto. ¿Pero
qué han de hacer, si no tienen hábito de trabajo? ¿Los primeros albores de la
humanidad presentan acaso, otro cuadro? ¿Qué era Roma un día? Una gavilla
de bandoleros, rapaces, sanguinarios, crueles, traidores.
Y entonces, ¿qué tiene que decir nuestra decantada civilización?
Quejarnos de que los indios nos asuelen, es lo mismo que quejarnos de que los
gauchos sean ignorantes, viciosos, atrasados.
¿A quién la culpa, sino a nosotros mismos?... [CITATION Luc10 \p 219 \l
11274 ]

Como se puede observar en estos fragmentos, a partir de las preguntas retóricas


(estrategia discursiva) y de la ironía, Mansilla hace su crítica a la civilización como
responsable de las falencias de la barbarie. El indio y el gaucho se configuran como
víctimas de las políticas de la civilización, la raza sólida, y que debe tener una actitud
paternal para con la barbarie y de esa forma incorporarlos a la clase trabajadora. Esta
actitud es la que Mansilla tiene para con sus soldados e indios en la frontera. Es el
protagonista de esta historia, quien busca una relación estrecha por vía pacífica con los
indios a través del tratado de paz.

Analizaremos ahora, los rasgos novelescos de la obra. A lo largo del texto se


desarrollan distintos relatos enmarcados. Uno bien relevante es el del soldado Manuel
Gómez. En este episodio, se encuentran rasgos tanto del género policial como del
fantástico: la investigación para averiguar si Gómez es realmente el asesino del vivandero o
no; y la resurrección del cabo durante la guerra del Paraguay. Además, otro rasgo del
discurso narrativo, es que el Yo hegemónico cede la palabra a los diálogos que mantiene
con el cabo de forma directa. Mansilla aquí se construye como narrador testigo de los
hechos que le suceden al soldado. Como testigo busca certificar que lo que dice por muy
inverosímil suene, es verdad. Él es la garantía.

Creerán algunos que a medida que corre la pluma voy fraguando cosas
imaginarias, por llenar papel, y aumentar el efecto artificial de estas mal
zurcidas cartas.
Y sin embargo, todo es cierto.
Los abismos entre el mundo real y el mundo imaginario no son tan
profundos.
La visión puede convertirse en una amable o en una espantosa realidad.
Las ideas son precursoras de hechos.
Hay más posibilidad de que lo que yo pienso sea, que seguridad de que
un acontecimiento cualquiera se repita. [CITATION Luc10 \p 59 \l 11274 ]
Mansilla tiene una forma particular de escribir, plagada de digresiones. Esta figura
literaria implica una ruptura del hilo narrativo para hablar de otros temas secundarios. En la
escritura del autor, la constancia de las digresiones hace que caractericen el estilo del
mismo. Las rupturas son frecuentes, en consecuencia, cobran mayor importancia que la
acción principal. Este procedimiento hace más fragmentaria la prosa y permiten al autor
desarrollar tópicos varios. De hecho, muchas de las reflexiones que el narrador desarrolla
son el marco de estas desviaciones. Algunas de ellas y que abarcan varios capítulos, son la
historia del cabo Gómez y la de Miguelito, el gaucho cristiano que vive con los indios
escapando de una acusación falsa.

También podría gustarte