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UNMDP Facultad de Humanidades.

Departamento de Letras: Literatura y Cultura Argentinas I.


Victoria Gil Gaertner. Matrícula nro. 20234
Trabajo Práctico 4:

Juan Moreira, el héroe criminal.

La naturaleza ha hecho al hombre feliz y bueno, pero la


sociedad lo deprava y lo hace miserable.

Emilio o la educación, Jean Jaques Rousseau.

Eduardo Gutiérrez (1851-1889) no fue un escritor más sino que fue el primero que
partiendo de su trabajo como periodista, se constituyó como escritor profesional, es decir,
vivió económicamente de su obra, en la Argentina. Se dedicó principalmente a la
producción de novelas en formato de folletín, siendo quien consiguió darle la esencia
nacional a este género, cuyo auge en nuestro país se ubica a fines del s. XIX. M. Bueno
recalca la importancia de este escritor como el creador de la novela popular argentina ya
que escribió más de 3 decenas de folletines con una nueva impronta gauchesca.[ CITATION
Món \l 11274 ] La obra más importante de su vida es sin dudas, Juan Moreira, publicada en
1879, mismo año que la publicación de La vuelta de Martín Fierro. En este trabajo nos
dispondremos a analizar dicha obra, la cual fue también partícipe del desarrollo del teatro
argentino.

El género folletinesco surgió en Francia en la década de 1830, con la evolución del


periodismo dada por la Revolución Industrial; y tuvo gran popularidad en todas las clases
sociales que pudiesen leer, ya que se publicaban en el periódico, en formato de entregas,
cuyo suspenso mantenía en vilo a todos sus lectores. [ CITATION Jor93 \l 11274 ]. Tanto este
género como el magazine se produjeron con la Modernidad, la cual despertó nuevas
necesidades en la sociedad. Definiremos las características del folletín a partir de lo
planteado por M.Bueno en su artículo “El folletín en Argentina: las formas de la
persistencia.” y por Jorge B. Rivera en el “Prólogo” a Juan Moreira. Ambos coinciden en
que el folletín es una técnica narrativa que por su formato de novela por entregas, implica
una fragmentación del texto; en los sucesivos capítulos se desarrolla un racconto, es decir
una acumulación de información que va configurando tanto a los personajes como al hilo
narrativo. Está sujeto a lo que Rivera denomina un “mecanismo de postergaciones” en que
el escritor es plenamente consciente de la necesidad de mantener el interés de los lectores,
por lo que recurre al efecto de suspenso a lo largo de toda la obra, a partir de anticipaciones
durante el relato y del corte abrupto del capítulo en una escena cuyo desarrollo finalizará en
el capítulo siguiente:

Quince o veinte cuadras había andado, cuando dio vuelta de pronto, saludó con el
poncho a los que quedaban en la pulpería y se perdió en una de las vueltas del camino sin
cambiar el paso del caballo, que marchaba a la ventura, visto el completo abandono de la
brida.

¿A dónde dirigiría sus pasos aquel hombre extraordinario? No hemos de


tardar mucho en encontrarlo, luchando con la fatalidad de su suerte.
EL CACIQUE
El Cacique era un cuzquito que aquel paisano había criado en tiempos
más felices, sin sospechar el servicio que le iba a prestar más tarde. [ CITATION
Edu61 \l 11274 ]

En este fragmento podemos ver tanto la estrategia narrativa de la acumulación de


información ya que en los primeros dos capítulos se narra las primeras desventuras de
Moreira, y en el tercer capítulo, se describe a su perro, fiel compañero, y se continúa el hilo
narrativo, agregando datos al universo de la novela, a los que el lector debe estar atento;
como el efecto del suspense. En el último párrafo del segundo capítulo se ve claramente
cómo funciona el mecanismo de postergaciones en que el narrador suspende literalmente,
por el momento la acción y plantea una interrogación y una afirmación que brindan dos
características acerca de Moreira y de su destino, es un hombre extraordinario –
caracterización que trabajaremos más adelante- cuya suerte maltrecha lo condena a
sucesivas desgracias (anticipación). Este recurso es sumamente efectista y efectivo puesto
que obliga al lector a seguir consumiendo las posteriores entregas de la novela para
enterarse cómo sigue el relato.
Esta narrativa episódica de temáticas diversas, cobra un carácter particular en
nuestro país, ya que se construye como literatura de masas, cuyos lectores provenían tanto
de la aristocracia como de la burguesía y de aquellos nuevos incorporados al círculo por
haber sido alfabetizados. Es sin dudas una literatura de consumo, puesto que solventa el
bolsillo del escritor profesionalizado. El papel del lector es fundamental para la
legitimación del folletín; no sólo porque es el consumidor del producto, en cuanto a la
dimensión económica, sino porque se busca que él se identifique con el héroe o heroína de
la historia que si bien tiene características singulares como construcción de un héroe
perfecto, no deja de pertenecer aunque sea, parcialmente a la esfera de lo cotidiano del
lector. En el caso de la obra de Gutiérrez, el lector puede identificarse con la personalidad
de Moreira y cómo la sociedad puede degradar al sujeto y sus valores injustamente. Los
lectores sienten empatía por el gaucho desgraciado y toman partido por el mismo, más allá
de si comparten circunstancias de vida con el personaje o no.[CITATION Jor67 \t \l 11274 ]
Además, en muchos folletines de la época incluso en Europa, la narración está supeditada a
la influencia de los lectores y sus gustos o críticas para con lo narrado. En este sentido, han
determinado la supresión o incorporación de personajes, e incluso, las decisiones del
escritor en relación al desarrollo del hilo narrativo. Esto denota otro rasgo del folletín, como
literatura improvisada o mejor dicho, cuyo plan narrativo no está diseñado completamente
desde antes de ser publicado, sino que es vulnerable a posibles modificaciones, en el
transcurso de su publicación.[ CITATION Món \l 11274 ]

Por ser un medio masivo, el folletín fue adoptado por distintos escritores
románticos, como Sarmiento con su Facundo; era la posibilidad de llegar rápido a más
lectores. La figura del lector es interesante, porque es continuamente objeto de apelaciones,
como vimos en la cita anterior en que el narrador dialoga con el mismo.

Gutiérrez era periodista, por lo tanto, esta impronta se ve presente en la obra. Por
ejemplo, en el uso de la primera persona plural del narrador, típica de trabajos ensayísticos
o críticos. También en las aclaraciones que el narrador, que se configura como periodista,
realiza con respecto al trabajo de investigación detrás de la trama.

Hemos hablado con los empleados de policía que han combatido con
Moreira, inválidos todos, y que figurarán a su tiempo en esta narración, y
hemos conversado largamente con el capitán de las partidas de plaza de Lobos
y Navarro, inválidos también, y todos ellos nos han relatado la honda impresión
que producía la mirada de Moreira en el combate.[ CITATION Edu61 \l 11274 ]
El valor del testimonio para Gutiérrez radica en su contribución a la verosimilitud del
relato. La narración de los hechos se legitima porque hay testimonios que verifican lo que
se cuenta, e incluso tiene suma importancia la entrevista que el propio autor tuvo con Juan
Moreira en 1874, mismo año en que fue asesinado. No es menor el hecho de que el
personaje principal de la obra haya existido realmente, más allá de que la ficción radica en
la la hiperbolización de los hechos y personalidad de Moreira, y en primera instancia en el
universo novelístico de la obra. La labor periodística detrás de la obra constituye la
legitimación del nuevo verosímil del periodismo moderno. 1

La ficción entonces podemos identificarla en la configuración del héroe, como


mencionamos anteriormente. Ya desde el prólogo, el narrador parcial, toma partido, valga
la redundancia, por el gaucho Moreira de quien hace una descripción formidable en cuanto
a la construcción del mismo como figura mítica. Juan Moreira es el gaucho modelo: “…era
como la mayoría de nuestros gauchos; dotado de un alma fuerte y un corazón
generoso…”[ CITATION Edu61 \l 11274 ]; humilde, honrado, trabajador, hospitalario,
educado, no era gaucho que vive alcoholizado, astuto, buen domador, valiente, bravo,
guerrero, buen payador e intérprete; un hombre de palabra. Sin lugar a dudas, un hombre
digno de ser héroe de la novela, y querido por todos los lectores. Ya desde el primer párrafo
del prólogo se lo caracteriza míticamente: “Juan Moreira es uno de esos seres que pisan el
teatro de la vida con el destino de la celebridad; es de aquellos hombres que cualquiera que
sea la senda social por donde el destino encamine sus pisadas, vienen a la vida
poderosamente tallados en bronce.”[ CITATION Edu61 \l 11274 ] Los distintos duelos y
enfrentamientos en donde se destaca su bravura y habilidad, e incluso su nobleza a la hora
de luchar contra sus opresores culpables de su degradación, colaboran con la construcción
del mito. Como Prieto alega, las continuas luchas por su libertad, constituyen el eje
narrativo de la obra. Hay una idealización del paisano rebelde caído en desgracia por culpa
del Estado y la sociedad. Moreira es metonimia de la realidad de los gauchos en la sociedad

1
“…circunstancia de que Gutiérrez se introdujera en el relato como oficiante del nuevo verosímil establecido
por las pautas y los recursos del periodismo contemporáneo porque deriva de su propia práctica profesional
la tendencia de consagrar como hechos de la realidad solamente a aquellos hechos capaces de ser
transformados en noticia…”[CITATION Ado88 \l 11274 ]
argentina, la cual ante el acelerado progreso, ve la gradual decadencia del mundo
campesino.

A lo largo de toda la obra, pero principalmente en el prólogo y los primeros


capítulos, se hace un cuadro descriptivo de la raza gaucha y de las injusticias que debe
sufrir por ser un actor social marginado, que sirve a la sociedad precisamente, desde ese
lugar.

El gaucho, en el estado de criminal abandono en que vive, está privado


de todos los derechos del ciudadano; sobre su cabeza está eternamente
levantado el sable del comandante militar y de la partida de plaza a quien no
puede resistirse, porque entonces, para castigarlo, habrá siempre un cuerpo de
línea. Ve para sí cerrados los caminos del honor y el trabajo, porque lleva sobre
su frente este terrible anatema: hijo del país.[ CITATION Edu61 \l 11274 ]
El gaucho, y en particular Juan Moreira, está pintado en la obra como el hombre bueno de
Rousseau, cuya naturaleza intachable es deconstruida y pervertida por la sociedad en que
vive. Este hombre extraordinario que obligadamente cae en el crimen a causa de su entorno,
no escapa a su destino, ni de las partidas que buscan matarlo, sino que como superhombre
que es, [CITATION Ado88 \l 11274 ] no sacrifica su honor, lo rectifica, enfrentando a cada
enemigo. Se construye como un héroe típicamente romántico –influencia que recibe la
generación del 80 en que se inscribe Gutiérrez.

Por otra lado, aunque Moreira se desvíe en el camino del crimen, de lo ilícito, hay
distintas oposiciones binarias puestas en juego en la obra, que se configuran como críticas
explicitas a distintos aspectos políticos y sociales. Por ejemplo, el concepto de justicia, y
ley. Se genera una dualidad en estos términos, ya que hay dos tipos de cada uno. La justicia
que representa Don Francisco en primera instancia, enemigo acérrimo de Moreira y el juez
de paz; y la justicia de los gauchos. La ley escrita y la ley consuetudinaria. Con respecto a
la primera, la justicia es una falacia para los gauchos: “El gaucho invocó sus derechos -
¿pero qué gaucho tiene derechos?-. Invocó a la justicia, palabra hueca para él, y no fue
escuchado, ofreció acreditar su conducta con los vecinos del cuartel, y fue expulsado del
juzgado…”[ CITATION Edu61 \l 11274 ]. La justicia para Moreira es por mano propia, por lo
que él mismo se encarga de hacer lo justo, lo debido, aun así su honradez quede manchada.
Por otra parte, está la ley escrita y la ágrafa. Un ejemplo claro de esta oposición, se ve en el
acuerdo que Moreira tiene con Sardetti, en que aquel le presta dinero al pulpero. El pacto se
lleva a cabo de manera verbal. Moreira como buen hombre de palabra, tiene códigos y no
necesita un contrato por escrito, lícito para cumplir con lo acordado. Cuando exige su
dinero a Sardetti y este le niega ante Don Francisco cualquier deuda, alegando que no hay
ningún comprobante de la misma, nuevamente la injusticia se hace presente, golpeando la
dignidad del héroe. Aquí, se ha perdido el valor de los códigos, de la palabra, en una
incipiente sociedad moderna en que escasean los antiguos valores.

Otra oposición a resaltar es la que tiene que ver con matar y asesinar. Esto
determina si un hombre es honrado o no. Moreira lo es ya que él no mata a un indefenso,
desarmado sino que su valentía y entereza se demuestra por ejemplo en el duelo contra
Sardetti, en que le da un puñal de uno de los presentes para que éste se defienda y el que
gane, lo haga “en buena ley”. Nuevamente, es evidente el cambio social por la modernidad
en el reemplazo de la daga, el sable, el arma blanca, por armas de fuego que asesinan por la
espalda. Si bien Moreira utiliza dos pistolas regaladas por su amigo traidor, Giménez, su
principal arma es su daga con la que termina todos los duelos. Moreira mata, no asesina.

En toda la obra, se resalta la masculinidad de los gauchos en cuanto a su bravura,


honradez, y especialmente, en cuanto al valor de la amistad. Moreira comparte códigos con
sus amigos como Santiago y Julián, que no necesitan de pacto escrito y que estructuran el
viaje del gaucho. Puesto que se va hospedando en las casa de sus amigos, ocultándose de
las ley. La lealtad que traspasa la violencia de la trama construye la figura de Moreira y del
gaucho como tipo social.

Por otro lado, hay distintas figuras femeninas en la obra, pero la que cabe destacar
es la de la esposa de Moreira, Vicenta, la cual, como Penélope en La Odisea, espera a su
marido fielmente, inquebrantable hasta el límite de la situación miserable de su hijo,
pasando hambre. Representa la esposa ideal del héroe gauchesco de la violencia, pretendida
por los traidores y enemigos de su marido. Su pedido de que Juan la matara por haber
sucumbido ante el hambre, ennoblece y ayuda a la mitificación de la figura de Moreira al
declinar ante el pedido por el bien de su hijo: “Ante Vicenta, Moreira actúa como padre y
patrón, como un juez o legislador: le perdona la vida, la “salva”, pero sólo como madre de
su hijo. Y en el momento mismo del perdón la abandona y la transforma en una
subjetividad culpable. (…) En Moreira se ve claramente que el género masculino se define
entre hombres y también define al femenino. (…) El género femenino sexuado como infiel,
como maternidad sufriente, y como subjetividad criminal y culpable.” [ CITATION Jos99 \l
11274 ] La figura femenina es producto de la sociedad machista de la época en la que tiene
poco nada de voz y que se construye en torno a la figura masculina, a su sombra.

Moreira si bien es un héroe indomable, es mostrado con su lado humano sufrido


ante sus desgracias, cuando llora. Pone en tela de juicio la ambigüedad que presentan la
justicia, el crimen, la verdad. Gutiérrez muestra en esta novela policial los cambios que
sufre la sociedad en plena modernización e injusticas arraigadas desde antes, en la misma, a
partir de los ojos de un paisano mitificado que ha marcado a su época y a los que
escribieron las continuaciones de la serie, e incluso folletines independientes. Distintos
fenómenos culturales como el teatro criollo, el radio-teatro e incluso el cine o las
telenovelas de nuestros días llevan la influencia del folletín, cuyo mayor representante en
nuestro país es el autor de Juan Moreira.

Bibliografía
Bueno, M. (s.f.). "El folletín en la Argentina: las formas de persistencia.".

Gutiérrez, E. (1961). Juan Moreira. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.

Ludmer, J. (1999). "Los Moreira" en El cuerpo del delito. Un manual. Buenos Aires: Libros Perfil.

Prieto, A. (1988). "Red textual y deslizamientos de lectura. Martín Fierro, Juan Moreira, Santos
Vega" en El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna. Buenos Aires:
Sudamericana.

Rivera, J. B. (1967). "El folletín. Eduardo Gutiérrez" en Capítulo 32. La historia de la Literatura
Argentina. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.

Rivera, J. B. (1993). "Prólogo" en Juan Moreira. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.

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