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26- El ordinal 11 del artículo 32 del Código Penal no prevé expresamente el error
de prohibición culturalmente condicionado, pues se limita a señalar que no habrá
lugar a responsabilidad penal cuando "se obre con error invencible de la licitud de
la conducta". Sin embargo una interpretación sistemática permite concluir que esa
causal incluye el error de prohibición culturalmente condicionado, pues no sólo el
nuevo estatuto penal eliminó la prohibición de invocar la ignorancia de la ley como
excusa, la cual estaba prevista en el anterior ordenamiento penal, sino que,
además, es claro que quien no puede comprender, por su particular cosmovisión,
la ilicitud de su comportamiento, obra con un error sobre la licitud de su
comportamiento.
27- Pero hay más. Incluso si se concluyera que el nuevo estatuto penal no prevé
el error de prohibición culturalmente condicionado, de todos modos habría que
concluir que esos comportamientos son, por mandato directo de la Carta,
inculpables. En efecto, y como bien lo señalan algunos intervinientes, en un
Estado de derecho fundado en la dignidad humana (CP arts 1 y 5), y que además
reconoce y promueve el pluralismo y la multiculturalidad (CP arts 7, 8 y 70), la
diversidad cultural no puede ser criminalizada. En ese orden de ideas, si es propio
de ese tipo de Estado un derecho penal culpabilista, y la diversidad cultural no
puede ser criminalizada, entonces una conclusión se impone: por mandato directo
de la Carta, no puede ser sancionada penalmente aquella persona que incurra en
una conducta típica y antijurídica, pero haya realizado ese comportamiento por un
error de interpretación cultural, en la medida en que su particular cosmovisión le
impidió comprender la ilicitud de su conducta. La exclusión de responsabilidad
penal por un error de prohibición culturalmente condicionado es entonces una
causal de rango constitucional, que obligatoriamente debe ser tomada en
consideración por el Legislador.
28- Con todo, la Corte considera que el reparo contra el análisis de esta sentencia,
por una supuesta interpretación indebida del alcance del ordinal 11 del artículo 32
del Código Penal, puede tener en parte sustento en dos aspectos: de un lado, el
estatuto penal exige no sólo que el error de prohibición sea "invencible" sino que
además especifica literalmente que para "estimar cumplida la conciencia de la
antijuridicidad basta que la persona haya tenido la oportunidad, en términos
razonables, de actualizar el conocimiento de lo injusto de su conducta". Esto
significa que el error de prohibición, para ser un exonerante de responsabilidad,
debe ser invencible, y ello supone que el sujeto activo tuvo un razonable cuidado
por conocer y comprender la antijuricidad de su comportamiento, pues si esa
persona pudo actualizar el conocimiento de lo injusto de su conducta, y no lo hizo,
entonces debe entenderse que su yerro no era insuperable sino evitable. Y en
esta última hipótesis, el artículo 32 ordinal 11 del estatuto penal no prevé la
exoneración de la responsabilidad penal sino únicamente la reducción de la pena
a la mitad.
2006/03/08
3. Una servidora judicial fue denunciada porque supuestamente incumplió una promesa
ilícita que beneficiaría a una persona que se encontraba por cuenta de su Despacho, pues
en lugar de beneficiarla con una preclusión de la investigación decidió proferirle
resolución acusatoria. La denunciante afirma que tal compromiso surgió de una
compraventa de joyas.
En la sentencia se indica:
La señora Aleyda María López, adujo haber entregado las referidas joyas a la funcionaria,
con la esperanza de obtener a cambio la liberación de su esposo; la fiscal acusada, por su
parte, en el curso de las distintas intervenciones, ha sostenido que la motivación de su
recibo no estuvo en favorecer al procesado Gallo González, sino en haber celebrado un
contrato de compraventa de tales objetos sobre los cuales efectuó dos abonos parciales
de treinta y sesenta mil pesos y que finalmente entregó $595.000, en efectivo, siendo
expedido por la vendedora, el comprobante respectivo.
4. Los aspectos centrales del pronunciamiento de la CSJ y que son objeto de nuestra
atención, son los siguientes:
Dado que la noción dogmática que del hecho punible recoge el Código Penal en su artículo
2º puede responder a diversos fundamentos teóricos del delito injusto, ofreciendo así
varias posibilidades metodológicas para resolver un asunto concreto, debe advertirse que
de acudir a la concepción objetiva de la tipicidad según la cual la definición típica
comprende únicamente la manifestación externa de la conducta con prescindencia de
todo elemento subjetivo, la coincidencia entre lo llevado a cabo y las definiciones de
comportamiento previstas como prohibidas por el ordenamiento penal (C.P. art. 3º)
conllevarían necesariamente tener por probada la tipicidad del comportamiento de la
doctrina Zapata Duque, siendo necesario el estudio de los restantes componentes del
delito (art. 2º ejusdem), tal como parece este fue el esquema adoptado por el tribunal en
la providencia ameritada.
La actuación revela, que no empece saber que Aleyda López era esposa del sindicado
Orlando Gallo y que por tanto tenía interés en el proceso a su cargo, la doctora Zapata
Duque no tenía conocimiento y conciencia de encontrarse realizando una conducta
típicamente antijurídica. A pesar que en condiciones de normalidad cualquier funcionario
de capacidad media puede percibir que realizar transacciones con persona interesadas en
asuntos de su despacho no es comportamiento éticamente bien visto ya que al menos da
lugar a la imposición de sanciones disciplinarias, las explicaciones suministradas por la
acusada con apoyo en el material de prueba recaudado y las especiales circunstancias
sociales en que el hecho fue realizado, conducen a desvirtuar cualquier intención proclive
a lo ilícito en la celebración del negocio, pues fue precisamente con ocasión de su
particular gusto por las joyas y la sagacidad de la denunciante, su tío y esposo, que logró
ser convencida de realizar la compra a plazos, sin llegar a precaver las posibles
consecuencias de su conducta, así su actuación procesal fuera muestra de independencia,
como corresponde a la delicada misión de impartir justicia.
Indican los hechos que uno era el propósito de la denunciante Aleyda María López de
acercarse a la funcionaria para ofrecerle las alhajas de crédito, y otro bien distinto de la
funcionaria de aceptar comprar, así se tratara de la esposa de un sindicado, al punto de no
ocultar la negociación entre sus empleados, pues de buena fe consideró que comprar
joyas a plazos a alguien que tenía interés en asunto sometido a su consideración no se
encontraba prohibido, ya que era su intención pagar por ellas como en efecto finalmente
lo hizo.
Se tiene entonces, que a pesar de haber realizado la funcionaria el aspecto objetivo del
supuesto fáctico descrito por el inciso segundo del articulo 142 del Código Penal y definido
como cohecho aparente, no ocurre igual con el aspecto subjetivo de este injusto típico
cuya realización no admite modalidad culposa, por haber incurrido la doctora Zapata
Duque en error sobre la descripción legal allí contenida al entender equivocadamente, y
de buena fe, como se comprobó, que celebrar negocios de compra a crédito con la esposa
del sindicado de un proceso de su conocimiento, no correspondía a la “utilidad” a que se
refiere la norma en comento, y de cuyo error en este caso no podría haber salido si se
toman en cuenta no sólo su particular forma de actuar en las relaciones intersubjetivas,
sino las especiales circunstancias en que fue inducida por parte de la señora Aleyda María
López. Este error, dentro de una concepción de tipo total de injusto, se define por la
doctrina como “error de tipo” cuya configuración conduce a tener que declarar la
atipicidad subjetiva del comportamiento y, en consecuencia, a la absolución de los cargos
por los cuales ha sido convocada a responder en juicio.
...
11. La teoría enseña que unos y otros sistemas –teorías del delito, error de tipo y error de
prohibición- son diferentes e incluso incompatibles debiendo elegirse uno u otro y seguirlo
hasta el final, so pena de acabar en una total confusión observando que las piezas del
«puzzle» no encajan para nada .
Considera la CSJ perfeccionada la tipicidad y luego afirma que no hay tipicidad subjetiva,
desde donde se pasa a afirmar que el dolo es componente de la tipicidad y se termina
ubicándolo como forma o especie de culpabilidad..
Esto ocurre cuando la CSJ habla de tener como probada la tipicidad del comportamiento
de la doctora Zapata Duque, siendo necesario el estudio de los restantes componentes del
delito, y luego afirma que se está ante una situación de error, dentro de una concepción
de tipo total de injusto, (que) se define por la doctrina como “error de tipo”, cuya
configuración conduce a tener que declarar la atipicidad subjetiva del comportamiento,
para luego señalar que aparece desvirtuada la culpabilidad dolosa y terminar diciendo que
se debe absolver por atipicidad subjetiva de la conducta atribuida a la procesada.
Doctrinalmente se sabe que para tener una conducta como típica debe reunir tanto los
componentes de la faz objetiva –sujetos, nexo causal, imputación objetiva, resultado en su
caso-, a lo que se denomina tipo objetivo como los elementos de la faz subjetiva –dolo o
culpa (imprudencia) y demás elementos subjetivos del tipo- esto es los elementos del tipo
subjetivo. Si falla la presencia de elementos objetivos o subjetivos no estaremos ante una
conducta típica.
En varios apartes del fallo se hace referencia a la «buena fe» de la procesada, veamos: (1)
de buena fe consideró que comprar joyas a plazos a alguien que tenía interés en asunto
sometido a su consideración no se encontraba prohibido; (2) por su buena fe... se debe
entender que su acción no correspondía a la “utilidad” a que se refiere la norma en
comento; y (3) la buena fe automáticamente descarta el dolo requerido para la
configuración del injusto típico.
Según la exposición del fallo la transacción de las joyas se hizo en forma voluntaria e
intencional por parte de la procesada. Ella deseaba adquirir unas joyas, porque le gusta
comprar tal tipo de adornos. Esto nos indica que no hubo ninguna duda en lo que se
proponía y quería la procesada. Esto nos lleva a pregonar que la actuación de la procesada
se hizo con conocimiento y voluntad, es decir, actuó dolosamente al realizar la transacción
anotada.
Por manera que lo que se llama «buena fe» por la CSJ tiene que ver con la calificación del
error como «vencible» o «invencible». El «error vencible» es aquel que puede ser
superado o del cual se puede salir cuando se actúa en forma diligente; en cambio, el
«error invencible» es aquel que no es dable ni evitarlo ni superarlo aún aplicando la mayor
diligencia posible.
16. Nos parece pertinente indicar que el error de prohibición al que hace referencia la
providencia como error de tipo, es la más patética muestra de las inconsistencias
sistemáticas conforme se trató el problema del error durante la vigencia del CP de 1980.
17. En todo caso entendemos que tales dificultades desaparecen con la entrada en vigor
de la Ley 599 de 2000 o nuevo CP, ya que el flamante estatuto regula –art. 32- de manera
expresa los diferentes problemas de error. La norma en mención dispone (para mayor
claridad subrayamos el texto legal):
10. Se obre con error invencible de que no concurre en su conducta un hecho constitutivo
de la descripción típica (error de tipo invencible) o de que concurren los presupuestos
objetivos de una causal que excluya la responsabilidad (error de tipo indirecto invencible o
permisivo, también llamado «error sobre los presupuestos fácticos de una causa de
justificación», acogido por la «teoría limitada o restringida de la culpabilidad» y por la
«teoría de los elementos negativos del tipo») . Si el error fuere vencible la conducta será
punible cuando la ley la hubiere previsto como culposa (error de tipo vencible sancionable
en eventos de imprudencia o culpa).
Cuando el agente obre en un error sobre los elementos que posibilitarían un tipo penal
más benigno, responderá por la realización del supuesto de hecho privilegiado (error
sobre supuesto de hecho más benigno).
11. Se obre con error invencible de la licitud de su conducta (error de prohibición directo e
indirecto invencible. El error directo es aquel que se refiere a la propia existencia de la
prohibición, pudiéndose presentar porque (1) no se conoce la norma prohibitiva, (2) se
conoce la norma pero se considera no vigente y (3) porque se interpreta
equivocadamente la norma y se considera no aplicable al caso concreto; el error indirecto
se refiere (1) a la existencia o (2) a los límites de una causal de justificación). Si el error
fuere vencible la pena se rebajará en la mitad (error de prohibición vencible que señala
atenuación punitiva obligatoria ).
Para estimar cumplida la conciencia de la antijuridicidad basta que la persona haya tenido
la oportunidad, en términos razonables, de actualizar el conocimiento de lo injusto de su
conducta (Sin entrar a discutir la bondad de este inciso, nos parece innecesario. Debe ser
la doctrina y la jurisprudencia quienes entreguen las herramientas para establecer bajo
que supuestos o previos cubrimientos se llega a considerar o no cumplida la conciencia de
la antijuridicidad como presupuesto de culpabilidad).
12. El error invencible sobre una circunstancia que diere lugar a la atenuación de la
punibilidad dará lugar a la aplicación de la diminuente (error invencible sobre atenuantes).
18. Según las reglas de la nueva legislación penal, el asunto del que se ocupó la sentencia
que ha llamado nuestra atención debe ser resuelto como un error de prohibición surgido a
partir de la interpretación errónea de la norma –art. 142 inc. final-, ya que la servidora
judicial consideró que con su conducta no incurría en punible alguno. Es un problema de
interpretación o también llamado «error de subsunción», que nunca excluye el dolo típico
y debe ser resuelto como error de prohibición, ya que surge a partir de la interpretación
de conceptos complejos que figuran en la norma en cita, en donde la interpretación que
se de al concepto decide sobre el carácter permitido o prohibido de una conducta .
Para terminar, y con ello insistir en la justificación del asunto que hemos tratado, digamos
con MIR PUIG que «la posición sitemática del error de prohibición en la estructura de la
teoría del delito no constituye una cuestión meramente formal de ordenación de un
sistema, sino vinculada a la naturaleza material del conocimiento de la antijuridicidad y a
su significado valorativo. Posee la máxima trascendencia teórica, pues entronca con el
sentido profundo de la distinción de injusto y culpabilidad, y afecta, por tanto, a las bases
de la teoría del delito» .
6 Conclusiones
1ª Entre los problemas contemporáneos del derecho penal aparece con nota de distinción
el que surge a la hora de establecer los linderos y alcances del error de tipo y el error de
prohibición.
2ª El CP de 1980 no fue claro en la regulación de las figuras denominadas error de tipo y
error de prohibición.
3ª La Ley 599 de 2000 -nuevo CP- es consecuente con los últimos desarrollos dogmáticos
en materia de error y por lo mismo es de esperar la elaboración de una doctrina y el
desarrollo de una jurisprudencia coherente e identificable desde un primer momento.