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pensar en el contacto del lápiz con los huesos de su mano. Él sabe que es poco
probable que el lápiz pudiera atravesar o romper alguno de sus dedos, pero solo
por si acaso deja de apretar y suelta el lápiz. Cuando camina, sucede algo muy
similar, va pensando en el contacto que tienen los huesos de sus pies con la
superficie, imagina como un tubo de cristal choca contra algo rígido una y otra vez
que pasa con sus pies, sabe que sus pies son para caminar, pero solo por si
acaso, se sienta. A veces sentarse no lo hace sentir mejor porque los huesos de
las nalgas tocan el asiento y bueno… mejor corre y mientras corre va pensando
agradable para Luis, ser un gusano, tener una esposa, dos hijos, un trabajo
preguntó “¿Por qué?” Para responderse, observó, observó de cerca, los detalles
del rostro de aquella chica, su nariz, sus labios, sus ojos, observó de lejos su
expresión corporal e intentó oler discretamente, la abrazó para oler detrás de las
orejas, se sentaba cerca para olerle el cabello, le dio un beso para oler su mejilla y
le dio la mano para sentir la forma de su piel. Finalmente concluyó que no estaba
estaba enamorado. Al observar tanto, le dio asco, le dio asco estar con una
persona que secreta saliva, que tenga las más diminutas vellosidades en su
rostro, que tenga una nariz que inhala y exhala aire para sobrevivir, le dio asco
hasta la forma de su piel. Eran características tremendamente naturales que Luis
no soportaba, de modo que ya no quería ser más un gusano, porque sin duda
alguna, un gusano solitario ha de ser muy triste. Luis había cambiado de opinión y
ahora prefiere ser un árbol, un árbol invertebrado que en su soledad es muy feliz.
Una noche cualquiera, Luis miraba el techo. Observaba como algunos puntos del
relieve formaban caras. Una de estas caras tenía forma de la muerte. Luis, de
repente ya no podía dormir y estaba más ansioso por ser árbol. Se levantó de su
volvió a sus parpados noto en su ventana la planta seca que había olvidado regar.
tragara las hojas muertas de su planta y sus ojos quedaron rojos por el sueño.
Luis perdió toda esperanza en seguir con vida. Luis dejó aquello de ser un árbol
para ser más bien como una roca. Le urgía mucho ser una porque sabía bien que
cada segundo que pasara, significaba un segundo menos de vida. Luis salió al
jardín, tomo una piedra, la asimiló y probó su resistencia. Luis subió a la azotea
del edificio donde vivía y dejo caer la piedra, al ver que resistía, pensó que era el
lo consiguió. Luis unca se volvió a preocupar por nada, justo como una piedra.