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PROYECTO “CUENTO CONTIGO”

3 cuentos cortos para reflexionar


Los tres cuentos para reflexionar que hemos elegido nos hablan acerca de la
importancia de ir más allá de las apariencias. Si solo miramos a la superficie,
seguramente no podremos percatarnos de las fuerzas ocultas que mueven la
realidad.

En esta ocasión, traemos tres cuentos cortos para reflexionar. Son historias


sin un autor conocido, pero que se han transmitido a través de la cultura
popular desde hace muchos años. Todas ellas pretenden brindar una
enseñanza.

Los tres cuentos cortos para reflexionar nos hablan de situaciones en las
cuales se enfrentan dos realidades. Una de ellas está en la superficie y por
eso parece que fuera real. La otra está oculta y, por lo mismo, no se detecta
en primera instancia.
“No todo lo que es oro reluce, ni toda la gente errante
anda perdida”.
-J. R. R. Tolkien-
Lo que nos quieren hacer ver estos cuentos cortos para reflexionar es
que muchas veces las cosas no son lo que parecen. Para comprender el
mundo no podemos quedarnos solamente en la apariencia, sino que es
necesario preguntarnos sobre la razón de las cosas.
1. La rosa y el sapo, uno de los cuentos cortos para
reflexionar
Este es uno de los cuentos cortos para reflexionar que nos habla acerca del
equilibrio. Cuenta que esta era una rosa roja y todo el mundo comentaba
que no había flor más bella que esa en el jardín. La rosa se emocionaba
cuando la halagaban. Sin embargo, quería que la vieran más de cerca y no
entendía por qué todos la observaban a distancia.

Un día notó que a sus pies siempre estaba un enorme y oscuro sapo. En


verdad no tenía nada de guapo, con su color opaco y sus feas manchas.
Además, sus ojos eran demasiado saltones y asustaba a cualquiera. La rosa
comprendió que la gente no se acercaba debido a ese animal.

De inmediato, le ordenó al sapo que se marchara. ¿No se daba cuenta de


que le daba mala imagen? El sapo, muy humilde y obediente, aceptó de
inmediato. No quería incomodarla y entonces se marchó lejos.

A los pocos días, la rosa comenzó a deteriorarse. Sus hojas y sus pétalos
empezaron a caerse. Ya nadie quería mirarla. Pasaba una lagartija cerca y vio
a la rosa llorando. Le preguntó qué le pasaba y ella contestó que las hormigas
estaban acabando con ella. Entonces la lagartija dijo lo que la rosa ya sabía:
“Era el sapo quien se comía las hormigas y te mantenía bella”.
2. El foso de las ranas
El segundo de los cuentos cortos para reflexionar nos habla acerca del poder
de la opinión ajena. Dice que había un gran grupo de ranas que siempre iba
a divertirse al bosque. Todas cantaban y saltaban hasta que caía la noche.
Permanecían muertas de la risa y nada las separaba.

Un día, en su salida acostumbrada, fueron a conocer un bosque


nuevo. Estaban en sus juegos cuando tres de ellas cayeron en un profundo
foso del que ninguna se había percatado. Las restantes se conmocionaron.
Miraron hacia el fondo del foso y vieron que era demasiado profundo. “Las
perdimos”, dijeron.

Las tres ranas caídas intentaron subir por las paredes del foso, pero era muy
difícil. Apenas avanzaban un metro y volvían a caer. Las demás comenzaron a
comentar que sus esfuerzos eran inútiles. ¿Cómo iban a lograr escalar una
pared tan alta? Era mejor que se resignaran. No había nada que hacer.

Dos de las ranas escucharon esos comentarios y comenzaron a rendirse.


Pensaron que las demás tenían razón. La tercera rana, en cambio, siguió
subiendo y cayendo, pero tras un par de horas, consiguió salir a la superficie.
Las demás estaban asombradas. Una le preguntó: “¿Cómo lo lograste?” Pero
la rana no contestó. Era sorda.
3. El león temeroso
El tercero de los cuentos cortos para reflexionar nos habla acerca del miedo.
Comienza en una hermosa sabana africana, en donde un león se había
perdido de su grupo. Llevaba ya 20 días caminando de un lado para otro y no
encontraba a los suyos. Tenía hambre y sed, pero también mucho miedo al
verse solo.

Por fin divisó un estanque de agua fresca. Inmediatamente corrió hacia él


con todas sus fuerzas. Estaba muerto de sed y necesitaba a toda costa tomar
un poco del líquido vital. Sin embargo, al llegar a la orilla vio sobre las aguas
la imagen de un león sediento. Entonces se retiró. “El estanque ya tiene
dueño”, pensó.

Esa noche se quedó cerca de allí, pero no se atrevía a ir de nuevo al


estanque. Si aparecía el león que era dueño del lugar, seguramente lo
atacaría por meterse con su propiedad. Y él no estaba en condiciones de
enfrentarse a nadie. Pasó un día y el sol quemaba.

Ya era tanta la sed, que el león decidió arriesgarse. No aguantaba más. Así
que se acercó cautelosamente al estaque y al llegar a la orilla vio de nuevo al
león. Era tanta su sed que no le importó. Metió la cabeza para tomar el agua
fresca. En ese momento, el león desapareció: había estado viendo solo su
reflejo. Así son los miedos: desaparecen cuando los enfrentamos.

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