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Es sobre este punto, que iniciamos el análisis de 12 días de juicio oral, que en
virtud del tiempo y del principio de economía procesal, analizaremos en forma general.
German (Q.E.P.D) era un joven de apenas 19 años de vida, hijo de un padre técnico
en refrigeración independiente y de una madre operadora de call center en una clínica
privada, un hijo ejemplar, trabajador, padre de dos pequeños hijos, con toda una vida, por
delante, la cual se vio truncada, extendiendo este mal a su familia completa, quienes
siempre lo criaron con valores y principios fuertes, descrito éste en estrado, por sus
padres como un excelente hijo, amigo y compañero, viviendo sus padres por el resto de
sus vidas con el dolor de haber perdido a su hijo.
Que, el día de los hechos 23 de febrero del 2015, en compañía de su amigo Patricio
Sepúlveda, quien depuso en este juicio, como testigo presencial, es enfático en señalar
que al momento de la huida de carabineros, tanto él, como German, arrojan y se despojan
de los fierros que portaban, al momento de ingresar, por el pasaje del capataz en la
comuna de Puente Alto, en la huida que protagonizaban del acusado Burucker, hecho que
corroboran las también testigos presenciales de lo sucedido, doña Ángela Quinteros y su
hija Leslie Cavieres, las cuales, por cosas del destino se encontraban en el lugar y a la hora
de ocurrencia, siendo estas contestes, en estos 3 años, en señalar que los ven ingresar,
por calle del arquitecto a pasaje del capataz en sentido de oriente a poniente, observando
a Patricio Sepúlveda arrojar un objeto debajo del vehículo color blanco, que se apostaba a
un costado de la multicancha en el sector sur del pasaje, acto seguido observan al acusado
apegado al cuerpo de German Arancibia, el cual en un momento de detiene levantando
sus manos y encogiéndose de hombros, instante exacto en que el acusado propina un
disparo en su nuca, cayendo este al suelo.
Las testigos son claras también en el hecho que nunca vieron que German portara
algún objeto en sus manos, así como que nunca vieron que este apuntara o se girara hacia
el acusado que venía detrás de él.
En este mismo sentido señala el Carabinero Zencovich, testigo de los hechos y que
depuso en este juicio, en su declaración que cito textual y abro comillas.
“…los testigos presenciales del momento del disparo, Leonardo Pereira, Leslie
Cavieres, Patricio Sepulveda y el Carabinero Zencovich, indican que German Arancibia, ya
no portaban un elemento en sus manos en el momento del disparo, lo que también difiere
de la versión del Subteniente Burucker, quien es el único que señala que Arancibia al
momento del disparo lo apunta, razón, por la cual siente en riesgo su integridad fisica…”.
Por tanto, podemos diferir SUS SEÑORIAS, que nunca hubo un ánimo de ataque,
por parte de German hacia el acusado Burucker, es mas esta parte es enfática en señalar
que la disposición en que la víctima recibió el impacto, no hace más que demostrar la
indefensión en que se encontraba, que no tuvo posibilidad de repeler la agresión, de
esconderse o adoptar una posición distinta, para evitarla, más aún si la lesión fue en la
cabeza.
El perito Rubén Vilches al ser consultado, por el Consejo de Defensa del Estado,
señala que su meta-peritaje se basa en el hecho puntual del movimiento que genera el
tiro y la acción del imputado.
Que, a diferencia de lo relatado en estrado, por el perito balístico Alvaro Gutierrez
Codrech, quien fue enfático en señalar que todos los testigos relatan que el cuerpo de la
víctima se encontraba tendido en el piso con los pies direccionados al oriente y su cabeza
al poniente y que en este sentido, si el disparo que hace el acusado Burucker según su
declaración y versión, con apoyo del arma en contacto con la cabeza de la víctima, la
velocidad máxima del proyectil que es en la boca del cañón del arma, donde tiene su
velocidad máxima, en el primer centímetro donde está la mayor fuerza cinética, hubiera
hecho que el cuerpo de la víctima cayera con la cabeza en dirección al oriente y los pies
hacia el poniente, de cubito lateral derecho, es decir, en sentido contrario, de cómo se
encontraba.
Cae en evidencia US., que ninguno de los hechos señalados, por el cabo Muñoz
fueron en ese orden, ya que, la mujer a la que hace referencia el testigo, era la pareja de
la victima, la señorita Ayeleen Alvarez, la cual jamás fue detenida, así como, tampoco se
encontraba en el lugar al momento del disparo, ya que, ésta llego posteriormente al sitio
del suceso, siendo trasladada junto al cuerpo de German, en el retén móvil al centro
asistencial Raúl Silva Henríquez.
Así las cosas, esta parte querellante es enfática en señalar que la prueba rendida,
por la fiscalía y de la cual nosotros hemos compartido, supera el estado de necesidad, de
suficiencia, para una condena, la cual el Tribunal de USIAS, deberán ponderar con libertad,
velando de no contradecir los principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los
principios científicamente afianzados, adquiriendo más allá de toda duda razonable,
convicción acerca de la efectiva ocurrencia de los hechos materia de este juicio, del cual
creemos que corresponde una condena, para el acusado, por el delito de homicidio de
German Arancibia Muñoz (Q.E.P.D).
señaló que es la actitud que tiene el imputado al bajarse del carro policial, ¿éste podía prever el resultado al
desenfundar su arma?, ¿podía prever que iba a ocasionar la muerte de una persona? Pudiendo haber
realizado acciones que no hizo y haber tomado esa decisión con información que no justificaba que la
tomara, ese es el punto que el tribunal debe pronunciarse. Si va corriendo tras otra persona, saca el arma y
pone el dedo en el gatillo para que éste pudiese activarse al momento de accionarlo, ¿es previsible que
pudiera dispararlo y matar a la víctima? Sí. Esto ya sea en la teoría de la defensa y en la del testigo en que
podría incluso hablarse de un dolo directo porque está con sus brazos extendidos en 90 grados disparándole
a la víctima lo que es concordante con el testigo cuyo domicilio está al frente del lugar. En ambas hipótesis el
resultado era previsible, se lo representó y aun así siguió actuando, haciendo presente que cuando ocupó la
expresión negligente se refería a la previsibilidad de la acción.
A su turno del alegato de cierre, indicó que comparte en gran parte lo que ha planteado el fiscal, pero tiene
algunas precisiones y una calificación jurídica distinta. Entiende acreditado que el día y hora de los hechos la
víctima iba transitando por la vía pública como cualquier persona, hablaba por teléfono ajeno a cualquier
delito, y al llegar a la intersección de Av. Errázuriz con Adriano Díaz, al cruzar la calle, llega un carro policial
de manera rauda, que produce una frenada audible por el testigo Nicolás Muñoz que estaba en el lugar.
Pongamonoss en su situación. Si una persona va en ese contexto lo primero que le pasa es asustarse y si
trato de correr es natural ante el temor de ser atropellado, no tenemos antecedentes que se dieran cuenta
de que era un carro policial haciendo un procedimiento y menos en relación con él. También está acreditado
que se baja el acusado, que Alarcón estaba manejando el carro que estaba allí a pocos metros, estuvo ahí y
derechamente en el juicio cambio la versión real, en la intersección desenfunda el arma con absoluta
intencionalidad, para qué lo haría si no es para amenazar a una persona y facilitar el procedimiento o
simplemente disparar, y apunta con sus dos manos en un claro signo corporal de querer disparar, lo que
descarta la intención de facilitar la detención de quien además le daba la espalda, y detona un tiro en
dirección a la nuca de la víctima, quedando claro que apuntó con la clara intención de matar. No hubo error,
al controlar a una persona que va caminando, error al desenfundar el arma, error al dispararla. No es
habitual en los funcionarios policiales el disparar su arma de fuego, de hecho, Alarcón dijo que en su 25 años
de servicio solo la había disparado una vez. Esto fue intencional, otro error, el acusado salió corriendo con el
arma lista para disparar. La calificante de este hecho está dada por el uso de arma de fuego, se disparó por
la espalda, solo se hizo una advertencia, la víctima no tenía cómo prever que le iban a disparar, no tenía
posibilidad de defensa ni dónde huir, la corta distancia del disparo y la oscuridad del lugar. El acusado actuó
sobre seguro y con alevosía, la víctima no tuvo cómo repeler su agresión. Este hecho, que en su concepto es
un homicidio calificado, es una tragedia para todos los involucrados.
la participación culpable del encausado Danilo Max Alberto Arriagada Araya, en calidad de autor inmediato
y directo, de conformidad a lo establecido en el artículo 15 Nº1 del Código Penal, pues fue él quien ejecutó
materialmente la acción homicida.
Los hechos así asentados configuraron a juicio del tribunal un delito de homicidio, en su
modalidad de simple, previsto y sancionado en el artículo 391 N°2 del Código Penal, cometido en la
persona de la víctima José Ignacio Romero Fierro. Ello por cuanto se verificó, como se ha razonado,
que un sujeto, el acusado Danilo Max Alberto Arriagada Araya, realizó una acción apta para
provocar la muerte del afectado, como fue dispararle un tiro con el arma de fuego que portaba,
impactándolo en su cabeza, lo que desencadenó su muerte. Atendida la causa científica del deceso
establecida –un traumatismo encéfalo craneano por proyectil balístico- pudo concluirse que el curso
causal que generó inequívocamente el resultado de muerte fue iniciado por la acción del hechor al
dispararle a la víctima, provocándole una herida mortal en su cabeza que derivó en ese resultado
pese a los auxilios médicos recibidos. Dicha agresión, reflejó claramente el dolo del sujeto activo, al
menos en su variante de dolo eventual, puesto que necesariamente esta persona debió
representarse la posibilidad de que con su acción podía producirse la muerte de la víctima, tal como
aconteció. Dicho de otro modo, el imputado, en su persecución del afectado, tomó la decisión de
utilizar su arma de servicio, la que desenfundó, apuntó y disparó hacia aquel con el objetivo de
lograr su detención, actividad riesgosa y de último recurso, en la que, necesariamente, más aún por
su función de carabinero, debió representarse la posibilidad de acertar el tiro en el cuerpo de la
víctima provocándole lesiones de gravedad e incluso mortales, tal cual ocurrió, pese a lo cual actuó.
A su vez, dicha dinámica hizo patente la relación de causalidad necesaria entre la agresión y el
resultado, descartando cualquier otra explicación o concausa.
Se comprobaron así los requisitos de la figura penal en cuestión, que es de tipo residual, teniendo presente
que no se establecieron circunstancias que permitieran calificar de forma más grave tal conducta.
REPLICA.
La Defensa replicó reiterando que resulta comprensible que los testigos de cargo
puedan incurrir en errores, dada su especial situación de duelo, agregando que en el
sector había árboles, en cambio ellos dijeron que no, lo que influye en la visibilidad del
lugar.