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CON PLENO CONOCIMIENTO

SOSA

Capítulo I

Sosa define a la creencia como un tipo de actuación que alcanza un determinado


nivel de éxito sí es verdadera o acertada. Un segundo nivel si es competente y, por
último, un tercer nivel en el caso de que su verdad manifieste la competencia del sujeto
y sea, por tanto, apta. Al nivel animal el conocimiento equivale a creencia apta.
El hecho de que la misma normatividad epistémica que rige la creencia
(actuaciones) rija también la suspensión de la creencia (no actuaciones) plantea un
problema para este modelo explicativo. Sosa se propone distinguir ordenes de
normatividad epistémica de las actuaciones. De manera que se incluya un primer
orden referido a la competencia en la ejecución y un segundo orden donde el agente
deba evaluar los riesgos de la actuación de primer orden. Según explica Sosa, este
segundo orden introduce una dimensión de conocimiento reflexivo que está por encima
de la dimensión animal.
Sosa, considera que al preguntarnos ¿cuál es la normatividad epistémica que
define el conocimiento? Será una pregunta clave para resolver las cuestiones platónicas
sobre la naturaleza del conocimiento (Teeteto) y su valor (Menón).
¿Qué condición ha de satisfacer una creencia, además de ser verdadera,
para ser conocimiento?
Edmund Gettier mostró que para que una creencia constituya conocimiento no
basta con que quien la posee lo haga de forma competente, es decir, con que la creencia
haya sido competentemente adquirida y se sostenga de manera competente.
¿Qué es el conocimiento? ¿Cómo se encuentra constituido?
No solo existen razones que explican por qué actuamos como lo hacemos.
También tenemos razones para actuar así, es decir, razones que motivan nuestra
actuación, razones por las cuales actuamos tal y como lo hacemos.
Según explica Sosa, conocimiento no es otra cosa que creencia apta, es decir,
que creencia en tanto que actuación epistémica apta, donde una actuación epistémica es
apta si manifiesta la destreza del agente para alcanzar la verdad.

El problema de la suspensión

Parece claro que la verdad es el objetivo de primer orden de nuestros esfuerzos


cognitivos. Sin embargo, no resulta fácil saber cómo hemos de evaluar la suspensión del
juicio de acuerdo con dicho objetivo. En consecuencia, tampoco resulta obvio cómo
aplicar a dichas suspensiones la estructura normativa ADA (acierto, destreza, aptitud)
propia de las actuaciones.
No disparar a un blanco concreto puede o no constituir una actuación. Por
ejemplo: quizás hayas dejado de disparar porque en ese momento estabas dormido. Pero
también podrías abstenerte de disparar intencional e, incluso, deliberadamente. Si tu
abstención deliberada tiene un objetivo, y si, además, lo cumple, tu abstención tiene
éxito, pudiendo tratarse incluso de una actuación, es más, de una actuación apta.
Sin embargo, la abstención es apta en un sentido restringido.

Variedades de aptitud
Una actuación es apta si su éxito manifiesta una competencia asentada en el
agente (en condiciones adecuadas relevantes). No importa lo frágil que sea dicha
competencia, o lo frágiles que sean las condiciones adecuadas, en el momento en el que
el agente realizó su actuación
Un disparo es apto si y solo si el éxito que logra, el que dé en el blanco,
manifiesta la competencia de primer orden del agente, esto es, su habilidad como
tirador.
Un disparo es meta-apto si y solo si es correctamente seleccionado (si evaluó
correctamente), esto es, si y solo si se ha corrido el riesgo adecuado, de forma que ello
manifieste la competencia del agente para elegir blancos y seleccionar disparos.
Aptitud plena y conocimiento reflexivo
Las actuaciones alcanzan un estatus especial cuando son aptas a nivel de base, y
cuando, además, su aptitud es el resultado de una estimación competente del riesgo.
Supongamos que el proceso de evaluación del riesgo tiene como resultado que el
agente sepa que su situación (tanto constitutiva como circunstancial) es favorable
(donde una situación es favorable si el riesgo de fracaso es suficientemente bajo) para
llevar a cabo una actuación.
Esto se aplica a actuaciones tales como las de un disparo que alcanza a su presa.
Dicho disparo es superior, más admirable, y más razonablemente atribuible al sujeto,
cuando, además de apto y meta-apto, es plenamente apto, apto por ser meta-apto. Esto
sucede cuando, por ejemplo, la aptitud del disparo de Diana procede de su meta-
competencia evaluando adecuadamente riesgos, de modo que la aptitud del disparo haga
patente su habilidad para disparar aptamente, habilidad de la que forma parte esencial su
habilidad para evaluar bien el riesgo.
La aptitud es plena cuando es apta por ser meta apta, esto es, cuando alcanza su
éxito gracias a la capacidad evaluativa del agente y no gracias al azar.
Una actuación es plenamente apta solo si su aptitud de primer orden se deriva de
manera suficiente de la evaluación realizada por el agente (aunque esta sea implícita) de
su probabilidad de éxito (y, correlativamente, de su probabilidad de fracaso).

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