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INTRODUCCIÓN………………………………………………….3
DESARROLLO…………………………………………………….4
CONCLUSIÓN…………………………………………………….13
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………… …14
1. INTRODUCCIÓN
Pablo Neruda
Ana Freud (Freud, 1992, p. 165-185) plantea que la adolescencia es un período de la vida
que transita entre la infancia y la madurez donde predominan la falta de equilibrio
emocional, la conmoción y la inestabilidad general. Freud nos muestra que, en éste período,
la persona atraviesa una crisis necesaria para su normal y completa constitución. En ella, el
sujeto configura una identidad que, a ratos, perturba al resto del mundo pero que le sirve a
él para construirse como un adulto. Y es por ésta crisis que vemos a la mayoría de los
adolescentes de hoy como Juan David Nasio nos relata en su libro ¿Cómo actuar con un
adolescente difícil?:
En este escenario cobran vital importancia las relaciones con los padres, las relaciones con
sus pares y la relación que tiene consigo mismo como persona (Lillo, 2004). La primera
porque necesita pasar de un estado de dependencia emocional infantil a uno de mayor
independencia afectiva al adquirir conciencia de sus pensamientos y sentimientos propios y
de su nueva vida íntima, y una buena relación con sus padres asegura que esta transición
sea fructífera, que reciba el apoyo para dar un nombre a sus emociones y comprender su
mundo interno nuevo. La segunda relación (con sus pares) es trascendental porque el
adolescente arma con ellos un ambiente que le sirve para ensayar su nueva identidad y
capacidades, y espera la apreciación y la retribución de sus despliegues internos.
Finalmente, una buena relación consigo mismo influye en la aceptación de la nueva visión
de sí mismo, de aquel cuerpo que va cambiando y de las nuevas características adquiridas.
Si una de esas relaciones falla, el adolescente verá dificultada la construcción de esta nueva
identidad, será un camino más arduo, pero no por ello fracasará.
El año 1998 la licenciada en psicología Patricia Helena Santi clasificó los principales
factores de riesgos sociales y psicológicos a los que se puede ver enfrentado un adolescente
y que le podrían provocar un grave perjuicio en su vida y en su salud mental y física. Según
ella, los factores sociales son:
En otras palabras, el adolescente es la proyección de los cambios que está viviendo; si esos
cambios son comprendidos por él y aceptados con tolerancia en un entorno adecuado,
acompañado de personas que puedan sostener estos cambios, podrá llegar a ser un camino
fructífero que llegue a buen puerto. En caso contrario, aflorarán problemas y dificultades a
los largo del proceso.
Luis Abad Márquez (2005) realiza una mirada crítica a los paradigmas teóricos que
explican el flujo migratorio internacional en tiempos de globalización. Esas teorías plantean
factores que incidirían en la decisión de migrar de muchas personas, y realmente deben ser
efectivas para un grupo alto de migrantes. Pero una familia está conformada por diferentes
actores, y difícilmente las decisiones son tomadas por todos, con el consentimiento de todos
y con la misma motivación para llevar a cabo los cambios. Hay niños que ni siquiera
comprenden el alcance de un cambio de país.
Las estadísticas aportadas por el Perfil migratorio de Chile del año 2011 del Departamento
de Extranjería y Migración nos muestran que, de los aproximadamente 315.000 inmigrantes
que había en Chile el año 2012, 51.000 corresponde a niños y adolescentes. Esos miles de
adolescentes llegan a nuestro país sufriendo procesos internos ineludibles para cualquier
persona y enfrentando situaciones de atribución social, categorizaciones simbólicas,
muchas veces negativas, que pueden alterar la percepción que tienen de sí mismo y su
mundo interno en formación.
La autora Celia Jaes Falicov (Falicov, 2001) nos habla de algunos de esos procesos y de la
forma que tienen de enfrentarlos en su texto “Migración, pérdida ambigua y rituales”.
Falicov (2001) identifica diferentes pérdidas en el proceso migratorio: pérdida de parientes
y amigos, pérdida de la lengua natal, de las costumbres y rituales y pérdida de la tierra
misma. Además agrega que el inmigrante sufre una llamada pérdida ambigua ya que:
“…Por un lado, la gente y los lugares queridos están físicamente ausentes, y al mismo
tiempo, están agudamente presentes en la mente del inmigrante. Por otro lado, la nostalgia
y el estrés de adaptación puede dejar a algunos miembros de la familia psicológicamente
ausentes, aun cuando se hallen físicamente presentes.” (Falicov, 2001, p.2).
A esa pérdida ambigua hay que añadir el desarraigo de significados que una persona que
migra debe enfrentar al llegar a un lugar con costumbres, lenguajes, colores, olores, en fin,
significados diferentes a los que tenía hasta ahora. Ese migrante consigue establecer
conductas que están atravesadas por su realidad anterior formando así una nueva
perspectiva de las cosas, y puede, en algunos casos, afrontar las pérdidas ambiguas con
rituales espontáneos como:
En definitiva, todos estos rituales servirían para afrontar el proceso migratorio y sus
cambios con un mejor resultado. Son recursos de personas resilientes que se utilizan para
compatibilizar internamente lo sufrido y lo vivido, lo nuevo y lo antiguo, lo que soy ahora y
lo que era antes. Hay ocasiones en que estos procesos no se pueden sostener, que la
resiliencia falla y que la pérdida ambigua se hace intolerable. Entre los seleccionados por la
autora en el texto destaco dos:
1. Polarizaciones en la familia o rituales de oscilación: corresponde a aquella situación
en que los miembros de la familia toman posiciones contrarias en la nueva realidad:
uno quiere quedarse e idealiza el nuevo lugar, en cambio el otro quiere irse y lo
devalúa.
2. Separaciones y reuniones: narrativas de vías separadas y celebraciones de la
reunión. Corresponde a aquella situación, muy común si pensamos en adolescente o
niños, en que las familias quedan separadas por el viaje, se transforman en familias
transnacionales y se produce una falta de claridad respecto a los roles según los
miembros que estén presentes o lejanos.
Por otro lado, Sonia Lahoz (2010) hace hincapié en la importancia que tienen las
situaciones de crisis por las que debe atravesar el inmigrante en el proceso. Para ésta autora,
el proceso migratorio acarrea situaciones difíciles al enfrentarse a lo nuevo y esos
enfrentamientos “…pueden conducir a un cambio en las concepciones sobre el mundo y
sobre las autodefiniciones de la persona”. (Lahoz, 2010). Esos producirían, entonces,
modificaciones en la identidad de las personas y las fuerzan a llevar a cabo estrategias
identitarias que las ayuden a dar sentido a lo que les está pasando y sobrellevarlo de forma
coherente.
Me refiero a un concepto que cambia constantemente y que permite que la persona integre
sus experiencias pasadas y las que vive actualmente en interacción con el mundo que la
rodea. El resultado de esta integración debe aportar sentido de unidad y coherencia a la
persona, que le permita, finalmente, obtener una autovaloración positiva. (Lahoz, 2010). A
la vez, la identidad es la suma entre la identidad personal y la identidad social (Lahoz, 2010
en referencia a Stevens, 1996). La primera “…provendría de las experiencias de la persona
y sus reflexiones privadas sobre ella misma” (Lahoz, 2010), en cambio la identidad social
abarca todas las características y roles atribuidos por los otros, por el grupo y la sociedad en
general.
Haciendo uso de todos estos antecedentes teóricos podremos comprender la amplia gama
de situaciones conflictivas a las que se enfrenta una adolescente cuando debe vivir un
proceso migratorio:
En la realidad de los adolescentes migrantes, tanto hombres como mujeres están siempre
presentes las preguntas: ¿quién soy yo?, ¿quiénes somos nosotros? Y la construcción
continua y fluida de una identidad que los constituya como el adulto que serán más
adelante. En el devenir de la existencia de todos nosotros, estas preguntas sobre la identidad
van y vuelven constantemente, y necesitamos espacios que nos permitan encontrar
respuestas adecuadas para nosotros gracias a las cuales nos sintamos orgullosos y podamos
funcionar con una autoestima positiva. Si el entorno nos falla y nos desestabiliza, eso
genera cicatrices que nos acompañarán por el resto de nuestras vidas. Es el caso de los
adolescentes inmigrantes, viven una realidad poco favorecedora para la etapa en la que
atraviesan, y deben lidiar con su mundo interno y externo.
Abad Márquez, Luis.- (2005). Paradigmas teóricos y explicación de los flujos migratorios
internacionales en tiempos de globalización. Una revisión crítica. Revista de Historia
Actual.
Firpo, Stella.- (2000). Clínica Psicoanalítica con adolescentes. Buenos Aires: Homo
Sapiens.
Freud, A. (1972). "La adolescencia". En Psicoanálisis del desarrollo del niño y del
adolescente.
Nasio, Juan David.- (2010). ¿Cómo actuar con un adolescente difícil? Paris:
Payot&Rivages.