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2015

Reflexión sobre los procesos


internos del inmigrante cuando
es, además, un adolescente.

Karin Aguirre Castro


Salud Mental Intercultural
22/05/2015
INDICE

INTRODUCCIÓN………………………………………………….3

DESARROLLO…………………………………………………….4

Adolescencia como un período de crisis…………………………..4

Características de la realidad migratoria…………………………6

Reflexiones cuando el migrante es un adolescente……………….9

CONCLUSIÓN…………………………………………………….13

BIBLIOGRAFÍA……………………………………………… …14
1. INTRODUCCIÓN

En la actualidad, los estudiosos y teóricos de la psicología no han llegado a un


consenso respecto al término “adolescencia”. Para algunos se trata de una etapa del
ciclo vital, en cambio para otros es,más bien,una crisis producida por ciertas pautas
culturales y sociales que imponen en el individuo exigencias, propias de un adulto,
en un niño que debe cambiar para adaptarse a ellas dejando de lado sus propias
necesidades.
Esta diversidad de conceptos explicaría por qué en lugares como Samoa (Oceanía)
los chicos y chicas, al término de la pubertad, eran introducidos sin ninguna demora
en la vida de adultos, por medio de ritos de transición; de este modo, la transición
era breve, fácil y agradable, sin problemas ni conflictos. Sin embargo, en nuestra
realidad occidental, el período comprendido entre los 12 y los 18 años es crítico y se
transforma en un proceso doloroso, complejo y necesario de analizar.
Por otra parte, es un hecho que existan cada vez más familias migrantes en el
mundo, y Chile no es la excepción. El último estudio sobre la realidad inmigrante en
nuestro país arrojó que entre nosotros viven 352.344 miles de personas nacidas en el
extranjero.
En el presente ensayo se busca reflexionar en torno a las siguientes interrogantes:
¿qué ocurre con el adolescente que debe enfrentar este proceso crítico de su vida si ,
además, tiene que dejar su país de origen para venir al Chile de hoy con la calidad
de inmigrante? ¿Cómo se produce y qué efectos puede llegar a tener éste cruce entre
el adolescente y el inmigrante? ¿De qué manera se puede ver alterada su
configuración psíquica con todos estos cambios al unísono? ¿Qué estrategias
identitarias podría llegar a adoptar el adolescente inmigrante en nuestro país?
2. DESARROLLO
2.1. La Adolescencia como un período de crisis

Para introducir el concepto de adolescencia va a continuación un extracto del poema “El


niño perdido” de Pablo Neruda:

“…Hasta que nada fue como había sido,


y de repente apareció en mi rostro
un rostro de extranjero
y era también yo mismo:
era yo que crecía,
eras tú que crecías,
era todo,
y cambiamos
y nunca más supimos quiénes éramos,
y a veces recordamos
al que vivió en nosotros
y le pedimos algo, tal vez que nos recuerde,
que sepa por lo menos que fuimos él, que hablamos
con su lengua,
pero desde las horas consumidas
aquél nos mira y no nos reconoce.”

Pablo Neruda

Ana Freud (Freud, 1992, p. 165-185) plantea que la adolescencia es un período de la vida
que transita entre la infancia y la madurez donde predominan la falta de equilibrio
emocional, la conmoción y la inestabilidad general. Freud nos muestra que, en éste período,
la persona atraviesa una crisis necesaria para su normal y completa constitución. En ella, el
sujeto configura una identidad que, a ratos, perturba al resto del mundo pero que le sirve a
él para construirse como un adulto. Y es por ésta crisis que vemos a la mayoría de los
adolescentes de hoy como Juan David Nasio nos relata en su libro ¿Cómo actuar con un
adolescente difícil?:

“ El joven muchacho o la chica de hoy es un ser trastornado que, alternativamente, se


precipita alegre hacia adelante en la vida, luego de pronto se detiene, agobiado, vacío de
esperanza, para volver a arrancar inmediatamente llevado por el fuego de la acción. Todo
en él son contrastes y contradicciones. “ (Nasio, 2010, p.17).
Visto de otro modo, el adolescente necesita enfrentarse a una elaboración psíquica
trascendente, en un periodo donde confluyen: un impulso creador propio de la niñez que les
queda, un sufrimiento inconsciente que se transforma en neurosis histérica producto de la
lucha entre las pulsiones sexuales y el superyó rígido, y un duelo por la infancia perdida.
(Nasio, 2010).

En este escenario cobran vital importancia las relaciones con los padres, las relaciones con
sus pares y la relación que tiene consigo mismo como persona (Lillo, 2004). La primera
porque necesita pasar de un estado de dependencia emocional infantil a uno de mayor
independencia afectiva al adquirir conciencia de sus pensamientos y sentimientos propios y
de su nueva vida íntima, y una buena relación con sus padres asegura que esta transición
sea fructífera, que reciba el apoyo para dar un nombre a sus emociones y comprender su
mundo interno nuevo. La segunda relación (con sus pares) es trascendental porque el
adolescente arma con ellos un ambiente que le sirve para ensayar su nueva identidad y
capacidades, y espera la apreciación y la retribución de sus despliegues internos.

Finalmente, una buena relación consigo mismo influye en la aceptación de la nueva visión
de sí mismo, de aquel cuerpo que va cambiando y de las nuevas características adquiridas.
Si una de esas relaciones falla, el adolescente verá dificultada la construcción de esta nueva
identidad, será un camino más arduo, pero no por ello fracasará.

El año 1998 la licenciada en psicología Patricia Helena Santi clasificó los principales
factores de riesgos sociales y psicológicos a los que se puede ver enfrentado un adolescente
y que le podrían provocar un grave perjuicio en su vida y en su salud mental y física. Según
ella, los factores sociales son:

• Inadecuado ambiente familiar


• Pertenencia a grupos antisociales
• La promiscuidad.
• Abandono escolar y laboral.
• Bajo nivel escolar, cultural y económico

Y los factores psicológicos son:


• Insatisfacción de las necesidades psicológicas básicas (necesidad de autoafirmación,
de independencia, de relación íntima personal y la aceptación por parte del grupo).
• Patrones inadecuados de educación y crianza (sobreprotección, autoritarismo,
agresividad.
• Ambiente frustrante.
• Sexualidad mal orientada.

En otras palabras, el adolescente es la proyección de los cambios que está viviendo; si esos
cambios son comprendidos por él y aceptados con tolerancia en un entorno adecuado,
acompañado de personas que puedan sostener estos cambios, podrá llegar a ser un camino
fructífero que llegue a buen puerto. En caso contrario, aflorarán problemas y dificultades a
los largo del proceso.

2.2. Características de la realidad migratoria

Luis Abad Márquez (2005) realiza una mirada crítica a los paradigmas teóricos que
explican el flujo migratorio internacional en tiempos de globalización. Esas teorías plantean
factores que incidirían en la decisión de migrar de muchas personas, y realmente deben ser
efectivas para un grupo alto de migrantes. Pero una familia está conformada por diferentes
actores, y difícilmente las decisiones son tomadas por todos, con el consentimiento de todos
y con la misma motivación para llevar a cabo los cambios. Hay niños que ni siquiera
comprenden el alcance de un cambio de país.

Las estadísticas aportadas por el Perfil migratorio de Chile del año 2011 del Departamento
de Extranjería y Migración nos muestran que, de los aproximadamente 315.000 inmigrantes
que había en Chile el año 2012, 51.000 corresponde a niños y adolescentes. Esos miles de
adolescentes llegan a nuestro país sufriendo procesos internos ineludibles para cualquier
persona y enfrentando situaciones de atribución social, categorizaciones simbólicas,
muchas veces negativas, que pueden alterar la percepción que tienen de sí mismo y su
mundo interno en formación.

La autora Celia Jaes Falicov (Falicov, 2001) nos habla de algunos de esos procesos y de la
forma que tienen de enfrentarlos en su texto “Migración, pérdida ambigua y rituales”.
Falicov (2001) identifica diferentes pérdidas en el proceso migratorio: pérdida de parientes
y amigos, pérdida de la lengua natal, de las costumbres y rituales y pérdida de la tierra
misma. Además agrega que el inmigrante sufre una llamada pérdida ambigua ya que:

“…Por un lado, la gente y los lugares queridos están físicamente ausentes, y al mismo
tiempo, están agudamente presentes en la mente del inmigrante. Por otro lado, la nostalgia
y el estrés de adaptación puede dejar a algunos miembros de la familia psicológicamente
ausentes, aun cuando se hallen físicamente presentes.” (Falicov, 2001, p.2).

A esa pérdida ambigua hay que añadir el desarraigo de significados que una persona que
migra debe enfrentar al llegar a un lugar con costumbres, lenguajes, colores, olores, en fin,
significados diferentes a los que tenía hasta ahora. Ese migrante consigue establecer
conductas que están atravesadas por su realidad anterior formando así una nueva
perspectiva de las cosas, y puede, en algunos casos, afrontar las pérdidas ambiguas con
rituales espontáneos como:

1. Visitas, envíos de mensajes y remisas de dinero en forma regular, estableciendo así


un contacto con sus orígenes que los ayudan a sobrellevar la pérdida ambigua.
2. Rituales de recreación con espacios étnicos y sociales que los hagan sentir como si
estuvieran en casa.
3. Rituales de memoria: crean narrativas del pasado para mantener firme el nexo con
su realidad pasada.
4. Preservan rituales culturales tradicionales: rituales de ciclo de vida (casamiento,
bautizo, funeral, etc.), rituales cotidianos (comidas familiares, juegos, formas de
saludo, etc.), rituales religiosos y rituales de salud o cura folclórica.

En definitiva, todos estos rituales servirían para afrontar el proceso migratorio y sus
cambios con un mejor resultado. Son recursos de personas resilientes que se utilizan para
compatibilizar internamente lo sufrido y lo vivido, lo nuevo y lo antiguo, lo que soy ahora y
lo que era antes. Hay ocasiones en que estos procesos no se pueden sostener, que la
resiliencia falla y que la pérdida ambigua se hace intolerable. Entre los seleccionados por la
autora en el texto destaco dos:
1. Polarizaciones en la familia o rituales de oscilación: corresponde a aquella situación
en que los miembros de la familia toman posiciones contrarias en la nueva realidad:
uno quiere quedarse e idealiza el nuevo lugar, en cambio el otro quiere irse y lo
devalúa.
2. Separaciones y reuniones: narrativas de vías separadas y celebraciones de la
reunión. Corresponde a aquella situación, muy común si pensamos en adolescente o
niños, en que las familias quedan separadas por el viaje, se transforman en familias
transnacionales y se produce una falta de claridad respecto a los roles según los
miembros que estén presentes o lejanos.

Por otro lado, Sonia Lahoz (2010) hace hincapié en la importancia que tienen las
situaciones de crisis por las que debe atravesar el inmigrante en el proceso. Para ésta autora,
el proceso migratorio acarrea situaciones difíciles al enfrentarse a lo nuevo y esos
enfrentamientos “…pueden conducir a un cambio en las concepciones sobre el mundo y
sobre las autodefiniciones de la persona”. (Lahoz, 2010). Esos producirían, entonces,
modificaciones en la identidad de las personas y las fuerzan a llevar a cabo estrategias
identitarias que las ayuden a dar sentido a lo que les está pasando y sobrellevarlo de forma
coherente.

El inmigrante debe afrontar atribuciones sociales tanto en la sociedad de origen como en la


de destino, que lo estigmatiza y lo obliga a responder a estas atribuciones con la acción y el
despliegue de las estrategias para hacerles frente. Así se construye una realidad en que la
identidad propia va mutando con la influencia del imaginario de la sociedad de origen, las
propias expectativas del inmigrante y sus experiencias de vida, y las atribuciones y
prejuicios de la sociedad de llegada.

Pero ¿a qué me refiero cuando hablo de identidad?

Me refiero a un concepto que cambia constantemente y que permite que la persona integre
sus experiencias pasadas y las que vive actualmente en interacción con el mundo que la
rodea. El resultado de esta integración debe aportar sentido de unidad y coherencia a la
persona, que le permita, finalmente, obtener una autovaloración positiva. (Lahoz, 2010). A
la vez, la identidad es la suma entre la identidad personal y la identidad social (Lahoz, 2010
en referencia a Stevens, 1996). La primera “…provendría de las experiencias de la persona
y sus reflexiones privadas sobre ella misma” (Lahoz, 2010), en cambio la identidad social
abarca todas las características y roles atribuidos por los otros, por el grupo y la sociedad en
general.

2.3. Reflexiones cuando el migrante es un adolescente

Haciendo uso de todos estos antecedentes teóricos podremos comprender la amplia gama
de situaciones conflictivas a las que se enfrenta una adolescente cuando debe vivir un
proceso migratorio:

• Se mantiene toda la problemática interna asociada a su período de adolescencia, la


crisis de la que habla Nasio y Anna Freud no mengua porque el individuo deba
viajar, y el adolescente que llega a un país nuevo es una persona que tiene
dificultades para comprender lo que le pasa, ponerle nombre a las sensaciones
nuevas producto de las pulsiones libidinales que afloran en esa edad. El adolescente
que llega a un nuevo país es, además, una persona a la que le cuesta controlar, a
ratos, los despliegues emocionales y puede intervenir en su ambiente cercano y
desconocido con conductas que poco lo favorecen en cuanto a la imagen que
proyecta.
• Los factores de riesgo social se muestran como una realidad muy probable en el
adolescente migrante. Por un lado está latente el inadecuado ambiente familiar ya
que una familia en situación de migración atraviesa, ineludiblemente, crisis
personales y crisis en su conjunto al intentar hacerse un lugar en el sitio de llegada.
Las ansiedades, los temores, las frustraciones y los duelos, entre otros, aportan para
que el sistema familiar se encuentre deteriorado en su conjunto, para que la familia
sufra situaciones para las que no está preparada. Ese ambiente está lejos de ser el
espacio propicio que necesita el adolescente para avanzar en su construcción
identitaria, ya que el entorno no le aporta la estabilidad, la seguridad que necesita, la
familia ya no es lo suficientemente sostenedora y no tolera con la misma paciencia
los cambios de éste sujeto. A esto, en la mayoría de los casos, se suma el otro factor
de riesgo social mencionado por Santi y corresponde a las dificultades económicas
que atraviesa una familia cuando migra. Aunque no corresponda a la totalidad de los
casos, el cambio de país conlleva, por lo general, una merma económica inicial, que
corresponde al período de adaptación e instalación en el lugar de destino. Las
familias deben conseguir un lugar donde vivir, con todos los implementos a los que
están acostumbrados, y el sustento mínimo para cubrir sus propias necesidades
básicas.
• En cuanto a los factores de riesgo psicológico que atravesaría el inmigrante
adolescente, el ambiente frustrante está latente en cada caso, sobre todo si
consideramos los primeros momentos en que se enfrenta a los estereotipos del
extranjero en el país de llegada, que lo sitúan en un lugar al que no está
acostumbrado y lo posiciona en una desventaja difícil de salir por cuenta propia. Así
también, e influyendo en la construcción de un ambiente frustrante, el adolescente
debe compartir con padres igualmente cuestionados en su identidad, en proceso de
pérdida ambigua, que apenas pueden sostener sus propias vivencias como para
comprender las de otro. El adolescente, al igual que el resto de las personas, se
debe a su entorno y se construye en contacto con otro; si este otro le ofrece un trato
denigrante, cuestionador y rechazante, la estructura que está conformando corre el
riesgo de desarticularse y debe volver a comenzar en esta construcción de la
identidad replanteándose los parámetros antes valorados.
• El adolescente migrante es una persona que, al igual que otras, se ve enfrentado a la
pérdida ambigua, que no tiene registro en su entorno de los recuerdos que
construyeron su historia de niñez. El adolescente migrante vive el duelo de la
infancia pero vive, además, la pérdida de los referentes que le recordaban quién era,
y que lo podrían ayudar a conocerse como el joven que es actualmente. Esta pérdida
ambigua (sigo siendo niño pero no me queda nada de ello) se materializa cuando
cobran importancia los relatos de vida del adolescente y no tiene espectadores ni
testigos para validarlos, debe confiar en su memoria. Además, por el hecho de venir
saliendo de la infancia, no necesariamente tiene adquiridos los rituales del mundo
adulto para sostener los recuerdos de la vieja realidad en la nueva. Los niños no se
preocupan, en su mayoría, de cumplir con ritos más que aquellos a los que son
mandados por sus tutores o que son empujados por el entorno. Pero si el entorno o
los padres no guían al adolescente en este proceso, se complica el recuerdo y el lazo
con el país de origen.
• Las polarizaciones en la familia le muestran al adolescente migrante unos referentes
inadecuados porque la realidad polarizada es una realidad intervenida por
motivaciones y poco objetiva. Si el adolescente se adhiere a la polarización contra el
país de destino, por ejemplo, será un sujeto cuya frustración se puede agravar con el
tiempo y llegar a transformarse en patológica debido al impulso creador y la energía
que desbordan los adolescentes, y vivirá en un mundo que le desagrade cada vez
más. En cambio si el adolescente adhiere a la polarización en favor del lugar de
destino y en detrimento de su lugar de origen, puede degenerar en una
desvalorización de sus rasgos originarios y de sus costumbres, intentará desechar su
historia y sufrirá por su pasado vivido.
• Las separaciones y reuniones familiares que debe enfrentar el adolescente también
suma para que el entorno sea inadecuado en su proceso de construcción. El
adolescente migrante sufre y siente mucho más que otra persona en otra etapa de la
vida, los desapegos, las separaciones y necesita que los roles estén definidos y sean
firmes en el tiempo.
• Si las situaciones de crisis que vive un individuo lo desestabilizan y le replantean un
cambio en su autodefinición como persona, en el adolescente esta autodefinición
frágil y en construcción queda destruida y corren el riesgo de romperse las bases de
su construcción identitaria.
• El adolescente se ve influido por el concepto de mundo que predomina en el lugar
donde se está posicionando ya que en su construcción identitaria se produce un
cruce entre el individuo, el grupo al que pertenece y la sociedad en la que se
desenvuelve. Cuando éste cruce produce es poco amable, como en el caso de los
adolescentes inmigrantes frente a los grupos de adolescente del país de destino que
lo esperan con los prejuicios de raza y con la xenofobia latente, el otro se
transforma en una amenaza para el propio adolescente y es probable que evite el
contacto con ellos, generándose una soledad dañina.
Estos factores pueden llegar a desestabilizar tanto a la persona que degeneran en
patologías severas vistas en la consulta, en sufrimiento crónico de bullying por parte de
los inmigrantes, o la construcción de una llamada “identidad negativa”(Álvarez, 2011).
Una identidad negativa corresponde a aquella situación en que el adolescente no puede
elegir lo que quiere ser y acaba por elegir lo contrario de lo que se debería ser. El
problema es que ésta es una estrategia para “salir de la situación difícil y angustiante”,
que tiene un alto costo psicológico y no es una identidad que favorezca a la persona.
Como efecto de este problema se encuentras las Patologías de la autodestrucción que
están de moda hoy en día: cortes en los brazos y piernas, golpes, heridas con elementos
corto punzantes, etc.. Otros efectos de identidades negativas corresponden a las
patologías de adicción como las toxicomanías y los trastornos alimentarios. Así esta
identidad negativa se alimenta de todo aquello que es rechazable y censurable
particularmente desde el entorno social, que es donde se acentúa el sufrimiento del
adolescente.
3. CONCLUSIÓN

En la realidad de los adolescentes migrantes, tanto hombres como mujeres están siempre
presentes las preguntas: ¿quién soy yo?, ¿quiénes somos nosotros? Y la construcción
continua y fluida de una identidad que los constituya como el adulto que serán más
adelante. En el devenir de la existencia de todos nosotros, estas preguntas sobre la identidad
van y vuelven constantemente, y necesitamos espacios que nos permitan encontrar
respuestas adecuadas para nosotros gracias a las cuales nos sintamos orgullosos y podamos
funcionar con una autoestima positiva. Si el entorno nos falla y nos desestabiliza, eso
genera cicatrices que nos acompañarán por el resto de nuestras vidas. Es el caso de los
adolescentes inmigrantes, viven una realidad poco favorecedora para la etapa en la que
atraviesan, y deben lidiar con su mundo interno y externo.

Como psicólogos debemos comprender la variabilidad de factores negativos en el entorno


de una adolescente migrante para afrontar la psicoterapia con la visión real de la situación
que vive. Debemos cuidarnos de no estar ciegos a esta realidad, conseguir encontrar
estrategias para otorgarles, al menos, un espacio contenedor que muestre empatía frente a
su situación y una comprensión abierta sacando lo estigmas y los prejuicios sociales.

Debemos comenzar a hablar de un "nosotros", como seres humanos incluyentes,


independiente del contexto cultural y del país de procedencia. Recordemos que incluso
nosotros, y más los adolescentes, cada individuo necesita sentirse validado por un otro y
nosotros como terapeutas podremos formar parte de ese otro en el mundo adolescente. Hay
mucho camino que recorrer en éste sentido, mucho que aprender y mucho que mejorar.
4. BIBLIOGRAFÍA

Abad Márquez, Luis.- (2005). Paradigmas teóricos y explicación de los flujos migratorios
internacionales en tiempos de globalización. Una revisión crítica. Revista de Historia
Actual.

Castillo Ceballos, Gerardo.- (1999). Eladolescente y sus retos: La aventura de hacerse


mayor. Madrid: Pirámide.

Departamento de Extranjería y Migración (2011). Perfil Migratorio de Chile 2011.

Falicov, Celia.- (2002). Migración, pérdida ambigua y rituales.

Firpo, Stella.- (2000). Clínica Psicoanalítica con adolescentes. Buenos Aires: Homo
Sapiens.

Freud, A. (1972). "La adolescencia". En Psicoanálisis del desarrollo del niño y del
adolescente.

Lahoz, Sonia.- (2010). Atribuciones y estrategias identitarias de las migrantes peruanas en


Santiago.

Nasio, Juan David.- (2010). ¿Cómo actuar con un adolescente difícil? Paris:
Payot&Rivages.

Santi, Patricia Helena.- (1998). Principales factores de riesgo psicológicos y sociales en el


adolescente.

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