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CAFICULTORES EN COLOMBIA.

Todo comenzó siglos atrás en África, exactamente en Etiopía, donde el café inicialmente
se consumía en infusiones o masticando sus hojas, pero fueron los árabes los
responsables de su expansión, primero por todo el mundo árabe llegando a Turquía en
1554. En el siglo XVII entró a Europa por el puerto de Venecia y se expandió por el
continente para finalmente llegar a América hacia el siglo XVIII. Los responsables de esta
expansión por nuevos continentes fueron los holandeses que no querían depender más
de los árabes. Fue así como a principios del siglo XVIII Holanda lideraba la producción
mundial de café.
Una de las teorías sobre cómo llegó el café a Latinoamérica es que fueron los holandeses
quienes lo introdujeron por lo que hoy es Surinam y luego los franceses a principios del
siglo XVIII lo llevaron a Colombia y Brasil. Para el siglo XIX se había convertido en un
cultivo de gran importancia, en lo que también influyó que a mediados de ese siglo la roya
del cafeto, atacó los cultivos de Ceilán, hoy Sri Lanka, quienes en aquel momento eran los
principales productores de café.
El café en Colombia, tiene alrededor de 300 años de historia desde que los jesuitas lo
trajeron en el siglo XVIII. En el año 1835 se exportaban los primeros sacos producidos en
la zona oriental, desde la aduana de Cúcuta cuenta una leyenda que el aumento de
producción de café en Colombia fue gracias al sacerdote jesuita Francisco Romero en un
pueblo de Santander llamado Salazar de las Palmas.
Cuando sus fieles se confesaban, el sacerdote les imponía como penitencia para redimir
sus culpas, sembrar café. Gracias a esto se dice que la producción de café empezó a
expandirse a otros departamentos y para 1850 había llegado a Cundinamarca, Antioquia y
Caldas.
Para finales del siglo XIX la producción había pasado de 60.000 sacos a más 600.000
-aclarando que la mayor parte de esta producción era de las fincas de grandes
hacendados- y para finales del siglo XIX el café ya era el principal producto de
exportación por el que Colombia recibía divisas.
La transición del siglo XIX al XX trajo consigo una gran caída de los precios
internacionales y por consiguiente una crisis para los hacendados que cambió por
completo el panorama. Esto favoreció a los pequeños productores que venían creciendo y
el liderazgo del desarrollo cafetero se trasladó a la zona Occidental en 1927 se crea la
Federación Nacional de Cafeteros que se encargó de agremiar a los caficultores para
representarlos y velar por sus derechos.
En 1959 ocurren dos hechos importantes: nace el personaje de Juan Valdez y se abre la
oficina de Café de Colombia en Tokio, logrando que hoy en día Japón sea el segundo
consumidor de Café de Colombia en el mundo En 1984 se crea el sello distintivo de Café
de Colombia que lo identifica en todos los rincones del mundo.
A lo largo de casi 3,000 kilómetros de valles interandinos, desde el extremo sur hasta el
extremo norte de Colombia, viven las 540,000 familias caficultoras en las regiones
cafeteras del país. La gran mayoría viven en pequeñas fincas o parcelas cuyos cultivos de
café, en promedio, no superan las 2 hectáreas.
Nuestros caficultores Son personas con fuertes valores arraigados como el trabajo
honesto, el esfuerzo y la dedicación permanentes, una gran cultura de la calidad y
estrecho vínculo entre tradición familiar y el mundo moderno; valores que están presentes
desde el personaje de Juan Valdez hasta cada habitante de la zona cafetera y que han
jugado un papel importante en el dinamismo de la región.
Las familias caficultoras unidas por sus principios de participación democrática,
solidaridad, compromiso, búsqueda del bien común y desarrollo sostenible, conforman un
capital social y estratégico y un modelo de paz para Colombia. Esta cultura cafetera, ha
pasado de generación en generación y hoy sus jóvenes siguen este modelo de vida, y
tanto su comunidad como la Federación Nacional de Cafeteros buscan mejores y
mayores maneras de inclusión en la actividad cafetera. Se trata de gente 100% dedicada
a transmitir lo mejor de sí mismos en su actividad.
Colombia tiene una inmensa tradición agrícola en el área de la caficultura, destacándose
algunas regiones ubicadas en las estribaciones montañosas que circundan el río Cauca:
entre ellas la región del suroeste antioqueño a la cual pertenece el municipio de Andes.
En términos de la economía, el gremio cafetero ha señalado para los últimos años que la
actividad ha creado aproximadamente 785.000 empleos directos a 26% de la totalidad del
sector agrícola; ha arrojado cosechas por valor de 5.2 billones de pesos colombianos, lo
cual se ha redistribuido como ingreso entre las más de 550 000 familias que habitan en
595 municipios donde se cultiva el grano; además el café produce 33% de las
exportaciones del sector agropecuario de Colombia, con lo cual su contribución a las
exportaciones, alcanza 4.4%.
En 2015 el valor de las exportaciones del grano alcanzó 2 787 millones de dólares, en
tanto que la producción de café en Colombia alcanzó 14.200.000 sacos y el valor de la
cosecha anual fue de 6.2 billones de pesos.
Los caficultores colombianos han demostrado que la asociación es un camino adecuado
para alcanzar progreso y para el aporte a la solución de necesidades de su población
objeto, en la medida en que favorezcan la generación de condiciones de vida y de
desarrollo humano para los asociados y para las comunidades en las cuales se
encuentran inmersas.
En términos del análisis general de la Historia de Caficultores de Colombia, puede decirse
también que estas instituciones han tenido sostenibilidad en el tiempo, en la medida en
que se han aplicado eficientemente a cumplir los objetivos económicos, para los que
fueron creadas: la compra de café a los productores y la obtención de excedentes en sus
operaciones.
Finalmente, la dinámica económica actual plantea diversos desafíos para los caficultores,
los cuales pueden revolverse con el apoyo de las cooperativas, cuyo interés, sin
desconocer su objetivo fundacional de trabajar por el mejoramiento de las condiciones de
vida de los asociados y significar la esperanza de los miles de caficultores asociados,
también es compatible con los propósitos del gremio que se identifican con los intereses
de la Federación Nacional de Cafeteros, en términos de optimizar la rentabilidad y
fortalecer su ejercicio económico.
Rossy Stefany Galindo
Nuñez.

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