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El estrés cotidiano en adolescentes

habitualmente en los adolescentes y cómo estos cambios afectan a su nivel de estrés


cotidiano y este tema es muy importante porque cuando un adolescente se ve enfrentado a
un incidente crítico debemos de entender que suma al nivel de estrés que you tiene
habitualmente, lo nuevo que le acaba de ocurrir, ese incidente crítico que lo desconcierta aún
más y lo asusta. Por tanto entender cuáles son los factores que habitualmente dificultan you
de por sí la vida de un adolescente nos permitirá ajustar la forma de ayudarle cuando se
enfrente a una situación difícil y traumática. Empecemos por definir y diferenciar adolescencia
de pubertad. La adolescencia es el periodo en el que una persona pasa desde la infancia
cuando era niño a la edad adulta, dura aproximadamente unos 10 años y en este tiempo como
veremos a continuación el adolescente va a realizar un montón de ajustes y de cambios que
afectarán su vida. La pubertad en cambio se refiere únicamente al periodo mucho más
corto de dos o tres años en el que se produce la madurez de los órganos sexuales. En nuestro
ámbito habitualmente esto ocurre para los niños entre los 11 y los 14 años y las niñas entre
los 10 y los 13. Diferenciados los conceptos vamos a tratar ahora de entender cuáles son las
presiones a las que la vida y nosotros los adultos sometemos a los adolescentes. En primer
lugar está el nivel de exigencia académica, el periodo de cambios hormonales de la pubertad
más todo el proceso que vamos a describir a nivel de cambios de personalidad coinciden con
un momento en que a los estudiantes, a los chicos y chicas que están en la escuela les
empezamos a pedir un mayor rendimiento y sobre todo una mayor constancia en el
rendimiento. Les pedimos que inviertan en un futuro que ellos ven muy incierto y les vamos
diciendo una vez y otra que es importante que sean conscientes de lo crucial de sus estudios
en este momento porque con los estudios en esta etapa decidirán su futuro. Pero estas
variables que para los adultos son tan importantes, no lo son seguro para los adolescentes. En
esta época y debido a los cambios hormonales de crecimiento se producen una serie de
cambios en el cuerpo. Los adolescentes suelen andar de forma desguardada, suelen tener
ciertas dificultades de coordinación de movimiento y eso tiene que ver con que todavía no
están como cómodos en su cuerpo, ha habido un crecimiento rápido, están ocurriendo
alteraciones, se les están desarrollando los órganos sexuales externos y eso hace que sientan
como un extraño en el propio cuerpo. Este hecho que es absolutamente adaptativo y normal
en la adolescencia, genera en ellos problemas de autoestima, que es un tercer
estresor. Genera problemas de autoestima porque la imagen externa para un adolescente es
una de las cosas más importantes. Pero los problemas de autoestima también tienen que ver
con todas las presiones y cambios que estamos describiendo, por lo tanto es de alguna
manera un fenómeno que se retroalimenta, una pesadilla que se muerde la cola como que hay
cambios y hay estresores se afecta la autoestima pero como la autoestima es baja cuesta más
enfrentarse con los estresores. En cuarto lugar en esta etapa los adolescentes definen otra
forma de ir por la vida. Si hasta los 12 años o hasta el inicio de la pre adolescencia un
poquito antes los niños y niñas han tratado de hacer lo que los adultos queremos y les hemos
sugerido para tratar de aprender cómo hay que hacer las cosas, ahora deben encontrar
formas propias de conducirse, valores propios, variables propias que regulen su
comportamiento. ¿Y cómo hacen esta descubierta de cómo soy yo, cómo quiero hacer yo las
cosas? Bien, la primera forma es oponerse a lo que les hemos enseñado los adultos
significativos que habitualmente somos los padres, algunos familiares y los profesores. Con la
oposición ensayan formas distintas y miren a donde les llevan, hacia el final de la
adolescencia es cuando estos ensayos de oposición los adolescentes se quedan con una
parte de los aprendizajes que les hemos transmitido y descartan otros, porque en eso
precisamente radica su forma de encontrar la propia personalidad, de construir su propio
mundo de valores y su propia forma de conducirse. Pero esta etapa de oposición suele ser
bastante pesada para ambas partes. Socorro, mi hijo está adolescente, dicen algunos padres
y es verdad porque la oposición se ensaya con casi todo y las personas adultas tenemos la
sensación de que hagamos lo que hagamos nuestro hijo o hija adolescente va a
protestar. Este hecho que es evolutivo y adaptativo hemos aclarado que ayuda la construcción
de la personalidad. Pero en el momento en que los adolescentes y los adultos compartamos la
presencia de un hecho traumático, de un incidente crítico nos va a dificultar a ambas partes,
es decir a los jóvenes y los adultos la gestión del mismo. Por eso es importante que usted
entienda que esa oposición es previa a cualquier incidente crítico. Y finalmente es importante
que entienda que en la adolescencia el grupo de iguales es el referente absoluto para los
jóvenes. Esto quiere decir que encontrar la posición en el grupo, tratar de adoptar un rol
dentro del mismo son aspectos absolutamente prioritarios para los adolescentes y en esos
procesos de socialización donde todos los iguales están haciendo el mismo proceso de
cambio se producen muchísimas tensiones, que son importantes porque son muchas y son
importantes porque el grupo de iguales es el referente, es el baremo y el espejo en el que mira
la adolescencia. Por lo tanto, no podremos jamás plantear ningún tipo de intervención con
adolescentes sin valorar y sin otorgar un papel a su grupo de iguales, a sus amigos, a la gente
con la que le gusta pasar el tiempo de ocio. Sintetizando, los adolescentes en situación
absolutamente cotidiana deben hacer frente a cinco retos importantes que le dificultan
bastante la gestión del dia a día. En primer lugar debe adaptarse a los cambios físicos, su
cuerpo registra una serie de modificaciones y él debe entenderlas, aceptarlas y acomodarse a
ellas. En segundo lugar empieza a construir la personalidad que va a tener de adulto, es decir
deja detrás lo que se le ha enseñado como niño, los valores y las formas de comportamiento
que hemos moldeado los adultos y explora formas alternativas que acabarán construyendo su
propia personalidad. Para hacer esto y en tercer lugar, se cuestionará todos los valores, todas
las normas y todos los consejos que los adultos, familiares y profesores le hemos estado
dando hasta este momento. Este proceso por un lado genera tensiones y por otro genera
muchísima incertidumbre. Además en cuarto lugar está configurando su identidad en el grupo
como hombre, como mujer, como estudiante, como deportista con todas las diferentes
identidades que después de adulto va a tener, y para hacerlo competir con otros series de su
misma edad que por lo tanto están haciendo el mismo proceso. Y por último tienen que
empezar justo en esta época de tanto cambio y de tanta incertidumbre a pensar en su futuro
laboral, quizá no con una conclusión absoluta pero sí como una dirección, va a querer hacer
estudios universitarios, le gusta más algún trabajo más manual, quiere trabajar en la
naturaleza, una serie de preguntas que además verían mediatizadas por una situación política
y económica que todos los adultos correremos en explicarles que es muy compleja y en la que
debe esforzarse. Veamos ahora qué le ocurre a un adolescente que en medio de esta etapa
difícil que acabo de caracterizar, debe además enfrentarse con un incidente crítico. El
incidente crítico lo primero que le muestra es que en algún momento las personas podemos
perder el control sobre nuestra vida. Hasta toparse con un incidente crítico, el adolescente que
se está tratando de acomodar a la edad adulta o está tratando de crecer, piensa que si se
esfuerza, si es disciplinado y más o menos ordenado probablemente las cosas le irán
bien. Pero el incidente crítico le demuestra que aún intentando hacer las cosas de la mejor
manera posible, a veces la vida nos hace un borrón grande y rojo en la hoja que estamos
escribiendo y tenemos que empezar de nuevo. Y eso que you nos cuesta también a los
adultos es muy difícilmente tolerable para los adolescentes. Pero además este incidente crítico
que debe afrontar, lo afrontará en un momento de cambios hormonales, de forma que you de
por sí y por cuestión puramente biológica le costará bastante regular sus propias
emociones. Lo hace en un momento de oposición con los adultos, de forma que cuando vaya
a apoyarse en ellos no siempre las relaciones van a ser fluidas. Algunas veces por los adultos
y muchas por las propias incógnitas que se estaba formulando el adolescente y que ahora le
hacen sentirse raro. ¿Puede todavía refugiarse en los brazos de mamá? O eso you no toca
porque you es muy mayor. Y con eso solo estoy citando una anécdota, pero esta anécdota
ilustra la difícil posición de los adolescentes en este momento, porque se viven como en
lucha, como en cuestionamiento y de hecho es tal con sus adultos. Eso en el momento del
incidente complica bastante que los adultos podamos darles seguridad. Pero no todo es
problemático, la adolescencia es una época de altísima pro socialidad, es decir, cuando un
adolescente se enfrenta a un incidente crítico contará con el apoyo y con la solidaridad de
todos sus amigos. Incluso de la mayoría de compañeros de la escuela que no siendo
amigos muy cercanos le van a apoyar. Esta capacidad de ayudarse, es un amplio protector
y menos mal que lo tenemos porque you todo es lo suficientemente complicado. Es importante
aclarar que en algún caso un incidente crítico puede desencadenar la aparición de un
trastorno mental. Pero es importante que usted tenga claro que si esto ocurre, es exactamente
eso, desencadenar. Es decir, estaríamos hablando de que un adolescente con una
vulnerabilidad, con unos antecedentes, con una serie de problemas previos, enfrentado a un
incidente crítico desencadena esa enfermedad mental antes que sino hubiera tenido el
incidente crítico. Pero lo que tenemos que entender perfectamente, es que los
incidentes críticos no generan enfermedades mentales, tampoco en la adolescencia. En todo
caso, las precipitan. En síntesis, como conclusión del retrato de la época adolescente que
acabo de hacer nos tiene que quedar clara una idea principal. Los adolescentes en esta época
están pasando por profundos cambios, estos cambios generan en ellos una percepción de
falta de control y en ocasiones realmente una cierta disminución de su control sobre la propia
conducta y sobre todo sobre la regulación de las emociones. Estos dos factores, los cambios y
la falta de control generan una mayor probabilidad de riesgo. Y esto en situación normal,
cotidiana en la adolescencia. Si ante este panorama los adolescentes tienen que enfrentarse a
un incidente crítico, la situación de vulnerabilidad y de riesgo aumenta y por lo
tanto, deberemos extremar todas las medidas de apoyo y de seguimiento de los
adolescentes. Y no solo de ellos, sino que también deberemos implicar a los adultos y a los
iguales en este proceso. Porque lo que acabo de explicar tiene implicaciones para la familia
de los adolescentes. La familia de los adolescentes debe en este momento aceptar que you
no es la única que les va a ayudar y que junto a ellos van a estar como poco el grupo de
iguales de nuestro hijo o de nuestra hija adolescente. Y que esto es bueno y que debemos
tolerarlo. Pero también tiene implicaciones para la escuela, porque sabiendo que el grupo de
iguales tiene un valor protector, de apoyo tan crucial en la adolescencia la escuela, el instituto
debe implicarse en apoyar a un adolescente que está transitando por un incidente crítico,
porque de esta manera genera el marco y las posibilidades que el grupo de iguales ayude a
su compañero. Y por último, tenemos también que tener claro que para que el grupo de
iguales pueda hacer este papel, pueda ayudar y a ser solidario necesita que lo tengamos en
cuenta, que le demos información, que le demos pautas de lo que puede hacer para el
compañero o los compañeros afectados y sobre todo necesita que lo valoremos, que lo
valoremos como un integrante más del proceso de acompañamiento de los adolescentes. 

Cómo implicar a los adolescentes en la gestión de incidentes


críticos
 El adolescente desarrolla de forma absolutamente adaptativa una confrontación frente al
mundo adulto, frente a todos los adultos que le son importante porque con esa oposición se
diferencia y trata de hallar sus propios modelos, sus propias formas de ir por la vida. Además,
las figuras de referencia para los adolescentes dejan de ser los adultos y pasan a ser el grupo
de iguales, los chicos y chicas de su misma edad. Por lo tanto, debemos entender que ahora
él o ella mirará a otros chicos, no a los adultos. Y en tercer lugar, debido a todos estos
cambios y debido a la dificultad que tiene esta etapa aumentan en el adolescente la
impulsividad y la inseguridad. De forma que, ese chico o chica al que vamos a invitar a
participar en la gestión del incidente crítico lleva como si dijeramos en la mochila, todas estas
dificultades añadidas. A pesar de todas las dificultades que hemos enumerado, es posible
implicar a los adolescentes en la gestión de su propio incidente crítico. Y no solo es posible,
es altamente aconsejable porque you no tienen una edad en la que podamos hacerlo todo por
ellos. La autonomía que quieren, que piden y que necesitan supone que
consigamos colaborar con ellos en este momento y que consigamos implicarlos a
ellos, implicarnos nosotros en el mundo adolescente. Las dificultades de esta etapa que acabo
de enumerar, no hacen imposible la implicación de los adolescentes en la gestión de sus
propios incidentes críticos. Lo que sí que ocurre, es que la modulan y la modulan de forma
que debemos conseguir la colaboración entre los adolescentes y los adultos, muchas veces
los padres, las madres, pero también otros adultos como los profesores en la escuela o otras
personas de referencia. Y esta colaboración tan complicada en esta etapa en condiciones
normales no será más fácil, porque haya un incidente crítico, esa es una tentación que a
veces tenemos. Nos parece que, bueno a diario y para mirar a ver a qué hora volvemos a
casa está muy bien tener confrontaciones pero ahora que tenemos una situación
seria, esperamos del adolescente que se vuelva a convertir en el niño o niña dócil, tranquilo y
casi sumiso que fue cuando tenía cinco, seis años. Pero claro, no tiene cinco o seis años está
en la adolescencia y también competirá con nosotros. ¿Cómo podemos entonces conseguir
esta colaboración? Siendo consciente de dos hechos innegables. Los adolescentes necesitan
a los adultos para transitar por la gestión de un incidente crítico y si el incidente crítico ha sido
muy grave, nos necesitarán más aún, aunque eso no les guste. Pero van a necesitar nuestro
apoyo. Y en segundo lugar, los adultos tienen que ser capaces de reconocer que para ellos es
difícil en este momento ante un incidente crítico, practicar lo que practicarían en una situación
cotidiana que es ofrecerles autonomía y aceptar tanto el aislamiento como el apoyo del grupo
social. Cuando nuestros hijos adolescentes lo están pasando mal a los adultos sobre todo a
los padres y madres muchas veces nos entra un instinto de protección absolutamente
sano, que nos hace desear poder volver a arroparlos cuando eran pequeños. Si nosotros
somos un proveedor de primeros auxilios psicológicos externo en la familia, es bueno poderles
explicar a ambos a los adolescentes y a sus padres y madres que esta dificultad existe, que es
lógica, que es normal, que es adaptativa y que seguro que encontrarán una forma de a pesar
de estar con una sensación de tirantez, cooperar y ayudarse mutuamente en el momento del
incidente crítico y después, claro. ¿Cuál es la fórmula para lograr esto? No hay una fórmula
mágica, pero si sabemos que hay cuatro elementos que facilitan el poder tratar a
los adolescentes ante un incidente crítico de forma que se sientan respetados y tengan a
disposición para implicarse. El primero, de los elementos de esta fórmula consiste en tratar al
adolescente como si you fuera un adulto. Ellos se sienten casi adultos y aprecian
muchísimo que nosotros no los tratemos como si fueran niños pequeños, algo una actitud a la
que tienen una profunda alergia. Por tanto, trataremos de ofrecer un lenguaje, una actitud
incluso unos gestos que les hagan entender que nos hemos dado cuenta que son personas
que han crecido, que no son niños y que por tanto, necesitan nuestro apoyo pero no necesitan
ser tutelados. El segundo elemento tiene que ver con la información. A estas edades es
importantísimo ofrecer información en lugar de adoctrinar, ¿esto qué quiere decir? Que
narraremos lo que ha ocurrido y omitiremos en la medida de lo posible en este momento de
ofrecer el relato del incidente crítico, qué es lo que pensamos que el adolescente debe hacer y
qué es lo que no debe hacer. De entrada el quiere saber qué ha pasado, ella querrá tener más
información, si necesita nuestros consejos you nos lo pedirá. El tercer elemento es estar
disponible sin agobiar. Una vez y otra los adultos insistimos en saber lo que el
adolescente necesita y por tanto, el imponer nuestra presencia y nuestra compañía. Esto no
es bueno, el adolescente necesita saber que estamos allí, que si nos necesita estaremos
disponibles you nos vendrá a buscar, seguro que lo hará. Y el cuarto elemento es respetar al
máximo los espacios del adolescente, tanto cuando quiere estar solo como cuando quiere
estar con su grupo de iguales. Como he mencionado antes, como adultos estamos
preocupados y eso hace que tengamos la sensación de que debamos hacer mucho para
ayudar, para apoyar. Si el incidente crítico es grave queremos consolar, queremos calmar
pero debemos ser capaces de dejar que el adolescente recurra a sus amigos, a sus amigas, a
su gente porque es posible que en este momento su gente, su grupo de iguales le aporte más
consuelo, más calma que nosotros como adultos. Y esto aunque cueste hay no solo que
aceptarlo, sino incluso incentivarlo. Desde esa fórmula, ¿qué es lo que entonces podemos
hacer cuando estamos ante un adolescente o un grupo de adolescentes y le vamos a aplicar
primeros auxilios psicológicos? Bien, lo primero que vamos a hacer es preguntarle siempre a
un adolescente si es un buen momento para hablar. Si queremos comunicarle algo, si
queremos dirigirnos a él o a ella, debemos pedir permiso. Y por supuesto, si el adolescente
nos dice que no quiere hablar, que en este momento prefiere hacer otra cosa o prefiere no
hablar, prefiere irse, prefiere ver a sus amigos nosotros deberemos aceptar eso. Volviendo
luego más tarde a ofrecer o a plantear lo que íbamos a plantearle. Vamos a tratar de animar al
adolescente a que nos diga qué necesita, pero posiblemente no lo sepa. Así que cuando le
animamos a ello, lo que podemos hacer es ofrecerle opciones. Preguntarle por ejemplo, si
quiere estar solo, si ha pensado en ir a los amigos, si tiene interés en hacer la actividad extra
escolar que hace cada tarde o no, prefiere mejor quedarse en casa. Si cree que le va a ir
mejor de ir a la escuela el día siguiente o prefiere tomarse un día de descanso, es decir,
ofrecer diversas opciones para que el adolescente que posiblemente está desbordado
pueda elegir la opción que más le sienta que más le va a ayudar. Debemos invitarle siempre a
las actividades que va a hacer la familia, sean de ritual, sean de estar juntos, sean de cuidarse
pero invitarle significa que no le vamos a forzar a venir. Vamos a exponerle las ventajas que
tendría participar con nosotros desde nuestro punto de vista, pero sin presionar y debemos ser
muy honestos en esto, porque como he ido repitiendo you varias veces para el adolescente
en ese momento la referencia es su grupo de iguales y puede preferir hacer actividades con
sus amigos, con sus compañeros de la escuela y no con nosotros. Y aunque sea difícil, hay
una última cosa que es importante y es ofrecerle al adolescente participar y ayudar en la
gestión del incidente crítico. Muchas veces los adolescentes no hacen más porque nadie les
ha pedido que lo hagan, pero si les preguntamos si les gustaría cuidar de los niños más
pequeños de la familia, si les gustaría dar de cenar a los primitos, si encuentran que hay algo
que les gustaría hacer para contribuir, nos sorprenderemos de que sí quieren ayudar. Los
adolescentes en general son bastante pro sociales y aunque normalmente esa pro-socialidad
se vierte en los amigos, en situaciones de crisis, en un problema familiar muchas veces les
gusta que les pidamos hacer algo. Bien, y tras el listado de lo que podemos hacer, de cómo
podemos ayudar a implicar al adolescente, tenemos también el listado de lo que no debemos
hacer, que es más o menos lo opuesto a lo que acabo de enumerar. Por tanto, no vamos a
obligar al adolescente a hablar sino quiere. No vamos tampoco y esto es muy importante a
formular expectativas de lo que el adolescente debería hacer y lo que está bien hacer. Y tanto
si estamos actuando como familiares o estamos actuando como proveedores de primeros
auxilios psicológicos, es importante que nos tomemos un momentito en hablar esto con los
adultos que rodean a los adolescentes. Es muy habitual, que en una situación de crisis en una
familia algún vecino o incluso familiar bien intencionado exprese una serie de frases más o
menos correspondientes a lugares comunes como, bueno ahora tienes que portarte muy bien
porque es un momento muy difícil. Ahora debes ser el hombre de la familia, ahora de ti
depende que tu madre no lo pase tan mal. Estas frases dichas en un momento de alta
vulnerabilidad de los adolescentes, donde el adolescente que está pasando por este incidente
crítico suficiente tiene con tratar de entender cómo se va a situar ante esta realidad, hacen un
daño terrible. Y es importante que usted sobre todo como proveedor de primeros
auxilios piscológicos advierta de eso y advierta que, se intente que no se produzcan este tipo
de consejos o si se producen que se desactiven. 

El papel del grupo de iguales para los adolescentes tras un


incidente crítico
En la adolescencia etapa por excelencia de oposición es donde surgen y se comparten
sentimientos, emociones, inseguridades, identidades, compañías, etcétera. Hasta este
momento el grupo de referencia del adolescente eran sus padres, sus profesores y sus
compañeros de clase. A partir de ahora su grupo de iguales se convierte en su grupo de
referencia y cobra su máxima importancia en esta etapa. El adolescente pasa un gran número
de horas con el grupo compartiendo actividades, metas e interacciones afectivas. Crece la
necesidad del adolescente de pertenecer a un grupo y de que este le acepte. Esto explica
muchos comportamientos adolescentes para conseguir la aprobación social y ser uno más del
grupo. El grupo funciona como una cuadrilla más o menos organizada donde cada uno de
esos miembros cumple una función donde predomina la confianza y el apoyo mutuo. El grupo
pasa a ser un espacio donde poder continuar el proceso de socialización. Empieza a formarse
la personalidad adulta. En el grupo se obtienen las habilidades sociales y las competencias
necesarias para desenvolverse adecuadamente en la etapa adulta, como es la capacidad de
escucha, la empatía, la resolución de conflictos, la expresión de los afectos, etcétera. En el
grupo es donde terminan de crearse los sistemas de valores y de creencias que servirán de
filtro para entender y procesar los diferentes acontecimientos que determinan el paso a la
etapa adulta. Veamos ahora cómo debe comportarse el grupo adolescente tras vivir
un incidente crítico. En primer lugar debe mantener la calma, no deben discutirse entre ellos
ni culpabilizarse los unos a los otros por lo que ocurrió o por cómo le hicieron frente. En
segundo lugar deben evitar la sobre información you sea a través de los canales oficiales
como la televisión los periódicos o de fuentes no seguras como puede ser la rumorología. En
tercer lugar es importante normalizar las manifestaciones de dolor, a los adolescentes les
cuesta mucho expresar sus emociones. Por este motivo, hay que explicarles que todas las
formas de expresar el dolor son válidas, como por ejemplo no llorar o llorar sin lágrimas, estar
de mal humor, encerrarse o evadirse. Normalizar estas reacciones les ayuda a integrar lo
ocurrido. En cuarto lugar deben cuidar de su propia salud, hacer ejercicio, llevar una dieta
equilibrada, tratar de descansar o dormir aunque no tengan sueño. En quinto lugar deben
tratar de recuperar progresivamente su rutina habitual, es decir volver a tratar de hacer todo
aquello que hacían antes antes del suceso, volver a la escuela, volver a hacer deporte, volver
a salir con los amigos. Por último deben aceptar la ayuda de sus amigos, es decir si estos lo
llaman para salir un rato decirles que sí aunque sea lo último que apetezca. Dicho todo
esto, veamos ahora qué es lo que no se debe hacer tras un incidente crítico. No se debe
iniciar o aumentar el consumo de alcohol u otras drogas. No debe tratarse de evitar lo
ocurrido, es decir evitar hablar de ello o evitar ir al sitio donde ocurrió el incidente crítico. Por
último, no debemos descuidar el aseo ni higiene personal aunque nos quedemos en casa y no
nos apetezca salir. Haciendo todo esto a través del autocuidado conseguimos dotar
al adolescente de las herramientas físicas y emocionales necesarias para afrontar los
problemas o pequeñas crisis cotidianas, entrenarlos para que sean capaces de anticipar los
problemas o dificultades que puedan surgir y solucionarlos o sobreponerse a ellos con mayor
facilidad. Y finalmente potenciar sus estrategias de afrontamiento. Algunas de las estrategias
de afrontamiento individuales que se tratan de potenciar con el autocuidado son ser
optimista, tener un buen sentido del humor, una buena capacidad de resolución de problemas
y la sensación de control sobre la situación. Algunas de las estrategias que hay que tratar de
minimizar a través del autocuidado son la autocrítica muy acentuada en esta etapa, los
pensamientos ansiosos y objetivos y negar lo ocurrido. Resumiendo un adecuado autocuidado
no solo permitirá al adolescente aumentar su calidad de vida sino también prevenir
enfermedades graves y volver a estar bien tras un incidente breve y transitorio. 

El papel de la familia en el cuidado de los adolescentes tras un


incidente crítico

 Es importante entender que a partir de la adolescencia el modelo de atención en incidentes


críticos cambia, varía. Si hasta aproximadamente los 12 años los adultos tienen el papel
crucial modulando y vertebrando, tanto la información como la gestión de las emociones, a
partir de los 12 años, los adolescentes, que you son seres mucho más autónomos, se van a
implicar ellos mismos en la gestión de su propio nivel de estrés, en su propia capacidad de
afrontamiento. Y muy importante, que no se olvide, van a implicar con ellos a sus amigos, a su
grupo de iguales. De forma que, en este modelo, a partir de la adolescencia, igual que ocurrirá
en la edad adulta, para el afrontamiento de un incidente crítico, nos hacen falta factores que
tienen que ver con la propia persona afectada, factores que tienen que ver con su familia, y
factores que tienen que ver con su red social, con la red social de apoyo. Veamos qué puede
hacer usted para facilitar el afrontamiento de un incidente crítico si es usted la familia del
propio adolescente afectado. Luego veremos cómo puede usted modular y ajustar la
impartición de primeros auxilios psicológicos si usted es proveedor, es decir, no pertenece a la
misma familia. Si usted es familiar, si usted es padre o madre de un hijo adolescente afectado
por un incidente crítico lo primero que debe aprender es a no tratarle como si fuera un niño
pequeño. Los adolescentes son especialmente alérgicos a esto, y por lo tanto quieren ser
tratados como los adultos que ellos creen que you son. De esto se desprende que lo mejor
que puede usted hacer es tratarle de igual a igual. Y eso implica que usted pueda ofrecerle
ayuda pero también recibir ayuda. Como estamos you ante una persona autónoma, ante un
igual, lo lógico será que nos apoyemos y consolemos mutuamente. No como antes, cuando
era un niño pequeño, donde la mayor parte de energía iba de el adulto hacia el niño
pequeño. Usted no olvide si es familiar de un adolescente ante un incidente crítico, que le
necesita igual, que necesita saber que usted está allí, y que posiblemente si usted no está se
sentirá abandonado y traicionado. Por último, aunque probablemente sea el factor más
importante, no atosigue al adolescente que tiene en casa y que lo está pasando mal. Ofrezca
ayuda, una y otra vez, pero déjele hacer las cosas a su ritmo, déjele su espacio y simplemente
señale su disponibilidad. Pero si usted es proveedor de primeros auxilios psicológicos y
llega junto a un grupo de adolescentes que están pasando por una situación difícil, frente a un
incidente crítico, ¿qué es lo que puede usted hacer? Para ajustar la aplicación de los primeros
auxilios psicológicos que está aprendiendo a la etapa evolutiva en la que se encuentren los
adolescentes. Bien. En primer lugar, muestre mucha comprensión y ofrezca un espacio en el
que la familia pueda situarse y pueda determinar cómo y de qué forma integra a los
adolescentes. Como las relaciones previas al incidente igual no eran buenas facilitemos
nosotros como proveedores el hecho de que las familias se junten o no lo hagan, se
complementen o no lo hagan. Porque si nosotros expresamos como proveedores de primeros
auxilios qué es lo correcto, estaremos de alguna manera haciéndoles sentir incómodos. En
segundo lugar, subraye, una vez y otra que aunque a veces en la adolescencia las relaciones
son tensas y cuesta comunicarse, usted sabe que los vínculos son sólidos, usted sabe que
ambos, adultos y adolescentes, se necesitan. Y usted sabe que en el fondo se quieren y están
cohesionados ante lo que está ocurriendo. Y dígalo varias veces, porque con esa
afirmación, que a veces no recogen las evidencias de lo que estamos presenciando, usted
relajará a esa familia y facilitará que se encuentren, se consuelen y realmente se
complementen. Es decir, si usted lo dice tres veces, al final acabará ocurriendo lo que usted
está diciendo. En tercer lugar, trate de concentrarse en las dificultades que una familia está
experimentando. Hemos hablado mucho de las características comunes de los jóvenes de
esta etapa y cómo estas características dificultan las relaciones, el afrontamiento del estrés, la
comunicación familiar. Bien, eso es común a todas las familias. Pero en el caso de la familia
con la que estamos hoy, que le ha ocurrido lo que le ocurrió ayer, ¿qué es la dificultad?,
¿qué es lo concreto que consiguen hacer juntos, qué es lo que no consiguen hacer
juntos? Probablemente descubrirá que hay fuertes discusiones sobre si participar en un
funeral, si no hacerlo, si hay que estar en casa o hay que salir, si hay que ir al colegio, si no
hay que hacerlo. Todos estos aspectos, que a usted como proveedor le pueden parecer
secundarios, están expresando el malestar de la familia y están requiriendo una respuesta
directa, efectiva. Es mucho mejor que usted parta de estas cosas concretas que les están
ocupando, les ayude a solventarlas, y a partir de aquí verá cómo, solventado el problema a y
el problema b, la misma familia es capaz de encontrar formas de afrontar el problema c y d. Y
por último, transmítale mucho respeto a la familia por las dificultades que están
encontrando. Una familia, un adolescente ante un incidente crítico tiene el problema de
afrontar lo que haya ocurrido. Si ha habido una muerte traumática en la familia, eso es you
una situación grave, difícil y complicada. Pero además lo hace en una etapa en la que el
adolescente lo pasa mal. Y eso dígalo y recálquelo. Porque el adolescente está cambiando su
personalidad, está en una época de mucho estrés, de profundas preguntas y dudas y
el incidente crítico le viene grande, muy grande, posiblemente le vendría siempre, pero en la
adolescencia realmente le cuesta mucho más. ¿Y la familia? La familia está también
afrontando este incidente crítico, por lo tanto está vulnerable, está adolorida, y encima está
experimentando las lógicas dificultades de comunicar con este adolescente. Y se siente
mal. Se siente mal porque piensa que quizás sea culpable de que la relación no sea buena, se
siente mal de no saber hacer o decir lo que el adolescente espera, se siente mal de no poder
consolar como lo hacía antes. Con lo que todo el mundo implicado en esta situación se siente
doblemente mal. Y usted, como proveedor de primeros auxilios psicológicos, tiene un gran
papel a la hora de normalizar eso, de tender puentes, y de conseguir que todos se relajen y
entiendan que esas dificultades, aunque sean un poco floridas, aunque sean llamativas, en
realidad, nunca, jamás, empañan un cariño y unos vínculos profundos. Apele a esos vínculos
importantes para ayudar a la familia a acompañar al adolescente. Y ayude al adolescente a
sentirse lo más cómodo posible. 

Patrones básicos de reacción de los adultos tras los incidentes


críticos
Hay diferentes tipos de reacciones que vamos a agrupar para tener un paisaje de qué es lo
que nos podemos encontrar en estas situaciones de emergencia. ¿De qué dependerá que
encontremos un tipo de reacción u otra? Eso dependerá un poquito de qué tipo de emergencia
estemos, en la que estemos interviniendo, si ha habido muertes traumáticas o no, si son
de familiares cercanos o no, también un poquito la historia previa de esa persona, ¿no?, si you
ha tenido acontecimientos vitales y estresantes previo, en otro vídeo hemos comentado qué
son los acontecimientos vitales, también dependerá un poquito de cómo estaba esa persona
antes del incidente crítico, era una persona sana, con una vida saludable o por el contrario
pues había un historial psiquiátrico, había algún tipo de antecedente de enfermedad o alguna
cardiopatía, todo este tipo de cosas en un sentido o en otro pueden afectar a como reacciona
una persona, pueden influir en las diferentes formas de reacción en adultos. Vamos a hablar
de distress, ¿qué es el distress? El distress es ese estrés negativo que estamos
sufriendo, entonces las reacciones de distress pueden ser o inmediatas, es justo durante o
inmediatamente después del incidente crítico, o retardadas unas horas, al día
siguiente, aquello que en el momento parece que estamos normal en cambio al día siguiente
es cuando nos aparecen todo este tipo de síntomas. Dentro del distress inmediato podemos
encontrar cuatro grupos, podemos agrupar los síntomas que veremos en cuatro grupos,
síntomas cognitivos, síntomas físicos, síntomas emocionales y síntomas conductuales. Vamos
a ver un poquito más en detalle estos grupos de síntomas, en qué se concretan. A nivel de
síntomas cognitivos pues tendremos pensamientos recurrentes, lo que se llaman rumeaciones
que les estamos dando vuelta a un mismo tema, a una misma pregunta, entramos en bucle
que decimos a veces, por qué a mi, por qué yo, por qué me ha tenido que pasar esto, son
esas preguntas que no tienen respuesta y que nos hacemos incesantemente. También
podemos vivir un poquito de amnesia, que no recordamos cosas que han pasado justo en ese
momento o que tenemos vacíos, ¿no?, lapsos de tiempo en los que no recordamos nada, que
nos cuesta concentrarnos, nos cuesta estar focalizados. A nivel emocional, ¿qué
vemos? Vemos podemos ver reacciones de angustia, reacciones de como crisis de ansiedad,
reacciones de temor intenso, de pánico, podemos ver reacciones mucha tristeza, mucho dolor
emocional, ¿no? También podríamos ver una persona que está embotada en un nivel
emocional una persona como anestesiada que nos dice no es que ahora mismo no siento
nada, esto también sería normal, ¿no?, ante un shock tan fuerte la reacción de parálisis ¿no?,
emocional, eso que te quedas como congelado en un momento y no sientes nada, ni bueno ni
malo. Tú después irás evolucionando, muchas veces las pautas que les dan a esas personas
es bueno pese que ahora no sienta nada y se sienta así como embotado, esto irá
evolucionando en los siguientes días y puede evolucionar en un sentido o en otro, ¿no?, no se
asuste porque sería normal que en los siguientes días viese una profesión. A nivel de
síntomas físicos podemos ver temblores, podemos ver incluso algún tipo de espasmo
muscular, podemos ver entumecimiento de las extremidades, ¿no?, un cansancio muy fuerte,
dolores de cabeza, migrañas, podemos ver incluso algunas reacciones que podríamos
llegar, ¿no?, reacciones de fotofobia, ¿qué significa eso? Que la luz nos molesta mucho, que
estamos más a gusto en ambientes con luz un poco más tenue. Por eso en vídeos anteriores
he recomendado que el lugar donde se apliquen los primeros auxilios psicológicos sea un
lugar cómodo, confortable, con unas condiciones controladas, ¿no?, porque podemos ver todo
un tipo de reacciones físicas que condicionan a la persona y a su estado, a su estado normal
¿no? a su estado físico iba a decir pero sí a su bienestar físico y emocional. Y por último los
síntomas conductuales, podemos ver reacciones de ira descontrolada, impulsividad, un poco
de desinhibición, el hecho de golpear una pared o de mecerse o de gritar mucho. Hay según
qué tipos de culturas que las reacciones son una forma de vehicular las expresiones
emocionales de culturas en que para expresar el dolor lo correcto es echarse al suelo y
gritar, echarse al suelo literalmente y gritar o golpearse el pecho, ¿no? Pues estos síntomas
conductuales que son normales y además son culturalmente aprendidos y aceptados, es decir
si no hicieran eso su entorno se preocuparía porque no estarían expresando correctamente
ese malestar emocional, cognitivo que demuestra. Hemos dicho que todo estas, toda este
distress puede ser también retardado. ¿Qué significa? Pues que al cabo de unas horas o de
unos días tenemos también una serie de síntomas como pueden ser pesadillas, pesamientos
intrusivos, acordarnos, ¿no?, nos recuerdan mucho a los síntomas que describimos del
trastorno por estrés agudo que en el fondo es toda esa sintomatología que nos perdura
durante unos días o unas semanas. Pues bien, estas primeras reacciones son eso, que luego
pues si se agarran más tiempo le damos otro nombre, pero las primeras reacciones que
podemos observar in situ y en los primeros momentos, en los primeros días cuadrarían
bastante con las reacciones que describimos en el vídeo de trastorno por estrés agudo. Es
muy importante recordar que toda esta sintomatología no tenemos porque verla toda de
golpe, o no tenemos porque verla en sí mismo. Hay adultos que se quedan como en estado
de shock, ¿no?, que tanto podemos ver que tienen verbo real, que hablan muchísimo y que
tienen que explicarlo una y otra vez, como adultos que de repente un silencio largo, vemos
que desconectan, ¿no?. Entonces, ¿qué es lo que nos tiene que dar una señal de alerta, no,
para hacer un seguimiento específico o para aconsejar, no, una derivación o una vigilancia
especial de esa persona? Bien, todos aquellos síntomas de despersonalización, de
disociación, de embotamiento emocional que lo hemos dicho, pero de mucho retraimiento que
la persona se encierra en sí misma y no es capaz de salir de ahí, personas que por ejemplo
padres o madres que no son capaces de cuidar de sus hijos, y you no de cuidar a sus hijos
sino de cuidar de ellos mismos, personas que dejan de comer, personas que dejan de llevar
una vida, no normal, porque you hemos visto que esto es un proceso que se tiene que
ir normalizando nuestra vida pero que vemos como que paran, ¿no?, que dejan de vivir. Pues,
podríamos que en las primeras horas tenemos que estar alerta, no vamos a decir que esto
sea patológico pero sí que estas personas pues vamos a hacer un seguimiento preventivo, si
no estaba planeado lo haremos y si estaba planeado pues con especial atención a estas
personas que presenten estos síntomas un poco más preocupantes. 

Factores protectores y de riesgo en emergencias cotidianas en


adultos
También podemos definir una crisis o emergencia cotidiana, como una situación aún más
traumática incluso que la persona puede vivir con peligro para su integridad física o su propia
vida o la de terceros. Algunos ejemplos pueden ser una pelea, una agresión sexual o un
accidente de coche. Dado que es un concepto nuevo y poco usado, para que ustedes puedan
hacerse una idea más clara de lo que estamos hablando les hemos puesto algunos
ejemplos. Para aquellas situaciones de emergencia cotidiana que hacen referencia a
cambios bruscos por ejemplo, las inundaciones, los cambios de trabajo, el despido, un
divorcio o la ruina económica. Aquellas que son más extremas como un robo con fuerza, un
accidente de coche, un apuñalamiento, una agresión sexual, haber sido encañonado con una
pistola, etcétera. Recuerden que las emergencias cotidianas tienen consecuencias muy
negativas, pero no ponen en riesgo ni las infraestructuras ni los servicios de la sociedad. 
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Veamos ahora cuáles son las características de las crisis cotidianas. Las crisis cotidianas son
frecuentes de ahí su nombre, cotidianas son repentinas aparecen de golpe, son inesperadas
no se pueden anticipar, son urgentes amenazan el bienestar físico y emocional de la persona
y afectan a una familia o a los miembros más cercanos del núcleo familiar. En función de
cómo se resuelva la emergencia cotidiana podemos encontrarnos ante dos procesos, uno la
resolución eficaz que reportará generar nuevos recursos y potenciar los you existentes en la
persona e iniciar el proceso de duelo si han habido pérdidas. El segundo proceso sería todo lo
contrario, una dificultad para hacer frente a la situación que conducirá a la persona a
desarrollar algún tipo de trastorno, you sean conductas destructivas como alcoholismo o
consumo de sustancias tóxicas, you sea la depresión o un trastorno post traumático. Los
factores de riesgo y los factores protectores que convergen en emergencia cotidiana los
podemos encontrar en tres niveles, los factores protectores y los factores de riesgo que se
dan en el ambiente, los factores protectores y los factores de riesgo que se dan en la situación
y los factores protectores y los factores de riesgo que se dan en la persona. Pasemos ahora a
verlos más detalladamente. Los factores ambientales hacen referencia a las condiciones o
circunstancias físicas que se dan en el lugar en el que sucede la emergencia. Y son por
tanto, externos a la persona y capaces de influir en la percepción de la experiencia. Son
elementos que se dan en el lugar en el que ocurre la emergencia y condicionan la vivencia del
suceso. Por tanto, todos estos elementos tanto pueden ser factores de riesgo o factores
protectores. Estos componentes del ambiente la orografía, la densidad poblacional, la
climatología y si es de día o es de noche. La orografía hace referencia a si se trata de un
terreno muy accesible o poco accesible, un acantilado o una carretera. Con densidad
poblacional hacemos referencia a la concentración de personas que se puedan dar en ese
lugar determinado, si es una zona muy transitada o una zona poco transitada. Al día o la
noche nos referimos a si es de día hay más luz, más claridad, mayor visibilidad y si es de
noche ocurre todo lo contrario hay menos luz, más oscuridad. Y finalmente por la climatología
entendemos si en aquél momento determinado está lloviendo o hace mucho frío o un extremo
calor. Todos estos factores influyen en la percepción subjetiva de inseguridad o tranquilidad,
en cuanto a afrontamiento de la situación. Aquí pueden ver estos factores un poquito más
ordenados, siendo los factores positivos que el lugar sea de fácil acceso para los servicios y
profesionales de la emergencia, que tengan una buena visibilidad, que no haya muchos
matorrales o muchos árboles que impidan un acceso fácil. Que sea de día, que haya luz eso
facilita la accesibilidad y el trabajo de los profesionales que intervienen y que sea una zona
muy transitada, esto facilita que podamos pedir ayuda y que ésta llegue pronto. Por el
contrario los factores negativos impiden o dificultan estas posibilidades de acceso y de auxilio,
aumentando la sensación subjetiva de peligro. Los factores situacionales hacen referencia a
las circunstancias que se dan en un momento determinado, son por tanto externos a la
persona y condicionan el logro de un resultado. Los factores situacionales hacen que la
persona tenga una vivencia positiva o negativa de la crisis. Los factores protectores de la
situación son una actitud empática de los profesionales intervinientes, hace que nos sintamos
más comodos y nos hace pensar que estamos bien atendidos. Entenderemos por
profesionales intervinientes, aquellos recursos habituales que se ponen en marcha ante una
emergencia cotidiana, como son la policía y los técnicos de ambulancias. Si el caso lo requiere
también se activarán a los bomberos y a los médicos de urgencia. Disponer de alternativas y
de la capacidad de tomar decisiones sobre aquello que creemos o queremos hacer nos
aporta seguridad y la sensación de tener cierto control sobre la situación. Pedir ayuda y
recibirla, casi de forma inmediata nos aporta tranquilidad y serenidad. Tener información de
calidad y de forma repetida esto es, que nos expliquen ¿qué ha ocurrido?, ¿quiénes están
trabajando?, ¿qué es lo que está pasando? y ¿qué va a pasar a continuación? Nos aporta
tranquilidad, confianza y hace que disminuya la incertidumbre. Solidaridad y acompañamiento
por parte de la comunidad en la que ha ocurrido el suceso, permite tener una red de apoyo
social y facilita el acceso a los recursos comunitarios, promoviendo el volver a la vida normal
anterior a la emergencia lo más rápido posible. Tener la posibilidad de reagrupación familiar
permite poder hablar con alguien de confianza, facilitando entender lo que ha ocurrido e
integrarlo. Niveles bajos de activación hace referencia a que cuando una persona está
tranquila y con la creencia de que todo saldrá bien, esto hace que disminuya la ansiedad y el
estrés. Es importante que el nivel de activación no sea demasiado bajo, pues nos haría perder
reflejos y nos impediría gestionar bien la resolución de la emergencia. Finalmente la
contención. Contención, los profesionales que intervienen en la emergencia deben tratar de
mantener a la persona tranquila y calmada, respondiendo a todas sus preguntas con voz
suave y pausada. Deben atender sus necesidades básicas en el caso de que esto fuera
posible y en caso de que lo solicite, dejarlo a solas. Veamos ahora cuáles son los factores de
riesgo que concurren en una emergencia. No poder huir de la situación o no tener alternativas
de escape. Por ejemplo, estamos en un coche atrapados y vemos como un camión está a
punto de arrollarnos o tenemos una pierna rota y no podemos huir de un incendio. Esto
aumenta nuestra percepción de miedo y de peligro para nuestra vida. Tener poca
disponibilidad de ayuda o ayuda en diferido, los teléfonos móviles cuando más los
necesitamos es a veces cuándo más fallan, quedarnos sin batería o no tener cobertura. Si a
ello le añadimos que estamos en una zona de difícil acceso o de poca visibilidad será más
complicado pedir ayuda. Las actitudes distanciadas de los profesionales, falta de
empatía, frialdad en el trato, ignorarnos mientras están trabajando, no atendernos, no
contestar a nuestras preguntas, todo ello aporta inseguridad y aumenta la incertidumbre. La
disgregación familiar, no tener la oportunidad de reunirnos con algún familiar hace que no
podamos expresar nuestros sentimientos a alguien de confianza y explicar lo que ha
ocurrido. Estar solo en estos momentos puede llevarnos al aislamiento y a dificultades para
integrar lo que ha sucedido. Disponer de poca información o estar expuestos a los
rumores, quiere decir que no nos informan de lo que están haciendo, de qué ha sucedido, de
qué es lo que va a suceder, qué trámites o gestiones tenemos que hacer, así como estar
pendientes de información que nos pueda llegar canales no oficiales, va a dificultarnos la
resolución de la crisis. Tantos niveles de activación provocan cansancio, estrés y ansiedad,
disminuyen la capacidad de concentración y dificultan la gestión en la solución de los
problemas. Para optimizar los niveles de activación sería aconsejable in situ aplicar la
relajación a través de la respiración. Ver herido o personas muertas agrava la sensacióm de
peligro para la vida y la integridad física. La incomprensión social de aquella comunidad en la
que el sujeto habitualmente se desenvuelve no entienda o no comprenda qué es lo que le ha
sucedido, hace que el sujeto se aísle, no busque ayuda, no busque apoyos, se sienta culpable
y dificulta su vuelta a la rutina. Los factores personales o de la persona hacen referencia a
las características personales que posee cada individuo como afectado a la hora de tomar
decisiones y actuar ante una crisis cotidiana. Los factores personales los vamos adquiriendo
inconscientemente mediante todo aquello que vamos viviendo, sobre todo en la
adolescencia, etapa en la que se forma nuestra personalidad y en la juventud. Son por tanto
condicionantes intrínsecos inherentes a la persona como pueden ser la experiencia previa,
haber vivido otras situaciones de emergencia similares o la profesión en la que tienes que
actuar de forma habitual en emergencias cotidianas. Estos factores contribuyen a aumentar o
a disminuir la capacidad de gestionar eficazmente la situación. Los factores protectores
personales, tener buena capacidad para la comunicación, tener la capacidad de hacer un
buen relato sobre lo ocurrido permite integrarlo y sobre ponerse mucho mejor a la
situación. Tener una buena capacidad para comunicar o ventilar las emociones es tener la
capacidad de expresar adecuadamente los sentimientos, facilitando el desarrollo
emocional. Afrontar las situaciones difíciles a través de las emociones quiere decir tener la
capacidad de poder ponerle nombre a los sentimientos para así poder gestionarlos
mejor. Hacer frente a las situaciones difíciles a través de las emociones es tener una a una
capacidad para poner nombre a los sentimientos y así poderlos gestionar. Tener una red de
apoyo social, funcional permite sentirnos escuchados y tener un soporte en los momentos
más difíciles. Esto facilita poder retomar progresivamente nuestra vida habitual antes de la
emergencia, aceptar la ayuda de familiares y de vecinos permite concentrarnos en los
aspectos más difíciles de la emergencia. Ser una persona optimista y luchadora que busca
alternativas y soluciones a los problemas permite hacerles frente y superarlos con mayor
prontitud. Realizar actividades y de ocio nos permite tener tiempo para la desconexión,
el sentido del humor permite relativizar las cosas y encarar la vida de forma positiva. Veamos
ahora cuáles son los factores de riesgo para la persona. La edad, tener una edad avanzada
dificulta poder hacerle frente con mayor éxito a la emergencia cotidiana, puesto que las
personas mayores cada vez tienen un estado de salud más débil y un deterioro a veces
significativo de sus capacidades cognitivas. Haber sufrido previamente otras situaciones
traumáticas, sobre todo si estas tuvieron un resultado negativo. La percepción de peligro para
la propia vida o la integridad física o la de terceros hace que aumente la apreciación de peligro
y de miedos. Tener algún problema de salud física o de salud mental, tener algún problema de
salud física o disminución hace aumentar la sensación de peligro y que la sensación de salir
ileso disminuya. Tener algún problema de salud mental puede entorpecer o distorsionar la
realidad e incluso desestabilizar al afectado, no tener la posibilidad de hablar de lo ocurrido
con alguien de confianza dificulta poder entender lo que ha sucedido e integrarlo, tener pocas
relaciones sociales o una red de apoyo social muy reducida hace que la persona tienda al
aislamiento social y tenga pocas posibilidades de pedir ayuda. Finalmente la incertidumbre, se
incrementa la incertidumbre hacia el futuro pues no sabemos lo que pasará y esto aumenta
los miedos. Para finalizar la exposición de hoy veamos algunos rasgos diferenciales
que podemos encontrar en las emergencias cotidianas cuando hay niños afectados o cuando
solamente hay adultos. Cuando hay niños afectados las familias, por ende los adultos se
ponen mucho más ansiosos, se tiende a apartar a los niños con el objeto de protegerles. Esta
actitud you hemos visto va en contra de la aplicación de los primeros
auxilios psicológicos. Suelen haber mayor ayuda disponible y se necesita mayor protección
frente a los medios de comunicación. Por el contrario cuando solamente hay adultos
afectados, a mismos niveles de activación, la ansiedad es menor. La comunicación y la
gestión de las malas noticias y de la información en general se facilita mucho más y la
conexión con la red social de apoyo y los recursos comunitarios se iii. 
Factores protectores y factores de riesgo para los adultos en
emergencias masivas
Entre las características negativas que van a potenciar los factores de riesgo tenemos que las
emergencias masivas afectan normalmente a un gran número de personas. Además suelen
generar mucho interés mediático y eso da una alta presencia de medios de comunicación en
el escenario de la emergencia, en el escenario donde los familiares de las personas
afectadas se están reuniendo y son informadas. En tercer lugar, las emergencias masivas
suelen casi siempre comprometer los recursos disponibles de la comunidad, porque la
comunidad está preparada para atender determinado número de crisis cotidianas, pero una
emergencia masiva suele salirse de lo que la comunidad puede atender de forma rápida, y por
tanto hay un momento inicial que faltan recursos. Y si la emergencia masiva además está
causada por un desastre natural, puede muy bien ser que se vean alteradas y rotas las
infraestructuras, lo cual va a generar más dificultades. Estas cuatro características lo que
generan es una cierta situación de caos en el inicio de la gestión de la emergencia, y este
caos, y este desbordamiento va a dificultar seguramente la recuperación de las personas
porque va a subir como ustedes you han visto previamente los niveles de activación de las
personas afectadas. A cambio el factor de protector, es que las emergencias masivas suelen
provocar una amplia empatía de la comunidad que se vuelca en atender a los afectados y en
mostrar su solidaridad, y esto los va a ayudar a recuperarse antes. Veamos ahora de qué
estamos hablando cuando estamos hablando emergencias masivas. Bien, las clasificamos en
cuatro categorías. En primer lugar están las catástrofes naturales, los incendios, las
inundaciones, los terremotos, todas las situaciones en las que la naturaleza por un
motivo previsible o no previsto se desata y genera daño, pérdida de vidas humanas, heridos y
pérdidas materiales. En segundo lugar están los atentados donde también se
producen pérdidas de vidas humanas, heridos y daños materiales pero en este caso causados
de forma voluntaria por unas personas que deciden acabar con alguna infraestructura o con la
vida de sus conciudadanos. En tercer lugar están los grandes accidentes, los medios de
transporte masivos tren, barco y avión no suelen tener muchos accidentes, pero cuando lo
tienen afectan a muchísimas personas. Y aunque a veces estos grandes accidentes no tengan
un gran número de víctimas mortales afortunadamente, son muy aparatosos y por lo tanto
elevan la posibilidad de traumatización de las personas que viajan en ese medio de transporte
en el momento del accidente. Y en cuarta categoría colocamos todos los otros incidentes que
no pueden caber en las tres categorías anteriores, por ejemplo un hundimiento de un edificio
pero no por un atentado, una explosión de gas, cualquier tipo de incidente que genera gran
cantidad de daño material y posiblemente víctimas. ¿Cuál es el problema principal de las
emergencias masivas? Un poco lo he explicado you anteriormente. En la gestión de las
emergencias masivas, por la gran cantidad de personas afectadas y posiblemente por la
afectación de la infraestructura, es casi inevitable que se produzca un cierto caos. Y este caos
que tiene que ver con que lo prioritario es salvar vidas y tratar de ayudar a los heridos, genera
falta de información. Ustedes you han aprendido que las dos cosas son factores que dificultan
la respuesta a un incidente crítico. Por lo tanto si tenemos una cierta situación
de desbordamiento y falta de información, no por mala voluntad sino simplemente porque hay
otras tareas prioritarias antes de informar, vamos a generar victimización secundaria. Y esta
victimización secundaria es el principal factor de riesgo asociado a las emergencias
masivas. ¿Qué es la victimización secundaria? ¿De qué estamos hablando cuando hablamos
de daño secundario? Bien, este es un concepto muy importante. En cualquier incidente crítico
cotidiano o masivo distinguimos el daño primario del daño secundario. El daño primario es el
que se produce de forma directa por el impacto del incidente crítico, un edificio se hunda por
una explosión de gas y genera una cantidad determinada de personas fallecidas, pongamos
cinco, una serie de personas heridas, pongamos 20, y 50 personas afectadas que vivían en
ese edificio que están ilesas pero que han perdido u casa y quizá sus pertenencias, daño
primario. A partir de este daño primario que cuando las personas que vamos a ayudar a los
afectados llegamos no se ha podido evitar, aparece un segundo daño relacionado con la
gestión del daño primario. Es decir, cuando las personas que han perdido un ser
querido tienen que peregrinar por los hospitales para que les den información, cuando los
heridos tardan muchas horas en saber de sus otros familiares, cuando le gestión de la
información y de las pertenencias de esa persona, de esas personas que habitaban el edificio
es deficitaria, estamos produciendo daño evitable, en el sentido de que es un daño que se
genera después del daño primario en la gestiónd el incidente critico. Entenderán ustedes
perfectamente que para las personas que intervenimos y para ustedes como proveedores de
primeros auxilios psicológicos la principal tarea que hacemos desde el momento que
llegamos a un escenario de una emergencia masiva es tratar de evitar el daño
secundario, porque insisto el primario no estaba en nuestras manos prevenirlo, pero el
secundario depende en gran medida de nuestras actuaciones. Le recomendamos que en este
sentido repase brevemente los conceptos de factor protector, factor de riesgo y vulnerabilidad
que hemos expuesto en el vídeo 2 5 porque le ayudarán a entender la diapositiva que viene
ahora y que habla de los factores protectores en las emergencias masivas. ¿Cuáles son esos
factores protectores? Bien, los hemos clasificado en tres categorías, tenemos factores
protectores dentro de la situación, tenemos factores protectores que se refieren a la propia
persona afectada y tenemos factores protectores que tienen que ver con la gestión del
incidente. Una aclaración, yo me voy a centrar en exponer los factores protectores, es decir, lo
que podemos hacer con lo que contamos para tratar de que el daño sea lo menos
posible. Pero cada uno de los factores protectores es Por el inverso, un factor de
riesgo. Empecemos por los factores protectores referentes a la situación. Para las personas
afectadas es más fácil aceptar un desastre natural, porque los desastres naturales se
consideran inevitables. Mientras que el hecho de que la emergencia que nos ha hecho
daño, que nos ha robado la vida de nuestros seres queridos es un atentado
estaríamos hablando de un factor de riesgo, porque nosotros consideramos que eso es
evitable, que alguien ha planificado hacer ese daño y por lo tanto, eso nos duele el
doble. Factor protectores también y es muy potente que en una emergencia masiva unas
personas, unos afectados no pierdan a ningún miembro de su familia, por terrible que sea lo
que les haya pasado, además si la familia queda intacta, sin pérdidas eso será un factor
protector. En analogías de factor, si tenemos la suerte de que en una familia además las
personas tampoco resultan heridas tenemos otros factor protector, porque no registrar
personas heridas con daño físico, nos ayuda a superar antes lo que nos haya ocurrido. Y un
factor protector que quizás le sorprenda que la emergencia masiva ocurra de día. Se ha visto
en los estudios, que aquellas emergencias masivas que pasan de noche generan más terror
porque por la noche no se ve, porque estamos más indefensos, porque muchas veces
estamos en la cama y en pijama y todos esos factores nos hacen estar más asustados, más
vulnerables y eso se convertirá en un factor de riesgo. ¿Cuáles son los factores protectores en
una emergencia masiva que tienen que ver con la persona, con cómo es una persona que se
ve involucrada en una emergencia masiva? Bien, la primera de ellas que sea una persona que
tenga una buena capacidad de afrontamiento del estrés, ser capaz de gestionar situaciones
difíciles, tener cierta experiencia de haber superado otras situaciones problemáticas le va a
ayudar a salir de la actual emergencia. Por supuesto, un segundo factor es contar con una
buena red social de apoyo. Y todos los factores que hemos ido viendo en la resiliencia, es
decir, todos los factores que potencien la resiliencia personal de una persona, también nos
ayudarán en la respuesta a la emergencia masiva. Un último factor protector en las
emergencias masivas es que la persona no niegue, no se disocie durante mucho tiempo. Lo
explico en otras palabras, cuando nosotros llevamos una emergencia masiva veremos
siempre un determinado número de personas a las que les cuesta mucho asumir lo que está
pasando y que están negando y tratando de convencerse de que en el fondo no pasa
nada. Esa actitud es un factor de riesgo. Mientras que las personas que relativamente,
rápidamente entienden lo que está pasando y lo que implica, eso sería un factor protector. Y
finalmente y éstos son los que más nos interesan a nosotros cuando estamos
interviniendo, están los factores protectores que tienen que ver con la gestión del
incidente. Saben ustedes, que cuanta más tranquilidad haya más bajo será el nivel de
activación y por lo tanto, estaremos protegiendo a los afectados de el riesgo de sufrir
traumatizaciones importantes. Pero habrán intuido también lo difícil que es, mantener la
calma y la tranquilidad y bajos niveles de activación en emergencias masivas es muy, muy
difícil, me atrevo a decir incluso infrecuente. ¿Qué más es un factor protector en emergencias
masivas? Tener disponible información de calidad y ahí tenemos más posibilidades de
intervenir. Es importante que ustedes recuerden como proveedores de primeros
auxilios psicológicos que la información ayuda y la información debe estar presente siempre. Y
si ustedes no tienen nueva información, traten de explicar que no tienen nueva información
pero que dentro de 30 minutos, de 45 minutos tratarán de ofrecer más información, para que
las personas puedan saber que usted está haciendo lo posible e imposible para informar. Un
factor obvio, pero que a veces se nos olvida es el buen trato que los afectados reciben por los
intervinientes. Tratar a una persona afectada de forma adecuada, cómo va a hacer usted
despues de aprender lo que está aprendiendo en este curso, es un altísimo factor de
protección frente a lo que haya ocurrido en la emergencia masiva. Y claro, usted lo ha intuido
y lo está pensando, aplicar primeros auxilios psicológicos que nos ayuda a reducir los factores
de riesgo va a ser un altísimo potenciador de una recuperación positiva de las personas
afectadas. 

El seguimiento preventivo como prevención del trastorno por


estrés postraumático
Es una forma de tratar de evitar que se instaure el estrés post traumático en las personas
afectadas por las crisis. Este modelo es un abordaje terapéutico, es una intervención y como
tal excede ampliamente los objetivos de este curso de primeros auxilios psicológicos. Pero nos
ha parecido importante que usted como proveedor o proveedora de primeros auxilios
psicológicos, vea la totalidad del modelo que aplicamos, conozca que es lo que viene después
de los primeros auxilios psicológicos, así usted podrá contextualizar mejor la importancia de la
labor que usted hará en los primeros momentos de respuesta del incidente. El modelo es
válido tanto para incidentes críticos cotidianos, ese es el que afecta solo a una familia o para
incidentes críticos masivos, pero con sinceridad debemos decir que en la actualidad se aplica
más en los incidentes masivos. Y todavía hace falta establecer la importancia de este mismo
tipo de soporte en los incidentes cotidianos. Los modelos de seguimiento preventivo actuales
asumen sin excepción una serie de premisas para ofrecer la ayuda más eficiente posible a los
afectados. Entre estas premisas tenemos en primer lugar aceptar y estar convencidos del
hecho de que todas las personas sin excepción responden con estrés agudo ante un incidente
crítico sea masivo o cotidiano. Pero también supone asumir que no todas las personas van a
generar secuelas y que algunas se van a recuperar de forma espontánea. Pero la tercera
premisa establece que en la forma de gestionar el incidente crítico está la llave que permite
aumentar el riesgo de las personas con secuelas o aminorarlo. Y por lo tanto establece que la
gestión del incidente crítico en sí tiene un papel muy importante y destacado en el pronóstico
de las personas para su recuperación. La cuarta premisa de este programa se basa en los
estudios que han demostrado que aunque es obvio que hay personas que tienen de natural
mayor capacidad de iii, de recuperación que otras, dicha capacidad puede ser estimulada en
todos los casos y que por lo tanto es labor crucial de los programas de seguimiento
preventivo estimular y potenciar al máximo la capacidad de resiliencia. Solo así garantizamos
que las personas puedan recuperarse de la mejor de las maneras posibles. Y tras contemplar
estas cuatro premisas nos debe quedar muy claro que en el momento actual con lo que
sabemos you sobre las respuestas a las personas a las crisis, carece de sentido estar
esperando dos y tres meses tras el incidente crítico sin hacer nada, esperando a evaluar
cuáles son las personas que no se están recuperando bien del incidente y prestándole ayuda
solo entonces cuando nos ha quedado claro que no se están recuperando de forma
espontánea. Esta forma de proceder quizá tenía sentido hace unos 10 años cuando no
teníamos las evidencias actuales. Pero ahora, que sabemos la capacidad que tenemos de
estimular y de implicar a las personas en su proceso de curación es absurdo. Y es importante
que todos los gestores de emergencias tengan clara la importancia de intervenir desde el
primer momento y durante un cierto tiempo después del incidente crítico. El modelo de
seguimiento preventivo que nosotros proponemos se basa en cuatro principios de
actuación. El primero nos habla de la absoluta importancia de darle autonomía a los afectados
y de implicarlos en su proceso de curación. Las personas afectadas acaban tras un
incidente crítico de perder una parte del control de su vida, pero no toda, no se han vuelto
inútiles y por tanto es muy, muy importante volverles a dar este control y contar con
ellos, contar con su opinión y con su capacidad de respuesta para participar e incluso para
diseñar los programas de seguimiento. El segundo principio de actuación establece que la
información y la información de calidad sobre el incidente crítico, sobre lo que ha ocurrido y lo
que va a ocurrir tiene un alto poder de contención incluso de curación de las personas
afectadas y que por lo tanto es inadmisible que a los afectados se les esconda esa
información. El tercer principio tiene que ver con el poder, con la capacidad tranquilizadora y
normalizadora de la psicoeducación. Si vamos a pedir que los afectados se impliquen a
sí mismos porque sabemos que esa es la mejor de responder ante un incidente crítico, es
importante que les expliquemos una y otra vez como pueden hacerlo. Debemos explicarle
cuáles son las reacciones esperables, debemos explicarle qué pueden hacer para mejorar su
respuesta y debemos explicarle qué es mejor no hacer porque pueden poner en riesgo su
recuperación. Y el cuarto principio es que cuando las personas han pasado o están pasando
por un incidente crítico, suelen estar muy débiles y muy vulnerables y que por lo tanto la
ayuda que le vamos a proveer debe ser extraordinariamente proactiva, debe ser la ayuda la
que les alcance a ellos y no los afectados que tengan que buscar esa ayuda. Y no una vez,
porque hay personas que hoy no necesitan nada y la semana que viene necesitar algo, y no
es entonces ellos los que tienen que empezar a buscarlos sino la ayuda que estar presente y
ofrecerse de forma educada y respetuosa una y otra vez. De estos principios de actuación y
de las premisas que se basa, se derivan los objetivos de nuestro modelo de seguimiento
preventivo. Queremos implicar a los afectados en su proceso de curación, queremos tratar a
las personas afectadas como lo que son, personas que están sufriendo reacciones normales y
adaptativas frente a una situación absolutamente anormal para la que no estaban
preparados. Queremos tratar de evitar cualquier forma de patologización de lo que les
está ocurriendo tanto en cuanto al incidente en sí como a su reacción y respuesta a ese
incidente. Queremos ofrecerle a las personas ayuda eficaz altamente especializada que
resuelva los problemas reales que tienen las personas afectadas y que giran en torno a tres
ejes, la hiperalerta, la re experimentación y la evitación. Y esa ayuda debe ofrecer respuestas
concretas, útiles a este tipo de síntomas, no respuestas globales y genéricas. Y finalmente
dentro del programa de seguimiento preventivo queremos detectar lo antes posible aquellas
personas que tienen mucha probabilidad de no recuperarse de forma espontánea, y no lo
haremos para ofrecerle terapia desde el principio pero sí para ofrecerle mayor cantidad de
soporte, mayor cantidad de pautas psicoeducativas y seguirlas desde más cerca, para que si
realmente no logran superar lo que les está pasando dentro del tiempo aconsejable, puedan
tener ayuda lo antes posible y una ayuda eficaz. ¿Qué elementos tiene entonces nuestro
modelo de seguimiento preventivo? Bien, recuerdo brevemente las fases en la respuesta a un
incidente crítico. Tenemos un primer momento, el momento del impacto que dura entre 24 y
72 horas y se caracteriza primero por un shock y luego por una adaptación a lo que está
ocurriendo. Es decir, las personas afectadas deben asimilar lo que ha ocurrido. Tras esta
primera etapa viene la segunda, la etapa de afrontamiento que suele durar hasta unas cuatro
o seis semanas después del incidente crítico y que es el momento en que los afectados se
dan cuenta de la embergadura real de lo que ha ocurrido. Empieza entonces la fase de
recuepración. que dura aproximadamente hasta el año tras el incidente y el objetivo de esta
fase es alcanzar un nivel de funcionamiento y de bienestar similar al que estas personas
tenían antes del incidente crítico. Finalmente existe una cuarta etapa a la que no llegan todos
los afectados, pero que consiste en encontrarle un sentido, un lugar en la propia biografía a lo
que ha ocurrido y un lugar que no lo ocupe todo, es decir una persona que antes de un
incidente crítico era mujer, madre, profesional, deportista, militante de un partido político, tras
perder a un hijo en atentado puede decidir perfectamente cómo forma encontrarle sentido,
participar en un grupo de activistas que trata de evitar que estos atentados sigan
ocurriendo, pero si resuelve el incidente crítico volverá a ser madre, mujer, deportista,
profesional, es decir la identidad de esta persona habrá incorporado una nueva faceta que es
la pérdida del hijo, y lo que va a hacer para tratar de evitar que otras personas pasen por un
incidente similar, pero habrá recuperado también sus otras identidades. Bien, ¿cuáles son los
elementos que el programa de seguimiento preventivo? debe contener para compasarse a
estas fases por las que pasan los afectados por el incidente crítico? En primer lugar está lo
que usted está aprendiendo a hacer, los primeros auxilios psicológicos que deben en el caso
óptimo ser ofrecidos en las primeras 24 o 72 horas tras el incidente crítico, es decir en la fase
de impacto. Mientras las personas están en shock y se están adaptando a lo ocurrido. En
algunos casos excepcionalmente los primeros auxilios psicológicos pueden también ofrecerse
hasta tres y cuatro semanas después, porque sino ha sido posible proveer primeros auxilios
psicológicos en el momento del impacto real de estas primeras 72 horas, pongamos por
ejemplo porque el país está devastado, es bueno que durante el mes siguiente al impacto se
trate de recuperar esta técnica como inicio de los pasos que van a venir después. De forma
complementaria y también desde el momento del impacto debe estar disponible algún tipo de
información técnica especializada en forma de atención telefónica de una hotline o de un chat
gratuito, donde las personas afectadas puedan resolver dudas y problemas concretos. Los
afectados están desconcertados, se están enfrentando a una situación nueva y tienen
preguntas, cómo le explico a mi hijo que no tenemos casa, cómo le explico al abuelo que no
puede recuperar el andar, cómo, y viene una serie de dudas concretas. Estas dudas generan
ansiedad, una ansiedad que se suma a todo el estrés agudo que el incidente crítico en sí you
ha generado. Resolver las dudas de forma inmediata las 24 horas del día y todos los días de
la semana, ayuda a estas personas a afrontar mejor y a desangustiarse y por lo tanto es
extraordinariamente útil. Durante el primer mes, durante la fase de afrontamiento es muy
importante que para las personas afectadas haya disponible psicoeducación, you sea en
forma de material escrito o you sea en reuniones de comunidad, de grupo de
afectados, donde a las personas se les informa de qué pueden hacer para recuperarse
mejor. Estamos diciendo que queremos implicar a los afectados en su proceso. Para hacer
eso, deben saber qué les va a ocurrir, cómo pueden cuidarse y qué deben tratar de hacer,
sino no les podemos implicar. Por lo tanto todo lo que sea la psicoeducación en las formas
que adopte, es muy importante durante este primer mes. Después durante la fase de
recuperación, a las personas y a las familias hay que dejarles que ellas mismas decidan
cuanta ayuda y en qué frecuencia la necesitan si es que la necesitan, pero podemos tener
claro que la ayuda a partir del mes es importante que pueda ser centrada en la familia, porque
es en las familias concretas en las que surgen dificultas concretas. Y por lo tanto lo que era
válido en el primer mes, que eran pautas generales para la totalidad de los afectados, deben
luego adoptar una forma más concreta centrada en la familia. Alrededor del final de proceso
de recuperación, es decir alrededor del año después del incidente crítico es importante hacer
un screening, es decir una comprobación si las familias y las personas se han recuperado de
forma razonable del incidente crítico. Posiblemente aún estén afectadas, pero lo que vamos a
valorar con este screening es si necesitamos derivarnos a unos servicios externos
terapéuticos o si el proceso se está realizando con bastante normalidad y el pronóstico es que
la familia, que los afectados van a acabar de recuperarse por sí solos, porque han obtenido
por ellos mismos y con la ayuda que le hemos dado los recursos necesarios para ello. Los
expertos europeos hemos formulado unos estándares de calidad que tratan de definir cómo
debe ser la ayuda que se presta a afectados por incidentes críticos. Se establecen cuatro
estándares, el primero dice que la ayuda debe estar disponible desde el mismo momento del
impacto hasta al menos nueve meses después, debido a que las personas en su proceso de
respuesta a un incidente crítico tienen necesidades diferentes en las distintas etapas por las
que transitan y es importante que esta ayuda esté disponible durante todo el tiempo y sea
altamente especializada, es decir que responda a las necesidades concretas de los
afectados. El segundo estándar de calidad dice que son de crucial importancia las formas de
ayuda online telefónicas, en el formato que sea, donde los afectados pueden obtener una
respuesta inmediata durante las 24 horas del día a sus dudas y preguntas concretas. Porque
esperar dicha respuesta solo aumenta los niveles de ansiedad y con eso el riesgo de que
queden secuelas. Por lo tanto necesitamos algún tipo de medio en el que los
afectados puedan contactar durante todos los días del año y todas las horas del día con una
persona que es especialista en el tema que les va a responder de forma adecuada. El tercer
estándar de calidad habla de quien debe prestar ayuda. Está absolutamente contraindicado
por cuestiones éticas que sean los profesionales de la misma compañía que ha causado un
daño los que resuelvan este daño. Quizá se sorprenda usted porque forma parte de las leyes
que los autores de accidentes deban reparar un daño hecho, y esto es correcto si la compañía
paga el presupuesto de atención psicológica de los afectados. Pero es altamente nocivo si es
la compañía autora de un accidente la que pone los profesionales que van a atender a los
afectados, porque aunque quizá no sea así a los afectados le surge una duda acerca de a
quien están ayudando realmente estos profesionales, es decir les surgen dudas sobre la
imparcialidad de estos profesionales, y estas dudas son altamente perjudiciales para los
afectados. Y el cuarto estándar que se ha añadido no hace mucho es que las actividades de
soporte psicosocial a afectados deben contener siempre dos tipos de actividades, deben tener
dos formatos. Uno grupal guiado, muy bien planificado pero en el que los afectados de
condición similar, por ejemplo todos los padres que han perdido a un hijo, todos las personas
que han perdido un hermano, un amigo en un accidente, los grupos puedan intercambiar entre
ellos las experiencias que han tenido. Lo van a hacer de todas maneras pero si es de forma
guiada evitamos traumatizaciones y muy al contrario utilizamos el poder del compartir y de la
comunidad para potenciar la curación, la recuperación de los afectados. Pero los programas
deben también incluir actividades centradas en la familia, porque cada familia es distinta tiene
problemas y necesidades distintos, y debe por tanto recibir una orientación concreta para sus
dificultades específicas. 

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