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REBELDIA
Estos cambios biológicos llevarán consigo muchos cambios comportamentales, como apatía,
tristeza o rebeldía. Lo primero que debes hacer es aceptar es que tu hijo ha entrado en una nueva
etapa de la vida y que, inevitablemente, se producirán cambios en muchos aspectos.
los factores neurobiológicos van a cobrar especial relevancia, aunque no serán los únicos. La
rebeldía, debido a los conflictos familiares que conllevan, es una de las conductas que se perciben
con mayor facilidad, y la que recibe mayor atención.
El hecho de que un adolescente se rebele contra la “autoridad” –es decir, padres y profesores-, le
ayudará a convertirse en un adulto que defiende sus ideas y sus derechos.
Por otro lado, encontramos que adolescentes sumisos no desarrollarán estas habilidades y
llegarán a ser adultos igualmente sumisos.
los cambios biológicos que atraviesa un adolescente, provocando que éste se muestre irascible,
triste o agresivo.
Desapego parental
En esta fase en la que los niños comienzan a entrar en la etapa de la adolescencia, dejan a un lado
a sus padres como figuras de apego principales, y comienzan a estrechar las relaciones con sus
amigos y compañeros de clase.
Esto se debe a que están intentando llevar a cabo un distanciamiento parental. Crear una identidad
propia es uno de los retos de esta etapa. Por ello, puede que percibas que tu hijo/a es muy
vulnerable e influenciable a la opinión de sus amigos, pasando más tiempo con éstos que con su
propia familia.
También es posible que te desagrade la forma en la que comienza a vestirse o peinarse. A veces,
incluso se muestran interesados en tatuajes y piercings. Como veremos más adelante, este
aspecto es muy importante para sentar las bases de su identidad individual.
Todos los cambios que se produzcan en esta etapa se vivirán con una intensidad mucho mayor.
Por ejemplo, un cambio de residencia, una ruptura en una relación de pareja, un conflicto con algún
amigo, etc., pueden provocar una mezcla de sentimientos difusos que el adolescente no sabe
manejar.
Además, el hecho de no tener buenas relaciones en el ámbito escolar –si es víctima de bullying,
por ejemplo-, puede provocar una inadaptación en muchos ámbitos de su vida.
Esta situación se agrava cuando los jóvenes no quieren compartir sus problemas con sus padres ni
amigos, por miedo o vergüenza.
Para evitarlo, y para promover relaciones paterno-filiares sanas, se recomienda que ambos
progenitores se impliquen más en la educación de los hijos. Por otra parte, a veces también sucede
que el adolescente percibe injusticias que se producen en el ámbito familiar.
Por ejemplo, seguro que conoces algún caso de celos entre hermanos, en el que uno de ellos
suele quejarse de los beneficios del otro. En este punto hay que ser especialmente cuidadoso,
puesto que la percepción de desigualdad de un adolescente es un desencadenante claro de
violencia y agresividad.
Toma una actitud equitativa con tus hijos, de forma que los hermanos tengan los mismos derechos
y obligaciones.
Uno de los modelos más interesantes que intenta dar explicación a este fenómeno es el de Albert
Bandura:
Según este autor, las personas que se comportan agresivamente tienen dificultades para ser
empáticos y les falta sensibilidad ante los sentimientos de los demás.
En otras palabras, que los adolescentes tengan acceso a modelos violentos potenciará conductas
agresivas, pero se necesitan otros factores.
Además, es importante para el adolescente que el modelo agresivo sea relevante para él, como un
compañero al que admira o un héroe de ficción.
Por otro lado, el autor también habla de los mecanismos cognitivos que utilizan los jóvenes al usar
la violencia (como deshumanización de las víctimas, autoengaño con respecto a las
consecuencias, etc.).
6 Consejos para tratar la rebeldía en la adolescencia
Ten en cuenta que se trata de una etapa pasajera. Acepta los cambios que se están produciendo
en este periodo. Seguro que tu hijo se ha quejado en más de una ocasión de que nadie le
entiende, o manifiesta abiertamente que es un incomprendido.
Puede que te resulte complicado aceptarlo, pero es posible que tenga parte de razón. Intenta no
centrarte en los castigos que le impones a tu hijo y procura comprender su punto de vista.
Si te muestras abierto/a, si le hablas de tus miedos e inquietudes cuando tenías su edad, te verá
de una forma más cercana, como alguien en quien se puede confiar. Háblale también de tus
amigos, de tus primeras relaciones sentimentales, y no intentes indagar en las suyas –esto sólo lo
distanciaría aún más-.
Coméntale también como era tu relación con tus padres, para que se sienta identificado en tu
experiencia. Fomenta la comunicación familiar durante las comidas, sin encender la televisión ni
otros aparatos electrónicos.
Ya hemos visto algunos de las exigencias que te pueden imponer tus hijos –piercings, tatuajes,
cambios de look, entre otros-. Selecciona algunos ámbitos en los que puedes ser más permisivo/a,
para que no te conviertas en su enemigo.
Por ejemplo, podrías permitirle que escoja la ropa que le gusta o que decore la habitación a su
antojo. De hecho, puedes implicarte aún más si le acompañas a ir de compras y aceptas el estilo
de ropa o música que le guste.
Ser democráticos
Si aprendes a negociar con tu hijo, comprobarás cómo su comportamiento presenta un cambio
positivo.
Utiliza esta técnica de negociación para temas como hora de llegada a casa, viajes, etc. Recuerda
que siempre se puede llegar a puntos medios.
Los adolescentes suelen estar llenos de energía y, a veces, esta es la causa de que se comporten
de forma agresiva. Por tanto, una buena opción es que le propongas que realice algún deporte.
Está comprobado que gritando no se solucionan los conflictos. En vez de eso, sólo conseguiréis
estar más enfadados y agresivos. Explica a tu hijo/a que mientras utilice un tono de voz elevado,
no podrá dialogar contigo.
En la mayoría de las ocasiones, los adolescentes gritan para llamar la atención y tratar de
arrebatarte la autoridad. No entres nunca en ese juego, tú eres un adulto y debes estar por encima
de esas provocaciones.
Te recomendamos que ignores este comportamiento hasta que tu hijo se haya calmado y te hable
como una persona adulta. Poco a poco, irá instaurando esta conducta de diálogo contigo, puesto
que comprobará que no conseguirá nada gritando.
Si esta es la situación de alguno de tus hijos, deberías considerar la posibilidad de que estén
atravesando un periodo de inadaptación psicológica. Implícate en su vida, sin agobiarle, para
indagar un poco más sobre el motivo real de su comportamiento agresivo o desafiante.
Muestra preocupación por las notas y visita a los profesores con frecuencia, para saber qué
comportamiento muestra en el colegio y si sus relaciones sociales son adecuadas. Los síntomas
de problemas mentales pueden pasar desapercibidos, confundiéndose con la crisis típica de la
adolescencia.
Otro de los motivos para estar preocupado/a por tu hijo o hija es que las enfermedades mentales
como depresión pueden estar acompañadas por consumo de sustancias o tentativas de suicidio.
Los padres dejan de verse como seres perfectos y se empiezan a ver sus limitaciones y las
diferencias existentes entre ellos y el adolescente, a pesar de que se sigue siendo dependiente de
ellos. Se produce por lo general cierto alejamiento de la familia y las amistades pasan a focalizar la
El pensamiento también cambia, se desarrollan gran parte de las funciones ejecutivas, tales
Parte de la rebeldía presente en el adolescente tiene un origen biológico (si bien ello no debe servir
mientras que los cambios hormonales que se dan durante el ciclo menstrual (que aparece en la
pubertad) pueden generar con mayor facilidad irritabilidad y cambios en el estado anímico.
2. Pensamiento egocéntrico
contraria a ellas.
La rebeldía también puede ser una búsqueda de autonomía, un intento de que las figuras de
autoridad le reconozcan no como a un niño o con un papel sumiso sino como un agente activo e
independiente. Puede estar pidiendo una reducción de los límites existentes hasta el momento o
Si bien la rebeldía suele verse como algo frustrante o como una respuesta a una autoridad no
reconocida, lo cierto es que el adolescente rebelde también puede en el fondo estar pidiendo que
se le pongan unos límites que indiquen que está bien o que está mal, hasta dónde puede llegar o
También es habitual que no sepan hacia dónde dirigir sus esfuerzos, algo que les puede generar
gran frustración. Asimismo el adolescente tiende a sentirse incomprendido, no siendo para él su
experiencia compartida por otros del mismo modo o con la misma intensidad. La rebeldía también
puede aparecer como respuesta de frustración ante dichas contradicciones y sensaciones.
Por ejemplo, la vivencia de acoso escolar, consumo de tóxicos, abusos de algún tipo o el
Puede ser complicado relacionarse con un adolescente rebelde, pero lo primero que tenemos que
tener en cuenta es que salvo excepciones la rebeldía es en realidad positiva ya que a la larga les
rebeldía no implica que deje de querer a su entorno o que haya dejado de necesitar de su
protección.
Hemos de procurar en primer lugar ser empáticos y entender los profundos cambios que el
muy importante. No se trata de forzarle a hablar si realmente no quiere, sino de hacer ver que se
está dispuesto a escuchar. Compartir la propia experiencia también puede ser de utilidad (todos los
adultos hemos pasado por la adolescencia, al fin y al cabo) a la hora de que puedan tener algún
tipo de modelo de conducta, si bien consejos no pedidos por lo general no suelen ser bien
recibidos.
Y casi más importante que hablar es escuchar, siendo relevante que el menor se sienta
además de que una escucha activa favorece la expresión de miedos y dudas que otro tipo de
actitudes no permitiría. Asimismo debatir y valorar la opinión respecto a diferentes temas puede
Otro aspecto a tener en cuenta es el entorno social en el que el menor se mueve. Como hemos
visto anteriormente las amistades han pasado a ser una de las influencias más importantes,
siendo relevante favorecer (sin obligar) entornos positivos y analizar problemáticas como el acoso
escolar.
También hemos de procurar no ser autoritarios y respetar la libertad y autonomía del adolescente:
en caso de desacuerdo la negociación puede ser una vía óptima de encontrar una postura que
guste a ambas partes. La prohibición o el castigo injustificado solo generarán reactancia y una
posible desobediencia más marcada. Eso sí, que la rebeldía sea hasta cierto punto buena no debe
cruzar ciertos límites: no deben tolerarse faltas de respeto evidentes ni agresiones, y el hecho de
RECOMENDACIONES EN REBELDÍA
Eso significa que, si al principio estos jóvenes no quieren negociar, no debemos forzar la
aparición de pactos, porque los acuerdos a los que podamos llegar van a ser ficticios: sólo
Así pues, ante la negativa de dar los primeros pasos para aceptar un proceso de negociación
postura sea inflexible. Eso significa, simplemente, que le pondremos normas de forma unilateral.
pueda aceptar o rechazar opciones en una negociación, entonces debe seguir reglas. El mensaje
aquí es que avanzar hacia un grado de independencia mayor pasa por asumir pactos de
Es importante que los primeros pasos de la negociación se den no en medio de enfados y rabietas,
sino cuando reina la calma. Esto hará que las condiciones de la otra parte no se interpreten
como ataques o provocaciones, y además ayudará a detectar esos puntos que realmente no se
está dispuesto a aceptar por sus características objetivas y aquellos otros que no se aceptan por lo
No hacer lo que antes se dijo que se haría resulta devastador para las negociaciones con los
adolescente se comporta de una u otra forma, y si no cumplen esa función, no valen para nada.
Así pues, en estos casos hay que hacer lo mismo que se ha dicho en el punto número uno:
no negociar y poner normas unilateralmente. Conviene que la sensación de haber hecho progresos
no nos ciegue ni que veamos esto como una señal de que todas las negociaciones anteriores no
han servido para nada. Al contrario, al comparar la vuelta de las normas unilaterales con los
pactos a los que se llegó en el pasado, la segunda opción resulta más atractiva.
Eso significa que la eficacia de la negociación depende del grado en el que adaptemos nuestras
opciones a las características únicas e individuales de la persona que tenemos enfrente. En el caso
de la negociación con hijos e hijas, los padres y madres pueden llegar a hacer un buen uso sobre
El enfoque está en lo que nosotros podemos hacer, lo que está en nuestra manos, no en quejarnos
de sus actitudes y tratar de modificarlas, lo cual solo trae frustración, pues nadie puede cambiar
En cambio, si yo transformo mis actitudes y me hago más consciente, estoy dando el primer paso.
Aclaro que esto no significa abandonar los límites y las consecuencias que son necesarias y serían
Como padres, debemos ser capaces de desvincular nuestra historia personal de la de nuestro hijo
adolescente, desvinculando lo que es nuestro de lo que es de él, evitando así hacerle cargar con
una mochila de presión añadida. Es vital que logremos comprenderlo tal como es y que nos
responsabilicemos de nuestra propia vida, y dejemos que él recorra su camino. Como padres
tenemos que intentar facilitar que el hijo adolescente desarrolle su vida con independencia y
viviendo sus propias experiencias. Esto hará que aprenda por sí mismo y se adapte mejor al
entorno social. No es preciso, pues, que como padres añadamos ansiedad o miedos a los hijos.
2. Evito compararlo con los demás
Otro punto esencial. Nuestro hijo adolescente tiene derecho a recorrer su camino en la vida de
acuerdo con sus preferencias y sus decisiones propias, y los padres debemos apoyarlo y
respetarlo para que sea capaz de abordar con éxito sus propias experiencias. Poner
etiquetas a sus preferencias personales o compararle con otras personas no solo no le estimula a
mejorar sino que puede suponerle una pesada carga para su autoconcepto. Debemos ser
capaces de hacer un esfuerzo constante por respetar su forma de ser, incluso en el caso que como
padres pensemos que su actitud no es la más adecuada. Por supuesto, esto implica no desear que
nuestro hijo se parezca a otra persona, comparándolo constantemente con aquel compañero de
instituto que saca mejores notas, o cualquier otra reflexión que pueda mermar su autoestima.
Aquí es donde entra nuestra capacidad como padres para mostrarnos flexibles y positivos.
presionemos para que se socialice en base a nuestros estándares ni los del entorno
cercano. Los padres que están constantemente preocupados por si sus hijos "les dejan mal"
convencionalistas de socialización. Demostrar a nuestro hijo que nos importa mucho lo que
piensen de nosotros (a través de su actitud, para más inri) es una forma de transmitirle que
sentimos vergüenza de él. Pelear para que actúe como nosotros queremos que actúe solo
provocará que la relación se desgaste y para que el adolescente no logre adaptarse libremente al
entorno social.
Si nuestro hijo se equivoca, deberá asumir sus consecuencias, aunque eso nos duela y nos
sintamos en el deber de socorrerle. Estaremos siempre ahí para darles el apoyo necesario, pero
los hijos necesitan que les otorguemos el espacio necesario para cometer estos errores que les
van a permitir aprender, tomar conciencia sobre sus responsabilidades en la vida y madurar.
La auto-observación debe ser un pilar fundamental en nuestra reflexión sobre las actitudes y
medidas que tomamos como padres. Debemos intentar ver un poco más allá de lo tangible e
identificar nuestras emociones y sentimientos. De este modo, cuando nos sintamos bloqueados o
utilidad en la interacción con hijos adolescentes, sobre todo para identificar cuando nos ponen a
prueba y mostrar una actitud asertiva y relajada, y por tanto controlar la situación. De este modo
podremos actuar de la manera que pensemos que es más precisa y necesaria, y no desde la
7. Muestra tu humanidad
Las faltas de respeto, por mucho que vengan de niños pequeños, duelen. Es bueno mostrar ese
malestar para que tu hijo o hija afronte también esa parte de las consecuencias que ha tenido su
conducta.
Negociación : Para ello es necesario ofrecer varias soluciones, dejando que ellos sean los que
decidan y adquieran el compromiso, la responsabilidad de cumplir, y mostrarle que confiamos en
que harán lo más correcto.
Los castigos negativos. para que un castigo sea efectivo “tiene que ser cercano al momento en que se
produce la conducta, que el castigado conozca el motivo y que sea consciente de él”, detalla. Esto es
importante ya que, según el experto, aquí es donde más errores se cometen.
“Muchos padres castigan a sus hijos un mes sin móvil pero, tras la insistencia, agresividad o
cariñosidad del menor, el padre cede y el mes se convierte en unos pocos días”, describe. Con esta
actitud lo que aprenden los niños es que “las consecuencias de sus actos no son tan graves y que con
una sonrisa o con un grito pueden arreglarlo todo”.
Morales Salinas recomienda a los padres que se pregunten así mismos por qué sienten ese recelo hacia
los amigos de su hijo y si tienen pruebas para sentirse así. Tras esto, “lo mejor es que, a la hora de
tratar el tema, no impongan frases como no quiero que te juntes con este grupo, sino compartir tus
inquietudes de forma natural y, dependiendo del caso, tratar la situación siempre desde el entendimiento y
la comprensión, intentando respetar lo máximo que se pueda la intimidad”