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CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA:

CAPÍTULO: DE LOS PRINCIPIOS DE LA RAZÓN PRACTICA PURA

Los principios prácticos son proposiciones que contienen una determinación universal de la
voluntad que tiene bajos y área de reglas prácticas. Son subjetivas o máximas cuando la
condición es considerada por el sujeto como válida solamente para su voluntad; objetivos o
leyes prácticas, cuando la condición se reconoce como objetiva, esto es, válida para la
voluntad de todo ser racional.
Las leyes prácticas se refieren exclusivamente a la voluntad prescindiendo de lo que se
cumpla por su causalidad, y es posible hacer abstracción de esta última (como
perteneciente al mundo de los sentidos) para tenerla pura.
Tesis I
Todos los principios prácticos que presuponen un objeto (materia) de la facultad apetitiva
(Realidad apetece) como motivo determinante de la voluntad, son empíricos en su totalidad
y no pueden dar leyes prácticas.
- El apetito (placer o dolor) por ese objeto precede a la regla práctica y es la
condición de convertirla en principio, este principio es empírico en todo momento.
- Un principio que sólo se funda en la condición subjetiva de la receptividad de un
placer o dolor, puede servir sin duda de máxima para el sujeto que la posee, pero no
de ley para esta misma (porque carece de necesidad objetiva que deba reconocerse
a priori); por lo tanto, ese principio no puede dar nunca una ley práctica.
Tesis II
Todos los principios prácticos materiales como tales son, sin excepción, de la misma clase y
deben figurar bajo el principio universal del amor a sí mismo o de la propia felicidad.
- Sólo es práctico en la medida en que la sensación de agrado que el sujeto espera de
la realidad del objeto, determina a la facultad apetitiva
- Todos los principios materiales que ponen el principio determinante del arbitrio en el
placer o dolor de sentir la realidad de un objeto, son todos de la misma clase dado
que todos ellos pertenecen al principio del amor a sí mismo o de la propia felicidad.
Consecuencia:Todas las reglas prácticas materiales ponen el motivo determinante de la
voluntad en la facultad apetitiva inferior (sentidos), y si no hubiera leyes puramente formales
de ella que determinarán suficientemente la voluntad, tampoco podría concederse una
facultad apetitiva superior (entendimiento).
Observación I:
- Sólo la intensidad, la duración, la facilidad con que adquiera un placer, y la
frecuencia con que se repita, es lo que le importa para decidirse a elegir.
- La razón determina la voluntad en una ley práctica directamente, no por intermedio
de un sentimiento interpuesto de agrado o desagrado, ni siquiera en esta ley, y sólo
el hecho de que pueda ser práctica como razón pura es lo que le permite ser
legislativa.
Observación II:
- Ser feliz, es necesariamente la exigencia de todo ente racional aunque finito y, en
consecuencia, inevitable motivo determinante de su facultad apetitiva. Sin embargo,
la felicidad no es más que el título general de los motivos determinantes subjetivos y
no determina nada específico, a pesar de que es lo único que importa en este
problema práctico, y sin esa determinación no puede resolverse en absoluto.
- en el caso de principios prácticos puramente subjetivos se pone expresamente
como condición que tengan por fundamento condiciones de la voluntad no objetivas
sino subjetivas y, por consiguiente, que en todos los casos puedan presentarse sólo
como meras máximas, pero nunca como leyes prácticas.
Tesis III

Cuando un ente racional pretende pensar sus máximas como leyes universales prácticas,
sólo puede pensarlas como principios que no por la materia sino sólo por la forma contienen
el motivo determinante de la voluntad.
La materia de un principio práctico es el objeto de la voluntad, por lo que está sometido a
una condición empírica, pero sí de una ley se hace abstracción de la materia, lo que queda
es la forma de una legislación moral. Entonces un ente racional no puede pensar en sus
principios subjetivo-prácticos, máximas, al mismo tiempo como leyes universales
Observación: Los motivos determinantes empíricos no sirven para una legislación
extrínseca universal ni tampoco para la intrínseca, pues cada cual pone su sujeto, como
fundamento de la inclinación (lo que prefiero), y en cada sujeto es tan pronto una como la
otra la que prevalece en la influencia. Descubrir una ley que las rija todas ellas bajo esta
condición, a saber: con concordancia omnilateral, es absolutamente imposible.
Problema I: Suponiendo que solo la mera forma legislativa de las máximas sea suficiente
motivo de determinación de una voluntad: el problema es hallar la índole de aquella
voluntad que sólo así es determinable.
Como la mera forma de la ley sólo puede ser representada por la razón, no es objeto de los
sentidos = no es fenómeno, por lo que es distinta a los hechos de la naturaleza por ley de la
causalidad, es entonces una voluntad independiente de la ley natural, dicha libertad se
llama libertad en la acepción más estricta, o trascendental.
Por lo tanto una voluntad a la cual sólo pueda servir de ley la mera legislativa de la
máxima, es una voluntad libre.
Problema II: Suponiendo que una voluntad sea libre: hallar la ley que únicamente es capaz
de determinarla de modo necesario.
Además de la materia de la ley, no contiene en ella más que su forma legislativa. Por lo
tanto, la forma legislativa, estando contenida en la máxima, es lo único que puede
constituir un motivo determinante de la voluntad
Observación: la moralidad es lo primero que nos descubre el concepto de libertad, y es asi
como la libertad se introduce en la ciencia y con ella la razón práctica. Ejemplo: Gobernante
obliga a persona a dar testimonio falso o sino enfrenta consecuencias graves, sabe que
está mal (legislación universal) pero igual lo haría (máxima)
Ley fundamental de la razón práctica pura
Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como
principio de una legislación universal.
Corolario: La razón pura es de suyo únicamente práctica y da (al hombre) una ley universal
que denominamos ley moral.
Observación: al atender a la voluntad pura, dicha acción se considera a sí misma práctica
a priori.
La ley moral es un imperativo de orden categórico porque la ley es absoluta, pues se
necesita una imposición moral como resistencia a la razón práctica, que pueda calificarse
de intrínseca pero intelectual.
Es la virtud, lo más elevado que pueda lograr la razón práctica finita que, a su vez, por lo
menos como facultad adquirida naturalmente, nunca puede ser perfecta porque en ese caso
la seguridad nunca llega a ser apodíctica y es muy peligrosa como convicción.
Tesis IV
La autonomía de la voluntad es el único principio de todas las leyes morales y de los
deberes que les convienen; por el contrario, toda heteronomía del arbitrio, no sólo no funda
obligación alguna, sino que más bien es contraria a su principio y a la moralidad de la
voluntad.
Cuando la materia del querer ( el objeto de un apetito unido a la ley) se involucra con la ley
práctica como condición de su posibilidad, resulta de ahí heteronomía del arbitrio, o sea
dependencia respecto de la ley natural a seguir algún impulso o inclinación, y la voluntad no
se da a sí misma, sino sólo el precepto para la observancia racional de leyes patológicas;
en cambio, la máxima que de esta suerte nunca puede contener en sí la forma universal-
legislativa, no sólo no crea de esta suerte obligación alguna, sino que ella misma es
contraria al principio de una moral práctica pura y, en consecuencia, también a su intención
moral, aunque sea legal la acción que de ahí resulte(Básicamente que si se mezclan las
dos, se joden porque le quitan lo importante a la otra).
Observación I: la mera forma de una ley, que limita la materia, tiene que ser al mismo
tiempo un fundamento para incorporar esa materia a la voluntad, pero no para suponerla.
Observación II: Las fronteras entre el amor a sí mismo y la moralidad están trazadas con
tal claridad que aun la vista más común no puede menos que percibir la diferencia de si algo
pertenece al uno o a la otra.
El imperativo categórico de la moralidad es cosa que en cualquier momento está al alcance
de todos, mientras que sólo raras veces ocurre así con los preceptos empírico-
condicionados de la felicidad, y dista mucho de ser posible para todos, aun respecto de un
solo propósito. La causa es que en el primero importa sólo la máxima, que debe ser
auténtica y pura, mientras que en los segundos entran también en juego las energías y aun
el poder físico para convertir en real un objeto anhelado.
En la idea de razón práctica hay algo más que acompaña la infracción de una ley moral: su
punibilidad, que debe estar justificada, es decir que quien hace un ma es quien la reciba, y
que este mal sirva para encaminar a la persona
LOS MOTIVOS DETERMINANTES PRÁCTICOS MATERIALES EN EL PRINCIPIO DE
MORALIDAD SON
Subjetivos
Extrínsecos: -de la constitución civil (según Mandeville) -de la educación (según Montaigne)
Intrínsecos: -del sentimiento físico ( Epicuro) -del sentimiento moral (según Hutcheson)
Objetivos
Extrínsecos: -de la voluntad de Dios (según Crusius y otros moralistas teológicos)
Intrínsecos: -de la perfección (según Wolff y los estoicos)

La perfección, como cualidad del hombre, en consecuencia intrínseca, no es otra cosa que
el talento y lo que lo fortalece o completa: la habilidad. La perfección suprema en la
sustancia, o sea Dios, en consecuencia la extrínseca (considerada en el aspecto práctico),
es la suficiencia de ese ente para todos los fines sin excepción.
DE LA DEDUCCIÓN DE LOS PRINCIPIOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA
Esta analítica expone que la razón pura puede ser práctica.
La ley moral, aunque no nos dé perspectiva alguna, por lo menos nos proporciona un hecho
inexplicable a base de todos los datos del mundo sensible y de toda la extensión de nuestro
uso teórico de la razón, hecho que apunta a un mundo del entendimiento puro, y más aún:
lo determina positivamente y nos hace conocer algo de él, a saber, una ley.
La realidad objetiva de la ley moral no puede demostrarse por medio de ninguna deducción,
por medio de ningún esfuerzo de la razón teórica, especulativa o empíricamente apoyada, y,
en consecuencia, aunque se quisiera renunciar a la certidumbre apodíctica, no podría
confirmarse por la experiencia, o sea a posteriori, y sin embargo consta por sí misma. el
principio de la libertad de la cual la ley moral, demuestra no sólo la posibilidad sino la
realidad en entes que reconocen esta ley como obligatoria para ellos. La ley moral es en
realidad una ley de causalidad mediante libertad y de ahí la posibilidad de una naturaleza
suprasensible, así como la ley metafísica de los acaecimientos del mundo de los sentidos
era una ley de la causalidad de la naturaleza sensible, y en consecuencia aquella determina
lo que la filosofía especulativa debía dejar indeterminado, a saber, la ley para una
causalidad cuyo concepto en la última era sólo negativo, y es la que por vez primera
proporciona realidad objetiva a este concepto.

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