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Objetivo:
Conocimiento Popular
Los proyectos de educación tecnológica difunden el modelo pedagógico de enseñanza-
aprendizaje como un proceso de transmisión de un contenido científico o de cualquier otro
tipo. Esta transmisión se entiende mediada por la relación maestro-alumno en el proceso.
La imposición acrítica de los modelos tecnológicos en educación en nuestro país ha
impedido los procesos de reflexión al interior del discurso pedagógico. Esto ha tenido
como consecuencia el menosprecio en el sentido del término pedagogía, limitando su
significado a denotaciones inmediatas referidas sólo a las prácticas instrumentalizadas de
los docentes, perdiendo este término toda connotación de los procesos históricos, a lo
largo de los cuales se construye el fundamento teórico que interactúa con esta práctica
social, y sobre todo el enfoque humanista e integrador de la educación.
Una Competencia de la Educación debe tener como objetivo no sólo preparar docentes
formados metodológicamente, con énfasis en la instrumentación didáctica; para los
contenidos que se vayan a transmitir, sino también profesionales que analicen y
cuestionen su mundo, que lo piensen a cada instante, que vivan cuestionándolo siempre.
Y precisamente, dicho cuestionamiento en el campo educativo, debe incluir, tópicos tales
como:
MONOLOGO Y DIALOGO
El diálogo, en la mayoría de los mundos clásicos, fue el comunicar, conversar, discutir,
preguntar y responder entre personas relacionadas por el común interés del conocimiento.
La comunicación de las ideas a través del diálogo tiene en Sócrates y en Platón dos de
sus antecedentes más significativos. Platón, con fidelidad al método socrático, conservó
en casi todos sus textos la forma del diálogo, en oposición al sumario o al discurso escrito
“por cuanto no responden a quien los interroga ni eligen a sus interlocutores” (Platón,
1997), y el propósito del diálogo, heredado a las ciencias contemporáneas siguió siendo el
preguntar y responder. En “Teétetes o de la sabiduría”, Platón nos señala la relación
fundamental entre diálogo y pensamiento, cuando afirma que “El acto de pensar me
parece que, efectivamente, no es sino un diálogo que el alma sostiene consigo misma,
interrogando y respondiendo, afirmando y negando” (Platón, 1988). El principio del diálogo
ha implicado la pluralidad de las creencias y los valores que, más allá de la aceptación de
la existencia de los otros puntos de vista, se expresa como respeto, reconocimiento de su
legitimidad y como interés en comprender sus razones (Argueta, 2009)2.
Dennis Tedlock, uno de los ponentes principales de la antropología dialógica, plantea que
no es suficiente centrarse en el trabajo antropológico. El usa el término “dialogo”
ampliamente, en el sentido griego de sus raíces, en el que se trata del discurso entre
todos los presentes en la producción de los datos y la construcción de las
interpretaciones, y en que “día “ significa “trans” o “a través de” y no implica solamente
dos voces. En vez de centrarse en los momentos originales del trabajo de campo, entre
dos o entre varios. Tedloc insiste en extender en el enfoque dialógico a toda la etapa del
análisis de los datos antropológicos e incluso las etapas de preparaciones para la
publicación de resultados, para realmente expresar la polifonía de “heter oglosia” y
multivocalidad (en los términos de Bajtín de estas situaciones reales de campo.
Entonces, ¿Cuáles son las motivaciones para cambiar los monólogos etnográficos
anteriores en diálogos?, y ¿Cómo SE DEBE PROCEDER? En un ensayo conjunto con
Bruce Mannhwim, Tedloc 1995) que trata de los orígenes dialógicos de la cultura, ambos
autores rechazan el “monologo” como algo inexistente en el mundo real o, en el mejor de
los casos, algo “patológico”, centrado en las relaciones existentes de poder (por ejemplo,
de un dictador militar o teocrático, o un Dios poderoso). Aun en los casos conocidos del
“monologo”, por ejemplo, en las ponencias magistrales académicas, ellos demuestran que
el contenido del discurso en efecto cita muchas voces, en la genealogía académica de la
fuente de las ideas, Asimismo, en un monologo en el teatro, este es en efecto un dialogo
en el que un orador tiene mas bien interlocutores que están ausentes o son imaginarios.
Aun en los casos en los que “uno habla consigo mismo”, esto toma la forma de un
dialogo.
Desde esta perspectiva, Tedlock critica a la etnografía tradicional por su incapacidad de
expresar las otras voces de las situaciones originales del trabajo de campo. La pregunta
¿Dónde están los indígenas” ?, y responde “Solo en algunas citas” de estas etnografías
en las que en realidad hay mas citas de otros antropólogos que de los indígenas de
estudio, Llega a la conclusión de que la etnografía tradicional es más bien” el dialogo
interno del antropológico” y cita el trabajo clásico de Claude Levi- Straus, Tristes
Trapiques(1995), en el que “ningún indio brasileño pronuncia jamás una sola frase
completa”(Tedloc 1991:276)
Pero Tedlock y Mannheim van más allá de estas críticas, intra- disciplinaria, para
examinar la política trans- disciplinaria de la división de trabajo académico predominante,
especialmente en el la división entre antropólogos y lingüistas que han incidido en el
estado actual de la cuestión, Allí, los antropólogos tienden a “escribir sobre los
significados” sin considerar los textos, en tanto que los lingüistas “escriben sobre los
textos” sin considerar su contexto socio-cultural con pocas excepciones. En este sentido,
los antropólogos prestan atención a la extracción de datos sin, respetar la “textualidad de
su enunciación, en tanto que los lingüistas buscan imponer criterios normativos sobre el
habla cotidiana de las localidades mediante gramáticas formales, en vez de entender la
“pragmática lingüística” de las enunciaciones.
Ellos sostienen que ambos enfoques convencionales forman parte de la misma tendencia
política oficialista del Norte de las relaciones de poder a nivel mundial: de controlar el
pensamiento salvaje mediante las lenguas nativas, que es el trabajo de los lingüistas, o de
exagerar además naturalizar las diferencias entre grupos humanos, que es lo que hacen
los antropólogos.
Ante este contexto mundial de desigualdades de las relaciones de poder, no es instancia,
la etnografía muchas veces encarna la “fenomenología de la asimetría y de la alteralidad .
Entonces, cualquier intento de llevar adelante un “diálogo intercultural falso” en el contexto
etnográfico tiende a expresar (o deliberadamente pasar por alto) la asimetría en las
relaciones de poder entre el etnográfico como “bisagra” entre las instituciones al servicio
del Estado (sea la universalidad o una ONG o incluso el PIEB) y las comunidades del
estudio