Está en la página 1de 12

Universidad

Tecnológica
de Santiago
(UTESA)
Presentación
Nombre: Enrique Rafael
Matricula: 1-18-6329
Asignatura: Historia Social Dominicana
Sección: SOC-420-026
Profesor: Francia Tiburcio
Tema: La Recuperación del siglo XVII
Fecha de Entrega: 03 de Noviembre de
2020
Historia Social Dominicana

División insular del trabajo: En los albores del siglo XVI la


mixtificación racial entre españoles, aborígenes y negros, que se produjo a
lo largo del territorio insular, dio lugar al surgimiento de una nueva
expresión étnica: el criollo o mestizo, que fue el antecedente más remoto de
lo dominicano. La isla de Santo Domingo fue posesión de España durante
los siglos XVI y mitad del XVII y, por consecuencia, propiedad natural y
exclusiva de los criollos oriundos del territorio insular, quienes desde los
inicios del siglo XVII comenzaron a ser identificados con el gentilicio
dominicano. Se recordará que debido a la imposibilidad de las autoridades
españolenses, con asiento en Santo Domingo, de controlar el comercio
intérlope que desde hacía años se desarrollaba en la llamada Banda Norte
de la isla, la corona española ordenó la despoblación de los siguientes
pueblos y villas: Monte Cristi, Puerto Plata, Bayajá y La Yaguana. La
severa disposición, aplicada con rigor draconiano por Antonio Osorio,
buscaba impedir que continuara desarrollándose el contrabando que
sostenían los habitantes de la banda norte con piratas y filibusteros
franceses, ingleses, holandeses y portugueses que surcaban los mares de las
Antillas y acudían a la costa norte y occidental de la isla, principalmente en
busca de cueros, situación que generó un comercio muy lucrativo tanto
para los habitantes de la banda norte como para algunos comerciantes
establecidos en la villa de Santo Domingo y zonas circundantes.

Factores para una recuperación lenta: En el siglo XVII el


descenso de la población (4.825 habitantes en 1648) supone un dramático
problema para la ciudad. Esta pérdida de población es consecuencia de la
progresiva desaparición de los obrajes de lana, de la pésima situación del
campo circundante, de la expulsión de los moriscos en 1610, de las
periódicas epidemias, del aumento de la presión fiscal y de la marcha de la
nobleza, con su séquito, a la corte de Madrid. La intensa actividad
industrial desarrollada en los arrabales durante la centuria anterior,
comienza a declinar e incluso a desaparecer; es el caso de las tenerías
situadas en el entorno del atrio de la ermita de San Segundo.
En el siglo XVIII la ciudad está hundida económica y socialmente,
caracterizándose por un progresivo proceso de ruralización derivado de la
continuada pérdida de población. En el aspecto artesanal y comercial, la
ciudad toca sus más bajos índices, siendo la economía en estos momentos
de tipo agrario y ganadero. A finales de siglo únicamente destaca, dentro de
la política seguida por Carlos III, la creación de la Real Fábrica de
Algodón, y, en lo concerniente a la cultura, la época de esplendor
intelectual que, hacia 1763.
Al iniciarse el siglo XIX la crisis era total: crisis en las fábricas y en las
rentas del municipio, crisis del trabajo en las industrias textiles, y crisis
moral en la ciudad. La población, con 1.234 vecinos, había llegado a la cota
demográfica más baja de su historia.

Expansión demográfica: Durante el siglo XVIII, y especialmente en


su segunda mitad, se produjo un notable incremento de la población
europea. Aun cuando por la imposibilidad de conocer los totales exactos de
población, las cifras que se manejan no son sino indicadores de magnitud y
tendencias y pueden variar de unos autores a otros, las estimaciones de J.
N. Biraben muestran una Europa (Rusia excluida) que pasaría de 95
millones de habitantes, aproximadamente, en 1700, a 111 en 1750 y a 146
en 1800: Se trata, pues, de un crecimiento de más del 50 por 100 en el
siglo, que equivale a un ritmo anual del 0,43 por 100. Y si nos fijamos sólo
en la segunda mitad, el crecimiento es de casi un tercio (tasa anual: 0,55
por 100). Era el mayor incremento demográfico conocido hasta entonces y
cerraba la época del crecimiento discontinuo, en que cada etapa de
expansión era seguida por otra de estancamiento o descenso -con lo que
aquéllas no dejaban de ser simples recuperaciones-, inaugurando la del
crecimiento sostenido, que persiste en la actualidad. Los historiadores, al
referirse a ello, hablaban todavía no hace muchos años de la revolución
demográfica iniciada en el siglo XVIII. La reciente multiplicación de los
estudios de demografía histórica, sin embargo, no ha permitido apuntalar
dicha interpretación. Por el contrario, hoy se subraya más la modestia del
crecimiento de la población durante el Setecientos comparado con el que
tendrá lugar en el siglo siguiente y, sobre todo, la esencial permanencia del
denominado régimen demográfico antiguo. Las modificaciones producidas
en el XVIII, valoradas en su justa medida, no aparecen sino como los
tímidos comienzos de la transición al régimen demográfico moderno -o,
simplemente, transición demográfica-, realizada en un proceso lento,
complejo y diverso, según los países, y que no se afianzará definitivamente
hasta muy avanzado el siglo XIX. Parece cierto que la población crecía no
sólo en Europa. La búsqueda de una explicación de conjunto no se ha
mostrado, sin embargo y por el momento, muy fecunda: únicamente el
posible debilitamiento de las epidemias en general, quizá por desconocidos
procesos biológicos, o bien modificaciones climáticas, que influirían en
la mejora general de las cosechas, podrían afectar a todo el globo. Dadas
las actuales dificultades para avanzar más por este camino, limitaremos
nuestra exposición al caso europeo, mejor conocido, y donde, por otra
parte, encontraremos diversidad de situaciones fruto de la conjunción de
factores no siempre idénticos. Porque, si bien el crecimiento de la
población europea fue prácticamente general, la diversidad entre los
distintos países J.-P. Poussou habla de crecimientos más que de
crecimiento-, incluso entre las regiones de un mismo país, como
corresponde a una realidad socio-económica aún muy fragmentada, fue
grande, y, aunque un tanto artificiosamente, podríamos señalar tres grandes
grupos.

Canarios y africanos: Los canarios son los habitantes


del archipiélago canario. Las islas Canarias forman actualmente una de
las comunidades autónomas de España y se encuentran junto a la costa
del África occidental. La variedad dialectal del idioma español hablado en
las islas es el habla canaria.
Históricamente Canarias ha ejercido de puente entre España y América.
Grandes grupos de canarios emigraron y se establecieron desde el siglo XV
por todo el Nuevo Mundo, principalmente en Cuba, Puerto
Rico, Colombia, Venezuela, Panamá, República Dominicana y Uruguay.
De esta manera canarios serán los fundadores de ciudades
como Matanzas, Bayamón, Mayagüez, Sabana de la Mar, San Fernando de
Montecristi, Baní, Montevideo, San Antonio.
En América Latina, al menos en los países que tuvieron grandes
poblaciones de canarios, el término isleño todavía se utiliza para distinguir
a estos de alguien de la España peninsular. En el siglo XVIII se afirmaba
que eran muchos más los canarios que habitaban en las Américas que en las
propias islas. América fue el destino básico de la mayoría de los
inmigrantes canarios, desde el primer viaje de Colón en 1492 hasta el
siglo XX, cuando se combinó, aunque en menor medida, con las otras
colonias españolas en África (Ifni, Sáhara Occidental y Guinea Ecuatorial),
durante la primera mitad del siglo XX, y Europa, desde los años setenta, a
pesar de los nuevos focos, seguirá siendo América la principal receptora de
emigración canaria, hecho que no terminará hasta principios de los años
ochenta.
La cultura de Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Panamá, República
Dominicana y Uruguay deriva en parte de la cultura canaria, como los
acentos de estos seis primeros países.
Aunque la mayoría de los canarios que emigraron a las Américas desde el
siglo XVI hasta el siglo XX se mezclaron bien con la población restante,
todavía quedan algunas comunidades que preservan la cultura de sus
antepasados en algunas zonas del continente, como en Luisiana, San
Antonio de Texas, Hatillo (Puerto Rico), San Carlos de Tenerife (en Santo
Domingo, República Dominicana) y San Borondón en el Perú.

La Compañía de Barcelona: La Real Compañía de Comercio de


Barcelona a Indias conocida como la Compañía de Barcelona fue una
sociedad mercantil fletada por la Corona de España y que operó de 1755 a
1785. Disfrutó de monopolio comercial con las islas caribeñas de Puerto
Rico, Santo Domingo y Margarita. La compañía ofreció marco jurídico y
capital para facilitar a los comerciantes catalanes sortear las restricciones
del monopolio de Cádiz en el comercio con las Indias, facilitó contactos
que permitieron el florecimiento del libre comercio entre Cataluña y las
Américas tras la liquidación de la compañía, y contribuyó al desarrollo de
la industria textil que constituiría la base de la industrialización de
Cataluña.
Desde 1503, bajo la dinastía de los Austrias, el comercio con América se
realizaba desde el puerto de Sevilla (y, tras 1717, desde Cádiz) en
condiciones de monopolio que impedían a otras ciudades, Barcelona
incluida, comerciar con las Américas, o las Indias, como entonces se las
llamaba.
A finales del siglo XVII los productos catalanes llegaban a las Indias a
través del puerto de Cádiz. La situación fue gradualmente cambiando y a
mediados de la década de 1740 había ya barcos que salían a cruzar el
Atlántico completamente equipados desde Barcelona.
La Compañía de Barcelona fue una de un pequeño número de sociedades
mercantiles que la dinastía Borbón fletó en el siglo XVIII, parte de
ese reformismo borbónico que tenía como fin de modernizar el comercio
español con las Américas para integrar las economías en la periferia del
imperio americano y reducir la piratería y el contrabando que ingleses y
franceses practicaban al este del Caribe.

Estancamiento del tabaco: Los estancos del tabaco en las colonias de


España se establecieron ya iniciado el siglo XVIII. En el caso de la Nueva
España, el establecimiento del estanco se formalizó mediante una Real
cédula fechada el 13 de agosto de 1764 y luego se envió al primer visitador
de tabacos Francisco de Armona, quien murió en la travesía. Fue hasta en
enero de 1765 que se estableció en Nueva España el estanco del tabaco con
la llegada del visitador José Gálvez, quien arribó a ejecutar la real orden y
recoger todo el tabaco existente, para proceder a organizar formalmente el
monopolio real sobre el cultivo, procesamiento y comercialización de la
planta y su hoja. Previo al establecimiento del estanco, se habían realizado
propuestas para estancar el tabaco por parte de las autoridades o
particulares, pero debido los intereses no se concretó nada. En 1748 se
llevó a cabo un sondeo para estimar el valor del comercio de tabaco el cual
resultó en 12 millones de pesos. La mitad de lo estimado se concentraba en
la Ciudad de México y sus alrededores.
En un inicio, el virrey Revillagigedo se oponía a la idea del estanco del
tabaco. Una vez coronado Carlos III, el ministro Arriaga mandó al
virrey Joaquín de Montserrat y Cruïlles la orden de establecer el estanco en
1761, pero no fue posible tal orden debido a la guerra entre España e
Inglaterra, y por la toma de La Habana y Manila en 1762 por parte de los
ingleses.

Surgimiento de la plantación de azúcar: El período comienza y se


caracteriza en general por la fundación de grandes exportaciones agrícolas,
principalmente ingenios azucareros.
La industria azucarera, a pesar de su alta tecnología y productividad, no
acarreó desarrollo económico pues el crecimiento que conllevaba era frágil
y circunstancial. Su función era, como la de toda la economía colonial,
llenar los requerimientos del incipiente mercado capitalista europeo.
La génesis de la industria azucarera en la isla de Santo Domingo está
vinculada al agotamiento del oro, base económica de la isla y a la extinción
de la raza aborigen, mano de obra del coto minero a través de las
encomiendas.
Desde 1515 la economía del oro estaba en crisis y se planteaba la necesidad
de que se fomentara el cultivo de diversos frutos, así como que se trajesen
campesinos de España. Se asume que el desarrollo de la agricultura en esa
época debió de ser lenta por varias causas:
 En 1519 hubo una terrible epidemia de viruelas, lo cual produjo que
la población aborigen de la isla se redujera a menos de cuatro (4) mil
nativos, por lo que no existía mano de obra agrícola en el número
requerido.
 Los Españoles Conquistadores, no habían organizado una estructura en
la isla, sobre la base de una empresa estable de producción, por tanto
desde esa época empezaron a emigrar hacia las otras islas recién
conquistadas. Sólo permanecían en la isla los representantes de
la burocracia colonial, los que tenían alguna actividad provechosa y los
que no tenían dinero ni medios para emigrar.
 Las pesadas labores de los ingenios requerían de una fuerza muscular
que tuviera un mayor rendimiento que la de los indígenas, aparte de que
el número de estos últimos había menguado en extremo. De ahí que
desde 1518, por autorización expresa del Rey Carlos I, comenzaran a
otorgarse licencias o "asientos" para traer a América (y a La Española)
negros bozales, los cuales, a diferencia de los ladinos, eran empleados en
labores intensivas de producción. Africanos ladinos, es decir,
occidentalizados en Europa e integrantes del séquito de servidores de
nobles españoles, habían pisado tierra americana poco antes de 1501.
Para disminuir las posibilidades de sublevación, los propietarios de
ingenios preferían importar esclavos africanos procedentes de diferentes
etnias. Los grupos predominantes eran los Zape, Mandinga, Congo,
Mondongo, Biáfara, Carabalí y los de lengua Gelofe.

Expansión de la colonia Francesa: La primera colonia permanente


fue Port Royal, que se fundó en lo que hoy es Nueva Escocia, Canadá, en
1605. El dominio francés fue asentándose a lo largo del siglo XVII por el
río San Lorenzo gracias a los asentamientos y al comercio con los nativos
norteamericanos.

Pero lo cierto es que el colonialismo americano no despertaba pasiones en


la corte francesa, más centrada en aumentar las conquistas y la influencia
en Europa. Desde luego, Francia no tuvo el interés que sí tuvo la Corona
hispánica en el conjunto del continente americano.

Pero esta relativa falta de interés por parte de Francia no impidió que, a lo
largo del siglo XVIII, se fundara la colonia de Luisiana. Se conectaron, así,
las posesiones del río Misisipi con las del San Lorenzo a través de una
extensa red de fortificaciones.

Pero en el siglo XVII no solo se aumentó el territorio en Norteamérica,


también se colonizaron otras zonas de Sudamérica y el Caribe: la Guayana
francesa, Guadalupe, Martinica, Haití y Santa Lucía.

Con una economía esclavista, estos pequeños territorios eran más rentables
que todos los que poseía en el norte.
Contraste entre las dos colonias: Las dos colonias existentes en la
isla de santo domingo se diferenciaron notablemente, partiendo del hecho
de que en Saint Domingue se implanto una economía de plantación,
mientras que en la española se fundamentó en la ganadería.
SAINT DOMINGUE
a) Poca tierra y aprovechamiento de ella.
b) Economía de plantación.
c) Gran población.
d) Existencia de una estratificación social.
e) Idioma: francés, los blancos, mientras que los negros platicaban creole.
f) Religión: protestante los blancos, vudú los negros.
g) Costumbres: francesa los blancos y los negros practicaban la africana.
El comercio que se practicó provoco, a finales de diciembre de 1720 y
principios de enero de 1721, la denominada rebelión de los capitanes, que
se debió a las pretensiones del gobernador español Fernando Constanza y
Ramírez de impedir el paso de ganador por Dajabón sin permiso suyo.
LA ESPAÑOLA
• Abundancia de tierra y mal; utilización de ella.
• Economía ganadera.
• Poca población.
• No existía de estratificación social.
• Idioma español.
• Religión: católica.
• Costumbres: Españolas
La diferencia entre ambas colonias, como pueden apreciarse en el cuadro,
fueron notables, principalmente en lo económico, ya que mientras Saint
Domingue se convertía en la posesión más rica del mundo, la española se
encontraba al borde de desaparecer en la primera mitad del siglo XVIII
debido al criticó estado de pobreza en que vivía.
Los holandeses y dinamarqueses resultaron de los más beneficiados con
esta apertura comercial al hacer gran uso del permiso otorgado.
Un hecho internacional que contribuyo a la dinamización de las actividades
comerciales fue la guerra de Inglaterra y España en 1740. Al puerto de
Santo Domingo, como consecuencia de esta situación, entraron unas series
de productos, entre ellos:
•Trigo
•Harina
•Vino
•Aceite

El hato ganadero: El hato ganadero resume lo fundamental de la


estructura económica y social de Santo Domingo en el siglo XVIII. Los
hatos eran las células sociales fundamentales de base, que generaban la
mayor parte de la renta nacional de la colonia y agrupaban un sector muy
elevado de su población. La dinámica social del hato era la que
condicionaba el funcionamiento del conjunto de la sociedad colonial. Las
relaciones de producción esclavistas-feudales del hato eran las que definían
el modelo global del modo de producción colonial en el siglo XVIII.
El hato ganadero típico del siglo XVIII era una unidad social basada en la
combinación del trabajo de los propietarios libres con el de los trabajadores
esclavos, que era el fundamental, pero que tomaba rasgos feudales y
patriarcales. Esto quiere decir que los esclavos no eran sometidos a un trato
cruel, que tenían tiempo libre para dedicarse a labores para su
provecho personal del pago de una renta al amo, que tenían en gran medida
con las familias los y que tenían posibilidad de libertad después de haber
acumula tras largos años de trabajo, hechos, el trabajo de libres y esclavos
hatos no se diferenciaba demasiado por supuesto los beneficios iban n su
gran mayoría a manos.

La dinámica de la riqueza ganadera: Gracias a la mediocridad del


hato en el siglo XVIII se produjo un incremento en las riquezas ganaderas
que se reflejó en el incremento de hatos. Esto dependía de lugares
asociados al mercado: el contrabando costero, el comercio fronterizo
también otros factores como son: la intensidad del uso del suelo. El
crecimiento de la riqueza pecuaria tuvo varios componentes entre los
cuales podemos señalar: el aprovechamiento mayor del espacio y la
elevación del número de reses por hato. En 1770 se contaron 200,000 reses
vacunas, esto aumento gracias al pago de los diezmos. Una quinta parte de
las riquezas existentes se utilizaba para ventas.

El hato ganadero típico del siglo XVIII era una unidad social basada en la
combinación del trabajo de los propietarios libres con el de los trabajadores
esclavos, que era el fundamental, pero que tomaba rasgos feudales y
patriarcales. Esto quiere decir que los esclavos no eran sometidos a un trato
cruel, que tenían tiempo libre para dedicarse a labores para su provecho
personal del pago de una renta al amo, que tenían en gran medida con las
familias los y que tenían posibilidad de libertad después de haber acumula
tras largos años de trabajo, hechos, el trabajo de libres y esclavos hatos no
se diferenciaba demasiado por supuesto los beneficios iban en su gran
mayoría a manos.

El conglomerado de los negros libertos: Un liberto era


un esclavo liberado que se encontraba ligado a su antiguo amo, al que
llamaba patronus, por un respeto casi filial. Alcanzaban la libertad por
medio de la manumisión, esto es, la emancipación legal. A pesar de ser
considerados inferiores a los ciudadanos nacidos libres, llegaron a tener una
gran importancia en la sociedad romana. La manumisión se puede definir
como un acto de disposición voluntaria a través del cual el dueño da las
libertas al esclavo. Aunque un liberto nunca podría ser legalmente como
un ingenuus (ciudadano romano nacido libre y que nunca ha caído en la
esclavitud), la manumisión le permitía alcanzar cierta importancia en la
sociedad romana. El estatus que obtenía dependía del de su amo, y se
podía convertir en peregrino, ciudadano latino o ciudadano romano. Los
esclavos que tenían hablilidades especiales y aptitudes intelectuales, oficios
relativos a las finanzas o a la producción de manufacturas tenían más
posibilidades de ser manumitidos por sus amos.

Los terrenos comuneros: Fue especie de derecho consuetudinario,


repetido a través de los años y las décadas, para llegar a ser una forma fija y
estable de propiedad territorial, característica de las Antillas Españolas en
los siglos XVII a XIX. Los terrenos comuneros llegaron a tener las
peculiaridades siguientes: La parte llana, o sea las llamadas sabanas que
eran pastizales con sus ríos, lagunas, trochas y trillos, formaban la parte
más importante del Hato, que con las subsiguientes subdivisiones. Estas
sabanas se repartían físicamente en herencia entre los hijos y luego los
nietos. Pero los montes, las extensiones boscosas, donde el ganado se
escapaba y era montaraz, donde abundaba la madera y donde se escondían
los puercos cimarrones y los caballos y reses horras que es como se les
llamó, no se subdividían, sino que continuaban comunes a todos los
herederos, y en ellas los condueños, hijos, nietos, etc. podían penetrar a
tumbar madera, hacer carbón vegetal, capturar las reses y cazar los
cimarrones. Este principio no fue invento local, sino que viene de
costumbres y leyes ancestrales en Castilla medieval, de que los montes, así
como los ejidos en los alrededores de los munic1p1os, se destinaban al uso
común de los habitantes de las villas y aldeas vecinas. Para América este
principio se hizo ley, y vemos que tan temprano como el año 1541, una
Real Provisión del Emperador Carlos V y I de España dispuso que los
pastos, montes y aguas fueren comunes. De ello surge una peculiar división
jurídica inmobiliaria. Un conjunto de tierra, un Hato, copropiedad de
muchos, pero con ocupación en forma individual, pero teniendo partes en
que son de propiedad común a todos y para el uso gratuito de todos. Nos
surge la idea de un sistema moderno y actual de la copropiedad.

La Propiedad Campesina: Es innegable que en aquella época todo


Occidente conoció la pequeña propiedad campesina. A pesar de la fuerte
tendencia hacia la concentración de la propiedad en el Bajo Imperio, en
todos los países del Occidente mediterráneo debieron continuar
manteniéndose numerosos pequeños y medianos campesinos libres,
quienes a menudo, agrupados en comunidades aldeanas con usos
comunitarios, vivían en vici, donde las pequeñas propiedades colindaban a
veces con porciones de los grandes patrimonios. Las grandes invasiones de
los siglos V y VI tuvieron efectos contradictorios para el mantenimiento de
tales tipos de pequeña y mediana propiedad. Si, por un lado, los
asentamientos de los invasores, con los consiguientes repartos de tierra,
pudieron reforzar la pequeña y mediana propiedad, por otro, como señala
Salviano de Marsella, al socaire de las invasiones del siglo V en la Galia e
Hispania, muchos pequeños propietarios campesinos perdieron sus tierras y
se convirtieron en colonos en el marco de la gran propiedad. Así pues la
instauración de los nuevos Estados no debió cambiar mucho la situación,
aunque produjo diferencias regionales importantes.
En la España visigoda la disminución de la pequeña propiedad campesina
fue un acontecimiento esencial en los siglos VI y VII. El mantenimiento de
una pesada maquinaria fiscal, heredada del Bajo Imperio, y el fuerte control
del Estado, ejercido por la aristocracia fundiaria, provocaron el
endeudamiento y empobrecimiento final de muchos pequeños campesinos;
quienes al final se vieron obligados a malvender, o aun entregar sus tierras
a un poderoso vecino y entrar, en el mejor de los casos, en una relación de
dependencia personal -bajo la fórmula tardorromana del patrocinium- y
recibir sus antiguas tierras en concesión condicional (iure precario), con la
obligación de pagar una serie de rentas.

También podría gustarte