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Foro de discusión del 16-06 al 28 /06

Desde la perspectiva del bien, deber y poder ¿Cómo esta trilogía disminuye el riesgo de acciones
corruptas?

En esta primera intervención considero importante definir cada uno de los conceptos involucrados
en la interrogante.

Etimológicamente la palabra corrupción proviene del latín “corruptio” vocablo que indica algún
tipo de alteración la cual se interpreta como algo negativo y se interpreta como lo opuesto a la
generación de vida. También se le haya relación con el verbo “corrumpere” que significa echar a
perder.

En este orden de ideas, las acciones corruptas corresponden a una realidad social que no se
restringe al sector público y que corresponde al no control de lo deseado, la otra cara de la
sociedad a su vez es un mecanismo abierto y dinámico, que se filtra por las grietas que se han
formado en el sistema.

A mi modo de ver, la corrupción forma parte de una subcultura que se normaliza a su manera
validando una forma del hacer social aprovechándose de las brechas y debilidades del sistema
ético-moral que pertenece a la esfera privada de cada sujeto y por ende el surgimiento de
desviaciones que escapan al control social y del poder del Estado, se constituye como una de las
fuentes de corrupción la cual se presenta como un mal de nuestra sociedad que ha logrado
posicionarse como uno de los más graves problemas para el desarrollo social económico y político
y que también deteriora el sistema de valores morales y democráticos.

En cuanto al bien como concepto tiende a ser aquello que es lo correcto, y que aporta beneficio
para todas las personas por igual, en el +ámbito de los social está mas relacionado con el bien
común que es el fin de toda sociedad y por ende está íntimamente relacionado con la libertad, la
justicia, la paz y la igualdad.

Cuando se habla del bien común, nos ubicamos en términos de algo indivisible que parte del
encuentro solidario y colaborativo de todos los miembros de una sociedad, tiene que ver con la
dignidad de las personas, la verdad, la solidaridad, la honestidad y las buenas prácticas.

En cuanto al deber, es un concepto directamente relacionado con la moral y el cumplimiento de


normas, por ende, se plantea como una necesidad de hacer algo impuesto por la moral y las
buenas costumbres y que por lo general está normado o reglamentado por un poder superior, sus
elementos esenciales son los principios morales, legales y éticos y el sujeto que posee la obligación
de llevarlo a cabo. Es importante señalar, que en cuanto al deber y su cumplimiento está
configurado por la ley o leyes que lo imponen.

Cabe destacar, que el cumplimiento del deber no es dejado al libre albedrio de las personas, sino
que involucra necesariamente el ejercicio del poder de quien lo impone, el establecimiento de
sanciones y de la fuerza categórica del orden jurídico.

Referencias consultadas

Manual de transparencia y Probidad de la Administración del Estado. Cap. 1-4


Módulo de ética y probidad pública. Mauricio Rodriguez Ramírez.
Real academia de la lengua española (2003) Diccionario de la Real Academia Española. Madrid. Ed
UNIGRAF

2DA INTERVENCIÓN

En esta segunda intervención iré directamente a la respuesta sobre la cual se genera este foro de
discusión, para lo cual comenzaré planteando que el riesgo de corrupción se constituye como la
probabilidad de que una entidad sufra un perjuicio o daño como consecuencia de su vinculación
directa o indirecta, real o no con actos de corrupción cometidos o permitidos por acciones u
omisiones de algunos de sus actores.

Para evitar o disminuir los riesgos de corrupción desde la trilogía del bien, el deber y el poder
pueden ejecutarse acciones contundentes que a mediano y largo plazo pueden ir generando una
cultura contra la corrupción, entre dichas acciones se pueden mencionar:

1- Asumir y fomentar la conciencia en cuanto a la corrupción de los daños que ocasiona y de


la importancia de eliminar estas prácticas. En la esfera pública Los partidos políticos suelen
utilizar la corrupción como arma contra sus opositores, pero la reacción publica contra la
corrupción es muy débil, por lo cual considero fundamental fomentar la sensibilidad social
el sentido de la responsabilidad por el dinero público, tanto en su recaudación como en su
distribución, dicha responsabilidad que se extiende al deber moral individual de pagar
impuestos y a la preocupación por el buen uso de los caudales recaudados.
2- Insistir con vehemencia en la promoción de la transparencia en las instituciones, sobre
todo en los partidos políticos y las instituciones públicas.
3- Implementar medidas precisas de comportamientos corruptos, junto con la transparencia,
pueden contribuir a retraer actuaciones corruptas.
4- Brindar una mayor eficiencia y eficacia dentro de la administración de justicia y en la
actuación de otros poderes públicos, pues considero que no es suficiente con tener leyes,
sino que deben hacerse cumplir, por lo que la lucha contra la corrupción exige
inspecciones bien programadas (no avisadas) y una actuación decidida de inspecciones o
de fiscalizaciones.
5- Prescindir de aquellas estructuras y políticas que incentiven la corrupción, por ejemplo:
una inadecuada regulación de la financiación de los partidos políticos, la cual puede
incentivar alternativas irregulares de financiación. También con subvenciones poco claras
o faltas de un control efectivo, que favorezcan los sobornos u otras prácticas de dudosa
procedencia.
6- Aumentar el control social de las instituciones, mediante la creación de observatorios
específicos, para ello puede hacerse uso del apoyo de los medios de comunicación o de
organismos creados para ese fin especifico.
7- Educar en valores como la honestidad es el factor más importante, repensar si los
currículos educativos de nuestro país educan lo suficientemente este tipo de valores y que
tipo de medidas se toman en las escuelas e incluso en la familia ante manifestaciones poco
probas por parte de niños, niñas y jóvenes.

Referencias consultadas
Manual de transparencia y Probidad de la Administración del Estado. Cap. 1-4
Módulo de ética y probidad pública. Mauricio Rodriguez Ramírez.

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