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LA ÉTICA FRENTE A LA CORRUPCIÓN

Es la ciencia de la conducta humana, que estudia la forma de actuar que tenemos todos los
hombres frente a nuestros semejantes y la manera en la que nos desenvolvemos en nuestras
actividades diarias. Se dice que la Ética es una ciencia, porque es una disciplina racional ya que
parte de los actos humanos y los transporta hasta llegar a sus principios. La Ética es un
conjunto de conocimientos sistemáticos, metódicos y racionales basados en la experiencia y
fundados en principios. La ética puede definirse como la ciencia normativa de la rectitud de los
actos humanos según principios racionales. La ética es una parte de la filosofía, de ahí que su
método y características de investigación hayan de concordar con ésta disciplina. Diversos
autores coinciden en señalar que las virtudes o valores básicos del ser humano son: la
prudencia, la fortaleza, la templanza, la Justicia, la solidaridad, la autenticidad, la fidelidad, la
bondad, el agradecimiento, la responsabilidad, la libertad, la amistad, la belleza, la paz, la
laboriosidad. Además a estos nosotros podemos agregar la honestidad, la responsabilidad, la
integridad y el respeto a la dignidad de las personas.

CORRUPCIÓN :La corrupción, se define, como el uso ilegitimo del poder público para el
beneficio privado, Todo uso ilegal o no ético de la actividad gubernamental como consecuencia
de consideraciones de beneficio personal o político, o simplemente como el uso arbitrario del
poder. Se define a la corrupción como un fenómeno social, a través del cual un servidor
público es impulsado a actuar en contra de las leyes, normatividad y prácticas implementados,
a fin de favorecer intereses particulares. La corrupción también ha sido definida como el
comportamiento político desviado (falta de ética política); conducta política contraria a las
normas jurídicas (falta de ética jurídica y política) y usurpación privada de lo que corresponde
al dominio público. Cabe destacar que el interés personal no es un elemento que
necesariamente debe incluirse en una definición, pues los actos de corrupción no siempre
benefician únicamente intereses particulares. La corrupción se define como un acto racional
ilegal, ilegitimo y no ético por parte de servidores públicos, en perjuicio del interés común de
la sociedad y del gobierno, y en beneficio de un interés egoísta o solidario de quien lo
promueve o lo solapa directa e indirectamente. La corrupción puede beneficiar a familiares,
amigos o incluso a una organización, a una causa o movimiento social, político o cultural. Esta
tendencia se presenta y existe en todo tipo de organizaciones, en dónde los prestadores de
servicios se aprovechan de las facultades que tienen para sacar provecho de tipo económico a
todo tipo de personas susceptibles a sus circunstancias y situaciones. Sin embargo mucho se
ha intentado hacer para combatir este mal que desquebraja la sociedad de una manera voraz,
dando resultados poco notorios. El fenómeno de la corrupción (ya sea en forma de tráfico de
influencias, o en forma de obtención de favores ilícitos a cambio de dinero u otros favores)
constituye una vulneración de los derechos humanos por cuanto que generalmente entraña
una violación del derecho a la igualdad ante la ley, y en ocasiones, llega a suponer una
vulneración de los principios democráticos, conduciendo a la sustitución del interés público
por el interés privado de quienes se corrompen.

Consecuencias de la corrupción

• Favorece la consolidación de élites y burocracias políticas y económicas.

• Erosiona la credibilidad y legitimidad de los gobiernos.

• Reduce los ingresos fiscales e impide que los escasos recursos públicos coadyuven al
desarrollo y bienestar social.
• Permite la aprobación y operación de leyes, programas y políticas, sin sustento o legitimidad
popular

. • Revitaliza una cultura corrupta y contribuye a su proliferación

. LA ÉTICA EN SU LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN

Un análisis exhaustivo respecto a la manera de impedir la corrupción y evitar que los


individuos que ocupan cargos públicos practiquen actitudes indebidas conduce a la afirmación
de que la causa inevitable de la corrupción es la conducta deshonesta del actor público, y esto
sucede porque el individuo decide realizar la acción corrupta. Si el individuo ya ha decidido
cometer un acto corrupto, planeará la manera de evadir las normas y los mecanismos de
control. En todo caso está en él la decisión de actuar o frenarse. Esto puede lograrse aminorar
gracias a la sensibilización, al desarrollo de la conciencia, a la madurez de juicio, resultando el
establecimiento de unos principios internos y un dominio del carácter. Son los principios y el
carácter los que impiden o hacen actuar a una persona, y la ética es la disciplina que los
muestra. Así llegamos al campo de la ética, la cual, al ser aplicada al ámbito público, pasa a
denominarse “ética pública” o “ética para la administración pública”. La ética, al referirse al
ámbito público, implica necesariamente relacionarse con la política, no se limita a los
funcionarios públicos. Un buen gobierno no sólo requiere funcionarios responsables sino
también políticos responsables, puesto que son éstos últimos principalmente quienes gozan
del máximo margen de autonomía en las decisiones y de estas decisiones depende a su vez la
actuación de los principios. La ética pública es un elemento importante para hacer contrapeso
no sólo a la corrupción sino a las distintas actitudes antiéticas al inyectar un conjunto de
principios y valores y así revitalizar por un lado a las instituciones públicas y por otro a los
servidores públicos, entendiendo como tales a aquellas personas que ocupan un cargo público
y sirven al Estado, políticos y funcionarios. La ética no pretende ser la solución a los problemas
que enfrenta la administración pública, ni la varita mágica para acabar con la corrupción, sino
un instrumento más para combatirla. La ética en los servidores públicos es un elemento que
auxilia para lograr concientizar en sólidos principios de conducta ética y así generar una mayor
excelencia en la calidad y gestión de los intereses colectivos, los funcionarios y equipo técnico,
al trabajar para los políticos y ser los operadores de las instituciones públicas, se convierten en
corresponsables de la función de gobierno La ética de la función pública es la ciencia del buen
comportamiento en el servicio a la ciudadanía. Es además un importante mecanismo de
control de la arbitrariedad en el uso del poder público, un factor vital para la creación y el
mantenimiento de la confianza en la administración y sus instituciones. La ética es un factor
clave para elevar la calidad de la administración pública mediante la conducta honesta,
eficiente, objetiva e íntegra de los funcionarios en la gestión de los asuntos públicos. Toda
persona que participa de la función pública, debe tomar conciencia de que el servicio público
se define como la acción del gobierno para satisfacer las demandas y necesidades de las
personas que integran el Estado. El servidor público se debe a su comunidad, su sueldo es
pagado por la sociedad y por lo tanto tiene una responsabilidad y un compromiso con ella. El
político y el funcionario público no deben olvidar que están para servir a la comunidad no para
servirse de ella. Todo buen gobernante sirve a su país y no se sirve de él. La corrupción es el
resultado del descuido que se ha tenido en la implementación y práctica de la ética en el
ámbito público, son las distintas actitudes antiéticas de los servidores públicos. La corrupción,
aparece en distintos gobiernos y administraciones públicas al grado de que es posible afirmar
que hoy en día la corrupción es un fenómeno mundial. Si bien la corrupción ha acompañado al
hombre en su historia, es en las últimas décadas del siglo XX cuando los casos conocidos han
sido inauditos. Actualmente, la corrupción es una enfermedad dentro de los gobiernos. No
obstante es importante señalar que en los últimos años cobra importancia el interés por
combatir este mal mediante distintas maneras, una de ellas la ética pública. La causa inevitable
e irreductible de la corrupción, es la conducta deshonesta del actor público. La corrupción se
da única y exclusivamente porque un individuo, sea cual sea su entorno, toma la decisión de
realizar una acción determinada, la acción corrupta. Y esa es precisamente la razón por la que
siempre existirá la corrupción, no hay ningún sistema de control posible ni ningún antídoto tan
eficaz para impedir totalmente una opción individual de este tipo. En todo caso ese sistema o
antídoto tendrá mucha más fuerza si es interna al individuo (principios y valores) que si es
externa (códigos, leyes). La política y la vida pública están corrompidas. El desvío de fines y
recursos económicos dentro de los gobiernos y administraciones públicas del mundo es una
realidad cada vez más evidente. La corrupción es un vicio que se ha establecido y es ya una
característica en la mayoría de los países del mundo, tanto en el sector público como en el
privado, se concluye que ningún país en el mundo es inmune a la corrupción política. El
problema abarca una variedad de actos cometidos por líderes políticos antes, durante o
después de dejar el cargo. Incluye actos proscritos por las leyes nacionales e internacionales
así como actividades que son ilegales, pero que tienen una influencia corruptora en el proceso
político, El costo de la corrupción Sin duda es demasiado alto para la vida pública de cualquier
Estado. La falta de ética en el sector público no es una cuestión de palabras, sino que se
manifiesta mediante actos concretos con repercusiones evidentes en la que políticos y
funcionarios utilizan su autoridad y sus atribuciones para beneficio propio, solos o en
complicidad con grupos, desviando los recursos públicos y afectando a una parte de la
sociedad al generar desigualdad. La inmoralidad es un componente de la sociedad, una
realidad que produce sectores marginados o condenados a la pobreza. En cualquier caso los
efectos que conlleva la corrupción son negativos, turbulencia, confusión, incertidumbre,
anarquía, desconfianza de la población en el gobierno, lentitud deliberada en los servicios,
derroche de recursos, desaprovechamiento y perdida del patrimonio, uso indebido de las
funciones, negligencia en el personal público, tráfico de influencias, malversación, inadecuado
uso del patrimonio público, etc. Hay varios canales a través de los cuales la corrupción dificulta
el desarrollo económico. Entre estos se incluyen la reducción en la inversión extranjera directa,
incremento desmesurado del gasto del gobierno, distorsión de la composición del gasto de
gobierno alejándose de la educación, la salud y el mantenimiento de las infraestructuras, hacía
unos proyectos públicos menos eficientes que tienen un mayor ámbito para la manipulación y
las oportunidades de obtención de sobornos. La lucha contra la corrupción no sólo debe ser en
lo macro mediante estrategias institucionales que intenten ser impactantes, ya sea porque se
anuncian en los medios de comunicación o porque se hacen escándalos públicos. La pelea no
es virtual, general y abstracta por el contrario deber ser real, individual, práctica y palpable. De
nada sirven convenios, declaraciones, amenazas, nuevas leyes si para el corrupto son letra
muerta. Aunque los actos de corrupción son reales, son como fantasmas, fugaces, por lo que
es difícil percibirlos. Sabemos que existe, incluso sabemos quiénes son corruptos, pero ante la
ausencia de evidencias es difícil actuar. El combate a la corrupción normalmente cubre los
elementos institucionales y represivos pero concentra poca atención en la prevención de la
conducta del individuo. La corrupción es uno de los retos más grandes que enfrenta el mundo
contemporáneo. Su práctica genera alteraciones en la vida diaria y transforma los valores de
los pueblos. Debido a que durante el acto de corrupción una de las partes pertenece a la
administración pública, se hace necesario que aquellos que forman parte del sector público
sean individuos íntegros, el nepotismo y el amiguismo, el amor propio y el afán de poder,
hacen que cada vez más se encuentran actos de corrupción. Para fortuna de las sociedades
existe cada vez más un mayor consenso en el ámbito internacional en el desarrollo de un
discurso fundamentado sobre el perjuicio que la corrupción puede causar no sólo a los países
pobres y a su crecimiento económico, sino al sistema económico y comercial así como a la
integridad de los Estados. Ante los escándalos de corrupción en el mundo han comenzado a
surgir acciones para fomentar la Ética Pública. Sin embargo, algunos gobernantes y
funcionarios aún se encuentran lejos de vivir con ética. Para que sean eficientes, los gobiernos
y administraciones públicas, deben contar con individuos íntegros. Aquí es donde entra la ética
al formar y seleccionar a los servidores públicos y reiterarles que es necesario hacer bien las
tareas y actuar con responsabilidad y eficiencia. Por el sólo hecho de hacer una acción buena o
hacerla bien ya se está cumpliendo con los preceptos éticos. Sin embargo, esta premisa, por
sencilla que parezca, es difícil de alcanzar y no todos los que participan en el ámbito público
realizan bien sus tareas, pero lo peor no es que realicen mal sus tareas o las omitan sino que
obtengan ganancias adicionales mediante la corrupción. La Ética aplicada a la función pública
es de vital importancia porque tiene como eje central la idea de servicio, es decir, las tareas y
actividades que realizan los funcionarios públicos están orientadas al bien común. La Ética de
la función pública es la disciplina del buen comportamiento en el servicio a la ciudadanía, es
además un importante mecanismo de control de la arbitrariedad en el uso del poder público,
un factor vital para la creación y el mantenimiento de la confianza en la administración y sus
instituciones. Por lo tanto, la Ética es un factor clave para elevar la calidad de la administración
pública mediante la conducta honesta, eficiente, objetiva e íntegra de los funcionarios en la
gestión de los asuntos públicos. La forma de evitar que se cometan actos corruptos y antiéticos
en el ámbito público consiste en lograr despertar en todo servidor la supra conciencia,
entendida como una conciencia profunda que permita a una persona no solamente ser capaz
de discernir lo que es correcto de lo que no en cada acto que realice, si no de actuar
acertadamente. Es decir, no basta con que el servidor público posea conciencia respecto de lo
que está bien o no si finalmente actúa de manera indebida. Más allá de comprender lo que es
correcto de lo que no, está el actuar, el poder refrenarse cuando algo es indebido.

LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN EN EL PERÚ.

El 14 de diciembre del 2012, se aprueba el PLAN NACIONAL DE LUCHA CONTRA LA


CORRUPCIÓN 2012- 2016, el que considera que el ámbito de aplicación temporal de este Plan
Nacional es del 2012 al 2016, y que la elección de esta fecha se justifica en la necesidad de
precisar un horizonte intermedio de aplicación, considerando las políticas de estado del
Acuerdo Nacional vinculados a la lucha contra la corrupción, y el horizonte de largo plazo para
las políticas de estado precisadas por el Plan Bicentenario Perú al 2021. Por lo tanto el Plan
Nacional de Lucha contra la Corrupción está en plena relación con el plan anticorrupción
considerado en el Plan Bicentenario al 2021. El Plan Nacional de Lucha contra la corrupción,
considera que es de aplicación y cumplimiento obligatorio para el Poder Ejecutivo, los
Organismos Constitucionalmente autónomos, los Gobiernos Regionales, los Gobiernos Locales.
La presentación del Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción y las expectativas que
representa nos compromete a todos los peruanos y peruanas, organizaciones públicas y
privadas, a unir esfuerzos que contribuya a luchar de manera real, firme y decidida contra la
corrupción. En el Perú, los ciudadanos hemos perdido confianza en la aplicación de las políticas
y planes que han sido producto de largos debates y arduas discusiones debido a su limitada
efectividad. Esta experiencia nos ha permitido corroborar que cuando se habla de luchar
contra la corrupción, cada peruano y peruana, así como cada organización, se siente
moralmente comprometido y, en función a ello, espera que sus autoridades asuman un
liderazgo que a través de acciones concretas les permita percibir el fin de la impunidad y
oscuridad que tanto daño han hecho a nuestra sociedad. El letargo y la pasividad en la
aplicación de sanciones a los corruptos y corruptores, la postergación o dilación innecesaria y
dolosa en la aplicación de acciones efectivas, la imposición de barreras institucionales, la crítica
destructiva que no genera aportes, la falta de compromiso, concertación y participación
efectiva de las instituciones y nuestra limitada disposición de diálogo y atención de los
problemas ciudadanos, también constituyen una forma de corrupción. Los efectos perniciosos
de la corrupción afectan cada vez más a la gestión del Estado ya que generan dudas sobre la
legitimidad y transparencia de los poderes públicos. La percepción generalizada de que todos
somos corruptos se traduce en la falta de respeto a los empleados y servidores públicos. La
corrupción no nos permite un adecuado desarrollo económico y social, acompañado de un
crecimiento moral, además, destruye la confianza de los ciudadanos, acentúa las diferencias
sociales al fomentar la informalidad, incrementa la pobreza, mina la institucionalidad y afecta
al sistema democrático. Conocedores de esta problemática y asumiendo los trascendentales
retos que enfrenta nuestro país, el Poder Ejecutivo asume el liderazgo en la lucha contra la
corrupción mediante la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, para acabar con la cultura de
oscuridad e impunidad en la administración pública. La tarea no es sencilla, pero somos
conscientes de que con voluntad lo podemos lograr. El Plan Nacional de Lucha contra la
Corrupción, para su lucha frontal contra este flagelo de la sociedad, considera 5 objetivos, 15
estrategias, cada una de ellas con sus respectivas acciones. Objetivo 1: Articulación y
coordinación interinstitucional para la lucha contra la corrupción.

Estrategia 1.1. Propiciar mecanismos de coordinación e intercambio de información entre las


entidades que ejercen funciones de prevención, investigación y sanción de la corrupción.
Estrategia 1.2. Fortalecer a las entidades públicas que luchan contra la corrupción. Objetivo 2:
Prevención eficaz de la corrupción.

Estrategia 2.1. Fortalecer el sistema de control interno en todas las entidades de la


administración pública.

Estrategia 2.2. Implementar y fortalecer los mecanismos que garanticen la integridad pública,
así como los controles que aseguren su efectividad.

Estrategia 2.3. Asegurar la transparencia y acceso a la información en la administración


pública.

Estrategia 2.4. Garantizar el enfoque de probidad e idoneidad en el sistema de recursos


humanos de la administración pública.

Estrategia 2.5. Fortalecer el régimen de contratación pública.

Objetivo 3: Investigación y sanción oportuna y eficaz de la corrupción en el ámbito


administrativo y judicial.

Estrategia

3.1. Asegurar un marco normativo que permita luchar de manera frontal contra la corrupción.
Estrategia

3.2. Fortalecer los procedimientos para la aplicación oportuna de las normas que sancionan la
corrupción en los ámbitos administrativo y judicial

Objetivo 4: Promoción y articulación de la participación activa de la ciudadanía, sociedad civil y


sector empresarial en la lucha contra la corrupción.
Estrategia 4.1.

Desarrollar una cultura anticorrupción en la sociedad.

Estrategia 4.2.

Promover la utilización de mecanismos de transparencia, acceso a la información, participación


y vigilancia ciudadana.

Estrategia 4.3.

Promover la participación del sector empresarial en la prevención, denuncia y sanción de la


corrupción.

Estrategia 4.4.

Promover la participación de los medios de comunicación en la construcción de una cultura de


valores y vigilancia.

Objetivo 5: Posicionamiento del Perú en espacios internacionales de lucha contra la


corrupción.

Estrategia 5.1. Asegurar la participación activa del Perú en los espacios internacionales de
lucha contra la corrupción

Estrategia 5.2. Fortalecer los procedimientos de cooperación judicial internacional.

COMISION DE ALTO NIVEL ANTICORRUPCIÓN

Ante la necesidad de continuar con los avances en la lucha contra la corrupción del país, el
Poder Ejecutivo ha considerado conveniente propiciar la articulación de los poderes del
Estado, Organismos Constitucionales Autónomos, Gobiernos Regionales y Locales, Gremios
Empresariales, Colegios Profesionales, y demás representantes de la Sociedad Civil, para lo
cual estableció la necesidad de la conformación de una Comisión de Alto Nivel Anticorrupción
que tenga por finalidad proponer mecanismos de articulación de la lucha anticorrupción entre
el Poder Ejecutivo, los demás Poderes del Estado, las instituciones que tienen como misión
jugar un rol en cualquiera de los niveles de lucha anticorrupción, los empresarios, la prensa y el
Acuerdo Nacional. El 28 de Enero del 2010, la Presidencia del Consejo de Ministros promulga el
Decreto Supremo Nº 016-2010-PCM, que crea la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, con el
objeto de coadyuvar en la articulación, coordinación y planificación, a mediano y largo plazo,
de las acciones a cargo de las Entidades públicas y privadas dirigidas a prevenir y combatir la
corrupción en el país. Asimismo, se encarga de realizar la supervisión y seguimiento del
cumplimiento del Plan Nacional de Lucha Contra la Corrupción. La Comisión de Alto Nivel
Anticorrupción creada tendrá carácter permanente y se encontrará adscrita a la Presidencia
del Consejo de Ministros, manteniendo independencia en su actuación. Por Decreto Supremo
N° 039-2010-PCM del 27 de marzo del 2010, se modifica la conformación de la Comisión de
Alto Nivel Anticorrupción creada por el Decreto Supremo N° 016-2010-PCM. Mediante LEY Nº
29976, del 3 de enero del 2013, se crea la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, con el objeto
de articular esfuerzos, coordinar acciones y proponer políticas de corto, mediano y largo plazo
dirigidas a prevenir y combatir la corrupción en el país, derogando el Decreto Supremo Nº 016-
2010-PCM. La Comisión de Alto Nivel Anticorrupción está conformada por:

a) El Presidente del Congreso de la República.


b) El Presidente del Poder Judicial.

c) El Presidente del Consejo de Ministros.

d) El Ministro de Justicia y Derechos Humanos.

e) El Presidente del Tribunal Constitucional.

f) El Presidente del Consejo Nacional de la Magistratura.

) El Fiscal de la Nación.

h) El Presidente de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales.

i) El Presidente de la Asociación de Municipalidades del Perú (AMPE).

j) El Secretario Ejecutivo del Foro del Acuerdo Nacional.

k) El Coordinador General de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, que participa en las


sesiones de la Comisión con voz pero sin voto.

l) La Contraloría General de la República, la Defensoría del Pueblo, el Presidente Ejecutivo del


Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado (OSCE), la Asamblea Nacional de
Rectores, el Presidente del Consejo Nacional para la Ética Pública (Proética), el Presidente de la
Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP), un representante
de las centrales sindicales de trabajadores del Perú, el representante de la Iglesia Católica y la
Evangélica y el Director Ejecutivo del Consejo de la Prensa Peruana, actuarán en calidad de
instituciones observadoras, pudiendo sus titulares participar en las sesiones de la Comisión con
voz pero sin voto.

La Comisión de Alto Nivel Anticorrupción tiene las funciones siguientes:

1. Proponer al Poder Ejecutivo las políticas de corto, mediano y largo plazo para la prevención
y lucha contra la corrupción de manera intersectorial e intergubernamental.

2. Proponer al Poder Ejecutivo el Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción.

3. Fomentar y propiciar una cultura de valores en la sociedad peruana.

4. Coordinar con las entidades responsables su contribución al cumplimiento de las normas de


transparencia y ética y la participación ciudadana, el conocimiento del accionar de los
funcionarios públicos, los actos de la administración y el manejo presupuestal de cada entidad.
5. Promover la articulación de esfuerzos de las entidades responsables de la investigación y
sanción de actos de corrupción.

6. Coordinar con las Comisiones Regionales Anticorrupción la ejecución de la política y el Plan


Nacional de Lucha contra la Corrupción a nivel regional.

7. Exponer ante el Pleno del Congreso de la República el informe anual sobre el cumplimiento
del Plan Nacional de Lucha contra la Corrupción.

LA CONTRALORIA EN LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN. En atención a las atribuciones y


competencias asignadas en la Constitución Política y la Ley N° 27785, la Contraloría General de
la República y el Sistema Nacional de Control, ejercen un rol fundamental frente a la lucha
contra la corrupción, desarrollando sus atribuciones de supervisar la correcta y transparente
utilización de los recursos públicos y del ejercicio de la función encomendada para prevenir y
detectar actos irregulares y/o ilícitos penales, así como determinando, como consecuencia de
su acción fiscalizadora, las responsabilidades emergentes de los funcionarios y servidores
públicos para ser puestas en conocimiento de las autoridades competentes. La vinculación
específica de la problemática de la corrupción con el accionar del Sistema Nacional de Control
se concreta tanto a nivel del control interno como del control posterior, dentro de los
conocidos ciclos del control administrativo del Estado, tan es así que, entre otros aspectos, a
través de la Ley de nepotismo y su reglamento, la Ley sobre Incompatibilidades y prohibiciones
de los Funcionarios y Servidores Públicos y su reglamento, así como la Ley de declaraciones
Juradas de Ingresos, Bienes y Rentas de los Funcionarios y Servidores Públicos y su reglamento,
encargan a la Contraloría General de la República y a los Órganos del Sistema la supervisión y
control del cumplimiento de las citadas normas. Si bien el control interno previo es ejercido
por la propia entidad estatal en función de los procedimientos establecidos en sus planes de
organización, reglamentos, manuales y disposiciones emanadas del titular de la entidad,
compete al Sistema Nacional de Control, formular oportunamente recomendaciones para
mejorar la capacidad y eficiencia de las entidades en la toma de sus decisiones y en el manejo
de sus recursos, así como los procedimientos y operaciones que emplean en su accionar, a fin
de optimizar sus sistemas administrativos, de gestión y de control interno. Es dentro de este
contexto de competencias que la Contraloría General de la República ha establecido
mecanismos preventivos que orienten hacia la probidad administrativa y constituyan parte del
ambiente de control que deben mantener y garantizar todas las autoridades institucionales, a
través de las Normas Técnicas de Control Interno y en especial de las Normas de Control
Interno para una Cultura de Integridad, Transparencia y Responsabilidad en la Función Pública.
En cuanto al control posterior externo, al Sistema Nacional de Control, en particular a su ente
rector, la Contraloría General de la República, le ha sido atribuido el cometido de supervisar,
entre otros aspectos, la transparencia en la utilización de los bienes y recursos públicos y en el
ejercicio de las funciones de los servidores y funcionarios públicos, con relación a los
resultados obtenidos y al cumplimiento de su normativa Este concepto de transparencia en la
Gestión Pública, referido como uno de los criterios que debe considerar la auditoría
gubernamental entre los criterios de evaluación, junto con la legalidad la eficacia y la
eficiencia, hace necesario estructurar un esquema de trabajo específico para el efecto, puesto
que deberemos también mediante nuestras técnicas evaluar el nivel de transparencia con que
los servidores y funcionarios públicos se conducen. Entre otros aspectos que implican la
transparencia tenemos la observancia de los conflictos de intereses establecidos para el probo
desempeño de la función pública, el nivel de responsabilidad con que se conducen los agentes
públicos. La transparencia informativa respecto de los Sistemas de Administración Financiera y
a la ciudadanía, así como la transparencia personal de las autoridades para, por ejemplo,
presentar su declaración jurada de bienes y rentas. Además, dentro de la evaluación del
control interno, el Órgano Contralor deberá dar prioridad a la necesidad de apreciar el nivel de
probidad alcanzado al estructurarse el control interno de las entidades del Estado. Dentro de
este contexto, resaltan el cumplimiento de la obligación de titulares y funcionarios con poder
de decisión en la Administración Pública, de promover la adopción de políticas que fomenten
la integridad y valores éticos en los funcionarios y servidores, las mismas que contribuyan al
desempeño eficaz de las funciones asignadas, así como la obligación de los directivos de las
entidades responsables de adoptar acciones para establecer y mantener el orden y la disciplina
interna, así como, elevar la moral de los servidores. Sin embargo, actualmente se aprecia en
las entidades un desarrollo incipiente de políticas, estrategias, programas u otras acciones que
conlleven a superar los bajos niveles de transparencia en la gestión pública.
RESÚMEN FINAL 1.- La excelencia en la gestión de los intereses colectivos no se podrá alcanzar
sin formar a los servidores públicos en sólidos criterios de conducta ética, por lo tanto, el
comportamiento correcto de éstos es una condición para lograr un buen gobierno. La Ética
aplicada a la función pública implica servicio a la ciudadanía, es un elemento clave para la
creación y el mantenimiento de la confianza en la administración y sus instituciones al elevar la
calidad de la administración pública mediante la conducta honesta, eficiente, objetiva e íntegra
de los funcionarios en la gestión de los asuntos públicos. La ética concentrada sólo en los
funcionarios y ajena a los políticos, lleva directamente al fracaso. Una de las causas de que
exista una crisis de confianza en las instituciones públicas se debe a la corrupción cometida por
los dirigentes gubernamentales, políticos y funcionarios. Para recuperar la credibilidad en ellos
es necesario reforzar los hábitos y el espíritu de servicio. Esta tarea es la que compete a una
ética pública, el generar convicciones, forjar hábitos, desde los valores y las metas que
justifican su existencia. Las altas normas de conducta ética son factores claves si se quiere
alcanzar el reconocimiento de buen gobierno. Cualquier gobierno estará legitimado en la
medida en que fomente, opere y practique verdaderamente la ética pública.

2.- Para recuperar la confianza en las instituciones públicas es importante primero conocer
cuáles son las causas por las que ésta se ha perdido, aunque en términos generales es posible
decir que hay desconfianza porque se pierde la credibilidad. Cuando se miente, se engaña, se
promete y no se cumple, mientras existen necesidades que nunca son satisfechas, los
ciudadanos dejan de creer. La ética en los servidores públicos no se reduce a una lista de
buenos principios, implica un cambio esencial en las actitudes de cada individuo. Se debe
traducir en actos concretos orientados hacía el interés público. En otras palabras, implica el
ejercicio de la virtud por parte de los servidores públicos. Si se cuenta con personal con sanos
principios, sin duda es posible lograr buenos gobiernos, los que a su vez pueden obrar con
excelencia y calidad, lo cual supone poseer y hacer efectivos los medios para satisfacer la
pluralidad de intereses. A pesar de existir acuerdos de carácter internacional, una legislación
vigente, así como algunos organismos para fomentar la ética y combatir la corrupción, muchos
políticos y funcionarios están lejos de vivir con ética.

3.- La ética pública es un instrumento poderoso para frenar la corrupción al presentar


principios y valores que frenan las conductas delictivas por lo que es necesario incorporarla
para combatirla. Utilizando la ética se logra despertar en todo servidor público la supra
conciencia entendida como una conciencia profunda que permite a una persona no solamente
ser capaz de discernir lo que es correcto de lo que no en cada acto que realiza, sino de actuar
acertadamente. Mientras no cambie la mentalidad de los gobernantes y funcionarios públicos
que se prestan a prácticas corruptas hacía una probidad e integridad, seguiremos en el desvío
de fines e incumplimiento de las metas. Ningún gobierno podrá operar de manera óptima si
antes no educa en la honradez y probidad a su personal. De no frenar la corrupción al interior
de los gobiernos y administraciones públicas la injusticia y la desigualdad en la sociedad
seguirán en aumento generando un mayor malestar y rencor en la ciudadanía.

4.- El hecho de reconocer la ética, como una herramienta de trabajo es ya un elemento


importante aunque aún no se haya logrado establecer los mecanismos que verdaderamente
lleguen al fondo de los servidores públicos produciendo en ellos una transformación. Cualquier
intento por combatir la corrupción fracasará sobre todo cuando la responsabilidad de esta
misión recae en gobernantes corruptos. La mejora en las sociedades no será posible sin una
mejora en los gobiernos acompañada de un proyecto ético. Si no se consigue que gobernantes
y funcionarios tengan una actitud, positiva, abierta, solidaria y flexible acompañada de
principios y valores enraizados de manera profunda, cualquier intento por introducir nuevos
programas, modelos y técnicas para modernizar la administración y hacer que esta sea más
eficiente será nulo. Ello es así, puesto que cualquier instrumento o programa es operado por
los individuos, la rendición de cuentas, el control presupuestario, la aplicación de las leyes, las
evaluaciones, los sistemas para fomentar la calidad, el servicio civil de carrera, etc. Introducir
una técnica para intentar mejorar un servicio cuando no existen las condiciones adecuadas
puede ser contraproducente. Implementar un Servicio Civil de Carrera en un ambiente de
corrupción, carente de ética, que es operado por personas carentes de valores puede dar por
resultado estabilidad laboral para los corruptos al no existir las condiciones para realizar las
oposiciones, por lo que, en cierta manera, se institucionaliza la corrupción. Cualquier mejora
en la operación de los organismos públicos apoyada en técnicas e innovaciones hacía una
mayor eficiencia y responsabilidad, sólo será posible si se acompaña de principios y valores
éticos

5.- Ni la ética por sí sola ni las técnicas de la Nueva Gestión Pública podrán alcanzar las
transformaciones necesarias para la eficiencia administrativa. El fomento de la ética de manera
unilateral corre el riesgo de quedarse en un discurso. La conducción de la vida pública y de los
asuntos que implica, no se reduce a cuestiones técnicas, requiere de la totalidad de los
factores que integran la vida del hombre, teórica, cultural, histórica, social y ética. De esta
manera, el conjunto de normas y controles no garantizan que el servidor público actúe de
forma éticamente correcta. Sólo la fortaleza de las convicciones éticas a fondo puede cubrir el
vacío que el contexto produce. Una mayor efectividad de la ética sólo será posible si se
acompaña de la educación de manera que esta influya en la cultura social. La ética no puede
quedarse sólo en el personal administrativo, debe llegar a la más alta jerarquía del gobierno.
También debe alcanzar a los partidos políticos, sacarlos de la letanía en que se hallan metidos,
y hacer que sus militantes se renueven, ejerciten la autocrítica y no el servilismo de partido.

RESÚMEN FINAL SOBRE EL PLAN NACIONAL.

1.- La corrupción es un fenómeno que afecta la gobernabilidad del país, la confianza en las
instituciones y los derechos de las personas. Se trata de un fenómeno que no es unitario,
unidireccional, que no se concentra en un solo sector o institución; por el contrario, tiene
diferentes formas y aparece de manera diversa en el escenario social, político y económico.

2.- La lucha contra el fenómeno de la corrupción requiere de un trabajo estratégico con


enfoques interdisciplinarios, considerando las múltiples formas que adopta y las nefastas
consecuencias que trae consigo en nuestra sociedad. Así, una respuesta integral para prevenir
y combatir dicho flagelo lo constituye el Plan Nacional de Lucha Contra la Corrupción,
instrumento que sirve para delimitar las acciones que emprenderá el país a través de sus
entidades públicas, la sociedad civil y el sector privado.

3.- De manera particular, el Plan Nacional de Lucha Contra la Corrupción está construido sobre
una matriz de objetivos, estrategias y acciones generales. Su enfoque general y abierto de
líneas matrices requiere del desarrollo posterior de planes institucionales que lleven a terreno
operativo los objetivos planteados en él. Así, el Plan orienta y marca los criterios de
construcción de planes operativos institucionales que permitirán, en base a acciones
concretas, establecer elementos de cambio respecto al fenómeno de la corrupción teniendo
en consideración la importancia de diferenciar la pequeña corrupción de la gran corrupción y
los enfoques de prevención y combate de la corrupción.
4.- Si bien el ámbito de aplicación del Plan Nacional es transversal a todas las entidades, existe
información que permite válidamente colegir que existe mayor riesgo de corrupción en el
sector educación, sector salud, Policía Nacional, Municipalidades, sistema judicial y sistema
penitenciario. En razón de ello, resulta necesario poner especial énfasis en la aplicación de este
Plan y en la construcción de estrategias específicas y acciones concretas en estos sectores.

5.- La lucha contra la corrupción implica necesariamente un enfoque preventivo y de combate.


Dichos enfoques complementarios entre sí permiten brindar una respuesta integral contra la
pequeña y gran corrupción, pues de un lado permite construir en la ciudadanía y en la
administración pública una cultura de rechazo a la corrupción, y, de otro lado, permite eliminar
lagunas de impunidad.

6.- La Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, constituye un espacio de coordinación y


articulación de esfuerzos e iniciativas en materia anticorrupción que evita la dispersión, la
disonancia o la duplicación de esfuerzos y de actividades tanto de las instituciones del Estado,
como de las organizaciones de la sociedad civil, de las agencias de cooperación internacional y
de las instituciones. Una mirada coordinada resulta importante en una lucha clara, organizada
y directa contra la corrupción.

7.- Es fundamental la difusión tanto del Plan Nacional, a través de los medios especializados,
sin embargo resulta más importante aún establecer un mecanismo comunicacional que
permita dar a conocer a la ciudadanía las iniciativas anticorrupción que resulten exitosas, así
como las acciones llevadas a cabo y los objetivos cumplidos. La difusión y el conocimiento de
estos resultados permitirán generar una opinión pública favorable, mejorar la confianza en las
instituciones y dar el mensaje a la ciudadanía de que es posible construir un Estado más justo,
en donde la lucha contra la corrupción sea una realidad tangible y con resultados positivos.

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