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Mila Cañón
Travesías lectoras
en la escuela
SOBRELECTURAS
Cód.: A-4-0716
Travesías lectoras
en la escuela
Edición
Rosalía Muñoz
Corrección
Cecilia Biagioli
Coordinación de Gráfica
Victoria Maier
Diagramación
Taller del Sur
Producción industrial
Pablo Sibione
Travesías lectoras en la escuela / Mila Cañón. - 1ª ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
Aique Grupo Editor, 2017. 144 p. ; 23 x 16 cm. - (Sobre lecturas)
ISBN 978-987-06-0716-8
Travesías lectoras
en la escuela
Mila Cañón
Bibliografía ....................................................................................................134
Trabajar para que la gente lea es trabajar para que la gente se perdone,
se redima, se honre, renazca, brinde, sueñe, se lave la cara, abra los ojos,
mire el sol, se contradiga, se descalce, se apodere de su vida.
Liliana Bodoc
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Las relaciones que se pueden establecer van desde las más inge-
nuas a partir de una primera lectura, hasta las conexiones que surgen
entre personajes, lugares y zonas, entre ilustraciones, diseños y sopor-
tes. Tal es el caso del libro acordeón con calados en la versión de C. Pe-
rrault, elaborada por Clementine Sourdais (2012), que deja interpretar
el cuento desde el juego con sombras u otras formas respecto de los
sistemas de representación de los textos y sus mecanismos. Emergen,
por supuesto, las referidas a otros autores, otras lecturas que de al-
gún modo sugieren la pertenencia a una cultura, la tradición del autor,
sus gustos, sus guiños al lector. Las relaciones se manifiestan desde
las más evidentes, entonces, hasta las más sutiles que cada lector, de
acuerdo con su “enciclopedia lectora”, pueda establecer (y que, como
veremos en este libro, permiten que el mediador de lectura diseñe iti-
nerarios y proyectos de lectura literaria). Por ejemplo, no es posible
definir qué versión ilustra Serra si no se han leído las de Perrault y de
los hermanos Grimm; como tampoco se podrían tejer los sentidos que
Leicia Gotlibowski (2007) propone desde la construcción artística si al
menos no se supiera algo de María Antonieta, del París del siglo XVIII y
de los otros lenguajes artísticos que se entrelazan allí. En este sentido,
para Roland Barthes (1989: 59):
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que nos interpela a veces en lo más íntimo, a veces desde el lugar más
público; que desautomatiza las lecturas cristalizadas y nos desafía,
desestabilizando nuestras representaciones previas4 .
Veamos algunos fragmentos del registro de una escena de lectu-
ra para dar cuenta de esto5. Un grupo de Nivel Inicial explora con su
maestra el libro-álbum El túnel6:
(…)
Cassandra: ¿Por qué dejó el libro ahí?
Docente: No sé por qué dejó el libro ahí… (Sigue).
Ezequiel: ¡Qué copado El túnel!
Priscila: Hay un muerto ahí (señalando algo parecido a una lápida).
Docente: ¿Dónde? Puede ser… Pero no hay ningún nombre escrito…
Valentina: ¡Una puerta! También puede ser…
Daira: Hay un árbol ahí, con formas…
Docente: ¿Con formas de qué? Yo veo un lobo, ¿ustedes lo ven?
Todos: Ah, sí…
Cassandra: Ella corre aprisa porque el lobo la está siguiendo…
Docente: ¿Es un lobo de verdad?
Valentina: No, de ramas.
(…)
Docente: Vieron que acá no tiene letras y cuántas cosas encontraron.
(Sigue leyendo).
Ezequiel: ¡El hermano!
Cassandra. ¿O era una estatua de él?
Docente (Termina la lectura): ¿Vieron que era un libro que ustedes no
conocían? ¿Ustedes vieron que estaba Caperucita Roja?
Varios: No…
Docente: A ver, vamos a verlo de nuevo.
Cassandra: ¿Por qué el hermano se hizo piedra?
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7 Esta investigadora clasifica los dichos infantiles según sobre qué dicen los tex-
tos (referencial), el modo en que están escritos (composicional), las relaciones lite-
rarias o culturales que los lectores pueden descubrir cuando hablan de esos textos
(intertextual e intercultural) y su experiencia subjetiva (personal).
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8 Los registros de clase de escenas literarias fueron tomados desde 2012 hasta
2016. Fueron realizados en todos los niveles educativos por integrantes del grupo de
investigación que dirige actualmente la Dra. Carola Hermida (Universidad Nacional
de Mar del Plata).
9 Los desarrollos acerca de las intervenciones del mediador son parte de los si-
guientes trabajos: Malacarne y Cañón (2015) y Stapich y Cañón (2012).
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2. Problematización
2.1. Las devoluciones Sin jerarquizar, aprobar No utiliza criterios de verdad
a los estudiantes o desaprobar. o falsedad, instaura la
posibilidad.
Se sirve de la pregunta y la
repregunta como forma de
continuar el diálogo.
2.2. Desde el texto Preguntas que apelan al Se intenta recuperar
significado literal. posibles vínculos que
construyen redes desde el
texto hacia otras esferas:
intertextualidad.
3. Relectura No se produce. De espacios densos o
ambiguos del texto; por el
interés de cualquier lector y
en vínculo con la experiencia
lectora de cada uno.
3.1. Focalización Preguntas que Procedimientos literarios;
se enfocan en los y de los contenidos que se
elementos o en la proponen enseñar.
estructura textual.
4. Verificación Para comprobar la Vuelta al texto, a la agenda de
lectura docente; para lectura, contraargumentos,
cotejar la lectura de un comparación de lecturas.
solo estudiante; apela al Confrontar ideas para cotejar
monologismo. hipótesis.
5. Sistematización Pendiente de la Estrategias metacognitivas
del proceso lector evaluación docente. sobre el proceso lector
individual y colectivo.
6. Sistematización Pendiente de la guía, Revisar las escenas, la toma
de los contenidos las actividades y la de notas, buscar información
literarios evaluación docente. para conceptualizar y avanzar
en los saberes sobre los
procedimientos literarios.
Asociación con lo discutido y
conceptualización.
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Los especialistas en el tema hablan del siglo XX como del siglo del
niño (Calarco, 2006: 5), en el marco de procesos históricos acelerados
que producen al mismo tiempo fragmentación, velocidad, estructuras
sociales cambiantes y por ende diversos tipos de niñez. Estas repre-
sentaciones sociales de la infancia se instalan en el imaginario de los
adultos que interactúan con niños de muy diversos modos ya que las
fronteras entre la adultez y la niñez se desdibujan, paulatinamente, e
impactan contra las representaciones homogéneas o estáticas muchas
veces añoradas.
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11 Baczko (1991) sostiene que los imaginarios sociales son referencias específicas
dentro del sistema simbólico que produce toda colectividad, y afirma que a través de
ellos la sociedad misma “se percibe, se divide y elabora sus finalidades” (p. 28). Valién-
dose de estos imaginarios sociales, una colectividad construye su identidad represen-
tándose a sí misma, designando roles y posiciones, delimitando su territorio al definir
también sus relaciones con los otros.
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en la medida en que varían las condiciones y, por tanto, tracciona los de-
bates que ponen en escena las tensiones, oposiciones o derivaciones que
se generan en las estrategias de funcionamiento del campo cultural y li-
terario a la hora de construir el campo de la Literatura Para Niños (LPN).
Aunque pareciera que ha sido zanjada la discusión acerca del tema
—existencia, definición, fundación del campo, etc.— es doblemente ac-
tual la necesidad de una “vigilancia crítica” del campo cultural en el que
se produce, dado el dinamismo del género y de las representaciones
de la infancia, y en consecuencia, de un aparato reflexivo que invite a
construir un canon infantil que se sostenga, se preserve, se enriquezca
y se difunda. Es preciso que los trabajos acerca de la LPN se articulen
a partir de ciertas categorías: la imagen de infancia que representan los
textos en sus soportes, desde la ilustración y desde el texto lingüístico;
su propuesta estética, y el trabajo crítico sobre ellos para que se evidencie,
por ejemplo, que el recorte de un corpus también señala un saber sobre
la historicidad del campo, que instala a los autores y sus producciones
en diversas series literarias, muestra los trazos del camino recorrido y
cierto canon literario infantil, siempre flexible y abierto.
Obligados como están al tutelaje pedagógico o, en el mejor de los
casos, a recibir las propuestas literarias de la mano de un mediador,
los niños tienen pocas oportunidades de escapar del canon propuesto
por los adultos, en especial, de la selección de textos en la escuela.
En “Algunas ideas sobre la selección de textos literarios”, Marcela Ca-
rranza argumenta con firmeza sobre un tema que decide, en general,
la calidad de los proyectos de lectura literaria, por un lado, y por otro,
muchas veces, determina la biografía lectora de los niños:
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Porque lo infantil pesa, pesa mucho y, para algunos, mucho más que
la literatura. Es natural, no puede dejar de pesar: una literatura fun-
dada en una situación comunicativa tan despareja —el discurso que
un adulto le dirige a un niño, lo que alguien que ya creció y sabe más le
dice a alguien que está creciendo y sabe menos— no puede dejar de ser
sensible a este desnivel. Es una disparidad que tiene que dejar huellas…
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3.
Cierto día pasó un servidor del imperio
y lo vio pintando junto a su cabaña.
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S endAk , M.: Donde viven los monstruos. Buenos Aires: Alfaguara, 1995.
B orneMAn, e.: Lobo Rojo y Caperucita Feroz. Buenos Aires: Alfaguara, 1991.
dAhl , r.: “Caperucita Roja y el Lobo”, en Cuentos en verso para niños perversos.
Buenos Aires: Alfaguara, 1998, 2006.
d evetAch, l.: “Carta al lobo”, en Oficio de Palabrera. Buenos Aires: Colihue, 1991.
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PeScetti, l. M.: Caperucita Roja (tal como se la contaron a Jorge). Buenos Aires:
Alfaguara, 1996.
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Delia Lerner
Para que sea posible que los niños progresen como lectores, escri-
tores, oyentes y hablantes a medida que avanzan en la escolaridad, es
necesario promover la mayor diversidad de situaciones posibles que los
afecten en su distinción personal, para participar del colectivo del aula y
de la escuela con miras a constituirse en usuarios sociales del lenguaje.
A pesar de los pronósticos adversos respecto de la lectura y los
lectores, hoy en día se ha tomado conciencia de que esta práctica cul-
tural, lejos de haber llegado a su fin, ha ingresado en otro período de
su historia. En efecto, en nuestro presente, la actividad de leer se ha
complejizado y diversificado, y por ello, es más exigente la reflexión
sobre los modos de leer para quienes se encuentran comprometidos
con las nuevas infancias y juventudes en la formación lectora, inelu-
dible para la vida, para la vida ciudadana, pero también para las en-
soñaciones y el desarrollo de la subjetividad. Como dice Roger Char-
tier (1994), los cambios en los soportes de lectura generan modos de
leer distintos ya que es evidente la relación dependiente entre nuevos
formatos y otros modos de leer que producen comunidades lectoras
diferentes, frente a la homogeneidad que muchas veces pretende la
escuela. Este tipo de aseveraciones —ninguna novedosa por cierto—
que apela a un mundo cambiante y en continua transformación, a un
mundo en donde prima la incertidumbre y la falta de referencias fijas,
pone en jaque el rol de los adultos, de los docentes y por supuesto
también, de los bibliotecarios escolares, mediadores de cultura, como
se viene diciendo.
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lector, si no lo sabía ya por los datos del paratexto —título, autor, co-
lección, ilustración, reseña, etc.—, reconoce que se encuentra frente a
un policial negro.
Estas matrices de percepción funcionan en las dos direcciones,
ya que si el lector pudo decodificar las características de un tipo de
texto es porque, antes, el escritor las había codificado, eligiendo entre
múltiples posibilidades las que permitirían la afiliación de su obra a
una determinada tradición. Y es allí donde emerge el género como ma-
triz para escribir, pero también para leer. Allí, el género aparece como
una herramienta de trabajo que atraviesa las prácticas. Por eso, si a lo
largo de varios proyectos, o en general, a lo largo de un nivel se jerar-
quiza un solo género, como suele suceder en el Nivel Inicial y Primario
con la narrativa, es muy difícil que los niños se vean atravesados por
estos desafíos en la diversidad.
Ante la variedad de manifestaciones textuales, a lo largo del siglo
XX se han elaborado clasificaciones deudoras de los grandes paradig-
mas que dominaron las investigaciones lingüístico-literarias. Básica-
mente, se puede decir que hubo intentos de ordenamiento centrados
en los rasgos lingüísticos de los textos, mientras que las propuestas
más actuales combinan gran variedad de criterios para establecerlos.
Así dan cuenta del tipo de función que cumple un texto, del tipo de
situación en el que se emplea, de los tipos de procedimientos a los que
recurre, de los tipos de estructuración textual que presenta (variable
en el tiempo y según las circunstancias) y finalmente estas propuestas
presentan un esquema de formulación prototípico (Guiomar, 1994).
Entre estas tipologías y modelos de clasificación que han for-
mulado los lingüistas, algunos han sido especialmente difundidos en
el campo educativo. Roman Jakobson, Mijaíl Bajtín y Teun Van Dijk son
los autores más citados en este sentido. A veces sin citarlos en forma
expresa, sus ideas y definiciones se introducen en los manuales, los
apuntes elaborados por maestros y profesores, los textos destinados
a docentes, las propuestas y los subsidios teóricos generados por en-
tidades gubernamentales, las revistas especializadas, etc. En particu-
lar, Mijaíl Bajtín, lingüista y teórico de la literatura ruso, propone el
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Géneros
Primarios o simples Secundarios o complejos
Réplicas en diálogos cotidianos. Novela.
Cartas informales. Obra dramática.
Breves órdenes. Investigaciones científicas.
Grandes géneros periodísticos.
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Entrada
Tallos de trébol embebidos en baba de caracol
Torrejas de alas de mariposa
Plato caliente
Yemas de margarita tostadas a la luz de la luna
Bebida
Gotas de rocío recién caído
Postre
Médula de junco azucarada
Té de pistilo de violetas
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15 Algunos libros bellamente ilustrados son álbumes solo porque el texto no in-
teractúa obligadamente con la imagen, como se verá en el capítulo 3 "La travesía del
lector doble" de este libro. La interacción de ambos es obligada en el libro-álbum.
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La escalera.
María Cristina Ramos
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Gustavo Bombini
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AccAMe, J.: ¿Quién pidió un vaso de agua? Buenos Aires: Sudamericana, 2000.
devetAch, L.: El ratón que quería comerse la luna. Buenos Aires: Sudamericana,
1997.
eScudero, l.: La viejita de las cabras. Buenos Aires: Del Eclipse, 2012.
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roo, G.: ¿Qué crees tú que puedes hacer en mi circo? Buenos Aires: Pequeño
editor, 2013.
SchuJer, S.: Pasen y vean. Canciones de circo (con CD). Buenos Aires: Atlántida,
2005.
SendAk , M.: Donde viven los monstruos. Buenos Aires: Alfaguara, 2011.
Suez, P.: El viaje de un cuis muy gris. Buenos Aires: Sudamericana, 2004.
wAPner, D.: Los piojemas del piojo Peddy. Buenos Aires: Del Eclipse, 2005.
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Oliverio Girondo
Saber que la imaginación nos permite ser otros y ser nosotros mismos,
descubrir que podemos pensarnos, nombrarnos, soñarnos, encontrar-
nos, conmovernos y descifrarnos en ese gran texto escrito a tantas vo-
ces por una infinidad de autores a lo largo de la historia es lo que le
otorga sentido a la experiencia literaria.
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La pena es tímida y frágil
como de pluma
rondando sueño de trenes
y calles-cuna.
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17 De Los tres cerditos, citamos una versión de entre tantas posibles (2011). Mu-
chas son las lecturas que se relacionan con este itinerario, aparte de Caperucita Roja
y Hansel y Gretel, por supuesto.
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“Caperu, escucha.
Ven aquí en cuanto salgas de la ducha”.
“¿Qué pasa?”, preguntó Caperucita.
“Que el lobo quiere darme dinamita,
y cómo tú de lobos sabes mucho,
quizás puedas dejarle sin cartuchos” (p. 39).
Tres velocidades:
Soplido ligero: para cabañas de paja (cabañas de cerdos de
campo)
Soplido fuerte: para la madera.
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Lechermeier, P. y E. Puybaret.
Madrid: Edelvives, 2006, p. 52.
Los más chicos, en las historias con casas y casitas de hoy, podrán
seguir encontrando lugares para imaginar, para entrar y salir de Mi
casa, de Émile Jadou (2009), por ejemplo. Pero también para recorrer
la diversidad de propuestas que la ilustración recrea en Yo tengo una
casa, de Claudia Legnazzi (2001), un libro donde las ilustraciones re-
presentan una multiplicidad de espacios para habitar, para leer/mirar.
Adultos y niños en la escena de lectura se pueden preguntar: ¿Cómo
será vivir en un castillo, en un nido o en un iglú? Paradójicamente, ya
sea por sus formatos y por el espacio que ocupan las ilustraciones,
también estos libros con poco o poquísimo texto invitan a leer de to-
das formas, desde la primera infancia, solos o con otros, mucho mejor
si es de la mano de un adulto.
Leer —y escribir— sirve para interponer entre la realidad y uno mismo todo
un tejido de palabras, de conocimientos, de historias, de fantasías, sin las
cuales el mundo sería inhabitable, aun cuando uno viva en lugares mucho
menos conflictivos que los barrios en guerra.
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ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que las miraran, que las
olieran, que las lamieran. Los poetas abrían los frascos, probaban palabras
con el dedo y entonces se relamían o fruncían la nariz. Los poetas andaban
en busca de palabras que no conocían, y también buscaban palabras que
conocían y habían perdido.
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nios— es también mercancía, como sabe también escribir, a veces, por en-
cargo, según la edad, la etapa psicológica del niño, las necesidades didácti-
cas o moralizantes; al mediador, algunas veces entrenado, lector mediador
que explora los textos y sabe seleccionarlos o se hace cómplice de la ley de
la oferta y la demanda; al lector infantil que vive inmerso en la maquinaria
del “gran” mercado de objetos para niños.
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Arca
Arca
Bienaventurada
Cruzando
Diluviales
Ensenadas,
Felices
Gorilas
Hamacándose
Indolentes,
Juntando
Kilogramos.
Luminosa
Lluvia
Mojando
Náuticos
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Ñandúes.
Orondos
Papagayos
Que
Rezongan,
Solícitos
Tigres,
Unicornios
Valerosos,
Wapitíes,
Xilócopos,
Y
Zorros.
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ciertas series del campo literario, pueden agruparse por objetos simbó-
licos, que fundaron historias, como la de Pinocho —su nariz— (Cañón,
2012), u otras con objetos, como las varitas mágicas o las cabelleras,
como la de Rapunzel (Cañón y Hermida, 2012: 25).
Los itinerarios, pues, son estrategias que reproducen, por un
lado, la práctica cultural y social del lector real experto para desesco-
larizar las prácticas; por otro lado, acompañan un enfoque interactivo
(Dubois, 2015) al suscitar la lectura asociativa, relacional, que salta de
un texto a otro. Promover eso en la infancia, como sabemos, solo es
posible de la mano de un mediador que pueda hacer que las lecturas
dialoguen, habilitar la palabra para construir sentidos e intervenir pro-
ductivamente en la comunidad de lectura.
El modo de diseñar los itinerarios lectores se recrea según se in-
dague en el campo literario. Los textos se pueden agrupar por temas:
el amor, la muerte, el miedo, los secretos. Y este criterio bastante co-
mún, incluso en las propuestas de catálogos editoriales de LPN, im-
plica un beneficio ya que es más sencillo coordinar textos de diversos
géneros literarios bajo un tema y con ello desmitificar la idea de que
solo se puede leer un género por vez en un grado determinado de la
escuela.
Además, se pueden seleccionar los textos según los procedimien-
tos literarios que se utilizan, para profundizar una cosmovisión o hallar
los modos en que se escriben los textos: el punto de vista, el narrador,
la metáfora, la intertextualidad, los cuentos de nunca acabar, la pala-
bra mágica, la ficcionalización de la historia, el humor y muchos más.
Otra caso es el de los libros que hablan sobre libros. En la canti-
dad de ediciones de LPN se recorta un corpus formidable, textos que
representan sus modos de construcción, que tematizan la escritura o
que se refieren a ella, que hablan de la fabricación de historias o que
incluyen elementos sobre este tema, etc. La metaficción es una ca-
racterística de ciertos textos, y en particular de algunos álbumes, que
muestran en forma intencionada sus procedimientos de constitución,
instigando al lector a observar su carácter ficcional, mediante estra-
tegias, como la aparición del ilustrador dentro de la historia, o de un
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No hay posibilidad de una buena práctica si, en primer lugar, quien enseña
no cree que eso que intenta transferir es importante que el otro lo “conozca”,
lo “crea” o lo “entienda”. Y en lo que se entiende por “bueno”
se juega, otra vez, un valor que en ciencias humanas, es imposible
no dirimir atravesados por la ideología y la experiencia
toda vez que afirmamos, junto a Deleuze, un concepto tan deliberadamente
abierto a la fluctuación, a los temblores de cada sujeto, a su modo
de recibir y sentir las tensiones de la cultura de la que participa.
Analía Gerbaudo
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Tiempo estimado
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Por otro lado, se exploran y leen los libros de María Elena Walsh
que quizás conocen y se agendan. Se observa que hay textos muy bre-
ves28 para leer, aprender, cantar… Son pocos pero pertenecen a una
autora muy conocida, mientras que los otros que se han leído no tie-
nen autor: los creó la gente para jugar y entretenerse.
En el segundo momento se programan sesiones de lectura y es-
critura con el propósito de compartirlas con otros lectores. Si fuera
posible, los niños traen textos copiados de sus casas para leer con el
grupo. Otra alternativa es leer libros y revistas infantiles en la sala,
para buscar adivinanzas y destrabalenguas. De todo lo leído/jugado,
se eligen en parejas dos textos para copiar con sentido y enviarlos a
primer grado, deseando, por ejemplo, “felices vacaciones” en tarje-
tas grandes. En forma individual, se copia un texto en el cuaderno de
comunicaciones, para compartirlo en familia, debajo de la nota que
explica este proyecto29.
Luego de las vacaciones de verano, en un tercer momento, se
restablece el proyecto ya en primer grado. Es fundamental revisar el
cierre del año y el diseño de sesiones de juego y lectura ya que el aula
de primer grado es un espacio donde la palabra circula para que todos
hablen, escuchen, lean y escriban, pero fundamentalmente, para que
cada niño consiga avanzar en un proceso que es individual e iniguala-
ble. Todos sabemos que, durante estos años, se fortalece la relación
con el lenguaje, que puede convertirse en un obstáculo para el resto
de la trayectoria personal y escolar o en un trampolín que le permi-
ta a cada niño saltar hacia más y mejores desarrollos lingüísticos. Se
empezará leyendo en voz alta las adivinanzas de animales, las que se
habían enviado de regalo, con algunas de las estrategias propuestas
antes. O bien,
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30 Ver anexos 1 y 2.
31 Si el aula no es espaciosa y los nenes no pueden circular con comodidad, los
carteles con los nombres se cuelgan de un largo hilo sisal o se adhieren a las paredes
con cinta de papel. El hecho de no manipularlos permitirá realizar solo algunas de las
siguientes propuestas.
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• Descubrir y agrupar…
- libros de la misma colección,
- libros de María Elena Walsh,
- textos que contengan adivinanzas y destrabalenguas,
- libros que contengan el mismo título,
- libros del mismo autor.
• Hallar el libro ilustrado por…
• Hallar el libro que habla de un ratón, etc.
• Si hubiera libro-álbum, se puede crear otra situación didáctica,
para hallar secretos en las ilustraciones.
• Agendar los libros que más me gustaron ya sea por su ilustración,
porque lo quiero leer, por el título, etc.
• Generar acuerdos para elegir los textos que desean escuchar, y dic-
tarle al maestro la lista de los diez que se leerán en primer lugar.
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Yo con todas.
Yo con vos. / Yo con vos.
Yo por arriba. / Yo por abajo.
Yo con todas.
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Estudio. Estudio.
4.º Juegos con Del cuento Estudio: Los Máquina del tiempo: Un paseo por los libros de
el lenguaje: maravilloso aborígenes. Pablo Bernasconi.
Chistes, al fantástico. LC: El diario del Capitán Arsenio.
refranes. LC: Doña Narrativa
Lectura extensa: Clementina anónima:
La muralla, de queridita, la Leyendas de
Sandra Siemens. Achicadora, diversos temas
de Graciela provenientes de
Montes. distintos sitios del
país.
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BernASconi, P.: El diario del Capitán Arsenio. Buenos Aires: Sudamericana, 2007.
c Arroll, l.: Alicia en el país de las maravillas. Buenos Aires: Alfaguara, 2015.
100
r iverA , i.: Hércules, más que un hombre, menos que un dios. Buenos Aires:
Santillana, 2000.
roldán, G.: El viaje más largo del mundo. Buenos Aires: SM, 2004.
SchuJer, S.: El tren más largo del mundo. Buenos Aires: Alfaguara, 2000.
villAfAñe , J.: “El globo rojo”, en P. M edinA y n. ruBio : Antología. Buenos Aires:
Sudamericana, 2011.
wolf, E.: La sonada aventura de Ben Malasangüe. Buenos Aires: Alfaguara, 1995.
dAhl, r.: “Los tres cerditos”, en Cuentos en verso para niños perversos. Buenos
Aires: Alfaguara, 1982.
e Scudero, l.: La viejita de las cabras. Buenos Aires: Del Eclipse, 2012.
GAleAno, e.: “La casa de las palabras”, en El libro de los abrazos. Buenos Aires:
Catálogos, 2007.
101
leGnAzzi, c.: Yo tengo una casa. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica,
2001.
luGoneS, l.: El libro de los paisajes. Buenos Aires: Otero y Lugones, 1917.
ScieSzkA , J.: La verdadera historia de los tres cerditos. Nueva York: Scholastic,
1993.
Itinerario de Guardatesoros
devetAch, l.: Una caja llena de. Buenos Aires: Colihue, 2001.
luJán, J.: Palabras manzana. Buenos Aires: Aique Grupo Editor, 2010.
wAlSh, M. e.: “En una cajita de fósforos”, en El reino del revés. Buenos Aires:
Alfaguara, 2015.
Itinerario de Elefantes
ABerSon, h.: Dumbo (cuento sin datos que origina la popular película de
Hollywood, estrenada en 1941). En inglés: Dumbo the Flying Elephant. Syracuse,
NY: Roll-A-Book, 1939.
102
c AMPAnAri, J. y r. olMoS: ¡Sígueme! Una Historia de amor que no tiene nada raro.
Madrid: OQO EDITORA, 2014.
dAnA , d.: “El elefante y su secreto”, en BorneMAnn, E.: Cuentos. Buenos Aires:
Latina, 1977.
fAlBo, G.: El día que se perdió el elefante. Buenos Aires: EDEBE, 2012.
rochA , S.: Por qué los elefantes prefieren jugar a la mancha. Buenos Aires:
Pequeño editor, 2013.
103
dAhl, r.: Cuentos en verso para niños perversos. Buenos Aires: Alfaguara, 2008.
MonteS, G.: Irulana y el ogronte (un cuento de mucho miedo). Buenos Aires:
Colihue, 1995.
voltz, c.: El libro más genial que he leído. México: Océano Travesía, 2011.
SendAk , M.: Donde viven los monstruos. Buenos Aires: Alfaguara, 1995.
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Anexo 1
Zumba que te zumbarás, En alto vive, en alto mora, Sal al campo por las noches,
van y vienen sin descanso, en alto teje, la tejedora. si me quieres conocer,
de flor en flor trajinando soy señor de grandes ojos
y nuestra vida endulzando. cara seria y gran saber.
Todo lo lleva delante, ¿Qué es, qué es, Dos pinzas tengo,
los colmillos para la lucha del tamaño de una nuez, hacia atrás camino,
y la trompa para la ducha. que sube la cuesta de mar o de río,
y no tiene pies? en el agua vivo.
Adivina, adivinanza, Nunca pongo mala cara, Cerca del polo, desnuda,
¿cuál es el ave aunque siempre me dan col, sentada sobre una roca,
que pica en la granja? acierta bobalicón. suave, negra, bigotuda.
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Anexo 2
Destrabalenguas
Paco Peco, chico rico, Para Lola una lila R con r guitarra,
insultaba como un loco di a Adela, mas tomola R con r barril,
a su tío Federico; Dalila. rueda que rueda
y este dijo: “Poco a poco, Y yo dije: “¡Hola! Adela, la rueda
Paco Peco, poco pico”. dile a Dalila del ferrocarril.
que le dé la lila a Lola”.
No lo apoca poco, Compró Paco pocas copas Erre con erre, guitarra;
lo no poco que apocopas. y, como pocas copas erre con erre, carril:
compró, rápido ruedan los carros,
pocas copas Paco pagó. rápido el ferrocarril.
Tres grandes tigres tragones Me han dicho que has dicho Va rico coco comiendo,
tragan trigo y se atragantan. un dicho a escape Pepe Pereyra,
que han dicho que he dicho lo atrapa papá Patricio,
yo, y brama mamá Mamerta.
el que lo ha dicho mintió,
y en caso que hubiese dicho
ese dicho que tú has dicho
que han dicho que he dicho
yo,
dicho y redicho quedó.
Y estaría muy bien dicho,
siempre que yo hubiera
dicho
ese dicho que tú has dicho
que han dicho que he dicho
yo.
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36 Pueden leer la poesía completa en el libro Mundar, de J. Gelman. Bs. As.: Seix
Barral, 2007 (o en goo.gl/crLn7t).
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37 Cada texto literario posee sus reglas de constitución, el escritor elige cómo
construirlo, qué voz utilizar, qué recursos; cada texto posee, por ello, su retórica. De
este modo, no es posible realizar iguales actividades para todos los libros.
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Como estableciera Umberto Eco, los textos, sobre todo los lite-
rarios, son un mecanismo perezoso, una máquina que requiere de la
cooperación del lector para que funcione. Tal como queda dicho en
sus libros Obra abierta (1981) y, en particular, en Lector in fabula (1981),
los textos poseen espacios de lo no dicho, de lo indeterminado, que
requieren de la operación interpretativa; cuando esos espacios son li-
mitados, el lector trabaja poco, y el texto se define como cerrado.
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Construir la escena
1 Esta lectura se enmarca en un proyecto sobre “libros en los que aparecen nuevas representaciones
sobre la infancia y la adolescencia, en lo que podría llamarse el ciclo ‘poscrisis del 2001’, con la aparición de
personajes atravesados por las consecuencias de las políticas neoliberales de los 90: La plaza del piolín, de
Laura Devetach; El país de Juan, de María Teresa Andruetto; Mientras duermen las piedras, de María Cristina
Ramos; Perros de nadie, de Esteban Valentino” (Stapich y Cañón, 2012).
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2. Problematización
2.1. Las devoluciones N.º 2. Lectura de Cosas que pasan con lectores pequeños del Nivel
a los estudiantes Inicial: Fragmento 2
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Fin de la lectura.
4 Este registro se inserta en el Itinerario de “Libros sobre libros: El juego de descubrir y pensar más allá”,
propuesto en el tercer capítulo.
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Graciela Montes
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Hay dos formas de pasear por el bosque. La primera nos lleva a ensayar
uno o muchos caminos (para salir lo antes posible, o para conseguir llegar
a la casa de la Abuela, de Pulgarcito, o de Hansel y Gretel);
la segunda, a movernos para entender cómo está hecho el bosque
y por qué ciertas sendas son accesibles y otras no.
Umberto Eco
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40 Ideal, en este caso y en muchos otros, trabajar con los especialistas en Música
y Plástica.
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Concierto de gigantes
Como los dragones y los ogros, los gigantes son personajes fan-
tásticos que acompañan la construcción de nuestro imaginario desde
lo poderoso o lo enorme, que son deseos humanos que emergen en la
infancia. Ser tan potente como para, ¿achicarme hasta desaparecer?,
lo que le sucede a Alicia en el país de las maravillas, por ejemplo. Por
ello, hace muchos años, los cuentos maravillosos, fundados en los po-
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El gigante acababa de salir del mar y caminaba distraído. Sus enormes hue-
llas quedaban dibujadas en la arena. De tanto en tanto, Bruno volvía su
rizada cabeza para verlas.
De pronto, otros pies, unos pies pequeñísimos, empezaron a pisarlas una
por una.
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La travesía esperada
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