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EL MINISTERIO MONÁRQUICO SEGÚN IGNACIO DE ANTIOQUÍA

Ignacio de Antioquía y el ministerio del obispo


Las cartas de Ignacio de Antioquía son las fuentes clá sicas e imprescindibles para encontrar en
los Santos Padres la formulació n tripartita del ministerio eclesiá stico. En el conjunto de sus cartas
los sustantivos obispo, presbítero y diá cono adquieren tal exactitud conceptual que llegan a ser
términos técnicos para designar los tres grados del ministerio eclesiá stico. Para precisar su
íntegra concepció n sobre el ministerio, hay que distinguir lo que piensa a nivel de la Iglesia local y
lo que piensa en relació n con la Iglesia universal.

a. Dimensión eclesial del ministerio del obispo


La estructura de la jerarquía local la comprende Ignacio integrada en los tres grados del
obispo, los presbíteros y los diá conos. Para precisar có mo llegó a semejante precisió n
terminoló gica y conceptual hay que remontarse hasta la consideració n de la vida intratrinitana, a
la que recurre para fundamentar su reflexió n teoló gica sobre los ministerios. Desde la misma vida
de Dios Ignacio deduce la vida de la Iglesia a través de los ministerios. Considera el ministerio a
partir de una relació n analó gica con el misterio de la Trinidad. Lo que el Padre tiene de principio
en la vida trinitaria, lo tiene también el obispo al frente de la comunidad, por ello valora al obispo
como el centro de la vida eclesial. La manera má s clara y concisa de este planteamiento se
encuentra en la carta que dirige a la comunidad de Magnesia, en la que, al proponer como ideal de
vida a los fieles de aquella Iglesia la prá ctica de la concordia, les exhorta a que vivan «bajo la
presidencia del obispo, que ocupa el lugar de Dios». «así como el Señ or no ha hecho nada, por sí o
por medio de sus Apó stoles, sin el Padre, con quien es uno, así tampoco vosotros hagá is nada sin el
obispo y los presbíteros». El obispo, en la eclesiología trinitaria de san Ignacio, es principio de
unidad eclesial por cuanto en la Iglesia representa al Padre, principio diná mico de la unidad de
Dios en el seno de la Trinidad.

b. Los presbíteros y el presbiterio


Junto al obispo aparecen siempre los presbíteros, a los que los fieles deben obediencia como al
colegio de los Apó stoles. Los presbíteros, colocados y entendidos siempre alrededor del obispo,
constituyen un cuerpo corporativo interpretado como un presbiterio. La figura eclesial del
presbiterio es inseparable de la del obispo, como las cuerdas a la lira, y es mediante esta sinfonía
de caridad como canta Jesucristo. El presbiterio, alrededor del obispo, guarda una semejanza con
los Apó stoles alrededor de Jesucristo.

c. El ministerio de los diáconos


“Todos debéis reverenciar a los diá conos como a Jesucristo, al obispo como a la imagen del
Padre, a los presbíteros como al senado de Dios y al colegio de los Apó stoles”. En esta trilogía, los
diá conos son imagen de Cristo por su comportamiento de servicio, por la propia entrega a los
demá s y por la prá ctica de la caridad en favor del pró jimo. La disposició n de Cristo, que no ha
venido a ser servido sino a servir, ha de ser puesta en prá ctica por quienes ejercen un ministerio
de servicio.

d. Realización del culto en la Iglesia


La jerarquía eclesiá stica tiene como competencia fundamental convocar a la Iglesia en torno al
altar ú nico, en el que es ofrecida la Eucaristía. Segú n su concepció n litú rgica, la celebració n

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eucarística convoca en torno al altar a toda la jerarquía y con ella a la Iglesia en su totalidad.
Dentro de esta concepció n unitaria de la Iglesia a partir del obispo, sostiene que la celebració n
eucarística só lo puede ser presidida por el obispo o por su delegado. Y lo que se ha dicho de la
Eucaristía hay que repetirlo del bautismo.

e. El ministerio del obispo y la Iglesia universal


Habla de la Iglesia cató lica, que se extiende por el mundo entero. Paralela a esta noció n eclesial
formula la íntima vinculació n de los obispos entre sí, formando un cuerpo con Jesucristo. Con la
teología ministerial de Ignacio de Antioquía se ha dado un paso decisivo en la fundamentació n del
ministerio en la Iglesia, se ha afirmado el episcopado moná rquico, se ha fundamentado la
comunió n del presbiterio con el obispo y se ha descrito la funció n de servicio de los diá conos. Con
san Ignacio la Iglesia adquiere la estructura definitiva que ha de regirla.

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