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Fuente: https://concepto.de/ciencias-sociales/#ixzz6T21HtQaP
1.2.- Comparación entre el objeto de estudio de las ciencias sociales y el de las
ciencias naturales.
Las ciencias naturales son el conjunto de disciplinas científicas que se encargan
de estudiar la naturaleza y los fenómenos naturales. Su finalidad es la de explicar y
descubrir las leyes que rigen el mundo natural, y predecir su comportamiento.
Las ciencias sociales son el conjunto de disciplinas científicas que tienen como objeto de
estudio el ser humano, la sociedad y sus instituciones. Su intención es la de explicar y
comprender cómo funciona el mundo social.
Las ciencias naturales son un conjunto de disciplinas científicas que tienen
como objeto de estudio los fenómenos naturales y el mundo natural. Utilizan una
metodología que envuelve el uso de la observación y la experimentación.
Su finalidad es la de aumentar el conocimiento sobre el mundo natural, así
como explicar y predecir sus fenómenos.
Características de las ciencias naturales
Deterministas: existe un interés en las explicaciones causa-efecto.
Mayor uso de la experimentación y modelos matemáticos de las ciencias formales.
La naturaleza y los fenómenos naturales no son ambiguos y su estudio puede ser
simplificado.
Predomina el método cuantitativo.
Neutralidad: las creencias u opiniones de quien investiga tienen poca o nula
influencia en el proceso y los resultados de la investigación científica.
Reproductibilidad y confiabilidad del proceso de investigación y sus resultados.
La comprobación y refutación son posible a través de la experimentación.
Pretenden descubrir leyes, teorías y principios generales del mundo natural.
Objeto de estudio de las ciencias naturales
El mundo natural y sus fenómenos constituyen el objeto de estudio de las
ciencias naturales. Su intención es la de formular leyes y teorías que sean capaces de
predecir lo que va a acontecer.
El método utilizado da prioridad a la experimentación y está basado en un
principio hipotético-deductivo. Es decir, se parte de un problema, se observan los hechos,
se establece una hipótesis y luego se pone a prueba la hipótesis a través de la
experimentación.
Las ciencias sociales son un conjunto de disciplinas que tienen como objeto de
estudio el ser humano, su comportamiento, interacciones, creaciones y la sociedad.
Su intención es la de explicar y comprender cómo funciona el mundo social. Para
esto, las ciencias sociales se valen de diferentes aproximaciones metodológicas,
cuantitativas y cualitativas, para recolectar y analizar datos. Aun si su capacidad predictiva
es limitada, pueden establecer parámetros que aumentan la probabilidad de predecir
ciertos fenómenos sociales.
Para los científicos sociales es muy difícil realizar experimentos en un ambiente
que permita evaluar, controlar y medir todas las variables posibles. Por esto, una de sus
grandes limitaciones es la dificultad de descubrir y establecer leyes y teorías
generales.
Características de las ciencias sociales
Su objeto y sujeto de estudio son el ser humano, la sociedad y sus creaciones.
Es común que el análisis se centre en casos particulares, dentro de contextos
específicos.
La neutralidad no siempre es posible.
Dificultad para experimentar y poner a prueba los resultados de una investigación.
Poca capacidad de predicción (lo que conlleva problemas de fiabilidad).
Dificultad para producir generalizaciones y para proponer leyes y teorías.
Mayor debate dentro de la comunidad (es habitual que existan interpretaciones
diferentes sobre los mismos fenómenos).
Uso de métodos cuantitativos, cualitativos y mixtos.
Sus variables son atributos y se obtienen mediante la observación, encuestas,
cuestionarios y análisis de diferentes medios, entre otros.
Objeto de estudio de las ciencias sociales
Las ciencias sociales estudian el ser humano, sus creaciones e interacciones.
Su finalidad está ligada a la comprensión del mundo social humano.
Así como en las ciencias naturales, las ciencias sociales se distancian de
explicaciones sobre la realidad que impliquen presupuestos metafísicos o místicos,
prefiriendo basarse en hechos observables.
1.3.- El problema de la objetividad en las ciencias sociales
El problema de la objetividad resulta ya un asunto muy manido en la historia de las
ciencias sociales y humanidades, y por más que pueda pensarse como algo superado,
sobre todo a partir del paradigma asentado por David Bloor y demás, el programa
fuerte dentro del campo de la sociología del conocimiento científico, o sociología de la
ciencia para abreviar, no hay hoy manual de sociología donde no se aborde –con mayor o
menor precisión– este viejo debate entre hechos y valores en las prácticas científico-
sociales. Pero no sólo en los manuales o tratados de sociología, también nos
encontramos atenciones hacia este problema en muchos otros libros de investigaciones
sobre aspectos concretos de la realidad social, en muchas ocasiones con una clara
finalidad de justificación metodológica.
Desde que Max Weber formulara su postulado de la «neutralidad valorativa» de la
sociología en aquella reunión del Verein für Sozialpolitik en 1913 –por otra parte, mal
entendido por el resto de científicos sociales de su época, como se ha intentado
demostrar en muchas ocasiones (véase: Giner, 2010; Ritzer, 2011)– la problemática de
la objetividad en las ciencias sociales ha atravesado toda su historia hasta nuestros días.
Son muchos los autores que han contribuido arrojando luz al debate de la disyuntiva
entre hechos y valores; entre ellos, por citar algunos: Alfred Schutz [El problema de la
realidad social], Abraham Edel [influencia de los valores: externa, interna y parámetro
valorativo], Karl Mannheim [Ideología y utopía, y su famosa paradoja de la imposibilidad
de definir ideología desde una postura que no sea a su vez ideológica], Peter
Berger y Thomas Luckmann [La construcción social de la realidad], Alvin Gouldner [El
antiminotauro. El mito de una sociología no valorativa], Thomas S. Khun [La estructura
de las revoluciones científicas], Michel Foucault [Las palabras y las cosas], Pierre
Bourdieu [su gran preocupación por la ‘reflexividad’: investigar las mismas prácticas
científicas], David Bloor -ya citado- [Conocimiento e imaginario social], Donna
Haraway [conocimiento situado], Clifford Geertz [Conocimiento local], Paul
Ricoeur [Ideología y utopía, pero al contrario que Mannheim que piensa que son dos
formas de distorsión de la realidad, para Ricoeur ‘ideología’ y ‘utopía’, en clave retórico-
metafórico y desde un enfoque antropológico-filosófico, ambas son necesarias para la
construcción de discursos], Edgar Morin [Pensamiento complejo, Ciencia con
consciencia], Zygmunt Bauman [Modernidad y holocausto], Bruno Latour y Steve
Woolgar [La Vida en el laboratorio. La construcción de los hechos científicos]
La objetividad absoluta se convierte en una meta imposible; los hechos no hablan
por sí mismos. Los «hechos, son producto de la labor de quienes pueden definir lo que ha
de considerarse «fáctico» […] y de la buena disposición para aceptar las definiciones
dadas de parte de quienes están en condiciones de hacerlo. En consecuencia, el
científico social elige entre distintos universos paradigmáticos; opta por vivir en uno u otro
mundo «fáctico»
UNIDAD II
(TRABAJOS EN CLASE)
2.4.- Relación entre progreso, perfectibilidad y voluntad humana
UNIDAD III
1. Como conjunto de normas, es decir el derecho objetivo, esto es, como conjunto
de normas jurídicas obligatorias en un determinado territorio.
2. Puede ser entendido como la posibilidad de actuación que el ordenamiento me
reconoce o me concede, es decir el derecho subjetivo, esto es, como capacidad de
actuación respaldada por el ordenamiento, por el derecho objetivo
3. Utilizar el término como sinónimo de justicia, es decir, expresando una
valoración del término en relación con determinadas situaciones.
4. Se puede usar el término derecho en referencia a la ciencia jurídica, cuando
hablamos del conjunto de teorías, reflexiones y propuestas que los estudiosos y
profesionales del Derecho, los juristas, elaboran en torno al ordenamiento jurídico
El derecho es el conjunto de principios y normas que regulan las sociedades
humanas en torno a los conceptos de justicia y orden, y que los Estados son capaces de
imponer de manera coactiva. Pero también se llama así a su estudio y análisis. Dicho de
otro modo, el derecho es al mismo tiempo el orden jurídico de las sociedades y
la disciplina que los estudia.
Comprende un conjunto de categorías o subdisciplinas, especializadas en los
distintos criterios de aplicación de la ley, así como en la formulación de sus principios
mismos. A dichas categorías se las conoce como las ramas del derecho.
La clasificación del derecho se da en base a tres criterios, que son:
Por su ámbito nacional o religioso, es decir, a la tradición cultural, política e
histórica que los engendró. Por ejemplo: derecho germánico, derecho
anglosajón, derecho romano, etc.
Por la actividad específica que regula, es decir, dependiendo de a qué realidad
específica regulan las leyes estudiadas. Por ejemplo: derecho militar, derecho
laboral, derecho bancario, etc.
Por su ámbito técnico, es decir, por las partes del proceso jurídico que regulan.
Por ejemplo: derecho civil, derecho penal, derecho administrativo, etc.
A grandes rasgos, sin embargo, la división clásica entre las ramas del derecho se
da siguiendo los parámetros heredados de la jurisprudencia romana, una de las más
importantes históricamente. Es decir que el derecho se divide en tres ramas: derecho
público, derecho privado y derecho social, cada uno con sus ramas particulares.
Derecho público
Se dedica a controlar el modo en que los ciudadanos establecen vínculos
con el Estado, ya sea a título personal o en tanto organizaciones de carácter privado, o
bien a la organización de los Poderes Públicos del Estado, siempre que actúen de manera
legítima y dentro del marco de lo establecido en la Constitución (o su equivalente).
Esta división del derecho contempla las siguientes ramas:
Derecho político. Estudia y regula el ejercicio de la política, es decir, del mando y
la subordinación, los elementos y clases de Estado, las formas de gobierno, la
filosofía política y otros aspectos relacionados a ello.
Derecho constitucional. Se dedica al análisis de los derechos fundamentales
consagrados en la Carta Magna o en el texto jurídico base de la sociedad, sea
cual sea, y vela por la regulación de los poderes públicos, sometiéndolos a lo
legal.
Derecho administrativo. Dedicada al estudio de la administración pública, es
decir, la regulación del Estado, sus servicios públicos y órganos auxiliares, los
cuales deben operar en función de garantizar el orden, la justicia y la seguridad.
Derecho migratorio. Aquel que tiene que ver con el tránsito internacional de
individuos, su nacionalización, los mecanismos de extranjería y el derecho de
entrada, salida o permanencia de ciudadanos de otros países.
Derecho procesal. Dedicada a la resolución de conflictos de manera ordenada,
legal y válida, entre particulares y el Estado, o entre ellos mismos, de acuerdo al
ordenamiento del Estado y de lo contemplado en las leyes respecto al proceso
judicial y las garantías debidas.
Derecho internacional público. Es el que se ocupa de las relaciones entre los
Estados, dentro de la comunidad internacional y sus organismos bilaterales de
cooperación, regulación y mediación en conflictos entre comunidades nacionales e
internacionales.
Derecho fiscal o tributario. Aquel que estudia los mecanismos de recaudación y
tributo del Estado.
Derecho penal. Vinculado con el ejercicio de la justicia en tanto castigo a los
culpables y resarcimiento de las víctimas, de acuerdo al código jurídico que
distingue entre lo que es legal y lo que no
Derecho privado
Se encarga de la regulación de las relaciones jurídicas entre individuos
constituidos, o sea, sujetos de derecho, en condición de iguales, y sin que medie en ello
los intereses del Estado. Se divide a su vez en tres ramas distintas:
Derecho civil. Comprende el conjunto de normas que regulan la vida diaria del ser
humano, como las relaciones familiares o la formación o disolución de vínculos
conyugales, la patria potestad, la maternidad, la propiedad privada, el registro civil,
y el derecho a usufructo y posesión de los distintos tipos de bienes, las
obligaciones individuales y los tipos de contrato entre las personas.
Derecho mercantil. Se ocupa exclusivamente de los actos comerciales,
financieros, mercantiles o de explotación económica que se dan en términos
legales, justos y formales entre sujetos de ley, sean personas naturales o jurídicas.
Derecho internacional privado. Regula las operaciones internacionales de los
individuos, y reglamenta las nacionalidades y los eventuales conflictos entre
marcos jurídicos diferentes.
Derecho social
Comprende y estudia las leyes y normas que velan por la convivencia
armónica de los individuos dentro de una sociedad que es igualitaria ante la ley, pero
dispar en cuanto a clases socioeconómicas. Para ello, abarca las siguientes ramas:
Derecho laboral. Se ocupa de regular las condiciones en que tiene lugar el
trabajo, para garantizar que sean justas, equitativas y respetuosas de la ley, así
como las posibilidades de representación sindical o gremial y otros aspectos que
atañen al ejercicio profesional. Comprende tres subramas: derecho individual del
trabajo, derecho colectivo del trabajo y derecho procesal del trabajo.
Derecho económico. Comprende las normas que regulan la participación del
Estado en la actividad económica de una sociedad, para brindar certeza jurídica a
los participantes de la cadena productiva en sus distintas etapas.
Derecho agrario. Regula la tenencia de tierras, la explotación agropecuaria y las
diversas formas de propiedad no urbana.
Derecho ecológico. Lidia con el conjunto de normas de defensa del medio
ambiente y del legado ecológico de la sociedad, para impedir el uso indiscriminado
e irresponsable de los recursos naturales o bien la contaminación desmedida y el
daño ecológico severo
b).- La relación entre justicia y deber ético.
Definir qué es la ética parece no ser tarea fácil, por cuanto abarca una
multiplicidad de valores que deben estar presentes en la vida de todas las personas,
independientemente de su profesión y de su rol en la sociedad (abogado, médico, Juez).
En particular, en el caso de la ética judicial los tres principios rectores parecen ser el de
independencia, imparcialidad y motivación. El primero implica que las decisiones de los
jueces tienen que estar basadas exclusivamente en el derecho y viene a ser una
consecuencia del papel institucional del juez: él tiene el poder de dar la última respuesta
social a un conflicto sin influencia de los otros dos poderes del Estado. El de imparcialidad
supone que el Juez debe aplicar el derecho sin sesgo de ningún tipo y deriva de la
posición del Juez como tercero frente a las partes, ajeno al conflicto. Y el de motivación
establece la obligación del juez de fundamentar su decisión, pues ese es el principal
mecanismo de control de su poder.
En realidad, tanto la independencia como la imparcialidad en la actividad judicial,
hacen a su excelencia. Son valores indiscutibles propios de la función. Mientras que la
motivación resulta ser un instrumento metodológico procesal indispensable para la validez
de las resoluciones judiciales.
Si bien estos principios rectores forman parte de la ética judicial en sentido amplio,
y repercuten favorablemente en la confianza pública hacia la judicatura, deben ser
complementados por una serie de comportamientos públicos, y privados con
trascendencia pública, que sean demostrativos de valores, tales como cortesía, decoro,
honestidad, transparencia, responsabilidad, honorabilidad, entre otros. No se trata de
demagogia frente a la sociedad, sino de que la institución judicial, y especialmente los
Magistrados, conserven una imagen intachable, propia de la función encomendada en un
Estado de Derecho. Ser independientes, imparciales, transparentes y, además, aparentar
serlo. La apariencia es lo que se ve, es lo que fenoménicamente está, y lo que, en
definitiva, forma la opinión y la confianza pública.
Lo cierto es que los Magistrados en particular, y los organismos vinculados a la
función judicial en general (Poder Judicial y Ministerios Públicos) no pueden estar ajenos
al proceso de modernización propio de las épocas en que vivimos. Ya no puede
concebirse un Poder Judicial alejado de la sociedad. El Juez “dueño de su despacho” que,
en soledad, dicta sentencias y solo a través de ellas se dirige a la sociedad. Juez que
conoce el derecho, pero poco a aquellos a quienes lo aplica. Que intencionalmente
genera distancia respecto de quienes no ejercen la magistratura, por ser víctima y
victimario de un divinismo judicial provocado por el propio Juez y por el entorno que lo
rodea. Empleados sumisos y complacientes. Amigos del poder. Enormes despachos y
muebles extravagantes. El Juez que cree ser La Justicia. Por el contrario, se trata del
avance hacia el republicanismo judicial: hombres y mujeres capacitados, transparentes,
honestos en cada acto de su vida, a quienes el Estado les ha otorgado la responsabilidad,
y el honor de prestar el trascendental servicio público de impartir justicia; y que solo
mediante el estricto cumplimiento de estos valores éticos inescindibles podrán obtener el
respeto y la confianza pública que la función judicial amerita.