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Entresitio
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J. Francisco Serrano
2·.! Terminal2 Aeropuerto Internacional Benito Júarez, Ciudad de México D.F.
Marisol Vidal
220 Austria en Horm1gón: XL 1XS
Elia Gutiérrez
233 El hormigón en la obra de Teodoro González de León, México 1926
Octavio Paz.
Como "presente oculto" se adivina el pasado pre-colombino, autóctono, en la obra (más de
medio siglo de arquitectura moderna, e incluso pos-moderna) de Teodoro González de León,
flamante Premio a la Trayectoria Profesional de la V Bienal Iberoamericana de Arquitectura y
Urbanismo, Montevideo'2006, "contundente y original, monumental y única, mexicana y uni-
versal" en frase de Miquel Adria'. Acaso el primer epíteto, la contundencia, sea el que más se
repite en el juicio del observador.
Si éste es perspicaz, además de la contundencia se nos impone el gesto inequívoco de la mo-
dernidad, o más precisamente, de la rigurosa actualidad, percibirá, sin que se aperciba, lo mexi-
cano: su presente oculto. El que el propio arquitecto nos hace tangible, como advierte Curtís,
scraping away of the upper levels to flnd the more durable ones beneathz.
Este octogenario sabio, habiéndose iniciado en la vanguard ia a sus veinte años (1947-49) en el
talier parisino de Le Corbusier, aplicará su talento a desvelar el presente oculto de su tierra con
tal ahínco que parecerá que, más que proceder del maestro, le precede: pues no es el pasado,
que viene de la Casa Ozenfant y su progenie, del genio suizo el que tira de él, sino el futuro,
que apunta a Chandigarh. No en vano Le Corbusier ha dejado dicho a González de León que la
arquitectura "usted sabe, no es como la música, en que se puede ser genio a los once años"3 •
De Le Corbusier hereda González de León la pasión por un material concreto: el hormigón, y por
un oficio: el de vivir para producir. Ambos. maestro y aprendiz, serán trabajadores infatigables
y extremadamente fructíferos.
Y, asimismo, ambos poseen la convicción de que "si el arte del proyecto, de la composición de
espacios y volúmenes, se transmite, como todo oficio, de maestro a aprendiz en el taller y no en
la escuela, la construcción se aprende sólo en la obra•s.
De la serena Casa Catán (1951) a la torsa, pero equilibrada, Embajada de México en Berlín
(finalizada en 1999), la ruta de González de León es en apariencia sinuosa, como todas las de
los grandes de su siglo, pero contínua y coherente. De hecho, las referencias persisten: Schinkel
y Scarpa, quizás Stirling y Ando desde luego ... con el viejo Corbu siempre al fondo.
Nel mezzo del camin (como diría el Dante y, al decirlo, la sombra del Dantheum de Terragni nos
cubre) la ruta parece borrarse: es el tiempo del edificio collage para la mítica editorial Fondo de
Cultura Económica (1990-92) o del estilo staccato (se ha dicho y habría que añadir col'legno)
del Conservatorio Nacional de Música (1996-98). Y el del montaje de la muestra retrospectiva
"Ensamblajes y Excavaciones" en el Museo Tamayo de Ciudad de México. Pero el arquitecto vuel-
ve al arquitecto y todo se endereza: la Salas Pre-Colombinas del British nos reponen en la ruta.
Esas salas muestran cómo lo monumental, un invariante en la arquitectura de González de
León, no implica necesariamente lo grande. Sí en cambio impone austeridad: austeridad genero-
sa o generosidad austera. Sin ella el producto se ablanda y la reciedumbre ritual lo abandona.
Por el contrario, si una escultura brutal y un techo frágil ponen acento y contrapunto (como es
el caso del Auditorio Nacional de 1989-91) al hormigón macizo, todo vuelve a estar en su sitio,
con el aplomo impertérrito, sonoro como los tubos de un órgano, de unas salas hipóstilas cuyos
epistilos tienen cantos de paredes desnudas.
Si de ello se quiere una señal, una sola, cabría decir que las arq uitecturas de González de
León consisten, todas ellas, en una puerta, portada o portón: no hay que buscarles la ent rad a
porque todo en ellas es entrada. Son como arcos de triunfo para un triunfo nada convencional.
Y tras la puerta, la portada o el portón, está el mito del México ancestral: su presente oculto.
234 a aABIII
González de Léon confiesa que fue la lectura de Aldo Rossi 6 la que lo liberó de la dictadura
de la función: si las formas de la arquitectura la obedecieran ciegamente, serían incapaces de
sobrevivir al paso del tiempo. La arquitectura que permanece es la que se adapta (a los nuevos
tiempos, a los nuevos usos, a los nuevos habitantes) y lo hace en virtud de unas formas ajenas a
la tiranía de la función. Es más: cuanto más complejo es el programa, más universal es la forma
que lo alberga. El patio, una constante en la arquitectura de González de León7, es el paradigma
de esas formas capaces de articular el espacio en virtud de un orden resplandecientemente
sencillo y riguroso que provee, sin embargo. de la mayor libertad.
La misma reacción antifuncionalista es la que anima su entendimiento del acceso. Para
González de León la entrada es transición, es un afuera cubierto o un adentro a cielo abierto. Es
un "casi sí, pero todavía no". El umbral ha de "dar tiempo al visitante para recibir el mensaje
plástico d el edificio" 8•
Como los arquitectos, anónimos en su mayoría, de la era faraónica, González de León fábrica la
gran masa (el hormtgón es la roca) y luego la yende. Hender el espacio, en lugar de envolverlo, es
su consigna. Así, el espacio hendido adquiere sustancia: la roca, con ser maciza, es accidental.
Aplica en ello su talento de escultor, cuyo arte genuino consiste en el vaciado. El escultor no
pone: quita. El arquitecto dotado de genio escultórico quita asimismo. Con una diferencia obvia
y decisiva: que el escultor quita afuera y el arquitecto quita adentro.
De ese modo, la arquitectura de González de León sigue las trazas de una gran tradición arqui-
tectónica hindú: la de los templos hipogeicos. Fabricada la cantera madre, el arquitecto procede
a la operación de vaciado (no hay en ella '"edificación" en sentido estricto, sino "masificación"
previa, materialmente hablando). Y el vaciado obra el espacio.
Pero, atención: es imprescindible que nos quede constancia fehaciente del proceso. Por eso
González d e León deja en pie la masa matricial. Y lo que parece un plus de retórica estructural
no es sino la credencial del origen. Como en los paisajes-creación (Rykwert) de las salas hipós-
tilas a orillas del Nilo, la cuestión del origen (ab lnitio) es asunto primordial.
González de León quiere, como Kahn, "que la obra exprese la manera en que fue construida y la
densidad de los materiales empleados" 9 . Así, se le puede aplicar perfectamente la reflexión del
profesor Montaner10: " Pero además del proceso de la expresión de la forma inicial, de la recrea-
ción de la maqueta y de la composición ordenada de la maqueta, hay otro momento esencial,
que debe estar expresado por el mismo edificio como resultado: es el proceso de construcción.
Para Louis l. Kahn, la voluntad de existencia de un edificio se manifiesta cuando muestra la
manera como ha estado hecho". "Y es esencial que la obra acabada muestre ella misma su
voluntad de ser un sólido, revele el esfuerzo del levantamiento de su fábrica".
Para González de Léon el hormigón con acabado cincelado profundo para resaltar el agregado
de mármol es, amén de una reconocida por el autor y reconocible constante en su arquitectura,
"consecuencia de una prolongada experimentación y respuesta al aspecto monótono que tiene
el hormigón normal. Este acabado es una tecnología pertinente a nuestra deficiente mano de
obra. Es una textura cálida y artesanal, que revela la mano humana y se emparenta con las pie-
dras naturales. Es un material que tiene buena respuesta al paso del tiempo -condición básica
de la arquitectura. Se puede afirmar que llena la definición que Le Corbusier hizo del hormigón:
la piedra del siglo XX" 11 •
Un material cuyas juntas ("constructivas" las llama González de León) poseen la misión de mar- ilOTAS
car los sillares, siguiendo la similitud con la piedra. Son. además, líneas que cruzan y componen
las fachadas, que nos hablan de cómo se hizo la construcción y de cómo están trabajando los l Allí1 A Ll.4lll. CIJRIIS \VilamJ R.; GOfiZALEZ OHEOtl
-eoOC<o. r•XIarOGonó.!:eldtloón Obra~· 2'ed ~
materiales' 2• Son gestos de una voluntad que escenifica el drama de las piedras inertes. Las - RIJ. :.!t•CO 2004
juntas, además, le permiten al arquitecto establecer la escala de sus edificios. Porque los miden. 2 \"e< 00 C•1 11010 1
3 GONZALElllElEON. Teoooro. 'Sotlrele C01busltt' ll~logos
Y, midiéndolos, los humanizan. Moxlco OF enoro·leb<tro 1966
4 Verop. r;;Uiota 3
Las juntas vehiculan la relación entre el hombre y la arquitectura: serán los taludes los que esta- ~ GONZALEZDE LEON. Teocloro: "!le Ideas y Obras"
blezcan el diálogo con el paisaje. El talud funde el edificio con el terreno' 3 (Wright) y lo inserta en EspeJo de Obsld•ana E~•clones l>'exleo. 1987
6 Ver op_ c.t 'JotaS
una tradición ancestral, la de la pirámide mesoamericana: reaparece el pasado. 7 GOIIZÁLEZ OELEO!l Teodoro: 'On T".o ConsraniS 11 Ow
A1=•nr.':O<k" SI .llmesPress. 1985
Taludes y juntas (planos y líneas), materiales y texturas (sólidos y superficies), fábrica y espacio 8 GC'IZALEZOELEC'I TICldofo; 'laideayloOIIfa elocfofic:lodif
ÑlOOOdo!M.nEconOc-.a" EICcieg¡ollaCIOOa' f<>tldooo
(o masa y energía, que serían sus equivalentes conceptuales), afuera y adentro (en ese orden, y Ecorromoa IJt•IXI 0 F 199•
no en el inverso que sermonea la Bauhaus), contundencia (habrá que repetirla porque se repite) 9 vacp.or li?la8
10 I.IO'ITANER !.IA~TOREll. Josep Maria "OeSI)uéS ~ ~loYim<tnt:
y magnanimidad, son valores sólidos, tan sólidos como las arquitecturas de hormigón que los l.tOdc•no. AtQu•tec1u•a de la 509unda n1rlad del •<910 XX', GG.
representan (no porque no hagan presente lo que está ausente, sino porque reponen lo ya pues- Barcelona. 1993
11 Ver op. Cll. ~ole 7
to con presencia recalcitrante) en la obra de Teodoro González de León, un arquitecto de cuerpo 12 Ver QO. Ctt. Mtl 8
entero al que la historiografía europea dista de haber hecho cumplida justicia. 13 Vet op. ett •~ota)
Elaa Gutltrre2 • 235
CATEDRA BLANCA
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UNIVERSIDAD
POLITECNICA
DE VALENCIA
ESCUELA ftCNICA
SUPERIOR OE ARQUITECTURA
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