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Resumen las ambiciones de la historia (Braudel)

Cap. I. Tres definiciones: el acontecimiento, el azar, lo social


Por Diego Villamil

-Una gran historia significa una historia que se orienta a lo general, que es capaz de
extrapolar los detalles, de rebasar la erudición y de captar lo vivo, con sus riesgos y peligros
y en sus más grandes líneas de verdad.
-Se necesitan grandes cataclismos, desgracias en que el hombre y los pueblos perciben
instintivamente el lago trágico del destino, para que la gran historia pueda arrojar sus luces,
convertidas entonces en necesarias y sin duda en bienhechoras.
-Tres realidades que afectan a la historia: acontecimiento, azar, lo social.

La historia enemencial
-Un acontecimiento es un hecho histórico. Pero un hecho notado: señalado a nuestra
atención, registrado, convertido de un modo u otro en visible para nuestra mirada, por una
luz tal vez fortuita, en medio de la masa de esos hechos innumerables que, a cada instante,
conforman la historia ideal y completa del mundo. Lo que decidirá su importancia no es el
ruido que haga su momento o el ruido que se haga en torno a él, sino las consecuencias que
se deriven o no de él. Consecuencias que son hijas del tiempo.
-Los acontecimientos son hombres, estos o aquellos hombres, uno que habla, otro que llega,
otro que escribe, etc. Hombres a los que separamos de los demás mientras que, sin esos
otros hombres, suelen ser poca cosa. El carácter humano o, hablando más concretamente, el
carácter individual del acontecimiento no aumenta su importancia. Y eso es todo lo que
quiero que retengamos de momento.
-Una de las fuerzas de este triunfo de lo evenemencial está precisamente en dejarnos creer
que el destino depende de nuestras voluntades; que, modesta o ilustre, nosotros forjamos
nuestra propia historia.
-Poder, por lo tanto, magia de los acontecimientos. Sin embargo, por cautivadores que sean,
no representan la historia entera del tiempo que pasa sino su superficie nada más. La
historia no es el relato de acontecimientos sin más. No es solamente la medida del hombre,
del individuo, sino de los hombres, de todos los hombres y de las realidades de su vida
colectiva.
-La historia evenemencial (categoría de la historia y no toda la historia), ejerce su encanto
exclusivo sobre ellos como sobre los contemporáneos.
-La historia no es solamente un relato, ni siquiera un relato de grandes acontecimientos; es
una explicación –y los grandes acontecimientos mismos hay que explicarlos, por pequeña
ciencia coyuntural que sea la historia.
-El acontecimiento no nos basta. Están buscando a su manera una verdad, otra historia, una
historia real y profunda.

La parte del azar


-Toda la desconfianza de Maurice Holleaux se animaba cuando había que explicar los
acontecimientos. Los historiadores, decía, pasan su tiempo inventando causas. Cuanto más
importantes son los acontecimientos, más importantes, numerosas y sutiles son las causas
que descubren.
-Un acontecimiento es un hecho conocido. ¿Significa esto que tenemos derecho a
explicarlo siempre a través de otro hecho conocido, de otro hecho histórico?
-¿Realmente el mundo de los hombres es un terreno exclusivamente dominado por el azar y
posee una fantasía inagotable? Sí, sin lugar a dudas, si consideramos cada uno de los
acontecimientos por separado, cada pequeño destino individual.
-Incertidumbre de un lado, en la historia individual, y de otro lado en la historia colectiva
podemos hablar casi de coherencia y de simplicidad. La historia es, sí, una pobre pequeña
ciencia coyuntural cuando se trata de individuos aislados del grupo, cuando se trata de
acontecimientos, pero es mucho menos coyuntural y más racional, tanto en sus pasos como
en sus resultados, cuando se refiere a los grupos y a la repetición de acontecimientos. La
historia profunda, la historia sobre la que se puede construir es la historia social.
-No hay nada más fácil que reconstruir nuestra historia colectiva, las condiciones de nuestra
vida material, los periodos sucesivos de nuestra vida moral colectiva; periodos que siguen
unos a otros siempre distintos, como bien saben. Con una docena de testimonios, una visita
al lugar de los hechos, dos o tres buenas correspondencias y buenas estadísticas se podría
hacer una reconstrucción perfecta. Más allá de lo evenemencial, más allá de lo individual,
la historia de los grupos nos ofrece terreno sólido. Nuestro esfuerzo debe ir de ese lado y el
resto de la historia se iluminará tanto en el relato de los acontecimientos acaecidos como en
sus habituales detalles biográficos.

La historia y las ciencias sociales


-Solo la llevaremos a su culminación, solo constituiremos la historia captando los hechos
sociales en todo su espesor, evocando los fenómenos humanos de masa, buscando a los
hombres allá donde obstinadamente nos empeñábamos en ver solo al hombre sobre todo
utilizando los resultados y los medios de las otras ciencias sociales, vecinas de las canteras
de la historia.
-Para estudiar en su totalidad los hechos sociales tan complejos, por favor no utilicemos un
solo proyector, por interesante que sea su luz, como se ha venido haciendo con el proyector
de la historia política, tanto tiempo maniobrado con exclusión de todos los demás; solo
ilumina un sector del pasado y no siempre el más importante.
-A los sociólogos les corresponde el reconocimiento de los mecanismos sociales
considerados en sí mismos, y por tanto las más profundas e inciertas prospecciones.

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