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La narración, la biografía y la autobiografía

Ma. Victoria Reyzábal

Contar un suceso, una historia, un hecho real o inventado es la meta de la


narración. En sentido amplio, del género narrativo se vale la noticia o el informe tanto
como el relato, la novela o, incluso, el chiste. El narrador puede expresarse en
primera, segunda o tercera persona singular o plural, bien intentando ser objetivo o
subjetivo, veraz o ficticio, literario. Así como en la descripción lo fundamental es el
“espacio", en la narración lo es el tiempo (antes, ahora, luego), por eso resultan
básicos la conjugación verbal y los adverbios en el juego narrador/historia narrada.
Quién lo dice y qué cosas dice; de quién, con quiénes, cuándo, dónde, cómo
suceden los hechos; por qué, para qué…, son interrogantes que suele contestar la
novela, por ejemplo. Ahora bien, las “narraciones orales, además que representan la
etapa inicial de la compresión del significado funcional de la literatura infantil" se
configuran, si se narran a una colectividad de niños, como un importante vehículo de
socialización, incluso por las actividades expresivas y prácticas en común,
contribuyendo a promover en los pequeños "la necesidad de resonancias
interindividuales que más tarde podrán compensar la tendencia a encerrarse en sí
mismo del joven lector". (Nobile, A.: 1992,28).

"Exactamente igual que el artista expresa su creatividad con los colores y la


paleta, el músico con la canción y el bailarín con el movimiento, el narrador de
cuentos crea a través de la magia de las palabras. Sólo cuando recrea la historia a
través de una interrelación de voz, cuerpo y visión interior consigue su más alto nivel
de expresión creativa. A través de la imaginación, las palabras y las imágenes
mentales, el narrador desarrolla sus cuentos para deleite del oyente encantado. Esto
requiere cada gramo de la energía del narrador, conocimientos e imaginación en la
narración, requiere cada gramo de la atención del oyente e identificación cuando
está bien narrado" (Logan, L.M. y Logan, V.G.: 1980,264 y 265). La hora del cuento
puede convertirse en tiempo sagrado para los niños y, por qué no, para los
adolescentes e incluso adultos. Se ve el interés en sus rostros, el abandono, la
atención. El poder de una intensa voz narradora es enorme.

Un buen narrador consigue el silencio de cualquier público, tenga la edad que


tenga "Contrariamente a lo que se podría creer, contar no es una actividad
reservada a los más pequeños. Innumerables experiencias —a todos los niveles de
enseñanza y con los cursillistas que teníamos en Peuple et Culture (y que eran
adultos de todas las condiciones y orígenes)— me han probado, lo mismo que los
talleres de la Universidad de la tercera edad, que contar es una práctica fascinante
para todos. Sobre todo si se admite que actualmente, a diferencia de lo que sucedía
en las culturas "tradicionales", cada cual puede, por turno, ser cuentista y regresar al
auditorio..." (Jean, G. 1988,266). Damos algunas sugerencias para realizar esta
tarea.

• Es fundamental la adecuada elección del relato (teniendo en cuenta


intereses, edades, creencias, etc.)
• No es conveniente ni un auditorio muy reducido (salvo en el caso de un
progenitor con su hijo), ni demasiado numeroso.
• Es importante adecuar el espacio. Resulta favorable que el auditorio
forme una especie de herradura en cuya boca esté el narrador o
narradora.
• Resulta positiva cierta penumbra (e idealmente estar alrededor del fuego,
algo imposible en la escuela).
• Vale la pena recordar que narrar no es leer, ni dramatizar, ni recitar, sino
contar historias con el tono, la cadencia y la dicción adecuados.
• Para contar una historia hay que conocerla muy bien y dominar su
vocabulario, su estructura, sus pausas, suspensos...
• Sólo puede improvisar con "belleza" el que no conoce a la perfección el
cuento y el auditorio.
• El cuentista no debe ser presuntuoso, ni tímido, ni vacilante...
• El rostro, las manos, las posturas del cuentista forman parte del constructo
narrativo.

Hay diferencias claras entre las diversas formas de escuchar. Está el que
permanece inmóvil, fascinado hasta el final de la historia; el que se divierte, se ríe,
se conmueve (incluso asusta); el que necesita moverse, encarnar los personajes,
hacer comentarios... Cada pequeño, cada adulto reacciona según su forma de ser.
Por otra parte, también el auditorio debe contar con ciertas destrezas que el
docente tiene que potenciar, como:
• Capacidad de percepción, sensibilidad e imaginación.
• Capacidad de hacerse una idea mental de la historia según se va
contando; es decir “ver" cómo va sucediendo.
• Capacidad de interpretar el vocabulario para entender todo lo que se
narra.
También estos hábitos deben cuidarse en las narraciones leídas, útiles no sólo
porque no siempre se puede inventar, sino por lo conveniente de oír diferentes
registros de lengua, como ya se verá al referimos a la lectura de voz alta. De todas
maneras se pueden contar oralmente todos los cuentos tradicionales, como los
inventados (por el docente, por un niño o por toda la clase en progresión
argumental), los que surjan de estímulos visuales (láminas, películas, tebeos...) o
musicales (canciones, melodías, etc.) o los provenientes de acontecimientos reales,
y los mismos cuentos de autores contemporáneos.
Quizá, la luz eléctrica, más que los libros o la televisión, ha sido la rival de las
veladas (entre velos y velas) en las que se contaban los cuentos. Debemos, en este
sentido, ser honestos y reconocer que el pasado no puede volver. El gusto rancio por
lo arcaico, la nostalgia por "cualquier tiempo pasado fue mejor", no ayuda a salvar la
oralidad, sino que la margina. Nuestros niños y adolescentes son actuales y no
aceptan la visión "retro". Respetar las narraciones tradicionales no implica prohibir el
juego con ellas, como claramente propone Rodari. Así se puede convertir a
Caperucita Roja en Verde, agregarle la bicicleta para circular por el bosque, suponer
que ella es mala y el lobo buenísimo, mezclarla con Blancanieves, intentar un diálogo
entre ellas, etc.,etc. Otra posibilidad es jugar con barajas preparadas a partir de las
funciones de Propp, por ejemplo, que representen y permitan combinación de
diferentes tipos de héroe, lugares, deseos, carencias, pruebas, aliados, enemigos,
victorias, derrotas, magias... (Debeyser y Estrade, C: 1976). Así, en lugar de leer el
futuro en las cartas, podremos revisar el pasado y sus arcanos mediante los naipes
que el azar coloca en nuestras manos. Este es un juego colectivo en el que la
narración es realizada por todos con la guía de la baraja. También se puede fabricar
los propios naipes para dar entrada al corpus que se desee, como los mitos antiguos
o contemporáneos.
Múltiples actividades pueden plantearse a partir de las narraciones orales
(como es evidente, la narración, como tipo de discurso, también se realiza mediante
el código escrito) o leídas en voz alta en la clase de los distintos niveles. En
particular: "El cuento popular, a pesar de, y quizá por la extraordinaria permanencia
de sus formas y temas, ha resultado adecuado para expresar las necesidades de las
sociedades tradicionales más diferentes, imperios enormes o pequeños, grupos de
cazadores o de recolectores. Mediante flexiones mínimas, los cuentistas sacan
partido, de acuerdo con sus necesidades actuales, de un repertorio amplio y
ramificado, pero al fin común, puesto que se ha podido establecer catálogos
internacionales. ¿Por qué no aplicar la misma flexibilidad a un uso modernizado del
cuento?” (Gueunier, N.: 1978). También se puede proponer juegos semejantes a los
siguientes: que una persona cuente el mismo hecho como para un guardia, para sus
amigos, para su transmisión por radio; dadas ciertas frases, crear el relato que las
contenga; contar el mismo suceso, pero acaecido en la Edad Media, en la actualidad
o en el futuro... se puede narrar la propia historia (autobiografía), la de otros
(biografía) o realizar relatos de ficción.
La biografía supone una investigación previa sobre la persona de la que se va
a hablar y también capacidad para ponerse en el lugar de otro e interpretar su
trayectoria vital, pues en parte es narración "literaria" y en parte ensayo. En el caso
que nos ocupa, no importa por la penetración psicológica que requiere las destrezas
verbales que, en cuanto documentación, implica. La autobiografía (biografía de uno
mismo), emparentada con las memorias, las epístolas o los diarios (todos éstos
escritos) supone la habilidad de resumir lo más significativo de la propia existencia.
De manera oral, salvo como práctica pedagógica, suele realizarse de forma parcial
pero sirve en múltiples ocasiones, bien para explicarse, autojustificarse, darse a
conocer o poder compartir experiencias análogas.
Para hacer narraciones fantásticas de manera oral se pueden tener en cuenta
ciertos recursos: la idea del sueño, tan usada en la literatura española; el humor que
"ridiculiza" los supuestos comportamientos heroicos (el manejo de los elementos
cómicos es difícil para los pequeños y por ello es interesante esta práctica).
En cuanto a las narraciones realistas, el relato autobiográfico resulta
enriquecedor, pues ayuda a entender los propios pensamientos, sentimientos,
conductas, etc.; en definitiva autoconocerse y regularse.
La narración puede favorecer la capacidad de observación, desarrollar la
memoria y la imaginación, fomentar la creatividad, despertar o ampliar el gusto por la
lectura, vencer la timidez, enriquecer el vocabulario, perfeccionar la elocución,
habituar en la coordinación de palabras, gestos y expresión corporal, adquirir fluidez,
claridad y precisión en la expresión oral, sincronizar el desarrollo de la trama con el
tono de voz y el ritmo, ordenar verbalmente secuencias temporales, mejorar el uso
de la conjugación... El que escucha, a su vez potencia capacidades de atención,
respeto silencio, memorización relación...
Actividades intermedias son las que plantean terminar una historia incompleta,
incluir en el cuento la recreación de otras secuencias, inventar un argumento a partir
de un personaje conocido, realizar imitaciones del mismo, etc.
También es interesante, en muchos casos, trabajar la técnica del libro-forum,
bien para orientar anteriores o posteriores lecturas, bien para facilitar la audición o
invención de relatos orales. Durante esta práctica es necesario resumir el argumento
y explicar el sentido general de la obra, caracterizar los personajes principales,
describir el lugar en el que se desarrolló la historia, tiempo en el que transcurre,
partes importantes de la misma, usos lingüísticos, etc. (esto puede hacerlo tanto el
docente como el animador o un alumno que conozca bien el texto y se haya
preparado para ello).

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