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Universidad Mayor de San Andrés Carrera de Literatura

CURSO PREUNIVERSITARIO DE LITERATURA 2020


TEMA 2: TEXTO NARRATIVO
El tema del que se ocupa esta clase es el texto narrativo. Si los textos son el objeto de estudio
de la disciplina literaria, los textos narrativos están entre algunos de los textos más estudiados
y comentados en nuestra profesión.
¿Todo texto narrativo es un texto literario? No. Los textos narrativos son aquellos cuya
finalidad es contar una historia (o varias) y hay diferentes áreas en las que esa actividad es
necesaria: los textos periodísticos, por ejemplo, cuentan historias, y deben hacerlo con
especial destreza y precisión. El trabajo de los historiadores consiste también en gran medida
en contar historias. Lo mismo se puede decir de un científico, digamos un biólogo, que debe
contar cómo se aparean unas aves, o qué tipo de comportamientos alimenticios tiene un grupo
de pumas.
¿Cuándo un texto narrativo es un texto literario? Los géneros suelen tener fronteras débiles
y no muy bien definidas, como les ocurre a algunos países. Por lo general, los textos
narrativos literarios aparecen en los cuentos y las novelas. Puede haber ensayos literarios
donde interviene la narración o poemas narrativos, pero eso es otro tema. Los géneros
literarios narrativos por excelencia son la novela y el cuento.
La novela es una historia que suele ser larga, que cuenta historias en las que participan
muchos personajes y en las que el narrador explora de forma variada y amplia distintos
aspectos de la historia.
El cuento en cambio es un relato breve, en el que se cuenta una historia cuyos elementos
están orientados a un efecto o resolución. El cuento literario tiene una historia larga: desde
Las mil y una noches hasta la actualidad, se ha escrito una innumerable cantidad de cuentos.
El texto narrativo es un texto complejo porque está formado por distintos elementos. Para
que un texto narrativo impacte, asombre o genere interés debe funcionar como un mecanismo
preciso en el que distintas piezas encajan. Estas piezas son elementos o niveles del cuento: la
historia, los personajes, el tiempo, el espacio, la forma cómo es narrado.
Analizar relatos es desmontar y comprender de forma detallada y precisa cómo funciona el
mecanismo del texto narrativo.
Un análisis exhaustivo, observador y acucioso de los detalles y los secretos del texto, permite
una comprensión amplia del cuento. Describir un cuento es un desafío mayor porque implica
describir un objeto complejo, cuyos mecanismos están muchas veces articulados de forma
sutil e imperceptible.
Este material está dividido en tres partes: en la primera se presentan textos sobre el cuento y
la “manía de contar”, en la segunda se propone una práctica con tres canciones que cuentan
historias, y en la tercera se presenta una selección de cuentos breves para analizar.
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I. LA MANÍA DE CONTAR

La bendita manía de contar

Gabriel García Márquez

La mitad de los cuentos con que inicié mi formación se los escuché a mi madre. Ella tiene
ahora ochenta y siete años y nunca oyó hablar de discursos literarios, ni de técnicas narrativas,
ni de nada de eso, pero sabía preparar un golpe de efecto, guardarse un as en la manga mejor
que los magos que sacan pañuelitos y conejos del sombrero. Recuerdo cierta vez que estaba
contándonos algo, y después de mencionar a un tipo que no tenía nada que ver con el asunto,
prosiguió su cuento tan campante, sin volver a hablar de él, hasta que casi llegando al final,
¡paff!, de nuevo el tipo -ahora en primer plano, por decirlo así-, y todo el mundo boquiabierto,
y yo preguntándome, ¿dónde habrá aprendido mi madre esa técnica, que a uno le toma toda
una vida aprender? Para mí, las historias son como juguetes y armarlas de una forma u otra
es como un juego. Creo que si a un niño lo pusieran ante un grupo de juguetes con
características distintas, empezaría jugando con todos pero al final se quedaría con uno. Ese
uno sería la expresión de sus aptitudes y su vocación. Si se dieran las condiciones para que
el talento se desarrollara a lo largo de toda una vida, estaríamos descubriendo uno de los
secretos de la felicidad y la longevidad. El día que descubrí que lo único que realmente me
gustaba era contar historias, me propuse hacer todo lo necesario para satisfacer ese deseo.
Me dije: esto es lo mío, nada ni nadie me obligará a dedicarme a otra cosa. No se imaginan
ustedes la cantidad de trucos, marrullerías, trampas y mentiras que tuve que hacer durante
mis años de estudiante para llegar a ser escritor, para poder seguir mi camino, porque lo que
querían era meterme a la fuerza por otro lado. Llegué inclusive a ser un gran estudiante para
que me dejaran tranquilo y poder seguir leyendo poesías y novelas, que era lo que a mí me
interesaba.

Modestamente, me considero el hombre más libre del mundo -en la medida en que no estoy
atado a nada ni tengo compromisos con nadie- y eso se lo debo a haber hecho durante toda
la vida única y exclusivamente lo que he querido, que es contar historias. Voy a visitar a unos
amigos y seguramente les cuento una historia; vuelvo a casa y cuento otra, tal vez la de los
amigos que oyeron la historia anterior; me meto en la ducha y, mientras me enjabono, me
cuento a mí mismo una idea que venía dándome vueltas en la cabeza desde hacía varios
días… Es decir, padezco de la bendita manía de contar. Y me pregunto: esa manía, ¿se puede
trasmitir? ¿Las obsesiones se enseñan? Lo que sí puede hacer uno es compartir experiencias,
mostrar problemas, hablar de las soluciones que encontró y de las decisiones que tuvo que
tomar, por qué hizo esto y no aquello, por qué eliminó de la historia una determinada
situación o incluyó un nuevo personaje… ¿No es eso lo que hacen también los escritores
cuando leen a otros escritores? Los novelistas no leemos novelas sino para saber cómo están
escritas. Uno las voltea, las desatornilla, pone las piezas en orden, aísla un párrafo, lo estudia,
y llega un momento en que puede decir: “Ah, sí, lo que hizo éste fue colocar al personaje
aquí y trasladar esa situación para allá, porque necesitaba que más allá…” En otras palabras,
uno abre bien los ojos, no se deja hipnotizar, trata de descubrir los trucos del mago. La
técnica, el oficio, los trucos son cosas que se pueden enseñar y de las que un estudiante puede
sacar buen provecho.
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El cuento y la novela
Julio Cortázar

(…) La novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en


la medida en que una película es en principio un “orden abierto”, novelesco, mientras que
una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, impuesta en parte por el
reducido campo que abarca la cámara y por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente
esa limitación. No sé si ustedes han oído hablar de su arte a un fotógrafo profesional; a mí
siempre me ha sorprendido el que se exprese tal como podría hacerlo un cuentista en muchos
aspectos. Fotógrafos de la calidad de un Cartier-Bresson o de un Brasai definen su arte como
una aparente paradoja: la de recortar un fragmento de la realidad, fijándole determinados
límites, pero de manera tal que ese recorte actúe como una explosión que abre de par en par
una realidad mucho más amplia, como una visión dinámica que trasciende espiritualmente el
campo abarcado por la cámara. Mientras en el cine, como en la novela, la captación de esa
realidad más amplia y multiforme se logra mediante el desarrollo de elementos parciales,
acumulativos, que no excluyen, por supuesto, una síntesis que dé el “clímax” de la obra, en
una fotografía o en un cuento de gran calidad se procede inversamente, es decir que el
fotógrafo o el cuentista se ven precisados a escoger y limitar una imagen o un acaecimiento
que sean significativos, que no solamente valgan por sí mismos, sino que sean capaces de
actuar en el espectador o en el lector como una especie de apertura, de fermento que proyecta
la inteligencia y la sensibilidad hacia algo que va mucha más allá de la anécdota visual o
literaria contenidas en la foto o en el cuento.

El cuento en América Latina

Mempo Giardinelli

Siempre sostengo que el cuento es el género literario más moderno y el que mayor vialidad
tiene. Por la sencilla razón que la gente jamás dejará de contar lo que le pasa, ni de
interesarse por lo que le cuentan cuando está bien contado.

En efecto, la tradición del cuento moderno de desarrolló en el siglo XIX, y a ello


contribuyeron las infinitas publicaciones que abrían sus páginas al cuento más o menos
breve. Esto fue muy notorio en América Latina y posiblemente hoy podríamos explicar que
esto se debió a las limitaciones de la industria editorial. El espacio disponible en los medios
obviamente era favorable al cuento, o al folletín por entregas. Acaso ahí esté el antecesor de
la telenovela actual. Como fuere, en mi opinión, eso mismo fue lo que fortaleció al género
en las Américas. Porque publicar novelas imponía la necesidad de una capacidad industrial
(papelera, impresora y encuadernadora) que no teníamos, y requería de circuitos de
distribución en librerías que en nuestra América eran y siguen siendo tan ineficientes. Por
eso las revistas fueron -y son todavía- no sólo pioneras sino el mejor vínculo entre autores y
público. Yo creo que eso dio lugar al florecimiento del cuento latinoamericano.
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II. CANCIONES Y RELATOS (PRÁCTICA)

Hay muchas canciones que cuentan historias. Algunas dan solo un trazo general de los
personajes y las situaciones; otras, presentan una historia detalladamente, mostrando diversas
situaciones y acercándonos a los personajes. En esta parte se ha elegido trabajar con tres
canciones que cuentan historias para poner en práctica el análisis narrativo.

La actividad consiste en escuchar atentamente la letra de la canción y analizarla como texto


narrativo, según las siguientes preguntas:

Historia: sucesión de acontecimientos protagonizada por uno o varios personajes en un


espacio y tiempo.

¿Qué historia o historias cuenta cada canción? ¿Es posible sintetizar la historia o historias en
una oración?

Relato: disposición de la historia según un orden narrativo. ¿Cómo se cuenta la historia?


Esta es la parte única del texto narrativo. El rasgo que distingue a un texto narrativo de otros
es cómo decide contar las historias. Aquí están en juego muchos aspectos del texto. En ese
sentido, es necesario plantear varias preguntas:
- ¿Desde qué perspectiva se cuenta la historia?

- ¿Cómo se presentan las situaciones?

- ¿Qué personajes participan de las historias?


o ¿Se presenta a los personajes? ¿Se los caracteriza?
o ¿En el caso de los personajes narradores, es posible caracterizarlos
deductivamente (el personaje usa palabras de la jerga delincuencial
centroamericana y deduzco a partir de ese dato algunas posibilidades de
caracterización)?
o ¿Qué buscan/desean los personajes? ¿Qué o quién(es) se opone?

- ¿Cómo se organizan las acciones en el tiempo?


o ¿Se presentan en orden cronológico?
o ¿Se producen saltos u omisiones?
o ¿Se ofrecen señales respecto a la duración de la historia? ¿O a
su ubicación en el tiempo?

- ¿Hay descripciones de características particulares de los espacios donde ocurren las


historias? ¿Son importantes los espacios para el sentido del relato? ¿Intervienen
personajes no humanos?
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- ¿Qué tipo de lenguaje utiliza el narrador? ¿Qué tipo de relación tiene con la situación
relatada? ¿El narrador expresa opiniones o juicios relacionados con la historia que
cuenta? ¿El narrador utiliza un tono de humor; su narración es solemne; se distancia
de los personajes? ¿El narrador utiliza un lenguaje formal, informal, neutral…?

Canciones
1. Pedro Navaja, Rubén Blades
https://www.youtube.com/watch?v=bGizZTJs0Uo&ab_channel=estebandejesusmercadopa
checo

2. Vida, pasión y muerte de Juan Cutipa, Alfredo Domínguez


https://www.youtube.com/watch?v=xFQsy587MMg&t=374s&ab_channel=DiegoSoruco
ver de 6’ 15’’ a 8’ 24’’

3. Todo se transforma, Jorge Drexler

https://www.youtube.com/watch?v=TUIJT_GPNjA&ab_channel=Cruza
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III. SELECCIÓN DE CUENTO BREVE

Entre los relatos que los seres humanos se cuentan desde tiempos muy antiguos, ha sido
frecuente la composición de cuentos extremadamente breves, que en muy pocas líneas
intentan contar una historia y, como todo buen cuento, producir un impacto en el lector. Aquí
va una variada (aunque parcial) muestra de cuentos breves de distintos autores y épocas.
Al leer los cuentos hay que hacer el mismo ejercicio de preguntas que se realizó con las
canciones: cuál es la historia, cómo se relatan las historias.
Además, como se trata de historias completas, es posible preguntarse sobre qué impacto
provocan los cuentos en el lector: qué idea, impresión o sensación buscan transmitir a través
de su forma narrativa.
Para la clase del sábado 26.09 deben leer los cuentos marcados con (*)

ROGELIO (*)
A Alan Page

Rogelio no se percataba de que ya estaba muerto o se resistía sencillamente a aceptarlo. Por


ello, una y otra vez, se salía de la fosa donde estaba enterrado y no era raro encontrárselo
comiendo en algún restaurante cercano al cementerio. En algunas ocasiones nos iba a
visitar al Retorno y se pasaba largas horas platicando sobre los viejos tiempos. Sin duda
varios de nosotros tratábamos de convencerlo de que ya era un cadáver y que apestaba
bastante. No nos hacía caso y con una desfachatez increíble se presentaba en cualquier
lugar y a cualquier hora.

Una noche lo acompañé de vuelta al panteón. Charlamos un buen rato sobre todas aquellas
experiencias que habíamos compartido cuando él aún vivía. Compramos unas cuantas
cervezas y nos emborrachamos. Nos divertimos. Nos reímos. Gozamos. Lloramos. Al
amanecer se despidió con una sonrisa. Se acomodó en su ataúd y cerró la tapa. Nunca más
volví a saber de él, porque esa madrugada morí atropellado y mi mujer… mi mujer decidió
incinerarme.

Guillermo Arriaga
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EL POZO (*)

Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias
familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años
después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto
a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior. "Este es
un mundo como otro cualquiera", decía el mensaje.

Luis Mateo Díez

LA MANO (*)

El doctor Alejo murió asesinado. Indudablemente murió estrangulado. Nadie había


entrado en la casa, indudablemente nadie, y aunque el doctor dormía con el balcón abierto,
por higiene, era tan alto su piso que no era de suponer que por allí hubiese entrado el asesino.
La policía no encontraba la pista de aquel crimen, y ya iba a abandonar el asunto, cuando la
esposa y la criada del muerto acudieron despavoridas a la Jefatura. Saltando de lo alto de un
armario había caído sobre la mesa, las había mirado, las había visto, y después había huido
por la habitación, una mano solitaria y viva como una araña. Allí la habían dejado encerrada
con llave en el cuarto.

Llena de terror, acudió la policía y el juez. Era su deber. Trabajo les costó cazar la mano,
pero la cazaron y todos le agarraron un dedo, porque era vigorosa corno si en ella radicase
junta toda la fuerza de un hombre fuerte. ¿Qué hacer con ella? ¿Qué luz iba a arrojar sobre
el suceso? ¿Cómo sentenciarla? ¿De quién era aquella mano? Después de una larga pausa, al
juez se le ocurrió darle la pluma para que declarase por escrito. La mano entonces escribió:
«Soy la mano de Ramiro Ruiz, asesinado vilmente por el doctor en el hospital y destrozado
con ensañamiento en la sala de disección. He hecho justicia».

Ramón Gómez de la Serna

EL EMPERADOR DE CHINA (*)

Cuando el emperador Wu Ti murió en su vasto lecho, en lo más profundo del palacio


imperial, nadie se dio cuenta. Todos estaban demasiado ocupados en obedecer sus órdenes.
El único que lo supo fue Wang Mang, el primer ministro, hombre ambicioso que aspiraba al
trono. No dijo nada y ocultó el cadáver. Transcurrió un año de increíble prosperidad para el
imperio. Hasta que, por fin, Wang Mang mostró al pueblo el esqueleto pelado, del difunto
emperador. ¿Veis? -dijo - Durante un año un muerto se sentó en el trono. Y quien realmente
gobernó fui yo. Merezco ser el emperador.

El pueblo, complacido, lo sentó en el trono y luego lo mató, para que fuese tan perfecto
como su predecesor y la prosperidad del imperio continuase.
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Marco Denevi

LA CARTA

Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y,
antes de comenzar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce
años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio.

Luis Mateo Díez

LA DICHA DE VIVIR

Poco antes de la oración del huerto, un hombre tristísimo que había ido a ver a Jesús
conversaba con Felipe, mientras concluía de orar el Maestro.

–Yo soy el resucitado de Naim –dijo el hombre–. Antes de mi muerte, me regocijaba con el
vino, holgaba con las mujeres, festejaba con mis amigos, prodigaba joyas y me recreaba en
la música. Hijo único, la fortuna de mi madre viuda era mía tan solo. Ahora nada de eso
puedo; mi vida es un páramo. ¿A qué debo atribuirlo?

–Es que cuando el Maestro resucita a alguno, asume todos sus pecados -respondió el Apóstol-
. Es como si aquél volviera a nacer en la pureza del párvulo…

–Así lo creía y por eso vengo.

–¿Qué podrías pedirle, habiéndote devuelto la vida?

–Que me devuelva mis pecados –suspiró el hombre

Leopoldo Lugones

BUSCAR EN EL LUGAR EQUIVOCADO

Un vecino encontró a Nasruddin cuando éste andaba buscando algo de rodillas. «¿Qué andas
buscando, Mullab?».

«Mi llave. La he perdido».

Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de un rato dijo el vecino:
«¿Dónde la perdiste?». «En casa».

«¡Santo Dios! Y entonces, ¿por qué la buscas aquí?».

«Porque aquí hay más luz»


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I.A. Ireland.

AMPUTACIONES

Por haber jugado con el ventilador, la niña tiene la punta amputada del meñique.

Desde entonces las tres muñecas, de castigo, tienen el mismo dedo cortado con tijeras.

Dalton Trevisan
EL ESPEJO QUE NO PODÍA DORMIR

Había una vez un espejo de mano que cuando se quedaba solo y nadie se veía en él se sentía
de lo peor, como que no existía, y quizá tenía razón; pero los otros espejos se burlaban de él,
y cuando por las noches los guardaban en el mismo cajón del tocador dormían a pierna suelta
satisfechos, ajenos a la preocupación del neurótico.

Augusto Monterroso

NATACIÓN

He aprendido a nadar en seco. Resulta más ventajoso que hacerlo en el agua. No hay el temor
a hundirse pues uno ya está en el fondo, y por la misma razón se está ahogado de antemano.
También se evita que tengan que pescarnos a la luz de un farol o en la claridad deslumbrante
de un hermoso día. Por último, la ausencia de agua evitará que nos hinchemos. No voy a
negar que nadar en seco tiene algo de agónico. A primera vista se pensaría en los estertores
de la muerte. Sin embargo, eso tiene de distinto con ella: que al par que se agoniza uno está
bien vivo, bien alerta, escuchando la música que entra por la ventana y mirando el gusano
que se arrastra por el suelo. Al principio mis amigos censuraron esta decisión. Se hurtaban a
mis miradas y sollozaban en los rincones. Felizmente, ya pasó la crisis. Ahora saben que me
siento cómodo nadando en seco. De vez en cuando hundo mis manos en las losas de mármol
y les entrego un pececillo que atrapo en las profundidades submarinas.

Virgilio Piñera

APLASTAMIENTO DE LAS GOTAS (*)

Yo no sé, mirá, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí
contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas
uno detrás de otro qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana, se
queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se
tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no
quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes mientras le crece la barriga, ya es una
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gotaza que cuelga majestuosa y de pronto zup ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en
el mármol. Pero las hay que se suicidan y se entregan en seguida, brotan en el marco y ahí
mismo se tiran, me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito
que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes
gotas. Adiós gotas. Adiós.
Julio Cortázar

EL SAPO
Salta de vez en cuando, sólo para comprobar su radical estático. El salto tiene algo de latido:
viéndolo bien, el sapo es todo corazón.
Prensado en un bloque de lodo frío, el sapo se sumerge en el invierno como una lamentable
crisálida. Se despierta en primavera, consciente de que ninguna metamorfosis se ha operado
en él. Es más sapo que nunca, en su profunda desecación. Aguarda en silencio las primeras
lluvias.
Y un buen día surge de la tierra blanda, pesado de humedad, henchido de savia rencorosa,
como un corazón tirado al suelo. En su actitud de esfinge hay una secreta proposición de
canje, y la fealdad del sapo aparece ante nosotros con una abrumadora cualidad de espejo.

Juan José Arreola

LA SENTENCIA
Aquella noche, en la hora de la rata, el emperador soñó que había salido de su palacio y que
en la oscuridad caminaba por el jardín, bajo los árboles en flor. Algo se arrodilló a sus pies y
le pidió amparo. El emperador accedió; el suplicante dijo que era un dragón y que los astros
le habían revelado que al día siguiente, antes de la caída de la noche, Wei Cheng, ministro
del emperador, le cortaría la cabeza. En el sueño, el emperador juró protegerlo. Al
despertarse, el emperador preguntó por Wei Cheng. Le dijeron que no estaba en el palacio;
el emperdaor lo mandó buscar y lo tuvo atareado el día entero, para que no matara al dragón,
y hacia el atardecer le propuso que jugaran al ajedrez. La partida era larga, el ministro estaba
cansado y se quedó dormido. Un estruendo conmovió la tierra. Poco después irrumpieron
dos capitanes que traían una inmensa cabeza de dragón empapada en sangre. La arrojaron a
los pies del emperador y gritaron: -Cayó del cielo. Wei Cheng, que había despertado, lo miró
con perplejidad y observó: -Que raro, yo soñé que mataba a un dragón así.
Wu Ch'eng-en (c. 1505-c. 1580).
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EL SUEÑO DE CHUANG TZU


Chuang Tzu soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había
soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre.
Herbert Allen Giles, Chuang Tzu (1889)

UNA DESPEDIDA (*)


Parker no había muerto al día siguiente, septiembre 16, pero estaba muy dolorido. Ya no lo
calmaba la morfina; no podía comer ni beber. Nos costó acomodarlo en la parte de atrás del
camión. La bala, que lo atravesó de un lado a otro, le había destrozado el estómago.
Afortunadamente el camino era bastante liso, de modo que el ajetreo del camión no era
intolerable. Había una luz muy clara y un sol radiante. Estábamos ahora en el desierto, no sin
alguna mata o arbusto, pero demasiado lejos del agua, para el hombre y su ganado. Bajo un
arbusto vi una enorme hiena, dando vueltas y vueltas, como un perro antes de echarse a
dormir; una hora después vi una pareja de orix. Las pesadas bestias, grandes como novillos,
de pelaje blanco como la nieve y grandes cuernos curvos, pastaban en las matas de olor
dulzón. Detuvimos el camión para mirarlos, porque ninguno de nosotros habíamos visto
nunca animales así, ni volvimos a verlos. Lo ayudamos a Parker a incorporarse, para que él
los viera también. Nos pareció importante que los viera antes de morir.
Vladimir Peniakoff, Private Army

LA OBRA Y EL POETA
El poeta hindú Tulsi Das compuso la gesta de Hanuman y de su ejército de monos. Años
después un rey lo encarceló en una torre de piedra. En la celda se puso a meditar y de la
meditación surgió Hanuman con su ejército de monos y conquistaron la ciudad e irrumpieron
en la torre y lo libertaron.
R. F. Burton, Indica (1887)

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